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266 JOSÉ BONET AlCÓ N

*«iarse las p ruebas, inm ediatam en te después, de la litiscontestación, h ec h a de


a cu erdo con los cc. 1513 § ! , i 6 3 9 § 1 y 1683, se debe p a s a r a la discusión
de la causa y a la sentencia (Cf. c. 1640).
Como ya dijimos, si hubiera u na doble sen tencia con fo rm e e n u n a ca usa
de n ulidad m atrim onial, no tendría lu g a r la apelación pero sí p u e d e re alizar­
se u na n ueva proposición de causa, es decir, puede recurrirse al T ribu nal de
apelación, que en este caso será la Rota R om ana, aduciendo n u e v a s y g rav es
p ru eb as o razones.
Todavía, deben considerarse com o dos sentencias o decisiones fo rm a l­
m ente confo rm es en un juicio de nulidad m atrim onial cu a n d o se d a n las si­
gu ien tes condiciones: si los cónyuges son los m ism os; si lo q u e se pide es la
declaración de esa nulidad m atrim onial; y si es d eclarada p o r los m ism os
capítulos o c a u s a le s 197. Ahora bien, p o d rían considerarse c o m o decisiones
su s ta n c ia lm e n te o equiv alentem en te conform es, a ú n cu a n d o n o fu e ran d e ­
n o m in a d o s del m ismo modo los capítulos de n ulidad, pero h u b ie ra p le n a
coincidencia en cuanto a los hechos probad os e n am b as in stancias. Es decir,
que h ub iera la m isma ratio p c te n d i, que está co n stitu id a p o r to d o h ec h o
im peditivo de la validez del m atrim onio. Ello podría ocurrir, p o r ejem plo, en
los casos en que en primera instancia se declarase la nulid ad p o r el capítulo
del c. 1095 2° y en segunda in stancia p o r el c. 1095 3o. Ello p o d ría c o n s id e ­
rarse com o u n m odo de interp retar distinto e n u n a y otra in s ta n c ia , los m is­
m os h echos p robado s en los que se funda la inequívoca n u lid a d m atrim onial.
Tam b ién podría ocurrir que los h echos p ro bados se refirieran a u n a s im u la ­
ción, la cual hubiera surgido de violencia o m iedo g rave o incluso, se g ú n la
estim ació n de u n o de los dos Tribunales, de u n a causa psíquica.
XII. EL PROCESO DOCUMENTAL

Ya el Código de 1917, en los cc. 1990-1992 señaló p o r prim era vez y de


un a m an era tax ativ a, ciertos casos en los que se podia proceder a la declara,
ción de la nulidad de una m anera peculiar, sum aria y alejada de las solemni­
d a des del proceso norm al y o rdin ario. Los casos enum erados e n dicho Código
eran la disparidad de cultos, el orden sagrad o, el vo to solem ne de castidad, p)
ligam en. la consanguinidad, la afinidad y el parentesco espiritual (matrimonia
de b autizado o b autizada con su m adrina o padrino, sin pedir la dispensa). Y
se p roclam aba, para po der utilizar este proceso abreviado, la necesidad de Que
constase p o r m edio de u n docum ento cierto y auténtico, tanto la existencia
d el im pedim ento co m o la no concesión de dispensa sobre el m ismo. Aquí te­
nem os un antecedente im portante de lo que actualm ente constituye en el Có­
digo vigente el llam ado proceso matrim onial d o c u m e n ta l196.
En la n o rm ativ a vigente se procede del m odo siguiente. Una vez redhi.
d a la petición hecha conform e al c. 1677, el V icario ju d icial o el Juez por
éste design ado puede declarar m edian te sentencia la nu lidad de un matri­
m onio, o m itiend o las solem nidades del proceso ordinario, pero citando a lac
pa n c s y ca n la intervcnci á iL í k l D e f e n s o r del V in culo, si p o r un documento
al que no pueda oponerse ninguna objeción ni excepción consta con certeza
¡n existencia de un im pedim ento dirim ente o el defecto de fo r m a legitima,
con tal de que conste con igual certeza que no se concedió dispensa o que el
procurador carece de mandato vá lid o|y,).

