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‘Cuadernos Monésticos 78 (1986) 323-338 ESTUDIOS Jean GALOT, SEGUIR A CRISTO*. : “Seguir a Cristo” es el objetivo primordial de la vida religiosa. El Con- cilio recordé que Ja norma diltima de esta vida es “seguir a Cristo segin la doctrina del Evangelio” (PC 2,a)..Segin el proyecto del nuevo derecho cané- nico, la vida consagrada por la profesién de los consejos evangélicos es la de Jos cristianos que,,“‘sigujendo a Cristo més de cerca, estén’totalmente consa- grados a Dios en el amor més perfecto” (can. 1,1)..Los términos “‘siguiendo a Cristo més de cerca” se agregan alli a la-afirmacion de la total consagracién'a Dios expresada én Lumen gentium (44); sefialan una voluntad tmas-precisa de relacionar Ia vida religiosa con la fuente del Evangelio. ‘Quisiéramos, volviendo a esta fuente, aclarar mis el sentido de los'lla- mados “s{gueme”, que nos entregan los textos. Buscaremos determinar mejor el origen de la expresion en la tradiciém judfa y sobre todo ef valor que Jess le otorgé, de manera de aprehender. su actualidad en Ja vida ‘corisagrada de nuestro tiempo. 1. “Seéguir” 6h la Antigtia Alianza - La expresion “seguir a alguien” fue empleada'en el Antiguo Testamento en dos contextos diferentes*. fy Servia para expresar el hecho por el cual el disctpulo’se unia a su maes- 170, ‘Asi Eliseo sigue a -Elfas renunciando a su familia, a su trabajé y a sus bie- ties. Notamos en ese caso el gesto dominador de Elfas que, al arrojar su man- to sobre Eliseo, toma la iniciativa y reivindica una autoridad o un derecho de BosésiOn, .A ese gesto responde el asentimiento de “Eliseo que, siguiendo a Elfas, se pone a su setvicio (J R 19, 19-21). ‘Mas tarde al fabinismo presenta ‘la imagen’ del’maestro que va adelan- * De La vie des communautés religieuses, sept, 1978, vol’36, N° 7. -L CEG. KITTEL, Theol, Werterbuch zum N.T., I, 211-213. 323 & te montado en un asno, y algunos discfpulos que lo siguen a distancia”: seguir es caminar detras de alguien cuya superioridad y dignidad se reconocé, El verbo “seguir” en ese marco toma pues toda la fuerza de’su expre- sion material, con el simbolismo que esta implicito en él. Por otra parte, en el contexto més directamente religioso de las relacio- nes del hombre con Dios, también se ernpleaba e] verbo “seguir”. Para desig- nar y-condenar la idolatrfa se decia: “seguir a otros dioses”®, Frente a esta ac- titud pagana, el verdadero creyente era ef que seguia a Yahvéh: asf la recom- pensa se prometia a aquél que “‘siguié cabalmente a Yahvéh” (Dr 1,36). Elias ilustra bien la opcién necesaria entre las dos actitudes, cuando se dirige al pue- blo: “Si Yahvéh es Dios, seguidle; si Baal, seguid a éste” (7 R 18,21). ‘‘Se- guir” significa por lo tanto adherir a aquel que se reconoce como Dios, 4Qué hay més precisamente en esta adhesi6n? Se observ6 que los ju- dios utilizaban no sin reticencia la expresién “seguir a Yahvéh”’*. Bvitaban entender el verbo “seguir” en el sentido material y local de “ir detrés de al- guien”. El relato del Exodo habrfa podido legitimar ese sentido; puesto que habia mostrado cémo Yahvéh habia precedido al pueblo en la ruta que lo Itevaba fuera de“Egipto indicando su presencia de dia por medio dé una co- lumna de nube y de noche por medio de una columna de fuego (Ex 13,21). Aunque la imagen del pueblo detrés del guia divino fue impresionante, no se conserv6 en la significacién de la expresiOn “seguir a Yahvéh”. Incluso don- de hay alusién al Exodo, en 6 ordculo de Jeremias (2,2), la’ imagen del pue- blo caminando detras de Yahvéh se esfuma frente a la evocacion de la espo- sa que sigue a su esposo: “De ti recuerdo tu carifio juvenil, el amor de tu no- via2go; aquel seguirme td por el desierto, por la tierra no sembrada”. Podemos subrayar el valor dado en esta tiltima expresion,al verbo “se- guir”. Para Israel, seguir es unirse a Yahvéh como la esposa se une a su espo- so. El “carifio” de Ja juventud no significa solamente la inclinacién poéti- ca, ideal, representada por los esponsales, Designa ¢] amor testimoniado por Dios a su pueblo, Ja “gracia” (hésed), con la fidelidad a la alianza, y al mis- mo tiempo, esta relacionada por el hecho de que se trata de un lazo mutuo, con el amor del pueblo que vive en la alianza divina. Seguir a Yahvéh es por Jo tanto responder a su amor soberano y gratuito con un amor fiel. El Deuteronomio nos proporciona un comentario de la expresién “soguit a Yahvéh” (13,5): “A Yahvéh vuestro Dios seguirtis y a él teme- réis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis y vivi- réis unidos a él”. Se trata de saber “si verdaderamente amais 2 Yahvéh vues- tro Dios con todo vuestro corazén y con toda vuestra alma” (13,4). Hay 2, Esto se relata respecto del rabino