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afio VII.'Tomo Vil. Madrid, 1° Marzo 1905. Núm. 161.

£a Revista
Pilanca.
PUBLICACIÓN QUINCENAL DE

soeieLOGia, eiENem Y ARTE

UlIllllKllllllllllllllllIKdll
• • • .................:„„„
SUMARIO
Al pueblo PUSO, El Comité de acción ruso.—La n e c e - \
sidad é t i o a del p r e s e n t e , Pedro Kropotkine—Per- i
manenoia y finalidad de la ••evolución r u s a ,
Federico Urales.—EvoluolAn supep-opgánica, En- |
rique Lluria.—Un p o c o de juventud, Ángel Cunille- =
ra.—A. B. C. de Astponomia, Federico Stackelberg. :
—El d e p e c h o del padpe (continuación), Dr. Enrique \
Fischer.—Cpónica de Apte y Sociología, J. Pérez \
Jorba.—Libpoo, La Dama Gris y Rosendo del Pinar. =
.itiiiiiiiiiiiiiiiiitiiiiiiiiiiiiii>iiii>>iiiii>iiiiiiiiii>iii>*"(iii<iiiiiiiiiii<ii>>**i"**iiiiiiiiiiiiiii*""i**<*-*••"•

,A.pTs4TT<nBa?sa-A.oi03sr

i, CRISTÓBAL BORDIU, 1
MADBID
EN ESTA ADMINISTRACIÓN
pueden adquirirse las siguientes obras.

Ptas^ pta«.
«Las olimpiadas de la paz», A. Lo- «El sindicato», E. Pouget 0,15
renzo 0,10 «La preparación del porvenir», J .
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1901, 1902 y 1903 á 0,26 ptas. uno, «Canciones libertarias» 0,10
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sia», L. Tolstoy 0,50 Meslier 0,26
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«Los ex hombres», M. Gorki 1,00 «El ideal del siglo X X » , Palmiro de
«A los trabajadores», (100 ejemplares Lidia 0,10
3 ptas.), uno 0,06 «Ni Dios ni Patria», B . Mottha 0,25
«Generación voluntaria», P . R o b í n . . . 0,16 «Por qué somos anarquistas», Merli-
«La anarquía y la iglesia», E. Reclús. 0,15 no 0,10
«Libre examen», Paraf Javal 0,26 «Anarquía, su definición», A. Girard. 0,05
«El hombre y la sociedad», A. Lo- «Nuestras ignorancias-», J . P r a t 0,10
renzo 0,25 «La Ganancia», A. Lorenzo 0,16
«Las dos judías», Paraf Javal 0,10 «Capacidad progresiva del proletaria-
«A las mujeres», J . P r a t 0,16 do», A. Lorenzo 0,10
«Criterio Libertario», A. Lorenzo. . . . 0,26 «Honor, Alma y Vida», P. U r a l e s . . . . 1,00
«Por qué de ia huelga general» 0,25 «Antimilitarismo reivindicado» 0,20
«La religión y la eui-stión social», J . «Los Tejedores», G. I l a u p t m a n o . , . . . 0,60
Montseny, (100 ejemplares 3,50 pe- «La Anarquía», E . Síalatoata 0,96
setas), ano 0,15 «El Patriotismo», M. Baknunine 0,%
mp-p' > i"" -^n^^"* %'i;iirf^rfff^Wf^f^^^^f^^:^^^^^-y

LA REVISTA BLANCA
SOOIOLOGIiL, CIENOIA Y ABTB
Afio 7II-T.0 Yii.iir.0161 I Adinl«litnclíni 0ri«t«1ial Sordlu. L Uadrld f 1." da U u » d« 1905.
I f

• * . - , /
O)
A X J Í=*TT"BJBXJO K,T7S0
{Ciudadanos de la Rusia oprimida! El momento de nuestra liberación ha llegado; ñ
ahora somos hombres, mañana seremos libres. [A. la revolución armada, pues, ciudadanos
de la Rusia esclavizada! |A la revolución armada, por nuestros hijos y por nuestros pa-
dres, constantemente amenazados de morir hambrientos ó en manos de los esbirros del
tíranol (No más súpUcasl Ya veis cómo se contesta á ellas. £1 que creéis nuestro Dios y
nuestro Sefior, es un verdugo, parias rutos; un v<;rdugo que encarcela y martíriek á los
que, por su saber, más honran la raza esla%'a.
Los horribles presidios siberianos instan Ueoos de sabios; las. inmundas cárceles áA
imperio rebosiya de abnegados. [Todos reclamaron por todos; Justo es que nosottMie-
datúémos por ellos!. ' -
Los que cayeron destrozados por el mausefjiiideH venjianzapibeftad estwran tos que
la perdieron ea defensa de la liberación del pueblo ruso.
iCiadadanos de la Rusia explotada y oprimida por la atitocraciá parásita y saágnír
atoia: no ha|[Ki8 caso á los que os propagan mansedumbre y r«dgoaeió(iJ
:.'Bllos son^ ta^ibién, enemigos «uestros.' Contra la fuarsaet fatalmente indispeoMite
'- eletnpledde)ajfuéreft. v * . ':
¡^' j A los maosers orgapizados y disciplinados, las bombas individualizas. Si asf lo batíe-^
: . . . mos, cad^ linó y{il|irá por mil- v
'• La ra£ón está de nuestra parte; él numerólo está tambiáavpAra vencer «ho iáH«Aifei
:" . que'decisídn. . ,v .,- , . . • , • - • . ^ ,. , • •:• •;-.
•;•' • iQue ios campesinos se declaren iMñt» 4« ^,tierras, que cttítívanl |QÁe bu obsánM
% '., se apfopien las fábricas f lopmedios dé pjIodáecióní^lQue ea ^«mbfe áttl tra^a^o f ||p|ft
%. jaátíeia el productor disponga librementódé lo q«e produce! iQueen nombre de la soÜ-
i^-r. daridad sé declarea hermanos todos los'eslavos! . •
;-. .. iNom&S'gueira, ao pac tirante, no más seSor de Rusia, no mis vtotioMi en la,jbii;!^
^'i, . en la Siberia, en ia cárcel y en el destiéqiol {Que reine para si«injp«t la ^¡limtaAf ^*aáA
'^j (Ciudadanos rusiM,haceoscári^del»situación! ¡ é t i f » > i | ^ ^
Vs Ueva y se muere de bambrel (HID Ft(d«tiidi«,. Poioni», C¡«^ri^, t,;¿H>oniA y «^ i|i Anacnia
'•iy^ rvtalarevoludda>• trñisfadól jSnift 8ib<H^a:)<^n!y0H)0í^wrii^ióti,d««^ úfi\f»prf»-
K^ { ' cipales:<^pitalesl (En iel MedioAft^ ile»de Vanovja K'Ti^iT, Jtatia lá rt|Íi)B idk Tt«al«,1oi
'.•j¡X_ dnipesitios se bsn «poderadb de UiH i^eniur que fuen» de sos vtíMH, y loé acíesanos de
V.'.' los Utieres que ottM explotaban! [fin ysrtos pontpf «1 br»ao de lit jiiutM» popular l u « ^
:;' V <Ét«doá los verdugoi deípoebloljJ^q no^po^tWtiobMoaM fifocioday« Ja orgabiMcfO»
S'/)" '<tel trabajo! |3i ahora no tenemos valoi;. para ser hombres Ujl>m, ñua«A lo wtíreaual
'V:^:^, iCiodadaaosdé ja Santa Rusia: por Utsvíctimas de wimio§ ^r^o$, por 1^ crbacM*
514 LA RKV|sT& « . A » »

que hemos de vengar- por la justicia que hemos de establecer, dejad las herramientas del
trabajo, signo de vuestra esclavitud, y tomad las armas que os han de redimir, esgri-
miéndolas contra los tiranos!
[Justicia y revolución!
€1 Comité de acción ruso.
£ i día 14 de Febrero en un pueblo de Rusta •

La necesidad ética del presente.


VI
Una/condición muy importante que la moralidad moderna-está obligada á satisfacer
es que no debe tender al encadenamiento de las facultades de acción del individuo, sien-
do su fin más elevado la dicha de la comunidad y de cada especie. Wundt, en su exce-
lente Revista de los sistemas éticos, ha hecho notar que desde el siglo xvrii, periodo de
ilustración, se tornan casi todos ellos en individualistas. Esto es verdad en algún sentidcr
peto, sin embargo, los derechos del individuo se asentaron con gran energía en un solo
dotni&io únicamente: en el dominio económico. Y aun aquí la libertad individual perma-
nece, tanto en la teoría como en la práctica, más de un modo ilusorio que real.
Por lo que sé refiere á los demás d(»ninios—político, intelectual y-artístico—, puede
decirse que en proporción del individualismo eéonómicO, han asentado con máaéaíasis,
UK «u^eción del in^viduo eslk más provechosamente desaxroU^tda, pues en la fierra me-
cánica del Estado, d sistetna deedubax:t<^ «quiere ana aftnósfera intelectual para el-
maittmimientó de las instituciones exi8t«tites. Adeteás, las teformas otorgadas «n lo pte-
/senté en previsión de lo futuro, se fundan en la presunción de «na tranquila absorción
d d úadividuo por la sociedad, en lo que Á ella, le coa<^me. 3emqante tendencia tenía
necesariamente qué provocar una revuelta, la que Godwin, á principios, de siglo, y Spen*
aar fcacia su fin han seBalado, y á la que todavía ha dado so expresión Nietzsche, con-
cluyendo que toda la moral debía arrojarse al agua, si es que no había de fundarse más
queenel sacrificio <tel individuo eft interés de la raza. Esta revuelta es quizá la nota más
offacteirkticiadé^nuestra ét)0Cá, «iendo la ftiéntCi no de un egoísmo, sino de la inikpen-'-
^éáaíOMiótnica. Tal fué él caso de los individualistas del siglo xviu, áexcepción de
Godwin. Así desearon aquellos con pasión la libert»! intelectual y del trabajo, como
uaa nueva forma dé sociedad, en la qite la dicha de todos fuera lel plan del completo
daenvolvimieiito humano (í).
La necesidad det desenvolvimiento de la personalidad y la carencia de poder creador
individual y de iniciativaí, han sido seguramente una de las ptincipales quiebras del pré-
seme período. BlifldMdMlÍ8flnoeoon6mico no ha cutnpU<tol6|a'onietido:€l whacer,,
résuUa un extrafio desenvolvimiento de la individualidad. En btrd tiempo, .la creación so»
(Mógica era extrwnádamenté tardía, en que 'a: imiución venía á ser el medio principal
de extender progresivas innovaciones en la humanidad, l a s naciones modernas repiten
la historia de las hordas bárbaras y de las ciudades tnedioevaies cuando reproducen wta

(I) Wundt R expre>a en l u •iguienti» palabra»: «Por lodenáa. Calta todo aiEOO para uoa revolucUn cu U. npin¡¿D al pre-
sente, en que et extremo individualismo-de la ilustración que quiera revivir el universalismo Antiguo, está suptantado'por
una mejor noción de la libertad y de la pcrsoaaltdad humana. Uo progreso qu« se debe al tndividualíamo».—£/A/c«, pá-
gina 459.
LÁ «XVíSfk fttAHCA '515

fras otra, en copias rail, la política, la religión y el mismo movimiento económico. 'Tbdas
las naciones se han apropiado para sí mismas, con una sorprendente rapidez, los resolta-
dos de la industria europea y de la civilización militar, y en esas no revisadas ntiévas
ediciones de tipos antiguos, se ve admirablemente lo superficial de la civilización, y qae
es sólo meramente imitativa. Es, pues,, natural, sin embargo, el que pidamos qu« sea la
enseñanza moral, no el único instrumento que deba mantenerse en esta sumisión-inii-
tativa.
.•.
Mutua ayuda, justicia y moralidad, son los escalones consecutivos de una seí"ie ascen-
síonal manifestadas por el estudio del mundo animal y el mundo del hombre. No es algo
que se imponga supetficiaJm,ente, es una necesidad orgánica que se consigue era sí por
propia justificación, confirmado é ilustrado por el total de la evolución del reino animal,
empezando por la iniciación de las colonias y que gradualmente liega á las civilizadas
comunidades humanas.
Hablando en un lenguaje^figurativo, esto es una ley de Ja evolución orgánica, y así* es
por lo que loí sentimientos de mutua a) uda, justicia y moralidad, radican en la inteli^ea-
cia del hombre con toda la fuerza de ua instintp innato. La primera, siendo evidente-
mente la más hierte es anterior, y la tercera, que es la última, es la menos imperativa de
Ja» tres. * '
Todis ellas, como la necesidad de comer, de guarecerse, ó^de dormir, son instintivos
instintos—valga la redundancia—de la propia conservación.
Por lo demás, pueden debilitarse bajo la influencia de ciertas circunstancias, y cono-
cemos muchos casos en los que la relajación de semejantes instintos da lugar, por una
razón ú otra, en un grupo animal ó en una comunidad hermana, ¿uando necesariamente
les falta la lucha en la existencia, á una gran decadencia. Así si se persevera en una di-
rección errónea, si no se hace retroceder á todas las condiciones necesarias de existencia
y progresivo desenvolvimiento qué constituyen la mutua ayuda, la justicia y la morali-
dad, entonces el grupo, la raza ó las especies mueren ó desaparecen, por no cumplir
satisfactoriamente las necesarias condiciones de la evolución^
Éste es el sólido fundamento que la ciencia da á la elaboración de un n^evo sistema
de ética y su jastificación. Así, eñ veái de proclamar la bancarrota de la ciencia, se eta-
mina ahora cómo la ciencia ética puede edificarse sobre los elementos de un moderno
examen, estimulado por la idea de la evolución puesta al servicio de este propósito.
Pedro Xropofkine.

m r FiWHE UREWl
.II • .'••

Siempre fueron oportunas cieñas consideraciones sobre la táctica en las presentes y


futuras contiendas proletarias; mas la oportunidad se ha convertido en cuestión primor-
dial desde que el pueblo ruso, traspasando los límites marcados por los ideales políticos,
• se ha lanzado en rebeldía contra la autocracia, no al grito de Constitución, espejismo que
para desviar ó detener la revolución, prepara la burgtiesía y la misma nobleza del reino
dle losr'zares. sítro enárbolándo la bandera del comunismo para las tierras y toda clase
de propiedades, y la del individualismo para la afirmación de la personalidad humana
en todo orden de cosas. Y ya en este estado, es indispensable que las teorías revolucio-
5l6 LA RBVtSrA BLAMCA

Barias universales y las personas que se han preocupado del establecimiento de la socie-
dad futura, procuren que ahora en Rusia, asi como mañana en toda Europa, esté prepa-
rado el plan de ataque, el objeto de la revolución y las bases que han de sostener la jus-
ticia social que reclamamos.
Y antes de tratar asunto de tanta importancia, en el caso concreto de la revolución
rusa, estudiando la psicología individual de aquel país y la situación y fuerza de las hues-
tes socialistas en otras regiones, conviene engrandecer un poco el móvil de este tra-
bajo y el fin de la revolución social.
No pretendemos los socialistas revolucionarios y antiautorítarios hacer una revolución
de clase en una nación determinada; tampoco nos hemos empeñado en forzar los acon-
tecimientos improvisando una mentalidad colectiva para que superficialmente exhibamos
todos condiciones morales de orden superior.
Nada de ello hemos hecho ni pretendemos hacer. Nuestra revolución no tiene por fin
d que bajen unos para que otros suban; menos queremos desposeer de sus privilegios á
los que hasta ahora han gozado de ellos para donarlos á las clases que han sido desher
redadas.
Nuestra revolución se propone llev?ir á la humanidad entera á la posesión de la Natu-
raleza y de la Ciencia sin condición ni prerrogativa alguna; llevar al individuo á la pose-
sión de su personalidad, sin leyes extemas ni influencias económicas, producidas por el
monopolio y el acaparamiento, que la coarten. Y esta potencia de vida y de derecho que
dejamos señalada la reclamamos para todo el mundo, hayan sido pobres ó ricos, gober-
nados ó gobernantes.
En cuanto á la precipitación que nos echan en cara cuantos llevan en la mente el
atavismo de las esclavitudes pasadas y la astucia garrulera de esas generaciones de sofis-
tas que se llamaron sabios, y que pasaron por tales porque la ignorancia de los demás
era el fundamento de su saber, hemos de contestar que se acabaron para siempre las
teorías y las fuerzas fundadas en cálculos abstractos de inteligencia sin vida.
Ya uo admitimos más que el hecho. El hecho en las ciencias exactas, el hecho en las
cimcias sociológicas, el hecho en todas las manifestaciones de la vida individual... Nada
queremos saber que no comprueben y expliquen los hechos^. Al fuego todo libro que nie-
gue la vida con argumentos morales,filosóficosó religiosos; al olvido todo principio que
establezca categorías que no estén seflaladas por la Naturaleza... No queremos más que
TMB y hechos. Si la Naturaleza está de tal modo que no puede hacer felices á las perso-
nas, qtie lo demuestren la vida y los actos; no las palabras ni los libros, que son una
oración apriorista. Si los hombres llevamos la desventura en nuestros propios corazo-
nes y propia mente, que lo demuestren también los hechos.
Que ee otorgue la Naturaleza 4 los hombres en completa libertad 'de acción, y si su
acción demuestra que no podemos ser libres ni felices, adoptaremos entonces las leyes
. morales y política^ que establecen condiciones para el disfrute de la vida. Entretanto,
rechazaremos y rechazamos todo argumento contrario al hombre libre en la tierra y en
^ el mar, ante la mujer y ante la muerte, ante las pasiones y ante las ideas.
Queremos ser libres, queremos ser iguales, queremos echar de imestra carne y de
nuestro pensamiento las teorías y las fórmulas que hasta hoy han impedido que gocepaos
de la materia, invocando la.teisteza, declarando la insuficiencia de nuestras facultada
Nada superior «1 hombre^hi nada inejor que el hombre; nada superior al mundo pre-
sente ni nada mejor que nuestras pasiones»,fuertes y Ubres, para hacrenos felices.
LA UCVISTA BLANCA 517