^ ^ í |. S, O k m i o . 7rm iis p e o r csttlcx v n u liiltu l m a trim o n ia l. M a d rid ,' 1*)99, |>p. 929-955.
268 JOSÉ BONET ALCÓN

En la práctica de los Tribunales, el caso m ás frecuente q ue se p lan tea p o r


el proceso docum ental es el que corresponde a los casos de bigam ia. Puede
ocurrir que un cónyuge descubre que el otro ya estaba casado p o r la Iglesia y
se casó p o r segunda vez: con falsificación de la fe de bautism o; o haciéndose
b autizar de nuevo con engaño; o en definitiva, haciéndose p asar p o r soltero.
Ahí la otra parte puede presentarse al Tribunal para p e d i r l a nulidad del m a ­
trim onio. Entonces ya no se necesita u n Tribunal colegiado de tres ju e c e s sino
que basta un solo Juez. Si éste tiene ante sí el acta del prim er m atrim onio, que
no fu e declarado nulo; y tiene tam bién el acta del segundo m atrim on io; debe­
rá sim plem ente tener la constancia de que la prim era m ujer del p resun to b ig a­
mo vivía cuando éste se casó p o r segunda vez con engaño. No se trataba de
un viudo. Citadas e interrogadas las partes y con el dictam en del Sr. Defensor
del Vinculo, se puede pasar directam ente a dictar sentencia. Son procesos b re­
ves oue no suelen durar más de un m es. P ero podría ocurrir que esa nulidad de
m atrim on io propia del bigamo ya se hubiera divulgado y sin em bargo la per­
sona c o n 1a que realizó el segundo casam iento, decida no hac er n in g ú n juicio
de nulidad m atrim onial. \gn cambio, el primer cónyuge defraudado pretenda
p lan tea r el a s u n to. De suyo él no puede hacerlo, pero p uede y debe acudir al
Pro m o to r de j u s ticia p ara que, en ese caso, él sea quien plantee la nulidad de
ese m atrim onio, ta m b ién por la vía del p roceso documental.
f Si el Defensor del Vínculo considera p ru d e n te m en te que los vicios s e ñ a ­
lados e n el c. 1686 o la falta de dispensa n o son ciertos, debe a p e la r co ntra
esta declaración al Juez de seg un da instancia, a quien se h a n de rem itir los
a u to s ad virtién dole por escrito que se trata de u n proceso d o c u m en ta l. La
parte que se considere perjudicada conserva intacto el derecho a a p e la r200.
C uando se dé la m encionada apelación el Juez de segun da instancia, con
interv e n ción del Defensor del Vínculo y habiendo oído a las partes, decidirá
de la m an e ra indicada en el c. 1686, si la sentencia debe confirm a rse o m ás
bien se debe proceder en la causa, según el trám ite legal ordinario, y, en este
caso, la remitirá al Tribunal de prim era in sta n c ia 201.
Existen algunos casos, como el de impedimento de impotencia o el defecto de
forma canónica, que raramente podrán constar por algún documento a que no
pueda oponerse ninguna objeción ni excepción; en esos casos será conveniente
que el Vicario judicial o el Juez designado realice una previa investigación para
no admitir de modo superficial o temerario el proceso documental, y verá si no es
más conveniente el atenerse directamente al proceso contencioso ordinario.

( I. i\ |(.l!7.
■>01
( I. i'. I(>HH.
XIII. LA ANOTACIÓN DE LA NULIDAD
MATRIMONIAL EN LOS LIBROS
PARROQUIALES

En cu a n to la sentencia se hay a hecho ejecutiva, el Vicario ju d ic ia l debe


notificarla al Ordinario del lu g a r en el que se celebró el m atrim on io. Éste
debe cu id ar de que se an ote cu a n to an tes e n el libro de m atrim onios. T a m ­
bién se solicitará a los Ordinarios co rresp o n d ien tes la an o tac ió n en los li­
bros de b au tism os de la nulidad que se ha declarad o y de las p rohibiciones
que quizá se h a y a n a ñ a d id o 202.
Después de que la sentencia que p o r prim era vez declaró la nu lid ad de
un m atrim o n io haya sido con firm ada, en grad o de apelación m ed ian te de­
creto o n u ev a sentencia, aquellos cuyo m atrim o n io ha sido declarado nulo,
p u ed en c o n tra e r n u ev a s nupcias a p a rtir del m o m en to en que se les ha n o ti­
ficado el decreto o 1a nueva sentencia, a no ser que esto se p roh íba p o r u n
veto incluido en la sentencia o decreto, o establecido po r el O rdinario del
l u g a r 203.

