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Beatriz Greco.
Producción construida colectivamente con los referentes provincialesy la coordinación del Equipo Nacional en
el marco del Ciclo de Desarrollo Profesional para Equipos de Apoyo y Orientación a las escuelas, organizado
por la Subsecretaría de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación con la
coparticipación de las diferentes jurisdicciones del país.i
El acompañamiento que los Equipos de Apoyo y Orientación realizan a quienes cotidianamente llevan
adelante la labor de enseñar, dirigir las instituciones y sostener las trayectorias escolares de sus alumnos,
resulta un trabajo constitutivo y esencial para la tarea docente. En la actualidad, la existencia de estos
equipos es una realidad en todas las jurisdicciones y responde a un requerimiento propio de los complejos
procesos sociales y educativos contemporáneos, no sólo con el fin de intervenir ante la dificultad o el conflicto,
sino para ofrecer, mediante su trabajo cotidiano, espacios y tiempos de pensamiento y acción transformadora
de la escuela actual hacia una escuela efectivamente inclusiva.
Uno de los puntos de partida consistió en reconocer las condiciones actuales de este escenario educativo y
repensar el ejercicio profesional de quienes acompañan los procesos necesarios para la inclusión educativa y
el acceso a saberes ponderados culturalmente, por parte de todos los sujetos, cualquiera sea su origen,
condición social, género, lugar de residencia.
Analizar, debatir, problematizar las situaciones educativas, participar activamente de los debates culturales
acerca del sentido de la educación hoy, es inherente a la posición profesional, es reconocerse como parte de
la política educativa, asumiendo las certezas y las incertidumbres propias de un tiempo de transformación. El
objeto de trabajo de los equipos y la complejidad de relaciones puestas en juego a la hora de sostener las
intervenciones, muestra que es necesario repensar y acordar sobre cómo entendemos a las trayectorias, el
acompañamiento y la intervención, las instituciones educativas, la enseñanza, el aprendizaje, los maestros y
alumnos, la práctica profesional, el lugar de la institución escolar y sus dispositivos.
Un segundo punto de partida, en el marco de este trabajo conjunto entre equipos de orientación de diferentes
jurisdicciones, implicó la construcción de un posicionamiento en el ejercicio efectivo de la Política Educativa.
Esta se sostiene en la definición de la Ley de Educación Nacional, en los Acuerdos Federales, las Leyes de
Educación Provinciales y
diferentes normativas que encuadran la función sustantiva de los equipos de Orientación y Apoyo.
Trabajar en educación y en la escuela hoy requiere de un doble movimiento: sostener con firmeza principios
que garanticen la educación como derecho para todos/as y a su vez abrir, cuestionar, habilitar y reconfigurar
las maneras de mirar y ofrecer espacios de encuentro entre quienes enseñan y quienes aprenden, quienes
dirigen las escuelas y quienes llegan a ella para ser educados. Se trata de hacer que los principios que se
sostienen se verifiquen efectivamente, que lo que se dice se haga práctica y que estas prácticas puedan ser
explicitadas, pensadas, analizadas desde diferentes perspectivas. Las condiciones de época actuales
generan interrogantes habituales propios de una práctica compleja y operan como disparadores y
posibilitadores de nuevos posicionamientos y prácticas profesionales en el ámbito de la educación.