Joachanan b. Zakkai (f 80): cf. H.LLSTRACK- P.BILLERBECK, Des Evangelium nach Matthdus erldutert aus Talmud und Mi- drash, Milnchen 1961, I, 188, 3, Dt 4,356,145 Jr 7,6-9; 9,13; 11,10, (4 CE KITTEL, Art. Cit, 212° 324 aqui*la exigencia de un carifio afectivo y, al mismo tiempo, de un compor- tamiehto efeativo “que se conforme a la voluntad divina; porque seguir>a Yahwéh, es “seguir en todo-el camino” que Yahvéh ha trazado (Dt 5,33). El rabinismo, por su parte, tendré Ia tentlencia de interpretat a ex- presion “seguir a.Dios” en el sentido de seguir el modo de obrar de Dios, por ejemplo, visitar a lo8 enfermos como Dios habia visitado a Abraham, © cénsolar-a Jos’ afligidos como Dios habia consolado «a Isaac. “Seguir”” se reduciria entonces a una‘imitacion moral, Esta interpretacién tiende a-acen- tuar la distancia entte el hombre y Dios, La trascendencia divina impide que s@ pueda seguir-a Dios como un discfpulo sigue a su'nfaestro, y plantea el problema: de la real posibilidad para.el hombre de parecerse a Digs en la vida terrestre’ .. 2, Diversidad de sentido en:los evangelios En los textos evangélicos la’ expresién “seguir a Jestis” no tiene ‘un sentido yniforme. Antes do considerarla en la formula del llamado “ ‘sigue- me”, en que recibe la plenitud de su valor, quisiéramos seffalar su alcance en otros diveysos contextos, ya sea colectivo, ya sea individual. “Seguir” colectivo ~ En_ varias oportunidades, los evarigelios nos relatan ‘que la multitud seguia a’ Jestis®. Segiin Mateo (4,23-25) era un.rasgo caracteristico de la predicacion de la Buena Nueva: proveniente de todas partes, “una’ gran muchedymbre Je siguid”. El entusiasmo popular —qué provocaba ese mio- vimiento— se debja sobre todo a las curaciones milagrosas, pero también al deseo devescuchar la palabra de Jestis (Lc 5,15; 6;17). Debemos reconocer en ese entusiasmo-una ,real adhesion a la persona del Maestro. Sin’ embaigo, las, multitudes eran inestables, se renovaban de un sitio a otro yno acompafiaban a Jésis de un modo constante. El “seguir” era momentanea, hecho de reliciones sobre todo-exteriores y bgstante dé- biles. Jess mismo sefiala: esta exterioridad al destacar la diferencia entre la ensefianza que da a las multitudes y Ja revelacién que confia a los disci- piilos. Pice a los Doce: “A vosotros se os ha dado él misterio del Reino de Dios, pero a los que estan fueta todo se les presenta en paribola” (Mc 4,11). 5. Cf KITTEL, arf, eit,, 212, 6. Mt 4,25; 8,1; 12,15; 14,13; 19,2; 20,29; 21,9; Me 3,73°5,243.11,9; Le 7,9; 9,11; 23,27;Jn 6,2. 325 Aunque seguian’ a Jesis, las multitudes permanecfan fuera, no penetraban en el misterio. Se les proponta el reino de Dios, pero sélo podian“captat las imagenes empleadas para anunciarlo, sin Ilegar a aprehender el sentido fundamental de! designio divino que se revelaba en ellas. Decepcionante fue la actitud de Ia multitud en el momento de Ia Pa- sion. Fueron muchos los que hab{an seguido a Jesii en el momento de su entrada en Jerusalé, pero ef entusiasmo testimoniado a un Mesias de quien se esperaba-una liberacién nacional, parecia haber desaparecido en’ el mo- mento del.proceso ante Pilatos. La multitud no. impidié la condena; permi- tié que los adversarios de: Jesis lograran su objetivo. Sin embargo, segin el telato de Lucas (23,27). “seguia una gran multitud del pueblo y mujeres” a Jesis en el camino del Calvario. Aunque algunos hayan interpretado, en un sentido peyorativo: los sentimientos de esta multitud?, parece que tene- mos que reconocer Ja expresién de una simpatia por el condenado, simpatia declarada mas manifiestamente por las mujeres “que se dolian y se lamenta- ban por él". Esta simpatia permanecia en el exterior, como antes la audi- cién de las parabolas;,no entraba en el misterio. Volviéndose hacia Ias mujeres para hacer crecer su sentimiento y su pensamiento, Jesu’ quiere precisamiente atraer su atencién sobre el misterio en el que esta contenido todo su destino’ Hay allf una invitaci6n a profundi- zar el sentido de Ja actividad que consiste en ‘seguirlo, invitacién dirigida indistintamente a-todos los que estén’ dispuestos a ella. La participacién en la Pasion puede ser Ja ‘oportunidad de comprometerse en una adhesion més profunda para quienes hasta entonces seguian a Jesis mas materialmente que espiritualmente. “Seguir” individual La curacion milagrosa puede ‘ser una ocasién de “seguir” a Jesis, Un texto evangélico describe a dos ciegos que siguen a Jess, ya sea para obtener su curacién (9,27), ya sea después de haberla obtenido.