Las prescripciones del c. 1644 acerca de u n a nueva proposición de causa


han de observarse a u n q u e la sentencia que declaraba la nulidad del m atri­
m onio hubiera sido confirm ada no con otra sentencia, sino m ediante decre­
t o 2™.
272 JOSÉ BONET ALCÓN

C ontra d p ro n u n c ia m ie n to sobre las costas procesales, los h o n o ra rio s y


el resarcim iento de daños, no se da apelación p o r separado, pero la p arte
puede recurrir en el plazo de 15 días ante el m ismo Tribunal colegiado, quien
podrá m odificar la ta s a c ió n 206.
Quien desee o bten er la ex en ció n de las costas procesales, o su d is m in u ­
ción, o el g ratuito o sem igratuito patrocinio, debe pre sen tar j u n t o con el li-
bello los d o cum entos correspondientes p o r los que se dem uestre su condición
económica. El Presidente del Tribunal deberá requerir norm alm ente, para estas
concesiones, la opinión del Defensor del V ínculo y del P ro m o to r de ju stic ia
si interviene, tran sm itién do les el libello y los d ocu m en tos correspon dien tes.
N orm alm ente, en la segu nda o ulteriores instancias, se presum e qiie se
debe ap licar la m isma exención, total o parcial, de costas procesales que fue
co ncedida en la prim era instancia. Si hubiera u n a ju s ta causa, com o el c a m ­
bio de la situación económ ica de las partes, el Presidente del Tribunal podría
rev ocar dicha exención o reducción. Lo m ismo habría que decir con respecto
al g ratu ito patrocinio. Tam bién puede ocurrir que la situación ec o n ó m ic a de
las partes haya .empeorado en la seg und a o ulteriores instancias, en cuyo caso
podrá otorgársele en ellas la corresp ond ien te reducción o ex e n c ió n de cos­
tas.
C uando el Ju ez determ ine el o to rgam iento de g ratuito patrocinio, d esig­
nará p o r orden de la lista de los ab o g ado s del Tribunal a aquél a quien le
c o rresp on da a c tu a r gra tu itam ente . Y el ab o g a d o estará obligado a a c a ta r esa
decisión y cum plir con diligencia su función.
En to d o s los casos el Obispo M oderador del Tribunal deberá c u id a r que
las expensas judiciales y los honorarios de los abogados, procuradores y peritos,
no sean ex cesivam ente gravosos, teniendo m uy en cuenta el ev ita r d a ñ o s a
la Iglesia y que el bien de las alm as es siem pre la suprem a ley de la Iglesia.
De m odo tal, q ue nadie, p or m otivos económ icos, deje de o b te n e r la corres­
p o n d ien te asistencia de los Tribunales.
XV. LAS CAUSAS DE SEPARACIÓN
DE
LOS CÓNYUGES

En el Código existen cinco cáno n es relativos a la separación de los c ó n ­


yuges. Se com ienza p o r el c. 1692 que m anifiesta la posibilidad de que para
un lu g a r d eterm in ad o se hay a provisto leg ítim am ente de otro m odo al es ta ­
blecido p o r el Código. Esto es asi p o rque c o n m ucha frecuencia se deja la
s e p a ra ción a lo qu e determ inen los T ribunales civiles^
P o r su parte, la Iglesia señala que esta sep a rac ió n d e los có n yu ges b a u ­
t izados puede decidirse por decreto del Obispo diocesan o o p o r sen tencia del
Juez. Donde la decisión eclesiástica no p ro du zca efectos civiles, o si se grevé
que- la senten c ia civil no será co ntraria al d erecho divino, el Obispo de la
d iócesis de residencia d e los c ó n y u g es, aten d ie n d o a las circunstancias p a r­
ticulares. podrá conceder licencia pa ra acudir al fuero civil. Y si la causa versa
tam b ién sobre los efectos m eram en te civiles del m atrim o nio , se p ro q ira ? á x
que la causa se lleve desde el prim er m o m e n to al fuero civil207.
Pero se debe recordar lo dispuesto en el c. 1153 § 1 según el cual c u a n ­
do u n o de los có n y u g e s p one en grave peligro espiritual o corporal al otro o
a la prole, o de otro modo h ace d em asiado dura la vida en com ún, si la de-
m oia en p la n te a r el proceso de separación implica un peligro, la separación
puede realizarse p o r autorid ad propia de los m ism os cónyuges.
Las ca u sas de separación de los có n y uges afectan al bien p ú b lico de la
Iglesia y. po r tan to , en ellas debo intervenir siem pre el P ro m o to r de ju stic ia ,
de ac uerdo al e. M9J*®.' " ”..... ~