Reflexionar críticamente sobre el cambio de época y sobre las categorías y conceptos puestos en juego hacia
el interior de cada dominio disciplinar, no constituye un tiempo o espacio externo a la práctica profesional sino
un atravesamiento de la práctica misma. Resulta indispensable volver a mirar o mirar de otro modo la propia
formación disciplinar (sus fronteras, sus debates, sus intersecciones) lo interdisciplinar, el diálogo entre
saberes diferentes, para abordar e intervenir la complejidad, ello supone una construcción colectiva que
siempre se está desplegando y constituye una perspectiva que reconoce las tensiones como inherentes al
trabajo profesional. Un trabajo efectuado entre saberes diferentes y que tiende a visualizar otros modos de
crear e imaginar
maneras posibles de intervención de “todos y entre todos”, en el marco de una política que pone en el centro
de la cuestión a la educación como derecho. Por lo antedicho, es importante definir la función de los Equipos
de Apoyo y Orientación como ejercicio de articulación constante entre los propósitos que delinean las políticas
nacionales y jurisdiccionales y los diversos territorios, con sus características singulares y su definición
específica de problemas educativos a abordar. La perspectiva profesional no se desgaja del marco político,
por el contrario, ofrece una mirada que articula y reconfigura sentidos a la vez comunes y singulares
PRINCIPIOS ESTRUCTURANTES
En consecuencia con el marco legal existente y con las reflexiones sintetizadas en el primer apartado, a partir
de lo debatido entre colegas de diferentes jurisdicciones, se puede enunciar un primer principio estructurante:
Los niños/ niñas, adolescentes, jóvenes y adultos como sujetos de derecho. El derecho a la educación y el
Estado como garante. Reconocemos como principios subsidiarios al enunciado
La confianza en su sentido ético y político.
El conflicto como constitutivo de las relaciones humanas y por lo tanto, de las relaciones pedagógicas. Estos
principios, al actualizarse en acciones, generan las condiciones necesarias para configurar la posición y la
tarea de los equipos de apoyo y orientación en las escuelas. El reconocimiento del sujeto de la educación,
cualquiera sea el nivel y modalidad de que se trate, como sujeto de derecho, conduce a afirmar la
responsabilidad indelegable del estado como garante del derecho a la educación, y por lo tanto, de quienes
ejercen cualquier tipo de función estatal. Desde allí se afirma una práctica que sostiene que todos en la
escuela pueden aprender y que la escuela es el espacio en el cual se hace posible la verificación de esta
posibilidad.
La confianza como principio es constitutiva de la relación pedagógica y caracteriza la manera a través de la
cual el docente se vincula con quien aprende, cualquiera sea su edad, condición social, género, etc. La
dimensión éticopolítica de la confianza sienta las bases para estructurar tanto la posición del docente al
enseñar como la posición de los equipos de orientación al intervenir con otros en situaciones educativas.
Generar confianza entre docentes, directivos y equipos, en el propio trabajo y en las relaciones con los
alumnos es una de las formas del acompañamiento a las trayectorias educativas por parte de estos equipos,
en tanto se sostiene como objetivo principal garantizar el derecho a la educación. El reconocimiento del
conflicto como parte inherente de las relaciones humanas y pedagógicas en marcos institucionales, es un
tercer principio estructurante.
Se advierte que, en este sentido, el conflicto no constituye un simple obstáculo que debe suprimirse, sino una
dimensión que demanda ser reconocida, retrabajada y reconfigurada cada vez para poder garantizar la
democratización de las instituciones educativas en las que los equipos intervienen.
INTERVENCIONES DE LOS EQUIPOS DE APOYO Y ORIENTACIÓN
LOS EQUIPOS DE APOYO Y ORIENTACIÓN EN LAS ESCUELAS Y LA CONSTRUCCIÓN DE SUS
INTERVENCIONES
Las intervenciones de los equipos de apoyo y orientación forman parte de un proceso de prácticas
profesionales realizadas con otros, son de carácter político y se proponen transformar situaciones y contextos
institucionales con el propósito de que los sujetos puedan aprender y enseñar. En este sentido, las
intervenciones generan una transformación de “lo dado” para dar lugar a otra manera de mirar, de hacer y
pensar una situación educativa. Se mencionan aquí los principales rasgos de las intervenciones de los
equipos de apoyo y orientación: constituyen un modo de presencia y acompañamiento en las instituciones
educativas que permite que se abran preguntas, se generen nuevos sentidos y se busquen formas
habilitadoras para todo/as de enseñar y aprender; proponen un espacio intermedio de diálogo y lazo entre
sujetos, procesos, organizaciones, dispositivos, roles y nuevos roles en las escuelas que colabora para que
se vuelva a mirar la propia práctica profesional, la práctica docente así como la escuela misma; demandan
una necesaria revisión del lugar profesional y un análisis sobre las propias categorías teóricas para pensar los
problemas así como un reconocimiento habilitador de los otros y sus posibilidades para enseñar y aprender.
