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DIALECTICA

Sustantivo que designa una concepción del mundo, un modo de


pensar y los recursos de un proceder que privilegia la contradicción y
el cambio. Escuela de pensamiento y fundamento de la praxis
revolucionaria. Su desarrollo a través de diversas corrientes y su
participación en los destinos humanos de cada época, la convierte en
un fenómeno social de máxima complejidad.
A lo largo de la historia el término dialéctica adquirió diferentes
significaciones. Por su etimología en griego, es común referirse a dos
partículas de la palabra: dia : de lo uno a lo otro (dos en relación de
intercambio), centrándose en la idea del tránsito y legein (logos) :
determinar- razonar- definir y decir-exponer-contrastar, con lo cual se tienen
dos aspectos del legein referido a la meditación y su expresión, lo que
equivaldría a la antigua representación socrática del "arte del diálogo" donde
luego de un intercambio de logos o razones entre dos que defiende sus
diferencias nacía, como el tercero resultante de la disputa, un nuevo
conocimiento. En este sentido se ha identificado a la dialéctica con la
erística o arte de la disputa, muy utilizada por los sofistas.
El sentido de pugna, de diferencia, de oposición necesaria y contradicción
en unidad es el más subrayado en todas las corrientes y concepciones
filosóficas de la dialéctica. Por ser lógos o razón y tambien una
determinación de las representaciones, la dialéctica explica determinando la
contradicción, es decir una explicación o definición de algo, está afirmando
que ese algo es X y no Y, supone en sí (en ella misma) la contradicción y
para sí (hacia ella, desde la oposición) la determinación de lo contrario o lo
otro que no esta evidente en la definición o afirmación. La definición de un
ente, propiedad o fenómeno ocurre en un correlato o contratación, por
ejemplo; el comprador, lo dulce, el equilibrio, es siempre una representación
que define a partir de su opuesto, en este caso; el vendedor, lo amargo, la
inestabilidad. La determinación que sirve de base a la definición es una

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afirmación construida en términos de su negación. Para el filosofo griego


Platón la dialéctica tiene dos maneras, 1. Como un camino o método
mediante el cual ascendemos desde la mera opinión, simple imaginación o
creencia (doxa) al conocimiento autentico o verdadero (episteme) de la
realidad : 2. La contemplación inmediata e intuitiva de las ideas (eidós),
cuyo logro no es posible sin cierto ascetismo y renuncia a los sentidos y lo
corporal. En su obra la República, establece una correlación entre los
grados de conocimiento y los grados del ser, donde las ideas son el ente
determinante de todo lo existente. La gnoseológica predomina sobre la
ontológica. Para Platón la dialéctica método del conocimiento verdadero o
episteme tiene un compromiso humano, en tanto es un recurso hacia la
libertad y la justicia. Sólo el pensador, filósofo que hace de la dialéctica una
máxima de actuación (entendida como reflexión) podrá liberar a la
humanidad de las sombras de la caverna y traer la justicia al mundo.
Su segunda acepción nos muestra la dialéctica como una representación
gramatical de la realidad, recogida en el Filebo, el Parménides y el Sofista, la
aparece como un examen de las distintas ideas y relaciones que estas
mantienen entre sí, mostrando su trabazón (symploké) y comunicación
(koinonía). El mundo es el mundo de las ideas, las que constituyen los
géneros de las cosas, a partir de los cuales y por división o clasificación
(diaíresis) se definen las especies o determinaciones de las cosas.

Por el contrario para Aristóteles la dialéctica es un pseudociencia inductiva


meramente probable que no aporta conocimiento científico y que debe ser
sustituida por la lógica (formal) como método e instrumento capaz de
alcanzar un conocimiento universal sobre lo particular mediante el silogismo.
Para el estoicismo la dialéctica, junto con la retórica son una de las
divisiones de la lógica. En Kant es una "lógica de la apariencia" mediante la
cual la razón rebasa los límites de toda experiencia posible. Las ideas de
alma, Dios y mundo hacen un uso ilegítimo de las categorías al no ser
aplicadas sobre los fenómenos.

La dialéctica volverá a recuperar su sentido "fuerte" con Hegel, que la


entenderá desde dos aspectos distintos: el ontológico y el lógico, aspectos

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que, por lo demás él identifica al hacer coincidir realidad y razón, sujeto y


objeto.

Como ontología, la dialéctica hegeliana, en clara deuda con Heráclito y con


el monismo de Spinoza, concibe la realidad dinámicamente como una
oposición de contrarios, producto de una razón (Espíritu) absoluta, infinita y
creadora que se despliega y deviene con una finalidad: la total
autoconciencia de sí. El infinito, la razón o la idea tienen como motor de su
propio devenir la contradicción porque siempre que algo deviene, lo hace en
algo distinto (otro) de lo que es esencialmente (en sí), sirviendo de escalón a
que el en sí (objeto) sea también un para sí (sujeto), con lo que se supera la
escisión entre sujeto y objeto. La razón es creadora: el sujeto construye el
objeto al conocerlo. El objeto sólo existe en tanto que pensado como distinto
de mí.

La dialéctica como ontología entiende que hay una regla, un orden en el


continuo fluir de contradicciones y que se da en tres momentos que se
corresponden con las expresiones de Fichte: Tesis, antítesis y síntesis,
aunque Hegel utilizará otros términos al referirse a ellas.

En un primer momento (tesis, posición), lo que está "en sí" se niega y se


desgarra (aliena) en lo "otro" (antítesis, negación). Estos dos momentos se
reconcilian en un tercero (síntesis, negación de la negación. Superación)
que, de manera circular, se convierte en un nuevo primer momento (tesis)
que deberá ser negado otra vez.

Entendida la dialéctica como lógica, Hegel cree que existe un orden en el


fluir continuo de las contradicciones que, entendido como un devenir de la
realidad (objeto) hacia la reflexión de sí misma (sujeto), supone una ley
racional: lógica.

La nueva lógica que propone Hegel no se basa, sin embargo, en el principio


de identidad, sino en el principio de contradicción. Se establece una
contradicción que no debe ser rechazada o negada, sino plenamente

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asumida y reconciliada. Si A es B, A depende de B, que a su vez lo niega, lo


contradice. En tanto que pensado A es realizado cuando es negado por B.
En definitiva esta proposición equivale a la afirmación de que A es A, en
lucha con B.

La lógica dialéctica queda subsumida en la fenomenología del espíritu y


permite que la filosofía se convierta en sistema: la culminación de todos los
saberes.

Invirtiendo la postura de Hegel, Marx construirá una dialéctica en torno a la


materia (no a la idea), cuya finalidad no será la simple teorización y
justificación de la realidad, sino su transformación revolucionaria.
La dialéctica se fundamenta en tres leyes, elaboradas por Engels en su
materialismo dialéctico y que pueden enunciarse de la siguiente manera:

1. Ley de unidad y lucha de los contrarios: Todo en la naturaleza está


compuesto por parejas de opuestos que residen en la materia y están en
continua lucha causando los movimientos y cambios de la naturaleza y su
diversificación en distintos seres.

2. Ley de conversión de la cantidad en la cualidad y viceversa: el aumento o


la disminución de la cantidad de materia transforma y cambia la cualidad de
las cosas y al revés, lo que supone un mejoramiento de los seres, entendido
como un progreso (evolución).

3. Ley de la negación de la negación: La negación preside todos los cambios


constituyéndose en tríadas dialécticas en las que el primer contrario es la
tesis, el segundo la negación de la tesis (antítesis) y el tercero la negación
de la negación de la tesis (síntesis), que agrupa lo bueno de las dos
primeras.

A partir de estas leyes Marx elabora una dialéctica de la historia,


denominada materialismo histórico, que se fundamenta en el desarrollo de
las fuerzas de producción (el trabajo) y cuyo motor es la lucha de clases.

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Como la base real de cualquier sociedad es la estructura económica, y esta


está constituida por las relaciones de producción, la historia no se conduce
por las ideas (o la razón hegeliana), que no son sino elementos de la
superestructura o ideología. Al contrario, la ideología dominante en
cualquier época es la ideología de la clase dominante, y siempre justifica la
estructura económica que la ha generado.

Cuando las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones


de producción o con las relaciones de propiedad en las que habían surgido,
se abre un período de transformación radical (antítesis) que se resuelve en
un nuevo período (tesis) en el que se establecen nuevas relaciones de
producción.

Para Marx el devenir histórico conduce irremediablemente a la abolición de


las clases sociales y el establecimiento de una nueva y definitiva sociedad:
la sociedad comunista que surgirá después de la revolución socialista y de la
dictadura del proletariado.

Dialéctica trascendental
Kant en su obra, Crítica de la razón pura, analizará el uso lógico de la razón
y concluirá que las ideas trascendentales de la concepción metafísica (alma,

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mundo y Dios) son de carácter ilusorio, por rebasar los límites de toda
experiencia posible. Según Kant, no es posible establecer una metafísica
como ciencia, en todo caso un regulador del uso del entendimiento para el
ámbito de la moralidad.

PRESOCRÁTICOS

Si bien una investigación sobre los orígenes de la sabiduría en la


Grecia arcaica nos conduce en dirección del oráculo délfico, de la
significación compleja del dios Apolo, la ‘manía’ se nos presenta como
todavía más primordial, como fondo del fenómeno de la adivinación. La
locura es la matriz de la sabiduría (G. Colli).

El nombre de presocráticos hace referencia a todos aquellos pensadores


que ejercieron su labor filosófica antes de Sócrates (desde el año 624 a. De
C hasta el siglo V a. De C.). No obstante, esta cronología es bastante
artificial, ya que muchos de estos hombres fueron contemporáneos e incluso
sobrevivieron la muerte de Sócrates. Sin embargo, lo interesante de estos
pensadores griegos, que so se denominaban a sí mismos filósofos (a
excepción de Pitágoras) y que eran considerados magos, sabios, médicos,
físicos, etc., estriba en que con ellos se inaugura la filosofía como paradigma
racional autónomo y original, es decir, ocupan ese punto de bifurcación en el
que se abrió paso un nuevo camino, el logos, la razón, que terminó
desalojando la religión, el rito, el mito.

Es frecuente leer en muchos manuales de filosofía para estudiantes que los


presocráticos suponen el paso del mito al logos. Tal interpretación, sin
embargo, no está exenta de prejuicios y malentendidos, provenientes de una
precisa manera de observar este fenómeno, manera heredada de la tradición

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positivista, que entendió la historia humana como un proceso lineal y


ascendente de progreso en cuyo despliegue, el advenimiento y desarrollo de
la razón positiva, científica, neutral implicaba un menoscabo y paulatino
retroceso del pensamiento mítico y religioso.

Ni que decir tiene que, bajo esta hipótesis, el positivista se coloca en la


posición privilegiada del que ostenta la victoria y desde esta superior
jerarquía lanza su mirada estimativa con la que enjuicia y valora el
"imperfecto" pasado. Nietzsche y Giorgio Colli denunciaron esta postura,
considerándola como premeditadamente falsa.. La interpretación del
nacimiento de la filosofía (y de los presocráticos) como el "paso del mito al
logos", el tránsito de una sin-razón a una razón plena. Para Nietzsche es
precisamente la razón teórica que inauguran los presocráticos la que supone
un giro decisivamente perverso y falsificador de la cultura. La historia de la
filosofía es la historia de una decadencia, de un resentimiento.

Ahora bien, la escisión entre lo profano (razón, filosofía, ciencia) y lo sagrado


(creencia, mito, religión) no es tan evidente. El arte adivinatorio ha utilizado
siempre logoi, razones o mensajes divinos que debían ser astutamente
interpretados. La pitonisa era una hermeneuta y su mántica (éxtasis, delirio,
locura sagrada) degeneró en una razón dialéctica o discursiva que hundía
sus raíces en el asombro, en el enigma. Y el primer enigma que sorprende al
hombre es la physis, la Naturaleza, torrente de todo brotar y surgir que ha
de ser interpretado, conocido, para ser dominado. El conocimiento, como la
mántica implica una "anticipación", una previsión de futuro que sólo puede
darse si se conocen las reglas, los principios que rigen (mandan) el aparente
caos del acontecer. La pregunta por el principio, por el arjé de la physis
caracteriza a los filósofos presocráticos, que respondieron a ella de muy
diversas maneras.

Una primera respuesta la tenemos en Tales de Mileto (aprox. 624-546 a. de


C.), para el cual el principio o arjé era el agua, afirmación que se
fundamentaba en la observación de que todo cuerpo, alimento o germen
poseía la cualidad de lo húmedo, siendo el agua su principio rector. Lo

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importante de dicha afirmación no estriba en la elección del principio, sino en


la afirmación de la necesidad de la existencia de éste para explicar la
multiplicidad empírica y en que la arjé se formula en el extrarradio de lo
religioso. Si Tales es el primer filósofo, la filosofía surge como una
explicación genealógica de lo real, de la physis, como generalización de la
ley universal de todo acontecer.

El segundo presocrático del que tenemos noticia fue Anaximandro de


Mileto (aprox. 610-545 a. de C.), autor del más antiguo texto filosófico
conocido, que dice así:

"De donde las cosas tienen origen, hacia allí tiene lugar también su perecer,
según la necesidad; pues dan justicia y pago unas a otras de la injusticia
según el orden del tiempo."