" ' r r . h.' ja


n . i-, k .'Hv
274 JOSÉ BONET ALCÓN

Si u n a de las partes o el P ro m o to r de ju s tic ia n o so licitan el pro ceso


co nten cioso ordinario, se seguirá el proceso contencioso oral. Si se h a s e g u i­
do el proceso contencioso ordinario y h a y apelación, el T ribunal de seg u n d a
instancia procederá, con las debidas proporciones, de acuerdo c o n el c. 1682
§ 2209.
Respecto a la com petencia del Tribunal, debe observarse lo dispuesto p o r
el c. 1673210. Y antes de aceptar u n a causa y siempre que h ay a e s p e ran z a de
éxito, el Ju ez o el Tribunal deberán em plear m edios pastorales p a ra que los
c ó n yu ges se reconcilien y sean inducidos a restablecer la co m u n id a d c o n y u ­
g a l 211.
XVI. DISPENSA DEL VÍNCULO
DEL MATRIMONIO RATO NO CONSUMADO^ ^

La legislación canónica nos presenta otros procesos matrimoniales de orden


ad m in istrativ o com o son: la dispensa del Vinculo de u n m atrim o n io rato y
no co n sum ado , el proceso sobre la m uerte p re s u n ta del cónyuge, y el p ro c e­
so de disolución del V ínculo en fav or de la fe.
En cuanto al primero, está regulado p o r los cc. 1697-1706. Conviene tener
presen te la p arte su stan tiv a de la cual prescindim os ahora a u n q u e deb em o s
re co rd a r el concepto de m atrim o n io rato o sacram ental, y el con c ep to de in -
consum ación del m atrim onio. Se llama sólo rato el matrim onio contraído entre
bau tizado s, si no ha sido co nsu m ad o. El m atrim onio se co n su m a si los c ó n ­
y u g e s h a n realizado de m odo h u m a n o el acto conyu gal apto de p o r sí p ara
e n g e n d ra r la prole, al que el m atrim o n io se o rd e n a po r su m ism a n a tu ra le z a
y m ediante el cual los cón yug es se hacen u n a sola carne.
En el caso de que no se haya consum ado el matrimonio, el derecho ca n ó n i­
co prevé la posibilidad de disolver un m atrimonio válido, tanto si es entre dos
cónyuges bautizados, es decir un matrimonio rato o sacramental; como si es entre
un bautizado y un no bautizado. En este caso.no se puede hablar de m atrim onio
rato o sacramental. Pero de hecho se amplía a este caso la posibilidad de pedir
la gracia al Romano Pontífice para que sea disuelto dicho m atrim onio212.
De acuerdo a este c a n o n y al c. 1697 p u ed e n s o lic ita rla disolución de su
m atrim o n io los dos có ny ug es co n ju n ta m e n te o por separado; y tam b ién u n o
solo de ellos, a u n q u e el otro se o p o n g a 211.

n . r,

' 1 1 H . A . M i i iin a M i i ^ - M \. 1.. O iu u.a., D e r e c h o m a t r i m o n i a l Q m r i n ir o . M a d r i d , I 9 R S , ¡>p.


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276 JOSÉ BONET ALCÓN

En cu a n to a las fases del proceso p odem os con sid erar dos o cuatro p a r­
tes, seg ún el p u n to de vista. Si lo consideram os más a n a líticam e n te se pod rá
distinguir: la presentación de la petición, la in strucció n de la ca u sa y el v o to
del Obispo, por u n lado; y po r otro lado, la decisión de la S anta Sede.

P resentación de l a pet ic ió n :

De acuerdo al c. 1699 se p uede p re sen tar ante el Obispo diocesano del


domicilio o cuasi domicilio del o ra d o r (el ca n o n habla de “o rador" y no de
“actor", p orque no se va a reclam ar u n derecho sino que se va a solicitar una
gracia), el escrito en el que se pide la dispensa del v ínculo co n y u g a l en caso
de in co nsum ac ión . El Obispo, si consta que la petición tiene fu n d a m e n to ,
debe o rd e n a r la instrucción del proceso. Pero si el caso que se p ro p o n e p l a n ­
tea especiales dificultades de orden jurídico o moral, el Obispo diocesano debe
co n s u lta r a la Sede Apostólica. Y con tra el decreto po r el que el Obispo re­
chaza la petición, cabe recurso a la Sede A p o stó lica214. Adem ás, existe otra
forma de iniciar este proceso, cu a n d o en u n a causa de n ulidad de m a trim o ­
nio surge un a duda m uy probable de que no se haya produ cid o la c o n s u m a ­
ción. Entonces se puede su s p e n d e rla causa de nulidad m atrim onial y realizar
la instrucción correspondiente al proceso del m atrim onio rato no c o n s u m a ­
do; en ese caso, quien recibe la petición es el m ism o T rib u n al215.

