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Adicciones
Una adicción es definida por López (2006), como “una falta de control sobre la conducta
de consumo de sustancias”. Arzamendi (2005), añade a este concepto, además del uso
repetido de sustancias, algunas pautas de comportamiento de las personas donde se
manifiesta esta falta de control y libertad que también se evidencia en el consumo de
sustancias, ya que existen diversas adicciones entre las cuales podemos mencionar no solo
las adicciones químicas sino las adicciones conductuales o psicológicas. Dentro de estas
dos, hay una gran variedad de adicciones que afectan al ser humano.
Ha sido un tópico de salud mental muy relevante en los últimos años a nivel mundial,
afectando todos los ámbitos de la vida de una persona y a sus allegados (López, 2006).
Dentro de estas encontramos: adicción a los opiáceos, alcoholismo, cocaína y anfetaminas,
benzodiacepinas y tabaquismo (Arzamendi, 2005).
Abuso: según la Real Academia Española (2016) abuso se refiere a “el uso excesivo,
indebido e injusto de algo o alguien”.
El cerebro registra el placer del mismo modo, bien sea por una droga psicoactiva, una
recompensa monetaria, un encuentro sexual o una comida placentera. En el cerebro, el
placer tiene una forma única: la liberación del neurotransmisor dopamina en el núcleo
acubens, (Schmidt, 2015). Estudios con animales han evidenciado que los efectos
reforzadores del alcohol y las otras drogas tienen un sustrato neurobiológico común que es
el efecto de liberación de dopamina (DA) en el núcleo accumbens (NAc), tal y como se
mencionó al inicio. De esta forma, tal y como lo indica Corominas, Roncero, Bruguera y
Casas (2007), las sustancias adictivas se comportan de manera similar a las recompensas
naturales (la bebida, el sexo o las relaciones sociales); sin embargo, a diferencia de éstas,
las sustancias adictivas inducen sensibilización dopaminérgica, sobre todo cuando se
consumen de forma repetida e intermitente. El nivel alcanzado por la descarga de dopamina
en el cerebro podría utilizarse como marcador biológico de la enfermedad adictiva.
Si bien la estimulación de la transmisión dopaminérgica se alza como el eslabón final
común presente en diversas adicciones sociales y químicas, no opera como un dato
neuroquímico aislado sino concatenado a otros sistemas como el serotoninérgico, el
noradrenérgico, el opioidérgico y el colinérgico. (Lorenzo, 2003).
La metanfetamina proviene de las anfetaminas (una sustancia que está incluida dentro
de las adicciones químicas previamente mencionadas), está formada por un conjunto de
químicos inflamables, compuestos orgánicos, entre otros, que tienen efectos prolongados
en el organismo del ser humano. Es elaborada en laboratorios clandestinos con el método
de reducción de efedrina y se distribuyen en pequeños envoltorios plásticos que contienen
polvo de diversas coloraciones y cristales. Puede fumarse, inhalarse, ingerirse, y también
puede inyectarse cuando se hace con otro tipo de presentación llamado manivela (Silvestre
y Castillo, 2011). Las metanfetaminas son aminas aromáticas con potente acción
estimulante sobre el SNC, sus efectos más conocidos son el incremento en el estado de
alerta, mejoría en la concentración, aumento de la actividad motora, sensación de bienestar,
euforia, inhibición del sueño, entre otros (Matute, 2012). Por sus efectos euforizantes y
sensación de placer y bienestar, se usa y abusa con propósitos recreativos.
Bibliografía
Barajas, E. (2006). Guía para el manejo psiquiátrico del síndrome de abstinencia del
paciente alcohólico en el primer nivel de atención. Consejo Nacional contra las
Adicciones: México, D.F. 1.
Lorenzo, F. (2003). Las nuevas adicciones. (2da. Edición). Madrid: TEA ediciones.
Organización PsicoActiva (2016). Las drogas (26. aed.). Barcelona: España. Consultado en
http: //www.psicoactiva.com