Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
£a Revista
Pilanca.
PUBLICACIÓN QUINCENAL DE
UlIllllKllllllllllllllllIKdll
• • • .................:„„„
SUMARIO
Al pueblo PUSO, El Comité de acción ruso.—La n e c e - \
sidad é t i o a del p r e s e n t e , Pedro Kropotkine—Per- i
manenoia y finalidad de la ••evolución r u s a ,
Federico Urales.—EvoluolAn supep-opgánica, En- |
rique Lluria.—Un p o c o de juventud, Ángel Cunille- =
ra.—A. B. C. de Astponomia, Federico Stackelberg. :
—El d e p e c h o del padpe (continuación), Dr. Enrique \
Fischer.—Cpónica de Apte y Sociología, J. Pérez \
Jorba.—Libpoo, La Dama Gris y Rosendo del Pinar. =
.itiiiiiiiiiiiiiiiiitiiiiiiiiiiiiii>iiii>>iiiii>iiiiiiiiii>iii>*"(iii<iiiiiiiiiii<ii>>**i"**iiiiiiiiiiiiiii*""i**<*-*••"•
,A.pTs4TT<nBa?sa-A.oi03sr
i, CRISTÓBAL BORDIU, 1
MADBID
EN ESTA ADMINISTRACIÓN
pueden adquirirse las siguientes obras.
Ptas^ pta«.
«Las olimpiadas de la paz», A. Lo- «El sindicato», E. Pouget 0,15
renzo 0,10 «La preparación del porvenir», J .
«La sociedad moribunda», J . G r a v e . . 1,00 Grave 0,10
«Almanaques de L A REVTSTA BLANCA» «La mujer». Rene Changhí 0,15
1901, 1902 y 1903 á 0,26 ptas. uno, «Canciones libertarias» 0,10
1904 1,00 «Patria-Ejército-Guerra» 0,16
«Las bases del sindicalismo», E. P o u - «La peste religiosa», J . Most 0,05
get 0,16 «La sociedad futura», Soledad Gusta-
«El absurdo político», Paraf J a v a l . . . 0,15 vo, (100 ejemplares 3,50 ptas.l, u n o . 0,15
«El trabajador y la huelga revolucio- «Legitimación de los actos de rebel-
naria»; (100 ejemplares, 3 ptas.), un día», G. Etiévant 0,15
ejemplar \ . . . 0,10 «Declaraciones de Etiévant 0,16
«El infierno restaurado por la Igle- «El verdadero testamento del cura
sia», L. Tolstoy 0,50 Meslier 0,26
«En anarquía», Camila P e r t 2,00 «Primero de Mayo», P . Gori 0,10
«Los ex hombres», M. Gorki 1,00 «El ideal del siglo X X » , Palmiro de
«A los trabajadores», (100 ejemplares Lidia 0,10
3 ptas.), uno 0,06 «Ni Dios ni Patria», B . Mottha 0,25
«Generación voluntaria», P . R o b í n . . . 0,16 «Por qué somos anarquistas», Merli-
«La anarquía y la iglesia», E. Reclús. 0,15 no 0,10
«Libre examen», Paraf Javal 0,26 «Anarquía, su definición», A. Girard. 0,05
«El hombre y la sociedad», A. Lo- «Nuestras ignorancias-», J . P r a t 0,10
renzo 0,25 «La Ganancia», A. Lorenzo 0,16
«Las dos judías», Paraf Javal 0,10 «Capacidad progresiva del proletaria-
«A las mujeres», J . P r a t 0,16 do», A. Lorenzo 0,10
«Criterio Libertario», A. Lorenzo. . . . 0,26 «Honor, Alma y Vida», P. U r a l e s . . . . 1,00
«Por qué de ia huelga general» 0,25 «Antimilitarismo reivindicado» 0,20
«La religión y la eui-stión social», J . «Los Tejedores», G. I l a u p t m a n o . , . . . 0,60
Montseny, (100 ejemplares 3,50 pe- «La Anarquía», E . Síalatoata 0,96
setas), ano 0,15 «El Patriotismo», M. Baknunine 0,%
mp-p' > i"" -^n^^"* %'i;iirf^rfff^Wf^f^^^^f^^:^^^^^-y
LA REVISTA BLANCA
SOOIOLOGIiL, CIENOIA Y ABTB
Afio 7II-T.0 Yii.iir.0161 I Adinl«litnclíni 0ri«t«1ial Sordlu. L Uadrld f 1." da U u » d« 1905.
I f
• * . - , /
O)
A X J Í=*TT"BJBXJO K,T7S0
{Ciudadanos de la Rusia oprimida! El momento de nuestra liberación ha llegado; ñ
ahora somos hombres, mañana seremos libres. [A. la revolución armada, pues, ciudadanos
de la Rusia esclavizada! |A la revolución armada, por nuestros hijos y por nuestros pa-
dres, constantemente amenazados de morir hambrientos ó en manos de los esbirros del
tíranol (No más súpUcasl Ya veis cómo se contesta á ellas. £1 que creéis nuestro Dios y
nuestro Sefior, es un verdugo, parias rutos; un v<;rdugo que encarcela y martíriek á los
que, por su saber, más honran la raza esla%'a.
Los horribles presidios siberianos instan Ueoos de sabios; las. inmundas cárceles áA
imperio rebosiya de abnegados. [Todos reclamaron por todos; Justo es que nosottMie-
datúémos por ellos!. ' -
Los que cayeron destrozados por el mausefjiiideH venjianzapibeftad estwran tos que
la perdieron ea defensa de la liberación del pueblo ruso.
iCiadadanos de la Rusia explotada y oprimida por la atitocraciá parásita y saágnír
atoia: no ha|[Ki8 caso á los que os propagan mansedumbre y r«dgoaeió(iJ
:.'Bllos son^ ta^ibién, enemigos «uestros.' Contra la fuarsaet fatalmente indispeoMite
'- eletnpledde)ajfuéreft. v * . ':
¡^' j A los maosers orgapizados y disciplinados, las bombas individualizas. Si asf lo batíe-^
: . . . mos, cad^ linó y{il|irá por mil- v
'• La ra£ón está de nuestra parte; él numerólo está tambiáavpAra vencer «ho iáH«Aifei
:" . que'decisídn. . ,v .,- , . . • , • - • . ^ ,. , • •:• •;-.
•;•' • iQue ios campesinos se declaren iMñt» 4« ^,tierras, que cttítívanl |QÁe bu obsánM
% '., se apfopien las fábricas f lopmedios dé pjIodáecióní^lQue ea ^«mbfe áttl tra^a^o f ||p|ft
%. jaátíeia el productor disponga librementódé lo q«e produce! iQueen nombre de la soÜ-
i^-r. daridad sé declarea hermanos todos los'eslavos! . •
;-. .. iNom&S'gueira, ao pac tirante, no más seSor de Rusia, no mis vtotioMi en la,jbii;!^
^'i, . en la Siberia, en ia cárcel y en el destiéqiol {Que reine para si«injp«t la ^¡limtaAf ^*aáA
'^j (Ciudadanos rusiM,haceoscári^del»situación! ¡ é t i f » > i | ^ ^
Vs Ueva y se muere de bambrel (HID Ft(d«tiidi«,. Poioni», C¡«^ri^, t,;¿H>oniA y «^ i|i Anacnia
'•iy^ rvtalarevoludda>• trñisfadól jSnift 8ib<H^a:)<^n!y0H)0í^wrii^ióti,d««^ úfi\f»prf»-
K^ { ' cipales:<^pitalesl (En iel MedioAft^ ile»de Vanovja K'Ti^iT, Jtatia lá rt|Íi)B idk Tt«al«,1oi
'.•j¡X_ dnipesitios se bsn «poderadb de UiH i^eniur que fuen» de sos vtíMH, y loé acíesanos de
V.'.' los Utieres que ottM explotaban! [fin ysrtos pontpf «1 br»ao de lit jiiutM» popular l u « ^
:;' V <Ét«doá los verdugoi deípoebloljJ^q no^po^tWtiobMoaM fifocioday« Ja orgabiMcfO»
S'/)" '<tel trabajo! |3i ahora no tenemos valoi;. para ser hombres Ujl>m, ñua«A lo wtíreaual
'V:^:^, iCiodadaaosdé ja Santa Rusia: por Utsvíctimas de wimio§ ^r^o$, por 1^ crbacM*
514 LA RKV|sT& « . A » »
que hemos de vengar- por la justicia que hemos de establecer, dejad las herramientas del
trabajo, signo de vuestra esclavitud, y tomad las armas que os han de redimir, esgri-
miéndolas contra los tiranos!
[Justicia y revolución!
€1 Comité de acción ruso.
£ i día 14 de Febrero en un pueblo de Rusta •
(I) Wundt R expre>a en l u •iguienti» palabra»: «Por lodenáa. Calta todo aiEOO para uoa revolucUn cu U. npin¡¿D al pre-
sente, en que et extremo individualismo-de la ilustración que quiera revivir el universalismo Antiguo, está suptantado'por
una mejor noción de la libertad y de la pcrsoaaltdad humana. Uo progreso qu« se debe al tndividualíamo».—£/A/c«, pá-
gina 459.
