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traba por superar en la era contemporanea,* ni siquiera tal distincion brinda un contenido real a la idea de la pluralidad legitima de las formas éticas de vida. Hay cierta légica en esta aparente contradiccion. Puesto que no hay lugar sino para una sola version auténticamente racional a la vez, la variedad de estados nacionales se encuentra muy débilmente delineada en la visidn hegelia- na del mundo moderno. Los estadios de la historia for- man una secuencia de principios naturales en los que se va cumpliendo el desarrollo del espiritu universal y cada uno de ellos corresponde a una nacién, lo que le con- fiere, a su turno, «satisfaccién, fortuna y fama». Tal na- cién pasa a ser «la dominanie en ta historia del mundo durante su época, y slo una vez en la historia puede desemperiar esa funcién». Mientras goza de este «derecho absoluto», como portadora del espiritu universal, «los espiritus de las demas naciones no tienen derechos y, al igual que aquellas cuya ¢poca ya pas6, no cuentan en la historia universal». Las dramatis personae de esta suce- sion son significativamente mas vagas de lo que sugieren las traducciones: Hegel utiliza el término Volk con una gama fluctuante de sentidos, abarcando desde pequefias ciudades-estado hasta amplias civilizaciones. Cuando ha- bla del mundo germénico, con el que concluye en las Lecciones sobre la filosofia de la historia su recuento acerca del progreso del espiritu, alude en ocasiones a la 21, W-12 (FH), p. $35, Lukics enfatiza correctamente lo que signi fica en el Hegel tardio el desplazamiento del verdadero punto decisivo de la historia moderna de la Revolucién Francesa a la Reforma; tal como él sefala, Ja conclusion de las Leceiones sobre la filosofia de ta historia sugiere que «un levantamiento sociopolitico del tipo que se dio con la Revolucion Francesa era s6lo posible y necesario en paises en donde la Reforma no habia logrado triunfars: The Young Hegel {El joven Hegel}, Londres, 1975, p. 458 22, W-7 (BD), § 345, 37, pp. 505-506. mayor parte de Europa, a veces se refiere mas bien a su regién norte y en otras lo relaciona sencillamente con los paises germanoparlantes. Esta indeterminacion es sinto- ma de la aporia que introduce la multiplicidad de estados en la unidad de la raz6a, una vez realizada la idea de libertad. Filosoficamente hablando, la variedad sélo pue- de presentarse ahora como una contingencia desafortu- nada. Pero ya en los terrenos de la politica, el realismo de Hegel no le permite tal proscripcién: la alineacién de poderes mayores y menores era caracteristica de la orga- nizacién existente en el mundo posnapolednico. El re: sultado es la incoherencia. De una parte, «las naciones europeas constituyen una familia en raz6n del principio universal de su legislacion, sus costumbres y su educa- cién (ihrer Gesetzgebung, ihrer Sitten, ihrer Bildung)», pero, de otra, cada nacién conserva una individualidad particular «como ser-para-si exclusivo», cuyo bienestar necesariamente choca con el de las otras, en conflictos que s6lo pueden desembocar en guerras.* Esto imposibi: litaba cualquier acuerdo para una paz duradera entre las diferentes naciones, como lo sonaba Kant, pues «siempre dependeria de voluntades particulares soberanas y, por lo tanto, seguiria afectado por la contingencia».* Las con- tradicciones entre los estados moderos, en otras pala- bras, no se disuelven en una universalidad més elevada La historia es sélo la provincia del espiritu objetivo: el reino del espiritu absoluto no es otro que el de la religién y Ia filosofia, 23. W-7 (FD), § 339, 322, pp. 502, 490: «La individualidad, como serparasi exclusivo, aparece como la relaciéin [del Estado] con otros estados, cada uno de los cuales es independiente respecto a los otros. Puesto que el ser-para-st del espiritu verdadero tiene en esto su exis tencia, esta independencia es la libertad primaria y la dignidad supre- ma de una nacion.» 24, W-7 (FD), § 333, p. 500.

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