En tal sentido, las intervenciones pueden ser una forma de hacer circular el pensamiento y la palabra, más
horizontal y democrática, entre equipos profesionales y otros sujetos implicados en el sistema educativo.
Habilitan nuevas prácticas democratizadoras de la escuela ya que reubican posiciones en un sentido
igualitario. Se plantean como construcción y experiencia, requieren de voces diferentes, hacen lugar a otros
saberes y generan novedad desde una perspectiva que no naturaliza los problemas.
La intervención supone una manera de acompañar a otros de la escuela en lo habitual de sus prácticas y a la
vez, una forma de interrumpir procesos no deseables que se expresan en modos de la desigualdad, el
autoritarismo, el no reconocimiento de otros y de sus derechos, la incomunicación, la falta de decisión y de
responsabilidad, entre otros. En
este sentido las intervenciones de los equipos son de carácter político tanto como lo es la educación porque
crean vínculos más democráticos y garantes de los derechos así como de las obligaciones de todos/as. Las
operaciones por medio de las cuales se realizan son:
generación de condiciones institucionales para que los procesos de transmisión,
apropiación y recreación de cultura así como de los conocimientos sean posibles en un ámbito democrático,
asesoramiento y orientación a supervisores, directivos y docentes en tanto roles y lugares significativos en los
procesos de transmisión del acervo cultural y su enriquecimiento por parte de las nuevas generaciones,
promoción de relaciones fluidas entre las escuelas, las familias y la comunidad, promoción de articulaciones
entre la escuela e instituciones del campo de la salud, la acción social, la justicia entre otras, orientación
acerca del vínculo docente alumno y de los alumnos o docentes entre sí de modo que habilite la posibilidad
de enseñar y aprender, intermediación entre diferentes posiciones en la escuela abriendo espacios de
reflexión sobre la tarea, de capacitación situada, de articulación entre niveles o modalidades diferentes, etc.
acompañamiento y orientación en la elaboración e implementación de proyectos institucionales que
favorezcan los procesos de enseñanza y aprendizaje, acompañamiento de la construcción colectiva de
acuerdos de convivencia democráticos, apoyo y asesoramiento para generar condiciones que permitan el
desarrollo de las trayectorias educativas integrales de los alumnos de todos los niveles, áreas y/ modalidades
que garanticen la centralidad de la enseñanza en los procesos de inclusión.
Estas múltiples operaciones, entre otras, muestran el particular entramado que constituye el objeto de trabajo
de los equipos de apoyo y orientación y las complejas relaciones puestas en juego a la hora de sostener
trayectorias y actos educativos en los nuevos escenarios contemporáneos.
El impacto de las situaciones que hoy se plantean en el aula y en la escuela requieren fundamentalmente de
intervenciones consistentes, oportunas y pertinentes, al mismo tiempo que ágiles, claras y en torno a
preocupaciones y objetos comunes compartidos con los otros. Esta construcción común posibilita que cada
actor (del equipo de apoyo y orientación, directivo, docente, no docente) pueda hacerse responsable
aportando una mirada particular desde su campo de conocimiento o desde su posición institucional y que los
efectos deseables de las intervenciones se sostengan y multipliquen.
EL PROCESO DE INTERVENCIÓN
Problematización, implicación, construcción del objeto de trabajo, despliegue y evaluación de la intervención.
Es posible distinguir diferentes momentos en el proceso de la intervención que no suponen necesariamente
una secuencia lineal: problematización, construcción del objeto de trabajo, despliegue y evaluación de la
intervención mediante dispositivos específicos. La construcción del problema o problematización parte de lo
que aparece en primera instancia como “objeto” de intervención, en torno a lo cual se trabajará en conjunto
con otros, en la escuela o fue puede aprender del modo en que se le está enseñando, etc. Ello supone
diversificar, multiplicar, hacer más sutil la mirada y el análisis, transitar el “caso a caso”, advirtiendo que no
hay un problema uniforme ni una sola causa. Supone incluir la propia posición en el análisis, una implicación
subjetiva de quien analiza y que debe colocarse en diálogo con las posiciones de otros.
