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CURSO MANEJO INTEGRADO DE

LA FERTILIZACION
EN CULTIVOS DE HORTALIZAS

Facilitadores:
Ing. Jesús A. Quiñones M
Ing. Alirio A. Araujo F

CLASE Nº 1

Bailadores, Febrero de 2.008


CURSO MANEJO INTEGRADO DE LA FERTILIZACION
EN CULTIVOS DE HORTALIZAS

INTRODUCCIÓN

El cultivo de vegetales frescos, así como su procesamiento y comercialización, es


una actividad del tipo cadena agro – productiva, que amerita del concurso de
trabajo en equipo, donde cada integrante debe realizar su desempeño, pensando
en los demás factores del proceso; la preservación del medio ambiente es
fundamental, mantener la calidad en todos nuestros procesos, debe ser la actitud
de la perseverancia diaria, para garantizar la satisfacción de nuestros clientes y
consumidores.

Es por ello que dedicamos esta actividad de enseñanza – aprendizaje, a la puesta


en común de los conocimientos relacionados con el manejo integrado de la
fertilización en el cultivo de hortalizas.

El temario que aquí vamos a desarrollar, busca orientar a los técnicos de campo,
en la toma de decisiones en lo relativo a manejo de la fertilización de los cultivos,
como uno de los factores más importantes para lograr buenas cosechas, con
rendimientos de excelente volumen y con buena calidad a la hora de satisfacer las
necesidades de los clientes y consumidores.

GENERALIDADES

El cultivo de hortalizas se da, gracias a una compleja combinación de factores


físicos, químicos y climáticos; para efectos del presente curso, vamos a estudiar
por separado estos factores: el suelo, el agua, las plantas y el reracionamiento de
estos tres campo.

Luego, vamos a referirnos a la esenciabilidad de nutrientes para las hortalizas, el


diagnóstico nutricional de los cultivos, el uso de fertilizantes y enmiendas, el
manejo integrado de cultivos y la calidad e inocuidad de las hortalizas.

EL SUELO
El suelo como medio para el crecimiento de las plantas, se puede describir como
un material complejo, proveniente de la descomposición de rocas y materiales
orgánicos descompuestos y desintegrados, que proporciona nutrimentos, humedad
y soporte para las plantas.

El suelo procede de la interacción entre la atmósfera, y biosfera. El suelo se forma


a parir de la descomposición de la roca madre, por factores climáticos y la acción
de los seres vivos. Esto implica que el suelo tiene una parte mineral y otra
biológica, lo que le permite ser el sustento de multitud de especies vegetales y
animales.

La descomposición de la roca madre puede deberse a factores físicos y mecánicos,


o por alteración, o descomposición química. En este proceso se forman unos
elementos muy pequeños que conforman el suelo, los coloides y los iones.
Dependiendo del porcentaje de coloides e iones, y de su origen, el suelo tendrá
unas determinadas características.

La materia orgánica procede, fundamentalmente, de la vegetación que coloniza la


roca madre. La descomposición de estos aportes forma el humus bruto. A estos
restos orgánicos vegetales se añaden los procedentes de la descomposición de los
aportes de la fauna, aunque en el porcentaje total de estos son de menor
importancia.

La descomposición de la materia orgánica aporta al suelo diferentes minerales y


gases: amoniaco, nitratos, fosfatos, Estos son elementos esenciales para el
metabolismo de los seres vivos y conforman la reserva trófica del suelo para las
plantas, además de garantizar su estabilidad.

Importancia del suelo en el cultivo de hortalizas: a pesar de que los adelantos


tecnológicos hoy permiten el cultivo sin tierra, el suelo sigue siendo el soporte por
excelencia para el cultivo de hortalizas, debido a múltiples ventajas que presenta,
como el ser el medio natural para el crecimiento de las plantas, el mejor sustrato
para cultivar, debido a su equilibrio natural de sus componentes básicos, su
economicidad, en cuanto a inversión de tiempo, dinero y cuidados, para mantener
un cultivo. Estas son algunas de las razones por las cuales la gran mayoría de los
productores de hortalizas, lo hacen en el suelo. De allí la necesidad de preservarlo
y manejarlo con criterios conservacionistas, no solo para que no se pierda por
erosión, sino también que se mantenga sano y fértil.

Sin el suelo sería imposible la existencia se plantas superiores y, sin ellas, ni


nosotros ni el resto de los animales podríamos vivir. A pesar de que forma una
capa muy delgada, es esencial para la vida en tierra firme. Cada región del planeta
tiene unos suelos que la caracterizan, según el tipo de roca de la que se ha
formado y los agentes que lo han modificado.
Composición del suelo: el suelo está compuesto básicamente por cuatro
componentes: los materiales minerales, el agua, el aire y la materia orgánica.
Estos elementos se combinan en cantidades bastante variables en los diferentes
tipos de suelo y a diferentes niveles de humedad

Tipos de suelos: PRINCIPIOS GENERALES DE CLASIFICACIÓN.

Clasificar es agrupar los individuos de una población en clases. En los casos en los
que el universo o población es continuo es decir, que no posee tales individuos, la
clasificación puede considerarse como una subdivisión del universo en clases. En
este sentido las clases son conceptos abstractos y no grupos de individuos
naturales pero pueden tomarse por tales la creación de unos individuos arbitrarios
artificiales (tesseras, pedones, perfiles, etc...).

Por la operación de clasificar adjudicamos un determinado individuo a una clase,


es decir, decidimos si tal individuo pertenece o no pertenece a una determinada
clase. Tal operación es inherente al acto cognoscitivo de la mente humana; esto
es, que clasificamos para saber lo que las cosas son o, lo que es equivalente, para
incluirlas dentro de un esquema lógico.

Desde un punto de vista matemático, la construcción de una clasificación equivale


a efectuar la participación de un conjunto, es decir, en subdividirlo, en
subconjuntos disjuntos, de tal forma que todos los elementos del conjunto estén
incluidos en alguno de los subconjuntos y cada elemento en uno sólo de ellos,
como mostramos en la siguiente figura:

Por tanto, para que una clasificación sea satisfactoria desde un punto de vista
operativo, las clases han de definirse de tal forma que sean mutuamente
excluyentes entre sí y que se pueda decidir sin ambigüedad si un elemento
pertenece o no a una clase.

La definición rigurosa de las clases y la selección de estas de entre todas las


posibles clases en que se puede clasificar a un universo es una operación
altamente técnica y difícil.

Baste considerar que con sólo dos caracteres diferenciantes se puede clasificar a
una población en un máximo de 4 clases excluyentes: clase con el carácter 1, clase
con el carácter 2, clase con el carácter 1 y 2, clase sin el carácter 1 ni 2. El número
de clases resultantes sería 2 elevado a "n", siendo "n" el nº de caracteres
diferenciantes. Pero también se pueden definir hasta un total de 14 clases
diferentes, ó 16 (22n) si se incluye el referencial "todos los suelos" y el conjunto
vacío "ningún suelo".
Así si representamos por "M" a todos los suelos que tienen epipedon móllico y "C"
para los que tienen horizonte diagnóstico cámbico, se pueden definir 16 clases
distintas (figura).

Y como se muestra en la citada figura, el número posible de clasificaciones


distintas es también de 16 (1 clasificación con 4 clases excluyentes, 6
clasificaciones distintas con 3 clases excluyentes cada una, 7 clasificaciones de 2
clases excluyentes y 2 clasificaciones de 1 clase).
Así por ejemplo, para la clasificación americana, Soil Taxonomy, que utiliza un total
de 47 caracteres diferenciantes (entre horizontes diagnósticos y caracteres
diagnósticos) el número máximo de clases excluyentes en que se pueden clasificar
a los suelos sería 2 elevado a 47 (sobrestimado, ya que muchos caracteres
diagnósticos no pueden presentarse a la vez en un mismo suelo) y el número de
definiciones de clases posibles sería nada menos que: 2 elevado a 2 elevado a 47;
número astronómico que deja entrever la enorme dificultad que lleva la selección
de sólo aquellas clases que sean las más idóneas, operación que exige unos
conocimientos técnicos muy amplios.

Perfil del suelo: Se denomina perfil, a las diferentes formas en que se presenta un
corte longitudinal del un suelo cualquiera, está formado por horizontes, que son
una serie de niveles horizontales que se desarrollan en el interior del mismo y que
presentan diferentes caracteres de composición, textura, adherencia, etc. El perfil
del suelo es la ordenación vertical de todos estos horizontes.

Clásicamente, se distingue en los suelos completos o evolucionados tres horizontes


fundamentales que desde la superficie hacia abajo son:

Horizonte A, o zona de lavado vertical: Es el más superficial y en él enraíza la


vegetación herbácea. Su color es generalmente oscuro por la abundancia de
materia orgánica descompuesta o humus elaborado, determinando el paso del
agua a su través el arrastre hacia abajo, de fragmentos de tamaño fino y de
compuestos solubles.
Horizonte B o zona de precipitación: Carece prácticamente de humus, por lo que
su color es más claro, en él se depositan los materiales arrastrados desde arriba,
principalmente, materiales arcillosos, óxidos e hidróxidos metálicos, carbonatos,
etc., situándose en este nivel los encostramientos calcáreos áridos y las corazas
lateríticas tropicales.

Horizonte C o subsuelo: Está constituido por la parte más alta del material rocoso
in situ, sobre el que se apoya el suelo, más o menos fragmentado por la alteración
mecánica y la química (la alteración química es casi inexistente ya que en las
primeras etapas de formación de un suelo no suele existir colonización orgánica),
pero en él aún puede reconocerse las características originales del mismo.
Horizonte D u horizonte R o material rocoso: es el material rocoso subyacente que
no ha sufrido ninguna alteración química o física significativa. Algunos distinguen
entre D, cuando el suelo es autóctono y el horizonte representa a la roca madre, y
R, cuando el suelo es alóctono y la roca representa sólo una base física sin una
relación especial con la composición mineral del suelo que tiene encima.