La Naturaleza se concibe como retribución, como justicia (diké) cuya ley es


la necesidad. Toda la multiplicidad (determinada) de seres surge de un
principio que ya no es un "elemento físico", sino un pre-elemento indefinido,
indeterminado: el apeiron ( de péras: límite, determinación). El apeiron es la
génesis y principio de los seres, por lo que ello mismo evade y rehuye toda
determinación. La arjé de toda determinación no puede ser ella misma
determinación alguna, y de ella brota el conflicto de la generación de los
seres, como una segregación de parejas de contrarios que han de ser
"devueltos" (según justicia) a lo indeterminado siguiendo la ley de la
necesidad. Lo interesante del pensamiento de Anaximandro es la negación
de toda evidencia empírica.
El apeiron es un principio "abstracto", hipotético, que contradice toda
experiencia sensible.

Para Anaxímenes de Mileto (aprox. 570-525 a. de C.), la arjé es el aire, que


por condensación y enrarecimiento origina todos los seres y sus diferencias
cualitativas. Aire es también el alma (psiché), soplo o aliento divino similar al
aire que nos rodea.

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Heráclito de Efeso (mitad del siglo VI y principios del V) fue el último de los
presocráticos que vivió en Jonia. Familiarizado con los cultos mistéricos
(Deméter) su escritura es premeditadamente enigmática, de igual manera
que el logos mántico lo es, motivo por el cual se le dio el sobrenombre de "el
Oscuro". Afirmó que el origen de todas las cosas es la "guerra", la lucha y
oposición de contrarios de la que surge la armonía, según una inexorable ley
que remite a una unidad oculta: el logos, el fuego eterno que "se enciende
según medida y se apaga según medida".
Todas las cosas están sujetas a un devenir perpetuo donde todo fluye y nada
permanece, y donde el nacer o perecer de un ser implica necesariamente el
nacer o perecer de su contrario.
La Naturaleza es conflicto, lucha de presencias y ocultamientos: "Nos
bañamos y no nos bañamos en el mismo río; somos y no somos".

A la figura de Heráclito se le suele contraponer la de Parménides de Elea


(mediados del siglo VI, principios del V), el cual niega todo devenir como
pura apariencia de ser. El mundo fenoménico, del cambio, es un engaño de
los sentidos. Todo pensar se encuentra siempre en la encrucijada de dos
caminos: el primero es el camino del uno, "que es y que no es no-ser". El
segundo es el del "que no es y que no-ser es necesario". Es decir, la diosa le
muestra los dos caminos, pero éstos no manifiestan lo que hay, sino que
establecen la legitimidad que nos permitirá decir y pensar el ser de lo que es:
el ser es eterno, infinito, continuo, único e inmóvil.
El conocimiento del ser se opone a la doxa, opinión, las cosas sensibles que
son puras apariencias de ser, el camino equivocado.

Pitágoras de Samos (aprox. 570-496 a. de C.) huyendo de la tiranía de


Polícrates se instaló en Crotona, donde fundó una comunidad de discípulos
unidos por un estilo de vida y una normatividad comunes, una especie de
asociación religiosa que perseguía la purificación (katarsis) del alma de las
pasiones del cuerpo y su "salvación" a través de ciertas prácticas ascéticas
que no debían ser reveladas a nadie ajeno a la comunidad.

Pitágoras consideró que el alma era inmortal, "del linaje de los dioses", cuya

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unión con el cuerpo significaba un hundimiento, una "prueba" que esta debía
sufrir antes de su definitiva liberación (o hundimiento) de los ciclos de las
reencarnaciones. Muy importante fue su doctrina del número, según la cual,
éste es concebido como la arjé, el principio de todo lo presente y de todo lo
pensable. Pero el número ha de entenderse cualitativamente y como
determinación ontológica, no cuantitativamente.
Dentro de esta doctrina, los pitagóricos le concedieron especial importancia
al tetrraktys, es decir, a la serie númerica 1+2+3+4 cuya suma es igual a 10
(década), igual que son diez los principios de los opuestos e incluso los
cuerpos celestes: nueve visibles y una Anti-Tierra añadida (Antikton).
El movimiento de los planetas y las estrellas produce una música celestial
(armonía de las esferas) inaudible a los hombres pues es el silencio que
acoge y en el que tiene lugar todo sonido.

Entre los últimos presocráticos debemos mencionar a Jenófanes de


Colofón (siglos VI y V a. de C.), que defendió la tesis de un sólo Dios "el
mayor entre los dioses y los hombres, en nada semejante a los mortales, ni
en la figura ni en el pensamiento".

También habría que citar a Empédocles de Agrigento, mago profeta y


adivino que estableció la teoría de los cuatro elementos (fuego, aire, tierra y
agua) como principios genéticos y rectores del Cosmos. De suma
importancia son también Demócrito de Abdera (aprox. 460-370 a. de C.) y
Leucipo, que desarrollaron la teoría del atomismo, según la cual el mundo
está compuesto (arjé) exclusivamente de átomos en movimiento en un
espacio vacío, explicación que ha venido a denominarse mecanicismo y que
será desarrollada en siglos posteriores por pensadores como Descartes o
Hobbes. Estos átomos son eternos, distinguiéndose únicamente por su
distinta figura, posición y orden. De los movimientos azarosos de los átomos
en el espacio vacío, surgen "vórtices" o torbellinos que originan infinitos
mundos, uno de los cuales habitamos nosotros.

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RACIONALISMO

Se ha criticado el idealismo subyacente a los postulados racionalistas,


acusándolo de "petrificar" y "falsificar" la realidad en detrimento de "lo
vital". Pese a ello, su mérito consistió en liberar e higienizar a la razón
de todos los prejuicios heredados.

Si en el lenguaje ordinario se denomina racionalista a aquella persona que


rehuye de toda creencia infundada o superstición y que no reconoce más
evidencia que la aportada por la sola luz de la razón, en el contexto de la
filosofía este término hace relación a una particular corriente filosófica
surgida en el siglo XVII de manos de René Descartes (La Haye, Francia,
1596-1650) y cuyos máximos exponentes fueron Baruch Spinoza
(Amsterdam, 1632-1677) y G. Wilhelm Leibniz (Leipzig, 1646-1716).

Tradicionalmente se suele contraponer el racionalismo a otro movimiento


aparecido paralelamente en Inglaterra, el empirismo de Locke, Berkeley y
Hume, aunque ambas corrientes mantienen ciertos rasgos generales propios
de la modernidad a la que representan.

Rasgos epocales de la filosofía racionalista

Cabría destacar en primer lugar, la primacía otorgada al problema del


conocimiento. Efectivamente, los filósofos modernos se caracterizan por
anteponer la gnoseología a toda otra cuestión, gnoseología que posee un
carácter genético, es decir, se investiga el origen, la génesis de los procesos
de conocimiento, cuyo valor de verdad o falsedad es determinado con
posterioridad a su origen.

La segunda característica que comparten las corrientes filosóficas de la


modernidad consiste en la asunción de una postura claramente subjetivista.
El hombre se encuentra imposibilitado para conocer directamente la realidad,
las cosas en sí, tal y como son. Perdida la ingenuidad de un realismo
goseológico, se hace necesario reorientar la pregunta acerca de lo real:
¿Conocemos las cosas tal y como son o son las cosas tal y como las

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conocemos?. La realidad ha dejado de ser evidente, porque no puede ser


conocida más que mediatamente, a partir de nuestras ideas o
representaciones mentales, esto es: a partir del propio sujeto cognoscente y
no del mundo en sí.

Racionalistas y empiristas tendrán que enfrentarse antes que nada con la


cuestión del sujeto como origen de todo conocimiento acerca de lo real y con
la cuestión de las posibilidades y límites de tal conocimiento. Lo obvio es el
sujeto que conoce, a partir del cual se construye lo real, el mundo
"extramental":

Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia inmediata la


importancia otorgada a la investigación sobre el método. Se tiene conciencia
de una ruptura con el Renacimiento y la seguridad de que se está haciendo y
estrenando un nuevo saber. De la preocupación fundamentalmente filológica
de los renacentistas, de su revolución orientada hacia el pasado, se pasa a
una revolución que, desde el presente, se ordena hacia el futuro desde una
perspectiva optimista de progreso.

El paulatino despegue de las ciencias particulares, favorecido por la


independencia gradual de toda investigación respecto a los dogmas de la
religión y la tradición hacía necesaria la investigación de un método que
desechara todo aquello que no pudiera diferenciarse rigurosamente ni de lo
verdadero ni de lo falso. El ámbito de la conjetura, de lo probable no puede
mantenerse si lo que se pretende es construir una ciencia cuya característica
fundamental sea la certeza, su absoluta indubitabilidad. Por eso, la
preocupación por establecer un método seguro y riguroso fue uno de los
intereses primordiales de esta época.

Características fundamentales de la filosofía racionalista

1. Plena confianza en la razón humana

los filósofos racionalistas le otorgan un valor extremo a la razón entendida

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como la única facultad susceptible de alcanzar la verdad. La oposición típica


en la Edad Media entre razón y fe (Revelación) o entre filosofía y religión, es
sustituida ahora por la contraposición entre las verdades racionales frente a
los engaños o ilusiones de los sentidos. Razón se opone a sensibilidad,
experiencia, conocimiento sensoperceptual, no a fe.

2. Existencia de ideas innatas

Siguiendo la tradición abierta por Platón, para el cual el conocimiento


verdadero podía ser alcanzado a través del recuerdo, al estar las Ideas de
algún modo "presentes" en el alma humana, los racionalistas afirman que la
conciencia posee ciertos contenidos o ideas en las que se encuentra
asentada la verdad. La mente humana no es un receptáculo vacío, ni una
"tabla rasa" como defendieron los empiristas, sino que posee naturalmente
un número determinado de ideas innatas o naturalezas simples (como las
denomina Descartes) a partir de las cuales se vertebra y fundamenta
deductivamente todo el edificio del conocimiento. La característica
fundamental de tales ideas es su simplicidad, claridad y distinción, es decir,
la evidencia. En Descartes las ideas innatas y en particular la idea de Dios
garantizan y son los pilares desde los que reconstruir con plena certeza
todos los saberes, desde la física hasta la metafísica. En Leibniz, por
ejemplo, las mónadas contienen ("como semillas") una perspectiva parcial de
la totalidad del universo, son un microcosmos en el que se refleja el
macrocosmos.

3. Adopción de un método de carácter matemático

Todos los racionalistas tomaron como modelo el método utilizado por la


matemática y la geometría: Descartes lo desarrolló en su obra Reglas para la
dirección del espíritu; Spinoza en el Tratado de la reforma del entendimiento
y Leibniz en su De Arte combinatoria, que estaba inspirado en Ramón Llull.

La utilidad del método estriba no sólo en escapar del error, sino que persigue
una intención clara: la unificación de las ciencias e incluso la creación de

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una "Mathesis Universalis" o ciencia cierta de carácter universal que pudiera


utilizar un lenguaje simbólico matemático con el que analizar y reducir a lo
simple (y cierto) toda proposición compleja de la ciencia.

En las Regulae ad directionem ingenii (Regla IV) define Descartes el método


de la siguiente manera:
"Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales,
el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero,
y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando
gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello
de que es capaz."

El método es una propedeútica: sana, cura el entendimiento y lo orienta a la


conquista de la verdad, reduciendo toda cuestión compleja a elementos
simples, claros y distintos (evidentes) que son conocidos mediante una
intuición intelectual, despojada de toda sensibilidad e independiente del
ámbito de la experiencia (a priori).

SOBRE LA LOGICA

La lógica elemental se divide en:

lógica de enunciados

lógica de predicados

Ambas utilizan un lenguaje propio artificial o formalización de un lenguaje


natural que permite analizar las proposiciones del lenguaje natural.

El cometido de la lógica clásica elemental es determinar si nuestros


razonamientos, independientemente de su contenido, son correctos o
incorrectos.

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Por razonamientos (o argumentos) se entiende un conjunto de proposiciones


de tal manera que, una de las cuales, denominada conclusión del
razonamiento, pueda presentarse como consecuencia de las demás
proposiciones, llamadas premisas del razonamiento.

En la lógica de enunciados la unidad mínima es el enunciado, es decir, un


segmento lingüístico que tiene sentido completo por sí mismo:

Esta fiesta es muy divertida

Esta fiesta es muy divertida y la música es muy buena

Para que un enunciado sea tal, tiene que poder atribuírsele valores de
verdad o falsedad.

En el caso de las dos oraciones anteriores, la verdad o falsedad habrá de


determinarse empíricamente, comprobando si, de hecho, la fiesta es
divertida y buena la música. En este caso, además, la dificultad es aún mayor
ya que se trata de una afirmación subjetiva.

La lógica de enunciados (o lógica proposicional), trata del estudio de la


composición de enunciados mediante conectores (y, o, si...entonces, etc.) y
se fundamenta en el principio de bivalencia, según el cual, todo enunciado
es verdadero o falso, pero nunca ambas cosas a la vez..

Podemos decir, por lo tanto, que la lógica de enunciados se dedica a


formalizar las proposiciones del lenguaje natural en un lenguaje simbólico y a
definir los conectores, estudiando las leyes de combinación o deducción de
los enunciados que las contienen.

En la lógica de predicados se formaliza y estudia la oración atendiendo a


los dos términos que la componen: el sujeto y el predicado

TABLAS SEMÁNTICAS O ÁRBOLES LÓGICOS

Las tablas semánticas:

Hemos visto que las deducciones pueden hacerse atendiendo a los


problemas de derivación, realizándose esta última a través de la aplicación

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de las reglas básicas o derivadas.

Pero también podemos utilizar otro criterio: el semántico, según el cual, y


suponiendo que la deducción sea correcta, no podemos obtener una
conclusión falsa de premisas verdaderas. La semántica atiende por una
parte al hecho al que se refiere la proposición y, por otra parte, a su valor de
verdad.

