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ENSAYO SOBRE LA

Jesús Alberdi Sudupe

Introducción a la Filosofía de la Psiquiatría


Título original: Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de
la psiquiatría

Autor: Jesús Alberdi Sudupe

Avda. dels Vents 9-13, Esc. B, 2.º 1.ª 08917 Badalona


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sea mecánicamente, por fotocopia o cualquier otro sistema de
reproducción, sin autorización expresa del editor.
Los sentimientos no son meros
modos subjetivos de sentir
(…) sino que en ellos está
envuelta una realidad que, a su
modo, nos está presente

Xavier Zubiri
Sobre el Sentimiento y la Voluntad
(pp. 335-6)

Para mi hermano Luis, en todo


momento presente con su
afecto; lo mismo que Benito,
hermano del alma.

A la memoria de mis padres,


ausentes seguramente para
siempre.

Autor: Prólogo:
Jesús Alberdi Sudupe Diego Gracia Guillén
Doctor en Psiquiatría. Servicio de Psiquiatría Catedrático de Historia de la Medicina
Presidente del Comité Asistencial Hospitalario Bioética Profesor de Bioética
Complejo Hospitalario Universitario Juan Canalejo Universidad Complutense
A Coruña Madrid
AGRADECIMIENTOS

Jon, Iñigo y María José me han ofrecido la paciencia, el cariño y la generosidad de su afec-
to, para así haber podido disponer del tiempo necesario en mi dedicación a este ensayo.

A Diego Gracia tengo que agradecerle algo más que el Prólogo. He compartido con él
algunas horas de Seminarios de Filosofía. Su visión radical en los temas debatidos, su rigor,
su creatividad, su tolerancia y generosidad respetuosas hacia otras opiniones discordan-
tes son algunos de los rasgos que uno quisiera para sí que le hubieran dejado alguna hue-
lla. Y, efectivamente, espero que algo de todo ello se manifieste en este ensayo, más allá
de la página final del Prólogo.

Los Doctores Luis Ferrer i Balsebre, Fernando Iglesias Gil de Bernabé, Carlos Castro Dono,
María José Páramo Calvo, Eulogio Morandeira Carreira, Benito Peral Ríos, Javier Martínez
García y Diego Gracia Guillén leyeron amablemente el borrador de este libro antes de su
publicación, y sus sugerencias y críticas han hecho posible que pudiera mejorarse para su
versión final. Muchas gracias a todos ellos.

La Comisión de Ética Asistencial del Complejo Hospitalario Universitario Juan Canalejo de


A Coruña, y sus miembros, han permitido que me mantenga atento y en contacto perma-
nente, junto a los hechos clínicos, con los «valores», y escalas de valores y «mentalidades»
diversas, de distintas personas ante unos mismos hechos. Con el tiempo y algo de expe-
riencia, creo que, honradamente, en el fondo, cuanto más se piensa y se debate sobre ello,
la pregunta por la totalidad de una persona, en el caso de cualquier persona más o menos
culta, buena o mala, se revela de una complejidad inabarcable, lejos de las tentaciones
reduccionistas de algunas explicaciones que se nos ofrecen. Como dicen algunos filóso-
fos, el camino del pensar lo debe emprender y recorrer uno mismo. No sirve con echar

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mano de opiniones ya establecidas y adoptarlas como propias. Pero eso sí, con apoyo de
los demás: uno mismo, pero no exclusivamente por sí mismo (aunque en algunos momen-
tos sí), sino con los demás. Gracias a todos los miembros del comité y a los pacientes
sobre los que hemos debatido.

Gratitud que extiendo por igual a todos los pacientes que requirieron mi intervención como
psiquiatra, y a mis compañeros del equipo psiquiátrico del área sanitaria que nos corres-
ponde atender.

