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FACULTADES DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

ESCUELAS PROFESIONALES DE DERECHO

HISTORIA DE LA FILOSOFIA
CONTEMPORANEA
CURSO : LENGUA Y COMUNICACIÓN I

PROFESOR : AGUIRRE ROJAS, Arcadio

INTEGRANTES: SANCHEZ CCANTO, Jorge


PEREA SOSA, Isaac
RIOS NOVOA, Boris

TURNO : Mañana

CICLO : I

PUCALLPA – PERÚ
2018
DEDICATORIA

A nuestros padres que me han dado la


existencia; y en ella la capacidad para
superarnos y desear lo mejor en cada paso
por este camino difícil y arduo de la vida.
Gracias por ser como son, porque su
presencia y persona han ayudado a construir
y forjar las personas que ahora somos.

A mis maestros y amigos; que en el andar por


la vida nos hemos ido encontrando; porque
cada uno de ustedes ha motivado nuestros
sueños y esperanzas en consolidar un mundo
más humano y con justicia .Gracias a todos
los que han recorrido con nosotros este
camino, porque nos han enseñado a ser más
humanos.

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PRESENTACION

En el siglo XIX se dieron procesos que terminaron de configurar la sociedad


occidental y su visión del mundo: la Revolución Industrial y la revaloración de la
educación en función a la ciencia.

El desarrollo de la industria, se suponía, implicaba el progreso del país por lo que


el conocimiento científico alcanza preponderancia; de esta manera se trata de
conocer para lograr un dominio afectivo de la naturaleza.

En el siglo XX encontramos cambios y representantes en todos los campos da


la actividad humana. Observamos procesos sociales muy importantes, el
capitalismo ingresa a su fase superior cuyas propias contradicciones
desencadenan la primera y segunda Guerras Mundiales, así como que llevan al
desarrollo de estados socialistas.

Es así que la ciencia desarrolla muchísimo en sus distintos niveles, abordando


ámbitos de la realidad antes no estudiados, notamos como la psicología, la
biología y las matemáticas registran avances importantísimos, pero es en la
física donde ha acontecido una auténtica revolución. Revolución científica de una
trascendental repercusión filosófica, ya que modifica el panorama del mundo y
propone nuevos modelos metodológicos y conceptuales de interpretación de la
realidad.

La filosofía contemporánea empieza con el pensamiento positivo de Augusto


Comte, luego se consolida más esta época, con la aparición de la doctrina
socialista de Carlos Marx, la aparición del filósofo vitalista Nietzsche y quizá la
filosofía da un giro radical con la aparición de William James y su concepción de
filosofía, ya que todos los filósofos nos habían hablado de una filosofía teórica y
conceptual, pero él hace un gran aporte a la filosofía, él hace que la filosofía se
vuelva tanto teórica como práctica con la aparición del pragmatismo filosófico, y
también es bueno recalcar sus trabajos para el Funcionalismo psicológico,
James es un filósofo que siempre se centra en dos puntos, en el inconsciente
del ser humano y en la práctica de los conocimientos teóricos.

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Además el tema principal de los filósofos contemporáneos es el problema del
hombre, tratando de explicar su esencia y naturaleza, en el cual consideran al
hombre como un ser y como un animal, apareciendo representante destacados
como: Max Scheler, Wilhelm Dilthey, José Ortega y Gasset, Jean Paul Sartre,
Ernst Casserier, entre otros.

Los estudiantes…

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CAPITULO I

1.1. Origen de la filosofía


La historia de la filosofía contemporánea, hecha desde los años centrales
del siglo XX, tiene que situar a los pensadores de la última centuria en
una perspectiva desusada, que no coincide con el modo habitual de
representarse sus figuras. En efecto, nosotros tenemos que interpretar la
filosofía del pasado próximo llevando como guías dos ideas rectoras: una,
la comprensión de ese tiempo, distinto aunque cercano; la otra, la
necesidad de explicar cómo de esa filosofía viene la nuestra, y cómo a
ese tiempo sucede el que nos ha tocado vivir. Esto impone, en primer
lugar, una apreciación de la significación de los filósofos del siglo XIX que
no corresponde a la que estuvo vigente entonces. Algunos pensadores
oscuros y mal entendidos por su contorno aparecen hoy como lo más
sustantivo y eficaz de la filosofía del siglo pasado. Y dentro de su obra,
con frecuencia las dimensiones menos notorias y famosas en su tiempo
se revelan como decisivas y aun como anticipaciones de los más
profundos descubrimientos de nuestros días.

En el siglo XIX es una época de cierta anormalidad filosófica; en rigor, no


comienza hasta después de la muerte de Hegel, en 1831; su primer tercio,
con el último de la centuria anterior, forma un periodo bien distinto,
dominado por el idealismo alemán. Al morir Hegel, se agota una etapa y
sobreviene a la filosofía una honda crisis, en la que casi desaparece. Esto
no es extraño, porque la historia de la filosofía es discontinua, y a las
épocas de máxima tensión creadora suceden siempre largos años de
relajación, en que la mente parece no poder soportar el esfuerzo
metafísico; pero en el XIX la filosofía aparece, además formalmente
negada, lo cual supone un peculiar hastío del filosofar, provocado, al
menos parcialmente, por el abuso dialéctico en que cae el genial
idealismo alemán. Entonces surge la necesidad apremiante de atenerse
a las cosas, a la realidad misma, de apartarse de las construcciones
mentales para ajustarse a lo real tal como es. Y la mente europea de 1830
encuentra en las ciencias particulares el modelo que ha de trasladar a la

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filosofía. La física, la biología, la historia van a aparecer como los modos
ejemplares de conocimiento. De esta actitud nace el positivismo.

El propósito inicial – atenerse a la realidad misma – es irreprochable y


constituye un permanente imperativo filosófico. Pero aquí comienza,
justamente, el problema: ¿cuál es la realidad? Como vemos, la filosofía
no puede acotarse ni definirse extrínsecamente, sino que su delimitación
misma supone una previa cuestión metafísica. Con sobrado
apresuramiento, el siglo XIX cree poder suprimirla y afirma que la realidad
son los hechos sensibles. Este es el error que invalida el positivismo. Y se
podría interpretar sin violencia la filosofía de Comte hasta hoy como un
esfuerzo para restablecer efectivamente ese postulado, por hacerse
verdaderamente positiva; en otros términos, por descubrir cuál es la
realidad auténtica, sin construcciones mentales y sin exclusiones, para
atenerse fielmente a ella.

