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"Mi innovación docente y motivación por enseñar Matemáticas"

O Cómo ser profesor de matemáticas en el siglo XXI y no morir en el intento

Aunque no lo parezca a simple vista, ambos títulos están muy relacionados y, claramente, el
primero es la respuesta de segundo. ¿Por qué?...

Los que fuimos al colegio a fines del siglo XX y bajo una dictadura militar, vivimos una formación
no sólo conductista sino también obediente y sumisa, donde la criticidad y el cuestionamiento
sobre los contenidos y la forma en que nos enseñaban, no tenía cabida. Había que copiar de la
pizarra, resolver y aprender el mecanismo para operar con los números como si fuera el padre
nuestro. Si uno se equivocaba en los signos estaba todo malo porque “algo negativo es
absolutamente contrario de algo positivo”. Entonces lo más desafiante era hacer muchos
ejercicios del Proschle para no volver a cometer el mismo error.

Si la solución parecía tan fácil, ¿Por qué a la mayoría de mis compañeras les costaba tanto
aprender matemática? , ¿Por qué se sacaban malas notas?, ¿Por qué no les gustaba la clase de
matemática?, ¿Por qué se consideraban “malas” para matemática?, ¿Por qué en segundo medio
terminé con un promedio 2,9 en matemática (que me significó repetir el año escolar) y al año
siguiente me fue bien en la prueba de diagnóstico?, ¿Por qué algunas niñas recurrían a clases
particulares de matemática donde el “profesor” era apenas un estudiante de ingeniería?, ¿Por qué
mis compañeras se alegraban tanto cuando la profesora de matemáticas faltaba a la clase y la
inspectora me sacaba al pizarrón para que le explicara los ejercicios al resto del curso?...

Posteriormente, año 1982, en la universidad surgieron más dudas… ¿Por qué entramos 82
personas a la carrera de pedagogía en matemática y al término del primer semestre, sólo 14
aprobamos todos los ramos? ¿Por qué ese año se cerró la carrera de matemática en la U. de
Tarapacá? ¿Por qué la profesora de didáctica no aceptaba formas distintas de enseñar?, ¿Por qué
los profesores de la universidad tenían casi la misma forma de enseñar que en el colegio?, ¿Por
qué no fueron más de 20 los compañeros de esa última generación que logramos terminar la
carrera?, ¿Por qué son escasos los profesores de matemática en Chile?, ¿Por qué los resultados
internacionales referidos a aprendizaje de las matemáticas son tan lapidarios? “Más de la mitad de
los adultos chilenos son analfabetos funcionales en esta matemática, es decir, incapaces de
manejar números en situaciones cotidianas, como rellenar adecuadamente la papeleta de
depósito en el banco, leer un gráfico de barras o entender qué le están cobrando en una cuenta”1

¿Por qué…por qué… por qué… ¡SI LAS MATEMÁTICAS ESTÁN HASTA EN NUESTRO ADN! (esto
puede ser explicado a través de la topología y la geometría diferencial)

Las preguntas pueden ser infinitas. Más aún…las respuestas pueden ser “doblemente infinitas” o
“infinitamente infinitas”. Sin embargo, haciendo una mirada retrospectiva hacia el origen de mi
vocación matemática, podría asegurar con un alto porcentaje de certeza, que allí comenzó “mi
serena inquietud” hacia las matemáticas o mis primeros deseos de enseñar matemáticas.

Durante mi infancia, una vez que visitaba a mi abuela paterna, escuché decir a mi tío José, “el
profesor”, que un docente nunca termina de estudiar. Frase que, antes de terminar mis estudios
universitarios de pedagogía, ya me hacía mucho sentido y me ha acompañado durante toda mi
vida profesional. Inicialmente por la insatisfacción sobre la formación pedagógica recibida en la
universidad como por el compromiso que significa ser un verdadero profesor (no sólo aquel que
imparte la enseñanza) y más aún, un profesor del siglo XXI. Indudablemente este ha sido otro
punto importante que me ha impulsado a querer enseñar matemática de una manera distinta y
adaptada a los cambios generacionales.

Yo estaba convencida que la matemática es un medio para desarrollar habilidades de pensamiento


superior (razonamiento, creatividad, criticidad, trabajo cooperativo, autoevaluación, coevaluación,
etc.) actitudes (respeto, trabajo en equipo, rigurosidad, honestidad, etc.). Pero como dijo el gran
Euclides, “Lo que es afirmado sin prueba puede ser negado sin prueba”, muchas veces fui
incomprendida tanto por algunos directivos como por apoderados o alumnos que no les gustaba
trabajar en equipo. De esta forma, se volvió una necesidad vital el sustento teórico de mis
prácticas pedagógicas.

Casi junto con la democracia llegó la internet masiva que marcaría el tercer punto preponderante,
ya no en mi vocación de profesora de matemática, ni en mi deseo incesante de dar respuesta a
todas las interrogantes que surgieron durante mi juventud, sino como una forma de probar que la
matemática se puede aprender para toda la vida, que es parte de nuestra vida diaria y “como lo
esencial es invisible a los ojos del hombre”, allí tiene que estar el docente de matemática

1
¿Por qué nos cuestan tanto las matemáticas? (2013, septiembre 7). Diario LATERCERA.
colaborando con los estudiantes en el descubrimiento de esta maravillosa y apasionante ciencia. A
través de diversas estrategias de enseñanza acorde a las formas de aprender de ellos, a sus
intereses y realidades.

Por otro lado, creo que no hace tanto tiempo me di cuenta que, etimológicamente, siempre he
sido una profesora innovadora (Innovar: Cambiar las cosas introduciendo novedades) aunque, a
veces no lograba el aprendizaje matemático de todos mis estudiantes, ya que algunos valoraban
más el medio que el fin (Como en una ocasión cuando cocinamos aplicando las proporciones y
algunos estudiantes recordaban como hacer cálculos de proporción directa, pero otros solo
recordaban que cocinaron). Lo anterior, también me ha motivado a sustentar mis prácticas
pedagógicas en modelos o metodologías propias de la enseñanza de las matemáticas (estudio de
clases, resolución de problemas, modelamiento matemático, etc.) y otras estrategias transversales
a todas las asignaturas (aprendizaje basado en problemas, aprendizaje por descubrimiento, etc.)

Finalmente, mi pasión por la matemática y la educación en general, acompañado clases poco


rutinarias bien diseñadas y con estrategias metodológicas claras e innovadoras, me han llevado a
aportar un granito de arena a mis colegas y a incursionar en la investigación en educación para
seguir enriqueciendo el proceso de formación de los estudiantes. De esta forma nunca moriré en
el intento de ser una mejor profesora.

Gracias por la oportunidad de poder participar. Ya me siento ganadora después de haber leído las
cartas de mis ex alumnos y colegas. (Recordé muchas acciones que ya casi no estaban en mi
memoria)

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