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sus variantes, mas numerosas de lo que él sugiere. Las reflexiones finales del ensayo de Fukuyama, eco de los planteamientos tardios de Kojéve, se encuentran tratadas en el libro Posthistoire. Pero alli se presentan como con- clusiones de iiltima hora, que no dejan de resultar para- dojicas en un recuento cuyo tema central es la afirmacion vigorosa de la prosperidad democratica tan desdenada por Jiinger y Gehilen, y cuya funcion consiste precisamen- te en mediar entre el discurso oficial del gobierno y las corrientes populares de opinién, con una visién de la época convincente para la mayorfa. Esto sugiere los limi- tes no tanto de la exposicion de Niethammer sobre el discurso de la poshistoria, sino del antidoto que reco- mienda. Pues su critica a la tradicién franeo-alemana concluye, efectivamente, no con la propuesta de una alternativa al diagnéstico de la época propio de aquélla, rebatiendo sus tesis sustantivas, sino con una Hamada a evitar del todo tales empresas, rechazando cualquier rel to macrohistérico por intelectual y politicamente presun- tuoso. En la actualidad, tal retirada implica dejar al plante: miento norteamericano en posesién del terreno. Si se ha de cuestionar, sélo puede hacerse en su propio, legitimo € incluso ineludible campo de accién, No cabe duda de que la experiencia diaria y la investigacién local son valiosas, pero no sirven de amparo frente al curso del mundo. En su mayorfa, los bistoriadores modernos han reaccionado casi siempre de manera muy comprensible contra las filosofias de la historia. Pero éstas no han cejado, ni es probable que lo hagan en cuanto perdure la demanda de sentido social. La idea de una conclusion de la historia tiene una genealogia mas compleja de lo que se acostumbra suponer y que merece consideracién por si misma, pues brinda claridad respecto a las cuestiones politicas que plantean las versiones modernas. 16 HEGEL Con otras palabras, resulta adecuado aproximarse al final de la historia desde sus origenes. Fukuyama se arro- ga con insistencia la autoridad de Hegel para su razona- miento. ¢Qué derecho tiene para escudarse en él? Mu- chos criticos han protestado por esa pretension desmedi da, De hecho, este problema presenta dos facetas distin. tas. ¢Sostuvo Hegel alguna vez que la historia habia Hegado a su fin? Y, de ser asi, ¢de qué fin se trataba? La respuesta al primer interrogante es menos simple y direc- ta de lo que parece. Resulta dificil encontrar en sus textos una frase semejante. Tampoco hay un solo pasaje de sus escritos en que la idea se exponga como tal, pero no cabe duda de que la légica del sistema de Hegel en su totalidad la exige practicamente en cuanto conclusién, como tam- poco cabe duda acerca de que hay suficiente evidencia para pensar que la asume en varios apartes de su obra. En los capitulos psicolégicos de la Fenomenologia califica la historia como la evolucién consciente y automediada del espiritu, en la sucesion de sus formas temporales, hasta la meta del saber absoluto de si mismo. En el examen 8, «La meta, el Saber Absoluto, o el Espirim que se sabe Espiritu, tiene por sendero la memoria de los espiritus tal como son en si 7

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