(Mt 20, 52). En este tiltimo caso, més precisamente cl del ciego Bartimeo, el movi- miento inicial: parece haberse convertido en una ‘adhesién duradera. “Y dice Lucas (18,43)-- recobré Ia vista, y le seguia ‘glorifican- Jests le dio la luz que le permite seguirlo; ‘ella suscita una dis- posicién de alabanza y de accion de gracias qué impulsa a Bartimeo'a acom- “pafidr en adelante a aquél que Io cur6, Segin Marcos (10,52), “le soguia por el camino”, es decir, quetia compartir Ia ruta de Jestis, ruta que debia de: 7, Acompafiamiento del pueblo que se pone en camino por la malsana curi dad que nunca falta en estos.casos, comenta Lagrange (Ev. selon S. Luc., tis 1921, 585). 326 sembocar en-Jerusalén®, A veces, para los discipulos, “seghir” reviste un sentido ocasional, ligado a un episodio: asi después.del arresto, “‘seguian a Jesis, Simon Pe- dro y otro discipulo” (Jn 18,15). Pero como lo notan los sinépticos, lo se- guia “de lejos” (Mt 26,58 par.); la distancia que mantiege sugiere' el estado de las disposiciones {ntimas. Expresa un relajamiento, el cual pronto desom- boca en la negaci6n. | Evoca la tentacién de.los que-ante la prueba, prefie- ren no seguir a Jess mas que de lejos. Una declaracién de Jests relatada por Juar, es de una extensién mas universal y parece aplicarse no solamente a los‘ contemporaneos- sino a to- das las generaciones futuras: “Yo soy la Iuz del mundo; el que me‘siga no caminara en la oscuridad, sino que tendra la luz de Ia vida” (Qn 8,12). En ese caso seguir significa unirse a Jestis para fecibir su doctrina} se trata de séguir la ensefianza de aquél que no solamente da le Tuz sino que es la luz, Y como e8 la luz, seguir su doctrina es seguirlo a él en persona?. 3. “Sigueme” La invitacion “‘s{gueme” es la expresién més caracteristica de los lamados de Jesis. La encontramos en los ciatro evangelios"®; verifica los criterios de autentitidad de las palabras de Jestis: la forma sem(tica, la sim- plicidad, la profynda originalidad de sentido que innova en el interior de una tradicion para superarla. Poseemos-excelentes sazantias de: ‘que efectivamen- te Jestis se expres6 deesa manera en’sus [lamados!? El yerbo “seguir” en primer lugar hace pensar en las relaciones que se estableceri entre un maestro y sus discfpulos: el'paralelo rabinico esta confir- mado por la apelacién “Rabbi” dada por los discipulos a Jesis'?. En efed- to, los discipulos reciben una ensefianza y reconocen en Jestis a su maes- tro. Jesis mismo aprueba esta manera de dirigirse a él: “Vosotros me Ia: 8 Bn Me 10,12 Taylor nota que“por el camino” anticipa Me 11,1-27 (The Gospel according to St Mark, London 1957, 449). 9. No podriamos limitar el sentido de “seguir” a Ia sola adhesi6n de-fe. R. Schna- ckenbusg obscrva que sé trata de una pertenencia a Jéstis que se realiza gracias a Ja fe y a la obediencia en aquellos que escuchan la voz del Revelador; implica la vo- hunted de seguir a Jesés en su camino hacia la glorificacién por medio ¢ la muer- te (Das Johannesevangelium 11, Freiburg-Basel-Wien 1971, 241). 10. Mf 8,22; 9,9; 19,2; Me 2,14; 20,21; Le 9,59; 18,22; Jns1,43; 21,19; en una for- ‘mma mis semitica (“venid conmigo”): Mr 4,19; Me 1,17. ll, Cf Th. AERTS, Suivre Jésus, Evolution d’in théme iblique dans les évangiles synoptiques, Ephemerides Theologicde Lovanienses, 42 (1966), 481, 12. Mt 26,49; Me 9,5; 10,51 511,21; 14,45;8n 1,38-49; 3,2-26 ; 431; 6,25; 9,25 11,8, 327 miis ‘el Maestro’ ” (Jn 13,13), dice-a sus discipulos en el momento en que les entrega su Gltima ensefianza, y afirma la realidad, de ese titulo, Ast sitéa su posicién. respecto a uns institucién social de su €poca. Sin’ embargo, muestra igualmente cémo supera esa institucign™? 3 po- demos caragterizar la.superacién observando que Jestis se.conduce como un maestro de un género Gnico, y como mas que un maestro. . Maestro tinico . : Es maestro de un tipo tinicd -y superior porque a diferencia de los es- cribas que invocaban la autoridad de. la Escritura.o de la tradicign, él invo- ~ cA su autoridad personal. Es esd autoridad lo que provoca el asambra de sus auditores (Mc 1,22): resulta de le,manera en que propone la ensefianza y ‘demuestra [a eficacia de su poder mandando ,4 los.demonios (Mc 1,27). Aparece asi como-una autoridad divina. Jesiis da testimonio de ella espe- cialmente cuando reivindica una soberania sobre la misma Ley, corrigién- dola y completindola (Mt 5,21 ss) y obrando como sefior del sabado, (Me 2,28). No duda en afirmar que expulsa los demonios por el dedo dé Dids (Le 11,20)_y que debemos reconocer. alli la presencia actual ‘del reino de Pids. Ademas, Jesis subraya tan fuertemente el cardcter Gnico’de su cali- dad de maestro que “se atreve a decir a sus discfpulos: “Vosotros, en cam- bio, no os dejéis Hamar ‘Rabbi’, porque uno solo es vuestro Maestro;” "y Yo. sotros sois todos hermanos” (Mt 23,8). No es por lo tanto un’maestro’ en- tte otros; es aquél a quién todos sus discipulos deben unirse de una manera definitiva* y seguira siendo el maestro, aquél