Textura del suelo: Es la cantidad relativa expresada en % de arena, %de limo y %


de arcilla contenida en una porción de suelo.- Este término se refiere a las
diferentes proporciones de separados en la fracción mineral del suelo,
denominándose de la siguiente manera:

De acuerdo con el separado que domine en el suelo, éste recibe un nombre


especial; así como por ejemplo si domina la arena, el suelo se denomina arenoso o
liviano; si domina la arcilla se denomina arcilloso; si denomina el limo se denomina
limoso, si hay una mezcla adecuada de los tres separados se le domina franco o
mediano.

Un determinado suelo u horizonte, presenta una proporción de arena. Limo y


arcilla que puede ser expresada en porcentaje, estos son susceptibles de clasificar
en clases texturales, que van desde arenosas (mayor proporción de arena) hasta
arcillosas, (mayor proporción de la fracción de arcilla). Se considera que los
mejores suelos son aquellos que poseen entre 10 y 20% de arcilla y montos de
arena y limo en rangos similares. Esto equivale a una clase textural franco. Estas
proporciones de arena, limo y arcilla, son posibles de representar gráficamente en
un triangulo textural en el que se entregan los porcentajes de cada fracción en un
gráfico de 3 ejes. (fig. 2)
Estructura del suelo: 7.0 Definición e importancia de la estructura del suelo
La estructura del suelo se define por la forma en que se agrupan las partículas
individuales de arena, limo y arcilla. Cuando las partículas individuales se agrupan,
toman el aspecto de partículas mayores y se denominan agregados.

La agregación del suelo puede asumir diferentes modalidades, lo que da por


resultado distintas estructuras de suelo. La circulación del agua en el suelo varía
notablemente de acuerdo con la estructura; por consiguiente, es importante que
conozca la estructura del suelo donde se propone construir una granja piscícola.
Aunque quizás no pueda recopilar toda está información por cuenta propia, los
técnicos especializados del laboratorio de análisis de suelos podrán suministrársela
después de examinar las muestras de suelo no alteradas que tome. Le podrán
decir si la estructura del suelo es mala o buena (poros/canales capilares, red, etc.).
También podrán ofrecerle información sobre el grado de circulación del agua o la
permeabilidad.

7.1 Descripción de la estructura del suelo


La forma más provechosa de describir la estructura del suelo es en función del
grado (grado de agregación), la clase (tamaño medio) y el tipo de agregados
(forma). En algunos suelos se pueden encontrar juntos distintos tipos de
agregados y en esos casos se describen por separado. En los párrafos siguientes
se explicarán brevemente los diversos términos que se utilizan más comúnmente
para describir la estructura del suelo. Esto le ayudará a hacerse un juicio más
acertado sobre la calidad del suelo donde piensa construir los estanques piscícolas.
También le permitirá aprender a definir la estructura del suelo al examinar un perfíl
de éste. Para las descripciones de las estructuras de suelos, véase el Cuadro 17A.

Nota: la estructura característica de un suelo se puede reconocer mejor cuando


está seco o sólo ligeramente húmedo. Cuando estudie un perfíl de suelo para
determinar el grado de la estructura, cerciórese de que se trata de un perfíl no
alterado.

7.2 Grados de estructura del suelo


Por definición, grado de estructura es la intensidad de agregación y expresa la
diferencia entre la cohesión* dentro de los agregados y la adhesividad* entre
ellos. Debido a que estas propiedades varían según el contenido de humedad del
suelo, el grado de estructura debe determinarse cuando el suelo no esté
exageradamente húmedo o seco. Existen cuatro grados fundamentales de
estructura que se califican entre O y 3, de la manera siguiente:

0 Sin estructura: condición en la que no existen agregados visibles o bien no hay


un ordenamiento natural de líneas de debilidad, tales como:

Estructura de aglomerado (coherente) donde todo el horizonte del suelo aparece


cementado en una gran masa;
Estructura de grano simple (sin coherencia) donde las partículas individuales del
suelo no muestran tendencia a agruparse, como la arena pura;

1 Estructura débil: está deficientemente formada por agregados indistintos apenas


visibles. Cuando se extrae del perfíl, los materiales se rompen dando lugar a una
mezcla de escasos agregados intactos, muchos quebrados y mucho material no
agregado;

2 Estructura moderada: se caracteriza por agregados bien formados y


diferenciados de duración moderada, y evidentes aunque indistintos en suelos no
alterados. Cuando se extrae del perfíl, el material edáfico se rompe en una mezcla
de varios agregados enteros distintos, algunos rotos y poco material no agregado;

3 Estructura fuerte: se caracteriza por agregados bien formados y diferenciados


que son duraderos y evidentes en suelos no alterados. Cuando se extrae del perfíl,
el material edáfico está integrado principalmente por agregados enteros e incluye
algunos quebrados y poco o ningún material no agregado.

7.3 Clases y tipos de estructura del suelo


Por definición, la clase de estructura describe el tamaño medio de los agregados
individuales. En relación con el tipo de estructura de suelo de donde proceden los
agregados, se pueden reconocer, en general, cinco clases distintas que son las
siguientes:

Muy fina o muy delgada;


Fina o delgada;
Mediana;
Gruesa o espesa;
Muy gruesa o muy espesa;
Por definición, el tipo de estructura describe la forma o configuración de los
agregados individuales. Aunque generalmente los técnicos en suelos reconocen
siete tipos de estructuras del suelo, sólo usaremos cuatro tipos. Estos se clasifican
del 1 al 4, de la forma siguiente:
1 Estructuras granulares y migajosas: son partículas individuales de arena, limo y
arcilla agrupadas en granos pequeños casi esféricos. El agua circula muy
fácilmente a través de esos suelos. Por lo general, se encuentran en el horizonte A
de los perfiles de suelos;

2 Estructuras en bloques o bloques subangulares : son partículas de suelo que se


agrupan en bloques casi cuadrados o angulares con los bordes más o menos
pronunciados. Los bloques relativamente grandes indican que el suelo resiste la
penetración y el movimiento del agua. Suelen encontrarse en el horizonte B
cuando hay acumulación de arcilla;

3 Estructuras prismáticas y columnares: son partículas de suelo que han formado


columnas o pilares verticales separados por fisuras verticales diminutas, pero
definidas. El agua circula con mayor dificultad y el drenaje es deficiente.
Normalmente se encuentran en el horizonte B cuando hay acumulación de arcilla;

4 Estructura laminar: se compone de partículas de suelo agregadas en láminas o


capas finas que se acumulan horizontalmente una sobre otra. A menudo las
láminas se traslapan, lo que dificulta notablemente la circulación del agua. Esta
estructura se encuentra casi siempre en los suelos boscosos, en parte del
horizonte A y en los suelos formados por capas de arcilla*

Reacción del suelo:

Cuando nos referimos a la reacción del suelo, obviamente lo hacemos a la solución


del suelo, si bien esta no es más que un reflejo de su fase sólida. De hecho se
mide en una suspensión suelo/agua con una relación, generalmente, 1/1.

Como ya sabemos, cuando se inicia la alteración de la roca para dar origen


al suelo, la única fase líquida que existe es el agua de lluvia, qu

Como ya sabemos, cuando se inicia la alteración de la roca para dar origen al


suelo, la única fase líquida que existe es el agua de lluvia, que presenta un pH
ligeramente ácido como consecuencia del dióxido de carbono que lleva disuelto y
que forma ácido carbónico; independientemente de la posibilidad de arrastrar
pequeñas cantidades de ácido nítrico, procedente de la disolución de los diferentes
óxidos de nitrógeno formados por las descargas eléctricas, que tienen lugar en la
atmósfera, y que consiguen ionizar al nitrógeno del aire.

Esta solución ácida en contacto con los minerales que constituyen las rocas,
provocan una hidrólisis de los mismos que afecta principalmente a los cationes que
sirven de unión a las estructuras silicatadas de los mismos. Como quiera que los
cationes más abundantes son calcio, magnesio, potasio y sodio, son estas las
primeras bases que se liberan en forma de los hidróxidos correspondientes,
reemplazando sus posiciones los hidrogeniones del agua. En menor medida
aparecen los hidróxidos de hierro y aluminio, que quedan precipitados y en forma
inactiva merced al pH alcalino que se genera por la disociación de las bases
solubles.

La solución de ataque, inicialmente ácida se va volviendo alcalina pudiendo


alcanzar un pH elevado que es capaz de solubilizar al esqueleto silíceo del mineral,
en forma de ácido metasilícico, e incluso al aluminio que le acompaña en las capas
tetraédricas que puede liberarse en forma de aluminato.

Este medio inicial, por lo grueso de su granulometría es muy permeable y permite


la fácil percolación del agua a su través, por lo que una buena parte de los
compuestos liberados son arrastrados fuera del incipiente suelo creado. En las
fases de desecación se produce la recombinación de los iones presentes
generando las estructuras arcillosas, que ya vimos al tratar de los procesos de
alteración mineral.

Simultaneámente se va produciendo la descomposición del material orgánico que


se deposita en la superficie del suelo generando una serie de compuestos de
carácter ácido que también conocimos al tratar del proceso de humificación. De
esta forma se produce un equilibrio entre la acidificación que genera el material
orgánico y la basificación provocada por el material mineral. Como la fracción
mineral suele ser mayoritaria, la tendencia del suelo sería hacia la basicidad, pues
los escasos ácidos formados son muy débiles e inestables, los aluminatos solo son
posibles a valores de pH muy elevados y el ácido metasilícico se descompone
fácilmente en sílice y agua.

Una vez pasado el periodo inicial y cuando el suelo va adquiriendo un cierto


desarrollo condicionado por su primera fase evolutiva, las bases que siguen
liberandose encuentran un triple camino a partir de la solución. Unas son
absorbidas por las plantas, otras son lavadas y un tercer grupo puede quedar
retenido en el complejo de cambio. El lavado afecta con mayor intensidad a
aquellos elementos de mayor solubilidad como son los alcalinos, que a su vez son
los que generan bases más fuertes y con mayor incidencia en el pH del suelo, por
lo que se produce un fuerte descenso de este una vez que se estabiliza el proceso
hidrolítico y de neoformación de arcillas; el pH de ataque inicial, que puede
alcanzar valores superiores a 9, baja considerablemente con la fuerte pérdida de
alcalinos que ceden el puesto a los alcalinotérreos, cuyos hidróxidos más débiles se
ven afectados por la presencia del dióxido de carbono, producido en la respiración
de los organismos del suelo, formando bicarbonatos solubles cuyo pH se sitúa
alrededor de 8.

