Aportes p ar a l a
C e le
l eb r ac i ó n
Homilía y guión para la Santa Misa
2º domingo durante el año 14 de enero de 2018
Ciclo B. Color: Verde Año XXII - Nº 1236
Aportes para la homilía
¿Cómo ser amigos
y discípulos de Jesús?
1Sam 3, 3b-10. 19; Sal 39, 2. 4ab. 7-10;
1Cor 6, 13c-15a. 17-20; Jn 1, 35-42
El año nuevo sigue su curso. Nosotros,
en este tiempo de descanso, aprovechemos
la enseñanza que nos deja la Palabra de
Dios para ser mejores discípulos misioneros.
Cuando comenzó su misión, Jesús se rodeó
de amigos y así recorrió su país de norte a
sur acompañado por ellos, porque la misión
no es de uno solo sino de una comunidad de
hermanos. A esos amigos, nosotros los lla-
mamos apóstoles y discípulos de Jesús. Ellos
fueron testigos de todo lo que él hacía y decía.
Pero como toda amistad, esta tuvo un inicio.
Hoy los invito a que, examinando cómo Jesús
conoció a sus apóstoles, también nosotros
recordemos y reavivemos el momento en que
cada uno comenzó a ser su discípulo, cuándo
comenzó a creer en su palabra y a interesarse
por dónde vivía y cómo era él.
Esta es la orientación de la liturgia de hoy.
Cuando Jesús comenzó su ministerio, Juan
Bautista les mostró a dos de sus discípulos
que Jesús es el “Cordero de Dios” e inmedia-
tamente comenzaron a seguirlo. Uno de ellos
se llamaba Andrés y era hermano de Simón,
que luego se llamaría Pedro. Y nosotros
nos preguntamos, ¿cuál era el nombre del
otro discípulo? No lo sabemos. Quizá sea el
tuyo o el mío. Ese discípulo somos nosotros,
que leemos o escuchamos este pasaje del
evangelio de Juan.
Consideremos, entonces, que en este rela-
to hay una cadena de encuentros y presenta-
ciones, porque así es el seguimiento de Cristo:
Juan Bautista les muestra a sus discípulos que
Jesús es el Mesías, y Andrés, a su vez, le anun-
cia el descubrimiento a su hermano Pedro. El
seguimiento nace de un encuentro que transfor-
ma la vida. Jesús “se dio vuelta y, viendo que lo
seguían, les preguntó: ‘¿Qué quieren?’”. Y ellos
respondieron: “¿Dónde vives?”. Por eso, seguir
al Señor es interesarnos por saber dónde se
encuentra, dónde tiene su morada, porque es
el Dios con nosotros, es la Palabra que tiene
una casa entre las nuestras. Pero debemos
preguntarle siempre dónde vive. Jesús los invitó
y les dijo: “Vengan y verán”. Ellos entraron a su
casa, compartieron esa tarde con el Maestro,
y fue tan impresionante ese encuentro que el
evangelista acota que eran alrededor de las
cuatro de la tarde.
Revaloremos, entonces dos elementos
del seguimiento: encuentro y alegría. Por un
lado, ubiquémonos en la dinámica del “en-
cuentro”, que es salir de uno mismo para estar
con alguien que nos interesa. Los discípulos
dejaron un maestro, Juan Bautista, por el
Maestro Jesús. Dejaron sus casas por estar
en la Casa del Señor. Entonces, el encuentro
lleva a un cambio.
Otro elemento es la alegría del encuentro.
Estar con Jesús llena de entusiasmo porque,
cuando estamos a gusto con alguien se nos
pasa muy rápido el tiempo, y si ese encuentro
es muy significativo, llena de sentido la vida.
Son muchos los espacios, lugares o situa-
ciones del encuentro con Jesús. Lo encontra-
mos en la Palabra de Dios, especialmente si la
leemos y meditamos en comunidad. Lo encon-
(Continúa en la p. 4).
Aportes - 1
Guión para la Santa Misa

1)  Introducción a la celebración 4)  Gloria

Queridas hermanas, queridos her- También nosotros hemos encon-

 manos bienvenidos a esta cita que

es el encuentro con nuestro Dios,
que nos llamó. ¿Ya nos llamó? Sí,
trado al Mesías, es decir, a Cristo.
Proclamemos con gozo: Gloria...

por supuesto, ya nos llamó pero sigue 5)  Liturgia de la Palabra

llamándonos a la vida y a la fe el día de Primera lectura (1Sam 3, 3-10.