1. El método de las tablas semánticas supone una búsqueda de


contraejemplos que invaliden el argumento. Es una especie de
reducción al absurdo, en la que se supone la verdad de la negación
de la conclusión y, a partir de ella, se llega a una contradicción.
Veámoslo.
REGLAS SEMÁNTICAS

La búsqueda de contraejemplos que invaliden la argumentación se realiza


a través de la aplicación de una serie de reglas que tienen bastante parecido
con las reglas básicas del cálculo de juntores.

Metodologías b-operatorias / Metodologías a-operatorias

Metodologías b-operatorias: procedimientos de las ciencias humanas en los


cuales esas ciencias consideran como presente en sus campos al sujeto
operatorio (con lo que ello implica: relaciones apotéticas, fenómenos, causas
finales, &c.).

Metodologías a-operatorias: procedimientos que atribuimos a las ciencias


humanas en virtud de las cuales son eliminadas o neutralizadas las
operaciones iniciales, a efectos de llevar a cabo conexiones entre los
términos al margen de los nexos operatorios (apotéticos) originarios.
Ulteriormente, por analogía, llamaremos metodologías a a aquellos
procedimientos de las ciencias naturales que ni siquiera pueden
considerarse como derivados de la neutralización de metodologías b previas.
La dialéctica de las metodologías a y b puede formularse de este modo: las
ciencias humanas, en tanto parten de campos de fenómenos humanos (y
etológicos), comenzarán por medio de construcciones b-operatorias; en

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estas fases no podrán alcanzar el estado de plenitud científica. Este requiere


la neutralización de las operaciones y la elevación de los fenómenos al
orden esencial. [217] Pero este proceder culmina, en su límite, con el
desprendimiento de los fenómenos (operatorios, según lo dicho) por los
cuales se especifican como «humanas». En consecuencia, al incluirse en la
situación a, alcanzarán su plenitud genérica de ciencias, a la vez que
perderán su condición específica de humanas. Por último, en virtud del
progressus («vuelta a los fenómenos»), al que han de acogerse estas
construcciones científicas, en situación a, al volver a los fenómenos,
recuperarán su condición de metodologías b-operatorias. Esta dialéctica nos
inclina a forjar una imagen de las ciencias humanas en polémica
permanente, en cuanto a los fundamentos mismos de su cientificidad. [433]
El concepto de «ciencias humanas» que hemos construido se apoya en las
situaciones límite, en las cotas del proceso (a saber, el inicio de las
metodologías b-operatorias, y su término a-operatorio). Pero entre los límites
extremos cabrá establecer el concepto de «estados intermedios de
equilibrio».

Teoría filosófica (gnoseológica) de la ciencia

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Metodologías b-operatorias / Metodologías a-operatorias

Metodologías b-operatorias: procedimientos de las ciencias humanas en los


cuales esas ciencias consideran como presente en sus campos al sujeto
operatorio (con lo que ello implica: relaciones apotéticas, fenómenos, causas
finales, &c.).

Metodologías a-operatorias: procedimientos que atribuimos a las ciencias


humanas en virtud de las cuales son eliminadas o neutralizadas las
operaciones iniciales, a efectos de llevar a cabo conexiones entre los
términos al margen de los nexos operatorios (apotéticos) originarios.
Ulteriormente, por analogía, llamaremos metodologías a a aquellos
procedimientos de las ciencias naturales que ni siquiera pueden

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considerarse como derivados de la neutralización de metodologías b previas.


La dialéctica de las metodologías a y b puede formularse de este modo: las
ciencias humanas, en tanto parten de campos de fenómenos humanos (y
etológicos), comenzarán por medio de construcciones b-operatorias; en
estas fases no podrán alcanzar el estado de plenitud científica. Este requiere
la neutralización de las operaciones y la elevación de los fenómenos al
orden esencial. [217] Pero este proceder culmina, en su límite, con el
desprendimiento de los fenómenos (operatorios, según lo dicho) por los
cuales se especifican como «humanas». En consecuencia, al incluirse en la
situación a, alcanzarán su plenitud genérica de ciencias, a la vez que
perderán su condición específica de humanas. Por último, en virtud del
progressus («vuelta a los fenómenos»), al que han de acogerse estas
construcciones científicas, en situación a, al volver a los fenómenos,
recuperarán su condición de metodologías b-operatorias. Esta dialéctica nos
inclina a forjar una imagen de las ciencias humanas en polémica
permanente, en cuanto a los fundamentos mismos de su cientificidad. [433]
El concepto de «ciencias humanas» que hemos construido se apoya en las
situaciones límite, en las cotas del proceso (a saber, el inicio de las
metodologías b-operatorias, y su término a-operatorio). Pero entre los límites
extremos cabrá establecer el concepto de «estados intermedios de
equilibrio».

Dialéctica (acepciones)

El término «Dialéctica» se entiende según acepciones muy diversas.


Reseñamos aquí las siguientes:

(I) Como concepción no sólo de un método sino de la realidad al que aquél


habría de ajustarse. Se subraya aquí la movilidad o carácter dinámico de
todo. La dialéctica podría definirse como «la ciencia del movimiento»
(Heráclito podría servir de emblema), y se opondrá a metafísica, entendida
como concepción de la realidad (y aún de la realidad última) de un ser
inmóvil (Parménides, Zenón). Objeción: Esta concepción es muy
indeterminada. Tendría que dar cuenta de por qué Zenón -o Parménides-,
pese a negar el movimiento en el plano de la realidad, han practicado el
método dialéctico y aun lo han instaurado; luego, no es por los «argumentos

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contra el movimiento por lo que un pensamiento deja de ser dialéctico, como


tampoco deja de ser metafísico un pensamiento que propone como prototipo
de sustancias eternas e inmóviles ciertos corpúsculos materiales llamados
átomos.

(II) Como concepción que defiende la «multilateralidad de relaciones»


implicadas en cualquier proceso real (frente a la restricción esquemática de
un proceso cualquiera a una «única línea» de relaciones, restricción en la
que se haría consistir el modo de pensar metafísico). «El término dialéctica
-leemos en una exposición del 'materialismo dialéctico' significa que todo
está interconectado y que hay un proceso continuo de cambio en esta
interrelación.» Emparentada con esta idea de dialéctica es la que subordina
la dialéctica a la totalidad (G. Lukács, L. Goldmann). La principal objeción
que levantamos contra esta concepción procede del que solemos llamar
principio de symploké [54], formulado por Platón.

(III) Como concepción que subraya la estructura de «retroalimentación


negativa» de ciertas totalidades o sistemas, llamados, precisamente por este
motivo, dialécticos (Klaus, M. Harris). Objeción: Consideramos gratuita tal
propuesta reductora, puesto que, sin perjuicio de que los sistemas dotados
de retroalimentación negativa sean dialécticos, no todo lo que es dialéctico
tiene por qué ajustarse a tal modelo.

(IV) Concepciones que se proponen definirla en función de las


contradicciones implicadas en los procesos analizados (si bien los papeles
que se atribuyen a estas contradicciones pueden ser muy distintos). Esta
concepción es la que tiene más antigua tradición académica y escolástica
(Platón, Aristóteles, Kant, Hegel). Nos acogemos a esta acepción fuerte de
término dialéctica. («Fuerte» no solamente por su concreción, que comparte
con la acepción iii, sino también por la magnitud de problemas que plantea;
sin por ello querer decir que las restantes acepciones no susciten también
«cuestiones de fondo», si bien su orientación más laxa permite diluir las
dificultades o, al menos, aplazarlas.) La razón objetiva que cabría aducir
para justificar esta decisión -que desde un punto de vista lexicográfico y
doxográfico está autorizada- la tomamos de la posibilidad de reducir las
restantes acepciones a la condición de casos particulares de la propuesta.

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20

Dialéctica (en sentido «fuerte») / Contradicción lógica

Es frecuente (por parte de los que suelen ser considerados «analíticos», en


cuanto «antidialécticos», al modo de Quine o K. Popper) atribuir a quienes
mantienen la concepción fuerte de la dialéctica [96] un modo de entender la
presencia de la contradicción que es justamente lo que determina en ellos el
rechazo: «es dialéctico todo filosofar [o toda forma de pensar, incluso la
pretendidamente científica] que acepta, a la manera de Heráclito y de Hegel,
la validez de la idea de contradicción lógica: |–p¬p.» (M. Garrido en
Teorema, nº 1, 1971, pág. 66).

Sin embargo, semejantes definiciones son enteramente tendenciosas por


dos motivos principales:

(a) la contradicción no tiene por qué ser, sin más (definida incluso en el
terreno de la lógica formal de enunciados), en los términos de esa «negación
del principio de contradicción»;

(b) reconocer la contradicción, incluso en «lógica formal», no significa, sin


más, reconocer «la validez de la contradicción lógica».

No se trata de «construir una lógica dialéctica», sino de «dialectizar la lógica


ordinaria», puesto que ésta es la única «dialéctica formal» concebible.
Dialectizar la lógica formal ordinaria es, ante todo, mostrar que ella
«reconoce» la contradicción, es decir, que cuenta con ella, y no como una
mera errata; por tanto, que en su «sistema» la contradicción tiene un puesto
interno que no puede sencillamente borrarse (como si fuese una simple
errata). Hay muchos modos de llevar a cabo esta demostración, la más
rápida podría ser la apelación a las demostraciones formales del principio de
no-contradicción.

De este tipo de análisis, y de otros muchos muy variados y prolijos,


obtenemos, como conclusión, que el proceder dialéctico de la lógica formal
hay que ponerlo fundamentalmente en sus «estrategias» para eliminar las
contradicciones que en ella se construyen; por lo que, «aceptar la
contradicción», desde el punto de vista de una lógica dialéctica, no es
aceptar su validez (como norma) sino aceptarla como un «hecho lógico»

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resultado de operaciones (como un autologismo, como un dialogismo y, en


rigor, ni siquiera eso, pues bastaría con la acepción formal), como un hecho
interno, y no como una simple errata que fuera preciso conjurar. {BS19 42,
44}

Concepciones filosóficas de la dialéctica

Con los planteamientos relativos a la presencia de la contradicción en la


lógica formal [97] podemos reexponer la mismas cuestiones filosóficas que
tradicionalmente se han venido suscitando en los debates relativos al
alcance «ontológico» de la dialéctica. La cuestión no estriba tanto en
defender la «validez de la contradicción» en Ontología («al modo de
Heráclito o de Hegel») sino en reconocer su «existencia», aunque sea
agregando que esta «existencia», por inconsistente, pide su cancelación. Se
admitiría, a lo sumo, la contradicción en el terreno subjetivo (autologismos),
incluso en el inter-subjetivo (dialogismos) [190]; pero, ¿no equivaldría a
reconocer una conciencia a la realidad de la Naturaleza el atribuirle
contradicción? La visión dialéctica de la realidad, ¿no está ligada a un
panlogismo de cuño hegeliano? Esta es la gran cuestión en torno a la cual
se han ido formando las célebres oposiciones: dialéctica subjetiva / dialéctica
objetiva, dialéctica del espíritu (o de la historia) / dialéctica de la Naturaleza,
dialéctica de la conciencia (o de la mente) / dialéctica de la realidad, incluso
dialéctica formal (lógico formal) / dialéctica material. Estas oposiciones giran
en torno a las dos oposiciones que hemos enunciado en primer lugar
(dialéctica subjetiva / dialéctica objetiva) y en el último (dialéctica formal /
dialéctica material), puesto que «Espíritu», «Historia», &c. pueden reducirse
a «subjetividad».

Se diría que –al menos por parte de algunos analíticos– la oposición


dialéctica formal / dialéctica material está interpretada desde la oposición
dialéctica subjetiva / dialéctica objetiva, puesto que el reconocimiento de la
contradicción se lleva a cabo en el supuesto de que las fórmulas de la lógica
de proposiciones hay que interpretarlas en el horizonte (subjetivo) de las
aserciones (|–) de sujetos autológicos o dialógicos. Sin embargo, esto no es
nada evidente; pues las proposicones de la lógica formal no tienen por qué
reducirse a «juicios» de la mente: son construcciones objetivas, formales,

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según reglas, coordinables con otra materia (pues ellas son también
materialidades tipográficas) [86]. Una buena demostración de la
disociabilidad entre las oposiciones subjetivo / objetivo y forma / materia es
la posibilidad de cruzar ambas distinciones, comprobando cómo los
resultados se corresponden con diferentes concepciones filosóficas de la
dialéctica:

1. Como dialéctica objetivo-material (la «dialéctica de la Naturaleza» de


Engels).

2. Como dialéctica objetivo-formal (la llamada, por J. Görren, «teoría


analítica de la dialéctica»).

3. Como dialéctica subjetivo-material (la «dialéctica de la Historia» de


Hegel o Marx).

4. Como dialéctica subjetivo-formal (es decir, apoyándose en la


formalidad misma de la subjetividad individual: Gonzeth, Piaget).

