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Ya no hay comida para pobres

Manuel C. Martínez M.
23/2/2017 6:59:20 a.m.
El hecho de que sepamos que esta guerra la induce la
burguesía no puede privarnos de reconocer que la estamos
pasando muy mal ante los bajos ingresos salariales y
afines y sin que no se vea una acción verdaderamente
contundente para acabar con la especulación que vienen
practicando hasta los niños metidos a delincuentes
comerciales.
Se trata de una guerra apoyada por una parte de la
población ingenua y alienada, por esa clase media, mediocre,
desinformada y, cargada de odios que le han sido inducidos
por esa misma burguesía como estrategia política para volver
al poder perdido. Es una clase donde la conciencia de clase
se halla muy desactualizada.
Lo cierto es que por culpa de esa guerra, o mejor dicho,
es una guerra que consiste en desaparecer la comida
para pobres, el calzado para pobres y la ropa para
pobres.
Sábese que siempre los inventarios y exhibidores del
comerciante han estado saturados de mercancías invendibles
porque a los precios que han regido siempre, ha habido
personas que necesitan esas mercancías, pero su poder
adquirido les ha impedido adquirirlos. Esa realidad
comercial ha sido considerada normal.
Ocurre que hasta hace unos 3 años, quien no podía
comer carne vacua, comía mortadela; y quienes no podían
comprar queso parmesano, comía sus pastas con queso
blanco. Ahorita es radicalmente diferente.
Recordemos que el Mercado Principal de las calles
Comercio y Constitución (Valencia, Venezuela) mantenía
inventarios para 3 (tres) tipos de consumidores: Para
comerciantes al detal y familias con alto y mediano poder de
compra cuyos mercados los hacían el personal doméstico de
las familias y los propios detallistas a fin de escoger las
mercancías de mejor calidad.
Un segundo tipo de clientela entraba a comprar a eso de
e las 11 am (hora de remates). Para comprar con sus bajos
ingresos mercancías de segunda calidad, y un tercer tipo de
“clientes”, estaba formado por indigentes a quienes se les
regalaba las mercancía de tercera, suerte de desperdicios
todavía útiles como mercancías ya picadas, plátanos muy
golpeados, costillas con carne sobrantes del día, recortes de
quesos, etc., por lo general para gente indigente1.
Ahora, y esperamos que por ahora, no existe comida
para pobres ni siquiera para consumidores con medianos y
bajos ingresos porque, por ejemplo, hasta el precio de las
peores mortadelas está por las nubes, los plátanos
aporreados y mal cosechados están a 400 Bs.F y más, las
pastas simples a Bs.F 4.000/kg y más; no se halla leche ni
siquiera aguada, el azúcar y otros imprescindibles se hallan
bien guardados y a precios que cada día sólo suben y suben,
mientras el gobierno piensa combatir esta guerra, además de

1
Para la época no había llegado la refrigeración.
los CLAP, con mensajitos de texto, con videítos y muchos
llamados a la paz.
Nos preguntamos: ¿de qué´ paz puede hablársele a un
cristiano que esté está pasando hambre como jamás antes lo
hizo, salvo en condiciones de pobreza extrema o de
desempleo?

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