Porque, claro es, tanto se desvirtúa la realidad mediante adiciones como


mediante supresiones. Lo que mi pensamiento superpone a las cosas, las
altera y falsea; pero no menos falsedad significa la parcialidad, el tomar la
parte por el todo, el cree que algo real es, sin más, la realidad. Repetidas
veces la filosofía ha identificado una porción o elemento de lo que hay con
la totalidad de ello, y constantemente ha tenido que esforzarse para
corregir ese error e integrar la visión de la realidad con los elementos que
se habían dejado fuera y con su ausencia falseaban la perspectiva.

Pero el error con que comienza el siglo XIX es más grave; porque define
lo real, es decir, formula una tesis metafísica, y al mismo tiempo no se da
cuenta de ello, hasta el punto de que niega su posibilidad; es decir, no
toma su interpretación de la realidad – los hechos sensible – como lo que
es, una interpretación, sino como la realidad misma; parte de ese
supuesto sin tener siquiera conciencia de él. Por eso, el problema que se
planteará a la filosofía después del positivismo es doble: primero,
descubrir la realidad auténtica, lo que se llamará después la realidad

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radical, y, en segundo lugar, reivindicar la necesidad y la posibilidad de la
metafísica.

Las dos empresas transcurren simultánea y paralelamente. No se va a


hacer una especulación acerca de la filosofía misma, en virtud de la cual
se muestre la validez del conocimiento metafísico, para investigar
después, ya en posesión de ese instrumento, la estructura de lo real. Al
contrario, el esfuerzo del filosofar mismo llevará a la evidencia de que el
positivismo estaba haciendo ya metafísica, justamente cuando pretendía
eliminarla. Hacía metafísica, pero sin saberlo, es decir, de un modo poco
positivo, y por eso erróneo y deficiente. Y el intento de llevar a la filosofía
a su verdadera positividad obligará, por una parte, a reparar en realidades
que habían sido obstinadamente pasadas por alto – concretamente la
esfera de los objetos ideales y la realidad de la vida humana, con sus
peculiares modos de ser y todas sus consecuencias ontológicas–; y, por
otra parte, para aprehender esas realidades será menester usar de
instrumentos mentales nuevos, que darán una nueva imagen del
conocimiento y de la filosofía misma.

De este modo, nuestro tiempose encuentra en la situación de crear una


nueva metafísica, que por serlo está radicada en toda la tradición del
pasado filosófico. Después de las anticipaciones de unos cuantos
pensadores geniales del siglo XIX, la fenomenología, la filosofía
existencial y la de la razón vital han creado un método de saber y han
vuelto la atención al mundo ideal y a la realidad de la vida. Ahora esta
filosofía de nuestro tiempo desciende al fondo de las cuestiones últimas,
y con ello adquiere su máxima expresión.

1.2. Filosofía y pensamiento


La Filosofía en nuestro pensamiento, pero especialmente, la función que
ella tiene como terapia y como orientadora de vida, es decir, la Filosofía
como acción de pensamiento.

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Se cree a menudo, y en esto han tenido buena culpa muchos filósofos y
profesores de Filosofía, que la Filosofía es una disciplina muy elevada
para el pensamiento corriente, y por otro lado, que la Filosofía consiste en
la contemplación de las ideas, es decir, buscar el saber por el saber, una
especie de éxtasis solipsista sapiencial. También existe un prejuicio
bastante arraigado en la cabeza de algunos practicantes filosóficos y de
otras esferas del saber: la profundidad de pensamiento es ambigüedad
en la escritura. O dicho de otra forma más directa: la ambigüedad en la
escritura reflejaría la profundidad en el pensamiento de un filósofo o de un
intelectual. Aquí es oportuno recordar a Azorín, quien afirmaba que
cuando el estilo es oscuro, hay motivos para creer que el entendimiento
no es neto.

Puede que se trate de cierto estilo, o puede que no. Lo cierto es que
históricamente Heráclito y posteriormente Hegel adoptaron esa
ambigüedad en la escritura como forma de expresión filosófica. Parece
más bien que la ambigüedad en la escritura refleja una incapacidad de
poner por escrito nuestros pensamientos de una forma clara y sencilla. Es
decir, la ambigüedad escrita es poca claridad de pensamiento. De lo
anterior no se sigue, por su puesto, que Heráclito y Hegel fueran incautos
de pensamiento, sino sus falsos imitadores. Pensar bien es hablar y
escribir con claridad. Pero más allá de esto, pues no todos anhelamos
escribir, pensar bien es actuar bien, donde actuar bien quiere decir actuar
inteligentemente.

Es bien sabido que para los eruditos de la Filosofía escribir de la forma


como aquí voy a escribir es casi un insulto a la Sagrada Filosofía. Esto
por cuanto se considera que la Filosofía es profundidad de pensamiento,
profundidad en la escritura. Esto es cierto. Sin embargo, esta filosofía es
para académicos, no para el profano o la profana de la calle que poco
saben sobre filosofía. La Filosofía nació como una especulación profunda
que tomó distancia del mito para anclarse en el mundo del logos y explicar
la realidad que nos envolvía en un torbellino de ignorancia por no tener
una clara explicación de sus fenómenos. La Filosofía nació como

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orientadora de vida y es necesario que vuelva a tomar el lugar que le
corresponde. Sobre todo en este mundo polifónico que nos toca vivir
caracterizado por el tedio reflexivo producto de una tecno-industria
pragmatista y profusamente comercial.

Por supuesto, la Filosofía es profundidad de pensamiento, y ella tiene que


desenmascarar desde sus diversas especialidades aquello que desde
Parménides y Platón se conoció como doxa y episteme (mera opinión
corriente y conocimiento fundado). En este sentido, es tarea de la Filosofía
evidenciar por medio del análisis epistemológico la falacia de algunos
saberes que pretenden pasar por incuestionables; el análisis ético de
aquellas ciencias que aún hoy se creen neutrales ante la sociedad, ante
la vida humana y ante todas las demás formas de vida; el análisis estético
de aquello que se dice arte, pero es la decadencia de la creatividad
artística; al igual que el análisis gnoseológico, lógico, ontológico,
metafísico, teodiceico, entre otras tantas especialidades de la Filosofía y
que tiene como fin dilucidar una realidad fragmentaria en una unidad de
sentido.