Estas cuatro combinaciones no constituyen sólo una taxonomía más o menos


útil (como decía Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía, 6ª ed., Alianza,
Madrid 1979, s.v. «Dialéctica», págs. 803-804); sobre todo, constituyen una
demostración de que la dicotomía dialéctica subjetiva / dialéctica objetiva no
es la única de referencia. Este es el supuesto de los dualismos, de origen
espiritualista, entre Espíritu (o la Mente) y la Materia; desde este dualismo se
aceptará, a lo sumo, un cierto sentido a la dialéctica subjetiva (se reconocerá
que un sujeto puede caer en contradicción, o que, con frecuencia,
rectificamos nuestros juicios y aun es necesario rectificarlos para alcanzar
alguna conclusión válida), pero se considerará metafísica grosera y burda
referirse a la contradicción del «grano de cebada cuando se transforma en
espiga». {BS19 44-45}

Dialéctica de la Naturaleza (Materia) /


Dialéctica del Espíritu (Mente)

¿Hay una dialéctica de la Naturaleza, o sólo un pensamiento antropomórfico


puede pensar tal cosa, dado que atribuir a la Naturaleza contradicciones, si
éstas se refieren a proposiciones y éstas a juicios, es tanto como atribuirle

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juicio y pensamiento? El dualismo Naturaleza / Espíritu, así planteado, es


insuperable, sobre todo en el contexto de la cuestión de la contradicción.
Sólo desbordándolo es posible hablar de «dialéctica de la Naturaleza» o de
«dialéctica del Espíritu»; la dialéctica no está en ninguna de estas dos
sustancias, y es preciso recurrir a otra ontología. No es posible mantener, en
resolución, los dualismos dialécticos M2/M1 al margen de las materialidades
terciogenéricas [72-75]. La disyuntiva entre una dialéctica subjetiva y una
dialéctica objetiva es la que debe ser removida. No diremos que la
contradicción podría residir, a lo sumo, en «mis representaciones de la
Naturaleza» (en una esfera puramente subjetiva, segundogenérica) y en
modo alguno en la «naturaleza misma» (es decir, en la objetividad
primogenérica); pues la contradicción podría aparecer en la «naturaleza
representada» ante una subjetividad, sin duda, pero que no por ello
constituye la subjetivización de una objetividad muchas veces terciogenérica.
De lo que se trata es de «caer en la cuenta» de que si dejásemos de lado,
como irreales o fantásticas, las materialidades terciogenéricas es imposible
entender racionalmente el mundo; y no porque estas materialidades nos
remitan a un «tercer mundo» más allá del mundo físico, porque estas
materialidades son inmanentes al único mundo en que nos movemos. El
dado perfecto es una materialidad terciogenérica resultado de una catábasis:
en sí mismo puede considerarse como contradictorio, con la misma
contradicción que conviene al asno de Buridán, pues él no puede caer por
ninguna cara. Pero esto es debido a que el dado que cae es individual,
mientras que el dado perfecto no es un «individuo uránico», ni un contenido
mental (es decir, tiene de contenido mental lo mismo que pueda tener el
dado individual fabricado). El dado perfecto es una clase resultante de las
múltiples tiradas con un dado o con muchos dados simultáneamente, tales
que cuando tiende a ser infinita, se neutralizan en sus diferencias: el azar
aparece a nivel de clases, mientras que el determinismo aparece a nivel de
individuo (al margen de las materialidades terciogenéricas es imposible
distinguir el azar y la necesidad).

Admitidos los esquemas de identidad [211-218] diversos en juego mutuo,


¿por qué rechazar las posibilidades de contradicción objetiva entre ellos?
Pues la contradicción podemos entenderla precisamente como la

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incompatibilidad misma de términos correlativos a proposiciones (pero que


no requieren, por tanto, «panlogísticamente», una mente juzgante) que se
nos ofrecen por sí mismos, por las razones que sean, como coordinables a
valores booleanos 1 de proposiciones. La incompatibilidad entre ellos implica
la rectificación de ese «valor de verdad», bien sea rectificando uno de los
términos incompatibles o todos. En cualquier caso, la estrategia ante las
situaciones dialécticas será siempre la misma: la estrategia de la cancelación
de la contradicción, precisamente porque la contradicción es lo que no
puede mantenerse, lo que tiene que desaparecer, «fluir», moverse (y esto no
implica la recíproca, a saber, que todo lo que se mueve, envuelva una
contradicción formalizable). {BS19 44-46}

Modos generalísimos de resolución de contradicciones dialécticas

Es posible establecer las estrategias más generales que, a efectos de su


resolución, imponen las incompatibilidades (o contradicciones) dialécticas a
quienes las reconocen (o bien, los efectos correspondientes más generales
que esas incompatibilidades determinen en la realidad); pues esos modos de
resolución podrían tomarse como principio de las mismas figuras de la
dialéctica. Dos modos generalísimos pueden ser distinguidos: el modo de la
simultaneidad (que podríamos llamar «estructural» [101]) y el modo de la
sucesividad (que podríamos llamar «procesual» [102]). {BS19 46}

Modo estructural de contradicción dialéctica

Tiene lugar cuando los términos de la incompatibilidad dialéctica (o


contradicción) se nos presentan «frente a frente» con abstracción de sus
génesis respectivas (no porque las desconozcamos siempre; simplemente,
porque las ponemos entre paréntesis). La dialéctica estructural tiene, como
forma canónica, los dilemas y las antinomias. Los procedimientos
tradicionales de las antilogias de los sofistas, el sic et non de los
escolásticos, pero también las antinomias kantianas, son procedimientos de
la dialéctica «estructural». Como prototipo de estas antinomias
propondríamos la «antinomia de Euler». {BS19 46-47}

Dialéctica

24
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[102]

Modo procesual de contradicción dialéctica

Tiene lugar cuando los términos de la incompatibilidad dialéctica se nos


presentan según su trayectoria de origen y, eminentemente, como
procediendo unos como desarrollo de los otros. La dialéctica procesual
parece por ello como si estuviese «dotada de movimiento». Como
paradigmas pueden ponerse los cuatro «argumentos contra el movimiento»
de Zenón de Elea. Paradójicamente ellos desarrollan una dialéctica del
movimiento, en cuanto a su forma, que se dirige, en cuanto a su contenido, a
demostrar que el movimiento no existe (en cambio los «argumentos contra la
multiplicidad» se ajustan mejor a la dialéctica antinómica); sin embargo,
también cabe reagrupar antinómicamente los argumentos contra el
movimiento, formando bloques entre ellos.

Se pueden establecer una serie de criterios en orden a detallar una


taxonomía de las figuras o estrategias de la dialéctica procesual [103].
{BS19 47 / → MP 250-ss}

Criterios para una taxonomía de las figuras de la dialéctica procesual

El fundamento de esta taxonomía no es otro sino la misma conceptuación de


la incompatibilidad (o contradicción) ya expuesta: la incompatibilidad como
consecutiva a una «fractura» de una identidad (de un esquema material de
identidad) presupuesta, o de varias: la dialéctica presupone, por tanto,
multiplicidad originaria cuanto a los «núcleos» de desarrollo. Podríamos
acogernos a la terminología que Platón ofrece en El sofista, al exponer las
categorías de lo mismo (tauton) y lo otro (heteron). Diremos que la
contradicción o incompatibilidad dialéctica no es la única posibilidad
concebible, puesto que cabe establecer cuatro situaciones de movimiento:

a) Aquellas de las que puede decirse que lo mismo se reproduce en lo


mismo: sería el caso de la recta inercial descrita por una masa inercial en
sucesivos intervalos temporales.

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b) Aquellas de las que puede decirse que lo distinto se mantiene como


distinto. Dos rectas paralelas que se prolongan indefinidamente durante los
intervalos finitos y recurrentes del proceso; o dos rectas convergentes que,
tras cruzarse, en un punto, continúan su camino sin confundirse.

Cabría poner en corresponcencia estos dos tipos con los procedimientos


llamados analíticos. Podrían también denominarse estos procedimientos
como procedimientos de «ratificación».

c) Conjunto de procesos o cursos tales en los que el desarrollo de lo mismo


(de una identidad, según una regla material de identidad) conduce o
desemboca en lo otro (en lo distinto) -que se supondrá de algún modo dado:
«desembocar en lo otro» es tanto como superponerse con él- incompatible
con el origen. Hablaremos de procedimientos dialécticos divergentes o por
divergencia.

d) Conjunto de diversos procesos o cursos -más de uno- tales que sus


desarrollos, según sus propios esquemas, conducen o desembocan a una
misma configuración que obliga a rectificar las originantes. Hablaremos de
procesos dialécticos convergentes o por convergencia.

Los procedimientos que corresponden a estas dos últimas situaciones


podrán, por consiguiente, ser denominados «dialécticos» (por oposición a los
«analíticos») o de «rectificación» (por oposición a los de «ratificación»).

Los procesos dialécticos pueden considerarse como de rectificación porque


tanto en los procesos [(c) y (d)], las «estrategias» que entrañan tienen el
sentido de una rectificación. Estas estrategias son de dos tipos:

(A) Reiteraciones progresivas (un progressus [229]) del movimiento


(divergente o convergente) hasta el punto en el cual él nos lleva a una
configuración que se hace incompatible con el proceso mismo, constituyendo
su límite (diríamos que contradice y rectifica el proceso, aun cuando en sí
mismo no sea contradictorio; puede incluso aparecer una configuración
segregable del proceso dialéctico que la generó).

(B) Tiene que ver con los movimientos de regressus, con una involución
determinada porque la configuración a la que nos llevaría el proceso no sólo

26
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sería incompatible con él sino autocontradictoria o, mejor, incompatible con


terceras referencias presupuestas. Estos regressus presuponen, por tanto,
un progressus previo virtual (las figuras del regressus corresponden de algún
modo con los argumentos apagógicos).

Cruzando ambos pares de criterios obtenemos una taxonomía de cuatro


figuras dialécticas que designaremos, inspirándonos en el término griego
baino (que corresponde al verbo latino gradior, «subir, entrar») para significar
el «progressus hacia adelante», y stasis (estación, detención) para significar
la detención, retención o regressus del proceso: metábasis [104] y catábasis
[106] son las figuras del progressus; anástasis [105] y catástasis [107] las
del regressus.

Criterio 1 Procesos Procesos


dialécticos dialécticos
Criterio 2
de divergencia de convergencia
En Progressus I III
(evolución) Metábasis Catábasis
En Regressus II IV
(involución) Anástasis Catástasis
Si mantenemos la concepción de las figuras dialécticas como «maniobras» o
«estrategias» orientadas a evitar una contradicción efectiva cabría entender
las figuras del regressus (anástasis y catástasis) como modos de repliegue o
huida hacia atrás (retirada estratégica) de la contradicción; mientras que las
figuras del progressus (metábasis y catábasis) serían los dos modos de «huir
hacia adelante» de la contradicción que nos ha salido al paso. {BS19 47-48}

Metábasis

divergencia convergencia
progressus Metábasis Catábasis
regressus Anástasis Catástasis
Figura o estrategia, en la línea del progressus, de la dialéctica procesual
divergente [100-103]. En la metábasis, el desarrollo de identidad (según su
ley propia) conduce a una configuración que se encuentra «más allá de la

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serie» (metábasis eis allos genos) y que, aunque no es contradictoria en sí


misma, implica la resolución del proceso por «acabamiento» (la continuación
indefinida del proceso de lo mismo sería incompatible con este límite).

Modelo I.1. La serie decreciente de elipses, según su distancia focal, lleva


por metábasis a la circunferencia, porque se hace incompatible con la
prosecución del proceso (lo «mismo» –las elipses– se hacen otro –
circunferencia–).

Modelo I.2. La serie de circunferencias cuyos centros van desplazándose a


lo largo de la recta que contiene al radio perpendicular a una tangente se
resuelve, por metábasis, en la recta-tangente («otro género» de la curva).

Modelo I.3. El argumento de la dicotomía (el atleta en el estadio) conduciría,


por metábasis, al reposo.

Modelo I.4. Situaciones muy nítidas las encontramos en el campo de la


evolución de los organismos. Tomemos, como «esquema de identidad», el
constituido por una especie mendeliana (un esquema definible por la
recurrencia o re-producción de sus individuos según una estructura propia).
Una especie A va desplegándose en subespecies B,C,D,E,F (que son, entre
sí, por tanto, coespecies: [A,B], [A,C], [A,D]... [B,C]...). Las coespecies
mantienen el esquema de identidad. Pero al llegar a un determinado punto
crítico resultará que dos subespecies dadas (pongamos [B,G]) dejarán de ser
coespecies, si en ellas hemos llegado a «otro género»; serán ya especies
distintas, no coespecies, y no podremos escribir [B,G]. Advertiremos que no
se trata sólo de un caso de no transitividad de las relaciones de semejanza,
pues las coespecies no solamente están relacionadas isológicamente, sino
sinalógicamente (por las relaciones de reproducción) [36, 95]; lo que se ha
interrumpido son las relaciones sinalógicas (podríamos poner, por ejemplo, el
desarrollo de la salamandra californiana, en Satina; el desarrollo de las
variedades de pinzones, &c.). {BS19 48 / → CC 316-333}

progressus Metábasis Catábasis


regressus Anástasis Catástasis
Figura o estrategia, en la línea del regressus, de la dialéctica procesual
divergente [100-103]. En la anástasis, el desarrollo de un esquema material

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de identidad conduce a una configuración contradictoria que obliga


(apagógicamente) a un regressus equivalente a una detención o involución
del proceso antes de alcanzar su límite.

Modelo II.1. El incremento de rendimiento en la serie de motores que


reutilizan la energía que ellos mismos producen llevaría, como límite, a la
configuración de un perpetuum mobile de primera especie. Esta
configuración es contradictoria (implica la «causa sui») y determina un
regressus que es formulado como primer principio de la termodinámica. La
anástasis que daría lugar a la idea de perpetuum mobile manifiesta con
claridad, no tanto la detención de la dialéctica cuanto la dialéctica de la
detención, que conduce a un saber negativo, que tampoco es la negación
del saber. Es un saber fundamental en Física que, a la vez, intersecta con la
Ontología: la anástasis se produce por la necesidad de evitar la
contradicción de la causa sui o creación de energía de la nada [116, 127].