que ha cumplida a la perfec-- cidn la,misién de enseflar, ah punto-de que tenemos que, buscar toda la ver- dad en é1'5, . - -Es también tnico por-las disposiciones que {o-animan én $u ensefian- zay por el modo"como’ejerce su autotidad: ningGn autoritarismo de su par- te y ningin temor de Hevar adelante sus prescripciones. Mientras otros maes: 13: taerts yone en guardia coritra una interptetacién estrictamente rabfnica de 1a ex- __ Presién_efangélica: “En general un trasfondo estrictamént® rabinico tiende mas «Bion a falser Ia inteligencia de los textos evangélicos, y és particularmente el ca- 20 aqui” (art, cit, 482). sos 14, © Encontremos una afirmaciéfi’ andloga en Mr 23,10: “Ni‘ tampoco os dejéis lla- mar doctores, porghie uno’sdld es vuestzo doctor: Cristo”. El versiculo parece ser ‘otra traduccion de la Trase referida en 23,8; precisa lo que Jesis sobfeenten- -dfa, que es é1 el dinigo maestro: 15, Kittel indicd la exclusividad de 1a relacién con Crist tomo tina caracteristica smueva delrNuevo ‘Testimento en la expresin “seguic” (art, cit,,-213). 328 tros se complacen en hacer, sentir el peso de su autoridad o de las observan- cias de la ley, Jesiis busca suavizar el cumplimiento de las exigencias que enun- cia: “Tomad sobre vosotros mi yugo,-y aprended de mf, que soy manso y humilde de coraz6n; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yu- go es suave y mi carga ligera” (Aff 11,29-30) 5. La humildad se alfa aqui con la soberana autoridad: el que posee la totalidad de la autoridad puede permitirse ojercerla sin ninguna coaccién, y obra asi de una manera delibe- rada, guiado por st modestia y su benevolencia. Esa es la razén por la cual puede invitar a los hombres a recibir su ensefianza. Cuando dice “‘sigueme”, no impone un yugo que agobia, sino un yugo que libera. El cdntraste con la imagen rabinica del maestro ‘que, encaramado en una, montura,, precede al discfpulo, es manifiesta. Jestis no quiere una dife- rencia de nivel, ni ung distancia que significarfa para él honor y dignidad, porque “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir” (Mc 10,45; Mr 20,28). Jests invierte en este punto de vista la imagen tradicional del maestro que se instalaba en una posici6n privilegiada. A_ su humildad se asocia 1a mansedumbre'”. Incluso debemos notar que la mansedumbre se menciona en primer lugar en la expresién “manso y humilde”, Es la disposicién primordial de Jesis, la que da el sentido de su humildad: la humildad podria significar una mirada vuelta sobre sf mis- mo, mientras que la mansedumbre indica una actitud hacia el projimo, Es Ja actitud que consiste en‘ abordar a los otros con’ benevolencia y con pa- ciencia, respetando las lentitudes de su progreso y contando con sus bue- nas disposiciones. Es una concreta manifestacién del amor que se niega a imponerse al otro a pesar suyo, no cede a la irritacién, no procede por ame- naza. Cuando se trata,de un maestro, la mansedymbre indica més especial- miente la voluntad de “introducir progresivamente al discipulo en Ja doctri- na sin pesar sobre él y de tener en cuenta las debilidades y la dificultad en comprender. En el momento de la entrada triunfal a Jerusalén, la manse- dumbre del rey mesianico (Mf 21,5) significa el rechazo de la guerra y‘de la violencia; el gesto simbélico de Jesis que elige el asno como montura esta de acuerdé con la disposition fundamental de su corazén “manso y humilde”. _ Las palabras “‘sjgueme” son pronuncigdas con autoridad, pero esta au- toridad se afirma tanto més fuertemente cuanto que no quiere forzar. No amo 16. CF 3, DUPONT, Les Béatitudes, MII, Paris 1973, $21-$37, EI autor subraya el acuerdo casi uninime de los exégetas sobre'la intencion antifarisaica del logion: Jos fariseos “‘atan cargas pesadas y las echan alas espaldas de la gente” (Mt 23,4). Su interprotacion convierte a le Ley en un fardo intolerable (of Hck 15,10). 17. Se trata aqui de la mansegumbre en sentido propio, y no, como algunos la com- prendieron, del estado de pobreza: cf, DUPONT, op, cit., 533-535, 18 Cf, DUPONT, op. cit., 544. 