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El Insólito Caso de David Reimer

Juan A. Rivero
Septiembre 2012

Los humanos tenemos 46 cromosomas, y dos de ellos, designados con las letras X y Y (aunque
no tienen esa forma) son los que determinan el sexo de la criatura. Durante el proceso de
formación de óvulos (en los ovarios) y espermatozoides (en los testículos) el número de
cromosomas se reduce a la mitad, de suerte que cuando ocurre la fecundación y el óvulo y el
espermatozoide se fusionan para producir un nuevo ser, el número de cromosomas se mantiene
constante (y no se duplica, como ocurriría si no se hubieran reducido a la mitad durante el
proceso de su formación). Cuando a un individuo le toca poseer dos X, será hembra, y si le toca
la combinación XY será macho. Hay ocasiones, sin embargo, cuando debido a irregularidades
en la distribución de los cromosomas, se producen combinaciones anormales como XO, XXY, o
XYY, con las consecuentes alteraciones sexuales, tanto físicas como conductuales, que la
condición demande.

Durante las primeras etapas del desarrollo del embrión, las glándulas sexuales (llamadas
gónadas) forman camellones en la cavidad abdominal cerca de los riñones, y como no se puede
decir si corresponden a un sexo o al otro, se dice que son indiferentes o indefinidas. Sin
embargo, si hubiera el cromosoma Y, es decir, si el individuo hubiera recibido la combinación
XY, al cabo de seis semanas desde el comienzo del embarazo la parte interna de la glándula
indiferente se convierte en testículo, y la externa se degenera. Si no hubiera el cromosoma Y, y
todas las células fueran XX, la parte externa será la que se convierta en ovario pero esto no
ocurre hasta aproximadamente la doceava semana de gestación. Es decir que la presencia del
cromosoma Y hace que se formen testículos, y su ausencia permite que se formen ovarios. Las
hormonas no tienen influencia sobre esta determinación, pero tan pronto los testículos se forman,
serán las hormonas testiculares las responsables de determinar las características que distinguen a
los dos sexos. A veces, algunas hormonas se producen en mayor o menor cantidad de lo
requerido, o algunos tejidos se hacen insensibles a la influencia hormonal y cuando esto ocurre,
el individuo muestra aberraciones sexuales de tipo variable. Esto es lo que ocurre, por ejemplo,
cuando los tejidos de un varón (XY) se hacen insensibles a la hormona masculina testosterona.
El aspecto físico externo y los intereses sexuales de esta persona serán los de una hembra, a pesar
de que su sistema cromosómico sigue siendo XY... Valga aclarar que aunque la preferencia
erótica de muchas de estas personas se invierte, en nada tiene que ver esto con homosexualidad,
una condición que ni tiene una causa hormonal (hasta donde se sabe) ni envuelve alteración
física de clase alguna.

Este preámbulo nos permite entrar en la discusión que el título del artículo sugiere. Siempre ha
habido personas que creen que el ambiente tiene más fuerza que la herencia en la determinación
de nuestro desenvolvimiento (incluso la homosexualidad), y el famoso dictum de “Nature vs.
Nurture” revela, precisamente, esa disparidad en la manera de pensar. John William Money, un
respetadísimo experto en la conducta sexual y la biología de los géneros, era uno de los que
favorecía con gran vehemencia la idea de que la identidad del género es mayormente aprendida y
que puede ser alterada mediante las intervenciones conductuales apropiadas; en otras palabras,
que uno aprende a ser macho o hembra. Money nació en Nueva Zelanda en 1922 pero a los 22
años emigró a los Estados Unidos y terminó su doctorado en la Universidad de Harvard en 1952.
Desde 1951 hasta su muerte en 2006, fue profesor de pediatría y psicología médica en la
Universidad de Johns Hopkins en Maryland, y en el 2006 la Sociedad Alemana para La
Investigación Científico-Social lo distinguió con la medalla Magnus Hirschfeld. La autoridad de
Money era ampliamente reconocida. La autora del libro Lessons from the Intersex, Suzanne J.
Kessler relata que en una ocasión ella recluto a varios médicos expertos (un genetista clínico, tres
endocrinólogos, un psicoendocrinólogo y un urólogo) para consultarlos sobre el tema de su libro,
y en una forma u otra, todos aceptaron la veracidad de la teoría de Money (realmente de Money
y Ehrhardt, ya que Anke Ehrhardt es coautora del libro Man and Woman, Boy and Girl, que es
donde más claramente se expone la teoría sobre el aprendizaje, además de dedicar un capítulo
completo al caso de David Reimer). Uno de los participantes del grupo consultado indicó que la
teoría “está tan fuertemente endosada, que ha tomado la fuerza de un evangelio”. Otro reconoció
que aunque la teoría se basa en sólo unos cuantos casos reciclados, su aceptación ha sido general
debido al prestigio de sus proponentes. Uno de los endocrinólogos participantes alegó que
“nosotros (los médicos) hemos sido criados bajo la influencia de la teoría de Money” y su
compañero en la profesión arguyó que “siempre nos aproximamos al problema de manera
similar, según ha ido determinado, mayormente, por el trabajo de John Money y Anke Ehrhardt
ya que ellos han sido los únicos que han publicado datos y guías, por lo menos en las literatura
médica.” Kessler termina diciendo que sólo en raras ocasiones se citaron datos contradictorios
pero que en ningún caso redujeron éstos la creencia en la validez de la teoría de Money.

