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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Psicología
Materia: Neuropsiquiatría.
Integrantes: Márquez, M., Méndez, F. y Pinedo, M.
Profa: Marianela Moreno.

Adicciones

Adicción y tipos de adicciones

Una adicción es definida por López (2006), como “una falta de control sobre la conducta
de consumo de sustancias”. Arzamendi (2005), añade a este concepto, además del uso
repetido de sustancias, algunas pautas de comportamiento de las personas donde se
manifiesta esta falta de control y libertad que también se evidencia en el consumo de
sustancias, ya que existen diversas adicciones entre las cuales podemos mencionar no solo
las adicciones químicas sino las adicciones conductuales o psicológicas. Dentro de estas
dos, hay una gran variedad de adicciones que afectan al ser humano.

Las adicciones químicas

Ha sido un tópico de salud mental muy relevante en los últimos años a nivel mundial,
afectando todos los ámbitos de la vida de una persona y a sus allegados (López, 2006).
Dentro de estas encontramos: adicción a los opiáceos, alcoholismo, cocaína y anfetaminas,
benzodiacepinas y tabaquismo (Arzamendi, 2005).

Las adicciones psicológicas

Por su parte, las adicciones psicológicas, son aquellas relacionadas a la adicción al


juego, al sexo, a las compras, al trabajo, comida, teléfono, internet, ejercicio físico, entre
otras (Arzamendi, 2005).
Arzamendi (2005), explica que el aumento de dopamina en el cerebro de un adicto, no
precisa solo el consumo de una sustancia, sino que también puede derivar como producto
de una actividad que pueda resultar placentera, y por lo tanto ambas se categorizan como
adicciones, ya que lo que lo define como adicción es la dependencia.

Algunos términos básicos relacionados son: el abuso, el síndrome de abstinencia y la


tolerancia.

Síndrome de abstinencia: un conjunto de trastornos físicos y psicológicos presentes en


un individuo que ha suspendido bruscamente de consumir una sustancia o de hacer alguna
actividad a la cual era dependiente (Barajas, 2006).

Abuso: según la Real Academia Española (2016) abuso se refiere a “el uso excesivo,
indebido e injusto de algo o alguien”.

Tolerancia: según la Organización PsicoActiva (2016), “es un estado de adaptación


caracterizado por la disminución de la respuesta a la misma cantidad de droga, o por la
necesidad de una dosis mayor para provocar y sentir el mismo efecto”.

Vía común de las adicciones

El cerebro registra el placer del mismo modo, bien sea por una droga psicoactiva, una
recompensa monetaria, un encuentro sexual o una comida placentera. En el cerebro, el
placer tiene una forma única: la liberación del neurotransmisor dopamina en el núcleo
acubens, (Schmidt, 2015). Estudios con animales han evidenciado que los efectos
reforzadores del alcohol y las otras drogas tienen un sustrato neurobiológico común que es
el efecto de liberación de dopamina (DA) en el núcleo accumbens (NAc), tal y como se
mencionó al inicio. De esta forma, tal y como lo indica Corominas, Roncero, Bruguera y
Casas (2007), las sustancias adictivas se comportan de manera similar a las recompensas
naturales (la bebida, el sexo o las relaciones sociales); sin embargo, a diferencia de éstas,
las sustancias adictivas inducen sensibilización dopaminérgica, sobre todo cuando se
consumen de forma repetida e intermitente. El nivel alcanzado por la descarga de dopamina
en el cerebro podría utilizarse como marcador biológico de la enfermedad adictiva.
Si bien la estimulación de la transmisión dopaminérgica se alza como el eslabón final
común presente en diversas adicciones sociales y químicas, no opera como un dato
neuroquímico aislado sino concatenado a otros sistemas como el serotoninérgico, el
noradrenérgico, el opioidérgico y el colinérgico. (Lorenzo, 2003).

