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DE FREUD
EN LA OBRA DE LACAN
, a cargo de
NESTOR A. BRAUNSTEIN
1
'Ef EDICIONES
~E
LAFUNDACION
¡
1
N UICF
1r,i lfü)DUCCIÓN
¡,or N éstor A. Braunstein 7
11 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE
¡,or Daniel Gerber 81
11, ,111
flexiona y re-flexiona a Freud. El acero de Freud se templa ante
l., rn nte mplación maravillada de quien ve cómo los conceptos multi-
¡,11
, .m sus facetas, sus filos y sus brillos. Freud hace escuchar al incons-
' 1c·ntc y Lacan saca la obvia conclusión: si se lo escucha es porque está
,·,1ruct urado como un lenguaje.
Pero, ¿qué del lenguaje de Freud? Traducido con perversión, trai-
' 1onado y desviado, circula desteñido y desconocido. Trocadas sus pala-
lH,1s,las pulsiones hechas instintos, el yo travestido como ego y hasta
rnmo self, el objeto inasible ofrecido como gancho para la madurez
f;l'nital, la pulsión de muerte rebajada a conducta agresiva, el deseo degra-
dado al nivel de mezquina apetencia. Todo esto amontonado "en los
t·stablos de Augias de la literatura psicoanalítica" que Lacan se propuso
limpiar para rescatar el oro freudiano enterrado bajo su equivalente
sim bólico.
El discurso lacaniano corrió con una suerte que puede parecer para-
dójic a: mientras más se difunde la especie de que es ininteligible, esqui-
zofré nico, rebuscado, confuso, superfluo e inaccesible, mayor es el inte-
rés que despierta, más se multiplican las traducciones, las ediciones y
las reediciones. Queda claro que no es obra para lectores apresurados
y que no se presta para sacar impresiones superficiales. Pasa con Lacan
como con todos los grandes pensadores: o se entra en su discurso o
se decide activamente ignorarlo llamando rechazo a la ignorancia.
Vana es la discusión centrada en el estilo de Lacan. Lo que Lacan
vino a decir, por ser nuevo, necesitó de odres nuevos. Si el inconsciente
está estructurado como un lenguaje y si del lenguaje no conocemos otra
cosa que !alengua, será necesario que tomemos nuestro lugar en !alengua
lacaniana para estar en condiciones de escuchar cómo eso habla.
Desafío: leer a Freud desde Lacan. Como todo desafío es opcional;
nadie tiene por qué asumirlo . Pero los autores de este libro comparten
la idea de que una lectura no lacaniana de Freud está, hoy en día, con-
denada al extravío. Y el extravío en la lectura de Freud no podrá sino
descaminar en la práctica que Freud fundó y que se llama psicoanáli-
sis. Aunque nada garantice el éxito cuando se opta por el otro recorrido:
[7]
1111\
¡\ 111\AIINSTFIN 9
8 INTRODUCCIÓN
\'i(· .. 1 1·1 n mjunto de la obra. Y sostiene, eso sí, que las conclusiones
no basta con ponerse bajo la advocación de Lacan y de su enseñanza 111,.il 11·,1Ura son las únicas coherentes, no con la especulación de Freud
para, así de fácil, estar ya en un camino directo y seguro hacia la ver- 11111 ,11, necesidade s más o menos coyunturales de ligar al psicoanáli-
dad del inconsciente, hacia una práctica psicoanalítica inmaculada. ,, 1_1_11 1 l.1 ciencia natural, sino con lo original y lo revolucionario de
Lacan retoma y reflexiona a Freud. No lo repite, mucho menos lo 1111•,-¡w1 ,mciade Freud, la que se repite con la misma frescura del origi-
"supera". Vuelve sobre los conceptos y los pone a trabajar para que 11111 1·11l ,1da análisis proseguido según el método psicoanalítico.
den cuenta de una práctica, de una práctica de parloteo. No es cuestión 1 ,l' dijo: nadie está obligado a internarse en los textos de Lacan.
de sacralización de un texto, de un autorJ de un Maestro al que se dota Pe,11 " 110 lo ha leído, tampoco debe sentirse obligado a opinar sobre
imaginariamente de un Saber Absoluto. Ese no podría ser Freud y tam- lo 'I"" ,¡;nora o desconoce. Este libro, este Coloquio de la Fundación
poco Lacan. Cuando el discurso de Freud-Lacan es divinizado (a veces 1ld 111.11 el libro es el resultado, responde a una demanda que la difu-
pasa), se constituye o se pretende constituir una iglesia fundada en la d,11 dl' la obra de Lacan ha generado: la de articular los desarrollos
transferencia masiva sobre un personaje-discurso que ocupa para todos .lnp l.w.amientos que el decir de Lacan ha impuesto a los conceptos
los cofrades el lugar del ideal del yo y que lleva a renunciar al deseo lrc11d1.1nos . El libro que se empieza a leer es confesadamente incom-
y al propio discurso para sostener la identificación con el depósito y plw,, inco mpleto porque hay muchos términos esenciales del psicoa-
garante de la Verdad. 11Il1"' que no son tocados, incompleto también porque cada uno de
Se genera así una "masa artificial" (Freud) donde la pureza de la lí" , , .,bajos es una apertura a una problemática que debe ampliarse,
palabra del Maestro ocupa el lugar de la reflexión y deviene bandera ,e l 111.1rsc, matizarse, criticarse. Del lector es la palabra. De los autores
para emprender cruzadas y guerras santas contra todos los demás que 1,,., 111·,gos: los que derivan de pensar su práctica cotidiana con las herra-
pasan a ser sospechosos o convictos de desviacionismo. Y es de esta 111 w111.1sto madas de un Lacan cuya voz les ha llegado por el discutible
manera que vemos al pensamiento remplazado por la repetición entreco- 1111nmedio de la palabra escrita, los de equivocarse, incluso los de trai-
millada o por el subrayado de trozos escogidos del texto sagrado de r.1111.11 a la obra que pretenden re-presentar.
un autor que queda así con-sagrado . Y .1lgo más: la re-flexión de los conceptos de Freud ocupó el lugar
Pero Lacan invita a que se le lea de muy distinta manera a partir u· 1111 .1l en la elaboración lacaniana hasta 1965, año de la emisión del
de la manera en que enseñó a leer a Freud. Lacan no reproduce a Freud: 1.1·1111 nario sobre "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis"
selecciona, recorta, corrige, omit e, despla za problemáticas, fecunda con (1 ,liro XI). A partir de entonces puede decirse que Lacan, dueño ya
el saber procedente de la antropología, de la lingüística o de la topolo- 1lt- los tér minos axiales de su álgebra, desarrolla una obra fundamental
gía contemporáneas. La lectura lacaniana de Freud es un descentra- 1·11d campo y en la causa freudiana que lo lleva al extremo tan justifi-
miento porque nada hay en ella de repetición . El "retorno a Freud" ' .ulo como para muchos incomprensible de sostener que el inconsciente
que preconiza no es la canonización homogénea de una palabra reve- 11111·s de F reud sino de Lacan (1977).
lada sino un desarrollo del sentido de la obra . Obra de Freud que se F.I inco nsciente es de Lacan porque él fue quien supo darle su so-
manifiesta no en la coherencia monolítica de sus textos sino en la poli- pollc topo lógico articulándolo en la dialéctica del sujeto y el Otro. Cabe
semia de su decir, en la apertura a la diseminación de su discurso. Sí; 1.11ve'/, definir aquí una posición frente a ciertos equívocos difundidos.
en Freud no encontramos el cierre sino el despliegue infinito del cam- I' .11.1 el pensamiento ingenuo la aritmética es sencilla y el álgebra es
po del inconsciente posibilitado en ese escenario del decir que es la 1111 .1disciplina abstracta y complicada que se debió aprender con grandes
situación analítica. ,11lrimicnto s en el ciclo medio de la educación para después olvidarla
Es posible argüir que Lacan hace una lectura más de Freud, de nin- w 11rap idez. Mientras que para el pensamiento matemático el álgebra
guna manera la única o la verdadera. Es posible decir también que todos 1:~d proce dimiento de simplificación, matriz de todos los cálculos, que
los trabajos de los psicoanalistas de todas las escuelas se han inspirado pn mitc acceder a lo impensable de la aritmética cuantificada y de sus
y han partido siempre de textos freudianos. Es posible agregar que no 1.,1,.,s facilidades intuitivas . No es otro el sentido del álgebra lacaniana
escasean las lecturas biologistas, etologistas, culturalistas o psicologis- y , u pasió n matemática . Se trata de establecer los elementos significan -
tas de Freud. Seguro que todo esto es cierto. También es seguro que 11·, m ínim os que están en juego en todos los psicoanálisis y operar con
no se puede distinguir un Freud "bueno" de uno "malo" según los l<-1ras minú sculas y mayúsculas, tachadas o no, con grafos, con trans -
año s de su producción, tal como se hace con los vinos según la vendimia p,m ·ntcs figuras topológicas. Lacan, el difícil, se empeñan muchos l'll
o como estaba de moda hacerlo hasta no hace mucho con la obra de 1l'pl·tir . Lacan animado por el impulso de una simplificación cxtrcm ,1
Marx. Y Lacan no pretende jamás hacer la única lectura de Freud. Prac- del camp o freudiano. La difícil simplicidad: de eso se trata en la obr .1
tica una organización transversal de los textos del fundador que atra-
10 INTRODUCCIÓN
del "segundo Lacan", de ese Lacan que empieza a partir del punto en 1 /\S Pl JLSlO NES Y LA MUERTE (COLLAGE)
que este libro concluye. La difícil simplicidad de un Lacan que a nadie
puede dejar indiferente porque habla de todo el que habla . NÉSTOR A. BRAUNSTEIN
Este Tercer Coloquio de la Fundación fue copatrocinado por el Cen-
tro de Investigaciones y Estudios Psicoanalíticos, por Siglo Veintiuno
Editores y por El Colegio de México. El Cuarto Coloquio, que contará
además con el auspicio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Conacyt), se desarrollará a comienzos de 1984 y versará sobre aspectos
epistemológicos reunidos bajo el tÍtulo de "El discurso del psicoanáli-
sis" , mientras que el Quinto Coloquio girará en torno a "La interpre-
tación psicoanalítica". ·
[11]
12 LAS PULSJONES Y LA MUERTE
NÉSTOR A. BRAUNSTEIN 1\
Llamarla deriva es ya empezar a hablar de la pulsión: de
puerto en puerto, de objeto en objeto, entre los bordes de
so que deja al sujeto anonadado. El instinto es guía en Ll
la corriente, acelerando, retardando, cortando, impulsan-
vida, es un maravilloso saber sin aprendizaje. La pulsión
do. Sus velas son movidas por el principio del placer pero
es un riesgo y contra ella se erigen defensas que Freud pre-
su trayectoria es la transgresión de este principio. A con-
tracorriente, contra viento y marea. firió a veces llamar destinos. El instinto hace vivir; la pul-
sión presentifica la muerte. El instinto es positividad etoló-
gica. La pulsión es negatividad antropológica y antropógena.
TRIBULACIÓN (del latín tributare:oprimir, presionar). El su- Si de algo habla el psicoanálisis -y ésa es la re-flexión la-
jeto de la pulsión: el sujeto atri( e)bulado. caniana de F reud- es de cómo el organismo resulta apresa-
do en la dialéctica del sujeto. Y nunca se dio el caso de que
TRIEB: Bien pudiera ser lo primero que descubrió el psicoa- un psicoanalista tuviese que vérselas con un instinto ...
nálisis y que el descubrimiento le pertenezca de modo ab-
soluto. Si hay re-presión ( Verdrangung)es porque hay pre- NECESIDAD. El concepto de pulsión está abrumado por una
sión (Drang)porque algo empuja para salir (en el discurso; comparación: se pretende equipararlo al hambre, a la sed,
si no puede, en el síntoma). El par presión-represión es el o a cualquier otra necesidad del organismo, a los ciclos y
presupuesto de toda la fenomenología y de todo el pensar ritmos del cuerpo. Y luego se piensa que, como la I).ecesi-
psicoanalítico.
dad, también la pulsión puede ser satisfecha o frustrada, que-
Pero que sea lo primero en el orden del descubrimiento dar más o menos gratificada. A partir de tal analogía se de-
no hace de ello lo primero en el orden del ser. La pulsión riva el concepto al campo de la psicología: la pulsión sería
es efecto del deseo por el camino de la demanda. Surge an- fuerza motivadora de comportamientos.
tes y más aÍlá del sujeto. Y hace surgir al sujeto. De allí a querer educarla, corregirla, reforzarla en más o
en menos no hay sino un paso -que tantos franquean con
EN EL REINO DEL SONIDO. La palabra del analizante va di- gusto- para reencontrarse en el lugar del Amo.
bujando los objetos, concreta sus relaciones, establece sus
equivalencias (libidinales). Los Órganos corporales se inte- DIALÉCTICA FREUDIANA. La pulsión es esa exigencia de tra-
gran bizarramente en una red discursiva. Una red: comple- bajo impuesta al aparato psíquico que está en la base de to-
ja ligazón de vasos comunicantes por donde se va inscri- dos los progresos del hombre. Mefistofélicamente acicatea,
biendo la historia de un cuerpo, por donde lo real del cuer- siempre indomeñada, hacia adelante.
po y lo imaginario de su esquema muestran que dependen Pero su meta es conservadora, es la restauración de un
de una palabra articuladora y se articulan en una palabra estado anterior, en última instancia, el retorno al silencio
enuncia da.
de la muerte. .
Es transgresión epistémica quitar a la pulsión del campo Muchos -Freud el primero- ven aquí una contradicción.
de la escucha donde se constituye como objeto y llevarla Y lo es, en sentido hegeliano. Unidad de los contrarios. No
.1 te!·renos ajenos, allí donde priman moléculas y micros- se resuelve postulando un dualismo de dos entidades dife-
cop ios.
rentes sino una dialéctica que remite a una unidad funda -
IN\l'INA'f'(INSTINTO). Nada que ver con la pulsión derivan- mental. Vidamuerte.
! t' El se define por la adecuación al objeto, ella por un exce-
EL BURRO. Alguna vez lo hemos imaginarizado de modo
chusco: el hombre no es un burro que corre detds de 1111.1
l •I LAS PULSIONES Y LA MUERTE N ÉSTOR A. BRAUNSTEIN 1~
%anahoria sino que es un burro que corre detrás de un es- En el Proyecto el aparato del alma está pensado como apa-
pejo donde se ve el reflejo de una zanahoria instalada detrás. rato neurológico con cargas de excitación, facilitaciones y
Un río (deriva) que llega al mar animado por el impulso barreras. Creemos que hay que ver en ello el intento de ex-
de volver a su fuente.
presar en términos presuntamente materialistas algo que la
filosofía supo desde un comienzo y esto para llegar a en-
FICCIÓN DE UN MITO. "Seres mÍticos, magnos en su inde- contrar las mismas aporías con las que tropezó el pensa-
terminación." No. No han salido -en tanto conceptos- miento filosófico. En el Filebo de Platón puede encontrar-
de ningún imaginario. Son una construcción simbólica que se la formulación más precisa que se haya dado del princi-
da cuenta de una realidad, de la emergencia del cuerpo de pio del displacer-placer así como la anticipación clara del
la sexualidad humana como sometido al lenguaje. A estas carácter restaurador de un equilibrio previo que tienen las
elaboraciones simbólicas, ordenadoras de lo real, Lacan, tras funciones del organismo. Más aún, algo indica en el texto
los pasos de Bentham, las llama ficciones. La pulsión es, así, que el Sócrates de ese diálogo podía estar sobre la pista de
una ficción indispensable para organizar teóricamente la rea- un más allá del principio del placer en la vía del significante.
lidad de un destino, el del hablente. En Freud se encuentra constantemente la metáfora bio-
logizante de los descubrimientos que hace en el campo del
lenguaje. ·
GRENZBEGRIFF(CONCEPTO LÍMITE). Así consideró Freud a la
pulsión, un representante de lo orgánico en el campo de
lo psíquico, el efecto de una excitación somática interior HIPÓSTASIS ( corno transformación falaz y subrepticia de una
ineludible, que impone su registro en lo psíquico como re- cosa en otra, sentido moderno del término que no es reco-
presentación y como afecto y que tiende a acceder a la mo- gido por los diccionarios). En realidad, doble hipóstasis: del
tricidad pudiendo suceder que quede bloqueada, que sufra plano del lenguaje que es el de la experiencia psicoanalítica
variables destinos. al campo del cuerpo y sus exigencias (Not des Lebens). Y
La pulsión, embajadora del cuerpo ante el alma. luego desde allí, desde la comarca invadida, corno si la pul-
Curioso concepto límite sería éste. La biología no sabe sión irrumpiese desde afuera en el campo psíquico, se per-
nada de él, no lo encuentra, no lo pide, no lo quiere. Y el geña la noción de Reprasentanz, de representancia, de dele-
psicoanálisis no puede explicar nada de lo que ocurre en gación del cuerpo en el alma.
,u experiencia sin recurrir a él. Lo descubre y, como ho- Se trata a la pulsión corno una necesidad biológica (cosa
1 rorizado por su descubrimiento, trata de desembarazarse que ningún pensador riguroso vio lógica) y se la lanza al
d(' {I, de remitirlo a un territorio ajeno para que se lo de- campo de los conductisrnos y de la psicología. Se le adju-
vuelvan domesticado, para que le expliquen desde afuera dica una psicogénesis con raigambre orgánica y, ya por
"' '>l'l reto de su propia eficacia. este camino, puede pedírsele a la pulsión, a la sexualidad,
Por 'ill<.'rte,la biología calla y devuelve el envío. "Psicoa- que se adapte.
11:111'>1.1'>, ;1 vuestras pu 1
.
s10nes.,,
Y la pulsi<'>nqueda, Íntegra, en nuestro campo.
PSICOANÁLISIS, ¿CIENCIA NATURAL? La respuesta afirmat i V.,
aparece hasta en el último momento de la elaboración d<'
111i,, u c i1\ l•l{l>!Jf >!ANA. Nombre que se da a la especulación Freud. Sostenernos que debe entenderse en el campo dt· l.,
1drn/ ;fic.1rk: Fr!'lid '>obreel funcionamiento del organismo. oposición "ciencia natural" vs. "ciencia del espíritu" q111 ~
11, LAS PULSIONES Y LA MUERTE Nf STO R A. BRAUNSTEIN
no deja otra opción y que se superpone a la oposición ma- drá alcanzar la clave de la constitución del sujeto. Dicho
terialismo vs. idealismo.
sea de paso, la autonomía del orden simbólico conlleva la
Ahora bien, el concepto contemporáneo de "materiali- dependencia del orden imaginario para con él.
dad del signo" ha roto con el carácter "espiritual" de las
"ciencias del espíritu" y el materialismo se enfrenta ahora
con el idealismo filosófico dentro de cada una de las disci- EL OBSTÁCULO EPISTEMOLÓGICO. Para Freud consiste en
plinas, tanto de las "naturales" como de las "espirituales", pensar sus hallazgos en términos económicos. Cuando se
reconsideradas ahora como "ciencias sociales':. piensa en cantidades el presupuesto es que para que algo
salga por un punto tiene que haber entrado antes por otro
ya que no hay acción sin causa y nada puede provenir de
LA MOSCA. "En nuestros empeños en torno de la edifica- la nada. Freud tomó de la neurología el modelo del arco
ción del psicoanálisis hemos hecho también sustantivos ha- reflejo con sus dos extremos, perceptivo y motor y lo apli-
llazgos biológicos ... " [Sigmund Freud (1938), Obras com- có en un primer momento para explicar el funcionamien-
pletas, t. XXIII, Buenos Aires, Amorrortu, p. 197.] to del aparato psíquico, es decir, lo que le iba enseñando
"¿Qué mosca lo picó a Freud cuando habló de descubri- el diálogo con sus pacientes. Pero la pulsión no puede inte-
mientos biológicos hechos con el psicoanálisis?" Uacques grarse a ese esquema. Su traslado a la neurología es una evi-
Lacan, Seminario del 28 de febrero de 1962 (inédito).] dente hipóstasis. Descubierta como motor del sujeto en una
experiencia intersubjetiva, aflorando en el seno de la cade-
LA PULSIÓN. Escapa al orde,n vital, lo desordena introdu- na significante, es llevada con esfuerzo al plano orgánico,
ciendo en él al símbolo que ha tomado del Otro, cierra el al terreno imaginario de su desconocimiento como análo-
camino a la satisfacción, consagra a la incompletud, engen- go de la necesidad corporal.
dra la realidad y la cultura que la engendran a ella, se enga-
ña a través del yo en el amoroso abrazo de objetos imagi- EL MODELO DEL HAMBRE. Es, en relación con la pulsión,
narios, se arriesga en la lucha a muerte de puro prestigio muy útil. Sirve para comprender todo lo que la pulsión no
y todo eso para retornar conservadoramente a la quietud. es. El hambre se presenta en el tiempo de modo cíclico con
En el camino muchas cosas han cambiado. alternancia de la tensión y la saciedad. La pulsión es una
¡Cuánto trabajo se toma este animal pervertido para en- fuerza constante. El hambre se satisface con un objeto es-
rnntrar su propio camino hacia la muerte! pecífico y adecuado, el alimento. La pulsión se caracteriza
por la contingencia y la infinita variabilidad de sus objetos
sin que ninguna la satisfaga (volveremos, y largamente,
¼llf F'J'O NO ES INDIVIDUO. Porque el sujeto no surge por un sobre esto). El hambre debe aplacarse por la entrada en ac-
d,·,.11milo natural preordenado y preinscrito sino por ocu- ción de órganos anatómicos que son siempre los mismos.
p,11 y.1y siempre un lugar en el espacio simbólico. El indi-
La pulsión, siempre sexual, siempre de muerte, es ubicua.
vid110.1p.1rccccomo categoría biológica, como polo alter- Ella no tiene órganos visibles, tiene un territorio que se
lHHivo rnnc.cptual de la especie. Mientras que el sujeto, atra-
extiende caprichosamente por el cuerpo, por el espacio, por
vc,.,do por d significante, es una categoría psicoanalítica; los demás, por sus miradas, por el pensamiento, por las co
11 , 11111-l.110 ('\ d Otro.
sas. El sujeto del hambre necesita comer. El sujeto de la pul
S,',k, 11d11,i1 la autonomía del orden simbólico se po-
l<'11do sión requiere ...
18
LAS PULSIONES Y LA MUERTE
N I \J()R A . BRAUNSTEIN ,,,
PERO LA PULSIÓN SE ALIMENTA. De olores, de miradas, de del Nebenmensch,del prójimo auxiliador.
aplausos, de mucosas, de palabras, de rimas y ritmos, de gol- Así, la satisfacción y la sobrevivencia pasan a depender
pes dados y recibidos, de humillaciones, de culpas y ver- de un deseo ajeno que pudiera no existir.
güenzas, de contratos cumplidos e incumplidos, de espejos Lo primero, entonces, no es el instinto, ni la necesidad,
y retratos, de rimas y ritmos, de promesas, de rimas y rit- ni su satisfacción. Lo primero es el deseo del Otro, anclado
mos, de libros, de elocuencias y silencios, de colores y man- en el orden simbólico, que abre las puertas para que el or-
chas, de zapatos, de rimas y ritmos, de plegarias, de biena- ganismo del ser desamparado (hiljlos)de la infancia pueda
venturanzas y condenaciones. A veces, también, de besos sobrevivir.
y orgasmos. Hay apuntalamiento, pues, pero no en una actividad cor-
Más con la invitación a comer que con la comida. poral, no en el orden vital, sino en el campo de la transub-
Se alimenta, no se satisface con todo esto. jctividad, en la relación de constitución de un sujeto en ese
or~en significante que revela aquí una de sus funciones
emmentes.
ORGANIZACIÓN DEL INSTINTO. Porque en el hombre nada
es "natural". Es la pulsión -la sexualidad y la muerte
inducidas y reguladas por el lenguaje- la que organiza los LA DEMANDA DEL OTRO. Nada en el desamparo del niño po-
modos en que los hombres satisfacen sus necesidades. El dría destinarlo a sobrevivir. El recién nacido no desea nada
hambre del hombre, más allá del mínimo necesario para y la muerte sería su destino ineluctable y casi inmediato.
continuar viviendo, apunta antes al menú que al platillo. Sobrevive por la mediación de este deseo del Otro que
"Los obreros franceses necesitan vino y los obreros ingle- llega a él bajo la forma de un ofrecimiento, de un don de
ses necesitan cerveza" (Marx). La conclusión es inevitable: lo que puede satisfacer sus necesidades. (Obsérvese, no hay
la sexualidad organiza a los instintos prescribiendo los mo- deseo pero sí hay necesidad.) Mas no todo es generosidad
dos de satisfacción de la necesidad. Nada es más ilustrativo en el Otro; hay un precio que pagar. El don conlleva una
a este respecto que la patología y la perversión de los ins- demanda, la demanda, la exigencia, de que el don sea acep-
tintos. La anorexia y la bulimia sirven como modelos para tado. Porque si no lo es no hay don.
explicar el hambre y su satisfacción. El deseo del Otro es vehiculizado por esta demanda, co-
rre subterráneamente bajo la cadena significante con que
el Otro significa su don y expresa su demanda.
ANLEHNUNG (APUNTALAMIENTO o APOYO). Cuesta entender
esta novedad de la primacía de la pulsión sobre el instinto.
Lacan encontró en Freud la idea de que la pulsión se apoya CIRCUITO DE LA DEMANDA. Aceptar el don es colocarse en
primero en la satisfacción de la necesidad del cuerpo y lue- el lugar del deseo del Otro, aceptar sobrevivir porque él
go se independiza de ella. La encontró y la re-flexionó. Cen- lo desea y hacerse deseante de ese deseo. Este deseo del de-
t ,.índose en otros textos freudianos anteriores y posterio- seo se expresará a su vez en la sucesión de demandas que
re., .1 los Tresensayosque inscriben el apogeo de la doctrina desde el grito y el llanto hasta el amor estructurará la histo-
e Id .,pu mal amiento, centrándose en el Proyectoy en Másallá ria del sujeto en los registros a que nos habituó la ideologí.,
dcl/'muipio deflacer y pasando por la ~ntroducció17: del ~~r- evolucionista natural concibiéndolos como "fases del dcs.1
.-·,.m,1111,
pmtulo que para el hombre solo hay sat1sfacc1on rrollo psicosexual''.
posible d(' l., rwcesidad por la prelación del deseo del Otro, El Otro hace pasar su deseo bajo los significante,; de lrn~1
.20 LAS PULSIONES Y LA MUERTE 11
N l' STOR A. BRAUNSTEIN
1.0 SIMBÓLICO. Hay una afinidad fundamental de la pulsión la cadena hablada. La emisión de la palabra se erot i'.l.1y l.1
con el registro simbólico. La incompletud del sujeto lo lan- sexualidad pregenital se expresa como si las palabras lwh1l'
za a realizarse en el campo del Otro buscando allí el objeto sen llegado a ser sustitutos de sustancias corporales.
(real) perdido y para siempre faltante.
El silencio podrá considerarse allí como equivalente de
¿Qué es la pulsión sino ese no-mío que me anima? Esa la oclusión esfinteriana y esta puntualización sobre la ma-
cosa que más allá de mí insiste y me empuja, que es memo- nera en que la palabra es dada y retenida le permite dist in-
rable y se memoriza y luego se rememora orientando las guir un lenguaje pulsional uretral con modalidades de in-
búsquedas de mi ser. Insistencia y compulsión de la repeti- continencia, fálico y mixto, un lenguaje pulsional anal y
ción que al sacarme fuera de mí me historiza a la vez que uno pulsional oral. [Roben Fliess, "On erogenic (regres-
me mata.
sively partial-erotic) languaje", en Erogeneityand libido,
La pulsión es esa manera en que se presentifica la auto- Nueva York, lnternational Universities Press, 1956.]
nomía de lo simbólico en el hombre apoderándose de su
materia viviente, subordinando al cuerpo, haciéndolo ma-
pa donde se clavan los mojones de las inscripciones sig- EL SIGNIFICANTE. Es lo que el sujeto representa para otro
nificantes. significante. El sujeto (S), efecto de una historia que inclu-
ye en una posición dominante al deseo de sus antepasados
y la historia de ese deseo, aparece entre una palabra consti-
LENGUAJE PULSIONAL. Las pulsiones se instalan en la cade-
tuyente (S,) y una palabra constituida (S2) que habrá de ser
na discursiva y allí sorprenden con sus jugueteos, con sus refrendada por el otro de la interlocución. Se presenta co-
permutaciones banales o rebuscadas, con los jeroglíficos oní-
mo un eslabón en el encadenamiento significante que debe
ricos, con las perturbaciones inesperadas del cotidiano vi-
vir, con el estilete del chiste. obedecer a los mandatos del S1 que ordenó su nacimiento
y que debe pagar las deudas de sus padres porque la deuda
Está bien hablar de un lenguaje pulsional porque ellas,
__.... es simbólica, atraviesa a las personas que la soportan, se ins-
las pulsiones, aparecen diferenciando los flujos del signifi- cribe en ellas sin que ellas lo sepan. Como el condenado
cante y del significado y actuando como motores de un pro-
a muerte que lleva la sentencia inscrita en su cuero cabellu-
ceso infinito de enunciación que se reconoce por los efec-
do y, aun no pudiendo leerla, está sometido a su imperio.
tos de metáfora y de metonimia inducidos en el nivel del
El ordenamiento pulsional está más allá de la subjetivi-
enunciado. Y también porque esos enunciados llevan la mar-
dad de sus soportes, es una palabra que hace derivar al de-
ca de l_adefensa tal como aparece en esa epifanía de la pul-
seo en relaciones transubjetivas donde el Otro, ubicado en
sión que desde Freud, pasando por Lacan e Hyppolite, se
llama denegación. el lugar de S2 , habrá de testimoniar del pasaje de la pul-
sión, con su mirada, con su aplauso o con su orgasmo.
FLIESS(ROBERT). Afirmó que hay diferentes clases de lengua- PRIMACÍA DEL SIGNIFICANTE. El sujeto es llevado a la
je de las pulsiones parciales tal como puede apreciarse en deriva por este movimiento que tiene en él su sede y que
los sujetos donde las actividades excretorias han recupera- él no puede detener ni torcer. Allí está, encadenado:
do su función sexual primitiva. En estos casos la alteración S1 - S- S2 • Su estatuto se expresa en la tachadura que ma-
de la correlación entre las distintas pulsiones parciales se tematiza la primacía del significante tanto sobre el signifi-
observa no en el lenguaje empleado sino en la emisión de cado como sobre el sujeto.
24 LAS PULS!ONES Y LA MUERTE
N~.STO R A. BRAUNSTEIN l~
LOS BORDES. Comunican el exterior con el interior, pero atraviesa? Es una zona de atracción y concentración done.le
el interior psicoanalítico del hombre es aquel en el que se se crea un flujo rotacional. El fluido -llamémoslo con el
penetra por donde el significante entra, en primer lugar, nombre que le corresponde, libido- se invagina a través
ojos y oídos, pero también las demás cavidades en tanto que de él, se aglomera dibujando una espiral en sus bordes y
por ellas salen y entran significantes del deseo del Otro. desde allí se abre en una especie de arco anular hacia afuera
No se trata de ninguna preinscripción en lo orgánico. El buscando algo que pueda contenerlo, orientado hacia un
intercambio se da entre el U no y el Otro y allí la leche y orificio equivalente o complementario en el Otro que pue-
la caca sólo intervienen como significantes. de incluso encontrarse en el propio organismo tratado así
Esta función del borde es alimentada y multiplicada por como Otro para esa libido.
lo imaginario: recuérdense los efectos erógenos del coito
de los animales para el hombre de los lobos, las teorías se-
xuales infantiles o la cautivación de la imaginación huma- EL ARCO. Lacan dibuja a la pulsión como un arco (recuér-
na por la actividad de la mantis religiosa. ¿Goza ella lo que dese su cita de Heráclito). Desde el borde orificial de con-
el hombre fantasea que gozaría la mujer en su lugar? ¿Son tacto e intercambio sale disparada una flecha-boomerang que
zonas erógenas los Órganos imaginarios, tales como la cavi- rodea al Otro y lo contornea para volver al punto de parti-
dad faltante en el hombre o la protuberancia fálica ausente da en un encuentro placentero, imagen espectral del goce,
en la mujer? que halla su paradigma en la evocación freudiana de su ideal:
Dada la especularidad imaginaria que constituye a las pa- unos labios que se besan a sí mismos.
rejas, dada la presencia de lo simbólico como soporte y ar- Lo que el arco contornea es el objeto de la pulsión, algo
gamasa de lo imaginario, ¿no se engendra en cada humano que en el Otro habrá de responder al deseo que ella conlle-
un monstruo proteiforme, andrógino y zoomorfo que es va. La vuelta al punto de origen es su meta. El orificio que
el cuerpo del goce? ¿No es así como toda la superficie cor- hace de borde, rampa de lanzamiento y blanco para el mi-
poral puede abrirse a esta estructura de borde que define sil en la fuente. La imperiosidad de su exigencia en el senti-
a una zona cualquiera como erógena? do de su capacidad para desplazar y postergar el juego de
otras pulsiones, su dominancia dentro del campo pulsional,
es su fuerza, presión o impulso (Drang).
ROLAND BARTHES. "¿El lugar más erótico de un cuerpo no Si se observa el dibujo lacaniano del arco de la pulsión
es acaso allí donde la vestimenta se abre? En la perversión saltará pronto a la vista que se trata del mismo grafo que
(que es el régimen del placer textual) no hay 'zonas eróge- el grafo del deseo o del "destapador" por el cual en la in-
nas' (expresión por otra parte bastante inoportuna); es la terlocución el sujeto puede alcanzar el sentido de su decir
intermitencia, como bien lo ha dicho el psicoanálisis, la que y de su desear tras atravesar recurrentemente las líneas del
t''> erótica: la de la piel que centellea entre dos piezas (el pan- enunc iado y de la enunciación.
1.11<'>11y el pulóver), entre dos bordes (la camisa entreabier-
1.1, el f.iUantey la manga); es ese centelleo el que seduce, o
111, ·im: l.l puesta en escena de una aparición-desaparición." AlMING. Nada más sencillo que pensar en la pulsión como
I! I ¡,/,,n-rdel texto, México, Siglo XXI, 1978, p. 17.] una suerte de tiro al blanco, de caza cuyo objeto es cobrar
la presa. Pero esto es volver al plano de la mitología bioló
gica y recaer en el modelo del hambre, . en la ideología d(·
1'N tW1 1 I< I< > Sí, ¿qué es un orificio para un fluido que lo la pulsión adaptativa.
11
30 LAS PULSJONES Y LA MUERTE Nl'STOR A. BRAUNSTEIN
Es tarde para ello. Y a es mucho el tiempo tanscurrido des- FLUIDEZ . El Triebfreudiano puede ser visto como la afluen-
de que se observó que el hombre ama más la caza que la cia del significante a un cuerpo que queda así habitado por
presa. Es más, que puede organizarse la caza más excitante el lenguaje. O, más exacta y heideggerianamente, el cuerpo
de todas, la de la presa imposible: la Dama del amor cortés, pasa a habitar en el lenguaje.
Eldorado, la piedra filosofal, el Saber absoluto, la tierra La fluidez no lo es de hormonas o de cargas eléctricas si-
prometida. no de las palabras y de los signos que satisfacen el anhelo.
El fin de la pulsión consiste en perseguir el objeto y no Que lo satisfacen o que lo desplazan y lo derivan.
en alcanzarlo, en buscar, en todo caso, los sustitutos alcan- Esta barahunda de flujos que se interceptan y que con-
zables del objeto inalcanzable. fluyen hace fermentar un mundo en la fantasía. El hom-
Lacan distingue entre aim y goal haciendo una distinción bre, exiliado de sí para vivir en el Otro, se hace creador
en el cuadro del deseo que sólo la lengua inglesa permite al jugar con el símbolo que lo ha creado (Jort-da).
conceptualizar con precisión.
El goal es siempre más o menos decepcionante, mientras EL MITO. En el sentido vulgar y no técnico del vocablo, el
que la actividad aiming that goalpuede ser verdaderamente gran cuento, es el de que hubo alguna vez satisfacción pul-
ilustrativa de la aspiración pulsional. sional, el de que existe, el de que puede haberla.
El concepto de pulsión es correlato del de insatisfacción.
INHIBICIÓN DE META. Términos poco felices utilizados Por eso la pulsión es antropógena: viniendo del Otro hace
para u:n destino pulsional que consiste en lograr algo aparecer un sujeto allí donde no lo había. Y lo hace desapa-
diferente de un fin pulsional supuestamente más completo recer al presentificar en él a la muerte.
y no inhibido. Freud partió del principio del placer y le asignó~la sobe-
Si la caza puede ser y es más deseable que la presa y si ranía en el funcionamiento del aparato psíquico. Esta es la
la idea del objeto puede dar caricias más placenteras que el hipóstasis biologista. Está en el punto de partida y no en
objeto mismo, entonces la pulsión inhibida en su meta (ziel- el de llegada, fue corregida por la investigación. F reud mis-
gehemmt) puede ser la esencia de la pulsión, la que sostiene mo demostró que el hombre no es un ser que tiende a la
al deseo organizando la ascesis, la que no se da por cumpli- adaptación. Todo lo que es esencial en su comportamiento
da con la posesión, la qúe "acicatea, siempre indomeñada, se halla más allá del principio del placer y de la homeosta-
hacia adelante". sis. El mundo humano surge por la obcecada aspiración a
De modo que la "inhibición de meta" bien pudiera ser superar el obstáculo y el fracaso. El hombre está sometido
no un "más acá" del objeto sino un "más allá", más allá a instancias ideales que lo apartan del confort y de la míni-
de las cosas de este mundo, más allá de las imperfecciones, ma tensión que serían las metas para el principio del placer.
cosa situada más allá de los bienes y los dones, en ese pun- El hombre es un animal fallido. El propio camino hacia
to donde se disuelve la imagen del yo y se contacta como la muerte transcurre por la complicación y por la persecu-
significante con un puro significante que es ajeno al reino ción de lo difícil.
natural. El lenguaje tiene la culpa. Del lenguaje es el mérito.
Esta "inhibición de meta" que puede ser, hablando en Nada mejor y nada peor pudo traer el esclavo Esopo
,·i~or, un más allá de la meta es la clave de la sublimación. del mercado.
F, en relación con ese punto más luminoso que se puede
,lr la traducción de Trieb como deriva.
,:11l11l BEFRIEDIGUNGERLEBNIS(EXPERIENCIA DE SATISf AC( ]ON) . ( M .1
32 LAS PULS!ONES Y LA MUERTE
NI \ IUR A. BRAUNSTEIN H
la traducción de lo que en rigor es "vivencia de apacigua-
miento".) Es el mito, el cuento freudiano, de que alguna '>obre la pulsión el que cambió cuando él postuló l.i pul
vez hubo un estado de calma absoluta y que la pulsión tiende .,ión de muerte y el más allá del principio del placer?
a restaurar ese estado previo. Desde ese instante la meta de la pulsión pasó a ser el m.rn
tcnimiento de la insatisfacción. Nuevamente el modelo
Si ese estado existió, de él no puede haber representación
alguna. No habiendo ni yo ni no yo no puede haber huella hambre-saciedad deviene un obstáculo epistemológico que
mnémica o marca de tal situación. No obstante, la pulsión impide entender la novedad absoluta del concepto freudia-
es búsqueda apasionada de ese estado. Reencontramos así no de pulsión, clave de la antropología psicoanalítica y pie-
lo ya dicho: la pulsión es de muerte, aspira a la disolución za esencial de una nueva concepción de la historia que res-
del sujeto en la nada de la Cosa que a veces se imaginariza ta en lo fundamental por escribirse.
como claustro materno.
MELANIE KLEIN. Para "la tripera" existen rastros o huellas
LA FALTA. A partir de la cual algo ausente puede ser re- filogenéticamente adquiridas del objeto perdido. Las fanta-
presentado; es lo que posibilita la aparición de un sujeto sías originarias del bebé manifestarían un saber efecto de
como sujeto de esa falta, es decir, sujeto de la pulsión como reminiscencias y el mundo objeta! se crearía en el esfuerzo
empuje hacia el llenado de ese hoyo abierto en lo real por por restaurar la plenitud del cuerpo materno. Las pulsio-
la pérdida del objeto primero, pérdida sin representación nes son en su teoría un dato primero y el aparato psíquico
de eso que precedi6 al sujeto y abrió el surco para que él estaría orientado desde un comienzo a la dominación de
pudiera germinar, de ese objeto que para que el sujeto pu- las pulsiones de muerte por medio de la proyección.
diera ser debió ser abandonado irremisiblemente, la placenta
si se quiere figurarlo, molde y modelo de todo lo que debe-
SI ALGO FALTA a uno para ser tiene que dirigirse a otro
rá abandonar y dejar caer en su vida, objeto a real que nin-
para poderlo tener. La falta en el ser instaura una nueva
gún significante podrá devolverle sino como decepción o dimensión: la de la demanda. El deseo de recuperar lo per-
frustración de su demanda: "Esto no es sino el indicador
de lo que te falta para ser." dido se manifiesta en un pe(r)dido. Tampoco el otro puede
dar lo que uno ha pe(r)dido. En su lugar da algo, otra cosa,
El llenado de la falta, la ausencia de falta es lo que nunca un objeto que necesariamente es menos que lo que se de-
existió. La "vivencia de apaciguamiento" es la invocación
mandó, un objeto que frustra al deseo aun cuando pudiera
mitológica (no hay mito que no sea mito de los orígenes)
satisfacer la necesidad.
de un momento en que 1afalta habría sido sentida y luego El deseo se define por ser exactamente la diferencia entre
borrada de modo cabal en un sujeto. Cuando, en realidad, lo demandado y lo recibido; está más allá de lo que con el
no podía haber allí sujeto alguno.
lenguaje se ha solicitado y más acá de lo que el otro ha po-
dido dar.
IMPUGNAR A LA SATISFACCJÓN. Ésa es la función teórica del El deseo, al tener que pasar por la dimensión del lenguaje
concepto de pulsión. Esto va manifiestamente en contra de y del Otro, deviene irrealizable.
muchos textos de Freud en los que se habla de Triebbefrie-
digung (apaciguamiento de la pulsión). Pero ¿quién podría
dejarde percatarse de que es el concepto mismo de Freud HOYO EN LO REAL. Que es definitivo y que lanza .11\l'I p111
los desfiladeros de la demanda, a enhebrar signifir.111tl''>
q11"
34 LAS PULSJONES Y LA MUERTE
NÍSTOR A. BRAUNSTEIN 35
de una demanda imposible de saciar, abertura del tonel sin I IJ<;'l'ORIA DEL CUERPO PULSIONAL. Nada se pierde, nada se
fondo del deseo.
11 ., nsforma. Todo se conserva viviente, todo se historiza.
Nada de ese deseo pasa por lo orgánico, por algún pruri- L,,.,capas de lava se acumulan una sobre otra. La laminilla
to o requerimiento de estimulación de la zona anatómica 1:1111scrva sus prerrogativas sobre los objetos ya investidos
considerada en el plano de lo real.
puede retornar a ellos en el proceso llamado de regresión.
No hay tampoco un escalonamiento temporal, una suce- ( :uadros de Dalí con insólitos plegamientos, cuadros de
sión preestablecida de activaciones de las zonas erógenas.
M.lgritte donde el ojo es atravesado por el cielo y las venta-
Así como no hay pasaje o transformación de las pulsiones 11.1s se rompen llevando en sus cristales fragmentados el pai-
de una en otra.
,.,jc que por ella se transpare11taba, cuadros de Archimbol-
do que figuran rostros por superposición de flores, peces,
LA TEORÍA DE LA LIBIDO. Es requerida en el psicoanálisis para
11.\lnaso frutos arrancados a la Naturaleza y ensamblados
unificar el campo de los fenómenos que se presentan en la por el lenguaje pictórico, variante del discurso.
experiencia. En Freud, la libido, reductible en última ins- La pulsión: un collage heteróclito y estrafalario de frag-
tancia a la fuerza del deseo masculino y por lo tanto en es- 111entosincongruentes que se arma en una imagen especu-
trecha relación con el falo, es una objetivación cuantitativa 1.,rque aprendemos a reconocer como nuestro cuerpo y que
del deseo que permite dar cuenta de aquello que es movido llamamos yo.
por ese deseo y de sus vicisitudes.
Decir que la libido es la energía del deseo inconsciente
implica negar, en un mismo movimiento, que sea la ener-
nuANG (PRESIÓN o EMPUJE). Por reconocidos que estemos al
traba jo de traducción de J.L. Etcheverry y por interesados
gía comandada por el principio del placer. Por el contra-
que estemos en unificar las referencias a Freud que se ha-
rio, si hay un principio que guía al deseo, éste no es el del
len en español, jamás podríamos seguirlo en su propuesta
placer sino el de la imposibilidad y el fracaso del placer de
satisfacción. de traducir Drang por "esfuerzo", término que no tiene
relación alguna con el concepto freudiano. Preferimos "pre-
Es la energía del deseo en tanto que nostalgia, en tanto
,ión" porque alienta el vínculo Drang-Verdrangung
que anhelo de la recuperación de la unidad perdida en el
(represión).
momento de la separación de la placenta, mito lacaniano
Lacan subraya complacido una expresión de Freud: el
que se sobrepone al otro, más divertido, del andrógino pla-
/)rang es una fuerza constante (konstante Kraft). Siendo así
tónico. El mito lacaniano cuenta que cuando se produce
,u modelo no es el de la energía biológica sometida a exa-
la separación de la placenta se desprende del organismo una
cerbaciones y remisiones, estructurada diacrónicamente en
finísima laminilla qúe reviste al cuerpo y al mundo, que es
ritmos variables.
como un órgano viviente que se expande, emite seudopo-
Si es konstante Kraft no puede tratarse de una energía ci-
dios, se condensa, se coagula, se derrama en una extensión
nética que, pasado un cierto umbral de descarga, se resol-
variable de territorio. La libido es, en esta invención de La-
vería en movimientos. Lo destacable es que la afirmación
can, una laminilla retráctil que viste, in-viste y re-viste al
mundo de un sujeto particular. de la presión como una fuerza constante excluye la posibi-
1idad de que ella alcance jamás algún tipo de satisfacción
Como Órgano es lo que representa al órgano por an-
o que pueda plegarse a los modelos del hambre o del
tonomasia en el sujeto, y como función es la función
pura del Eros. orgasmo.
Es cierto que la expresión de konstante Kraft aparece en
46 LAS PULSIONES Y LA MUERTE N I \l<lll A. BRAUN STEIN
un momento decisivo de la teoría de Freud. Pero hay que ,obre la ética en el psicoanálisis) y sostuvo que la pulsión
reconocer también que esta konstante dista de ser una cons- de muerte, originada en el Otro, en el campo del lenguaje,
tante a lo largo de la obra de Freud. Reléase en este mismo ,.., la forma radical de la pulsión (de la pulsión a secas, co-
capÍtulo la referencia a "lo que Freud no creía" y a "lo que 1110 hemos dicho) y que es por el significante que la pul-
Freud sí creía" para constatar las oscilaciones de su pensa- \lÓn existe e inscribe sus marcas en la historia .
miento sobre el particular.
La historia de la pulsión es un efecto de la pulsión en la
lt1'itoria. La pulsión es el proceso que hace del hombre un
DRANG. EN EL CAMPO FREUDIANO. Independientemente de .111im al no natural, un animal histórico.
los planteos biologistas que ocasionalmente desdibujan su
ruta, es allí donde encontramos el secreto del Drang. n1KÉY TEKHNÉ. La historia, postula Freud en El malestar en
Es claro que no se puede asimilar el Drang a una necesi- li1cultura es el resultado de la lucha eterna entre la pulsión
dad, a una exigencia vital, a una pura y simple tendencia de muerte y las pulsiones de vida.
a la descarga. Nuevamente se ve aquí que la pulsión es trans- La historia, dice Heidegger en su Introducción a la meta-.
gresión al principio del placer.
(~ica,es el resultado de la lucha eterna entre diké y tekhné,
La necesidad afecta a la totalidad del organismo mientras entre la norma instituida que aglutina unidades cada vez
que la pulsión afecta al aparato psíquico y pone en marcha más complejas y tekhné, la actividad disolvente del hombre
allí ciertas operaciones defensivas; concretamente, es repre- que impugna los órdenes y las órdenes de lo establecido para
sentancia del ello ante el yo. La necesidad pone en juego destruir lo existente y crear nuevas formas de existencia.
los mecanismos del stress;la pulsión pone en juego a la an- En un trabajo anterior hemos opinado que ambas con-
gustia de castración. La necesidad va seguida de una descar- rept ualizaciones se recubren y convergen pero que la hei-
ga fisiológica, la pulsión no es descarga sino insistencia re- deggeriana es más ajustada pues elude los equívocos biolo-
petitiva de los significantes de una demanda imprescriptible. ~istas ineluctablemente vinculados a los conceptos de vida
La presión no es una energía cinética, no se comprende y muerte. [Néstor A. Braunstein (1980), "Nada más sinies-
según leyes termodinámicas. La pulsión está comandada por tro (Unheimlich) que el hombre", en A medio siglo de "El
una irrefrenable compulsión de repetición. Es eterna. En malestar en la cultura"de Sigmund Freud,México, Siglo XXI,
este sentido es una "fuerza constante" que se ve operando 1980, pp. 215ss.]
en el campo freudiano, esto es, en la sesión analítica.
que se instauran por accidentes y sobresaltos inducidos por 111,rnda sexual que debe atravesar por el camino de las pul-
una experiencia que lo es de lenguaje recayendo sobre pun- , 11mes parciales en un régimen de intercambios regido por
1 I significante.
tos seleccionados de la superficie corporal donde engendran
el placer de órgano. De todos modos, el Otro está carente (A) de esto que se
le pide. Esta desventura del deseo es su constituyente esen-
1 1.11. Nada de lo que el Otro puede entregar colmará jamás
LA PULSIÓN PARCIAL. Es la manera en que este rodeo que
es la vida en el camino de la muerte se inscribe en el cuerpo.
la falta (a) por la que el sujeto accede a la existencia.
La razón última de esta falla fecunda del ser radica en la
Es un corte, un recodo, una inundación o un súbito secado
di visión sexual que consagra a ambos sexos a la incomple-
del flujo sensorial por una zona de borde que inscribe en
1ud, a la búsqueda del pedazo de andrógino que les falta,
ella una marca registrada psíquicamente como significante.
.mimados por la promesa de lo imposible: "y serán una
La pulsión parcial recorta y fragmenta el cuerpo hacien- .,ola carne".
do de él un rompecabezas que se integra como unidad en
la imagen especular, imagen análoga a la del otro.
< )BJETO PARCIAL. Mientras que las funciones del cuerpo son
rnntinuas en el tiempo, los objetos que ellas requieren o
ALIENACIÓN. De la fragmentación implantada por la par- que de ellas emanan s;m discontinuos. Es así que los obje-
cialidad de las pulsiones sale el sujeto a través de la aliena- tos son parciales respec~o de las funciones que los produ-
ción que representa la identificación con la unidad del otro cen: escíbalos, chorros de semen, de orina, pecho y demás
en el espejo que le devuelve la unidad del propio cuerpo. .llimentos que se inscriben como cortes significantes de di-
ferencias en relación con la continuidad vivida.
IDENTIFICACIÓN. Sometido a la demanda del Otro y como Alternancia de presencias y ausencias, de antes y después,
manera de retener a ese Otro, el sujeto pretende entregar de tensión y distensión. Por eso erotizan a los bordes y
su a, se identifica con los significantes de lo que el Otro por eso se localiza en esos bordes la función del principio
le demanda, se fragmenta en una multiplicidad de yoes que del placer.
vienen a ocupar su lugar, a habitarlo, a colonizarlo. Estas El corte constituye al objeto parcial. El pecho que inte-
identificaciones (alienaciones) están movidas por el deseo resa al psicoanálisis no es el de la anatomía sino el del des-
pero no llegan jamás a satisfacer la pulsión permitiendo así tete ... Y ese pecho recibe su valor pulsional por ser ofren-
el desplazamiento metonímico. Su multiplicidad obra co- da del Otro como objeto parcial, como parte del objeto de
mo escudo que previene contra una siempre posible identi- amor en tanto que don simbólico que puede otorgarse o
ficación aniquilante. negarse .
La pulsión parcial se organiza a partir de un intercan1
LA FALLA FECUNDA. Soporte imaginario de lo que falta al bio, de un toma y daca. La dialéctica de esta reciprocitl.td
sujeto en el ser, el Otro es el destinatario de una demanda está organizada por aquello que constituye la falta en el
Otro; el Falo.
1\ 1lll\ A. BRAUNSTEIN ~1
50 LAS PULSJONES Y LA MUERTE
brás logrado lo que demandabas de mí pero al precio de l·'.ntre el sujeto y la demanda hay un corte, simbolizado
no tenerme ya a mí". Aporías de la demanda que el análisis ,;11la fórmula por el rombo o losangeque consagra la in-
constituye y demuestra en cada momento de la transferencia. 1~t>mpatibilidad radical entre el sujeto y su demanda y que
distingue a la pulsión (oral, escópica, etc.) de la función del
DESPLAZAMIENTO DEL FANTASMA. En el neurótico la pulsión ,),~ano que ella coloniza.