I n strucción de l a c a u s a :

El Obispo en c o m e n d a rá la in stru cció n de la causa de estos procesos,


estab lem ente o en cada caso, al Tribunal de su diócesis o de otra diócesis, o
a u n sacerdote id ó n eo 216.
En este proceso adm inistrativo debe intervenir siempre el D efensor del
V ín c u lo 217. En cambio, no se adm iten abogados, pero, por la dificultad del
caso, el Obispo puede perm itir que el orador o la parte co nv e n id a se sirvan
de la co laboración de un jurisperito. En la instrucción deben ser oídos a m ­
bos cónyuges, y, en la m edida de lo posible, han de observarse los c á n o n es
sobre el modo de recoger las pruebas en el juicio contencioso ord inario y en

''M re. c. ií,')/.


*’1’’ (T. i\ I (ifl I ,
•'l(’ n . c. 1700 s i
■’ l; n r. 1701 1.
ELEMENTOS DE DERECHO M AT RIM O N IAL CANÓNICO
277

las causas de n ulidad de m atrim on io, siem pre que p u e d a n c o m p ag in a rse con
la índole de estos pro cesos2’8. T a n to los cónyuges, com o de oficio el, in s ­
tructor, p ued en p re sen tar testigos que a te stig ü en la h onestid ad y v e r a c i d a d ^
de los m ism os cónyuges acerca de la in c o n s u m a c ió n del m atrim onio.
No se p ub lican las actas p o r trata rse de u n a gracia. Sin em bargo , si el
Juez considera que po r las p ru e b as p re s en tad as puede surgir u n o b s t á c u l o ^
grave p ara la petición del o rado r o p ara la ex c ep ció n de la p arte convenida,§S|1
se lo hará saber p ru d e n te m en te a la p arte interesada. El Juez p ued e m o s t r a r ^ 3
a la parte que lo solicite u n d o c u m en to presentado , o u n testim onio recibí- *
do, y fijar un plazo para p re sen tar c o n c lu sio n e s219. ;
Concluida la instrucción, el instructor transmitirá al Obispo todas las a c t a s | > -
con el voto oportuno; y éste^expresará su dictamen acerca de la verdad, tanto !
sobre el hecho de la inconsumación, como sobre la causa justa para la dispensa, ^ ^
y la oportunidad de que se otorgue esta gracia220. Sobre el tema de la justa c a u - t i
sa para la dispensa ya se trató en el derecho matrimonial sustantivo. ^ j ¡

La d ecisió n de la S a n ta S e d e : %j ~
-
La com petencia para con ceder la dispensa del vínculo en estos casos de ^
in co n su m ac ió n , corresponde exc lu siva m e nte al R om ano P on tífice221. P e r o ^ '
se sirve de la C ongregación de Sacram entos. En efecto, de acuerdo a la Const.fc i
Apost. Pastor Bonus n° 67, corresponde a esta Congregación exa m in a r el h e c h o .
de la in co n su m ac ió n del m atrim onio y la existencia de causa ju s ta para c o n ­
ceder la dispensa. Así pues, recibe todas las actas j u n t o con cl parecer del®* :
Obispo y los alegatos del Defensor del Vínculo, las pondera atentam ente, segúnfc;
un procedim iento especial, y, si se da cl caso, som ete al Sumo Pontífice la.fi
petición para o b ten er la dispensa. * j
El rescripto positivo puede concederse en forma absoluta y en to n ce s l a s V j
partes pueden pasar a segu ndas nupcias, u n a vez que se haya notificado y | | , I
ejecutado el rescripto; o puede concederse con cláusulas. En este caso, p u e - ^ I
de ser ad m o t í n » (según las circun stancias especiales de cada caso, cu y a * " I
remoción se confía al Ordinario); o vvíito transitu ad novas nuptias (por m otivosÜ ' j¡
de m ayo r im portancia y gravedad), cuya remoción se ha de pedir a la C o n - ^ 1
278 JOSÉ BONET ALCÓN