nuestro bautismo. Agradecidos por la 19): El profeta nos quiere enseñar
vocación de ser discípulos misioneros que para escuchar a Dios necesi-
nos disponemos a comenzar nuestra tamos de la ayuda de otro hermano
celebración cantando… en la fe y prestar atención a su voz.
2)  Saludo inicial Salmo responsorial (Sal 39, 2. 4.
7-10): La Palabra de Dios nos indica
El llamado de Dios en nuestras
qué debemos hacer para responder a
vidas siempre irrumpe de manera
la llamada del Señor. Con el salmista
distinta. Y la vocación recibida es a
agradecemos la gracia del llamado y
seguirlo siendo testigos de la fe. Por eso:
respondemos: Aquí estoy, Señor, para
Que el amor del Padre, que nos llamó hacer tu voluntad.
a la vida, que la gracia del Hijo que nos Segunda lectura (1Cor 6, 13-15.
hizo discípulos y el amor de Espíritu 17-20): San Pablo nos deja en claro que
que nos confirma en el seguimiento cuando Dios llama lo hace en plenitud,
cristiano estén con todos ustedes. o sea pidiendo todo nuestro ser. Y que
3)  Acto penitencial nuestro cuerpo es para dar gloria a Dios.
Acudamos al Señor que nos llama Evangelio (Jn 1, 35-42): El Maestro
por nuestro nombre y pidamos que Divino llama a los discípulos. En ellos está
nos entregue su misericordia que la prefiguración del llamado que nos hace
purifica nuestra respuesta. a cada uno de todos nosotros. Respon-
damos también como ellos, con prontitud.


–  Por nuestra falta de fe en la escu-
cha de tu llamada cotidiana. Señor, 6)  Credo
ten piedad La respuesta al llamado de Jesús
–  Por nuestra duda ante tu llamada. es una forma de expresar nuestra
Cristo, ten piedad. fe. Ahora lo hacemos como Cuer-
po de Cristo, llamado a dar razones de
–  Por nuestra inconstancia en la
nuestra fe. Creo…
respuesta a tu llamado. Señor, ten
piedad. 7)  Oración de los fieles
Dios todopoderoso tenga mise- Agradecidos por ser llamados
ricordia de nosotros, perdone discípulos misioneros, ejerzamos
nuestros pecados y nos lleve a la nuestra misión de rezar por la hu-
vida eterna. Amén. manidad y todo el Pueblo de Dios.
Aportes - 2
 A cada una de las intenciones res- 8)  Presentación de las ofrendas


pondemos: El trigo se hizo pan y los granos de


Padre, que seamos dóciles a tu uva se hicieron vino. El pan y el vino
llamado. se harán el Cuerpo y Sangre del
Señor. Así sea nuestra vida, conver-
4  Padre, te pedimos por la Iglesia, para tida en don para los demás. Presentamos
siempre esté dispuesta a escuchar los los dones y cantamos…
signos de los tiempos que es tu voz en
medio de la historia. Oremos. 9)  Padrenuestro
4  Padre, te pedimos por el Papa y todos El Señor eligió a sus discípulos
los ministros, para que sean fieles y les enseñó que Dios es Padre.
a la misión que les encomendaste. Recemos como él les enseñó a
Oremos. orar. Padre nuestro…
4  Padre, te pedimos por todo el Pueblo 10)  Comunión
de Dios, para que siendo dóciles a tu Para saber qué es lo que Dios


llamado nos comprometamos en la quiere de nosotros es recibirlo en la
lucha contra la pobreza y el narcotrá- eucaristía, ya que nos hacemos uno
fico. Oremos. con él. Nos acercamos a comulgar
4  Padre, te pedimos que suscites vo- cantando…
caciones de especial consagración,
al sacerdocio y la vida consagrada, y 11)  Avisos parroquiales

que los jóvenes respondan con gene-
rosidad. Oremos.
4  Padre, te pedimos por todos los que
sufren en el cuerpo y el alma, para 12)  Rito de conclusión
que entregados a ti completen en su
carne los sufrimientos de tu Hijo en la
cruz. Oremos.
Añadir y/o sustituir intenciones.
Señor Dios, que amas a tus hijos
con amor inefable, escucha nues-
tras súplicas y danos siempre tu
amor. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
Me llamaste y aquí estoy
Canciones vocacionales
Padre César
El CD es un repertorio de
música contemporánea de-