LÁ «XVíSfk fttAHCA '515
fras otra, en copias rail, la política, la religión y el mismo movimiento económico. 'Tbdas
las naciones se han apropiado para sí mismas, con una sorprendente rapidez, los resolta-
dos de la industria europea y de la civilización militar, y en esas no revisadas ntiévas
ediciones de tipos antiguos, se ve admirablemente lo superficial de la civilización, y qae
es sólo meramente imitativa. Es, pues,, natural, sin embargo, el que pidamos qu« sea la
enseñanza moral, no el único instrumento que deba mantenerse en esta sumisión-inii-
tativa.
.•.
Mutua ayuda, justicia y moralidad, son los escalones consecutivos de una seí"ie ascen-
síonal manifestadas por el estudio del mundo animal y el mundo del hombre. No es algo
que se imponga supetficiaJm,ente, es una necesidad orgánica que se consigue era sí por
propia justificación, confirmado é ilustrado por el total de la evolución del reino animal,
empezando por la iniciación de las colonias y que gradualmente liega á las civilizadas
comunidades humanas.
Hablando en un lenguaje^figurativo, esto es una ley de Ja evolución orgánica, y así* es
por lo que loí sentimientos de mutua a) uda, justicia y moralidad, radican en la inteli^ea-
cia del hombre con toda la fuerza de ua instintp innato. La primera, siendo evidente-
mente la más hierte es anterior, y la tercera, que es la última, es la menos imperativa de
Ja» tres. * '
Todis ellas, como la necesidad de comer, de guarecerse, ó^de dormir, son instintivos
instintos—valga la redundancia—de la propia conservación.
Por lo demás, pueden debilitarse bajo la influencia de ciertas circunstancias, y cono-
cemos muchos casos en los que la relajación de semejantes instintos da lugar, por una
razón ú otra, en un grupo animal ó en una comunidad hermana, ¿uando necesariamente
les falta la lucha en la existencia, á una gran decadencia. Así si se persevera en una di-
rección errónea, si no se hace retroceder á todas las condiciones necesarias de existencia
y progresivo desenvolvimiento qué constituyen la mutua ayuda, la justicia y la morali-
dad, entonces el grupo, la raza ó las especies mueren ó desaparecen, por no cumplir
satisfactoriamente las necesarias condiciones de la evolución^
Éste es el sólido fundamento que la ciencia da á la elaboración de un n^evo sistema
de ética y su jastificación. Así, eñ veái de proclamar la bancarrota de la ciencia, se eta-
mina ahora cómo la ciencia ética puede edificarse sobre los elementos de un moderno
examen, estimulado por la idea de la evolución puesta al servicio de este propósito.
Pedro Xropofkine.
m r FiWHE UREWl
.II • .'••
Barias universales y las personas que se han preocupado del establecimiento de la socie-
dad futura, procuren que ahora en Rusia, asi como mañana en toda Europa, esté prepa-
rado el plan de ataque, el objeto de la revolución y las bases que han de sostener la jus-
ticia social que reclamamos.
Y antes de tratar asunto de tanta importancia, en el caso concreto de la revolución
rusa, estudiando la psicología individual de aquel país y la situación y fuerza de las hues-
tes socialistas en otras regiones, conviene engrandecer un poco el móvil de este tra-
bajo y el fin de la revolución social.
No pretendemos los socialistas revolucionarios y antiautorítarios hacer una revolución
de clase en una nación determinada; tampoco nos hemos empeñado en forzar los acon-
tecimientos improvisando una mentalidad colectiva para que superficialmente exhibamos
todos condiciones morales de orden superior.
Nada de ello hemos hecho ni pretendemos hacer. Nuestra revolución no tiene por fin
d que bajen unos para que otros suban; menos queremos desposeer de sus privilegios á
los que hasta ahora han gozado de ellos para donarlos á las clases que han sido desher
redadas.
Nuestra revolución se propone llev?ir á la humanidad entera á la posesión de la Natu-
raleza y de la Ciencia sin condición ni prerrogativa alguna; llevar al individuo á la pose-
sión de su personalidad, sin leyes extemas ni influencias económicas, producidas por el
monopolio y el acaparamiento, que la coarten. Y esta potencia de vida y de derecho que
dejamos señalada la reclamamos para todo el mundo, hayan sido pobres ó ricos, gober-
nados ó gobernantes.
En cuanto á la precipitación que nos echan en cara cuantos llevan en la mente el
atavismo de las esclavitudes pasadas y la astucia garrulera de esas generaciones de sofis-
tas que se llamaron sabios, y que pasaron por tales porque la ignorancia de los demás
era el fundamento de su saber, hemos de contestar que se acabaron para siempre las
teorías y las fuerzas fundadas en cálculos abstractos de inteligencia sin vida.
Ya uo admitimos más que el hecho. El hecho en las ciencias exactas, el hecho en las
cimcias sociológicas, el hecho en todas las manifestaciones de la vida individual... Nada
queremos saber que no comprueben y expliquen los hechos^. Al fuego todo libro que nie-
gue la vida con argumentos morales,filosóficosó religiosos; al olvido todo principio que
establezca categorías que no estén seflaladas por la Naturaleza... No queremos más que
TMB y hechos. Si la Naturaleza está de tal modo que no puede hacer felices á las perso-
nas, qtie lo demuestren la vida y los actos; no las palabras ni los libros, que son una
oración apriorista. Si los hombres llevamos la desventura en nuestros propios corazo-
nes y propia mente, que lo demuestren también los hechos.
Que ee otorgue la Naturaleza 4 los hombres en completa libertad 'de acción, y si su
acción demuestra que no podemos ser libres ni felices, adoptaremos entonces las leyes
. morales y política^ que establecen condiciones para el disfrute de la vida. Entretanto,
rechazaremos y rechazamos todo argumento contrario al hombre libre en la tierra y en
^ el mar, ante la mujer y ante la muerte, ante las pasiones y ante las ideas.
Queremos ser libres, queremos ser iguales, queremos echar de imestra carne y de
nuestro pensamiento las teorías y las fórmulas que hasta hoy han impedido que gocepaos
de la materia, invocando la.teisteza, declarando la insuficiencia de nuestras facultada
Nada superior «1 hombre^hi nada inejor que el hombre; nada superior al mundo pre-
sente ni nada mejor que nuestras pasiones»,fuertes y Ubres, para hacrenos felices.
LA UCVISTA BLANCA 517
i^^
5l8- Cft KKVISTX BUmCX
justicia ftumana, háganlo en Rusia 6 en España. Lo malo sería que se nos acobardara
con medidas propias para asustar á los niños, y que porque un gobernador, cumpliendo
las indicaciones del Gobierno, que á su vez ha sido amonestado por el embajador de la
nación amiga, nos dijera que no se puede prestar ayuda moral í los que en Rusia pelean
por la causa de todos, dqáramos el campo á merced de los lacayos internacionales del
autócrata ruso. Pero esto también nos debe tener sin cuidado. Pruebas ha dado el hom-
bre en diferentes ocasiones, y en ésta más que en ninguna, de que aún es honroso lla-
marse semejante suyo; honroso por su dignidad y por so valentía; honroso perqué sabe;
perder la vida cuando se lo reclama la equidad y la justicia.
*
• • '•
EVOLUCIÓN SUFER-OR.GÁNICA
Adaptación.
AD/UPTA£IÓN EN GEMCRAi.: I. L^ grao l«y de unidad cósnúca; Modos distintoe de lá Enet-
gfa; Inseparabilidad de órgano y función; Entidades, represenucionea mentales y cla-
, sificacionnes abstractas; Solidaridad de lodos los fenómenos; Concepto Monista de
fuerza y Materia; La Mecánica general de los ritmos ó vibraciones por complexida-
áe» siempre crecientes ctmdoce ü la AnaoaCa Universal, integrándose totalmente Fuer •
za y mirria; Int^r»:ion« sucesivas: N^wloaa, Sol, Cerdi>io hamaoo.
ADAPTACIÓN ORGÁNICA: 1 L Consumda de la adaptación SÁ medio extemo ó ley d e corres-
pondencia; Modificaciones adquiridas por animales y plantas adaptados; Ejemplos:
Géniás del sentido de la vista, adaptación á la lur. La laz crsa la estrncWra del ojo;
I^s ritmos de fa Mecáhica Universal crean d cerebro y la totalidad áxA Cosmos; Con-
LA VerSSTA BLANCA 519
«Así, por ejemplo, no se concibe bien por quci las manchas pigmentarias ú ojos rudi-
mentarios de los vermes (Turbellaria, Trematodes, etc.) son redondos, pares, y residen, pre-
cisamente, sobre la piel que cubre el ganglio supra-esofágico y no sobre la correspondiente
á otros focos nerviosos, ni por qué, andando el tiempo, a.iareció delante de la mancha pig-
mentaria y del nervio subyacente, nadi menos que un espesaruiento epidérmico lenticular,
cuyo radio, índice de refracción, etc., parecen calculados para proyectar una imagen dis-
tinta de la expansión del nervio óptico» (i).