Los nuevos minerales formados, junto a la materia orgánica necesitan satisfacer


sus cargas negativas, adsorbiendo cationes en su superficie a cambio de
hidrogeniones que van liberando con lo que se va consiguiendo una neutralización
del medio. Como los aniones no abundan en el suelo, pues el principal procedente
de la alteración mineral es el metasilicato que se descompone con facilidad, como
vimos, las bases lavadas lo hacen en forma de hidróxido en gran medida, lo que
conlleva un empobrecimiento en oxhidrílos, procedentes del agua, con la
consiguiente sobrecarga de hidrogeniones.

La acidificación de la solución provoca el desplazamiento de los cationes del


complejo de cambio que son reemplazados por los hidrogeniones excedentarios
con la consiguiente insaturación del mismo. A medida que son liberados los
cationes pueden ser arrastrados por la lluvia y el proceso continúa de forma
indefinida. La acidificación no tendría límite si no fuese por la continuidad del
proceso de alteración, que persiste mientras existan minerales primarios.

Como hemos podido observar, en la reacción del suelo intervienen tres actores
principales: alteración mineral, humificación y clima.

Los climas húmedos son proclives a la formación de suelos ácidos, mientras que
los climas secos lo son a la formación de suelos básicos. Como ya comprobamos al
analizar los procesos de alteración, en climas húmedos predominaban las arcillas
de baja actividad, lo que hace que las bases se retengan poco y su lavado sea más
fácil. En los medios más secos predominanlas arcillas de elevada actividad lo que
facilita la retención de las bases y su pérdida es mínima.

En cuanto a las rocas distinguiremos los tres tipos principales: ácidas, neutras y
básicas.
Las rocas ácidas están dominadas por el cuarzo y por los feldespatos,
principalmente ortosa con algo de plagioclasas; acompañados de mica,
preferentemente moscovita con algo de biotita. Los restantes minerales son poco
relevantes.

El cuarzo no da lugar a ningún mineral arcilloso y lo más que puede hacer es pasar
a la fracción arcilla en su propia forma microdividido. No genera ninguna capacidad
de intercambio catiónico ni libera base alguna.

Los feldespatos solo generan arcilla de tipo caolinítico y, eventualmente, ilita en los
medios confinados. La CIC que aportan es baja y las únicas bases que aportan son
potasio con algo de sodio y calcio, según el contenido en plagiclasas.

Las micas suelen abrirse a ilitas y la biotita puede generar vermiculita en medios
no muy lavados. Su CIC es media y las bases principales son el potasio y el
magnesio procedente de las biotitas pues el hierro se oxida y precipita
rápidamente, al igual que los excedentes de aluminio.

Las escasez de bases liberadas hace que la saturación sea baja a pesar de que la
CIC también lo es; en esas condiciones el pH es algo ácido y la reserva de bases
muy escasa, por lo que por poco lavado que exista se puede llegar a valores
fuertemente ácidos.

Las rocas neutras están dominadas por las plagioclasas con algún feldepato
potásico; le siguen a corta distancia los anfiboles y más lejos las micas con
predominio de la biotita. Completan su composición lo piroxenos y presentan algo
de cuarzo.

El comportamiento del cuarzo es similar al que tiene en las rocas ácidas. Igual
sucede con los feldespatos y las micas, solo que en este caso es habitual lo que allí
era ocasional y viceversa.

Los silicatos en cadenas, piroxenos y anfiboles, como ferromagnesianos son


proclives a la formación de esmectitas y vermiculita. Dan una CIC muy alta y
liberan bases abundantes con predominio de alcalinotérreos y sobre todo
magnesio. El hierro y los ocasionales excedentes de aluminio, quedan en forma
precipitada.

La presencia de bases en estos suelos es relativamente abundante por la presencia


de
los

inosilicatos pero, como la CIC es bastante elevada, la saturación no es completa


aunque depende mucho del clima. El pH suele estar cercano a la neutralidad si
bien está también muy influido por el clima, que resulta el factor determinante en
los suelos desarrollados sobre este tipo de rocas.

Las rocas básicas está constituidas predominantemente por olivino acompañado


principalmente por piroxenos.

El comportamiento del olivino es muy parecido al de los piroxenos, si bien la


preferencia en la neoformación de arcilla es de vermiculita por el elevado
contenido magnésico. También puede formar minerales 1:1 dioctaédricos de tipo
antigorita o con sustituciones, los que se conocen como bertierinas. En estos casos
la CIC es más baja. Estos minerales aparecen en medios lavados en los que haya
una fuerte pérdida de sílice, que no es muy abundante en estos minerales tan
básicos.

La presencia de bases
es muy alta lo que
lleva a una saturación
elevada y a un pH
netamente básico
aunque no suele
alcanzar el valor de 8.
La materia orgánica tiene un efecto contrario, todo el proceso de humificación es
una constante fuente de grupos ácidos por lo que la tendencia inicial es a una
bajada del pH.

La descomposición de los restos vegetales genera una serie de sustancias cuya


característica principal es la presencia de varios grupos carboxílicos dentro de
moleculas de masa baja o media, por lo que su importancia relativa es elevada.
Ello genera una acidez elevada.

A medida que se inicia el proceso de humificación propiamente dicho,


caracterizado por una polimerización y condensación de algunos de los
compuestos anteriores, y de la incorporación de otros como cademas laterales del
gran núcleo formado. La importancia relativa de los grupos carboxílicos decrece a
medida que aumenta el tamaño de la molecula. La consecuencia es un disminución
de la acidez con la maduración de las sustancias húmicas.

Si analizamos en conjunto las sutancias y procesos que influyen sobre el pH del


suelo, encontramos que la máxima acidez aparecerá en los horizontes A,
dominados por la materia orgánica, que será aun mayor cuando en la superficie
del suelo aparezcan horizontes orgánicos de tipo H ú O. A medida que
descendemos en el perfil el influjo de la materia orgánica decrece a la par que
aumenta el de la alteración mineral, razón por la cual el pH irá creciendo. Este
crecimiento se verá aumentado por la acumulación de las bases lavadas en los
horizontes superiores, que a su vez se irán acidificando por esta pérdida.

La acidez del horizonte A hace que las cargas variables de la materia orgánica se
desplacen hacia el lado positivo y que baje la capacidad de intercambio catiónico,
como consecuencia de ello se produce una saturación en bases mayor aunque su
contenido total no se vea alterado. Se da la paradoja de que el descenso del pH
induzca una elevación de la saturación en bases. A medida que progresa la
formación de sustancias húmicas de mayor evolución va aumentando el pH y todo
sucede al revés. En este caso hay otro hecho que compensa al anterior, es la
formación de complejos arcillo-húmicos; los puntos en que se produce la
formación del complejo son grupos activos para el intercambio que quedan
bloqueados, y si bien su número es muy reducido y la influencia sobre la capacidad
de intercambio catiónico es baja, se produce un efecto estérico más importante
porque las partículas arcillosas impiden el acceso alas posiciones de cambio de la
materia orgánica, al tiempo que esta ejerce el mismo efecto sobre aquellas, con
ello se produce una bajada efectiva de la capacidad de intercambio catiónico en los
participantes en el complejo, con una subida simultánea del grado de saturación.

Todos estos efectos son una muestra de la complejidad del proceso de intercambio
y de su relación con el pH. Por ello, como vimos en su momento, la capacidad de
intercambio catiónico se mide en un medio tamponado a pH siete, lo que nos da
un valor que no concuerda con el real pero que no depende de los avatares de las
variaciones del pH. Esto lo hace más representativo del promedio a lo largo del
año, ya que el pH oscila según avanzan los procesos que lo regulan, y más
comparable con los restantes horizontes y con otros suelos semejantes o de la
misma zona.

Para evitar las fluctuaciones en los valores del pH se realiza su medida de dos
formas diferentes, la primera de la forma indicada al principio y la segunda en una
solución iónica, que habitualmente es de KCl molar. En este segundo caso, se
produce un reemplazamiento de los hidrogeniones del complejo de cambio por el
potasio de la solución, lo que provoca un incremento de la concentración de
hidrogeniones y como consecuencia una bajada del valor del pH, que suele estar
alrededor de una unidad con relación al medido en agua. Cuando el suelo está
saturado, no es posible la liberación de hidrogeniones por lo que ambos valores de
pH deberían coincidir, no obstante se produce una bajada similar; en este caso el
potasio añadido se intercambia por calcio del complejo que al ser una base más
débil, y por tanto menos disociada, provoca un empobrecimiento en oxhidrílos que
tiene un efecto semejante al incremento en hidrogeniones que se producía en el
caso anterior.

En determinadas circunstancias el pH medido en una solución de KCl puede


superar al medido en agua, la diferencia entre el primero y el segundo es lo que se
conoce como pH; cuando este valor es positivo hemos de interpretarlo como un
predominio de las cargas positivas sobre las negativas en el complejo de cambio,
por lo cual lo que sucede es un intercambio de iones cloro por hidróxilos del
complejo, lo que supone un incremento en el valor del pH en lugar de la
disminución observada en los casos anteriores. Un pH positivo es un claro signo
de presencia de sustancias muy ricas en cargas variables como son las alofanas,
por lo que este valor se utiliza para determinar de forma rápida la presencia de
ellas. Cuando se utiliza NaF en lugar de KCl, el pH puede alcanzar valores
superiores a 10 en presencia de alofana; esa mayor subida se debe a la mayor
afinidad del fluor por los hidróxilos y a la mayor fuerza de la sosa frente a la
potasa.

Este valor no está afectado por las fluctuaciones estacionales, ya que se


compensan con las variaciones que se producen en el complejo de cambio; no se
trata de un valor real del pH de la solución del suelo pero si se acerca más a la
realidad del valor del pH del suelo. Por esta razón a este valor se le conoce como
"real" en contraposición al medido con agua que se le conoce como "actual".

Los valores de pH real y de capacidad de intercambio catiónico medida a pH de 7,


representan mejor las condiciones permanentes del suelo.
El pH de la solución del suelo afecta profundamente a la solubilidad de los
diferentes iones presentes, de este modo varía la asimilabilidad de los mismos por
las plantas ya que estas solo pueden absorberlos en solución.