Y en cuanto á la revolución rusa, precisa considerarla cosa hecha; y más^ l^a de


preocupamos el fin que ella ha de tener, que la manera de llevarla á la victoria.
Parte de los revolucionarios rusos ó del pueblo rebelde de Rusia ha sido víctima de
las teorías de Tolstoi. Engañados por ese iluminado con no escasas dotes de mansedum-
bre evangélica, siempre hipócrita y siempre suicida cuando ha de prevTalecer sobre hom-
bres y sobre instituciones que se sostienen por la fuerza, los obreros se presentaron con
^os brazos cruzados ante la boca de los mausers, que mueven gente sin entrañas, asesinos
por automatismo. Y sucedió lo que todos sabemos, el día sa de Enero. La matanza fué
horrible. Los fusiles que en la Manchuria se convierten en cañas, á la orilla del lío Newa
parecían troneras. Tolstoi está en el caso de pensar si aquéllas son víctimas suyas más
que del zar ó íanto como del zar, y si es cuestión de declararse fracasado como místico,
como reformador y como evangelista, tres manifestaciones de un hombre en decadencia
ó de un hombre que tiene más de vivo que de apóstol.
E}-sentido común lo preveía y la prensa lo dijo, la prensa que nada tiene de revolu-
cionaria.
Leamos estas líneas del corresponsal que El ImparcicU envió á San Petersburgo:
«Sí, no hay duda, la revolución ha abortado: hubiérase sabido aguardar, prepararse,
armarse, disponerse, que ella hubiera estallado formidable; pero ¿qué había de pasar
con las huestes del movimiento, armadas de razones, pero desprovistas de instrumentos
<le combate?
¿Qué había de pasar con las manadas de borregos inocentes balando sus cuitas ante
el ejército que descargaba, inhumano y metódico, sus fusiles contra los indefensos?
La triste jornada del «2, los no menos tristes acontecimientos que la prepararofty
^ue la han seguido, la huelga formidable extendida por todo el país, han dado sus frutos:
deplorable es que las borrascas de los pueblos no puedan calmarse sino con sangre, pero
tan preciso como triste es conformarse con esta ley fatal.»
El que sepa entender, que entienda. . . , ,
Ello es el Evangelio de la revolución. '
Ante la fuerza no valen razones; no vale más que una fuerza mayor, y los que di(»n
lo contrarío,/ó son unos traidores al pueblo, que es lo que más abundf, ó sólo procuran
por su bien, especie que también abunda, ó> son gente acobardada y atrofiada por el
misticismo, el enemigo mayor que en este momento tiene la revolución rusa..
La revolución no ha abortado, como dice el corresponsal cuyos párrafos reproduci-
mos; la revolución no ha hecho más que iniciarse en el terreno de los hechos; !a revolu*
ción se extiende, y nadie, ni las fuerzas imperiales, ni las burguesas, ni las de ese místit»}
<iue se llama Tohtoi, funesto por su bondad ,si es sincero, ó por su hipocresía, si no^ lo
fuera, que nuestras dudas tenemos, serán capaces de detenerla, aun contando todas ellas
con la cooperación que 4 la obra de la esclavitud y de la infamia rusa prestan ios tira-
nos de la tierra, no dejando, con el pretexto -de que se ü-áta de una nación amiga, qiie el
"proletariado internacional y los radicales del mundo entero manifiesten sus simpatías por
los revolucionarios rusos y exterioricen sus maldiciones contra sus tiranos.
]Nación amigal Dijérase que todos los amos 3^ señores se prestan ayuda contra todos
los esclavos, y sp dirta la verdad... Pero riámonos también de eso. Lo que no se pu«de
hacer públicamente se hace en secreto, cuando hay corazones, y si no hay corazones, lo
mismo da que se coaliguen los tiranos contra los esclavos' á que no se coaliguen. Amigos
somos también, ó debemos sjer, todos los pobres déla tierra, t6dos los íntegros y honra-
dlos de la tierra, y tenemos la obligación de ayudar á los que pelean por la causa de la

i^^
5l8- Cft KKVISTX BUmCX

justicia ftumana, háganlo en Rusia 6 en España. Lo malo sería que se nos acobardara
con medidas propias para asustar á los niños, y que porque un gobernador, cumpliendo
las indicaciones del Gobierno, que á su vez ha sido amonestado por el embajador de la
nación amiga, nos dijera que no se puede prestar ayuda moral í los que en Rusia pelean
por la causa de todos, dqáramos el campo á merced de los lacayos internacionales del
autócrata ruso. Pero esto también nos debe tener sin cuidado. Pruebas ha dado el hom-
bre en diferentes ocasiones, y en ésta más que en ninguna, de que aún es honroso lla-
marse semejante suyo; honroso por su dignidad y por so valentía; honroso perqué sabe;
perder la vida cuando se lo reclama la equidad y la justicia.
*
• • '•

Si se tratara de la revolución social en un país como Francia ó como Italia, no habría


necesidad de preocuparnos más que de combatir á los políticos burgueses y obreros, por-
que en este caso el espíritu revolucionario sería un espíritu simple y las fuerzas se divi-
dirían en amigos y enemigos de la propiedad individual, en amigos y enemigos de la
autoridad, en amigos y enemigos de la idea de Dios; pero se trata de Rusia y en Rusia
la cuestión se piesenta mucho más comp'eja. En Rusia hay deístas anarquistas y comu-
nistas autoritarios y enemigos de la propiedad individual, que son á la vez partidarios
del principio religioso y antiautoritario.
Aquí está el peligro verdadero, no en las fuerzas del zar, peligro, porque la impoten-
cia de la revolución se hallaría en el espíritu de la revolución misma y no en los elemen-
tos que á ella se opusieran.
Esta será la materia del próximo artículo; anticipamos, sin embargo, las cuatro afír-
maciones que siguen y que desarrollaremos mañana: £1 que cree en Dios, nunca será
litee; el que ítdmite el principio de autoridad, no puede establecer en la tierra k igual-
dad de vida y amor; el misticismo, así en religión como en humanidad, incapacita á los
hombres para hacer la revolución y para gozar de su persona; sin una fuerza mayor que
arrase y destruya creencias y privilegios, no se acaba con las instituciones y sociedades
presentes. De consiguiente, son enemigos conscientes ó inconscientes de la dicha y de la
libertad humanas: los deístas, cualquiera que s ^ la forma del deísmo; los autoritarios,
cualquiera que sea la forma de autoridad; los místicos, cualquiera que sea la idea que
sustenten, aun sea la anarquista, y los evolucionistas, mientras el derecho sea una as-
tuta concesión de la fuerza organizada al servicio de un privikgio.
federíco Urales.

EVOLUCIÓN SUFER-OR.GÁNICA
Adaptación.
AD/UPTA£IÓN EN GEMCRAi.: I. L^ grao l«y de unidad cósnúca; Modos distintoe de lá Enet-
gfa; Inseparabilidad de órgano y función; Entidades, represenucionea mentales y cla-
, sificacionnes abstractas; Solidaridad de lodos los fenómenos; Concepto Monista de
fuerza y Materia; La Mecánica general de los ritmos ó vibraciones por complexida-
áe» siempre crecientes ctmdoce ü la AnaoaCa Universal, integrándose totalmente Fuer •
za y mirria; Int^r»:ion« sucesivas: N^wloaa, Sol, Cerdi>io hamaoo.
ADAPTACIÓN ORGÁNICA: 1 L Consumda de la adaptación SÁ medio extemo ó ley d e corres-
pondencia; Modificaciones adquiridas por animales y plantas adaptados; Ejemplos:
Géniás del sentido de la vista, adaptación á la lur. La laz crsa la estrncWra del ojo;
I^s ritmos de fa Mecáhica Universal crean d cerebro y la totalidad áxA Cosmos; Con-
LA VerSSTA BLANCA 519

secuencias de obUgada unidad para la embriología comparada; La intelige^a, mayor


evolución (actual) y sublimación de las l^es naturales es, sugetivamente, la Humani-
dad, de ahí: Naturaleza patrimonio de la humanidad.—dll. Casos de adaptación rápi-
da, el axalote de Méjico; Sus similares, tritones, ranas y salamandras; Li Ontogenia,
eíit)hición individual, explica la Filogenia, evolución de todo el grupo; Adaptaciones
correlativas, cdula j mujer.
Cuando la filosofía Monista estudia las evoluciones astronómica, geológica, biológica
y sociológica, por separado, lo hace para facilitar el estudio, pero de ninguna manera
porque sean evoluciones distintas: todas estas divisiones parciales se integran en la prin-
cipal evolución del Cosmos; no hay más que una evolución, corno no hay más que una
Energía, Lajsangre que circula por nuestras venas y la energía que representa el pensa-
miento, forman una unidad cpn las fuerzas cósmicas.
La materia bruta, como la materia viva, son á la vez un producto y una adaptación
al medio; entre los fenómenos íntimos de la substancia orgánica ó inorgánica, no hay so-
lución de continuidad: todo es \ino\ lo que cambia es la forma; pero la virfialidad, la
esencia de la cosa, es la misma: so;i distintos fenómenos de una sola Energía.
La misma unidad que existe entre fuerza y materia, existe también entre órgano y
función. Se discute la prioridad de éste sobre aquél, ó viceversa, y, á mi entender, plaa-^
teada así la cuestión, no tiene respuesta satisfactoria; la confusión proviene de que, en
veiz de definir la cosa en sí, se !^»áneatolatneiMéotM<^pnBttntaciones mentales. Órgano
y fundón son dos entidades que existen separadas, como meras abstracionea de la inteli-
gencia, pero que en la Naturaleza son uaa sola. Decimos esto, para simplificar y Gicilitaí
el que se vea todo el alcance que tiene la teoría de la adaptación; en vez de jórg.mo y
función, póngase qrganjzación, y se nos representarán los dos conceptos como una «ai-
dad, siendo más fácil seguir sus modificaciones, considerándola como cosa única y óbe-
decieado á un mismo inipulso, que no como dualidad que no existe y complica la interr
pretáción. Pjrescindamos.de todas esas divisiones arbitrarias que el hombre estableció
cuando 1^ solidaridad de todos los fenómenos no era conocida, y las clasificaciones eran
pura abstración, como no podía menoB de suceder: así se dice aún. Fuerza y Materia,
liasta por los que, como Luis Büchner, proclaman la unidad de estos dos términos: mi se
dice también. Física y Química, ó Biología y Sociología: tqdas estas divisiones contribuí
yen á mantener la confusión y á retardar la vulgarización dp la teoría Monista.
Todo esto obedece á viejos resabios de la Metafísica, q^ue acepta como fenóHienos
reajes los que sólo son una representación mental. En estos casos, dice Bosoier, la Fisio-
logía y Psicología no marchan á la par y el resultado es que la Filosofía se falsea.
, faciéndonos cargo de la cosas en sí, en todo lo que I» Naturaleza tiene de real y po-
sitivo, se comprende que, desde lo inorgánico hasta lo más trascendental, no hay más.
qué un cambio en el ritmo del movimiento ó de la Energética: que una forma de ener-,
fía se transforma siempre en otra forma de energía; qíie la organización con sus formas-
y estructuras es una unidad cuyas raíces están en las entrañas del Universo y cuyo termi-
no, hoy Conocido, es la inteligencia del hombre. La luz, los qolores, los sonidos, son ¿is-,
• tintos modos de vibración, son partes de ese ritmo, de esa armonía universal, que, desde^
el mundo inorgánico, viene á tomar en nuestro cerebro estadí) de conciencia.
A la ene^ía que regula la adaptación en los seres vivos, como á todos los factoreí
<Íe la EvalucJón^ no hay que buscarle ^u origen en la misma substancia orgánica, sino
<We esta Energía se deriva de los grandes ¡priricipíos de la Mecánica general. La impul-
sión inicial que obliga á la evolución biológica á transf'ormirse eii seres, qufc progresen.
520 LA REVISTA BLANCA

de lo simple á lo compuesto, de lo homogéneo á lo heterogéneo, no es una fuerza esen-


cial, propia de la substancia orgánica, sino que esta fuerza vital no existiría si la Tierra
no formara parte integrante del Cosmos. Si fuera posible aislar la Tierra del resto del
Universo, en el mismo momento la vida se extinguiría en nuestro planeta, como se apa-
ga un foco eléctrico si se imterrumpe la corriente, y la Tierra, perdidas sus relaciones
de equilibrio y desquiciada de su órbita, iría á disolverse en el espacio. No se puede con-
cebir un cambio de energía sin un cambio concomitante de materia. La organización
marcea, porque es una condición esencial de la Fuerza, la continuidad y el ritmo, á las
que está sujeta.
Cuando el Sol y los demás astros estaban aún en el estado de nebulosa primitiva, no
era posible organización alguna, por la gran difusión en que se hallaba la Materia. La
transformación de una parte déla Nebulosa en Sol, supone ya una gran integración de
materia y una gran concentración de energía. De la misma manera, cuando la substancia
que ha de servir para formar el cerebro está diluida en el espacio, tiene el mínimum de
fiíerza; pero desde el momento que esta substancia ie integra y se organiza, para formar
el cerebro de un Aristóteles, por ejemplo, adquiere una energía extraordÍDu4a. La vir-
tualidad de la fuerza está en proporción de la cantidad, calidad y estructura de la mate-
integrada.
n^aj^tación orgánica.
El movimiento inicial de la adaptación org&tca toma su origot de la misma Ener-
gía Cósmica; es un capítulo de la Evolución total del Universo.
La correspondencia con el medio Extemo, ó adaptación en ¡os seres organizados, er
el fenómeno más constante de la vida. Las plafitas j los animales, cambiándoles de cli*,
m», cambian su correlación con el medio; si la adaptación se realiza, el animal ó la plan'
ta seguirán viviendo con las modificaciones adquiridas; de lo contrario mueren. El ser
que no es capaz de adaptarse, la organización que ño tiene bastante movilidad para ese-
trabajo 'constante de ajuste, desaparece. Los animales y las plantas que viven en la tierra
y en el agua, representan una perfecta correspondencia con el medio en que se han des-
arrollado. Los pulmones y el corazón del hombre están proporcionados á la presión at-
mosférica, y aun así, hay personas á quienes un ligero cambio en esta mistña presióa
produce grandes trastornos: ka ascensión á las altas montafias, no la soporta bienHodo el
mundo; el elevarse en globo á considerable alttira no sólo produce vértigos, sino hemo-
rragias, por falta de equilibrio entre la presióa interna y la extema, y es que, accidental-
mente, falta la adaptación.
Los ojos son una adaptación á la luz; los anímales que viven en la obscuridad' nó tie-
nen vista, yios que la tienen la pueden perder, como sucede á cierta clase de cangrejoá»
que se les atrofia el órgano de la visión hasta perderlo por vivir fuera de la influencia de
la luz. \
El sentido de la vista es por extremo curi<Mo é instractivo ea lo que á U adaptación
ge refiere;, y para nuestro objeto particular ea aún má* importante, si se tiene en cuenta
que es el sentido de ma,yor dinamicidad y que reprñenU, por tanto, un gran papel en lo
que se refiere á la estructura cerebral y a k inteligencia. En lo que se relaciona con la
gén«is de este sentido, observa muf bim Runón y Cajal, que no basta con lo que dice
H. Spencer para explicar—«m soto ta adaptación y sd^xáto—la formadón del ojo y
sus teejos. Y, en efecto, como dice el primero de estos autores, ¿cómo explicar el punto-
de partida de esta evolución?
LA RIVISTA HUNCA 521