Modelo II.2. También sería un caso de anástasis la detención del proceso de


incremento de velocidades hasta detenerse en un límite «interno» que
designamos por c.

Modelo II.3. El argumento de la flecha pudiera ser interpretado como efecto


de una anástasis dirigida a evitar la contradicción de la presencia simultánea
de un cuerpo en dos lugares.

Modelo II.4. Partiendo de la ley de la gravitación F = G(m1×m2/d2) puedo


formar una serie según que m1 y m2 se sitúen en función con un aumento de
d, lo que determinará una disminución de F; si d tiende a infinito, F tiende a
0; por anástasis, detengo el crecimiento de d y declaro finito al mundo de la
gravitación. {BS19 48-49}

Catábasis

divergencia convergencia
progressus Metábasis Catábasis
regressus Anástasis Catástasis
Figura o estrategia, en la línea del progressus, de la dialéctica procesual
convergente [100-103]. En la catábasis el desarrollo regular de dos o más

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procesos mantenidos según una ley de identidad se resuelve por su


confluencia (o identidad sintética [214-217]) en una configuración que
constituye el límite externo de los confluyentes («lo distinto se hace lo
mismo»).

Modelo III.1. Las series de polígonos inscritos y circunscritos en una


circunferencia convergen en ella y entre sí. (En esta catábasis es posible
aplicar el análisis que anteriormente hemos sugerido en el sentido de que lo
que converge en la circunferencia única son los límites de dos metábasis
independientes, la de los polígonos inscritos y la de los circunscritos.)

Modelo III.2. El argumento de Aquiles y la tortuga podría considerarse como


una catábasis cuando (sacando consecuencias distintas de las que
pretendía sacar Zenón) admitimos que ambos se encuentran en el punto w 0.

Modelo III.3. La constitución de la idea de conjunto cardinal transfinito de


orden 0 a partir del desarrollo de progresiones numéricas diversas (por
ejemplo, la progresión natural, la de los cuadrados, la de los pares, &c.) y
según una diversidad vinculada al llamado «principio de desigualdad» (la
parte no es el todo, el conjunto de una sucesión finita de pares enteros no es
coordinable con los enteros a la que pertenece) puede considerarse como
una catábasis por la cual, en el límite, las sucesiones de los enteros tienen el
mismo cardinal À0 que la de los números pares, de los cuadrados, &c.

Modelo III.4. El «sistema de las cinco vías» que compuso Santo Tomás a fin
de mostrar (antes del Concilio Vaticano II los católicos decían: demostrar) la
conveniencia (antes: la necesidad) de la existencia de Dios, puede
considerarse como un proceso «pentalineal» de catábasis constituido a partir
de cinco cursos diferentes de metábasis. En efecto, cada una de las vías
desarrolla independientemente un proceso ad infinitum que, lejos de ser
detenido por involución o anástasis [105], se mantiene hasta culminar con
«pasos al límite», de otro género, por los cuales se configuran las ideas de
Primer Motor, de Causa Pimera, de Ser Necesario, de Ser Perfectísimo y de
Fin Ultimo. Ahora bien, estas cinco metábasis no pueden confundirse con la
catábasis en la que consiste el «sistema de las cinco vías», a saber, en la
identificación de todos esos límites independientes con una sola referencia

30
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en la que todos confluyen. Santo Tomás va anunciando esta confluencia en


cada vía («llegamos así a un Ser Necesario, y a este le llamamos Dios»,
&c.). Pero este anuncio es sólo un anuncio de la aplicación de una forma
dialéctica (la catábasis), porque lo que habrá que demostrar (aun
suponiendo que cada metábasis fuese válida) es que el Dios de la primera
vía es el mismo (tautón) [213] que el Dios de la segunda vía, y éste el mismo
que el Dios de la tercera, &c. Muchos escolásticos, y en particular Franciso
Suárez, ya advirtieron que el término de la tercera vía (el «Ser necesario»)
podía no ser el Dios personal de la quinta vía. {BS19 49-50}

Agregados

Teoria del caos

En la turbulencia de un arroyo es imposible predecir la trayectoria de una


partícula de agua. Sin embargo, ese sistema es, a la vez, continuamente
cambiante y muy estable. Esto es una metáfora de nosotros mismos :
somos la misma persona que hace diez años, sin embargo, hace diez años
estábamos formados por unos átomos diferentes y psicológicamente
también hemos cambiado, adaptándonos siempre al mundo que nos rodea.

Esta teoría no es fruto de una sola mente genial, sino que, podríamos decir,
es fruto de la evolución histórica del pensamiento y de la ciencia. Los sutiles
(y no tan sutiles) cambios de visión en las matemáticas, física y demás
ciencias, van apareciendo junto con cambios en la conciencia de todos los
demás ámbitos de la vida, ya sea en lo social, político, religioso, en el arte,
etc. Como la teoría del caos nos sugiere, todo está interconectado con todo.

En los siguientes textos se presentan varias de las reflexiones e ideas que


derivan de lo que hoy en día se denomina "teoría del caos". Como muchos
señalan, el nombre no es muy correcto, debido a la idea que hoy en día se
tiene sobre dicho término. También hay partidarios de la objetividad
matemática quienes señalan que "sobre la teoría del caos se está
escribiendo mucho, pero se sabe muy poco, o casi nada".

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En tales ciencias exactas esto resulta así. Sólo hay que darse cuenta de que
las matemáticas modernas se han convertido casi en una ciencia empírica:
ya no es tan fácil generalizar y demostrar, o simplemente resolver, sino que,
gracias a la rapidez de las computadoras, la infinidad de objetos
matemáticos que surgen, que emergen de la aleatoriedad, son explorados,
son observados, y esto también conlleva a que cada vez se de más
importancia al aspecto estético en las matemáticas. Para hacernos una idea
de la esencia de la teoría del caos, veremos algo de ella en las matemáticas,
en la naturaleza y veremos qué línea de pensamiento ha ido surgiendo en
las últimas décadas gracias al caos. Para ello se habla de sutileza,
creatividad, azar, control, totalidad, autoorganización, etc. (Ver "Diccionario").
Se sugiere que no es posible controlar la inmensidad de hechos aleatorios
que surgen, pero sí es posible entender la sutil creatividad caótica y
participar en ella, ya que somos parte de una totalidad.

Boyan Ivanov Bonev

La influencia sutil

La experiencia de Lorenz: Edward Lorenz utilizaba un programa de


ordenador para calcular mediante varias ecuaciones las condiciones
climáticas probables. Pero se dio cuenta de que al redondear los datos
iniciales sólo un poco, los datos finales eran radicalmente diferentes.
Descubrió que eso es debido a los rizos retroalimentadores y reiteraciones
del sitema caótico que representa la atmósfera. Lorenz había intuido el
efecto mariposa.

El efecto mariposa: Una mariposa parece no ser nada comparándola con las
enormes fuerzas físicas que actúan en la atmósfera. Sin embargo después
de la experiencia de Lorenz no resulta difícil pensar que tal vez, el batir de
las alas de una mariposa pueda producir un tornado en el otro lado de la
tierra (después de múltiples retroalimentaciónes y/o bifurcaciones del
sistema).

Hay que tener en cuenta que nuestra "mariposa" no es un elemento aislado


del sistema caótico sino que forma parte de éste y por tanto todo lo que ella
haga le va a influir a todo lo demás.

A nivel de investigación científica estas ideas pueden resultar tanto


animadoras, como todo lo contrario, pues señalan nuevas posibilidades
inesperadas para la ciencia, al mismo tiempo que remarcan la dificultad o

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imposibilidad de formular una predicción.

Eso tiene unas repercusiones muy importantes en nuestra forma de ver el


mundo. Como dijo Robert Musil en El hombre sin atributos:

La suma social total de los pequeños esfuerzos cotidianos de todo el


mundo, especialmente cuando se aúnan, libera indudablemente
bastante más energía en el mundo que las hazañas heroicas
singulares. Ese total incluso logra que el esfuerzo heroico individual
parezca algo minúsculo, como un grano de arena en la cima de una
montaña con un sentido megalomaníaco de su propia importancia.

Hasta en las sociedades aparentemente más democráticas continuamente se


da la típica situación en que aprobamos algo porque nos sentimos
presionados por los demás y/o por algún poder. Esto crea el sentimiento de
impotencia para cambiar cualquier cosa en la sociedad. Pero el efecto
mariposa nos sugiere que una simple expresión de nuestra opinión podría
generar nuevas opiniones, las cuales se pueden ir sumando y
retroalimentando hasta que el sistema alcanza un punto crítico: un punto de
bifurcación donde nace la creatividad al romperse el orden y el dogmatismo,
donde hay un complejo dinamismo que hace imposible predecir qué surgirá a
partir de ahí.

En los sistemas llamados ciclo límite gran la mayor parte de la energía


interna está destinada a hacer que el sistema se resista al cambio, repitiendo
mecánicamente modelos de conducta y aislándolo del mundo exterior por lo
menos hasta cierto punto. En estos sistemas cada elemento cede de su
individualidad para someterse al automatismo. En tales sistemas políticos es
muy típico que un poder superior haga uso frecuente de frases vacías,
fórmulas sin contenido que tienen como único objetivo mantener el sistema
cohesionado. Esos ciclos límite también se dan a nivel de psicología
individual, por ejemplo en aquellos típicos personajes que se imaginan que
esta vez lo harán todo bien, pero siempre vuelven a caer en los mismos
errores.

Nuestra actitud hacia las cosas ejerce una influencia sutil la cual es
impredecible, es como el efecto mariposa. El simple hecho de tener una

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actitud positiva influye tanto a los demás como a la dinámica de nuestra


propia mente. La conciencia no está limitada a lo que ocurre de forma
privada en nuestras mentes, sino que es un sistema abierto. Abrirnos a la
incertidumbre nos permite influir humildemente hasta en los sistemas más
rígidos. Por ejemplo, en las artes marciales orientales uno no se opone con
fuerza a la fuerza sino que mediante la acción de palanca hace que el
ataque del adversario se vuelva contra sí mismo.

Boyan Ivanov Bonev

Autoorganización del caos

Vórtices.
"Vórtice es un atractor extraño con pocos grados de libertad".Cuando el agua
hierve, el líquido del fondo asciende, y el de arriba baja, formándose una
competición caótica. Se dice que el agua ejerce sus máximos grados de
libertad. Se ha descubierto que al calentar el agua por debajo del punto de
ebullición éste se auto ordena en un modelo de vórtices geométricos. Para
suceder esto, primero se ha de llegar a un punto de bifurcación, que es
donde el sistema se transforma. Cada uno de los vórtices que entonces se
forman (en este caso de forma hexagonal, ver foto) se enlaza a otras
fluctuaciones formando más vórtices, así se amplifica el sistema,
retroalimentándose a sí mismo.

Otra fase de la retroalimentación consiste en la amplificación de los efectos.


Ejemplo: cuando colocamos el micrófono demasiado cerca del altavoz: los
pequeños sonidos ambientales son captados por el micro, salen amplificados
por el altavoz, vuelven a ser captados por el micro y vuelven a salir todavía
más amplificados. (Efecto Mariposa). Los vórtices tienen lugar en la
autoorganización de los sistemas caóticos.

Estamos observando dicha autoorganización por todas partes en la


naturaleza. Es una autoorganización que aporta al sistema mucha más
estabilidad y flexibilidad que cualquier
estructura que haya sido creada artificialmente.
Este huracán, por ejemplo, es una gran forma
autoorganizada de la naturaleza. Si no fuera
por su autoorganización toda la fuerza que
lleva cada partícula se perdería al chocar unas
con otras, sin embargo las partículas entran en
ciclos retroalimentadores y mediante el efecto

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mariposa se amplifica su velocidad.

En un sistema autoorganizado por individuos, por ejemplo los termes, hay


varios niveles de organización. Dependiendo de las circunstancias, de la
densidad de la población, etc, las "reglas" cambian. La conducta individual
sigue unas reglas, la conducta colectiva sigue otras. Hay que tener en
cuenta que la unión del grupo de individuos no se debe a que un individuo
solo o una elite están asumiendo la dirección. A partir de la actividad
individual aleatoria se produce una retroalimentación, con lo cual el sistema
se autoorganiza; entonces las reglas colectivas (surgidas de la aleatoriedad
de las individuales), restringen en determinado grado las reglas individuales.
Sin embargo, esta dinámica global del sistema no puede reducirse a la
dinámica de sus unidades constituyentes.

Otro ejemplo: La autoorganización puede surgir espontáneamente en


sistemas químicos. Se ha observado que en un sistema que debería tender
hacia un estado de equilibrio homogéneo, a veces se producen oscilaciones
periódicas macroscópicas, formándose sorprendentes estructuras espaciales
en forma de ondas espirales. Esto parece incompatible con la segunda ley
de la termodinámica, que nos dice que en la práctica la entropía, y por tanto
el desorden, aumentan siempre ("La irreversibilidad genera entropía").

En la figura vemos una simulación tridimensional de la


reacción de Belousov-Zhabotinski. Las zonas más
claras indican una mayor concentración de uno de los
reactivos. Partiendo de una mezcla homogénea de
sustancias químicas, el sistema se autoorganiza
dando lugar a ondas macroscópicas, observables a
simple vista, que surgen del desorden molecular.

