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Eduardo San José Vázquez

Doctor por la Universidad de


Oviedo, con la tesis Recupera-
ciones narrativas del siglo XVIII
en la narrativa hispanoamericana
del siglo XX. Ilustración y moder-
nidad en el Caribe. Es autor de las
monografías La memoria posible:
«El sueño de la historia», de Jorge
Edwards. Ilustración y transición
democrática en Chile (Univer-
sidad de Oviedo, 2006) y Las
luces del siglo (Universidad de
Alicante, en prensa). Ha publicado
UTOPÍA Y PROGRESO EN
trabajos sobre Alejo Carpentier,
Abel Posse, Antonio Benítez Rojo
y Edgardo Rodríguez Juliá, entre
EL MUNDO ALUCINANTE, DE
otros. Actualmente, es investiga-
dor posdoctoral en la Universidad
de Alicante. Es crítico literario en
REINALDO ARENAS: FRAY SERVANDO
varias publicaciones periódicas.
Y EL TIEMPO HISTÓRICO
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

1 Aunque con veinte y cuatro años de per- conservadoras alineadas contra una opción
Reinaldo Arenas, El mundo alu-
cinante. Una novela de aventu-
secución he adquirido el talento de pintar política como la que en su contexto puede
ras, Barcelona, Tusquets, 2001 monstruos, el discurso hará ver que no representar la Revolución Cubana. Sin em-
[1969]. En adelante, citaré por hago aquí sino copiar los originales. bargo, es preciso revisar esta interpretación
esta edición, entre paréntesis y (Fray Servando Teresa de Mier,
en el texto. postmodernizante de la obra areniana, en
Memorias)
busca de una lectura más aquilatada.
Un caso de la trayectoria literaria del autor
Las novelas de Reinaldo Arenas han sido cubano destaca especialmente y es ilustrativo
consideradas con frecuencia como «ejercicios» de la tendencia crítica apuntada. Así, el hecho
o «juegos» postmodernos. Su estilo neobarro- de que una de las novelas más conocidas y
co, el lúdico despliegue de la ironía y la paro- celebradas de Reinaldo Arenas, El mundo
dia, las estructuras narrativas complejizantes, alucinante (1969)1, recupere el siglo XVIII,
la abundancia de elementos paratextuales que a través de la figura del fraile regiomonta-
deshacen la ilusión del artificio mimético, la no Servando Teresa de Mier, ha favorecido
alteración de la causalidad histórica y su ge- especialmente que se haya automatizado y
neral reflexión sobre la escritura desvelarían, generalizado un orden de interpretaciones.
de este modo, la crítica antihistórica del autor Dicha lectura trata de descubrir en esta novela
cubano. Ha sido común, en este sentido, es- dieciochesca una crítica maximalista hacia la
tudiar la obra de Arenas como ejemplo de una modernidad ilustrada, tomando en cuenta el
aporía histórica postmoderna, contraponién- siglo en que característicamente se plantearon
dola con toda intención a la narrativa de Alejo algunas nociones como el racionalismo empí-
Carpentier; una oposición en la que, no en rico, el progreso histórico o una filosofía de la
vano, al propio Arenas le agradó contemplar Historia de valores emancipatorios. Ha sido
su obra en numerosas ocasiones. moneda corriente entre la crítica suponer que
Las interpretaciones postmodernas de la el siglo XVIII resulta aquí un pretexto para
obra de Arenas pueden tener su parte de ra- refutar la modernidad, sobre todo al hacer
zones en apreciar en ella aspectos puntuales que la estructura narrativa desmienta en la
de una nueva (o parcialmente nueva) estética práctica la noción de progreso temporal, así
narrativa, concebida como mimesis desde la como a través de su aparente irreverencia mi-
precisa negación de un objeto de la imitación. mética. No obstante, un análisis más detenido
Asimismo, no es descabellado suponer que, a permite descubrir que el propósito de Reinal-
partir del carácter recesivo y escéptico de su do Arenas en esta novela cae lejos de dicha
Utopía y progreso en El mundo
percepción de la realidad histórica, tal estéti- intención, y que, al contrario, El mundo alu-
alucinante, de Reinaldo Arenas: ca pueda asimilarse, al igual que buena parte cinante es toda una ponderación del progreso
Fray Servando y el tiempo histórico
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ
de la ficción postmoderna, con posiciones histórico tal como fue formulado en el siglo

190
de las Luces, sustrayendo dicho concepto de de los capítulos I se lee: «Venimos
las versiones más restrictivas de la utopía. del corojal. No venimos del corojal.
Yo y las dos Josefas venimos del
AUTORÍA Y ORÍGENES: LA DISPER- corojal. Vengo solo del corojal y ya
SIÓN DE LA VERDAD HISTÓRICA se está haciendo de noche. Aquí se
hace de noche antes de que amanez-
Al desconcierto crítico provocado por la ca» (p. 27). Para Alicia Borinsky4,
publicación de una novela histórica irrealista la imposibilidad de elegir «pone
como El mundo alucinante respondieron va- entre paréntesis la noción de pro-
rios críticos con una valoración más reposada. gresso narrativo», algo que Monegal
Uno de los primeros en hacer una lectura interpreta en clave política como
capaz de determinar el valor de la novela y «otro golpe mortal a la escuela de
guiar futuros estudios fue Emir Rodríguez pensamiento «progresista» de los
Monegal2. A partir de los años setenta, el regímenes que se auto-proclaman Reinaldo Arenas.
crítico uruguayo, quien para Arenas era «la socialistas»5. En la misma lógica,
persona que mejor había interpretado todos la alternancia de las tres personas
mis libros»3, comienza a apreciar la crítica gramaticales que caracteriza la rei-
dialéctica que se inscribe en la novela, más allá teración numérica de los capítulos, que Emil 2
Emir Rodríguez Monegal, «El
de cierta gratuidad vanguardista en la que po- Volek ha caracterizado expresivamente como mundo laberíntico de Reinaldo
día haberse leído inicialmente. Monegal daba un «chachachá epistemológico y narrativo»6, Arenas», en Julio E. Hernán-
dez Miyares y Perla Rozencvaig
sentido a esa crítica dialéctica en su refutación impide la instauración de una perspectiva (comps.), Reinaldo Arenas: alu-
de la linealidad cronológica, en el cuestiona- narradora única y contradice las implicacio- cinaciones, fantasía y realidad,
Glenview, Scott, Foresman /
miento de la referencialidad o en la sistemática nes teóricas asociadas a la misma. Además Montesinos, 1990, pp. 5-13.
contradicción interna de las designaciones de en estos tres capítulos, la proliferación Este trabajo es una refundición
literales, mediante la cual la narración desdice gramatical se repite en el interior de varios de estudios anteriores del pro-
pio Monegal desde 1977 hasta
lo previamente afirmado. Así, son varios los de los capítulos singulares, como comienza 1981. La relación de los mismos
capítulos de la novela que aparecen repetidos sucediendo en el Capítulo III, ordenado figura al final del artículo.
en su alusión numérica, en concreto los dos en sendas partes correspondientes a las tres 3
primeros, que narran la infancia y la salida personas del verbo. Reinaldo Arenas, Antes que ano-
chezca. Autobiografía, Barcelo-
del protagonista de Monterrey, y el séptimo, Borinsky, en cuyas interpretaciones pre- na, Tusquets, 1992, p. 334.
que describe las consecuencias del sermón de cursoras reconoce apoyarse Monegal , consi-
7