«Así, por ejemplo, no se concibe bien por quci las manchas pigmentarias ú ojos rudi-
mentarios de los vermes (Turbellaria, Trematodes, etc.) son redondos, pares, y residen, pre-
cisamente, sobre la piel que cubre el ganglio supra-esofágico y no sobre la correspondiente
á otros focos nerviosos, ni por qué, andando el tiempo, a.iareció delante de la mancha pig-
mentaria y del nervio subyacente, nadi menos que un espesaruiento epidérmico lenticular,
cuyo radio, índice de refracción, etc., parecen calculados para proyectar una imagen dis-
tinta de la expansión del nervio óptico» (i).
En la necesidad de una explicación, me atreveré í exponer algo, que me pairece escla-
recerá este interesante problema. Yo creo que la situación del ganglio supra esofágico y
su vecindad con las manchas pigmentarias, reconocen un mismo origen, y que deben su
situación respectiva A un fenómeno de fototaxia. El animal se orienta según la luz, y la
extremidad por la cual se orienta es la que adquiere mayor actividad, tanto más, cuanto
que los fenómenos luminosos van siempre acompañiudos de acción química, calórica
etcétera. De modo que las manchas pigmentarias y el susodicho ganglio, guardan relación
de vecindad uno con otro^ porque ambos son producto de la mayor dinamicidad que hay
en el extremo por el cual ha empezado la orientación. Queda por aclarar el que las man-
chas sean pares y regulares, pero esa cuestión corresponde al por qué de la simetría üe los
cuerpos y probablemente se explicará lo uno cuando se explique lo otro.
En la segunda cuestión, la que se refiere al espesamiento epidérmico lenticular, que es
el punto de partida de la evolución del cristalino, el mismo Cajal da implícitamente la
respuesta, al decir que ese espesor lenticular tiene un radio y un índice de refracción que
parecen calculados para proyectar una imagen distinta en la expansión del nervio óptico.
La luz y sólo la luz, es capaz de tal artificio; ella es, no sólo la que da origen á las man-
chas pigmentarias, primer rudimento del órgano de la visión, sino que, como la adapta-
ción tiende á que la imagen se» cada vez más precisa, es la que hace entrar simultánea-
mente en juego la expansión del nervio óptico y las manchas pigmentarias para llevar á
cabo el trabajo de ajuste ó correspondencia. A medida que estas manchas van creciendo,
solicitadas por la acción constante de la luz, empieza á aumentar su espesor; y teniendo ya
entonces que distanciarse de la expansión óptica, la luz, para segfuir su relación con ésta»
ha de refractarse atravesando el espesor lenticular. Esta refracción tiene que hacerse se-
gún las leyes de la óptica, y por eso el espesor lenticular posee un radio y un índice de
refracción, que es el de la lente, y corresponde siempre con el nervio óptico, sin cuyo re.
quisito no sería posible la visión. El órgano de la vista, como toda organización, obedece
i las leyes generales de la Mecánica.
Fíjese bien la atención, el cómo en este sentido Su arquitectura está regida por las le-
yes de la óptica, y no es que d cristalino se acomode é estas condiciones mecánicas de la luz,
sino, por el contrario, son estas condiciones mecánicas las que moldean la substancia or-
gánica el cristalino, cuya diferenciación lo Aace sensible d la luz. Como las condiciones
oiecánicas de la Naturaleza son invariables, de ahí se sigue la gran unidad que representa
toda la anatomía y embriología comparadas, por eso la ontogenia reproduce la filogenia
y es que toda esta unidad orgánica que constituye la organización, es el eco, el reflejo, es
^ la reproducción material del ¿ran ritmo de las Fuerzas Natural». Sin esa unidad invaria-
ble, que es la Naturaleza, no se explicaría ningün fenómeno de la evolución, no se podría
«eguir lafiliacióndel sentido de la vista, desde los animales más inferiores hasta el hom-
}-, bre. Como no se explicaría tampoco el cerebro humano, si no existiera la misma elabora*

(I) Hamóa y Cajitl: Ttxtura del stsUma nervioso tid htmbrt y de los vert4hta;hSiy}iz.^.
522 LA RSVISTA BLANCA

Gión, filiación y evolución del sistema nervioso de todos los animales, si la neurona psí-
quica ó pensante en el Hombre no tuviera su primera representación en la neurona mio-
epitelial de los animales inferiores.
Hoy nadie se atreverá á negar, porque es un concepto corriente en filosofía positiva,
que todos los sentidos son colectores específicos registradores numéricos de movimiento
que constituyen las sensaciones, y que el desarrollo de los sentidos, el acumulo de todas
estas sensaciones es lo que da lugar al desarrollo del cerebro, de tal manera, que puede
sentarse que sin los sentidos no existiría el cerebro. Luego si los sentidos obedecen en su
arquitectura y en sus funciones á las leyes Naturales, el cerebro y su función reflejan la
misma Naturaleza; un hombre inteligente es aquel cuyo cerebro reproduce con mayor
exactitud la serie de fenómenos externos. La inteligencia es la sublimación de las leyes
Naturales. Por eso decimos que la Naturaleza es el Patrimonio de la Humanidad, y que,
por tanto, las miserias y egoísmos son un absurdo, por un error en la organización social
cuando ésta se separa de las leyes Naturales.
• •
Como caso de adaptación, que sorprende por lo rápida, es el que ofrecen la rana y lo3
tritones: estos animales, mientras son jóvenes, viven en el agua y respiran por branquias;
luego adultos, viven en tierra firme, habiéndoseles atrofiado sus branquias y adquirido la
respiración pulmonar. La metamorfosis de la rana, atronándosele la cola y desarrollándo-
sele las patas, es muy curiosá"if instructiva, por cuanto esa especie de embriolog<a,*que se
verifica á la vista del obséárvádor, demuestra también su filogenia, pues tanto su primitiva
forma de pez, como su respiración branquial, son una prueba de la transición de los peces
á los batracios; es un fenómeno én que el hombre sorprenát infraganti á la evolución,
en el momento en que los vertebrados acuáticos se convierten ea vertebradc» terrestres.
«Hace algunos años, el axalote^de Méjico (Siredon pisciformis), muy afín áú tritón,
excitó gran curiosidad entre los naturalistas. Se conocía ya este animal hacía tiempo, y en
los últimos afios se críaCa en el'Jardín de Plantas de París. Como el tritón, este animal
tiene también las branquias externas, pero las conserva durante su vida como los otros
pneumo-branquios. Generalmente el assíTote vive y se reproduce en el agua, pero, de rC'^
pente, un centenar de estos animales, conservados en el Museo de París, salieron del agua
arrastrándose, perdieron sus'branquias y Ufaron á parecerse, hasta el punto de no dis-
tinguirse del tipo del tritón sin branquias de la América del Norte (Amblyostoma), y con.
(inuaron después respirando por sus pulmones. En estos casos taa interesantes, se puede
asistir á la transformación brusca qne hace un animal de respiración acuítóca al conver-
tirse en animal de respiración aérea. Este tránsito rápido puede observarse también en las
larvas de rana y salamandra: pasan del estado de animal de respiración branquial, al de
anfibio, de respiración pulmonar^ del mismo modo, el grupo de ranas y salamandras pro*
viene también en su origen de un animal de respiración branquial, vecino del siredón.
Hasta el presente, se han quedado en ese grado inferior de desarrollo. Ss ve atí cómo la
ontogenia puede explicar la ñlc^nia y cómo la historia de evolución individual aclara
ja de todo el grupo» ( I ) .
Tratando de Xas adaptaciones co/relatíras, es decir, la adaptación de un órgano qae trae
aparejada necesariamente las adaptaciones de otros órganos y de todo el individuo, será
interesante leer lo que dice Virchow en una Memoria titulada La célala y la mujtr, qae
encuentro citada en Haeckel (a).
11) E. Uaeckel: U'utorit dt la Créatim tíalfrtlU, plg. ji 4.
•í) Ib;d, pág. 217.
I,A REVISTA BLANCf 523

«La mujer, es mujer únicamente por sus glándulas de la generación. Todas las parti-
cularidades de su cuerpo y de su alma,'su vida de nutrición, su actividad nerviosa, la de-
licadeza, ¡a redondez de sus formas, la anchura de su pelvis, el desarrollo de su cavidad
toráxica, acorapafíada de una parálisis en el desarrollo del órgano de la voz; su exuberan-
te cabellera, contrastando con el finísimo vello que cubre el resto del cuerpo; y, en fin, la
intensidad del sentimiento. Ja percepción rápida y segura, la dulzura, la abnegación, la
fidelidad, todos los caracteres esencialmente femeninos que admiramos y veneramos en
' la mujer, todo depende del ovario. Extírpese el ovario y la. virago aparecerá con toda s,u
horrible imperfección.»
Esta misma correlación entre las funciones de nutrición y generación se ve en las
plantas, cuando al quitárseles proporcionalmente cierto número de hojas ó de ramas ad-
quieren las flores gran preponderancia; ó, al contrario, al cortar los ramos destinados á Ja
florescencia adquieren mayor desarrollo los órganos verdes de la planta. Esto servirá cq.910
de preparación para con^irender mejor el capítulo de la adaptación psíquica, y no olvi-
dar que sí bien están en capítulos aparte, para claridad del asunto, no lo está en la cosa
en sí. Pasa aquí lo mismo que con el órgano y función, que son una mismx cosa, que no
se concibe la una sin la otra, y que son tan solidarias, ppr ser idénticas, como la Fuerza
considerada como función de la Materia.
Enrique Xluría.

ün poco de iuventud.
Ha de alegrarnos, por las consecuencias que ello puede tener, el que algunos escritq-
res que se consideren jóvenes, seguidos de otros que realmente lo son, hayan dicho que
Qo están cojiformes con quienes estimen que José Echegaray es la más alta representa^
ción de k mentalidad española. /
£1 acto llevado á cabo por los escritores que rae ocupan, nada significaría ó signifi-
caría algo loable en otras circunstancias.
Disentir del común pensamiento contra un principio social ó una fórmula de justicia
y hacer público nuestro pensar por todos los medios, aun á 'trueque de padecer quebran
tos personales, está más cerca de lo sublime que de lo vulgar; pero disentir con intención
de que se entere la gente y de obtener el apoyo de la opinión contra una personalidad
artística, cuando con la actitud que nosotros adoptamos, no se salvan principios justos,
próximos á perderse, no «e establece la postergada equidad y la persona objeto de nues-
tro, disentimiento, no es un hombre fatal, azote ó cosa así de sus semejantes, se meanto-
ja poco ético y poco artístico. Así, yo que también disiento del criterio que José Echega-
ray sustenta en asuntos de arte dramático, únicamente porque no en vano me lleva cerca
de cuarenta años de ventaja, con todos los problemas morales, sociales y fisiológicos quj^
ellos representan, no veo la necesidad de decir que me separo de los que piensan que
Echegaray ha dado con la flor del arte dramático y con la cumbre de ia intelectualidad
española, en vísperas de un homenaje que en nada altera ni perjudica mi criterio, que
en nada ofende á la sociedad española, y en cambio, proporciona días de agrado y de
placer á un artista glorioso y á un hombre que, por su edad, está muy cerca de la tumba.
Además, José Echegaray podrá sentir el arte de distinto modo que la juventud, y es
bueno que así sea; podrá, también, crear una psicología poco j'eal ó, si se. quiere, poco
estética, á juicio de determinada escuela artística, pero es de ciegos ó de apasionados
5a4 L* KirUTA BLAHC*

no comprender que las obras de Echegaray representaron un día lo moderno y lo revo-


lucionario en el teatro y en el modo de apreciar la misión del hombre y los problemas
de la vida.
Todos los artistas responden á dos fuerzas. En primer lugar, á la fuerza del ambiente,^
y en segundo término, á la del propio temperamento, y na se puede n^ar categoría de
artista genial á los autores que respondieron á pasados estados del alma colectiva, á di-
ferentes sensaciones del sistema nervioso y á distintas concepciones de nuestro cerebro
que en el tiempo y en el temperamento individual, cuentan cosas que no están escritas
en pasadas ni en futuras obras de arte. Si lo contrario admitiéramos, ¿cómo habrían de
pasar á la posteridad, en concepto de talentos portentosos, nuestros artistas del siglo de
oro, cuyas obras teatrales encuentra tan simples en psicología y en substancia dramática,
la compleja actividad de los gustos presentes?
Por otra parte, la juventud, para ser bella y joven, al mismo tiempo, es preciso que
sea buena y generosa, como la salud y la vida. El móvil de aquellos que hacen público
diferente sentir del que considera á Echegaray un gran artista en momentos que pueden
proporcionar gtandes amarguras, sin ningún bien individual ni colectivo, no es por cier-
to artístico, si el arte es belleza. Bella la acción que tiene por fin el placer propio y aje-
no; bella el alma que, rebosante de amor, amor siente y propaga, no importa en que ro-
paje-, bella, también, la existencia empeñada en hacer de sí misma una obra de armonía
y serenidad; pero feo el hecho de ofender á una persona, si con la afirmación del criterio
ofensivo no se alcanzan mayores bienes que los males que causamos.
Amargar, por ejemplo, la vida de un tigre, de un tirano, de un déspota, que puede
llamrtrse Nerón, Torquemada ó Calvino y hacerlo por amor á los hombres, serla indu-
dablemente cna gran obra de arte; pero amargar los días de José Echegaray porque no
sienta la belleza que nosotros sentimos, no puede hacerse en nombre de ningún senti-
miento artístico. ]Sin embargo, han invocado el nombre del arte los que pretenden restar
simpatías á un artista español! ¡Sin embargo, artistas se estiman los que sustentan el pro-
pósito, poco generoso, de decir á las gentes que no se exceden en la tarea de depositar
un nuevo placer en el corazón del poetal
Siempre creí que para ser artista, era necesario ser antea hombre, hombre en el sen-
tido físico y moral de la palabra^ hombre sano, hombre fuerte, hombre bueno-, hombre
que produzca obras y niños al mismo tiempo; que abra sus labios para besar á la mujer,
para sonreír al destino, y para lanzar, á diestro y siniestro, palabras de amor y de con-
suelo. Alguien cree que se puede ser artista sin sentir á la mujer y sin amar á los hom-
bres; sin tener queridas y *n asociarse á todo placer ajeno. Si esto fuera un error, en
lugar de ser un caso de debiUdadfisiológica,esto fuera el error fundamental de nuestra
juventud artística.
Siempre entendí por juventud, generosidad y alegría. Los jóvenes que pretenden
monopolizar el arte moderno, creen que son jóvenes cuantos cuentan pocos afios, aun-
que la envidia les consuma, la impotencia les entristezca y la tristeza les convierta en
plegarías fúnebres.
¡Que España ó una parte de ella ó sólo dos asociaciones artísticu, quiere honrar la
labor asombrosa de uno de los suyos!
¡Asociémonos á lafiestalSi el artista merece el homenaje que se le prepara, hemos
de asociarnos á lafiestamovidos por un principio de justicia; si no la mereciera, porque
es de poetas contribuir á todas las alegrías.
flng^l CuniHtra.
LA WnaSTA BLANCA 52$