gregación, la cual recabará el v o to del Ordinario para que, en ca d a caso, pueda


o no p erm itir u n nu ev o m atrim onio.
El rescripto positivo se envía al Qbispo, y éste lo n otificará a las partes
y tam b ién a los párrocos del lu g a r do n d e se celebró el m atrim o n io y d o n d e
recibieron el b au tism o , p ara que esta dispensa se an o te en el libro de b a u tis ­
m os y en el libro de m atrim onios222.
XVIL PROCESO SOBRELA MUERTE
PRESUNTA DEL CÓNYUGE

P roc eso s ob re l a m uerte p r e s u n t a d el có n y u g e 2 2 3

En el Código actual so lam ente el c. 1707 regula el proceso a d m in istrati­


vo para lleg ar a la declaración de la m uerte p re s u n ta del cónyuge. En dicho
c a n o n se establece que cu a n d o la m uerte del c ó n y u g e no pueda probarse p o r
d o c u m en to au tén tico, eclesiástico o civil, el otro có n yu ge no puede con sid e­
rarse libre del víncu lo m atrim onial antes de que el Obispo diocesano hay a
em itido la declaración de m uerte presunta.
El Obispo diocesano sólo p uede em itir la declaración de m uerte presun ta
cu a n d o , realizadas las investigaciones oportun as, p o r las declaraciones de
testigos, p o r fama o p o r indicios, alcanza certeza m oral sobre la m uerte del
cónyuge. No b asta el sólo hecho de la ausencia del cónyuge, a un que se p ro ­
long ue por m ucho tiem po. En los casos dudosos y complicados, el Obispo ha
de c o n s u lta r a la Sede Apostólica.
El Código se basa en forma sintética en la Instr. M atrim onii vinculo, del
S anto Oficio, del 13. 5. 1868, (reproducida en el AAS 2 [1910] 199-203). Se
trata de una Instrucción antigua pero m uy sabia y prudente, generalm ente
m uy elogiada po r los canonistas. Lógicamente, las investigaciones se hab rán
de realizar sobre las declaraciones de los testigos que h ayan conocido al di­
funto y que den fe cierta de las circunstancias, lugar y causa de la d e fu n ­
ción. Puede ocurrir que esos testigos no hayan conocido al difunto pero oyeron
280 JOSÉ B0NET ALCÓN

decir a otros que el cón yug e había falleeido; se d eb e rán a p o rta r tod o s los
datos, d o cu m en to s y escritos del pre su n to difu nto ; la fecha de su d esa p a ri­
ción; si estuvo en algun a guerra o catástrofe; si estaba o no e n 'b u e n a s rela­
ciones con la familia; sí padecía alg u n a enferm edad, etc. A v e c e s esa m u erte
pre sun ta se deberá probar, a falta de testigos, p o r conjeturas, p re su ncio nes,
indicios y circu nstancias de cualquier género, d ejan do al juicio p ru d e n te del
Juez in stru cto r la valoración de esas conjeturas. Pero ten ien d o en c u e n ta que
es necesario h ab e r obtenido la certeza m oral sobre el fallecimiento, y que no
basta la carencia de noticias al respecto, sino que se deben te n e r noticias
positivas acerca de que ese fallecimiento se haya producido.
Notem os que la Iglesia tiene sobre la m uerte p re su n ta u n m odo de v e r
m u y distinto al de los orden am ien to s civiles. En éstos con frecuencia se c o n ­
sidera suficiente la publicación de edictos y la falta de noticias sobre la per-i
sona a 1o largo de un período de tiempo. Como con secuen cia el J u e z civil
puede d ecla rar la m uerte presu nta del cónyuge. Pero esa d ec la rac ión no da
derecho a c o n tra e r nupcias canó n ic am en te, p o rq u e p ara la Iglesia debe reaf-
1izarse n ecesaria m e n te el proceso canónico. /
Las cautelas y la m inuciosa y p ru d e n te in vestigación que realiza la Igle­
sia está ju stific ad a, porque si se celebra un m atrim o n io sin h a b e r fallecido
realm en te el otro cónyuge, ese nu ev o m atrim o nio celebrado no te n d ría n i n ­
gu na validez p o r existir el im pedim ento de ligam en.

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