fray Servando sobre la Virgen de Guadalupe dera que este recurso nace de una crítica a las 4
Alicia Borinsky, «Re-escribir y es-
(1794). De este modo, aparecen tres «Capí- nociones de autor y de orígenes, partiendo cribir: Arenas, Menard, Borges,
tulo I», titulados «De cómo transcurre mi de la teoría de la escritura como (re)lectura Cervantes, Fray Servando», Re-
vista Iberoamericana, 92-93:41
infancia en Monterrey, junto con otras cosas y del autor como epígono que se deduce del (1975), pp. 605-616.
que también transcurren», «De tu infancia en cuento de Borges «Pierre Menard, autor del
5
Monterrey, junto con otras cosas que también Quijote» (Ficciones, 1944). Al existir tres Rodríguez Monegal, op. cit.,
ocurren» y «De cómo pasó su infancia en capítulos I como inicio de la obra, con con- p. 8.
Monterrey, junto con otras cosas que también tenidos semejantes pero disparejos, y al hacer
6
pasaron». El Capítulo II vuelve a reiterarse: éstos referencia, además, a la infancia de Fray Emil Volek, «La carnavalización
«De mi salida de Monterrey», «De la salida de Servando, la novela desmiente el concepto y la alegoría en El mundo alu-
cinante, de Reinaldo Arenas»,
Monterrey» y «De tu salida de Monterrey». de orígenes. Esto, por añadidura, destruye Revista Iberoamericana, 130-
Los tres capítulos VII aparecen titulados la ilusión de linealidad cronológica y de 131:52 (1985), p. 129.
«De las consecuencias del sermón», «De la sustancialismo histórico. Pero, lo que es más 7
consecuencia del sermón» y, de nuevo, «De la importante para esta autora, la dispersión gra- Rodríguez Monegal, op. cit.,
consecuencia del sermón». matical obedecería al rechazo de la unidad y la p. 7.

En estas tres series, bajo las tres personas identidad del sujeto y de la noción romántica
gramaticales, aparecen distintas versiones en de autor. Esto anularía el previsible intento de
conflicto, sin que pueda privilegiarse ningu- una impostación autobiográfica de Arenas a
na de ellas entre las opciones simultáneas y través del padre Mier.
desjerarquizadas que narran, cada una, los La elección de los capítulos triplicados
orígenes de fray Servando, su inserción en es significativa. Como apunta Borinsky, el
el tiempo histórico y las consecuencias de la Capítulo I establecería la noción de oríge-
lectura del sermón sobre la Virgen de Gua- nes, que así se ve desmentida. El Capítulo
dalupe. En muchas ocasiones, la divergencia II, que narra la salida de Monterrey del Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
significante se produce en el interior de un joven Servando, sería el que diera inicio al Fray Servando y el tiempo histórico
simple párrafo. Ya desde el inicio del primero tiempo histórico en la novela, dejando atrás EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

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el ahistoricismo de la infancia y la presencia determinante del historiador en
atisbándose el inicio de una posible cuanto se narra, que además no es aquí sino
épica en su primer viaje a la capital una sucesión delirante de hechos.
novohispana. La dispersión de sen- Este recurso paródico hace que, al aplicar-
tido provocada por la divergencia se a contenidos absurdos o recurrir a notas
gramatical y por las contradicciones bibliográficas apócrifas, la obra enfatice la
internas hace que la novela niegue a importancia de los recursos de sugestión y de
partir de aquí la idea misma de His- creación de una voz de autoridad en el dis-
toria. En consecuencia, el Capítulo curso histórico. Foucault considera que estos
VII, donde se describen los efectos recursos institucionales de sugestión son, en
causados por la lectura del sermón realidad, una «coacción», por la que socieda-
de Guadalupe, adelanta a su vez des ritualizadas y restrictivas se apropian del
una teoría de la recepción, por la discurso. Así, considera Foucault, «la verdad
cual las consecuencias de su sermón se desplazó del acto [...] de enunciación hacia
no se podrían reducir a una úni- el enunciado mismo»9. A través de recursos
ca explicación. Además, el capítulo de este tipo, la verdad histórica se muestra
muestra una posición central, al ser en última instancia dependiente de las tres
el que narra el comienzo de la odisea máximas de la poética aristotélica: la necesi-
Portada de El mundo alucinante. represiva de fray Servando desde dad, la coherencia y la verosimilitud, además
la primera prisión en su celda, a la de un conjunto de decisiones retóricas que se
conmutación de la pena de muerte a vinculan al mandato de un decoro poético,
8 cambio del destierro. El descentramiento de como la economía narrativa, la suspensión del
Borinsky, op. cit., p. 612.
este episodio, que es el que comienza a situar interés de los lectores, el diseño arquetípico
9 a fray Servando en la Historia, es, por esto, de los personajes y de las acciones así como la
Michel Foucault, El orden del una forma de advertir que la lectura de su justicia poética de ciertos desenlaces.
discurso, Barcelona, Tusquets,
1973, p. 16. emblema histórico debe ser necesariamente De este modo, El mundo alucinante apa-
controvertida y polémica. rece encabezada por la dedicatoria a Camila
Henríquez Ureña y Virgilio Piñera, por su
LA HISTORIA, DESDE LOS MÁRGE- «honradez intelectual», homenaje que en su
NES DE LA HISTORIA contexto inmediato constituía una innegable
declaración de intenciones políticas contra la
Más allá del recurso descentrador de este Revolución institucionalizada en Cuba. A és-
«juego pronominal», como lo llama Borins- ta le siguen dos epígrafes extraídos del Libro
ky8, la crítica dialéctica de la obra comienza X de Los Mártires y de la Obra general sobre
en los elementos paratextuales que preceden la historia de los mexicanos, de Cristóbal del
la fábula o se sitúan en sus márgenes. En estos Castillo, a través de las que Arenas refuerza
fragmentos se vierten algunas opiniones de el carácter autobiográfico («Y yo también he
Reinaldo Arenas sobre el concepto de Histo- sido desgarrado por las espinas de ese desier-
ria y sobre el uso de la documentación históri- to») y la intemporalidad fatal del sufrimiento
ca que ha manejado para componer la novela. histórico («…de modo que andaréis atemo-
El efecto de dispersión de la verdad histórica rizados; en pago de vuestro valor andaréis
se refuerza entonces en elementos como los venciendo y andaréis destruyendo» –p. 13–).
distintos prólogos y encabezamientos de la El siguiente epígrafe, firmado con las inicia-
novela, las notas de carácter bibliográfico a les «R.A.» a modo de una «Advertencia del
pie de página o el epílogo consignando las autor», avanza la presentación genérica de la
últimas noticias de fray Servando, que re- obra y de sus nociones historiográficas: «Ésta
cuerdan desde el comienzo y a cada paso la es la vida de fray Servando Teresa de Mier,
tramoya diegética del discurso historicista. tal como fue, tal como pudo haber sido, tal
De este modo, la supuesta objetividad de la como a mí me hubiese gustado que hubiera
acción histórica se apoya y se prolonga en sido. Más que una novela histórica o biográ-
la instancia subjetiva del historiador. Así, fica pretende ser, simplemente, una novela»
los mismos recursos que para el discurso (p. 15). Se observa que la triple simetría de la
histórico implican una justificación positiva, frase da lugar a tres conceptos diferentes de
en particular los elementos que remiten a géneros ocupados de la Historia, de los cuales
Utopía y progreso en El mundo fuentes bibliográficas o las declaraciones de el orden de enunciación parece privilegiar
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico autoridad más o menos veladas de prólogos el último: la historia positivista («tal como
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ y noticias sobre el autor, sirven para recordar fue»), la aristotélica de la ficción histórica

