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—¿Por qué?
—Dicen que los reclamos se tendrían que haber hecho
en su momento. Los cerraron en los '60 y los volvieron a
abrir en los '80 para permitir que algunas de las grandes
corporaciones se sumaran. Pero ahora están cerrados y
no nos permiten hacerlo.
—¿Eso la dijeron en la Comisión de Acuerdos sobre
Reclamos en el Extranjero (U.S. Foreign Claims
Settlement Commission)?
—Sí. Y varios abogados revisaron la cuestión para mi
madre, Sandra, mi tío Paul y yo mismo, a quienes mi
abuelo nos dejó en su testamento "todo negocio
existente y cualquier negocio pendiente". Eso nos otorga
los derechos sobre la propiedad.
—Cuba, a su vez, demanda otras cosas.
—Según lo que hallaron los abogados, Fidel Castro
reclama tanto en impuestos que no quedaría nada. Así
que nos dijeron que tenemos que esperar a que Castro
muera: entonces será el momento de comenzar a hablar
sobre los reclamos de las propiedades. El tipo tiene 90
años; oí decir que la isla tiene excelente cuidado de la
salud, pero... Ya está en edad.
El ascenso de Meyer Lansky
Majer Suchowlanski tenía nueve años cuando su familia
escapó de los pogroms en Grodno —entonces parte del
Imperio Ruso, hoy Bielorrusia— y le mostró la Estatua
de la Libertad poco antes de desembarcar en Ellis Island
en 1911. Allí, como a tantos inmigrantes, le simplificaron
el nombre: Meyer Lansky. Así lo registró la policía por
primera vez a los 16 años. Su historia de arrestos fue
extensa y casi siempre terminó con su libertad
inmediata; una sola vez, de las muchas que lo
detuvieron, lograron probar algo en su contra y pasó tres
meses en la cárcel.
El hombre que inspiró el personaje de Hyman Roth, que
Lee Strasberg interpretó en la película El Padrino II, de
Francis Coppola, conoció en una escuela del Lower East
Side de Manhattan a Luciano, quien se convirtió en su
amigo como Siegel. En los años de la prohibición
dominaron con fuerza una parte del mercado del
alcohol clandestino; Lansky se asoció en el negocio
con Joe Kennedy, el padre del futuro presidente John
Fitzgerald Kennedy.
Cuando Siegel no pudo justificar ante la Familia las
pérdidas de la inversión fastuosa en el hotel-casino
Flamingo de Las Vegas, Lansky pidió una segunda
oportunidad para él; no obstante, se supone que fue el
último en dar el visto bueno al asesinato de su amigo en
1947, cuando el Flamingo no logró despegar. Rumbo
que él corrigió pronto, y quedó a cargo de la
administración del negocio, y el lavado de dinero,
durante 20 años.
"Creo que las biografías contienen probablemente un
10% de verdad", se quejó Rapoport sobre los relatos de
la vida de su abuelo. "Él mantenía sus negocios lejos de
la familia. Aunque sabíamos algunas cosas, él nunca
nos contó historias, nunca nos explicó 'en realidad las
cosas fueron de este modo'. Yo lo miro de esta forma:
mucha gente llega a este país sin nada. Y así fue la
generación de mi abuelo: llegaron aquí sin nada".
—¿Diría que su abuelo fue un inmigrante?
—Todo lo que querían hacer era mantener a sus
familias. Tomaron los caminos que pudieron para
alimentar a sus familias. Se dice que fueron asesinos
terribles, pero sólo mataron dentro de su mundo: a sus
competidores, gente con la que trabajaban.
"
Rapoport profundizó en esa línea:
—Se mataban entre ellos, y luego se hacían cargo de la
familia de la persona que mataban. Si se revisan los
periódicos y los libros, se ve que en su mayor parte se
mataban entre sí. Él trabajó con Luciano, Costello y
Siegel, y eran parte del crimen organizado, pero antes
de que ellos fueran un grupo, los sicilianos mataban a
cualquiera por cualquier cosa. ¡Eran gente muy violenta!
Una vez que ellos cuatro se juntaron, las familias
tuvieron una cumbre en la que reconocieron que habían
perdido millones de dólares peleándose entre sí. Y se
organizaron. Si alguien tenía un problema con una
familia, tenía que plantearlo en el consejo, que tomaba
la decisión que correspondiera; y si había que realizar
alguna acción se convocaba a los judíos, porque si un
italiano mataba a otro italiano se rompía el acuerdo.
—A su abuelo lo llamaban "el contador de la mafia".
—Él era el hombre de negocios. Todo el mundo le daba
el dinero para que invirtiera en proyectos, que siempre
terminaban con éxito, que es lo que sucedió en Cuba.
