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ANÁLISIS DEL EXPERIMENTO DE MILGRAM

El experimento de Milgram realizado por Jean-Léon Beauvois es casi igual al


original, este consiste en captar a un sujeto que hará de examinador de un igual (un
compinche del experimentador) y le aplicará a este descargas eléctricas que irán en
aumento por cada fallo; el ejercicio consiste en memorizar parejas de palabras. El
porcentaje de sujetos que llegan hasta el final en el experimento de Beauvois es del
81%, y una parte de ellos lo hacen sin enfrentarse a la autoridad. En cambio, cuando lo
hizo Milgram en los años 60 llegó al 65%. Para explicar estas conductas de obediencia
y sumisión utiliza una serie de conceptos.

En primer lugar, alude al estado agéntico para defender que la mayoría de las
personas sufren con ver el sufrimiento ajeno. Pero, en el experimento vemos como el
sujeto continúa con su tarea; esto se debe a que está tranquilo porque no se siente
responsable -ya que la responsabilidad es atribuida al agente de autoridad- y porque
actúan de manera heterónoma psicológicamente -tras la petición del agente de
autoridad, el agente sumiso acepta lo que este dice sin modificar sus actitudes y valores-
, por lo que se convierten en agentes que no son ellos mismos: obediente,
desindividualizado, no identificable ni identificado, e irresponsable e inepto para tomar
decisiones morales e ideológicas. En definitiva, se encuentran en un estado de sumisión
forzada que muestra la facilidad del experimentador para obtener un sometimiento, aun
declarando libre al sujeto.

La cuestión es el órgano comparador, el encargado de llevar a cabo el auto-


control de la conducta, el cual en situaciones normales hace que el sujeto confronte lo
que se espera de él y lo que sus objetivos y valores marcan como aceptable; cuando no
se activa esta confrontación se produce una sumisión forzada. Pero, cuando el sujeto
compara las exigencias de la situación y sus valores (en el contexto del experimento)
concluye que, aunque lo que está haciendo está mal, continúa porque se siente más listo
que el experimentador ya que se está enterando de todo y para no fallar al experimento.
Los riesgos de su puesta en marcha son que bajo la conducta de sumisión (debido a la
petición de la autoridad) el órgano no actúa y no modifica su sumisión comportamental;
además, no suele estar activo ya que las personas tienden a economizar y no someten las
situaciones a comparación (la mayoría de las veces se dejan llevar); por lo que cuando
un agente con autoridad les realiza una petición se someten fácilmente (aun siendo
declarados libres), con lo que Beauvois concluye que se encuentran en un estado
agéntico. Es decir, en situaciones complicadas los valores y actitudes del sujeto no
intervienen en la situación.

Este estado agéntico, mediante un guion de obediencia, hace que el desarrollo de


una actividad pautada no movilice el registro de actitudes ni valores. Milgram define el
guion de obediencia como el aprendizaje de virtudes de obediencia que un niño
adquiere (en la escuela y la familia), por lo que el estado agéntico es el recuerdo de los
enfrentamientos en situaciones de poder. Además de estas situaciones, según Hoffman
vivimos infinidad de acontecimientos disciplinarios que enseñan a los niños lo que se
espera de ellos en un prototipo de situación: que abandone una tendencia egoísta en
favor de un valor social. Dichos acontecimientos se relacionan con la sumisión forzada,
ya que en ambos existe una presión sobre las preferencias personales de un sujeto por
parte de un agente con autoridad que lleva a cambiar las tendencias del sujeto en favor
de lo que quiere dicho agente. Por tanto, el peso de ambas en el ejercicio de poder es
representativo, pero es nuestro funcionamiento cognitivo el que selecciona lo que
memorizamos y aunque apenas recordemos los acontecimientos distintivos, son sobre
los que construimos; es decir, se resaltan los malos sobre los buenos, ya que estos serán
los disciplinarios -la diferencia entre la situación padre/hijo y la de sujeto/autoridad es
que los primeros se conocen bien entre sí y el hijo puede gestionar y negociar su
sumisión, en cambio con los extraños no disponemos de instrumentos para combatir la
sumisión y sucumben a ella con total confianza y dando toda la responsabilidad a la
autoridad.
Ahora bien, en la situación del experimento no se utilizan el órgano comparador
y las actitudes y valores iniciales, sino que la conducta del sujeto depende del
funcionamiento del guion de obediencia el cual permite una gestión económica de la
conducta y evita procesos de comparación sofisticados.

Concluyendo, los resultados del experimento de Milgram muestran como


nuestra obediencia a la autoridad y la sumisión forzada llevan al individuo a realizar
actos contrarios a sus actitudes y valores, esto unido a la disciplina que ha recibido el
individuo desde niño hace que este a pesar de ser auto-suficiente, identificado y
diferenciado aprende a someterse a presiones de poder. A este sometimiento se llega a
través del estado agéntico (mediante el guion de la obediencia), del aprendizaje de
actividades pautadas que el experimentador transmite gracias a la base de los
acontecimientos disciplinarios y del funcionamiento socio-cognitivo el cual lleva a
racionalizar conductas sumisas y pautadas (esta racionalización afecta al registro de
actitudes y valores). En definitiva, el experimento revela que nuestra obediencia en él se
debe, en mayor medida, a nuestro pasado.

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