329 hay en Jesus el gesto dominador de Elfas que arroja su manto sobre Eliseo, y los llamatlos preservan‘la‘entera libertad de respuesta por parte de los que son amados. La exigencia de una adhesion absoluta No solamente el que llama es un maestro-tnico,’sino que es mds que tun. maestro. “Sigueme” no es solamente la invitaci6n, para recibir una ense- *flanza. Jestis reclama una adhesién a su persona. La expresién “sigueme”, en su simplicidad, pone de telieve Ja-relacion personal que debe compro- meter el porvenir. Para percibir mejor su alcance podemos compararla con invitaciones del Antiguo Testamento, como la de Yahvéh a su pue- blo: “Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios Y yosotros seréis mi pueblo, y* seguiréis todo camino que yo os mandate” (3°°7,23). tests no pide sim- plemente que escuchemos gu voz, ni que sigamos el camino que nos trizé, sino que lo sigamos a él. El Ilaniado es, por lo tanto mas personal de su_parte, y es igualmente més personal para. Jos que son Hamadds. Mientras en el Antiguo Testamento el amado a seguir a Yahvéh antes que a otros dioses era colectivo, dirigi- do al pueblo, el Hamado a “seguir a Jestis es formulado individualmente. La persona humana es llamada en su calidad dé persona, Ese seguirlo es acompafiarlo, caminar con é1 por el camino. Desde este punto de vista Jestis-posee todo lo que podriamos buscar en un maestro humano, . Por otra parte, puede propércionaf Io que ningdn maestro simplemente humano podfa procurar: un ‘absolito en su propia persona, de tal manera que seguirlo a él es seguir’a Dios, Es incluso seguir a Dios mas completa- merite que lo que los judios seguian a Yahvéh, porque en el-caso de Jesiis ya no hay el obstaculo que podia crear el temeroso respeto de Ja trascenden- cia divina; la intimidad con.Dios puede vivirse como ée la vive con un hom- bre, Igualmente-la semejahza con Dios puede verificarse a la manera de la imitacin de un hombre. Por el hecho de ser hombre, Jests puede conferir una plenitid de sentido y dg valor a la actividad que consiste en seguir a ‘Dios. Su llamado humano “sigueme” expresa la trascendencia det Hamado divino, Es preciso que volvamos de modo més explicito sobre la expresién de esta trascendencia, de la cual ya sefialamos algunos indicios. Eh primer lugar, la ihiciativa soberana del Hamado est muy aceftuada en el Evangelio, mds acentuada que en el’Antiguo Testamento. En éste no encontrabamos- la formula “s{gueme”. Es cierto que hab{a —como dijimos— el mandato de seguir a Yahvéh: “A Yahvéh vuestro Dios seguiréis” (Dt 13,5). Pero en’ su, simplicidad la invitacion “‘sigueme" hace aparecer'mas direc mente la actividad def que llama. Esta ‘actividad pertenece a la misma Ent nacién: aquél que es Dios vino a.los hombres para Hamarlos. La iniciativa divina implica el compromiso de Dios con la existencia humana. 331 Ademés, la trascendencia se manifiesta en las exigencias que trae con- sigo el “sigueme”. S6lo Dios puede pedir al hombre que deje todo lo demés para adherirse a él. Ahora bien, es precisamente este abandono de todo lo que requiere Jesis, como lo confirma la palabra de Pedro: “Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mt 19, 27). “Hay también aqui una gran innovacién con relacién al Antiguo Testa- mento. Seguir a Yahvéh significaba en e] régimen de la antigua alianza , op- tar resueltamente por la fe en él, y amario con todo el coraz6n, Ese amor debia traducirse en la obediencia a los preceptos de la ley. Seguir a Jesis es sobrepasar esta fe y este amor. Por sus llamados, Jesis no pide solamen- te que creamos en él; invita a radicalizar esta fe al punto de correr el riesgo de dejar todos los otros bienes y poner toda la confianza en él. No se con- tenta tampogo con un amor que consistirfa en la practica de los manda- ‘mientos. Quiere un amor que consiente en vivir para él y con él, en el ce- libato y la pobreza, la renuncia a la familia y a los bienes materiales, De ese modo el dominio de Dios se extiende a lo que hay de més profundo en la persona humana en su relacién con los demés seres humanos y con el mundo, La exigencia de fe requerida en el “‘sigueme” aparece claramente en la manera como se hace el llamado. Jestis no explica’en qué consistira Ja vi- da con él, no expone un proyecto en el que se elabora tod¢ un programa. Pide.una adhesi6n incondicional porque lo que hay que seguir no es a una regla de vida, es a su persona, y todo debe estar fundado en la confianza en esta persona, que afirma de esa manera su divinidad. La exigencig de amor es tal que el-“‘sigueme” basta para expresar to- do el sentido de la vida del que es Hamado: Ja simplicidad de la expresion” —como ya lo sefialamos— pone en evidencia la totalidad del “seguir’’. Los renunciamientos que implican el celibato y la:pobreza-no son condiciones preliminares del amor que se dispone a servir a Jesus: tampoco son sim: ples consecuencias” del mismo, y no sé justifican por la‘pura imitacién del modo de vida de Jesiis, Son la faz negativa de la actitud positiva que se une a Jesis como al absoluto. El que sigue a Jesiis-reconoce en él a aquél que merece el don mds fundamental del corazén humano, a aquél cuya pose- 19, " Aerts se declara “inclinado a considerar el hecho de ‘seguir a Testis’ como una manera particularmente impresionante de adherirse a su persona y creer on I" (ort, ctt,, 486), Por otra parte, rio pierde de vista las duras exigencias que estén unidas al amado, 20. La relacién de consecuencia fue enunciada pot Lumen gentium (44), cuando ese documento habla de “la caridad a la que tonducen” los consejos evangélicos. La formula es retomada en el proyecto de Derecho Candnico (2,2). Pero no es mas que un punto de vista parcial, porque la-caridad se expresa ya en los consejos evangélicos en sf mismos. 