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Introducción
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La necesidad de atender a la dimensión ética de las organizaciones de ha
hecho explícita en los últimos treinta años. Esta necesidad ha sido fruto de,
fundamentalmente, cuatro factores fundamentales: los abusos y escándalos de
corrupción, la mayor exigencia de los consumidores y ciudadanos, la mayor
complejidad e interrelación entre organizaciones de todo tipo y de todo lugar, y
el enorme poder que han adquirido las organizaciones privadas y públicas
(estatales y de la sociedad civil) en las últimas tres décadas.
Estos cuatro factores ha hecho necesaria una reflexión seria sobre el papel de
las organizaciones en la vida de las personas en un doble sentido: el de la
finalidad de la organización - la razón por la que cobra legitimidad –, y el de los
medios para conseguir esa meta.
Responder a estas cuestiones nos ha llevado a darnos cuenta de que no
podemos hablar sólo de ética en las organizaciones, sino también de ética de
las organizaciones. Cómo se estructuran, qué cultura potencian, qué
decisiones adoptan o cómo se comunican con la sociedad es algo que va más
allá de los comportamientos individuales de las personas que viven y trabajan
en las organizaciones.
Debemos ir más allá de la ética personal y reconocer que en nuestro
comportamiento nos influye mucho cómo están organizadas nuestras
instituciones, cuál es su meta y su misión social, cuál es la imagen que
tenemos y qué esperamos de ellas
Hoy en día es imposible pensar en la meta de la educación sin pensar sobre
las instituciones que se dedican a ello; y es necesario ir más allá de los
profesionales que ejercen la profesión docente. Lo qué hagan y cómo lo hagan
las organizaciones educativas es clave en la consecución de la meta de la
educación: formar personas autónomas.
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1.1 Descripción del problema
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1.2 Objetivo
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1.3 Justificación
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educación de calidad y costo aceptable. Pero si habría que analizar si ese
colegio privado elegido por el padre de familia, tiene la calidad educativa que
busca o necesita para su hijo y además con ética para dirigir una institución. La
mayoría de los colegios privados se esfuerzan en mejorar cada día su calidad
educativa sin llegar a forzar a sus alumnos, sin embargo existen extremos a los
cuales no se debe llegar, a estos extremos.
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La investigación será realizada en un Colegio privado, formada por 20 docentes y
una población estudiantil de 300 alumnos.
1.5 Hipótesis
Los colegios privados con el fin de tener más alumnos y obtener más
ganancias, se han desviado del objetivo de la Educación para así lograr sus
objetivos, el visualizar a una Institución educativa como negocio
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Los colegios privados han desechado la idea de proporcionar una calidad
educativa y el dirigir la organización con los principios éticos de la educación, la
cual se ve reflejada en el rendimiento académico del alumno.
2. Antecedentes
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actualidad por su propia necesidad y por tanto la exigencia de su desarrollo es
de carácter ético y no meramente estratégico.
Es evidente que la confluencia de las exigencias y las ventajas favorecerán un
desarrollo más rápido e intenso pero conviene advertir que aunque el desarrollo
de la ética en las organizaciones no fuera rentable sería un imperativo moral. A
nuestro juicio, son tres las exigencias vitales fundamentales: la necesidad de
confianza, la necesidad de no eludir el nivel pos convencional, y la propia
voluntad de justicia de las personas que trabajan en la organización.
Necesidad de confianza. Una de las causas decisivas de la eclosión de la ética
de la empresa o institución educativa en los últimos años han sido los casos de
corrupción. Unos casos de corrupción que han generado una enorme
desconfianza de las personas ante el mundo de los negocios, las
organizaciones e incluso el estado. Las instituciones no funcionan como el
dilema del prisionero, aun cuando este modelo haya facilitado algunas
interpretaciones; aquí no se trata de una única relación, sino que la relación
suele ser a largo plazo, y una relación no se mantiene a largo plazo sin un
grado de confianza mutua. Esta necesidad de confianza no la catalogamos
como una ventaja para la organización – que evidentemente puede serlo – sino
como una condición de posibilidad de cualquier convivencia y de la dirección de
cualquier organización.