En otros casos el pH afecta a la actividad microbiana necesaria para provocar la


transformación de ciertos elementos, que se liberan en formas no asimilables y
han de sufrir una transformación química que permita su fácil absorción. Este es el
caso del Nitrógeno cuyas formas inorgánicas son todas solubles
independientemente del pH reinante por lo que no debería verse afectada su
asimilabilidad por aquel. Sin embargo para valores de pH inferiores a 6 o
superiores a 8 se atenúa la actividad bacteriana con lo que disminuye tanto la
liberación de amonio como su oxidación a nitrato, y ello hace bajar la
concentración de nitrógeno en forma asimilable.

En el caso del fósforo el pH puede inducir su fijación o su precipitación, solo entre


valores comprendidos entre 6.5 y 7.5 su asimilabilidad es óptima. Cuando el pH se
sitúa por debajo de 6.5, se inicia un incremento en el contenido en cargas
positivas del complejo absorbente, ello provoca una fuerte fijación de los aniones
sobre todo el fosfato que, por poseer una estructura similar a la de los tetraedros
estructurales de las arcillas, puede incorporarse a ellas; este hecho provoca una
inmovilización definitiva del mismo. Este fenómeno, siendo importante, no resulta
muy transcendente porque el mayor número de cargas positivas pertenece a los
oxihidróxidos de hierro y de aluminio y a la materia orgánica, que adquieren su
máxima importancia en los horizontes B y A respectivamente. Cuanto menor es el
valor del pH mayor es la fijación, pudiendo provocar fuertes carencias cuando el
pH es inferior a 5.

Por encima de 7.5, el complejo de cambio y la solución del suelo son muy ricos en
calcio lo que provoca una precipitación del fosfato tricálcico, que alcanza su
máximo alrededor de 8.5 donde la asimilabilidad es mínima. Superado ese valor se
inicia un desplazamiento del calcio por el sodio que da formas solubles.

El comportamiento del Azufre, presente en forma aniónica en el suelo, es parecido


al del fósforo en la banda ácida del pH, por razones similares. No se comporta
igual en la banda alcalina porque todas los sulfatos son solubles, en mayor o
menor grado, cualquiera que sea el valor del pH.

Los nutrientes catiónicos como el potasio, calcio o magnesio, se encuentran en


bajas concentraciones en los suelos ácidos, pues la acidez del suelo siempre se
produce por una desbasificación, luego en las condiciones citadas estos elementos
son, simplemente, escasos. La abundancia de potasio en las rocas ácidas hace que
su disponibilidad decrezca a valores de pH netamente más ácidos que para los
otros elementos. Los alcalinotérreos sufren un nuevo descenso a valores de pH
alcalinos por efecto de su insolubilización como carbonatos.

Los micronutrientes son más solubles en medios ácidos por lo que en ellos su
asimilabilidad es máxima, como ocurre con el hierro, el manganeso, el cobre o el
cinc.

El caso del boro es diferente porque su forma habitual en el suelo es la ácido


bórico, siendo así como se absorbe por las plantas. En medios alcalinos el boro se
ioniza de la siguiente forma:

La forma ionica es retenida por los oxihidróxidos de hierro y aluminio y por la


materia orgánica dada su gran afinidad con los oxhidrílos, pero esa misma afinidad
es la que hace que estos lo desplacen cuando el pH se eleva hasta las cercanías de
9, razón por la cual aumenta su asimilabilidad en esos valores. Tanta puede ser su
concentración que puede llegar a ser tóxico cuando es abundante en el suelo, pero
esta circunstancia solo se produce en suelos salinos y alcalinos.

El pH teiene una influencia decisiva en los procesos genéticos del suelo, en la


asimilabilidad de los nutrientes y en el desarrollo de la actividad microbiana del
suelo; él se ve influido por la alteración mineral, la evolución de la materia
orgánica, la absorción de iones por las plantas y el lavado del suelo. Todos los
procesos que generan modificaciones del pH no coexisten en el tiempo por lo que
se generarían bruscos cambios en la reacción del suelo, y dada la transcendencia
de su valor para porcesos de enorme importancia, estos cambios podrían provocar
modificaciones fatales en el comportamiento del suelo frente a los
microorganismos y al desarrollo de las plantas. Por ello es necesario que estas
modificaciones sean amortiguadas y el suelo dispone de los mecanismos
necesarios para ello, es lo que se conoce como "poder tampón del suelo".

Este poder amortiguador está basado en una serie de equilibrios dinámicos de


diferentes sistemas, entre los que destacan tres que corresponden a medios
neutros, ácidos y alcalinos.

En los medios cercanos a la neutralidad la función amortiguadora la ejerce el


complejo de cambio del suelo, como ya hemos visto. Los excesos de acidez se
compensan por el intercambio de las bases del complejo por los hidrogeniones de
la solución, mientras que los excesos de alcalinidad son compensados por el
intercambio de hidrogeniones del complejo por bases de la solución. Ahora bien,
cuando el pH es muy ácido, el complejo está prácticamente desprovisto de bases y
no puede soportar una agresión ácida; de otro lado, cuando el medio es muy
alcalino el complejo apenas posee hidrogeniones que neutralicen una agresión
alcalina.

La materia orgánica está constituida por ácidos débiles en conjunción de sus sales
con bases fuertes lo que constituye un tampon en sí misma. La arcilla también se
comporta como un ácido débil como se desprende de la figura adjunta, en ella se
observa la variación del pH del agua pura, de agua mezclada con arena y de una
suspensión de arcilla, al ser adicionadas de una solución ácida o de una alcalina.
Serían típicas curvas de valoración, en las que en el agua pura el ácido o la base
añadidos se muestran con la fuerza que les es propia; en el caso de la arena el
comportamiento es muy similar, pero en el caso de la arcilla, se muestra como un
ácido débil o como una base débil en función del pH reinante, como era
predecible.

La suspensión arcillosa admite la adición de cantidades importantes de ácido o de


base sin modificar apenas su pH, actúa como un potente amortiguador.

En los medios ácidos, las bases están prácticamente ausentes y en el complejo de


cambio solo existen hidrogeniones y un elemento muy abundante en el suelo como
es el aluminio, que a esos valores es soluble y se encuentra disociado cualquiera
que sea la forma molecular de su procedencia. Este aluminio presenta una
capacidad tampón como se desprende de la figua adjunta. En ella se muestran las
curvas de valoración de un ácido fuerte con una base fuerte, en ausencia de otros
compuestos o en presencia de concentraciones crecientes de la sal alumínica
correspondiente al ácido utilizado.
En la figura podemos observar como la cantidad de base necesaria para provocar
la neutralización del ácido se va incrementando de forma proporcional a la sal
alumínica añadida, sin que se modifique el valor inicial del pH.

La razón de ello debemos buscarla en la posibilidad que tiene el aluminio de


formar iones con diferente grado de hidratación y diferente carga positiva, como
podemos observar en las reacciones que se muestran a la izquierda. El exceso de
hidroxilos va siendo captado por los iones alumínicos que modifican su estado, lo
que hace que desaparezcan de la solución y el pH permanezca invariable. La
adición de hidrogeniones por una acidificación del medio provocaría la inversión de
las reacciones expuestas.

Para valores alcalinos del pH, cercanos a 8, el calcio de la solución se encuentra,


en parte, en forma de carbonato.

Cualquier incremento de la acidez provocaría la formación de la sal ácida


correspondiente e incluso la formación de ácido carbónico, que se descompondría,
dada su inestabilidad, con desprendimiento de dióxido de carbono. Una adición de
bases provocaría la precipitación del carbonato cálcico a expensas del bicarbonato
de la solución. En este caso, la efectividad del sistema está condicionada por la
posibilidad de eliminar el gas desprendido,

requerirá medios bien estructurados y aireados, lo cual es fácil en presencia de los


carbonatos que dan una buena estabilidad a la estructura. Una vez más se hace
cierto el hecho de que los medios naturales se encuentran siempre bien
compensados.

Cuando el pH se encuentra por encima de 8.5 el carbonato cálcico se encuentra


precipitado y podría intervenir en caso de acidificación pero no en el caso de
basificación. En estos casos el papel del calcio es sustituido por el sodio, siempre
presente a esos valores de pH.

De este modo los fuertes cambios de pH solo son posibles cuando se agotan los
sistemas reguladores, lo que solo es posible ante una acción humana o un fuerte
cataclismo natural.
La acidificación del suelo es una de las causas más frecuentes de la pérdida de
fertilidad por lo que es frecuente que se intente corregirla. Además de la
frecuencia del problema, lo fácil de su solución hace que esta se lleve a cabo de
forma casi habitual.

La neutralización debe hacerse con una sustancia de reacción débilmente alcalina


para evitar modificaciones bruscas, cuya solubilidad no sea elevada para que no se
lave con facilidad y pueda actuar de forma prolongada, que no contenga
elementos extraños al suelo y que sea barata y no requiera de especiales manejos.
Todas estas características parecen señalar a la caliza como sustancia ideal y de
hecho es el material que se utiliza siempre para dar solución a este problema.

Cuando el suelo presenta deficiencias de magnesio asociadas a la acidez, puede


sustituirse en total o en parte, por la dolomía.

Una neutralización de la acidez de la solución del suelo no sería una solución eficaz
por cuanto la propia capacidad tampón del suelo, relacionada con su complejo de
cambio, recuperaría en poco tiempo el pH modificado. Por ello es neceseario tener
en cuenta el grado de insturación del complejo de cambio.

El mecanismo de acción de la caliza podemos observarlo en la figura. El exceso de


hidrogeniones del suelo provocan la descomposición del carbonato cálcico,
liberando, en última instancia, calcio y desprendiendo dióxido de carbono. El
aumento de calcio en la solución hace que desplace a los hidrogeniones del
complejo de cambio con lo se restaura la acidez inicial, si bien esta va siendo cada
vez menor a medida que el complejo se va saturando.