192
clásica («tal como pudo haber sido») y la Historia, así como, aun bajo el
netamente ficcional, que refuerza el sentido quirófano, no se captará jamás el
de El mundo alucinante con el subtítulo sentimiento de dolor del hombre
original de la obra: Una novela de aventuras. adolorido [...]. Por eso, más que
Reinaldo Arenas se quejaba de que, aun des- en la Historia busco en el tiempo
pués de la reedición supervisada de la novela, (p. 19).
muchos editores habían decidido prescindir
del subtítulo, ignorando así la visión irónica Éstas son ideas que se re-
y crítica que proyectaba sobre sus referentes piten en la novela, con interfe-
históricos10. rencias evidentes entre el texto
Tras los distintos epígrafes, la edición ori- y el paratexto. Por ejemplo,
ginal, publicada fuera de Cuba (en México) se lee: «¡Cuántas ideas!...Y sin
en 1969, incluía una carta a fray Servando, sin embargo, pensó, [...] las mejo-
título, a la que a partir de 1980, con el escritor res ideas son precisamente las
ya exiliado, se le antepone una introducción que nunca logro llevar al pa- Reinaldo Arenas en EE.UU.
titulada «Fray Servando, víctima infatigable», pel, porque al hacerlo pierden
firmada en Caracas el 13 de julio del mismo la magia de lo imaginado» (p.
1980. En este texto, Arenas se pronuncia 72). Tras su refutación historiográfica, la in- 10
Véase Jesús J. Barquet, «Del ga-
explícitamente sobre la idea de Historia que troducción arremete contra la noción de cau- to Félix al sentimiento trágico de
anima El mundo alucinante. Es la ocasión de salidad y la concepción lineal del tiempo, para la vida» (entrevista a Reinaldo
Arenas), en Ottmar Ette (ed.),
que el autor se exprese en términos críticos criticar a través de ella la estética realista desde La escritura de la memoria. Rei-
contra la idea de Historia y de realismo, al una intención política: «Pero últimamente no naldo Arenas: Textos, estudios
y documentación, Frankfurt am
mismo tiempo que declara su ficción dentro sólo tenemos (padecemos) realismo sino que Main / Madrid, Vervuert / Ibe-
de un doble proyecto que no se puede cata- contamos hasta con un realismo socialista, de roamericana, p. 67.
logar, por cierto, sino como historicista: una modo que la realidad ya no sólo es vista desde
11
restitución de la figura de fray Servando en la un ángulo, sino desde un ángulo político» (p. «Éste, no lo olvidemos, era ca-
Gran Historia americana y, a través de ella, 20). Con la misma intención, critica el reduc- si incapaz de ideas generales,
platónicas. No sólo le costaba
una textualización autobiográfica. cionismo, en unos términos que recuerdan a comprender que el símbolo ge-
Arenas señala que comenzó su novela con los del Funes borgeano : «No me cansaré de
11 nérico «perro» abarcara tantos
individuos dispares [...]; le mo-
la idea de recoger, a través de figuras como la descubrir que el árbol de la seis de la mañana lestaba que el perro de las tres y
de fray Servando y la del cubano José María no es éste de las doce del día, ni aquél, cuyo catorce (visto de perfil) tuviera el
Heredia, con quien el dominico se encuentra halo nos consuela al anochecer» (p. 20). Al mismo nombre que el perro de
las tres y cuarto (visto de fren-
al final de la novela, «el ciclo casi mítico del final, promete encontrar la «verdadera» di- te)», Jorge Luis Borges, «Funes el
hombre americano» (p. 17). Éste no sería sino mensión histórica de su protagonista: «Y es memorioso», Ficciones, Madrid,
Anagrama, 1995, p. 134.
el destierro y la búsqueda de «lo imposible en ese plano, en el de víctima inconsolable e
(su patria)» (p. 18). Arenas aclara que «la incansable de la Historia, del tiempo, donde
Historia no certifica si se llegaron a conocer», nuestro amado fray Servando logra su verda-
si bien «todo indica» (p. 17) que coincidieron dera ubicación» (p. 21).
en sus últimos días en el Palacio Presiden- Inmediatamente después, la carta fechada
cial mexicano. El encuentro entre estos dos en julio de 1966 que Arenas encabeza con un
personajes, «que la historia «oficial», como «Querido Servando», precediendo al cuerpo
la mayoría de los instantes importantes, no de la novela, incide en las mismas razones.
registra» (p. 18), haría evidente que el des- En primer lugar, explica cómo ha encontrado
tino del auténtico revolucionario americano la noticia de la existencia de fray Servando,
habría sido subsistir a estructuras de poder de «desde que te descubrí, en un renglón de una
tipo absolutista y colonial, y que el exilio ha pésima historia de la literatura mexicana» (p.
sido asimismo la característica de los prime- 23), y lo frustrante de las investigaciones his-
ros héroes nacionales, cuyo oscurecimiento tóricas con las que pretendió acercarse mejor
completaría más tarde el discurso histórico, a su figura. Después de haber ido a embaja-
ocultando la significación real y precisa de das, a casas de cultura, a museos, «que, desde
sus figuras históricas: luego, nada sabían de tu existencia» (p. 23),
Arenas concluye que «lo que más útil me ha
Por eso siempre he desconfiado de lo «histórico», de resultado para llegar a conocerte y amarte, no
ese dato «minucioso y preciso». Porque, ¿qué cosa es fueron las abrumadoras enciclopedias, siem-
en fin la Historia? [...]. Los impulsos, los motivos, las pre demasiado exactas, ni los terribles libros Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
secretas percepciones que instan (hacen) a un hombre de ensayo, siempre demasiado inexactos. Lo Fray Servando y el tiempo histórico
no aparecen, no pueden aparecer recogidos por la más útil fue descubrir que tú y yo somos la EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