332 sion el hombre debe buscar: seguir es tomar a Jestis como tnico amor y como tnito tesoro; él es precisamente todo esto por el hecho de ser Dios. 5, Llamado resarvado a algunos Para comprender bien el valor del “‘sigueme” evangélico, debemos no- “tar que esta invitacién,.con las exigencias radicales que acabamos de cons- tatar, no fue dirigida a todos, sino,solamente a algunos individualmente. La idea de una seleccién operada por Jesits, a menudo provoca resis- tencias; en tiempos recientes se desarrollé un fuerte movimiento de pensa- miento contrario a toda distincién evangélica entre dos caminos, el de la vida cristiana ordinaria’y el de la vida consagrada. Algunas evidencias pa- recon no favorecer Ia distincion: jacaso el Evangelio-no se dirige a todos los cristianos y no estin todos invitados a seguir a Cristo? Jesis no quiso instaurar categorfas privilegiadas; present6 una doctrina universalmente accesible, y proyect6 una Iglesia en la que todos seremos’ hermanos, en un mistho nivel. . Sin embargo es importante, examinar lo que nos entregan los textos evangélicos, sin aplicarles esquemas previos, y sin querer determinar por adelantado, segin nuestros :propios conceptos, el sentido de los términos que alli se emplean. Cuando hoy decimos. que todos los cristianos estén Hamados a seguir a Cristo, “seguir? significa una conformidad a la doctri- wna y a la vida de Jestis. En Jos: textos evangélicos hemos notado dos em- pleos del verbo “‘seguir” con respecto a Jesis. El primero es general; en el hecho de que -niultitudes comienzan a. seguir a Jestis, podemos encontrar un indice de que hay un llamado universal a seguirlo. El segundo empleo es més particular; se verifica en el llamado “‘sigueme”, y en este caso “‘se- guir” implica exigencias de renunciamiento-que se reclaman Gnicamente a Jos individuos que reciben el amado. En ese sentido fuerte, “seguir a Je- stis” esta reservado a un pequefio miimero de personas, los que en los evan- -gelios son Uamados-“discfpulos” o también a las mujeres que acompafian a Jestis en su-actividad de predicacién. Segin la misma voluntad de Jess, el Iamado “sigueme” no se dirige a todos. Es manifiesto que Jestis no pidié a todos los que encontraba en los caminos de Palestina que dejaran su casa y sus bienes para acompafiarlo en su mision. No podriamos generalizar un lamado que se reservé para al- gunos, Es cierto que el Evangelio esta destinado a todos, pero en este Evan- gelio hay una neta distincién entre diversos lamados, Sin duda podemos afirmar que todos los cristianos deben seguir a Jo- sis, comprendiendo “seguir” en un sentido mds extenso, menos exigente 333 que la expresién empleada por el mismo Jests. ‘Todos los cristianos deben adherirse a Cristo en Ja fe y el amor, todos deben observar sus mandamien- tos, y més especialmente el de la caridad, todos estén lamados a ser perfec- tos como su Padre celestial, y en consecuencia; a imitar a quien nos revelé esta perfeccién en una vida humana. Pero aunque sea muy exigente, este Iamado no es idéntico al que se expresa en el“‘sigueme” evangélico. Al reservar ese “sigueme” a los que escogia, Jestis no quiso instaurar una categoria privilegiada que habria podido prevalerse de una superiori- dad, reclamar honores o ventajas en la Iglesia. Seguirlo es seguir’ al Hijo del” Hombre que vino para servir y comprometerse mas completamente al ser- vicio de todos. El Hamado especial no crea ninguna diferencia de nivel en la fraternidad cristiana. 6. La consagraci6n El llamado “sigueme” exige una total pertenencia de la existencia hu- mana a Jests, es decir, una consagragién. La consagracién es la pertenencia de una,cosa o de un ser a Dios: es sagrado lo que se ha convertido en propie- dad o dominio de Dios. Ahora bien Jesis reclama la adhesi6n absoluta que se debe a Dios, y la reclama porque tiene conciencia de ser el Hijo de Dios. Podriamos asombrarnos de esta identificacion entre la consagracion y Ja actividad que ‘consiste en seguir a Jess. Es verdad que esta actividad no describe més que un gesto exterior, -mientras que la consagracién cuando se refiere a una persona humana, designa una transformacién interior. Pe- ro Ja actividad exterior es manifestacién de, una actitud intima que consis- te en entregarse completamente a Jesis; ademds implica un consentimien- to a la accin soberana de Cristo que quiere apoderarse de alguien, tomar- lo en posesibn. Se trata por tanto realmente de una consagracién, p