La cantidad de caliza a añadir estrá en función de la insaturación del complejo de


cambio y del tamaño del mismo. Se debe procurar que el pH no se incremente de
forma brusca estimandose conveniente la subida de no más de una unidad por
año. Para conseguir este efecto se debe procurar un incremento en la saturación
del suelo no mayor de un 20 % absoluto.

La finura del material empleado será otro aspecto importante, cuanto mayor sea
esta más rápida será su solubilización y la consecuente subida del pH. Lo mismo
puede decirse de su pureza, que debe procurarse alta para evitar la entrada de
sustancias extrañas al suelo, aunque lo habitual es que los diluyentes sean arcilla y
algunos óxidos de hierro, que no entrañan problemas importantes.

Como es lógico, para elevar el pH en un determinado rango, las necesidades de


caliza no dependerán tanto del pH inicial como de la capacidad de intercambio
catiónico del suelo, de modo que suelos diferentes pero con el mismo pH,
requeriran cantidades distintas de caliza.
La alcalinidad del suelo siempre está asociada con la presencia de sales sódicas
por lo que su corrección la analizaremos cuando estudiemos la salinidad.

Capacidad de Intercambio Catiónico: CATIONES: son los nutrientes, iones y


moléculas cargados positivamente. Los principales cationes en el suelo son: calcio
(Ca), magnesio (Mg), potasio (K), sodio (Na), hidrógeno (H) y amonio (NH4).

LAS PARTICULAS DE ARCILLA: son los constituyentes del suelo cargados


negativamente. Estas partículas cargadas negativamente (arcillas), retienen y
liberan nutrientes cargados positivamente (cationes). Las partículas de materia
orgánica también están cargadas negativamente y también atraen cationes. Las
partículas de arena son inertes (sin carga) y no reaccionan.

LA
CAPACIDAD DE INTERCAMBIO CATIONICO (CIC) es la capacidad que tiene
el suelo de retener e intercambiar cationes. La fuerza de la carga positiva varia
dependiendo del catión, permitiendo que un catión reemplace a otro en una
partícula de suelo cargada negativamente.

ALGUNAS APLICACIONES PRATICAS

Suelos con CIC de 11 a 50 Suelos con CIC de 1 a 10


 Alto contenido de arcilla  Alto contenido de arena
 Requieren más cal para corregir  Mayor probabilidad de pérdidas de
acidez nitrógeno y potasio por lixiviación
 Mayor capacidad de retener  Conducta física asociada a contenidos
nutrientes altos de arena.
 Conducta física asociada a  Requieren menos cal para corregir
contenidos altos de arcilla acidez
 Alta capacidad de retener agua  Baja capacidad de retener agua

Los valores de capacidad de intercambio catiónico (en meq/100 g) de algunas


arcillas son:

Caolinita: 3-5
Halloisita: 10-40
Illita: 10-50
Clorita: 10-50
Vermiculita: 100-200
Montmorillonita: 80-200
Sepiolita-paligorskita: 20-35

Porcentaje de Saturación de Bases: (P.S.B.) es el porcentaje de sitios de cambio


catiónico de un suelo que están saturados con cationes básicos: V = S/T * 100.

Bases del suelo Ca++,Mg++, K+, Na+


V = (Ca+++Mg+++ K+ + Na+) * 100
CIC
Hay una relación entre el pH y porcentaje de saturación de bases.

A > pH> porcentaje de saturación de bases

Microorganismos en el suelo: Russell y Hutchinson fueron los primeros en sugerir


que los protozoos tomaban parte activa en la vida microbiana del suelo, pues
supusieron que su actividad podría explicar alguna de las consecuencias de !a
esterilización parcial del mismo. Bonnet y Thomas hicieron una lista de 100
especies de testáceos, consideradas corro formadoras de la fauna endógena del
suelo. Eran especies propias de suelos minerales, si se hubieran incluido suelos de
bosque o turberas, el número seria mucho mayor.

El número de especies de protozoos presentes en el suelo es de varios centenares,


la mayoría de los cuales se hallan confinados en los hábitats edáficos. Sin
embargo, Gray opina que hay un intercambio de ciliados entre el suelo y las aguas
subterráneas.
Su distribución es muy general y se han detectado en regiones ecuatoriales,
subtropicales y templadas así como árticas y antárticas. Ningún suelo arable,
examinado hasta la fecha, se ha visto desprovisto de esta microfauna, si bien
pueden faltar algunas especies o géneros en determinados lugares, no han podido
establecerse las razones para esta especialidad o tropismo.

Podemos considerar tres clases de protozoos importantes en el suelo, según sus


medios de transporte: Mastigophora o flagelados, Sarcodina o rizópodos y Ciliata o
ciliados. También es importante el hecho de que entre los flagelados existan dos
grupos, uno de los cuales contiene clorofila (Phytomastigophora) y son los únicos
que se desarrollan fotosintéticamente, mientras que el segundo (Zoomastigophora)
se limita a una existencia heterotrófica por carecer de este pigmento. Podemos
citar entre los primeros a los géneros Euglena y Chlamydomonas y entre las
segundos: Bodo y Tetraamitus entre otros. Entre los Rizópodos citaremos: Amoeba
y Euglypha y entre los Ciliados: Colpidium y Vorticella.

Rizópodos ameboides. Testáceo, una modalidad de Rizópodo donde se observan


muy bien los filamentos de su base. Flagelados. Los dos ejemplares de la izquierda
pertenecen a los fitoflagelados, y el de la derecha es un ejemplar de zooflagelado.
Ciliado del genero Vorticella.

Los protozoos son muy selectivos en su alimentación bacteriana. Además de algas


y otros protozoos, se alimentan sobre todo de Aerobacter, Agrobacterium, Bacillus,
Escherichia, Micrococus y Pseudomonas. Las levaduras y Actinomicetos se escapan
de esta acción.

Hay especies de bacterias que son rápidamente digeridas por determinados


protozoos y no digeribles por otros. Otras son probablemente atacadas y otras no
lo son en absoluto. Aunque el fundamento científico aun no es conocido, resulta
que las bacterias pigmentadas de rojo, verde o violeta, no son digeridas por los
protozoos.

Los protozoos resisten condiciones ambientales adversas, como la falta de


alimento o de oxígeno, enquistándose. Los quistes son mas resistentes a los
agentes químicos, ácidos, germicidas y altas temperaturas, que las formas
vegetativas y no se les puede achacar una misión reproductora sino simplemente
protectora.

Las bacterias son organismos unicelulares de un tamaño del orden de la micra. Su


número, en los diversos suelos, es muy variable pero en los suelos cultivados
supera con mucho al de los otros seres vivos. En un gramo de suelo se ha
calculado que viven de unos pocos centenares de millares a algunas decenas de
millones de unidades y su actividad metabólica es tan grande que pueden
desprender en una hora, a través del proceso respiratorio, varios kilos de dióxido
de carbono por hectárea. No están uniformemente distribuidas a lo largo del perfil
edáfico y con frecuencia incluso en el mismo horizonte, existen zonas de
hacinamiento junto a otras escasamente pobladas.

La determinación del número de bacterias viables en el suelo es un arduo


problema, primero por encontrar un medio en el que crezcan todas al mismo
tiempo, que no existe, y segundo porque las bacterias crecen en el suelo como
colonias que si no se desintegran antes del recuento, proporcionan un número
muy bajo. La toma de muestras es así mismo muy complicada y llena de errores.
Es mejor usar muchas submuestras que repetir placas con una dilución
determinada, puesto que la variación entre las diferentes muestras del suelo es
mucho mayor que la variación entre las placas o diluciones repetidas. La sola
presencia de una raicilla o partícula de planta caída, hace cometer errores de 10 a
100 veces en la cantidad final.

Las bacterias suelen estar adheridas a las partículas de arcilla o humus, por acción
en parte, electrostática. El número de bacterias aumenta en céspedes con
respecto a la tierra arable por mayor densidad de raíces y material orgánico en
descomposición. Hay una mayor población en tierra caliente que fría y en campo
cultivado que virgen. Las esporas bacterianas se encuentran tanto en terrenos del
Ártico, que nunca sobrepasan los 10º C y están de 9 a 10 meses helados, como en
terrenos desérticos casi sometidos a un tratamiento de sequedad total

Actinimicetos: En cierto modo, constituyen un grupo mal definido de


microorganismos que, aunque son unánimemente clasificados dentro de los
Esquizomicetos formando el orden Actinomicetales, en general son estudiados
separadamente por sus características especiales. La nota peculiar más destacable
es su capacidad para formar agregados filiformes, parecidos a las hifas fúngicas y
que tienen aproximadamente una micra de espesor, formando un micelio
ramificado que puede subdividirse en células bacterianas aisladas. Su cultivo en un
medio líquido no produce una turbidez uniforme como en el caso de las bacterias
sino que forman apelotonamientos y su crecimiento no sigue el modelo
exponencial de las bacterias sino el cúbico propio de los hongos. Entre los géneros
que tienen mayor interés para el estudio de la microbiología del suelo cabe citar al
Nocardia, que alterna una fase vegetativa con micelio con otra representada en
forma de elementos bacilares y el Streptomyces y Micromonospora, que presentan
un micelio indivisible y productor de esporas.

Secreción de antibióticos en un cultivo de actinomicetes.


Los actinomicetos son numerosos y están ampliamente distribuidos no solamente
en el suelo, desde su superficie hasta grandes profundidades, sino en abonos,
cieno de los ríos y fondo de los lagos. En general prefieren los medios alcalinos y
son predominantemente saprófitos aunque se conocen patógenos de plantas,
animales domésticos e incluso humanos. Las técnicas empleadas para su
investigación ecológica son múltiples y muestran que el número de formas viables
no difiere mucho de unas a otras, de lo que se infiere que pueden servirse de
nutrientes muy variados. El tipo de suelo, el contenido en materia orgánica y el pH
modifican la población cuantitativamente. En zonas templadas, existen de 100.000
a 100 millones por gramo, siempre que el pH no baje de 5, estas cifras bajan
mucho en turbas ácidas, tundra y suelos encharcados. En áreas alcalinas y secas
su abundancia es espectacular, pasando del 10-50 %, normal, al 95 % de la flora
total. En general prefieren zonas templadas de pastos y hierbas, luego terrenos
cultivados y finalmente vírgenes. Abundan más en suelos con materia orgánica y
abonados con ella. Al utilizar abonos amoniacales, que dan lugar a ácido nítrico, se
elimina viabilidad a los actinomicetos, mientras que la adición de cal la incrementa.
Si la humedad pasa a constituir el 85-100 % de la capacidad del suelo, los
actinomicetos apenas aparecen debido a la falta de oxígeno; por el otro extremo
soportan sequías y son encontrados en zonas desérticas. Su temperatura optima
reside entre 28-37º C y sus estaciones anuales mas favorables son la primavera y
el otoño. Se encuentran en el horizonte A, pero por efecto del arrastre de los
conidios por el agua, se encuentran también a grandes profundidades y en
mayores proporciones con respecto a las bacterias. En el horizonte C se obtienen
aun de 100 a 100.000 colonias por gramo.

