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LAS RAICES DE LA PSICOLOGIA

Desde que Aristóteles, en el siglo IV, abordó el estudio del alma como principio vital de los seres
vivos, hasta que, a fines del siglo XIX, William James la define como “la descripción y los estados
de conciencia”. Hasta 1920 la psicología fue definida como ciencia de la vida mental.
A partir de esta fecha, algunos psicólogos encabezados por Watson, dan un giro a la concepción de
la psicología y pasan a definirla como la ciencia de la conducta observable. Desde ese momento y
hasta la actualidad se define la psicología como “ la ciencia de la conducta de los procesos
mentales”.

La Psicología tiene poco más de 100 años como disciplina autónoma. En 1890 Gustav Fechner
publica su obra Elementos de la Psicofísica, donde nos muestra cómo podrían usarse los
procedimientos experimentales y matemáticos para estudiar la mente. La Psicología comienza a
establecerse como una materia con un campo de estudio propio, debido a: William James, Wundt
o Stanley Hall, entre otros.

La primera mención bíblica trascendente de esta cifra es la registrada


en Génesis 7:3, 4 leemos: “4 Porque dentro de solo siete días más voy a hacer que llueva sobre la
tierra cuarenta días y cuarenta noches; y ciertamente borraré de sobre la superficie del suelo toda
cosa existente que he hecho”.
Los hijos celestiales de Dios que no guardaron su posición original, bajaron a la Tierra y al unirse
carnalmente con las hijas de los hombres, engendraron una raza hibrida que no solo imitaron el
apostata ejemplo de sus padres sino que fueron mas allá. La tierra se hallaba sumida en un
verdadero caos debido al derramamiento de sangre que los nefilim habían causado, la sangre de
los inocentes “clamaba” hacia Jehová en busca de justicia. Los nefilim junto con sus demoniacos
padres tenían diezmado y subyugado al género humano. Los descendientes de Adán, habían
entrado en complicidad con los ángeles rebeldes y juntas, estas tres razas, ángeles, nefilim y
humanos, emprendieron tal derrotero que forzaron la mano de Dios, quien envió el Diluvio a fin
de limpiar la superficie del suelo de toda aquella maldad. La Tierra y todo lo que la habitaba
entraron en un periodo de purificación, 40 días y 40 noches de intensa lluvia bastaron para borrar
de la faz de la tierra cualquier vestigio del mal.

El 40 en la vida de Moisés.

Aunque en el registro bíblico podemos leer de muchos siervos fieles de Dios, pocos fueron tan
excepcionales como Moisés. Su vida bien puede ser dividida en tres partes de 40 años cada una.
Después de que Jehová bendijera los planes de sus padres para conservarle la vida, el bebe Moisés
creció al cuidado de la corte real del Faraón egipcio. Durante estos primeros cuarenta años de su
vida, Moisés aprendió a desarrollar sus capacidades al máximo, tanto físicas como mentales y
emocionales. De hecho la Biblia dice en Hechos 7:21, 22 acerca de Moisés: “22 Por consiguiente,
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios. De hecho, era poderoso en sus palabras y
hechos.” Pero había dos serias deficiencias en su persona durante esta primera etapa de su vida,
primero, le faltaba verdadera espiritualidad y en segundo lugar, carecía de humildad. Ciertamente
era poderoso y tenía fe pero no a la manera de Jehová sino a la de manera de Satanás. ¿Por qué
decimos esto?