En la necesidad de una explicación, me atreveré í exponer algo, que me pairece escla-
recerá este interesante problema. Yo creo que la situación del ganglio supra esofágico y
su vecindad con las manchas pigmentarias, reconocen un mismo origen, y que deben su
situación respectiva A un fenómeno de fototaxia. El animal se orienta según la luz, y la
extremidad por la cual se orienta es la que adquiere mayor actividad, tanto más, cuanto
que los fenómenos luminosos van siempre acompañiudos de acción química, calórica
etcétera. De modo que las manchas pigmentarias y el susodicho ganglio, guardan relación
de vecindad uno con otro^ porque ambos son producto de la mayor dinamicidad que hay
en el extremo por el cual ha empezado la orientación. Queda por aclarar el que las man-
chas sean pares y regulares, pero esa cuestión corresponde al por qué de la simetría üe los
cuerpos y probablemente se explicará lo uno cuando se explique lo otro.
En la segunda cuestión, la que se refiere al espesamiento epidérmico lenticular, que es
el punto de partida de la evolución del cristalino, el mismo Cajal da implícitamente la
respuesta, al decir que ese espesor lenticular tiene un radio y un índice de refracción que
parecen calculados para proyectar una imagen distinta en la expansión del nervio óptico.
La luz y sólo la luz, es capaz de tal artificio; ella es, no sólo la que da origen á las man-
chas pigmentarias, primer rudimento del órgano de la visión, sino que, como la adapta-
ción tiende á que la imagen se» cada vez más precisa, es la que hace entrar simultánea-
mente en juego la expansión del nervio óptico y las manchas pigmentarias para llevar á
cabo el trabajo de ajuste ó correspondencia. A medida que estas manchas van creciendo,
solicitadas por la acción constante de la luz, empieza á aumentar su espesor; y teniendo ya
entonces que distanciarse de la expansión óptica, la luz, para segfuir su relación con ésta»
ha de refractarse atravesando el espesor lenticular. Esta refracción tiene que hacerse se-
gún las leyes de la óptica, y por eso el espesor lenticular posee un radio y un índice de
refracción, que es el de la lente, y corresponde siempre con el nervio óptico, sin cuyo re.
quisito no sería posible la visión. El órgano de la vista, como toda organización, obedece
i las leyes generales de la Mecánica.
Fíjese bien la atención, el cómo en este sentido Su arquitectura está regida por las le-
yes de la óptica, y no es que d cristalino se acomode é estas condiciones mecánicas de la luz,
sino, por el contrario, son estas condiciones mecánicas las que moldean la substancia or-
gánica el cristalino, cuya diferenciación lo Aace sensible d la luz. Como las condiciones
oiecánicas de la Naturaleza son invariables, de ahí se sigue la gran unidad que representa
toda la anatomía y embriología comparadas, por eso la ontogenia reproduce la filogenia
y es que toda esta unidad orgánica que constituye la organización, es el eco, el reflejo, es
^ la reproducción material del ¿ran ritmo de las Fuerzas Natural». Sin esa unidad invaria-
ble, que es la Naturaleza, no se explicaría ningün fenómeno de la evolución, no se podría
«eguir lafiliacióndel sentido de la vista, desde los animales más inferiores hasta el hom-
}-, bre. Como no se explicaría tampoco el cerebro humano, si no existiera la misma elabora*
(I) Hamóa y Cajitl: Ttxtura del stsUma nervioso tid htmbrt y de los vert4hta;hSiy}iz.^.
522 LA RSVISTA BLANCA
Gión, filiación y evolución del sistema nervioso de todos los animales, si la neurona psí-
quica ó pensante en el Hombre no tuviera su primera representación en la neurona mio-
epitelial de los animales inferiores.
Hoy nadie se atreverá á negar, porque es un concepto corriente en filosofía positiva,
que todos los sentidos son colectores específicos registradores numéricos de movimiento
que constituyen las sensaciones, y que el desarrollo de los sentidos, el acumulo de todas
estas sensaciones es lo que da lugar al desarrollo del cerebro, de tal manera, que puede
sentarse que sin los sentidos no existiría el cerebro. Luego si los sentidos obedecen en su
arquitectura y en sus funciones á las leyes Naturales, el cerebro y su función reflejan la
misma Naturaleza; un hombre inteligente es aquel cuyo cerebro reproduce con mayor
exactitud la serie de fenómenos externos. La inteligencia es la sublimación de las leyes
Naturales. Por eso decimos que la Naturaleza es el Patrimonio de la Humanidad, y que,
por tanto, las miserias y egoísmos son un absurdo, por un error en la organización social
cuando ésta se separa de las leyes Naturales.
• •
Como caso de adaptación, que sorprende por lo rápida, es el que ofrecen la rana y lo3
tritones: estos animales, mientras son jóvenes, viven en el agua y respiran por branquias;
luego adultos, viven en tierra firme, habiéndoseles atrofiado sus branquias y adquirido la
respiración pulmonar. La metamorfosis de la rana, atronándosele la cola y desarrollándo-
sele las patas, es muy curiosá"if instructiva, por cuanto esa especie de embriolog<a,*que se
verifica á la vista del obséárvádor, demuestra también su filogenia, pues tanto su primitiva
forma de pez, como su respiración branquial, son una prueba de la transición de los peces
á los batracios; es un fenómeno én que el hombre sorprenát infraganti á la evolución,
en el momento en que los vertebrados acuáticos se convierten ea vertebradc» terrestres.
«Hace algunos años, el axalote^de Méjico (Siredon pisciformis), muy afín áú tritón,
excitó gran curiosidad entre los naturalistas. Se conocía ya este animal hacía tiempo, y en
los últimos afios se críaCa en el'Jardín de Plantas de París. Como el tritón, este animal
tiene también las branquias externas, pero las conserva durante su vida como los otros
pneumo-branquios. Generalmente el assíTote vive y se reproduce en el agua, pero, de rC'^
pente, un centenar de estos animales, conservados en el Museo de París, salieron del agua
arrastrándose, perdieron sus'branquias y Ufaron á parecerse, hasta el punto de no dis-
tinguirse del tipo del tritón sin branquias de la América del Norte (Amblyostoma), y con.
(inuaron después respirando por sus pulmones. En estos casos taa interesantes, se puede
asistir á la transformación brusca qne hace un animal de respiración acuítóca al conver-
tirse en animal de respiración aérea. Este tránsito rápido puede observarse también en las
larvas de rana y salamandra: pasan del estado de animal de respiración branquial, al de
anfibio, de respiración pulmonar^ del mismo modo, el grupo de ranas y salamandras pro*
viene también en su origen de un animal de respiración branquial, vecino del siredón.
Hasta el presente, se han quedado en ese grado inferior de desarrollo. Ss ve atí cómo la
ontogenia puede explicar la ñlc^nia y cómo la historia de evolución individual aclara
ja de todo el grupo» ( I ) .
Tratando de Xas adaptaciones co/relatíras, es decir, la adaptación de un órgano qae trae
aparejada necesariamente las adaptaciones de otros órganos y de todo el individuo, será
interesante leer lo que dice Virchow en una Memoria titulada La célala y la mujtr, qae
encuentro citada en Haeckel (a).
11) E. Uaeckel: U'utorit dt la Créatim tíalfrtlU, plg. ji 4.
•í) Ib;d, pág. 217.
I,A REVISTA BLANCf 523
«La mujer, es mujer únicamente por sus glándulas de la generación. Todas las parti-
cularidades de su cuerpo y de su alma,'su vida de nutrición, su actividad nerviosa, la de-
licadeza, ¡a redondez de sus formas, la anchura de su pelvis, el desarrollo de su cavidad
toráxica, acorapafíada de una parálisis en el desarrollo del órgano de la voz; su exuberan-
te cabellera, contrastando con el finísimo vello que cubre el resto del cuerpo; y, en fin, la
intensidad del sentimiento. Ja percepción rápida y segura, la dulzura, la abnegación, la
fidelidad, todos los caracteres esencialmente femeninos que admiramos y veneramos en
' la mujer, todo depende del ovario. Extírpese el ovario y la. virago aparecerá con toda s,u
horrible imperfección.»
Esta misma correlación entre las funciones de nutrición y generación se ve en las
plantas, cuando al quitárseles proporcionalmente cierto número de hojas ó de ramas ad-
quieren las flores gran preponderancia; ó, al contrario, al cortar los ramos destinados á Ja
florescencia adquieren mayor desarrollo los órganos verdes de la planta. Esto servirá cq.910
de preparación para con^irender mejor el capítulo de la adaptación psíquica, y no olvi-
dar que sí bien están en capítulos aparte, para claridad del asunto, no lo está en la cosa
en sí. Pasa aquí lo mismo que con el órgano y función, que son una mismx cosa, que no
se concibe la una sin la otra, y que son tan solidarias, ppr ser idénticas, como la Fuerza
considerada como función de la Materia.
Enrique Xluría.
ün poco de iuventud.
Ha de alegrarnos, por las consecuencias que ello puede tener, el que algunos escritq-
res que se consideren jóvenes, seguidos de otros que realmente lo son, hayan dicho que
Qo están cojiformes con quienes estimen que José Echegaray es la más alta representa^
ción de k mentalidad española. /
£1 acto llevado á cabo por los escritores que rae ocupan, nada significaría ó signifi-
caría algo loable en otras circunstancias.