Infección de la superficie de una patata por actinomicetos.


La importancia de sus fermentaciones con formación de antibióticos ha obligado a
dar un gran paso encaminado al mejor conocimiento de su fisiología, pero su papel
en el suelo es aun muy poco conocido. Son poco competitivos en la adquisición de
sustancias nutritivas, fundamentalmente ácidos orgánicos, azúcares, polisacáridos,
lípidos, proteínas e hidrocarburos alifáticos. La celulosa es atacada muy lentamente
y lo mismo el almidón, inulina y quitina, cuya hidrólisis es especialmente
característica de los actinomicetos. Existen algunos oligocarbofílicos por
desarrollarse en medios deficientes en carbono.

Como fuentes de nitrógeno, utilizan amoniaco, nitratos, aminoácidos, peptonas y


proteínas. No asimilan el nitrógeno molecular ni producen desnitrificación. Según
Waksman se pueden atribuir a estos microorganismos las siguientes funciones:

a) Descomposición de los residuos animales y vegetales con liberación de ácidos


orgánicos de los compuestos carbonados y amoniaco de las sustancias
nitrogenadas.

b) Participación activa en los procesos de humificación y en particular en la


formación de sustancias melánicas.
c) Mineralización del humus con la consiguiente liberación de principios útiles para
la nutrición de las plantas.

d) Secreción de sustancias antibióticas como estreptomicina, tetraciclina y otros, a


fin de producir equilibrios genéricos o antagónicos específicos hacia los
componentes de la microflora bacteriana.

e) Acción fitopatógena ejercida por algunas especies sobre plantas de interés


agrícola.

Por ultimo, su propio micelio representa una interesante materia prima para la
síntesis de compuestos húmicos

Hongos: En los suelos bien aireados y cultivados, los hongos llegan a constituir la
mayor parte del protoplasma de la microflora total, debido no a su mayor numero,
sino a su mayor diámetro y extensión de sus hifas. Dominan sobre todo, en las
capas orgánicas de los bosques y en los ambientes ácidos.

Ningún procedimiento usado por el momento proporciona la composición genética


entera de la flora fúngica aunque el más generalizado es el de recuento en placa
con medio de agar adecuado, después de hacer diluciones de una muestra dada
de suelo. Al medio se le da un pH de 4 que impide que se desarrollen las bacterias
y actinomicetos que inhibirían el desarrollo de los hongos. También pueden
emplearse agentes bacteriostáticos como penicilina o novobiocina, aunque el
sistema habitual es el uso del- Rojo de bengala y estreptomicina. Este método es
desde luego, cuantitativamente muy inexacto y poco indicador de lo que en
realidad sucede en la naturaleza. Cada hifa, trozo de hifa o espora que estuviera
en el suelo, activa o inactiva, aparecerá como una colonia en el agar. A pesar de
los posibles errores apuntados se toma normalmente como un sistema cuantitativo
el recuento en placa. Se han hallado desde 20.000 a 1.000.000 de unidades
fúngicas por gramo de suelo, bien entendido que se toma cono unidad, toda
espora, hifa o trozo de ella que es capaz de dar una colonia. Waksman, consciente
de la dudosa validez de estas observaciones, propuso una distinción entra hongos
habitantes del suelo y hongos invasores del mismo, concepto ampliado
posteriormente por Garret. Al hablar de los habitantes del suelo, Garret incluía a
las especies de identificación fácil y cuya presencia era regular, capaces de vivir
por tiempo ilimitado es estado saprofito. Entre los invasores del suelo,
denominados también habitantes de las raíces incluía aquellos que tras una fase
de intenso desarrollo parasitario en las raíces del hospedante vegetal, seguía otra
muy corta, saprofita y en progresivo declive. En resumen, Garret integraba en los
invasores del suelo a los hongos productores de micorrizas, que viven en simbiosis
con las raíces de las plantas herbáceas o arbóreas y a los hongos fitopatógenos
especializados, que sin el hospedante vegetal son incapaces de desarrollar por
completo su ciclo biológico. En los habitantes del suelo incluía a los hongos
parásitos facultativos de los vegetales, que según la ocasión pueden llevar
indistintamente vida saprofita y a los hongos saprofitos obligados. Estos últimos
son los que desempeñan un papel preponderante en los procesos que acompañan
a la formación y a la evolución de un suelo.

Hongos saprófitos
La abundancia de la actividad fisiológica de le flora fúngica varía mucho en el
espacio y en el tiempo, dentro del límite de un solo sitio. La materia orgánica, pH,
fertilizantes orgánicos e inorgánicos, la humedad, aireación, temperatura, posición
en el perfil, estación del año, la composición de la vegetación, son los factores que
condicionan la existencia y distribución de los hongos debido a su heterotrofismo
que les impide sacar de la luz o de la oxidación de sustancias inorgánicas la
energía necesaria.

Hongo simbionte
Existen numerosas especies típicamente zimogenas que se desarrollan en gran
cantidad después de la adición de un material descomponible. Otras especies sin
embargo pueden considerarse autóctonas. Respecto al pH, es una de las más
importantes variables ecológicas que gobiernan la actividad y composición de la
flora, los hongos pueden desarrollarse en una amplia gama, desde fuerte acidez
(pH = 2) hasta basicidad media (pH = 9). El que un pH ácido parezca el optimo,
es mas el resultado de la inhibición de los demás microorganismos que el que
efectivamente sus preferencias sean por ese nivel de pH. En las tierras de brezo,
en los bosques de coníferas y en los podsoles, predominan sobre el resto de los
microorganismos. Son principalmente Basidiomicetos que, en este hábitat, junto
con numerosas especies celulosolíticas, ligninolíticas y formadoras de micorrizas,
desempeñan un papel insustituible. En general, y a pesar de su predominio en los
suelos con humus ácido (mor), los hongos también intervienen en la flora
zimógena de los suelos cultivados. En este caso los principales representantes son:
Ficomicetos, Ascomicetos y Deuteromicetos.

Hongo parásito
Esto tiene especial importancia para el caso de los patógenos, que actúan
principalmente a determinados valores de pF, y no con viene olvidar que los
fertilizantes inorgánicos que contienen amoniaco, pueden formar ácido nítrico
como consecuencia de la oxidación microbiana.

El agua es necesaria para todos los organismos vivientes, pero los hongos perviven
en regiones semiáridas y sin embargo sufren más cuando la humedad es de un
grado tal que el oxigeno es escaso y existe competición por él. De lo que antecede
se deduce que la aireación es un factor esencial; los hongos al ser organismos
oxibióticos, ofrecen en los horizontes inferiores del suelo unos porcentajes de
presencia cada vez menores. Los límites de profundidad a que pueden llegar varían
notablemente en los distintos tipos de suelo y alcanzan sus máximos en suelos
sueltos y orgánicos y su mínimo en suelos limosos y compactos. Estudios
realizados por Guilletat y Montegur han permitido trazar algunas curvas tipo de
frecuencia que muestran claramente como el optimo desarrollo, establecido dentro
de límites de profundidad precisos para determinadas especies, decrece
rápidamente si se aleja de ellos, aunque sea muy poco. Hay pocas especies que
puedan considerarse termófilas, siendo la mayor parte mesófilas. En las primeras
capas de suelos recalentados por el sol abundan mas Aspergillus y Trichoderma,
mientras que a 60 cm por ejemplo, los cultivos muestran preponderancia de
Penicillium, Mucor y Chlamidosporium.

En los suelos cultivados los hongos son mucho mas numerosos en los 7-15 cm
primeros, pero en los terrenos de césped llegan a profundidades de hasta 1'5 m,
en el horizonte B. En Otoño y Primavera hay generalmente un florecimiento y
aumento de la población de hongos que prefieren el clima templado que el frío y el
calor excesivo. Además indirectamente, la estación del año interviene en la
composición de la materia orgánica del suelo debido a los ciclos de los vegetales
cosechados. Estas plantas superiores a su vez no solo intervienen a la muerte de
sus raíces, hojas o tallos, sino que ejercen determinada influencia debido a las
sustancias excretadas por sus raíces o bien a los productos metabólicos
intermedios a que dan lugar a su muerte. Por ejemplo el Aspergillus fumigatus se
desarrolla extraordinariamente en terrenos cuya producción es de avena,
muchísimo menos en trigo y casi nada en maíz. Sin embarro el Penicillium se
desarrolla mucho en terrenos de maíz y prácticamente nada en avena y trigo. El
Fusarium no se ve influido por una u otra vegetación.

Las levaduras, que han venido recibiendo poca atención, también se han
encontrado en la mayor parte de los suelos y se consideran indígenas. Su numero
es siempre pequeño. Su reconocimiento se hace en placa de agar nutritivo al que
se añade un 0.35 % de propionato sódico. Esto unido a un pH de 3.8 a 4 hace que
prácticamente se desarrollan las levaduras solamente. Se suelen dar 200 a 20.000
unidades por gramo de suelo. En climas templados, suele haber 1.000 unidades
por gramo. Su significación parece, por el momento despreciable.

Los hongos, gracias a la estructura filamentosa de su micelio, desempeñan cierto


papel en la constitución y en la conservación de la estructura del suelo. Las hifas,
al retener solidamente a las partículas minerales, contribuyen bastante a la
formación y a la estabilidad de los agregados del suelo; además, al morir en un
determinado momento, se transforman por descomposición bacteriana, en
sustancias mucilaginosas muy útil como cementantes de los agregados arcillo-
húmicos.