A B C de Astronoznia.
Ltos asteroides.
VIII
Entre Marte y Júpiter no encontramos ningún planeta de gran tamaño. Sa formación
ha debido impedirla la vecindad del mundo joviano, cuya poderosa atracción, después
de fraccionar en muchas partes el anillo primitivo en camino de ser un mundo, ha sido
un obstáculo para la reunión de todas esas partes en un gran planeta por las constantes
perturbaciones que sobre ellas ejerce.
En esta zona del cielo conocemos actualmente más de cinco mil planetas, cuya masa
total, reunida en un solo conjunto, no sería mayor de un tercio de la Tierra.
Las órbitas muy elípticas de esos pequeños planetas (asteroides), que emplean cerca
de tres á tittt años en verificar sus revoluciones, están á una distancia media del Sol que
varía entre dos y cuatro veces de la que nos separa á nosotros del astro del día.
Pero estando sus órbitas dotadas de una extrema' excentricidad, algunos de ellos,
como Zethra, y sobre todo Eros, pueden aproximarse al Sol más que Marte, cuya órbita
cortan. ,
Así Eros, descubierto por M. Witt en 1898, y cuya dimensión sobrepasa apenas la dé
un departamento ó provincia de Francia, se ha aproximado en Eiero de T90C solamente
áunos 46.935.000 kilómetros de la Tierra.
Eros puede aproximarse al Sol en el perihelio hasta unos 168.380.000 kilómetros, y
puede alejarse en el afelio hasta cerca de 265.670.000 kilómetros.
Por lo contrario, la órbita del pequeño asteroide Hilda, una de las más alejadas del
Sol, se aproxima á la de Júpiter hasta 184 millones de kilómetros por término medio.
Las órbitas de algunos de esos pequeños mundos se hallan tan cerca y se confunden
de tal modo, que la hipótesis de alguna colisión entre algunos de ellos parece casi admi-
sible. La órbitk de Cloto, por ejemplo, se aproxima tanto á la de Juno, que llega á mediar
entre ellas sólo 1.040 kilómetros. Fides y Maya se presentan en el m<smo plano de tal
modo, que Mr. Lespiault ha llegado á cr^er su asociación como planeta doble.
Excepto Ceres, descubierto el primero, el i.° de Enero de 1901, por Piazzi y V e s ^
que vistas excepcionales pueden contemplar algunas veces, todos los d«más sen teles-
cópicos, es decir, invisibles á simple vista. Van del 7* al 13" grandor y aun más pe-
queños.
El mayor de esos mundos minúsculos es Ceres, cuyo diámetro es de 900 á i.ooo ki-
lómetros, luego viene Vesta con 430 kilómetros, después Juno y Palas. Los más pequeños
son Safo, Maya, Atalante, etc., cuyos diámetros no alcanzan á 30 kilómetros.
Sobre la superficie de sus mundos en miniatura la pesantez es inevitablemente mtiy
débil, pues su masa, por así decirlo, es insen5ibie,'y Herschel, para demostrar ese hecho,
ha dicho que un hombre saltaría fácilmente á 60 pies de altura no cayendo con un dio-
que mayor del de un salto de dos pies^sobre la Tierra.
Dada la pequeSez extrema de esos mundos, nuestros telescopios no son suficiente-
mente poderosos para que podamos conocer la duración de su rotación, la inclinación
de su eje y apreciar el efecto de su atmósfera. Con mayor motivo nos es imposible con-
jeturar sobre su estado de habitabilidad. Sin rtnbargo, nada sé opone á admitir que esas
526, LA ilEVISTA 8I,A»CA

tierras liliputienses sean actualmente, ó lo hayan sido ya, el sitio de una civilización y de
una vida intensa que, comparada con la nuestra, la efclipsaría con su brillo.
Es nuestro antropomorfismo legado de muchos siglos de religiones que han obscure-
cido la mentalidad humana, lo único que nos dificulta la comprensión de esta verdad
evidente de que no hay en la Naturaleza ni causa final, ni grande ni pequeña.
una gota de agua es un pueblo de millares de animáculos, y de un gran mundo an-
tiguo, cruel y feroz, sólo la pequeña Grecia ha resucitado de esas cenizas. Minúscula por
su territorio, grande por su genio, brilla aún con un brillo tan luminoso y claro, & través
de una niebla mística de dos mil años, iluminando la marcha ascendente de la belleza
artística y de la verdad científica (i). /
Jópitet».
IX
Al llegar á Júpiter, llegamos al mayor planeta de nuestro sistema, que se nos ofrece
con el cortejo triunial de sus lunas, como la ima^n de toda nuestra república sideral en
compendio. Por su voiamen y su masa, Júpiter, sol apenas enfriado, suscita en nuestra
imaginación esa página de la prehistoria de nuestro mundo, en la qae el gran planeta,
aún incandescente, formaba con el Sol una de esas numerosas estrellas dobles que titilan
en los apartados abismos del espacio.
Apenas unas diez veces más pequeño de diámetro y 1.047 veces en volumen que el
astro del día, »el planeta gigante» vale 5.279 voces el volumen y 310 la masa de la Tie-
rra. Recorre su órbita de 4.830.180.000 kilómetros con la rapidez de la kilómetros 900
metros por segundo, girando sobre su eje en nueve horas cincoenta y cinco minutos, y
alrededor del Sol en once años, diez meses y diez y siete días terrestres.
El año de Júpiter es igual, por lo tanto, á cerca de doce de los nuestros, mientras que
su día no dura sino nueve horas y cincuenta y cinco minutos.
Al cálao de trescientos noventa y nueve día.% el gran planeta se encuenttn en oposi-
áóa respecto del Sol, y el Sol, la Tierra y Júpiter se encuentran sobre la misma línea,
siendo esa época, con los tres meses que la siguen, la más favorable para su observación.
La 4^bita de Júpiter se halla, ptn- término medio, á 775.000.000 de kilómetros del
S{4;pero como es elíptica, con una excentricidad de 0,048, no hay más que tmos 80 mi^
llones de kilómetros de diferencia entre su dbtancia al Sol ó á la Tierra en su perihe-
Uo y en su afelio.
Según este ^ran planeta se halle en su perihetío 6 en su afelio, su diámetro aparente
varía de treinta á cuarenta y siete segundos. Es esa diferencia de distancia la única que
constituye las estaciones de Júpiter, cuya inclinación sobre su eje de rotación no es sino
de 3°, es decir, casi perpendicular á su órbita.

(1) Aiitet de panr mía adeUntc, una obMr<riici¿s!


P camarada Ijibine me dice que cree ver usa centradiccióo en la aTimuciúi iiguiente, que he hecho en un arlícalo ante-
rior [VI de la terie). «Graciai i esa luí cenicienta, que refleja i veces los contornos del continente australiano, Cattelli, et
amigo de Galiieo, podo adivinar en 1637 la existencia de la Australia, mucho antes de ser deicabierta», jr el hecho de qna
desde el siglo xvii loa marinos portugueses hablan páado f» el Norte de AuAralia, y que en ifios'WSlem Jansfj nav^acdo
por el golfo de CarpenUria, perdiera algunos de sus hombres á manos de los australianos.
Todo eso es exacto, como lo es que hablan Uefado europeos i América muehot siglos antes del descubrimiento de ella
p<ff CñstMial CtAóa.
£1 navio holandés Duy/hé» xccúnozíb, en efecto, en ióo5yif>o6 una gran ezteiuáófi de ia costa aotteaustmlíana; pero
no fué hasta la mitad del siglo xviti cuaodo Cook pudo descubrir la Australia orie::tal >* occidctital.
No hay, pues, contradicción en que Castelli haya podido adivinar en 1637, <='>'> ayuda d; la luí cenicienia, los csHlernot
del )coiitia«aie australiano. *
LA RKVlSXA ,ttUU.'CA .577

La vuelta del globo de Júpiter y su diámetro ecuatorial sobrepasan en longitud i los


de la Tierra, y son respectivamente de 444.400 y 142.000 kílótmetros; por lo coatrariik,
el diámetro polar no tiene más que 132.800 kilómetros, pues la rapidez del maTimiento
de rotación es tan grande, que un punto situado sobre el ecuador corre en razón 4 ^ .
12.450 kilómetros por segundo; de ahí el ensanchamiento de su ecuador y el aplasta-
miento de sus polos, que es de i/c?, mientras que el de los polos terjrestres no es sioo de
1/292. La superficie de Júpiter es igual á la 114 Tverias.
La densidad media de los materiales que compooen á este gran mundo es de 0^41,
es decir, cerca de 1/4 de la nuestra, y la intensidad de la pesantez dos veces y 1/4 más
fuerte que la de la Tierra.
Estas cifras, un poco áridas, prueban que las condiciones de vidasoo muy diferentes
sobre Júpiter de las de Marte, la Tierra, Venus y Mercurio.
No sólo Júpiter ofrece á sus habitantes presentes ó futuros años de uaa longitud de
doce años terrestres, con diez mil cuatrocientos cincuenta y cinco días de diez bofas
cada uno, una igualdad casi absoluta de clima sobre todas sus latitudes, gracias á la in-
clinación de su órbita £ólo de 3", sino que ese mundo, que gravita 5,2 veces otas lej<w
que la Tierra del Sol, recibe cerca de 27 veces menos luz y calor que nosotros.
El recibir 27 veces menos luz, «sstá, sin embargo, rauy lejos de vivir en la obscuridad
opaca. La Luna llena esparce una claridad de 618.000 veces más débil qu$ la d d astra
solar y pueden los seres de Jú¡Hter tener el nervio óptico muy adaptado al medio, ea el
que están destinados á vivir y evolucionar. •
Por lo que se refiere al calor que existe sobre la superfid/s de Júpiter, sobrepasA cier-
tamente con mucho del que resultaría de la sola acción solar, y es probableq<M ^ « globo,
aunque nacido antes que la Tierra, haya conservado en razón de su volumen y de «H
masa una parte de su calor originario.
La atmósfera densa, elevada, tormentosa y saturada de vapores que rodea al pl^ieta
gigante, indica que el clima de Júpiter es más cálido que el de la Tierra, y que reiaa sobre
ese mundo lejano un desencadenamiento de le» elementos como no ha conocido nuestra
Tierra desde el período primordial de las épocas geológicas. Sobre su zona ecuatorial
sopla el viento constantemente huracanado, y la rotación de las nubes en esa regtóa se
efectúa en nueve horas y cincuenta minutos, mientras en el 25 paralelo tarda &Mca mi-
nutos más.
Nosotros no vemos sino muy raramente la superficie del planeta. Las bkadas blaocaa
y grises, frecuentemente teñidas de una coloración amarilla y anaranjada, que surcan ese
globo principalmente en la región ecuatorial, forman parte de su capa arérea. Sdne esas
bandas ce observan á veces manchas más claras ó más obscuras que el borde sobre el
que se hallan, y aun desgarraduras que se suceden unas á otras de izquierda á derecha
(de Oeste á Este) si se observa el planeta con un telescopio gue no invierte Íes objetos (i).
Esas manchas pertenecen igualmente á la atmósfera joviana y forman parte de las nubes
que envuelven á ese mundo colosal.
En general, el ecuador está indicado por una zona blanca. Al Norte y al Sur de ella
hay una franja más sombría, tefiida de un rojizo obscuro. Mis allá de esas dos franjas
sombrías, austral y boreal, se ven ordinariamente franjas paralelas alternativainente blan-
cas y grises. El tono general se hace mis gris y homogéneo á medida'que se acercan 4
los polos, y las regiones polares son grises azuladas.

(I) Eilo e», un teleteepio <liteeto,iie denpejo.-KNT. d d T . )


Y^^-^-^.

S28 LA MCVOT* B U M C *

Pero no hay ninguna ñjeza en esas franjas, cuyo aspecto típico varía con frecuencia
de un modo muy profundo.
Las franjas y las manchas blancas rq>resentan probablemente las nubes más elevadas
de la atmósfera, las nubes sombrías, pardas ó rojizas, las capas inferiores ó quizá tam-
bién el suelo del planeta.
Entre el 20» y 30» de latitud austral del planeta, los Sres. Corder y Terby distinguie-
ron en 1872 por primera vez una gran mancha roja, de forma oval, de 42.000 kilómetros
de larga por 15.000 de ancha. Esa mancha podría ser muy bien un continente en forma-
ción que estaría respecto de Júpiter en la misma proporción que la Australia sobre la
Tierra.
£1 análisis espectral muestra que la atmósfera de Júpiter, tan densa en sus capas in-
feriores, gracias á la intensidad de la pesantez, está compuesta, salvo algunas substancias
qne parecen especiales de ese mundo, del mismo vapor de agua que el de la Tierra. Esa
iSaidcfera está, como ya hemos dicho, muy agitada y se halla sometida á continuas va-
ñacióii«i,qne, cosa extraña, parece que están en rdacíón con las manchas solares y lle-
gan á su ta&ráio cada once años.
A fines de Nimembre 6 Dicieml»e de 1903, Mr. Stanley Williams escribía en'Ias iV<»-
tídas siderales (Monthly Netices LIX, pág. 378), qne las dos franjas ecuatoriales de Júpi-
ter cambiaban de coloración en un periodo de cerca de doce afios, de modo que la coló-
ración roja de la franja ecuatorial boreal alcanza su máximo cuando la ecuatorial austral
u enAenira en su mínimo y viceversa.
Para verificar completamente la periodicidad de esta col(H«ción, comprobarla, ten-
drán que hacerse sin duda muchas observaciones en la época de la oposición del
planeta.
Júpiter no vaga solo en el espacio. Recorre su órbita acompafiado de seis satélites.
El quinto descubierto por Bamard el 9 de Septiembre de 1892 no es más que un as-
t»oide de 160 kilómetros de diámetro y separado sólo unos 2,55 radios del gran planeta,
en tomo del que gira. Este satélite da la vuelta á Júpiter en once horas, cincuenta y siete
minutos y veintitrés segundos, y amenaza por su proximidad con caer sobre él, á menos
que se mantenga en su órbita actual por la atracción combinada de lo, Europa, Ganime-
des y Calixto.
lo, Europa, Ganimedes y Calixto fueron descubiertos por Galileo en 1610, son una
de las curiosidades más atractivas del cielo y hacen del mundo Joviano una miniatura '
de nuestro mundo solar.
Estaa cuatro lunas ofrecen con su mundo central los principales elementos astronó-
micos siguientes:
r
Diilanciai. RevolucioDes D i i n e l t o i
tCiUmttres. KiUmtlm.

lo 430.000 4.Í7 3,800


/Europa... 682.000 8.58 3.300
m
t.088.000 17.29 S.80O
GanímedM
I.914.000 4»-43 4.400
Calixto...
/
LAMVISTA BhAitCK 529
Ganimedes es, como itúportancia, un verdadero planeta. Tiene un diámetro igual á
47 por 100 de la Tierra, es más del doble del volumen de Mercurio, igual á dos tercios
del de Marte y cinco veces mayor que la Luna.
Todos estos satélites giran alrededor de Júpiter, mostrándole siempre la misma faz,
como la Luna lo hace con la Tierra, y las diferencias de brillo observadas sobre sus dis-
cos que su suelo es accidentado como el nuestro y que están rodeadas de una capá
atmosférica. El espectroscopio permite ver en esa atmósfera el mismo vapor de agua que
el de la Tierra y algunos gases que aquí no existen, pero que evidentemente son ios mis-
mos observados en Júpiter.
El globo joviano observado desde el satélite lo, el más inmediato, presenta un disco
de ao' de diámetro, es decir, 1,400 veces mayor que el Sol, como lo vemos en la Tierra.
El satélite lo recibe del planeta un poder reflector igual á tres veces el de la Luna, más
de 155 veces y Calixto ocho veces tanta luz como la de nuestra compañera nocturna.
Pero el mundo colosal de Júpiter no ofrece solamente á los habitantes futuros del
planeta gigante una resideacia incomparable, y á los presentes ó pasados de sus lunas efec-
tos grandiosos de luz y perspectivas celestes encantadoras, es, también para nosotros una
revelación permanente de los misterios del cielo, y una enseñanza poderosa de las verda-
des astronómicas. ,
Es á la observación de los curiosos é interesantes eclipses cuotidianos de las lunas de
Júpiter, ya dentro del cono de sombra del planeta, de 89 millones de kilómetax>s de largo,
ya ocurridos entre él y el Sol, á lo que debemos el conocimiento de la rapidez de
la luz.
El astrónomo danés, Olao Roemer, observó el primero en 1675 ^"^ ^^^ eclipses se
retrasaban ó adelantaban cerca de diez y seis minutos y medio, primero por error en-
contró veintidós minutos, según que Júpiter se hallase en Conjunción Ó en oposición
con el Sol.
Esta comprobación hizo descubrir la rapidez del rayo luminoso. Siendo el diámetro
de la órbita terrestre cerca de 398 millones de kilómetros, quedaba probado que la luz
recorría 300.000 kilómetros por segundo.
Ha sido por el estudio telescópico y espectroscópico del disco joviano, por lo que
hemos podido damos al presente una noción más precisa de la geología estelar y docu-
mentar la filosofía astronómica.
Mundo en vías de formación, Júpiter, la más hermosa estrella que brilla A media
noche sobre nuestro ñrmamento en la época de su oposición, nos hace asistir desde aquí
A los períodos más movidos'de la prehistoria de nuestro propio planeta. Lo que pasa allá
arriba es lo que ha pasado aquí abajo, hace una veintena de millones de años, y es
nuestro propio pasado lo que estudiamos observando el desencadenamiento de todos los
elementos que se produce actualmente á más de 150 millones de leguas de aquí sobre e!
gibante planeta de nuestro sistema. .
Si es exacto, como pensamos con la mayor parte de los astrónomos, que el va^to
Júpiter se encuentra hoy en el mismo estado de evolución en que se ha hallado la Tierra,
hace un mínimum de veinte millones de años, necesitará el gigante paneta, que es más
de mil veces más grande y trescientas veces más pesado que nuestro globo, algunos mi-
llones de siglos para llegar en su evolución ascendente al estado en que actualmente nos
hallamos nosotros. Pero si por hipótesis de aquí al hogar vital de la acción vital de nuestro
sistema planetario, que es el Sol, se extinguiese—hay sabios que le conceden uflos cua-
renta millones de años de luz y calor —los gérmenes de vida que se encuentran actual-
SJO I." UaVVSIh BLANCA

