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13/1/2018 Pielonefritis (infección urinaria alta)

Pielonefritis (infección urinaria alta)


Autor: Redacción Onmeda (27 de Septiembre de 2017)

Una pielonefritis (infección urinaria alta) es una infección del riñón que provoca la inflamación aguda o
crónica de la pelvis renal y el tejido de los riñones. La causa más común es una infección urinaria baja
que asciende a los riñones. Las mujeres la padecen con mucha mayor frecuencia que los hombres.
Aproximadamente un 50 % de las mujeres puede tener una infección de este tipo a lo largo de su vida,
relacionadas con la actividad sexual, los embarazos o la edad.

La pielonefritis, por regla general, está causada por una infección de la vejiga que a través de la uretra puede
llegar a la pelvis renal y los riñones. Esto ocurre rápidamente, por ejemplo, en caso de trastornos del flujo de la
orina: si esta no fluye correctamente (por ejemplo, a causa de cálculos en las vías urinarias, entre otros), los
organismos patógenos pueden ascender con facilidad. Por lo común estos patógenos son bacterias: la bacteria
intestinal Escherichia coli está implicada con frecuencia en la pielonefritis.

La infección urinaria alta puede tener una evolución variable y mostrar por tanto diversos síntomas. Las
manifestaciones clásicas de una pielonefritis aguda sin complicaciones son: dolor lumbar, fiebre y escalofríos y
síntomas de una cistitis, como dolor al orinar o ganas intensas y frecuentes de orinar, que no aparece en todos los
afectados. Un 50 % de los enfermos suele haber tenido infecciones urinarias bajas en los meses anteriores.

La pielonefritis complicada, aparece a modo de brotes, si bien puede existir durante un periodo prolongado sin
que se presenten síntomas. Sin embargo, tras cierto tiempo la función renal se ve afectada, lo que puede derivar
en casos extremos en insuficiencia renal. Entre las posibles molestias se encuentran: agotamiento, dolor de
espalda, molestias gastrointestinales, pérdida de peso, anemia o hipertensión arterial, entre otras.

Para efectuar un diagnóstico de pielonefritis, son necesarios una exploración física, y un análisis de sangre
y análisis de orina. Además se emplean técnicas de diagnóstico por imagen como la ecografía o la urografía
intravenosa y el TAC. Con el fin de identificar los agentes patógenos responsables de la pielonefritis y establecer
el tratamiento adecuado, el médico realiza un urocultivo con una muestra de orina.

Por regla general contra la pielonefritis se aplica un tratamiento con antibióticos. durante quince días. Si a las 48-
72 horas sigue existiendo fiebre, se suele modificar el tratamiento. Además es aconsejable guardar reposo en
cama y beber gran cantidad de líquidos que ayuden a la eliminación de los organismos patógenos y reponer las
pérdidas de líquido por la fiebre. Con el fin de mitigar las molestias generales, resultan de ayuda los
medicamentos antipiréticos y antiinflamatorios.

Definición
La infección urinaria alta o pielonefritis es una enfermedad renal caracterizada por la inflamación aguda sin
complicaciones o con ellas, en la zona de la pelvis renal próxima al uréter y al tejido renal. Normalmente solo
afecta a un riñón.

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En muchos casos la pielonefritis se produce como consecuencia de una infección ascendente: si los agentes
patógenos acceden a la vejiga a través de la uretra, pueden llegar, desde ahí, a la pelvis renal por medio del
uréter, que transporta la orina desde la pelvis renal hasta la vejiga urinaria.

A diferencia de la glomerulonefritis, en la que hay afectación de las nefronas, en la pielonefritis se afecta


normalmente el tejido conectivo del riñón. Sobre todo en el caso de inflamación crónica, esta puede repercutir en
mayor medida en otros sistemas orgánicos.

Anatomía del riñón.

Se diferencia entre:
Infección del tracto urinario no complicada es aquélla que se produce normalmente en una mujer
premenopáusica, no embarazada y sin alteraciones del tracto urinario.

Infección complicada se considera cuando afecta a pacientes con alteraciones anatómicas o funcionales
del tracto urinario.

La infección del tracto urinario recurrente (tres o más episodios al año) aparece en embarazadas, hombres,
inmunodeprimidos, tras manipulación urológica reciente, en sondados o por microorganismos
multirresistentes. Esta infección recurrente puede ser recidivante, originada por el mismo microorganismo, o
una reinfección, causada por distintos microorganismos.

Incidencia
Una pielonefritis es una de las patologías renales más frecuentes, aunque menos que las infecciones
urinarias bajas.

