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SAN AGUSTIN Y ARISTOTELES

Aristóteles plantea un desarrollo distinto del tiempo exógeno a la conciencia que el


hombre puede tener. Trata de explicar la experiencia temporal mediante la puesta en
intriga (Mythos). El tiempo solamente llega a ser humano al articularse, asimismo el relato
adquiere verdadero sentido cuando se forma desde su dimensión temporal.

En el inicio de la base de la intriga necesaria para decir el tiempo, Aristóteles indica, en la


poética la trascendencia de la actividad mimética (mimesis) , esto significa, el proceso
activo de imitación y representación.

La lectura de Aristóteles tiene que evitar dos obstáculos contradictorios:


El de una manera de reducción de la mimesis a una simple imitación de un real
preexistente, y el de su entendimiento como dualidad de la presencia, a la manera
platónica. Para tener presente la parte de la imitación creadora y la censura instauradora
a través de la cual se abre un espacio de ficción. Ricoeur distingue 3 formas de mimesis
que se unen entorno a una función pivote de la formación poética entre un antes y un
después.

En la mimesis I, la puesta en intriga hunde sus inicios en una pre comprensión del mundo
de la acción tanto en la perspectiva de sus estructuras de inteligibilidad como de su
carácter simbólico y temporal. En el apogeo de la actividad mimetica, la mimesis II es el
nivel de la ficción, el ‘’como si’’ es el rol mediador fundamental que lleva a cabo el carácter
dinámico de la operación de configuración y da inicio a la unión de factores heterogéneos
entre sí, que son la presentación de los actores, sus metas y medios.

En el tercer nivel, mimesis III, el nivel de la refiguracion indica el destino de esa


configuración en el encuentro del mundo del texto y el mundo del lector, que restaura,
según Ricoeur, el tiempo del obrar y del padecer.

SAN AGUSTIN
Desde esa variante cosmológica del tiempo se contrapone la vertiente psicológica e
íntima, según san Agustín, que plantea, sin titubeos la interrogante ‘’ ¿Qué es el tiempo?’’
si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si me preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé’’,
Agustín parte desde la siguiente premisa: si el pasado ya no es y el futuro no es aun,
¿Cómo entender lo que puede ser del tiempo?

Para responder esta pregunta Agustín utiliza el presente, un presente circunscrito a una
temporalidad amplia que abarca las cosas del pasado y la espera de las cosas que
sucederán a futuro.

El aporte de San Agustín se sitúa en el vínculo establecido por el por el indicado entre
esta falla señalada en el corazón mismo del triple presente y la comodidad del alma,
relacionada a la extensión del tiempo. Sin embargo, la conjetura filosófica no soluciona la
contradicción entre tiempo cosmológico e intimo

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