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ARTICULO 2050

Todo derecho regularmente adquirido al amparo de un ordenamiento


extranjero, competente según las normas peruanas de Derecho
Internacional Privado, tiene la misma eficacia en el Perú, en la medida en
que sea compatible con el orden público internacional y con las buenas
costumbres.

El artículo 2050 correspondiente al Libro X del Código Civil está en relación


con la solución del conflicto de leyes en el espacio. El profesor del curso en la
Facultad de Derecho de París, Antonio Pillet, hace una distinción entre el
conflicto de leyes propiamente dicho y el respeto internacional a los derechos
adquiridos.

Según el profesor Pillet, sería otro de los objetos del Derecho Internacional
Privado, asegurar de un país a otro el respeto de los derechos regularmente
adquiridos por un sujeto determinado, conforme a su ley competente. Este
numeral 2050 supone que una persona ha adquirido en un país determinado, sea
un derecho particular, sea una situación jurídica completa, que puede a su vez
ser fuente de un conjunto de derechos, y habrá que determinar hasta qué
punto esta persona puede reclamar en los otros países los derechos o la
condición jurídica adquirida. El Código Civil patrio lo permite con una atingencia
principal: el derecho no puede ser contrario al orden público y a las buenas
costumbres.

Al consagrar el derecho que considera como adquirido, el juez pone en acción el


sistema de Derecho Internacional Privado extranjero, en cuya aplicación se
formó o consolidó una situación jurídica privada.

En vez de ser inmediatamente aprehendida por la norma de conflicto de leyes


primarias del Estado del foro, como lo ordenaría el cuadro procesal de la
técnica de la conexión, una situación de hecho atraviesa varios sistemas
nacionales, A, B Y C. Cuando, finalmente, se somete a la decisión del juez de un
cuarto Estado, este trata de escoger, según su propia norma de conflicto, cuál

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de los derechos sustanciales, A, B o C, es aplicable, En efecto, los derechos
adquiridos en uno de estos sistemas, y quizá reconocidos o consolidados por un
segundo, lo han sido en virtud, no del derecho material designado por la norma
de conflicto del tribunal que hoy entiende del caso, sino de la norma de
conflicto del sistema nacional del que dependía la situación antes de penetrar
en el ordenamiento jurídico de este tribunal o la Lex fori.

Por esta razón es preciso también desalentar cualquier tentativa de construir,


con ayuda de "supernormas" de conflicto de leyes "la conexión de segundo
grado". Más modestamente, la doctrina debe continuar y animar los esfuerzos
de los jueces que, en presencia de situaciones efectivamente creadas
conforme a un sistema extranjero de Derecho Internacional Privado, se han
negado, por una aspiración superior de justicia, a destruir estas situaciones
insertándolas en las normas primarias del Derecho Internacional Privado del
foro.

Se plantea así, pero de una forma mucho más radical que por la teoría del
reenvío recusada por la ley peruana, la determinación del ámbito de validez
espacial de las normas de conflicto de leyes. ¿Por qué iban a escapar, de forma
absoluta, a una limitación de este tipo? Planteado en su generalidad, este
problema no conoce una solución lógica satisfactoria. Después de haber
detenido, en las normas de conexión de segundo grado, el ámbito espacial de
las normas de conflicto de leyes ordinarias, ¿no sería preciso cuestionar el
campo de aplicación de las primeras? Únicamente hipótesis privilegiadas dan
lugar a cuestionar, con prudencia y tacto, la coincidencia entre la competencia
judicial y la competencia legislativa de Derecho Internacional Privado.

Esta aplicación de la teoría de los derechos adquiridos se ha introducido en


algunas codificaciones recientes.

La más notable para esta glosa aparece en el artículo 7 del Convenio


Interamericano sobre las Normas Generales de Derecho Internacional Privado
(CIDIP-II): "Las situaciones jurídicas válidamente creadas en un Estado Parte
de acuerdo con todas las leyes con las cuales tengan una conexión al momento

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de su creación, serán reconocidas en los demás Estados Partes, siempre que no
sean contrarias a los principios de su orden público".

El artículo 14 del Proyecto suizo no tiene la misma fuerza: permite al juez


descartar, a título excepcional, la aplicación normal de las normas de conflicto
del foro sin darle directriz alguna sobre la elección de la solución que debe
sustituirla.

Algunos encuentran el origen de la aplicación generalizada de la teoría de los


derechos adquiridos, que aparece en el artículo 25, párrafo 2 del proyecto de
ley uniforme Benelux (1951) para pasar al artículo 21, párrafo 2, después de la
revisión de 1966.