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12 misma persona» (p. 23). El último párrafo siva de la Historia, se debe a causas políticas,
Véase Barquet, op. cit., p. 73.
deja claro el sentido de restitución histórica que, es necesario subrayarlo, constituyen el
13 de la novela: interés central de Arenas. Y es su descripción
Jean-François Lyotard, La condi-
ción postmoderna. Informe so-
velada lo que comienza deshaciendo todo
bre el saber, Madrid, Cátedra, No aparecerás en este libro mío (y tuyo) como un exclusivismo historiográfico. Aunque Arenas
1988. hombre inmaculado, con los estandartes caracte- hubiese pretendido una refutación exclusiva
14 rísticos de la pureza evangélica, ni como el héroe del discurso historiográfico, sus palabras no
Jean Baudrillard, Cultura y simu- intachable que sería incapaz de equivocarse, o de dejan de transparentar la misión hermenéutica
lacro, Barcelona, Kairós, 1984;
El crimen perfecto, Barcelona, sentir alguna vez deseos de morirse. Estás, querido que da a la obra, contradictoria con una fun-
Anagrama, 1996. Servando, como lo que eres: una de las figuras más ción meramente crítica.
15
importantes (y desgraciadamente casi desconocida)
Fernando Moreno, «La historia de la historia literaria y política de América (p. 24). LA HUIDA IMPOSIBLE: FRAY SERVAN-
recurrente y los nuevos cronistas DO Y LA HISTORICIDAD
de Indias. (Sobre una modalidad
de la novela hispanoamericana Recapitulando la crítica discursiva vertida
actual)», Scriptura, 8/9 (1992), por Arenas en estos márgenes paratextuales, Así, y aparte de la incoherencia de consi-
pp. 151-157.
que se incorporan como parte misma de la derar antihistoricista una obra que comienza
novela prolongando e interfiriendo con sus remitiéndose a una tradición historiográfica,
interpretaciones posibles, es necesario resaltar El mundo alucinante promete una vindi-
que fray Servando aparece como una víctima cación de la figura de fray Servando en su
del discurso histórico tradicional. Esto, unido justo lugar en la historia americana. Parecida
a la crítica general a la noción de Historia, incoherencia es la de pretender impugnar el
podría impulsar a considerar una lectura de El discurso histórico, supliendo datos que la
mundo alucinante como un mero comentario Historia es incapaz de registrar (por ejem-
historiográfico, y las prisiones sucesivas del plo el hallazgo de fray Servando del ágave
dominico, en busca de una imposible plenitud mexicano en Italia, la añoranza del palmar
existencial, serían símbolos de las prisiones tropical por parte de José María Heredia en
dialécticas de la norma historiográfica como las cataratas del Niágara, o el encuentro entre
discurso autoritativo, tal como subraya la el dominico y el cubano), mientras «todo
presencia en las primeras páginas del rígido indica» que esos hechos debieron producirse,
maestro español de las primeras letras del y querer ignorar al mismo tiempo que ese
niño Servando: «¡Condenado él!, que cogió la todo indicador no son sino los documentos
vara de membrillo y me la hizo astillas en la de esa aborrecida Historia: para comenzar,
espalda nada más que porque yo le hacía tres la Apología y la Historia de la revolución de
rabos a la «o» y él dice que no hay que hacer- Nueva España de fray Servando, las biogra-
le ninguno» (p. 27); maestro que le causará, fías clásicas sobre el dominico, o Niágara de
asimismo, su primera «prisión», al encerrarlo José María Heredia. De este modo, aunque la
en el servicio (p. 28). Esto se reforzaría con relectura de Arenas insista en una parodia de
algunas opiniones sobre el discurso histórico estos textos, añadiendo episodios apócrifos
vertidas por Arenas en varias entrevistas12. o simplemente grotescos e inverosímiles, así
Este rango de observaciones bastaría pa- como carnavalizando los que existen, esto no
ra avalar una lectura postmoderna de esta supone sino la defensa de determinada lectura
novela, situándola sobre la muerte de los de esos documentos, y por lo tanto su certifi-
grandes relatos diagnosticada en 1979 por cación instrumental.
Jean-François Lyotard13, o, en sus concepcio- La finalidad manifiesta de la novela his-
nes más rigoristas, de la mano de Jean Baudri- tórica de Reinaldo Arenas, ubicar y reivin-
llard14, sobre la imposibilidad de testificar una dicar la figura a su juicio desatendida de fray
realidad recreada ya en su puro simulacro. Servando Teresa de Mier, hace que la crítica
Suponiendo tal idealismo extremo en la obra historiográfica y antihermenéutica sea par-
de Arenas, cumpliría la definición dada por cial, y que la denuncia historiográfica nazca
Fernando Moreno15 a la nueva novela histó- condicionada por la necesidad más inmediata
rica, como una narrativa que ha dejado de ser de una «historia verdadera». La biografía
«histórica» para pasar a ser «historiográfica»: paradójica y no autoritaria de fray Servando
ha relegado la Historia para pasar a ocuparse no aspira, pues, a quedarse en la crítica pura,
de sus métodos, sustituyéndola por una serie sino a influir en una Historia sancionada por
Utopía y progreso en El mundo inagotable de preguntas. Sin embargo, destaca la tradición, que de este modo se refuerza
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico que el ocultamiento secular del fraile, además indirectamente. La obra se convierte, así, en
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ de ser inevitable desde la precariedad expre- un alegato autobiográfico, como por otra

194
parte el propio Arenas nunca escondió: «La dificultad de reducir el relato histórico a un 16
Enrico Mario Santí, «Entrevista
novela [El mundo alucinante] es como una decurso cabal, así como en la necesidad de con Reinaldo Arenas», Vuelta,
reconstrucción de algo que ya existe: es decir, acogerse a cierta complejidad perspectivista. 47 (1980), p. 25.
o reconstruye un poco mi propia vida y la Décadas antes, la escuela de Annales amplió 17
lleva al plano de la novela, o reconstruye una el concepto de relato histórico a diversas co- Paul De Man, «Autobiography
ciudad y toda una serie de personajes»16. rrientes que ofrecen una visión poliédrica de as De-facement», Modern Lan-
guage Notes, 94 :5 (1979), pp.
En este sentido, la peculiar autobiografía la realidad: la historia de las mentalidades, la 919-930.
de El mundo alucinante, que llega a desau- historia de las costumbres, la historia de los
18
torizar su propia referencialidad al difuminar «sin-historia» (que por fuerza desconfía del Véase Philippe Lejeune, El pacto
la unidad subjetiva de fray Servando y del argumento documental), la historia «desde autobiográfico y otros estudios,
Madrid, Megazul / Endymion,
autor implícito, es, sin embargo, un proyecto abajo», la historia de lo imaginario o las dis- 1994.
biográfico que desvela al mismo tiempo la tintas «historias de los vencidos». La nouvelle
conciencia ideológica que lo ha originado, tal histoire propugnada por Jacques Le Goff20 19
De Man, op. cit., p. 930.
como apunta Paul De Man en su estudio so- es, a su vez, un intento de utilizar fuentes
bre el género17. De Man rebate las conocidas alternativas de documentación, que, a pesar 20
Para un resumen de todas las
interpretaciones de Philippe Lejeune18, para de su declarado desdén hacia los aportes de tendencias de esta amplia co-
quien la autobiografía es un modo de afirma- la ficción histórica, se inscribe en el proyecto rriente renovadora, véase Jac-
ques Le Goff, Roger Chartier y
ción referencial basado en un pacto por el que de resignificación histórica al mismo tiempo Jacques Revel (directores), La
el lector reconoce, a través de diversos meca- que admite su propia precariedad, al centrarse nueva historia, Bilbao, Mensa-
nismos, la autoridad del autor y la factualidad con frecuencia en analizar los mecanismos de jero, 1988.

del relato. Por el contrario, De Man observa producción de los discursos.


que el género no responde a una función re- Con estos mismos elementos de juicio,
presentacional, sino a un sistema alegórico, «a sobre todo a partir de las opiniones extrali-
succession of voiceless tropes»19, por el que al terarias de Arenas sobre la Historia, Rodrí-
autor implícito confiere un sentido ejemplar guez Monegal tuvo, en efecto, la precaución
a ciertos hechos particulares, desfigurando el de no calificar la novela ni el conjunto de la
rostro real e intransferible del sujeto. El mun- obra corriente de su autor como postmoder-
do alucinante parte de esta conciencia para nas. Por otra parte, era difícil que hacia 1965,
lograr una autobiografía netamente alegórica, en Cuba, Arenas pudiera estar pensando en
ejemplar y política. Así es como la alegoría, tales categorías de análisis. Si bien esto no
que si bien podría mitigar un recto historicis- impide realizar una proyección postmoder-
mo, sirve en la novela de Arenas como sínto- na de obras anteriores al auge definitivo de
ma de una hermenéutica histórica. dichas teorías a partir de la década de los
Los fines profundos de El mundo aluci- setenta, es manifiesto, sin embargo, que las
nante, contrarios a una mera y algo ociosa versiones postmodernizantes de El mundo
impugnación historiográfica, no la discrimi- alucinante no añaden diferencias sustanciales
nan en lo sustancial de una «historia total» respecto a las observaciones de Monegal, sin
a través del irrealismo, que puede incluso que éste haya tenido que referirse a tales tér-
coincidir con los conocidos planteamientos minos, que sin duda no ignoraba, ni, lo que
totalizadores de Georg Lukács (la ficción co- importa, sin que haya necesitado extender la
mo Historia). Quizás a la vista de los medios innegable crítica dialéctica de Arenas a una
y los recursos narrativos que Arenas dispone aporía.
para esa finalidad historicista y política se ha Mientras que Alicia Borinsky considera
querido realizar una lectura antihistoricista y que la novela de Arenas es un «juego» au-
postmoderna de esta novela. Pero esta apa- torreferencial, sin posibles soluciones his-
riencia de disolución nihilista no debe llevar a toricistas, y que únicamente se trata de un
engaño. El descentramiento, la simultaneidad análisis de los mecanismos de producción
de las versiones, el absurdo, el humorismo o de ilusiones narrativas, Rodríguez Monegal
la recurrencia a fuentes documentales hetero- atenúa esta afirmación de la obra areniana
doxas no tienen por qué apartarse de forma como aporía metahistórica, al considerar que
decisiva de los presupuestos de algunas co- dicha intención se integra, en la práctica, y en
rrientes historiográficas renovadoras. contradicción con la teoría poética del autor
Incluso la «Historia total» de los neomar- cubano, en un proyecto autobiográfico. De
xistas como Eric Hobsbawm o Josep Fon- hecho considera que el ahistoricismo seña-
tana, en su crítica a los métodos y conclu- lado por la dispersión del sujeto gramatical, Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
siones tradicionales del positivismo y aun por la simultaneidad de versiones factuales y Fray Servando y el tiempo histórico
del materialismo, ha estado de acuerdo en la por la naturaleza subjetiva y paradójica del EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