(Después de la oración posco-
munión).
Motivación: Pidamos al Espíri-
tu Santo la gracia de escuchar
siempre la voz del Divino Maestro
y responderle con generosidad.
Bendición: El Señor esté con uste-
des. Padre, que llamas incasablemente
al seguimiento de Cristo, confirma con
tu Espíritu a quienes son sus discípulos
misioneros. Y la bendición de Dios…
Despedida: Hemos recibido el alimen-
to de la Palabra y del Cuerpo y Sangre
del Señor, que nos dan fuerzas para ser
discípulos misioneros en el mundo. Ahora,
¡vayamos en paz!
13)  Canto final
Damos gracias al Señor por su


dicada a reflexionar sobre
el sentido de la vocación, llamado, y nos comprometemos
resaltando a personas que son modelos de vida. a escuchar siempre su voz. Nos
retiramos cantando…
Aportes - 3
(Viene de la p. 1).
tramos en la Eucaristía y en los sacramentos,
lo que tradicionalmente se llaman los “canales
de la gracia”. Y también lo encontramos en el
hermano que sufre, en el pobre y en el enfermo.
Pero nuestro encuentro con Jesús en las cosas
y espacios sagrados se hace pleno cuando lo
encontramos en la carne del hermano, espe-
cialmente si este está dolido.
Es necesario reflexionar sobre un tercer
elemento: el encuentro es transformador.
Jesús le dijo a Pedro: “Tú eres Simón, el hijo
de Juan: tú te llamarás Cefas, que traducido
significa Pedro”. Este es un cambio o un paso
de conversión. El encuentro con Jesús marca
un nuevo rumbo, obliga a una vida diferente.
Por eso, Jesús le cambia el nombre a Simón,
y a partir de ese momento se llamaría Pedro. Si
nos hemos encontrado con el Señor, nosotros
deberemos estar dispuestos a una transfor-
mación, a renunciar a cosas. Es decir, pasar
de pensamientos negativos y una mentalidad
individualista a pensamientos positivos y a
una mentalidad de bien común; pasar de sen-
timientos de rencor y violencia a sentimientos
de fraternidad y paz; pasar de actitudes indi-
ferentes y facilistas a actitudes benignas y de
compromiso con el evangelio.
El profeta Samuel, es una gran persona
del Antiguo Testamento. Su nombre significa
“Aquel que escucha a Dios”. Así lo hizo duran-
te su larga vida. Él tuvo la delicada misión de
sacar al pueblo del régimen de los Jueces, es
decir, del gobierno de un líder elegido por la
confederación de tribus, a un sistema monár-
quico, para lo cual ungió a Saúl como primer
rey de Israel. Samuel escuchó al pueblo, pero
sobre todo a Dios. Su madre, Ana, había sido
una mujer estéril, que milagrosamente había
quedado embarazada y consagrado inmedia-
tamente su hijo al Señor. Luego lo dejó en Silo
bajo el cuidado del sacerdote Elí. Hoy leemos
que Samuel era un muchacho adolescente al
que tres veces le habló Dios. Las dos primeras
no sabía qué responder, hasta que, guiado por
Aportes para la Celebración es un subsidio litúrgico preparado por el equipo de redacción de El Domingo, periódico religioso de
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Elí, dio la respuesta correcta: “Habla, porque
tu servidor escucha”. Esta escena es la de un
adolescente desorientado, que es elegido por
Dios para que cumpla una misión, y en esto
es orientado por un adulto.
Esto nos dice mucho en nuestros días,
porque relacionamos este llamado de Samuel
con la vocación que el Señor suscita en la Igle-
sia a los jóvenes para entregarles una misión,
especialmente si se trata de la vida religiosa o
sacerdotal. Pero descubrimos que nos juega en
contra esta cultura que da todas las satisfac-
ciones a los jóvenes: comida, ropa (de marca),
entretenimiento… pero les tapa los oídos. No
les da una orientación para que hagan plenas
sus vidas, menos si se trata de responder a la
llamada del Señor. Esta es la mundanidad a
la que se refiere con frecuencia Francisco, no
escuchar a Dios para dar cabida a lo material.
Esta mundanidad era ya un problema en
las comunidades que había iniciado san Pablo,
como en el caso de los Corintios. Ellos no te-
nían claro lo que estaba bien y lo que no, por-
que sus esquemas eran otros. Hoy el Apóstol
habla de la fornicación o los pecados sexuales
con una prostituta, lo cual atenta contra el pro-
pio cuerpo, que es templo del Espíritu Santo.
San Pablo guía a la comunidad que estaba
compuesta por algunos que no consideraban
esto bajo la óptica de un pecado. Pablo orienta
a la comunidad para que sea fiel a la opción
por Jesús. Él no condena, sino que llama a un
cambio de conducta. Así, los amigos de Jesús
valoramos el cuerpo en su justa dimensión,
porque no tenemos una religión que lo despre-
cie. Lo valoramos porque es el contenedor de
nuestros sentimientos, pensamientos, valores
y espíritu vital.
Somos los amigos de Jesús. Lo hemos
encontrado, lo hemos escuchado y queremos
seguirlo fielmente, pero reconozcamos que
hay una serie de impedimentos culturales que
nos impiden una respuesta de calidad y man-
tener el entusiasmo de ser cristianos. ¿Qué
deberemos convertir en nuestras vidas para
que él nuevamente nos repita: “Ven y verás”?