En las mujeres la probabilidad de contraer esta enfermedad es el doble que en los hombres. Afecta además con
más facilidad a mujeres jóvenes activas sexualmente, y también durante el embarazo. En el caso de los niños,
suele deberse a malformaciones urológicas.

Los factores de riesgo en mujeres premenopáusicas son el embarazo, las relaciones sexuales, el uso de
espermicidas o de diafragma y la existencia de una infección urinaria previa. En mujeres posmenopáusicas se ha

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asociado la incontinencia urinaria a la diabetes, a enfermedad neurológica o a la


hipoestrogenemia.

La incidencia en el sexo masculino se ven dos picos de incidencia: durante el primer año de edad y a partir de los
50, pues se incrementa con la edad a consecuencia de la hiperplasia de la próstata, que dificulta la excreción
de la orina y provoca que se retenga una cierta cantidad en la vejiga tras orinar. Esta orina residual favorece el
crecimiento de gérmenes y puede causar una infección.

Otro grupo especialmente afectado por esta patología son las personas parapléjicas, ya que en muchos casos
tienen problemas de vejiga, incontinencias y por el uso de sondas y cateterismos, suelen padecer a menudo
infecciones de orina.

Causas
La infección urinaria alta (pielonefritis) está provocada normalmente por alteraciones en el flujo y la excreción
de la orina. Estas pueden deberse, por ejemplo, a la presencia de un cálculo en las vías urinarias. Si la orina no
se excreta correctamente, existe la posibilidad de que aparezca una infección por vía ascendente: los agentes
patógenos llegan a través de la uretra a la vejiga y, desde esta, ascienden a la pelvis renal y a los cálices
renales. Dado que la pelvis renal almacena la orina producida en los riñones, es fácil que se produzca una
infección en esta zona.

En casos poco habituales la pielonefritis está causada por organismos patógenos que penetran por vía
sanguínea.

La pielonefritis aguda se presenta principalmente en fases en las que el sistema inmune del organismo está
debilitado, cosa que puede ocurrir, por ejemplo, a consecuencia de un tratamiento con determinados fármacos
como los inmunosupresores o en caso de tumores.

La pielonefritis complicada puede surgir tras daño renal producido por abuso de antiinflamatorios, pues los
AINES, pueden provocar daño renal. También quienes padecen diabetes mellitus tienen mayor riesgo de
pielonefritis.

En el varón, la ITU es menos frecuente, aparece en edades más avanzadas y está en relación con alguna
anomalía anatómica, incontinencia urinaria, o una disminución de la actividad bactericida prostática. En varones
jóvenes, se ha asociado con la conservación del prepucio, relaciones sexuales con mujeres colonizadas por
uropatógenos o la inmunosupresión (VIH). La sonda vesical es un factor de riesgo especial de infección
urinaria ya que altera los mecanismos inespecíficos de defensa, facilita la colonización y dificulta el tratamiento.
La duración del sondaje es el factor más determinante para tener infección urinaria con un riesgo de 3-8% por día
de sondaje.

En pacientes con trasplante renal y renopancreático, la infección urinaria alta es más frecuente y puede
provocar más complicaciones que en el resto de trasplantes. Entre los factores de riesgo de padecer una
infección urinaria en el receptor de un trasplante renal, además de los de la población general (edad, sexo
femenino o diabetes), afecta el periodo prolongado de diálisis previo al trasplante, el antecedente de infección
urinaria en el pretrasplante, el retrasplante, la ausencia de tratamiento antibiótico en el donante, la cateterización
vesical prolongada y el uso inadecuado de profilaxis antibiótica. Las complicaciones urológicas tras la intervención
quirúrgica aparecen entre un 5 a un 15 % de los casos que conllevan un incremento de infección urinaria. Las
formas más graves se asocian con fístulas urinarias y reflujo vesicoureteral.

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Agentes patógenos
En la mayoría de los casos la infección urinaria alta (pielonefritis) está causada por bacterias, entre las que la
más habitual es la bacteria intestinal Escherichia coli.

La pielonefritis también puede estar provocada por otras bacterias como estafilococos, enterococos,
proteus o klebsiellas.

Si la infección se contrae durante una estancia hospitalaria (por ejemplo, a través de un catéter), los posibles
patógenos implicados son mucho más numerosos y muy diversos, siendo mucho más agresivos la mayoría; en
estos casos, los responsables pueden ser incluso hongos además de bacterias.