mente eu estado embrionario sobre nuestro planeta hermano, no llegarán jamás á su com-
pleta eclosión y desenvolvimiento. Júpiter morirá antes de llegar á su apogeo.
En el estado actual de nuestros conocimientos, el cosmos no nos ofrece un punto se-
guro para afirmar el número de millones de años que le restan de vida al Sol. Nuestros
pronósticos sobre el particular carecen de una base esencialmente cierta.
Quizá se puedan contar sobre millones de siglos y todas las islas de nuestro archipié-
lago solar tengan tiempo de recorrer el ciclo entero de su evolución. Si no es así, y el Sol
se extingue dentro de los cuarenta millones de afios, Júpiter muerto antes de tiempo, es-
tará condenado A realizar en detrimento suyo la experiencia de falta de finalidad en el
Universo. La Naturaleza, alternativamente madrastra y bienhechora, no hará ninguna di-
ferencia tratándose de los átomos del cielo, que son los soles y los planetaf, y de nosotros
los habitantes fugitivos de este mundo sublu&ar.
Cualquiera que sea lo que ocurra, la vida vale la indagación de la verdad, y la sola
verdad en adelante adquirida será que la vida es en todas [Kirtes ilimitada en el espacio
y el tiempo.
federko Stackelbergr.

EL DERECHO DEL PADRE


O r a m a en c u a t r » a c t o s , orfflfaial tfcl DR. ENRKK1B P I S e H E R

(CONTINUACIÓN)

AGTO n ELKUTBRIO
. £» msa de la barontsa de Ayles, en Glyci- ¡Pchs!... Ya ve asted, he sido padre dos
nes. Salón suntuoso de modern-stile, cuyas ga- veces... ( I )
lerías se abren sobre un parque, dejanda ver RoBua
su florida vegetadóu. (Asemirad».) ¿Padre?
EUHJTSKIO
ESCENA P R I M E R A
(Cvmpreudiendo^ |Ah, no^ no es eso?... Pa-
X!lent«rio y Kobnr. dre, vamos, alcalde de des manidpios y dos
(Al levantarse el telón, Eleuterio, en traje veces destituidou Mis cxmcqeros se quejaban
de criado de casa grande, y Robur, vestidú de (}e que gafaba mucho. Esos aldeanos no
obrero, está^ sentados cerca de una tMsüa, so- com4)readea nada de hacienda. He renun-
bre la que kay un fraseo y licores.') óaáo á. la política y he entrado ea la tida
ElíEDTKRIO civiL
Ua dectito más de Ou^trense. JROBDR
KOBUR. ¿Por qué no os habéis estabfóckio?
Bueno... Esto es tercipelo puro. ELEUTEUO
ELBUTBRK) {Yo, patr<ta? {Gradasl Se «mana uno en
Jiocfo c d ^ e en las k U o ^ de noestrc» el negocio, mientras que de aayordomo se
gmtrmtts. ¡Y se expals» i las cx>ngrega£Íoaes vive sobre el c8{Htal de o«ro j se acreeicDta
destíkkdoras! ¡Q«íé crBnenl iQ«é biasfietsal el propio.
^ 0 es ci^io qae se deja al p^blo el ajea-
jo^ ¡kk. litecatiKa dectoraU (i) Ka Á oá^aai üm waart, aicaUa, <yie le piaiuiiKra
ignd que mtr*, audre.
RuBUa %a, d texis, M dice twdie, ^ n comemr es parte el a^ui-
|£ftáis faerte en politic», aeftor Eleslmol ntKa.—N. M T.
LA REVi^CA 8I.AKCA S3I

ROBUR ROBU II
¡Calla! No está mal eso., ¿Y creéis que se casará él?
F.wa;T|;Rio ELKUXERIU
¡Oh! Para los amos sabéis bastante. Mirad, ¿Qué oigo? Con dos millones de renta...
la señora es una excelente criatura, pródií¡a, ROBÜR
nada exigente, poco severa y una mujer que ¿Pero y María Buena?
tiene literatura. £n ñn, no be perdido nada. ELEUTERIO
He tratado de recordar lo que Taine, un filó- ¿Y qué María Buena? La moral mundana
sofo, ha escrito: «Eso es para obtener distin- es clarísima; él señor Egoa guardará las con-
ciones, para obtener á los criados...» Y al veniencias; almorzará en su casa y cenará en
cabo de tres años que estoy á su servicio, la ciudad.
ella no ha obtenido para mí más que palmas ROBUR
académicas. ¡Si no llegara á traer la banda!... Me parece muy complicada esa cocina.
Pero felizmente, uno de los amigos de la se- Prefiero mi cocido.
ñora rae ha prometido que me liará ver el ELEÜXeRtO
gran cordón del Cámbaro! venezolano. (Riendo.) No tenéis mi denie superbo.
RoBUR ROBUR
Yo 08 <;reía socialista. (Con candidez.) ;Q\ié}
' ELEUTERIO ELEUI'ERIO

¡Ah! No. Hay muchos en ese partiJo. No Nada. Es japonés de la antigüedad. ¡Ahí
hay lugar en él sino para los que tiener» mu- sois feliz, Robur. Padre deuna hija deliciosa^
chos pulmones. Todos los asientos están y, añadamos, complaciente, bien colocada
ocupados, todos los trombones soplan á la ella y bien puesto usted, sin ambiciones, sin
vez, así como los tambores en las épocas de cuidados por lo porvenir, con una salud r o -
elecciones. La masa imbécil se detiene de busta, un apetito y una sed siempre despier-
cuando en cuando, admira el orden y stí tos; con un estómago fuerte y lo material
mete en la barraca del que arma más ruido. asegurado hasta el fin de vuestras respeta-
bles canas...
RORUR
ROBUR
Entonces, no hay ningiin hambre serio.
(Enternecido.) Sí. Dorita es buena para su
ELKUTERIO
padre; su señor también, un buen hombre,
Mi querido Robur, el hombre serio es hoy
día precisamente lo contrario de lo que se tranquilo, que está enamorado de ella y la
llamaba antes un hombre-honrado. Ha des- ama con toda su alma. A pesar de todo, da-
aparecido después de la muerte de Luis XVI, ríamos cualquier cosa porque María Buena
las procesiones del segundo Imperio y los volviese á casa de su padre. En nuestro últi-
rigodones de la tercer República. Es sor- mo viaje fuimos á verle. ¡Si le hubieseis visto
prendente, cómo el señor Gastón Egoa par- cómo suspiraba y se encendían sus ojos cuan-
ticipa de mi manera de ver. do le hablábamos de ella! El pobre hombre
ROBUR no puede tenerse en pie.
Gastón Egoa, el buen amigo de María ELEUTERIO
Buena, ¡la hija de mi amigo Músculosl ¿Por qué no la viene á ver?
ELEUTERIO RoBim
Y el prometido de la señora. i Ah!, sus ideas... El ha perdonado á María
ROBUR Buena; pero guarda un fiero rencor á Gastón
De la baronesa de Ayles. Egoa. Como o«yese en sus manos, yo no
ELEUTERIO daría dos cuartos por él. Conozco mucho á
•Eso es. mi compadre, y creo que cuando sepa el ma-
532 LA KKVtStA UAMCa

*rimonio del amigo de su hija con vuestra ELEUTERIO


sefiora, yá puede prepararse el novio. ¡Diantre!... Bobette, sois un tesoro. (Se oyen
risas y rumores de ¡aparte de fuera.)
ESCENA II
BOBETTE
Dichos 7 Bobette. Punchad los alegres salvajes. Dejémosles'
BOBETTE el campo libre, aguardando á la sefiora y á
(Entrando.) Hay algún sordo aquí. {A su novio. ]Ahl, eso... es muy curioso. ¿Le
Eleuterio.) ¿No oís el ruido que levantan los gusta á usted él>
invitados de la señora? Sorprendidos por la ELEUTERIO
lluvia en ^\tx\a.gardenparty, se han refugiado jAh, yo le soporto; participa de mis ideas
en un kiosco; pero antes de cinco minutos poKticasl... Veamos.
invadirán este salón. KOBUR
ELEtn'KRfO Sí, veamos; vamonos.
]Bah!, son alegres y espirituales. BOBETTE
BOBETTE No-, quedaos. Tendréis uo gran placer en
Es verdad que son muy divertidos..., pero ver á vuestra hija. La sefiorita Dorita.
conviene, sin embargo, cederles el puesto. ELEUTERIO
ELEUTERIO En religión, la sefiorita Zig. Atención.
Antes de la rendición, una palabra, seño- Aquí vienen.
rita Bobette. (Entran por elfondo en alegre tumulto Des
BOBETTE Gondanches, Champfli, O'Duilh, Ánthino Be'
Como queráis, señor Eleuterio. gassoH, la rata Zig, Fya Lotus, Rosa de Ve-
ELEUTERIO rre, Liana de Trouville, Miss Touquesy Lucy
¿Y el asunto del gran cordón? GlassoH.)
BOBETTE ESCENA III
Está por pelar... citaos esta noche con el DioIuMy Anthino, Des Oondanohe», O'
díplómata, deslumbrador„reluciente. IhiiUi, Champflé, l i g , Fya, Bom, Lia-
ELEUTERIO aa, TKÍMM Toiiq,iiM, £iiey Olasson, invi •
{Riendo.) Bobette, es sorprendente lo di- tadM é invitadas.
choso que soy. LAS MUJERES
BOBETTE {Rodeando á Robur.) [Hola, papá Robur,
lAhl queréis siempre tomar, tomar, ¿y us- buenos días, papá Robur!
ted, qué da? 'ROBUR
ELEUTERIO Buenos días, sefioritas, buenos días.
Yo tengo un gran gorro de la República Mu,E. ZIG
de San Grappin. Le he presentado un volu- ¿Y á mf> ¿No abrazas á tu hija? {acercán-
men de poesías, al que no falta sino la firma, dosele.)
y yo he puesto la suya. Mañana los periódi- ROBUB
cos en la sección de noticias consagrarán al (Abrazándola.) Una y mi] veces.
gran hombre, á ese burgués que hace versos MtLK. ZTlO
lo mismo que el Sr. Jourdain hacía prosa sin [Amor de padrel Nada de reprensiones, ni
saberlo. Pero el día de nuestra boda, tendre- de serenidad moralista... Así se quiere.
mos el derecho de hacer pintar en nuestro FvA LOTUS
carruaje una corona de conde. El Qífio mimado de las damas.
BOBETTE MuE. Zio
¡Condesa!... [Eleuterio, estáis locol Hijas mías, yo propongo un homenaje en
L4 UtVtSTA BLUICA 533

honor de nuestra gran amiga y generosa hos- MiSS TOUQUES


pitalaria—la baronesa de Ayles—desgracia- [Riendo.) Dos volcanes que se despluman.
damente ausente en el almuerzo que suculen- MLLE. ZIG
. Umos. {Riendo.) El Fusihama y el Monte Pelado.
O'DüILH ANTHINO
(Asomirada.) ¡Ohl... ¡Oh!... suculentar... jDiablol Estás empollada en geografía «fe-
MLLK. ZIG mica.
¿Eh? ¿No está bien suculentar? MLLE. ZIG
ROSA DE VERRE He hablado de geología con un japonés.
LIANA
Es que Guillermo O'Duilh, en su calidad
de irlandés, sufre con los neologismos. [Con ironía.) hn\&s de la revolución del
AHTHINO
68, ;eh?
MLLE. ZIG
Bien; yo acepto la moción presentada por
la señorita Zig: un homenaje en honor de No. No se remonta muy lejos. En la época
nuestra hospitalaria amiga la baronesa de en que tu madre blasonaba por estar em-
Ayles. pleada en un hotel de necesidades.
TODOS
TODOS
{Riendo.) lAh!, ¡ahí, jahl
{Menos Gosdanches y Lucy Glasson, que con-
versan muy tntretemdos.) iBravol MLLE. ZIG
ANTHINO
íQué os hace reir?
Atención; yo presido. Una, dos, tres. (To- MiSS TOUQÜES
dos aplauden.) ¡Oh, nos reimos todos, menos Lucy <Kas-
MLLE. ZIG
son y su amartelado amigo el pequeño Go-
danches.
Mi querido diputado, puedes vanagloriarte
ANTHINO
de ser un hábil oportunista. Debes tener un
Lucy Glasson, he ahí una criatura amable
buen éxito en el Parlamento.
que lleva bien puesto su nombre. Diríase que
ANTHINO
es la ordenadora de los funerales del amor.
¿Yo?... Te creo. Pero yo soy socialista. Soy La señorita Pose, entretenida del barrio de
todo del pueblo. Europa y de las otras cuatro partes del mun-
MLLE. ZIG do, la ha hecho institutriz de grandes y chi-
Como mi perro de las chuletas. No debe cos. Su divisa es «El ampr para la ciencia»,
de costaría poco á nuestra amiga la baronesa y se limita á un mancebo de farmacia á quien
de Ayles el albergar durante una semana á ella ha bautizado como químico para hacer
una bandada cotno la nuestra, de dientes agu- creer que están buscando el radio.
dos y estómago elástico. FYA LOTUS
' ANTHINO Soy un majadero.
Eso. Y de estómago delicado., ANTHINO
LIANA lAh, si no me creéis, haced un poco de
Oiga usted, parlamentario, refiérase usted silencio y escuchad ese dúo.
á los demás. En cuanto á mí, yo tengo m MLLE. ZIG
alma. De ligera menor.
AHTHINO {Los circunstantes se taUan un numenie y
Un alma que tiene apetito y temperamen- se miran unos d otros de un modo irónico, di-
to. Por lo demás, esta última cualidad y vues- rigiéndose hacia la aludida pareja que a>nversa
tra cabellera os asemejan á nuestro amigo el sin preocuparse del resto.)
cKileno Ríos Brancos, ese calvo sexagenario. (Conünuará.)
534 I-A RE^STA BLA2ICA

Crónica de Arte y de Sociología.