(S O D) desplaza al fantasma (S O a).
Para el neurótico, a, el oscuro objeto de su deseo, ha sido 1( O D. El psicoanalista habrá de poner en juego la no res-
remplazado por el anhelo de representar y de ser a corno 1 n1csta a la demanda para poder reconstituir la cadena sig-
objeto del Otro. La neurosis es esa renuncia al deseo con 111ficante que insiste en el inconsciente. Sólo entonces po-
alienación en los significantes de la demanda del Otro. d I i definirse la relación que guarda el sujeto en fading con
Para el obsesivo el acento recae directamente en la deman- rl'lación a eso que demanda en cualquiera de los registros
da del Otro tomada como objeto de su deseo. En el histéri- pu lsionales (oral, anal, vocal, etcétera).
co la demanda recae sobre el objeto del deseo del Otro: en La demanda formulada al Otro pone en evidencia la in-
tal caso el sujeto no pu ede sino experimentar su carencia 1 ,lpacidad de éste de responder de otro modo que en el pla-
en ser y la resuelve por medio de la identificación con la 11 0 de la necesidad, otorgando algo que sea conforme al prin-
falta, con el significante de la demanda del Otro. 1 ipio del placer. El Otro revela de este modo una carencia
REPASO. Momento propicio para repasar lo ya adquirido. l' U LSIÓN, DESEO y FANTASMA. Es común la perplejidad ante
El sujeto de la pulsión no es el de ningún enunciado sino estos tres términos y hay quien no vacila en considerarlos
el del inconsciente que articula la diacronía de los enuncia- , 1nónimos. El gráfico lacaniano del deseo permite distin-
dos sin saber siquiera que es él quien habla. ~uirlos y reconocer su especificidad. Aparece allí la pulsión
El sujeto se disuelve en la concatenación de los sig- l orno ese proceso de eclipse del sujeto en la formulación
nificantes de su demanda. La demanda, a su vez, no podría de su demanda. El deseo como ese resto metonímico que
quedar satisfecha sin aniquilar el deseo. La demanda es, en l orre bajo la demanda sin poder articularse en ella. El fan-
última instancia, demanda de que se perpetúe la insatisfac- t ,lsma como el escenario imaginario que es motorizado por
ción. La demanda es defensa, defensa de la pulsión, defensa l'I deseo y que integra a la vez que ineluctablemente separa
contra el peligro pulsional.
.,1sujeto del inconsciente g de ese a que es causa de su deseo
62 LAS PULSIONES Y LA MUERTE
11, 11 >RA. BRAUNSTEIN 63
y agente de la subjetivación. Uacques Lacan, Écrits, p. 817;
e I mundo al mover los discursos, los trabajos, los amores
Escritos I, p. 328.]
} los días de los hombres.
Primero Freud pensó que el deseo tendía a restaurar el
30 DE MAYO DE 1962. Hay una incompatibilidad radical ¡ir incipio del placer y actuaba conforme a él. Cuando los
entre la demanda (D) del sujeto y el objeto a, causa de su d1sdpulos de Freud se hubieron convencido de lo que el
deseo (d).
111,lestroles enseñaba y se disponían a guiar a sus analizan-
¿Qué demanda el sujeto?: más allá de las palabras que ll's en función del disfrute del placer, cuando incluso la cul-
articula, el a del Otro, lo que el Otro no puede dar: S (A). t II ra toda podía esperar del aporte del psicoanálisis un apa-
¿Y el a del sujeto?: es lo que el Otro, en tanto que de- ' 1~uamiento de su malestar preconizando la mitigación de
sean te, le demanda a él revelándolo como S.
l.1-; restricciones pulsionales, Freud dio un giro pasmoso a
La demanda está hecha para ser insatisfecha y contornea 11 pensamiento y planteó que el deseo apunta más allá del
un vacío que no puede colmarse porque está subtendida por principio del placer, que el deseo, en tanto que consagrado
el deseo y el deseo apunta a otro sitio, a un sitio en el Otro n la búsqueda de lo imposible (el reaporte sexual), presenti-
donde lo que hay es nada (le ríen).
r1ca a la muerte en el ser. La pulsión pasó a ser pulsión
de muerte.
EL-DESEO-EL-FALO. En los maternas de la pulsión y del fan-
tasma, el deseo queda figurado por el rombo intermedio. FI PLACER MISMO. El puro placer es equivalente de la muer-
Su concepto surge de lo repetitivo de las demandas que te. Y a lo proclamaba Platón en el Filebo:el placer sin el
indican la falta y la diferencia que queda siempre insoluta enten dimiento, sin el significante habría que decir con La-
entre las demandas y los objetos reales que vienen a (in)- ran, es un imposible pues acaba por negarse a sí mismo.
satisfacerlas. U no, porque su búsqueda de la reducción de las tensio-
Entre el niño y su madre, por la interposición del padre nes al mínimo lleva, en su instancia más radical, a una ten-
en posición metafórica prohibiendo a los dos la unión o 'iÍÓn cero, indiferencia con el exterior, principio de Nirva-
la reunión, la intersección de las demandas engendra un hue- na, muerte.
co incolmable, un vacío interno que es el deseo representa- Dos, porque el placer sin el significante impide siquiera
do como O. saber si hay goce o no, es decir, es un goce sin gozante. El
En el interior de este vacío se inscribe aquello que se per- ~oce sin la memoria es un puro presente que se desvanece
fila tras la ley de la castración que lo ha instaurado: el Falo y no habiendo la memoria no podría haber tampoco la evo-
como significante. cación del goce ni tampoco la posibilidad de acomodar un
nuevo goce mediante la previsión. De estas maneras, el rei-
EL MUNDO de los hombres es un producto del deseo. Ésa nado absoluto del principio del placer equivale a la muer-
es la novedad, la más radical quizás, de las muchas que Freud te: "tú no vivirías una vida de hombre, sino la de un pul-
trajo a ese mismo mundo. món marino o la de todos los animales marinos que viven
El deseo, a su vez, tiene como prerrequisito al lenguaje, encerra dos en su concha" (Filebo).
a lalengua, a las demandas circulares, a la decepción apor- Y tres, porque la vida en el puro placer impediría la con-
tada por los objetos que satisfacen la necesidad. siderac ión del mundo exterior y de los peligros que de 61
En este sentido es que el deseo, efecto de la falta, mueve proceden dejando librado al organismo a la inercia. Pucd(·
que este argumento, tan racional, tan razonable, sea el di-.
64 LAS PULSJONES Y LA MUERTE 1( 111/1, BRAUNSTE IN <,S
fraz de este otro: la vida en el puro placer, la vida sin la i ¡tlt nunca existió, esa marca o huella no puede ser una
castración, la vida en el reaporte sexual, la vida en el único i e,presentación, no es posible concebirla sino como un ho-
incesto verdadero que es el incesto con la madre tanto para o, rnmo una negatividad originaria, la Cosa propuesta por
el varón como para la niña, no es la vida sino la muerte Í .tll.111.
para el mundo de los hombres, la vida de todos los anima- (, 1 principiodel placer, en su forma radical, está orienta-
les marinos que viven encerrados en su concha. U na vida d.-,.1 recuperar esa fusión inicial con la Cosa, ese estado en
fuera del lenguaje, esa que es ilustrada por la psicosis sim- q111 nada se deseaba porque nada faltaba, porque se era uno
biótica infantil.
con la Cosa, allí donde no había sujeto deseante ni "yo"
Tres caminos por los cuales la vida del organismo acorde ,pie lo representara.
con la forma pura del principio del placer equivale a la muer- Ahora bien, ¿cómo encontrar esa Cosa si no es por el ca-
te de la que sólo puede escaparse por la virtud del signifi- 1111110 del significante, es decir, de las marcas que en el obje-
cante que permite vivir, sí, pero que, a la vez, de un modo 1,,real podrían permitir remitirse a la cosa ausente?
diferente a lo que sucede con el organismo, mata. Se busca una identidad de percepción mas por este cami-
110 la identidad es imposible. Todo lo que se logra en este
EL PRINCIPIO DEL PLACER gobierna a los procesos primarios , ,fuerz o por reencontrar la Cosa estará marcado por una
tanto como a los secundarios. Pero la pulsión, repetición ,_I, ferencia, cada cosa será por no ser la Cosa. Cada objeto
de la demanda animada por el deseo, viene a susp~nder la ,·l·al estará marcado en su origen por una denegación: "esto
acción de este principio. ¿Que cómo sucede esto? Esa es la 110 es (lo que mi deseo intencionaba)". Y así se irá constru-
función positiva de la decepción. En efecto, la alucinación yendo la realidadsegún el principio homónimo que la ca-
del objeto perdido da lugar a una descarga motriz que res- , ,1rteriza; la realidad llegará a ser, bajo la forma del no-ser,
ponde a los dictados del principio del placer, es decir, tien- ,·xpelida por el principio del placer hacia el exterior.
de a la restauración de un estado anterior de equilibrio. Mas La alucinación es el fundamento de la percepción; la
la descarga, al realizarse sobre un objeto incapaz de satisfa- 1,,cura el de nuestra precaria cordura.
cer, irreal, origina una decepción y un aumento de la ten-
sión contrarios al principio del placer. Es así como la de- l· I . PRINCIPIO DE REALIDAD.Es un efecto de las pulsiones par-
cepción enseña al psiquismo a suspender la vía alucinatoria l iales. Resulta: del fracaso del principo del placer que ha
y muestra al principio del placer un nuevo camino, el de puesto en marcha a la alucinación, de la articulación signi-
insistir en la demanda al Otro, es decir, la pulsión. f 1cante de la demanda, y de las sucesivas denegaciones que
La pulsión en su arco provoca el placer de Órgano y ero- .1fectarán a los objetos aportados por la demanda. En ese
tiza las funciones pero descubre, al mismo tiempo, al suje- orden: uno, dos y tres.
to humano su alienación fundamental puesto que su deseo Su meta de todos modos es la del principio del placer,
tiene que encarrilarse como demanda pasando por los sig- ,ólo que no absoluto, sino atenuado, postergado y des-
nificantes del Otro. plazado. Es la interposición de la vida en el camino de
la muerte.
Igualmente cabe decir que el principio de realidad es un
WIEDERZUFINDEN (REENCONTRAR). Hay en el principio la proceso de sublimación desexualizadora. Mientras que el
marca de algo perdido que nunca se tuvo (eso que viene principio del placer erotiza tanto al cuerpo como a los oh
a indicar el mito de la experiencia de satisfacción). Puesto jetos y los pone al servicio de su meta reductora de tcmio
66 LAS PULSIONES Y LA MUERTE
1, 11>I\ A BRAUNSTE IN 1,
guía en la excursión es el principio del placer que "parece l!il, 111sigente del deseo, en un reforzamiento de la reprc -
estar directamente al servicio de las pulsiones de muerte" d,11("yo fuerte") y en una renuncia pulsional.
[Másallá del principio de placer, 0.C, t. XVIII, p. 61]. Ahora 1(1placer y su principio están del lado del significado, de
bien, ¿cómo conciliar estas tesis?, ¿está el principio del pla- 111 l 11'1
squeda y disfrute de los bienes, de la adaptación,
cer al servicio de las pulsiones de muerte o apuntan éstas do l.,.,ganas de objetos nombrables y comprables. Pero es-
a algo que está más allá del principio del placer? La respuesta, ¡ n 11significados se desplazan bajo la corriente de los signifi-
provisionalmente, es: el principio del placer indica la direc- l 1\111es irre ductibles a tal "lógica" y arrastrados en una bús-
ción, jalona el camino; la pulsión lo transgrede, va más allá, 1ucda tan apasionada como lunática de un reencuentro
es trascend ente. ¿Por qué? Porque el principio del placer 1inposib le.
es eficaz en el individuo, en el organismo viviente, rige en
el orden de lo animado. Pero la satisfacción del hombre de-
be pasar por los emblemas del Otro, no existe sino en la 111 >.l'O DE PLACER Y TEXTO DE GOCE. Escribe Barthes: "Tex-
alienación y es ese Otro el que impone la renuncia al prin- í, i de placer: el que contenta, colma, da euforia; proviene
cipio del plac er motorizando la presión de los incesantes d, l.1cultura, no rompe con ella y está ligado a una práctica
embates pulsionale s, repeticiones de la demanda que asegu- r1111/orta ble de la lectura. Texto de goce: el que pone en es-
ran la insatisfacción. 1 11lo de pérdida, desacomoda (tal vez incluso hasta una for-
En el hombre la soberanía del principio del placer es re- 111.1de aburrimiento), hace vacilar los fundamentos históri-
signada en favor del goce del Otro que remplaza al orga- '· 11'>,
culturales, psicológicos del lector, la consistencia de sus
nismo por una inscripción significante: asegurar esta ins- \';dores y de sus recuerdos pone en crisis su relación con
cripción a través del reconocimiento del Otro, ésa es una 1:l kngua je... " (p. 22).Y añade: "Por otra parte, proveniente
meta que está más allá del principio del placer. ,1,·1psicoanálisis, tenemos un medio indirecto de fundar la
11posición entre texto de goce y texto de placer: el placer
, ., decible, el goce no lo es. El goce es in-decible, inter-
EL GOCE. Nombre apropiado para este placer más allá del
dicto ... " [Roland Barthes, El placer del texto, México, Si-
placer al que apunta, incansable, el deseo. Es un efecto de
¡;lo XX I, 1978, p. 31].
la dialéctica transubjetiva. El deseo y la demanda son inse- · El texto de goce es, en última instancia, el texto que co-
parables del deseo y la demanda del Otro, generando en
lo, a al lector en ese límite más allá del cual se produce la
su interacción ese vacío que se inscribe en el interior del
n t inción del sujeto. El goce no puede ser alcanzado por
rombo del materna. El borramiento del rombo es lo impo- 11111g ún texto, por ningún discurso. Pero puede ser evoca-
sible: (g D), para la pulsión y (g a) para el fantasma impli-
do, recordado. Pasa en la experiencia analítica: la interpre -
can un des-ser qu e se esboz a en la experiencia de lo sinies- 1.u:ión toca ese punto más allá del placer donde el sujeto,
tro: el hombr e confrontado con una satisfacción absoluta l'llt re maravillado y espantado, asiste a su disolución. El texto
de la demanda o con el obj eto innombrable del deseo ... del goce es análogo de la interpretación psicoanalítica. Juan
1). N asio pide que se acepte su definición: El psicoanalist,,
MÁS ACÁ DEL GO CE está el usufructo placentero del cuerpo, ,·sel que evoca-recuerda(rappelle)el goce. [En L'inconscic111
meta de las ideologías adaptacionistas que guían a las psico- ,1 venir, París, Bourgois, 1980, p. 149.]
secundario a la existencia del significante, no es un dato pri- 1•1 11, ión que sólo puede encontrar algo en lo simbólico, nun -
mario. Desde el placer humano es que podemos preguntar- ' , rn lo real; por eso mismo, marcado de insuficiencia.
nos qué podría ser un placer sin el significante, qué podría Mientras que d principio del placer es conservador, su
ser el placer en la experiencia animal. 111.Ísallá, es decir, la compulsión de repetición, es una con-
El placer del hombre está hecho de reminiscencias y asen- d 1l ión de progreso y transformación. Compulsiva. Irre -
tisface con el blablablá" [Lacan, Encare (Aún)]. I·, compulsión de repetición introduce la trascendencia. Es-
El más allá traza un límite; el placer es lo que queda más 1.í centrada, a diferencia del principio del placer construido
acá del límite que lo constituye, se subordina a ese límite, 1•11 to rno a presencias, en las ausencias, en la falta en el ser,
que es causa del deseo y de la innovación significante.
del goce.guardián de la frontera. Es el inflexible aduanero
deviene
siva diferenciación significante que amplía el mundo y po- Vida: interposición del principio del placer en la trayec-
tencializa los modos de actuar sobre él. En ese camino es- t o ria hacia el Nirvana. Bullicio.
tán comprometidas las ciencias y las técnicas. La repetición,
al encontrar otra cosa que 1apretendida por el deseo, hace MUERTES IMAGINARIA y SIMBÓLICA, directamente interesadas
aparecer lo nuevo y es el motor del saber. Rompe con los en el discurso psicoanalítico.
mecanismos prestablecidos de adecuación entre el orga- El orden simbólico constituye, atraviesa y preexiste a los
nismo
los y el. mundo, bloquea toda posible armonía con
objetos '>Ujetos que lo soportan. El sujeto es traído a la vida por
l.t palabra y es consagrado a la muerte por ese "automatis-
mo de repetición" que es la ley de la pulsión. Su muerte
¿Y LA MUERT E? Su presencia ya fue presentida en este reco- ..imbólica está marcada desde siempre. En cada momento
rrido perfilándose en el horizonte y calificando a toda pul- l'n que habla es remplazado por el significante que articula.
sión. Pues de 1apulsión se puede ya decir, y quizás no sea Lo simbólico induce la erección de un yo, fantasma de
mucho, que es asubjetiva y que sabemos de ella por su arti- unicidad. Un querido yo que se aferra a la vida, que destru -
culación en un lenguaje de 1ademanda que eclipsa al sujeto ye para sobrevivir, que sabe pero no quiere saber que al
y lo tacha como lugar de un reaporte imposible. gún día habrá de desaparecer de la faz de los espejos, en est·
Una muerte que, en psicoanálisis, trasciende el estrecho fantasma de la muerte que los hombres tanto reconocen y
aunque esencial marco de 1amuerte biológica, 1areal, esa abominan (verleugnen).
que es continuación de 1a vida. En el orden de 1a biolo-
LA AUTOCONSERVACIÓN. Consiste en vivir destruyendo ,
76
LAS PULSIONES Y LA MUERTE ltil\ A IIRAUNSTEIN
proyectando hacia el exterior la pulsión para conservar esa 11¡ por eso que hay progreso. Dicho de otra manera: sólo
vida en lo imaginario, para mantenerse en el empeño de hl )' 1111progreso marcado por la muerte y ésta es la raz6n
alcanzar la propia muerte.
1{11' l., que la muerte es pulsionada, hecha pulsión por Freud,
Un elemento decisivo para que exista tal anhelo de auto- 11111: .,da a la deriva. La pulsión de muerte es lo real en tanto
conservación así como para comprender los casos en que ¡¡11110puede ser pensado más que como impensable." [Or -
se atenta contra ella (suicidio, alcoholismo, etc.) es el deseo t1tr?, núm. 9, p. 37.]
de vidamuerte, siempre ambivalente, de los padres y muy
especialmente de la madre hacia el hijo. Deseos intrincados
en una espesa dialéctica que se extiende mucho más allá de i A l"NTROPÍA es concepto con vigencia en el terreno físico-
los años infantiles, que perdura a todo lo largo de la vida p11mico y es uno de los niveles en que puede articularse
1 1cma de la muerte. Pero el psicoanálisis nada tiene que
del sujeto. Que se ilustre esta aseveración con lo anecdóti-
co de Freud, quien no podía tolerar, a los 75 años de edad, v, 1 con ello.
J \ 1IOMEOSTASIS, el equilibrio y los correspondientes esta-
la posibili~ad de que el cáncer que padecía acabase con su
vida antes de que llegase a su fin la de su madre. do-,de desequilibrio, son todos conceptos válidos en una
h1ología de la muerte. Otra vez en un territorio donde el
p~1rnanálisis nada tiene para decir.
TÁNATOS es una dimensión esencial para el abordaje de la ¡ ,\ PVLSIÓNDEMUERTE está más allá de las regulaciones na-
vida. La vida es fragmentada, periodizada, trabajada por el 1111 ,\les. Hace del vivir una inscripción histórica, historiza
lenguaje. Vivir es estar en condiciones de morir. La vida 'd hom bre y al acontecer. Estampa su sello de origen en
es un rodeo obstinado y perverso en el camino hacia la muer- t:I,cnti do de la vida y ofrece un término al vagabundeo de
te, hacia eso que no es viviente en el hombre y que es lo cst L' sentido.
simbólico. La vida sólo sueña con morir, con totalizar un
ciclo de resignificaciones retroactivas de la experiencia. La
vida es muerte siempre, desde un comienzo y al mismo tiem- 1A I IISTORIA. Es la marca dejada por el troquel de la insis-
po pues no hay vida sin pasar por la alienación en el Otro, 11·ncia repetitiva en la vida de los hombres. Tekhné,opues-
en su discurso, en su deseo. Es desde esa muerte que el len- 1.1 a diké.
guaje trae al ser que pueden abordarse los fenómenos del En sus páginas se ve brotar la fuerza muda y constante
orden vital. <ll' la pulsión de muerte como negatividad inmortal, ene-
111iga de Eros, en la construcción de la cultura. Impugna-
< 1Ón de lo existente y creación de lo novedoso, superación
EL ETERNO RETORNO es lo que cabe decir de la muerte, no del orden natural con enfrentamiento y destrucción de la
el eterno reposo, porque no hay reposo posible para el
significante. naturaleza. Fuente inagotable tanto del progreso como del
l reciente malestar en la cultura. Suelo en el que germina
El sujeto está lanzado al reencuentro de una unidad d exuberante árbol de la culpa.
originaria anterior a la vida, es decir, a un estado del puro Lo propio de toda pulsión, demanda repetitiva de satis-
significante, límite donde el orden simbólico encuentra a facción, expresión de inconformidad, es la inscripci6n dl·
lo real.
una marca de su pasaje. Esta intersección dialéctica de la,
Pero, decía Lacan en su seminario del 16 de marzo de 1976: demandas, esta reiteración de imposibilidades consagrad."
"U no nunca reencuentra. Siempre da vueltas en redondo. por el lenguaje, este retorno incoercible de sueños i111p11t;
,_¡
78 LAS PULSIONES Y LA MUERTE l<_ll\ A BRAUNSTEIN
nadores de la represión, va forzando a la realidad instituida de b representación imaginaria de un ser para la muerte.
y va dejando un saldo de destrucción y construcción de nue- \ J11yo que se constituye en una relación mortal con el otro
vos órdenes sobre las cenizas de los viejos. 1)1110 rival, o él o yo, de la que podrá precariamente salir
La clave de la historia es la vieja negatividad hegeliana, , ,,11 el subterfugio antropógeno del pacto simbólico.
el machacar constante de la pulsión de muerte en el 1>ioses Eros, es continuidad del orden vital, pura afirma-
yunque de una realidad agobiante. Si la clave de la historia • 1n11. Mefistófeles es negación, cuestionamiento de lo exis-
es la pulsión de muerte puede asegurarse, entonces, defini- 1111te, voluntad de creación a partir de la nada, es condi-
tivamente, que ella no puede conocer el fin ni la realización. l l< ,11 de paso a lo humano, es impulso de progreso por la ·
\ 1.1empecinada de la repetición, es palabra que mata, es re-
1'h.1zodel anhelo de salvación, es inmortalidad del deseo in-
LA MUERTE CREADORA. Puede que el texto más trascenden- ..,11sfechoque pugna hacia adelante.
tal de Freud sobre la pulsión sea Die Verneinung [La nega- Muchas veces se dijo ya que el hombre freudiano tiene
ción, 1924]. Queda allí en claro que sólo hay para el sujeto 1111.1 naturaleza fáustica. Es hora ya de conjurar el equívoco.
un camino que le permite salir del narcisismo primario y
de la alucinación guiada por el principio del placer. Ese ca-
mino es la proyección hacia el exterior de lo displacentero 11 PRINCIPIO DE NIRVANA no tiene sentido para el psicoa-
y el ulterior reconocimiento de lo proyectado. La pulsión 11.ilisis si es representado como una tendencia de la vida que
de muerte es el fundamento de esta Ausstossung, ex-pulsión 1u·rtenece al orden natural, manifestación de una inercia psí-
que acaba en la representación del objeto para la concien- q111caanáloga a la entropía física.
cia marcado por el signo de la negación. La percepción ofrece Pero sí importa como forma de manifestación última del
un sino de realidad al deseo, el deseo halla insatisfactoria 1ll'sco, esto es, como punto de colmamiento del deseo en
esta realidad y la inscribe como diferencia entre lo preten- d1,nde, no faltando nada, nada puede desearse. Fantasma de
dido y lo encontrado y se lanza hacia otro objeto buscan- 1111 no-deseo que es incompatible con la existencia del ser
do inacabablemente la identidad de percepción que resulta l,11manoen tanto que sexuado. Fantasma de la clausura de
siempre fallida. b brecha originaria que lanza a la ex-sistencia.
Está ciertamente más allá del principio del placer y del
,1,sfrute de bienes por parte de un sujeto o yo. Es el colmo
MEFISTÓFELES es el espíritu que vaga por el mundo negan- 1 le la empresa asubjetiva de la pulsión.
nificante puede llevarnos a tocar ese límite que sería ajeno I! 1 A REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE
a las leyes propias del significante."
Llega así el momento de callar ... DANIEL GERBER
octubre de 1982
I, FI pilar fundamental
lo'.111914, al referir la historia del movimiento psicoanalíti-
.,, ,, escribe Freud: "La doctrina de la represión es ahora el
pil.11fundamental sobre el que descansa el edificio del psi-
10.111álisis, su pieza más esencial." 1 La historia del psicoa-
11111,..,is comienza, en efecto, con el descubrimiento de las
,·c,,stcncias que impiden que la verdad que sostiene al sín-
l f1111.\ sea dicha. Y estas resistencias evidencian un sujeto que
, .11cce de la unidad que la psicología académica le adscribe,
q11c está escindido, desgarrado por el conflicto que lo re-
P' 11nido mantiene con lo represor.
l .a represión es, desde los orígenes, re-presión, presión en
, 111ido inverso, insistencia en la presión de aquello que pug-
11,1 por abrirse paso hacia la conciencia. Re-presión que ge-
111·ra la presión de lo inconsciente, ya no asimilado a lo "mar-
[81)
82
LA REPRESIÓ N Y EL INCONSC!ENTP.
111 e ,1 RBER HI
gina1" de 1aconciencia transparente sino calificado como
proceso "dinámico", eficiente, portador de algo que exige 1 l.1 represión asociada a un proceso de inscripción. De
ser reconocido con un apremio que se precipita en perma- 1¡, lllanera retoma Freud una antigua formulación que pul'
nentes irrupciones, interrupciones que quiebran 1aconti- 111 l,.,llarse en sus primeros escritos en los cuales vinculaba
nuidad y la coher encia que lo consciente pretende para sí. ! l.1 represión con la inscripción de signos en los sistemas
p 11
1 q11icos. Signos que sólo se caracterizan por sus correla-
2. La represión: lo primordial
l i,111es con otros signos. Tal la naturaleza del Vorstellungs-
(/11,'isen tanz: constituir un signo sin un significado pun-
En el sujeto -ahora dividid9- la represión es primordial,
1, 1.1I, sólo localizable en una red. Esto, a partir de la lingüís-
fundante de su estructura. Esta no se concebirá como un
, ic., <;aussuriana, equivale a denominarlo significante, ya que
conjunto de instancias desarrolladas progresivamente a partir
11ata de un elemento sólo definible en tanto incluido en
de una primitiva indiferenciación, no obstante los muchos
u 11;1 combinatoria. De este modo, la represión -fijación del
pasajes de Freud que así lo dejan entrever, sino como el re-
sultado de una represión inaugural. Así lo señala 1aNota V11r.,,;tellungsreprasentanzpara Freud- es, en una perspecti-
\' , que guarda coherencia con su planteo, inscripción
de 1912: "El distingo entre actividad preconsciente e incons-
ignificante.
ciente no es primario, sino que sólo se establece después
que ha entrado en juego la defensa. " 2 1 Represión y sistemas de inscripciones:
Esta defensa es 1arepresión primordial, fechada en un "" teoría de la memoria
tiempo mítico, cuando "a la agencia representante psíqui-
ca de la pulsión se le deniega 1aadmisión en lo consciente. 1,:, afirmación precedente puede fundamentarse recurrien-
Así se establece una fijación; a partir de ese momento la agen- do a las tesis expuestas por Freud en su carta 52 a Fliess.
cia representante en cuestión persiste inmutable y la pu1- Ce,mo es sabido, allí desarrolla un esquema anticipatorio
sión sigue ligada a ella". 3 Agencia representante psíquica dl' lo que posteriormente será el aparato psíquico, conci-
propone José L. Etcheverry -traductor de Freud- como bwndo a lo psíquico como un proceso estructurado por va-
equivalente del Vorstellungsreprdsentanz,es decir, del ele- 11.1scapas de inscripciones que se diferencian al pasar de un
mento que hace las veces de la representación, que repre- \l'itema a otro. El pasaje determinará retranscripciones pe-
senta a la pulsión en el campo de la representación. Lo que 11<'>dica
s, cambios en la modalidad de inscripción: "Traba-
los trabajos de Freud que se ocupan del tema dan a enten- l'> con el supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se
der, por otra parte, es que sólo en virtud de su fijación h., generado por estratificación sucesiva, pues de tiempo
1·11 tiempo el material preexistente de huellas mnémicas ex-
al representante -representación 1apulsión adquiere el carác-
ter de tal. perim enta un reordenamiento según nuevos nexos, una re-
11 .rnscripción. Lo esencialmente nuevo en mi teoría es, en-
La afirmación del fund ador del psicoanálisis es inequívo-
ca además en otro aspecto: 1afijación del Vorstellungsreprd- 1onces, la tesis de que la memoria no preexiste de manera
sentanz equivale a su exclusión de la conciencia, quedando \ 1mple, sino múltiple, está registrada en diversas varieda-
4
1 ks de signos. "
2 Estas transcripciones siguen una secuencia que Freud des
Sigmund Freud, Nota sobre el concep to de lo inconsciente en psicoanálisis, l ribe: P (percepción), Ps (signos de percepción), le (inrnn
en 3Obras completas, tomo X II, Buenos Air es, Amorrortu, 1980, p . 275.
Sigmund Freud, "La repre sión" , en: Trabajossobre metapsicología,Obras
completas, tomo XIV, Buenos Aire s, Am orrortu, 1980, p. 143. 4
Sigmund Freud, Fragmentosde la correspondenci
a con Flicss,en ( )/,1 , 11 e1)111
¡ilctas,tomo I, Buenos Aires, Amorrortu, 1982, p. 274.
84 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 1t~N II I GERBER
ciencia), Pre (preconciencia) y Ce (conciencia). Dentro del , 11·11cia.Batería de representaciones-significantes, sin 1111
primer registro, el de la percepción, se plantea la ya clásica
oposición freudiana entre percepción y memoria que se
,, 111<:u . con referentes empíricos, es radi<.:,11
lo. inmediato
111cnte mconsc1ente.
mantendrá a lo largo de toda su obra: la primera es siem-
pre incapaz de retener rastro alguno de lo acaecido mien- r/. l,a memoria y la Otra escena
tras que la segunda será quien desarrolle tal función.
Precisamente en relación con las modalidades de organi- l ,1,s sistemas interrelacionados de signos van a estructurar -
zarse de la memoria es que aparecen reflexiones fundamen- 1, en efecto, fuera de las localidades que, clásicamente, dc-
tales, absolutamente antagónicas a toda interpretación de l 111cn a lo psicológico. Lo harán en un lugar que -dice
1 .,can- "no es un lugar espacial, anatómico, sino [... ]
la misma como "función psicológica". De acuerdo con el
texto mencionado, el registro de la memoria no es uno y i11menso escalonamiento, espectro espacial situado entre per-
i q,ció n y conciencia o, como se dice, entre cuero y
homogéneo sino que se estructura en virtud de la articu- ,, 7
, .1rne .
1
a otro, algo del orden del sentido se pierde en la nueva for- I!' In~ procesos primarios, procesos que se desarrollan en
ma de expresión: "la denegación (Versagung) de la traduc- 1l11~~.1r del Otro, ese campo transindividual donde los sig-
ción es aquello que clínicamente se llama represión. Moti- l!ífi,·.111tes se combinan, se sustituyen, juegan sin interven-
vo de ella es siempre el desprendimiento de displacer que 11111 de subjetividad alguna.
se generaría por una traducción, como si este displacercon- I •111anto la conciencia no posee el control de las palancas
vocara una perturbación de pensar que no consintiera el ¡111 rnman dan el discurso del que ella es efecto, cumple la
trabajo de traducción". 8 La represión aparece, pues, como 1'11111
1
1<>n de desconocimiento de las condiciones de enuncia-
hecho-de-lenguaje y recae sobre representaciones. Es nota- l i, ,11de sus enunciados. Desconocimiento que sus tropie-
ble, además, que una traducci6n -una relaci6n entre signi- , 1,, los quiebres en la continuidad de su discurso, hacen
ficantes- pueda generar displacer;la concepción de efecto 1,,11ente. De ahí la definición lacaniana: "El inconsciente es
material del lenguaje está ya esbozada: placer y displacer 1ip1cllaparte del discurso concreto en cuanto transindivi-
serán, de aquí en más, productos de un trabajo en el campo d11;tl que falta a la disposición del sujeto para restablecer la
de las representaciones, nunca sustancializacionesde orden t11 111inuidad de su discurso consciente."
11
afectivo con existencia autónoma.
El inconsciente forma parte del discurso en tanto éste es
5. La Otra escena, escena del discurso 11 .111-;indivi dual, trasciende al individuo y no posee en él su
111cnte;es el discurso del Otro, se inscribe en ese intervalo
La represión es denegación de traducción. Su localización , 111 re percepción y conciencia que es la "Otra escena" (eine
es por lo tanto interior al registro del discurso, siempre frac- 11ulereSchauplatz),espacio gobernado por las leyes de la sin-
turado por efecto de ella. De ahí que se manifieste cuando '-, o nía significante, esto es, del proceso primario. Ahí mis-
el discurso se interrumpe, tropieza, trastabilla; cuando al- 111< > se organiza el pensamiento -esencialmente inconscien-
go en él falta para que su sentido se realice:"Cada vez que 1, · como sustituto insuficiente -hecho de significantes-
hay represión hay interrupción del discurso. El sujeto dice ,le un objeto radicalmente perdido.
9
que la palabra le falta. " La represión aparece así como el
correlato de un discurso imposibilitado de decirlo todo. ,,. Pensamiento y deseo inconsciente
Ahora bien; el discurso no se origina en el yo consciente, l~I inconsciente son pensamientos, afirmará -insistente-
emisor del mismo, porque "todo lo consciente tiene una 111ente-Freud. Los procesos del pensamiento son, en tan-
etapa previa inconsciente".ro Hay -a eso alude la mención 1o inconscientes, indistinguibles del deseo. Constituyen las
8 infinitas y variadas maneras de evocar un (re)encuentro im-
p. 276.
Sigmund Freud, Fragmentos de la correspondencia con Fliess, op. cit., posible con el objeto perdido. En este sentido, el deseo se
9
Jacques
equipara al eterno deslizamiento del significante en su va
_
Ed. du Seuil,Lacan,
1975, Le
p. séminaire.
295. Livre I: Les écrits techniques de Freud, París,
no intento de apresar el objeto. Pensar, hablar, desear, son
JO Sigmund Freud, La interpretación de los sueños en Obras completas,
tomo V, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 600.
11Jacques Lacan, Écrits, París, Éd. du Seuil, 1966, p. 258 [Escrito.1J, M,ix,
,o, Siglo XXI, 1971, p. 79].
88 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENI
111 1.1 1\lll · R !!'I
procesos indisociables; los tres exteriores a la conciencia,
subsidiaria -ya que no amo- de ellos. l 1 , l'ÍCcto y no causa del pensar que, situado en el campo
Un cuarto proceso puede sumarse a los anteriores y brin- 1, 1 ll'llguaje, lo trasciende. En el Otro, la "Otra escena",
o piensa antes e independientemente del yo. El incons-
dar el modelo de los mismos: soñar. El sueño es "cumpli-
miento de deseos", pretensión de cerrar con significantes 1e11tl', entonces, son pensamientos; siempre y cuando se
la brecha que el mismo significante abre. La imposibilidad lli.!~nhe toda concepción que hace de estos últimos emana-
1.i1,11l's inmateriales, epifenómenos volátiles o ideas etéreas.
de lograrlo determina que una huella permanezca indestruc-
tible; la huella del deseo, perenne, imborrable: "[los deseos l·'l ¡it·nsamiento es material, posee la materialidad que le otor-
¡ l'I ser hecho de lenguaje, que "es cuerpo sutil, pero es
inconscientes] comparten este carácter de la indestructibi- 14
1 1111po". A la imposible coincidencia del yo con el suje-
lidad con todos los otros actos anímicos realmente incons-
!í, que habla es preciso vincular -como su indispensable
cientes, vale decir, los que pertenecen con exclusividad al
1 0111 plemento- la tesis de que el pensar se localiza fuera
sistema Ice. Son vías facilitadas de una vez por todas, que
nunca quedan desiertas y que llevan a la descarga el proce- 11 l.l conciencia presuntamente pensante: es un efecto de
so de la excitación inconsciente[ ... ]. Los procesos que de- l 1,·xistencia -exterior a ella- del lenguaje, no un produc-
penden del sistema preconsciente son destructibles en un i,, del cerebro o de un yo autónomo.
sentido muy diferente. Sobre esta diferencia se basa la psi- FI inconsciente:descentramientodel cogito
coterapia de las neurosis".12
El deseo no deja de recorrer, una y otra vez, esas vías pa- 1 1 pensamiento puede representarse, por otra parte, bajo
ra siempre abiertas. Es quien determina al fluir significan- l., lorma del yo pienso.15 No la forma del yo-representación
te como interminable deslizamiento metonímico, rodeos i 111.1ginaria sino la del sujeto verdadero, el sujeto del incons-
que hacen laberintos alrededor de una imposible identidad ci,:nte que piensa más allá de la conciencia. Un sujeto esen-
de percepción. Pensar, hablar, equivalen al despliegue de d. dmente distinto de aquel que supone la psicología, apunta-
los significantes en el plano de la metáfora; a la sustitución l.11laen el supuesto de la plena coincidencia entre el yo que
-con palabras- del objeto del deseo. La metáfora evoca, 1•tt·nsay el yo que es, tal como lo concibe el cogitocartesia-
protege del alucinar; por ella la identidad de percepción ce- 110. El psicoanálisis viene a subvertir los basamentos de este
de su lugar a la identidad de pensamiento: "Toda la com- ultimo: "Lo que aporta Freud -dice Lacan- es la idea de
pleja actividad psíquica de pensamiento que se urde desde la que un sujeto piensa en nosotros según leyes que son las
imagen mnémica hasta el establecimiento de la identidad 1111 smas que las de la organización de la cadena significante.
perceptiva por obra del mundo exterior no es otra cosa que l o que se llama el inconsciente es el significante en acción,
un rodeo para el cumplimiento del deseo, rodeo que la ex- wparado del juego de la tendencia, situado sobre otra 'escena
periencia ha hecho necesario. Por tanto el pensar no es si- ¡i-.íquica' [... ] y que marca la heterogeneidad de las leyes
no el sustituto del deseo alucinatorio. " 13 ') ll C conciernen al inconsciente en relación con todo lo que
De este modo, sólo en virtud de su desconocimiento de puede vincularse al dominio del preconsciente, de lo com-
las condiciones productivas de los procesos del pensamien- prensible, de la significación." 16
to puede el yo creerse dueño de los mismos. En realidad 14
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 301 [EscritosI, p. 118].
12 IS Cf Jacques Lacan, Le séminaire. Livre XI, op. cit., p. 44.
11
13 Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, op. cit., p. 546. ' Jacques Lacan, Seminario V: Las formaciones del inconsciente(tramn 1p
Sigmund Freud, ibid., p. 558. , u',n de J.B. Pontalis), en Lasformacionesdel inconsciente, Buenos Airr \, N 11t'V .1
Vt\iÓn, 1970, p. 81
90 LA REPRESIÓN Y EL INCONSC!ENTI 1 ! , 11<111K '11
La psicología, fundada en la fórmula cartesiana: "Pienso, 1,,, h.lrra resistente a la significación que irremediable
luego yo soy", reproduce la presuma transparencia del yo 111.1 '>l'paraa significante y significado como órdenes dis-
para consigo mismo. Transparencia ilusoria establecida por l p \ c inarticulables.
el hecho de pensarse: "Yo soy el mismo que piensa", lo
· que implica: "Y o poseo el sentido de mi discurso, senti- I )d signo al significante:el sujeto en fading
do que articulo en mi decir."
b1111
es cierto que para Saussure significante y signi-
En ésta, su proposición fundamental, desconoce la con- ,idl>son las dos caras simétricas y complementarias del
111
ciencia que soy en realidad por y a través del Otro -único
1¡'1111 l111güístico,el cual es por él definido como la rela-
poseedor del sentido de aquello que yo digo- y que, en
(;¡¡ 111disolubleque liga a aquéllos, la inclusión que él mis-
el momento en que hablo -lejos de poseerlo- pierdo el li!i debió realizar del concepto de valor -que hace del
sentido, me pierdo en un enunciado donde sólo puedo fi-
gurar en tanto representado. w1u una entidad opositiva, negativa y relativa- echa las
l 1,1•J1-..para la lectgra freudiana del signo que será desarro-
En el enunciado, en efecto, el sujeto que habla se des- 11 ,,d.,por Lacan. Este llevará las implicaciones del concep-
vanece, pierde el sentido. Sólo el Otro puede entonces
1 di' valor hasta sus últimas consecuencias, postulando la
-restituyéndole el sentido- permitirle recobrar su estatu-
1,, i¡Mrición de la simetría del signo al demostrar la prima-
to. El eclipse, el/ading del sujeto, es consustancial a la exis- 11 d!'I significante que -traza material, fónica- tiene pree-
tencia del significante: "El significante, produciéndose en
1111H ·ncia sobre el significado al cual determina. Como con-
el campo del Otro hace surgir al sujeto de su significación. i:.:
1H·ncia lógica, la barra que vinculaba -en Saussure-
Pero sólo funciona como significante al reducir al sujeto
111111.l s caras complementarias cambia de carácter y ahora
en curso a no ser ya más que un significante, al petrificarlo
p,11a dos etapas diferenciadas en el proceso -inacabable-
en el mismo movimiento con que lo llama a funcionar, a
hablar como sujeto." 17 dt• producción del sentido.
/\ partir de Lacan -de una reflexión psicoanalítica sobre
Hablar equivale así a desaparecer tras eso que se dice. No
l ll'nguaje- el signo lingüístico se convierte en algoritmo,
hay -por consiguiente- identidad posible entre el sujeto
11~l'll1inoque define un proceso matemático de cálculo que,
del enunciado -el yo que se representa en el discurso- y
11,dación al signo, aludirá a su estatuto de proceso signifi-
el sujeto de la enunciación, siempre excluido del mismo,
u 111te. El participio activo hace referencia al aspecto de pro-
sólo identificable a la pérdida de sentido inherente al acto
1l11n :ión del sentido que lo caracteriza y ya no de expresión
de decir. El presupuesto cartesiano de plena unidad entre
1le-· un significado preexistente. La producción del sentido,
el yo de la existencia y el yo del sentido queda impugnado
, ,peración fundamental del significante, será la significan-
por la empresa freudiana. El sujeto que el psicoanálisis de-
11,1, no la significación. Esto porque el sentido no se asimi-
marca es ese que nunca se realiza en el enunciado, sujeto
1,, .11significado: carece de la puntualidad que se exige para
siempre por-venir, separado del sentido del discurso por ~fec-
e,~tl' último y-huidizo- se desliza de manera permanente
tos de lo que para Freud es la represión primordial. Esta
1,,,jo la barra resistente a la significación.
es barrera que mantiene al sujeto en el lugar de lo siempre
La significancia en tanto proceso del significante prccxis
significado por el significante, lo siempre impedido de con-
tt · al sujeto el cual se constituye como efecto de la mism.1;
fundirse con éste para gobernar el discurso. La barrera es
rnmo lo eternamente representado-excluido en la opcraci<'>11
17 ~,~nificante, lo primordialmente reprimido por la cxi-;tcn
Jacques Lacan, Le séminaire. Livre XI, op. cit., p. 188.
t~i.1 de la barra que lo enajena del sentido de su disnir-..11
92 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE
111 1 ,11\lffR 'JI
imaginaria- de desconocimiento. Desconocimiento de qu 1ll forma sujeto queda de este modo radicalmente desdo-
es en el lugar del Otro que el sujeto se origina y encuentr l1l1id;1,.1 partir de lo cual el sujeto del significante, el yo del
el sentido que él está condenado a perder constantemente, ¡¡111111,1do, va a ocupar un lugar excéntrico en relación con
Sin embargo, para el yo es imperioso poseer el sentido y, 1 1111 ·10 que allí se significa: "No se trata de saber si hablo
ante la cárencia del mismo, sólo puede aferrarse enga- 1, 1111 mismo de manera conforme con lo que soy, sino si
ñosamente a un saber ilusorio, hecho de creencia. Saber li 11,do hablo de mí, soy el mismo que aquel del que
convencional que, pretendiendo ligar los significantes con 11:1 1,11,_" J.1Existencia y sentido se escinden por la acción del
significados unívocos, lo aleja aún más del sentido. il\' 1i fil ante, cuya consecuencia con relación al sujeto será
La tesis fundamental de que es en el Otro que el discurso l ,11\l l'ntramiento del mismo respecto de la representación
se origina, y no en el yo, es ilustrada por Lacan con un ejem- 111, posee de sí, su ubicación en un lugar excéntrico a la
plo al alcance de cualquier observador: el de la situación 11l.,d que es su causa. Desde la subversión freudiana de
del niño, que no duda que el otro conoce sus pensamientos 111 ,1dijctividad es posible afirmar que el sujeto no piensa;
y que sólo en un tiempo lógico posterior comprenderá que ¡11·11sado,hablado por una verdad que sólo puede articu-
tal convicción es falsa. Comprensión que surgirá precisa- 1,il1;1 ,\ medias en un decir en el cual -invariablemente-
mente en el momento en que la represión ya esté instalada l111f.dta: " Pienso donde no soy, luego soy donde no pien-
y el yo -efecto de ella- pueda presumir la autoría del ! , 1 . . ] no soy allí donde soy el juguete de mi pensamien-
discurso.
; ,, p1L'nsoen lo que soy, allí donde no pienso pensar." 22
Se afirmó anteriormente que esta presunción yoica 1 , presencia del orden significante como causa de la exis-
-compartida por otra parte por el conjunto de la psi- !r 111 1.1de los sujetos constituye a éstos como sujetos irre-
cología- se asienta en la fórmula central del cogito carte- ii1td1.1blemente divididos; es la razón de la imposible iden-
siano que identifica existencia y sentido, expresando tam- i ¡¡JH I de ellos consigo mismos. El sujeto, cada sujeto, está
bién -sin saberlo- la imposibilidad de esa asimilación. Ha d,, 1dido entre el Mismo que cree hablar bajo la forma de
bastado a Lacan acentuar de otra manera la puntuación del !I11 yo imaginario y el Otro que verdaderamente habla y
"Pienso, luego yo soy" para hacer aparecer una discordan- ;_11 1'\I iona aquella presunta identidad. Y la represión es, en
cia fundamental entre estas dos figuras del sujeto que que- e.11· conte xto, el concepto que da cuenta de esta división
da así descentrado del sentido que supone poseer. !"[ 111 itiéndola a la borradura de las condiciones de enuncia-
El juego con el sentido de la tesis consiste en una puntua- t 1/,11en el enunciado: "La represión está ligada a la necesi-
ción diferente: "Pienso: 'luego yo soy'." El sujeto aparece iL1d de que el sujeto se borre en el proceso de la enun-
ahora profundamente dividido por la intervención del sig- ._:i H ión." 23
nificante: "considerado únicamente en el tiempo, este suje- 1 o borrado en el enunciado va a reaparecer sin embargo:
to del 'yo pienso ' revela lo que él es: el ser de un fracaso. ,~11l.1s"fallas" de la cadena discursiva, trazas que la enun-
Yo soy el que piensa: 'Luego yo soy' [... ] el 'luego' cariz 1_Í,1 1ión deja en ella, formaciones del inconsciente a través
de la causa, divide inauguralmente al 'yo soy' de existencia d1· l.1s cuales lo reprimido retorna, síntomas que denuncian
del 'yo soy' de sentido". 20
1_111 decir más allá de lo dicho. Por esto mismo el incons -
20 'I J.,cques Lacan, Écrits, op. cit., p. 516 [Escritos I , p. 201).
Jacque s Lacan, "Re spu esta a un os estudiant es de filosofía sobre el objeto '' J.icques Lacan, ibid., p. 516 [ibid., p. 201).
del psicoanálisis ", en Jacques Lacan et al., Significante y sutura en el psi- 11
J.1eques Lacan, Seminario VI: El deseo y su interpretación (tram cripc,ún d,·
coanálisis, Buenos Aires, Siglo XXI, 1973, p. 58.
1.11. Ponta lis), en: l as form aciones del inconsciente, op. cit., p. 144 .
96 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE !I J. <,11\IIFR 1¡
98 !•.\NII I l,FRBE R
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIEN
esto el sujeto de la metapsicología freudiana no es otro que dello. Pero sólo el primero es reprimido y existe en el in-
el efecto de una encrucijada de representaciones que lo pree- ,·, 111sciente. En cuanto al segundo, es siempre consciente
xisten. Representaciones cuyo carácter de significantes está ~·preconsciente: "Cuando restauramos la concatenación co-
planteado en esa combinatoria de términos que es Vors- 11t'Lta, llamamos 'inconsciente' a la moción afectiva origi-
tellungsreprasentanz. 11.1ria, aunque su afecto nunca lo fue, pues sólo su represen-
27
Vorstellungsreprasentanz:lo que representa a la pulsión en , .ll ,ón debió pagar tributo a la represión."
el campo de la representación, lo que figura como su repre- No susceptible de ser reprimido, tres son los destinos del
sentante. De ninguna manera su representante representati- dn ·to: a] persistir -en todo o en parte- como ·tal; b] mu-
vo; se trata, al contrario, de un producto del orden simbó- d.,rsc en un afecto diverso, en particular en angustia, o
lico, en absoluto "representativo" pues no es una copia, un , 1 -.cr sofocado por completo en su desarrollo. Los afectos
reflejo del objeto o una reproducción de la realidad. La re- ,tTfo, de este modo, apéndices preconscientes de lo re-
presentación reprimida no es, por consiguiente, lo repre- 111 1mido, índices desplazados y equívocos del proceso
sentado de un deseo articulable en una representación; es , le represión.
el efecto de la fijación (inscripción) del Vorstellungsre- Este carácter de sustitutos es lo que Freud acentúa: "con
prasentanz. lrt'cuencia la moción pulsional tiene que aguardar hasta en-
Y es esta inscripción significante lo que pone en marcha ,o ntrar una representación sustitutiva en el interior del sis-
el deslizamiento continuo de la cadena discursiva, desliza- ' l'tna Ce. Después el desarrollo de afecto se hace posible
miento que va a tratar de zurcir -aunque sólo podrá 1lt·sde este sustituto consciente, cuya naturaleza determina
bordear- el hoyo inaprehensible, lo reprimido primordial 1•1 carácter cualitativo del afecto" .28 Es así como el afecto
fundante del deseo que se asimila a ese deslizamiento. El 1 l'sulta ser un producto secundario, subordinado al juego
concepto de Vorstellungsreprasentanzno indica otra cosa que 1ll'I significante y eliminado por ello de lo estrictamente mt··
la imposibilidad de representación del deseo; el hecho de 1,1psicológico, es decir, de los efectos de determinación (kl
que no exista deseo que no sea reprimido, falto de un re- ,11jeto por el Otro. Su lugar se circunscribe -más bien
presentante puntual, en incesante -insistente- circulación,
huidizo a todo intento de apresamiento, de colocarle un J] Sigmund Freud, Lo inconsciente, en Obras completas, tomo XIV, 1\111· 1111
tado afectivo si bien no sabemos qué es un afecto. " 29 Hay, 1, necesidad de 'comprender' tanto mejor sus afectos cuan-
31
sin embargo , una caracterización freudiana del afecto que ' 11 menos motivados realmente están. "
se remonta a los Estudios sobre la histeria y es retomada en "i se toma en cuenta, por otra parte, el hecho de que quien
este texto de 1925: "Los estados afectivos están incorpora- , , perimenta el afecto es el yo -sede de las identificaciones
dos en la vida anímica como unas sedimentaciones de anti- 1111,lgin arias del sujeto, asiento del engaño, la ilusión, tejido
quísimas vivencias traumáticas y, en situaciones parecidas, dl' representaciones que cumplen una función de desco-
despiertan como unos símbolos mnémicos. Opino que no nocimiento- puede entenderse también el carácter enga-
andaría descaminado equiparándolos a los ataques histéri- 1)oso - destinado al desconocimiento- de todo afecto. Aho-
cos adquiridos tardía e individualmente, y considerándo- , .1 bien, esto no debe interpretarse apresuradamente como
los sus arquetipos normales. " 30 1111a reivindicación de lo intelectual. El reproche de "in-
Símbolos mnémicos: si se recuerda la concepción freu- 11·lectualismo" frecuentemente formulado contra la teoría
diana de la memoria, esbozada en páginas anteriores, surge l.,raniana, carece de justificación en tanto se apoya en la an-
la lógica conclusión de que lo afectivo es subsidiario de la l i~ua dicotomía intelectual/afectivo que el concepto de pri-
preexistencia de lo simbólico. Inserto desde siempre en es- 1mcía del significante -elaborado por Lacan- viene a pun-
te orden, el sujeto -sin saberlu- reproduce un esquema 1ualizar como enteramente falsa.
heredado, no a través de sus genes sino como un legado que Intel ectual y afectivo son, en efecto, nociones de una vie-
recibe del Otro, quien lo constituye como sujeto del mis- J,\ psicología sustancialista que cosifica como entidades a las
mo. La herencia es del significante, del cual se es in- que asigna existencia real a aquello que no constituye sino
voluntario portador; sin ella no habría ser humano entre 11n aspecto puramente fenoménico, resultado de la mate-
humanos. rialidad del lenguaje que produce un sujeto desprovisto de
El estatuto de lo reprimido es justamente el de ese testi- l ualquier sustancia. La "vivencia" de una sustancia -tal co-
No hay intelectualismo alguno en Lacan a ser com- 1, 1.il l'cto, derivado de la acción del significante, ap.llt'Cl'
batido desde una postura empirista que eleva el valor del 11 el lugar de lo no dicho que el decir genera. Es u11
afecto -siempre engañoso- a la categoría de clave para pil, 11/imeno del proceso de significancia, una segregación
"comprender"al sujeto. Esto se desprende de afirmaciones pi l' '>t ' cuela en los intersticios abiertos por la palabr,l
esparcidas a lo largo de toda su obra. Baste un ejemplo: "si 111_k, ,l ocupar el lugar de lo que a ésta le falta: la verdad
lo intelectual se ubica en alguna parte, es al nivel de los fe- 1!1\i'I iculable. Usurpando el lugar de la verdad es como el
nómenos del yo, en la proyección imaginaria del yo, seu- lru u ,lfecta: es sufrimiento -por una parte- debido a la
doneutralizada -seudo en el sentido de mentira-, que el íi t' 1H 1.1de una palabra plena, y es a la vez presuntuosidad
análisis ha denunciado como fenómeno de defensa y ,·ci:,1sta-afectación-, fingimiento del yo instalado en la
resistencia' '.32
li1• 1/,11de amo.