Pues bien, lo que a continuación voy a exponer es tan sólo una idea de lo
que es la Filosofía al servicio del pensamiento y de la acción; es decir, la
relación que tiene el pensamiento nuestro con nuestra acciones
cotidianas, y en consecuencia, cómo una filosofía práctica nos puede
orientar en la vida cotidiana. Esto es, la Filosofía como terapia y como
orientadora de vida. Se trata de una pequeña invitación a pensar y actuar
filosóficamente. Esto se opone a la noción tradicional de una saber por el
saber, de una sabiduría solipsista. Aquí, por el contrario, vamos a
considerar toda la riqueza intelectiva que tiene la disciplina filosófica, y
mejor aún, lo que provoca en nosotros esta dimensión del pensamiento,
no ya para saber por saber, sino en saber para actuar. La Filosofía
abandona ese imaginario del sabio contemplando su propia sabiduría,
para orientarse activamente en la vida a partir de ese saber filosófico.
Seguirá siendo solipsista en la medida que es un sujeto que la

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experimenta, pero un sujeto que interactúa con la realidad externa, que
interactúa con el medio que lo envuelve quiéralo o no.

1.3. Filosofía y naturaleza


Se le suele asignar a la filosofía el estudio del significado de “naturaleza”
o el examen de su concepto. Por ejemplo, pertenecen a la filosofía la
ontología de la naturaleza y de los objetos naturales; la función de la
naturaleza en el conjunto de la realidad, etc.

No todos aceptan esta separación entre el estado filosófico y científico de


la naturaleza; algunos piensan que la filosofía puede agregar a la ciencia
conocimientos sobre las leyes de la naturaleza, al suponer que no hay
diferencia entre ciencia natural y filosofía natural y dando por sentado que
aunque los conocimientos que proporciona la filosofía natural son distintos
de los científicos, pertenecen al orden formal y material.

Este significado de la filosofía de la naturaleza es usual en Aristóteles, en


algunos escolásticos y en la filosofía de la naturaleza del idealismo
alemán.

Uno de los temas principales de la física aristotélica es la filosofía natural


como conocimiento completo de la naturaleza en profundidad.

La física aristotélica no es solamente una física del objeto natural sino


también una ontología, que estudia las causas segundas de todo, tanto
de la ontología, como de la física o de la psicología.

Aristóteles destaca la unidad del conocimiento de la naturaleza como una


sola ciencia que estudia al mismo tiempo la ontología y el o los
movimientos de ella.

Para los escolásticos la filosofía natural es la ciencia del ente móvil, que
es su objeto formal.

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Sin embargo, no siempre hubo coincidencias sobre el campo que abarca
la filosofía natural. A veces, la parte experimental estuvo incluida y otras
excluida, considerando a la filosofía natural sólo desde la perspectiva
especulativa.

En la época moderna, los problemas que plantea el conocimiento


científico, principalmente el físico, provocan interrogantes filosóficos, pero
sólo en forma excepcional se sugiere que la filosofía natural pueda ser
una disciplina autónoma.

Por ejemplo, en el idealismo alemán, Kant define a la naturaleza como la


suma de todo lo que existe según leyes, en forma determinada.

Una parte de la filosofía trascendental es la metafísica de la naturaleza


como una ciencia que se fundamenta en principios “a priori”, a diferencia
de la teoría empírica de la naturaleza que no depende de la metafísica.

En cuanto a la filosofía de la naturaleza de los románticos, principalmente


Schelling y Hegel, trasciende el marco kantiano.

Schelling propone una explicación física del idealismo y Hegel evidencia


interés en construir una lógica aplicada, ofreciendo este autor un aspecto
fantasioso y arbitrario de la filosofía de la naturaleza.

Después de Hegel, hubo un gran cambio en el significado que se le dio a


esta disciplina.

Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, era común la formación
de grandes síntesis del conocimiento científico natural, con los agregados
indispensables para lograr una visión completa de la naturaleza.

El uso de la inducción y de la analogía en sentido muy amplio, fue la base


común a todas estas propuestas.

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Cada vez más la tendencia es ir prescindiendo de la expresión “filosofía
de la naturaleza” para reemplazarla por otras menos polémicas, como por
ejemplo por la “cosmología”.

Al mismo tiempo se cuestiona cada vez más el hecho de que la filosofía


natural tenga un objeto propio.

1.4. Filosofía y sociedad


Hablar de la relación entre filosofía y sociedad resulta hoy incómodo.
Podríamos adoptar la estrategia de la avestruz: meter la cabeza en el
suelo y no mirar. Envolvernos en nuestra propia historia y crear un relato
hostórico en el que ir desgranando cómo los diferentes pensadores han
sido imprescindibles para el cambio social. Delitarnos con una falsa
autocomplacencia de un pasado esplendoroso que quizás nunca fue tal.
En fin, podríamos faltarle el respeto a la famosa frase de Hamlet: "Hay
más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu
filosofía". Pero no serviría de mucho. Y tampoco otra estrategia habitual
en el mundillo intelectual: descargar toda nuestra ira, filosófica o no, contra
una sociedad que hace ya décadas que nos ha vuelto la espalda, si es
que alguna vez a lo largo de la historia dio la cara, hacia una forma de
pensamiento peculiar, que no destaca por su accesibilidad. Un ejercicio,
en fin, de acoso y derribo hacia una sociedad que tiene los oidos puestos
en otras cosas.

No es este un buen camino. Acusar a la sociedad es quedarse solo por


una parte. Hay que preguntarse por qué, después de dos años de filosofía
en el bachillerato, son excepción los que salen hablando bien de la
filosofía, habiendo disfrutado en al menos una parte de sus clases. Más
que nunca, hoy tenemos delante nuestro la crisis de la filosofía en el
sistema educativo: se oyen voces muy críticas con el ministerio, con la
sociedad de masas y consumo. Pero no se escucha la autocrítica. En qué
hemos convertido la filosofía los profesores, desde el que acaba de
empezar en la enseñanza hasta el catedrático de universidad que está a
punto de jubilarse. Hablar hoy de filosofía y sociedad pasa

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necesariamente, a mi modo de ver, por investigar en qué punto ha perdido
la filosofía la toma de tierra. En qué momento se ha encerrado sobre sí
misma, elaborando un discurso propio, en el que solo brillan algunas
excepciones que, afortunadamente, encuentran un pequeño espacio en
los grandes medios de comunicación. Y hay otro fenómeno bien peculiar:
el renacer de nuevas experiencias filosóficas como ejemplo de un camino
a seguir que quizás pueda conectar con la sociedad. La perplejidad se
convierte casi en imperativo cuando vemos cómo languidece la
enseñanza filosófica reglada mientras renacen encuentros, charlas,
talleres y cafés, que empiezan a extenderse por ciudades bien diversas.
Puede que la sociedad, al menos una pequeña parte de ella, sí quiera
filosofía, pero no necesariamente el fósil que a veces se encuentra en un
aula.