Desde un primer momento, Vicente Baizán apoyó la idea de la publicación de este libro y
supo facilitar todas las tareas a su alcance. Sin su ánimo y su optimismo no creo que
hubiera salido adelante. Sus compañeros en Barcelona, en particular Marc Planas, conti-
nuaron la labor de Vicente en otros estamentos administrativos, con la misma eficacia y
amabilidad. Junto con ellos, a la empresa Almirall, muchas gracias por su colaboración.
Por último, gracias a la editorial Triacastela por sus facilidades.

2 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


ÍNDICE

PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

LA MELANCOLÍA EN LA HISTORIA DE LA CULTURA OCCIDENTAL:


DESDE GRECIA HASTA EL SIGLO XXI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

• La melancolía a partir de la Grecia presocrática y del Corpus


Hippocraticum. La teoría humoral. El problema XXX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
• La presencia de la melancolía en la mitología griega y romana: Cronos,
Saturno y los mitos de la castración y la antropofagia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
• La melancolía en la cultura de Roma y en la Edad Media: Cicerón.
La Acedía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
• La melancolía desde el Renacimiento hasta la Ilustración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
• Marsilio Ficino y el resurgir del problema XXX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
• Literatura y Arte: Robert Burton y Alberto Durero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
• La melancolía desde la Ilustración hasta la actualidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

PSICOPATOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA DE LA MELANCOLÍA Y


TRASTORNOS DEPRESIVOS AFINES EN LA ACTUALIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

• Introducción. Notas sobre Neurobiología del cerebro afectivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51


• Trastornos de la personalidad y diagnósticos sindrómicos
psicopatológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

3
• Características clínicas del prototipo depresivo de la personalidad
propuesto por Millon (resumen en p. 314) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
• Personalidad depresiva de Tellenbach (Tipus Melancholicus) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
• Personalidad depresiva de Kurt Schneider . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
• Freud: duelo y melancolía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
• Depresión mayor con melancolía (DSM.IV.TR) (ICD.10) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
• DSM-IV-TR Melancolía. En el contexto diagnóstico de depresión
mayor o trastorno bipolar I o II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
• Comentario crítico a las clasificaciones de los trastornos mentales . . . . . . . . . . . . . . 62

LA MELANCOLÍA COMO SENTIMIENTO NO PATOLÓGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

• Normalidad y anormalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
• Melancolía leve y melancolía grave o con rasgos de enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . 70

LA MELANCOLÍA COMO APERTURA DEL HOMBRE A LA REALIDAD . . . . . . . . . . . 73

• Los sentimientos y la melancolía «envuelven» o incluyen la realidad


en su naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
• En el contenido de la realidad hay posibilidades de innovación y
creatividad que no son ajenas a la melancolía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
• Hechos y valores en Psiquiatría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

4 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


PRÓLOGO

La melancolía es un sentimiento o, quizá meros, se dice que son objetivos. Pues


mejor, un estado de ánimo. Después vere- bien, los segundos también lo son. Más
mos lo que esto puede significar. El caso es aún, si los primeros nos revelan cualidades
que Jesús Alberdi, para aclarar qué puede de las cosas, de la realidad, también esto
ser esto de un sentimiento, acude a Zubiri y les sucede a los segundos. No sólo nos
estampa en el frontispicio del libro un lema ponemos en contacto con las cosas a tra-
sacado del libro Sobre el sentimiento y la vés de los sentidos; también por medio de
volición que edité hace ahora quince años. los sentimientos. Si una persona carece de
Creo que ha sido una sabia decisión. Pocas un sentido, el de la vista, no puede actuali-
cosas más proteiformes y complejas que el zar unas cualidades de las cosas que son
mundo del sentimiento. Todo lo que la inte- los colores. Pues bien, con los sentimientos
ligencia parece tener de claro adquiere en el sucede exactamente igual. En las páginas
sentimiento caracteres de oscuridad. El siguientes a las que cita Alberdi al comien-
sentimiento es turbio, sin perfiles precisos; zo de su libro, Zubiri dice que los sentimien-
no se deja conceptuar. Así se explica la tos tienen carácter «genetivo», son «senti-
enorme literatura que Alberdi cita en su mientos-de». ¿De qué? De la realidad. A
libro. Si la cosa fuera clara, no habría tanta; través de los sentimientos la realidad se nos
si la hay, es que no lo es. actualiza, nos revela unas cualidades suyas
peculiarísimas, imposibles de actualizar por
La apelación a Zubiri decía que me otra vía. Estas cualidades son los valores.
parece sabia. Tengo que explicar por qué. Pensemos, por ejemplo, en la belleza de
La tesis de Zubiri, del Zubiri maduro, del una flor. Una cosa es lo que vemos y otra la
Zubiri último, es que los actos de intelec- sensación estética, mejor, el sentimiento
ción no tienen ninguna prerrogativa impor- estético que se dispara en nosotros y nos
tante sobre los de sentimiento. De los pri- lleva a decir que es bella. La belleza no es