P A R Í S
JOEglise et La Répubüque, por Anatole France. Librería de Edouard Pelletan, 125, bou-
levard Saint-Gérmain. París.—La Rupture avec It Vatican, por Femand Dubief. L i -
brería Comely et Cié, l o i , rué de Vaugirad. París.
Los hombres de nombradía, cuando no se duermen sobre los laureles de su gloriai
transíórmanse, por lo común, en columnas de la vieja sociedad. Esto vese, de modo ge-
peral, en España y, más veladamente, en Francia, donde, sin embargo, las ideas prenden
en la vida de algunos, como Zola, que por defender la justicia lanzóse contra la corriente
reaccionaria y luchó contra sus propios intereses. Zola se fué; quedó el puesto vacante, ó
poco menos, y hoy Anatole France le substituye, enarbolando el pendón de la verdad
^ la justicia y de la emancipación social. Que su actitud es extraordinaria, que su figura
es grande, á pesar de ciertos amaños con los socialistas, pruébalo el hecho de haber sido
anteriormente agasajado como escritor selecto por la flor y nata de la ociosidad, ó séase la
gente usurpadora del dinero, del tiempo y de la libertad, lo cual no impidió que él repu-
<iiase, no sólo sus ridiculas pantomimas, sino su vivir injusto. Anatole France, que ate-
sora un gusto de los más seguros, es el espíritu más cultivado, más fino y más armonioso
de la Francia presente; lo que, realmente, le da titíibre de verdadera aristocracia y le
coloca por encima de la falsa nobleza. Y la calidad de la mentalidad no empece, sino que
antes bien, favorece la orientación libertaria de sus ideas sociales, por lo cual, de modo ex-
cepcional, resulta un ateniense.
Con la cooperación de su personalidad cobra fuerzas el movimiento antirreaccionario
•de este país, pues Anatole France le aporta su saber leal, su crítica disolvente y sus ideas
generosas, que no se fundamentan en la imaginación, sino en la ciencia y en la experien-
cia. De aquí que, para favorecer la separación de la Iglesia y del Estado, publique ahora
L^Eglise et la Républiqne, folleto qne monta tanto como un libro.
Al ocuparse en él de la Iglesia romana en sus relaciones con los Estados, dice que
aquélla «no sólo persigue el gobierno del «plritu, sí que también él gobierno de la carne».
Y si la Iglesia pide ahora libertad, es para sus privilegios y sn dominación. Un diputado
clerical quejóse de que se atentaba contra ella en una feria, donde un barracón exhibía el
letrero de «Horrores de la laquisición», y Waldeck Rousseau le contestó que podía fácil-
mente garantirse la libertad, anunciando en otro barracón: «Las exalencias de la Inqui-
sición». La cámara toda rió.
La Iglesia, que se cot»idera detentadora de la vida y de la verdad, tilda á los Estados
modernos de representantes de la muerde y de la mentira, lo cual no es óbice, como ob-
serva Anatole France, para que au verdad trate con la mentira y su vida pacte con la
muerte, por medio de concordatos. La doblez, «1 ella, corre parejas con su falta de es-
crúpulos.
France historia después las relaciones del Estado francés, durante la tercera Repú-
blica con la Iglesia, la cual ha dominado las más importantes admioÍBtraciones del país;
el Ministerio de cultos, el de Instrucción pública, donde conquistó kx tres grados de en-
señanza de la Universidad; los hospitales, con el servicio de monjas, y el ejército, que
provee de oficiales educados por ella. Y hiego «icontró na apoyo eo el embuste y ea c^
ridículo de la filosofía espiritualista de algunos gobernantes. Para poder enieñorearse de
liJI KBVISTA BLANCA ^35

la República, se descolgó la Iglesia con el sofisma áe que el poder civil, considerado como
tal, es de Wos y sólo de Dios.
Pasa después Anatole Franca á reseñar la campaña emprendida recientemente en
Francia contra el clericalismo. Con soma perspicacia pone de manifiesto los medios
jesuíticos que, para defenderse, ha empleado la Iglesia, como el buiangismo, el antisemi-
tismo, la cuestión Dreyfus y la campaña de la delación, habiéndolo eHa- realizado con una
habilidad que ha confundido á algunos republicanos de vista corta más que de buena fe.
France denigra, de certero modo, las seudo excelencias de la moral cristiana, que ha
pasado por diversas razas y civilizaciones, habiéndose atemperado á tres formas de tra-
bajo: la esclavitud, la servidumbre y el salariado. La moral cristiana, dice France, «carice
de ternura hHimana y de generosidad; la idea del deber, en ella, muéstrase interesada
egoísta y seca».
Finalmente, France estudia con sagacidad y expone con fineza los medios do. realizar
la separación de la Iglesia y del Estado, para reducir á aquélla á la impotencia y conw>li-
dar la libertad de la sociedad civil.
El libro de France merece, en suma, toda suerte de elogios, y es de recomendar su
lectura. Puede también ser útil el de DQbief—Xa Ruptura con el Vatíccmo—para quienes
deseen estar bien al corriente de la lucha entre la sociedad laica y la reacción clerical.
**
Exposiciones de a r t e .
La del círculo de la rué Volney.—A los artistas la gente mundana les opone y ¡es impo-
ne su gusto, que es el de la falsedad con corrección y el de la preciosidad sin emoción.
Así ello se echa de ver, con creces, en el círculo aristocrático de la calle Vcáney.
El amor en reposo, de Bougnereau, que nos brinda esta Ex|)0sJci6n, es lindo, elegante
y risueño, pero carece de arte, que es como si le faltase Ja vida y el derecho á la vida.
Chabas, con sus retratos, nos da lo» mismos ojos celestes, los mismos labios lozant» y la
misma expresión de siempre en el rostro: pintora de salón, pintura de baduar.
ColKn, en su ItUimié, resalta demasiado halagador para la vista con sus tt»os amba-
rinos; se le nota falta de esfwerzo, de inventiva y de progreso. El retraio del decUr Puyet,
por Cormon, sin ser extiaordinario, resulta concienzudo, Devambez, en quirai loa mÁsno
quieren ver sino á un hombre chapeante, debíora considerarse como un verdadero pústor;
la frescura, la fimira y la vida de stw paisajes no es menos importante que e! ingenio de
su composición.
En sus retratos pone Ferrrex de manifiesto rauch* ciencia, lo mismo qtte un gran
deseo de distinguirse, mas lo hace por medros vulgares y con pasta inferica-. El retrato de
madame C. es tan notable por la hermosura de sus ojos pardos y límpidos, con»» (»diaa-
rio por la calidad general del vestido y la débil coloración de las carnes. Flam?^, que
se halla bajo la obsesión de Bougnereau, pinta vírgenes del mismo modo que éste. Ej
retrato de madame O... tiene aire muy noble y apostura muy bella. Es de sentir k frialdad
con que está pintado y su factura haxto acuarelista.
Humbert, que es una especie dé BanviUe de la pintura, por la amobULdad ée aa pin-
cel, nos da, con ei retrato de madame M., tma testa de actitijd señoril y un semblante de
atpresión soñadora. Las « d M y la mugetiaa del atavío se haUa» pintadas con brilla y
con trasparencia. Los retratos, en Humbert, se xp»stm de la iK*a sevem; y el artís^ se
oft«cc antes bien conró un fantaaaudbr que como un netratistíu Aderad», tinita á los pin-
tores ingteses, sin a^xopiane nt y'v&eu
Le Gont-Gérard, que tiene rawdo al cansancio, hace piptura ú maéo de un fotógra
53^ !•*• KCVtsrA BLA»CA

fo, reproduciendo siempre el mismo cuadro. £1 pintor oñcial Rixens, envejece y se debi-
lita. Lo mismo ocurre á Tittegrain, que no es menos renombrado y condecorado que
aquél.
Exposiáón de pintorts femeninos, en el Grand Palais.—Los desnudos de mujer abundan
aqiU que es un primor. Ello, dado el sexo de los artistas, proclama el culto que aquélla—
«enomorada de su cu;rpo»—se profesa i. sí misma. Y (qué mejor obra de arte que ,una
mujer bonita, sin velos y sin recelos?
Gamaran, en los f interiores» supraelegantes qué dedica á Rostand, parece como
que tomó sus colores en una bombonera. La Santa Ivona, de no recuerdo qué pintor,
es plácida expresión de un sencillo corazón; pero la factura, harto pulcra, tira & cromo-
litograña. •
No sin vida, aunque con grises oleosos, nos da Bricar el retrato de una mujer fea, sen-
tada. Dazetly dibuja acabadamente y pinta acicaladamente. Los tonos nacarados de su
juvenil desnudo, placen. Jacob nos brinda paisajes de tonos suaves y placenteros efectos
de nieve. Y paremos de contar.
En tasa B, Weiil.—Un espafiol, Evelio Torent, á quien Lanrent Tailhade puso muy
alto, expone allí algunas de sus obras pictóricas, en las cuates se nou progreso. El artista
muestra ahora más dulzura en la luz, más suavidad en los tonos y un poco más de aire
que antes. Pinta, además, las mujeres comoflores,en lo que no anda equivocado.
*
• *
La Maison de Danses, por Paul Reboux. Calmann Levy, editores, París.
No nos ha dado Paul Reboux, en su excelente novela, una Esptüia de cromo, con to-
reros, bandidos y gitaniUas de opereta, cual hiciera Teóñlo Gautier en su famosa obra
que tanto ha contribuido, en Francia, al desconocimiento de España.
Paul Reboux, con ojos de pintor, de artístico pintor, ha observado concienzudamente
la vida caUeijera de Sevilla y de Cádiz, brindtodonosla en su obra, con todo el encanto
de su ambiente de aol, de aromas, de amoríos, de miseria y de inconsciencia. Lo ha visíb
Reboux todo muy bien, con justa vuión, y su galana pluma ha logrado extraer, de todo
ello, U belleza y el colorido.
Sin llegar al doble fondo del alma andaluza, cuyo espafiolismo la separa de la gene-
ral humanidad, nos ofrece Reboux, bajo el plástico esplettdor de su novela, una penetran-
te psicología de la pasión en su obra de datrucción. Y sagazmente expone el calor bes-
tial de los seres de instinto, que son Estrella, Tomasa, Ramón, Benito y Luisito.
Estrella ha sido de niña recogida por Ramón, quien la educa para el baile y luego la
explota en Las Delidoi, su establecimiento. £>escapúUanse las gracias de la chica, que es
muy cortejada por el público, y Ramón se enamora locamente de día, hasta eí extremo
de hacerla su esposa. Ahí comienza el drama que, con altos y bajos, camina derechamen-
te al desenlace. Al ver lo requebrada que es su mujer, Ramón vuélvese celoso. Tua. cor-
tar por lo sano, abandona Sevilla y marchase á Cádiz. AlU reanúdase el suplicio de él,
que no es amado por Estrella. De ésta se prendan los herman<» Benito y Luisito, casado
el primeto con Amalia y el segundo, prometido de Concha. La rivalidad, entre ellos, co-
bra aspecto de catástrofe trágica cuando Benito descubre que Luisito ha cautivado á
Estrella. Y en una bien preparada escena, Benito mata á su hermano y huye á campo
traviesa. La Guardia civil persigúele y cógele, por último, como una b^tia moribunda.
Este argumento, que tiene la sencillez fatalista de los dramas griegos, está llevado con
mucho arte, mucho interés y mucha verdad. Hubiéramos querido, sin embargo, sentir
Lá UVISTA BLANCA S37

más en él la palpitación de la emoción trágica y el fuego ardiente de la vida de An-


dalucía.
• .-
\ •
• •
Za Conception du droit. el les idees nouvelles, por Laurent Dechesne. L. Larose,
editor. París.
Laurent Dechesne, en su obra, me ha producido el efecto de uno de esos intelectua-
les puestos al servicio de las ideas tradicionales, por usar de razonamientos sutiles—que
no son sino escapatorias por la tangente—para entibiar nuestro entusiasmo por la liber-
tad individual. Y nos habla nada menos que de las manifestaciones mórbidas del indivi-
dualismo, como el anarquismo, con su cortejo de crímenes y sus teorías destructoras de
'a autoridad, que para el Sr. Dechesne no debe de haber cometido delitos, sino que es,
á buen seguro, sacrosanta para proteger los intereses de las clases parasitarias. De ahí
que con sofismas trascendentales demande leyes para sancionar el derecho... de la auto-
ridad de los explotadores contra la libertad de los explotados. La cuestión económica, ó
séase el derecho á la vida, es mezquina para él, que tendrá el pan asegurado, y nos habla
de que sólo merecen estusiasmo cariñoso las ideas hermosas, grandes y bellas, sin decir-
nos cuáles. Cómo no sean las de la relatividad de la libertad y las de la desigualdad de
su distribución, en pro de las cuales derrocha toda su dialéctica de estufa.

• •
Girarddt iWn'a/(colección de sus páginas más hermosas). Edición del Mercare de
France, París.
Hermosi literatura, de la que es placer, educación y nobleza para el espíritu, nos
regala él libto de Gérard de Nerval, cuya alma atormentada, al igual de la de Nietzsche,
se enamoró perdidamente de Goethe, el hombre más emancipado que ha existido de
Dios, porque él mismo se convirtió en Dios con su genio y su cultura. Nerval le tradujo
magistralmente el Faust, y Goethe por ello le dio las gracias en frase sobrehumana de
filosófica amabilidad: «Nunca me comprendí tan bien como al leerme en usted.t
El estilo de Nerval no es de los que nacen de recetas, sino de un espírit^t literario
por esencia y por formación, y las frases de sus libros tienen la inimitable armonía de los
clásicos, con su ritmo sereno. Corónase ese don con la Ugudeza de su visión, que era de
üix romántico que sofiaba inclinado sobre la realidad. Describe Nerval por medio de
imágenes, que entrañan idea, sentimiento y hermosura á un tiempo, lo cual no se logra
cbn el solo adjetivo, que se halla al alcance de todo escritorzuelo, dando visos de ratón
á aquello de que «describir es deaftruir.»
«
• • * •

£a fuf, poema trágico, por Elerair Bourges. P. V. Stock, editor, Parív.


Bourges, que reveló imaginación extraordidaria y agudeza delirante en oXxvn obimt,
ha perdido el tiempo, y lo hace perder al lector, con el chaparrón de hueca fraseología
que ha descargado en La nave, obra que ni siquiera puede considerarse como producto
de los desechos de la literatura g^ega. Nada con ella gana, pu», el Prometeo, doeoso de
justicia y de alegría, padre -de todo lo que sufre y adversario de la tiranía deíkta que n<»
ofrece en La 'nef. ' ^ ,
• *
53S tA KKVISrA BLANCA

Rabiláis en frailáis moderne, por J. A. Soulacroix. Librairie Universelle.


Plácemes, y muy muchos, merecen Soulacroix y la Librairie Universelle, por iMre«n-
tarnos, en francés moderno y á 25 céntimos el volumen, al portentoso Rabelais, que
se hace incomprensible en su original para los extranjeros y los franceses faltos de alta
cultura. Rabelais es para Francia lo que Cervantes para fispafia: la flor de la raza y un
revolucionario de la misma. Dice, chanceando, la verdad, y, riendo, flagela iniqui-
dades.

Les céUbrüés ffaujour d'hui, Urumtiére. Publicación mensual.Enero de 1903. E. Sansot


y Compaflía, editores, París.
La casa Sansot y Compañía publicará todos loe oieses la bi(%taQa crítica y bibliográ-
fica de alguaa luiabrera francesa. Inaugura la serie con Femando Brunetiére^ ¡que es boy
el único critico francés (xm ¿loaofia geoeral, pa?o mala y muy jiemiciosa, pues prende
en la esc£^tÍGa y cump^ cas sus juicios reaccionarios la oúsióo de una mixtificación.
^aé<kQÍr4ela«abidujiade quiso quisiera antepooer la religión á la ciencia? Brune-
, tiére^ que es más dialéctico que lógico, escribe muj mal y disfruta, entre lamente intelec-
tual, de Je^tima impopularidad.

* •
/ •

Histoire cCun mort, por Paulo Osorio. Trad. de Philéas Lebesgne. E. Sansot y Compañía,
editores, faoris.
Paulo Osorio, en esta placentera novdita, hace gala de su pintoresca visión, de su
-realismo poético y de su certera peaieíración en los repliegues más recónditos del esjpíritu
d d hombre. En pocas páginas, pero muy bien escritas, nos ofifeoela trs^gedia sencilla, á
-la Vez que terrible, de un hombre presa del amor y falto de carácter. ILéese la obrita con
-emoción, ^ la que hace pensar, y con deleite, del que instruye.

