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El estrechamiento de las arterias coronarias que irrigan el corazón ocurre fundamentalmente por la
proliferación de músculo liso y el depósito irreversible de lípidos, especialmente ésteres y cristales
de colesterol. La lesión principal sobre el interior de los vasos sanguíneos del corazón se denomina
placa de ateroma, rodeada por una capa de fibrosis.
ETIOLOGIA
La causa más frecuente de la alteración de las arterias coronarias es la arterioesclerosis (por eso
también se le denomina a la cardiopatía isquémica arteriopatía coronaria), es decir el
endurecimiento y engrosamiento anormal de la pared de las arterias, que tienden a obstruirse o la
aterosclerosis, un tipo de arterioesclerosis que se produce por el depósito de sustancias en el
interior del vaso sanguíneo en forma de placas de ateromas que reducen la luz de la arteria (área
interior de la arteria), por lo que disminuyen el flujo de sangre que la arteria puede transportar al
miocardio. Estas dos situaciones dificultan la llegada de la sangre a las células del corazón, que son
muy sensibles a la disminución del aporte de sangre. Así, la cantidad de oxígeno que llega al corazón
es insuficiente y se manifiesta la enfermedad coronaria o cardiopatía isquémica.
Un estudio muestra que los pacientes con fibrosis pulmonar idiopática presentan un mayor riesgo
de síndrome coronario agudo y de trombosis venosa profunda, por lo que en dichos pacientes
debería determinarse la existencia de patología vascular.
PATOGENIA
Existen dos teorías para explicar el origen de las placas de ateroma que causan la obstrucción
característica de la enfermedad isquémica del corazón. En la primera teoría, el mecanismo está
fundamentado en una respuesta del lecho vascular a la lesión. Esta teoría provee que ciertas
lesiones, incluyendo la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia, provocan estímulos que
causan daño al endotelio, que es la capa que circunda las arterias. El resultado es la liberación de
factores de crecimiento que causan la proliferación y crecimiento del músculo liso arterial y la
migración de macrófagos a la pared vascular. Al mismo tiempo, el endotelio lesionado se vuelve
permeable, admitiendo la entrada de colesterol y lípidos en su túnica íntima. Estos cambios
conllevan a la aparición de la placa de ateroma, el cual compromete el diámetro de la luz de la
arteria. Si la placa se agrieta o se vuelve rugosa, permite la activación de plaquetas que conlleva a
la formación de trombos, empeorando la obstrucción.
Una segunda teoría, especialmente aplicable en mujeres, especula que las células del músculo liso
en una placa ateroesclerótica contiene a la enzima Glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (G6FD), lo que
sugiere un origen monoclonal a estas células. Es decir, un estímulo—probablemente una lesión—
produce una proliferación sostenida a partir de una sola célula, por lo que la teoría ha venido a
llamarse teoría neoplásica.
CUADRO CLINICO
Estas se pueden agrupar en cuatro grandes grupos o categorías, las cuales son:
FISIOPATOLOGIA
ANGINA DE PECHO
El término «angina de pecho» viene del latín «angor pectoris» y significa «estrangulamiento en el
pecho». Los pacientes que sufren de angina de pecho a menudo dicen sentir una sensación de
asfixia, o presión o ardor en el pecho, pero un episodio de angina no es un ataque cardíaco. El dolor
a menudo aparece tras un esfuerzo físico. A diferencia de un ataque al corazón, el músculo cardíaco
no sufre un daño permanente y el dolor generalmente desaparece con el reposo.
CAUSAS
La angina es el dolor que se manifiesta cuando una arteria coronaria enferma (las arterias coronarias
son los vasos sanguíneos que riegan el corazón) no puede suministrar suficiente sangre a una parte
del músculo cardíaco para satisfacer su necesidad de oxígeno. El aporte deficiente de sangre rica en
oxígeno al corazón se denomina «isquemia». La angina generalmente se produce cuando el corazón
tiene una mayor necesidad de sangre rica en oxígeno, por ejemplo, durante el ejercicio físico. Otras
causas de angina de pecho son las emociones fuertes, las temperaturas extremas, las comidas
pesadas, el alcohol y el tabaco.