Cuando el libro de Hechos 7:21,22 menciona que Moisés aprendió “toda” la sabiduría de los
egipcios, significa que este conocimiento ciertamente incluía la historia y rituales de adoración
para el entero panteón egipcio. Es improbable que Moisés se contaminará y adoptara como suya
algún tipo de adoración falsa, pero al poseer este conocimiento, algunos puntos de vista afectaron
su propia manera de ver la vida. Tenía fe, pero no de la clase correcta. Además seguramente se
encontraban entre sus materias de estudio aquellas referentes a estrategia militar y gobierno,
entre otras que eran exclusivas de la clase gobernante. Al estar rodeado de gente que no se le
educaba para desplegar humildad, pues en el sistema de Satanás es considerada como una
debilidad, se fue desarrollando en el corazón de Moisés un exceso de confianza en su persona y en
sus capacidades. El relato de Hechos 7:23-28 ilustra lo anterior, leamos: “23 Ahora bien, cuando
estaba cumpliéndose el tiempo de su año cuadragésimo, le vino al corazón el inspeccionar a sus
hermanos, los hijos de Israel. 24 Y cuando alcanzó a ver a alguien a quien se trataba injustamente,
lo defendió, y ejecutó venganza a favor del maltratado, derribando al egipcio. 25 Suponía que sus
hermanos comprenderían que por su mano Dios les daba salvación, pero ellos no [lo]
comprendieron. 26 Y al día siguiente se presentó a ellos mientras estaban peleando, y trató de
avenirlos en paz, diciendo: ‘Varones, ustedes son hermanos. ¿Por qué se tratan injustamente el
uno al otro?’. 27 Pero el que estaba tratando injustamente a su prójimo lo echó de sí, diciendo:
‘¿Quién te nombró a ti gobernante y juez sobre nosotros?28 No querrás eliminarme de la misma
manera como eliminaste al egipcio ayer, ¿verdad?” Aunque buscaba la paz, diferenciaba entre los
pueblos, dijo a dos hebreos, “ustedes son hermanos”, entendía el apego entre los iguales, pero no
la hermandad universal, otro punto a su favor era que le molestaban las injusticias. Sin embargo,
confiaba en su propio poder y esperaba que los hebreos “comprendieran” que era su mano la que
proporcionaría salvación. Moisés todavía no estaba listo para serle útil a Dios, tenía que asistir aun
a la mejor escuela posible y aprender a los pies del Maestro y los siguientes cuarenta años de su
vida sirvieron para tal efecto.

Hechos 7:29 dice: “29 Ante esta palabra, Moisés huyó, y se hizo residente forastero en la tierra de
Madián, donde llegó a ser padre de dos hijos.” Que distinta era la vida ahora para él. Después de
ser un hombre temido y poderoso, ahora era un simple pastor y no de su propio rebaño, sino del
de su suegro. Bien pudo haber buscado la gloria entre la gente de Madián o las naciones aledañas,
después de todo, seguía poseyendo la sabiduría y cualidades aprendidas en Egipto. Pero se dejo
purificar por Jehová, se reeduco y aprendió a ver las cosas desde la óptica divina, ahora como
pastor de un rebaño ajeno aprendió que las posesiones materiales no son indispensables para ser
feliz, como tampoco lo es la fama ni la autoridad humana. Ahora se dio cuenta de que la sabiduría
y el poder propios son vanos si no se ponen a disposición de la voluntad divina. La humildad y la
paciencia se fueron fraguando en su corazón a través de cuatro décadas de disciplina amorosa por
parte de Dios. Por fin, al término de estos cuarenta años aprendió sus incapacidades y
limitaciones, aprendió a depender en todo de Jehová. Se dio cuenta de que el favor de Dios no es
privativo de de los ricos y poderosos o de pueblo alguno, pues su familia política sin ser hebreos
contaban con el favor de Dios. La biblia dice que “30 cuando se cumplieron cuarenta años, se le
apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31 Pues bien,
cuando Moisés vio aquello, se maravilló de la vista. Pero al acercarse para investigar, vino la voz de
Jehová: 32 ‘Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán y de Isaac y de Jacob’.
Sobrecogido de temblor, Moisés no se atrevía a seguir investigando. 33 Jehová le dijo: ‘Quítate las
sandalias de los pies, porque el lugar donde estás de pie es suelo santo. 34 Ciertamente he visto el
maltrato de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido y he bajado para librarlos. Y ahora
ven, te enviaré a Egipto’. 35 A este Moisés, a quien repudiaron, diciendo: ‘¿Quién te nombró a ti
gobernante y juez?’, a este hombre Dios lo envió como gobernante y también como libertador por
mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó después de efectuar
portentos presagiosos y señales en Egipto y en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta
años (Hechos 7:29-36).