La mirada crítica que pone en marcha la problematización no mira desde afuera sino que se incluye en el
objeto que analiza: no se trata de criticar a los otros, sino de verse a uno mismo inmerso en un conjunto de
prácticas que conducen a pensar y mirar en forma naturalizada los problemas. La problematización, además
de viabilizar la construcción del objeto de intervención, permite diversificar los sentidos puestos en juego y
fundamentalmente, evidenciar la autonomía relativa de los saberes y prácticas de los actores. Esta operación
funda las prácticas de intervención de los equipos de apoyo y orientación en un ámbito diferente y articulado
con las decisiones de gobierno de las escuelas y de los procesos d enseñanza y aprendizaje que tienen lugar
en ella.
La construcción del objeto de trabajo opera una delimitación del foco donde se colocará la mirada para la
intervención, que estará vinculada con la generación de las mejores condiciones posibles para que el acto
educativo tenga lugar, promoviendo el reconocimiento de los sujetos, sus capacidades y garantizando el
ejercicio de sus derechos.
Construir un objeto de trabajo implica una relectura de hechos y datos e incluye diversidad de perspectivas,
acuerdos, desacuerdos, resistencias y conflictos entre quienes participan de la situación. Dado que para
intervenir se hace necesario un recorte es que se toma, como parte de esta instancia, una delimitación
configurada de tiempos, espacios, relaciones y sujetos que formarán parte del “objeto” construido. Desde esta
perspectiva se pone un énfasis particular en la dimensión institucional del objeto de trabajo, para su análisis e
intervención, considerando a la escuela como el ámbito donde todo proceso educativo se desarrolla, donde lo
subjetivo se produce siempre en el marco de relaciones con otros. Este énfasis habilita a concebir la
construcción del propio lugar profesional en el marco de las instituciones escolares, la propia disciplina
necesaria pero insuficiente al mismo tiempo vinculada al ámbito educativo, situada en la escuela y la
interdisciplinaridad como forma de pensamiento colectivo a la hora de configurar el objeto de análisis e
intervención.
El despliegue y evaluación de la intervención son considerados, desde esta perspectiva, como aspectos no
sólo técnicos sino eminentemente políticos. Ello implica la realización de mediaciones que garanticen y
verifiquen el derecho a la educación, desarrollen acciones que incluyan diversidad de actores (docentes,
directivos, no docentes, equipos, otros equipos, etc.), promuevan responsabilidades, desplacen maneras de
intervenir focalizadas en los “sujetos con
problemas” hacia modos que influyan sobre las relaciones y los sistemas, generen confianza en los vínculos
institucionales, fortalezcan posiciones de gobierno de las escuelas y de los procesos de aprender y enseñar.
En este sentido, la evaluación de las intervenciones tendrá como propósito atender a procesos más que a
productos, a modificar relaciones y maneras colectivas de trabajar más que a transformar a los sujetos en sí
mismos.
Los dispositivos de intervención Los Equipos de Apoyo y Orientación conciben los dispositivos de intervención
como organizadores de la acción desde un pensamiento estratégico acorde con la complejidad de las
situaciones educativas, que incluye no sólo lo homogéneo, ordenado y general, sino lo distinto, cambiante,
azaroso, singular y la dimensión de conflicto.
Desde esta concepción, los rasgos principales de los dispositivos son:
. Se construyen desde una intencionalidad de provocar cambios a nivel social, institucional, grupal o
individual.
. Se ponen a disposición para provocar aptitud o disposición en otros. Posibilitan sin determinar en forma
cerrada.
. Se proponen como reveladores y analizadores, en tanto permiten que en su interior se
desplieguen significados diversos, de carácter implícito y explícito, provenientes de lo subjetivo, lo
intersubjetivo, lo social, de órdenes y desórdenes, certezas e incertidumbres, de relaciones entre los sujetos y
con el saber. Ponen al análisis lo revelado desarticulando lo aparentemente uniforme.