Se podría argüir que esto es insuficiente como fundamen- I' 11.aloja inherente a la represión: para Freud su objetivo
to, que Freud introduce un concepto de energía el cual se 11locarel afecto, pero sólo puede cumplirlo afectando
vincula al llamado punto de vista económico, que esta ener- 1 }' ' ,, consolidándolo en su espejismo narcisista, esa panta-
gía es el "quantum de afecto" que moviliza al aparato psí- 1l,i ,·1·fractaria al pasaje de la verdad que pretende decirse
quico. A todo esto se puede responder que no es posible 1.1 ~11lugar. Por efecto de la represión que es su causa, el
considerar esta energía al margen de un proceso activo de l11;'" 11rso del yo es afectado, palabra vacía, vacuidad de un
la cual es resultado, el proceso de la significancia. 11 1•,11·1mie nto cuya única función es ocultar la insuficiencia.
Así como en la física la energía es una metáfora que preten-
de dar cuenta de cierta relación entre dos masas capaz de pro- N"presentación-cosa y representación-palabra:
ducir algo del orden de una fuerza, un trabajo; en psico- , , teoría del inconsciente-lenguaje
análisis la energía posee el mismo estatuto de efecto estructu-
l\lw: 110 existe lugar para el afecto en el sistema inconscien-
rado, nunca de una sustancia en sí y por sí. Es ella una cons-
! C \' ;I a reafirmarse cuando Freud iridica cuáles son las re-
tante que puede establecerse a partir de una relación mate-
·11c-.l'ntaciones tÍpicas del mismo y en qué se distinguen de
rial, la oposición significante. "[ ... ] la energía no es una
1 preconscientes. Dos posibilidades se contrastan en pri-
.11~
sustancia, que por ejemplo se bonifica o que al envejecer
i1111 lugar: doble inscripción de una misma representación
se pone agria, es una constante numérica que para poder
11 ,,jtios diferentes (sistemas inconsciente y preconsciente-
trabajar necesita el físico encontrar en sus cálculos[ . . .] Sin
,.,e,11 sciente) o cambio del estado funcional de ella, el cual
esta constancia que no es más que una combinación del
¡ li I l'rminaría el pasaje de un sistema a otro. Ambos inten-
cálculo, no hay física[ ... ] Esto no es de mi cepa. Cualquier
111, de explicación generan escollos insalvables que, con pa-
físico sabe claramente, es decir, presto a decírselo, que la
11· 11ciamayéutica, Freud va advirtiendo. Un intervalo se
energía no es más que la cifra de una constancia. Ahora bien,
d,1l' entonces delimitando un tiempo de comprender in-
lo que Freud articula como proceso primario en el incons-
,l" pensable hasta que -no casualmente- el análisis del lcn-
ciente[ ... ] no es algo que se cifre, sino que se descifra. Yo
l\11 .1je esquizofrénico precipita la conclusión. Manifiesta
digo: el goce mismo. Caso en el cual, no constituye una
energía, y no podría escribirse como tal". 33 l •1n 1d: " En la esquizofrenia las palabras son sometidas ,ll
32
1n1smo proceso que desde los pensamientos oníricos laten
33 Jacques Lacan, Le séminaire. Livre l, op. cit., p. 303. 1,:-.crea las imágenes del sueño, y que hemos llamado el ¡,rn
Jacques Lacan, "Televi sión", en Radiofonía y televisión, Barcelona, Ana- ,-,.,opsíquicoprimario. Son condensadas, y por desplaza111il'11
grama, 1977, pp. 101-102.
t o se transfieren unas a otras sus investiduras compkt.rn1t ·11
10~
cado sino produciéndolo en su despliegue. La exclusividad , l:I sistema Prcc nace cuando esa representación-cos;t l'~
de la representación-cosa en el inconsciente equivale a la 1,l,1<·mvestida por el enlace con las representaciones-palabr.,
estructuración de este último conforme a la lógica del sig- ¡111 ll' corresponden."
39
nificante, la cual -idéntica al proceso primario- se rige por 1 , distinción entre representaciones-cosa y representa-
la ley de sustitución y los juegos basados en la homofonía,
i;111<''i palabra -ambas derivadas del lenguaje- que se
la aproximación, la similicadencia. El sobreagregado de ,11111 · 1 pone a la división inconsciente-preconsciente/ cons-
representaciones-palabra en el preconsciente indica -en este 11:11l l', puede elucidarse aún más a la luz de la diferencia
caso- el esfuerzo de dar significado al significante, de fre- ¡ue desde la lingüística estructural- se establece entre el
nar su deslizamiento en el plano de las significaciones con- lí-111,;11,\je como estructura y el lenguaje como función. Des-
vencionales con el fin del reconocimiento intersubjetiva, 1(1 ~:st e punto de vista las representaciones-cosa pueden
inseparable de un "saber sobre lo que se habla" sin el cual 1111 11larse al primero y las representaciones-palabra al
no hay ratificación imaginaria en y por el otro.
¡:,1111do.
Así pues, el concepto de primacía del significante en- 1, 1 lenguaje como estructura no sólo preexiste a la entra-
riquece la perspectiva freudiana, evitando las· recaídas en ¡, que todo sujeto hará en él sino que produce -desde
concepciones que aluden a un lenguaje de imágenes o pre- ,~111pre- a todo individuo como sujeto: "El hombre
verbal como lo propio del inconsciente, completamente )i(d,l.1, pues, pero es porque el símbolo lo ha hecho hom-
ajenas a los textos del fundador del psicoanálisis. La oposi- lírc."1ºEsta estructura es la de la lengua que -siempre am-
ción terminante que mantiene Freud a la idea de una ins- h1g11.1,imperfecta- se manifiesta a través del sujeto hablante,
cripción de las representaciones en dos lugares distintos del
aparato psíquico puede entenderse, a la luz de las elucida-
dd h,1blente (parlétre), quien dice siempre más de lo que
111 · y habla sin saber lo que dice, en particular, en cada
ciones lacanianas, como una cerrada negativa de conside-
¡¡_n 11 t ecimiento rnetafórico y metonímico que el vínculo en-
rar la posibilidad de existencia de dos lenguajes diferentes,
! 11 los significantes produce al margen de sus intenciones
uno de imágenes que sería el del inconsciente y otro verbal
l ; !1l'il'Íentes. Estos acontecimientos, equívocos, agudezas,
constitutivo de lo preconsciente-consciente. Al dejar esto
1 l1i-,1e s, lapsus, presentan al yo -presunto autor del enun-
claramente establecido reafirma, una vez más, la innegable
11do- rebasado en un instante de sorpresa, hilaridad o aun
primacú de las representaciones-cosa, las representaciones
¡1.111to provocados por la emergencia súbita de lo inespe-
inconscientes -el significante- sobre las representaciones -
1 ,111< >. Es un momento de asombro, suspendido en el tiem-
palabra, es decir, la conciencia-preconciencia amarrada al
¡H,, que corresponde a la aparición del inconsciente. Dicho
significado: "De golpe creemos saber ahora dónde reside
le e >tra manera: el inconsciente no es sino ese instante, en
la diferencia entre una representación consciente y una in-
1( 11alse muestra corno "la suma de los efectos de la pala-
consciente. Ellas no son, como creíamos, diversas trans-
h11sobre un sujeto, en ese nivel en que el sujeto se consti-
cripciones del mismo contenido en lugares psíquicos dife-
i ti } l' por los efectos del significante". 41
rentes, ni diversos estados funcionales de investidura en el
l .•1 lengua -distinta del código que se caracteriza por b
mismo lugar, sino que la representación consciente abarca ·
la representación-cosa más la correspondiente representa- 1111Ívo ca exactitud de sus referencias- es sede del equívoco,
ción-palabra, y la inconsciente es la representación-cosa
sola. El sistema lec contiene las investiduras de cosa de los 11
' \1~mund Freud, Lo ir.consciente,op. cit., p. 198 (las cursivas \On 11111·,11.1~)
1
objetos, que son las investiduras de objeto primeras y genui- J.teques Lacan, Écriis, op. cit., p. 276 [Escritosl, p. 96).
'
111.1cques Lacan, Le séminaire. Livre XI, op. cit., p. 116.
108
LA REPRESIÓN Y EL IN CO NSCJEN 1 1,1111111( 10'1
La tesis central de Lacan, "el inconsciente está estruct ura lrl 1.11,ícter de significantes que en realidad éstos poseen.
[ 1 que, al constituirse en obstáculo para la producción del
do co~o un lenguaje", se enraiza en la metapsicología freu-
111ido, determina que la precipitación de este último sólo
diana. Esta, como se ha visto, constituye una verdadera sub-
versión del lenguaje al impugnarle su presunta función de , ¡1<>sible allí donde su discurso sólido y coherente tro-
expresar un sentido pleno y previo, un sentido que, tamo l'''· .1, se enreda, vacila; donde se denuncia la verdad que
para el sujeto que habla como para quien escucha, poseería l ¡1n•tcnde ignorar: su imposibilidad de dominar el lenguaje
absoluta transparencia. q11c l'n realidad lo domina. Por esto "el descubrimiento del
Siempre faltante en cambio, esto es, sometido a la repre- 1111),nsciente, tal como se muestra en el momento de su sur-
sión, el sentido no pertenece al signo así como tampoco al 1i111 1ento histórico con su dimensión plena, es que el alean-
yo "emisor" del discurso que se considera amo del mism o; ' del sentido desborda infinitamente los signos manipula-
depende de la sustitución de un significante por otro en el d11,por el individuo". 44
enunciado, proceso donde la imposición de cada nuevo sig- l·J sentido escapa inevitablemente al yo, se desplaza en
nificante provocará una modificación del sentido haciendo , , instante deslizamiento, inapresable para la conciencia. Esto
que éste sólo exista en permanente traslación. 1111p one una nueva vuelta de tuerca a las reflexiones prece-
Así pues, el sentido no consiste en ninguno de los ele- d1·11tcs:el habiente (parlétre) no es hablado por la lengua si-
110 por !alengua (lalangue) ya que ésta es condición de toda
mentos de la cadena; insiste más bien -imposibilitado de
tener cabida en ella- en el sin-sentido aparente que gene- l1·1g1ua posible. Lalengua funda a la lengua como no-código,
ran las lagunas del discurso, las ambigüedades, los cortes . l11 gar de la falta, de la falta de una correlación fija entre
Son éstos los momentos privilegiados de revelación -a significantes y significados. En la lengua falta entonces un
medias- de la verdad lacerante, momentos en que esa re- \l'lltido "propio" de las palabras, toda ella es metáfora, sus
111ución de un real ausente.
velación deja sumido al yo en la perplejidad en tamo ha
sido desbordado por su propio mensaje, que se presenta No existiendo -ni pudiendo llegar a existir- sentido
-como en ninguna otra situación- en absoluto como pro - " propio", no hay un Otro de la lengua, un significante qul'
pio sino recibido del Otro en forma invertida. ocupe el lugar de garantía de sentido inequívoco. En ot rn,
La revelación del inconsciente se produce en el intervalo tfr minos: ningún significante podría estar en un sitio 1()(,1
inevitable que separa el hablar del "querer decir". Es repe- !izado más allá de todos los otros y desde allí legislar ,ll l'll .1
tición de un fracaso de este último - "no quise decir eso"-
siempre desbordado por una palabra que dice mucho más: 43
Jacque s Lacan, Écrits, op. cit., p. 799 [Escritos I, p. 3 111-
"El inconsciente, a partir de Freud, es una cadena de signi- 44 Jacques Lacan, Le séminaire . Liv re 11: Le moi dans /11th/ m i,: ,I,, l 1
d,ms la technique de la psychanalyse, Parfs, Éd. du Seuil, llJ7K, I' 1
112
LA REPRESIÓN Y EL INCONSC JENH
i t,I 1t111R 111
de cómo deben entenderse estos últimos. No hay "sentido
del sentido" porque el sentido no encuentra punto de de- 1 ,l última palabra, la palabra que vendría a cerrar el
tención. Retomando la expresión aforística de Lacan, "no 111ido definitivamente, es seguida siempre de otra. Des
hay metalenguaje", es decir, algo, más allá del mismo, que pu{,i,dt· decir, aún resta qué decir. Aún es el lugar del de-
pueda convertirlo en código unívoco y exa:cto. ,. imposible de silenciar.
La verdad, por lo tanto, no es lo que el lenguaje articula; /,o reprimido primordial: lo no-reconocido(unerkannt)
es la causa del hablar que trata -inútilmente- de alcanzar-
la y sólo puede sustituirla por un saber ilusorio acerca de :1 }o l.t inexistencia de metalenguaje se desprende una
ella. Porque no hay metalenguaje, la verdad es huidiza a 1111lusión fundamental: la imposibilidad de fechar el mo-
la aprehensión significante pudiendo sólo propagarse bajo 11('11to de la represión primordial, premisa lógica de la exis-
la forma de ficción y ocupa en el discurso el lugar de la fal- ! ll 1,t del sujeto mas no acontecimiento cronológicamente
ta, de lo que falta a éste para dejar de ser ficción. La única '" il 1zable.
verdad, la verdad por antonomasia, es la de la falta ... de 1 ., necesidad de fechar el instante de efectivización de la
ella. Falta que es, por otra parte, la del sentido pleno, del 1, ¡11csión primordial se ha impuesto a la posteridad de Freud
Otro, señalado -él también- por una carencia. 111110 un imperativo fundamental que suele ir acompaña-
La represión primordial no sólo divide al sujeto enajenán- !,, por la exigencia de determinar lo que sucede antes de
dolo del sentido; funda también al Otro -sede del signi- 1,111crucial acontecimiento. Los atolladeros a que ha con-
ficante- como lugar de la carencia. Esto determinará que 1111 ,do esta pretensión son el resultado de su punto de par-
toda palabra, todo decir, sólo sea decir a medias una ver- l IIl., erróneo: considerar la represión como un mecanismo
dad inarticulable. Decir a medias consagrado -por esta i111rínseco al sujeto, algo que se desarrolla en él al margen
razón- al malentendido, ya que todo no puede decirse. La ,Ir su relación con el Otro -el lenguaje- donde es sujeto
represión primordial, la Urverdréingung,es pues la contra- ,¡,..,de siempre.
partida lógica de 1ainexistencia de metalenguaje, el lugar Porque no es posible considerar al sujeto -efecto de la
de la falta de 1averdad en el discurso: "Esta falta de lo ver- 1,:presión primordial- como si tuviera existencia antes de
dadero sobre lo verdadero, que necesita todas las caídas que 1 st a última. De ahí la necesidad de considerar el tiempo de
constituye el metalenguaje en lo que tiene de engañoso, y d1t ha operación -que lo ubica en el campo de la palabra
de lógico, es propiamente el lugar de la Urverdrangung,de donde, por otra parte, está desde siempre- como mítico.
1arepresión primordial que atrae a ella todas las demás, sin Sólo en el mito, ciertamente, puede haber respuesta
contar otros efectos de 1aretórica. " 45 1Iusoria- sobre los orígenes de lo que carece de origen:
No existe metalenguaje. El trabajo de la significancia ,·1sujeto hablante, sujeto desde siempre al discurso del Otro.
-de la acción eterna del significante- es interminable en- l".I mito viene así a ocupar el lugar de la imposibilidad de
tonces. Producción del sentido equivale a colocar un signi- 11 ,\llar un significante -metalingüístico- que pueda dar
ficante en lugar de otro en un proceso que no se cierra nun- 1 uenta del origen, que no puede situarse porque "desde an-
ca. El decir será decir a medias una verdad que -por no tes de su nacimiento y más allá de su muerte [el hombre]
sabida- causa el discurso, que -en tanto inarticulable- exi- está atrapado en la cadena simbólica, la cual ha fundado el
ge hablar, incansablemente, aun -y sobre todo- en sue- l111ajeantes de que borde en él la historia". 46
45
Imposible, pues, fechar el tiempo de la represión primor
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 868 [EscritosI, p. 352].
46
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 468 [EscritosII, p. 191].
114 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIEN' I 11 ,:; ¡ I\ IIIR w,
dial. Hacerlo exigiría recurrir a un significante, pero éste pt ,e,Je ese tejido se eleva luego el deseo del sueño como
sólo puede remitir a otro y así en sucesión infinita. De 1 li1111go de su micelio." 48
este modo el origen se convierte en el punto ciego, lo in- El sueño -!alengua que es la condición del lenguaje-
nombrable generado por la palabra y causa a la vez del des- 11111.t en lo imposible de reconocer, en lo Unerkannt. Y
pliegue de ésta, el enigma que sostiene al ser viviente como 1, 110 se distingue de lo Urverdrangt, lo reprimido pri-
eterna pregunta acerca de él mismo. Enigma del que 1111dial. Lo que no puede decirse ni escribirse es, por esto
-porque nada se puede saber- nada se querrá saber, no n,1, 111<>,lo que no cesa de no escribirse, de insistir en hallar
obstante lo cual no se dejará de querer saber.
1111 lugar en el discurso. Lo Unerkannt es la roca viva que
Para este enigma -del que la historia es una inagotab le 1c~ 1, 1e a cualquier escrito y por ello subsiste; es la letra in-
búsqueda de respuestas- propone Freud una designación: ll'lcl>lc -la letra de la represión primordial- que se inscri-
lo Unerkannt, esto es, lo no-reconocido; equivalente de lo hc I n la carne haciendo de ésta un cuerpo deseante, suspen-
reprimido primordial, de aquello con lo cual conecta el om-
l1d11J e la letra, sufriente.
bligo del sueño. Lo Unerkannt es el orificio abierto por el 1 1,Unerkannt en tanto letra es la marca que se traza en
lenguaje, lo real a cuyo alrededor se umbilican las mallas 1 , uerpo cuando una parte de éste -el otro que hasta en-
significantes que, ocultándolo, lo protegen para mantener - 1, _111l eS no era exterior a él- cae por obra de la acción del
lo en su estatuto de causa. Lo Unerkannt es condición del l¡; 11ificante que es Ley y se constituye como objeto perdi-
discurso porque constituye "ese algo que se especifica por d11 , causa del deseo. Este objeto -objeto a- es el resto de
no poder ser dicho en ningún caso, cualquiera sea la apro- 111 operación significante que constituye al sujeto, la letra
ximación, por 47estar, si uno puede expresarse así, en la raíz ·¡111· persiste en el lugar de la parte irremediablemente per-
del lenguaje".
1_ i,Lt del cuerpo, caída cuando el significante se en-cama;
Es en el sueño -vía real al inconsciente- donde Freud 1,11,1 que se intentará borrar con todos los sustitutos del ob-
tropieza en primer lugar con lo Unerkannt, lo no-reco- 11lo perdido que serán los objetos de la pulsión. La caída
nocido. Y así deja constancia de ello: "Aun en los sueños ,1,·1objeto a abre, pues, un hoyo y alrededor de éste se teje
mejor interpretados es preciso a menudo dejar un lugar en
, 1 ombligo que es borde, litoral de la falta.
sombras, porque en la interpretación se observa que de ahí Borde del agujero, límite de lo real, el litoral es literal.
arranca una madeja de pensamientos oníricos que no se de- h letra que hacefalta, traza del margen de lo imposible de
jan desenredar, pero que tampoco han hecho otras contri- 11' l onocer. La letra en tanto frontera con lo innombrable
buciones al contenido del sueño. Entonces ése es el ombli- e equipara así a la barra de la represión primordial. Pe-
go del sueño, el lugar en que él asienta en lo no-conocido 1 o no se confunde con el significante; consiste, más bien,
(unerkannt, no-reconocido según Lacan). Los pensamien- (•n "la estructura esencialmente localizada del sign i fi
tos oníricos con que nos topamos a raíz de la interpreta- '..mte", 49 esto es, en la marca -imborrable- que éste dej.,
ción tienen que permanecer sin clausura alguna y desbor-
impresa.
dar en todas las direcciones dentro de la enmarañada red La letra, "aquello que del lenguaje llama el litoral a lo
de nuestro mundo de pensamientos. Y desde un lugar más literal", 50 hace agujero, "dibuja el borde del agujero l'tl 1:I
47
Jacques Lacan, "Respuesta de J. Lacan a una pregunta", en Suplemento 4tSigmund Freud, La interpretación de los sueños, op. cit. , p. SI'>.
de las Notas, Publicación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, 49
núm. 1, noviembre de 1980, p. 127. Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 501 [Escritos I, p. 187].
~oJacques Lacan, "Lituraterre", en Suplemento de las Not,1.1, 11/'
• 111,, p 1
1 1'
116 LA REPRESIÓN Y EL INCON SCIEN'I :¡ 1 t,11\111 R 11
51
saber". Perfora todo saber organizado por significante , ,11uladel fantasma tal como la expone Lacan, g O ,\ (:,
alrededor del hueco que el mismo significante abre. Por eso S tachado marca de a) presenta un proceso circul,u
li it•r'!,l':
no es sino el borde del hoyo; y de esta manera se encuentr 111,t: el sujeto en fading -en eclipse- frente al objeto dt·
en el discurso, suspendida del significante, en suspenso l. 11·c,. Proceso circular en el cual este último -inalcan -
-en souffrance-, en sufrimiento: es resto, verdad que no tl,le provee las representaciones imaginarias para la cons-
habla, que agujerea el saber. P 11tu'>n del yo, pantalla tras la cual el sujeto desaparece,
5. El sujeto reprimido (deseante), "1Wd,1 reprimido: "El fantasma es propiamente la 'estofa'
el objeto que lo causa, el fantasma 11,;i , ·,t' Y o Ue)que se encuentra primordialmente reprimi-
1,,, por no ser indicable sino en el fading de la enun-
La historia del sujeto -como un sueño- se a-sienta en el 1 ll u'in."
53
ombligo que sutura lo Unerkannt. El deseo es lo que "hace l•11el fantasma queda así escenificada la relación del suje-
ombligo": transforma -continuamente- el agujero en ci- 1e,1 on el objeto de deseo, relación que escapa a toda com-
catriz; es como el micelio, la parte subterránea e invisible ¡,,, 11sióndesde el sentido común ya que el objeto -perdido
del hongo sobre el cual éste se eleva. d, ,,,k siempre- no es la meta del deseo sino aquello que
Función del deseo es organizar las redes de significantes k, 1 ,1usa.Faltante, determinará al sujeto como reflejo de su
que constituyen una historia. Deslizándose entre esas \11\t'nciay al deseo como interrogante acerca de él.
redes exige siempre otro significante que, sin éxito, preten- r~inguna complementariedad podrá signar -por esta
derá atraparlo. Sin embargo el deslizamiento no es lineal, ,-.,zc'm-la relación del sujeto con su objeto que -por el
es circular: el deseo circula, hace círculos pues. su despla- ·1111trario- será una reláción de simultánea articulación-
zarse tiene un límite: "el deseo, más que cualquier otro p.1ración, conjunción-disyunción o "más que"-"menos
punto del palmo humano, encuentra en algún lugar su ,¡11t·"que el losange-pequeño rombo- simboliza. Encuen-
límite". 52 11e, imposible que se expresa en la afirmación paradójica:
Límite del deseo, eje alrededor del cual girará incansable- 'l•:I sujeto está en exclusión interna respecto a su
mente, el fantasma -correlato imaginario de aquél- será ._,l,jeto."54 El doble carácter del objeto -que determina su
el escenario fijo donde se representará siempre el mismo i 11,1<:cesibilidad- se hace ostensible aquí: interno al sujeto,
drama. No obstante, los incesantes cambios de posición de 11la medida en que es su causa, es a la vez siempre exterior
sus personajes y las constantes permutaciones en la trama , {·I, inalcanzable.
del argumento darán, en cada momento, la impresión de 1~lobjeto recupera, en este contexto, su valor etimológi-
algo siempre diferente. Los mismos cristales del calei- 1 11; es ob-jecta, lo que está arrojado, el resto del sujeto, lo
doscopio combinándose -a cada instante- de una mane- 1 .,ído de la captura significante como residuo de la división
ra distinta y componiendo así figuras permanentemente que se produce con el acceso al lenguaje. En esta entrada
novedosas. indisociable de la existencia humana misma- el sujeto
El fantasma define la relación del eclipse del sujeto de la pierde una parte de sí, su carácter mismo de sujeto de l.l
enunciación -que el significante tacha- con un objeto siem- l'llunciación que ningún enunciado puede representar. Se
pre evanescente que es causa de su estatuto de deseante. La pierde -en realidad- él mismo, alienado inevitablemc111,·
51
52
Jacques Lacan, ibid., p. 139.
\.l Jacques Lacan, 4crits, op. cit., p. 816 [Escritos I, p. 328].
Jacques Lacan, Le séminaire. Livre XI, op. cit., p. 32.
~4 Jacques Lacan, Ecrits, op. cit., p. 861 [Escritos I, p. 346].
118
! l!.111
!\ 11'
La entrada en escena de] objeto a disimula la divisi6 11J~l 11Irededor del objeto que lo sostiene, que siendo el so-
radica] que -determinada por el significante- aparecer pt111, de la identidad imaginaria del sujeto, funda la ima-
como carencia causada por él mismo. Su posesión im ¡, 111gañ osa que éste pretende ratificar en el Otro.
posible, por lo tamo, promete la reconquista de la unidad 11,y una relación estrecha, pues, entre el carácter primor-
perdida. Precisamente este objeto inicia, una y otra vez, el ¡, ,1de la represión y el fantasma primordial. Este último
circuito de la pulsión, la cual intenta el (re)encuentro del t111 1plc la función de obturar el agujero que aquélla abre
sujeto con su parte perdida. Intento fallido de apresar un 11l.1estructura de lo simbólico. Ocultando lo real, el fan-
objeto que se desvanece en el momento en que se pretende ¡~111,llo protege en tanto causa, convierte al hoyo en ley
saber sobre él, hacerlo significante del deseo. le 111 1deseo que exige una vuelta más y rescata así al sujeto
La pu]sión es el derivar eterno, de objeto en objeto, de de -.u eclipse con el señuelo, de un objet9 que -por inal-
un deseo que vanamente pretende (re)encontrar en el futu- i11 :able- puede movilizar a la pulsión. Esta, por su parte,
ro un tiempo perdido que no se deja de añorar. Errancia 1quipara al recorrido de un circuito que sólo bordea, sin
sin objeto -en ambos sentidos- la pulsión es el "tesoro ¡11 1,1bilidad de apropiárselo, al objeto; es pulsión siempre
de los significantes"," el lugar del Otro por donde el de- j);11cial, reprimida.
seo no tiene otr a alternativa que circular. Lugar del Otro
que, campo del significante , lo es de la falta, de la falta de II L I A REPRESIÓN EN LA DIALÉCTICA DE LA DEMANDA
saber sobre el objeto. En la pulsión, entonces-y por ella- \' 1\1 DESEO . EL SEXO Y EL GOCE
el sujeto queda separado del objeto de deseo y nada podrá I /,a represión y el sexo. Constitución del falo
saber acerca del mismo: "La pulsión divide al sujeto y al
deseo, deseo que no se sostiene sino por la relación que él l,o repr imido es lo sexual: descubrimiento irritante del psi
55 c, ,.málisis, convertido más tarde en lugar común, cuando
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 817 [Escritos1, p . 329].
~,, Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 853 [EscritosII, p. 389].
120 LA REPRESIÓ N Y EL INCONSCll·NI
111 1.11\IIFR l .l l
Un significante viene, en la teoría, a intentar significar 1111 ,tdo como un lenguaje: "Es la incidencia concreta del sig-
11d icante en la sumisión de la necesidad a la demanda la que
la falta: el falo. "El falo tiene la función de significante de
la falta-en-ser (manque-a-etre) que determina en el sujeto su d reprimir al deseo en posición de desconocido da al in-
relación con el significante ." 57 Significante de la falta, de ,.•111sc iente su orden. " 59
la falta de significante capaz de venir a colmar la carencia, La instancia-insistencia-de la falta cuyo discurso metoní -
el falo es el significante del acceso imposible al objeto de 111 1coes el deseo retorna una y otra vez en la demanda que
deseo, de la irremediable ausencia de éste, del sexo en lo hecha de palabras- pretende anularla. Porque la palabra
que implica de sección, corte, separación. "'>lopuede remitir a otra palabra, nunca a la inalcanzabk
1l'ÍCre ncia. Y el deseo -capturado en la demanda- es lo
El falo es significante del deseo en tanto éste es inequipa-
rable a la necesidad y se vincula al registro de la demanda que designa eso otro de lo nombrado, el objeto otro
57
Jacque s Lacan, Ecrits, op. cit., p . 710 [Escritos 11, p . 319]. ~HJacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 690 [EscritosI, p. 284).
w Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 709 [Escritos JI, p. 3191-
122
LA REPRESIÓN Y EL IN CONSCIENTf
111 <,I RBER ,~·1
inaprensible, el objeto a'. Es, por esto, deseo de deseo, res-
guardo de su objeto causa, impugnación radical de toda sa- l,11 · ,ubo rdinado a la castración que es Ley. En consl'UH·11
tisfacción que, con el cebo del placer, pretende acallar 1¡1, l.l represión primordial es -antes que nada- reprcsi/rn
su verdad. El deseo es -finalmente- el resto irreductible lel f.tlo; ella lo instaura como el significante primordi,ll,
a cualquier demanda, la diferenciaque el significante esta- ;_11110 lo que otorga al significante su rasgo principal: cxi.,
1!I ' rnmo pura diferencia.
blece en tanto difiere, por una parte, el acceso al objet~ y
en tanto es quien instituye, por otra, una imborrable diJe· 1 1represión primordi~l es desvanecimiento del ser vivicn-
rencia entre el objeto hallado y el objeto pre-tendido. 1.c 11,lsel significante. Este, además, inscribiéndolo en el
En este sentido, el falo es la designación concreta de esa 1l'¡;1.,tro simbólico sitúa al sujeto en la anticipación cons-
diferencia , "es el significante de la carencia, de esa distan- 1,1111 t· de su muerte y hace de él portador de un saber
cia entre la demanda del sujeto y su deseo". 60 Lejos de pro- -.ibcr la muerte- del que nada querrá saber. Pero -efecto
meter la plenitud, el falo es marca de la castración que hace 111 1ultáneo de la anticipación- el significante abre también
del viviente un sujeto deseante, exiliado del ser por el signi- 111 pl'rspectiva ilusoria de trascender la muerte identificán-
ficante que lo mantiene bajo la barra del signo. Exilio del d,, ,t' con la imagen engañosa que podría situarse más allá
ser sin retorno posible, con una sola alternativa: explorar d<l'sta. De ahí que la cercanía de esta imagen -imagen fá-
nuevas tierras en el intento de reencontrar la patria que no 111., precisamente- que permitiría la realización del deseo
puede sino perderse. e I lo más próximo de aquello que constituye el aconteci-
111it·nto simultáneamente más familiar y extraño: la muerte
El exilio del ser es otro nombre de lo que la represión
primordial genera. Y el falo es el estigma de esta última, ií11,ma,lo siniestro (unheimlich) por excelencia.
el sello de no retorno inscrito para siempre en el pasapor- l',\ra alejar la presencia pavorosa de la muerte en el cami-
te; la marca indeleble que mortifica la carne expulsada del 11 0 del deseo -pero no pudiendo dejar de evocarla a cada
suelo natal cuando se convierte en cuerpo. Cuerpo que só- n,omento porque es el trasfondo del mismo- es que la re-
lo tiene existencia prensado entre significantes; muerto p1(''iiÓnprimordial sostiene al humano en la insatisfacción.
-mortificado- como condición fundamental para poseer i,,: impone permanentes rodeos alrededor del hoyo que ella
vida, ser contado y contar entre otros cuerpos-significantes: pc:rfora, hoyo alrededor del cual se organizan las redes dis-
"El significante, produciéndose en el lugar del Otro, toda- ,;i,rsivas de la historia que lo bordean incansablemente. La
vía no ubicado , hace surgir allí al sujeto del ser que no 11presión estructura la historia -historia de inevitables y
tiene todavía la palabra, pero al precio de coagularlo. Lo , , 111-;cc utivas decepciones- estableciendo una barrera infran-
que allí había, listo a hablar [. .. ] desaparece por no ser ya i¡11 l'able entre el sujeto y la imagen de su yo ideal, esa ima-
más que un significante. " 61 \<' ll especular, fálica, mortífera, que desde el espacio virtual
El goce es imposible, y sin embargo hay goce... allí donde p1nducida por la cultura sino -a la inversa- esta última
jamás se espera. En el acceso fallido al objeto de deseo, que p,11 b represión: "Muchas veces uno cree discernir que no
la conciencia experimenta como fracaso porque no sabe que.· ,<'>lo la presión de la cultura, sino algo que está en la esen-
1.1 de la función [sexual] misma, lo que nos deniega lasa-
el "éxito" -el (re)encuentro con el Uno- tendría efectos
mortíferos para el deseo, lo aplastaría al eliminar la única 11,I.Kciónplena y nos esfuerza por otros caminos." 64 Y es-
razón que la vida posee para sostenerse, la búsqueda del ob- 1,_,, otroscaminos no son sino los del rodeo significante, de
jeto inhallable. l., 1 ultura en tanto discurso que pretende colmar la careo-
La represión, impidiendo el goce, asegura ese fracaso que 1
'' 'i1gmund Freud, "Sobre la más generalizada degradación de la vida a1110
es éxito para el deseo, para la supervivencia de éste que es ,., .i'' (Contribuciones a la psicología del amor, 11),en Obras completas, 11111111
62 1, llucnos Aires, Ámorrortu, 1979, p. 181 (las cursivas son nuestra,).
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 693 [Escritos I, p. 286]. 'i Sigmund Freud, El malestar en la cultura, en Obras completas, wnw X )(1,
l\111·11os Aires, Amorrortu, 1979, p. 103.
126
caminos, caminos del Otro que tendrá que transitar sin des- hn, dt· que separa entonces al ser humano del complemen-
canso, hasta que la muerte ... lo una al objeto cuando ya 11 q11 e a la vez le ofrece.
no exista cuerpo viviente que pueda experimentar goce al- 1,,1barra que la represión primordial im-pone abre y cie-
guno de dicha (re)unión. ¡ ,i ,1la vez la posibilidad de ser-Uno, de acceder a una iden-
En esta misma perspectiva se inscribe la fórmula de La- id,-ul absoluta, inmóvil. Ella misma genera la ilusión de la
can, tan controvertida y a la vez reveladora, "no hay rela- i111<·1 te y exige que ésta dé paso a la muerte de la ilusión
. ción (rapport)sexual": no hay complementaríedad posible 1,111 que la vida sea, para que -reprimido- exista deseo
entre un sexo y el otro porque el Otro -el otro sexo- no 1 1 e 111t' al cual no se erigirá defensa alguna porque él es de-
puede restituirle al sujeto su parte perdida, el objeto a des- l l111.¡a, Ley, prohibición: "el deseo es una defensa, prohibi-
p . 57.Jacques Lacan, Le séminare, Livre xx· Encare, París, Éd. du Seuil, 1975,
11
' ' J ,1n ¡ucs Lacan, É,crits,op. cit., p. 825 [EscritosI, p. 336).
'' J.,r quc s Lacan, Ecrits, op. cit., p. 277 [EscritosI, p. 97).
128 LA REPRESIÓ N Y EL INCONSCIJNI ;·,¡ !, ! llll~R l l 'I
es por lo tanto la instancia organizadora del inconscient , 111l.icaniana del inconsciente: éste es el no-yo, no la ne
estructurado como un lenguaje: "en este inconsciente[ .. , 1o 11111 del sujeto sino su causa; el lugar desde donde se plan-
[Freud] reconoció la instancia de las leyes en que se funda 11, pregunta por su existencia. Y esta pregunta carece de
la alianza y el parentesco, instalando en ellas desde la Trau ¡111 esta en tanto alude a la causa, lo natal, lo incestuoso,
deutung68
el complejo de Edipo como su motivación cen 111p1ohibido. Es el enigma que debe permanecer abierto
· tral ". La leyes de parentesco poseen una estructura d li 11que se despliegue una historia que será la sucesión de
lenguaje que regula inconscientemente la circulación de lo. p11t·stas más o menos fallidas al mismo.
sujetos: éstos no pueden (con)fundirse desde el moment , lcmás, la respuesta al enigma pondría al sujeto en el mis-
en que el incesto está prohibido. El concepto de inconscient ·' , .11nino trágico que Edipo: sabedor y -por esto mismo-
-en este sentido- designa el efecto de la Ley sobre el suje k~r, 1.1ciado. Se deberá ser Edipo pero conservando la igno-
to constituido como tal por ella; sujeto que -privado del 11111,1y el deseo que continuará inscrito como jeroglífico
objeto primordial, incestuoso- está obligado a derivar po 111I ( )tro, la esfinge. El enigma tendrá que conservarse in-
los caminos metonímicos del lenguaje en una eterna erran k~, 1frabie para aspirar a suceder y poseer sucesión, para
cía en el significante, una errancia que desconoce que la bús ¡i1t•,1·1var se en la memoria de los hombres. Y ésta presupo-
queda es en realidad nostalgia, evocación de un tiempo irre- ¡¡, 1111olvido primero y primordial: por él se constituye co-
cuperable. El deseo inconsciente es la Ley que exige i! 11nconsciente y la falta -falta de un recuerdo esencial-
errar, tanto en el sentido de deambular como en el de equi- !,.1tcdeseo: "Enseñamos, siguiendo a F reud, que el Otro
vocarse siempre en cuanto al objeto. De esta manera la Ley el lugar de esta memoria que él descubrió bajo el nom-
es regla sin excepciones.
lt1, de inconsciente, memoria que él considera como el ob-
Por el complejo de Edipo la prohibición se efectiviza para 1c1, 1 de una pregunta que permanece abierta en tanto con-
cada sujeto. Estos se constituirán en el campo del signifi- li, 1ona la indestructibilidad de ciertos deseos." 70
cante como la diferencia que los separa del otro, del otro
significante. La im-posición del Nombre-del-Padre (Nom- FI deseo reprimido y la demanda
du-Pere)que es el significante de la Ley, no (Non) rotundo I',11su dependencia respecto del lenguaje, el sujeto se cons-
a la posibilidad de ser-Uno en y con el otro, separa al ser i 1111ye ignorante. No conocedor del sentido de lo que dice
de la palabra. Y el ser, el habla-ser(parlétre),habiente,que- 11 palabra es pregunta por el mismo. Hablar es dirigirse
da para siempre excluido del decir en el cual sólo puede 1I <>tro para demandarle lo que éste no tiene: una respues-
ex-sistir en todos y cada uno de los enunciados bajo la for- t , .ti enigma de quien articula el discurso, de su identidad.
ma de pregunta, pregunta que condiciona toda palabra por- 1 ., demanda es intransitiva; es demanda de amor suspendi-
que: "Lo que busco en la palabra es la respuesta del otro. 1.,dd Otro, pendiente de la respuesta de éste. Pero el Otro,
Lo que me constituye como sujeto es mi pregunta. " 69 n le del significante, carece de la respuesta; es el lugar de
El sujeto del inconsciente -sujeto de la enunciación ex- li1l.1lta (dicho una vez más: "no hay metalenguaje"). Cual-
cluido del enunciado- es pregunta que soporta el decir, pre- 'l"'er respuesta articulable sólo podría darla en términos de
gunta por su identidad desconocida que no posee respuesta i_ 1·111an da, es decir, de manera engañosa. En este sentido, el
porque ella es condición de todo decir. De ahí otra defini- d,·,t.·osurge como resultado de esa imposibilidad de respucs-
1.1, es el resto irreductible de lo que la demanda no pucd(·
68 Jacques
69 Lacan, É_crits,op. cit., p. 432 [Escritos!, p. 174].
Jacques Lacan, Ecrits, op. cit., p. 299 [EscritosI, p. 117]. 0
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 575 [Escritos11, p. 260].
130 LA REPRESIÓ N Y EL INCONSCII NI ' 111 c,H{ llER IJ 1
articular, de lo que el Otro no está en posibilidad de sati ¡, 111 ,cncia nada sabe. Goce de la pura diferencia cntrl' L'I
facer. Y así regresa al sujeto como pregunta: ¿qué quien• l II L't buscado y el placer obtenido que opera como indis
Reprimido en la demanda, el deseo retorna con inagot 11-...tbleacicate para mantener el deseo en pie; exigiendo
ble insistencia repetitiva. Es re-iteración de un significant 11 111p re un nuevo significante, una nueva metáfora allí don-
del cual aquélla se ha apoderado, que resiste y, resistiend l• 1 1 objeto falta: "La pulsión reprimida nunca cesa de as-
in-siste. Pide ser reconocido como significante del dese p1,·:11a su satisfacción plena, que consistiría en la repetición
por esto el retorno de lo reprimido -que el síntom l,J ll na vivencia primaria de satisfacción; todas las forma -
articula-_--no es sino deseo de reconocimiento que denun 1Dm·s sustitutivas y reactivas, y todas las sublimaciones, son
cia la existencia de un deseo por reconocer. Y en tanto n !I l',11ficientes para cancelar la tensión acuciante, y la dife-
reconocido
. . . retorna una y otra vez con incansable insisten i C1H ia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendi-
c1a repet1t1va.
1lt1 t·ngendra el factor pulsionante, que no admite aferrarse
En el síntoma -como en el acto "fallido" o en el sueño 1 11,n guna de las situaciones establecidas, sino que, en las
el deseo se cumple. Pero cumplimiento de deseos equival I' d.,hras del poeta, "acicatea, indomeñado, siempre hacia
a articulación en la palabra, producción de un discurso en 1, l1-l.1nte ." 72
el lenguaje que el Otro aporta y cuya sanción de sentid< ALicate, aguijón clavado en la carne, el significante pul-
se espera. El deseo es deseo siempre a reconocer porque no 1,_111,1; ejerce presión de manera insistente, re-presión. La
posee otro camino que el de la alienación de la palabra qu 1 epresión es producto de la Ley que hace falta: sin ella no
lo hace deseo de reconocimiento, demanda. Este inevitab l h;ty vida pero por ella hay deseo, metonimia de la falta que
anudamiento -más allá de la conciencia- constituye el in lrncl'vivir. El acicate empuja hacia adelante exigiendo recu-
consciente: "El inconsciente es el discurso del Otro: el má pc, .1run tiempo perdido que está atrás, un tiempo u-tópico,
allá donde se anuda el reconocimiento del deseo con el de 111 lugar ya. Efecto de la Ley es la imposición de resolver
seo de reconocimiento. " 71 El inconsciente -discurso- es li1.d'íoranza del a yendo a la deriva, de convertir la evoca-
nudo que no se des(a)nuda, nudo de palabras que hacen de- ¡ 10 11 nostálgica en circular errático, siempre alrededor de
seo alrededor de un real inaprehensible.
l._:,ti-tópico.
Apresado en la demanda, lo reprimido no es de orden na-
tural, es efecto del significante. Producido por éste consti-
IV INCONSCIENTE , TEMPORALIDAD, REPRESIÓN
tuye lo no-realizado en la medida en que no ha venido "a
tiempo" a la palabra y permanece en suspenso, suspendi- Tiempo del inconsciente, tiempo de la historia
do; sufriente como el ser que espera revelarse, que deman- I •1 1nconsciente es, pues, lo no-realizado en la historia del
da ser. Es el sujeto de la enunciación que, ex-sistiendo al
,IIJL'
to. A la espera, suspendido en una permanente latencia
enunciado, insiste en él; el ser del hablente que está -desdt·
, 1111stituye, en el decir de Freud, "procesos que se compor -
que habla- excluido del decir. Lo reprimido es esta impo-
1 111 de una manera activa y a pesar de ello no llegan hasta
sibilidad consustancial a la historia del sujeto, imposibil i-
dad que es la de decirlo todo, de decir el ser. l., Lonciencia" .73 Pero esta afirmación, no obstante sus as-
Y esta imposibilidad sólo podrá hacerse oír en el padeci- 'c.;igmund Freud, Más allá del principio de placer, en Obras co111plct,11,
miento del síntoma, fractura del discurso, goce del que la 1111110 e,
xv m, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 42. El poeta aludido Col'tltc·
11 l, 111.110,parte I, escena 4.
71 1
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 524 [Escritos I, p. 209]. Sigmund Freud , Más allá del principio de placer, en Obrai <11111¡,/1
·/,11,
1 1/11,11 completas, tomo IX, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 40.
132 IIANIEL GERBER 133
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE
pectos esclarecedores, entraña un riesgo: asignar al incons- venir el que, siempre a posteriori asignará sentido al sin-
ciente sustancialidad,suponerlo atributo del sujeto, una parte ,ent ido de la actualidad que ya no es.
de él mismo que incluso podría ser mensurable. Ahí se apun- El acontecer histórico -acontecer inscrito en la cadena
talan las concepciones del inconsciente que le dan el carác- -.ignificante- queda así descentrado del presente porque lo
ter de depósito de elementos del pasado, de acontecimien- que cada sujeto vive es, en realidad, el futuro anticipado en
tos que -olvidados- serían determinantes de la actualidad. el cual espera que el sentido del que carece le sea restituido
De ahí la necesidad de leer aquella definición a la luz de por un nuevo significante del Otro. Es que el presente sólo
la fórmula que Freud no deja de reiterar, el inconscientees es pérdida, pérdida de sentido, desvanecimiento en el signi-
atemporal: "Los procesos del sistema Ice son atemporales, ficante, carencia en el ser eternamente postergado en su rea-
es decir, no están ordenados con arreglo al tiempo, no se 1ización para el futuro. Por esto, como el poema gauchesco
modifican por el transcurso de éste ni, en general, tienen lo apunta, "El tiempo sólo es tardanza de lo que está por
relación alguna con él. También la relación con el tiempo venir." 75 Lo que sucedió, lo que sucede, van a (re)signifi-
se sigue del trabajo del sistema Cc." 74 l arse siempre después, en el momento en que un nuevo sig-
La no sustancialidad del inconsciente es correlativa de es- 11ificante venga a inscribirse para otorgar sentido retroacti-
ta localización fuera del tiempo (a-temporal)que caracteri- vo al presente, pretérito ya desde el momento que se habla
za a sus procesos. Estos son exteriores a ese tiempo medido de él. Pero este sentido -en la medida que cada significan-
por relojes y almanaques, al tiempo considerado en su di- 1e que se añada a la cadena habrá de modificarlo- será -in-
mensión cronológica, lineal, uniforme; tiempo donde el pa- variablemente- abierto, efímero, sentido siempre a pro-
sado es aquello que fue, el futuro lo que será y el presente ducirse.
ese instante casi inaprehensible de hoy. Debiendo ubicár- El tiempo de la historia -conjunto de acontecimientos
sela al margen de tal concepción totalmente convencional, que el orden simbólico organiza y da sentido- resulta, por
la temporalidad del inconsciente es ruptura tajante con cual- consiguiente, muy diferente de lo que la conciencia inge-
quier criterio lineal, en absoluto cronológica sino -como rrna puede llegar a percibir. Porque el descentramiento del
ya se advierte en los trabajos iniciales de Freud cuya reva- yo en relación con el verdadero sujeto de la enunciación,
loración y enriquecimiento ha realizado Lacan- lógica. el sujeto del inconsciente, es el correlato indisociable de otro
El tiempo lógico es el tiempo de la articulación de la ca- descentramiento: el del presente y su relación con el pasa-
dena significante. En ésta el sentido no se produce puntual- do respecto del futuro, que no consiste únicamente en el
mente -signo a signo- como cada segundo se registra en lógico sucesor de éstos sino en el tiempo que les otorgará
el cuadrante que recorren las agujas, porque el significante ,entido, ex-sistencia. En la historia -sometida a la deter -
se anticipa siempre al significado y determina que éste minación discursiva del tiempo lógico- los acontecimien-
-constantemente- se difiera. Es un tiempo caracterizado tos carecen de realidad sustancial y tampo co son irreversi-
por la postergación eterna del sentido seguida de su preci- hles como lo querría el sentido común; están sometidos,
pitación provisional en el momento privilegiado de la pun- más bien, a un orden , una sucesión y una eficacia que se
tuación que permite que el último significante (re)signifi- .,partan de las reglas de la continuidad temporal -donde
que retroactivamente (nachtraglichkeit,apres-coup)a los lo anterior es siempre determinante de lo que sigue- y cons-
anteriores. Un tiempo en el cual será el significante por- tituyen un modo de determinación verdaderamente insóli-
5
4 Sigmund Freud, Lo inconsciente, op. cit., p. 184. José Hernández, Martín Fierro, México, Aguilar Editor, 1976, p. 335.
134
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 1•ANII-.LGERBER 1\",
to porque -en todos los casos- lo posterior posee el senti- 1·1primero otorgándole sentido, sentido que viene a \lp :111
do de lo previo.
1cr en un momento diferente del de la vivencia.