Ahora a sus 80 años, estaba listo para servir a Dios. Durante los últimos cuarenta años de su vida
su fe se cristalizó a tal grado que disfruto de dos privilegios exclusivos de su persona, por un lado
Jehová le permitió ver “parte de su espalda” cosa que a ningún ser humano aparte de él se le ha
otorgado (Éxodo 33:23) y por otro lado, era tal el grado de intimidad que tenia con Dios que éste
le transmitía la ley “boca a boca”, ningún otro siervo de Dios disfruto de esta gran distinción,
leamos estas bellísimas palabras que Jehová empleo para describir la clase de intimidad y el
aprecio que sentía por Moisés: : “Oigan mis palabras, por favor. Si llegara a haber un profeta de
ustedes para Jehová, sería en una visión como me daría a conocer a él. En un sueño le
hablaría. 7 ¡No así con mi siervo Moisés! Tiene confiada a él toda mi casa. 8 Boca a boca le hablo, y
así le muestro, y no por enigmas; y la apariencia de Jehová es lo que él contempla (Números 12:6-
8). Después de leer estas palabras percibimos que el segundo periodo de cuarenta años en la vida
de Moisés ciertamente significo para el Evolución Espiritual, después de su purificación resulto ser
agradable a la vista de Dios. Esta aprobación continuó durante los últimos 40 años de su vida.

Ayuno por 40 días.

El registro bíblico nos indica de dos personas que con toda seguridad ayunaron por un periodo de
40 días y noches de manera consecutiva, Moisés y Jesús. El registro también nos dice que Moisés
lo hizo en dos ocasiones consecutivas, solos con intercalo de un par de días entre cada ocasión. Se
menciona en la Biblia a una tercera persona la cual aparentemente también ayuno por 40 días,
Elías, aunque el relato no es tan prístino, parece ser que si lo sugiere. ¿Porqué ayunaron
exactamente 40 días, estos grandes siervos de Dios? Para responder a esta interrogante, veamos
que pasó y bajo qué circunstancias se dieron dichos ayunos, así como sus posibles significados.

El primero en ser mencionado en la Biblia es Moisés, su ayuno tuvo lugar mientras recibía las
Tablas de la Ley de mano de Jehová mismo. Leamos: “Cuando subí a la montaña para recibir las
tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová había celebrado con ustedes, y seguí morando en
la montaña cuarenta días y cuarenta noches (no comí pan ni bebí agua), 10 entonces Jehová me dio
las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y sobre ellas estaban todas las palabras que
Jehová había hablado con ustedes en la montaña, de en medio del fuego, en el día de la
congregación. 11 Y aconteció que al fin de los cuarenta días y cuarenta noches Jehová me dio las
dos tablas de piedra, las tablas del pacto; 12 y Jehová procedió a decirme: ‘Levántate, baja
rápidamente de aquí, porque tu pueblo que sacaste de Egipto ha obrado ruinosamente.
Rápidamente se han desviado del camino acerca del cual les mandé. Se han hecho una imagen
fundida’. 13 Y Jehová pasó a decirme esto: ‘He visto a este pueblo, y, ¡mira!, es un pueblo de dura
cerviz. 14 Déjame para que los aniquile y borre su nombre de debajo de los cielos, y déjame hacer
de ti una nación más fuerte y más populosa que ellos’. 15”Después de eso me volví y bajé de la
montaña, mientras la montaña ardía con fuego; y las dos tablas del pacto estaban en mis dos
manos. 16 Entonces miré, ¡y sucedía que habían pecado contra Jehová su Dios! Se habían hecho un
becerro fundido. Rápidamente se habían desviado del camino acerca del cual Jehová les había
mandado. 17 Ante eso, agarré las dos tablas y las arrojé de mis dos manos y las hice añicos ante los
ojos de ustedes. 18 Y procedí a postrarme delante de Jehová, como al principio, cuarenta días y
cuarenta noches. No comí pan ni bebí agua, a causa de todo su pecado que ustedes habían
cometido, haciendo el mal a los ojos de Jehová para ofenderlo. 19 Pues yo estaba asustado a causa
de la ardiente cólera con que Jehová se había indignado con ustedes, hasta el punto de querer
aniq

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