La filosofía que emana del diálogo sí parece encontrar una respuesta


positiva. Un mensaje para navegantes: el filósofo hoy no sólo tiene que
saber hablar, sino también escuchar, argumentar. Esa pretensión
filosófica casi hasta engreida de "transformar la sociedad" se está
invirtiendo en las últimas décadas: es la sociedad la que va cambiando la
filosofía, la forma en la que se concibe a sí misma y también la relación
que mantiene con el resto de saberes. Todo lo que ha dado en llamarse
filosofía práctica empieza a bullir, propagando la pregunta más que la
respuesta, el filosofar en torno a la vida a través de la filosofía más que el
aprender la filosofía para después cuestionarse si acaso puede ayudarnos
a enfocar la vida. Nunca será la filosofía una actividad de masas, pero lo
que sí es cierto es que la porción de la sociedad que se interesa por la
filosofía demanda de esta una actitud de apertura y diálogo. Compartir las
ideas, refinarlas, ponerlas en común. Lecturas discutidas en voz alta,
cuestionadas por todos y no solo por especialistas en un código que a
veces se clausura en sí mismo. Esta es la manera de salvar la filosofía
para la sociedad. Y el único camino de verdadero cambio social,
asumiendo que no será nunca a medio o corto plazo, sino que se dilatará
en el tiempo. Si queremos que la filosofía tenga un mayor influjo social,
hemos de esperar décadas de buenas prácticas filosóficas. En lo que esto

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no ocurra, seguiremos atrincherados en el lamento y el rechazo a una
sociedad que según creemos, no entiende lo que queremos decir o no lo
valora. Lo cual es especialmente grave cuando a menudo ni siquiera los
que estamos cerca de la filosofía podemos ponernos de acuerdo en
cuestiones tan fundamentales como esta: qué es filosofía, qué es
enseñarla, qué es aplicarla y qué relación ha de tener con la sociedad en
la que se desarrolla.

CAPITULO II

2.1. La filosofía e historia

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La filosofía de la historia es la rama de la filosofía que estudia el desarrollo
y las formas en las cuales los seres humanos crean la historia.

Las preguntas sobre las cuales trabaja la filosofía de la historia son tan
diversas y complejas como los motivos que las han provocado. Algunas
de las cuestiones fundamentales son: ¿Existe un fin u objetivo teleológico
de la historia, es decir un propósito, diseño, principio director o finalidad
en el proceso de creación de la historia? ¿Hay patrones en el pasado
humano, por ejemplo ciclos o progreso? ¿Existe el progreso y su antítesis
en la historia? ¿Cuáles son, en tal caso, sus respectivas direcciones? ¿Y
cuál es la fuerza directriz de ese progreso, de existir?

Otra cuestión clásica es determinar cuál es el sujeto histórico adecuado al


estudio del pasado humano. ¿Es el individuo, las organizaciones sociales,
la cultura, o acaso la especie humana por entero? Algunos filósofos
modernos sostienen que la historia ha dejado de ser el estudio de
unidades, de hechos, pasando a ser el estudio de una compleja totalidad,
que comprende no sólo las acciones humanas pasadas y sus
consecuencias visibles, sino un sinnúmero de factores en su contexto,
como las relaciones humanas, las corrientes de pensamiento, las
motivaciones particulares y, tal vez el factor más recientemente
incorporado y que más ha revolucionado la filosofía de la historia, es el de
los pensamientos, acciones, relaciones y motivaciones de aquel individuo
que escribe la historia, esto es, del historiador.
La filosofía de la historia nació en el s. XVIII. Tradicionalmente se le
atribuye a Voltaire que fue el primero en acuñar el término para una obra
escrita por él en 1765 y que firmó como Abate Bazin. Sin embargo, el
término fue utilizado unos siglos antes por Jean Bodin en Método para el
conocimiento fácil de la historia, donde califica a Filón de Alejandría como
a un philosophitoricus (filósofo de la historia). También se admite que
Giambattista Vico fue el auténtico creador de la disciplina en su Principios
de ciencia nueva.

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Voltaire entendía por filosofía de la historia una disciplina crítica, por lo
que trata de explicar los acontecimientos pasados por medio de principios
razonables con el fin de que "la luz" de la razón elimine todo el fanatismo
y las supersticiones irracionales que había en la historia.

En el s. XIX, Hegel le dio un sentido más amplio a la filosofía de la historia


y diferenciado a lo considerado por Voltaire. Él fue el primero en incorporar
a la Universidad de Berlín esta disciplina. Para Hegel la filosofía de la
historia hay que entenderla como una historia global o universal. El sentido
de la disciplina de la historia sufrirá un cambio en la escuela positivista
con Leopold von Ranke. Para él eran el gobierno de las leyes generales y
universales que rigen el mundo y que deben ser relatados por la historia
como una ciencia empírica.

La respuesta a por qué no surge antes del XVIII esta disciplina es debido
a que los filósofos de otras épocas se han centrado en otras cuestiones,
en la Antigua Grecia por la física, matemática, etc. En la Edad Media por
la teología y más tarde en las ciencias naturales y finalmente los filósofos
sintieron la necesidad de reflexionar sobre la historia en el siglo XVIII y
que cuyo objeto era el pasado. Esta historia plantea una serie de
problemas que se dividen en cuatro apartados:

La naturaleza de la historia: gira en torno a la posibilidad de elaborar un


método de lo que podemos llamar ciencias, es decir, es susceptible de
plantear problemas capaces de ser resueltos.
El objeto de la historia: son las acciones pasadas de los hombres del
pasado.
El método de la historia: es la interpretación de los testimonios, que le
permite al historiador responder y analizar sobre la base de los signos
dejados por el pasado.
Valor y sentido de la historia: el saber histórico nos permite conocer mejor
al ser humano, ya que la mejor forma de conocernos, es estudiando
nuestras obras.

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La concepción de la filosofía de la historia es inseparable y depende de la
concepción de la historia, y por tanto, la comprensión del objeto está
condicionada por la interpretación que hace la filosofía de la historia. Tuvo
una interpretación ilustrada, resultado de una concepción renacentista de
la historia, que a su vez es el precipitado de fenómenos de la Antigüedad
y el Medievo.

Para los griegos la historia es el conocimiento que se transmite mediante


investigación, no por transmisión antiquísima, como el mito. Es
investigación, indagación, interrogatorio de un testigo ocular, y el
resultado de dicho interrogatorio.