195
21 retrato de fray Servando no deja de proponer las cualidades más graves de su pensamiento
Véase Rodríguez Monegal, op.
cit., p. 9. un relato progresivo. En primer lugar, por histórico, político y teológico. En cierta me-
afiliarse al marco biográfico, que va desde la dida, el prejuicio pintoresquista se ha adue-
22
Véase Lyotard, op. cit, pp. 25-
infancia a la muerte del protagonista; y, en ñado también de la crítica areniana, y puede
28. Lyotard trata los actos de segundo lugar, porque El mundo alucinante considerarse que no le faltan razones a Béjar
habla como un conjunto de re- se alinea en paralelo a un proyecto narrativo para sostener que la biografía de Arenas ha
glas asimilables a las de los jue-
gos. A partir de éstas, aborda la de mayor alcance, una serie de novelas que, llamado la atención de los lectores de forma
autoconciencia contemporánea en número de cinco, componen la que Arenas desmedida, en demérito de otras aporta-
que invita al placer lúdico de
actos de habla no performa- ha denominado su «Pentagonía cubana», sín- ciones críticas y teóricas. Desde este punto
tivos. No obstante, matiza su tesis de los términos «pentalogía» y «agonía», de vista, Béjar cree que «Arenas busca el
gratuidad significativa: «Pero,
sin duda, hasta ese placer no es
compuesta por las novelas Celestino antes del desmantelamiento del concepto tradicional
independiente de un sentimiento alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, de la obra literaria como agente logocéntrico
de triunfo, conseguido al menos Otra vez el mar, El color del verano y El denotativo de una verdad exterior»27. Según
sobre un adversario, pero de
talla, la lengua establecida, la asalto. Para Rodríguez Monegal, el ciclo de la esto, el propósito de Arenas al escribir su
connotación»: ibid., p. 28. «Pentagonía» forma una dilatada Bildungsro- novela habría sido ensayar una epistemolo-
23 man en varios volúmenes21. gía antiilustrada, por lo que se habría valido
Eduardo C. Béjar, La textualidad Todo lo expuesto se contradice con la tesis intencionalmente de un personaje del siglo
de Reinaldo Arenas. Juegos de
la escritura postmoderna, Ma-
principal de Eduardo C. Béjar, el autor más XVIII.
drid, Playor, 1987, p. 11. representativo de las interpretaciones post- Desde esta autosuficiencia literaria de
modernas de la obra de Arenas. Este crítico la novela, el crítico intenta demostrar que
24
Id. parece inspirarse en el concepto de «juego las prisiones a las que se refiere El mundo
de lenguaje» desarrollado por Jean-François alucinante serían las dialécticas, impugnan-
25
Ibid., p. 115. Lyotard22, al considerar que en el «juego do a partir de aquí cualquier interpretación
evasivo» de la obra de Arenas «América cifra autobiográfica y, en definitiva, política o
26
Véase David A. Brading, Los
otra vez su larga tradición de resistencia a la histórica. Lo cierto es que la lectura de Béjar
orígenes del nacionalismo mexi- violación reduccionista del logos europeo»23. no deja de ser sugestiva y, en razón de sus
cano, México, Secretariado de Aun obviando el violento reduccionismo de propias expectativas, inobjetable. El crítico
Educación Pública, 1973, pp.
62-63. la aseveración, este análisis postmoderno de cubano propone considerar que la sucesión
la obra de Arenas, que en el alud bibliográfico potencialmente infinita de prisiones y fugas
27
Béjar, op. cit., p. 211. sobre el escritor cubano no deja de ser uno del protagonista de El mundo alucinante
de los más valiosos, constituye, en abierta compone una alegoría de la pulsión antidia-
28
Ibid., p. 75.
contradicción con «la lógica antidialéctica de léctica de Arenas, tratando de superar los
nuestro presente saber»24, un prolijo centón códigos del binarismo y de la objetividad mi-
de filosofía occidental, que por momentos mética. El propio fray Servando no tendría
parece usar la obra de Arenas como simple otro significado que el de «figura» y «pala-
pretexto. bra»; su función en la novela estaría determi-
Béjar sostiene que la mayoría de la crítica nada por su carácter de escritor, y le serviría
precedente ha guiado su lectura areniana por a Arenas para la problematización de la lite-
códigos externos que distraían de los valores ratura política de Hispanoamérica. De esta
fundamentales de dichas ficciones: «su am- manera, convertida la novela en «teatro de la
plio campo de trabajo ha sido constreñido a escritura»28, todos sus elementos actanciales
la faceta de la re-escritura de la historia y de son símbolos diegéticos. Por ejemplo, las ra-
la autobiografía, o juzgada inoperante como tas que infestan la celda de fray Servando en
marcadora de literaturidad de escritura por Las Caldas de Santander serían las letras que
la dimensión extratextual de su pretensión devoran el espacio textual, formas del pensa-
ideológica»25. Por el contrario el crítico cu- miento dialéctico, en oposición a las «dos o
bano defiende la dimensión exclusivamente tres hormigas locas» (p. 91) que cruzan por
crítica de la obra areniana, lo que denomina el techo, en las que se reconocerían las ideas
la «entre-textualidad» de la obra, frente a las libres del fraile. En los últimos capítulos, la
nociones semióticas de extratextualidad e búsqueda de un encuentro trascendente con
intertextualidad. Lo cierto es que Béjar podía la divinidad por parte de fray Servando, im-
haberse referido a la obra de Arenas en tér- posible desde la prisión normativa del logos,
minos semejantes a los que maneja David A. es, para Béjar, una mística del conocimiento
Brading26 al referirse a fray Servando. Para humano.
Utopía y progreso en El mundo este historiador, la fascinación picaresca por Así, ante la vista de la procesión de Gua-
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico la vida del dominico mexicano distrajo la dalupe desde el Palacio Nacional, Heredia
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ atención sobre la originalidad de su obra y conmina al fraile: «hay que romper este