Imposibilidad de eludir el nivel posconvencional. Aun cuando hay discusión
sobre ello, creemos que está bastante argumentado que vivimos en sociedades
que han alcanzado un nivel posconvencional de la conciencia moral
(Habermas, 1983). Este nivel posconvencional implica el reconocimiento de
determinados deberes y valores universales más allá de nuestros intereses o
de nuestra sociedad concreta. Es una demanda reiterada desde la sociedad
civil el respeto de los Derechos Humanos y la promoción de los valores éticos
por parte de las organizaciones. Ya no se puede aceptar que en una sociedad
se exija a los ciudadanos ser unos padres responsables, unos electores
maduros, unos ciudadanos tolerantes y comprometidos; y a la vez, cuando se
entra en el ámbito de las organizaciones, se les trate peor de lo que se
merecen.
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Voluntad de justicia y felicidad de las personas que trabajan en la organización
En nuestra sociedad posconvencional se ha llegado al convencimiento de que
hay normas y valores que tienen valor universal y que sería deseable que todos
respetáramos en todos los ámbitos y espacios geográficos. Esta necesidad de
respetar estos valores no debe entenderse como una carga impuesta, sino que
actuar éticamente es también una opción atractiva para las personas. Tal y
como dijo Aristóteles hace más de 25 siglos todas las personas buscan la
felicidad, y hoy nos preguntamos por qué no va ser posible encontrar la
felicidad en las organizaciones en que vivimos y trabajamos.
Partiendo de una definición de empresa ética ofrecida por D. García- Marzá,
nos atrevemos a reformularla y a ofrecer una definición de organización ética:
“Una organización podría considerarse ética cuando las decisiones, acciones y
políticas que adopta, así como las consecuencias y efectos de las mismas
respecto a los intereses en juego, pudieran ser aceptadas por todos los
implicados y/o afectados presentes y futuros en un diálogo abierto en
condiciones simétricas de participación” (García-Marzá, 2004: 159).
3. Marco teórico
El concepto de ética tiene tan larga tradición y está tan cargada de matices
que hace difícil ofrecer una definición incuestionable. En esencia, la ética se
ocupa de orientar el uso de nuestra libertad, de qué hacemos y cómo lo
hacemos cuando optamos por un determinado comportamiento o curso de
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actuación. Ya Aristóteles definió la ética como la filosofía práctica; es decir, un
saber que nos tiene que orientar en la praxis vital.
Cortina define la ética como: “un saber que pretende orientar la acción humana
de un modo racional en el conjunto de nuestra vida” (Cortina 1994: 18). Es
decir, la ética se ocuparía de darnos razones para actuar en un sentido u otro1.
Y la ética en las organizaciones se ocupa de las actuaciones de las personas
en contextos organizativos y de las decisiones de la organización en tanto que
tal.
“Una organización es un sistema de actividades conscientemente coordinadas,
formado por dos o más personas, cuya cooperación recíproca es esencial para
la existencia de aquella. Una organización sólo existe cuando: hay personas
capaces de comunicarse, están dispuestas a actuar conjuntamente, y desean
obtener un objetivo común”. (Chiavenato, 2000: 6).
Una organización puede tomar muy diversas formas y funcionar con lógicas
muy diferentes según sea diseñada y dependiendo de las expectativas que las
personas tengan de ellas. A lo largo de la historia ha habido formas variadas de
entender las organizaciones. Tal y como reconoce Morgan (1990) en su clásico
libro Imágenes de la organización, las imágenes e ideas que tenemos del
mundo guían nuestro comportamiento. Así, las imágenes que tenemos de las
organizaciones nos ayudan a hacernos una idea de su naturaleza. A lo largo de
las últimas décadas las metáforas que se han utilizado para referirse a la
organización han sido: máquina, organismo, cerebro, cultura, política, prisiones
psíquicas, flujo de cambio y transformación e instrumentos de dominación.
Como cabría esperar, dependiendo de la imagen que se haya tenido de ella, se
ha estructurado de forma diferente, y sobre todo, la imagen de persona y de las
relaciones entre ellas han sido diferente.
Compartimos la afirmación de Cortina: “no sólo los individuos son moralmente
responsables, sino también las empresas” (Cortina et.al., 1994: 81); y
consideramos que sí es posible hablar de ética de las organizaciones al menos
por dos razones: porque la organización se prolonga en el tiempo y no se
reduce a la suma de sus individuos; y porque, como decíamos anteriormente,
la conducta de los individuo está muy influida por el carácter de la organización
en la que tiene que actuar. Además, tal y como reconoce K.E. Goodpaster:
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“Los individuos son los que establecen la política de la corporación, por
supuesto, pero esas decisiones no son meramente personales – éstas son
decisiones tomadas por y en el nombre de la corporación” (Goodpaster, 1983:
3). Obviamente no estamos diluyendo la responsabilidad individual situándola
en su lugar. “No se trata de negar que la ética tiene siempre una dimensión
individual, sino de afirmar que la Business Ethics [ética de la organización] no
puede poner todo el acento en los individuos, sin comprender la dimensión
organizativa como un hecho estructural y estructurador.” (J. Mª. Lozano, 1999:
51).