Queda impugnada de este modo la noción de una conti- Está planteada, de esta manera, una tesis fundamental: la
nuidad y uniformidad del discurso como expresión de un que postula el carácter lacunar del sentido de la expericnci;1
sujeto igualmente continuo y uniforme, y surge el concep- vivida, el que sólo llega a posteriori, cuando un nuevo suce
to del sujeto escindido, obturado por un yo engañosamen- ,o (re)significa al anterior y le asigna un lugar en la histo -
te unificado y emergiendo precisamente en el momento en ria. (Re)significación que es consecuencia de una conexión
que la continuidad se quiebra, que la sucesión coherente de ,1-;ociativa solamente: el enlace de un significante con otro
signos experimenta un corte. Y el sujeto del inconsciente para producir un sentido en nada inequívoco. Hay, pues,
no se distingue del corte mismo; viene así a cuestionar el hoyos, lagunas en la comprensión del acontecer y lo que
carácter uniforme e interrumpido que el tiempo histórico viene a cumplir la función de llenarlas es la fantasía, un "falso
aparenta poseer. Si el inconsciente no puede equiparse a una enlace", sustituto indispensable de la verdad que -imposible
sustancia, una parte del sujeto, un depósito, es -funda- de ser dicha- queda protegida.
mentalmente- porque constituye lo antagónico de la con- Las fantasías son productos del significante, y ocupan el
cepción del tiempo como sucesión de instantes que encuen- lugar dejado vacío por el significante mismo, el lugar del
tran su sentido en alguna esencia última que despliega sus ,cntido que falta. Baste recordar que -indica Freud- ellas
potencialidades. El inconsciente es -por el contrario- el )rovienen de lo oído. Oído que tiene preeminencia sobre
con_cepto de una memoria asubjetiva y discontinua; memoria
gobernada por una lógica insólita para el sentido común:
lo entendido, siempre a posteriori. Primacía del significan-
t e sobre el significado detectable también en el efecto de
en ella es el sucesor el que constituye al antecedente en el fragmentación que el acontecimiento sufre, dividiéndose en
momento de sustituirlo. Y la sustitución implica olvido, multitud de trozos (in)significantes que establecerán nue-
caída del significante previo reemplazado por el siguiente vas e insólitas combinaciones: "La formación de fantasías
como única condición para que las cadenas significantes se acontece por combinación y desfiguración, análogamente
desplieguen. La memoria -inconsciente- es olvido de aque- .1 la descomposición de un producto químico que se com-
llo que la funda; se edifica alrededor de un vacío que la bina con otro[ ... ]. Así, un fragmento de una escena vista
estructura como espacio inacabado, abierto a la historia. es reunido en la fantasía con otro de la escena oída, mien-
2. La historia y el efecto nachtraglich tras el fragmento liberado entra en otra conexión. " 76
(apres-coup, a posteriori) La formación de fantasías está determinada, pues, por esa
ausencia de isocronía entre el tiempo del suceso y el tiem -
Los trabajos de Freud son ilustrativos de lo afirmado. Ya po de comprensión del mismo. Entre ambos se establece
en la correspondencia dirigida a Fliess -tiempos de los orí- un intervalo que no es otro que aquel que separa perccp
genes, sólo definibles como tales desde una actualidad que ción de conciencia. Intervalo en el cual se estructura la Otn,
así los (re)significa- se alude por primera vez al hecho de escena de lo psíquico y allí el significante desarrolla su jue
que los acontecimientos -considerados en sí mismos- ca- go, convierte al acontec~r en fantasía y abre con esto b di
recen de peso determinante en la producción de un sínto- mensión de la verdad. Esta es efecto de la existencia de l.,
ma. Para que éste se desencadene -dirá Freud- se requie- palabra, ajena por lo tanto a toda idea de adecuacil>11del
ren, por lo menos, dos acontecimientos que se relacionan
de una manera insospechada: el segundo retroactúa sobre 76
Sigmund Freud, Fragmentosde la correspondenciacon Ri(' .11, o¡,. , 11 , I' :l'J\
136 LA REPRESIÓN Y EL IN CONS CIENTE llANIEL GERBER 1.1
discurso a los hechos. Porque la verdad como problema sólo tro ducida por el Otro primordial con su inevitable..·sl'dlll
aparece en un mundo de lenguaje, donde la presencia del ción. Lo sabido de lo que nada se querrá saber es el incl'sl11
significante determina la desaparición del referente, causa que está en el origen de todo ser humano, la transgrcsiú11
perdida del discurso. pro ductora del cuerpo erógeno, cuerpo amarrado al dcsl'o
En ese intervalo -suspensión del sentido generada por del Otro. Ni siquiera es menester que la escena de seduc
la palabra- la fantasía ocupa un lugar preeminente o, más ción haya "verdaderamente" tenido lugar; ella es una esce-
bien, ella es ese mismo intervalo en tanto el lenguaje fun- na construida y -simultáneamente reprimida- a posterio-
ciona como "filtro" que protege al sujeto del efecto ri. (Re)construida a partir de las (re)significaciones que los
anonadante de lo real. Proteger de la verdad y proteger a la (re)encuentros con los objetos de la pulsión -(re)encuen-
verdad es cometido principal de las fantasías: "Las fanta- t ros fallidos porque el éxito es el incesto- van a evocar.
sías provienen de lo oído,entendido conposterioridad(nach- La eventualidad de un (re)encuentro posible, esto es la es-
traglich),y desde luego son genuinas en todo su material. cena de seducción.
Son edificios protectores, sublimaciones de los hechos, Para que el trauma se produzca -dirá Freud- son indis-
embellecimientos de ellos, y al mismo tiempo sirven al pensables, por lo menos, dos escenas. Coincidencia no ca-
autodescargo. " 77 sual: también para que el sujeto ex-sista son necesarios, por
Lo oído está destinado a ser entendido siempre conposte- lo menos, dos significantes;el segundo de éstos, sustituyendo
rioridad (nachtraglich,apres-coup).Esto es efecto de que el .ti pr imero, lo (re)significa a la vez que lo envía bajo la ba-
sujeto recibe el lenguaje como un torrente sonoro antesde rra, a la categoría de significante reprimido, al lugar del sig-
que algún significado venga a producirse. Hay un perma- 11ificado inalcanzable. Las escenas del trauma son -ante
nente efecto de retraso en el arribo del sentido con rela- 1odo- significantes. La segunda escena sexual -segundo
ción al significante, efecto de retraso que no es sino la significante- es la que asigna el mismo estatuto -sexual-
represión. Represión, por otra parte, que sólo tendrá lugar ., la primera al mismo tiempo que, (re)significándola como
con posterioridad, en el momento en que el sentido iba a 1ncestuosa, exige su represión. El interrogante acerca de las
producirse; que el recuerdo -banal hasta entonces- iba a razones de que lo sexual sea lo reprimido puede recibir así
adquirir una significación traumática: "Es reprimido un re- un nuevo intento de respuesta: sólo en el plano sexual hu-
cuerdo que sólo con efectoretardado(nachtraglich)ha deve- ho siempre un antes -antes mítico de la fusión con el obje-
nido trauma.'' 78 10 pr imordial- (re)construido desde toda (im)posible rela-
El efecto traumático no está en el recuerdo mismo, en l ión sexual que no es sino actualización de una pérdida. Un
su representación. Se produce cuando va a articularse con .,ntes: el telón de fondo de lo siniestro (un-heimlich)que pro -
una nueva representación para cobrar sentido por obra de yecta su sombra inquietante sobre todo objeto. La repre -
la conexión significante. Y no cualquier sentido sino sen- ,ión intenta miti-gar, miti-ficando el pasado, esos efectos
tido sexual, sentido ligado a eso siempre sabido que es ,iniestros; sin ella el erotismo sólo actualizaría uno de sus
preciso seguir ignorando: el carácter incestuoso -he ahí lo .\\pectos, la evocación -paralizante- de la muerte. Así, el
traumático por excelencia- de la sexualidad, sexualidad in- deseo sexual no podría erigirse. La represión, por consiguil'II
te, condiciona la erección de ese deseo.
77
Sigmund Freud, ibid., p. 288.
78
Sigmund Freud , Proyxto de psicología, en Obrascompletas,tomo I, Bue-
nos Aires, Amorrortu , 1982, p. 403.
138 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 1•ANll-l GERBER 11•
79 8 1 Jorge
Sigmund Freud, Fragmentosde la correspondencia
con Fliess,op. cit., p. 294. Luis Borges, Otras inquisiciones,en Prosacompleta, vol. 2, 11.11,,:1,,
80
Sigmund Freud, ibid., p. 311. 11.1, Bruguera, 1980, p. 133.
140
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 111
llANIE L GERBER
4. Represión y retorno de lo reprimido: un mismo proceso El tiempo del acontecimiento -referente desaparcl ul1>
Se desprende de lo expresado la posibilidad de señalar, en que se registra en el imperfecto gramatical no es el de "ll
el proceso represivo, una secuencia constante. Así la des- ubicación en el calendario. Es tiempo de una latencia M '
cribe Freud: un acontecimiento originario que, inscrito en ~uida del retorno de lo reprimido que lo convierte -en c,e
el lenguaje, sufre la división en múltiples fragmentos; un momento- en acontecimiento relevante y olvidado. Ca
ocultamiento fantasmático del mismo, efecto de la fragmen- , acterística de la temporalidad en que se inscribe el suceso
tación y, finalmente, una repetición del suceso cuando se es ql!e el retorno de lo reprimido constituye a lo reprimi -
produce otro que lo actualiza asociativamente por efecto do. Este no posee existencia previa en un sitio localizable
de la relación que se establece entre fragmentos de uno y 1·spacialmente, en una "parte" del sujeto, no es sustancia
otro. La repetición del suceso coincide con la represión del ubicable en algún lugar de la "persona" o porción de una
sentido que estaba por precipitarse para permitir que eso ,ubjetividad centrada en el yo; no es psicológico, es meta-
que también estaba pasado, olvidado, llegara a tomar carácter psicológico. No se confunde -finalmente- con un "nivel"
de recuerdo. de la personalidad entendida como totalidad unificada; es
Había, en efecto, una cierta latencia del recuerdo que "' discurso del Otro, dimensión solamente pensable en el
quedará reprimido . Pero no se trata de la latencia de un su- 1 .unpo transindividual del lenguaje, allí donde el sujeto es
ceso archivado ya, sino de otra muy diferente: la que el sig- producido.
nificante en que estaba capturado le otorga. Es la latencia Es necesario -en esto radica tal vez lo fundamental del
de todo acontecimiento en la medida en que sólo el orden 1·,fuerzo de Lacan- liberar al inconsciente de esas metáfo-
simbólico le da carácter de tal; latencia que el matiz ambi- , ,1s sustancializantes cuyo abuso ha servido -como la fan-
guo del imperfecto estaba con que se alude a ella evoca de 1.1 ,;Ía tal como Freud la caracteriza- para "embellecerlo"
la manera quizá más adecuada: "Estaba ahí contiene la mis- 1le modo de dejarlo reprimido. Reconocer su adscripción
ma ambigüedad en que se suspende: un instante más y la d campo del lenguaje -ya no de lo orgánico, lo sociológi-
bomba estallaba, cuando, por falta del contexto, no se pue- 1o o lo psicológico- implica simultáneamente concebir la
de deducir si el evento sucedió o no. " 82 , 1•presión como el efecto específico de la imposición signi-
El estatuto del acontecimiento -que el discurso le 1il ante y desligarla del lastre antropomórfico que la iden-
otorga- es ese estaba ahí, en la cadena significante, perdida 1dica con la acción de un misterioso homúnculo que ope-
su referencia con lo real -convertido por el lenguaje en lo , .,n'a "d entro " de1 suJeto.
.
imposible- y abierto a la dimensión de la verdad que lo 1.as diversas (per)versiones biologizantes, sociologizantes
simbólico introduce, que la desaparición del referente hace , , psicologizantes que los descubrimientos freudianos han
nacer. ¿Cómo interpretar si no que la cuestión de la verdad 11·11ido que sufrir provienen sin duda del siempre vigente
surja en el psicoanálisis de la despreocupación freudiana por , ,I>stáculo conciencialista, insistente en su pretensión de re-
lo "verdadero" del relato? Verdad, una vez más, no es ade- ' 1·1t1rar el abordaje del sujeto en un yo que conserva el co-
cuación "a los hechos"; del descubrimiento de que estos 111 ,111dode todas las palancas, incluida la represión; un yo
últimos pueden ser simples "fantasías" se puede concluir 11111dueño del sentido que -eventualmente- puede per -
que el referente del discurso está en el discurso mismo, no 1!1·1lo, caso en el cual el psicoanálisis podría lograr que lo
en un dato exterior a él. , 1'1upere. No es por azar que quienes han usado y abusado
82 de esta concepción se encuentren embarcados en utópicos
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 678 [EscritosII, p . 300).
¡,1oyectos de fortalecimiento yoico, correlato puntual del
142 1•I \
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE l>ANIEL GERBER
h~llaz_gode un objeto adecuado para la pulsión, degradada La estructura que poseen estas frases truncas put:dt· .1s1
a mstmto. milarse, vis-a-vis, al retorno de lo reprimido. Falta e11 t•ll.1,
Con la inclusión del inconsciente en el campo del len- el significante que, en el instante de ser pronunciado, pm1
guaje el concepto de represión puede recobrar las con- hilitará la realización de un -ya que no de el- sentido. 1kl
notaciones que originariamente tuvo en la obra de Freud mismo modo, el retorno de lo reprimido es corte antes d('
y enriquecerse desde nuevas perspectivas. "Denegación de tiempo, antes del tiempo en que eso no-realizado pueda sig
la traducción" -como fuera definida desde un comienzo- nificarse. El futuro le conferirá -o no- sentido; a él -poi
es ella el correlato de la postergación eterna del sentido que lo tanto- se dirige, a la espera del sentido. Con mayor ri
la sustitución significante establece; el retorno de un real, gor: del futuro proviene como síntoma de la carencia en
lo que siempre falta por decir. Resulta así indistinguible del d ser del sujeto que pre-tende resolverse en la anticipación
retorno de lo reprimido: una y otro no son sino anverso del mismo: "lo reprimido no viene del pasado, sino del por-
y reverso de un mismo proceso, desde el momento en que venir[ ... ] eso que vemos bajo el retorno de lo reprimido
sólo es posible afirmar que algo estaba reprimido a posterio- es la señal borrada de algo que no tomará valor sino en el
ri, con su retorno. Es la naturaleza misma del tiempo lógi- futuro, por su realización simbólica, su integración en la
co que determina al antes como constituido desde el des- historia del sujeto". 84 Lo reprimido es lo que falta al ser,
pués, al retorno como productor de lo que estaba. lo que ser-á, siempre después.
El retorno de lo reprimido designa así el efecto de retro-
versión inherente a la estructura de la construcción signifi- 5. La historia en futuro anterior y la aporía del inconsciente
cante, de la frase. En ésta, como se ha señalado, el último El inconsciente carece de sustancia, es lo no-realizado de
significante -retorna sobre los anteriores para otorgarles la historia del sujeto, el ser que espera revelarse. Dicho con
sentido. Ahora bien, si la historia del sujeto es lo que el dis- más precisión: el inconsciente no es, será (ser-a')a posteriori,
curso inscribe en lo simbólico, no podría producirse un re- en el momento en que -integrado en la historia por efecto
torno desde algo previo, desde el pasado; sólo puede efec- de un decir inesperado- haya dejado entonces de ser in-
tuarse desde lo posterior, desde el futuro que retroactiva- consciente. El inconsciente designa pues una aporía; eso que
mente da su sentido al momento actual -ya pasado. El sólo es susceptible de adquirir sentido en el futuro, eso de
retorno de lo reprimido no es pues el regreso de lo que es- lo cual -en el instante de su revelación- sólo es posible
tuvo antes sino la anticipación (in)significante de lo que ad- decir que ya no es, que habrá sido. En efecto, únicamentt'
quirirá sentido después. Este carácter le es asignado por la este singular tiempo gramatical -el futuro anterior- put'·
cualidad más notable de la cadena significante: su constan- de representar la permanente latencia de la verdad, del su
te anticipación sobre el sentido que se mantiene en suspen- jeto de la enunciación, seguida por un retorno de lo
so, a la espera de una precipitación en el corte, la escan- reprimido.
sión, el punto. Suspenso que, como todo hablante lo sabe, Sólo el futuro anterior porque es el único tiempo gra1n:1
se hace tanto más oprimente cuando la frase se interrumpe tical que implica rechazo y recuperación del pasado a l., vt:·
antes del término que puede conferirle algún significado; que (re)significación retroactiva del mismo. El ha/mí ,id",
es éste el caso de esos breves enunciados que Lacan recuer- por otra parte, confiere al pasado el carácter de anticipo t'<p1Í
da: "Y o nunca ... En todo caso... Aunque tal vez ... " 83 voco de lo que sólo en el futuro se puede realiz.11, t'"I11·1 .1
83
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 502 [Escritos I, p. 188). 84 Jacques Lacan, Le séminaire. Livre I, op. cit., p. 181.
144 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 11,',NIELGERBER I~'\
permanente del por-venir. Por esto el futuro anterior es el .interior y el siguiente, esencia equiparable a un yo sicmpn
tiempo específico en el cual se escribe la historia, que no l'I Mismo independientemente de sus modificaciones cin:un,
consiste en una acumulación lineal de acontecimientos su- 1.mciales.De ahí que el descentramiento del tiempo se,1l.t
cediéndose en perfecta continuidad y agrupados alrededor 1 ontra partida del descentramiento del yo, depuesto dd
de un sujeto-centro de sentido plenamente determinado des- lugar de lo Mismo invariante de una historia concebida co-
de el comienzo del proceso, sino retroacción constante del 1110 expresión de sus "potencialidades". Como lo manifies-
significante tornando al sujeto Otro del que cree ser: "Efecto 1.l Borges: "No hay detrás de las caras un yo secreto, que
de retroversión por el cual el sujeto en cada etapa deviene gobierna los actos y que recibe las impresiones; somos úni-
1 .tmente la serie de esos actos imaginarios y de esas impre-
lo que él era antes y no se anuncia sino como: él habrá
sido -en futuro anterior. " 85 En la historia, cada signifi- ,iones errantes. " 87
cante nuevo retroactúa sobre los anteriores; cada momen- El inconsciente es así el testimonio de la radical no-
to histórico produce un sujeto que anteriormente no esta- identidad del sujeto consigo mismo en ~l tiempo. En otros
ba, hace del sujeto Otro del que era porque no hay sujeto 1frminos: es el tiempo de una historia que el yo desconoce
previo del cual la historia sea la realización. Un momento en tanto se escribe en el Otro y desde éste, que se realiza
histórico es, por lo tanto, sólo lo que el siguiente (re)signi- donde la palabra se despliega más allá de toda subjetividad
ficará; o, más bien, no es, habrásido. De modo similar lo y conforma una memoria anónima, una memoria de la cual
entendía Freud cuando postulaba que la historia que un su- los yoes no son sino inconscientes portadores. El incons-
jeto (re)construye es invariablemente retroactiva y que es- 1 icnte es, pues, la historia; historia en cuya trama signifi-
85
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 808 [EscritosI, p. 319]. 87 Jorge Luis Borg<;s, Otras inquisiciones,op. cit., p. 289.
86 Sigrnund Freud, Fragmentosde la correspondencia con Fliess,op. cit., p. 318. 88 Jacques Lacan, Ecrits, op. cit., p. 261 [EscritosI, p. 82).
146 LA REPRESIÓ N Y EL INCONSCIENTE 1tANll'L GERBER H
6. Historia, repetición y estatuto del inconsciente 1o que ya no es, ni siquiera el perfecto de lo que h.1 ,1d1,
Actualizada de manera permanente por el discurso, la his- 1·11lo que yo soy, sino el futuro anterior de lo que yo h.1h1('
toria no es el pasado a secas, es el pasado historizado en :.ido para lo que estoy llegando a ser." 90
el presente: "EIIa [la historia] representa el pasado bajo su El pretérito definido -lo que fue- es la historia muert.1,
forma real, es decir, no el pasado físico cuya existencia está olvidada, el recuerdo de lo que ya no tiene lugar; el pn·
abolida, ni el pasado épico tal como se ha perfeccionado 1hito perfecto -lo que yo he sido- se aproxima más .11
en la obra de la memoria, ni el pasado histórico donde el presente, pero "lo que yo soy" implica una detención del
hombre encuentra la garantía de su futuro, sino el pasado 11empo, un punto muerto desde el cual no hay futuro posi
que se manifiesta invertido en la repetición. " 89 La repeti- lile. Sólo queda, como tiempo válido, el futuro anterior;
ción es el síntoma de la historia : efecto de lo simbólico t 1empo que me indica que yo habré sido esto sólo el tiem -
sobre lo real, constitu ye al pr esente como retorno. No re- po que era necesario para decirlo, pero que una vez dicho
torno de algo efectivam ent e pasado, de lo que alguna vez ('<,;toydeviniendo Otro. Futuro anterior es el tiempo del
era, sino retorno de lo que no era, de lo no -realizado, del decir, de la palabra inesperada que hace del sujeto Otro; de
encuentro inevitabl emente faliido con un sentido que no .,hí que la realización de la historia no implique el acceso
se produce. ., una mÍtica unificación sino el reconocimiento de la divi-
La existencia del lenguaje es, de por sí, síntoma de una ,ión eterna que desgarra a la subjetividad, la revelación de
fractura; de una fragmentación en la continuidad natural (',;e Otro del Mismo que se pretende ser, la admisión in-
l on dicional del carácter imposible de una identidad abso-
eterna debida a la irrupción del significante. Un fracaso se
va a re-iterar a partir de entonces: la imposibilidad de reali- luta, del ser-Uno.
zación plena del sentido, de recuperación de la armonía que La historia no es, en definitiva, un desarrollo diacrónico
gobierna el mundo natural. El síntoma que la historia que se desenvuelve a partir de un origen puntual que ya
-compulsivamente- repite es esta imposible restitución del prefigura su(s) fin(es). Es lo que habrá de realizarse, realiza-
estado armónico que los hombres debieron resignar para ción siempre diferida. El inconsciente freudiano -la his-
ser hombres. tori a- propone así un imperativo: "Wo Es war, soll Ich
La realización de una historia -meta del psicoanálisis- werden." Su traducción -aproximada- sería: "Allí donde
no podrá, por consiguiente, ser algo distinto de la puesta esto estuvo (o estaba), yo debe advenir (o devenir)." Sin em-
en su lugar de los acontecimientos de la misma, de la inter- bargo, el efecto revulsivo que estas palabras contienen fue
pretación de elios como auténticos actos faIIidos, índices mitigado _por una traducción que recentra en el yo el do-
anticipados de un futuro por-venir jamás alcanzado. Reali- minio de los resortes de la subjetividad. La exigencia freu-
zación de la historia es reconocimiento de que su tiempo diana de advenir en el lugar donde eso (el inconsciente) era
es el futuro anterior, de que -por lo tanto- no hay sujeto se transformó en "el yo debe desalojar al ello".
que pueda devenir sujeto pleno -correlato de un objeto Ahora bien, ¿como sería posible pregonar que el yo de
"total" - porque él sólo es en la fugacidad de un instante, saloje al ello si su función -función de desconocimiento
para -inmediatam'ente- hacerse, Otro: "Lo que se realiza de la verdad- no es otra? Porque es el yo quien usurpa el
en mi historia no es el pretérito definido de lo que fue, pues- lugar de la verdad -de eso, ello- para colmarlo con sus 1,1
cionalizaciones imaginarias. Mal podría el psicoanálisis qu,·
89 Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 318 [EscritosI, p. 135]. 90
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 300 [Escritosl, p. 117].
148 LA REPRESIÓN Y EL INCONS CIENTE
11~N IH . GERBER ll
"Nos aproximamos a ello con comparaciones, lo llamamos l('llcia -que el desorden constituye [en la sincro11í.1 'I d,
un caos, una caldera llena de excitaciones borboteantes. " 91' «-ll'mentos en los ue subsiste el orden más indcstnH 11hl1 ·
El inconsciente es desorganización, caos, puesta en juego 1
ti desplegarse [en a diacronía]." 97 El orden es repetirn ',11,
de la sincronía significante, es decir, de la operación de este , !'petición del fracaso en la empresa de organizar el d¡•
último fuera de las leyes del tiempo convencional. Sin em- ,orde n significante.
bargo en su despliegue, ese juego sincrónico precipitará el Lo azaroso del desorden sincrónico es efecto del ocult.,
sentido en un punto que, de modo retroactivo, ordenará 111 iento de la repetición. Repetición -a través de infinit.1..,
una diacronía. La diacronía es historia, orden sólo provi- 1ombinaciones- de un real resistente a la ordenación: el
sional, abierto a las innovaciones de sentido que nuevas co- , eal de la diferencia irreductible que el significante estable
nexiones significantes determinarán. Lo diacrónico -con- 1·t·. La repetición es automatismo, determinismo psíquico
trariamente a toda evidencia- es efecto de la sincronía, la 1¡ue carece de sujeto-autor y gobierna la producción de los
historia se (re)significa en cada momento. ( iscursos, en particular de aquéllos presuntamente azarosos
En este sentido, no hay contradicción entre la afirmación romo pensar un número cualquiera o expresar una ocurren -
freudiana que define al inconsciente como caos y la fórmu- 1 ia. Es que el azar mismo obedece a una determinación del
la lacaniana que lo concibe estructurado como lenguaje: el lenguaje y sólo en función de la reglas de permutación y
desorden es sin-sentido del significante considerado en su rnn mutación inherentes a este último es posible la produc -
dimensión sincrónica; sin-sentido generador de sentido, con- eión de cada "jugada" del significante: "El único enuncia-
dición de la producción del orden, de la diacronía sujeta do absoluto fue dicho por quien tenía derecho: a saber, que
a continuas reformulaciones. El ello -el juego significante- ningún golpe de dados en el significante abolirá jamás el
puede compararse -de acuerdo con Lacan- con una lo- .,zar, por la razón, añadiremos por nuestra parte, de que
tería: los elementos -significantes- que lo integran y que 11ingún azar existe sino en una determinación de lenguaje,
sólo poseen valor unos con relación a otros, se entremez- y es bajo este aspecto que se lo conjuga, de automatismo
clan, circulan. Repetitivamente uno es "extraído", cae del o de reencuentro. " 98
conjunto que circula . En el juego de la sincronía significante cada "extracción"
El presunto azar que preside la "extracción" sólo se ex- de uno de ellos está sometida a una determinación de len-
plica por el desconocimiento de una ley que ordena la guaje y configura una repetición: lo Mismo que retorna.
(re)aparición repetitiva, las posibilidades e imposibilidades Pero esto Mismo no es reproducción; no es posible decir
de que una combinación de cifras se produzca. Ahora bien, lo Mismo en una segunda oportunidad porque el signifi
la cifra -significante- que se precipita asignad un sentido cante re-iterado ya es otro significante. La repetición no es,
retroactivo a todo el juego y lo inscribirá en la historia co- por lo tanto, reproducción de lo Mismo; pretenderlo de es-
mo esejuego, distinto de cualquier otro. Sólo así, habrá si- ta manera sería consecuencia de concebir que el significan
do: "Tómese el significante con toda simpleza, por la pun- te posee identidad única, es Uno que puede reproducirs!'
ta de materialidad irreductible que implica la estructura en idénticamente. La repetición es insistencia de ese resto lo
cuanto que es la suya, evóquesele bajo la forma de una que falta para ser Uno- que el significante, en su o¡wr.1
lotería, y aparecerá la evidencia de que no hay nada en el ción, expulsa. En tanto el significante sólo puede ,lpel.11
mundo salvo el significante que puede sostener una coexis-
97 Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 658 [Escritos11, p. 280].
Sigmund Freud , ibid., p. 68. 98
96 Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 892.
152 1•, 1
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENH 11~NII I GERBER
a otro, su imposibilidad de cubrir el campo de lo real se 111.rnifiesta por niveles "profundos" es producir un lllll'V11
hace manifiesta. Y este resto que deja, real no apresado por d,.,curso de tipo holista que retoma como su elemento t'Jl'
lo simbólico, es lo que vuelve siempre al mismo lugar, no l., noción de sujeto unificado alrededor de alguna instanci.1
se desliza, se repite, (re)inicia constantemente el movimiento que funciona como soporte de su unidad.
del molino de palabras que circulan a su alrededor. La desconfianza manifestada por Freud hacia la noción
De manera que lo que se repite es -solamente- la pura dl' personalidad testimonia lo radicalmente opuesto de su
diferencia que el significante instaura, su falla esencial, lo nhjetivo, dirigido más bien a la descomposición, la disec-
que éste genera como dimensión de lo no logrado. Esta di- 1 1<'m de ésta, nunca a su integración. Psicoanálisis es frag-
ferencia es lo que al separar un significante de otro los indi- 111t •ntación, división, imposibilidad de unificación. No es
vidualiza; es entre-dicho, hoyo que la palabra contornea. ¡i,icología de las profundidades; es metapsicología: campo
Y se repite esa diferencia, no lo dicho sino lo entre-dicho; donde lo psicológico se constituye como efecto imaginario
entre-dicho que, escrito sin el guión intermedio alude del orden simbólico.
-por otra parte- a que lo destinado a la repetición -bajo Metapsicología: más allá de la psicología, descentra-
múltiples formas- es la discordia constitutiva, el malestar 111 icnto de la oposición superficial-profundo, ubicación del
fundante de la historia. Así, gobernado el inconsciente por 1nconsciente en un espacio exterior a este antagonismo en-
la ley inexorable del significante que lo destina a la función ¡;,1ñosocuya vigencia conduciría a transformarlo en un mo-
de repetir el fracaso, puede entenderse que: "Eso habla, y derno sucesor del alma o la conciencia. Lejos de tales esen-
sin duda allí donde se lo esperaba menos, allí donde eso 1 tas místicas, el inconsciente freudiano es el discurso del
sufre." 99 <)tro que habla en el sujeto; discurso imposible de decir,
discurso imposible de no decir en los cortes de la cadena
V. INCONSCIENTE, REPRESIÓN ,1gnificante, en el sueño, el síntoma, el acto "fallido"; im-
Y ESTRUCTURA DEL (MEDIO) DECIR posible de no decir entre-cortado por las racionalizaciones
de la conciencia "bien pensante".
1. El inconsciente en la superficie del decir Lo esencialmente novedoso aportado por Freud, revalo-
1.1dopor Lacan, es la concepción del inconsciente-lenguaje.
De lo hasta ahora expresado puede concluirse que el <:orno toda verdad, ésta se dice a medias -entre líneas-
inconsciente freudiano no se caracteriza como un simple ,, lo largo de toda la obra del primero; desde los comenta-
negativo de la conciencia, ni menos aún como las "profun- , ios contenidos en la carta 79 a Fliess, pasando por esos tres
didades" insondables del ser. La oposición preconsciente- 1cxtos claves que son La interpretación de los sueños, Psico-
inconsciente no reproduce un antagonismo superficial- ¡,atología de la vida cotidiana y El chiste y su relación con
profundo en el cual se vendría a reintroducir al sujeto lo inconsciente y muy particularmente en el análisis de los
psicológico, nuevamente centrado en algo que le pertenece. cinco casos clínicos sin descartar ninguno de los textos res
La expresión psicología profunda es completamente aje- t antes del fundador del psicoanálisis.
na a la empresa freudiana, que se inscribe en una verdadera Allí, en ese conjunto de escritos dispersos, fragmentarios,
des-articulación del sujeto. Pretender que el psicoanálisis pre- unificados sólo imaginariamente por el nombre de Sigmurnl
sente a éste como un ser determinado en su "personalidad" Freud, se reitera permanentemente la referencia al inn>11..,
99
riente localizado en el campo del lenguaje, absolut.\11w111 e
Jacques Lacan, Écrits, op. cit., p. 413 [EscritosI, p. 156). opuesto a cualquier instancia de lo oculto a ser <lcslulH1'1 ta
154 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE IIAN IEL GERBER
por la perspicacia o la intuición: el espacio que le pertenece precisión: ese tratamiento "anormal" es el deseo mis111ú,
es el de la escucha, de una escucha que se desentiende de 1nexistente fuera del lenguaje.
la "comprensión" para dirigirse a los aspectos "incompren- El inconsciente -lalangue- es el lenguaje del deseo, kn
sibles" del discurso, al lugar del equívoco, la vacilación, la !!,Uaje equívoco que tiende a disolver las representaciones
ambigüedad. meta para imponer al discurso el camino de eso que F rcud
El inconsciente es discurso en tanto el sentido de éste va va a llamar "asociaciones superficiales", esto es, de las co-
siempre más allá de las intenciones que su presunto autor nexiones de significante a significante. Así sucede en el sue-
cree poseer. Porque el sujeto -sin saberlo- dice siempre 110: "Como signo inequívoco de asociación exenta de cual-
más, y en esto se define como parletre, ser atravesado por quier representación-meta se ha considerado el caso en que
el goce de la lengua que le es inaccesible, ser cuya concien- las representaciones (o imágenes) emergentes aparezcan uni-
cia juzgará ese decir-de-más como exterior y ajeno a ella das por los lazos de la llamada 'asociación superficial', es
misma y rechazará las asociaciones vinculadas a él con el decir, por consonancia, ambigüedad de las palabras, coinci-
argumento de la falta de seriedad de las mismas o de consi- dencia en el tiempo sin relación interna de sentido, todas
derarlas simples juegos de palabras. La misma conciencia las asociaciones que nos permitimos usar en el chiste y el
resistente que se mostrará muy dispuesta a dar cabida a in- juego de palabras." 101 Afirmación que hay que leer a la luz
terpretaciones que tengan la apariencia de provenir de oscu- de lo que agrega líneas más abajo: "Toda vez que un ele-
ras profundidades y cuyo sentido unívoco la coloque o mento psíquico se enlaza con otro por una asociación cho-
(re)afirme en una certeza. cante y superficial, existe también entre ambos un enlace
La idea freudiana de un inconsciente verbal ya está correcto y que cala más hondo, sometido a la resistencia
expresada en la citada carta 79. Advierte allí que en la neu- de la censura." 1º2
rosis obsesiva se confirma algo ya detectado en otros ámbi- Si lo propio del inconsciente es, pues, este trabajo de "aso-
tos, algo que echa por tierra toda pretensión hermenéu- ciación superficial", por una parte; y si por otra un enlace
tica: "Para la neurosis obsesiva se corrobora que la repre- superficial denuncia otro más profundo y censurado, ¿no
sentación-palabra,y no el concepto a ella inherente, es la quiere decir esto que lo profundo es precisamente lo super-
localidad por donde irrumpe lo reprimido[ ... ] De ahí que ficial, lo que "choca" por inesperado, lo que no hay que
las cosas más dispares tiendan a reunirse como representa- extraer de algún abismo recóndito porque está siempre ahí,
ción obsesiva bajo una palabra multívoca. Para la tenden- en lo que el sujeto mismo dice sin reconocerse en su pala-
cia a la irrupción, estas palabras ambiguas son, por así bra? En otros términos: no hay inconsciente oculto bajo,
decir, como matar varias moscas de un golpe." 100 detrás o en el interior de la apariencia manifiesta del suje-
No podría ser más claro: la palabra ambigua, a través de to; lo reprimido no se encubre ni se disimula, se dice en
la cual irrumpe lo reprimido, es el significante cuya equi- la superficie misma del discurso, en lo más "superficial" y
vocidad permite -en el síntoma neurótico y en toda pueril de esa superficie. En este sentido, los literatos sudl'11
formación del inconsciente- que una serie "normal" de poseer mayor lucidez para advertirlo que los científicos. P<11
pensamientos sea sometida a un tratamiento "anormal" eso vale la pena citar a uno de los primeros: "El qut· p111
cuando le es transferido un deseo inconsciente. Con más fundiza se hunde y el que se hunde se ciega, la vnd.,d l:S
100
Sigmund Freud, Fragmentos de la correspondencia con Fliess, op. cit., 101 Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, op. nt ., p. S.!-1
102 Loe. cit.
p . 314.
156 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE DANIEL GERBER
la apariencia, el misterio es la forma y lo más profundo que Insiste por ello -ignorándolo también- en ser n·rn11111 1
posee el hombre es su piel." 1º3 do, nombrado, reanimado por el Otro; en ocupar un 111¡;,11
en él. Así, el juego se sigue jugando y el sujeto, "11,1
2. El discurso y lo reprimido: una relación de continuidad ciéndole el juego" al significante, se sumerge aún 111.1, e11
El inconsciente no se oculta, pues, se dice (y sedice); es pala- la partida constituyendo su desconocimiento la con<füil>11
bra que pretende hacerse oír, palabra que viene del Otro de continuidad de ella: "el desplazamiento del significalltl'
y no de misteriosas profundidades. Palabra del Otro a quien determina a los sujetos en sus actos, en su destino, en ~u.,
siempre me dirijo -más allá de mi interlocutor circunstan- rechazos, en sus cegueras, en sus éxitos y en su suerte, .1
cial- en cuanto en y por él me he constituido como sujeto despecho de sus dotes innatas y de su segmento social, si 11
1 onsideración del carácter o del sexo, y de buena o mala
de la palabra; del Otro que es el campo que se define por
su exterioridad respecto de las imágenes asumidas como pro- ¡;.rnaseguirá al tren del significante con armas y bagajes to
pias por el sujeto, el tercero presente en todo diálogo, testi- do lo dado de lo psicológico" .106
go de la verdad de mi palabra al que no puedo dejar de El desplazamiento del significante -en su juego de
invocar, especialmente en mi mentira para que él la haga ,ustituc iones- determina el efecto sujeto. Sin éste, aquél
verdadera. Al Otro se encamina el mensaje que emito, bus- l' detendría,porque es la ocupación de un sitio excéntrico
1 -.u propio enunciado lo que se encuentra en el origen de
cando de él una sanción de sentido y es por eso que adopta
una forma invertida, reverso especular del anverso que me l.1insistencia en el decir. El concepto de inconsciente ar-
tendrá que ser retornado como sentido: "la palabra se ma- 1ll ula esa determinación del sujeto por el significante, de
nifiesta como una comunicación en la que no sólo el suje- d1íque el campo que le corresponde sea ajeno a toda opo-
ll 1Ónsuperficial-profundo y delimit,able exclusivamente por
to, por esperar del otro que haga verdadero su mensaje, va
, 1 recorrido mismo del significante. Este se puede representar
a proferirlo en forma invertida, sino en la que ese mensaje
, 111110 una superficie sin derecho ni revés: en ella el sujeto
lo transforma anunciando que es él mismo". 104
Es del Otro, efectivamente, de quien recibo la palabra que , .inuncia -concatenando significantes- sin saber qué di-
me hace sujeto, palabra de la que -y a la que- yo respon- , , por medio de una palabra que dice mucho acerca de ese
do; es por lo tanto en ese lugar donde todo mensaje habrá il>l'r.El inconsciente no es el reverso de la conciencia, hay
de originarse. De ahí que el emisor recibe en realidad el men- ,¡111· localizarlo en el flujo del discurso mismo que, como
saje que emite en forma invertida y entonces el lenguaje l ,e desplazara por una cinta de Mpebius, hace aparecer
11. l'I movimiento de torsión de su única superficie lo su-
humano constituye "una comunicación donde el emisor re-
cibe del receptor su propio mensaje bajo una forma in- 1111, :-.tamente más oculto. Lo reprimido mantiene absoluta
• 11111inuidad con lo manifiesto.
vertida" .105 Toda palabra es pues invocación dirigida a un
Otro absoluto, invocación que desconoce que ella mism.1 1, , inconsciente no es el interior profundo opuesto a un
1, , ior superficial porque lo externo se sigue en lo Ínter-
se pronuncia desde el lugar de aquél. El sujeto es el.peón
en el juego del significante que se despliega en la otra escc ; 1>e modo que sin necesidad de "cambiar de lado", el
na del lenguaje; y no puede saber quién es en esa partida. 11k11,que se desplaza a lo largo de las redes del discurso
ürll uentra con su propio reverso, su causa, lo no sabido
103 p1t• de alguna manera sabía. Pero además, circulando en Ll
André Gide, Los monederosfalsos, Barcelona, Seix Barral, 1970, p. 26(,
104
Jacques Lacan, 4crits, op. cit., p. 351 [Escritos!!, p. 118].
lOS Jacques Lacan, Ecrits, op. cit., p. 298 [EscritosI, p. 116]. ,..,, ¡.1,qucs Lacan, Écrits, op. cit., p. 30 [Escritosll, p. 30].
158 LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 1>ANIELGERBER 15'1
banda de Moebius -que como el significante no tiene sen- diente, ni siquiera simplemente de mi esclavo, es el dt'><111
tido, orientación preestablecida, porque no hay revés ni 'iO del circuito en el cual estoy integrado. Yo soy uno dt·
derecho- el sujeto no puede saber cuándo pasa a lo que, 'ius eslabones. Es el discurso de mi padre, por ejemplo, t·11
en realidad, no es el otro lado. Portador de un saber del que tanto que mi padre ha cometido faltas que yo estoy absolu
nada sabe puesto que no sabe lo que dice: carácter esencial tamente condenado a reproducir -es lo que se llama supe-r
del sujeto apresado en el significante. Como lo señala Freud yó. Estoy condenado a reproducirlas porque es necesario
con relación al sueño: "Es muy posible y aun muy proba- que yo retome el discurso que él me ha legado, no simple-
ble que el soñante a pesar de todo sepa lo que su sueño mente porque yo soy su hijo, sino porque no se detiene
significa, sólo que no sabe que lo sabe y por eso cree que .1 la cadena del discurso, y yo estoy justamente encargado
7
no lo sabe. '-'1° de trasmitirlo en su forma aberrante a algún otro". 109
El inconsciente freudiano es ese saber del que nada se sa- Lo simbólico -dimensión exterior al sujeto, sede de los
be porque se cree ignorar. Saber que se recibe del Otro y discursos que lo sujetan- se continúa en lo reprimido "in -
se soporta en el discurso; con él el hombre habla -en el terior", equiparable al sujeto de la enunciación que el enun-
mismo sentido que Aristóteles decía que el hombre habla l iado excluye. De esta manera, lo interior es continuidad
con su alma- sin que por ello pueda considerárselo un ins- 111 interrumpida de lo exterior: eso que por no encontrar ca-
trumento a su servicio, porque: "ese lenguaje lo recibe, y hida en el significante ex-siste a éste e in-siste. Retorno de
[... ] para soportarlo sumerge en él mucho más que el lo reprimido es eterno y malogrado retorno de un sujeto
alma: sus instintos mismos cuyo fondo sólo resuena en pro- .ti que la cadena significante invariablemente rechaza: "No
fundidad por repercutir el eco del significante" .108 El len- es el pensamiento sino el sujeto lo que yo subordino al sig-
guaje que se recibe para ser sujeto se apropia del cuerpo, nificante; y es el inconsciente, cuyo estatuto demuestro cuan-
habla a través de él; sólo el yo -imagen narcisísticamente do trato de hacer concebir en él al sujeto como rechazado
inves_tida- hace r~~istencia a esa palabra que noche y día <le la cadena significante el que, en ese momento, se consti -
en-ser. El sujeto es pasión, sin duda; pasión que el desliza- El sujeto del inconsciente emerge en el recorrido <.kl-,i¡.; -
miento del significante encienüe y extingue, una y otra vez. nificante como función de corte del discurso. Cortes suce
3. El sujeto del inconsciente: entre el cierre y la apertura ,ivos que, producidos en el sentido longitudinal de la cint.1
de Moebius, van a generar una nueva superficie topológi -
Clivado del discurso por la barra del signo, el sujeto se de- , a: el sujeto de la palabra se ha hecho Otro. Sin embargo,
fine por la imposibilidad de saber acerca de su inserción en ,·s sólo a posteriori (apres-coup) que podrá decirse que el su-
la estructura. Pero también -paradójicamente- por la im- wto del inconsciente estuvo ahí; sólo en el futuro anterior
posibilidad de no saberlo de alguna manera en tanto él no ,·s po sible representar esa fugaz aparición que en el instan-
es distinto de la estructura. Porque la relación estructura- 1L' siguiente deviene otra cosa, sujeto ya coagulado en un
sujeto es inequiparable a una relación exterior-interior o ,1gnificante: "El sujeto nace en tanto que en el campo del
fuera-dentro: sólo puede conceptualizarse como un reco- ( )tro surge el significante. Pero por ese mismo hecho, eso
rrido. Recorrido del significante que se puede representar que antes no era nada sino sujeto por venir- se cuaja
topológicamente con el modelo de la cinta de Moebius, es- <'11 significante. "
113
tructura nodal sin derecho ni revés, determinada por una El corte en la cadena produce una aparición que es segui-
falta central. Modelo que -puede apreciarse- es metáfora 1 l.1por un segundo tiempo de desvanecimie~to: en el mo-
de la cadena significante. mento en que el sujeto iba a ser, ya no está. El, que no era
La cinta de Moebius es símbolo del inconsciente, pues si ,,ada antes de surgir el primer significante, nace con éste.
bien éste no es el revés, la cara oculta de la conciencia, el Pero en la medida en que el significante sólo puede ser tal
sujeto no puede saber cuándo irrumpe, en tanto circula , uando un segundo significante viene a sustituirlo, ya en
siempre por el mismo borde, el del significante. Lenguaje "' momento en que éste es pronunciado el sujeto habrá si-
y sujeto no pueden concebirse entonces como estructuras 110. Habrá desaparecido con S2 , segundo significante, sig-
distintas; resultan en cambio efectos del desdoblamiento de 11ificante binario y la (re)aparición exigirá un tercer signifi-
una sola estructura -la del significante- producido de ma- ' ,\nte para proseguir así la serie infinita de ellos, serie cuya
nera tal que el momento estructurante no puede distinguirse ,ondi ción es la emergencia imposible del sujeto.
del momento estructurado; no distinción asegurada por la En el mismo movimiento que provoca su aparición el sig-
función de desconocimiento que es inherente al yo. Con- 11ificante hace desaparecer al sujeto, sepultado bajo el peso
forme a esta topología, el recorrido periférico del sig- de un nuevo significante. El inconsciente -sujeto de la
nificante no oculta un interior central ni tampoco es ex- <'nunciación- es esa ley de pulsación temporal: su apertu-
presión del mismo: se continúa en él configurándolo como 1.1 sólo es localizable a posteriori, cuando el cierre se ha con-
ilusión que oculta una relación de doble exterioridad. "La ,u mado. Aparición que desaparece en el mismo momento
topología que se aplicase a configurar [esta relación] -dice ,·11que se enuncia, el sujeto deseante nace dividido por el
Miller- debería hallarse constituida sobre un espacio uni- ,1gnificante que simultáneamente lo hace surgir como vi-
do en su centro a la exterioridad de su circunscripción, den- viente y lo aniquila en una re-presentación insuficiente en la
tro de una puntual convergencia: su exterior periférico es que su identidad va a cuajarse. El inconsciente es ese latido, el
su exterior central. El afuera pasa al adentro." 112 11empo mismo de una emergencia evanescente, el momento
112
Jacques-Alain Miller, "Acción de la estructura", en ].A. Miller y Tho-
,le cierre que (re)significa al instante previo como apertura.
mas Herbert, Ciencias sociales: ideología y conocimiento, Buenos Aires,
Siglo XXI, 1971, p. 25. 113
J acques Lacan, Le séminaire. Livre XI, op. cit., p. 181.
162
LA REPRESIÓN Y El INCONS CIENTE 1IANIEL GERBER lf,1
He ahí la paradoja irresoluble: el surgimiento del incons- ,ólo se re-presente el sujeto que ya no está, hable y ~e p111·
ciente coincide con su cierre, con la afanisis o desaparición da hablar de él cuando ya es Otro del que era, y eso q111·
del sujeto en el significante binario; es, por lo tanto, espa- aa es sólo re-construcción. La apertura del inconsciente ,
cio al que siempre iba a acceder en el momento en que se ,u entrada, es el corte por donde el sujeto aflora para des.1
está cerrando, sitio al que -invariablemente- es imposi- parecer. La relación que puede establecerse entre el cicrrc
ble llegar "a tiempo": "El lugar en cuestión es la entrada la entrada recubre la del Otro con el sujeto. Como esta
de la caverna respecto de la cual es sabido que Platón nos última, no es una relación de oposición sino de continui -
guía hacia la salida, mientras que puede uno imaginar ver dad, de borde; relación de conjunción/ disyunción entre am-
entrar en ella al psicoanalista. Pero las cosas son menos fá- bos, asociados/ disociados en un sólo movimiento circular
ciles, porque es una entrada a la que nunca se llega sino en de unión/ separación que el pequeño rombo de la fórmula
el momento en que están cerrando (ese lugar no será nunca del fantasma, el losange O puede simbolizar. La relación
turístico), y porque el único medio para que se entreabra de unión/separación representa la producción del sujeto co-
es llamar desde el interior." 114 El cierre del inconsciente mo corte en acto, corte que lo separa del Otro sin eliminar
-tiempo que designa a posteriori la apertura- es la conse- la sutura que mantiene con éste. El corte es sutura: aporía
cuencia del efecto de retroacción del último significante, el de lo humano que, dominado por lo simbólico, se somete
que produce el sentido de la frase, cuando ésta ya se ha pro- y escapa a la vez a su apresamiento . El concepto de incons-
nunciado. El inconsciente no es sino efecto de sentido ciente nombra a esa paradoja: es el corte mismo en acción,
producido a posteriori, cuando el decir se ha evaporado, gobernado por dos operaciones, la alienación y la separa-
cuando sólo cabe afirmar: eso que se dijo habrá sido . .. De ción; ambas ordenadas en una relación circular, aunque
ahí su carácter de exterior al discurso que es a la vez causa • I
no s1metnca.
•
del mismo, borde inasible que sólo se puede cercar sin La alienación es la afanisis del sujeto, su desaparición bajo
aprehenderlo. el significante, la inevitable división entre él mismo y su
Es en este sentido erróneo pensar al inconsciente como causa que está en el Otro. Consecuencia de ella es la pérdi-
un interior, un depósito del cual se trataría de extraer da de sentido: cada vez que éste aparece, el sujeto se pierde.
-uno por uno- sus elementos. Error simétrico de la con- El sentido se produce en otra parte, por la acción del signi-
sideración del yo como quien opone resistencias al analista ficante binario que hace surgir al sujeto en el mismo
que pretende hacerle conocer "su" inconsciente . Como si momento en que provoca su desaparición. La alienación de-
se tratara de un conjunto de representaciones puntuales, ter mina al sujeto como lo primordialmente reprimido, bo-
unívocas, que la sagacidad de un yo puede captar inmedia- rrado del enunciado. El significante binario bajo el cual el
tamente en el otro, y no de un sentido que se desliza exi- sujeto desaparece es por lo tanto el Vorstellungsreprasentanz ,
giendo un oído que no espere descubrir intenciones más el representante-representación que sólo se define por su
o menos ocultas sino que se deje conducir -gozoso- por remisión a otra representación. Su existencia misma impli -
el juego del equívoco y la ambigüedad. ca la represión primordial ya que, significante, es el punto
4. Alienación y separación. Causación y caída del sujeto de atracción, la causa -por abrir la (im)posibilidad de un
impronunciable- de las cadenas significantes que se van ;1
El cierre del inconsciente es efecto del habla, de que en ésta desplegar contorneando la falta, la falta del sujeto que dc-..1
114 parece y retorna en el significante. Represión y retorno d,·
Jacque s Lacan, Écrits, op. cit., p. 838 [Escritos II, p. 374]. lo reprimido -una vez más-, indistinguibl es: lo no d1d111
164
LA REPRESIÓN Y EL INCONSCIENTE 1,
1t~Nll ·.L GERBER
2
, Jacques Lacan (1958), "Remarque sur le rapport de Daniel Lagache" , t ' ll
1 Ecrits, París, Seuil, 1966, p. 653 [EscritosII, México, Siglo XXI, 1976, p. 27'11
Sigmund Freud (1923), La organizacióngenital infantil, en Obras comple- 3
tas, tomo XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, pp . 141-149. Jacques Lacan (1977), "Une pratique de bavardage", en Ornicar?, 1111111
19, 1979, p. 6.
4
Néstor Braunstein, "Lingüistería", en ELLenguajey el inconscic1111· /im,h .-1
[170) no, México, Siglo XXI, 1982, p. 205.
LOS COMPLEJOS DE ED!PO Y CASTRACIÓN MARÍA TERESA ORVAÑANOS 17J
el objeto del deseo del Otro absoluto, relación mortífera, sexos, y el pene como premisa universal. La diferencia de
a ser sujeto de deseo a través de un sistema de identificacio- los sexos aparece como soporte del complejo de castración:
nes (ideal del yo-superyó). hay algo que unos tienen y otros no.
Pasando por el complejo de Edipo se significará la dife- A partir del la primacía del falo como significante pri -
rencia de los sexos, ser hombre o ser mujer. Es por esto mordial se desarrolla la conceptualización freudiana de los
que la sexualidad no se gesta a nivel de lo biológico, ni el complejos de Edipo y castración y se establece que la cas-
hombre nace hombre, ni la mujer mujer, "sino que hom- trac ión afecta por igual y asimétricamente al hombre y a
bre y/ o mujer deben significar su elección de objeto y ello la mujer. Para Jones la diferencia es un hecho inmodifica-
en el interior de una fase que ambos deben atravesar, la fa- ble de la naturaleza y atribuye un carácter innato tanto a
se fálica, donde las posibilidades en juego (falo/ castración) la femineidad como a la masculinidad.
los engloban a ambos, o bien solamente son posibilidades Es el falo, no como Órgano sino como significante, lo que
diferentes a condición de ser, en tanto condiciones, idénti- despierta el deseo en el otro, el falo como ese lugar promi-
cas para uno y para otro". 5 nent e y preminente en la estructuración del deseo.
El Edipo es así una estructura a través de la cual se cons- Es a partir de Freud que se distingue la bisexualidad psí-
tituye el sujeto del inconsciente, sujeto sexuado que se in- quica de la sexualidad biológica y F reud recuerda que es
cluye dentro de una cadena discursiva ocupando un lugar Fliess quien le ha llamado la atención sobre el lugar de las
en ecuaciones simbólicas como, por ejemplo, la indicada diferencias sexuales en el psiquismo.
por Freud en su artÍculo de 1917.6 En la definición de la posición de un sujeto ante la dife-
A través de lo simbólico se organiza lo real del cuerpo. rencia de los sexos es decisivo el papel que juega el fantas-
Las diferencias sexuales son del orden del lenguaje que sig- ma de la madre. Este fantasma de la madre se constituye
nifica a las realidades anatómicas propias del orden bioló- según diversos parámetros tales como: el deseo infantil de
gico. Es necesario tomar como punto de referencia cuando tener un hijo del padre, la aceptación por la madre de su
hablamos de las diferencias sexuales a los tres registros de propio sexo, el lugar ocupado por el padre en el deseo de
lo simbólico, lo real y lo imaginario, ya que de otra mane- la madre. El sexo del sujeto depende de la manera en que
ra toda experiencia se reduciría a un empirismo. t'.Stesurge en el fantasma de los padres, ya que el fantasma
Freud, a partir de la organización fálica, plantea la oposi- t'S la ecenificación de un deseo inconsciente.
ción fálico/ castrado, oposición que no es entre dos térmi- Este fantasma está a su vez en relación con el fantasma
nos que designan dos realidades anatómicas, como podrían de la escena originaria a través del cual el sujeto pone en
ser el pene y la vagina, sino entre la presencia o la ausencia ¡uego sus deseos y enigmas: to be or not to be (hombre
de un solo término, el falo: primacía del falo para los dos o mujer).