196
encantamiento engañoso» (p. 296). La idola- en las dos páginas siguientes mediante el sin- 29
Alejandro Herrero-Olaizola,
tría mariana, que fray Servando comienza a tagma «campanas, campanas», recurso con el «Las alucinantes peregrinaciones
despreciar después de haber sufrido prisiones que la narración consigue que el ritmo y los de Fray Servando en El mundo
alucinante de Reinaldo Arenas»,
por defender el culto guadalupano, es, así, el significantes fónicos obliteren el significado, en Narrativas híbridas: Parodia
símbolo de la estafa de los significantes, frente subrayando la recaída del protagonista en la y postmodernismo en la ficción
a una genuina mística del conocimiento. La engañosas apariencias del logos. Fray Servando contemporánea de las Américas,
Madrid, Verbum, 2000, p. 65.
lucha utópica del fraile se reduce, a su vez, a la se ha resignado a sus momentos más críticos
crítica antidialéctica y al impulso irracional de de duda: «Es que no hay salida. Es como si a 30
Alejandro Herrero-Olaizola, «El
trascender la prisiones expresivas. Así cuando cada momento fuera enterándome de lo inútil mundo alucinante o el «postmod-
el fraile protesta: «¿Servir a esa chusma brutal de esas huidas» (p. 122). En definitiva, para ernismo» de Reinaldo Arenas:
visiones y re-visiones paródicas
que todo lo reduce a esquemas?» (p. 294). Béjar, fray Servando ha llegado a la conclusión de la historia de fray Servando»,
Fray Servando siente, al mismo tiempo, que la de que el sistema dialéctico y el historicismo Symposium. A Quaterly Journal
plenitud del paraíso, símbolo de la inteligencia causal componen los elementos discursivos de in Modern Foreign Literatures,
48:2 (1994), pp. 120-134.
absoluta para Béjar, es improbable: «Y, ¿real- que se nutre su propia rebelión antidialéctica:
mente, estamos en el paraíso? ¿Y, realmente «¿Para qué quieres modificar lo que precisa- 31
En 1967, refiriéndose a su
[...] existe tal paraíso?» (p. 295). Al final, el mente te forma?... No creo que seas tan tonto propia novela, premiada en el
protagonista sentiría que sólo la muerte puede como pensar que existe alguna manera de concurso de novela de la UN-
EAC en 1966, pero aún inédita,
liberarlo de la estafa dialéctica: liberarte» (p. 95). En general, es extraño que Arenas ya declaraba haberla
el crítico ignore, de acuerdo a esta misma so- cambiado mucho respecto al
Y de golpe, oyendo aquel escándalo que volvía a lución dentro de su esquema interpretativo, el original a concurso, e incluso
llegó a pensar en cambiarle el
enloquecerlo, presintió que durante toda su vida desfase entre la teoría disgregadora de Arenas título. Ette, op. cit., p. 99.
había sido estafado. [...] Entonces tuvo la revelación. y la práctica irremediablemente historicista en
Pensó que el objetivo de toda civilización (de toda que, consecuentemente, recae la novela.
revolución, de toda lucha, de todo propósito) era al- En una línea de interpretaciones seme-
canzar la perfección de las constelaciones, su armonía jante, Alejandro Herrero-Olaizola ha con-
inalterable (p. 303). siderado que El mundo alucinante desvirtúa
cualquier tipo de conocimiento histórico,
Fray Servando, sin embargo, llega a con- asimilando éste a la ficción, en una progresiva
siderar que su empeño es imposible: «Pero «quijotización» de fray Servando. Fruto de la
jamás —dijo en voz alta—, llegaremos a tal alternancia indistinta de Historia y literatura,
perfección, porque seguramente existe algún la novela «no aspira a «contar la verdad» o a
desequilibrio» (p. 304). En pleno trance mís- establecer cómo llegar a ésta, sino más a bien
tico de fray Servando, Arenas opone, en una a cuestionar (a través de la parodia) la verdad
antítesis de raíz platónica (filosofía/ poesía), que se cuenta»29. En otro estudio, Herrero-
el desconcierto de Heredia ante el compor- Olaizola30 subraya que el propósito de esta
tamiento enajenado del fraile. Mientras, el novela es vetar la posibilidad del conocimien-
poeta, representante de la logomaquia y el to histórico desde la imposibilidad de rastrear
fraude expresivo, contempla atónito el trance un referente. La inexactitud del discurso
del fraile, éste percibe que se aproxima al nú- comenzaría en el intento de establecer la ge-
cleo ontológico ajeno a la Historia, una bola nética bibliográfica de El mundo alucinante,
de fuego: que llevaría a la primera edición en francés
de 1968, previa a la primera edición española
Y ya iba a desprenderse a otros sitios remotos, a ha- de 1969, con el título Le monde hallucinant.
bitar un tiempo donde no existía la memoria, sólo un Así, la edición príncipe de la novela se trata
presente despoblado. El principio, la revelación: ya de una traducción del manuscrito original,
—Dios —dijo entonces—. Voy hacia Dios. que más adelante sería revisado por el autor y
Y ya se impulsaba, y ya alzaba los brazos. Pero el publicado en español como texto «original»31.
gran escalofrío [...] lo recorrió de nuevo. Y el fraile Esta dispersión de los originales señalaría
dudó. Y sintió miedo. Miedo de que al final de aque- la imposibilidad de cualquier acercamiento
llos vastos recintos no hubiese nadie esperándolo. histórico, que se evidencia en la parodia de
Miedo a quedarse flotando en un vacío infinito, los materiales del licenciado Borunda que
girando por un tiempo despoblado, por una soledad sirvieron a fray Servando para componer
inalterable donde ni siquiera existiría el consuelo de su versión de la leyenda de Guadalupe, y se
la fe (p. 304). refuerza con la reducción al absurdo de las
fuentes biográficas sobre el fraile, o con su Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Al final, consigue sacarlo del trance el rui- contaminación con textos ficcionales, como Fray Servando y el tiempo histórico
do de las campanas, repetido aliterativamente Orlando, de Virginia Woolf. EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