Disentir del común pensamiento contra un principio social ó una fórmula de justicia
y hacer público nuestro pensar por todos los medios, aun á 'trueque de padecer quebran
tos personales, está más cerca de lo sublime que de lo vulgar; pero disentir con intención
de que se entere la gente y de obtener el apoyo de la opinión contra una personalidad
artística, cuando con la actitud que nosotros adoptamos, no se salvan principios justos,
próximos á perderse, no «e establece la postergada equidad y la persona objeto de nues-
tro, disentimiento, no es un hombre fatal, azote ó cosa así de sus semejantes, se meanto-
ja poco ético y poco artístico. Así, yo que también disiento del criterio que José Echega-
ray sustenta en asuntos de arte dramático, únicamente porque no en vano me lleva cerca
de cuarenta años de ventaja, con todos los problemas morales, sociales y fisiológicos quj^
ellos representan, no veo la necesidad de decir que me separo de los que piensan que
Echegaray ha dado con la flor del arte dramático y con la cumbre de ia intelectualidad
española, en vísperas de un homenaje que en nada altera ni perjudica mi criterio, que
en nada ofende á la sociedad española, y en cambio, proporciona días de agrado y de
placer á un artista glorioso y á un hombre que, por su edad, está muy cerca de la tumba.
Además, José Echegaray podrá sentir el arte de distinto modo que la juventud, y es
bueno que así sea; podrá, también, crear una psicología poco j'eal ó, si se. quiere, poco
estética, á juicio de determinada escuela artística, pero es de ciegos ó de apasionados
5a4 L* KirUTA BLAHC*
A B C de Astronoznia.
Ltos asteroides.
VIII
Entre Marte y Júpiter no encontramos ningún planeta de gran tamaño. Sa formación
ha debido impedirla la vecindad del mundo joviano, cuya poderosa atracción, después
de fraccionar en muchas partes el anillo primitivo en camino de ser un mundo, ha sido
un obstáculo para la reunión de todas esas partes en un gran planeta por las constantes
perturbaciones que sobre ellas ejerce.
En esta zona del cielo conocemos actualmente más de cinco mil planetas, cuya masa
total, reunida en un solo conjunto, no sería mayor de un tercio de la Tierra.
Las órbitas muy elípticas de esos pequeños planetas (asteroides), que emplean cerca
de tres á tittt años en verificar sus revoluciones, están á una distancia media del Sol que
varía entre dos y cuatro veces de la que nos separa á nosotros del astro del día.
Pero estando sus órbitas dotadas de una extrema' excentricidad, algunos de ellos,
como Zethra, y sobre todo Eros, pueden aproximarse al Sol más que Marte, cuya órbita
cortan. ,
Así Eros, descubierto por M. Witt en 1898, y cuya dimensión sobrepasa apenas la dé
un departamento ó provincia de Francia, se ha aproximado en Eiero de T90C solamente
áunos 46.935.000 kilómetros de la Tierra.
Eros puede aproximarse al Sol en el perihelio hasta unos 168.380.000 kilómetros, y
puede alejarse en el afelio hasta cerca de 265.670.000 kilómetros.
Por lo contrario, la órbita del pequeño asteroide Hilda, una de las más alejadas del
Sol, se aproxima á la de Júpiter hasta 184 millones de kilómetros por término medio.
Las órbitas de algunos de esos pequeños mundos se hallan tan cerca y se confunden
de tal modo, que la hipótesis de alguna colisión entre algunos de ellos parece casi admi-
sible. La órbitk de Cloto, por ejemplo, se aproxima tanto á la de Juno, que llega á mediar
entre ellas sólo 1.040 kilómetros. Fides y Maya se presentan en el m<smo plano de tal
modo, que Mr. Lespiault ha llegado á cr^er su asociación como planeta doble.
Excepto Ceres, descubierto el primero, el i.° de Enero de 1901, por Piazzi y V e s ^
que vistas excepcionales pueden contemplar algunas veces, todos los d«más sen teles-
cópicos, es decir, invisibles á simple vista. Van del 7* al 13" grandor y aun más pe-
queños.
El mayor de esos mundos minúsculos es Ceres, cuyo diámetro es de 900 á i.ooo ki-
lómetros, luego viene Vesta con 430 kilómetros, después Juno y Palas. Los más pequeños
son Safo, Maya, Atalante, etc., cuyos diámetros no alcanzan á 30 kilómetros.
Sobre la superficie de sus mundos en miniatura la pesantez es inevitablemente mtiy
débil, pues su masa, por así decirlo, es insen5ibie,'y Herschel, para demostrar ese hecho,
ha dicho que un hombre saltaría fácilmente á 60 pies de altura no cayendo con un dio-
que mayor del de un salto de dos pies^sobre la Tierra.
Dada la pequeSez extrema de esos mundos, nuestros telescopios no son suficiente-
mente poderosos para que podamos conocer la duración de su rotación, la inclinación
de su eje y apreciar el efecto de su atmósfera. Con mayor motivo nos es imposible con-
jeturar sobre su estado de habitabilidad. Sin rtnbargo, nada sé opone á admitir que esas
526, LA ilEVISTA 8I,A»CA
tierras liliputienses sean actualmente, ó lo hayan sido ya, el sitio de una civilización y de
una vida intensa que, comparada con la nuestra, la efclipsaría con su brillo.
Es nuestro antropomorfismo legado de muchos siglos de religiones que han obscure-
cido la mentalidad humana, lo único que nos dificulta la comprensión de esta verdad
evidente de que no hay en la Naturaleza ni causa final, ni grande ni pequeña.
una gota de agua es un pueblo de millares de animáculos, y de un gran mundo an-
tiguo, cruel y feroz, sólo la pequeña Grecia ha resucitado de esas cenizas. Minúscula por
su territorio, grande por su genio, brilla aún con un brillo tan luminoso y claro, & través
de una niebla mística de dos mil años, iluminando la marcha ascendente de la belleza
artística y de la verdad científica (i). /
Jópitet».
IX
Al llegar á Júpiter, llegamos al mayor planeta de nuestro sistema, que se nos ofrece
con el cortejo triunial de sus lunas, como la ima^n de toda nuestra república sideral en
compendio. Por su voiamen y su masa, Júpiter, sol apenas enfriado, suscita en nuestra
imaginación esa página de la prehistoria de nuestro mundo, en la qae el gran planeta,
aún incandescente, formaba con el Sol una de esas numerosas estrellas dobles que titilan
en los apartados abismos del espacio.
Apenas unas diez veces más pequeño de diámetro y 1.047 veces en volumen que el
astro del día, »el planeta gigante» vale 5.279 voces el volumen y 310 la masa de la Tie-
rra. Recorre su órbita de 4.830.180.000 kilómetros con la rapidez de la kilómetros 900
metros por segundo, girando sobre su eje en nueve horas cincoenta y cinco minutos, y
alrededor del Sol en once años, diez meses y diez y siete días terrestres.
El año de Júpiter es igual, por lo tanto, á cerca de doce de los nuestros, mientras que
su día no dura sino nueve horas y cincuenta y cinco minutos.
Al cálao de trescientos noventa y nueve día.% el gran planeta se encuenttn en oposi-
áóa respecto del Sol, y el Sol, la Tierra y Júpiter se encuentran sobre la misma línea,
siendo esa época, con los tres meses que la siguen, la más favorable para su observación.
La 4^bita de Júpiter se halla, ptn- término medio, á 775.000.000 de kilómetros del
S{4;pero como es elíptica, con una excentricidad de 0,048, no hay más que tmos 80 mi^
llones de kilómetros de diferencia entre su dbtancia al Sol ó á la Tierra en su perihe-
Uo y en su afelio.
Según este ^ran planeta se halle en su perihetío 6 en su afelio, su diámetro aparente
varía de treinta á cuarenta y siete segundos. Es esa diferencia de distancia la única que
constituye las estaciones de Júpiter, cuya inclinación sobre su eje de rotación no es sino
de 3°, es decir, casi perpendicular á su órbita.
S28 LA MCVOT* B U M C *
Pero no hay ninguna ñjeza en esas franjas, cuyo aspecto típico varía con frecuencia
de un modo muy profundo.
Las franjas y las manchas blancas rq>resentan probablemente las nubes más elevadas
de la atmósfera, las nubes sombrías, pardas ó rojizas, las capas inferiores ó quizá tam-
bién el suelo del planeta.
Entre el 20» y 30» de latitud austral del planeta, los Sres. Corder y Terby distinguie-
ron en 1872 por primera vez una gran mancha roja, de forma oval, de 42.000 kilómetros
de larga por 15.000 de ancha. Esa mancha podría ser muy bien un continente en forma-
ción que estaría respecto de Júpiter en la misma proporción que la Australia sobre la
Tierra.
£1 análisis espectral muestra que la atmósfera de Júpiter, tan densa en sus capas in-
feriores, gracias á la intensidad de la pesantez, está compuesta, salvo algunas substancias
qne parecen especiales de ese mundo, del mismo vapor de agua que el de la Tierra. Esa
iSaidcfera está, como ya hemos dicho, muy agitada y se halla sometida á continuas va-
ñacióii«i,qne, cosa extraña, parece que están en rdacíón con las manchas solares y lle-
gan á su ta&ráio cada once años.