Síntomas
Uno de los síntomas típicos de la pielonefritis aguda es un malestar intenso y de aparición repentina. Las
manifestaciones clínicas más habituales son:

Pielonefritis aguda
Los síntomas más característicos son los siguientes:

Falta de apetito

Agotamiento

Fiebre alta

Escalofríos

Pulso acelerado o taquicardia

Dolor en el flanco persistente o espasmódico (dolor en los costados del abdomen)

Síntomas de una cistitis (dolor al orinar o ganas de orinar frecuentes e intensas)

En algunos casos la pielonefritis aguda puede tener un inicio lento y presentarse con síntomas atípicos
como cefalea o cansancio. También se presentan, en ocasiones molestias gastrointestinales, como náuseas leves
y vómitos, dolor abdominal o signos de obstrucción intestinal. La función renal, en principio, no tiene porqué
verse limitada a consecuencia de la pielonefritis aguda.

Pielonefritis complicada
La pielonefritis complicada puede presentarse durante un periodo largo de tiempo sin síntomas; no aparecen
fiebre ni otras manifestaciones de la pielonefritis aguda. Sin embargo, esta patología compromete, tras cierto
tiempo, la función renal, lo que en casos extremos puede derivar en insuficiencia renal. Las posibles molestias
se dan a modo de brotes y son menos características:

Agotamiento

Dolor de espalda

Trastornos gastrointestinales como nauseas y vómitos

Pérdida de peso

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Dado que el riñón, entre otras funciones, participa en la síntesis de glóbulos rojos, la pielonefritis
crónica puede acompañarse de anemia. Otros síntomas son aparición de una orina turbia de color rojizo
(hematuria), que también puede surgir en la pielonefritis aguda y (en, aproximadamente, el 30 a 50% de los
casos) hipertensión arterial debido a la menor excreción de líquido. Además, el riñón no es capaz de eliminar tan
eficazmente las sustancias de desecho, tales como los productos derivados del metabolismo.

Pielonefritis xantogranulomatosa
La pielonefritis xantogranulomatosa es una forma poco habitual de una pielonefritis bacteriana crónica y se debe
a infecciones urinarias recurrentes, complicadas con litiasis o uropatía obstructiva. Los síntomas clásicos son
dolor en flanco, fiebre, malestar general y perdida de peso. Otra forma de presentación es el desarrollo de
amiloidosis secundaria que debuta con un síndrome nefrótico en algunos pacientes con un curso muy prolongado
de inflamación crónica.

Normalmente, el tejido renal inflamado adquiere una coloración amarillenta y presenta nódulos (granulomas).
Pueden producirse hemorragias y destrucción del tejido, así como alteraciones que, en las imágenes diagnósticas
(TAC), se asemejan a un tumor renal.

Diagnóstico
Si existe la sospecha de infección urinaria alta (pielonefritis), en primer lugar, el médico interroga al paciente
sobre su historial clínico (anamnesis): para el diagnóstico es importante, ante todo, la información sobre
infecciones contraídas en la infancia o durante el embarazo, ya que un brote agudo es, en muchos casos,
consecuencia de una infección crónica. A continuación se realizan diversas analíticas (urocultivos y
hemocultivos), que incluyen un análisis de sangre y de orina.

Además de toda la información recogida en la anamnesis y de la exploración física, las pruebas de laboratorio
básicamente son el examen microscópico de orina y el cultivo de orina; el resto de pruebas (analítica de sangre,
ecograría) serán para evaluar la repercusión general de la infección de orina.

Análisis de orina: con el fin de determinar si la pelvis renal está inflamada, el facultativo analiza
la orina en busca de bacterias, pus (piuria), glóbulos blancos y glóbulos rojos. Si además del tejido conectivo
están afectadas las unidades funcionales del riñón (glomérulos), puede hallarse la presencia de proteínas en
la orina. Un urocultivo permite identificar de manera precisa los agentes patógenos y seleccionar el
antibiótico más efectivo.

Análisis de sangre: para diagnosticar pielonefritis, puede ser útil analizar la presencia de bacterias en
la sangre, con un hemocultivo. Dado que la pielonefritis crónica suele afectar a la función renal, pueden
detectarse, en ocasiones, niveles elevados de urea y creatinina.

La evaluación se complementa mediante técnicas de diagnóstico por imagen:

Ecografía: en caso de pielonefritis, una ecografía de los riñones y la vejiga urinaria permite al médico
determinar si la orina puede fluir desde los riñones a la vejiga, o si uno o ambos riñones están obstruidos.
Además esta prueba le permite comprobar si sigue habiendo orina tras el vaciado de la vejiga (orina residual),
ya que las alteraciones en la eliminación de la orina son. en muchos casos, responsables de la pielonefritis, al
igual que algunas formas de incontinencia urinaria.