Boyan Ivanov Bonev

El análisis frente a la totalidad

La Tierra se puede comparar con una simple célula humana, con su


membrana, mitocondrias, centriolos, corpúsculos basales, y muchas otras
partes diminutas que tienen sus funciones, cada una con su propia evolución
autónoma, sin embargo todas ellas unificadas, formando una completa
interdependencia y una entidad global. Una simple célula es un microcosmos
fractal de lo que ha conseguido la vida sobre la Tierra.

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Radicalmente diferente de este tipo de visión, la contemplación analítica y


fragmentada de la realidad con la que hemos convivido durante tanto tiempo
es, a juicio del físico y escritor Fritjof Capra, "inadecuada para tratar con
nuestro mundo superpoblado e interconectado". Según él estamos
experimentando una "crisis de percepción". La teoría del caos nos sugiere
una percepción y una concepción asociada de un mundo de una pieza, un
mundo orgánico, sin costuras, fluido e interconectado: el todo. También nos
dice que nos podemos encontrar reflejos autosemejantes del cosmos dentro
de cada una de sus "partes". Ese punto de vista está naciendo como
antítesis de la perspectiva mecanicista que estamos teniendo desde hace
varios siglos, la cual ya comenzó a generalizarse a finales de la edad media,
hasta que con las ecuaciones de Newton se deshumanizó por completo el
mundo natural al describirlo como un compuesto de bloques mecánicos en
interrelación.

Si hemos de ser objetivos con nuestra perspectiva mecanicista (y ésta, en


cierto modo, nos exige serlo) nos encontramos con que es un punto de vista
que no cuadra con nuestra naturaleza humana, simplifica excesivamente y
desprecia un montón de datos y de "no datos". Como dice el biólogo Brian
Goodwin: "

Según la biología actual, los genes determinan organismos, y los organismos


son simples y accidentales colecciones de genes que son funcionalmente
útiles para nosotros, los seres humanos. Por lo tanto, es perfectamente
legítimo modificar la composición genética de un organismo para adaptarlo a
nuestras necesidades. Podemos crear gallinas o pavos enormes, aunque
esos no puedan reproducirse ni vivir una vida normal. Cambiarlos de ese
modo resulta aceptable. Pero tales cosas están hiriendo profundamente
nuestra relación con el mundo natural y de unos con otros, porque eso
significa que todo en la vida se mide por el rasero de la comodidad. Esto me
anima a pensar en el otro como un simple montón de células y genes. Estos
tienen un valor comercial y potencial, y eso, para mí, equivale al suicidio. Los
organismos no son únicamente meras máquinas de supervivencia. Tienen un
valor intrínseco, y son dignos de él, como las obras de arte.

" Este texto insinúa que hay un montón de valores subjetivos que, según la
perspectiva mecanicista y analítica, deberían no importarnos a nivel de
ciencia y de desarrollo tecnológico. La perspectiva mecanicista es una visión
reduccionista, que nos trata a nosotros y a la naturaleza como objetos
manipulables. Por otro lado es la base de grandes desarrollos científicos y
tecnológicos, o por lo menos, eso nos parece a nosotros a nivel sincrónico,
ya que sólo podemos ver el desarrollo de la humanidad a corto plazo. No
sabemos si la tecnología actual realmente nos está ayudando, o si dentro de
varios siglos, vamos a llegar a un callejón sin salida para la tecnología,
cuando la ciencia no será capaz de descubrir nada que arregle los desastres
que ella misma ha generado.

Uno de los ejemplos típicos de las limitaciones actuales de la ciencia es el


problema de los tres cuerpos. La solución aceptada hoy en día no va más
allá de las meras aproximaciones insatisfactorias: se hacen una serie de

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cálculos relativos a los efectos del tercer cuerpo sobre los otros, y se suman.
Estas estimaciones aproximadas son la llamada teoría de la perturbación.
Poincaré se dedicó a profundizar en este problema y vio que en muchísimos
casos las estimaciones científicas acerca de la órbita de un asteroide o de un
planeta eran bastante aproximadas (por lo menos en el sistema solar): la
débil atracción de un segundo planeta sobre otro era casi despreciable y
sobraba con sumar un valor aproximado para calcular una órbita. Pero
también descubrió que bajo ciertas condiciones críticas las pequeñas
correcciones empezaban a acumularse, realimentándose, hasta que su
efecto total sobre la órbita de un cuerpo conseguía que éste se tambaleara
entrando en resonancia, o que incluso saliera violentamente despedido fuera
del sistema solar. Esto se debe a los efectos no lineales de la
retroalimentación: los planetas no pueden ser tratados como si sus efectos
fueran esencialmente independientes y "sumables" los unos a los otros.

La unidad caótica está llena de particularismos, activos e interactivos,


animados por retroalimentaciones no lineales y con la capacidad de producir
cualquier cosa, desde sistemas autoorganizados hasta autosemejanzas
fractales, pasando por el desorden caótico impredecible. En esta visión del
mundo como unidad caótica se celebran los mismos fenómenos que fueron
despreciados como liosos y fortuitos en el paradigma mecanicista.

Veamos un par de ejemplos de la unidad caótica de la Tierra :Un bosque (u


otro sistema natural) puede llegar a ser muy flexible y adaptable debido a su
rica red de rizos retroalimentadores que interactúan con el medio
constantemente. Algunos bosques, incluso, se han ajustado a cambios
drásticos. Pero cuando este sistema caótico se desestabiliza (porque
empezamos a talar bosques, por ejemplo), la conducta no lineal puede hacer
que su dinámica cambie abruptamente o que incluso se colapse. Ya tenemos
el ejemplo de tierras sobre las que hace años hubo ricos bosques que
creaban su propio microclima y ellos mismos hacían que las condiciones les
fueran favorables, sin embargo, ahora no se puede plantar ni una sola planta
ahí. Cortar un árbol puede significar que el bosque se quede con un árbol
menos. Cortar diez árboles también. Pero cortar mil árboles puede no
significar que el bosque se quede con mil menos, sino que a partir de ahí se
extingan todos. Los procesos naturales de la Tierra son indivisibles y
constituyen un holismo capaz de mantenerse y alimentarse, al menos que en
el sistema caótico intervenga algún factor que lo desestabilice.

En la atmósfera de nuestro planeta hay considerables cantidades de metano.


Por lógica, todo el metano y el oxígeno libres deberían haber entrado en una
reacción de combustión. Como Lovelock remarcó, metano, oxígeno, sulfuro,
amoníaco y cloruro de metilo están en la atmósfera en diferentes niveles de
concentración de lo que podríamos esperar que ocurriera en una probeta. Lo
mismo ocurre con el porcentaje de sal del mar. Estas concentraciones
aparentemente extrañas resultan ser las óptimas para la supervivencia de la
vida sobre la Tierra, es decir, la Tierra se comporta como un ser vivo, con los
bosques, los océanos y la atmósfera como sus órganos. (y los animales - las
bacterias)

Cuando un automóvil (fruto de la visión mecanicista) se avería, buscamos la

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parte averiada. Es una parte la que hace que todo el coche deje de
comportarse como una unidad (porque por mucho que metamos la llave no
arranca). Pero en los sistemas caóticos, como son las familias, las
sociedades o los sistemas ecológicos, el problema se desarrolla siempre a
partir de todo el sistema, nunca a partir de una "parte" defectuosa. Siempre
es necesario tener en cuenta todo el contexto en el que se manifiesta un
problema. Como Lovelock señala, él nunca hubiera sido capaz de adivinar
que el cuerpo regula su propia temperatura, si sólo tuviera que examinar las
células individuales, y no su interacción retroalimentadora global.
Igualmente, en este momento no sabemos qué significaría para la capacidad
creativa de la conciencia humana trabajar como un todo a través de todo el
planeta, en vez de contemplarnos como individuos aislados que
interaccionan. Estamos acostumbrados a enfrentarnos a los problemas
mediante la conquista o la negociación, pero estas medicinas mágicas casi
nunca tienen el efecto esperado.

Según estudios psicológicos, parece ser que la naturaleza del ser humano
no es la de individuos aislados, sino la de funcionar como una totalidad.
Puede que eso no sea simplemente una tendencia cultural. Se ha
descubierto que los supervivientes de un accidente o de una retención
masiva de rehenes se sienten, consciente o inconscientemente, culpables
por no haber muerto ellos en lugar de los otros. En los fundamentos de
nuestra psique se halla un sentido de solidaridad con toda la especie
humana.

El modo de ver el mundo que está naciendo (o renaciendo) se fundamenta


en el respeto a la complejidad caótica del cosmos que nos alberga, sin
intentar ser nosotros el centro del mundo, ni intentar nombrar tal centro.
Experimentar la solidaridad con todo el universo tiene mucho que ver con el
hecho de liberarnos a nosotros mismos del hábito de pensar que somos
fragmentos inconexos, con dejar de poner énfasis en el yo aislado y en la
conciencia de que sólo podemos conocer individualmente, tiene que ver con
la necesidad de cambiar la perspectiva de una lucha heroica e individual, y
sustituirla por otra de colaboración y codesarrollo, tiene que ver con la
necesidad de dejar de ver la naturaleza como un conjunto de objetos
aislados y experimentar que somos un aspecto esencial de la organización
de la naturaleza; que el observador siempre es parte de lo que observa;
hemos de sustituir la atención exclusiva que le dedicamos a la lógica, el
análisis y la objetividad, para aprender a razonar estéticamente,
reconociendo los límites del pensamiento analítico. En lugar de
obsesionarnos por el control y la predicción hemos de sensibilizarnos hacia
el cambio y lo emergente. Parece inútil intentar aumentar infinitamente
nuestro control sobre la naturaleza. Comprendiendo la influencia sutil nos
podemos convertir en participantes del planeta.

Boyan Ivanov Bonev

CONTROL

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Los sistemas caóticos son muy flexibles. Si tiramos una piedra al río, su
choque con las partículas del agua no cambia el cauce del río, sino que el
caos se adapta al cambio. Sin embargo, si el río hubiese sido creado por
nosotros con un orden artificial, donde cada partícula de agua tuviera una
trayectoria determinada, el orden se hubiera derrumbado completamente. El
caos, en realidad, es mucho más perfecto que nuestro orden artificial;
hemos de comprender el caos y no intentar crear un orden rígido, inflexible,
cerrado a la interacción con el medio.

Siempre hemos estado obsesionados por el control, creemos que cuantas


más técnicas creemos, más control tendremos sobre el mundo. Pero con
cada tecnología nueva que introducimos se nos echan encima un montón de
problemas, para cada uno de los cuales hemos de inventar nueva
tecnología. Si tiramos una piedra en el río que estamos tomando como
ejemplo, el cauce no cambia, pero si tiramos una roca gigante la flexibilidad
del sistema no será suficiente. Es lo que ocurre en la Tierra: es un sistema
caótico: siempre cambiante y adaptándose, pero si nos pasamos el sistema
cambiará impredeciblemente o colapsará. Un ejemplo son los problemas
con la capa de ozono, el aumento de la temperatura global y el deshielo,
problemas con los recursos como el petróleo, etc.
Aprender a vivir en el caos no significaría aprender a controlarlo, ni a
predecirlo. Al contrario: hemos de enfocar la cuestión desde el punto de
vista de que nosotros también somos parte del caos, no nos podemos
considerar como elementos aparte. Desde esa perspectiva lo que podemos
hacer es vivir de la creatividad del caos, sin intentar imponernos: si
conseguimos realmente formar parte del sistema, el concepto de sujeto y
objeto desaparecerán, con lo cual el problema del control sobre un objeto,
también.
Anexo. Acerca de la derivabilidad.
¿Hasta qué punto es útil la derivación e integración de ecuaciones para
predecir los acontecimientos de la naturaleza? En los œltimos años la
ciencia cada vez más a menudo choca con ecuaciones donde la derivación
no sirve.Hay funciones y trayectorias refractarias que no tienen derivada. Un
sencillo ejemplo es el llamado "copo de nieve" (Helge von Koch, 1910), cuyo
área es limitado, pero su perímetro es infinito:

Hace relativamente pocos años se creía en la "exactitud" de la ciencia, por


eso al principio estas funciones no derivables se consideraron como "ajenas
a la física". Sin embargo, parece ser que todos los procesos naturales
acaban desembocando en este tipo de funciones, hasta hace poco

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despreciadas como casos raros.Se sugiere que el tiempo y el espacio son


fractales, y no lineales. Si es así, al medir algo desde otra escala los
resultados dejan de ser los esperados. Hasta ahora la ciencia estudiaba los
casos generales, aceptando el hecho de que haya "algunas" excepciones.
Ahora parece que lo que se ha estudiado como caso general es realmente
una excepción más dentro del caos.
Boyan Ivanov Bonev

Creatividad
La verdad es algo que se vive en el momento y que expresa nuestra
vinculación individual con el todo. No es algo relativo,pero tampoco es una
idea que pueda adquirirse y que pueda ser medida con las palabras, como si
fuera un punto fijo y estático. A la verdad no se llega mediante la técnica o la
lógica, no podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con la verdad. La
verdad es lo que nos mantiene unidos y cada uno debe hallarla
individualmente a partir de las condiciones únicas de su propia vida. La
verdad puede ser captada en cualquier lugar y momento, en lo pequeño o en
lo grande. Sin embargo nuestra mente llena de convicciones, gustos,
opiniones y emociones no siempre nos permite dedicarnos a observar,
simplemente observar. Nuestros prejuicios, muchos
de los cuales tal vez innatos, limitan nuestros grados
de libertad para la creatividad. La creatividad puede
aparecer, y de echo aparece, en cualquier momento
de nuestras vidas. Si, por ejemplo, al contemplar un
árbol, hacemos una abstracción de nuestro
conocimiento de los árboles y vemos un árbol
absolutamente nuevo, las desviaciones únicas de sus
ramas, sus nudos y retorcimientos, los juegos de aire
y de la luz entre sus hojas; en este momento estamos contemplando la
verdad del árbol. "La existencia está más allá del poder de las palabras para
definirla. Pueden usarse términos, pero ninguno de ellos es absoluto" (Lao
Tsé).