Ιστορ, es un testigo árbitro que puede actuar como juez y puede aclarar
lo que ocurrió. Ιστορεω, es el verbo que significa investigar, indagar, por
lo que semánticamente significa indagación, y ha pasado el término a la
mayoría de las lenguas occidentales a partir del latín historiae.

Los romanos entendían la historia igual que los griegos, como demuestra
Tácito, que utilizó el término historiae cuando hablaba de la época que el
mismo había vivido y las que son anteriores a él, y no puede observar
personalmente. Los llama Annales, por lo que no representaba la
narración de hecho del pasado. En la época romana se empleraron
annales y crónicas.

En la Edad Media, historiae serán los hechos sagrados expuestos en la


Biblia y la hagiografía.

En el Renacimiento se establecen las bases para elaborar un tipo


homogéneo de literatura histórica que se le puede llamar historia. En esa
época es cuando la historia se abra a los sucesos del pasado y surja el
germen de la historia científica.

A partir de ese momento se desarrollará un criticismo ingente de la


historia, sobre todo en el s. XVIII, donde se entenderá la historia de dos

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formas: por un lado a los acontecimientos hechos por el hombre (res
gestae); y el reconocimiento mental de estos, cognitio (res memoria). Para
ellos no sólo existe la realidad histórica sino el conocimiento o estudio de
dicha realidad, es decir, la historia se convirtió en ciencia.

A partir de esta doble concepción, la historia planteó dos problemas a la


filosofía: uno de tipo ontológico y otro epistemológico. La res gestae
planteó problemas ontológicos, pero si nos referimos al segundo
significado, serán de tipo epistemológico.

Los de tipo epistemológico, son los problemas planteados por la historia


en cuanto a un modo de ciencia. Un ejemplo sería el de aclarar si la
historia es un conocimiento inmediato o no. El conocimiento histórico es
ideográfico. Las leyes de la naturaleza rigen también la historia. También
se crearon categorías históricas y se planteaba qué tipo de verdad es la
verdad del conocimiento histórico.

La filosofía del conocimiento histórico se ocupará por tanto de la realidad


histórica (res gestae) y la historiografía (res memoria).

2.2. La sociedad contemporánea


Análisis de algunos de sus principales rasgos, tales como: la masificación
y democratización, la transformación en la inserción social de las mujeres,
la creciente autonomía de los jóvenes, el derrumbe de las utopías sociales
y el fortalecimiento de la religiosidad.

La sociedad actual, producto de profundos cambios económicos que han


traído aparejados importantes transformaciones culturales, es abordada y
hasta denominada de diferentes maneras.

Stuart Hall designa esta época como "postfordista", considerándola un


estadio posterior del capitalismo. El mismo autor considera esta etapa
como resultado de una profunda transformación en los modos de trabajo

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(tecnología de por medio), en los productos y esencialmente en su
comercialización y consumo.

Según D. Bell: «... La ética protestante fue socavada no por el modernismo


sino por el mismo capitalismo. El mayor instrumento de destrucción de la
ética protestante fue la invención del crédito. Antes para comprar había
que ahorrar. Pero con una tarjeta de crédito los deseos pueden
satisfacerse de inmediato...» (1990:31).

El marco económico de esta sociedad está caracterizado por el


predominio de empresas multinacionales y la globalización de los
mercados financieros. En nuestras sociedades, con las agrupaciones
obreras y profesionales debilitadas, las multinacionales han actuado con
gran autonomía frente a estados débiles que priorizan el ingreso de
capitales privados sobre el bienestar social.

Para Hall, la sociedad contemporánea está atravesada por «...la


existencia de una gran fragmentación y pluralismo social, el debilitamiento
de viejas solidaridades colectivas y de las identidades concebidas como
‘bloques’ ante la emergencia de nuevas identidades. Por eso, la
maximización de elecciones individuales a través del consumo personal
son dimensiones igualmente significantes de las tendencias del
posfordismo...» (Hall, 1993: 94). En los medios masivos, especialmente
en la televisión, es donde se vislumbra con mayor claridad esta situación.

Frente a esta posición fuertemente económica existen otros autores como


Scott Lash, para quienes el posmodernismo está confinado al ámbito de
la cultura.

«...El posmodernismo es estrictamente cultural. Es sin duda una especie


de paradigma cultural... un ‘régimen de significación’...» (Lash, 1997: 20).

Para Gilles Lipovetsky, la cultura posmoderna mediante un ‘proceso de


personalización’ tiene un marcado sesgo narcisista y hedonista que

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acentúa el individualismo hasta el egoísmo. Para él, la consigna del sujeto
posmoderno es mantenerse joven y hermoso. Se encumbra el placer y el
cuerpo. Ya no se habla de dietas, gimnasias o tratamientos médicos para
sentirse físicamente bien, sino para lucir un "envase" o "envoltorio"
atractivo y lo más joven posible.

Este estilo de vida consumista y hedonista se difunde, con el aporte de la


tecnología y los nuevos diseños. La "‘estética" ha penetrado el mundo de
la producción moderna acorde a los ‘nuevos tiempos’.

La "‘imagen" se ha vuelto un lugar clave en la comercialización y el


consumo. El estilo y su representación del cuerpo son puntos clave donde
se apoya el consumo de hoy.

Más aún, a través de la publicidad, existe una proliferación de mundos


que tienen sus propios "códigos de comportamiento" que remiten a ciertas
"escenas", "economías" y "placeres" que sólo pueden ser alcanzados,
como en un espejismo, a través del consumo. La sociedad posmoderna
va más allá del consumo, sencillamente lo honra y exalta.

CAPITULO III

3.1. Filósofos contemporáneos


Los filósofos contemporáneos más conocidos e influyentes son personas
cuyas mentes han vivido en el siglo XXI, etapa marcada por el desarrollo

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de la tecnología y los medios de comunicación que han cambiado la vida
de los seres humanos.

En la sociedad moderna donde pocos están preocupados por “ser” y más


bien ocupados tratando de “tener”, los filósofos nos ofrecen nuevas ideas
o nuevas interpretaciones de viejas ideas.

Por otro lado, la filosofía moderna se caracteriza por abordar nuevos


temas. Por ejemplo, el cambio climático o la relación entre el hombre y los
animales.

filósofos contemporáneos más influyentes

Mauricio Hardie Beuchot

Autor de más de 100 obras, el filósofo mexicano Mauricio Hardie Beuchot


propone la hermenéutica analógica como una estructura intermedia entre
a univocidad y la equivocidad.

Para Beuchot la equivocidad es la a diferencia entre la aplicación y el


significado de las cosas. Es un criterio relativo y subjetivo, mientras que la
univocidad es la identidad de las cosas, que no depende de su significado
o aplicación. Es un criterio objetivo.