A fines de Nimembre 6 Dicieml»e de 1903, Mr. Stanley Williams escribía en'Ias iV<»-
tídas siderales (Monthly Netices LIX, pág. 378), qne las dos franjas ecuatoriales de Júpi-
ter cambiaban de coloración en un periodo de cerca de doce afios, de modo que la coló-
ración roja de la franja ecuatorial boreal alcanza su máximo cuando la ecuatorial austral
u enAenira en su mínimo y viceversa.
Para verificar completamente la periodicidad de esta col(H«ción, comprobarla, ten-
drán que hacerse sin duda muchas observaciones en la época de la oposición del
planeta.
Júpiter no vaga solo en el espacio. Recorre su órbita acompafiado de seis satélites.
El quinto descubierto por Bamard el 9 de Septiembre de 1892 no es más que un as-
t»oide de 160 kilómetros de diámetro y separado sólo unos 2,55 radios del gran planeta,
en tomo del que gira. Este satélite da la vuelta á Júpiter en once horas, cincuenta y siete
minutos y veintitrés segundos, y amenaza por su proximidad con caer sobre él, á menos
que se mantenga en su órbita actual por la atracción combinada de lo, Europa, Ganime-
des y Calixto.
lo, Europa, Ganimedes y Calixto fueron descubiertos por Galileo en 1610, son una
de las curiosidades más atractivas del cielo y hacen del mundo Joviano una miniatura '
de nuestro mundo solar.
Estaa cuatro lunas ofrecen con su mundo central los principales elementos astronó-
micos siguientes:
r
Diilanciai. RevolucioDes D i i n e l t o i
tCiUmttres. KiUmtlm.
mente eu estado embrionario sobre nuestro planeta hermano, no llegarán jamás á su com-
pleta eclosión y desenvolvimiento. Júpiter morirá antes de llegar á su apogeo.
En el estado actual de nuestros conocimientos, el cosmos no nos ofrece un punto se-
guro para afirmar el número de millones de años que le restan de vida al Sol. Nuestros
pronósticos sobre el particular carecen de una base esencialmente cierta.
Quizá se puedan contar sobre millones de siglos y todas las islas de nuestro archipié-
lago solar tengan tiempo de recorrer el ciclo entero de su evolución. Si no es así, y el Sol
se extingue dentro de los cuarenta millones de afios, Júpiter muerto antes de tiempo, es-
tará condenado A realizar en detrimento suyo la experiencia de falta de finalidad en el
Universo. La Naturaleza, alternativamente madrastra y bienhechora, no hará ninguna di-
ferencia tratándose de los átomos del cielo, que son los soles y los planetaf, y de nosotros
los habitantes fugitivos de este mundo sublu&ar.
Cualquiera que sea lo que ocurra, la vida vale la indagación de la verdad, y la sola
verdad en adelante adquirida será que la vida es en todas [Kirtes ilimitada en el espacio
y el tiempo.
federko Stackelbergr.
(CONTINUACIÓN)
AGTO n ELKUTBRIO
. £» msa de la barontsa de Ayles, en Glyci- ¡Pchs!... Ya ve asted, he sido padre dos
nes. Salón suntuoso de modern-stile, cuyas ga- veces... ( I )
lerías se abren sobre un parque, dejanda ver RoBua
su florida vegetadóu. (Asemirad».) ¿Padre?
EUHJTSKIO
ESCENA P R I M E R A
(Cvmpreudiendo^ |Ah, no^ no es eso?... Pa-
X!lent«rio y Kobnr. dre, vamos, alcalde de des manidpios y dos
(Al levantarse el telón, Eleuterio, en traje veces destituidou Mis cxmcqeros se quejaban
de criado de casa grande, y Robur, vestidú de (}e que gafaba mucho. Esos aldeanos no
obrero, está^ sentados cerca de una tMsüa, so- com4)readea nada de hacienda. He renun-
bre la que kay un fraseo y licores.') óaáo á. la política y he entrado ea la tida
ElíEDTKRIO civiL
Ua dectito más de Ou^trense. JROBDR
KOBUR. ¿Por qué no os habéis estabfóckio?
Bueno... Esto es tercipelo puro. ELEUTEUO
ELBUTBRK) {Yo, patr<ta? {Gradasl Se «mana uno en
Jiocfo c d ^ e en las k U o ^ de noestrc» el negocio, mientras que de aayordomo se
gmtrmtts. ¡Y se expals» i las cx>ngrega£Íoaes vive sobre el c8{Htal de o«ro j se acreeicDta
destíkkdoras! ¡Q«íé crBnenl iQ«é biasfietsal el propio.
^ 0 es ci^io qae se deja al p^blo el ajea-
jo^ ¡kk. litecatiKa dectoraU (i) Ka Á oá^aai üm waart, aicaUa, <yie le piaiuiiKra
ignd que mtr*, audre.
RuBUa %a, d texis, M dice twdie, ^ n comemr es parte el a^ui-
|£ftáis faerte en politic», aeftor Eleslmol ntKa.—N. M T.
LA REVi^CA 8I.AKCA S3I
ROBUR ROBU II
¡Calla! No está mal eso., ¿Y creéis que se casará él?
F.wa;T|;Rio ELKUXERIU
¡Oh! Para los amos sabéis bastante. Mirad, ¿Qué oigo? Con dos millones de renta...
la señora es una excelente criatura, pródií¡a, ROBÜR
nada exigente, poco severa y una mujer que ¿Pero y María Buena?
tiene literatura. £n ñn, no be perdido nada. ELEUTERIO
He tratado de recordar lo que Taine, un filó- ¿Y qué María Buena? La moral mundana
sofo, ha escrito: «Eso es para obtener distin- es clarísima; él señor Egoa guardará las con-
ciones, para obtener á los criados...» Y al veniencias; almorzará en su casa y cenará en
cabo de tres años que estoy á su servicio, la ciudad.
ella no ha obtenido para mí más que palmas ROBUR
académicas. ¡Si no llegara á traer la banda!... Me parece muy complicada esa cocina.
Pero felizmente, uno de los amigos de la se- Prefiero mi cocido.
ñora rae ha prometido que me liará ver el ELEÜXeRtO
gran cordón del Cámbaro! venezolano. (Riendo.) No tenéis mi denie superbo.
RoBUR ROBUR
Yo 08 <;reía socialista. (Con candidez.) ;Q\ié}
' ELEUTERIO ELEUI'ERIO
¡Ah! No. Hay muchos en ese partiJo. No Nada. Es japonés de la antigüedad. ¡Ahí
hay lugar en él sino para los que tiener» mu- sois feliz, Robur. Padre deuna hija deliciosa^
chos pulmones. Todos los asientos están y, añadamos, complaciente, bien colocada
ocupados, todos los trombones soplan á la ella y bien puesto usted, sin ambiciones, sin
vez, así como los tambores en las épocas de cuidados por lo porvenir, con una salud r o -
elecciones. La masa imbécil se detiene de busta, un apetito y una sed siempre despier-
cuando en cuando, admira el orden y stí tos; con un estómago fuerte y lo material
mete en la barraca del que arma más ruido. asegurado hasta el fin de vuestras respeta-
bles canas...
RORUR
ROBUR
Entonces, no hay ningiin hambre serio.
(Enternecido.) Sí. Dorita es buena para su
ELKUTERIO
padre; su señor también, un buen hombre,
Mi querido Robur, el hombre serio es hoy
día precisamente lo contrario de lo que se tranquilo, que está enamorado de ella y la
llamaba antes un hombre-honrado. Ha des- ama con toda su alma. A pesar de todo, da-
aparecido después de la muerte de Luis XVI, ríamos cualquier cosa porque María Buena
las procesiones del segundo Imperio y los volviese á casa de su padre. En nuestro últi-
rigodones de la tercer República. Es sor- mo viaje fuimos á verle. ¡Si le hubieseis visto
prendente, cómo el señor Gastón Egoa par- cómo suspiraba y se encendían sus ojos cuan-
ticipa de mi manera de ver. do le hablábamos de ella! El pobre hombre
ROBUR no puede tenerse en pie.
Gastón Egoa, el buen amigo de María ELEUTERIO
Buena, ¡la hija de mi amigo Músculosl ¿Por qué no la viene á ver?
ELEUTERIO RoBim
Y el prometido de la señora. i Ah!, sus ideas... El ha perdonado á María
ROBUR Buena; pero guarda un fiero rencor á Gastón
De la baronesa de Ayles. Egoa. Como o«yese en sus manos, yo no
ELEUTERIO daría dos cuartos por él. Conozco mucho á
•Eso es. mi compadre, y creo que cuando sepa el ma-
532 LA KKVtStA UAMCa
la República, se descolgó la Iglesia con el sofisma áe que el poder civil, considerado como
tal, es de Wos y sólo de Dios.
Pasa después Anatole Franca á reseñar la campaña emprendida recientemente en
Francia contra el clericalismo. Con soma perspicacia pone de manifiesto los medios
jesuíticos que, para defenderse, ha empleado la Iglesia, como el buiangismo, el antisemi-
tismo, la cuestión Dreyfus y la campaña de la delación, habiéndolo eHa- realizado con una
habilidad que ha confundido á algunos republicanos de vista corta más que de buena fe.
France denigra, de certero modo, las seudo excelencias de la moral cristiana, que ha
pasado por diversas razas y civilizaciones, habiéndose atemperado á tres formas de tra-
bajo: la esclavitud, la servidumbre y el salariado. La moral cristiana, dice France, «carice
de ternura hHimana y de generosidad; la idea del deber, en ella, muéstrase interesada
egoísta y seca».