Hay que decir que en lo real no existen ni el hombre ni
5
b mujer; es desde lo simbólico que hombre y/o mujer ap,,
Osear Masotta, Introducción a la lectura de Jacques Lacan, Buenos Aires, recen como significantes, significantes cogidos, atrapadm
orregidor, 1974, p. 58.
6
"Puede servir como punto de partida de estas elucidaciones la impresión por el lenguaje, por lo simbólico, en donde lo real del cue1
de que en las producciones de lo inconsciente -ocurrencias, fantasías y sínto- po es organizado a través de lo simbólico, generando lo im:i
m,1, los conceptos de caca (dinero, regalo), hijo y pene se distinguen con difi- ginario de una "individualidad".
111lt,1dy fácilmente son permutados entre sí." [S. Freud, Sobre las trasposiciones
,/,· /,1 p11/sión, en particular del erotismo anal (1917), en Obras completas,
11111111 XVII, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 118.
174 LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN
MARIA TERESA ORVAÑANOS
3. LA FALTA-EL FALICISMO-FRUSTRACIÓN-
PRIVACIÓN-CASTRACIÓN cho- queda una huella mnémica asociada a la excital i<'>11
pro ducida por la necesidad. La próxima vez que aparezt ,1
La frustración tendría por figura la Presencia (veo to- la necesidad, dice Freud, la moción pulsional querrá cargar
dos los días al otro y sin embargo no me siento col-
mado; el objeto está ahí, realmente, pero continúa fal- la imagen mnémica y producir la misma percepción pro
tándome, imaginariamente). La castración tendría por ducida por la satisfacción primera. 10
figura la Intermitencia (acepto dejar un poco al otro, El sujeto, por medio del Principio del placer tenderá a
"sin llorar", asumo el duelo de la relación, sé olvi- buscar en el exterior (rodeo por el Principio de realidad)
dar). La Ausencia es la figura de la privación; a un algo que coincida con la huella mnémica de la primera vi-
tiempo deseo y tengo necesidad. El deseo se estrella
vencia de apaciguamiento, tratará de buscar en la realidad
contra la necesidad: está ahí el hecho obsesivo del sen-
timiento amoroso. 7 lo que debe reencontrar, objeto inexistente que no podrá
jamás alcanzar. La vivencia de apaciguamiento quedará co-
Se dice que la teoría lacaniana es una teoría de la falta, es mo un momento mítico de plenitud absoluta donde nunca
decir de la castración. El falo, dice Leclaire, es el signo de el sujeto alcanzará a satisfacer eso porque tiene una ausen-
la falta de objeto, en ello participa eminentemente de lo real, cia que es incolmable. Busca das Ding y se encuentra con
pero también es el significante metafórico por excelencia. las cosas, con die Sache.Es la diferencia entre das Ding (ob-
Por el momento dejo de lado la problemática del falo que jeto buscado) y die Sache(objetos encontrados) lo que im-
trataré más adelante y me centro alrededor de la problemá- pulsará a la búsqueda interminable, a la compulsión de re-
tica de la falta. petición, a un más allá del principio del placer.
Toda falta produce un movimiento, un movimiento que Es la ley que regula a ese Otro, la que prohibe el encuentro
lleva al sujeto en busca de un objeto. "Es la hiancia de un entre el sujeto y el objeto perdido para siempre, encuen-
vacío lo que constituye el primer movimiento. " 8 Si no hay tro que sería la anulación del deseo, la anulación del ser.
pieza faltante no existe movimiento. En Freud el primer El objeto perdido para siempre (dasDing) no es un obje-
objeto de satisfacción es evocado como objeto faltante, per- to natural, de esos que el principio del placer podría procu-
dido para siempre. La incompletud constitutiva del sujeto rar, sino que se trata del objeto del deseo del hombre, es
es lo que lleva a la búsqueda de tal objeto perdid9 para siem- decir el deseo del otro como deseante: el deseo del hombre
pre (dasDing). Compulsión a la repetición que Freud in- es el deseo del Otro, Otro (.A)ya que en tanto lugar de lapa-
troducirá más tarde en el campo de la pulsión de muerte. labra, es también el lugar de esa falta. Así el Otro (A) se
"La madre en tanto que ocupa el lugar de esta cosa, de das caracteriza como faltante, la falta funda el deseo, es decir que
Ding." 9
la falta aparece como la piedra basal que marca el origen
D~s !Jing como aquel elemento que empuja al sujeto mítico del sujeto. Para cada sujeto esta falta se organizar.Í
a ex1st1r. de manera diferente dependiendo del lugar que venga a ocu
A partir de la percepción ligada a la vivencia de apacigua- par el sujeto en la falta del Otro, Otro (A) como dcsL·a111t· .
miento (Befriedigungserlebnis) -relación mítica con el pe- Es sólo el deseo de no desear el que se plantea .11fi 11.11d('I
coro de Edipo en Colona, es la manera misma de .1,q~111 .11
p. 48. Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, México, Siglo XXI,
Roland
1'111),
la disolución del sujeto, ese pasaje de la vida ,1 l.1 111111·1te,
~ J.1np1('\
//,,ti Lacan (1959), Seminario Vil· -La ética del psicoanálisis (inédito).
!O Sigmund Freud (1900), La interpretación de los 1111•(/(11 ,-;,111/1/
1 ,111 0/mt,
por el hijo, el deseo de ésta de que el niño sobreviva. 14 Como la demanda es demanda de otra cosa, el ohJl'l o '><
El deseo del otro es el que crea la necesidad en el lactan- carga de significación. Si la demanda se satisface, el ohjl'I<,
te, donde, a partir de la primera vivencia de apaciguamien- pasa a segundo plano, pero si la demanda no se satisface l'I
to, la imagen del objeto adquiere un valor electivo en la objeto se desvanece y surge la posibilidad de la significaciú11.
constitución del deseo del sujeto, imagen que será recarga- En palabras de Lacan: "Por lo tanto el deseo se organiz,l
da en ausencia del objeto real (satisfacción alucinatoria del en esta retroacción de la demanda sobre la necesidad." 16 Es
deseo) y guiará constantemente la búsqueda ulterior del ob- decir, que el pecho, aun calmando el hambre, es una desi-
jeto perdido para siempre. El conjunto de toda esta viven- lusión y que el deseo es eso que resta cuando a la demanda
cia constituirá el fundamento del deseo, por esto es que siem- se le elimina la necesidad.
pre el deseo es deseo de otra cosa, en perpetuo deslizamien- "Se demanda pero es demanda de otra cosa al Otro, de-
to, en términos de la retórica, una metonimia. seo en el uno-demanda en el otro, demanda del uno-deseo
La madre es el agente de esta relación a través de la fun - del otro, que es el nudo donde se acuña toda la dialéctica
ción del llamado, a través de esta serie de demandas, deman- de la frustración." 17
das que habrán de quedar siempre sin respuesta suficiente. La alternativa de la presencia y ausencia de la madre ante
La frustración es frustración del amor y el don es señal de el llamado (demanda) de su hijo es lo que la instituye como
amor, del amor que otorga este don. Esta serie de deman- objeto en lo simbólico, simbólico de su presencia, ausencia
das que ningún objeto real colma son demandas del amor en lo real.
del Otro de quien el niño desea ser objeto del deseo, de- A partir de la relación con la presencia-ausencia el niño
manda de la respuesta de ese Otro, representado por la ma- descubre que no colma el deseo materno y que la madre
dre, que deviene el agente simbólico de la frustración. desea en él otra cosa que él mismo.
"Demanda que se refiere a otra cosa que a las satisfaccio- El niño representa para la madre la hiancia incolmable
nes que reclama. Es demanda de una presencia o de una abierta por el falo, espectro de eso que su madre desea en
ausencia. Cosa que manifiesta la relación primordial con él, introducido en una discordancia imaginaria puesto que
la madre por estar preñada de ese Otro que ha de situarse es niño y falo, y el falo como elemento de mediación que da
más acá de las necesidades que puede colmar." 15 al deseo su soporte. El falo dice Lacan aparece como el mé-
La frustración aparece en una dialéctica de deseo y de- dium entre la demanda y el deseo. 18 El falo es llevado a la
manda, es demanda de otra cosa e imposible de satisfacer dignidad de objeto, de don que hace que el sujeto pueda
pues el Otro absoluto está también en el lugar de la falta. entrar en la dialéctica del intercambio. El niño puede iden-
Hay una imposibilidad del Otro (.A)de responder a este tificarse con el falo, ideal de la madre, o con la madre co-
llamado que no puede colmar puesto que también a él le mo portadora del falo, puede colmar a la madre por lo que
falta. La frustración desemboca en otro plano que el del puro a ella le falta, lo que es amado en el objeto es lo que a éste
y simple deseo, desemboca en el orden simbólico, ecuación le falta, la falta fecunda causa del deseo. La relación amoro
simbólica a partir de la cual este niño-pene aparece como sa es una relación de don en la que no se puede dar si 110
el sustituto del falo faltante de la madre y que sólo se com-
prende por referencia a la castración. 16 Jacques Lacan (1957), Séminaire v: Lesformations de l'inco11m,•111 (i11i'-dí
14 to). Transcripción de J.B. Pontalis en Lasformaciones del inconsrn·11t1
', 11111
' ,,,.,
" ! le amamantado a un niño y sé lo grato que es amar a quien del seno Aires, Nueva Visión, 1976.
" 1,d111wnta." (W. Shakespeare, Lady Macbeth, acto r, escena 7). 17
' J.wqucs Lacan (1956), Séminaire IV, cit.
Jacques Lacan (1961), Seminario IX: La identificaci<Ín(i11{·d1111)
18
!bid.
180
LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN MARÍA TERESA O RVAÑANOS 1111
lo que no se tiene: el falo, eso que nadie puede dar a nadie, La tercera de las categorías de la falta, la caslram111,,t 111
ese significante del deseo que es imposible agotar en nin- taura por el orden de la Ley y organiza las otra-; dm t .11i: •
gún objeto real.
gorías de la falta. La castración exige la frustración y ll' d,1
La función simbólica introduce una separación entre los sentido a la privación, puesto que es sólo desde lo si111b i',l1
tres términos de la relación madre-falo-niño, e inserta la falta co que la privación es concebible.
de objeto en una dialéctica nueva, la castración.
La función del padre, de la Ley, introduce el cuarto tér-
mino: el niño reconoce que no solamente no es el objeto 4. FASE FÁLICA
único de la madre, su afalicismo, sino que el interés de la La fase fálica es momento organizador tanto en la obra de
madre recae en el falo; se percata además de que la madre Fr eud como en la estructuración subjetiva. Sabemos que
está privada del falo. La madre deviene engañadora ante el la declinación del Edipo en el varón se produce por inter
descubrimiento del niño de que también ella está castrada vención del complejo de castración, mientras que la niña,
lo que aparece como una ruptura de promesa, como una en tanto no posee pene, se introduce en el Edipo a partir
demanda sin respuesta del Otro absoluto, la Versagung, el del reconocimiento de la castración. Es la puesta en juego
desdecir, y así la satisfacción de la necesidad sólo es una coar- del falo imaginario lo que lleva en los dos sexos al cucs-
tada, un engaño, " ... el objeto del deseo es el efecto de la tionamiento sobre la castración. Los complejos de Edipo
imposibilidad del Otro de responder a la demanda. En esa re- masculino y femenino van a organizarse y diferenciarse, di-
lación de madre engañadora, el sujeto se presenta demandan- solverse o constituirse. Las diferencias entre los dos com -
do una respuesta a su deseo, punto sobre el cual el Otro care- plejos de Edipo son fundamentales. La comprobación de
ce necesariamente de respuesta. La demanda hecha al Otro su castración conducirá a la niña a la envidia del pene (Pe·
se articula como la Versagung, la ruptura de promesa". 19 n isneid) que la llevará a realizar una serie de equivalencias
Es a partir de este momento lógico que se instaura la y sustituciones simbólicas (niño-pene); mientras que en el
castración, momento también a partir del cual podemos niño el miedo a la castración ejerce un efecto inverso des-
hablar de la privación en lo real.
embocando en la declinación y la destrucción del comple
La privación no es equivalente de la frustración. Lacan jo de Edipo.
dice que la privación es esencialmente algo que en su natu- A partir del planteo freudiano sobre la primacía del falo
raleza de falta es una falta real, es la ausencia de algo en lo el niño se ve confrontado con la premisa universal del pene:
real definida desde lo simbólico por una ley que señala que todos tienen pene. Mas después de la percepción de la dife
algo falta. En lo real no falta nada. Es sólo desde lo simbólico rencia anatómica de los sexos, particularmente de la cast 1,1
que se puede enunciar que algo falta en su lugar; " ... sólo ción en la madre, se constituye el complejo de castraci{>11
el sujeto es afectado por la privación que lleva a lo simbóli- pues el primer rechazo de la castración es en tanto que t,I\
co" . 20 Este real está fuera del sujeto y es necesario que él tración del Otro. En la castración del Otro se dcscubn · 1:i
lo aprehenda, es decir, que lo simbolice. Acceder a la pri- verdad: no hay Otro absoluto; se depone a esa madre q111.i
vación es poder simbolizar lo real.
estaba en el lugar del Otro absoluto.
El complejo de castración cobra su sentido a pmt, ·11111,
l'I ¡\ nl>nimo, " Le clivage du sujet et son identification", en Scilicet 2/3, en el hombre como amenaza y en la mujer co1110l'II\ 1111.,
l' ,11r,, S(·u il, 1970, p . 122.
'O f /,1i/., pp . 103-130.
del pene. Desde lo simbólico se plantea la oposil 11'111 l.'il1,
_,,
castrado: el elemento diferencial primordi:ll l'' l., ¡u,se1:i/;11
182
LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN
MARÍA TERESA ORVAÑANOS
l"j
o la no posesión del falo. Con esto el falo es promovido
a la categoría de significante y en tanto significante tiene Su función como significante es levantar el velo, el velo.,,
la capacidad de remitir a otros significantes. ,e-vela sobrevelando otra cosa, sobrevelando es que revcl.1
El falo es significante de una carencia, de una ausencia, lafalta en el Otro y es tal falta en el Otro (.A)la que penni
pero al mismo tiempo tampoco como significante tapa la te que exista el sujeto. La falta es lo que constituye la prn.i
ausencia, sino que representa el lugar de la falta. De allí es hilidad de la existencia, así como es el vacío, el vaso, lo qut"
que puede comprenderse su vínculo con la angustia. El lu- constituye al agua, como agua que puede acumularse. Es
gar que el niño ocupa en el deseo de la madre es el lugar decir, que el Falo (<1>) es constituyente de la castración so-
del falo, significante de la castración, donde el deseo de la porte de 'la falta, al mismo tiempo que la engendra. Sólo
madre encuentra su más clara expresión, pero, al mismo se puede hablar de castración a partir de la teorización del
tiempo, donde se revela como lugar de un imposible. El concepto de Falo (<1>). El <I>crea y designa a la falta, la eterna
falo es esa imagen de completud que se imaginariza bajo hiancia, causa del deseo que marca ál sujeto con la castra-
la forma de pene, soporte imaginario de una diferencia, de ción, única posibilidad de que el sujeto exista. El Falo (F)
una presencia o de una ausencia y el falo es instaurado en- otor ga significancia a lo que está ausente, a lo que falta,
tonces como significante del deseo. pudiéndose entonces plantear el falo ( - cp)como efecto del
En Freud se manifiestan inconsecuencias en algunas oca- significante (princeps), problema que se tratará más adelante.
siones respecto a la distinción entre falo y pene, pero el fon- El deseo intentará obturar la falta en ser, ser el falo ( -<¡>)
do del descubrimiento de Freud es esta oposición entre fálico para el Otro con su doble significación, dice Leclaire, de
y castrado que rompe con toda referencia imaginaria: se trata falta y fuente del deseo.
de una dimensión estructural. El falo surge en una dimen- El falo como el significante de la falta, falta que remite
sión de significante y es independiente de la diferencia ana- a un objeto perdido, objeto a, objeto a que es causa del de-
tómica de los sexos. Dice Freud: "El carácter principal de seo, que no es el objeto del deseo, ya que éste no puede ser
esta organización genital infantil es, al mismo tiempo, su representable, pero que como falta es localizable, mientras
diferencia respecto a la organización genital definitiva del que el falo es aquello que bordea la falta. "Estamos en con-
adulto. Reside en que, para ambos sexos, sólo desempeña diciones de afirmar entonces que el falo no es el objeto-falta:
un papel genital, el masculino. Por tanto, no hay primado es lo que lo designa", 23 " ••• el falo como el signo del obje-
genital, sino un primado del falo. " 21 to imposible". 24
Para Lacan "el falo en la doctrina freudiana no es un fan- El falo es el lugar en donde la falta y el deseo se conju-
tasma, si hay que entender por ello un efecto imaginario. gan, es significante de la falta y es significante del deseo que
No es tampoco un objeto ... y menos aún el órgano, pene ocupa el lugar de esa falta.
o clítoris que simboliza ... El falo es un significante, un sig- En un primer momento mÍtico están el Sujeto y el Otro
nificante cuya función, en la economía intrasubjetiva del no tachado. Pero el Falo, fundamento de la tachadura de
,\n,llisis, levanta tal vez el velo de la que tenía en los mis- ambos, pasa a ser eso que circula y se cruza en la dimen-
f t"rios".22
sión significante. A través de él la falta puede ser significada.
11 A su vez la madre coloca al niño en el lugar del falo ( <I>).
Srg111undFreud (1923), La organizacióngenital infantil, en Obras comple-
t.-u,1,,1111>XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 146.
23
·:J1cq111·, l.acan (1958), "La signification du phallus", en Écrits,París, Seuil, Juan D. Nasio, La voz y la interpretación,Buenos Aires, Nucv., Vl\1<'>11,
IIJ(,1i,p, l,'10 (Acritos 1, México, Siglo XXI, 1976, p. 283]. 1980, pp. 138 y 139.
24
!bid.
184 LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN
MARÍA TERESA ORVAÑANOS 111
El niño, habíamos dicho, como objeto del deseo de la ma-
dre, deseo que es deseado por el niño. Es ahí el falo ( - cp) com o el falo de su madre (lo lleva al baño, lo acut",t.11:(111
el pivote de toda la dialéctica subjetiva en su calidad de sig- ella en la cama, etc.) El inscribirse en el lugar de l.1 Ld1.,
nificante como objeto metonímico. El niño es colocado en es lo que Freud define como la ecuación simbólica qut· p1·1
un lugar metonímico en la cadena del deseo materno y el mit e la equivalencia entre significantes, es decir que l.1rn.1
Falo (<I>)funciona allí como metáfora, como significante que dre desea al niño en tanto que está inscrito y registrado 1·11
representa al sujeto tachado. dicha equivalencia. Es por esto que la castración en la 111,1
El falo pone en marcha toda la cadena significante, es eso dre es esencial; es en el lugar de su falta donde se inscrilH"
que provoca el deseo en el otro, pero eso que no puede en- para la mujer el niño. Al mismo tiempo el niño viene w
trar en el lugar del significante sin ser tachado, es decir, re- mo tal a marcar la castración." ... el deseo del niño encue11·
cubierto por la castración. El falo en su eterno movimien- tra cómo identificarse con la carencia-en-ser de la madrt',
to de búsqueda promueve el deseo que puede manifestarse a la cual por supuesto ella a su vez fue introducida por l.i
en una mirada, en la voz, en aquello que Lacan define co- ley simbólica en que esta carencia está constituida" .27M.l
mo el amor, dar lo que no se tiene. El falo, lugar central dre e hijo aparecen en una relación de intercambio. Gra
en la estructuración del deseo, pues el centro de todo deseo cías a la función paterna el niño cae de su identificación H
es el deseo de la madre, no por la madre, sino de la madre. lica y se inscribe el Falo simbólico legítimamente dado por
Representación en lo imaginario ( - cp)con la que el niño esta función paterna de promesa y de prohibición. Dice La
debe identificarse para satisfacer el deseo de la madre. El can: " ... función del Padre que en el fondo es la de unir
Nombre del Padre reemplaza metafóricamente en lo sim- (y no la de oponer) un deseo a la ley". 28
bólico a esa representación imaginaria. Es el lugar decisivo
del deseo de la madre que Lacan subraya en Hamlet 25 co- 5. EL EDIPO COMO MITO Y COMO ESTRUCTURA
mo uno26 de los hilos conductores en la trama de la El complejo de Edipo es la estructura donde el sujeto s1·
tragedia. ¿Cuál es el deseo del hombre, sino el deseo del determina y se identifica, llegando a insertarse en el mundo
Otro? ¿Qué es la madre sino el Otro?
simbólico, en una estructura de Ley. La Ley de Prohihi
Considero que éste es el punto central en donde se orga- ción del Incesto funda el deseo de la medida en que el
nizan las posiciones del deseo y la ley, a partir del cual se deseo llega a ser deseo porque existe la ley que lo prohílw .
pueden precisar las relaciones entre el Edipo y la castración. Esta Ley preexiste al sujeto, aparece en la prehistoria dt"I
Lugar donde se funden y se fundan la Ley y el Deseo. sujeto inscrita en términos simbólicos como lo está el od111-
Lacan plantea la diferencia entre falo imaginario ( - cp)y lo de Edipo. En Edipo rey de Sófocles se ve que la pal.11>1 .,
Falo (<I>)simbólico.
que ordena el destino preexiste, está formada por lo-. di'
El falo imaginario ( - cp)aparece en el lugar de la falta, seos paternos, prefigurada desde antes que el sujeto vc11l',·'
como objeto del deseo de la madre, lugar de la falta fálica al mundo. Edipo rey de Sófocles es la puesta en esu·11.1d,
donde se inscribe para la mujer y el niño; no en el lugar un mito, historia que habrá de alcanzar la verdad. "FI 1111
dd falo, sino en el lugar de la falta. Así, Juanito es tratado to es precisamente lo que puede ser definido otorg.1111k1 111111
'' J,llqucs Lacan (1959), "Hamlet", en Omicar?, núms. 24 y 25, 1981 y 1982.
27
Jacques Lacan (1955), ''.D'une question préliminairc 10111a 11.1i11:111u11 ¡i11
•,,W Sh,1kcspeare,Hamlet, REINA : "¡Oh Hamlet, me has partido en dos el sible de la psychose", en Ecrits, op. cit., p. 565 [Escritos 11, p . ,>', 1] ,
l" ' 1. 1111I"(,Kto 111,escena IV). 28
Jacqucs Lacan (1960), "~ubversion du sujet el diak111c¡i11 .111 ,l,\t 1i d 11i1
l'inconscient freudien", en Ecrits, op. cit., p. 824 íFm, 1111 t, I' 11(,1
INI,
LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN ~IAHIA TERESA ORVAÑANOS IH
f(mnula discursiva a esa cosa que no puede transmitirse al t·n lo simbólico. A través del acceso al Nombre tkl P.ul,c
definir a la verdad." 29 1 .tda sujeto encuentra sus deseos e identificaciones qul' In
En el mito a través del drama se asiste diacrónicamente t onstituirán. Es "en el nombre delpadre en donde tell(:rnm
a lo que en cada uno de nosotros está estructurado sincró- que reconocer el sostén de la función simbólica que desde
nicamente en el presente. el albor de los tiempos históricos, identifica su persona con
Por estar presente sincrónicamente en el sujeto es que no l.t figura de la ley". 32
hay momento de origen del Edipo, ni hay época del Edi- Freud en Tótem y tabú relaciona al superyó con el mito
po, ni hay muerte del Edipo. Dice Lacan que: "Edipo llegó del padre de la horda primitiva y concluye que el sistema
a la plena realización de la palabra de los oráculos que de- totemista resultó de las condiciones del complejo de Edi
signaban ya su destino antes que nazca. Antes de su naci- po, es decir que la identificación con el Tótem es la culmi-
miento se dijo a sus padres las cosas que hicieron que se nación del Edipo. Relata en Tótem y tabú que después de
fuera precipitando hacia su destino, es decir, dejado colga- la matanza de este padre cruel, que se apropia de todas las
do de un pie, realizador de sus destinos. " 30 mujeres, al ser incorporado aparece como esa figura "obs-
El complejo de Edipo es el pasaje del mito a la existencia, cena y feroz" que constituye el superyó. Se le coloca en
el pasaje del registro simbólico al registro imaginario. Otor- el lugar del T Ótem como instancia protectora, se le ofrecen
ga, como dice Freud, una satisfacción simbólica en la cual sacrificios (castración simbólica) y es la instancia de la ley
se vierte la nostalgia del incesto. qu~ como lugar de significante le permite al sujeto estable-
El Edipo como estructura presente desde siempre es cons- cer un orden. Dice Lacan 33 que para que algo en el orden
tituyente del sujeto y lo organiza, marcándole los límites de la ley pudiera ser vehiculizado fue necesario atravesar
de su subjetividad. La realización incestuosa es la anulación por el drama primordial del asesinato del padre de la horda
del límite: si no hay límite . no hay cuerpo erógeno y no primitiva, origen de la cultura en el que Freud ha ligado
hay aquello que separa cuerpo erógeno de cuerpo biológi- el asesinato mismo del padre a la eterna ambivalencia de
co. Dice Lacan: "El Edipo quiere decir la manera en que las relaciones del hijo con el padre. Este padre prefigura la
el sujeto encuentra su lugar en un aparato simbólico pre- ley primordial que regula y determina las alianzas y rela-
formado que instaura la ley de la sexualidad sobre el plano ciones de parentesco. Dice Lacan: "La Ley primordial es
simbólico. " 31 pues la que, regulando la alianza, sobrepone el reino de l.t
El registro de lo simbólico, a través de la Ley de Prohibi- cultura al reino de la naturaleza entregado a la ley del cm
ción del Incesto, organiza la castración en la que el Edipo parejamiento. La prohibición del incesto no es sino su pi
es como dice Safouan una forma cultural de la promoción vote subjetivo, despojado por la tendencia moderna hast .1
de la función de la castración en el psiquismo. reducir a la madre y a la hermana los objetos prohibido,
A través de la asunción de la castración simbólica se crea a la elección del sujeto, aunque por lo demás no toda liten
la carencia con la que se instituye el deseo. Así, el Edipo cia quede abierta de ahí en adelante.
representa una coyuntura de la ley que estructura el deseo "Esta ley se da pues a conocer suficientemente corno 1~1,,
rrelativa del orden del lenguaje. Pues ningún poder si11 11111
!'I J,1rqucs Lacan, "El mito individual del neurótico o 'Poesía y Verdad' en
l.1 1u·11rmi,", en /mago, 10, Revista de psicoanálisis, psiquiatría y psicología,
lh1rnm i\1rl's, julio de 1980, p. 50. 32,Jacques Lacan (1953), "Fonction et champ de la parok 1•1 d11 l.111¡t1L1r "
'º J.1,qun l..1.can,Séminaire 11:Le moi.. . , París, Seuil, 1978.
11 en Ecrits, op. cit., p. 278 [EscritosI, p. 97 (el subrayado l'' d,· 1 .,, .111)1
,
1"1¡111·,l ..1c1n (1955), Séminaire111:Lespsychoses,París, Seuil, 1981, p. 191. 33 Jacques Lacan (1959), Seminario VII: La ética del p,1w,111,tl11 1J (i,d ·1l1111)
IHH MARIA TERESA ORVAÑANOS 111
LOS COMPLEJOS DE EOIPO Y CASTRACIÓN
Otro. El yo se constituye en el plano de lo imaginario, efecto deseo de la madre ( - q>),origen de la angustia y dl· l., l'ohh1,
de una estructura simbólica que lo preexiste. Se identifica La angustia no aparece ante la falta, sino ante la Pº"' hil II l.111
con su propia imagen, yo ideal, a través del otro, a través de la no falta; la angustia no es ante la pérdida del ol>¡ct11 ,
de la imagen en el espejo. En este júbilo del yo ideal, el niño sino justamente ante su eventual presencia. Recorden1<><, ,¡111
fija su perfección, su completud en la medida que corres- el sujeto se constituye por la falta-en-ser y la castración , ,.
ponde con lo que el Otro ha marcado con el ideal del yo. presenta la posibilidad de la falta de objeto, de la falt.1e11
Sujeto que está identificado con lo que Lacan llama el rasgo el Otro a partir de la cual todo discurso se articula.
unario (einzigerZug), rasgo único, que lo integra del otro ¿Cómo sale el sujeto de esta relación de narcisismo pri
lado del espejo, no como uno unificador sino como uno mario, de esta relación del yo ideal, de esta identificación
contable, se reconoce él mismo en este punto inaugural, a imaginaria con el, falo?
partir de este momento el sujeto cuenta, es decir se inicia A través de la función del padre, la entrada de un cuarto
una sucesión. "El Otro como metáfora del rasgo unario, término en la triada de niño-falo-madre, cuarto término que
lugar de todos los unos que se suceden y cuya metonimia es correlativo a la estructura edípica. La introducción del
es el sujeto mismo." 47 Nombre del Padre es esencial en la configuración del mun -
El sujeto es tachado por el significante que lo introduce do simbólico que permite al niño salir de su acoplamiento
en el mundo del lenguaje. El sujeto se identifica con la mi- con la omnipotencia materna de la relación narcisista y mor-
rada unificante que el Otro dirige hacia él, es decir que este tífera con la madre. "El padre interviene efectivamente co-
júbilo se sostiene a condición del consentimiento del Otro, mo privador de la madre, en un doble sentido: en tanto priva
ese Otro al que el niño se da vuelta para mirar y leer en al niño del objeto de su deseo y en tanto priva a la madre
esa mirada un signo de reconocimiento. Este Otro está re- del objeto fálico. Aquí hay una sustitución de la demanda
presentado por la madre, la madre como el lugarteniente, del sujeto: al dirigirse hacia el otro encuentra al Otro del
sin saberlo ella aparece allí como el agente: es el Otro sim- otro, su ley. El deseo de cada uno está sometido a la ley
bólico que coloca en su lugar al otro imaginario. A través del deseo del otro." 48
de la frustración, de la dialéctica de la presencia y la ausen- Es esto lo que Lacan plantea como el segundo tiempo
f
cia, el Otro es marcado ºr una carencia y se revela como del Edipo.
El Nombre del Padre interviene a través de la palabra de
descante, este deseo en e Otro (A) coloca al sujeto en posi-
ción de tener que cumplir un deseo que nunca llegará a sa- la madre, es decir mediado por la madre en el complejo
tisfacer, respecto del cual siempe estará en falta, buscando de Edipo, como Ley actuante en el discurso de la madre
siempre la reunión con el objeto fundamentalmente perdi- que ejerce sus efectos sobre ambos, desde que el niño nace,
do. El sujeto a partir de esta imagen en el espejo es el sujeto determinándolos a los dos. La madre está sometida a la ley
de la demanda, el sujeto que pide y ¿qué quiere?, ¿qué quie- del padre y el niño debe rec,onocer la presencia del padre
re el Otro?, ¿qué me quiere?, ¿qué quieren que yo quiera en la madre, es decir la ley. Esta es la función del Nombre
para que desde allí quiera? del Padre que interviene a la vez como privador del falo
Incompletud permanente donde arraiga la tendencia ca- y como permisivo, prometedor, donador. Este corte fund.1
racterística de la neurosis de satisfacer a ese Otro.
A través de esta imagen el niño queda capturado en el 48 Jacques Lacan (1957), Séminaire V:Lesformations de l'inconmmt (111rd1
to) . Transcripción de J.B. Pontalis en Lasformaciones del inconsci1
•1111
•, ll11rn11
~, " l.e clivage du sujet et son identification", en Scilicet 213, cit., p. 122. Aires, Nueva Visión, 1976, p. 87.
l'IH
LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN
MARÍA TERESA ORVAÑANOS
la imposibilidad de toda unión. A través del complejo de
t'.lslración y de la interdicción del Nombre del Padre se de castración que el sujeto tiene acceso al desl'o, (:~ 1b ; 1r
instituye el orden simbólico en lo real. El complejo de cas- que se constituye como sujeto de deseo.
lración, dice Lacan, es aquel en el que el "padre que es po- Se plantea entonces la c~stración como complejo, ro1111,
seedor por derecho de la madre, con un pene suficiente, estructura y como angustia.
mientras que el instrumento del niño es insuficiente y mal La angustia va ligada a la castración simbólica. Las angu~
asimilado. Éste es el origen. Solamente el niño puede acce- tias anteriores precursoras de la castración, tales como l.1
der a una función paternal plena, ser alguien que se siente experiencia del amamantamiento y el destete ligados a fan-
legítimamente en posesión de su propia yirilidad si su pro- tasmas de comer y ser comido, ser devorado por el padre ~1
pio pene es momentáneamente negado. Esta es la culmina- serán resignificadas a posteriori.
ción. El Nombre del Padre es esencial para la estructura- La angustia no se refiere a la ausencia de objeto como di-
ción del mundo simbólico, y es aquello por lo que el niño ce Freud, sino a la falta-en-ser en la que está atrapado el su-
sale de su acoplamiento con la omnipotencia materna". 49 jeto, angustia del lugar vacío que podría dejar el padre; tal
Así, el complejo de castración es una estructura constitu- es el soporte de la fobia en Juanito.
tiva del sujeto. Sólo se puede hablar de complejo de castra- Falta del Otro, ausencia del Otro, falta en el Otro, en tan-
ción en tanto el niño reconozca la diferencia anatómica de to que el sujeto se constituye en el lugar de la falta en el
los sexos, la cual cumple una función específica en la defi- Otro, lugar del Otro marcado por el lenguaje. El origen
nición de este complejo, en su vectorización. de la angustia está en quedar cautivado en el deseo del Otro,
El complejo de castración atenta contra el narcisismo, lo quedar en posición de objeto a y al mismo tiempo en lugar
quiebra, pues a partir de la percepción de la castración de de desecho. Quedar cautivado en un deseo que no es regi-
la madre, si la madre no tiene el falo y busca otra cosa, el do por la ley y que no reconoce a un Otro.
sujeto infantil cae del sitial de falo de la madre. La angustia también aparece ante el no deseo del Otro,
El complejo de castración tiene 50 una función de nudo es decir, ¿qué puede el sujeto ser para el Otro si el Otro
en la estructuración de los síntomas, en la identidad del su- está completo y por lo tanto no puede constituir al Otro
jeto, en la ubicación de éste ante la diferencia de los sexos como objeto de su propio deseo?
y de las generaciones. Es en función de la castración que Juanito, ejemplo ineludible de cuanto venimos sostenien-
se ordena el Edipo. Relación entre castración y Edipo don- do, está en posición de falo imaginario de la madre y se iden-
de se incluye la relación entre el deseo y la ley. La castra- tifica como siendo éste. Tal es el fundamento de su narci-
ción es una paradoja, ya que por una parte es deseada, en sismo. Manifiesta su interés por el "hace-pipí" -Wiwima -
cuanto pone fin a una relación mortífera con la madre, y cher-, por su presencia, por su ausencia, por el tamaño,
es temida tal como la vemos aparecer en Juanito como por el placer que representa tocárselo, etcétera.
temor castratorio por parte del padre. Ante la percepción de la castración en la mujer, la amena-
La castración es lo que da cuenta de la entrada del sujeto za de castración proferida por la madre adquiere retroacti -
en lo simbólico como estructura. Es a través del complejo vamente (nachtraglich)su significado y surge el temor a qu•·
9
le corten o no le crezca el pene. La angustia de castración
Jacques Lacan (1956), Séminair e IV.· La relation d'objet (inidito) . 51
\O J,Kqu esLacan (1958), "La signification du phallus", en Ecrits, op. cit., (Cf De la historia de una neurosis infantil (caso del hombre dt• lm lohm)
I' MlS IF\cruos t, p. 279]. de S. Freud en Obras completas, op. cit., tomo XVII, pp. 1-112 y " Mito d<'< 111
nos ", en Diccionario de mitología griega y romana, Barcelona, P.11d/", l'IH1,
p. 120.
'ºº LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN
MARÍA TERESA ORVAÑANOS
de la madre y no como objeto del que puede privarla como erótica tan intensa que se resuelve como idcnt i 11l .H , 1111 1 , 11,
padre omnipotente". 56 esa madre. Así en el origen de la homosexualid.1d p11nl1 •11
Es por haber ocupado un lugar en el deseo de la madre verse los efectos de esta dominancia de la ident il,l ,1l 1u11
que el padre está en condiciones de ejercer la castración sim- materna.
bólica. Por esto mismo puede también convertirse en ideal En el caso de la homosexualidad, dice Lacan, 57 no e, d
de identificación del sujeto que culmina con la formación padre quien hace la ley, sino que es la madre la que h,1dil'.·
del ideal del yo. Dependerá del lugar que el padre ocupe tado la ley del padre. Lo que sucede es que en el moml'lllú
en el fantasma de la madre, dicho de otra manera, del lugar en que el padre pudiera haber intervenido para disolver l.,
que ella reserve al Nombre del Padre en la promoción de identificación del niño con el deseo de la madre, el niífo
la ley, el que el padre pueda convertirse en el ideal de iden- se da cuenta que no es el padre el que tiene el falo, sino
tificación del sujeto. Al identificarse con el padre, el niño que es la madre la que lo tiene, la madre fálica que dict.1
podrá dejar de ser el falo omnipotente de la madre para ac- la ley del padre. Esta madre fálica dotada de pene que no
ceder al deseo a través de la demanda, pasará del registro del precisa del hombre, cuyo único objeto es el hijo, que no
ser, de ser el falo todopoderoso, al registro del tener, tener permite otro deseo más que el suyo y que obliga al otro
un deseo foqnulable en una demanda; es así como lacas- a adecuarse a su deseo, no deja al niño sino inscribirse co-
tración simbólica marca al sujeto como sujeto deseante. El mo apéndice de su deseo. En la posición fálica el niño no
falo ha pasado de ser un objeto imaginario a ser un objeto es tanto sujeto como sujetado, amarrado al deseo del otro.
simbólico que circula, el falo se transmite en el orden sim- En la niña es la identificación con el padre la que deter-
bólico; allí el Nombre del Padre ejerce la función de reem- mina la posición homosexual.
plazar metafóricamente al deseo de la madre con respecto Dora, por ejemplo, ha necesitado tomar como base de
al falo.
su identificación la imagen del otro sexo. El pene le servirá
Lo que resulta del Edipo es pues la elección de un cierto dice Lacan, 58 de instrumento imaginario para aprehender
tipo de objeto, el Edipo desemboca en la definición del lu- eso que no llega a simbolizar, ya que el sexo de la mujer
gar del sujeto ante la oposición tener el falo-estar castrado, es reconocido en la fase fálica por una ausencia; su sexo es
propia de la etapa fálica. Esta definición resulta de las iden- una falta.
tificaciones que son siempre dobles, con el progenitor del Cabe aclarar que estas identificaciones y relaciones no son
mismo sexo y con el progenitor del sexo opuesto. La iden- mecánicas ya que el Edipo es siempre doble, positivo y nega-
tificación normativizante, en el sentido en que Freud la ha tivo y la bisexualidad está siempre presente en el sujeto, es
indicado, es la elección de objeto homosexual. Para el niño decir que la bisexualidad existe porque el Edipo es doble y no
la elección normativizante es la identificación con el padre como en ocasiones se plantea que el Edipo es doble debido
y para la niña la identificación con la madre. a la bisexualidad biológica.
Inversamente, la homosexualidad masculina encuentra su La declinación del Edipo a través de la identificación con
origen en un Edipo positivo particularmente intenso don- el padre deja al superyó como heredero de este complejo
de.·la madre para el niño aparece como objeto de una carga con una función doble, como ley y como portador del ide.,I
del yo.
~,, J ,H qll l'SLacan (1957), Séminaire v.·Les/ormations de l'inconscient (inédi-
111), 11,111,n ipció n de ].B. Pontalis en Lasformaciones del inconsciente,Buenos 57
Jacques Lacan (1957), Séminaire v.·Lesformations de /'incomnl"llt(111nl1111)
i,iJI, N111·v.1 Visión, 1976, p . 87. 58 Jacques Lacan (1955), Séminairelll: Lespsychoses,Parfs, Sl·uil, l'>H1, I' .'CK
1
04
LOS COMPLEJOS DE EDIPO Y CASTRACIÓN
IV. NEUROSIS .(i) PERVERSIÓN
La nueva forma del yo ideal de la identificación primaria
es el ideal del yo hacia la cual el sujeto tiende y por la cual DAVID C.ll , l, IN 1,
se esfuerza. Es la ruptura de la identificación al falo que con-
lleva a la construcción del ideal del yo, ideal del Otro, pala-
bra organizadora de la existencia del sujeto. El sujeto debe-
rá someterse al orden de la ley a través de la cual podrá
tener el falo pero no serlo ya, recibe simbólicamente el falo.
El ideal del yo proviene a su vez de esta imagen idealiza-
da de los padres que a su vez depende de la manera en que Si ella fuera castrable, nada habría por decir.. .
los padres han resuelto consigo mismo su propio ideal, es I. ACERCA DE UN ROMANCE
decir que el origen del ideal del yo está en el otro.
El otro aspecto del superyó es la ley que impone la cas- ¿Cómo escuchar la frase "neurosis y perversión" evitando
tración, determina la ubicación del hombre y la mujer y ser arrastrado hacia la imagen que anuda a los dos concep-
conlleva la prohibición del incesto. Ley incorporada al in- tos como pareja? Es la "Y" de la conjunción, la (i) de un
consciente que hace la existencia misma del sujeto y que vínculo imaginario, la "i" de lo infinito, es ante todo un
confiere al sujeto su identidad. algo que interpuesto entre "neurosis-perversión" condiciona
Este superyó representa al ello, es decir a las primeras car- diversos efectos de sentido.
gas de objeto propias del complejo de Edipo. Al ser el su- El estudio de la psicopatología psicoanalítica ha llevado
peryó el heredero del complejo de Edipo es la continua- a concebir tres estructuras fundamentales: psicosis, neuro -
ción de las cargas incestuosas propias del Edipo y al mismo sis y perversión. Igualmente encontramos la designación de
tiempo, para Freud, es una formación reactiva contra esas mecanismos constitutivos para cada una de ellas: forclusión
cargas objetales. (Verwerfung),represión (Verdrangung)y desmentida 1 (Ver-
Para <;oncluir, podemos decir que el Falo, el Otro y el leugnung)respectivamente. Sin embargo, haber alcanzado
Nombre del Padre, significantes fundamentales en el orden en la teoría psicoanalítica dicha correspondencia ha sido un
simbólico, han de inscribirse a través del drama edípico. El proceso discontinuo y complicado, aún no terminado, mo-
niño renuncia al deseo (por la madre) para conservar el tivo de re-flexión.
pene, sustituye las cargas de objeto por identificaciones ins- El tÍtulo de este trabajo excluye a uno de estos tres con
taurando el superyó, recibe el falo a partir de lo cual se crea ceptos, la psicosis, pero a la vez su mismo contenido lo
una deuda imposible de saldar, y como dice Lacan así el incluye en su exclusión, añadiendo una peculiaridad que con
falo es por defecto el que hace el montante de la deuda sim- siste en lo imposible de reconocer a las estructuras de ma-
bólica: cuenta deudora cuando se lo tiene -cuando no se nera independiente, individidas, desarticuladas. Siendo sen-
lo tiene, crédito impugnado. satos con el material, sería necesario añadir otro cpígr.,fc
que dijera: "lo que nos estorba para poder hablar de l.. fll''
1
Se utilizará la palabra "desmentida" para el concepto de Vnlt"ll¡.:111111 >1.1,
acuerdo a la traducción de Etcheverry de las Obras complrta i d1• '-, ¡:,.Jll;I
no el término "renegación" que aparece en otros trabajo s pM.l dn1r ,11.11·rl 1111
mo concepto.
(205)
'Oh NEUROSIS (i) PERVERSIÓN 1>AVID GILLING
versión es la neurosis", en tanto que se busca abordar el rativo decir que lo negativo aparece en el polo 01HH' ,t e, , le
tema ante este auditorio pretextando la relación supuesta lo positivo, una condición disyuntiva ante la cual el ,1111·111
de dos conceptos siendo tres los implicados, uno el habla- emerge en tanto aparece la exigencia de elección, donde el de-
do y dos los fascinados. seo se pone en evidencia; creyéndole a Freud que la 11cun_1
Ante estas advertencias intentemos averiguar dónde se ini- sis es el negativo de la perversión, es grato abordar el tcrn:i
ció este romance entre la neurosis y la perversión, cuál ha intentando ser lo más positivo posible ante la audien1.i:1,
sido su desventura, quizás los atinos y desatinos sufridos Volviendo al texto aca-dé-mi-co, la idea de Freud part'\.'l'.
en la dimensión del campo psicoanalítico. ya estar expuesta dentro de su correspondencia con FI iess,1
aunque no presenta el carácter de una relación explícita, 1.·11
II. DONDE HABLO, YO SE DEBE.. . PER
DI - VERTIR el sentido teórico, hasta los tres ensayos. 4 ¿Cuál fue el des
tino de dicha formulación?
Decía antes que aparear neurosis (i) perversión es propo- En el Seminario IV de· Lacan sobre las relaciones de ob
ner un romance, por ende una ilusión, la cual puede adqui- jeto, dictado en los años 1956-1957, se explica cómo la fór -
rir el sentido de una cosa que resulta más fácil de pensar mula fue comprendida de maneras diversas, explicitando
y menos cruda de gozar. Es decir, si el sentido de un ena- ante todo dos posiciones surgidas al plantearse en las co-
moramiento es aquel de-vernos inmersos en la fascinación munidades psicoanalíticas la cuestión acerca de la perversión.
(de la imagen) por el otro, la des-ilusión surge al terminar En el interior de un mismo grupo de aquellos que se jactaban de ser
el baile de carnaval y quitarnos las caretas, percatándonos seguidores de Freud, surgen las más diversas voces. Unos dirán que es
de que hay "otra" más-cara, de que el otro no es tal. necesario recurrir pura y simplemente a la noción de persistencia de
Existen varios textos de F reud donde propone la relación la fijación puesta sobre una pulsión parcial, la cual quedaría indemne
entre neurosis (i) perversión haciendo referencia a una cierta en algunos de nosotros en el progreso de toda dialéctica que tiende .1
establecerse del Edipo, pero que no sufriría en lo absoluto los avatares
oposición de ellos a través de la fórmula: "la neurosis es que tienden a reducir las otras pulsiones parciales en un movimicnw
el negativo de la perversión". 2 Dicha expresión tiende a que a final de cuentas las unifica y las lleva a culminar en la pul si{111
entenderse de manera reducida suponiendo que alude a la genital, la cual es la pulsión ideal unificante; así se trata en los perv1.·1
perversión como una estructura donde la represión no ope- sos de una cosa que es una especie de accidente de las pulsione s. No
ra, apareciendo así un discurso donde lo que debiera callar- obstante traduciendo de una manera clásica la noción de que la pcrw ,
se es dicho. No obstante la cosa pudiera no ser tan simple sión es el negativo de la neurosis, ellos quieren "pura y simplcmen11•"
hacer de la perversión un algo donde la pulsión no está elaborad., .
ni tan clara, Lacan se percata de ello y expone algunas de Los otros por otra parte no son los más perspicaces, ni los 1111.·jor t·,,
sus consecuencias. Pero antes remarquemos una sutileza sur- pero advertidos por la experiencia y por algo que es verd aderanw1111
gida al leer cierto texto de Lacan donde la fórmula freudia- imperativo en la práct ica del análisis, tratan de demostrar qul' l.1111 ·1
na aparece invertida, ¿detalle ingenuo?: "la perversión es versión está bien lejos de esa cosa que pura y simplem ente pn,l\t 1· y
el negativo de la neurosis", es decir la negatividad de la fór- que por así decirlo la perversión forma parte también de al¡.;o que· "
ha realizado a través de crisis, fusiones y defusiones dram ,lt i1·" • qt11
mula se subvirtió. Si esto es leído con ligereza, basta aludir presenta la misma riqueza dimensional, la misma abund a1H.i.1, lm 1111
a las propiedades conmutativas para traducir la igualdad de mos ritmos, las mismas etapas que una neurosis. 5
,entido en las dos sentencias. No obstante se vuelve impe-
3
!bid., tomo pp. 274-284.
I,
1( :¡. S. Frcud, Obrascompletas,tomo I, Amorrortu, CorrespondenciaFreud- 4
/bid., tomo p. 150.
VII,
tl t('" y torno vn, Tres ensayos de teoría sexual. 5
Jacques Lacan, Seminario IV.· La relación de objeto, p. 10.!,
'OH NEUROSIS (i) PERVERSIÓN
l •AVID GILLING
'
10
//,,d , p. 148.
t o m o XX I,
11
//,,ti , l o m o XX III, pp . 275-278 . Cf Jacques Lacan, Seminario XIV : La lógica del¡ ;11,1,1111111 ( 11, d,J 1,11v1r 1,¡
bre de 1966).
'l I NEUROSIS (i) PERVERSIÓN
l 'Í
DAVID GILLING
y recordemos la afirmación de que el inconsciente está es- de goce", lo cual permitiría formular respecto ,1l:1 l~:1~t 1'u
tructurado como un lenguaje; segundo, al sujeto, a él, se ción que el sujeto no sabría tomar su goce en sí 111i s111f,
,
le atribuye, se le otorga la función de la palabra, lo cual no Teniendo este circuito de equivalencia intente mm; 11·c;1
quiere decir que se convierta en amo de ella, salvo cuando pitular un poco para buscar el sentido de la recitación l.11,1
calla; tercero, traigamos el grafo de la pulsión g O D, di- niana. Al referir Marx la relación entre mercancía y pn·1 111
gamos ahora que cuando el sujeto calla es silente, la pulsión dice que es necesario considerar cuál es el tipo de rel.\111'111
{la deriva) comienza, está bajo la forma de una demanda que existe entre dos valores otorgados a la mercancía, u 110
muda. Es decir el acto de silenciarse tampoco lo liberaría de uso y otro de cambio. Lo cual querría decir, que el v,llor
del lenguaje. Recito de nuevo a Lacan:
de cambio otorgado a la cosa en el sistema capitalista im
Si fuera necesario algo para reuhicar a los extraviados en el eje de que plica una ganancia, debemos pagar más de lo que la cosa
el inconsciente está estructurado como un lenguaje, bastaría recordar es, pagar un objeto que no se nos da a cambio. Ahí estarÍ.l
que esos objetos que ponemos ei:iprimer plano, el falo y los objetos el valor de goce en el acto sexual, hay algo que no se d.1.
parciales, el inconsciente no los habla, no más de lo que los canta; pero ¿Qué correspondería al valor de uso entonces? Lacan dice
se encuentra que al producirlos habla de eso;y bajo "de eso" entiendo que equivaldría para el hombre la función del toro, dig5
significar que entre esos objetos y la sexualidad se tejen relaciones cons-
tituyentes, aquellas de la condensación y del desplazamiento, dicho de moslo más claro de semen-tal. Para ello basta pensar en las
otro modo, el inconsciente habla de esos obttos por metáfora y meto- estructuras elementales del parentesco donde son las muje-
nimia de la sexualidad que ellos inducen. 1 res quienes circulan, es en ellas donde se efectúa la falsa iden-
tificación del valor de cambio. O sea que si el omnipotente
Retornemos ahora sobre la vinculación que Lacan hace con falo circula es porque la mujer lo representa, y si el goce.·
el postulado marxista cuando cita de los manuscritos filo- peniano lleva la marca de la castración, pareciera que es de
sóficos que "el objeto del hombre no es ninguna otra cosa un modo fictivo para la mujer eso de lo cual goza:
que su esencia tomada como objeto". Ante lo cual dice que 1
hay todo el derecho de pensar que es en el campo del psi- ... por un curioso rodeo, no es el sexo del toro, valor de uso, qui1·11
coanálisis donde la esencia propia del hombre deviene ob- va a servir a esa suerte de circulación donde se instaura el orden scxu.d,
sino en la mujer, en tanto que ella es devuelta en esta ocasión al lu¡.;,11
jeto, reconstruido por nosotros en otro nivel, al igual que de transferencia de ese valor de goce sustraído al valor de uso, bajo l.,
lo ocurrido con los etnólogos, y que ese objeto común es forma del objeto de goce. 18
la prohibición del incesto, ley fundamental del sexo. De ahí
que señale lo siguiente: Sorprendentemente encontramos en Marx que a la difcre1111.1
que se establece al sustraer ambos valores se le ha dcno1111
... el psicoanalista debe darse cuenta que lo que del acto sexual crea nado "fetiche", un valor de uso coagulado y extraído 1111
problema no es lo social, sino que viene del hecho de que en el incons- l.,
agujero en alguna parte, el único punto de inserción de t 111
ciente funciona como un valor de cambio, y es por el sesgo de su falsa
identificación al valor de uso que es fundado el "objeto mercancía". 17 ideología sexual-, según lo plantea Lacan en ese misrno -.1·
minario. Desde este planteamiento sería prácticanw1111·de
Lacan propone a la luz de esto hacer una sustitución y equi- donde tendríamos que iniciar la búsqueda acerca de l.11111 111.1
para a través de ello el "valor de cambio" con el "valor como se juega en cada una de las distintas mod.,l1d.1dl",L,
estructura perversa.
II, 1/i,d., p. 46.
1
//,,d, p. 48.
18
!bid., p. 49.