La filosofía de Beuchot es interpretativa y no asume posturas extremas.


Su meta es que al filosofar exista una interpretación principal sobre el
problema e interpretaciones secundarias que detallan la idea principal. La
teoría de Mauricio Beuchot surge durante el Congreso Nacional de
Filosofía de Morelos, México, en 1993.
Sus ideas han sido influenciadas por el método analéctico de Enrique
Dussel y la analogía de C. Peirce. Su filosofía plantea la posibilidad de
interpretación y recupera la noción de la Frónesis de Aristóteles.

21
Beuchot es miembro del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL), de
la Academia Mexicana de la Historia, de la Academia Mexicana de la
Lengua y de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino.

Dany-Robert Dufour

El filósofo francés Dany-Robert Dufour se ha destacado por sus estudios


de los procesos simbólicos, el lenguaje, el psicoanálisis y la filosofía
política. Trabaja en la Universidad de París y en otros países como Brasil,
México y Colombia.

El tema principal de sus obras es el sujeto en la sociedad postmoderna y


los problemas a los que este se enfrenta. En sus obras Le Divin Marché,
La révolution culturelle libérale y La Cité perverse -libéralisme et
pornographie, el filósofo defiende que la sociedad contemporánea se basa
en principios amorales y la crisis cultural ha hecho posible que surgan
crisis económicas como la del 2008.

Su primer libro Le Bégaiement des maîtres debate y amplia ideas de los


filósofos estructuralistas de mediados del Siglo XX.

Roberto Esposito

“¿Por qué, al menos hasta hoy, una política de la vida amenaza siempre
con volverse acción de muerte?” Roberto Esposito continua la reflexión en
sus obras sobre la relación entre la política y la vida. Antes de Esposito,
los filósofos Michel Foucault y Rudolf Kjellén habían desarrollado este
concepto.

Roberto Esposito es además catedrático y editor y consultor de revistas


científicas. Trabaja en el Instituto Italiano de Ciencias Humanas de
Florencia y de Nápoles y en la Facultad de Ciencias Políticas del Instituto
Oriental de Nápoles. Coedita la revista «Filosofía Política» y es uno de los

22
fundadores del Centro para la Investigación sobre el léxico político
europeo.

También coladora con las revistas «MicroMega», «Teoría e Oggetti»,


Historia y Teoría Política collar Ediciones Bibliopolis, «Comunità e Libertà»
de la editorial Laterza y «Per la storia della filosofia politica».

Es miembro del Colegio Internacional de Filosofía de París. Entre sus


obras más destacadas están Tercera Persona. Política de la vida y
filosofía de lo impersonal, Communitas. Origen y destino de la comunidad
y Bíos. Biopolítica y filosofía.

Gary Lawrence Francione

¿Tienen los animales derechos? Este pensador, fundador y director del


Rutgers Animal Rights Law Centre, es profesor de Derecho en la
Universidad Rutgers. Ha desarrollado la teoría abolicionista de derechos
de los animales no humanos y es especialista en los derechos de los
animales.

Considera que la idea de que los animales son propiedad del ser humano
es errónea. Los animales, al igual que el ser humano son habitantes de la
tierra y tienen derechos. Este pensador promueve el veganismo y rechaza
el consumo de cualquier producto animal.

Sus trabajos se centran en demostrar que los animales no son propiedad


del ser humano y también tienen derechos. Sus ideas son más radicales
que las de los defensores de animales que luchan por el bienestar animal
que, según Lawrence, no es lo mismo que el derecho animal. Entre sus
obras más famosas están Animales como personas y Animales,
Propiedad y la Ley.

Kwasi Wiredu

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¿Se puede filosofar en lenguas nativas africanas? A mediados del Siglo
XX termina la época colonial y los pueblos africanos inician una búsqueda
de su identidad. El filósofo africano Kwasi Wiredu conocido por sus
reflexiones sobre la época poscolonial.

Desde su independencia, el continente atraviesa una reconstrucción


económica, política y cultural. El dilema entre las formas de gobierno y la
organización social y cultural (tribus) de los pueblos africanos es reflejada
en los trabajos de Wiredu. Su meta es restaurar la identidad cultural que
se fragmentó durante la colonización de los países occidentales.

Al pensar en su propia lengua y reflexionar sobre problemas los conceptos


empleados en el discurso filosófico que no tengan sentido en alguna
lengua africana serán traducidos o creados. Esto permitirá el desarrollo
de la lengua, que al fin y al cabo es la base del pensamiento.

David P. Gauthier

Desarrolló la teoría moral contractualista neo-hobbesiana en su libro La


Moral por Acuerdo. Además de las ideas de Hobbs, su teoría está basada
en la Teoría del Juego y la Teoría de la Elección Racional.

David P. Gauthier considera que las personas deben ponerse de acuerdo


en la definición de lo que es una actitud moral. Según el autor la moral
debe fundamentarse en la razón.

Gauthier es además catedrático de la Universidad de Pittsburg. Entre sus


libros se destacan Egoísmo, moralidad y sociedad liberal y Rousseau: The
Sentiment of Existence.

Julian Nida-Rümelin

24
¿Al actuar, es racional pensar en cuál actuación tiene mejores
consecuencias? ¿Justifica el fin los medios? Este filósofo práctico discute
en sus obras problemas éticos, sociales, del estado y del derecho.

Se especializa en la ética, la racionalidad, las teorías culturales, la filosofía


política, las teorías de la ciencia y la epistemología.

Su tesis doctoral explora la relación entre la moralidad y la racionalidad


según la teoría de la decisión. Sus obras debaten la importancia del
“actuar racionalmente” y estudian modelos de actuación
consecuencialistas.

En sus obras La lógica de las decisiones colectivas y Crítica del


consecuencialismo hace una crítica del postulado “es racional aquello,
que posee mejores consecuencias”.

El alemán Julian Nida-Rümelin es uno de los filósofos más influyentes de


Alemania. Entre sus ideas más conocidas está su teoría de la democracia.

Nida-Rümelin fue Ministro de Cultura durante la cancillería de Gerhard


Schröder. En su obra “La democracia y la verdad” critica al escepticismo
en el ámbito de la política y contradice la escuela de Carlo Schmitt y el
decisionismo político.

Michel Onfray

El hedonismo ético. Este filósofo francés, fundador de la Universidad


Popular de Caen, pertenece a un grupo de intelectuales individualistas y
anarquistas. Michel Onfray ha escrito 30 obras sobre su proyecto
hedonista ético.