Finalmente, France estudia con sagacidad y expone con fineza los medios do. realizar
la separación de la Iglesia y del Estado, para reducir á aquélla á la impotencia y conw>li-
dar la libertad de la sociedad civil.
El libro de France merece, en suma, toda suerte de elogios, y es de recomendar su
lectura. Puede también ser útil el de DQbief—Xa Ruptura con el Vatíccmo—para quienes
deseen estar bien al corriente de la lucha entre la sociedad laica y la reacción clerical.
**
Exposiciones de a r t e .
La del círculo de la rué Volney.—A los artistas la gente mundana les opone y ¡es impo-
ne su gusto, que es el de la falsedad con corrección y el de la preciosidad sin emoción.
Así ello se echa de ver, con creces, en el círculo aristocrático de la calle Vcáney.
El amor en reposo, de Bougnereau, que nos brinda esta Ex|)0sJci6n, es lindo, elegante
y risueño, pero carece de arte, que es como si le faltase Ja vida y el derecho á la vida.
Chabas, con sus retratos, nos da lo» mismos ojos celestes, los mismos labios lozant» y la
misma expresión de siempre en el rostro: pintora de salón, pintura de baduar.
ColKn, en su ItUimié, resalta demasiado halagador para la vista con sus tt»os amba-
rinos; se le nota falta de esfwerzo, de inventiva y de progreso. El retraio del decUr Puyet,
por Cormon, sin ser extiaordinario, resulta concienzudo, Devambez, en quirai loa mÁsno
quieren ver sino á un hombre chapeante, debíora considerarse como un verdadero pústor;
la frescura, la fimira y la vida de stw paisajes no es menos importante que e! ingenio de
su composición.
En sus retratos pone Ferrrex de manifiesto rauch* ciencia, lo mismo qtte un gran
deseo de distinguirse, mas lo hace por medros vulgares y con pasta inferica-. El retrato de
madame C. es tan notable por la hermosura de sus ojos pardos y límpidos, con»» (»diaa-
rio por la calidad general del vestido y la débil coloración de las carnes. Flam?^, que
se halla bajo la obsesión de Bougnereau, pinta vírgenes del mismo modo que éste. Ej
retrato de madame O... tiene aire muy noble y apostura muy bella. Es de sentir k frialdad
con que está pintado y su factura haxto acuarelista.
Humbert, que es una especie dé BanviUe de la pintura, por la amobULdad ée aa pin-
cel, nos da, con ei retrato de madame M., tma testa de actitijd señoril y un semblante de
atpresión soñadora. Las « d M y la mugetiaa del atavío se haUa» pintadas con brilla y
con trasparencia. Los retratos, en Humbert, se xp»stm de la iK*a sevem; y el artís^ se
oft«cc antes bien conró un fantaaaudbr que como un netratistíu Aderad», tinita á los pin-
tores ingteses, sin a^xopiane nt y'v&eu
Le Gont-Gérard, que tiene rawdo al cansancio, hace piptura ú maéo de un fotógra
53^ !•*• KCVtsrA BLA»CA
fo, reproduciendo siempre el mismo cuadro. £1 pintor oñcial Rixens, envejece y se debi-
lita. Lo mismo ocurre á Tittegrain, que no es menos renombrado y condecorado que
aquél.
Exposiáón de pintorts femeninos, en el Grand Palais.—Los desnudos de mujer abundan
aqiU que es un primor. Ello, dado el sexo de los artistas, proclama el culto que aquélla—
«enomorada de su cu;rpo»—se profesa i. sí misma. Y (qué mejor obra de arte que ,una
mujer bonita, sin velos y sin recelos?
Gamaran, en los f interiores» supraelegantes qué dedica á Rostand, parece como
que tomó sus colores en una bombonera. La Santa Ivona, de no recuerdo qué pintor,
es plácida expresión de un sencillo corazón; pero la factura, harto pulcra, tira & cromo-
litograña. •
No sin vida, aunque con grises oleosos, nos da Bricar el retrato de una mujer fea, sen-
tada. Dazetly dibuja acabadamente y pinta acicaladamente. Los tonos nacarados de su
juvenil desnudo, placen. Jacob nos brinda paisajes de tonos suaves y placenteros efectos
de nieve. Y paremos de contar.
En tasa B, Weiil.—Un espafiol, Evelio Torent, á quien Lanrent Tailhade puso muy
alto, expone allí algunas de sus obras pictóricas, en las cuates se nou progreso. El artista
muestra ahora más dulzura en la luz, más suavidad en los tonos y un poco más de aire
que antes. Pinta, además, las mujeres comoflores,en lo que no anda equivocado.
*
• *
La Maison de Danses, por Paul Reboux. Calmann Levy, editores, París.
No nos ha dado Paul Reboux, en su excelente novela, una Esptüia de cromo, con to-
reros, bandidos y gitaniUas de opereta, cual hiciera Teóñlo Gautier en su famosa obra
que tanto ha contribuido, en Francia, al desconocimiento de España.
Paul Reboux, con ojos de pintor, de artístico pintor, ha observado concienzudamente
la vida caUeijera de Sevilla y de Cádiz, brindtodonosla en su obra, con todo el encanto
de su ambiente de aol, de aromas, de amoríos, de miseria y de inconsciencia. Lo ha visíb
Reboux todo muy bien, con justa vuión, y su galana pluma ha logrado extraer, de todo
ello, U belleza y el colorido.
Sin llegar al doble fondo del alma andaluza, cuyo espafiolismo la separa de la gene-
ral humanidad, nos ofrece Reboux, bajo el plástico esplettdor de su novela, una penetran-
te psicología de la pasión en su obra de datrucción. Y sagazmente expone el calor bes-
tial de los seres de instinto, que son Estrella, Tomasa, Ramón, Benito y Luisito.
Estrella ha sido de niña recogida por Ramón, quien la educa para el baile y luego la
explota en Las Delidoi, su establecimiento. £>escapúUanse las gracias de la chica, que es
muy cortejada por el público, y Ramón se enamora locamente de día, hasta eí extremo
de hacerla su esposa. Ahí comienza el drama que, con altos y bajos, camina derechamen-
te al desenlace. Al ver lo requebrada que es su mujer, Ramón vuélvese celoso. Tua. cor-
tar por lo sano, abandona Sevilla y marchase á Cádiz. AlU reanúdase el suplicio de él,
que no es amado por Estrella. De ésta se prendan los herman<» Benito y Luisito, casado
el primeto con Amalia y el segundo, prometido de Concha. La rivalidad, entre ellos, co-
bra aspecto de catástrofe trágica cuando Benito descubre que Luisito ha cautivado á
Estrella. Y en una bien preparada escena, Benito mata á su hermano y huye á campo
traviesa. La Guardia civil persigúele y cógele, por último, como una b^tia moribunda.
Este argumento, que tiene la sencillez fatalista de los dramas griegos, está llevado con
mucho arte, mucho interés y mucha verdad. Hubiéramos querido, sin embargo, sentir
Lá UVISTA BLANCA S37
• •
Girarddt iWn'a/(colección de sus páginas más hermosas). Edición del Mercare de
France, París.
Hermosi literatura, de la que es placer, educación y nobleza para el espíritu, nos
regala él libto de Gérard de Nerval, cuya alma atormentada, al igual de la de Nietzsche,
se enamoró perdidamente de Goethe, el hombre más emancipado que ha existido de
Dios, porque él mismo se convirtió en Dios con su genio y su cultura. Nerval le tradujo
magistralmente el Faust, y Goethe por ello le dio las gracias en frase sobrehumana de
filosófica amabilidad: «Nunca me comprendí tan bien como al leerme en usted.t
El estilo de Nerval no es de los que nacen de recetas, sino de un espírit^t literario
por esencia y por formación, y las frases de sus libros tienen la inimitable armonía de los
clásicos, con su ritmo sereno. Corónase ese don con la Ugudeza de su visión, que era de
üix romántico que sofiaba inclinado sobre la realidad. Describe Nerval por medio de
imágenes, que entrañan idea, sentimiento y hermosura á un tiempo, lo cual no se logra
cbn el solo adjetivo, que se halla al alcance de todo escritorzuelo, dando visos de ratón
á aquello de que «describir es deaftruir.»
«
• • * •
* •
/ •
Histoire cCun mort, por Paulo Osorio. Trad. de Philéas Lebesgne. E. Sansot y Compañía,
editores, faoris.
Paulo Osorio, en esta placentera novdita, hace gala de su pintoresca visión, de su
-realismo poético y de su certera peaieíración en los repliegues más recónditos del esjpíritu
d d hombre. En pocas páginas, pero muy bien escritas, nos ofifeoela trs^gedia sencilla, á
-la Vez que terrible, de un hombre presa del amor y falto de carácter. ILéese la obrita con
-emoción, ^ la que hace pensar, y con deleite, del que instruye.
* *.
Teatro de L'Oeuvre.—La Gioconda, tragedia en onatrci «ctos, traducida «1 SÉM^ái por
M. Georges Hérelle.
Con charlatanería, más que confilosofía*,con sensualidad, más que con serenidad,
profesa d'Annunzio el culto del arte, j ^ « ^ dtlla gioia fura y del amor y ^ i « Jorte deUa
morte.