de una consagracion que en lugar de realizarse por medig del Dios invisi __ ble, se realize por iniciativa del Hijo de Dios hecho hombre en un contex- to de relaciones humanas y visibles. Sucede que al definir la vida religiosa, se Ja mira por una parte como consagracion a Dios, y por otra parte como respuesta al llamado de Cri to a seguirlo, pero sin buscar unificar los dos aspectos**. Asf a menudo da profesibn religiosa se dirigia a Dios, aunque se concebia como el resul- tado de un Iamado de Cristo, En realidad, los dos dspectos se unen has- 21, Desde ese punto de vista podemos hacer una comparacién entre la consagra- cin a Dios mencioneda por Lumen genttim para la definicion de ta vida de tos consejos evai s (44) y Ja norma ‘iltima de Ta vida fligiose que segin Perfectae caritatis (2,2) es soguit 2 Cristo segin la dottrida propuesta en el Evan~ gelio, 334 ta identificarse. Los evangelios nos muestran cémo el que llama y toma po- sesion de alguien de un modo total y definitivo es-Cristo: la consagracion es una consagracion a Cristo. Seguir a Jesis es dejarse consagrar por-él, y en ese sentido consagrarse a él. La consagraci6n no debe ser entendida en sentido juridico y littrgico, sino més bien en’ sentido existencial, ‘segin ‘el nuevo tipo de sacralidad que Jestis quiso establecer en el mundo. El mismo Jests vivid como consagrado por el hecho de‘ que todo su ser humano pertenecia‘a su persona divina, y de que’en calidad de Hijo de Dios, estaba enteramente entregado al Padre. En toda ‘su permanencia en la tierra, dio ejemplo de un consagrédo que no debja su consagracién a ninguna ceremonia particular, pero que no cesaba de vivirla en profundidad en una vida exteriormente semejan- te a la de ls demas y plenamente comprometida en el mundo. Da a enten- der que la consagracin es real en cuanto pertenencia del ser Kumano a Dios. El mismo funda, para los que Jo sigien, un nuevo estado de consagra- cién; esta consagracién precisamente tiene como caracterfstica, no ser ya solamente consagracién 2 Dios sino consagracién a El mismo ‘haciendo-re- saltar la adhesi6n a su persona de Hijo encarnado. Por medio de los lamados a seguirlo, Jesds instaur6é un estado ‘de vi- da donde toda la persona humana esta consagrada a él. Quiso ese estado pa- ra sus discipulog y mas especialmente para los Doce 2 quienes confié el mi- nisterio sacerdotal de su Iglesia. En el momento en que comunicaba a sus _ apéstoles el poder sobre el reino, la autoridad pastoral- suprema, también subray6 el vinculo que existfa entre el hecho de haberlo seguido, de ha- ber participado en su destino y el otorgamiento de esa autoridad (Mr 19,28; Le 22,28-29). Sin embargo, ‘no limité ese estado de vida consagrada a los que lama- ba a las funciones sacerdotales, Las mujeres que lo. seguéan no recibieron poderes sacerdotales, pero tuvieron acceso tanto como los discipulos a una vida de unién con El. Aun cuando no se nos relata en los evangelios’ ningur. Hamado “dirigido a ‘ia mujer, las mujeres “no hubjeran podido comenzar a seguir ‘a Jess con los Doce si Jests mismo no las hubiera levado hacia esa comunién de vida. Cristo por lo tanto quiso una consagracién-de ese tipo para todos aquellos que, ya sea en el sacerdocio, ya sea en las demas actividades, entregarfan toda su existencia a su reino. En consecuencia, el estado de vida consagrada que fundé invitando a hombres y a mujeres a seguirlo, es a la vez el,origen del estado de vida sa- cerdotal y de la vida seligioga, y de manera mas‘ general de todas las for- mas de vida consagrada que se desarrollan en Ia Iglesia. Todas esas formas derivan del “sigueme” pronunciado en los llamados evangélicos. ¥ 7. La instituci6n de la vida consagrada por Jestis Entonces, podemos responder a la pregunta: “*jJesis instituy6 la vi da religiosa?” Instituyé en su vida terrena, mirando el futuro de su Igle- sia, un, estado de vida consagrada que implica ya la realidad esencial de la vida religiosa. Las formas particulares de la vida eremitica y cenobitica na- ceran més tarde bajo el impulso del Espiritu Santo quien gitfa ¢l desarrollo de la vida cristiana y que traza caminos concretos de actualizacién del pro- grama evangélico. Jesis no aparece como el autor inmediafo de esas for- mas particulares ni de las que les sucedieron, pero en la historia es el inicia- dor de la vida consagrada caracterizada por el don de todo el ser a su propia persona, En ese don, quiso de manera expresa el compromiso del celibato y de la vida de pobreza, de manera tal que debemos reconocer en ellos dos ele- mentos esenciales de la consagracién tal como él Ia instituy6. Viviendo 1 mismo el celibato, reclamé en sus amados un renuncia- miento a la familia que implicaba la remuncia al matrimonio, e hizo el elo- gio de Ios que “se