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El abrazo como signo cristiano.

La idea de “abrazo” en el griego bíblico tiene dos acepciones. La primera (ἐναγκαλίζομαι) pone el acento en las
manos. De hecho, el término deriva de ἀγκάλη (agkale), que significa literalmente “brazo doblado”.

Así, el abrazo es signo de ternura y reconocimiento del otro:

“…tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo (enagkalisamenos), les dijo: «El que
recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí…»”.

Mc. 9, 36-37

“Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él». Después los
abrazó (enagkalisamenos) y los bendijo, imponiéndoles las manos”.

Mc. 10, 15-16

“[Simeón] lo tomó [a Jesús] en brazos (lit. “brazos doblados” = agkalas) y bendijo a Dios diciendo
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz…»”

Lc. 2, 28

En la segunda acepción, el acento del gesto recae en la cabeza del que abraza, la cual reposa sobre el hombro
del que es abrazado. En este sentido, el abrazo es signo de compasión, de reconciliación, de gozo y de afecto.
Literalmente significa “echarse al hombro” (ἐπιπίπτω ἐπὶ τὸν τράχηλον):

“Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se
conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó (ἐπέπεσεν ἐπὶ τὸν τράχηλον) y lo besó.”

Lc. 15, 20

“Entonces su padre lo abrazó (ἐπέπεσεν ἐπὶ τὸν τράχηλον) llorando y le dijo: «¡Te veo, hijo mío, luz de
mis ojos!»”.

Tobías 11, 13

“Todos se pusieron a llorar, lo abrazaron (ἐπιπεσόντες ἐπὶ τὸν τράχηλον) a Pablo y lo besaron
afectuosamente”

Hch. 20, 37

Para orar: ¿Qué lugar ocupan los abrazos en nuestra vida hoy?

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