Los ataques de angina en los hombres generalmente se producen después de los 30 años de edad y
casi siempre son ocasionados por una enfermedad arterial coronaria (EAC). En las mujeres, la angina
suele aparecer a mayor edad y puede ser causada por muchos factores diferentes. Aparte de la EAC,
la angina puede ser causada por el estrechamiento de la válvula aórtica en el corazón (estenosis
aórtica), un nivel bajo de glóbulos rojos en la corriente sanguínea (anemia) o una glándula tiroides
hiperactiva (hipertiroidismo).
SINTOMAS
La angina de pecho es generalmente un síntoma de EAC. La angina suele comenzar en el centro del
pecho, pero el dolor puede extenderse al brazo izquierdo, al cuello o a la mandíbula. Es posible sufrir
entumecimiento o pérdida de sensibilidad en los brazos, los hombros o las muñecas. Los episodios
generalmente duran solo unos minutos. Sin embargo, si el dolor cambia, aumenta o dura más
tiempo se debe buscar atención médica de inmediato.
Existen distintos tipos de angina. Los pacientes con angina estable generalmente saben el nivel de
actividad o estrés que les provoca un ataque. Además, los pacientes deben observar cuánto tiempo
duran los ataques, si son diferentes de ataques anteriores y si se alivian con medicamentos. A veces
se producen cambios en los ataques: sobrevienen con mayor frecuencia, duran más tiempo o se
producen cuando la persona no ha hecho ejercicio. Un cambio en la modalidad de los ataques podría
significar que el paciente sufre de lo que se denomina angina inestable, en cuyo caso es importante
consultar al médico lo antes posible. Los pacientes que sienten un dolor nuevo, peor o constante en
el pecho tienen un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco, una irregularidad de los latidos
(arritmia) e incluso una muerte súbita.
El término infarto agudo de miocardio (frecuentemente abreviado como IAM o IMA y conocido en
el lenguaje coloquial como ataque al corazón, ataque cardíaco o infarto) hace referencia a un riego
sanguíneo insuficiente, con daño tisular, en una parte del corazón (agudo significa súbito, mio
músculo y cardio corazón), producido por una obstrucción en una de las arterias coronarias,
frecuentemente por ruptura de una placa de ateroma vulnerable. La isquemia o suministro
deficiente de oxígeno que resulta de tal obstrucción produce la angina de pecho, que si se recanaliza
precozmente no produce muerte del tejido cardíaco, mientras que si se mantiene la anoxia (falta de
oxígeno en un tejido) o hipóxia (disminución de suministro de oxígeno) se produce la lesión del
miocardio y finalmente la necrosis, es decir, el infarto.
Los principales riesgos que predisponen a un infarto son la aterosclerosis u otra enfermedad de las
coronarias, antecedentes de angina de pecho, de un infarto anterior o de trastornos del ritmo
cardíaco, así como la edad, principalmente en hombres mayores de 40 años y mujeres mayores de
50 años. Ciertos hábitos modificables como el tabaquismo, consumo excesivo de bebidas
alcohólicas, la obesidad y niveles altos de estrés también contribuyen significativamente a un mayor
riesgo de tener un infarto.
ETIOLOGÍA
El infarto agudo de miocardio se presenta en pacientes con cardiopatía isquémica, ya sea en
aquellos que ya sabían que padecían esta enfermedad y recibían tratamiento por ella, o como
episodio inicial de la patología. Suele estar precedido por antecedentes de angina inestable, nombre
que reciben los episodios de dolor torácico que se hacen más frecuentes, más duraderos, que
aparecen con esfuerzos menores que en la evolución previa o que no ceden con la medicación
habitual.
El miocardio (el músculo del corazón), sufre un infarto cuando existe una enfermedad coronaria
avanzada. En general esto se produce cuando una placa de ateroma que se encuentra en el interior
de una arteria coronaria se ulcera o se rompe, causando una obstrucción aguda de ese vaso.
La corona de vasos sanguíneos que llevan oxígeno y nutrientes al propio músculo cardíaco (arterias
coronarias) puede desarrollar placas de ateroma, lo que compromete en mayor o menor grado el
flujo de oxígeno y nutrientes al propio corazón, con efectos que varían desde una angina de pecho
(cuando la interrupción del flujo de sangre al corazón es temporal), a un infarto de miocardio
(cuando es permanente e irreversible).