Me gustaría decir que el dinero que se puso en el hotel
era todo de mi abuelo, pero no fue así. Aunque una
buena parte sí. Había un montón de casinos en los
Estados Unidos, y mi abuelo iba y los preparaba y ponía
en marcha y se hacía cargo de la gente. ¡Todo el mundo
quedaba contento! El sheriff quedaba contento, porque
se quedaba con un pedacito del negocio; los dueños
quedaban contentos, porque no tenían que ir a Las
Vegas para ocuparse; el establishment quedaba
contento porque se generaban negocios... ¡Yo lo
compararía con Donald Trump, y es un candidato a la
presidencia! Era una buena persona.
" ¡Yo lo compararía con Donald Trump,
"
¿El lado bueno del gángster?
En la oficina de su empresa en Tampa, la proveedora de
calentadores y propano para patios de restaurantes 3-G
(originalmente Gary's Got Gas), Rapoport se molestó
con los relatos habituales sobre su abuelo, el hombre
que lo crió cuando su madre, la única mujer de los tres
hijos de Lansky, se quedó sola. Marvin Rapoport la dejó
por un hombre y ella se desmoronó, convencida de que
había sido burlada por un cazafortunas. Buscó consuelo
en los brazos de Dean Martin, amigo de un amigo de su
padre, Frank Sinatra. Pasaron muchos años hasta que
conoció a Vince Lombardo, con quien compartió un
amor tan fuerte que él dejó la mafia por ella.
—Al crecer como su nieto sentí una gran presión para
cumplir con la escuela y educarme. Él era un gran lector
y quería que todos nosotros lo fuéramos también. Él
nunca daba mucho, no era muy generoso en las fiestas.
Cuando compré mi primer auto le pedí que me ayudara,
pero como no podía por la presión del gobierno hizo que
otra persona me financiara. Completé todos los pagos
para devolver esa ayuda. Poco antes de morir, mi
abuelo me dijo que fui la única persona que le devolvió
un préstamo.
—¿Cómo lo recuerda?
—Como un individuo singular al que la gente respetaba.
En mi adolescencia trabajé en uno de sus hoteles:
estacionaba los automóviles en el Singapore, que tenía
un restaurante muy grande. En la cocina del Singapore
trabajaban muchos cubanos. Cuando mi abuelo salía en
la prensa yo los escuchaba comentar: '¿Por qué no
dejan a este pobre hombre en paz? Es el mejor del
mundo, ya lo era antes con nosotros en Cuba'. Ellos no
sabían quién era yo, y hablaban así de él. En Cuba tuvo
la reputación de un tipo para el que valía la pena
trabajar: pagaba más que lo que pagaban otros
empleadores, sus establecimientos eran de calidad y
siempre se portó como un caballero.
—No es lo que más se conoce.
—Tengo un primo que se llama Meyer, nació después
de mí y estuvo con mi abuelo cuatro veces en su vida.
Se cree todo lo que vio en las películas. Va a los
programas de televisión y habla pero no tiene idea.
Honestamente, a mí me crió mi abuelo. Vivimos juntos
en Miami. Veo un hombre diferente. ¿Sabe alguien
cuánto ayudó durante la Segunda Guerra Mundial?
"
Intrigas palaciegas: Batista, Nixon, el FBI e Israel
Durante el primer golpe de Estado de Batista, en 1933,
Lansky comenzó su relación personal y comercial con
Cuba. A cambio de que lo dejaran operar en paz, Batista
y sus hombres recibirían una mordida de las ganancias
de los casinos y los clubes nocturnos. La sociedad
prosperó y se mantuvo gracias al soborno de otras
autoridades hasta que Batista dio el golpe de 1952,
cuando quiso que Lansky participara activamente en la
gestión. Pero a Lansky le interesaban más los diez años
sin impuestos que podía disfrutar quien invirtiera un
millón de dólares en un hotel, porque su sueño era tener
el casino más grande fuera de Las Vegas.
Hasta que lo concretó, armó la red básica del estado
gansteril cubano: el Montmartre Club, el casino en el
tradicional Hotel Nacional —que su hermano, Jacob
Lansky, llegó a administrar antes de la revolución del 1o
de enero de 1959—, el cabaret Sans Souci, los hoteles
Deauville, Capri y Commodoro. En 1946, Lansky
participó de la Conferencia de La Habana, una
reunión de alto nivel de la mafia para ordenar los
negocios en la ciudad. Al final de la Segunda Guerra
Mundial, Luciano huyó de Italia con pasaporte falso y
llegó a Cuba. Se convirtió en el mejor administrador
posible para Lansky: un amigo.