Puede decirse que estas tesis—el arte y el amor—forman d kit motiv de sus, obras,
cuyo simbolismo es no de idea, sino de concepto, bastándolo á expresar una letra ma-
yúscula, falto de un pensamiento genial, y pasgín, como en cinematógrafo, la belleza y el
^rte, el amor y la muerte, etc., etc. En las obrias de d'Annunzio, pues, sobra retórica y
falta humanidad. Así ello se ecba de ver en la tragedia La taconea, que dedicó á Eleo-
nora Duse, dalk befíe mam, y que acaba de estrenar aqití, en francés, Lugné-rPoe.,
Narremos el luuntó. Ludo Settala, escultor, ha atenbido contra su vida para librarse
de los deberes conyugales; su esposa, con sus lágrimas, «u bmdad y su sUeacio, consti»
tujne para é\ un tormento. En cambio, Gioconda Díanti, la modelo, se ha s^derado @a
absoluto de sus pensamientos y de sus sentidos. Es, como hombre y como artista, ad<M:ado
.por ella, quien le ha inspirado, además, una estatua hermosísima, 77 capolavoro.
LA REVISTA Í5LÁNCA 531^
Silvia Settala, por contra, ha substraído á Lucio á la muerte con aifección y abnega-
ción. Y, por unos instantes, logra reconquistar el cuerpo convaleciente y el alma soñadora
de su marido. Sin embargo, un vago temor la tiene intranquila. ¿Perseverará él en esta
nueva existencia?
No tarda en esclarecerla el destino, voluntad oculta y omnipresente. Lucio vuelve, ya
curado, á sucumbir bajo el poder avasallador de Gioconda, tan pronto como recibe una
carta de ésta, en la cual la modelo le refiere la visita—seudo o&ciosa—que le han hecho
para distraerla de su pasión.
En el segundo acto se opera esa transformación psicológica de Lucio, la reversión
de su alma hacia la Gioconda, á la cual ama él ahora con más furor que antes. Y otra
vezireniega de los lazos morales y compromisos sociales que le unen á su esposa. Si ésta
ha recuperado y conservado su vida, la Gioconda ha conservado é inspirado la obra que
imórtalizará su nombre.
Al enterarse de que Lijeio ha recibido una carta de la Gioconda, Silvia presiente una
tr^edja, y quiere, á toda costa, evitarla. Decide dirigirse al taller de su esposo antes de
que á él llegue la Gioconda para, definitivamente, disuadir á ésta. Y se celebra, en efecto,
la entrevista fatal, que constituye la escena más dramática, humana y simbólica de la
tragedia de d'Annunzio.
'.^ Antes del arribo de la Gioconda, Silvia cotrtempla la estatua que aquélla inspiró á
Lucio, y queda maravillada. De su éxtasis la distrae la llegada de la la Gioconda, inspira-
triz, que luego invoca y reclama, ante la acometida de Silvia, los derechos iiBfB-esrripti-
bles de su amor sensual y de su pasión estética. Y el drama interior, al salir al exterior,
estalla potente y rugiente, feroz y desgarrador, entre ambas mujeres, con bellos párratos
de bella prosa. Pero el esplendor literario es aquí en detrimento de la acción dramática.
El artista, para la Gioconda, es un dios que está por encima de las ley» sociales y de
los derechos morales. Asimismo entiende que eila^ la inspiratriz, es una enviada de la
Naturaleza para fecundar al artista.
Como no logra disuadir á la Giocondar Silvia adopta, como último recurso, la men-
tira, que engendra la tragedia, y declara á la moddo que Lucio la envía ex^raamente
para reclamarle la llave del taller y despedirla. Una como furiosa insensatez apodérase
entonces dé la Gioconda, que ec«re á destruir la ¡estatua magistral que inspirara. Y Silvia,
que salvó ya la »da de Lucio, vuela también á salvas su obra, descubriendo ^
intento de la Gioconda. Así ella resulta doblemente h e r d ^ La estatua cae en sus manos
blancas y se sal^a.. Pero las manos blancas de Silvia quedan horriblemente mutiladas.
Y, á pesar de todo, se conaima la fatalidad, dado^ q\m Lucio vuelve á los brazos de la
Gioconda. ,
Silvia se ha inmolado, pues^ en aras de la belleza, y no ha sido la innsolación sin
padecimiento moral, como se coligt de la lamentable melancolía del coarto acto—que,:
por lo demás, se hace ii»ittl—, con tx>da la magoMceacia; de ^ lirismo. £1 aboso de este
último constituye el principal defecto de la obra d'annuaaisna.
Resintiéndose quizá de la vacuidad interior de.esta tragedia, los actorra de la compa-
ñía de Lugné-Poe no la representaron con bastante furor ni con suñciente misterio.
A excepción de M. Burguet. que evocó poderosamei^ el personaje d¡e Lucio^la ÍDtist>-
pretación general resultó medianeja, y la propia Suzanne Després no loguó ©cpresard
alma abnegadísima de Silvia.
m
540 lék REVISTA BLAMCA
La filie de yorio, tragedia pastoral en tres actos, por Gabriel d'Annunzio. Traducción d«
Georges Hérelle.
No pudiendo d'Annunzio dramatizar la vida moderna, se refugia en el arcaísmo y en
la leyenda. Por artes de nuestra civilización, son muchos los talentos que florecen en lo
falso, lo raro y lo ridículo.
Lugné-Poe ha estrenado en París la obra que d'Annunzio ha desarrollado con el
título de La hija de Jorio, en la cual se confunde la superstición ignorante con el fana-
tismo salvaje.
En casa de Lazzaro de Roio van á celebrarse los esponsales de Aligi, hijo de aquél,
y de su novia. Llegan con alborozo los parientes y los amigos. De pronto, óyese un vivo
clamoreo en la calle. Una mujer se precipita en la estancia, implorando asilo. Es Mila
de Codra, hija de Jorío, el brujo, á la cual persigue una cuadrilla de segadores, exaspera-
dos por el deseo. Ornella, hermana de Aligi, se apiada de ella y la recoge. Pero los
parientes la invectivan y Candía, madre de Aligi, ordena á éste que la expulse. Dispónese
el hijo á obedecer; pero desiste de ello cuando se le interponen Ornella y sus hermanas,
quienes le revelan la indignidad de tal acto. Y al pastorcillo se le antoja ver entonces
nada menos que á un ángel junto á Mila. Decide protegerla y abre la puerta, después de
colocar en el umbral la cruz de cera que la hará inviolable. Los segadores caen de rodi-
llas y besan el suelo. Y Aligi descubre entonces á su padre, con la frente ensangrentada,
entre los bestiales perseguidores de lá hija de Jorío.
En el segundo acto advertiipos que Aligi abandonó el hogar paterno y que se ha
refugiado, con la hija de Jorio, en una caverna. Se aman castamente. Aligi esculpe un
ángel en el tronco de un árbol. Hallándose aquél ausente por unos instantes, preséntase
Lazzaro, que quiere poseer autoritariamente á la hija de Jorio, y ordena luego á Aligi
que reingrese en el hogar. Este se resiste y ello enfurece á su padre, quien lo fustiga,
haciéndolo después maniatar y arrastrar por sus compañeros.
Lazzaro se queda á solas con Mila, clámale su pasión y le ofrece todo el oro que
lleva en el cinto. Finge ella ceder; pei-o se substrae á sus abrazos, cuando, desabito,
reaparece Aligi, que ha sido desatado por Ornella. Coge Aligi una segur y con ella
ase^a á su padre un golpe mortal.
La casa, en el tercer acto, está de luto. Ha sido enterrado el cadáver de Lazzaro.
Aligi se ha entregado á la justicia popular; han de cortarle la muñeca; su cuerpo será
devorado por los perros y luego lo arrojarán al río. Preséntase Mila, la maldita. La mu-
chedumbre la ultraja con ánimo de despedazarla. Pero logra inspirar silencio; Viene á
acusarse. Ella, y no Aligi, fué quien mató á Lazzaro, habiendo después persuadido á
Aligi, medíante un maleficio, que hubiese asestado el golpe que ella dio á su [iadre. La
muchedumbre la cree. Desatan á Aligi, y, en su lugar ajustician á Mila. Esta arrostra
tranquila las injurias. Pero al levantarse Aligi á maldecirla, se siente desfallecer. Y, mien-
tras la arrastran al suplicio, amenazada por los puños y denostada á gritos, la dulce
Ornella se arrodilla piadosamente ante ella, pues comprende su abnegación.
Emocionante y patético, á pesi^ de sus ridiculeces mfoticas, es este asunto que pfrece
todo lo que de monstruoso y de feroz engendran la ignorancia, la superstídón y el fana-
tismo. Sin embargo, la obra se resiente de cierta pesadez, debido al chorro incesante de
elocuencia y de lirismo de d'Annunzio.
Suzaane Désprés, en el personaje de Mila, estuvo maravillosa. Los demás actom
cumplieron buenamente.
L i MVUTA BLANCA 541
Ttíatro del Vaudeville.—La Retraite, por Beyerlein, traducida del alemán por
MM. Renon y Valentín.