. Son organizadores de condiciones necesarias para el cambio (espacios, tiempos, relaciones, recursos
materiales y humanos, ambientes propicios) y también organizadores de acciones.
. Son situados y contextualizados, “a medida” se construyen para cada situación de intervención singular. Por
tanto, deben revisarse y reformularse, en etapas de trabajo y a partir de la evaluación de proceso que se
realice.
. Sus efectos son diversos, pueden incluir los esperados y previstos así como imprevistos e incluso no
deseables. Los procesos de evaluación deben atender a unos y a otros.
Algunos aspectos como la escala, el tipo de demanda, el análisis de la situación problema, las prioridades de
la política educativa permiten identificar diversas modalidades de organización de las acciones, cuya
clasificación puede contribuir
a ordenar la reflexión y el intercambio teórico y metodológico entre los equipos profesionales de las distintas
jurisdicciones. Según el origen de la solicitud o demanda. Los requerimientos de intervención a los Equipos de
Apoyo y Orientación suelen provenir a través de diversas vías y actores del sistema educativo, la
consideración de “quién” demanda y que implicación tiene en la situación, constituirá un aspecto relevante
para el proceso de problematización y construcción de los dispositivos de intervención.
Podemos anticipar que las características de la intervención tendrán matices, escalas y propósitos diferentes
si los requerimientos se originan:
como solicitud expresa por parte de algún miembro de la comunidad educativa (supervisores, directivos,
docentes, familias o alumnos) como fundamentación que permite tomar decisiones en la política educativa
(colaboración para la elaboración, desarrollo e implementación de diseños curriculares, elaboración de
documentos teórico metodológicos sobre diversas temáticas: Vínculo Escuela y Comunidad, Atención a la
Diversidad, Convivencia Escolar, Educación Sexual, generar e implementar capacitación para aspirantes a
concursos de cargos directivos, etc.) a consecuencia de eventos extraordinarios que afectan fuertemente el
servicio educativo (intervención ante catástrofes o desastres naturales y/o artificiales), entre otros.
Ahora bien, no todas las intervenciones de los Equipos de Apoyo y Orientación necesariamente deben
construirse como respuesta a una demanda específica. Con frecuencia se verifica que los dispositivos de
intervención surgen como una propuesta de trabajo en cooperación con las instituciones educativas, originada
en el análisis de situaciones problemáticas relevadas por los equipos y/o por los resultados de la
investigación, desde diversas disciplinas. Estas propuestas de trabajo pueden estar vinculadas a problemas
estructurales que atraviesan el sistema educativo en su conjunto, por ejemplo, el fracaso escolar, o
coyunturales, derivadas en ocasiones de los procesos de transformación del sistema o las vicisitudes en la
relación entre la política nacional y jurisdiccional en un momento determinado. En otros casos se relacionan
con las condiciones de época que introducen problemas novedosos no deseables, como puede ser la
medicalización de la infancia y la adolescencia o bien, ante cambios ostensibles en los procesos de
subjetivación de niños, adolescentes y jóvenes y que resignifican las anteriores. Pensar las intervenciones de
los Equipos de Apoyo y Orientación no exclusivamente como respuesta a una solicitud o demanda, sino como
una propuesta de intervención que habilita el tránsito por una experiencia para los diversos actores de una
escuela, de un conjunto de escuelas, de una zona o región constituye una alternativa que promueve y da
sustentabilidad a los procesos de desarrollo institucional y comunitario orientados a mejorar las practicas de
enseñanza, de aprendizaje, las modalidades de habitar y convivir en la escuela. Este tipo de intervenciones,
no sólo contribuyen a generar y sostener procesos de cambio, sino que además impactan en la
transformación paulatina de los modos tradicionales de solicitar la intervención de los equipos caracterizados
generalmente por la depositación de la dificultad en el alumno y su familia, que aparece como portadores del
“fracaso”. Intervenciones planificadas, aunque siempre flexibles y situadas, facilitan la interpelación de todos
los actores implicados en las situaciones problema abordando su complejidad. Según las características de la
situación problema y alcance de los propósitos que permite formular. Se considera relevante discriminar las
modalidades de intervención en función de los propósitos que es posible formular de acuerdo a las
características de la situación inicial identificadas en el proceso de problematización y a las condiciones,
recursos y posibilidades. En esta línea se pueden distinguir intervenciones que pretenden:
Provocar movimientos de interpelación de lo cotidiano y generar cambios en los sujetos y en las instituciones.