TROMBO Y ÉMBOLO
Factores de riesgo
Los factores de riesgo en la aparición de un infarto de miocardio están muy relacionados con los
factores de riesgo de la arteriosclerosis e incluyen, entre otros:
la hipertensión arterial; (Presión arterial alta o mayor a los parámetros establecidos).
Colesterol alto;
el tabaquismo;
la hipercolesterolemia o, más específicamente, la hiperlipoproteinemia, en particular los niveles
elevados de la lipoproteína de baja densidad (LDL) y los niveles bajos de la lipoproteína de alta
densidad (HDL);
la homocisteinemia, es decir, una elevación en la sangre de la concentración de homocisteína,
un aminoácido tóxico que se eleva con bajos niveles o insuficientes en la ingesta de vitamina B2, de
B6, de B12 y de ácido fólico;
la diabetes mellitus (con o sin resistencia a la insulina);
la obesidad,que se define a través del índice de masa corporal (un índice mayor de 30 kg/m²), de
la circunferencia abdominal o del índice cintura/cadera, y
el estrés.
Factores de protección
Muchos de los factores de riesgo cardíacos son modificables, de modo que muchos ataques del
corazón pueden evitarse si logra mantenerse un estilo de vida más saludable. La actividad física, por
ejemplo, se asocia con riesgos más bajos. Por supuesto, algunos de los factores de riesgo no pueden
modificarse: la edad, el sexo, los antecedentes familiares y otros factores de predisposición
genéticos. Las mujeres que usan pastillas anticonceptivas combinadas suelen presentar un aumento
leve en el riesgo de infarto de miocardio, en especial si se presentan otros factores de riesgo, como
por ejemplo el hábito de fumar.
El depósito de calcio es otra de las etapas del proceso de formación de la placa aterosclerótica. Esa
acumulación de calcio en las arterias coronarias puede detectarse con ayuda de una tomografía y
puede tener valor predictivo más allá de los factores de riesgo clásicos.27 28 29 Se han estudiado
muchos otros factores, incluidas las suturas de la oreja30 y otros signos dermatológicos.31
Patología
Si el deficiente flujo sanguíneo al corazón dura lo suficiente, puede iniciarse un proceso llamado
cascada isquémica, en la que las células del corazón mueren, principalmente por necrosis, y ya no
pueden regenerarse. En ese punto de muerte celular se forma una cicatriz de colágeno permanente,
que daña la arquitectura cardíaca. Algunos estudios recientes han indicado que el proceso de
muerte celular denominado apoptosis también desempeña un papel importante en el proceso de
daño tisular después de un infarto de miocardio. En consecuencia, el tejido fibrótico pone al
paciente en una situación de riesgo de la aparición de trastornos del ritmo cardíaco que tiende a ser
potencialmente peligroso para su vida, incluida la aparición de una aneurisma ventricular que puede
desgarrarse con consecuencias catastróficas, generalmente mortales.
El tejido cardíaco así dañado conduce los impulsos eléctricos más lentamente, y esa diferencia en la
velocidad de conducción puede causar lo que se conoce como un circuito de reentrada, uno de los
posibles causantes de arritmias letales. En el circuito de reentrada, el impulso eléctrico que sale de
un nodo llega a un punto fibrótico en su camino que hace que el impulso regrese y estimule al mismo
nodo que le dio origen, lo cual puede originar un mayor número de contracciones que en
condiciones normales. La arritmia más severa es la fibrilación ventricular (abreviado en inglés VF,
iniciales de ventricular fibrilation), que consiste en contracciones extremadamente rápidas y
caóticas que llevan a una muerte súbita cardíaca.
Igualmente grave es la taquicardia ventricular, aunque el pronóstico tiende a ser menos letal. Una
taquicardia ventricular y en especial una VF impiden que el corazón bombee la sangre eficazmente,
lo que hace que el gasto cardíaco y la presión arterial caigan a niveles peligrosos, y puede provocar
una mayor isquemia y un infarto más extenso.