197
32 EL TIEMPO DEL RELATO Y EL TIEM- aristocrático» con el carácter político de la
Ibid., p. 98.
PO HISTÓRICO crítica a la tradición discursiva34.
33 ¿Cómo responde, entonces, el entramado
Hobsbawm, op. cit., p. 199.
En este capítulo dedicado a la
La circularidad y la inmanencia del tiem- novelesco de Arenas a la incitante llamada del
historiografía postmoderna, con- po, que sustituyen a la noción progresiva de sentido histórico? A pesar de su parodia a los
sidera que esa verificabilidad la Historia como patrón organizativo de la recursos de fijación de la verdad histórica, es
«no puede ni siquiera evitar
totalmente la terrible acusación ficción histórica de Arenas, ha sido uno de imposible ignorar que la crítica epistémica de
de «positivismo»» (id). los argumentos más invocados para señalar Arenas necesita demostrar una lectura históri-
34 esa postmoderna imposibilidad, que indi- ca concreta en la que poder justificarse y veri-
Véase Linda Hutcheon, A Theory caría la impugnación de la idea ilustrada de ficarse. Se debe tener en cuenta, fundamental-
of Parody. The Teaching of Twen-
tieth-Century Art Forms, New
progreso. Pero, como ya se ha apuntado, Ro- mente, que fray Servando Teresa de Mier fue
York, Methuen, 1985, pp. 28- dríguez Monegal observa que si, por un lado, un polemista, perfil que deja su escritura muy
29. la estructura cíclica y fatalista que sugiere la alejada de la aporía, y como tal lo presenta la
35 articulación de las acciones de fray Servando novela, sin que el autor evite reflejarse en él.
El término es de Fernando Ainsa, en una dinámica reiterativa de fuga y prisión A pesar de la «derrisión»35 que opera el narra-
para referirse a la deconstruc-
ción paródica y humorística apunta una concepción cíclica de lo histórico, dor sobre la figura del fraile, sobre su unidad
que la ficción histórica reciente por otro lado, la pertenencia de la novela como sujeto y sobre las razones históricas que
hace de los referentes históricos
(Ainsa, op. cit., p. 16).
al género de la (auto)biografía implica una aparecen en sus escritos, Arenas ha necesitado
sucesión lineal, en la que la muerte propicia documentar una versión histórica sobre la que
36 la liberación postrera del fraile. No obstante, justificar el hartazgo epistemológico.
Véase René Jara, «Aspectos de
la intertextualidad en El mundo se debe replicar parcialmente a esta idea con Sin embargo, varios críticos han huido de
alucinante», Texto Crítico, 13:5 el «viaje a la semilla» que supone el relato de las lecturas más limitadamente metahistóricas.
(1979), pp. 219-235.
Arenas. El fraile, en el momento de morir, re- De este modo, René Jara36 y Emil Volek con-
37 gresa a su infancia, cerrando el progreso de la sideran que la novela no alcanza el ludismo
Volek, op. cit., p. 147.
narración sobre sí misma: «Y luego volviste a antimimético que dejaría sugerir la intención
38 Monterrey, pues ya eras un muchacho. Y em- de estos recursos. Volek considera que, a causa
Ibid., p. 138. prendiste el regreso a la casa, desde el corojal» de su referencialidad que no deja de proyectar
39 (p. 311). Además, el capítulo añadido a modo a través de la alegoría, El mundo alucinante es
Elzbieta Sklodowska, «El mundo de epílogo, «Últimas noticias de fray Servan- una obra fallida. Cree que la obra «fracasa [...]
alucinante: historia y ficción» en
Hernández Miyares y Rozenc- do», cuenta los avatares humillantes del cadá- por abandonar la imaginación carnavalesca
vaig (eds.), op. cit., p. 159. ver, cuya momia terminó exhibida «como una por un mensaje directo [...] cuyo vehículo es
40
víctima de la inquisición» en un circo belga, la gastada alegoría tradicional [...]. Resulta
Andrea Pagni, «Palabra y sub- con lo que el narrador aclara que «realmente, una obra neovanguardista a medio hacer»37.
versión en El mundo alucinan- sus restos no alcanzaron el merecido reposo» La tesis de Volek saca a la luz los códigos
te», en Ette (ed.), op. cit., pp.
139-148. (313). En este sentido, Ottmar Ette cree que contextuales diseminados en la novela, y es
Arenas combina en la novela los dos esque- la única que pone en una relación de directa
41
Eduardo G. González, «A razón mas temporales, el circular y el progresivo, necesidad la estética irrealista de la obra con
de santo: últimos lances de fray para afirmar que «en otras palabras, no borra su contexto real. La explicación es tan sencilla
Servando», Revista Iberoame-
ricana, 92-93:41 (1975), pp.
la Historia sino refuta su omnipotencia»32. como evidente. Los procedimientos desreali-
593-603. Pero el biografismo que señala Rodríguez zadores de la novela «[sirven] tal vez de una
Monegal para contradecir su eventual aporía hoja de parra para protegerse de la ira de los
no es lo que separa El mundo alucinante de nuevos césares»38.
una absoluta refutación de las nociones his- Elzbieta Sklodowska considera que El
tóricas. Tampoco lo es el innegable debate mundo alucinante propone una enajenación
historicista que se proyecta sobre la tradición brechtiana que impide toda identificación
metodológica: en primer lugar al pretender del lector con el texto, a pesar de lo cual éste
situar la propia novela tras ciertas formas «no desemboca en un nihilismo en cuanto al
discursivas de la novela histórica y de la his- progreso histórico»39. Andrea Pagni40 apunta
toriografía, y, en segundo lugar, por respetar la doble dirección connotativa de la obra: en
la característica que Eric Hobsbawm defiende cuanto a los modos de narrar, dirigiéndose
para cualquier intento de conocimiento: la ve- contra Carpentier; y en el plano autobiográ-
rificabilidad33, que en este caso se produce en fico y apologético, lleno de alusiones reales.
el ámbito de los debates metodológicos. Este Por último, Eduardo G. González41, quien
tipo de crítica del historicismo es, para Linda llega a comparar las características esenciales
Utopía y progreso en El mundo Hutcheon, la única índole representacional y menos aparentes de la obra areniana con
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico que cabría considerarse en las ficciones post- la épica de Victor Hugo, interpreta que la
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ modernas, conjurando su riesgo de «nihilismo pulsión mística del protagonista inscribe a

198
Arenas en la tradición romántica, en un final Congreso Constituyente mexicano de 1823 42
Véase Pagni, op. cit., p. 145.
o desdoble irónico de la misma, que aborda la de los peligros de los modelos inglés y esta-
inserción del individuo en el contexto históri- dounidense y de un federalismo para el que 43
Julio Ortega, El discurso de la
co, su búsqueda de identificación y plenitud, los mexicanos no estaban preparados: «Yo abundancia, Caracas, Monte
y los conflictos existenciales de sentir el pro- siempre he estado por la federación, pero una Ávila, 1992, p. 78.
pio ser en desequilibrio con la época. federación razonable y moderada, una federa-
44
Un pasaje de la novela desvela que Arenas ción conveniente a nuestra poca ilustración y La cita es literal, de la Pro-
no ha pretendido alejarse de la razón, y en a las circunstancias de una guerra inminente, fecía del doctor Mier sobre la
federación mexicana, en Fray
particular de las razones históricas, mos- que debe hallarnos unidos» (p. 275)44. El Servando Teresa de Mier, Ideario
trando una actitud, al contrario, ideológica mundo alucinante muestra a un Mier, que, al político (prólogo, notas y crono-
logía de Edmundo O’Gorman),
y lascasiana. En varias ocasiones, Arenas se igual que Bolívar, y al igual que Arenas, había Caracas, Biblioteca Ayacucho,
refirió a la necesidad de recuperar el discurso dado su ilusión a un ideario liberador y utó- 1978, p. 294.
histórico de las manos de los vencedores42. pico que con el tiempo comienzan a trocar en
45
En el momento en que el perseguidor de fray un posibilismo político. El Bolívar que avisa- Simón Bolívar, «Discurso de
Servando, Francisco Antonio León, le tiende ba al congreso de Angostura de que «cuanto Angostura», en Doctrina del li-
bertador (prólogo de Augusto
una trampa en la que captura al fraile, éste más admiro la excelencia de la Constitución Mijares, compilación, notas y
proclama: «He sido ofendido, y todo no ha Federal de Venezuela, tanto más me persuado cronología de Manuel Pérez Vi-
la), Caracas, Biblioteca Ayacu-
sido más que por decir lo que honestamente de la imposibilidad de su aplicación a nuestro cho, 1976, p. 108.
entendía y pensaba. He sido desterrado de estado»45, federalismo en el que no dejaba
mi patria y vilipendiado, solamente porque de predecir «la muerte del gobierno, cuyos 46
Ibid., p. 118.
quise que la verdad ocupase su lugar» (p. 139); herederos son la anarquía, la usurpación y
pero su perseguidor termina aconsejándole: la tiranía»46, podría ser el mismo Mier que 47
Mier, op. cit., pp. 289 y 293.
«lo que más se debe ocultar es la razón, pues comenzaba defendiéndose «¿se podrá dudar
casi nunca nos sirve para nada, y solamente es de mi republicanismo? [...]; yo también fui ja- 48
Ibid., p. 290.
arma de los vencidos» (p. 142). A pesar de ello cobino»47, recordando su pasada oposición al
y de verse capturado de nuevo a causa de su Plan de Iguala y a los Tratados de Córdoba y 49
ingenuidad y de la obstinada argumentación reafirmando la independencia como única so- Ibid., p. 292.

de sus razones, sin la que probablemente ya lución digna, para concluir, sin embargo, que 50
estaría libre, el fraile no se deja vencer por el «querer desde el primer ensayo de la libertad Ibid., p. 297.