Como no poseen clorofila, deben obtener el carbono de moléculas orgánicas


preformadas, como exosas, pentosas, disacáridos, pectina, almidón, celulosa,
hemicelulosas, grasas y lignina. El nitrógeno les llega sobre todo del amoniaco o
de los nitratos, pero también les sirven las proteínas, ácidos nucleicos u otros
compuestos orgánicos completos. Mientras unas especies necesitan factores de
crecimiento, como las vitaminas B, otras se desarrollan sobre azúcar y sales
inorgánicas solamente e incluso algunas son parásitos obligados de plantas
superiores.

Su acción principal es la descomposición de los materiales vegetales como


celulosa, hemicelulosas, pectina, lignina y almidón, que no son atacados por
bacterias. Con el nitrógeno suelen dar amoniaco y compuestos simples por
descomposición del material proteico. En ciertas condiciones pueden llegar a
competir con las plantas superiores por los nitratos o por el amoniaco, rebajando
el nitrógeno soluble del suelo. En la secuencia natural de la descomposición
microbiana de los restos vegetales, los hongos ocupan las primeras etapas e
intervienen especialmente en el ataque de la celulosa, de la lignina. Los hongos
celulosolíticos pertenecen casi en su totalidad a los Basidiomicetos y a los hongos
imperfectos, aunque no faltan las naturales excepciones con especies
pertenecientes a los Ascomicetos. Independientemente de la clase a que
pertenezcan, todos descomponen la celulosa por medio de enzimas especiales
llamados celulasas. En el suelo este fenómeno esta condicionado, además de por
la humedad, por el porcentaje de nitrógeno, que no debe descender por debajo de
determinados valores. En efecto, en el caso de una relación. C/N muy alta, es decir
de un exceso de celulosa, el ataque de ésta por los hongos quedará muy
disminuido; además, el bloqueo del escaso nitrógeno presente por parte de los
hongos celulosolíticos, se manifestaría sobre la restante población microbiana y en
los vegetales superiores, como una carencia de dicho elemento.

La celulolisis fúngica también esta influida por la temperatura y por el pH. Mientras
que el óptimo térmico resulta superior a los límites que normalmente se presentan
en el suelo, llegando a valores de 45-50º C, el pH desarrolla una acción selectiva
sobre las diversas especies que participan en el fenómeno. En los suelos ácidos la
mayor actividad es debida a Penicillium y Trichoderma y en los suelos neutros
estos géneros son sustituidos por otros entre los que destacan Stachybotrys,
Botryotrichum y Micogone. Tanto los conocimientos sobre la celulolisis fúngica
como sobre la ligninolisis son muy fragmentarios. Sin embargo, está aceptado
generalmente que los hongos desempeñan un papel fundamental en la
descomposición biológica de la lignina. Goetlieb y Pelczar destacan la acción de los
basidiomicetos y los clasifican en dos grandes grupos aquellos que atacan la
lignina “in situ” y los que lo hacen en los detritus. Dentro de los primeros, entre los
que se encuentran especies parásitas, algunos atacan la lignina antes que la
celulosa y otros realizan ambas funciones al mismo tiempo o bien lo hacen
después. En cambio los segundos son exclusivamente ligninolíticos. Como vemos
no puede realizarse una clasificación satisfactoria entre celulolíticos y ligninolíticos
Algas: Aunque su naturaleza de habitantes indígenas del suelo es discutida, lo
cierto es que se encuentran en casi todos los suelos de cualquier continente o isla,
aunque no son nunca tan numerosas como las bacterias, actinomicetos u hongos.
Son fotosintéticas y requieren acceso a la luz pero no solo se encuentran en las
primeras capas de la superficie. Las algas terrestres son más pequeñas y
estructuralmente más simples que las acuáticas. Se dividen en cuatro grupos:
Clorofíceas de color verde, Cianofíceas de color azul-verdoso, Bacilariofíceas o
diatomeas y Xantofíceas de color amartillo-verdoso.

Bacilariofíceas o diatomeas
La gran mayoría se caracterizar por la posesión de nutrición fotoautotrófica, es
decir precisan solamente de luz, agua y dióxido de carbono. Sin embargo cuando
viven en la oscuridad pueden ser heterótrofos facultativos, tomando energía de la
oxidación del carbono orgánico. Algunas especies pueden tomar el nitrógeno
molecular, al igual que ocurre con las bacterias fijadoras de nitrógeno. Son
moderadamente adaptables al cambio de ambiente y logran persistir en medios
alcalinos y desérticos. Tienden a concentrarse en la superficie o inmediatamente
debajo de ella aunque también puedan encontrarse a mayores profundidades, de
hasta un metro, donde parece que algunas razas pueden seguir proliferando aun
en total ausencia de luz.

Clorofíceas: Generalmente se admiten valores de 100 a 50.000 unidades por


gramo de suelo, aunque más de 10.000 pueden considerarse como anormal. Sin
embargo es difícil hacer recuentos de este tipo ya que algunas especies son
filamentos y dan valores bajos mientras que otras son unicelulares y cada unidad
de propagación representa una célula individual. Solo las algas verdes, las
diatomeas y las azul-verdosas, son numerosas en el suelo; en este orden si se
trata de suelos de zonas templadas, mientras que en los tropicales son las
diatomeas las menos numerosas y las azules las mas abundantes; las clorofíceas
dominan en campos vírgenes y las cianofíceas en cultivados y en tierra abonada o
de pasto permanente.

Cianofíceas: En ambientes libres de vegetación las algas cianofíceas, como


fotoautotróficas que son, juegan un crítico papel de pioneros. Aparecen pronto en
arenas desnudas, incendios o erupciones volcánicas y otros lugares desprovistos
de vida, donde son los primeros habitantes o colonizadores formando una capa
gelatinosa sobre las cenizas. Al morir las algas ya puede ser considerado el
ambiente como apto para las plantas superiores. Una de las funciones mayores en
el hábitat terrestre se debe a su nutrición fotoautotrófica, originando materia
orgánica a partir de sustancias minerales. Su importancia como iniciadoras del ciclo
biologico esta fuera de toda discusión. Por otra parte tienen extraordinaria facilidad
para corroer y atacar rocas sobre las cuales forman una capa nutriente sobre la
que se fijan luego bacterias y hongos. En los desiertos o depresiones polvorientas
de origen humano, las costras formadas por algas pueden reunir las partículas del
suelo entre sí, evitando así la erosión y permitiendo la instalación de
angiospermas.

Arrozal encharcado en terrazas. La superficie del agua está cubierta por


cianofíceas.
Las algas fijadoras de nitrógeno pueblan principalmente las capas superficiales del
suelo y adquieren un papel especialmente importante en los arrozales, donde
pueden llegar a fijar de 15 a 50 kg/ha de nitrógeno. Además aportan a las raíces
oxígeno libre a expensas del dióxido de carbono existente, merced a su función
clorofílica. Resultaba extraño que tantos arrozales tropicales hayan estado
suministrando cosechas sin mostrar síntomas de agotamiento en nitrógeno, sin
descubrir que la película de algas azul-verdosas que se desarrollan sobre los
arrozales, estaba compuesta de especies fijadoras de nitrógeno. Algunas especies
pueden excretar hasta el 40 % del nitrogeno fijado, en forma de compuestos
organices solubles. Cuando existe suficiente fósforo y el pH es superior a 6, la
población principal está compuesta por cianofíceas. La importancia de las algas se
hace enorme merced al efecto citado, máxime si tenemos en cuenta que el arroz
sirve de base de alimentación a la mitad de la población humana. En los últimos
años, el interés agrícola de ciertas algas se ha incrementado grandemente.
Solamente las cianofíceas, y no todas, pueden utilizar el nitrógeno molecular, pero
su aportación en nitrógeno asimilable es ciertamente de importancia. En sentido
general las algas no se pueden considerar como contribuyentes apreciables a las
muchas transformaciones bioquímicas necesarias para la fertilidad del suelo, pues
en su lucha heterotrófica con bacterias, hongos y actinomicetos salen perdiendo.

El pH limita grandemente la población de algas. Las cianofíceas se desarrollan


mejor a valores de pH comprendidos entre 7 y 10, desapareciendo cuando se baja
de 5. Lo mismo ocurre a las diatomeas, pero las verdes no son apreciablemente
modificadas y por tanto dominan la flora de algas en ambientes ácidos, debido a la
ausencia de las otras formas. Al aumentar la humedad se aumenta generalmente
el desarrollo de las algas. En los suelos agrícolas la humedad no suele ser
suficiente y la población sigue las incidencias del clima lluvioso o seco o del riego.
Las diatomeas son las mas sensibles mientras que las verdes y las azul-verdosas
aguantan varios años en estado de resistencia incluso en regiones tropicales. En
primavera y otoño las algas muestran su máximo vigor. Las heladas les son muy
perjudiciales.

Materia orgánica: La materia orgánica tiene funciones muy importantes en el suelo


y en general, en el desarrollo de una agricultura acorde con las necesidades de
preservar el medio ambiente y a la vez, más productiva. Para ello es necesario
partir del conocimiento de los procesos que tienen lugar en el suelo (ciclos de
nutrientes) y de la actividad biológica del mismo, con el fin de establecer un
control de la nutrición, del riego y del lavado de elementos potencialmente
contaminantes. A modo indicativo, se citan a continuación los efectos de la materia
orgánica sobre las características físicas, químicas y biológicas del suelo:
La materia orgánica disminuye la densidad aparente del suelo (por tener una
menor densidad que la materia mineral), contribuye a la estabilidad de los
agregados, mejora la tasa de infiltración y la capacidad de retención de agua.
Existen numerosos estudios sobre la mejora de estas características tras el aporte
de materia orgánica, aunque no queda bien claro qué estadio de la materia
orgánica favorece qué proceso.

Materiasles orgánicos frescos.

