Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Sin que pretendamos agotar la lista, consideramos que en una teoría general de
la prueba judicial no es posible desconocer los siguientes principios:
Desde las primeras obras sobre pruebas judiciales hasta las más
recientes, se viene insistiendo en forma unánime sobre este principio y sobre
la necesidad de rodear la prueba de ciertas formalidades procesales. Jeremías
Bentham fue enfático al negarlo todo mérito probatorio al conocimiento
privado del juez, porque “no basta que su decisión sea justa, sino es necesario
que además lo parezca”, y “nada habría más peligroso que dejar que se
confundiesen los oficios de testigo y de juez”.
Este fin de interés general fue observado FLORIAN, cuando dijo que,
como el juez debe enunciar en la sentencia los motivos de la decisión y entre
ellos ocupan lugar preeminente el examen de la prueba, “aparece evidente que
la prueba tiene un fin que va más allá de la persona del juez, y se refleja y
expande en el amplio dominio de la conciencia social atreves de los diversos
órganos de control que dispone la sociedad”. Para MITTERMAIER la prueba
tiene por objeto “suministrar al juez los medios de fallar conforme a justicia”.
Con el mismo criterio observa COUDURE que, cuando se obliga a una parte a
que exhiba una prueba a solicitud de la otra, no se le pide que ayude a su
adversario, sino que “ilustre y aclare la información del juez”, lo cual “no es
beneficio al adversario y aun perjuicio así mismo, sino una ayuda
indispensable a la misión impersonal y superior de la justicia”; más adelante
agrega que, en el caso analizado, la parte “no rinden un servicio al adversario,
sino a la justicia”, en cuyo mantenimiento está interesada la comunidad,
porque quien niega la prueba “la rehúsa en contra del bien común”.
FRAMARINO DEI MALATESTA habla también del “carácter social” del
convencimiento obtenido por la prueba en el sentido de que no solo debe de
ser una creencia subjetiva del juez si no tal “que los hechos y las pruebas que
han sometidos a su criterio, si se pusiesen en consideración de cualquier otro
ciudadano desinteresado y razonable deberían dar por resultado la misma
certeza que le produjeron al juez”.
Claro es que lealtad y la probidad no rigen sólo para la prueba, sino para
el proceso en general debe reflejarse en la demanda, en las excepciones, en los
recursos y en toda clase de actos procesales, como lo expusimos al tratar
precisamente del “principio de la buena fe y lealtad procesal”, que es una de
las bases fundamentales del derecho procesal. Pero la prueba tiene particular
importancia.
Significa que la parte contra quien se opone una prueba debe gozar de
oportunidad procesal para conocerla y discutirla, incluyendo en esto el
ejercicio de su derecho de contraprobar, es decir que debe llevarse a la causa
con conocimiento y audiencia de todas las partes; se relacionan con los
principios de la unidad y la comunidad de la prueba, ya que si las partes
pueden utilizar a su favor los medios suministrados por el adversario, es
apenas natural que gocen de oportunidad para intervenir en su práctica, y con
el de la lealtad en la prueba, pues ésta no puede existir sin la oportunidad de
contradecirla.
Pero también opera esta noción respecto del juez, aun cuando en menor
grado, tanto en el proceso en general como en materia de pruebas, porque la
ley suele señalar la oportunidad o un límite de tiempo o de momento procesal
para el ejercicio de las facultades inquisitivas que le otorgan.
Al estudiar los principios generales del derecho procesal vimos que uno
de ellos es precisamente el de la concentración, que se refiere a los actos del
proceso en cada instancia y que se cumple mejor en el sistema oral; pero como
ocurre con el de la inmediación, es en materia de prueba donde tiene su
mayor importancia.
En el proceso laboral existen las dos libertades del juez: para decretar
pruebas de oficio y apreciarlas según las reglas de la sana crítica.
.