CUADRO CLÍNICO
Aproximadamente la mitad de los pacientes con infarto presentan síntomas de advertencia antes
del incidente. La aparición de los síntomas de un infarto de miocardio ocurre, por lo general, de
manera gradual, en el transcurso de varios minutos, y rara vez ocurre de manera instantánea.
Cualquier número de síntomas compatibles con una repentina interrupción del flujo sanguíneo al
corazón se agrupan dentro del síndrome coronario agudo.
Dolor torácico
El dolor torácico repentino es el síntoma más frecuente de un infarto, por lo general es prolongado
y se percibe como una presión intensa, que puede extenderse o propagarse hasta los brazos y los
hombros, sobre todo del lado izquierdo, a la espalda, al cuello e incluso a los dientes y la mandíbula.
El dolor de pecho debido a isquemia o una falta de suministro sanguíneo al corazón se conoce como
angor o angina de pecho, aunque no son poco frecuentes los infartos que cursan sin dolor, o con
dolores atípicos que no coinciden con lo aquí descrito. Por eso se dice que el diagnóstico es siempre
clínico, electrocardiográfico y de laboratorio, ya que sólo estos tres elementos juntos permitirán
realizar un diagnóstico preciso. Cuando es típico, el dolor se describe como un puño enorme que
retuerce el corazón. Corresponde a una angina de pecho pero prolongada en el tiempo, y no
responde a la administración de los medicamentos con los que antes se aliviaba (por ejemplo, la
nitroglicerina sublingual) ni cede tampoco con el reposo. El dolor a veces se percibe de forma
distinta, o no sigue ningún patrón fijo, sobre todo en las personas ancianas y en las personas con
diabetes.
En los infartos que afectan la cara inferior o diafragmática del corazón puede también percibirse
como un dolor prolongado en la parte superior del abdomen que el individuo podría, erróneamente,
atribuir a indigestión o acidez. El signo de Levine se ha categorizado como un signo clásico y
predictivo de un infarto, en el que el afectado localiza el dolor de pecho agarrando fuertemente su
tórax a nivel del esternón.36
Dificultad respiratoria
La disnea o dificultad para respirar, ocurre cuando el daño del corazón reduce el gasto cardíaco del
ventrículo izquierdo, causando insuficiencia ventricular izquierda y, como consecuencia, edema
pulmonar. Otros signos incluyen la diaforesis o una excesiva sudoración, debilidad, mareos (en un
10 por ciento de los casos es el único síntoma), palpitaciones, náuseas de origen desconocido,
vómitos y desfallecimiento. Es probable que la aparición de estos últimos síntomas sea consecuencia
de una liberación masiva de catecolaminas del sistema nervioso simpático,37 una respuesta natural
al dolor y las anormalidades hemodinámicas que resultan de la disfunción cardíaca.
Signos graves
Los signos más graves incluyen la pérdida de conocimiento debido a una inadecuada perfusión
cerebral, shock cardiogénico e incluso muerte súbita, por lo general debido a una fibrilación
ventricular.
En las mujeres
Las mujeres tienden a experimentar síntomas marcadamente distintos a los de los hombres. Los
síntomas más comunes en las mujeres son la disnea, la debilidad, la fatiga e incluso la somnolencia,
los cuales se manifiestan hasta un mes antes de la aparición clínica del infarto isquémico. En las
mujeres, el dolor de pecho puede ser menos predictivo de una isquemia coronaria que en los
hombres.38
Aproximadamente un cuarto de los infartos de miocardio son silentes, es decir, aparecen sin dolor
de pecho y sin otros síntomas.39 Estos infartos suelen descubrirse tiempo después durante
electrocardiogramas subsiguientes o durante una autopsia sin antecedentes de síntomas
relacionados con un infarto. Este curso silente es más común en los ancianos, en los pacientes con
diabetes40 y después de un trasplante de corazón, probablemente debido a que un corazón donado
no está conectado a los nervios del paciente hospedador.41 En pacientes con diabetes, las
diferencias en el umbral del dolor, la neuropatía autonómica y otros factores fisiológicos son
posibles explicaciones de la ausencia de sintomatología durante un infarto.