Acompañar y sostener los procesos de cambio, desarrollo y fortalecimiento institucional.
Abordar situaciones de urgencia.
O intervenciones que priorizan:
La asistencia técnica: mediante operaciones tales como asesoramiento, orientación y/o
intervención (intersubjetiva, grupal, institucional, comunitaria)
El desarrollo profesional en servicio: ya sea externo, esto es a otros agentes del sistema (supervisores,
directivos, docentes, formadores) o interno: orientado a los profesionales que integran los equipos:
intercambio, talleres, ateneos sobre diversos tópicos tales como análisis institucional, metodologías
cualitativas, etc.
La investigación: al otorgar sentido que nutra las operaciones profesionales. Asimismo esta tarea implica un
contacto regular con aquellos equipos de investigación que actúan en la jurisdicción provincial, nacional e
internacional sobre temáticas educativas específicas (universidades, organizaciones científicas, etc.)
Criterios que configuran modalidades de funcionamiento de los equipos
Perspectiva institucional
Se propone asumir una perspectiva institucional en tanto se sostiene como necesario
provocar un doble movimiento simultáneo en la mirada y en la posición de los equipos: de los sujetos a las
relaciones entre sujetos posiciones (alumnos docentes, escuelas familias, niños, jóvenes adultos, sujetos,
instituciones) en el marco de las instituciones educativas, del déficit de los sujetos (en general, los alumnos y
sus familias) a la dimensión institucional que fortalece posiciones de docentes y directivos en su tarea
específica. Esta dimensión se visibiliza en el trabajo con las condiciones organizacionales, relaciones
pedagógicas, normativas, formas de hacer, pensar y decir que la escuela genera.
Este doble movimiento supone atender, al mismo tiempo, a la singularidad y situacionalidad de los sujetos,
promoviendo miradas, escuchas e intervenciones contextualizadas. Pasa del individuo, la falta y el déficit a las
relaciones y las situaciones donde los sujetos se vinculan, con encuadres de trabajo propios del ámbito de la
educación. En esta perspectiva institucional la pregunta se centra en las condiciones que Hacen que los
sujetos se vean o no habilitados para aprender y enseñar y se aleja de modalidades que definen categorías
de sujetos, establecen capacidades o incapacidades individuales como si se tratara de atributos fijos y
definidos de una vez para siempre. Desde esta perspectiva se reconocen fundamentalmente los procesos
colectivos que intervienen en la producción de nuevas prácticas educativas y en el cambio de las culturas
institucionales en un sentido democratizador y garante de derechos Interdisciplinariedad.
El criterio de interdisciplinariedad es aquí concebido como un diálogo entre saberes diferentes en torno a un
objeto común: la situación educativa y los sujetos que enseñan y aprenden en las escuelas. Es así que no se
trata de una sumatoria de conocimientos más o menos relacionados que intentan explicar, desde cada
disciplina, los procesos o conflictos que se suscitan. Por el contrario, cada vez más, se hace indispensable
pensar dentro y fuera de ellas, utilizar sus herramientas, objetos, métodos y en el mismo momento permitirse
interrogarlos al usarlos ya que mientras habilitan la intervención también corren el riesgo de encorsetar y de
impedir las nuevas comprensiones que necesitamos. El diálogo entre saberes supone ubicar a éstos en el
complejo terreno de la realidad social e institucional, sacarlos de su encierro académico disciplinar, dejar que
la psicología dialogue con la pedagogía, las teorías sociales con la psicología y la pedagogía, la filosofía con
el campo educativo y del trabajo docente, etc. Las prácticas son las que hacen que los saberes teóricos
converjan en un punto y se entrelacen para ayudarnos a comprender. En este marco se propone pensar el
saber en tanto acontecimiento, lo cual quiebra la linealidad y la totalidad, escapando de la racionalidad única.