La minuciosidad de los párrafos anteriores ha tenido el sólo propósito de acentuar el enorme


prestigio de Money y explicar por qué una pareja de canadienses que le oyó explicar por
televisión que la identidad del género (macho o hembra) es principalmente una cuestión de
aprendizaje, y que un pene no puede ser reemplazado pero que una vagina si puede ser
reconstruida y hacerse funcional, les convenció de que su mejor alternativa era llevar a su hijo
Bruce ante el gran gurú de la sexología y la identidad genérica. Bruce Reimer y su hermano
gemelo Bryan tenían dificultad para orinar y fueron diagnosticados con fimosis, una condición
que impide que el prepucio pueda retraerse y descubrir el glande del pene. Se les recomendó
hacerse una circuncisión y cuando tenían 8 meses fueron llevados a un urólogo, quien utilizó el
método anticuado de cauterización, quemando irremediablemente el órgano de Bruce. Ante esa
situación Bryan no fue operado y eventualmente se recuperó espontáneamente de la fimosis, pero
Bruce quedó permanentemente mutilado. Money acepto el caso con beneplácito. Se le
presentaba la oportunidad única de comprobar su teoría con gemelos idénticos, uno de los cuales
podía servir de testigo (“control”) ya que no sólo compartía con su hermano los mismos genes y
el mismo ambiente uterino sino también el mismo ambiente social. Persuadió a los padres de
que una realineación sexual sería lo mejor para Bruce, y se hizo cargo de su castración, la que se
efectuó antes de que el niño cumpliera los dos años. De aquí en adelante Bruce fue vestido y
tratado como niña, se le cambió el nombre por el de Brenda, y en la pubertad se le inyectó
estrógeno para que se desarrollaran los senos, todo bajo la supervisión del Dr. Money. Mucho
más tarde, cuando Bruce se hizo público, se reveló que Money los forzaba a ensayar prácticas
sexuales en las que Bruce siempre ocupaba la posición inferior. También hubo ocasiones en que
los obligaba a desnudarse y a ejecutar inspecciones genitales mientras él tomaba fotografías.
Money justificó estas acciones alegando que “el ensayo del juego sexual es importante para
lograr una identidad genérica saludable”.
Brenda

David adulto

David adolescente

Por varios años, Money informó sobre el progreso exitoso del cambio de género de Reimer y
llegó hasta a decir que el caso de John/Joane (como le llamó) había sido un retundo éxito. El
magacín Time se hizo eco de estas palabras y luego de reseñar el caso afirmó que “este
dramático caso provee fuerte respaldo al argumento de las mujeres liberacionistas en el sentido
de que los patrones convencionales de la conducta masculina y femenina pueden ser
alterados…”. Durante todos esos primeros años Brenda orinaba por un orificio en el vientre y
tenía que hacerlo parada, lo que producía el acoso y la burla de sus compañeras de escuela.
Brenda describe esta etapa de su vida como desastrosa, y cuando Money pidió a los padres que
se la trajeran para construirle una vagina (una experiencia que Brenda describió luego como
traumatizante), Brenda dijo que si lo hacían se suicidaba. Los padres cortaron toda relación con
Money y de aquí en adelante él no pudo decir nada más sobre el caso.

Contrario a lo informado por Money, Reimer relató luego que él nunca se identificó como una
niña, pese a los trajes que se le obligaba a usar y a las hormonas que se le administraban. A los
13 años tuvo una depresión suicida y en 1960 los padres le dijeron la verdad de lo ocurrido. A
los 14 años Bruce/Brenda decidió que el era varón y que ese era el papel que quería desempeñar,
lo que lo instó a cambiarse el nombre por el de David, a inyectarse testosterona (la hormona
masculina principal), y a hacerse una mastectomía doble (remoción de los senos) y una
faloplastía (reconstrucción del pene). En 1990 se casó con Joan Fontaine, ya madre de tres
niños. Las relaciones tirantes con sus padres, la muerte de su hermano Bryan como resultado de
una sobredosis de antidepresivos, y el anuncio de su esposa de que pensaba dejarlo luego de 14
años de matrimonio, se sumaron a todos sus otros padecimientos, y en el año 2004, cuando
apenas tenía 38 años, salió para el colmado y se quitó la vida en el área del estacionamiento.

David Reimer es el más famoso paciente de la historia médica. Cuando tenía 30 años, David
conoció al Dr. Milton Diamond de la Universidad de Hawai y acérrimo rival de Money, y a
través de un trabajo de este autor, el mundo de la psicología se enteró del fracaso de los
experimentos de Money. Más tarde David colaboró con John Colapinto en el libro As Nature
Made Him, en el que se relata la historia de David Reimer con detalles que hasta entonces eran
desconocidos. Sintiéndose culpables, la madre de David había intentado suicidio, el padre entró
en una crisis de alcoholismo, y Bruce murió esquizofrénico. Money nunca informó que su
experimento había sido un fracaso.

David fue, sencillamente, el conejillo de Indias de Money. La ideología absurda de este señor,
su dogmatismo y su poco respeto y consideración por el bienestar de los seres humanos, fue la
causante de esta trágica e infeliz historia.

Dr. John W. Money

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