La materia orgánica viva de origen vegetal se caracteriza por una estructura


celular abierta. Las partículas de cortezas o corcho o las fibras vegetales tienen
células en su interior que contribuyen a aumentar la porosidad del suelo
(porcentaje de poros), es decir, aumenta el número de poros que son capaces de
retener agua o aire sin aumentar el volumen total de suelo. Los espacios vacíos
que se forman en la interfase entre las partículas orgánicas y minerales pueden
contribuir al aumento de la conductividad hidráulica del suelo. Debido al efecto
físico del tamaño de las partículas, la materia orgánica aumenta la capacidad de
retención de agua de suelos arenosos y aumenta la capacidad de aireación de
suelos arcillosos. Tolera mejor los efectos mecánicos del paso de maquinaria por
tener una mayor elasticidad que la materia mineral. Al cohesionar los suelos
arenosos contribuye a reducir las pérdidas de suelo por erosión superficial.
En todos los suelos en general favorece la estructura agregada que limita el
arrastre de partículas de suelo, canalizando a la vez el paso del agua a través del
mismo. Además, El mercado de materia orgánica está regulado por la Orden
ministerial de 28 de mayo de 1998 (BOE 2 de Junio) sobre fertilizantes y afines
contempla en sus anejos III y IV diversos productos orgánicos.

los residuos orgánicos fácilmente descomponibles dan lugar a la síntesis de


compuestos orgánicos complejos que actúan ligando las partículas del suelo
favoreciendo la formación de agregados, lo que repercute en una mejora de la
aireación y de la retención de agua.
La materia orgánica tiene también efectos importantes sobre la temperatura del
suelo. La materia orgánica tiene una conductividad térmica más baja que la
materia mineral, mientras que las diferencias en la capacidad calorífica son bajas
porque dependen del contenido de humedad. Al tener una conductividad térmica
baja, la materia orgánica mantiene las temperaturas constantes en el tiempo,
reduciéndose las oscilaciones térmicas. Al tener un color más oscuro que el suelo
mineral disminuye la radiación reflejada, calentándose más.

2). Características químicas.


La materia orgánica tiene un papel importante en la mejora de la disponibilidad
de micronutrientes (principalmente hierro, manganeso, zinc y cobre) para las
plantas así como en la reducción de los efectos tóxicos de los cationes libres.
Muchos metales que precipitarían en suelos en condiciones normales, se
encuentran mantenidos en la solución del suelo en forma quelatada. Es probable
que estos micronutrientes sean transportados hacia las raíces de las plantas en
forma de quelatos complejos solubles.
La materia orgánica mejora la nutrición en fósforo, es posible que a través de
favorecer el desarrollo de microorganismos que actúan sobre los fosfatos. Es
posible que la formación de complejos arcillo-húmicos o la quelatación contribuyan
a solubilizar los fosfatos inorgánicos insolubles.
Parece que las sustancias húmicas aumentan la liberación de potasio fijado a las
arcillas.
La mayor parte del nitrógeno almacenado en el suelo se encuentra en forma
orgánica, por lo tanto, la

disponibilidad de materia orgánica influye directamente en la disponibilidad de


nitrógeno.
La materia orgánica contiene un número elevado de grupos funcionales
(carboxílicos, hidroxílicos, aminoácidos, amidas, cetonas y aldehidos). Entre ellos,
son los grupos carboxílicos los que contribuyen en mayor grado a la adsorción de
moléculas de agua en forma de puentes de hidrógeno o enlaces coordinados. Los
grupos funcionales de la materia orgánica proporcionan capacidad de intercambio
catiónico, contribuyendo por tanto a aumentarla en suelos con bajo contenido en
arcilla. También proporcionan una mayor capacidad tampón, lo que afectará a la
cantidad de enmienda a utilizar si se desea subir el pH (mayor cantidad de
enmienda a mayor capacidad tampón).
La materia orgánica suele acidificar el medio, favoreciendo así indirectamente la
absorción de nutrientes por las plantas.

3). Características biológicas.


La materia orgánica sirve de fuente de energía para los microorganismos del
suelo. Favorece la presencia de lombrices que contribuyen a estructurar el suelo.
Algunos materiales orgánicos presentan actividad supresora frente a hongos y se
utilizan para combatir hongos patógenos. La supresión puede ser biótica o abiótica
y puede deberse a diversos factores, entre ellos, factores físicos relacionados con
la disponibilidad de oxígeno y el drenaje, un pH inadecuado al desarrollo de los
microorganismos patógenos, presencia o ausencia de elementos como el
nitrógeno, etc..
La materia orgánica puede proporcionar actividad enzimática. Parece que existen
enzimas activas adsorbidas al humus o a las partículas de arcilla no ligadas a las
fracciones vivas. Una de las más abundantes es la ureasa. En general las enzimas
contribuyen a hidrolizar moléculas de cadena larga, haciendo disponibles para las
plantas algunos elementos resultantes de la hidrólisis.
Algunos productos derivados de la descomposición de la materia orgánica, como
los derivados fenólicos, afectan al balance hormonal inhibiendo o favoreciendo la
actividad de las hormonas vegetales. Algunos materiales como las cortezas,
contienen sustancias que inhiben el crecimiento y que se eliminan generalmente
mediante el compostaje. Existen también algunas hormonas ligadas a la materia
orgánica, como las auxinas, o el etileno que se libera en condiciones reductoras
(por ejemplo, por exceso de agua). La materia orgánica puede adsorber
reguladores de crecimiento que se pueden añadir de forma externa. También tiene
un papel importante en la absorción de pesticidas aplicados al suelo.

La materia orgánica puede servir de vehículo de diversos microorganismos de


interés. Entre ellos, los inóculos de Rhizobium, Azotobacter, de hongos vesículo-
arbusculares, ectomicorrizas y agentes de control biológicos (tipo Trichoderma).

La descomposición de la materia orgánica

La descomposición de la materia orgánica tiene lugar por distintas poblaciones


de microorganismos. Los compuestos de bajo peso molecular son descompuestos
principalmente por levaduras saprófitas que son los colonizadores primarios. Los
colonizadores secundarios utilizan materiales más complejos, como los
polisacáridos. Los colonizadores terciarios metabolizan los polímeros más
complejos, como la lignina. Los microorganismos del suelo incluyen bacterias,
actinomicetes, hongos, algas, protozoos y virus. Si las condiciones ambientales son
constantes, las poblaciones de microorganismos permanecen constantes.
La descomposición de la materia orgánica da lugar a CO2, agua, elementos
minerales y unas sustancias complejas denominadas humus, compuestos o
sustancias húmicas. Las sustancias húmicas son compuestos de elevado peso
molecular que se forman por reacciones secundarias de síntesis y que son distintas
de cualquier sustancia presente en los organismos vivos. Las sustancias húmicas
son muy resistentes. Los componentes predominantes del humus son los ácidos
fúlvicos, los ácidos húmicos y las
electrones.
Los microorganismos necesitan desarrollarse en un medio húmedo. Por lo tanto,
la humificación y la mineralización tendrán lugar esencialmente en presencia de
agua. Si el suelo se halla muy seco, los procesos pueden pararse hasta que vuelva
a mojarse, por lo que los ciclos de humectación y desecación del suelo influyen
sobre la evolución de la materia orgánica del mismo.
Tanto las reacciones abióticas como las relacionadas con la actividad microbiana
aumentan su tasa con la temperatura. A temperaturas muy bajas se paran los
procesos de humificación y mineralización, aumentando a medida que aumentan
las temperaturas.
La actividad de los microorganismos que descomponen la materia orgánica
depende del pH del suelo, mayor a pH ligeramente ácido o neutro.
Factores que se deben tener en cuenta para evaluar a los materiales orgánicos en
la explotación agrícola

1). Comprobar que los beneficios sugeridos por el fabricante se adaptan al valor
económico de la producción.
Por ejemplo, un producto que produzca

huminas.
Los distintos materiales que se aplican al suelo y que dan lugar a la materia
orgánica pueden tener composiciones muy distintas. La mineralización y la
humificación se desarrollan de modo distinto según se trate de residuos de elevado
contenido en almidón o celulosa u otras sustancias orgánicas solubles en agua,
como los ácidos orgánicos, azúcares, aminoácidos, etc. (fácilmente degradables) o
Los sustratos constituyen el medio de cultivo para plantas en contenedor. Las
tierras de jardinería se utilizan para sustituir total o parcialmente el suelo natural
de un jardín. Tanto tierras como sustratos pueden estar formados por mezclas de
distintos materiales, estando generalmente un buen porcentaje de ambos formado
por materiales orgánicos. Algunos de los productos contemplados en la Orden
sobre fertilizantes y afines, como el compost o la turba, pueden ser componentes
de sustratos. un ligero aumento de la producción de un cultivo con elevado valor
añadido puede resultar rentable, mientras que el mismo producto aplicado a un
cultivo de escaso valor puede ser antieconómico.
2). Relativizar los efectos. Los efectos de dosis bajas de un producto pueden ser
negligibles cuando se tiene en cuenta el propio contenido de este producto de
modo natural en el suelo.
de elevado contenido en lignina (difícilmente degradable).
Los procesos de humificación y mineralización dependen de múltiples factores,
entre ellos del material orgánico original, de las condiciones red-ox del suelo
(ligado a la textura y contenido de agua), del régimen térmico y de humedad, etc.
La presencia de oxígeno actúa sobre el ciclo de la materia orgánica. Cuando
existe oxígeno actúan los microorganismos aeróbicos, mientras que cuando falta
oxígeno, actúan los microorganismos anaeróbicos facultativos u obligados. Los
microorganismos necesitan un donante de electrones, que puede ser el oxígeno,
los óxidos de nitrógeno, compuestos de manganeso o hierro o bien moléculas
orgánicas, como el succínico, caso en el que se dan fermentaciones. La tasa de
descomposición de la materia orgánica dependerá en la eficiencia de las bacterias
y en la capacidad del suelo para proporcionar estos donantes de Por ejemplo, si
el suelo contiene de modo natural 10 millones de microorganismos por centímetro
cúbico, aplicar una dosis de un producto que contenga microorganismos que
equivalga a aportar 20 o 30 microbios por centímetro cúbico de suelo producirá sin
duda un efecto relativo muy bajo.
3). Buscar información sobre ensayos realizados por laboratorios y organismos
imparciales que suministren una información fiable sobre las ventajas del producto
con respecto de otros productos existentes en el mercado.

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