A veces un momento de clara intuición nos hace exclamar: "¡Ya lo tengo!".


Puede ser un momento en que vemos algo que puede ser trivial para
cualquier otro, pero en nosotros ha originado un punto de bifurcación en el
sistema caótico que forma nuestra mente, que cambia nuestras perspectivas
para apoderarnos de la autenticidad de nuestra experiencia de la vida.

Una vez alcanzado dicho punto de bifurcación, se abre el flujo a la


creatividad en el cual la autoconciencia desaparece, el tiempo psicológico se
desvanece o se llena por completo, la actividad nos absorbe completamente.
Se es perfectamente consciente del momento y de lo que ocurre y no existe
en la mente ni la menor preocupación por la posibilidad de equivocarse. Se
ha llegado a un punto de autoorganización del caos.

En estos momentos de creatividad nuestro "yo" ya no es el que nos ha


creado la sociedad, ese yo cargado de categorías, nombres, máscaras,
experiencias, sino que es un yo caótico, flexible, que también es el "no yo",
porque está conectado con el mundo, en cierto modo ha traspasado las
barreras de la individualidad. De hecho los trastornos mentales no son una

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realidad caótica, como parece, sino todo lo contrario: son un yo rígido y


cerrado al mundo.

En la creatividad caótica es muy importante la diversidad. Cuando se


agrupan distintos individuos (distintos (sub)sistemas caóticos) se forma un
tremendo potencial creativo: se unen, cada uno con su propia creatividad
autoorganizada, para perder algunos grados de libertad, pero descubrir otros
muchos nuevos. Es interesante el hecho de que si se juntan varios sistemas
caóticos los grados de libertad aumentan, mientras que si se tienen que
juntar varios sistemas donde rige un orden artificial, los grados de libertad
disminuyen mucho, si es que queda alguno.

Boyan Ivanov Bonev

Complejidad y simplicidad; Intermitencia

Se ha demostrado que en el caos determinista de sistemas dinámicos


simples subyace un orden oculto tras sus fenómenos manifiestamente
complicados y aleatorios. Estos fenómenos caóticos, pese a su carácter
determinista, son impredecibles.

En los sistemas no lineales hay propiedades emergentes, que aparecen


como resultado de la interacción entre sus partes y que no pueden
explicarse a partir de las propiedades de sus elementos componentes.

Pero la complejidad no es, necesariamente, sinónimo de complicación. Sólo


habría que enfocar el mundo desde una visión basada en la no linealidad.
Tanto la geometría como la dinámica de muchos sistemas naturales (y, en
efecto, caóticos) se pueden abordar desde enfoques simples.

Simulación por ordenador de


poblaciones de presas y depredadores.
La hipótesis de la frontera del caos
establece que la complejidad aparece en
unas condiciones muy especiales,
conocidas como puntos críticos, o
puntos de bifurcación.
En dichos momentos orden y desorden
coexisten, formándose estructuras
fractales que se caracterizan por
presentar un aspecto autosemejante a
diferentes escalas. Por ejemplo, en la
figura se ve una simulación de
poblaciones de presas y depredadores:
la estructura es fractal.

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Intermitencia

En el caos siempre existe la paradoja. Y la paradoja aquí es que lo simple y


lo complejo parecen ser reflejos lo uno de lo otro: son dos cosas
inseparables. Los fractales matemáticos están generados por fórmulas muy
simples, pero son figuras de inagotable complejidad.

Intermitencia es la situación en que lo simple y lo complejo se alternan


constantemente. Por ejemplo, incluso en amplificadores electrónicos de
gran precisión ocasionalmente se producen cortas descargas de
electricidad estática. Eso no se debe a una interferencia externa sino a los
resultados de los efectos no lineales dentro del circuito, produciéndose
períodos de caos. Con la aparición de relojes atómicos de precisión se
descubrió que la Tierra sufría alteraciones en su rotación: el paso del
"tiempo" de la tierra no es perfectamente regular porque de vez en cuando
aparecen estallidos intermitentes de caos. También el cuerpo humano
presenta gran variedad de ejemplos de intermitencia. Uno es que se ha
demostrado que un poco de caos es necesario para que el sistema
inmunológico funcione de forma eficiente.

Intermitencia no sólo significa que el caos surja del orden sino también que
el orden puede surgir en el caos, como se ha visto anteriormente. Aquí
surgen algunas preguntas interesantes: "¿Aparece el caos porque la
conducta regular se rompe temporalmente? ¿O es el orden regular
realmente una ruptura del caos que subyace en la realidad? ¿O bien es esa
intermitencia la verdadera manifestación de la complejidad caótica?"

Intermitencia en las matemáticas. Entre los números irracionales están


algunos muy importantes, números que parecen ser inherentes a la
naturaleza, como es el número pi, o raíz de 2. Son números de complejidad
infinita que aparecen dentro del sistema regular de números racionales. Son
una forma de intermitencia.

Si permitimos que un sistema simple se desarrolle de modo crecientemente


complejo, de tal forma que su orden interno se enriquezca cada vez mas,
llegaremos a un límite donde la complejidad se vuelve infinita y el sistema
parece totalmente aleatorio, contrario de cualquier orden.

La aleatoriedad y complejidad infinita a efectos prácticos son lo mismo.


Muchos artistas utilizan la aleatoriedad como germen o como camino hacia
nuevas formas. La casualidad incluso puede ofrecer una clave para
descubrir pautas más profundas en un sistema caótico. Se podría decir que
la pura aleatoriedad es lo mismo que la información infinita: algo muy
complejo, que si se mira desde la perspectiva de la paradoja tal vez será
visto como algo muy simple.

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Boyan Ivanov Bonev

El caos en el cuerpo humano

El cuerpo humano también es un sistema caótico. Está claro que es


imposible predecir el recorrido que una partícula cualquiera tendrá dentro de
nuestro cuerpo. También está claro que la medicina todavía no puede hacer
una predicción acerca de la evolución del cuerpo de determinado individuo.
Sin embargo, el cuerpo humano, a pesar de las muy diferentes condiciones
externas a que puede estar expuesto (clima, alimento, esfuerzo físico, etc),
siempre mantiene una forma general. Es tan resistente a cambios (dentro de
lo que cabe) porque los sistemas caóticos son muy flexibles. Una
enfermedad es algo impredecible, pero si el cuerpo no tuviera la libertad de
ponerse enfermo, con cualquier cambio producido, el sistema se
desmoronaría.
Hasta tal punto es flexible dicho sistema, que mantiene una forma más o
menos parecida durante más de 70 años, a pesar de que ningún átomo de
los que hoy forman nuestro cuerpo era el mismo hace 7 años. La explicación
de que un sistema tan impredecible como el cuerpo humano sea tan estable
está en que es un atractor extraño y está lleno de atractores extraños. (Ver
atractor extraño en las matemáticas.) El sistema siempre es atraído hacia un
determinado modelo de conducta, si cambiamos algo en el sistema éste
vuelve cuanto antes hacia el atractor extraño. Esto no significa que la
conducta sea mecánica, todo lo contrario: es impredecible. Sólo sabemos
hacia dónde va a tender.
Por ejemplo, en el corazón la conducta atractora es el disparo de una
secuencia de neuronas. Conocemos aproximadamente el ritmo que debería
tener el corazón, pero éste siempre tiene pequeñas irregularidades. Estas
pequeñas alteraciones son una señal de salud del corazón, una muestra del
vigor del sistema caótico, que es flexible a los cambios. El caos permite al
corazón un abanico de comportamientos (grados de libertad) que le permiten
volver a su ritmo normal después de un cambio. A continuación se ven dos
gráficos: el primero muestra un comportamiento de un corazón sano, el
segundo es de un corazón enfermo, que con el más pequeño cambio se
pararía.

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Un organismo sano, animal o vegetal, es un atractor extraño, cada uno con


su particular grado de libertad y grado de regularidad.
Boyan Ivanov Bonev

Introducción a la sofística.

Sofista hace relación a las palabras griegas sophós, sophía que


significan sabio y sabiduría.
El término no tenía, en un principio, las connotaciones peyorativas de
ahora: un sophistés o sofista es un engañador, un astuto y
premeditado embaucador que utiliza su arte con malos propósitos.
La sofística es un movimiento complejo desarrollado en Grecia en los
70 años anteriores a Platón, en la época de la Ilustración ateniense.
Los filósofos anteriores, los presocráticos, habían creado diferentes
teorías racionales sobre el origen del mundo muy diferentes entre sí,
muchas de las cuales eran demasiado abstractas y negaban hechos
evidentes al sentido común. Esta proliferación de ámbitos
explicativos tan heterogéneos acerca de la realidad creó los
cimientos para una nueva visión del mundo relativista y escéptica
que también se vió favorecida por la situación histórica la segunda
mitad del siglo V a.de.C.
La apertura de los griegos con otros pueblos a través de las guerras,
los viajes y la fundación de colonias así como las diferencias entre
los propios griegos (jonios y orientales), hizo surgir la conciencia de
que las costumbres, leyes y creencias no son generales y
universales para todos los hombres, sino que dependen de las
circunstancias históricas en las que se insertan, es decir, son
relativas.
Heródoto mismo recoge y describe las costumbres de diferentes
pueblos, escitas, persas, egipcios, etc., mostrando las enormes
divergencias que se dan entre ellos.
La victoria de los griegos frente a los bárbaros así como el enorme
cambio que supuso el advenimiento de la democracia griega, y el
posterior imperialismo ateniense, crearon las bases de un nuevo
movimiento, ilustrado y humanista, que daba igualdad de opinión a
todos los hombres. Esta igualdad democrática habría de defenderse
con persuasión e inteligencia, con el arte de la retórica. Y es ésto lo
que los sofistas ofrecían: educar profesionalmente a los jóvenes que
querían dedicarse a la pólítica.
En ausencia de colegios de abogados y universidades, la propia
democracia creó la demanda de una nueva clase de educadores

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paganos que enseñaban la areté (virtud), el arte de la ciudadanía, las


técnicas para hacer un discurso persuasivo tan efectivo que lograra
derribar las opiniones de cualquier adversario político en la
Asamblea.
Ser un orador eficaz y convincente era, por lo tanto, un sinónimo de
poder. La retórica permitía hacer una buena carrera política, y los
sofistas cobraban por ello en sus clases.
Éstas se impartían tanto en lugares privados (casas de ricos), como
públicos (exhibiciones , lecturas, seminarios, etc.).
Los sofistas, sin embargo, no son una escuela. Fuertemente
individualistas, rivalizaban entre sí, aunque compartían ciertos
principios filosóficos comunes: todos cultivaban la retórica o el arte
del lógos. Eran también, excepto Gorgias, maestros de areté. Su
interés se centraba en la antropología, el ateísmo y el
gnosticismo, y bastante poco en la cosmología y la física.
Les unía también la creencia en la antítesis entre la naturaleza y
las convenciones humanas, germen de la teoría del pacto o
contrato social desarrollada en Europa en los siglos XVII y XVIII.
Esta antítesis entre naturaleza y ley consensual facilitó una visión
cosmopolita e igualitaria de la humanidad. Son las leyes pactadas
las que han de asegurar la protección de los ciudadanos y garantizar
la igualdad de derechos entre los hombres, haciendo imposible el
advenimiento de las tiranías.
Si esto es así ¿por que qué ha sido tan denostado este movimiento,
hasta el punto de que sofista a venido a ser sinónimo de charlatán y
embaucador sin escrúpulos?
Uno de los motivos es que las propias fuentes que tenemos sobre los
sofistas nos llegan de sus propios opositores y detractores, entre
ellos, Platón y Aristóteles.
La filosofía de Platón se configura fundamentalmente como una
encarnizada lucha en contra de estos educadores que tanto poder
entregaban a la opinión del demos (pueblo).
Otro reproche que se les hace a los sofistas es que cobraran por sus
enseñanzas. Sin embargo el problema de fondo no es tanto que un
profesional ganara dinero por su enseñanza,como el contenido de la
enseñanza misma y la enojosa consecuencia de su profesionalidad :
cierta "prostitución intelectual" al tener que depender de aquellos que
pudieran costearse sus clases. Muchos jóvenes ricos podían utilizar
las enseñanzas de los sofistas para fines nada virtuosos y algunos
sofistas hicieronla vista gorda ante estas consecuencias.
Quizás otro motivo de desconfianza ante estos educadores fue que
la mayoría de ellos no eran ciudadanos de las polis donde impartían
sus enseñanzas. Los sofistas eran extranjeros y, por lo tanto, no

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podían acceder a cargos políticos activos, dedicándose a labores


diplomáticas, litigios, elaboración de constituciones, etc.
Lo que no cabe duda es que sin estos educadores ilustrados la
filosofía socrática y platónica no habría podido darse.