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Muchas de sus ideas son utopistas y sus obras promulgan la creación de
una nueva sociedad basada en el capitalismo libertario, la comuna y las
ideas de Proudhon.

Muchos consideran que el filósofo promueve un socialismo libertario.


Según Onfray, el capitalismo es inherente a la tierra y está relacionado a
la escasez y el valor de los bienes materiales. Onfray defiende que han
existido distintos capitalismos: un capitalismo liberal, un capitalismo
antiliberal, un capitalismo soviético, un capitalismo fascista, un capitalismo
guerrero, un capitalismo chino y otros.

Por eso el capitalismo libertario que Onfray propone sería el reparto justo
de la riqueza. Entre sus obras están El vientre de los filósofos. Crítica de
la Razón Dietética, Política del rebelde. Tratado de la resistencia y la
insumisión o El deseo de ser un volcán. Diario hedonista.

Slavoj Žižek

Lo real, lo simbólico y lo imaginario. El crítico cultural esloveno, filósofo,


sociólogo y psicoanalista Slavoj Žižek se destacó por su obra sobre el
pensamiento de Jacques Lacan y el materialismo dialéctico que es
utilizada para ejemplificar la teoría de la cultura popular.

Según Žižek, existen 3 categorías que explican la cultura contemporánea.


Lo real, lo imaginario y lo simbólico. Los estudios de Žižek se basan en
muchos ejemplos de expresiones de la cultura popular como películas y
libros.

Lo real, según Žižek, no es la realidad, sino un núcleo que no puede ser


simbolizado, es decir cambiado por el lenguaje. Lo simbólico es el
lenguaje y sus construcciones y lo imaginario es la percepción del yo.

Žižek combina la metodología marxista con el psicoanálisis lacaniano para


estudiar las expresiones culturales contemporáneas.

26
Jacques Rancière

Jacques Rancière es discípulo de Louis Althusser y, junto a Étienne


Balibar y otros autores, escribió la obra Para leer el Capital. Sus
diferencias ideológicas sobre el Mayo Francés lo separaron de Althusser.
Entre sus primeros trabajos se destacan las obras La Parole ouvrière, La
Nuit des prolétaires y Le Philosophe et ses pauvres.

En su obra El maestro ignorante. Cinco lecciones para la emancipación


intelectual describe el método revolucionario como proceso educativo que
persigue la igualdad. Se destacan sus obras sobre la estética como en
Malaise dans l’esthétique y L’espace des mots. Una de sus recientes
monografías está enfocada en el estudio del cine.

Mohammed Abed al-Jabri


¿Cómo puede sobrevivir la tradición? Es una de las preguntas que más
preocupa a los filósofos del mundo árabe. El filósofo marroquí Mohammed
Abed al-Jabri, especialista en el pensamiento del mundo islámico,
considera que solo el averroísmo puede contestar a esta pregunta. Según
Abed al-Jabri, solo la tradición filosófica árabe es capaz de fundamentar
la cultura islámica moderna.

Este filósofo considera que la ciencia y la filosofía existe para explicar la


religión y que solo la razón podrá ayudar a reconstruir la sociedad islámica
y salvar las tradiciones. Entre sus obras se destaca la Crítica de la razón
árabe.

3.2. Ideas sobre idealismo


En filosofía, Idealismo designa las teorías que —en oposición al
Materialismo— sostienen que la realidad extramental no es cognoscible
tal como es en sí misma, y que el objeto del conocimiento está preformado
o construido por la actividad cognoscitiva.

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Principios y variantes

Las distintas variantes de idealismo postulan distintos principios que


modelan y conforman nuestra imagen del mundo de una manera
determinada:

la entidad en sí de lo real permanece en principio incognoscible, aunque


la reflexión permita aproximarse asintóticamente a un conocimiento más
refinado, en las teorías del idealismo subjetivo o trascendental.
En el caso de las teorías del idealismo objetivo, esta doctrina
epistemológica se complementa con la teoría metafísica de que el objeto
conocido no tiene más realidad que su ser pensado por el sujeto;
mediante la autoconciencia de éste, la verdadera esencia del objeto se
devela como la actividad subjetiva de pensamiento como algo real y no
abstracto.
La definición que antecede corresponde, dentro de las escuelas
filosóficas, al idealismo alemán y en concreto a Kant. No obstante Kant es
al mismo tiempo materialista, pues contempla la existencia del mundo
exterior, independientemente del hombre, cognoscible para éste, aunque
no en su totalidad; la cosa en sí es para Kant un residuo del idealismo. El
objeto del conocimiento es, y es una perogrullada, conocer, y ello no es
una actividad exclusiva del hombre. Esta oposición formal o académica,
que de suyo se comprende, oculta sin embargo la esencia de la filosofía,
es decir, la relación entre el ser y el pensar; dualismo entre ambos o
identidad. ¿Es el mundo "real" como lo muestran nuestros sentidos? o ¿es
parte sí, parte no? ¿Puede el hombre conocer la cosa en sí de Kant; la
esencia de la materia?

El idealismo distingue, por lo tanto, entre

el fenómeno (del griego φαινομαι, fainomai, "mostrarse" o "aparecer"), que


es el objeto en tanto que es conocido (como "aparece" frente a los
sentidos y la inteligencia),

28
y el noúmeno (del griego νοεω, noeo, "comprender" o "inteligir"), que es
el objeto tal como sería en sí mismo.
La realidad para el idealismo no consistirá en aquello que está frente al
sujeto como algo dado que existe por si mismo, sino en aquello que está
en el sujeto como "un contenido de su conciencia"

Características

Las características principales de este movimiento, resumiendo, son:


No conocemos las cosas tal y como son en sí (noúmeno), sino lo que
aparece (percibimos) aquí y ahora (fenómeno).
El sujeto construye, al menos en parte, el objeto: para Kant el sujeto es
activo en el sentido de que influye en lo conocido a partir de sus
estructuras aprióricas y de los procesos que en ellas descansan.
El conocimiento es independiente de la experiencia, porque los objetos
del conocimiento son los juicios a priori.
Pero al conocimiento sólo se puede llegar a través de la experiencia
porque el objeto del conocimiento son los juicios sintéticos.

3.3. Ideas sobre materialismo


El materialismo es la idea que postula que la materia es lo primario y que
la conciencia existe como consecuencia de un estado altamente
organizado de ésta, lo que produce un cambio cualitativo.