'lt , NEUROSIS (i) PERVERSIÓN
DAVID GILLING
V I .A FALSA PAREJA
sein, no solamente del perverso sino de todo ,11jc111 , l~tfü•
se pone en marcha en el sádico y el masoquist.1, prn In i:;111d
Deseo apuntar de manera muy breve algo que pudiera ser hay que tener bien claro que no se trata de rcmi1 i1'>l' :d du
pretensiosamente otro destino de lo que ha ocurrido con lor (eso se encontraría en el cuerpo), con el dolo, l''> j11•.i f1
una temática nacida del eje perversión en la psicopatología. con lo que juega el sádico, pero no opera allí dondl' M· 111e,
Para ello volvamos a la oposición entre estructura per- duce el dolor de sus partenaires, él opera a nivel del ( )1, ú ,
versa y estructura neurótica, en ellas encontramos una ar- recordemos cómo los personajes de Sade cogen maldil 1c11
ticulación diferencial con el deseo Otro a partir del S (.A). do a los santos. Ahora bien, en tanto que sobre el s.1dit11
En el neurótico el deseo giraría en torno de algo que no opera la desmentida, él no sabe lo que él mismo hace corno
se puede articular de ninguna otra forma más que como de- sujeto, de maner 4 que se busca mil interpretaciones. Esto
manda del Otro, recuérdese la frase del cuento de Cazotte puede ser profundizado en el trabajo que Lacan incluyr l'll
El diablo enamorado:Che Vuoi! (qué me quiere). Así el su- sus Escritostitulados "Kant con Sade", en el cual a prop<'>
jeto neurótico que viene al análisis demanda saber lo que sito de la frase "Franceses, un esfuerzo más si queréis S(.'1
él demanda, lo cual conduce justo a demandar que el Otro republicanos" se despeja el sentido del imperativo "¡Go
le demande algo. Por otro lado el perverso tan sólo viene
za.I" o "} OUtS. •I" •
buscando el goce del Otro, y ahí se abriría una cuestión Por otro lado el masoquista sólo puede ubicarse, para ir
que no abordaré: ¿hay acto analítico o acto perverso? tras su goce, en la posición de objeto a, pero con la cuali-
Pero también S(.A)nos llevaría a las diferentes posiciones dad de jugarse siempre como objeto rechazado. Él asegura
que en cada una de las diferentes clasificaciones de perver- siempre ser menos que nada, para ello recurre a contratos
sión habría para g ante su búsqueda del objeto a. Me pare- donde se especifiquen claramente que está destituido de to
ce que el caso del fetichismo es justo ese que hasta este punto dos sus bienes y privilegios, de todo aquello que tenga qur
más ha sido referido y tan solo intentaría por ahora despe- ver con su función de sujeto.
jar la otra falsa pareja a la cual no he aludido, la del sádico Preguntémonos entonces acerca de la correspondencia del
y el masoquista. Existe un maravilloso trabajo donde alguien sádico con el masoquista, si esta ley biunívoca no tiene m.1s
que no es psicoanalista nos llama la atención para reflexio- un carácter imaginario, tal vez si a todo sádico correspon
nar acerca de esta pareja, el trabajo es La presentación de de un masoquista resultaría evidente lo inevitable de un
Sacher-Masoch de Gilles Deleuze. Lacan se basa en éste para mundo sin falta, sin necesidad de nada, lo cual con ironí.,
redondear el asunto del fantasma en el perverso sádico y podemos reprochar. De esta forma hay que buscar modos
en el masoquista. Deleuze reprocha la poca atención que distintos de explicación para estas estructuras que se CÍl'l
se le ha puesto a la obra de Masoch y se preocupa paso a
!Úan. en _categorías que incluyen algo más que el plano
paso por marcar las distancias existentes en las estructuras
de él respecto a las de Sade. 1magmano.
En Lacan se plantean algunos puntos que pueden ser l' X·
Haciendo caso de tal llamamiento siento que sería injusto puestos de manera breve en la forma siguiente. Dcsdl' que'·
no incluir en esta ponencia un ejemplo de la obra de Ma- se pueden plantear las cuestiones del masoquismo, 'iit•111l11
soch tan poco divulgada. Pero antes quisiera advertir algu- éste un concepto que no tiene más referente que l'I d<' l.,
nos puntos que nos permitirían, según yo creo, discutir perversión, salvo dentro de las neurosis donde h,ll>1 í., d,
,ll crea del tema al final del trabajo.
ser muy exacta su función en torno del fantasm.1, <:1111,111
FI goce yace fuera del cuerpo, donde debe ubicarse el Da- rando el desmontaje del resorte fundamental de In 111 :,·v,~1
IIH NEUROSIS (i) PERVERSIÓN l>AVID GILLING
Esclavo mío:
Las condiciones bajo las cuales te acepto como esclavo y te soporto
a mi lado son las siguientes:
Renuncia absoluta a tu yo.
No tendrás más voluntad que la mía.
Estarás a mi disposición como un ciego instrumento que cumple to-
das mis órdenes sin discutirlas. Cuando olvides que eres mi esclavo y
no obedezcas absolutamente en todo, podré castigarte y corregirte a
capricho y sin queja de tu parte.
Cualquier benevolencia o favor que tenga a bien dispensarte, será
una gracia que tú deberás reconocer agradecido. Cualquier acción mía
deberás considerarla como justa; no tendré ningún deber para contigo.
No serás ni hijo, ni hermano, ni amigo; sólo serás un esclavo mise-
rable que se arrastra en el polvo.
Me pertenecerán tanto tu cuerpo como tu alma; aunque esta situación
\l' te haga penosa, deberás someter a mi consideración tus sensaciones
y .,t·ntimientos.
1
20 Gilles Deleuze, Presentación de Sacher-Masod,,Ci'u1h1l,J, l 11d
rrn
I' //,11/., pp. 87-88. pp. 140-141.
MARÍA EUGENIA ESCOBAR
V. LA TRANSFERENCIA bri mientos con los de Fliess. Daremos sólo dos rclc1 t •111 1.1
de la correspondencia entre ambos para ilustrar lo qm· dn 1
MARÍA EUGENIA ESCOBAR mos: "Mi autoanálisis sigue interrumpido; ahora .1dvil'1111
por qué. Sólo puedo analizarme a mí mismo con los rn
nocimientos adquiridos objetivamente (como lo harÍ.\ u 11
extraño); un genuino autoanálisis es imposible, de lo con ·
1
tra rio no existiría la enfermedad (la neurosis) ... " "Dl·,
graciadamente no puedo prescindir de ti, el representantl '.
de1 ' otro ' ... "2
Aun cuando Fr~ud no lo había conceptualizado, lo dice
INTRODUCCIÓN claramente: analizarse con un otro, como si fuera otro. Y
Fliess sin haber dicho nada y justamente por eso, por su
El inconsciente freudiano se descubre en un acto inaugu- sola existencia y estando lejos, al movilizar el deseo incons -
ral, único, que tiene que ver con una relación transferen- ciente, hizo posible lo que hoy conocemos como psicoaná -
cia!. Nos estamos refiriendo al "autoanálisis" de Freud, auto- lisis. Manonni señala que fue precisamente la ignorancia de
análisis que leído desde la teoría de la transferencia, deja de Fliess lo que permitió a Freud dar los pasos decisivos en
ser tal y se ubica dentro de lo que podemos llamar una tÍpi- el saber sobre el inconsciente. Fliess parodia "el otro yo"
ca relación transferencia! con todas sus vicisitudes. de F reud abriendo así el espacio para que se produzcan las
Lo que es llamado el "autoanálisis" de Freud -llamado identificaciones bajo el marco de la objetivación. Objetiva -
así por él mismo- es simplemente el descubrimiento del ción que posibilita la apertura simbólica de la relación ima-
inconsciente, del psicoanálisis. Veamos brevemente esto: ginaria de Freud con Fliess. Fliess opera en un doble regis-
la relación amistosa de Freud y Fliess comienza en 1887 de tro, ya que a la vez que es el "otro yo" (con o minúscula)
una manera fulminante. Esta relación nos interesa ya que ubicado en el registro imaginario es también figura simbó -
el psicoanálisis no sería lo que es hoy de no ser por la mis- lica, es decir objetivada y estructurante (el Otro). Esta do -
ma. Porque si bien es cierto que Freud tuvo influencias im- ble dimensión confiere a la "relación amistosa" la capaci -
portantes a lo largo de toda su producción teórica, fue con dad de condensar intensamente tanto al sexo como a la
Fliess con quien, aún sin saberlo, se analizó creando el mo- muerte. Y es en la disolución de esta amistad cuando ve-
delo de la relación analítica de una vez y para siempre. A mos surgir el deseo que hoy conocemos como psicoanálisis.
través de los fragmentos publicados de la correspondencia Y si nos referimos a este modelo fundante de toda cxpl '
entre Freud y Fliess podemos seguir de cerca los vaivenes riencia analítica posible, es para demostrar que el psiro,1
de una relación transferencia!. F reud coloca a Fliess en el nálisis depende enteramente del psicoanalizante. Freta!, l'l
lugar del que todo lo sabe: el sujeto supuesto saber sobre primero, nos muestra centrando en él la totalidad de b cx¡w
sus deseos, sus ideas y pensamientos. Admira a Fliess, cree riencia, que el analista sólo puede ser tal por la sust it lll i<',11
i.'n sus insólitas teorías, poniéndolo en el lugar del absoluto
1dt'al, aquel que lo sanciona como sujeto, en el lugar del Otro 1 Sigmund Freud, Carta núm. 75, en Obrascompleta
s, wmo 1, l\11, · 11111 A i 1!'~1
dl' la demanda absoluta. "Mi otro yo" lo llamaba y este
Amorrortu, p. 313.
lí 11111e de identificación narcisista lo lleva a confundir , 1011111 111, M11
2 Sigmund Freud, Carta núm. 119, en Obras compl,•111, d1l l
c 11 un primer momento de la relación sus propios descu- Editorial Biblioteca nueva, 1968, p. 846.
(2201
')) LA TRANSFERENClA MARÍA EUGENIA ESCOBAR
del analizante que fue en su lugar. Pues esa reproducción mo su forma de acceso caen inevitablemente \,,\Jo k,:i 1) 1,_:,,
de experiencia es lo único que nos permite una relación tos de su objeto, bajo los efectos del inconsciente . 1'(11' 1.~i;r,
diferente con el sujeto supuesto saber. El trabajo que pre- decía Maud Manonni que la teoría es una ficció11, :il¡;o di
sentamos es un intento de hacer un seguimiento de este lo cual los niños pueden dar cuenta. ·
proceso. En cuanto a la modalidad del trabajo. Hacemos u11-..q;11i
Señalemos pues al empezar; de lo que se trata en la trans- miento del recorrido que hace ·Freud alrededor del co1Hl'f'
ferencia es del acceso a un saber inconsciente, por medio to de transferencia y las diferenciaciones y aportaciom·., d,:
de un rodeo, rodeo en el que el otro es necesario, ya que Lacan. Tanto en la obra de Freud como en la de Laca11,c-. -
toda experiencia del inconsciente se logra como formación tos conceptos están desparramados en varias épocas y en
del inconsciente al nivel del Otro. La transferencia nos mues- diferentes articulaciones. Pudimos seguir a Lacan hast.l un
tra en acto, caso Freud-Fliess, así como en nuestros propios cierto punto, luego se nos escapó. Este límite llegaría ha'it .,
análisis personales, que el inconsciente es retomado en el los trabajos de 1964 (Seminario XI), donde se refiere a -.11
nivel del Otro, como deseo del Otro, como lugar del des- aporte específico a la transferencia en Freud: la tesis del su
pliegue de la palabra -el otro escenario dice Freud. Lapa- jeto supuesto saber y el lugar del deseo del analista.
labra del sujeto es su propio mensaje, ya que se organiza
desde el Otro que lo escucha, pues "la acción de escuchar
I. RECORRIDO DE FREUD
no es sino la condición de la palabra". 3
Otra cosa. Dos preguntas sirvieron de brújula a la revi- Recordemos que Freud descubre la transferencia como un
sión y a la búsqueda que hicimos en los textos. Cuestiones fenómeno clínico que se le presenta de repente, de impro-
que quiero plantear al comenzar, no porque las vayamos viso~ fuera de todo cálculo teórico.
a responder sino porque con cada vuelta conceptual hecha, Curiosamente ya lo había descrito en 1900, cuando ex
nos enfrentábamos con ese escollo que hace tan enigmática plica que en el sueño se produce una "transferencia del dt·
a la transferencia. seo inconsciente a los restos diurnos, engendrándose así, u11
Por un lado, ¿cómo hablar de un saber que no se sabe, deseo transferido al material reciente" .4 El uso que le da
a menos que se lo suponga saber? Sostenemos en todo el a la Übertragunges para explicar el funcionamiento de los
trabajo que la transferencia se localiza en un tiempo, como procesos oníricos: los procesos inconscientes se apodn,111
acto del inconsciente, como puesta en acto de una realidad por desplazamiento de aquellos elementos nimios (rest <>.,
(sexual) de la que no podemos saber. ¿Cómo relacionar el diurnos) ocupándolos con nueva significación y sentido p.11,1
saber con lo real? el sujeto. Elementos insignificantes que el sueño se enc.11¡;.1
Por otro lado, ¿cómo interpretar un texto, sien¿ .,. ohe- de hacerlos significantes. Es importante que retengamo-. que
rentes con el proyecto freudiano, de atenernos a una lectu- estos elementos "vacíos de sentido" son utilizados por d
ra textual, y no a la lectura referencial, puntual, como la deseo a través de los cuales se infiltra alterando su scn t II k,
que se hace en este trabajo? Freud habla entonces de los disfraces del deseo que d1•.,d,
Las preguntas siguen ahí. Lo que se nos aclaró es que to- el inconsciente se desplazan hacia representaciom·, .,.11 1111
do trabajo sobre el inconsciente y sobre la transferencia co- portancia y logran así saltar la censura.
1
J.Kqucs Lacan, "La dirección de la cura y los principios de su poder", Es- 4 Sigmund Freud, La interpretaciónde los sueños, en 1
/rr ffi, 11,iil
O/n.11111111¡
1111111 1, México, Siglo XXI, 1971, p. 249. V, Amorrortu, p. 565. '-
11
Desde aquí podemos ya reconocer en este movimiento rístico es la sustitución de una persona anterior p(), l.1 ¡1e1
la teoría del significante de Lacan. Esta definición de Freud sona del médico ... El máximo escollo pasa a Sl'I ,·1.111x1
corresponde a los tropos del lenguaje, definición que abar- liar más poderoso. " 6
ca todo el proceso en que se constituyen las formaciones Y si ubicamos en continuidad la forma en que Fn·ud di'
del inconsciente. Es decir, válido para el lapsus, el chiste, fine a la transferencia en la Interpretación de los suerim y 1·11
el síntoma, además del sueño. El deseo, disfrazado tras un La psicoterapia de la histeria, nos damos cuenta que se 11.11.1
elemento nimio, salta la censura y se expresa a través de del mismo concepto. Esta sustitución de una persona ,llltl'
estas representaciones. 5
rior por el médico, es una sustitución significante, es deci1
Freud descubre el inconsciente cuando despoja a los sue- se trata del significante del analista más que de su pcrson.1.
ños de la concepción tradicional, las llamadas "claves" de Vemos así que ~l momento clave de la transferenci,1 es
los sueños, en las que existe una exacta puntualidad entre cuando el deseo se apodera del analista, quieri atrae haci.,
la representación onírica y su traducción. Interpretar los sí las representaciones reprimidas del paciente, libradas en
sueños, para Freud, de ninguna manera implica una traduc- el proceso de la cura. Esta primera aproximación nos pcr
ción unilineal ni puntual de cada elemento onírico, sino mite ya, marcar un punto esencial: "que no hay exteriori -
que apunta a una significación posible, lo que Lacan llama dad del analista al inconsciente" ,7 pues el analista, dice
la significancia del sueño, ya que el sueño alude a un signi- Miller, en tanto que opera en la cura analítica no es exte-
ficante que no preexiste sino que es la capacidad activa del rior al inconsciente del analizante, y cada análisis implica
relato dirigido a quien lo escucha, lo que creará algun sen- el análisis del propio analista.
tido. La significancia sólo puede pensarse como efecto de Puntalicemos, pues, el descubrimiento clave de la trans-
la estructura entera, y no como un significado que corres- ferencia: que el psicoanalista como significante, como res-
ponde unívocamente a un significante. to diurno, entra en la economía psíquica del paciente. En
Pero volvamos a esta historia. En la misma época en que ese sentido es que Lacan afirma que el analista es una for-
escribe sobre los sueños, antes aun, en La psicoterapia de mación del inconsciente. En la Dinámica de la transferen -
la histeria, Freud utiliza la palabra transferencia cuando enu- cia de 1912, Freud dice que el paciente "inserta al médico
mera los obstáculos que se le presentan en el proceso de en una de sus series psíquicas ... en uno de los clichés que
la cura: resistencia al médico, transferencia que acontece por se repiten ... "
un enlace falso (espejismo) con el médico. En este momento A partir del año 1911 (época de los Escritos técnicos)
no liga aún el concepto de transferencia con la influencia Freud se dedica a ubicar teórica y técnicamente el problema
del médico ni con el poder en la cura. de la transferencia, considerándola como el motor del pro -
Es ante el fracaso del tratamiento de Dora cuando vemos ceso de la cura. Nos demoraríamos mucho si siguiéramos
materializarse la significación precisa del concepto freudiano a Freud paso a paso en los recovecos de sus elaboraciones.
de transferencia. Freud la define como el escollo más difí- Digamos simplemente que desde aquí Freud relaciona a l.i
cil del trabajo técnico. "Son reediciones de las emociones transferencia con cuatro formas bien definidas, agrupándol.t.,
y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden o relacionándolas según van apareciendo en su expcrienri.1
1111 ..·nos que despertarse y hacerse conscientes ... lo caracte-
6
Sigmund Freud, Fragmentosde análisisde un casode histeria,rn ( )/11,11 , u111
J.1n¡ues-Alain Miller, Cinco conferenciascaraqueñassobreLacan, Ed. Ate- pletas, tomo VII, Amorrortu, pp. 101 y 103.
111·11 .I<· C.1racas, p. 83. 7
Jacques-Alain Miller, op. cit., p. 85.
1 '"
LA TRANSFERENCIA
MARIA EUGENIA ESCOBAR
m.lndas orales, anales, etc. "Pues la regresión no muestra del fin del análisis, señalado por Freud como prnblrn1 ;1 1J11
otra cosa que el retorno al presente de significantes usuales 1937. Cuestión que sólo podemos aquí señalar, ,\bo1 d.11 ·k,
en demandas para la cuales hay prescripción." 13 nos desborda.
Por otra parte, la hipnosis como caso extremo de la su-
gestión nos permitirá marcar mejor la diferencia radical en-
tre la fascinación y la operación de la transferencia. Lacan III. TRANSFERENCIA COMO RESISTENCIA
lee Hipnosisy enamoramientode Freud (Psicologíade las ma-
sas), señalando la diferencia estructural que hay entre i(a), La resistencia es un concepto que atraviesa toda la obra de
objeto definido narcisísticamente y el a como función, Freud, y es abordado desde diferentes niveles teóricos y rn11
diferencia que marca el límite entre el amor y la hipnosis. una aplicación clínica concreta. Pensamos sin embargo qur
Mientras que la hipnosis opera como en la fascinación si tomamos el con'cepto tal como aparece en los comienzos
colectiva de las masas sobre un líder, colocando el a en el de sus elaboraciones en Estudiossobrela histeria (1895), en
lugar del I (Ideal del yo); la mirada del hipnotizador opera Proyectode psicología(1895) y en la Traumdeutung (1900),
como objeto a, produciendo la confusión entre este objeto junto a como aparece al final de su obra Análisis termina
y el significante señalador de ideales supremos. ble e interminable (1937) nos encontramos que mantiene el
El psicoanálisis nace justamente de la oposición a la hip- mismo concepto en un doble nivel, pero desde una misma
nosis, pues la transferencia opera en un sentido exactamen- definición "la resistencia es todo aquello que se opone al
te contrario. La operación de la transferencia consiste en trabajo (analítico)". El doble nivel que notamos es el siguien-
te: por un lado como impedimento al trabajo de la reme-
regular la distancia entre el lugar donde el sujeto se ve como
morac1on . ' en e1proceso de 1a cura, este
' sena' e1caracter' es-
amable y "ese otro punto donde el sujeto se ve causado co-
mo carencia por a, y donde viene a tapar la hiancia que cons- pecífico que le da Freud, ubicando a la resistencia como un
tituye la división original del sujeto" .14 fenómeno que aparece en la práctica clínica. El segundo ni
Ahora bien, como a no puede franquear la hiancia, pues vel sería aquel que tiene que ver con la estructura misma
del aparato psíquico, es decir una imposibilidad radical dt·
sólo aparece en el campo del narcismo especular, la trans-
ferencia opera haciendo reconocer ahí la carencia del sujeto. los procesos inconscientes para manifestarse libremente e11
Dicha operación es posible en la medida en que el analista la conciencia. Veamos en detalle estos dos niveles.
Detengámonos primero en la forma en que aparece t ' ll
que es llamado a ocupar el lugar de I, ésta es la demanda
del paciente, declinando a ese iugar, aísla el a siendo él mis- la estructura de las formaciones del inconsciente y tonw
mos por ejemplo la formación del chiste, donde Frcud ex
mo soporte del a separador. De este modo la transferencia
plica que para que un chiste se produzca debe cancd.11 h1
es conducida de la demanda a la identificación. Pero como
investidura de inhibición. Es decir, el chiste para lov.1,11 si•
el analista soporta un deseo que es una incógnita para el
paciente, opera en sentido totalmente inverso a la identifi- debe superar esa resistencia a la que Freud llama re~iw·w ifl
cación, produciendo un franqueamiento de la misma.
interna o resistencia de los procesos psíquicos (O. C., t 111110
VIII, Amorrortu, p. 177). Es decir, de lo que se 11.11.1 p;11
Se trata de un más allá de la identificación, franqueamiento
Freud es de una barrera de resistencias en el nivl'I 1k l.,
que plantea el espinoso problema del más allá del análisis,
catexias (investiduras). Freud insiste en que el ,i-.1r111 ,1 p hi
11
funciona a nivel de descargas, si se trata de l.1rd 11d c'u1lun
J.,n ¡ucs Lacan, EscritosI, cit., p. 249. el mundo exterior, pero tratándose de catexi.,i. ha, · 1111 1\ l
11
Lacan, Seminario XI, p. 273.
J .11<)\ll 'S
1
10 LA TRANSFERENCIA 11
MARÍA EUG EN IA ESCO BAR
11111, 1l'IHO
1>.1.vid Nasio, La voz y la interpretación, Buenos Aires, Ed. Nueva Vi-
18
Jacques Lacan, Seminario VIII:La transfererm ,1, 11111111
·11
1\
'\.i LA TRANSFERENCIA MARIA EUGENIA ESCOBAR
1V. TRANSFERENCIA LIGADA A LA REPETICIÓN to quiere decir, que hay algo que queda excluido de la repe-
tición, que estando fuera del tiempo y resistiendo a una
La repetición también plantea problemas teóricos, en el sen- inclusión en el significante, es a la vez causa y resorte de
tido de que se la suele fundir o confundir con otros con- la misma.
ceptos. De ahí la necesidad de diferenciarlo en su carácter Por otro lado, está lo nuevo, lo creador que producen los
específico primero, para ver luego por qué la transferencia, tropos del lenguaje: metonimia y metáfora, que tienen que
desde Lacan, no es la repetición. ver con el orden simbólico. Queremos decir que lo que se
No es igual repetición que reproducción, en el sentido repite es la divergencia radical entre el deseo y la demanda.
de la búsqueda lineal o fiel de los recuerdos catárticos; tam- Resumiendo diremos que la repetición no es simplemen-
poco es el retorno de lo signos que corresponde a la reme- te estereotipia de la conducta, sino repetición con respecto
moración, y que está determinada por la estructura del a algo siempre fallido, y que por lo tanto demanda siempre
significante. lo nuevo.
La repetición ( Wiederholung) tiene que ver con la reme- Aclarado esto podemos empezar a plantear la diferencia
moración pero en el sentido que ésta tiene un límite, lími- que marca Lacan entre transferencia y repetición. Desde el
te que se llama lo real. La repetición tiene que ver con este comienzo Freud opone agieren (actuar) a erinnem (recor-
límite de la rememoración, con este real que "no cesa de dar), enfrentando a ambos términos como dos formas de
no inscribirse", que circunscribe toda repetición, porque hacer retornar el pasado del paciente. La primera definición
lo real está más allá del retorno, más allá de la insistencia de transferencia es aquella que enuncia en relación al caso
de los signos. Dora: "Dora repitió en acto lo que no pudo recordar." Es
Y eso que no termina de no inscribirse, aunque insista lo que hoy se traduce como acting-out, es decir la transfe-
por hacerlo tiene que ver con la esquizia misma del sujeto rencia sin análisis. Pero tal definición de Freud, que es la
dividido por el decir. No habrá nunca un encuentro entre que se conserva a lo largo de toda su obra, no permite ver
repetición y repetición, el significante no tiene repetición claramente cuál es la especificidad de la transferencia con
posible, siempre que se repite es otro. Los significantes no respecto a la repetición.
pueden encontrarse ni identificarse. Siempre será un encuen- Tomando la célebre frase de Freud de que "no se puede
tro fallido y lo que se repite es el fracaso de un encuentro ajusticiar (matar) in absentia o in effigie" ,20 Lacan trabaja
imposible. Esto, porque el objeto que se busca encontrar lo que considera que tiene de real la transferencia así defi-
y decir no está sino marcado por su ausencia, por su falta. nida por Freud, haciendo hincapié que todo acto implica
De esta manera la repetición como búsqueda de la ilusión algo de real difícil de aprehender ya que escapa al campo
totalizante fracasará siempre. De ahí que se plantee que lo de lo simbólico. Esta formulación freudiana le sirve ade-
real es cómplice de la pulsión, donde la carencia radical im- más para precisar dos aspectos importantes en la transfe-
pide los buenos encuentros. rencia. Por un lado, destaca la referencia a lo imaginario
Nasio escribe una frase que marca esta aporía de la repe- en cuanto que no se trata de la sombra o imagen de un pa-
tición que tiene que ver con la del inconsciente: "la repeti- sado que vuelve tal cual, sino que tiene que ver, más bien,
19
t ión es repetición de algo que no era", en la repetición con el dispositivo engañador que implica el resorte del amor;
li.,y algo que se mantiene igual y hay algo que cambia. Es-
º Sigmund Freud, La dinámica de la transferencia,en Obras completas,to-
2
1'1 J. 1>.1V
1dN:isio, op. cit., p. 37. mo XII, Amorrortu, p. 105.
2:16 LA TRANSFERENCIA MARÍA EUGENIA ESCOBAR
por el otro lado, remarca la relación entre la ausencia y la Remarquemos entonces que no se trata de la repl't tl 11111
transferencia, ausencia o hueco que sería su causa y motor. de una cosa ya ocurrida, sino más, que por su misnu 1111
De ahí que toda la ambigüedad que pueda implicar la rea- ma no "es sombra de los antiguos desengaños del an11>1,
lidad de la que trata en la transferencia, hay que ligarla con sino aislamiento en lo actual de su puro funcionamiento
lo real de la repetición, lo real del encuentro fallido, liga- de engaño" .24 El paciente se enreda así en el deseo del an;l
zón que no debe implicar confusión de conceptos. En ese lista, desea engañarlo y lo hace haciéndose amar por él, pro
sentido no se puede confundir la repetición con el conjun- poniéndole la falsedad esencial que hace al amor.
to de efectos de la transferencia. Se puede decir por lo tanto que detrás de este amor (de
Si la transferencia fuera nada más que repetición, sería una transferencia) lo que encontramos es la ligazón del deseo
repetición eterna del mismo fracaso, y por lo tanto no ser- del analista al deseo del analizante, esto es, la forma en que
viría más que para restituir la continuidad de una historia el deseo del paciénte se "encuentra" con el del analista.
en forma sincopada. "Vemos pues que no podría bastar que Pero, ¿cómo hablar de encuentros si decíamos que sólo los
la transferencia, como modo operatorio, se confunda con hay fallidos?... Para seguir adelante necesitamos referirnos
la eficacia de la repetición, con la restauración de lo oculta- a la relación entre analista y analizante, es decir a lo que
do en el inconsciente, incluso con la catarsis de los elemen- pasa entre el sujeto y el Otro.
tos inconscientes." 21 La relación del sujeto con el Otro se engendra en un pro-
Esto nos permite distinguir radicalmente un término de ceso de hiancia ya que de no ser así todo sería en lo real
otro. En la transferencia paradójicamente "no se trata de sin diferenciación posible. Para explicar esta concepción del
algo fantasmático que venga del pasado, sino que se trata g (sujeto dividido) articulado a la relación con el Otro (de-
de una realidad por escuchar"22 y esto porque no se puede senvuelta por el Otro), Lacan utiliza como algoritmo un
eliminar de la transferencia lo que la constituye: que todo rombo pequeño -el vel- integrándolo a la fórmula del fan-
lo que se manifiesta ahí tiene que ver con alguien a quien tasma (g O a) y a la del anudamiento de la pulsión y la
uno habla. Y ésta es la frontera entre transferencia y repeti- demanda (g O D). El rombo remite a una relación dialéc-
ción la cual está ligada a la cadena insconsciente del sujeto. tica entre ambos términos de las fórmulas. Es la primera
Tengamos presente aquí que para Freud, lo más inquietante operación esencial en la que se funda el sujeto, nos referi-
de su descubrimiento radica en el carácter de tiempo pre- mos a la alienación del sujeto al significante del Otro. El
sente del inconsciente que devela la transferencia. Es, rombo indica una suerte de unión-disyunción donde el su-
podemos decir, una presencia en acto, algo creador. "El jeto desaparece siempre que intente fijarse en cualquier pun -
paciente repite en transferencia una necesidad falsa, hace to de dicha relación, p~es el significante tiene un efecto afa
tiempo superada, por eso la transferencia es una ficción. El nísico sobre el sujeto, produciendo en éste su desaparición
sujeto finge, fabrica algo." 23 ¿Para quién?, nos pregunta- letal. Y este punto de equilibrio álgido que es el lugar del
mos: Y la respuesta es una sola: para aquel que lo escucha, vel expresa que no hay surgimiento del sujeto a nivel dl'I
pues todo fenómeno del inconsciente aparece referido a ese sentido más que por su afanisis en otro lugar (lugar dt·l
otro que está ahí, es decir el analista. inconsciente). 25
El recubrimiento de dos carencias expresado por l.1i11
11
Jacques Lacan, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, cit.,
p l'lO.
n j.1rqucs Lacan, Seminario VIII: La transferencia, p. 55. : .. Jacques Lacan, Seminario XI, p. 258.
/.\ 1/,,d,p. 'i3, 25
/bid., p. 216.
'18 LA TRANSFERENCJ.\ MARÍA EUGENIA ESCOBAR
tcrsección de los dos lugares -el del sujeto y el sentido en lo reprimido" (La transferencia,inédito, mimeo., p. 1•IH)
el Otro- que indica Lacan al usar el vel, articula una ope- l~n ese sentido Lacan señala que sólo algebraicamentc puc
ración lógica que implica dos elementos: a] la no-
de formular al fantasma (S O a), pues para el sujeto supo
reciprocidad que denota que el proceso circular entre el su- ne un lugar indecible.
jeto y el Otro es disimétrico, donde la única salida posible La acción analítica es una tentativa de responder a esa es
es la vía metonímica del deseo; y b] la torsión en el retor- l ructura del inconsciente que se manifiesta ahí en el fantas
no, o retorno del vel alienante esencial para efectuar la trans- ma. Inconsciente que por la represión originaria (ese acto
ferencia, en el sentido que el sujeto, al no encontrar los que produce el S) participa en lo más opaco de lo reprimi -
objetos que busca, vuelve al punto esencial que es su caren- do, aquello que bordea lo real y como tal se conecta con
cia fundante (la carencia que instaura su afanisis). la acción humana, tal como la describíamos.
Vemos así, que la desaparición letal en la que se manifies- Sigamos a Lacan una vez más, haciendo trabajar a la
ta el sujeto va unida a la separación (hiancia) del Otro. Y fórmula del fantasma en la situación analítica. Cuando nos
en ese sentido la carencia soportada por el sujeto va a ser referíamos a la demanda, veíamos que el paciente en un pri-
reencontrada en el otro por la propia definición del deseo. mer momento ponía al analista en un lugar de supuesto tener
Por eso la dialéctica de los objetos de deseo en tanto que aquello que él como deseante buscaba. La acción analítica
promueve la unión del deseo del sujeto con el deseo del Otro se desarrolla en la propia metáfora del amor que constituye
-que para Lacan es lo mismo- implica una dialéctica que a toda situación amorosa, es decir, la sustitución de los lu-
necesariamente no puede ser respondida, sino vehiculizada gares del fantasma, por el deseo mismo.
a través de las redes del deseo.
Tal como propone Lacan (Cf Seminario VIII) la metáfo-
El sujeto gesta constantemente lugares (por medio de la ra se constituye cuando el amador (Stachado, deseante por-
fantasía) para ubicarse con relación a sus objetos, ubicación que le falta) al preguntarse ¿qué quiere el otro?, se pone
que lo enfrenta siempre con la pregunta por el deseo del en lugar del a como deseable. El amor tiene que ver con
Otro y donde la ubicación del deseo al nivel del Otro, le esta metáfora, es decir, es a partir de la pregunta por el Otro
hace imposible reconocer el suyo propio. El deseo es el eje, que uno logra ubicarse. El paciente que viene a análisis lo
el pivote que se encuentra causando la transferencia, pues hace desde una posición fundamental, que se refiere a la pre-
el motor de la misma es un hueco, la falta fundante. Y el gunta por el deseo del analista.
fantasma es el correlato imaginario del deseo, su puesta Lo que le interesa al g es el objeto del fantasma, único
en escena.
punto privilegiado capaz de fijarle, de anclarlo: deseo fcli
Tratemos, pues, de profundizar más en la estructura del
groso y angustiante ya que está regimentado en el nive del
fantasma. Decíamos que el eclipsamiento fundante del su-
goce. Objeto huidizo además, que no es transmitible, ni in
jeto (su afanisiso fading) confería, como acción, la estructu-
tercambiable, y aunque sólo figura en el horizonte del f.t11-
ra del fantasma. Se trata de ese acto que produce el decir,
tasma, sirve, no obstante para constituir los objetos intt·,
donde el sujeto marcado por su relación con el discurso so-
cambiables, los llamados objerns socializados que vic1w11,1
porta una falta irrecuperable a nivel de las palabras. Decía- ocupar su lugar. Lugar de cualquier objeto que no llcg.1 .1
mos también, que todo acto humano encierra un irreducti- coincidir nunca con el objeto del fantasma, pues l.1l11,11111.1
ble que no pasa por las palabras, porque no hay metalen-
entre el objeto del deseo y el objeto socializado set c_,11-.t1, ,1
guaje que dé cuenta o explique una demanda. "A nivel de
para siempre. Y esto tiene que ver con ese si~11il11 ,1111n l'!d
1:is palabr as no hay acción que transcienda los efectos de
tante que el sujeto intenta en vano encont 1 ,11 (' 11 1:I 1,bj(•1"
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MARÍA EUGENIA ESCOBAR
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NO SABÍA o¡_¡_¡
V)
deseo
"agalma" para el paciente, en la suposición de creerse el
analista que el paciente buscaba. Tornemos la advertencia
que sobre esto hace Lacan " ... el analista debe abstenerse
de hacer suposicióp alguna de ser deseable. El deseante nada
puede decir de sí mismo, a no ser aboliéndose como desean-
Q'v~éS1f'-~;,..MUERTO
te; ante cualquier tentativa de articularse no saca nada más
que síncopa del lenguaje, nada más que impotencia para de-
cir, puesto que a partir del momento mismo en que dice,
Es por eso que Lacan dice que interpretación y deseo son pasa al registro de la demanda" .32
la misma cosa, ya que el deseo aparece en los intervalos, Lo que en definitiva podemos decir que aporta el deseo
en las hendiduras, en los cortes del discurso. Errante y re- del analista en la cura tiene que ver con la interpretación,
botando siempre entre demanda y necesidad, entre enun- es decir los señalamientos, los puntos suspensivos, los cor-
ciado y enunciación. El deseo del analista viene a ocupar tes significantes. Además como el analista es también un
ese sitio de hendidura, de agujero, podemos decir más aún sujeto tachado, cuyo decir tambi én está dividido, lo que su-
"el deseo del analista no es más que ese sitio", 29 lo cual im- ponga saber sobre el inconsciente de su paciente no corres-
plica que el analista debe reconocer que su lugar está deter- ponde al saber de ese inconsciente, y por lo tanto su inter-
minado por la estructura. Y es de esto de lo que se trata pretación lo pone en "posición de que se le desuponga
en la ética del psicoanálisis. sobre su saber, siendo así reducido a un objeto, que a causa
Nos preguntamos ahora qué pasa con el psicoanalizante. de su modo de producción (eso que cae del discurso, esa
Para éste el deseo del analista es una x, una incógnita en pequeña a), será la causa del deseo del analizante". 33
la medida que el analista no responde a su demanda. Es por El sitio del analista es igual al del objeto a, ambos tienen
eso que el analista se calla, guarda silencio, aguarda en si- la función de causar el deseo, de producir la repetición de
lencio, y no por jugar a lasescondidas ni para producir "frus- la cadena significante, suscitando el saber inconsciente. Di-
tracion es" gratis, sino que fiel a la estructura del deseo es gamos que todo acontecimiento (acto del decir) produce un
consecuente con la misma, porque "el lenguaje viene a agu- desecho, un resto, el a. Es el analista el que representa el
jerear el ser de carne, y porque su demanda de articularse residuo de la operación analítica y al mismo tiempo la cau-
rn significantes deja correr bajo ella un resto metoními- sa. Tengamos presente aquí la fórmula del discurso del ana-
rn".3 0 El sujeto está destinado a permanecer lejos de su ser lista. "El analista está en el lugar del agente, en tanto
31
'º. r,,,
1(, l'mge,
,,,. "Sobre el deseo del analista" , en Ornicar?, núm. 1, p. 312.
32
Jacque s Lacan, " El deseo y su interpretación", en Lasforma ciones...
Jacque s Lacan, Seminario Vlll: La transferencia, mimeo .
, l' il
33
Ornicar?, cit ., p. 215.
'11, LA TRANSFERENCIA MARÍA EUGENIA ESCOBAR 247
,tp.u icncia, aceptando cumplir esa función de resto de la pro- de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando
ducción subjetiva (que es el a). Desde ese punto interroga enfrentado al significante primordial, el sujeto viene por pri-
al g, único sujeto de la práctica psicoanalítica, interrogación mera vez 'en posición de someterse a él. Ahí sólo puede sur-
que determina en la producción del Si, significante a gir la significación de un amor sin límites, ya que está fuera
través del cual el sujeto podrá resolver su relación con dé los límites de la ley, donde sólo él puede 36
, vivir."
la verdad. " 34
.;
a -+ g VI. EL SUJETO SUPUESTO SABER
- -
S2 S1
"La transferencia es impensable si no se toma en su inicio
Vale decir entonces, que el discurso analítico sólo es tal al S.s.S."
en tanto renuncie a todo intento de dominio o de educa- Mientras que la transferencia analizada como aquello que
ción del paciente. Esas tareas imposibl~s a las que hacía re- tiene íntima relación con la naturaleza del amor correspon-
ferencia Freud, enunciando de este modo el deseo de no de más bien a su aspecto imaginario, la tesis del sujeto su-
dominio. Para Lacan la grandeza del analista es permane- puesto saber, elaborada posteriormente por Lacan (Semina-
cer en el lugar de desecho, de mierda, y ésta es la diferencia rio XI, 1964), concierne al aspecto simbólico, estructural,
y la oposición entre el discurso del poder (del amo) y el de la misma donde el amor sería más bien su efecto.
del psicoanalista. Si bien el S.s.S. se puede explicar desde los efectos de la
Toda esta formulación implica, sin embargo, un proble- transferencia: es el supuesto que lleva al paciente a formular
ma que queremqs señalar. Se trata de la particularidad del una demanda, supone que alguien sabe lo que le pasa; el
deseo del analista, de su subjetivación deseante y de la difi- concepto de S.s.S. desborda el aspecto imaginario de dicha
cultad por lo tanto para ocupar ;el.sitio del Otro, lugar que suposición e implica un saber del que no se sabe, es decir
por definición es insoster:iible. "Ese sitio del analista, es un saber inconsciente, y en este sentido se ubica, como dice
decir la causa -dice Nasio-, corresponde al lugar del sexo, Miller, como fundamento transfenoménico de la transfe-
pedazo real separado del sujeto" ,~5• señalando luego que el rencia. El S.s.S. tiene que ver con la estructura misma del
lugar del analista y el analista mismo no coinciden, pues análisis, siendo la consecuencia inmediata de lo que Lacan
1
ningún analista podrá ocupar ese lugar de real, por ser tam- llama el discurso analítico. Discurs Ó que se despliega en la
bién un sujeto que h~bla sometido a los efectos del lengua- situación analítica teniendo como resorte esencial las aso-
je y "nadie que hable podrá ser real". El, sujeto supuesto ciaciones del paciente en respuesta a la regla fundamental
saber coloca al analista en un l1:1gar
imposible donde no pue- instaurada por el analista. Lacan elabora la tesis del S.s.S.
de ser ni estar. . a partir de los diversos enunciados de Freud 1sobre la im-
Una vez má; _nos t9pamos ,~on ese nudo que pace a la plementación de la regla fundamental como condición de
transferencia, es decir la relación imposible entre el saber la situación analítica.
y lo real..Límite expresado por Lacan d~ la siguiente mane- Cuando Freud descubrió y puso en práctica la regla fun-
, a: "El deseo del analista no es un deseo puro. Es un deseo damental, lo que hacía era un voto renovado de confianza
al inconsciente. "Eso" hablaría ahí de todos modos, a pesar
de todo. En esto estriba el gran descubrimiento freudiano:
H Di.1naRabinovich, "El psicoanalista entre el amo y el pedagogo", en Ana-
lí11,
, 1 t, Att•neo de Caracas, p. 49. ·
.a voz y la mtepretacton,
. . ' cit.,
. p. 61.
1~
1, N ·'"º•
. / 36
Jacques Lacan, Seminario XI, cit., p. 279.
48 LA TRANSFERENCIA MARÍA EUGENIA ESCOBAR 249
la secuencia aparentemente libre, contingente de las asocia- análisis. Pues si el sujeto quiere saber, es porque otro saber
ciones del paciente en respuesta a la demanda de que diga lo atormenta, lo perturba. Nos referimos al síntoma que
todo lo que se le pase por la cabeza, deviene, dice Lacan, como todo acontecimiento significante afecta al sujeto, en-
a través del pasaje por la situación analítica, en necesaria. frentándolo con un enigma a resolver. Síntoma que como
Y en este efecto Lacan reconoce el S.s.S. fundante de la es- mensaje dirigido al Otro, instala al sujeto como S.s.S. y nos
tructura de la transferencia. permite ubicarlo como correlato de la puesta en acto del
En el acto inicial del análisis hay una demanda del analis- inconsciente. Articulemos esto con una de las definiciones
ta: "diga todo lo que se le ocurra". La emergencia del S.s.S. más precisas de Lacan sobre la transferencia, "la transferencia
supone el respeto a la regla analítica. es la puesta en acto de la realidad del inconsciente". Y esa
La condición primordial del neurótico es su deseo de realidad es realidad sexual, relación del sexo y la muerte.
saber. Ese "yo quiero saber" encubre una pregunta más exi- De ahí que lo qué se pueda saber sobre esta realidad, sólo
gente: "¿quién soy?", con la respuesta supuesta: "alguien puede ser sabido como problema, como enigma.
sabe", y tanto más supuesta si ese alguien analista le pide Además, si a partir del síntoma el analizante busca y en-
que hable y se dedica a escucharlo. Esta demanda de saber, cuentra la causa ubicada en el saber del Otro, el Otro apa-
movilizada por la pasión de la ignorancia, que surge en la rece relacionado con el goce: fantasma que sostiene la
transferencia se llama el S.s.S. "El síntoma de toda transfe- ilusión del saber como totalidad, lo cual moviliza la bús-
rencia analítica es el sujeto que habla porque quiere queda de la verdad, de un saber sobre la verdad. Pero saber
saber." 37 y verdad hacen al enigma, pues el enigma es por excelencia
Ahora bien, decíamos que el concepto va más allá de las el dicho a medias, "es la enunciación sin enunciado". 39 Re-
suposiciones del paciente respecto al saber del analista y nos tomemos la fórmula del discurso del analista, donde Lacan
referíamos a otro saber: al saber del inconsciente. Es por coloca al saber (S2) en el lugar de la verdad ubicando al
esa doble dimensión del saber, que Nasio recalca que la fór- enigma ahí donde no puede haber más que verdad a me-
mula del S.s.S. implica problemáticas opuestas y contradic- dias: unión de sexo y muerte. Se trata, pues, de un saber
torias. Por un lado pone en juego la función de prejuicio que el sujeto ignora, que es un saber en acto. Cuando L.1
implicado en el "yo soy, yo supongo", problemática del can sitúa al inconsciente como un saber, cuyo tiempo e,
cogito cartesiano subvertida por el análisis de Lacan; y, por la transferencia, lo que quiere decir es que el Inconscic111e
el otro, revela un sentido y cuestiona algo totalmente opues- se da en el acto del decir (ya sea recuerdo, síntoma, lapsu,,
to: el saber inconsciente y en particular el del sujeto. "Se sueños), como algo que sabe más de lo que el sujeto d1u :.
supone saber la significación dice Lacan, y éste es un punto "La transferencia es la intromisión del tiempo dv .:,,1
de ningún saber, es punto de ligazón que une el propio de- ber" ,40 y por eso la transmisión de algún saber ,J,!11 ,
seo a la resolución de lo que se trata de revelar." 38 Veamos posible a través de ella.
así, que el problema del saber inconsciente se reduce al me-
ro deseo de saber, de donde el sujeto es supuesto saber por-
que es sujeto del deseo.
Es su deseo de saber lo que lo lleva a demandar, a pedir
37
J. Nasio, La voz y la interpretación, cit., p. 58. 39
J. Nasio, La voz y la interpretación, cit.
IHJacques Lacan, Seminario XI, cit. 40Jacques Lacan, "Variantes de la cura tipo" , 1•11 ( ~<'111,,, // 1 u 1, !
250
LA TRANSFERENCIA
CONCLUSIONES
. ~ .' VI. EL AMOR Y LA SEXUALIDAD:
Si sobre el· saber inconsciente sólo queda el puro deseo de DE LACAN A FREUD
saber, es a través de su pu.esta en acto, la transferencia en FRIDA SAAI ,
una sesión clínica, donde nos enfrentamos con esta para-
doja que huye, al decir de Nasio, "paradoja porque por un
lado el inconsciente es imposible de decir, mientras que es
con un decir que se constituye como lugar". 41
De esta manera, todas nuestras interrogantes encuentran
su lugar en la clínica, como formas que pueden ser bordea-
das en cada particularidad. pues el acto del inconsciente, li- Para Freud los éxtasis eran orgasmos,
gado al acto clínico como un acto del decir, reubica el dis- para Lacan, los orgasmos son éxtasis.
curso, analítico
. en una práctica subjetiva, por lo tanto en Blas Matamoro 1
una euca.
INTRODUCCIÓN Y LÍMITES
El acto clínico produce dichos, decires, que por su forma
de darse, a través de la palabra del analizante o del decir Todos los temas del coloquio que conforman este volumen
q el callar de analista, producen un acontecimiento, un des- se relacionan con la sexualidad:las pulsiones, la represión,
hecho. Situación analítica que se caracteriza porque va el inconsciente, la castración y el complejo de Edipo, el
abriendo surcos o agujeros en ese lugar real como llama La- cuerpo y el deseo, la transferencia, y también el Nombre
can al inconsciente; Lugar de un saber que el sujeto no sa- del Padre.
be, porque está fuera de él. El presente trabajo se relaciona con ponencias presentadas
Por lo tanto, si lo que caracteriza al dicho en su capaci- en coloquios anteriores. "Algunas consecuencias políticas
dad activa y efectiva de seguir hacer diciendo, vehiculizando de las diferencias psíquicas de los sexos" ,2 donde se inten-
la metonimia que hace al deseo, todas las cuestiones enig- taba sustraer el tema de la diferencia de los sexos del cam-
máticas que nos plantea la teoría y la propia práctica nos po biológico, para inscribirla y supeditarla al significante
permitirán decir nuevamente en otro lugar y en otro tiempo. fálico, que es, a nuestro entender, el auténtico estructuran-
Terminemos pues dejando abiertas las preguntas que guia~ te de esa diferencia. En el segundo coloquio, "El lenguaje
ron toda la recopilacjón que constituye este trabajo para en Freud", 3 aproximación y relectura de la obra de Freud
tenerlas presentes en cada momento de re-flexión en la prác- para poner a prueba en el "retorno a Freud", la vigencia
tica, de forma tal de poder pasar de la lectura · referencial del postulado lacaniano de que el inconsciente está estrur
a un saber transmitido desde la textualidad que ofrece la turado como un lenguaje y que toda la obra de Frcud ('"
transferencia en cada sesión. un inmenso fresco reflexivo sobre el papel y la acción dl'I
lenguaje. Este enfoque implicaba seleccionar una de las ví.,.,
1
Comunicación epistolar de Bias Matamoro a quien adem;b qu11•111 , 1' 1.1
nocer y agradecer su activa colaboración en este trabajo, en to<lm lm 1111,1111: 11
tos de su reflexión y elaboración.
l 1m,I, ~ 1,,~1
2
En A medio siglo de "El malestar·en la cultura" de Sigm11111/
1 co, Siglo XXI, 1981.
, /,a voz y la interpretación, cit., p. 49.
~ 1, N."11> 3
En El lenguaje y el inconscientefreudiano, México, S1¡.:lo\ X 1, 1'.IH'
[251)
252 EL AMOR Y LA SEXUALIDAD
FRIDA SAAL 1',!
hibición del incesto y lenguaje que es condición necesari.1 parafrasear, a modo de comentario, de este modo: "p :11 ·¡1
para que haya ley, permiten invertir la dirección tradicio que Y o haya, alguien debe haber amado, alégrate".
nal que el naturalismo trazaba desde la biología a la cultura Freud siempre consideró al texto de 1914 que ahora 110-,
como el sentido de un proceso acumulativo. A partir dt• ocupa como un parto prematuro, .sacado a luz al calor
esta reversión es posible pensar que el cuerpo humano no de la polémica con Jung en torno al carácter sexual de l.1
preexiste al lenguaje sino, justamente, que es humano por- libido. (Recuérdese que Jung postulaba su desexualizaciún
que es cuerpo del lenguaje. en beneficio de otra categoría, la de una energía univcrs.11
U na primera aproximación a la Introducción del narcisis indiferenciada.) F reud, en otro contexto, aceptó el caráctl' r
mo nos plantea ciertos interrogantes: eminentemente polémico de sus textos diciendo que, cuan
¿Son asexuales las pulsiones de autoconservación frente do se empieza cediendo con las palabras, se termina cediendo
a las dos clases de libido que aquí Freud diferencia, la libi- con los hechos. Esto nos hace pensar en la importancia de
do narcisística y la libido objeta!? las palabras en la determinación de los hechos.
¿Cómo podría ser el yo, antes de constituirse, el depósi- Ahora bien: este cambio aún no está formulado pero por
to y la sede de las pulsiones de autoconservación, si es que lo menos está problematizado en el estatuto otorgado a las
el yo no puede ya tomarse como dato primero? "His Ma- pulsiones en la Introduccióndel narcisismo.Pues no qued:111
jesty, the Baby, como una vez nos creímos", dice Freud incólumes las primeras formulaciones freudianas, sobre to
para explicarnos que es el narcisismo infantil redivivo de do aquellas que hacen que la sexualidad haga su aparición
los padres el que otorga esta calidad al sentimiento del ni- apuntalándose sobre las pulsiones de autoconservación. La
ño, megalómano en su impotencia . teoría del apoyo o apuntalamiento sólo podría mantenerse
La respuesta freudiana consecuente a estas preguntas puede en una reversión total, efecto del tomar en cuenta que sólo
hallarse en Más allá del principio de placer:las pulsiones de el deseo de la madre puede hacer que el hijo viva. Se ad
autoconservación se subsumen en las libidinales aparecien- vierte entonces que la existencia misma del hijo está sostc
do ya unificadas en la categoría de pulsiones eróticas, polo nida en su materialidad corpórea por ese deseo .