hicieron eunucos a‘ si mismos por el Reino de los Cie- los? (Mt 19,12). En ese orden debemos notar la innovacién que constitufa el ideal del celibato voluntario en el medio judio; las palabras teferidas a los que se hicieron eunucos debian resonar como un desaffo para ja menta- lidad ambiente”. Discernimos mucho mejor Ia intencién sevolucionaria de Jesiis en la instituci6n del celibato consagrado. Al pedir la renuncia a los bienes, Jest coloca igualmente una nueva condicién de vida que debia sorprender a sus contemporaneos. En la tradi- cidn judia lz posesin de abundantes riquezas habfa sido considerada como signo de la bendicion divina. La tierra habia sido entregada por el Creador al dominio del hombre y las promesas de Dios a su pueblo s¢ referfan,so- bre todo a una felicidad en la que la prosperidad material desempefiaba un papel primordial. Jesis no promete solamente la felicidad a los pobres; re- clama ia eleccién deliberada de 1a pobreza como estado de vida. El llamado que dirige al joven rico manifiesta la audacia de esta exigencia: ese hombre debe elegir entre la propiedad de sus bienes y 1a posesién de un tesoro que recibiré siguiendo a Cristo™. 22, Ch, mestro estudio La motivation évangélique dis célibat en GregoHtanum 53 (1972) 731-758, 23. Para el comenterio de este texto evangélico, remitimos a nuestro estudio Le pediment évangélique du voeu religieux de pauvreté, en Gregoriarum 56 (1975) Los dos compromisos, al celibato y a Ia pobreza, fueron por lo tanto de- terminados expresamente por voluntad de Jests, Encontramos’allf un fun- damento de la doctrina de los consejos evangélicos, Pero debemos observar en seguida que el término “consejo” es bastante inexacto, porque en reali- dad son dos exigencias del estado de vida que consiste en seguir a Jests. Las exigencias no estan dirigidas a todos; no se presentan mas que a los que son Iamados y no se imponen como los mandamientos, Pero aunque dejan li- bertad de responder al llamado, son indisociables de la consagracion ofte- cida. . Ademés, no encontramos una indicacién directa de lo que lamamos el consejo evangélico de obediencia. Sin embargo, podemos destacar que Jess constituye alrededor de él un grupo de discipulos y un grupo de mu- jeres que lo siguen: el estado de vida consagrada que instituye reviste de esa manera un aspecto comunitario, En ese grupo es él quien ejerce la autori- dad y decide el camino a recorrer: seguirlo es también obedecerle. Es él quien dirige las actividades y reparte las tareas que exige el servicio del rei- no, tareas para las cuales los que fueron Iamados abandonaron el trabajo que realizaban antes, En esa situacién evangélica, vemos perfilarse asi rasgos fundamenta- les de Ja futura vida religiosa: el celibato, la pobreza, la vida de comunidad con Ia obediencia requerida por la unidad de direccién, y el servicio de la Iglesia. Conclusi6n La consideracién de los textos evangélicos hace parecer claramente el origen de la vida religiosa, El origen no es otro que Cristo y en un senti- do muy fuerte: es Jestis, histéricamente, quien dio nacimiento a la vida con- sagrada. Es El quien quiso un estado de vida donde los que son lamados se entregan enteramente a El, y es El quien determin6 expresamente dos aspec- tos esenciales de esta vida, el celibato y la pobreza. De Jess viene el proyecto esencial de Ia vida religiosa tal como esté implicito en el llamado “sigueme’. Es ese proyecto el que se realiza en mtil- tiples formas, segin las circunstancias y segin las necesidades de Ia Iglesia, en las diversas fundaciones inspiradas a lo largo del tiempo por el Espiritu Santo. El Espiritu Santo que es el Espiritu de Cristo siempre conforma sus inspiraciones al proyecto inicial de Jesis, De la institucién de la'vida consagrada por el mismo Jestis resulta una seguridad: esta vida siempre formard parte de la Iglesia, Siempre habrd hom- bres y mujeres que seran Ilamados por Cristo a seguirlo, viviendo en celibato 337 y en pobreza, Ninguna comunidad de manera particular posee certeza en lo ~que se refiere a su duracién, porque sélo la Iglesia esta segura de su subsis- tencia permanente hasta ¢l fin de los tiempos. Pero cn la existencia de esta Tplesia esta necesariamente comprendida, ademds de la adhesién de os que vivert unidos a Cristo en la fe y Ia caridad, la vida consagrada de los que se entregan mas completamente todavia al imperio. del Sefior en sus existen- cias. Cualesquiera sean las formas de consagraci6n, la realidad esencial del estado evangélico de vida consagrada siempre “estard presente en el desarro- Uo del reino. , Traduccion del francés por Maria Graciela Sufé, osb — Monasterio Gaudium Mariae Piazza della Pilotta, 4 Jean GALOT, §j * 00187 Roma 338

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