Examen radiológico: en caso de infección por vía sanguínea, la radiografía permite, con frecuencia,
detectar pequeñas zonas hiperdensas redondeadas, que son los focos de siembra hematógena..

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Con el fin de esclarecer las causas de una pielonefritis crónica infantil, puede utilizarse un examen radiológico
con contraste: la cistouretrografía miccional, en la que se introduce un medio de contraste directamente en la
vejiga. De esta forma es posible determinar el estado y la capacidad de la vejiga, así como detectar si el niño es
capaz de vaciarla por completo o si existe un estrechamiento de la uretra.

Tratamiento
Puesto que la infección urinaria alta (pielonefritis) está causada, con mucha frecuencia, por bacterias,
el tratamiento suele constar de antibióticos que han de tomarse durante 7 o 10 días. En un primer momento se
administran antibióticos de amplio espectro, que pueden ser sustituidos (una vez identificados los agentes
patógenos concretos) por otros antibióticos más específicos.

Con el fin de identificar los organismos patógenos y recetar el medicamento más adecuado, el facultativo realiza
un urocultivo con una muestra de orina para el diagnóstico microbiológico.

Si la fiebre no remite tras el tratamiento siempre se debe consultar con su médico por si es necesario ampliar el
tratamiento. En pacientes con pielonefritis no complicada, los antibióticos orales son eficaces en la
mayoría de los casos aunque también se puede iniciar tratamiento parenteral durante 12-24 horas de
observación seguido de tratamiento oral. En contraste, los enfermos con pielonefritis complicada (fiebre alta,
leucocitosis, vómitos, deshidratación), en embarazadas o que no hayan respondido al tratamiento por vía oral,
requerirán ingreso hospitalario para recibir antibióticos por vía intravenosa e hidratación adecuada.

Durante el tratamiento con antibióticos es aconsejable guardar reposo en cama. Además es importante beber
gran cantidad de líquido siempre que sea posible, ya que esto favorece la eliminación por la orina de los agentes
patógenos y reponer las pérdidas hídricas causadas por la fiebre. Para mitigar las molestias generales, son
útiles los fármacos antipiréticos y antiinflamatorios.

Un par de semanas después de finalizar el tratamiento con antibióticos, resulta conveniente realizar
un urocultivo de control. Si además de pielonefritis existen alteraciones en la eliminación de la orina, se han de
esclarecer y eliminar las causas del trastorno (por ejemplo, cálculos en las vías urinarias) para que el tratamiento
sea efectivo.

En la variante crónica de la pielonefritis, es necesario tratar con antibióticos cada brote infeccioso. Si la terapia
con tratamiento oral resulta infructuosa en repetidas ocasiones, es recomendable el tratamiento en un centro
hospitalario, de modo que los antibióticos puedan suministrarse por vía intravenosa. En el caso de los niños, el
tratamiento de la pielonefritis crónica busca principalmente evitar el reflujo de orina, posteriormente reciben
antibióticos durante un periodo más o menos prolongado.

Evolución
La infección urinaria alta (pielonefritis) puede tener un curso agudo o crónico, lo que influye en gran medida
sobre el pronóstico de la enfermedad:

La pielonefritis aguda suele evolucionar sin complicaciones y remite en la mayoría de casos sin secuelas tras un
tratamiento con antibióticos adecuado y específico. Aunque reaparezca, el pronóstico no es necesariamente
desfavorable, ya que no es frecuente que evolucione hacia una pielonefritis crónica, incluso en presencia de
factores que la favorezcan como alteraciones en la eliminación de la orina o presencia de reflujo vesicoureteral.

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La pielonefritis complicada, por el contrario, presenta un pronóstico más adverso: por lo común no se cura por
completo. A largo plazo, esta variante requiere controles médicos periódicos y un tratamiento antibiótico
consecuente de los brotes infecciosos. A pesar de su evolución crónica, la mayor parte de los afectados no llega
a sufrir fallo renal progresivo.

Complicaciones
Durante su curso, la infección urinaria alta (pielonefritis) puede desembocar en diversas complicaciones: una
inflamación simple puede derivar en una inflamación purulenta de la pelvis renal y, en casos extremos, causar
un absceso renal. En dichas situaciones existe la posibilidad de que los organismos patógenos lleguen a
la sangre y provoquen una urosepsis, es decir, una invasión bacteriana de la sangre, que se origina en las vías
urinarias (sepsis urinaria). Asimismo, en determinadas circunstancias, hay presencia de sangre en la
orina (hematuria).