"positivo" de la nueva dualidad pulsional que luego anali- En la teoría del apuntalamiento las pulsiones de autocon
zaremos. . ' aparecen como una categona, '' natura l" ; son eM'
servac1on
A partir de la estructuración del yo como reservorio de dato primero que abre, por la vía de una contingente prn
libido, Freud distingue dos posibilidades para las investi- ducción de placer el campo del deseo, con la ulterior
duras de esa libido: el propio yo (libido narcisística), o el regresiva alucinación de la vivencia satisfacción, etc. L.1t·x
otro (libido objeta!). Resulta claro que esta diferenciación periencia clínica enseña que, aun sostenidos biológi ca11H·11
sólo puede tener sentido en su aspecto ·y destino secunda- te sin deficiencias, los niños a los que falta el soportt · d,·
rios, porque el reservorio mismo (es decir el yo) necesita un deseo -al que llamamos materno- impulsor de ,u 111
del otro para existir y en tal sentido la lectura inversa de clusión en la vida humana, mueren. El síndrome de limpi
la Introducción del narcisismo anula, desanda o atenúa las talismo que aparece en niños criados en hospitalt·, ,111l¡1
diferencias y la oposición entré estas dos formas de la li- presencia de las madres es el dramático ejemplo de lo q111
bido. Al depender del otro, la libido narcisista es, en su venimos diciendo. Otro ejemplo tomado de l.\ lii,11111.1 1
origen, objeta!. el del experimento que puso en marcha el cmpt·1.1d111 < ,111
Un graffitti, muestra distinguida de la sabiduría popular, llermo de Alemania que estaba intrigado por s;tlw, u1 ,II IH
reza ba: "Al'egrate, a1gmen . te ama. YO " , que me atrevo a ría la lengua que hablarían los niños sustraídm .il ,b :-11' d
FRIDA SAAL 257
'•f• EL AMOR Y LA SEXUALIDAD
lm p.1drcsy de cualquier palabra. Esperaba así alcanzar por todo elemento unificador dados su insuficiencia orgánica
c,1.1 vfa el conocimiento de una "lengua universal" y "na- y el estado de prematuración de sus aparatos neurológicos
tural" pero sus expectativas se vieron frustradas ya que es- integradores. La imagen, en su papel estructurante, organi-
tos niños, perfectamente atendidos, no pudieron sobrevi- za el cuerpo, anticipando una unidad a partir de una pro-
vir y todos ellos sucumbieron. Parece pues atinado concluir mesa de unidad. El estadio del espejo es pues definido como
que no es en las "naturales funciones de conservación" don- un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficien-
e.lese apuntala la sexualidad y por donde el deseo abre ca- cia a la anticipación.
mino a su existencia, sino que, por lo contrario, es el deseo Pensemos ahora algunas consecuencias de este aparato con-
-encarnado en la madre- el que posibilita la existencia ceptual. La imagen como significante organiza al cuerpo ubi-
del organismo. cándolo, desde su inicio y desde su formación, en el orden
No parece casual por lo mismo, que el primer trabajo psi- de lo imaginario como cuerpo humano. Lo real del cuerpo
coanalítico aún vigente de Lacan (1936) 6 se ubique en esta necesita de esta marca para significarse y humanizarse. El
precisa coyuntura de la constitución del yo a partir del otro. tiempo se dialectiza en la encrucijada de esta promesa en
El estadio del espejo recoge una 'experiencia inmemoria l un doble sentido: en un precipitado que anticipa la unidad
que remite al mito de Narciso: el espejo como instrumen- que es del orden de la representación y lo ubica en un de-
to hace allí las veces de aparato conceptual didactizado. La venir prospectivo; pero también en sentido retroactivo en
necesidad coyuntural del desarrollo de este concepto pue- la medida que las imágenes de cuerpo fragmentado son re-
de hallarse en las siguientes palabras de Freud: troactivas a la constitución de esta unidad. Sólo puede ha-
ber partes en relación a algún todo, sólo se puede desgarrar
Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en lo que se presenta entero; antes de ello no hay fragmenta-
el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarro- ción sino datos dispersos no organizados: Órganos, excre-
llado. Ahora bien las pulsiones autoeróticas .son iniciales, primordia-
les; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva
mentos, dolores, gritos que no son de nadie a quien pue-
acción psíquica, para que el narcisismo se constituya. 7 dan pertenecer.
Lacan dijo en su segundo seminario: 8 "Para que haya re-
El trabajo de Lacan sobre el estadio del espejo intenta dar lación de objeto es necesario ya que haya relación narcisís-
cuenta de esta unidad imaginaria del Y o a partir de la ima- tica del Y o al Otro. Es, por otra parte, la condición pri-
gen especular. La imagen no es simple y mecánicamente lo mordial de toda objetivación del mundo exterior."
que el Y o percibe, sino el constituyente de la unidad mis- Y más adelante: "Detrás del narcisismo ustedes tienen el
ma del Y o en lo imaginario. autoerotismo, a saber una masa investida de libido en el in-
Lacan parte de un hecho de etología, el papel de la ima- terior del organismo, del que yo diría que las relaciones
gen del congénere en la maduración gonadal de la paloma, internas se nos escapan tanto como la entropía ... Freud
para instaurar y profundizar las diferencias que hacen úni- no ha elaborado plenamente su teoría de la libido, la que
co al proceso humano. El cachorro humano nace carente de ocupa la parte media de su obra, sino después de haber in-
troducido la función del narcisismo. " 9
6
J acques Lacan, El estadio del espejocomoformador de la función del Y,º tal
como se nos revela en la experienciaanalítica, en Escritos I, cit., p. 11 [Ecrits, 8
p. 93). c dt' /11
Jacques Lacan, Le moi dans la théorie de Freud et dans la tech111r¡11
7
Sigmund Freud, Introducción del narcisismo,O.C, tomo XIV, Amorrortu, psYfhanalyse, París, Seuil, 1978, p. 118.
9
p. 74. !bid., p. 119.
H 1/
EL AMOR Y LA SEXUALIDAD FRIDA SAAL
"C u,rndo se trata de cargas llamadas autoeróticas no es decir narración modélica de ciertas conductas tÍpicas-
¡,od<'mo s distinguir la fuente del objeto. No sabemos nada. y así había espejos de príncipes, espejos de navegantes, etc.
ltldica aquí lo que el autoerotismo guarda de misterioso, Ver que no se trata del espejo como un instrumento mecá-
casi impenetrable." 1º nico en que se refleja, sumisa y empalidecida, una imagen
Quizá huelgan los comentarios frente a la claridad de las de la realidad exterior, una realidad segunda y "meramen-
citas, pero aun a riesgo de redundar subrayaré que se pre- te reflejada", fantasma incorpóreo de la Realidad realmente
senta allí un momento originario de cristalización en una real, sino de un modelo de identificación sometido a una ·
relación de una serie de procesos en que la unificación trae normativa y que encierra una promesa de realización del
innumerables consecuencias, como son la diferenciación del "Y o ideal", y de "feliz destino" en el mundo: siguiendo
adentro y el afuera, condición esencial de cualquier objeti- el modelo del espejo se llega a ser un buen rey, un buen
vación posible del mundo exterior, la distinción de lo que navegante, etc. Recopilaciones llamadas Leyes del Espejo
es Yo y no Yo con separación del mundo en el que se está y Leyes del Estilo. Estilo es estilete, punzón, elemento que
sumergido indiferenciadamente que permite que este mundo marca, una señal legalmente simbolizada o simbólicamen-
pueda representarse, la separación del objeto fusiona! per- te legal.)
dido y también a partir de ahí susceptible de representa- Ahora bien: entre el Y o constituido por la imagen mar-
ción, de búsqueda, de deseo, etcétera. cada por el significante y el mundo a cuya representación
Esta distinción entre exterioridad e interioridad fue ex- se accede por efecto de lo simbólico abriendo así las posibi-
plícitamente subrayada por F reud en Pulsiones y destino lidades de objetivación, se instaura una hiancia, una fisura,
de pulsiones.11 un hueco o agujero incolmable, espacio donde se constru-
Esta función de corte, con su valor estructural y estruc- yen los paraísos perdidos y en general todos los edificios
turante implica la puesta en juego de los tres registros laca- de lo imaginario, flotantes sobre un abismo, pues abismo
nianos: Real, Simbólico e Imaginario. En el seminario de (Abgrund) es, precisamente, todo espacio sin fondo. Los pa-
Lacan a que venimos haciendo referencia encontramos: raísos perdidos son los únicos que existen porque nunca exis-
"Retengan esto a propósito de la exterioridad y la inte- tieron y se constituyen a partir de su pérdida. Son objetos
rioridad -esta distinción no tiene ningún sentido a nivel y espacios a recuperar, tarea objetivamente imposible, pe-
de lo real. Lo real no tiene fisuras. Lo que les enseño y por ro que coloca al sujeto en el campo del deseo, en la busca
donde Freud converge con lo que podemos llamar la filo- donde hallará y producirá las sustituciones metonímicas,
sofía de la ciencia, es que a ese real no tenemos ningún siempre incompletas.
medio de aprehenderlo -sobre todos los planos y no sola- Valéry dice que Dios creó al mundo de la nada -"mais
mente sobre el del conocimiento- como no sea por inter- le rien perce"- o sea que la nada siempre agujerea el mun-
medio de lo simbólico." 12 do. (Lo real no tiene fisuras, es el símbolo el que agujerea
(Digresión: en el castellano medieval, "espejo" era un texto lo real.)
en que se explicaban los modelos de identificación ejem- Tenemos, entonces, tres registros: lo real, lo simbólico
plares -a veces va como sinónimo de exemplo enexemplo, y lo imaginario. Lo simbólico es autónomo, en el sentido
de que puede considerarse en sí mismo y con abstracción
'º!bid., p. 121(cursivas nuestras). de los otros dos registros, pero no es independiente, autár-
11
Sigmund Freud, Pulsionesy destino de pulsiones(1915), O.C., tomo XV. tico, no puede existir sin los otros dos. Lo simbólico ancla
11
J,Kques Lacan, ibid, p. 122. y agujerea lo real organizando lo imaginario que es efecto
)f,I
260 EL AMOR Y LA SEXUALIDAD FRIDA SAAL
de la acción de lo simbólico sobre lo real. Lo imaginario experiencia de palabra -a menos que se entre en el pcm.,
es el único lugar donde el sentido es posible: produce la ob- miento mágico?" 13
jetivación de lo real, imaginario en tanto que real simboli- A su vez el cuerpo es atravesado por el significante en
zado, aunque no imaginario en sentido ontológico, pues lo la corporización sexuada del otro. El significante no pro-
real puede existir y ciertamente existe con independencia viene de un espacio imponderable, sino de la corporización
de lo imaginario pero, claro está, esta afirmación es verda- del otro, como queda dicho, corporización que a su vez es
dera a la vez que carente de sentido. el resultado de otro significante y así sucesivamente hasta
En el cuerpo lo simbólico agujerea lo real, ese real que fundirse en un espacio, en una función: el Otro que es na-
es la indiferenciación biológica, constituyéndolo como die, por ser precisamente lugar y función: el lugar del teso-
cuerpo significado. Esto nos remite a la pregunta: ¿estamos ro del significante;
siempre en el campo de la polémica que separó a Freud de Cuando Lacan reescribe el Estadiodelespejo en el año 1949,
Jung, los orgasmos son éxtasis o los éxtasis son orgasmos?, incluye una remisión explícita a Lévi-Strauss en su trabajo
¿es el símbolo una suerte de universal trascendente, que exis- sobre "La eficacia simbólica" .14 En este texto Lévi-Strauss
te por sí mismo o existe únicamente anclado en un cuerpo analiza el ritual de los indios cuna de Panamá, ritual por
humanizado y es a ello que debe su carácter de símbolo? el cual éstos auxilian a las mujeres en los partos difíciles.
El cuerpo humanizado por el símbolo es coetáneamente El análisis se centra en el cántico que acompaña al ritual
producido como erótico y sexuado, pues se señala en él la -ritual de palabra y no de manipulación- y que permite
dirección hacia el otro que sólo el símbolo puede proponer la imaginarización de lo inimaginable o de lo simplemente
como objeto. El objeto y el Yo son el efecto copresente pro- no imaginado, preguntándose Lévi-Strauss de dónde pro-
ducido por mediación del símbolo. Y el cuerpo mismo es cede la eficacia terapéutica del acto. La "acción simbólica"
un resultado de la mediación simbólica. es el agente de esta eficacia que compromete al cuerpo en
"El punto decisivo de la experiencia freudiana podría re- sus aspectos menos especularizables, la representación del
sumirse en esto -recordemos que la conciencia no es uni- camino que el feto debe recorrer para acceder a la luz y a
versal. La experiencia moderna se ha despertado de una larga la vida. He aquí un elocuentísimo caso en que el símbolo
fascinación por la propiedad de la conciencia, y considera se muestra como condición y posibilidad de la vida, ya que
la existencia del hombre en su estructura propia que es la sin él no habría siquiera nacimiento. Encontramos aquí la
estructura del deseo ... Hay una ambigüedad fundamental materialidad simbólica en su posibilidad de producir traba-
en el uso que hacemos del término de deseo. A veces lo ob- jo y transformaciones.
jetivamos -y es necesario hacerlo aunque más no fuera para Este montaje que hemos hecho poniendo en relación la
hablar. A veces, por el contrario, lo situamos como primi- Introducción del narcisismoy el artículo de Lacan sobre el
tivo en relación a toda objetivación. estadio del espejo nos permite volver sobre el primero y
"En efecto, el 1ese?sexual no tiene nada de objetivado abrir ciertas preguntas.
en nuestra expenenc1a ... La Introducción del narcisismopone en crisis a la primer.,
"Si estuviéramos operando en el mundo de la ciencia, si teoría pulsional de Freud. Al introducir Lacan el activo p.,
.,lc,nzase con cambiar las condiciones objetivas para obte-
11n efectos diferentes, si el deseo sexual siguiese ciclos obje- 13 !bid., p. 263.
t.iv.1do-:,no tendríamos más que abandonar el análisis. ¿Có- "La eficacia simbólica", en Antropolop,l,,1•1111111,m1/
14 Claude Lévi-Strauss,
111«,l'I deseo sexual así definido podría ser influido por una Buenos Aires, Eudeba, 1977, pp. 168-183.
•{1_,
EL AMOR Y LA SEXUALIDAD FRIDA SAAL '"\
¡wl del significante como conformador del cuerpo, ¿qué es- da, que ella evoca por su estructura, su propia forma tras
tatuto tienen ahora las etapas de la psicosexualidad: la ora l, puesta según una cierta inversión." 17
la anal y la genital? Formulamos esta pregunta porque de El deseo se instaura en el vacío que antes mencionamos
no hacerse jugar aquí la primacía del significante, se perdu - y es un deseo incolmable. Todo intento de satisfacerlo ple-
ra en el mito madurativo del organismo, donde las etapas namente lo liquidaría como tal deseo, por lo que, en ver-
están determinadas por factores que pertenecen al orden de dad, el proceso de intercambio de demandas es un reencuen-
la conservación. tro de demandas que se renuevan o reformulan sin cesar, a
El papel significante del narcisismo consiste en organizar fin de que el deseo subsista. Para que persista el deseo de
la unidad del sujeto separándolo del objeto, poniendo lími- un deseo.
tes en tanto diferencia lo uno de lo otro, lo que es unidad "El primer conflicto de la demanda de ser nutrido y la
de lo que es otra cosa. Pero la unidad tiene bordes y aguje- demanda de dejarse nutrir es que un deseo la desborda y
ros (boca, ano, ojos, orejas, etc.) y también superficie, lími- no podría ser satisfecha [la demanda] sin que el deseo
tes. Estas zonas son privilegiadas en tanto fronteras de la la apague.
unidad y vías de intercambio con el otro. Si la leche y el "Para que este deseo que desborda la demanda no se apa-
excremento son elementos privilegiados, lo son en tanto gue, el sujeto rehúsa dejarse nutrir, desaparecer como de-
vehiculizan este circuito de intercambios con el otro. seo por el hecho de ser satisfecho como demanda, porque
El circuito de la demanda aparece entonces invertido: la el aplastamiento de la demanda en la satisfacción no podrá
madre ofrece lo que el niño deberá demandar. La demanda hacerse sin matar al deseo." 18
oral tiene otro sentido que la satisfacción del hambre, cual es En La grande bouffe, filme de Marco Ferreri, se ve cómo
que "nutrirse, para el hombre, está ligado a la buena volun- los personajes que se encierran para comer hasta morir lle-
tad (bon vouloir) del otro, del cuerpo de quien lo nutre. La nan el abismo y aniquilan todo deseo en primer o último
unión más radical es la de la absorción de los cuerpos". 15 término, el de seguir viviendo. La satisfacción plena es
"La relación imaginaria primordial da el cuadro funda- mortal.
mental de todo erotismo posible." 16 Conviene aquí abordar el esquema de la pulsión parcial
Así, a partir de este reexamen de las etapas de la psicose- tal como Lacan lo propone en su Seminario XI, 19 a fin de
xualidad, podemos empezar a entender la sugestiva frase de explicitar cómo se estructura el circuito de las demandas
Lacan de que "cada uno recibe del otro su propio mensaje en su orden invertido. (Véase figura de la p. 264.)
en forma invertida". Si la demanda, en su carácter total y Esta flecha que parte de una superficie rodeando al obje-
absoluta, busca transgredir los límites que me separan del to para retornar sobre la superficie, ubica su función eroti-
otro en el intento de restaurar la indiferenciación anterior, zante marcada desde el campo del Otro del que la a es su
está marcada por el signo del canibalismo, de la reabsor- resto para volver sobre esa misma superficie. La meta de
ción. Dice Lacan: la pulsión parcial no alcanza al objeto sino que se completa
"Toda demanda hecha tiende a estructurarse en esto, que en su retorno.
11.unaal sujeto del otro a dar su respuesta en forma inverti-
17
Jacques Lacan (1961), Seminario IX: L'identification.
I\
1
J.11quc~ Lacan (1961), Seminario IX: L'identification, mimeo. 18 /bid. .
'' f ,11q uc, ta can, Le Séminaire. Livre I: Les écrits techniques de Freud, París, 19
Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre XI: Les quatre concepts fondamentaux
S,·,iil, 1111<,, p. 197. de la psychanalyse, París, Seuil, 1973, p. 163.
264
EL AMO R Y LA SEXU ALIDAD IRIDA SAAL
tui rse en el Otro y donde a aparece como resto de esa tradiciendo lo que hemos desarrollado antes, o es que, cri-
operación". 21 ticando cualquier aproximación naturalista del deseo (mito
Colonización en la transindividualidad que da forma al del amor genital, teoría reichiana del orgasmo), abre la po-
aforismo de que el Inconsciente es la parte del discurso, en sibilidad de una reconceptualización del erotismo y de la
tanto transindividual, que falta a la disposición del sujeto. sexualidad a partir de la dualidad pulsional entre Eros y
Y falta porque es lo que lo constituye, es su causa misma Tá:natos?
en tanto sujeto y en consecuencia en tanto causa de su de- Esto impone la necesidad de repensar la incidencia de la
seo. De allí que el objeto a residuo de esta operación es lo pulsión de muerte sobre el erotismo.
que estará en la mira evanescente y siempre en otro lugar Siendo nuestro tema sólo el de la sexualidad y habiéndo-
23
del deseo mismo. se trabajado en otra parte el tema de las pulsiones, nos li-
Si la sexualidad es la realidad del inconsciente, lo es en mitaremos a una caracterización de la pulsión de muerte
tanto está constituida por las marcas significantes del deseo para aplicarla luego a nuestra tarea específica.
del Otro en lo real del cuerpo. Es en esta dialéctica donde Podemos caracterizar la pulsión de muerte a partir de
se ubica la conclusión lacaniana de que la pulsión es siem- estos tres elementos:
pre parcial. 1] Todo significante es mortífero porque plantea límites
e instaura agujeros, y todo lo que limita diseña un más allá
discontinuo, sin límites y es mortal por eso mismo. Desde
LA SEGUNDA REVERSIÓN FREUDIANA, 1920
la tachadura significante en que el Sujeto es producido co-
El segundo punto nodal de la teoría freudina de la sexuali- mo tal y frente al campo de los objetos que simultáneamente
dad está en Más allá del principio de placer, donde Freud produce, el significante instaura al ser en la existencia y lo
introduce la pulsión de muerte. Si bien Freud trata de legi- coloca en el camino inexorable de la muerte.
timar en la biología el principio de un retorno a un estado Al agujerear lo real, el significante produce los vacíos abis-
anterior de la materia es útil señalar que para extender este males que implica toda determinación de bordes y límites,
principio a la sexualidad debe basarse en esa fuente inespe- toda distinción entre un adentro y un afuera. Toda dife-
rada que es el mito platónico del andrógino. renciación entre el U no y los otros.
La lectura que hace Lacan del texto freudiano permite 2] El retorno a lo indiferenciado: al plantear los límites
abrir más claramente una nueva dimensión, la de la expe- el significante plantea la necesidad/ posibilidad de su trans-
riencia clínica, que fundamenta esa especulación. gresión y es así que el deseo es deseo de transgresión del
"¿En qué momento nos habla Freud de un más allá del límite entre el sujeto y el objeto en un afán de fusión o co-
principio del placer? En el momento en que los analistas munión canibalística que culminaría con la "indiferencia-
están comprometidos en la vía que Freud les ha enseñado ción primitiva" del sujeto y del objeto y en la muerte de
y creen saber. F reud les dice que el deseo es sexual y ellos ambos. Si limitar es matar, borrar los límites es morir.
lo creen. Es, justamente, su error. No comprenden lo que La instauración de los límites deja al sujeto en la incom-
eso quiere decir. " 22 pletud y funda el deseo de transgredirlos. En esto, tanto el
¿Es que niega aquí Lacan el carácter sexual del deseo, con- deseo como el amor son deudores de la muerte. La ley de
prohibición del incesto como ley sería entonces la ley mis-
11
J,1n¡ur ~ Lacan, Seminario sobre la angustia, mimeo., 1963.
11 23
j.1tqut'\ Lacan (1955), Seminario Il, citado, p. 265. Cf en este volumen "Las pulsiones y la muerte".
'l,H EL AMOR Y LA SEXUALIDAI> FRJDA SAAL 269
111,\ del deseo. La que ordena desear.
(Libro VII) (1959-1960), pero luego no es retomada en los
"Es siempre en la junción del habla, al nivel de su apari- seminarios ulteriores. Me veo aquí obligada a una breve ex-
ción, de su emergencia, de su surgencia, que se produce la posición por considerar que es un punto fundamental para
manifestación del deseo. El deseo surge en el momento de entender la estructura del deseo y de los objetos en cual-
encarnarse en una palabra, surge con el simbolismo. " 24 quier teorización sobre la sexualidad y el amor.
3) Correlato narcisístico y agresividad: el tema de la lucha Das Ding es la Cosa, símbolo de la Gran Carencia que
a muerte con el doble es un tema tradicional de la literatu- se instaura en la junción de lo simbólico y lo real. Como
ra que Lacan trabaja en el texto sobre el estadio del espejo significante absoluto (no remite a otro significante) Lacan
y en otro texto contemporáneo del mismo que lleva por lo define como lo "fuera del significado" (le hors-signifie').
tÍtulo "La agresividad en el psicoanálisis". Es un intento Por lo mismo es ~quello que siendo condición de lo nom-
de deslindar la especificidad del concepto en el interior del brable escapa a todo lo nombrable. Actúa como motor del
campo psicoanalítico y su interrelación con el resto de la deseo, que no puede alcanzarlo, en tanto no puede nom-
teoría. La tesis fundamental es:
brarlo. El pasaje de la demanda por los desfiladeros del sig-
"La agresividad es la tendencia correlativa de un modo nificante encierra el imposible de lo innombrable del deseo.
de identificación que llamamos narcisista y que determina El deseo, dirigiéndose a la Cosa, produce y encuentra las
la estructura formal del yo del hombre y del registro de cosas, que están en la junción de lo imaginario y lo real,
entidades característico de su mundo. " 25 Eros y T ánatos recortes de lo real producidos por lo imaginario, represen-
aparecen aquí como tendencias correlativas presentes desde tantes sustitutivos de la Cosa, sustitutos siempre incomple-
siempre .en el sujeto.
tos, siempre fallidos. Es el camino por el cual hacemos la
Vistos estos tres aspectos con que someramente defini- realidad con el placer en esta búsqueda del placer.
mos la pulsión de muerte, volvemos ahora, a partir de ellos, Das Ding pone en movimiento lo que el hombre produce,
sobre el estatuto reconocido a la sexualidad en el momento la cultura, intentando manejar la carencia y los encuentros
de la aparición en la teoría psicoanalítica de la pulsión fallidos con las cosas. A~í trata de negarla, de sustituirla,
de muerte.
de rodearla, de llenarla. Estas son las funciones que Lacan
Quisiera por ahora adelantar la tesis que organiza el tema atribuye a la ciencia, el arte y la religión.
mencionado teniendo en cuenta las características con que El arte es un modo de organización alrededor del vacío,
hemos señalado a la pulsión de muerte. Dicha tesis es: donde el objeto producido no tiene ninguna pretensión de
Eros es Tánatos ser la cosa real. El hiperrealismo de Magritte llega a decirlo
debajo de la perfecta ejecución de una pipa: "Esto no es una
A fin de poder avanzar deberemos hacer un pequeño ro- pipa"; la pintura de Cézanne está en esta misma línea de
deo sobre la conceptualización lacaniana de la diferencia diferenciación.
entre la Cosa (dasDing) y las cosas o los objetos (diesache). "El arte, dando la limitación del objeto, hace de este ob-
Enigmáticamente esta conceptualización es aportada por jeto otra cosa, no hace más que pretender imitar los objetos
Lacan en el seminario sobre "La ética en el psicoanálisis" y es en tanto que el objeto está instaurado en cierta rela-
ción con la Cosa que está hecho para cernirla, presentifi-
1
J,,lq ues Lacan (1953), Seminario II, cit., p. 273. carla en su ausencia. " 26
,, ~1.I-Kqucs Lacan, "La
I¡\ 1/ll , p. 110].
agresividad en psicoanálisis", en Escritos I, tesis 4ª,
26
Jacques Lacan (1959), Seminario VII: L'éthique de la psychanalyse,mimco .
.• 7Q
EL AMOR Y LA SEXUALIDAI• 1Kll)A SAAL 271
"La religión representa los modos de evitar el vacío, ta objeto no puede ser nombrado ni puede dejar de nombrarse
ponarlo y con ello taponar la angustia que representa. Para por medio de significantes sustitutivos que actúan metoní-
la religión el vacío está lleno de Dios. micamente (las cosas son sustitutos insuficientes de la Cosa).
"La ciencia se caracteriza porque rechaza la perspectiva "El deseo está más acá de la existencia, por eso insiste." 30
y la presencia de la cosa. El discurso de la ciencia, determi- Esta estructura del deseo como insistente es atemporal y
nado por esta forclusión, por la que lo rechazado en lo sim- al mismo tiempo historizable. En diferentes épocas se han
bólico reaparece en lo real. instaurado códigos del amor donde vemos surgir distintos
"Ella (la Cosa) no puede ser representada por otra cosa, objetos en el lugar de la cosa.
y ella no puede sino ser representada por otra cosa. " 27 1] El amor cortés: es una modalidad amatoria que tiene
Este rodeo sobre la Cosa y las cosas no son sino un pasaje vigencia entre el siglo XI y el siglo XIII y que consiste en un
hacia la explicación misma de la estructura del deseo, que ejercicio poético, ejercido por los trovadores, donde surge
es un deseo sin objeto, pero que no puede sino representar- en primer plano el ideal de la Dama. La Dama, el objeto
se por algún objeto, instaurándose la fuga metonímica de femenino, está colocado de entrada en la inaccesibilidad.
objetos que fungen como sustitutos. Aparece vaciado de sustancia y arbitrario en sus exigencias
La existencia humana se halla embarcada en esta tarea de por las pruebas que impone a aquel que se presenta como
fuga y sustitución, en tanto la Cosa no puede ser nombra- su servidor.
da y no puede sino representarse por ... otra cosa, de allí Lacan, al analizar las características paradójicas de este
que los objetos tengan un carácter decepcionante. modelo amatorio, subraya ese carácter que la Dama adquie-
"El deseo, tal como es revelado por Freud a nivel de lo re, en la ocasión, el valor de representación de la Cosa. La
inconsciente, como deseo de nada ... Aunque siga allí [en función del amor cortés aparece emparentada con la cate-
la Traumdeutung] las mil formas empíricas que puede tomar goría de sublimación, en la medida en que está vaciada y
este deseo, no hay un solo análisis que llegue a la formula- despersonalizada. La Dama aparece allí como un partenai-
ción del deseo. El deseo no está jamás allí, al fin de cuentas, re inhumano en una función de espejo, pero en el sentido
develado. Todo ocurre en los escalones, etapas, grados de límite que no se puede franquear. En tanto limite está
diferentes de la revelación de este deseo ... Dicho de otra separada de aquel que languidece por alcanzarla. Lo que la
manera, detrás de lo que está nombrado, lo que hay es in- poesía cortés tiende a hacer es situar a este partenaire inhu-
nombrable. Y porque es innombrable, con todas las reso- mano en el lugar de la Cosa, de la causa.
nancias que ustedes puedan dar a este nombre, está empa- El objeto elevado a la dignidad de la Cosa. La Dama es,
rentado a lo innombrable por excelencia, es decir, a como la Cosa, inalcanzable, y esto permite la insistencia
la muerte." 28•29 del deseo, eternamente separado de su objeto.
Todo deseo es, por definición, incolmable, dado que su Algunos historiadores se han preguntado por qué apare-
/ /
ce e1 amor cortes en una epoca que por otra parte no se
2 muestra nada propicia a la liberación de la mujer. En realidad
' Jacques Lacan (1960), Seminario VII, citado.
18
Jacques Lacan, Seminario !!, citado, pp. 246-247. no se trata de la mujer, sino de la Dama, del representante
11
' En francés existen las palabras rien y néant que se traducen igualmente de la Cosa, la Dama vacuola. Los límites y prohibiciones
I"" " 11.1da". Lacan al hablar del deseo como "deseo de nada" emplea el rien, fijan un campo de transgresión y por ello determinan una
11•,r.1 11,1d,1 en tanto ausencia de objetos concretos, y no la nada como cesación
,¡.1 "'' F mon ces cabe concluir que el deseo carece de objeto concreto y no
,¡111· ,,, d<"wode la nada. Así corresponde entender la construcción désir de rien. JO Jacques Lacan, Seminario ll, p. 267.
EL AMOR Y LA SEXUALIDAD FRIDA SAAL 273
d, Í.1relevancia especial en el abordaje de la despersonaliza- del organismo vivo de una combinatoria que opera en al-
l l<>nen la psicosis, donde "la desrealización es consecuen- gunos de sus tiempos mediante la expulsión de restos?" 11
8
l i.t de una caída de la imagen virtual bajo la imagen real"; Cuerpo libidinal, mutilado, hecho de bordes y cortes: es
en el lugar que debía ocupar la imagen corporal sólo hay el cuerpo pulsional. La pulsión, abrochamiento del lengua-
vacío. La neurosis se esfuerza en cambio como puede, en je en la carne que mortifica, es siempre parcial. Se presenti-
el campo imaginario, para sostener una imagen virtual. No fica de este modo en el cuerpo en un continuo derivar por
obstante, siempre se producirá un descompletamiento de objetos para encontrar que no es ahí y no es ése el lugar
esa imagen en un punto, punto sin réplica especular, pun- de satisfacerse. Es renovado encuentro de un desencuentro.
to que alude a la superficie misma del espejo, condición para Planteada por Lacan como un montaje surrealista, se ins-
la proyección de imagen. Y este punto sin imagen, borde cribe en la estructura de borde que es el cuerpo, habitando
no especularizable que las leyes de lo simbólico engendran, los orificios, erotizando paredes para hacer un recorrido que
es el lugar donde se inscribirá el objeto a. se va y regresa; circulando, cerrándose en ese borde, zona
El pequeño a se produce como desprendimiento respecto erógena que antes que frontera es decaimiento de los lími-
del cuerpo del que depende. Pero en tanto parte, pérdida tes. Pulsión, vértigo del sujeto que aparece y aflora en ella,
del cuerpo de la madre, todo cuerpo será objeto a. "Lo que sujeto que, para Lacan, es propiamente el otro, único lugar
hay bajo el hábito y que llamamos cuerpo quizá no es más en el que la función de aquélla puede realizarse.
que ese resto que llamo objeto a. " 9 El objeto a es caída, Si la pulsión sólo puede realizarse al nivel del otro es por-
resto que se ubica en el lugar de causa del deseo y no el que se plantea en el campo del Otro. Y es ahí donde debe
objeto con el cual el deseo se satisface. localizarse la organización del cuerpo en zonas erógenas que,
Así, el cuerpo se constituye como recubrimiento libidi- encadenadamente, van adquiriendo relevancia para langui-
nal que se introduce en sus huecos trazando una organiza- decer luego ante el predominio o poderío de otra . Sin que
ción erógena. La libido inviste, reviste los orificios y al esta afirmación conduzca al planteo tan difundido de una
hacerlo los sostiene en su función de causa. La libido que sucesión de fases de la organización libidinal como progre-
es deseo del Otro: "La libido es la presencia efectiva, como so de una etapa a otra. Asimilado al modelo de la evolu-
tal, del deseo[ ... ] que no es sustancia, que está ahí, al nivel ción biológica, para sostener que el fin genital estaría prefi-
del proceso primario y gobierna el modo de nuestro ac- gurado desde el comienzo y cada fase consistiría en un paso
ceso. "1 º hacia tal meta, buena parte del psicoanálisis se extravió en
El cuerpo se puebla en ese recubrimiento que arroja siem- las sendas confortables de un biologismo adaptacionista.
pre pérdida, ausencia, cuerpo sometido a -¿por qué no?- Pero si pensamos más bien -como lo sostuvo Freud-
mutilaciones libidinales. Curiosa genética esta que, lejos de la genitalidad como un avatar, un accidente entre otros po-
ori entarse hacia la generación de una unidad plena, es per- sibles, todo el razonamiento anterior trastabillea y cobra
manente de-generación~acceso imposible a una totalidad in- una dimensión relevante el papel de la demanda del Otro
1c rada. " ¿Qué se desprende de esta genética si no la fun- en el pasaje -o no- de una forma a otra de organización
9
l'.Íon dominante, en la determinación de ciertos elementos libidinal. Pasaje que en absoluto depende de la maduración
fisiológica del cuerpo sino de los modos que asume esa de-
H //11d, p. 69.
manda. Las organizaciones libidinales son modos significan
·:J·" Libro XX: Aú~, Barcelona,Paidós, 1981, p. 14.
!Jlll '\ I ..1ean, El Seminario. _
11
111 quc\ L,ca n, El Semmano. Libro XI, cit., p . 159. !bid., p . 157.
111 EL CUERPO Y EL LENGUAJE MIRTA BICECCJ 285
t t'" de responder pulsionalmente a la demanda de amor. Y senta como otro que no es y lo que se le da a ver no es
.1-.í,por ejemplo, el paso de la pulsión oral a la anal se pro- lo que quiere ver." 14 Por esto el ojo puede funcionar co-
duc.:cpor "la intervención, la inversión de la demanda del mo objeto a, objeto de la carencia. Precisamente la mirada
otro[ ... ] [pues] no existe ninguna metamorfosis natural de es aquí el resto que hace que la imagen se sustente. La mira-
la pulsión oral en pulsión anal." 12 La inversión de la da como resto respecto del ojo, sosteniendo a éste como
demanda del Otro asoma en esa apropiación que el sujeto Órgano de goce.
hace de ella hasta enunciarla en primera persona. El predo- El cuerpo, en síntesis, es en la dialéctica del objeto a el
minio de una zona erógena y su paso a otra estará regido lugar donde por la puesta en juego de la libido se integra
pues desde el campo del Otro. la sexualidad en la dialéctica del deseo.
Se define el cuerpo como ese mosaico bizantino de zonas
erógenas que no logran articular una unidad. ¿Cómo fijar III. Y AQUEL VERBO FUE HECHO CARNE[ . .. ]
ahora su estatuto en relación al sujeto?, ¿cómo anidar en Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS
un cuerpo reticente a la apropiación, que siempre es pérdi-
da, ausencia o vacío? El cuerpo es objeto a, objeto de la pul- El cuerpo se organiza a partir de lo simbólico, es decir, en
sión que "no es de hecho más que la presencia de un hueco, el campo del Otro. En este sentido el cuerpo se subjetiviza,
de un vacío, ocupable nos dice Freud, por cualquier objeto se hace significante. Pero el sujeto es un significante por-
y cuya instancia no conocemos sino bajo la forma del obje- que "un significante es lo que representa un sujeto para otro
to perdido a minúscula." 13 Placenta, seno materno, heces, significante." 15 En consecuencia, el cuerpo es y no es sig-
orina, voz, mirada, objetos separables del cuerpo, que el nificante; es un conjunto de significantes que señalan la pre-
cuerpo pierde y que el juego del símbolo constituye como sencia parcial del Otro (Aquel verbo fue hecho carne) pero
objetos a en su relación negativa con el falo. es también carne corrompida por la letra, por el decir, Real
En efecto, el objeto a es parte del organismo -organismo del cuerpo por donde se extraña el sujeto. Cuerpo enton-
que, por otra parte, no llega a constituirse como un todo- ces mortificado por el significante, Real del cuerpo morti-
de lo que el sujeto se ha separado para constituirse como ficado, huidizo a toda captura discursiva.
tal. Es así símbolo de la carencia, esto es, del falo; no en En este Real inapresable al lenguaje está el goce, goce ex-
tanto tal sino como falta, menos Fi ( - q>).Por eso es nece- traño al sujeto: "El sujeto en efecto se funda en esa marca
sario que sea un objeto separable en primer lugar y que tenga del cuerpo que lo privilegia y que hace que la subjetiva-
alguna relación con la carencia en segundo. ción del cuerpo domine en adelante todo esto de lo cual
Este objeto, en el plano oral, es el nada, eso de lo que va a tratarse para el cuerpo. El goce desde entonces depende
el sujeto se ha destetado y que, perdido, ya no es nada para de esta subjetivación del cuerpo y se funda en lo que de ahí
él. A nivel de lo anal, donde se da un objeto por otro, son se borra o escapa." 16 Esto que se escapa es lo que denomi-
b s heces que se pierden lo que viene a ocupar el lugar del namos objeto a, el cual asume la función de causa del de-
falo que no se puede dar. En lo escópico, pulsión primor- seo. Objeto que es siempre otro, o~eto metonímico en tanto
dial, estamos en relación al deseo, deseo del Otro. La mira- lo que a la parte le falta para ser el todo, objeto imposible
d., es imaginada en el campo del Otro. "El sujeto se pre-
14
/bid., p. 114.
15
!bid., p. 163.
1 16
/ l/111/.,p. 185. Jacques Lacan, Seminario XIV: la lógica del fantasma, cit., clase del 31 de
11
//,,ti. p. 184. mayo de 1967.
'H,, EL CUERPO Y EL LENGUAJE M!RTA BICECCJ 28
<Jlll' remite a la falta en el Otro. anterior, que hay que situar en el advenimiento del ser vi-
Si el objeto a se ciefine por su radical alteridad en rela- vo, es decir, de la reproducción sexual. La carencia real es
l iún a cualquier objeto, como el objeto Otro, el objeto del lo que el ser vivo pierde por su parte de ser vivo, al re-
Otro, el Otro como cuerpo es el Otro del objeto a. El ob- producirse por vía sexuada. Esta carencia es real porque se
jeto es, por tanto, producto perdido y causa del deseo ins- refiere a algo real, ya que el ser vivo, al estar sujeto al sexo,
taurado y el lugar que genera, el de la falta. Es entonces en ha caído bajo el peso de la muerte individual. Por ello el
el objeto a donde puede asistirse a la escisión del sujeto, es- sujeto no es tanto lo que va tras su complemento sexual
cisión determinada por la pérdida de un resto que la impo- como en la busca de una parte de sí para siempre per-
sición del significante establece. dida." 17
Hay falta en el sujeto y ella es causada por la falta en el Consideraciones que conducen a plantear la insensatez del
Otro a través de un proceso específico que la teoría deno- objeto a y su vinculación con lo Real. Faladé plantea que
mina complejo de castración. La castración es prevalencia el niño al nacer es la cosa, das Ding, arrojado en lo real.
del falo simbólico que abre la dimensión de la falta. Falo Un corte, "tijeretazo efectuado en lo real, permitirá nacer
y objeto a organizan la sexuación del sujeto, la inserción al sujeto y dejará caer un jirón de lo real, ese objeto a que
del cuerpo en el sexo que, al atravesarlo, lo descompleta. ya no tiene nada que ver con la estructura de lo real." 18
Cuerpo consagrado al sexo es cuerpo seccionado, separado El niño duerme en lo real hasta que el significante lo des-
de una parte de él, el objeto a y empujado a la búsqueda pierta. Lo real está habitado por formas y entre ellas una
inacabable de esa parte perdida. Búsqueda que no puede más forma privilegiada es la madre. Las presencias y ausencias
que fracasar una y otra vez porque el éxito conduciría a la de esa forma, como las alternancias, sueño, atenciones, irán
desaparición del deseo por haberse logrado la unión con posibilitando el momento en que el niño reinicie el juego
el objeto. En este aspecto, el cuerpo sexuado se constituye de lo simbólico. Momento que Freud capta en el juego de
bajo el imperio absoluto de la muerte en su doble faz de su nieto, el juego del Fort-daque describe en Más allá del
finitud insalvable y de perspectiva fascinante y utópica principiode placer.La partida de la madre abre una hiancia
de infinitud. y el juego es la respuesta a ella. Ese juego de hacer apare-
Ser sexuado es tener que pasar por la reproducción se- cer y desaparecer alternativamente el carrete sostenido por
xual, figurar como un eslabón más de una larga cadena. Es un hilo es "la automutilación a partir de la cual el orden
exigencia de colocarse en el horizonte a la vez familiar de la significancia se pondrá en perspectiva[ ... ] [porque]
y extraño de la muerte para constituirse como eventual, pa- si es cierto que el significante es la primera marca del suje-
sajero. La pulsión rodea una y otra vez el callejón sin salida to, ¿cómo no reconocer aquí -por el solo hecho de que
de la muerte, por eso es -ante todo- pulsión de muerte. ese juego viene acompañado de una de las primeras oposi-
"La sexualidad entonces queda instaurada en el campo del ciones que aparecen, que es en el objeto en que esta oposi-
sujeto por una vía que es la de la carencia. Aquí se encu- ción se aplica en actos, el carrete, donde debemos designar
bren dos carencias. U na se debe a la falta central en torno al sujeto? A este objeto, ulteriormente, le daremos un nom-
;l la cual gira la dialéctica del advenimiento del sujeto a su bre en el álgebra lacaniana -la a minúscula." 19 Y este ob-
propio ser en la relación con el Otro -por el hecho de que
1·1-.ujeto depende del significante y de que el significante 17
1•,1 ., en primer lugar en el campo del Otro. Esta carencia Jacques Lacan, El Seminario. Libro XI, cit., pp. 210-211.
18
S. Faladé, op. cit., p. 42.
, 11·111· ,l proseguir la otra carencia, que es la carencia real, 19
Jacques Lacan, El Seminario. Libro XI, cit., p. 72.
'HH EL CUERPO Y EL LENGUAJE M!RTA BICECCJ 289
Jt'I o es luego reemplazado por su propia imagen en el espejo tiene: "la ecuación cuerpo igual falo está en la constitución
.1 l ravés de la cual el sujeto se anticipa a esa posición de ob- de la anatomía imaginaria. " 23
Jl'to a en la que se ubica el cuerpo. Nada mejor que la clínica para ilustrar la relevancia de
Según Leclaire, "la castración es, efectivamente, la toma esta anatomía imaginaria inducida desde lo simbólico. Y na-
en consideración, sin rodeo y sin compromiso, de lo irra- die mejor que la histérica para enseñarnos en primer lugar
cional por excelencia que es el objeto a"; 20 y el falo, en que el cuerpo psicoanalítico en nada depende del cuerpo
relación al cual se debe pensar la castración, debe ser al fisiológico. La histérica que trata a su cuerpo como falo en
mismo tiempo letra de la falta y único emblema del obje- el intento de seducción, para ubicarse luego como objeto
to. Esto quiere decir que la primacía o prevalencia del falo a, resto caído y causa vigente del deseo del Otro que debe
tiene dos sentidos que, siguiendo a J.A. Miller21 pueden de- mantenerse en pie, a toda costa. Porque en el (des)encuen-
limitarse de la siguiente manera: tro sexual ella no' puede sino renegar de su ubicación de
1] Es ordenador de la serie de pérdidas de objeto, pérdidas objeto para quedar a salvo de lo que el éxtasis orgásmico
que dan lugar a la constitución de las ecuaciones fálicas.22 arrojaría: su cuerpo hecho mil pedazos; el fantasma de cuer-
2] Como lugar, es el significante de la falta: su opuesto po fragmentado que retorna con particular violencia.
simbólico es la castración y no hay elemento femenino que En la histeria de angustia, por otro lado, el cuerpo es vi-
le corresponda. La falta resulta así organizadora de la se- vido por el fóbico como el falo del Otro, en el momento
xualidad para ambos sexos. en que hay una caída de la madre fálica. Por ello huye para
Ambos sentidos posibilitan la indispensable distinción en- ponerse, para poner al falo a salvo de la castración, de la
tre el falo simbólico como función de la castración en ge- devoración materna. La madre mutila al fóbico al ver en
neral y el falo imaginario, con sus posiciones negativa -que él otra cosa que él mismo, su falo que debe estar a resguar-
indica que el sujeto nunca está a su altura- y positiva, que do de la Ley del padre.
suple y clausura imaginariamente la falta constitutiva de su ¿Qué ocurre entonces con el obsesivo? Su problema es,
estructura. El falo simbólico ordenará la serie de objetos sin duda, tener que vérselas con un cuerpo, tener que arras-
que, puestos en relación entre sí por la mediación de aquél, trar, soportar un cuerpo que él preferiría estatua o cadá-
adquirirán un valor imaginario de falo positivo ( + q>)o ver; un cuerpo que la pulsión de muerte inmoviliza en una
negativo ( - q>)que estará determinado por el lugar que ocu- posición pasivizante permitiendo la erogenización del pen-
pen en el deseo del Otro. samiento y deslibidinizándolo. El obsesivo se hace el muerto
Pero la ecuación central, productora de todas las demás, para poder sostener así esa intimidad secreta con su madre
es, desde los Tres ensayos de teoría sexual, la que establece en la que se juega su goce, lugar de elegido cuya ocupación
falo = niño. En esta ecuación es preciso ubicar el lugar del deberá pagar toda su vida. Desde aquí habrá que entender
cuerpo en el fantasma, porque todo cuerpo nace investido los autorreproches, las formaciones reactivas, el delirio de
como falo imaginario, sustituto del pene que la madre no tocar; desde ese lugar imposible que lo mantiene fuera, a
resguardo del mundo, es decir, en lo in-mundo. Por supo-
io S. Leclaire, Desenmascarar lo real, Buenos Aires, Paidós, 1975, p. 39. sición de falo positivo, asistimos en la neurosis obsesiva a
1
j.A . Miller, "El objeto a y el falo. Fórmulas de la sexuación", en Analí-
111,~', n~1m._3/4, Caracas, Ed. Ateneo, p. 90. . ., .
23
· Cf S,gmund Freud, Sobre las trasmutaciones de la pulszon, en particular G .L. García, "La ecuación cuerpo igual falo y su relación con el simbo-
, / ,·/ r111// \ 11111 anal, en Obras completas, tomo XVII, Buenos Aires, Amorrortu, lismo", en Cuadernos Sigmund Freud (Publicación de la Escuela Freudiana de
1•.1·•1, p IU Buenos Aires), núm. 3/4, 1974, p. 47.
"'º EL CUERPO Y EL LENGUAJE MIRTA BICECCI 291
l.1doble imposibilidad del objeto a: es, por una parte, obje- en el cuerpo. En La tercera25 Lacan sostiene que el objeto
to sumergido en lo Real pero, por otra, hay un impedimento a se localiza en ese sitio plus de jouir que dibujan la inter-
h:tsico, una prohibición esencial, para la constitución de la sección de lo simbólico con lo imaginario y lo real. Imagi-
serie metonímica de los objetos cuya posibilidad es el des- nario del cuerpo, real de la vida, simbólico del lenguaje. Un
prendimiento de restos; y el obsesivo acumula, se aferra al nudo borromeo ilustra esta confluencia, nudo que permite
objeto, no puede desprenderse de sus restos. En la histeria, inscribir y distinguir el goce fálico y el goce del cuerpo.
en cambio, el cuerpo ocupa el lugar de falo negativo y, lu- El objeto a en su imposibilidad es el plus de goce(plus de
gar de la carencia, es objeto a. jouir), representa el goce que siempre se escapa al sujeto,
¿Cuál es el destino del cuerpo en la perversión? La iden- la diferencia inasible entre placer buscado y placer obteni-
tificación con la madre fálica nos guía: el perverso traza una do, la otra vuelta, el más que la pulsión exige. Plus de goce
estrategia para conservar esa identificación con la madre do- montado sobre la ausencia de goce.
tada de pene, engaña y se engaña y en el engaño mismo está
el goce que la renegación de la castración produce. Así, el
travestista quiere ser mirado como una niña-mujer que es
cuerpo
el falo, mientras que el fetichista -cuya posición es prin-
cepsen este campo- utiliza el objeto fetiche para sostener
la creencia en el pene de la mujer-madre. Si se recuerda que
para el niño el falo es el centro del deseo de la madre, él
puede ubicarse en diferentes posiciones para, desde ellas, en-
gañar ese deseo: puede identificarse con la madre como fa-
lo, con la madre como portadora del falo o pretenderse él
mismo portador del falo. De esta manera le atestigua que R s
puede colmarla, no sólo como niño, sino por lo que le falta.
En todos los casos algo en común puede apreciarse: el ob-
jeto a, organizado desde la prevalencia del falo encuentra JA: goce del Otro
su posición en una red de imposibles que llamamos lo Real. J<P:goce fálico
Y el síntoma entonces es eso que viene de lo Real y a veces a: objeto causa del
encarna en el cuerpo. "La muerte y el sexo participan por deseo (plus de goce)
su parte de lo real en ese lugar de lo incompatible, entre
Nudo borromeo que ilustra la posición dl'l objeto a en la intersección
falta y palabra. " 24 de los tres registros y el lugar de los dos goces. Cf J. Lacan: La tercera,
op. cit., p. 182.)
IV. Y SIN ÉL NADA DE LO QUE HA SIDO HECHO, FUE HECHO
Esa ausencia es a un mismo tiempo requisito para el esta-
Sí, sin él nada fue hecho, fue hecho nada, sin él sólo fue blecimiento del goce y está en 1~base de la sustracción del
de-, hecho. goce del cuerpo al goce fálico. Estos, separados definitiva-
FI '>Íntoma es sintomático de lo Real. Malestar del sujeto
25
Cf Jacques Lacan, La tercera, en Actas de la Escuela Freudiana de París,
1S, Ln:l.1itl', op. cit., p. 18.
cit., pp. 159-188.
-"'-' El CUERPO Y EL LENGUAJE MIRTA BICECC I 293
111ente, se regirán desde determinaciones diferentes, sobera- go por la muerte o el juego de la muerte en la vida: "verda-
11.\s cada una en sí misma. dero secreto de lo lúdico, a saber, la diversidad más radical
El goce fálico es el goce del órgano y por tanto, afirma que constituye la repetición en sí misma. " 28 La repetición,
Lacan, se ubica fuera del cuerpo, regido desde lo simbóli- regida desde lo simbólico es retorno fracasado, retorno im-
co. El goce del cuerpo, por su parte, es el goce del Otro. posible al objeto que es lo real del objeto a en el cuerpo.
Yo no goza, es el Otro quien goza en mi cuerpo, fuera del Someter el cuerpo a todos los excesos imaginables (alco-
lenguaje, autárquicamente, rotas las amarras de lo simbólico. hol, drogas, tabaco) se inscribe pues en ese intento de vol-
Ahí, en el cuerpo, se nos presenta el significante en su ver al mismo sitio donde el cuerpo real fue perdido por la
estado mas ' puro, como 1etra: "l o mas . o 1o mas
' vivo ' muer- encarnación del significante. Puesto por éste siempre en un
to que hay en el lenguaje, es decir la letra; es únicamente límite frágil con la i;nuerte, el cuerpo busca el momento mí-
a partir de ahí que tenemos acceso a lo real. " 26 tico en que la carne no estaba todavía infectada, estropeada
Torna así el cuerpo a su cargo una empresa doble, ofre- por la palabra.
ciéndose como único lugar para objetivos enfrentados y en La existencia del cuerpo como ese real inabordable al sig-
discordia: conservar la vida y realizar este más allá del pla- nificante distingue el enfoque psicoanalítico de cualquier
cer que es el goce. Todo parece indicar que el último obje- formalismo que pretende hacer del sujeto un dato perfecta-
tivo perturba al primero, o, más aún, tiende a disolver el mente calculable y previsible. El interrogante vivo abierto
orden orgánico: "Basta una nada para que el cuerpo se en- por las denominadas afecciones psicosomática s, cuestionán-
cuentre virtualmente deshabitado: en ese momento es sólo donos desde ese real imposibilitado de advenir a lo simbó-
un esqueleto, carne, un despojo por anticipado." 27 Cuer- lico, es prueba irrefutable de la existencia del goce como
po sufriente, cuerpo real, cuerpo dispersado. Cuerpo enlo- el más allá de toda comprensión (bio)lógica.
quecido, arrebatado ... al sujeto que, recluido, vive su Por otra parte, ¿qué mejor testimonio de que el cuerpo
tormento en él. no es del sujeto que la aceptación del dolor y el sufrimiento?
