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CARLISMO Y
GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL.
INTRODUCCIÓN
Las décadas centrales del siglo XIX (desde 1833 hasta 1868), que constituyen el
objeto de estudio de este tema, se caracterizan por ser un periodo de cambios que
afectaron a todos los aspectos de la vida en España. Podemos destacar la sustitución
del viejo sistema absolutista por otro de tipo liberal, con constituciones, limitación del
poder regio, partidos políticos, elecciones, etc. No obstante, la inestabilidad, las
guerras civiles y el protagonismo político de los militares son caracteres que
demuestran la debilidad del nuevo régimen, como se aprecia también en las
dificultades que tiene éste para imponerse sobre los partidarios del absolutismo (los
carlistas).
Pronto se hizo evidente que las reformas del Estatuto eran absolutamente insuficientes
para una parte de los grupos sociales que respaldaban a Isabel II con la esperanza de
que el trono aceptase la implantación del liberalismo en España. La división se fue
acentuando y dio lugar a la formación de las dos grandes tendencias que dominarían la
vida política española en los siguientes decenios: moderados y progresistas.
En el verano de 1835 los progresistas protagonizaron, a través de las juntas y las Mili-
cias, numerosas revueltas urbanas. Ante la situación, la regente María Cristina llamó a
formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, que rápidamente inició un
programa de reformas, pero cuando decretó la desamortización de bienes del clero para
así conseguir los recursos financieros para organizar y armar al ejército contra el
carlismo; nobleza y clero presionaron con todos los medios para que María Cristina se
deshiciera de Mendizábal. Con el levantamiento progresista de la guarnición de La
Granja, residencia real de verano donde se encontraba la Regente, ésta decidió volver
a llamar a los progresistas al poder y restablecer la Constitución de Cádiz.
Entre 1835 y finales de 1837, los progresistas, con Mendizábal a la cabeza, primero
como jefe de Gobierno y después como ministro de Hacienda, asumieron la tarea de
desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal,
constitucional y de monarquía parlamentaria.
Tras la caída de Espartero en 1843 y la proclamación como reina de Isabel II, los
moderados se hicieron con el poder con el total apoyo de la Corona. Inmediatamente
reprimieron cualquier levantamiento de carácter progresista, desarmaron a la Milicia
Nacional y restauraron la Ley de Ayuntamientos que en 1840 había dado lugar a la
dimisión de María Cristina. Se iniciaba así un largo período de dominio moderado que,
con breves interrupciones, gobernaría el país hasta 1868.
O'Donnell restauró el régimen que dos años antes había ayudado a derribar,
restableciendo los principios del moderantismo. Durante la etapa que transcurre entre
1856 y 1863 la Corona confió la formación de gobierno a los políticos de la Unión
Liberal, primero a O'Donnell y más tarde a Narváez, y se produjo una etapa de cierta
estabilidad política, dominada por la vuelta al conservadurismo. Se restableció la
Constitución de 1845 y se anuló la legislación más progresista del Bienio: interrupción
de la desamortización, anulación de la libertad de imprenta, restablecimiento de los
impuestos de consumo, etc.
Los unionistas llevaron a cabo una política exterior activa y agresiva, cuyos objetivos
eran desviar la atención de los problemas internos y fomentar una conciencia naciona-
lista y patriótica, así como contentar a importantes sectores del ejército. Se
desarrollaron acciones como la expedición a Indochina o la intervención en México,
pero las de mayor importancia fueron en el norte de África, especialmente en
Marruecos, donde la victoria de Wad-Ras permitió a España la incorporación de Sidi Ifni
o la ampliación de la plaza de Ceuta.
En 1863, el gobierno de los unionistas fue incapaz de afrontar la oposición política de
progresistas, demócratas y republicanos, así como la situación de crisis económica.
O'Donnell presentó su dimisión y la Reina entregó de nuevo el poder a los moderados.
Entre 1863 y 1868, el moderantismo gobernó de forma autoritaria, al margen de las
Cortes y de todos los grupos políticos, y ejerciendo una fuerte represión, siendo además
incapaz de mejorar la situación económica.