* *.
Teatro de L'Oeuvre.—La Gioconda, tragedia en onatrci «ctos, traducida «1 SÉM^ái por
M. Georges Hérelle.
Con charlatanería, más que confilosofía*,con sensualidad, más que con serenidad,
profesa d'Annunzio el culto del arte, j ^ « ^ dtlla gioia fura y del amor y ^ i « Jorte deUa
morte.
Puede decirse que estas tesis—el arte y el amor—forman d kit motiv de sus, obras,
cuyo simbolismo es no de idea, sino de concepto, bastándolo á expresar una letra ma-
yúscula, falto de un pensamiento genial, y pasgín, como en cinematógrafo, la belleza y el
^rte, el amor y la muerte, etc., etc. En las obrias de d'Annunzio, pues, sobra retórica y
falta humanidad. Así ello se ecba de ver en la tragedia La taconea, que dedicó á Eleo-
nora Duse, dalk befíe mam, y que acaba de estrenar aqití, en francés, Lugné-rPoe.,
Narremos el luuntó. Ludo Settala, escultor, ha atenbido contra su vida para librarse
de los deberes conyugales; su esposa, con sus lágrimas, «u bmdad y su sUeacio, consti»
tujne para é\ un tormento. En cambio, Gioconda Díanti, la modelo, se ha s^derado @a
absoluto de sus pensamientos y de sus sentidos. Es, como hombre y como artista, ad<M:ado
.por ella, quien le ha inspirado, además, una estatua hermosísima, 77 capolavoro.
LA REVISTA Í5LÁNCA 531^

Silvia Settala, por contra, ha substraído á Lucio á la muerte con aifección y abnega-
ción. Y, por unos instantes, logra reconquistar el cuerpo convaleciente y el alma soñadora
de su marido. Sin embargo, un vago temor la tiene intranquila. ¿Perseverará él en esta
nueva existencia?
No tarda en esclarecerla el destino, voluntad oculta y omnipresente. Lucio vuelve, ya
curado, á sucumbir bajo el poder avasallador de Gioconda, tan pronto como recibe una
carta de ésta, en la cual la modelo le refiere la visita—seudo o&ciosa—que le han hecho
para distraerla de su pasión.
En el segundo acto se opera esa transformación psicológica de Lucio, la reversión
de su alma hacia la Gioconda, á la cual ama él ahora con más furor que antes. Y otra
vezireniega de los lazos morales y compromisos sociales que le unen á su esposa. Si ésta
ha recuperado y conservado su vida, la Gioconda ha conservado é inspirado la obra que
imórtalizará su nombre.
Al enterarse de que Lijeio ha recibido una carta de la Gioconda, Silvia presiente una
tr^edja, y quiere, á toda costa, evitarla. Decide dirigirse al taller de su esposo antes de
que á él llegue la Gioconda para, definitivamente, disuadir á ésta. Y se celebra, en efecto,
la entrevista fatal, que constituye la escena más dramática, humana y simbólica de la
tragedia de d'Annunzio.
'.^ Antes del arribo de la Gioconda, Silvia cotrtempla la estatua que aquélla inspiró á
Lucio, y queda maravillada. De su éxtasis la distrae la llegada de la la Gioconda, inspira-
triz, que luego invoca y reclama, ante la acometida de Silvia, los derechos iiBfB-esrripti-
bles de su amor sensual y de su pasión estética. Y el drama interior, al salir al exterior,
estalla potente y rugiente, feroz y desgarrador, entre ambas mujeres, con bellos párratos
de bella prosa. Pero el esplendor literario es aquí en detrimento de la acción dramática.
El artista, para la Gioconda, es un dios que está por encima de las ley» sociales y de
los derechos morales. Asimismo entiende que eila^ la inspiratriz, es una enviada de la
Naturaleza para fecundar al artista.
Como no logra disuadir á la Giocondar Silvia adopta, como último recurso, la men-
tira, que engendra la tragedia, y declara á la moddo que Lucio la envía ex^raamente
para reclamarle la llave del taller y despedirla. Una como furiosa insensatez apodérase
entonces dé la Gioconda, que ec«re á destruir la ¡estatua magistral que inspirara. Y Silvia,
que salvó ya la »da de Lucio, vuela también á salvas su obra, descubriendo ^
intento de la Gioconda. Así ella resulta doblemente h e r d ^ La estatua cae en sus manos
blancas y se sal^a.. Pero las manos blancas de Silvia quedan horriblemente mutiladas.
Y, á pesar de todo, se conaima la fatalidad, dado^ q\m Lucio vuelve á los brazos de la
Gioconda. ,
Silvia se ha inmolado, pues^ en aras de la belleza, y no ha sido la innsolación sin
padecimiento moral, como se coligt de la lamentable melancolía del coarto acto—que,:
por lo demás, se hace ii»ittl—, con tx>da la magoMceacia; de ^ lirismo. £1 aboso de este
último constituye el principal defecto de la obra d'annuaaisna.
Resintiéndose quizá de la vacuidad interior de.esta tragedia, los actorra de la compa-
ñía de Lugné-Poe no la representaron con bastante furor ni con suñciente misterio.
A excepción de M. Burguet. que evocó poderosamei^ el personaje d¡e Lucio^la ÍDtist>-
pretación general resultó medianeja, y la propia Suzanne Després no loguó ©cpresard
alma abnegadísima de Silvia.

m
540 lék REVISTA BLAMCA

La filie de yorio, tragedia pastoral en tres actos, por Gabriel d'Annunzio. Traducción d«
Georges Hérelle.
No pudiendo d'Annunzio dramatizar la vida moderna, se refugia en el arcaísmo y en
la leyenda. Por artes de nuestra civilización, son muchos los talentos que florecen en lo
falso, lo raro y lo ridículo.
Lugné-Poe ha estrenado en París la obra que d'Annunzio ha desarrollado con el
título de La hija de Jorio, en la cual se confunde la superstición ignorante con el fana-
tismo salvaje.
En casa de Lazzaro de Roio van á celebrarse los esponsales de Aligi, hijo de aquél,
y de su novia. Llegan con alborozo los parientes y los amigos. De pronto, óyese un vivo
clamoreo en la calle. Una mujer se precipita en la estancia, implorando asilo. Es Mila
de Codra, hija de Jorío, el brujo, á la cual persigue una cuadrilla de segadores, exaspera-
dos por el deseo. Ornella, hermana de Aligi, se apiada de ella y la recoge. Pero los
parientes la invectivan y Candía, madre de Aligi, ordena á éste que la expulse. Dispónese
el hijo á obedecer; pero desiste de ello cuando se le interponen Ornella y sus hermanas,
quienes le revelan la indignidad de tal acto. Y al pastorcillo se le antoja ver entonces
nada menos que á un ángel junto á Mila. Decide protegerla y abre la puerta, después de
colocar en el umbral la cruz de cera que la hará inviolable. Los segadores caen de rodi-
llas y besan el suelo. Y Aligi descubre entonces á su padre, con la frente ensangrentada,
entre los bestiales perseguidores de lá hija de Jorío.
En el segundo acto advertiipos que Aligi abandonó el hogar paterno y que se ha
refugiado, con la hija de Jorio, en una caverna. Se aman castamente. Aligi esculpe un
ángel en el tronco de un árbol. Hallándose aquél ausente por unos instantes, preséntase
Lazzaro, que quiere poseer autoritariamente á la hija de Jorio, y ordena luego á Aligi
que reingrese en el hogar. Este se resiste y ello enfurece á su padre, quien lo fustiga,
haciéndolo después maniatar y arrastrar por sus compañeros.
Lazzaro se queda á solas con Mila, clámale su pasión y le ofrece todo el oro que
lleva en el cinto. Finge ella ceder; pei-o se substrae á sus abrazos, cuando, desabito,
reaparece Aligi, que ha sido desatado por Ornella. Coge Aligi una segur y con ella
ase^a á su padre un golpe mortal.
La casa, en el tercer acto, está de luto. Ha sido enterrado el cadáver de Lazzaro.
Aligi se ha entregado á la justicia popular; han de cortarle la muñeca; su cuerpo será
devorado por los perros y luego lo arrojarán al río. Preséntase Mila, la maldita. La mu-
chedumbre la ultraja con ánimo de despedazarla. Pero logra inspirar silencio; Viene á
acusarse. Ella, y no Aligi, fué quien mató á Lazzaro, habiendo después persuadido á
Aligi, medíante un maleficio, que hubiese asestado el golpe que ella dio á su [iadre. La
muchedumbre la cree. Desatan á Aligi, y, en su lugar ajustician á Mila. Esta arrostra
tranquila las injurias. Pero al levantarse Aligi á maldecirla, se siente desfallecer. Y, mien-
tras la arrastran al suplicio, amenazada por los puños y denostada á gritos, la dulce
Ornella se arrodilla piadosamente ante ella, pues comprende su abnegación.
Emocionante y patético, á pesi^ de sus ridiculeces mfoticas, es este asunto que pfrece
todo lo que de monstruoso y de feroz engendran la ignorancia, la superstídón y el fana-
tismo. Sin embargo, la obra se resiente de cierta pesadez, debido al chorro incesante de
elocuencia y de lirismo de d'Annunzio.
Suzaane Désprés, en el personaje de Mila, estuvo maravillosa. Los demás actom
cumplieron buenamente.
L i MVUTA BLANCA 541

Ttíatro del Vaudeville.—La Retraite, por Beyerlein, traducida del alemán por
MM. Renon y Valentín.
En esta obra, que ha obtenido mucho éxito en París, se flagela briosamente contra la
oligarquía militar que impera en Alemania, donde el cuerpo de oficiales se rige por el
espíritu de casta con arrogante endiosamiento, y es prototipo el mismo de la disolución
inherente á su salvaje profesión.
Al reseñar el movimiento teatral de Alemania en 1903, la REVISTA BOANCA, en su
número de Octubre de 1904, expuso el argumento de La Retreta y emitió su parecer
sobre el mismo; por lo cual estimamos Ocioso repetir uno y otro. Baste decir que la
interpretación, en el Vaudeville, ha sido excelente.
J. Pérez Jorba.
París, aa Febrero 1905.

Libros, revistas, folletos f periddicos.


Desde el número 169 de LA RBVISTA BLAN- ductos, y se dedica á combatir con an estudio
CA hemos recibido los números 464 y 466 de estadístico la teoría de los qne pretenden que
Tierra y Libertad, de Casablanca (Chile); el la tierra no podrá alimentar á todos los hom-
122 de Tierra, de la Habana; el 61 de La Ilus- bres que la habitan, de multiplicarse éstos en
tración Obrera, Barcelona; el 21 de Lo Mvjer las propovciones actuales. Firma el artículo,
Moierna, Manresa; los números 7 y 8 de Tie- que es traducido de Les Temps Nouveaux, el es-
rra y Libertad, Madrid; números 185, 186 y timado compañero Delasalle.
187 de El Porvenir del Obrero, Mahón; número El resto del número 16 componen un articulo
79 de El Martillo dH Trabajo, Las Palmas de de Ricardo Mella CEl ogro , otro de Teresa Cla-
Oran Canarias; el 112 de El Trabajo, Sabadell; ramunt y otro de A. Hamon. .
el 10 de La Voz del Obrero del Mar, Cádiz; El Porvenir del Obrero cree que es de utili-
el 6 de Los Parias, Lima; el 7 de El Mismo; dad discutir las teorías neomalthusianas.
el 128 de Tierra, Habana; el número corres- El artfculo de entrada del número 189 del
pondiente á los meses de Noviembre y Dicie^i- mismo'periódico se titula Para los buenos bur-
bre de 1904 de Archivos de Psiquiatría y Cri- gueses, y tiene por objeto jnstiñcar ante los ojos
minología, BjienoB Aires; el 16 de El Obrero, de los burgueses que no estén endurecidos por
Montevideo; el 14 de El Librepensador, Santia- el privilegio, la acUtud y las aspiraciones del
go de Chile; el número 18 de Natura, Monte- obrero.
video; el 11 de Unión Ferroviaria, Almpría; el BI Plebeyo (núm. 8, Bilbao).
36 de La Luz, Barcelona; el 2 de El Plebeyo, Se intitula periódico obrero antipolítico, y
Bilbao; el 14 de Germinal, l a Corufia; el nú dedica el primer artículo del número que anun-
mero 39 de La Organización Obrera, Buenos ciamos y que se llama Redención, á dbcir, que
Aires. para que la humanidad se redima,hace falta
destruir por compíeto la actual socii^ad, basa-
do en la mentira y én la injusticia. Completan
LaMnler Moderna (número 28, Manresa). el tercer númer¿ de El Pleb^o dos artículos
El articulo de entrada se titnia Nuestra situa- titulados LofleeolMCiony Sueño Ideal, ambos
ción, y tiene por objeto iatíientarse de que la encaminados á convencer á sus lectores de la
idea de ecnaaeipar á la mujer de su actual es- necesidad que hay de barrer e«o si qnereiáos
clavitud no sea más que uñ noble propósito que el hombre d^'e de sor esckvo.
-¿•j de reducido número de mujeres, y de que La
Revista Moderna no pueda introducir por falta Eí Hueno Espartaco (núm. 2, Barcelona).
deiapoyola reforma que había anundado. Lo Salió El Espartaco, y las autoridades de
sentimos de veras. ¡ Barcelona, que se han propuesto (iqué ridículo!) -
H Pomnlr del Obrero (números isa y ié9' abogar las ideas anarquistas, poniéndose por
montera la ley que dicen representar y que
Mahóú). debieran hacer respetar, mataron i El Esparta-
El número Iá8 pablica de entrada un artículo co con el valor que esiit empresa requtoe.
titulado Lorneomalthusianos y la falta de pro-, Salló entonces El Mismo, que era el mismo Es-
542 tk RXVI9TA K.ti«:A

parlaco, y Ijis autoridades de la capital catala- El Trabajo (núm 113, Sabadell).


na, siempre heroicas, sufrieron doa mil pejigros
para acabar con El Mismo. iQué de valentías y El ejemplo de los rusos se titula el trabajo que
qné de proezas realizaron para conseguir BU da principio al número qne anunciamos, y tiene
objeto! por-Tobjeto decir qne los proletariados de Euro-
Tras de vicisítades mil lo consiguieron y El pa d ^ e n tomar ejemplo de I6s de Uasia, que
N«evo Esparlaco faé la conseeu^Mña de tanta hasta hoy hemos considerado atrasados, en
proeza gubernamental. Es preciso premiar al materia de reivindicaciones proletariis.
gobernador de Barcelona; lo merece por su El escrita lleva la firaia de Bmile Potíget, tan
celo, actividad, etc. conocido en Franci* por »u actividad revolu-
cionaria.
£1 n ú m ^ o que anniiciamos d e El Nue»9 £s-
paríaco publica de entrada, A los trabajadores Boletía lie (a Escuia Moderaa :uúm. 5del aito i v ,
á quienes excita á rebelarse contra la miseria y Barcelona).
la falta de trabajo que se nota en la actualidad;
Anarquismo, que es una explicación y una de- Publica El Protestanlismn, por Celestino
fensa dé la sociedad anarquista, escrita en la Deinblon; KacionaliMas y Cosmopnl las, por
cárcel celular de Barcelona. Completan el Alfred N«quet; El Ahorro escolar; A propósito
número ükiica en la cárcel, Contra la prensa, de sxbvene'oncs, y Conferencias de la Escuela
Hiiloria d« mi «/<í«(lAd« Luisa MicbeL, tra- Moderna.
ducida por el estimado compafiero Fermín Sal El primer artículo tiene por objeto advertir
vochea). El Nuevo Espartaco publica además un qu- el protestantismo no pueile desarrollarse
prólogo de la Memoria de Luisa, escrito por en Francia, eomo prctendellve? Guyot, porque
Salvochea. DcslrncciÓH de vna estatua, Al Dien- es demasiado tarde para que el e.sp(ritu francés
to, El hoyar, Saliendo al paso á un burriciego y sostenga otra religión; Sacionalistas y Cosmo-
otros, todos encaminados á propagar desde politas se propone convencer á sus lectores de
diferentes pantos, de vista la sociedad que los que el porvenir es de la fraternidad universal,
anarquistas queremos establecer. fin que consigue con creces el autor del articulo.
Tan interesante publicación mensual, que
Qerra(núm. 126, Habana). cumple debidamente los lemas que ostenta:
Dedica el fondo á explicar los frutos déla «Enseñanza científica);, «Enseñanza rncional»,
república cubana^ que no son otros que pro- se sirve por suscripción i 2 oesetas en España,
teger al poderoso y cargar la mano contra el y á 2,50 pesetas en los paíxes de la Unión Pos-
débil. A la mujer obrera de Culm, se titula el tal, en Barcelona, Bailéu, 56.
segundo artículo, y «orno su nombre indica,
tiene por objeto convencer á la mujer d« que Historia de mi oída (primera entrega, Cádiz).
debe unirse ton los trabajadores conscientes Son las memorias de la gran Luisa Michei,
para «Icanzar la dicha «te «n hogaí. El resto traducidas por el amigo y compañero Fermín
del número lo componen artículos titulados La Salvochea; esta primera entrega consta de un
Anarquía, y otros de carácter local. prólc^o del traductor y la vida, de Luisa Micbel
haata el interrogatorio á qne fué sometida en
Tierra ^ büISlad (núm. 9, Madrid). el proceso que se le sigaió por los sucesos da la
Después de una semana de paro forzoso, y común, en la que Luisa tomó parte tan activa
saliendo á denuncia por número, se ha pu- como soldado de la revolución.
blicado el que anuncianK)8, iTecio de la entrega, en España y Portugal,
De- entrada inserta el Manifiesto raso que 10 cenarnos de peseta; en los demás países, l'J
- leyeron nuestros lectores en el número an- céntimos de franco. Pedidos á Fernata Salvo-
terior de esta Revista, seguido de los artícnlos chea, Cádiz.
de propaganda libertaria, titulados: El. fruta de Un día de eiecdones (comedía en un acto. Va-
la eon^iMa, Alborada roja. Vientos de fronda.
La» invencibles. La justicia de España, El siglo lencia).
ieUis grandes infamias. La inquisición en Car- Es un interesante cuadro escénico de propa-
iaggmi, Tente en pie mientras como, El Crucifijo, ganda re volncioDarta, «scrito por Miguel Mar-
Carlas de Rusia, El comunismo de los des- tínez. En Un dÍA de elecciones se la «ttce al obre-
graciados, ¡Cobardes! Alifunas ideas sobre el ro qne no debe ir i votar y se le demuestra que
matrimonio y muchos más, amén de sueltoa y coantoa piden sn voto le engaflan.
movimiento social De veras sentimos no tener Un templar, 16 céntimos; 26, tres pesetas;
tiempo ni espacio para leer y dar cuenta de- 50, cinco pesetas. Pedidos: Miguel Martínez,
tallada del contenido de tanta literatura anar- Lista de Correo», Cullera.
q«ÍBfa como se publica y como qneda aún en
cartera. En este particular, el producto es sn- Bciaraciones (folleto, h% Corufla).
• períor al consnnio, cosa que es de sentir, por- Es nn trabajo muy bien pensado, escrito por
que demaestra qtte hay en relación más es- nuestro compafiero y amigo J. Sanjurjo, «dita-
critores de lo»que pueden atender la circula- do por la Biblioteca «13I Sol». Aclaraciones tie-
ción y el número de los periódicos anarquistas. ne por objeto hacerla apología dé la dignÍBÍma
LA REVISTA ELANCA 543