1. Protágoras

Protágoras fue el primer sofista del que tenemos noticia. Nació en


Abdera, en la costa N del Mar Egeo, aproximadamente en el año
490 a.deC. y vivió en Atenas y Sicilia. En Atenas, lugar donde
adquirió una gran fama, se hizo amigo de Pericles y se dedicó a la
enseñanza basada en el arte del discurso persuasivo, ejercitando
a los jóvenes en las técnicas de argüir a favor de las dos caras de
un mismo argumento.
Entre sus labores profesionales se le encomendó la elaboración
de un código penal para Turios.
Entre sus obras se encuentran:
Sobre la verdad , llamada también Discursos
demoledores , que comienza con su famosa
declaración del hombre como medida.
Antilogías o Argumentos contrarios
Sobre los dioses
Sin embargo, la dificultad principal de conocer sus principios
filosóficos estriba en que las fuentes de conocimiento sobre
Protágoras provienen de sus mayores oponentes: Platón y
Aristóteles.
De vuelta a su tierra natal, Protágoras murió ahogado en un
naufragio después de ser desterrado de Atenas, donde fue
juzgado por impiedad (fundamentalmente por su agnosticismo
sobre la creencia en los dioses).

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a. El relativismo de Protágoras

Protágoras defendió un relativismo del conocimiento y de los


valores, esto es, negó que existieran valores y verdades
universales para todos los hombres.
"El hombre es la medida de todas las cosas, de
las que son, en tanto que son, y de las que no
son, en cuanto que no son"
No hay verdades objetivas, absolutas y universales, sino que las
cosas son tal y como son percibidas por cada uno de nosotros.
Este relativismo se aplica a todos los ámbitos de nuestra
existencia.
Por ejemplo, lo que para una persona sana es un sabor agradable,
para un enfermo es amargo. ¿está confundida la persona
enferma? Protágoras dirá que para él, en su situación, la verdad
es que el sabor es amargo.
El relativismo impide establecer un criterio de verdad, teniendo
todas las opiniones la misma validez. Esto nos lleva a poder
permitirnos defender tesis contrarias al mismo tiempo, tecnica en
la que el filósofo destacó con maestría y que fue duramente
criticada por Platón y Aristóteles.
Sin embargo, según Guthrie, Protágoras difuminó la radicalidad de
este criterio hacia una postura utilitarista: aunque todas las
opiniones particulares tengan la misma validez, algunas son más
ventajosas que otras. En el caso mencionado anteriormente, es
ventajoso para el enfermo volver a reestablecer el sabor que
tenían los alimentos antes de la enfermedad.
El relativismo de los valores implica que una misma cosa o acción
puede ser buena para un sujeto y mala para otro. Es más, una
acción puede ser mala o buena para un mismo sujeto dependiendo
de cada circunstancia, y en la medida en que él lo crea así.

b. Nómos y Physis

Nómos significa ley moral y política, ya sea en forma de usos y


costumbres recibidas de la tradición, como en forma de leyes
formales y normas obligatorias que codifican la vida en comunidad y
que son respaldadas por la autoridad del estado.
Con el término physis los griegos denominaban a la naturaleza
como principio que no depende de los aconteceres humanos. La
naturaleza se rige por leyes universales y permanentes.
En el siglo V los términos nómos y physis, lo artificial y lo natural,

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eran considerados opuestos y mutuamente excluyentes. La leyes de


los hombres son fruto de un pacto, de un consenso humano y no
fruto de un principio divino.
Las leyes no son principios innatos, sino adquiridos con esfuerzo.
Los nómoi nos permiten vivir en comunidad y diferenciarnos de las
bestias que viven en un contínuo estado de conflicto y agresión. En
este sentido, la concepción del nómoi como opuesto a la naturaleza
implica la aceptación de la idea de progreso de la humanidad, que,
con su inteligencia, se ha levantado a sí misma con su propio
esfuerzo.
Pues bien, aunque la ley sea meramente convencional y, por tanto,
modificable, Protágoras defiende que hay que mantener las leyes
que ya se poseen, si estas parecen buenas a la mayoría. La vida en
comunidad es necesaria para la supervivencia de la especie humana
y, sin leyes, nos veríamos abocados a vivir en un estado de
naturaleza.

c. El agnosticismo

Protágoras fue acusado de impiedad y obligado a dejar Atenas por


ese motivo.
En un escrito suyo "Sobre los dioses", el sofista niega la posibilidad
de un conocimiento de la realidad que vaya más allá de las
apariencias sensibles:
De los dioses no puedo saber ni que son, ni que no
son, ni qué aspecto tienen; pues múltiple es lo que
me impide saber: tanto la no patencia (de lo ente
mismo), como el ser breve de la vida del hombre.

Protágoras criticó las supersticiones y los ritos religiosos de su


tiempo, pero mantuvo siempre una postura agnóstica y escéptica, no
atea.

2. Gorgias de Leontinos

Gorgias pertenece a la primera generación de sofistas.


Contemporáneo de Protágoras, nació en Leontinos (Sicilia)
aproximadamente en el 490 a.de C. y murió sobrepasando los cien
años de edad (aprox. en el 380 a.de C.).

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Gran viajero, y supuesto alumno de Empédocles (también siciliano)


Gorgias trabajó en muchas ciudades griegas, hasta que se instala en
Atenas en el 427 como jefe de una embajada de su ciudad, cuando
tenía ya 60 años.
Entre sus obras escritas destacan:
manuales de retórica: Encomio a Helena y Defensa de
Palamedes
Numerosos discursos políticos, epidícticos, etc.:
Oración fúnebre, Discurso Olímpico
Escribió también un tratado llamado Sobre la naturaleza
o Sobre el no-ser
Fue un orador famoso y sutil. Se dedicó fundamentalmente a enseñar
el arte de la retórica como el camino más adecuado para acceder al
poder.
Compartió el presupuesto básico de la filosofía de protágoras: el
relativismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo
la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como
tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro
de la opinión.

a. Las tres tesis de Gorgias

Sexto Empírico (finales del siglo II d. C.) recoge en un escrito las tres
tesis de Gorgias que desafiaban las tesis eleatas de la existencia de
un ser único e inmutable.
Las tres tesis son las siguientes:
1. nada es (existe)
2. Si algo existiera, sería incognoscible
3. Si fuera conocible, sería incomunicable
Veamos cómo se desarrollan:

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1. Nada es
1.1. El Ser es, pero la Nada no es
1.1.1. El no-ser no es. Si fuera algo,
caeríamos en la contradicción de decir
que lo que no-es, es y no es al mismo
tiempo.
1.1.2. El ser, si existe, o es engendrado o
es sin principio (siempre).
- Si es ingénito, sería incondicionado, por
lo que carecería de determinación y, por lo
tanto, no sería. Además, si es ingénito,
sería ilimitado, infinito e inmóvil. Pero todo
lo que es ha de ser en alguna parte, por lo
que tendría que haber algo mayor que lo
abarcara, mayor que lo ilimitado mismo.
Por lo tanto, lo ilimitado no es.
-Si es generado, entonces habrá surgido
de lo que es o de lo que no es. De lo que
es, no puede haber nacido, pues ya sería.
Y de lo que no es tampoco puede haber
surgido, pues la nada no es origen de
nada.
CONCLUSIÓN: el ser no existe.
2. Si el ser fuera, no podría ser conocido o pensado
2.1. Si el ser es cognoscible, o es idéntico o es
distinto al pensar.
- Siendo idéntico, el ser sería incognoscible, porque
todo lo pensable tendría que ser, y existirían cosas
totalmente absurdas e inverosímiles, por ejemplo, un
caballo con alas.
- Si es distinto, también sería incognoscible, porque
implicaría que el pensar es un no-ser, siendo imposible
conocer el ser a partir del no-ser.
CONCLUSIÓN: si el ser existiera, sería impensable.
3. Si el ser fuera cognoscible, sería incomunicable
3.1. La palabra, como instrumento de comunicación, es
idéntica o distinta al pensar.
- La palabra no es la cosa ni es el conocimiento de la
cosa.
CONCLUSIÓN: si el ser fuera conocible, sería

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incomunicable.

Las tesis gorgianas conducen a un escepticismo radical, a un


nihilismo del ser, el pensar y el decir.
Nuestro conocimiento no puede alcanzar ni comunicar la verdad,
dispersándose en la mera presencia cambiante de las cosas y de los
aconteceres.
Verdad es ahora presencia, opinión, parecer. Y la retórica es la
técnica que posibilita que la opinión de uno triunfe sobre la de los
demás. Es este oportunismo el que le fue duramente criticado a
Gorgias.

Elena Diez de la Cortina Montemayor

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3.Pródico

Nació en la ciudad jónica de Yulis, en Ceos (Cícladas),


aproximadamente en el 460 (o 470) a.de C. Era más joven que
Protágoras y pocos años mayor que Sócrates, muriendo después de
éste.
Aristófanes, en Las nubes, le llama "metereosofista", es decir,
experto en astronomía, y en Las aves cuenta que Pródico fue autor
de una cosmogonía.
Fue un sofista educador en el arte de triunfar en la política, y un
maestro del lenguaje. Sócrates mismo asistió a alguna de sus clases
sobre el correcto uso del lenguaje. Platón le retrata como un hombre
muy pesimista.
A Pródico se le atribuye la fábula de Heracles en la encrucijada,
donde se relata la dificultad de elección entre dos modos posibles de
vida: uno virtuoso y otro hedonista y placentero.
A Heracles se le acercan dos mujeres, la Virtud y el Vicio. La primera
ofrece una vida austera, esforzada y sencilla. La segunda una
agradable existencia dedicada a la ociosidad y los placeres. Pródico
optará por elegir la virtud, manteniendo una postura antihedonista.
Respecto a la religión, se le atribuye a este sofista una teoría
naturalista sobre el origen de la religión: los hombres primitivos
divinizaron los fenómenos útiles y beneficiosos para la vida: el sol,
los ríos, la luna, el pan, el vino, etc.. Esto permite intuir la posibilidad
de que Pródico fuera un ateo.
Pródico de Ceos dice: "los antiguos consideraron
como dioses al sol y a la luna, a los ríos, a las
fuentes y, en general a todas aquellas cosas que
son útiles para nuestra vida, en la medida en que la
ayudan, igual que los egipcios deifican al Nilo".
Añade que por esta razón el pan fue llamado
Deméter, el agua Posidón, el fuego, Hefesto, y así
sucesivamente cada cosa que era útil.
( Sexto Empírico, Mat. IX, 18 )
Las unicas referencias que tenemos sobre las obras de Prodico son
Sobre la naturaleza, Sobre la naturaleza del hombre y Horai.

.Hipias

La mayor fuente de conocimiento sobre este sofista procede de


Platón. Perteneciente a la primera generación de sofistas, Hipias

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nació en Élide, y viajó a numerosas ciudades dorias, sobre todo a


Esparta y Sicilia.
Hijo de Diopites y contemporáneo de Sócrates, se le atribuye un
carácter agrio y una descomunal memoria, sobre la que investigó
creando varios sistemas mnemotécnicos.
Sus enseñanzas abarcaron una amplia gama de saberes:
matemáticas, geometría, astronomía, historia, poesía y filosofía.
Su gran obra Synagogé, era un enorme compendio de saberes, tanto
de origen griego como bárbaro, que fue escribiendo a lo largo de su
vida: escritos matemáticos, tragedias, ditirambos, discursos, etc..
Este prolífico autor aceptó la distinción entre physis y nómos propia
de la sofística, y defendió a la naturaleza frente a los nómoi, sin
optar, por ello, por una postura egoísta.
Su defensa altruista de la naturaleza, frente al nómos, dio origen a la
idea de la unidad de la especie humana: por naturaleza somos
iguales. Son los nómoi, las convenciones sociales, los causantes de
las distinciones por raza, riqueza, nacimiento o status social. Las
leyes positivas causan desigualdad entre los hombres.
Las leyes son convenciones hechas por los hombres para otorgar
lo que debe hacerse y lo que no. Al ser su origen un contrato social,
no pueden pretender su universalidad, pudiendo ser continuamente
modificadas.
Hipias aceptó también la existencia de leyes divinas, que sí tienen
carácter de universalidad. Estas leyes son aquellas que son
aceptadas por todos los hombres de todos los países y, por lo tanto,
han de tener un origen divino. Entre estas leyes encontramos el
venerar a los dioses y honrar a los padres.

5. Antifonte

Fue un sofista contemporáneo de Sócrates algo más joven que


Gorgias. Nació en Ramnunte, aproximadamente en el año 411
a.de C. y murió cerca del 480.
Tenemos noticia de que escribió las siguientes obras: Tetralogías,
Sobre la verdad y Sobre la concordia.
Antifonte fue un refinado y culto intelectual que incluso ejerció
labores de psicólogo en sus tiempos. Según Guthrie, Antifonte
tuvo en Corinto un despacho cerca del Ágora en el que anunciaba
que podía curar con la palabra a todos los afligidos, de la misma
manera que se hace hoy en las clínicas psiquiátricas. Según este
sofista, las raices de todas las enfermedades físicas se encuentran
en la mente, llegando a ser, a veces, evasiones de la vida activa.

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Todo ello se halla en relación con la afirmación de la necesidad del


autocontrol y la moderación en la vida.

Respecto al problema de la relación entre nómos y physis propio


de la sofística, Antifonte fue un defensor de la physis frente al
nómos. La ley es un acuerdo antinatural, artificial, que es
respetado únicamente cuando tenemos miedo a las consecuencias
de su violación.
Las leyes no se fundan en la naturaleza, son convenciones sujetas
al cambio continuo. Hay cosa buenas por naturaleza y cosas
buenas por nómos. Los hombres debemos seguir los preceptos de
la naturaleza antes que los de las leyes.

La naturaleza nos empuja a evitar el dolor y buscar el placer. Cuando


la búsqueda de placer choca contra las leyes, sólo se seguiran éstas
si el no hacerlo nos acarrearía un dolor mayor, como castigo.
La ética de Antifonte, por lo tanto, es un hedonismo moderado.

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