La pielonefritis aguda conlleva complicaciones especialmente cuando la infección se contrae durante una
estancia hospitalaria (el tratamiento en estas situaciones es más complejo, ya que con frecuencia hay patógenos
muy diversos involucrados y, por lo general, más agresivos) o cuando existen determinados factores de riesgo:
por ejemplo, en caso de diabetes mellitus (tienen las defensas disminuidas y además eliminan glucosa en orina,
por lo que los gérmenes pueden alimentarse mejor y multiplicarse con mayor facilidad), estenosis de las vías
urinarias o embarazo, el riesgo de que la pielonefritis aguda se cronifique aumenta.

Así, las complicaciones más habituales de una pielonefritis aguda son:

Sepsis, que puede acompañarse de shock y fallo multiorgánico.

En las mujeres gestantes la infección puede provocar desde alteraciones en el embarazo hasta aborto y
partos prematuros. Hay que tener importante atención porque una pielonefritis puede derivar de una cistitis,
que en el embarazo puede pasar desapercibida en un gran porcentaje de mujeres.

Cuando una pielonefritis complicada compromete la función renal, pueden surgir más complicaciones a largo
plazo, tales como hipertensión arterial o alteraciones del equilibrio electrolítico. El fallo renal progresivo a
consecuencia de la pielonefritis solo ocurre en aproximadamente uno de cada mil casos.

Prevención
También es importante mantener una higiene adecuada de la zona perianal después de la defecación (para
evitar que entren bacterias a la uretra) y los riesgos de infecciones por relaciones sexuales. Por otra parte, hay
que tener en cuenta los riesgos de un uso inadecuado de un tratamiento con antibióticos, por la posible aparición
de resistencias a estos.

Para evitar que una pielonefritis aguda se vuelva crónica, esta debe curarse por completo. Si padece más de
tres infecciones de las vías urinarias al año, es aconsejable una profilaxis a largo plazo con antibióticos: para
ello, siga la pauta que su médico le indique y que dependerá de cada caso. En las infecciones urinarias
recidivantes se recomienda 14 días de tratamiento o terapia prolongada durante 4-6 semanas. Si la recidiva se
produce tras una terapia prolongada, se aconseja profilaxis nocturna durante 6 meses o menos. En caso de
obstrucción u otra anomalía, se recomienda la corrección de la misma mediante intervención quirúrgica o litotricia.

Lo importante es que los fármacos empleados no influyan sobre la flora intestinal. A continuación su médico le
indicará suspender la medicación para comprobar si continúa teniendo propensión a la pielonefritis.

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En algunas mujeres existe una relación entre las relaciones sexuales y la aparición reiterada de la infección
urinaria alta. Si observa este vínculo (es decir, si con frecuencia vuelve a notar síntomas de
pielonefritis o cistitis entre 8 y 10 horas después de haber mantenido relaciones sexuales), puede tomar una
única dosis de antibiótico después de un encuentro sexual. Si esta relación no está clara es mejor la profilaxis a
largo plazo.

Otras recomendaciones para prevenir las infecciones urinarias pasan por orinar en cuanto se tengan ganas, ya
que las bacterias pueden crecer cuando la orina permanece en la vejiga mucho tiempo. También se debe orinar
justo después de tener relaciones sexuales para expulsar las bacterias que puedan haber entrado por la uretra
durante el acto sexual.

Por otra parte, el uso de diafragma o espermicida como método anticonceptivo puede causar infecciones de
las vías urinarias al aumentar el crecimiento de bacterias. Los preservativos sin lubricante o con espermicida,
aumentan la irritación y así pueden favorecer la proliferación de bacterias.

Última revisión médica: Dr. Tomás Rodelgo (16 de septiembre de 2012)

Fuentes:
Harrison: Principios de Medicina Interna; Anthony Fauci, McGraw-Hill; 17ª Edición; 2008; Interamericana de
México.

Tratado de Medicina Interna. Farreras, Rozman; 16º Ed. 2008; Elsevier.

Actualización del documento de consenso sobre infecciones del tracto urinario; Mohamed Omar Mohamed-
Balghata, Juan de Dios Alcántara Bellón; Publicado por la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas;
Volumen 13, suplemento 1 2012.

Infecciones de tracto urinario; Revista de Nefrología; Esther González Monte; Nefrología. Hospital
Universitario 12 de Octubre. Madrid. 2012.

Onmeda International

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