Juzgar los fines de la organización es el primer paso para hablar de ética en las
organizaciones. Si la finalidad de la organización no es aceptable moralmente
(p. e. traficar con personas, generar dolor inútil, estafar, etc.) obviamente esa
organización no merece ni seguir viviendo ni ser llamada organización, y no
es necesaria más discusión ética.
Otra situación diferente es si la organización se aleja de su pretendida y
enunciada finalidad. Aquí ya no es tan clara la respuesta. Puede darse el caso
de organizaciones que por evolución transiten legítimamente de una finalidad a
otra, pero lo que no puede aceptarse es que perviertan sus fines en secreto.
Los valores y las normas éticas son algo así como los límites del camino que
debemos seguir. Estos valores y normas sirven a la vez para legitimar el fin de
la organización y para ir conformando su carácter a lo largo de los años. Es
muy importante que la organización defina cuáles son los medios y precise
cómo quiere conseguir sus fines. El fin no justifica cualquier medio en la
dirección de las organizaciones.
Atender a las cuestiones éticas en las organizaciones es necesario y puede ser
muy ventajoso. Y atender a esas cuestiones es preguntarse por la meta de las
organizaciones y los medios para conseguirla.
Estas dos grandes conclusiones sobre la ética de las organizaciones son de
especial relevancia en las organizaciones educativas por varias razones de
peso que paso a comentar y que deberán entenderse como argumentos para la
discusión.
Ahora bien, la presencia de la ética en una institución educativa da como
consecuencia una calidad en la misma.
El significado atribuido a la expresión “calidad de la educación” incluye varias
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dimensiones o enfoques, complementarios entre sí. Toranzos (2000) sostiene
que en el ámbito educativo la calidad puede considerarse en varias
dimensiones. En un primer sentido el concepto la calidad puede ser entendido
como «eficacia»: una educación de calidad sería aquella que logra que los
alumnos realmente aprendan lo que se supone deben aprender al cabo de
determinados ciclos o niveles. Esta dimensión del concepto pone en primer
plano los resultados de aprendizaje efectivamente alcanzados por la acción
educativa.
Una segunda dimensión del concepto de calidad está referido a qué es lo que
se aprende en el sistema y a su «relevancia» en términos individuales y
sociales. En este sentido una educación de calidad sería aquella cuyos
contenidos responden adecuadamente a lo que el individuo necesita para
desarrollarse como persona y para desempeñarse
adecuadamente en los diversos ámbitos de la sociedad. Esta dimensión del
concepto pone en primer plano los fines atribuidos a la acción educativa y su
concreción en los diseños y contenidos curriculares.
Finalmente, una tercera dimensión es la que refiere a la calidad de los
«procesos» y medios que el sistema brinda a los alumnos para el desarrollo de
su experiencia educativa. Desde esta perspectiva una educación de calidad
sería aquella que ofrece un adecuado contexto físico para el aprendizaje, un
cuerpo docente adecuadamente preparado para la tarea de enseñar, buenos
materiales de estudio y de trabajo, estrategias didácticas adecuadas, etc. Esta
dimensión del concepto pone en primer plano el análisis de los medios
empleados en la acción educativa.
Según las opiniones de Toranzos (2000) las tres dimensiones del concepto son
esenciales a la hora de referirnos a la calidad de la educación.
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económica está en la base de esta noción, pues incluye como eje central el
mecanismo de "accountability" (rendición de cuentas) al público contribuyente
de los sistemas públicos.
La efectividad, desde esta perspectiva, es considerada en términos de
mecanismos de control (auditorias de calidad), resultados cuantificables
(indicadores de desempeño) y evaluaciones de la enseñanza y de la
investigación.
La idea no es utilizar los recursos para mejorar una calidad mediocre, sino que
retirar los recursos del desempeño mediocre y estimular la búsqueda de lo
mejor.
El individualismo económico, bajo la forma de fuerzas de mercado y la
competencia, apuntalan este enfoque, puesto que en una situación de
competitividad la misión de las instituciones determinadas por el "nicho" en el
mercado conduce, inevitablemente, a la noción de "valor por dinero".
Aquellos que creen en esta idea esperan enrolar a más gente en educación
superior con una mínima inversión disminuyendo así el costo - efectividad y
aumentando la competencia por recursos y buenos estudiantes.