En cuanto a la relación del pensamiento humano y el mundo que nos


rodea y la cognoscibilidad de ese mundo, el materialismo afirma que el
mundo es material y que existe objetivamente, independientemente de la
conciencia. Según esta concepción, la conciencia y el pensamiento se
desarrollan a partir de un nivel superior de organización de la materia, en
un proceso de reflejo de la realidad objetiva.

El materialismo también sostiene que la materia no ha sido creada de la


nada, sino que existe en la eternidad y que el mundo y sus regularidades
son cognoscibles por el humano, ya que es posible demostrar la exactitud

29
de ese modo de concebir un proceso natural, reproduciéndolo nosotros
mismos, creándolo como resultado de sus mismas condiciones y además
poniéndolo al servicio de nuestros propios fines, dando al traste con la
“cosa en sí, inasequible”.

Las afirmaciones del materialismo entran en oposición con las del


idealismo. Al afirmar que sólo hay una "clase de sustancia" (la materia) el
materialismo es un tipo de monismo ontológico.

CONCLUSIONES

El objetivo principal de nuestro trabajo es difundir de manera clara y precisa, los


resultados de una investigación realizada sobre un área determinada del
conocimiento.

Se puede decir que, el conocimiento científico no parte de la observación directa


del problema sino el problema inicialmente dado por una teoría, lo que esta
misma logra explicar, los problemas surgidos son producto de dificultades
descubiertas por la refutación en dichas teorías

El tema central los filósofos contemporáneos es el problema del hombre, ya que


es un misterio para el propio hombre, parece indicar un enigma indescifrable, es
a la vez, un individuo aislado y un grupo de entes organizados.

Aparecen doctrinas para explicar el origen y naturaleza del hombre, en las


cuales hay acuerdos y contradicciones entre los filósofos, en los cuales cada uno
de ellas defiende su postura filosófica.

Una doctrina muy resaltante es el positivismo de Augusto Comte, el cual es un


pensamiento filosófico que afirma que el conocimiento auténtico es el
conocimiento científico. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar
científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue
la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al
individuo como objetos de estudio científico.
30
Un filósofo muy importante de esta época es Carlos Marx, fundador del
socialismo científico. Concibe a la filosofía como una praxis para hacer una
revolución, para transformar a la sociedad en un paraíso terrenal, ya que hay
contradicciones antagónicas en su interior: la lucha de clases es el motor de la
historia. También considera que el ser social determina la conciencia social.

La doctrina filosófica que califica a la vida como realidad principal es el


Voluntarismo, representado por Federico Nietzsche, que concibe a la vida como
un sentido biológico cultural. La fuerza de voluntad se contrapone a la razón. Es
así que nos habla del concepto del Súper Hombre que se refiere a la creación
de una nueva cultura, una nueva tabla de valores, de personas con capacidad
de superarse a sí mismas.

Ernst Casserier nos da entender que el hombre crece en un mundo simbólico. El


mundo es un conjunto de signos y símbolos a interpretar. El lenguaje, el arte, las
ciencias, la religión, son sistemas simbólicos, que funcionan como códigos, los
que permiten acceso a la realidad.

Wilhelm Dilthey y José Ortega y Gasset nos hablan que el hombre es un ser
histórico. El hombre posee y hace la historia y se desenvuelve dentro del proceso
histórico de la sociedad y cultura; y esa historicidad o el devenir histórico
constituye su esencia. Además nos dicen que la filosofía es un complemento de
la historia.

Una doctrina filosófica muy práctica es el Pragmatismo, el cual tuvo como


representante a William James, quien sostuvo que el pragmatismo se opone a
toda metafísica y se orienta a lo concreto empírico. El hombre busca que las
consecuencias sean beneficiosas. La verdad es lo útil.

Hay una corriente filosófica que se centra en el análisis de la condición de la


existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así
como el significado de la vida es el Existencialismo, teniendo como máxima
figura a Jean Paul Sartre; quien nos dice que el hombre está condenado a ser
libre. El hombre es producto de sus actos. El éxito o fracaso depende de uno
mismo.

31
Otro gran filósofo es Karl Popper quien es un racionalista crítico y aporta a la
epistemología. Concibe que hemos nacido con ideas que nos predisponen para
tener conocimientos. La ciencia comienza con los problemas. Para resolver los
problemas se plantean hipótesis a solucionar. Propone el criterio de falsación.

Una de las tareas más importantes para los científicos es realizar un buen trabajo
en sus campos particulares e interesarse por los demás, para no ser excluido de
la participación en la auto liberación del conocimiento y ayudar a los demás a
comprender la jerga de los científicos es una constante competencia entre unos
y otros ya que la comunicación no se expresa clara y simplemente

ANEXOS

32
REFERENCIAS

33
Abugattás, J. y J. Ballón. (1993) Para iniciarse en Filosofía. Fondo Editores

UNMSM. Lima, Perú.

Copleston, F. (1994) Historia de la Filosofía. Editorial Ariel. Barcelona, España.

Dynnik, M. (1968) Historia de la Filosofía. Editorial Grijalbo. México D. F., México.

Espíritu, A. (2014) Historia de la Filosofía: Teoría y Práctica. Lumbreras Editores.

Lima, Perú.

García, S. y D. Rosales. (1984) Filosofía y Lógica. Editorial Labrusa. Lima, Perú.

Marías, J. (1962) Historia de la Filosofía. Ediciones Castilla S. A. Madrid España.

Rea, B. (1993) Filosofía de la Ciencia. Amaru Editores. Lima, Perú.

Reale, G. y D. Antisieri. (1995) Historia del Pensamiento Filosófico y Científico.

Editorial Herder. Barcelona, España.

INDICE

DEDICATORIA ........................................................................................................................... 2
PRESENTACION ....................................................................................................................... 3
CAPITULO I................................................................................................................................. 5
1.1. Origen de la filosofía .................................................................................................. 5

34
1.2. Filosofía y pensamiento............................................................................................. 7
1.3. Filosofía y naturaleza ............................................................................................... 10
1.4. Filosofía y sociedad.................................................................................................. 12
CAPITULO II ............................................................................................................................. 14
2.1. La filosofía e historia ................................................................................................ 14
2.2. La sociedad contemporánea .................................................................................. 18
CAPITULO III ............................................................................................................................ 20
3.1. Filósofos contemporáneos ...................................................................................... 20
3.2. Ideas sobre idealismo .............................................................................................. 27
3.3. Ideas sobre materialismo ........................................................................................ 29
CONCLUSIONES ..................................................................................................................... 30
ANEXOS .................................................................................................................................... 32
REFERENCIAS ........................................................................................................................ 33
INDICE ....................................................................................................................................... 34

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