El sujeto, efecto del significante y de la lógica que este Como tal se constata en la entrega del cuerpo a una causa
último engendra, tiene como lugar el cuerpo; lugar en el -la causa del Otro-, en el discurso épico, en las artes mar-
que, lejos de encontrarse, se extravía. El sujeto es efecto im- ciales donde la belleza del músculo desgarrado y la sangre
posible, disyuntiva insoluble de esos dos campos conver- chorreante son las marcas del ingreso a la gloria y a la
gentes; sujeto por tanto sometido a presiones diferentes: la historia.
del deseo marcado por el significante que le otorga una exis- ¿De qué se desembaraza el suicida?, ¿del mundo o de la
tencia sumisa a la metáfora y la metonimia, y la del goce palabra que anida las hiancias del cuerpo? Intento fallido
que, ubicándose fuera del significante -en el objeto-, re- este último, ya que al asesinato del significante sobreviene
torna siempre al mismo lugar porque está del lado de lo la muerte del cuerpo.
real. El goce es retorno, repetición, pulsión de muerte. Los orificios del cuerpo lo organizan como hiancia que
Repetición: el goce exige lo nuevo, más, es exigencia re- estructura el inconsciente. Por sus orificios se dice un saber
¡wt ida una y otra vez. La repetición es reaparición de lo del que el sujeto nada sabe en tanto se instala en la separa-
M,-,mo bajo la apariencia de lo Otro, la vida puesta en jue- ción entre cuerpo y goce.
Es aquí donde puede plantearse el interrogante de cómo
,,, //,,,/,, p 184.
', L,·, l.111
(', o¡,. cit., p. 41. 28 Jacques Lacan, El Seminario. Libro XI, cit. , p . 71.
liJj
El CUERPO Y El LENGUAJE
1·1gott' es manejable a partir de lo que Lacan llama sujeto- VIII. LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE
·ntlor de goce. El sujeto-valorde goce implica la anulación del
goce por la instalación de la estructura de la castración, es J. DA VID NASIO''
decir, anulación del retorno al objeto y subjetivación del
deseo en las series metonímicas de lo original y lo inédito.
Es la estructura de la repetición producida por la castración.
"El sujeto se encuentra en el medio, entre el cuerpo que
goza y el goce que se instala. Curiosamente, el hecho de
que el sujeto sea rechazado a los bordes del goce es la con-
dición para que un cuerpo, al gozar, se subjetivice. El cuer-
po goza sin el sujeto, sólo entonces pertenece al sujeto." 29 I. LA FORCLUSIÓN (10 de mayo de 1982)
Goce es goce del Otro y sufrimiento del sujeto.
Presencia de la dimensión del goce que el lenguaje abre, Hoy les voy a hablar de la forclusión y vamos a detener-
el lugar del cuerpo es encrucijada, disyuntiva ineludible entre nos, en particular, en la teoría del significante vista bajo un
una ética de la vida y una estética de la muerte. ángulo que nos permitirá precisar qué es la forclusión.
Retomemos primero lo que decíamos la última vez. Los
que estaban ahí pudieron escuchar, en la primera parte, el
intento de precisar lo que yo entiendo por "formaciones
del objeto a". Al final, comenzaba a aproximarme al con-
cepto de forclusión. ¿Por qué la forclusión? Para investigar
si, tal como ha sido desentrañada por Lacan a partir de
Freud, podría dar cuenta de las formaciones del objeto a.
En pocas palabras, dije que el concepto de forclusión podía
ser abordado según dos constelaciones de conceptos: en re-
lación con la represión y, en particular, con el saber y en
relación con la teoría del significante.
¿Cómo distingue Freud la represión de la forclusión? Pre-
cisemos primero que Freud no llama a eso forclusión. Uti-
liza el término de verwirft que Laplanche traduce por rejet,
rechazo. Freud dice, en Las neuropsicosisde defensa: "el yo
desestima [verwerfen] la representación insoportable [in-
conciliable, en la traducción francesa utilizada por el autor]
... como si la representación nunca hubiera comparecí-
[295]
"''' LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DAVID NASIO 297
do." 1 Recuerdo, para orientación de los lectores de este Me falta agregar todavía un punto concerniente al saber:
texto, que Freud distingue tres destinos, tres defensas, con- F reud dice que reprimir es no querer saber nada, pero en
tra la representación inconciliable. Sitúa las dos primeras vano, puesto que hay formación de síntomas que gritarán
bajo el término de "represión"; la tercera será la forclusión. al sujeto lo que él se rehúsa a saber; así pues, la represión
La primera, la sustitución por el Y o de la representación siempre· fracasa. Pero eso que el sujeto no quiere saber y
inconciliable por otra representación, es el mecanismo tÍ- que el síntoma de todas maneras le gritará, él lo había sabi-
pico de la neurosis obsesiva. En la segunda, el Y o convierte do ya en un primer tiempo. Esto es muy importante para
la representación inconciliable en síntoma del cuerpo; es permitir la distinción con la forclusión: todo se jugará ahí.
la conversión histérica. Pero, tanto en un caso como en el En la represión, se trata de no querer saber nada de la cas-
otro -y ésta es la especificidad de la represión-, la repre- tración, péro de una castración que ha tenido lugar, que el
sentación inconciliable es de la misma consistencia, de la sujeto ha atravesado, sufrido. Para la forclusión es diferen-
misma naturaleza que su destino, mientras que, en la for- te: si ustedes toman la explicación que dan Freud y Lacan
clusión, el retorno, el destino es de una naturaleza hetero- de la alucinación del hombre de los lobos, verán que el su-
génea a la representación. Tal es la primera y gran diferencia jeto no quiere, en efecto, saber nada de la castración; pero
entre represión y forclusión. Freud dice, al respecto, dos Freud agrega que sus síntomas son de tipo anal, lo que da
cosas importantes: la representación, en el caso de la for- a pensar que el sujeto ha quedado atado a una posición fe-
clusión, sufre una acción muy enérgica y eficaz y, segun- menina en su relación con el padre; entonces, dice Freud,
do, el retorno se hace en la realidad bajo la forma de una ese sujeto no ha tenido acceso a la castración. En la forclu-
alucinación tan claramente vivida por el sujeto que tiene sión, el sujeto no quiere saber nada de la castración, pero
el alcance, la fuerza de una realidad indiscutida. Para expli- de una manera diferente que en la represión. No quiere sa-
car esto, Freud utiliza, en el mismo texto, una fórmula que ber nada de una experiencia que él no conoció, a la cual
encuentro muy difícil: "El yo se arranca de la representa- no ha tenido acceso. Si, como la represión, la forclusión
ción insoportable [inconciliable], pero ésta se entrama de fracasa, la dificultad reside en el hecho de que el fracaso de
manera inseparable con un fragmento de la realidad objeti- la forclusión no se manifiesta en la emergencia de un sínto-
va, y en tanto el yo lleva a cabo esa operación, se desase ma, sino por la reaparición en lo Real de eso a lo que el su-
también, total o parcialmente de la realidad objetiva". 2 jeto no tuvo acceso, por el retorno, desde afuera, de la ex-
F reud agrega que, solamente pensando que la representa- periencia bajo la forma de una alucinación intempestiva que
ción es rechazada con un fragmento de realidad pegado a tiene la nitidez de una realidad indiscutida. Tal es. el senti-
ella, puede uno comprender que la alucinación dé ese ca- do de esta frase de F reud: " ... el Y o desestima [verwerfen]
rácter tan real, tan propio de la realidad del objeto percibi- la representación insoportable [inconciliable] junto con su
do. Voy a dar el ejemplo de la jovencita histérica engañada afecto y se comporta como si la representación nunca hu-
por un joven que no llega. Pasando el último tren, vuelve biera comparecido". Esta frase es contradictoria: en efecto,
,\ la casa y va al jardín donde escucha su voz; a partir de ¿cómo se puede rechazar algo a lo que no se ha tenido acce-
c,e momento, dice Freud, vive el feliz sueño de estar con él. so, que no ha sido integrado a nosotros, que no está inscri-
to? En esta pregunta se va a jugar el concepto lacaniano de
1
Freud, las neuropsicosis de defensa (1894),
'>1¡;1111111d 0.C., tomo III, Bue-
la forclusión.
11m i\111·,, Amorrortu, 1981, p. 59. Vamos a plantearnos tres preguntas:
' ( >¡,.'11 ' p. 60. l. ¿Cuál es el elemento forcluido?
"Id LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE 299
J. DA VID NASIO
d., dt· ,1lgoque uno ha llamado, es una no inscripción ahí S/S 2 desde el punto de vista de la metáfora y de la meto-
donde hubiera debido haberla. nimia). La lógica que subtiende la relación de S1 a S2 es
aquella del U no y del todo, o de la relación entre la exis-
P,1raver mejor esto, retomemos la teoría del significante. tencia y el universal. El todo y el universal, tanto el U no
Como siempre cuando abordo abstracciones, me encuen- como el otro, son particulares: se trata de un todo no-todo
tro delante de un nudo borromeo: al pasar por ciertos con- y de un universal no completo. Quiero decir que es por-
ceptos que tienen relación con las matemáticas o con la arit- que hay U no que el todo estará en falta de ese U no. Se pue-
mética, la concepción que yo tengo cambia; es lo que pasa de hacer la imagen de una red, un tejido del que se retira
con la alucinación. En efecto, si yo digo que ésta es un ele- un elemento para ponerlo en la orilla de la tela. Así, es por-
mento excluido que reaparece en lo Real, no me hago la que hay Uno que.no está en el todo que el todo tiene con-
misma idea de ella que si pienso que algo primordial no fue sistencia en tanto que tal. Toda la lógica se juega ahí: es
inscrito y, p,ara comprender esto, estoy obligado a estudiar necesario U no que esté fuera para que los otros puedan li-
la teoría del significante en Lacan. Voy a ser breve para po- garse, entrar en relación, estar juntos. Es necesario Uno fuera
der después abordar el Nombre-del-Padre. de la casa para que la familia permanezca unida y, ustedes
Dejo de lado la definición del significante para entrar rá- lo adivinan, es el caso del Padre. Hace falta Uno afuera pa-
pidamente a lo que nos interesa hoy. En Lacan, hay dos ra que los otros consistan; es necesario que Uno ex-sista para
significantes, eso que uno puede llamar el par significante: que los otros consistan.
S1 y S2 • En S1, el índice 1 indica que se trata de un solo sig- Pero las cosas se complican todavía más porque, a esta
nificante, que es uno solo en un enunciado. Es el caso, en pareja de la ex-sistencia y del todo, a esta p~reja del U no
el relato de un paciente, de la interrupción, del punto de y del no-todo, de S/S 2 , nos falta agregar dos términos: el
discontinuidad considerado como un dicho en el que el su- sucesor y el cero. El sucesor es un lugar al cual vendrán
jeto emite sin saber lo que dice: no es el sueño lo que es sucesivamente los S1 que harán ex-sistencia. El S1 no sólo
interesante en la exposición que hace, sino el olvido de un ex-siste, está también en el lugar del sucesor. Pero él no da
detalle, la vacilación del sujeto: "yo no recuerdo ... creo consistencia al conjunto de los otros, de todos esos que han
que era eso ... ". El punto significante de un relato, son sus pasado ya, sino con la condición de que haya habido, al co-
puntos de suspensión, los momentos de duda, de tropiezo. mienzo, Uno que no sea el sucesor de nadie. S1 estará en
Todo esto para decir que el significante S1 es siempre un el lugar del sucesor y hará consistente el conjunto con la
punto de discontinuidad en el relato, único, solo. Pero un condición de que haya habido, al principio, el cero, el nú-
significante, si está solo, no es el único: S1 está ligado a mero que no es el sucesor de nadie. La pregunta por la for-
otros significantes -S 2- teniendo la estructura de una ca- clusión se juega sobre este lugar del sucesor .
dena, llamada por Lacan el saber inconsciente. Pero, antes de explicar esto, me falta aún precisar dos cosas:
Todo el problema de la definición del inconsciente, to- el lugar del sucesor, y el S1 que viene en este lugar, está li-
dm, los problemas del significante pasan por la relación de gado a la serie de los otros de tal manera que, si ustedes
1·stm dos términos, S1 y S2. En la célebre fórmula: "un sig- anulan el lugar del sucesor, la serie de los otros que prece-
111f1t ,une representa el sujeto para otro significante", lapa- den se deshace, se descompone, pierde su articulación. El
l.il11-;1 t-1.\vc,difícil, es la palabra para. Es ahí donde se juega ejemplo que da Lacan para comprenderlo es el nudo bo-
,•I ¡i1 ohkma de la forclusión. ¿Cómo? (dejo de lado una se- rromeo tal como yo lo he representado.
1-it:di prohkma s como los diferentes accesos de la relación Es un nudo de cuatro, pero dibujado de tal manera que,
LA FOR CLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DAVID NASIO 303
si ustedes cortan el último, los otros se deshacen. Este nudo Recuerden ustedes lo que habíamos dicho a propó sito del
podría ser también de cinco, seis o n lazadas, con la misma Padre: para Freud es antes que nad a un semejante, un rival,
disposición. El lugar del sucesor, y el elemento Uno que el pequeño otro, alguien a qui en uno ama , alguien a quien
viene a ocuparlo sucesivamente, es la condición sine qua non uno odia. Es un otro minú sculo qu e el niño mata cada vez
para que la familia se sostenga, para que los otros signifi- que descubre que su padre no lo sabe todo; lo mata en cada
cantes no se deshagan, para que la serie sea consistente. Me poema que hace, en cada una de sus mentiras. En efecto,
falta una tercera condición, es el elemento vacío, el cero toda metáfora es un pequeño crimen, un asesinato. Es por
que yo evocaba poco antes, pero no hablo de ello por el eso por lo que yo les decía que hemos asesinado y ase-
momento para poder abordar la cuestión de la forclusión. sinaremos muchos padres. Pero si hay muchos padres asesi-
Segunda observación: el elemento S1 en el lugar del su- nados en el transcurso de una vida, no hay sino un solo
cesor no es solamente el que da la consistencia a la serie. Padre muerto, antes de nuestro nacimiento, un Padre pri-
Se le puede considerar desde otro punto de vista, bajo otro mordial muerto. Es porque está muerto por lo que todo
,1ngulo , y llamarlo el Nombre. Así, en lugar de ser un ele- el edificio se sostiene. De la misma manera que hay muchos
ment o sucesor en una serie de números naturales, es el padres asesinados y un solo Padre muerto, hay muchos nom-
l'lemcnto que nombra a todos aquellos que ya han pasado; bres de padres, pero no hay sino un solo Nombre-del-Padre.
el sucesor o el elemento en el lugar del sucesor es el nom- Es por eso por lo que Lacan había dado a su Seminario de
lm: de la serie que este elemento hace consistente. 1964, que no tuvo más que un a sesión, el siguiente título:
L\ can, en su seminario De un otro al Otro, ha dado el los nombres del Padre. El misterio del Nombre-del-Padre,
ejemplo del conjunto infinito de los ordinales finitos, el con- si bien no puede ser resuelto de una vez puede ser enfoca-
j i111t n infinito de los conjuntos finitos, los conjuntos fini- do distinguiendo el lugar y el elemento que viene en este
' 1.>s111de ,\do s, coleccionados, reunidos bajo el nombre de lugar: el Nombre-del-Padre es el lugar único en el cual ven-
1111l 1_1111111110infinito N. Podemos suponer entonces que N drán a sucederse una multiplicidad de nombres hasta el in-
rn1 LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DA VID NASIO 305
1111110. Seme preguntaba hace poco lo que quiere decir ins- bien, nos permite sacar corolarios importantes para pensar
l nhirsc por fuera; pues bien, el lapsus que comed hace un el desencadenamiento de la psicosis:
111<;t.1nte
es una inscripción por fuera; una metáfora es una l. No se trata solamente de que una Madre desee y que
inscripción por fuera y, cada vez que hay metáfora, un su deseo sea significado por un significante (dejemos de la-
nombre, uno más, viene a inscribirse en este lugar de la do el hecho de que sea el significante fálico), sino que la
ex-sistencia, en este lugar exterior, en este lugar del suce- metáfora paterna no será la metáfora del significante del de-
sor. El Nombre-del-Padre es, en primer término, un lugar, seo de la madre más que en la medida en que este último
incluso si Lacan habla de significante del Nombre-del-Padre, invoque el Nombre-del-Padre, en el sentido de reconocerle
que es un término que se presta a confusión porque incita una palabra e, incluso, una autoridad. El deseo de la ma-
a buscar un significante preciso; si ustedes buscan el signifi- dre, entonces, no es suficiente: es necesario el deseo de una
cante del Nombre-del-Padre, es necesario buscar un sig- madre que reconÓzca que una palabra viene de afuera, del
nificante cualquiera en el lugar del Nombre-del-Padre, que Padre. Se puede pensar, desde luego, que una de las condi-
no puede ser más que el S1 llegando, en el momento de la ciones del desencadenamiento de la psicosis no es tanto que
metáfora, a ocupar este lugar exterior de la ex-sistencia. Una la madre sea demasiado protectora o frustrante, sino que ella
parte de la clave que permite comprender la forclusión del no hable bastante de la palabra del Padre.
Nombre-del-Padre consiste en comprender que el Nombre- 2. Segundo corolario. La madre, por deseante que sea,
del-Padre es el lugar del sucesor al cual llegan sucesivamen- viene a ocupar un lugar de objeto a en relación con el padre.
te, hasta el infinito, los significantes, que uno puede llamar ¿Cómo el padre, un padre ordinario, se acomoda en este
los nombres. lugar paterno de la excepción, de la ex-sistencia? Y o decía
Pero es verdad que el Nombre-del-Padre es todavía algo poco antes que uno se acomoda ahí, en general, muy mal.
distinto de un lugar. Es también una metáfora. Diciendo Pero se acomoda ahí todavía peor, si se quiere hacer de este
esto, considero al mismo fenómeno desde dos puntos de lugar de excepción un lugar ideal; se es entonces el padre
vista diferentes: si lo considero desde el punto de vista del que viene a dictar la Ley sobre todo, como lo hizo el pa-
lugar del sucesor, digo que el Nombre-del-Padre es el lugar dre de Schreber, padre legislador, magistrado, educador. El
del sucesor; si lo considero desde el punto de vista del tér- problema del padre, de este padre ordinario, es el de sufrir
mino del elemento que viene a ocupar este lugar, yo diría la posición de estar solo y de no hacer de esta soledad un
que es uno de los nombres posibles del Padre. Pero, en la ideal. Espero que ustedes re-sientan, con estas últimas pala-
expresión "metáfora paterna", hay algo en particular, la in- bras, la razonancia [raisonnance]en relación con el analista.
troducción de la Madre: hay el lugar del Nombre-del-Padre,
hay nombres hasta el infinito que vienen a inscribirse, pero Armados así podemos concluir, decir en qué consiste la for-
rnn la condición de que una Madre desee. La metáfora pa- clusión: quizá no es la exclusión de un significante fuera
t l'rna es un nombre que se ubica en el lugar del Nombre- de lo simbólico, puesto que la consistencia simbólica im-
dl'l-Padre, en el lugar del sucesor, y ese S1 cualquiera -que plica que un significante esté ya excluido. Lo simbólico es,
dt·J,\ de ser cualquiera desde el momento en que viene a ocu- se los recuerdo, un conjunto de significantes, más un signi-
p.11l''itc lugar particular- viene a redoblar, a sustituir, a ficante en el lugar del sucesor. La forclusión se produce,
1:n111lcnsarsecon el significante del deseo de la Madre. ¿Cuál a la inversa, cuando no hay este lugar de exclusión, cuando
«:s el ~1~11ificantedel deseo de la Madre?: el falo. ninguno ha llegado a este lugar exterior. La forclusión no
Q11í: interés tiene el plantear así la metáfora paterna? Pues actúa sóbre un elemento, es un proceso interrumpido en la
JU!J LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DA VID NASIO 307
111it.,d de su recorrido, es un accidente de trayectoria, algo de evit.,arla castración, una odiando al padre, la otra amán-
q11c 110 concluyó, algo que no llegó; un significante es lla- dolo. El decía que lo que es patológico, lo que es más gra-
111,,doa este lugar exterior, pero no viene; se lo espera y ve, es amarlo demasiado. Reúno a ese padre tercero con un
110viene. Bien digo que se le espera; en efecto, el Nombre- padre muy amado. Esto me hace pensar en mis discusiones
del-Padre, el lugar del sucesor y los elementos que vendrán con un teólogo (en efecto, cuando uno trabaja la cuestión
en este lugar, que darán nombre al conjunto, ésos son los del padre es necesario hablar con gente que trabaja la reli-
nombres que se evocan, cada elemento llega al lugar del su- gión: conocen mejor que nosotros el problema). Le pregunté
cesor siendo llamado a este lugar. ¿Llamado por quién? Lla- qué era un padre para él y cómo lo definiría. Me respondió
mado por la verdad del Otro. Hay ahí una cosa de la cual que un padre es aquel que da. ¿Que da qué? Que da el amor.
no me había percatado trabajando la cuestión de la psicosis Sin embargo, pienso en lo que acabo de decirles: un padre
y que, ahora, me parece muy evidente: si la forclusión es que da el amor plantea el problema de colocar al sujeto en
entonces la no-llegada de un significante al lugar de la ex- posición de objeto de amor del padre, posición riesgosa, pa-
sistencia, al lugar de la excepción, al lugar del sucesor, no tológica, mucho más peligrosa que el odio al padre. No pu-
se verifica en tanto que no hay un llamado. Para que en de, ciertame~te, contenerme de preguntarle: "¿ Y la madre,
un sujeto se desencadene una psicosis, es necesario que esté entonces?" El se me escapó, se escabulló, diciendo: "Dios
en una relación de transferencia con otro que lo llama, lo Padre es también la Madre", y asestándome el Misterio de
llama a hacer metáfora, a poner un nombre en el lugar del la Trinidad.
Nombre-del-Padre. Es necesario que haya una bomba de Para mí, la madre también da, pero de otra manera: da
succión, una aspiración y que, antes de esta aspiración, se atrayendo. La diferencia entre el don del padre y el don
compruebe que eso no llega. Lo cual nos conduce a un punto de la madre -me dirán lo que piensan de esto- reside en
muy delicado, muy difícil, y que se ve muy claramente en el hecho de que el don del padre es del orden de eso que
Schreber: el desencadenamiento de su psicosis se produce va hacia [va vers]; la palabra "llamado" me conviene ple-
en las condiciones de la transferencia con su médico Flech- namente: es eso que llama, que va hacia, que sale, que se
sig. Solamente porque Flechsig tiene verdades que llaman inscribe, eso que va progresando. El don de la madre, por su
a una verdad en él, aun cuando no está en posibilidad de parte, es hacer producir por succión, por atracción, por
responder al llamado, puede desencadenarse una psicosis. aspiración: da, pero es como si diese la posibilidad de meta-
Es una cuestión delicada, porque plantea el problema de forizar; da la posibilidad de crear. No se mueve. La imagen
la transferencia analítica y de los eventuales desencadena- que me hago de una madre corresponde por cierto a aque-
mientos de episodios psicóticos en el curso de un análisis. lla de la mitología griega: es la tierra, el árbol. Permanece
Por otra parte, en Construcciones en el análisis, Freud dice bien enraizada en el suelo, no se mueve.
que a él le sucede que ciertos pacientes, en lugar de asociar [... ]
,obre sus recuerdos, se ponen a alucinar. Esto me recuerda una formulación que me hice tratando
Lac:annos dice que hay que buscar, en las historias de los de definir lo que es el sujeto. Había llegado al punto, en
p,ic<>ticos,un padre tercero, que no siempre es el padre en donde aún estoy actualmente, de que cuando se quiere sa-
l., 1 c;,lidad, que pudo haber estado en relación transferen- ber lo que es el sujeto se termina, después de grandes ro-
1:i:.I rnn el sujeto y que, por este hecho, haya estado en el deos y después de haber visto el problema bajo diferentes
.-,,·ihc11 del llamado. Es necesario entonces que haya amor. ángulos, en la conclusión de que el sujeto es un efecto eva-
l~c1u1·1d.rnustedes lo que decía Freud? Hay dos maneras nescente, lo que me llevó a decir esto, que es también una
IOH
LA FOR CLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE ] . DAVID N ASIO 309
111,1m·ra de cuestionarlo: que el sujeto es el mensajero eva- blema de la forclusión y de los ecos que me han llegado
11r'iccnteentre el Goce de una madre y las palabras del pa- del último seminario, voy a precisar dos puntos.
dre que lo ordena. En efecto, el sujeto es la falla entre el Lo primero que es necesario retener es que la forclusión
( ;occ de una madre y las palabras ordenadas del padre, con no es un rechazo, que no es tampoco la exclusión de un
esta lógica significante de una serie que consiste en la medi- elemento simbólico en lo real, ni una proyección. Dijimos
da en que hay allí uno que ex-siste. Digo esto, pero sin em- la última vez que es un accidente de trayectoria: algo que
bargo no es algo que defendería hasta el extremo. hubiera debido existir no llegó a tiempo, un elemento sim-
[... ] bólico no llegó allí donde se lo esperaba. Este elemento que
Hay dos tipos de causas, en análisis. La verdad como cau- no llegó a existir, que no llegó a nacer, reaparece en otra
sa, que responde más bien al plano, al registro, al dominio parte, en lo Real. Precisemos al respecto que la palabra for-
del significante. Y existe el Goce como causa que responde clusión, que proviene del vocabulario jurídico, designa la
más bien al dominio de lo Real. La madre estaría del lado "prescripción de un derecho no ejercido dentro de los pla-
del Goce que causa [cause].¿Qué es lo que el Goce causa? zos establecidos" (Robert). La forclusión no se aplica a lo
Palabras, significantes. Una madre hace hablar, es ella quien que ha sido echado fuera, sino a eso que no llegó a existir,
hace pensar: una madre es aquella que suscita palabras en es decir, se los recuerdo, a ubicarse, a inscribirse en el exte-
la boca del hijo y, esto, sin decir palabra. Ella no necesaria- rior, fuera de la serie y, de esta manera, a hacerla consistente
mente habla. (cuando el Uno ex-siste, los otros consisten). Agreguemos
[... ] que este elemento Uno que se inscribe en el exterior está
En efecto, me he deslizado voluntariamente un poco. U na en el lugar del sucesor -eso que nosotros habíamos situa-
cosa es el lugar del padre muerto, aquel del sucesor, de la do siguiendo los axiomas de Peano- y, finalmente, que el
excepción, el lugar afuera, el lugar si ustedes quieren del Uno está en el lugar de la excepción. Entonces, las tres pa-
Padre simbólico. Y, además, están los significantes que vie- rejas son: sucesor/ serie, ex-sistencia/ consistencia, excep-
nen a este lugar. El padre, el padre ordinario, se acomoda ción/todo (un todo que no es un todo, porque a él le falta
mal en este lugar. No es el padre simbólico que está en una Uno, aquel que se inscribe afuera).
metáfora. Sin embargo, como he querido trabajar sobre la Hay una frase de F reud que se aproxima a lo que acaba-
cuestión del desencadenamiento de la psicosis, he querido mos de decir. Ustedes recordarán que, la última vez, reto-
deslizarme hacia el padre ordinario y el lugar que la madre, mamos su texto de 1894, en el cual considera al rechazo
en cualquier familia de psicóticos, da al padre, lo que es, como uno de los tres destinos de la representación. Más tar-
lo reconozco, una resonancia, un eco muy lejano del lugar de, en 1911, asienta lo siguiente, hablando del presidente
del padre simbólico. Pero se trata de dos cosas muy distin- Schreber: "No era correcto decir que la sensación interior-
t .1-;. Por eso, hace un momento, he hablado del padre ordi- mente sofocada fuese proyectada hacia afuera; más bien in-
11.1rio , después del padre tercero que tendría un lugar trans- teligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera." 3
lt"n·ncial muy importante con el futuro sujeto psicótico. Esta frase se aproxima a eso que dijimos sobre la forclu-
sión: no rechazo, pero sí una impotencia para existir. Sin
IL l, i\ ALUC INA CIÓN (24 de mayo de 1982)
3
l¿,11isicra hablarles de la alucinación. Pero, antes, después Sigmund Freud, Puntualizaciones psicoanalíticassobre un casode paranoia
(demenciaparanoides)descri.toautobiográficamente(1911 [1910]), O.C tomo xm
, le b b :1u ra de ciertas publicaciones recientes sobre el pro- Buenos Aires, Amorrortu, 1980, p. 66.
11 LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DA VID NASIO 311
1~1111>,11 ~o, yo no diría "cancelado adentro", lo que implica Nombre y el lugar del Nombre. Este lugar al cual llegan
1111.1 pn·existencia de la cancelación; "algo que no llegó aden- infinidad de nombres es el del sucesor. No busquen enton-
1rn y que retorna desde afuera" sería, insisto, más adecua- ces con una lupa cuál es el significante del Nombre-del-
do. Segunda observación con respecto a esta frase: pensar Padre, pues es cualquier significante que llega al lugar del
,1-,ípone en duda la frontera, la presencia de un adentro y sucesor.
de un afuera. Pero ¿cómo puede el Padre estar en el lugar del sucesor
El segundo punto que deseo precisar concierne al Nom- siendo que, aparentemente, él es un predecesor? Se me viene
bre-del-Padre. Resumo lo que dije la última vez: el Nombre- una frase concerniente a la filiación, que les doy tal cual:
del-Padre es una manera de plantear y de responder apro- "yo no tendría nada de padre hasta que un hijo me haya
ximadamente la pregunta: "¿Qué es un padre?" Encontré, en sucedido. En ese momento, yo estaré muerto; muerto, pe-
los Escritosde Lacan, una frase que me ha sorprendido enor- ro aún no padre, porque, para ser padre, sería necesario que
memente porque no está en su estilo: "[hay] dificultades ese hijo sea, a su vez, sucedido". Estoy ahí poniendo en juego
personales que pueden obstaculizar el acceso de un sujeto tres generaciones, y esto coincide perfectamente bien con
a una noción como la Verwerfung [... ]". 4 Imagino que, una tesis desarrollada sobre todo por los ingleses, retoma-
para la cuestión del Padre, es todavía peor. En todo caso, da también por Lacan, según la cual es necesario remontar-
para mí, es difícil. El Nombre-del-Padre recuerda, ante to- se a la tercera generación para pensar en el desencadena-
do, que el Padre es un Nombre y que ese Nombre es la miento de una psicosis. No regreso, aunque sea un problema
única huella que nos queda de su muerte primordial. La deu- importante, al problema de la historia de los pacientes psi-
da culpable de esa muerte será eso que nos une, de por vi- cóticos, en particular esquizofrénicos y, más particularmen-
da, a la Ley. Que el Nombre sea la huella de la muerte pri- te, en los jóvenes que tienen un acceso delirante, sobre la
mordial significa, finalmente, que el Nombre-del-Padre es importancia que tiene el prestar atención a la novela que
el producto del trabajo del duelo del Padre. Freud hubiera se hacen de la historia de su familia. De una manera prácti-
dicho que es el Superyó. ca, cuando tengan ustedes ante sí un joven con un acceso
Pero el Padre no es solamente un Nombre, es también delirante, trabajen la historia de su familia, del abuelo, de
una función, la de nombrar, la de bautizar. ¿Qué es lo que la abuela, de la bisabuela, del bisabuelo. Sin hablar de for-
el Padre da? (sobre este punto precisamente me dejé llevar clusión, ustedes verán que faltan eslabones.
la última vez, lo que no se me ha perdonado ... ). Da un Hay, en esta idea de que el Padre está en el lugar del suce-
Nombre, más bien una infinidad de nombres, y decirlo es sor, un segundo corolario que me ha conducido al destino
u na manera de traducir el llamado del Padre. En seguida tal como Freud lo estudia a propósito del Padre. La repre-
veremos que esta cuestión del llamado es muy importante sentación adecuada del destino sería quizá la de un punto
p.1ra la alucinación. Pero precisemos en seguida que este lla- de fuga en el horizonte, no siendo el destino, en definitiva,
11wlo del Padre no es del mismo tipo que aquel del cual más que una proyección ulterior del Padre y, al mismo tiem-
11< ,..,, 11ros hablamos en el desencadenamiento de la psicosis; po, una de las crueles figuras del Superyó; en efecto, ¿qué
< 11<'fcl to, la última vez hablé del llamado de un Padre- hay más implacable y feroz que el destino mismo? Y, si pen-
l1 !1ci:n,. Distingamos entonces, bajo el término del Nombre- samos en la forclusión, por qué no preguntarse si, para un
, l,~l-l\1dn·, dos cosas: el Nombre y la función de nombrar; el sujeto que ha tenido un episodio psicótico (lo que no quie-
re decir, para mí, psicosis), no habría una hiancia imagina-
4
IP•·q11,11l..11·,111,"De un designio", Escritos,vol. 1, p. 140 [Écrits,p. 363]. ria, un horizonte sin punto de fuga. ¿Y cómo, a partir de
11 LA FOR C LUSIÓN Y El NOMBRE DEL PADRE J. DAVID NASIO 313
esta idea de que la forclusión del Nombre-del-Padre sería un objeto, de un pedazo, de una parte sexuada del cuerpo.
también forclusión del destino, pensar el fin del análisis? Con esta idea de metáfora paterna aplicada al Nombre-del-
Insisto, una vez más, sobre el hecho de que el fin del análi- Padre se introduce en el concepto del Nombre-del-Padre,
sis no es la última sesión; el análisis no termina sino con además de la pregunta "¿qué es un Padre?", a la Madre en
actos simbólicos: en el caso de un analizante convertido en tanto que deseante y, también, al Goce más allá de su de-
analista, el fin se realiza en el acto simbólico de una inter- seo, al Goce Otro. ¿Qué es el Goce Otro? Es: "no hay re-
pretación a su analizante. Pero quizá también hay, en el lación sexual" (no voy a desarrollar esto).
fin de un análisis, incluso así concebido, algo como un gra- Finalmente, el Nombre-del-Padre, en tanto que metáfo-
no de verdad, como un grano de locura, una alucinación, ra, es un corte, una barrera entre el sujeto y el Goce Otro
¿por qué no? Hay, en los Escritos, una comparación entre o, para quedar dentro de lo clásico, entre el sujeto y el de-
la forclusión y el fin del análisis: Lacan critica la concep- seo de la Madre. "Gracias al Nombre-del-Padre, el hombre
ción de Balint, según la cual el fin de análisis es una identi- no queda atado al servicio sexual de la Madre. " 6 Gracias
ficación narcisista, siendo la beatitud, para él, desmedida y al Nombre-del-Padre habrá entonces, entre la madre y el
también peligrosa porque expone al sujeto al riesgo de una hijo, entre el Goce Otro y el sujeto, un objeto que cae, sien-
forclusión. 5 do este objeto el lugar al cual se ve reducida la madre mis-
Entonces, el Nombre-del-Padre es un Nombre, una fun- ma, pues esta metáfora del Padre implica que alguien se
ción -la de nombrar- y, en fin, una metáfora, la metáfora sacrifica. Es el precio que la madre paga por el hecho de
primordial. Con esto quiero decir que toda metáfora sigue invocar al Otro, es decir, al Nombre-del-Padre. No se trata
a la del Nombre-del-Padre: un significante se sustituye y de invocar al padre , su marido, ella bien pu ede no invocar-
se condensa con otro. lo. Lo importante es que ella invoca un a instancia Otra que
<I> llamamos Nombre-del-Padre. No hay entonces metáfora pa-
Nombre-del-Padre deseo de la madre _....Nombre-del-Padre (J_) terna más que por intermedio de la madre, no hay nomi-
deseo de la Madre
<I>
significado sujeto ~---••a <I> nación paterna que no sea a través de la madre. Por eso, la
última vez, al hablar de la coyuntura del desencadenamien-
Aquí, el Nombre-del-Padre es el significante que se sustitu- to de la psicosis, no he querido decir que se tratase de un
ye, y se condensa al falo como significante del deseo de padre ausente o de una madre demasiado presente o ausen-
la Madre; se puede, entonces, tacharlo en la fórmula: te, también ella. Lo que se puede decir de las condiciones
lejanas o cercanas al desencadenamiento de la psicosis, y que
<I>
es necesario verificar en la práctica, es que se trata de ma-
Nombre-del-Padre
deseo de Is Madi e
de~eo de Is mad1e
g
•Nombre-del-Padre
a
(J_)
<I> dres que no invocan lo suficiente a otra instancia, la del
<I> Nombre-del-Padre, que puede ser una instancia social, ins-
titucional, que puede ser también la historia de su familia.
El Nombre-del-Padre es entonces el significante metafó- Todo esto para concluir que cualquier significante me-
rico que contiene, condensa, también al falo, lo que hace tafórico es un Nombre-del-Padre. Un síntoma es un
que tenga una significación fálica. No viene entonces abo-
Nombre-del-Padre. Y si ese síntoma es una mujer, ella
rrar el significante de la Madre sino a costa de la caída de
6
Jacques Lacan, "Del Trieb de Freud Y,del deseo del psicoanalista" , Escri-
l,1rqucs Lacan, Escritos II, p. 127 [Écrits, p. 360]. tos II, México, Siglo XXI, 1976, p. 388 [Ecrits, p. 852].
314 LA FOR CLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DAVID NASIO 315
es el Nombre-del-Padre de tal hombre. Y si, en una rela- meo. Lo que está en línea continua es la consistencia sim-
ción de transferencia, en un análisis, el analista llega al lugar bólica, la línea de puntos, el Nombre-del-Padre. Sabemos
del síntoma del analizante -eso que pasa, y que debe pasar que Lacan diseñó un nudo borromeo de cuatro lazadas en
en un análisis-, el analista es un Nombre-del-Padre por- el cual ligaba la lazada de lo simbólico, la lazada de lo Real
que hace metáfora. y la lazada de lo imaginario por una cuarta lazada que era
Podemos pensar que con lo que llevamos dicho hemos el Nombre-del-Padre (el síntoma). Seguramente, las otras
abordado la primera parte de la fórmula de Freud, "lo cance- dos lazadas están ausentes en mi dibujo, no he reflexiona-
lado adentro retorna desde afuera". Hemos tratado de com- do en eso; pero conservemos ya esta primera imagen intui-
prender la expresión "cancelado adentro", donde aparece tiva donde la serie se escurre, cae "en cascada", según la
la noción de forclusión y todas las precisiones que hemos expresión de Lacan, hasta establecer un nuevo equilibrio,
dado. Consideremos ahora la segunda parte de la fórmula: un nuevo régimen metafórico que pudiera ser el de la me-
"retorna desde afuera", para comprender mejor qué es la táfora delirante. Así podría explicarse un delirio, de mane-
alucinación. No creo que llegue al final de la cuestión, ra intuitiva, como un no-funcionamiento de la lógica de la
pero sin duda seguiremos con ello. serie y del sucesor que daría lugar a otra lógica, a otro do-
Cuando el significante S1 no llega al lugar del sucesor, minio, el de la metáfora delirante. Pero quedaría todavía
cuando no responde al llamado del Otro o, aun, cuando por comprender qué es la metáfora delirante.
el llamado del Otro no va seguido por otro llamado, tan Otro efecto posible sería la aparición, en el lugar de ese
significante como el primero, de una palabra que el sujeto hoyo, de formaciones heterogéneas a los significantes que
mismo diría, entonces el lugar del sucesor se convierte en hemos calificado como formaciones del objeto a, y que agru-
un hoyo por el cual se escurre, cayendo en cascada, el con- pan por igual una acción ejercida por el sujeto (pienso en
junto de los significantes. Hice con este propósito, un di- el "acting-out"), una alucinación sufrida, una despersona-
bujo completamente ingenuo: lización, una alucinación del doble, etc. Incluso pondría al
sueño en este grupo de formaciones del objeto a, sin ex-
cluir que sea también una formación del inconsciente. Todas
estas formaciones son una tentativa de responder al llama-
do del Otro, y, al mismo tiempo, una manera, para el ana-
lizante -si nos situamos en las condiciones del discurso
analítico-, de exigir una respuesta justa por parte del ana-
-rr~
_
lista, como si se tratara, para éste, de restablecer el registro
-----
------------~-
--n ...---,1\1rr .... simbólico de la cadena repetitiva de los significantes. El cir-
cuito así formado podría escribirse:
---
(voz)
-+ Respuesta del analista
'- ..........
-__/
Pienso que soy más claro que la última vez. En efecto,
n 1ncncé por decirme que no podía presentarles este dibujo. algunos me han dicho cuál había sido su sorpresa al escu-
f>c11, de'ipués me percaté de que se parecía al nudo borro- char que el analista podía, por su llamado, desencadenar un
JI<,
LA FOR CLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE
J. DA VID N ASIO 317
episodio .1lucinatorio, y se preguntaban en qué puede con-
ciado lo bastante hasta ahora, que dentro de él retorne algo vivenciado
sistir el efecto terapéutico del trabajo con pacientes ya en la edad temprana y olvidado luego, algo que el niño oyó en la época
alurimdo s. Pero si el analista puede desencadenar, con sú en que apenas era capaz de lenguaje todavía. 7
llam.1do, una alucinación, él es también quien, por una in-
ter vcnción, una interpretación, restablecerá la lógica de la Agrega que se puede pensar lo mismo del delirio y termina
repetición. Esto no es abstracto, sino que corresponde a una por observar que esto se aproxima al mecanismo del sueño
experiencia de intervenciones que yo mismo hago en mi "que la intuición de los hombres ha considerado (desde la
trabajo y a la comprobación de efectos del tipo del de la más lejana antigüedad) como el equivalente de la locura".
alucinación. No abordo ahora la relación de la alucinación y el sueño.
Pero además he encontrado un texto de Freud, del cual Quisiera sobre todo que ustedes vean que el analista en una
ya he hablado pero que quisiera leer esta tarde porque es relación de transf.erencia puede, por una intervención que
muy claro al respecto y dice mucho .I?arael trabajo con nues- hemos calificado de llamado del Otro, atraer, evocar una
tros pacientes. Se trata de Construcciones en el análisis, que metáfora que no llega, y en lugar de la cual se produce
data de 1937. En el parágrafo que voy a leerles, Freud pone una alucinación. Lo que Freud no dice es que, si esta aluci-
en juego cuatro ideas que quisiera decirles desde ya para que nación se produce, corresponde todavía al analista, en un
orienten su escucha: el analista puede, con un llamado, tercer tiempo, decir eso a lo que el paciente no ha podido
desencadenar una alucinación; existen alucinaciones no responder.
psicóticas; la alucinación es un homólogo del sueño y, ¿Cómo pensar entonces este proceso donde una alucina-
finalmente, el sujeto cree en la realidad irrecusable de la ción, un pasaje al acto o un sueño vienen a tomar el lugar
alucinación. de un significante que no llega? No quisiera desarrollar ahora
el trabajo hecho por Freud sobre la alucinación, quizás vuel-
En algunos análisis noté en los analizados un fenómeno sorprendente, va sobre ello después. Sin embargo, cumplo con recordar
e incomprensible a primera vista, tras comunicarles yo una construc- que, para él, la alucinación es un fenómeno sometido al prin-
ción a todas luces certera. Les acudían vívidos recuerdos, calificados cipio de placer y a un principio de realidad que no funcio-
de "hipernítidos" por ellos mismos, pero tales que no recordaban el na, que no puede aplicarse. Su idea general, desarrollada en
episodio que era el contenido de la construcción sino detalles próxi- La interpretación de los sueños y que vale también para la
mos a ese contenido; por ejemplo, los rostros -hipermarcados- de
las personas allí nombradas, los lugares donde algo semejante habría
alucinación, es la siguiente: se trata de pensamientos supri-
podido ocurrir[ ... ] Esto acontecía tanto en sueños, inmediatamente midos transformados, por regresión, en imágenes. En el
después de la comunicación, cuanto en la vigilia, en unos estados pare- Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños agre-
cidos al fantaseo. ga que: es "muy digno de notarse lo poco que el trabajo
Nada seguía luego de estos recuerdos; parecía verosímil concebirlos del sueño se atiene a las representaciones-palabra; en todo
como resultado de un compromiso. La "pulsión emergente" (Auftrieb) momento está dispuesto a permutar entre sí las palabras has-
de lo reprimido, puesta en movimiento al comunicarse la construcción,
había querido transportar hasta la conciencia aquellas sustantivas hue- ta hallar aquella expresión que ofrece el asidero más favo-
llas mnémicas [.. .] Habría sido posible llamar "alucinaciones" a estos rable para la figuración plástica". 8 Además agrega que: "La
recuerdos de haberse sumado a su nitidez la creencia en su actualidad. representación es transformada, por regresión, en fantasía
Ahor a bien, esta analogía cobró significación cuando llamó mi aten-
7
ción la ocasion:.l ocurrencia de efectivas alucinaciones en otros casos, Sigmund Freud, Construcciones en el análisis (1937), O.C., tomo XXIII, Bue-
l ' ll modo alguno psícóticos. La ilación de pensamiento continuó nos Aires, Amorrortu, 1980, pp. 267-268.
8
enton ces: Acaso sea un carácter universal de la alucinación, no apre- Sigmund Freud, Complemento metapsicológicoa la doctrina de los sueños
(1917 (1915]), O.C., tomo XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1980, p. 227.
318 LA FORCLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE J. DAVID NASIO 319
de deseo". En resumen, la idea general es que las represen- de los primeros seminarios, ¿cómo aparece este objeto en
taciones se convierten en imágenes o en fantasmas. Existe la alucinación si no hay la doble lazada del corte significante?
aún la idea (no la desarrollo ahora) de que, en la alucina- 2. ¿Puede decirse que el objeto se pierde cuando hay me-
ción o en el sueño, hay la creencia de que se trata de una táfora del Nombre-del-Padre y que se recupera cuando hay
realidad irrecusable o indiscutida. Lacan dio mucha impor- forclusión?
tancia a este problema de la certidumbre en el psicótico y 3. Si hay forclusión del Nombre-del-Padre, ¿cómo puede
en el neurótico. ser que las alucinaciones sean analizadas, consideradas por
Ahora quisiera plantearles las preguntas que yo me ha- Freud, Bleuer, Jung y hasta Lacan corno instancias simbóli-
go. Si seguirnos la articulación freudiana que pone en juego cas? En efecto, cuando el hombre de los lobos alucinado ve
la transformación de las representaciones, de los pensamien- su dedito casi cortado, la interpretación de Freud es: "Ven
tos reprimidos en imágenes, en fantasmas, deberíamos decir ustedes, la castración". Pero, ¿cómo se puede interpretar que
que el significante no inscrito en el lugar del sucesor, el sig- la alucinación es la castración que reaparece en lo Real si
nificante que falta, que no hace metáfora, ha cambiado, se no hubo inscripción del Nombre-del-Padre?
ha convertido en objeto a. ¿Es posible antjcipar así que el [... ]
significante se ha convertido en objeto a? Esta no es la res- En efecto, esta idea de que la Madre paga con su persona
puesta que yo adoptaré. Más bien yo diría -y aún así, para el precio de la invocación del Otro, del Nombre-del-Padre,
mí es insuficiente- que el significante no adviene y que, puede ser aplicada al analista que, cuando interpreta, no ha-
en el lugar donde hubiera debido inscribirse, emerge el ob- bla en su nombre, sino en nombre del Otro, al precio de
jeto a bajo la forma de una alucinación, de un sueño o de encontrarse reducido al objeto a. Para dar a la cosa una di-
un pasaje al acto, de una acción. Es un poco la posición de mensión temporal, diremos que el analista interpreta y que,
Lacan (pero, a mi entender, no la desarrolló lo suficiente), inmediatamente, se reduce el lugar del objeto a.
quien, estudiando al hombre de los lobos, dice que la aluci- Por otra parte, el analista está en dos lugares, en las dos
nación es la emergencia inesperada y no localiLada (errática, puntas de la cadena. Puede ser también aquel que evoca de-
dice él) de lo Real ya ahí. Es pues una realidad, con la masiado con su intervención, que atrae demasiado una res-
misma razón que cualquier otra, es una realidad rehecha, puesta de su analizante. Esto, en las condiciones precisas
recompuesta, reconstruida, está ya edificada a partir de lo de una transferencia. En efecto, el "padre tercero" del que
Real ya ahí. habla Lacan no es solamente alguien corno Flechsig para
He aquí entonces las preguntas que me planteo: Schreber, puede ser también el analista. El texto de Freud
l. Cuando el Nombre-del-Padre está ahí, cuando la me- es muy claro a este respecto: ha querido darle a su paciente
táfora se produce, todo está en orden, es decir, en el orden una comunicación pertinente y éste se pone a alucinar.
del Padre. El objeto a se separa y se pierde. Cuando hay [... ]
forclusión, el objeto a aparece en la alucinación. ¿Cómo pue- En el mismo texto, Freud hace esta aproximación de la
de pasar esto si no hubo Nombre-del-Padre para cortar, sepa- que ustedes hablan: termina por decir que las construccio-
rar, desprender al niño de la madre, al sujeto del goce? ¿Có- nes del analista pueden ser tan delirantes corno el delirio
111<> puede aparecer si no hubo Nombre-del-Padre para pro-
de los pacientes. Ustedes saben que en su estudio del caso
vor.lr la separación del objeto? ¿Cómo puede aparecer si no Schreber decía que no respondería a la crítica que se le
li11hol.1acción del significante Nombre-del-Padre para pro- podía hacer de delirar tanto corno Schreber. He aquí la apro-
\<H,ll l.i 'ieparación del objeto? Y, retornando la expresión ximación que yo podría hacer entre delirio y teoría.
l .'lJ LA FOR CLUSIÓN Y EL NOMBRE DEL PADRE
J. DA VID NASIO 321
No es el problema de la psicosis lo que me preocupa, sino clusión del Nombre-del-Padre es también la forclusión del
ciertas formaciones que no son necesariamente psicóticas significante fálico, puesto que éste está condensado en el
y que, sobre todo, se encuentran en la práctica del análisis; Nombre-del-Padre. Vuelvo a precisar la tercera pregunta que
la alucinación no es un asunto de hospital, puede producirse me hice: ¿Cómo se puede decir que una alucinación tiene
sobre un diván sin que eso implique necesariamente la pre- un contenido sexuado, está ligada al cuerpo erógeno, si, al
sencia de una psicosis, sino que más bien es un efecto de mismo tiempo, se postula que ha faltado el significante?
la transferencia. Al trabajar la alucinación, apunto a la rela- [... ]
ción del analista con el analizante. Esto me recuerda la pieza de Peter Schaffer, Amadeus. Es
[... ] una de las escasas piezas de teatro moderno donde hay un
Lacan da un ejemplo de una mujer que vio en el hospital. coro o, más bien, un conjunto de personas (cuatro) que pun-
Habitualmente vivía con su madre, y tenían la idea de que túan el desarrollo de la pieza. Le hablan al personaje princi-
los vecinos las querían perjudicar; es lo que se llama una locu- pal con frases entrecortadas, diciendo cada uno la continua-
ra de dos (folie adeux). Esta mujer le cuenta que, al cruzarse ción de lo que el precedente anunció, como lo hacen los
con un amigo de la vecina, escucha la palabra "cerda". sobrinos de Donald ... -y es de esa manera como funcionan
Lacan le pregunta si ella pensó en alguna cosa antes de este las alucinaciones verbales. Estos seres del "coro" se llaman,
incidente. La paciente termina por contarle que se había en italiano, los "ventecelli", es decir los que propagan la
dicho: "Vengo de la carnicería." Entonces la secuencia es información; me he preguntado si esa palabra no tiene que
la siguiente: la paciente camina, se dice "Vengo de la carni- ver con el viento, con los mensajes que pasan en el viento.
cería", encuentra al hombre y escucha la palabra "cerda". Las palabras, las llamadas del Otro, no provienen forzosa-
Hay ahí una alucinación verbal. Esta palabra "cerda" viene mente de alguien definido; bien pueden ser también aluci-
en el lugar de la falta de un significante. La cadena signifi- naciones verbales que el sujeto escucha.
cante normal podría ser en efecto: ver al hombre, decirse
"él me gusta, lo amo, me lo comeré". En lugar de esto, es-
cucha la palabra "cerda". ¿Cómo intepretarlo? En el lugar
de una demanda de amor viene, como respuesta y desde lo
Real, una palabra que dice "¡marrana!, ¡cerda!". Ahí estoy
poniendo en evidencia el hecho de que una alucinación es
siempre relativa al cuerpo sexuado, que es lo que la voz ha-
ce escuchar, es del cuerpo erógeno, del sexo. Lacan diría:
"la parte sexuada separada del sujeto". Brevemente, la pala-
bra "cerda" es el retorno en lo Real, bajo la forma de una
voz escuchada (e incluso dicha: sucede que, en el momento
en que escucha sus voces, el sujeto mueve los labios, como
si las palabras fuesen, al mismo tiempo, dichas por él), de
un significante que tiene relación con una demanda oral.
Pregunta: ¿Cómo se puede decir que la alucinación es del
sexo y, al mismo tiempo, que hay forclusión del Nombre-
del P.ldre o del significante fálico? Preciso aquí que la for-