Calidad como transformación
Esta noción se basa en el "cambio cualitativo", cuestiona la idea de calidad
centrada en el producto, pues considera que la calidad radica, por un lado, en
desarrollar las capacidades del consumidor (estudiante) y, por otro, en
posibilitarle para influir en su propia transformación.
En el primer caso, el "valor agregado" es una medida de calidad en términos
del grado en que la experiencia educativa incremente el conocimiento, las
capacidades y las destrezas de los estudiantes. En el segundo, supone una
implicación del estudiante en la toma de decisiones que afectan su
transformación que, a la vez, proporciona la oportunidad de ampliar sus
posibilidades para participar en la vida profesional.
Esta idea de calidad como transformación cuestiona la relevancia del enfoque
de calidad centrado en el producto a la educación superior, dado que la
educación no es un servicio para un cliente, sino que un proceso continuo de
transformación del participante, sea estudiante o investigador.
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Por ende esto lleva a dos conceptos de calidad transformacional en educación
educación: el enriquecimiento del consumidor y el reforzamiento del
consumidor.
Una educación de calidad es aquella que efectúa cambios en el participante y
presumiblemente lo enriquece. Para (Astin, 1991) esta noción de "valor
agregado" otorga un sentido sumativo a este enriquecimiento, pues el "valor
agregado" es una medida de cualidad en tanto la experiencia educacional
enriquezca el conocimiento, las habilidades y
destrezas de los estudiantes.
Por lo tanto, una institución de alta calidad es aquella que en gran medida,
enriquece a sus estudiantes. De modo que la determinación del valor agregado
depende de la metodología y lo que se define como valor.
Cuando se mide el "valor agregado" se obtiene un indicador cuantificable de
"valor agregado", pero se ignora la naturaleza de la transformación cualitativa
El segundo elemento de la calidad transformativa es la entrega de poder que
se da al alumno, lo cual implica, según Harvey y Green (1993), otorgar poder a
los estudiantes para influir en su propia transformación. Ello permite involucrar
al estudiante en el proceso de toma de decisiones que afecta su propia
transformación En este sentido, el autor sostiene que, el que aprende debe
apropiarse del proceso de aprendizaje y adquirir responsabilidad en la
determinación del estilo y forma de entrega del aprendizaje. Además, el
proceso de transformación provee la oportunidad de autofortalecimiento con
consecuencias positivas en el propio proceso de toma de decisiones.
El otorgar poder al estudiante implica transformar la habilidad conceptual y la
conciencia del alumno, lo cual conlleva un grado de amenaza para el docente,
puesto que, como señalan Harley y Burrows (1992) citado por Tünnermann, C.
(1996), provoca no sólo la pérdida de control sobre la organización estructural
de la actividad académica, sino de los procesos intelectuales.
El investir de poder a los estudiantes equivale a involucrar al consumidor en
fijar estándares, y la calidad es juzgada en términos de la democratización del
proceso y no solamente del resultado.
Desde otro ángulo, es posible afirmar que el dotar de poder al estudiante, junto
con la noción de "valor agregado", se acerca a la definición de excelencia que
se dio antes, es decir hacer las cosas bien, puesto que una institución
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excelente es aquella que tiene el mayor impacto o agrega el mayor valor al
desarrollo personal e intelectual de la estudiantes
(Astin, 1991). Lo antes expuesto nos permite señalar que calidad es un
concepto filosófico, sus definiciones varían y, en cierta forma reflejan diferentes
perspectivas del individuo y la sociedad.
En una sociedad democrática, donde debe existir espacio para que mucha
gente piense distinto, no hay una única y correcta definición de calidad y, es un
concepto relativo que depende del individuo que lo utilice. Por eso, es posible
que sea definido según un abanico de cualidades. No obstante, se podría tratar
de definir los criterios que cada actor interesado utiliza cuando juzga la calidad
de una institución.
Este enfoque pragmático llama a establecer un conjunto de criterios que
reflejen aspectos de calidad de sentido común y busque formas convenientes
para cuantificar dicha calidad sin que estas formas se conviertan en fines.
Disponer de un conjunto de criterios desde la perspectiva de distintos grupos y
no sustentar una definición unívoca de calidad puede ofrecer una solución
práctica a un asunto filosófico altamente complejo, no porque se carezca de
una teoría subyacente, sino porque diferentes grupos tienen el derecho de
ostentar distintas perspectivas. Es decir, que es perfectamente legítimo que las
autoridades gubernamentales demanden eficiencia en los recursos invertidos,
que los estudiantes exijan excelencia, que los empleadores esperen un
producto con aptitud para un propósito y que la comunidad en general
considere que en la educación superior debe haber calidad total.