En el numeral 31 del Código civil portugués encontramos una aplicación


particular, limitada a los actos jurídicos realizados por una persona conforme a
las normas de Derecho Internacional Privado del país de su residencia habitual.

No solo la noción interna de orden público se encuentra en el origen del


concepto homónimo del Derecho Internacional Privado, sino que la primera
noción no se ha visto privada de su función propia en las relaciones
internacionales. Este concurso es la fuente de numerosas confusiones,
especialmente terminológicas, agravadas por la distinción hecha a menudo
entre "orden público interno" y "orden público internacional".

Esta última expresión, como es el caso de la ley patria, designa de forma poco
afortunada el aspecto más original del orden público en Derecho Internacional
Privado: la función propia que ejerce con ocasión de la aplicación de las normas
de conflicto de leyes y de las normas sobre reconocimiento de actos y
decisiones extranjeros. La aplicabilidad de una ley extranjera declarada
competente en virtud de la norma de conflicto de leyes y el reconocimiento de
un acto o de una decisión extranjeros deben, sin embargo, descartarse cuando
son incompatibles con el orden público, tal como se concibe en el Estado del
foro. El carácter negativo de esta función principal del orden público en la
materia de Derecho Internacional Privado se designa correctamente mediante
la expresión "excepción de orden público", que aporta una derogación al juego
normal de la norma de conflicto de leyes o del conflicto de jurisdicciones.

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La función principal de la excepción de orden público en Derecho Internacional
Privado no elimina de esta rama la aplicación del concepto elaborado para las
relaciones internas. Esta opera en dos niveles: en primer lugar, la ley declarada
aplicable a los actos jurídicos privados, ya sea que se trate de un derecho
extranjero o de la Lex fori, incluye sus propias disposiciones imperativas, así
como las disposiciones análogas que establece el Código Civil belga. En un
segundo nivel, el orden público judicial interviene, conforme a la Lex fori, en
los litigios que presentan algún elemento extranjero.

El orden público contractual y el orden público procesal suscitan dificultades


específicas cuando el contrato tiene un carácter internacional o el litigio
presenta algún elemento extranjero. Hay que analizar esta diferencia, sin
olvidar lo que separa esta doble función del orden público de la exclusión de la
aplicación de la ley extranjera normalmente competente, ámbito propio de la
excepción de orden público.

Es decir, si Graciano ha adquirido en el extranjero un derecho regularmente al


amparo de una norma de Derecho Internacional Privado peruana, este es válido,
siempre y cuando no sea contrario al orden público internacional peruano y las
buenas costumbres, en cuyo caso no serán aplicables.

El orden público internacional es indefinible, siendo este fardo pesado


responsabilidad de la doctrina. Viene a ser el orden público quintaesenciado.
Como ejemplos podemos mencionar el reconocimiento de la esclavitud
-prescrita por acuerdo general de los países- el trabajo gratuito, la
discriminación del derecho de las mujeres, la vulneración de una norma
constitucional, etc.

El concepto de "buenas costumbres" constituye un concepto cambiante y que


no puede ser colocado en un casillero rígido. En consecuencia, el párrafo legal
bajo comentario establece el respeto a los derechos adquiridos conforme a la
norma pertinente peruana de Derecho Internacional Privado, si esta es
aplicable, conforme a la regla peruana del Derecho Internacional Privado, salvo
que atentara contra dos sólidas barreras: que fuere contrario al orden público
internacional o a las buenas costumbres.

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Entonces, las limitaciones a la aplicación de la ley extranjera están basadas en
los conceptos de "orden público internacional" y "buenas costumbres" cuyas
complejidades han impedido determinarlos con precisión. Consiste,
esencialmente, en la aplicación obligatoria de la propia ley, cuando la
extranjera contradiga o afecte los principios que inspiran la organización del
Estado.

Expresada esta noción bajo el nombre de "cláusula de reserva", corresponde a


Savigny haberla expuesto inicialmente como una excepción al principio de la
comunidad jurídica. La doctrina italiana, encabezada por Manzini, la convirtió
en realidad cuando señaló que las normas que tienen en cuenta el orden público
poseen un carácter territorial como principio esencial del Derecho
Internacional Privado.

Orden público internacional y buenas costumbres son imposibilidades y


barreras inseparables como hermanos siameses unidos por el tronco, que
impiden la aplicación de leyes extranjeras que las contravengan.

El tema de contravención a la disconformidad con el orden público y buenas


costumbres ha hecho fortuna en el Título IV del Libro X del Código Civil,
dedicado al reconocimiento y ejecución de sentencias y fallos arbitrales
extranjeros.

En el Derecho interno, este numeral debe ser concordado con el artículo V


correspondiente del Título Preliminar del Código Civil patrio.

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