La conformación interdisciplinaria de los Equipos de Apoyo y Orientación resulta así indispensable. El diálogo
entre saberes hace que el “experto” sea quien se exponga a someter a juicio sus propios saberes y no tanto
quien posee procedimientos y conocimientos acabados que permiten anticipar su encuentro con el terreno
donde tendrá que intervenir. La experticia consiste en abrir el propio pensamiento ante lo que el otro, los otros
y los nuevos acontecimientos proponen. Asimismo, se hace indispensable volver transferibles los saberes que
los profesionales ponen en juego a la hora de intervenir ya que la práctica coloca límites, desafíos, genera
invenciones que luego tienen que poder explicitarse. Se vuelve necesario explorar y tensionar las fronteras de
las disciplinas y, simultáneamente sistematizar, recuperar y volver transferibles los saberes producidos en la
práctica, generar criterios de evaluación que atiendan al mismo tiempo la perspectiva de los sujetos, las
características de las situaciones en las que éstos trabajan y los saberes sistematizados de los que se
dispone. Transversalidad La fragmentación propia de nuestros tiempos e histórica en el sistema educativo,
nos convoca a pensar la posición de trabajo de los Equipos de Apoyo y Orientación referenciando su
pertenencia al sistema en relación a las trayectorias escolares en el despliegue efectivo del derecho a la
educación de todos los niños, jóvenes y adultos que se traduce en la política educativa.
En función de la segmentación que a menudo se genera en el sistema (división entre niveles y modalidades
que dificultan su articulación) se hace necesario mantener una mirada integral del sistema, que atraviese las
trayectorias, desde un lugar de pertenencia al sistema pero de autonomía para los Equipos de Apoyo y
Orientación. Dicha autonomía permite trabajar en las líneas de la política educativa y, a la vez, retroalimentar
las políticas con los resultados de sus intervenciones. Los requisitos para configurar esta posición autónoma
son los de la implicación, atención a la especificidad, trabajo con otros en el marco de las políticas públicas
que se posibilitan cuando se ocupa una posición estratégica. Regionalización. Acorde con los anteriores
criterios resulta conveniente propiciar una forma organizacional regionalizada que se configure en relación al
reconocimiento de territorios ya existentes en el sistema y que habilite a la construcción de problemas en un
sentido claramente político, junto a posiciones de responsabilidad sobre un conjunto de escuelas en sus
diversos niveles y/o modalidades. Según este criterio que enfatiza la construcción de problemas en un sentido
político, se trata de generar condiciones institucionales para que todos puedan aprender, alejarse de
concepciones que individualicen los conflictos y reduzcan los análisis a los sujetos y sus supuestos déficits.
Ello posiciona a los equipos interviniendo y tomando decisiones en relación con un conjunto de escuelas y
otras instituciones superando la lógica del equipo por escuela y aproximándolo a la lógica organizacional del
sistema.
Datos de contacto
Ministerio de Educación Pizzurno 935 Oficina 306
Ciclo de Desarrollo Profesional para Equipos de Apoyo y Orientación a las Escuelas
Teléfono: 011.4129.1000 (interno7437)
Email: equiposdeapoyo@me.gov.ar
Coordinación: Dra. María Beatriz Greco Miembros del equipo: Lic. Sandra Alegre y Lic. Gabriela Levaggi
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Entre 2009 y 2010, se han llevado adelante una serie de encuentros nacionales con referentes provinciales de Equipos de Apoyo y Orientaci ón, a fin de expresar, analizar, problematizar y acordar
posiciones, estrategias e intervenciones que sitúen la práctica de los equipos de orientación y apoyo en el ámbito educativo de modode garantizar el derecho a la educación de todos los niños/as,
jóvenes y
adultos.