Adicción a las metanfetaminas

La metanfetamina proviene de las anfetaminas (una sustancia que está incluida dentro
de las adicciones químicas previamente mencionadas), está formada por un conjunto de
químicos inflamables, compuestos orgánicos, entre otros, que tienen efectos prolongados
en el organismo del ser humano. Es elaborada en laboratorios clandestinos con el método
de reducción de efedrina y se distribuyen en pequeños envoltorios plásticos que contienen
polvo de diversas coloraciones y cristales. Puede fumarse, inhalarse, ingerirse, y también
puede inyectarse cuando se hace con otro tipo de presentación llamado manivela (Silvestre
y Castillo, 2011). Las metanfetaminas son aminas aromáticas con potente acción
estimulante sobre el SNC, sus efectos más conocidos son el incremento en el estado de
alerta, mejoría en la concentración, aumento de la actividad motora, sensación de bienestar,
euforia, inhibición del sueño, entre otros (Matute, 2012). Por sus efectos euforizantes y
sensación de placer y bienestar, se usa y abusa con propósitos recreativos.

Los mecanismos de acción de la metanfetamina incluyen acciones simpaticomiméticas


indirectas y alteraciones de las vías dopaminérgicas y serotoninérgicas, así como efectos
enzimáticos como causa de su neurotoxicidad, (Lorenzo, 2009). Asimismo actúa sobre las
proteínas de recaptura de los neurotransmisores en la terminal pre-sináptica, pero en lugar
de bloquearlos, como lo hacen otras sustancias como la cocaína, la metanfetamina actúa
como lo haría el neurotransmisor, es decir, entra a la célula a través de estos
transportadores y por tanto compite con el neurotransmisor, lo cual deriva en que un menor
número de moléculas de dopamina, noradrenalina y serotonina sean recapturadas y resulte
en una mayor disponibilidad de ellas en el espacio inter-sináptico para ejercer su acción,
así se incrementa su actividad, (Matute, 2012, p.56).

Los efectos de la metanfetamina varía según su forma de consumo; Lorenzo (2009)


indica que una variante fumada llega al cerebro con extraordinaria rapidez, debido a su gran
liposolubilidad, ocasionando sensaciones de euforia e intensa energía, instauración de una
rápida dependencia psicológica, con cuadros alucinatorios y estados paranoides. Por otro
lado, inyectada por vía venosa, produce efectos similares a la cocaína.

Bibliografía

Arzamendi, J. (2005). Adicciones químicas y adicciones sin drogas, su incidencia en la


responsabilidad penal. Ed. Aranzadi (Navarra), 1272-1273.

Barajas, E. (2006). Guía para el manejo psiquiátrico del síndrome de abstinencia del
paciente alcohólico en el primer nivel de atención. Consejo Nacional contra las
Adicciones: México, D.F. 1.

Corominas, M., Roncero, C., Bruguera, E. y Casas, M. (2007). Sistema dopaminérgico y


adicciones, Revisión en Neurociencias, 44 (1), 23-31.

López, C. (2006). La Adicción a Sustancias Químicas: ¿Puede ser Efectivo un Abordaje


Psicoanalítico?, Psykhe, 15 (1), 67-77.

Lorenzo, F. (2003). Las nuevas adicciones. (2da. Edición). Madrid: TEA ediciones.

Lorenzo, F. (2009). Drogodependencias. (3era. Edición). Madrid: Editorial Medica


Panamericana.

Matute, E. (2012). Tendencias actuales de las neurociencias cognitivas. Guadalajara,


Mexico: Manual Moderno.

Organización PsicoActiva (2016). Las drogas (26. aed.). Barcelona: España. Consultado en
http: //www.psicoactiva.com

Real Academia Española. (2016). Diccionario de la lengua española (22.aed.). Consultado


en http: //www.rae.es

Silvestre, K y Castillo, I. (2011). A través del cristal. La experiencia del consumo de


metanfetaminas en Tijuana. Revista Scielo, 23 (50).
Schmidt, M. (2015). Resolviendo el Rompecabezas de la Adicción y la Salud Mental. Doce
Pasos Editores.

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