4. Diseño de la investigación
4.1 Tipo de Investigación
El tipo de investigación a utilizar será experimental – descriptivo.
Se utiizará una muestra de la población de un colegio privado., a partir de la
cuál se recolectaran los datos.
4.2 Plan de muestreo
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La investigación se realizara en el Colegio Americano del Noreste, para así
obtener los datos necesarios para lograr el objetivo de la investigación.
El plan consiste en aplicar un cuestionario a las docentes los días lunes.
El cuestionario se aplicara igualmente a los padres de familia, los días lunes,
tomando como muestra a los padres de 5 alumnos por grupo., para que asi la
muestra sea representativa.
4.3 Recolección , procesamiento y análisis de la información
El proceso se realizará de la siguiente manera:
- Se acudirá al Colegio Americano del Noreste, entregando por escrito una
solicitud avalada por el Instituto de Estudios Superiores José Martí, para
ingresar a ella y poder aplicar los instrumentos de medición
pertinentes. Esto con el fin de tener acercamiento con las docentes y
efectuar la medición.
- Se explicará a los directivos del colegio antes mencionado, el objetivo de
la investigación.
- La recolección de datos con los padres de familia, se realizará en el
momento que vayan a recoger a sus hijos.
- Previa autorización de la institución se aplicaran los instrumentos , e la
hora y día indicados .
- Se reproducirán los instrumentos para su aplicación en el día y hora
indicados.
- Para la aplicación se explicara a los involucrados el objetivo de la
investigación.
- Se captura la información obtenida para su análisis y generar el informe
final.
Bibliografía
Galero, Mávilo. Hacia la excelencia de la educación. Editorial San Marcos .
Lima. 1998.
Carroll, A. B. / Buchholtz, A. (2000), Business and society: ethics and
stakeholder management, Cincinnati, South-Western Publishing.
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6. Conclusiones y recomendaciones
6.1 Conclusiones
6.2 Recomendaciones
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Resumen autobiográfico
ATENTAMENTE
PROYECTO DE INVESTIGACION
MAESTRIA EN DOCENCIA
¿CALIDAD EDUCATIVA O NEGOCIO?
Presenta:
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Asesor:
Dedicatoria
A mis hermanos Sergio y José Luis , que los amo y son un apoyo para mi de
una forma incondicional.
A mis mejores amigas, que siempre me han tendido la mano, en los momentos
más difíciles para mi y disfrutado también mis días felices.
A ti PAPA, A ti Mama
He llegado hasta aquí por sus enseñanzas y yo se que me acompañan día a
día y me protegen, Esto es por Uds. Los amo
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RESUMEN
Atender a las cuestiones éticas en las organizaciones es necesario y puede ser
muy ventajoso. Y atender a esas cuestiones es preguntarse por la meta de las
organizaciones y los medios para conseguirla.
La meta de las organizaciones educativas es una meta moral puesto que el
objetivo de incrementar la autonomía de las personas y el progreso (técnico,
económico y social) de las sociedades es la gran tarea de la filosofía práctica.
La consecución de esa finalidad no es independiente de los medios que se
utilicen para alcanzarla. En el desarrollo de las organizaciones educativas nos
interesa más el resultado global que el resultado final (Sen, 1998). Y no
podemos formar ciudadanos autónomos y con valores democráticos utilizando
mecanismos o procesos totalitarios y dogmáticos.
La finalidad de la educación no puede alcanzarse sólo mediante la entrega y el
esfuerzo individual de los profesionales de la educación; se requiere
organizaciones e instituciones que fomenten y vivan día a día el
comportamiento y el juicio ético.
Las cuestiones de justicia y libertad – cuestiones éticas por excelencia – no se
transmiten sólo mediante contenidos sino también mediante la acción. Que las
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personas aprendan qué significa justicia y libertad requiere que, además de
conocer el discurso, la historia y el concepto, vivan situaciones donde la justicia
y libertad son criterios centrales del comportamiento y las decisiones de las
personas y las organizaciones.
La Ética de la educación está implícita en los Modelos de Calidad de una
institución educativas, creando la constancia del propósito para el
mejoramiento del producto y del servicio. Ha de ser preocupación del centro el
rendimiento y el éxito de los alumnos dentro y fuera del aula.
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