punto de vista de León. Al contrario, con- remontar hasta la cima de la perfección social
tinúa con sus alegaciones y escritos, de los es la locura de un niño que intentase hacerse
que la propia novela de Arenas se extiende un hombre perfecto en un día»48. Asimismo,
como un episodio apologético más. Así, en «el pueblo siempre ha sido víctima de la se-
el coloquio que fray Servando sostendrá en ducción de los demagogos turbulentos, y su
México con Iturbide, el fraile le replica al voluntad numérica es un fanal muy oscuro»49.
emperador recién coronado: «—No pretendo Por eso, busca esa «nación sensata [que] no
obtener ningún éxito si no es a través de la gusta de principios generales ni máximas
razón. Para serle franco y andar sin ambages, abstractas, porque son impertinentes para el
señor Agustín, lo que usted ha hecho no es gobierno del pueblo»50.
más que un puro fraude...» (p. 270; la cursiva La certeza de que la tradición nacional
es del texto). En un sentido que se puede es un artificio de canonistas descreídos no le
aplicar ahora, Julio Ortega se ha referido al sirve a Arenas para impugnar la factualidad
«espacio liberado»43 de una historiografía y desmontar toda posible historia, sino para
hispanoamericana propia, representada en las limitar los alcances de ambas, y ofrecer una
reescrituras paródicas de la nueva narrativa precisa versión histórica de los problemas
histórica frente a la Historia oficial. Tratar de políticos de Hispanoamérica. Es más esclare-
ocultar la dimensión connotativa e historicista cedor de los sentidos de El mundo alucinante
de esta narrativa y de la obra de Arenas bajo apartarse de la lectura estrictamente crítica
la exclusividad de lo metahistórico significa y antihermenéutica, que considera, como ha
olvidar los matices de ese espacio de la His- hecho Eduardo C. Béjar, que la mística y el
toria que ya no estaría, pues, liberado, sino «paraíso» cuya búsqueda define el tránsito
«desocupado». Un relativismo que la vida y la vital de fray Servando en la novela responden
obra de Arenas no dan lugar a ofrecer. a una pulsión antidialéctica. Por el contra-
Por eso, aparte del Sermón de Guadalupe, rio, esa pulsión se aviene a la lucha contra el
el otro nudo discursivo, entre los escritos dogmatismo que caracterizó la pugna histo- Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
del padre Mier, que desarrolla la novela es la riográfica del fraile, y se manifiesta en la obra Fray Servando y el tiempo histórico
llamada Profecía, en la que Mier advertía al con una estética vanguardista que, asimismo, EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

199
51 obedece en parte a la autocensura y el exilio nido lugar, ya que su primer encausamiento
Octavio Paz, Los hijos del li-
mo. Del romanticismo a la van- interior de su autor. La lucha del Mier histó- data de 197452. Y, sobre todo, la crítica ge-
guardia, Barcelona, Seix Barral, rico contra los conceptos absolutos, así como neral que, entonces, anima esta obra tiene su
1974, p. 78.
el significado más plausible de ese «paraíso», objeto en una idea de utopía en cuyo debate
52 deben reubicarse en la intención política del debería situar el lector las citas de la novela
Para una noticia de los periplos personaje que se queja «¿esto es el fin? ¿Esta entresacadas para este artículo. El mencio-
de prófugo de Arenas hasta su
detención en el Parque Lenin de hipocresía constante, este constante repetir nado «fraude» de los esquemas dialécticos
La Habana, véase Juan Abreu, que estamos en el paraíso y que todo es per- transparenta, en estas ocasiones, la arrogancia
A la sombra del mar. Jornadas
cubanas con Reinaldo Arenas, fecto?» (págs. 294-295). Una queja que alude absolutista de ciertas ideas frente a la tradi-
Barcelona, Casiopea, 1998. Los a las utopías del siglo y que constituye una ción y la experiencia. Una idea cartesiana de
hermanos Abreu fueron testigos
y protagonistas de esos días, de
reivindicación formal de la Historia y del la utopía contra la que el padre Mier empleó
los que se extrae este recuento progreso, en todo cuanto éste se opone a la sus últimos esfuerzos ante los constituyentes
aún más detallado que el de utopía perfecta. mexicanos, pretendiendo asentar una noción
la autobiografía areniana. Es
interesante, con todo, destacar La supuesta postmodernidad de la obra ilustrada del pensamiento utópico vinculada
las ocasiones en que compara la de Arenas no sería, pues, objetable si no im- eminentemente a la experiencia.
odisea areniana con El mundo
alucinante. Véanse pp. 49, 61, plicara una rígida exclusión de cualquier valor De este modo, Arenas se propuso un
67, 79 y 178. historicista. En su lugar, es preferible atender alegato de la figura del padre Mier que los
53
a las definiciones que muchos autores han historiadores contemporáneos tardaron en
Luis Villoro, El proceso ideoló- hecho de la modernidad, como un concepto alcanzar, llevados antes del influjo picaresco
gico de la revolución de Inde- cuyo sentido original nace ya de la negación de su biografía. Así, Arenas coincide en las
pendencia, México, Secretaría
de Educación Pública, 1986, p. y la crítica, y que encuentra en la razón su apreciaciones de Luis Villoro, para quien
234. potencialidad autodisolvente. Octavio Paz ha la Profecía puede considerarse como el pri-
54 observado varios de estos momentos antimo- mer planteamiento mexicano del tema de
Véase Eduardo San José Váz- dernos de la modernidad, que para el autor la «revolución desdichada»53. La atención
quez, «Evolución e importancia
del pensamiento histórico de
mexicano pueden representarse idealmente de Arenas se concentra en la invitación de
fray Servando Teresa de Mier», en la tendencia romántica de crítica a la mo- Mier a un «federalismo templado», que debe
Cuadernos de Estudios del Siglo dernidad ilustrada y utópico-revolucionaria. traducirse como una propuesta de solucio-
XVIII (Universidad de Oviedo),
15 (2005), pp. 209-232. Frente a ésta, y al igual que las obras de Mier y nes conciliadoras dentro de un posibilismo
Arenas, la literatura romántica «es revolucio- político «conveniente a nuestra poca ilustra-
55
Jacques Le Goff, El orden de la naria no con sino frente a las revoluciones del ción» (p. 275). Desde este mismo punto de
memoria. El tiempo como imagi- siglo»51. De acuerdo con Eduardo G. Gonzá- vista, la figura de Mier se ha revaluado hoy
nario, Barcelona, Paidós, 1991.
lez, sitúo la obra de Arenas en una perspecti- gracias a las observaciones de historiadores
56 va, pues, más amplia, dentro de una temática como Edmundo O’Gorman, André Pons,
José Antonio Maravall, «El pen- típicamente romántica, que es una invitación André Saint-Lu o David A. Brading, quie-
samiento utópico y el dinamismo
de la historia europea», en José a la Historia frente a la utopía nacida de los nes aprecian la influencia final de Mier en
Antonio Maravall et. al., La uto- sueños de la razón. el posibilismo de Bolívar, Blanco White o
pía y las utopías, Madrid, Aso-
ciación Cultural Hispano-Norte- varios de los constitucionalistas mexicanos54.
americana, 1976, p. 18. LA REVOLUCIÓN DESDICHADA: La idea ilustrada del dominico, como la de
UTOPÍA Y PROGRESO Arenas, a propósito de la utopía se aparta de
una pretendida postmodernidad, para situarse
Lo afirmado hasta aquí se resume en un con las observaciones de autores como Jaques
rescate de la figura del padre Mier desde un Le Goff55 o José Antonio Maravall acerca de
punto de vista que, en definitiva, poco tiene la verdadera utopía, como aquélla que huye
que ver con un estrecho autobiografismo. de una formulación o localización (u-topos)
Sería imposible que Arenas pudiera realizar precisa y restringida, para afirmarse en un
tal identificación metafórica en 1965, cuando deseo permanente de mejora: aquel impulso
escribe la novela. Los avatares de persecución (si se quiere aquí, místico) por el cual «no se
y exilio que podían vincular al autor con el planifica la libertad, sino que se planifica para
protagonista de su novela aún no habían te- la libertad» 56.

Utopía y progreso en El mundo


alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

200

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