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Escuela de Letras
Transiciones y rupturas.
Vicente, Ivana
35.085.571
La nueva novela o “nouveau roman” surge en Francia alrededor de los años 50 y se encuadra
dentro de un movimiento renovador y explorador de la narrativa. Aunque los novelistas que llevan
adelante las renovaciones no forman ni una escuela ni un movimiento, el eje de las innovaciones lo
encuentran en el lenguaje y sus formas, de ahí que se cuestiona a la literatura no ya por su finalidad
sino por el medio que utiliza. Se concede prioridad al poder generador de la escritura y del lenguaje en
la creación. En este sentido, se produce una transición fundamental de la novela tradicional hacia la
nueva novela basada en la construcción, a partir del lenguaje, de una realidad particular con un sistema
de funcionamiento propio. Esta renovación desplaza una de las funciones características de la novela
tradicional, la reproducción fiel de una realidad preexistente y, consecuentemente, rechaza las
estructuras y unidades narrativas tradicionales. Según señala Elena Real, “se desplaza la atención del
objeto figurado al sujeto, del significado al significante.” (Del Prado, 1994: 1106).
Ahora bien, Instantáneas (1969) de Alain Robbe-Grillet permite aproximarse a las rupturas que
marca la nueva novela respecto de la novela tradicional. Para comenzar, la obra de Robbe-Grillet
presenta una referencia clara a la representación cinematográfica, a la fotografía y a la historieta. La
fotografía en particular atraviesa su concepción del tiempo que deviene en la anulación de la unidad
temporal. La obra que se analiza sugiere desde su título la configuración del tiempo como una
“instantaneidad”. La instantánea representa el tiempo abolido ya que desaparece toda posible sucesión
de hechos. En consecuencia, no hay narración sino movimientos. El movimiento es ilusorio, se basa en
el recurso de la repetición que, por un lado, resalta el acontecimiento y, por otro, detiene la acción a
partir del ocultamiento del tiempo. Además, en general los relatos utilizan el tiempo presente en modo
indicativo. En “La escalera mecánica”, por ejemplo, el relato se apoya en la repetición, se describe el
funcionamiento de la escalera, escalones que aparecen y desaparecen uno tras otro, y los personajes que
la utilizan, un “grupo” al comienzo del relato y hacia el final otro “grupo” que inicia su ascenso.
También, “Un subterráneo” da cuenta de ese movimiento repetido e ilusorio que hace volver a ese
lugar de donde se partió: “En el cartel siguiente se vuelven a encontrar las mismas palabras en el
mismo lugar, la misma botella inclinada […] la misma sonrisa impersonal […] nuevamente la misma
escena, fijada en el mismo instante” (ROBBE-GRILLET, 1969: 65).
En este sentido, el tratamiento del espacio es influenciado por el cine. La configuración del
espacio se realiza a través de la selección de puntos de vistas, lo que el sujeto mira (ya no cómo es
mirado). Se presenta una escritura atenta al recorrido de la mirada sobre el espacio. Conjuntamente, se
utilizan adjetivos descriptivos que localizan la realidad objetiva. En el relato “El maniquí” los distintos
puntos de vista son los que permiten la descripción de la habitación y de los objetos que hay en ella. De
acuerdo con el ángulo elegido se presentan los objetos o partes de ellos: “Detrás de la mesa, el manto
de la chimenea lleva un gran espejo rectangular en el que se ve la mitad de la ventana (la mitad
derecha) y, a la izquierda (es decir, el lado derecho de la ventana), la imagen del armario de luna”
(ROBBE-GRILLET, 1969: 20). Lo mismo se observa en “Detrás de la portezuela”: “<Portezuela
automática>, se encuentra situada por encima de la última hilera de cabezas, que no permite ver de la
línea siguiente más que algunas letras aisladas, entre las orejas de los viajeros” (ROBBE-GRILLET,
1969: 67). Si bien, Robbe-Grillet plantea describir un mundo objetivo existe una subjetividad latente
manifiesta en la mirada del narrador que le da sentido a los objetos. El hombre está presente en tanto
mirada.
Para concluir, se ha podido observar cómo la nueva novela o “nouveau roman” se caracteriza
por la supresión de ciertas nociones tradicionales como la psicología, la linealidad, el argumento, la
intriga, la ilusión realista, el punto de vista omnisciente y, paralelamente, se presenta el surgimiento de
una nueva estética con categorías renovadas. Así pues, en la práctica de la escritura prevalece la
dimensión textual y el novelista deja de representar la realidad para significarla. Lo que importa es el
estilo, la invención es el tema de la novela: el cómo contar el arte. La nueva novela está más próxima al
arte por el arte, mientras que el existencialismo sartreano propone una escritura al servicio de una ética.
BIBLIOGRAFÍA