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Una cicatriz que divide al país en dos y que tiene severas implicaciones para la economía, la sociedad y la
política del país latinoamericano. Pese a contar con una mayoritaria población urbana, el conflicto sobre la
propiedad de la tierra, el bienestar del campesinado y la reforma agraria en las llanuras y en la selva han
dominado la política colombiana desde mediados del siglo XX. Y aún hoy, las enormes diferencias de
estándares de vida entre el mundo urbano y rural representan una losa, en forma de conflicto, desigualdades
y pobreza, para el estado colombiano. Y qué mejor que repasarlo que a través de gráficos y mapas.
Desarrollo
Al igual que en otros puntos de Sudamérica, la vida en el campo encuentra una importante correlación con un
menor bienestar. Las poblaciones rurales tienen acceso a menos recursos y servicios por parte del estado,
además de trabajar en peores condiciones y de obtener menos ingresos anuales. De las aproximadas 11
millones de personas que viven en la Colombia rural, alrededor de 7 millones son pobres, y 2 de ellas
indigentes. Mientras que el 30% de la población urbana colombiana es pobre, en el campo la cifra se eleva al
65%.
DOCUMENTO DE TRABAJO
Correlación
En el cuadrante I, municipios urbanos con un IDH muy alto. En el II, municipios rurales con un IDH muy alto.
En el III, municipios urbanos con un IDH muy bajo. Y en el IV, municipios rurales con un IDH muy bajo.
Un trabajo reciente del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas, centrado en la situación del campo
colombiano, analizaba en profundidad las consecuencias para Colombia de la fuerte desigualdad económica
entre el campo y la ciudad. Una de las conclusiones más interesantes del estudio era la incapacidad de
Colombia para alcanzar estándares de desarrollo humano comparables al de los países occidentales mientras
no solucionara su problema en el campo. Si bien la alta ruralidad no implica necesariamente menor IDH, en el
caso colombiano la mayor parte de municipios rurales son mucho más pobres.
DOCUMENTO DE TRABAJO
Pobreza Municipal
Quizá el dato que mejor resume el fuerte contraste entre el campo y la ciudad colombiana lo ofrezca Semana:
mientras el ingreso promedio de un campesino es de aproximadamente 200.000 pesos, la cifra se triplica en
las ciudades y supera los 600.000 pesos.
Más del 80% de la población rural está en el régimen subsidiado de salud, el analfabetismo en el campo
supera el 18% y alrededor del 60% de las poblaciones no tiene acceso siquiera a agua potable. Son cifras que
multiplican con mucho los datos arrojados por los centros urbanos.
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Violencia
Los conflictos violentos han sido protagonistas de la mayor parte del siglo XX colombiano. Pese a que la tasa
de homicidios sigue siendo alta en las ciudades, el campo se ha llevado la peor parte. Según la investigación
de Naciones Unidas, 18 de los 20 municipios más afectados durante las últimas décadas por la violencia se
encuentran en el campo. Las víctimas, a menudo, sufren más las desigualdades por raza o por cuestiones
económicas.
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Cuando las FARC se sentaron a negociar con el gobierno de Santos en 2012, la mayor parte de sus fuerzas
armadas se desplegaban en territorios alejados del altiplano. El vínculo de los guerrilleros con el mundo
agrario ha sido muy alto desde sus inicios: son las regiones rurales las que más han sufrido la violencia tanto
de las autodefensas como de los grupos revolucionarios, y es allí donde el estado ha tenido menos acceso y
control.
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A nivel municipal, ni la riqueza ni la ruralidad parecen estar muy correlacionadas con un mayor o menor apoyo
al acuerdo de paz. En cualquier caso, Semana ha recopilado los casos de algunos municipios particularmente
golpeados por la violencia del conflicto armado durante los últimos cincuenta años, y en todos ellos ha
encontrado un apoyo mayoritario en el referéndum. En Bojaya, Caloto o Cajibio, donde las FARC y las
autodefensas protagonizaron algunas de las masacres más sangrientas, el "sí" se ha impuesto con claridad.
Colombia Gini
Los indicadores globales para Colombia son malos, pero tanto la pobreza extrema como la desigualdad están
decreciendo de forma notable durante los últimos años. El índice Gini para Colombia se encuentra en mínimos
históricos, y las estadísticas oficiales de los organismos colombianos han registrado descensos notables en
la población bajo el umbral tanto de la pobreza como de la pobreza extrema. Si en 2009 alrededor del 40% de
los colombianos entraba en la primera categoría, en 2014 tan sólo el 28,5%. El descenso tan acuciado sería
impensable si la brecha entre campo y ciudad no se hubiera reducido algo.