El interés de nuestros días por la historia global no es radicalmente nuevo. En varios
campos —tales como la historia del imperialismo y el colonialismo, la historia de la movilidad y las migraciones, algunas áreas de la historia intelectual y, en fechas más recientes, la historia del medio ambiente—, hace tiempo que los historiadores empezaron a traspasar fronteras y poner en cuestión la compartimentación imperante del pasado. Los historiadores globales de la actualidad están en deuda con esos precedentes. Aunque no son herederos directos de tradiciones anteriores de escritura de una historia mundial, sin embargo algunas de las preguntas que plantean son las mismas, y además recorren algunos caminos ya recorridos. También a este respecto, pues, sería desacertado arrogarse un carácter de novedad radical. En el mercado académico, la historia global compite hoy con varios enfoques que también intentan explicar las dinámicas del mundo moderno. Entre una serie mayor de posibilidades, este capítulo presenta cinco enfoques que hoy conservan todavía una especial relevancia: el comparatismo, la historia transnacional, la teoría de los sistemas-mundo, los estudios poscoloniales y el concepto de las modernidades múltiples. No todos ellos pertenecen en exclusiva a la disciplina de la historia; al mismo tiempo, no todos aspiran a explicar por entero dinámicas y procesos globales. Las secciones siguientes presentarán cada uno de estos enfoques y reflexionarán sobre hasta qué punto las perspectivas de la historia global pueden aprovechar sus ideas. Antes de entrar en este debate, debe hacerse constar que, pese a los distintos matices que diferencian estos paradigmas, también comparten muchas cosas. No tan solo no son netamente distintos, sino que además se influyen mutuamente de varios modos. Más importante aún: comparten una voluntad general de ir más allá tanto de los puntos de vista estrictamente nacionales como de la hegemonía interpretativa de Occidente. También comparten el objetivo de explorar cuestiones históricas sin confinarlas a priori dentro de los límites de los Estados-nación, los imperios u otras entidades políticas. Esto las distingue de buena parte de la historia escrita durante los últimos 150 años, un período en el que la erudición histórica, en casi todas partes, ha estado muy estrechamente ligada al proyecto de construcción del Estado-nación. Cuando veamos los límites y rasgos específicos de cada uno de estos enfoques, por lo tanto, deberemos recordar que, en muchos puntos, sus programas e inquietudes se fusionan.