En esta obra, que ha obtenido mucho éxito en París, se flagela briosamente contra la
oligarquía militar que impera en Alemania, donde el cuerpo de oficiales se rige por el
espíritu de casta con arrogante endiosamiento, y es prototipo el mismo de la disolución
inherente á su salvaje profesión.
Al reseñar el movimiento teatral de Alemania en 1903, la REVISTA BOANCA, en su
número de Octubre de 1904, expuso el argumento de La Retreta y emitió su parecer
sobre el mismo; por lo cual estimamos Ocioso repetir uno y otro. Baste decir que la
interpretación, en el Vaudeville, ha sido excelente.
J. Pérez Jorba.
París, aa Febrero 1905.
onducta de los anarquistas y de la bondad de Con claridad y precisión, su atitor nos da idea
su ideal y A fe que lo consigne con creces! de lo que es el globo terráqueo con sus divi-
Precio, 10 céntimos ejemplar; paquete de 25 siones de suelo, sus mares, sus lagos, sus mon-
ejemplares, dos pesetas. Pedidos, á Enrique tes, su fauna, su flora El niño y aun el adulto
Taboada. Kiosco <M Sol>, La Cornfia. y elliombre, aprende en ella á conocer de una
manera eficaz y sólida cuanto abarca el planeta
El patrimonio UnlDersal (conferencia sociológica, que pisa. Constituye dicho libro un elemento
editada por El l'onciiir del Obrero, de instructivo para la escuela y el hogar.
líahda). Se vende, como todos los de la Escuela Mo-
Se trata de una conferencia que nuestro que- derna, á 2 pesetas ejemplar.
rido compañero Anselmo Lorenzo dio el pasa^
do afío en Bfn-pelpna, y tiene por objeto demos- Los WlaifB, por E<;a de Queiroz (publicado por la
trar que la tierray toda la riqueza, así material Casa Editorial Mauccl, de Barcelona).
como elaborada, ha de ser en justicia propiedad Obra del gran novelista portugués, por pri-
de todos los hombres. A. este fin, el autor aduce mera vez traduci'ta al castellano esta intere-
rasK>nes y consideraciones convincentes y de sante novela es, á la par que un libro de
peso aplastante,. arte, un estudio social de hechos que pnedffl»
ejemplar, 15 céntimos, con una rebaja de y se desarrollan en la realidad. La historia de
33 por lüO á los cprrespoasales. Pedidos, á la una familia, mejor, de una raza, que empieza
Administración de El Porvenir del Obrero, calle con un hombre volteriano y acaha con otro
de Castillo, 50, Mahón (Baleares). escéptico, seguido de los amigoB qtw pueden
formar la tertulia de dos hombres dé ttíw con-
Or{iaiiizn¡idD, agitacliki, xeoolacidn (folleto, Mon- diciones y sentimiento^!, están d«K»it08 con
tevideo). tahtq Vigor, que hacen del libro de Queiroz
El amor fttre ^íolleto, Montevideo). una de las novelas más interesantes.
L& €iwá Maacci lá ba editado «Í^KEitemente
Ambos trabajos componen, tin bonito volu- en tres tornos, á peseta e! tomo.
men. El primero, es un estudio del querido
compañero Ricardo Mella, y el segundo, de Progreso V Miseria, por Enrique Georgee (edi-,
uueBl.ra cottipafie^ de redacción Soledad Gus- , tado por la Casa Editorial Sempera, de Va-
tavo, editadoe por laBibhoteca de £2.Obrero. lencia).
Organisación, aaiíación j) renslución f epropone Esta Casa Editorial, que tiene el buen gusto
«x^taír á la rebelic^ á los obreros, esclavos de pttblicar libros útiles, acaba de e n ñ ^ e c w a e
modernos, ^aplicándoles lo que son y lo que con la publicación de la obra del ¡úotable es-
debieran «er, y MI «mor libre es un canto á la critor qué ha sido el numen de los economistas
libertad del querer. burgueses y radicales a l a vez; Forma dos t o -
Precio: ^ampiar, 4 centavos mensuales de mos y se vende á una peseta eltoim).
MoptBvideoy 10 moneda argentina. Pedidos al También ha pablicado':
administrador de El Obrero, calle de San José,
114¿J^<!iBtevideo. , La exirr^ldn Ú6 las emot^nes m el ttasÉM t en los
BlllniBleS, por Garlos R. Darwin.
Jílmanaqoe llflsJhrata de La euestún Social (Buenos' Otro: libro intferesantísitoo que merece o ^ -
Aires,,^ par un sitio en toda biblioíeoa, sea ella impor-^
Es un volumen de 62 páginas, compnesto de tasto, BM. modesta.
liernaosos tiaiwji)» de propa^nda y do efemé- Soa doe toava^ jr se vende á una ¿leséta e l
rides revolucionarias, editado por el diario' tOE&O.
anarquista ía Protesta. Entre el texto se ven tt( la misma bibliote«5a son:
las firmas de Keclús, Ghiraldo, Mas y Pí, Di
Meldiori, Grijalbo, De Carvalho, Jaquet, Ooe- Páginas rojas, por Mme. Séveñne. Un tomo, una
11o, Lombardozzi, Bermejo, Garriego, Welde, peseta.
Tomás de Ferreira, Amaranto Rivero, Hucha, El libro es una recopilación de varios artícu-
£ . Blanco, Silva y Gorki. Entre los grabados los de la genial escritora francesa, en los cua-
hay retratos de Luisa Michel, Cafñero, Malato les demuestra el amor que siente por los hu-
Kropotkine, Bakounine, Fanre y Reclrts. mildes, y sus ideas de emancipación social.
En ninguna parte de este almanaque hemos Otra de las obras con que el editor Sempere
sabido ver el precio del mismo. Loa pedidos ha enriquecido su Biblioteca, es:
á La Protesta, Córdoba 859. Buenos Aires*
La sociedad moribunda v la anarquía, por Juan
fieograUa F^lca, por Odón de Buen (editado por Grave.
la Escuela Moderna de Barcelona).
Es uno de los mejores libros que há escrito
Gomo todos los libros de testo que forman su autor. La lógica de su argumentación ha he-
la biblioteca de la Escuela Moderna de la ciu- cho pensar á más de un intelectual de aquellos
dad condal, éste responá^ á la nueva pedago- que puede dárseles el nombre áe'inidéctmM
gía, cuyo objeto petisigué la cftada Ésoáelá.' m¥gue»es. • * ' • ••
544 LA RBVISTA bLWCA
Corr<25pondQneia /vdminíifrai'iva.
Cartagena. Corresponsal, l'agado hasta el nu- N(>TA —Rogamos á los corresponsales del
mero 158.— Valverde. I'. O. Recibí 1 peseta.— extranjero atiendan nuestros avisos de pago,
ñiíhao. M. L ídem ),60 —Oviedo. Correspon- teniendo en cuenta qi^e hasta el 25 Noviembre
sal, ídem 8pesetas y 1 para Tierra. — Valencia. último corrió á cargo de esta Administración el
M. L. ídem 6 pesetas, pago de un afio Se agra- periódico Tierra y Libertad, ilustrado, y Suple
dece felicitación.—Córrfoéa. J. O. ídem 10. - mentó. Además, al enviar fondos, hagan el fa-
Sopuerla. E. F. ídem 10,50. - Gijnn E. Q ídem vor de especificar bien á qué corresponden,
16 —Rio Janeiro. A. D. ídem 30 Harécuenta. tauto si lo hacen por conducto nuestro como
—Caníillana. A. C. ídem 21,10 y 1 para Tie- por la actual Administración de Tierra y Liber-
rra. Irá todo. Gracias —Pontevedra A M. ídem tad, á fin de que no haya errores ni malas in-
13 que distribuyo y 2 para Tierra.—Árdales. terpretaciones por ambas partes.
P. S. ídem b.—Porl liou. J. D I d e m 4 — L o
Campana. F. F. ídem 1,50.—Corfíño. F. R. ídem Tengan en cuenta los varios corresponsales
a,;)0.—Pue te Mayorga A. G. Ídem 5.—lil
Cerro A. H Ídem 5. La Felgiiera. Corres- del extranjero que nos adeudan, que el fran-
ponsal Ídem 10.—Hílenos Aire.s. B F. ídem li- queo representa otro gasto enorme que tene-
quidación nuestra hasta fln de Diciembre Es- mos que anticipar y que hemos anticipado du-
cribe. .Sevilla J. P. ídem 9 pesetas y 2 para rante mucho tiempo, tanto en Li Revista como
suscripción de IM Escuela Moderna. -Manza- en su Suplemento y en Tierra y Libertad, mien-
nares. G. M. ídem 5. Gracias, buenos deseos.—
Algeciras M. L. ídem 18 —Palafrugell. Corres tras corrió á nuestro cargo. Estimaremos se
ponsal. ídem 32,25 y sobrante. atiendan nuestras razones.
<^{0 ' c?§5 = Q)^
LA REVISTA BLÜIICA
SE PUBLICA LOS DÍAS 1.° Y 15 DE CADA MES.
PRECIOS PE SUSCRIPCIÓN
Un año ., 5y00 p e s e t a s
:^ Un trimestre 1,50 n (^;
ü 6'
ADMINISTRACIÓN
Qo\(D c 9§¿^. ^ .3 G)