onducta de los anarquistas y de la bondad de Con claridad y precisión, su atitor nos da idea
su ideal y A fe que lo consigne con creces! de lo que es el globo terráqueo con sus divi-
Precio, 10 céntimos ejemplar; paquete de 25 siones de suelo, sus mares, sus lagos, sus mon-
ejemplares, dos pesetas. Pedidos, á Enrique tes, su fauna, su flora El niño y aun el adulto
Taboada. Kiosco <M Sol>, La Cornfia. y elliombre, aprende en ella á conocer de una
manera eficaz y sólida cuanto abarca el planeta
El patrimonio UnlDersal (conferencia sociológica, que pisa. Constituye dicho libro un elemento
editada por El l'onciiir del Obrero, de instructivo para la escuela y el hogar.
líahda). Se vende, como todos los de la Escuela Mo-
Se trata de una conferencia que nuestro que- derna, á 2 pesetas ejemplar.
rido compañero Anselmo Lorenzo dio el pasa^
do afío en Bfn-pelpna, y tiene por objeto demos- Los WlaifB, por E<;a de Queiroz (publicado por la
trar que la tierray toda la riqueza, así material Casa Editorial Mauccl, de Barcelona).
como elaborada, ha de ser en justicia propiedad Obra del gran novelista portugués, por pri-
de todos los hombres. A. este fin, el autor aduce mera vez traduci'ta al castellano esta intere-
rasK>nes y consideraciones convincentes y de sante novela es, á la par que un libro de
peso aplastante,. arte, un estudio social de hechos que pnedffl»
ejemplar, 15 céntimos, con una rebaja de y se desarrollan en la realidad. La historia de
33 por lüO á los cprrespoasales. Pedidos, á la una familia, mejor, de una raza, que empieza
Administración de El Porvenir del Obrero, calle con un hombre volteriano y acaha con otro
de Castillo, 50, Mahón (Baleares). escéptico, seguido de los amigoB qtw pueden
formar la tertulia de dos hombres dé ttíw con-
Or{iaiiizn¡idD, agitacliki, xeoolacidn (folleto, Mon- diciones y sentimiento^!, están d«K»it08 con
tevideo). tahtq Vigor, que hacen del libro de Queiroz
El amor fttre ^íolleto, Montevideo). una de las novelas más interesantes.
L& €iwá Maacci lá ba editado «Í^KEitemente
Ambos trabajos componen, tin bonito volu- en tres tornos, á peseta e! tomo.
men. El primero, es un estudio del querido
compañero Ricardo Mella, y el segundo, de Progreso V Miseria, por Enrique Georgee (edi-,
uueBl.ra cottipafie^ de redacción Soledad Gus- , tado por la Casa Editorial Sempera, de Va-
tavo, editadoe por laBibhoteca de £2.Obrero. lencia).
Organisación, aaiíación j) renslución f epropone Esta Casa Editorial, que tiene el buen gusto
«x^taír á la rebelic^ á los obreros, esclavos de pttblicar libros útiles, acaba de e n ñ ^ e c w a e
modernos, ^aplicándoles lo que son y lo que con la publicación de la obra del ¡úotable es-
debieran «er, y MI «mor libre es un canto á la critor qué ha sido el numen de los economistas
libertad del querer. burgueses y radicales a l a vez; Forma dos t o -
Precio: ^ampiar, 4 centavos mensuales de mos y se vende á una peseta eltoim).
MoptBvideoy 10 moneda argentina. Pedidos al También ha pablicado':
administrador de El Obrero, calle de San José,
114¿J^<!iBtevideo. , La exirr^ldn Ú6 las emot^nes m el ttasÉM t en los
BlllniBleS, por Garlos R. Darwin.
Jílmanaqoe llflsJhrata de La euestún Social (Buenos' Otro: libro intferesantísitoo que merece o ^ -
Aires,,^ par un sitio en toda biblioíeoa, sea ella impor-^
Es un volumen de 62 páginas, compnesto de tasto, BM. modesta.
liernaosos tiaiwji)» de propa^nda y do efemé- Soa doe toava^ jr se vende á una ¿leséta e l
rides revolucionarias, editado por el diario' tOE&O.
anarquista ía Protesta. Entre el texto se ven tt( la misma bibliote«5a son:
las firmas de Keclús, Ghiraldo, Mas y Pí, Di
Meldiori, Grijalbo, De Carvalho, Jaquet, Ooe- Páginas rojas, por Mme. Séveñne. Un tomo, una
11o, Lombardozzi, Bermejo, Garriego, Welde, peseta.
Tomás de Ferreira, Amaranto Rivero, Hucha, El libro es una recopilación de varios artícu-
£ . Blanco, Silva y Gorki. Entre los grabados los de la genial escritora francesa, en los cua-
hay retratos de Luisa Michel, Cafñero, Malato les demuestra el amor que siente por los hu-
Kropotkine, Bakounine, Fanre y Reclrts. mildes, y sus ideas de emancipación social.
En ninguna parte de este almanaque hemos Otra de las obras con que el editor Sempere
sabido ver el precio del mismo. Loa pedidos ha enriquecido su Biblioteca, es:
á La Protesta, Córdoba 859. Buenos Aires*
La sociedad moribunda v la anarquía, por Juan
fieograUa F^lca, por Odón de Buen (editado por Grave.
la Escuela Moderna de Barcelona).
Es uno de los mejores libros que há escrito
Gomo todos los libros de testo que forman su autor. La lógica de su argumentación ha he-
la biblioteca de la Escuela Moderna de la ciu- cho pensar á más de un intelectual de aquellos
dad condal, éste responá^ á la nueva pedago- que puede dárseles el nombre áe'inidéctmM
gía, cuyo objeto petisigué la cftada Ésoáelá.' m¥gue»es. • * ' • ••
544 LA RBVISTA bLWCA

Se vende en esta Administración al precio de Nuestra llegada á Snow-Hill.—Aprovisiona-


ana peseta el tomo. miento del grupo de invernantes—Primeras
semanas pagadas en la estación invernal.—Tra-
Los siete pecados capitales, por Eagenio Sae (edi- bajos de construcción.—Primera tempestad su-
tado pot la casa editorial Luis Tasso, Bar- frida.—Nuevas tempestades.—Un viaje peli-
celona), groso en bote.—Excnrsiones.—Otro viaje en
bote hacia el Oeete.—Nuestra primera excur-
Hemos recibido todos los caademos correla- sión en trineo.—Situación arriesgada.—El re-
tivos hasta el 21, correspondiente á ésta se - greso.—Esperando el invierno. - Nuestra vi-
mana. Es digna de encomio la baratara con vienda y su instalación. — Disposición de la
qae el editor Tasso ofrece al público esa obra comida.—Viaje en trineo á la isla de Seymour,
del gran novelista francés, haciéndola accesible etcétera, etc.
i, todas las exferas sociales. 32 páginas de ama Acompafia á estos cuadernos una preciosa
zacotada lectura, con su lámina de regalo, por serie de ilustraciones interesantííimas, láminas
16 céntimotí, es ofrecer barato, y mucho más sueltas y una en tricornia que es una Verdadera
cnando con sa texto no se, pierde el tiempo. maravilla.
Cuesta 60 céntimos el cuaderno. Es obra
ba mfiqnina lOCOmoton, por Fduardo Sauvage digna de figarar en todas las biblioteca'.
' (editado por Penella yBosch, Barcelona).
Creemos qae se ba h»:ho QD buen srrvicio á Historia de la creacitfn de los s^res se^n las le^es
los ferroviarios traduciendo al español la im> satordes, por Ernesto Haeckel (editado por la
portante obra de Fauvage. casa Sempere, Valencia).
En ella los máqainiBtxs y fogoneros pueden Esta casa editorial, que tan baen nombre se
perfeccionarse tfóricamente en el mecanismo ha ganado en la cultura' espafiola, abre, con el
de la andarina de acero, como llama sa traduc- prei<ente libro, una nueva Biblioteca, en la que
tor á la máquina, y estudiar al 4etalle su orga- piensa publicar todas laa grandes obras del
nismo y BU f ancionamiento. £1 libro está re- pensamiento moderno y qtte por sá exteuDióu
pleto de grabados que hacen más (»mprensible y condiciones no pfleden d v s e al público en
el texto.' volúmenes peqaefips
Bien presentado, con encuademación lujosa, i * primen de esta colección 68 la del emi-
se vende al precio de 8 pesetas el ejemplar. nente profesor de la Vniveraidad de Jena, y
qae es célebre en todo el mtmdO civilizado. Es
VWealPoIO $ur. Editado por la casa HaDcci, como la BiMia de la ciencia moderna; el resa<
Barcelona. " men de todas las explicaciones qae justifican
Hemos recibido los cuadernos 6, 7 , 8 y é de la creación nataral y lógica ¿e la vida del
esta interesantisima obra déVilustre explorador mundo y de los seres que lo paeblas. 1^, ade-
saeco Otto Nordenskjold. taisi lá obra u i s clara y al alcance de todos,
Nada más interesante, más ameno y cientí- de cuantas ha escrito el ^ran Haeckel, digno
fico á la vea que el Contenido de esta pbra, en oonünnador de Darwin.
la cual el Mlitpr Maocci hace na verdadero de- En forma de explicaciones, expolie el ÍRabio
rroche. profesor de Jena todos los misterios de la crea-
En lod Caadernosqae hemos recibido figuran ción nataral. y el texto va itástwdo ^ n más
temas tan importantes como loa siguientes: de 50 grabados interesantes y lOO'caadros de-
. Llegada á la estación invertial.—•Vndta ha- mostrativos.
d a el Oeste.—Preparatitos para el deaismbaroo. La obra se compone de dos tomos de más de
Knevo descubrimiento en la bahía de Sidney- 600 pá^nas, y cuesta á pesetas «ida tomo.
Herbert.—Cofijtosa i>en6táición entre loa hieloía. jCa ^ama gris 7 H^sendo M Jl'lndt.

latiWMii* 4t Aatoiiio MatM, Saa BerlNMiPdt^ ii dqiy«'<^—TeMftMn 1.977.


PtM. pu«
«Antes del momento», C. Malato 0,25 «Colección d© Tierra y Libertad» ilus-
«Un siglo de espera», P . Kropotkine. 0,26 trado, primera serie (13 meses) . . . . 5,00
«El liberalismo clerical», E. R e n á n . . . 0,26 «Colección de Tierra y Libertad-» ilus-
«Lo que yo pienso de la guerra», L. trado, segunda serie (13 números) . . 1 , 0 0
Tolstoy •. 0,60 «Colección de Suplemento & LA REVIS-
«Demasiadas leyes», H. Spencer 0,60 TA BLANCA» (publica Un cáncer en el
«El porvenir de nuestros hijos», E. anarquismo español) 0,50
Reclús 0,26
«La commune», Luisa Michel 0,50
«Declaración de Santos Caserío», (100 Tenemos en venta los fotograbados pu-
ejemplares 2'50) uno 0,05 blicados en Tierra y Libertad, Almanaques
«Lasubstanciauniversal», ParafJaval. 2,00 de LA REVISTA BLANCA y en LA REVISTA
«Resumen de la H. de España», N. BLANCA 4 precios reducidos.
Estóvanez 2,00 Para todos los envíos el certificado corre
«Patriotismo y Colonización» 2,00 á cargo del comprador.
«Retiflo de Emilio Zola» 0,10 Se hará el 26 por ciento de descuento &
«LA RE\,: TA BLANCA», tomo VI 2,50 los corresponsales.
«Colección del diario Tierra y Liber- Los envíos del extranjero el comprador
tad» ícinoo meses) . . . 4,00 pagfa al franquee

Corr<25pondQneia /vdminíifrai'iva.
Cartagena. Corresponsal, l'agado hasta el nu- N(>TA —Rogamos á los corresponsales del
mero 158.— Valverde. I'. O. Recibí 1 peseta.— extranjero atiendan nuestros avisos de pago,
ñiíhao. M. L ídem ),60 —Oviedo. Correspon- teniendo en cuenta qi^e hasta el 25 Noviembre
sal, ídem 8pesetas y 1 para Tierra. — Valencia. último corrió á cargo de esta Administración el
M. L. ídem 6 pesetas, pago de un afio Se agra- periódico Tierra y Libertad, ilustrado, y Suple
dece felicitación.—Córrfoéa. J. O. ídem 10. - mentó. Además, al enviar fondos, hagan el fa-
Sopuerla. E. F. ídem 10,50. - Gijnn E. Q ídem vor de especificar bien á qué corresponden,
16 —Rio Janeiro. A. D. ídem 30 Harécuenta. tauto si lo hacen por conducto nuestro como
—Caníillana. A. C. ídem 21,10 y 1 para Tie- por la actual Administración de Tierra y Liber-
rra. Irá todo. Gracias —Pontevedra A M. ídem tad, á fin de que no haya errores ni malas in-
13 que distribuyo y 2 para Tierra.—Árdales. terpretaciones por ambas partes.
P. S. ídem b.—Porl liou. J. D I d e m 4 — L o
Campana. F. F. ídem 1,50.—Corfíño. F. R. ídem Tengan en cuenta los varios corresponsales
a,;)0.—Pue te Mayorga A. G. Ídem 5.—lil
Cerro A. H Ídem 5. La Felgiiera. Corres- del extranjero que nos adeudan, que el fran-
ponsal Ídem 10.—Hílenos Aire.s. B F. ídem li- queo representa otro gasto enorme que tene-
quidación nuestra hasta fln de Diciembre Es- mos que anticipar y que hemos anticipado du-
cribe. .Sevilla J. P. ídem 9 pesetas y 2 para rante mucho tiempo, tanto en Li Revista como
suscripción de IM Escuela Moderna. -Manza- en su Suplemento y en Tierra y Libertad, mien-
nares. G. M. ídem 5. Gracias, buenos deseos.—
Algeciras M. L. ídem 18 —Palafrugell. Corres tras corrió á nuestro cargo. Estimaremos se
ponsal. ídem 32,25 y sobrante. atiendan nuestras razones.
<^{0 ' c?§5 = Q)^

LA REVISTA BLÜIICA
SE PUBLICA LOS DÍAS 1.° Y 15 DE CADA MES.

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Un año ., 5y00 p e s e t a s
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eoN as POR 100 OB oBseuBNTe n LOS eoRRBSPONsnLBS

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