EL GRAN BANQUETE En este caso, el “banquete” es sinónimo de la
salvación que Dios nos ofrece, como
TEXTO Lucas 14:15-24
Introducción
¿Cómo terminará la historia de este mundo?
- ¿Una guerra nuclear?
- ¿Un asteroide o meteorito
golpeando la tierra?
- ¿Una plaga catastrófica?
La Biblia indica que el mundo terminará con
un gran banquete (Apo 19:9). Este cuadro
viene del Antiguo Testamento (Is 25:6-8).
Antes de reflexionar sobre la parábola que el
Señor narró en este momento, es importante
notar el contexto…
El Señor estaba en la casa de un fariseo
cenando (Lucas 14:1). Era un día de reposo.
Debió ser un momento alegre; pero en
realidad era una situación tensa (“estos le
acechaban”, v.1b).
Parece que le estaban acechando por medio
de una persona enferma: un “hidrópico”
(v.2). Parece que había sido invitado a la
cena, pero con una mala intención –
provocar al Señor.
El Señor tomó “el toro por las astas” (v.3), y
lo sanó (v.4). Seguramente causó más
tensión (v.5-6).
Lejos de amedrentarse, el Señor (viendo la
actitud de los demás invitados), les dio una
lección en humildad (v.7-11).
Luego se dirigió al fariseo que le había
invitado a cenar, y le dio una lección en
generosidad y altruismo (v.12-14).
En ese contexto de tremenda tensión e
incomodidad, uno de los invitados exclamo,
“Bienaventurado el que coma pan en el reino
de Dios” (v.15). No está claro por qué lo dijo
o que con qué actitud. Lo único que Lucas
indica es que esa exclamación dio lugar a
una historia acerca de un banquete.
pecadores. ¡Nos invita a cenar con Él! Que
tremendo privilegio.
Sin embargo, en esta historia el Señor
resalta DOS cosas muy importantes:
1. LA FALTA DE CRITERIO DE LOS
PRIVILEGIADOS (v.16-20, 24)
El Señor cuenta la historia de un hombre que
hizo un gran banquete e invitó a muchas
personas. Cuando llegó el día, envió a su
siervo a llamar a los invitados. Grande fue
su sorpresa cuando uno tras uno los
invitados comenzaron a hacer excusas por no
ir al banquete:
- “He comprado un terreno…”
(v.18)
- “He comprado cinco yuntas de
bueyes…” (v.19)
- “Me acabo de casar…” (v.20)
Estas tres excusas nos indican algo
importante: estas personas eran
privilegiadas.
- Uno tenía mucho dinero (se
compró una hacienda).
- Otra tenía muchos terrenos (se
compró cinco yuntas de
bueyes).
- El tercera estaba muy feliz con
su vida (se acaba de casar).
Lamentablemente, esos privilegios
endurecieron su corazón.
i. No amaban al hombre que extendió la
invitación.
ii. Consideraban que lo que ellos estaban
haciendo eran más importante que el
banquete.
Cristo estaba hablando a los judíos, hace
2,000 años. Pero nada ha cambiado. Los
seres humanos siguen siendo iguales. Hoy
en día, Dios extiende la invitación a Su gran
salvación, pero la gran mayoría de personas
menosprecian esa invitación. Usan una serie
de pretextos:
- “No tengo tiempo, estoy estudiando”
 - “No quiero, porque soy joven y quiero
disfrutar la vida primero”
- “Soy padre de familia, tengo que
trabajar para sostener la familia”
- “Estoy demasiado cansado para ir a la
iglesia”
- “Estoy enfermo, no puedo ir al
templo”
La última excusa será: “Estoy yendo al
cementerio; es demasiado tarde”.
¿Estás rechazando la invitación?
Muchos aquí se llamarían “evangélicos”;
otros “católicos”. El nombre que usamos no
importa; lo único que importa es si hemos
aceptado la invitación de Cristo. Él nos está
invitando a participar en un gran banquete.
Si rechazamos esa invitación, un día
quedaremos excluidos del banquete (v.24).
2. EL PRIVILEGIO DE LOS MÁS
NECESITADOS (v.21-23)
Los primeros invitados eran personas
contentas, satisfechas con sus vidas. En
cierto sentido, eran personas admiradas por
el ‘mundo’. ¡Estaban gozando la vida!
Dado a que ellos no quisieron aceptar la
invitación, el señor la extendió a otros. Es
importante notar los detalles de quienes
fueron invitados.
Hay dos categorías:
i. Personas que estaban en la ciudad
(“anda por las plazas y calles de la
ciudad”). Aunque estaban en la
ciudad, tenían serios problemas
(v.21). Eran pobres, mancos, cojos y
ciegos. En otras palabras, eran
personas que tenían grandes
necesidades, y no estaban disfrutando
la vida.
Esta es la clase de persona que el
Señor menciona en el v.13, y encaja
con lo que Pablo dice en 1 Cor 1:26-
29.
¿Eres rico? ¿Estás satisfecho con la
vida? ¿Piensas que las cosas te van
bien? El peligro es que tales personas
difícilmente responderán al evangelio.
EJEMPLO: La condición de la Iglesia
en Inglaterra.
No es que Dios no ame a los ricos, y a
los que consideran que están
disfrutando la vida. El problema es
que ELLOS no aman a Dios; aman
más las cosas de este mundo, y por
eso no les interesa las cosas de Dios.
ii. Personas que estaban en el campo
(v.23). Ellos andaban por las
carreteras y se refugiaban en los
arbustos (“vallados”; ‘linderos’). Se
sentían transeúntes por la vida;
indigentes; desamparados; no tenían
donde vivir.
En primer lugar, estos representan a
los gentiles; a los que estaban fuera
de la ciudadanía de Dios (Efe 2:12).
Pero también representa a los más
menospreciados de nuestra sociedad.
El señor le dijo a su siervo: “No
aceptes excusas; tráelos a todos”.
Estas personas se sentirían
totalmente indignas de ingresar al
banquete. No tenían la ropa
adecuada; no se habían bañados; no
sabían cómo comportarse en dicho
banquete. “Nada de eso importa”,
dice el señor; “hazlos entrar”.
Conclusión
¿En qué grupo estamos? ¿Nos consideramos
personas privilegiadas o necesitadas?
¿Aceptaremos la invitación de Dios o la
menospreciaremos?
¡Qué bendiciones les esperan a los que
aceptan la invitación!
Pero si menospreciamos la invitación, no sólo
nos perderemos el privilegio de participar del
banquete que Dios ha preparado, sino que
un día tendremos que rendir cuentas por ello
y aceptar las consecuencias de dicho
menosprecio.