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un dato de percepción sino de estimación. des de las cosas, y que por tanto deberían
Y así como el percibir es obra de los senti- estar a la misma altura que los actos inte-
dos, el estimar se hace a través de los sen- lectivos. De tener un sentido meramente
timientos. negativo, empezaron a cobrarlo positivo.
Pensemos de nuevo en la belleza. La cosa
Esto, dicho así, puede parecer obvio, no nos parece bella porque sea útil, o rítmi-
elemental. Pero ni lo ha sido nunca, ni lo ca, o natural, o porque esté ordenada, sino
sigue siendo hoy. La tesis más frecuente en que puede resultarnos bella a pesar de que
nuestra cultura, y también en muchas otras, no sea ninguna de esas cosas. Dicho de
ha sido que los sentimientos son fenóme- otro modo, algo es bello porque sí; mejor
nos inferiores, irracionales y, en tanto en aún, es bello sin un porqué. Es bello y nada
cuanto son así, propios de seres infrahuma- más. Lo cual quiere decir que la belleza es
nos, animales. Lo que caracteriza a los una cualidad primaria, irreductible a cual-
seres humanos es la inteligencia, el logos, y quier otra (el ritmo, la armonía, la utilidad,
los sentimientos son lo contrario de eso, no etc.). Ahora bien, si es una cualidad prima-
se rigen por el logos, por la lógica; si se ria, tiene que haber algo que nos la actuali-
quiere, son i-lógicos. Todavía puede irse ce. El color de las cosas se nos actualiza a
algo más allá y decir que con frecuencia, si través de un sentido externo, el de la vista.
no siempre, conturban o perturban la capa- Pues bien, ha de existir algo así como un
cidad lógica del ser humano, nublan su sentido, distinto de los clásicos sentidos
mente, haciendo que no vea las cosas con externos, que nos permite aprehender esa
perfecta objetividad, lo cual hace que no cualidad que es la belleza. Ese sentido
sólo sean i-lógicos, sino también pato-lógi- interno es el que llamaron los citados «sen-
cos. La consecuencia es clara: es preciso tido estético». Hay otros, como el «sentido
acabar con los sentimientos, anularlos o moral». Esas cualidades que nos actualizan
extirparlos de raíz, si de veras queremos de las cosas son los «valores». Los senti-
alcanzar la sabiduría y ser felices: tal fue la mientos, pues, no sólo no tienen carácter
tesis de los estoicos, el movimiento que ha negativo, sino que son elementos funda-
tenido mayor fortuna en la regulación de las mentales de nuestro contacto con la reali-
conductas de los seres humanos en la cultu- dad. Una persona sin sentimientos distor-
ra occidental. Los sentimientos son malos, siona las cosas tanto o más que una ciega
perversos, patológicos. o una sorda.

¿Se imagina alguien cuándo comenza- En esta causa, la psicopatología es


ron a cambiar las cosas? Desde luego, no buen testigo. Las llamadas «personalidades
antes del siglo XVII. Entonces, unos filóso- anormales», o «psicopatías», o «trastornos
fos británicos, cuyo nombre desconocen de la conducta», se caracterizan con mucha
hasta la mayor parte de los del oficio, frecuencia por tener graves alteraciones de
Hutcheson, Shaftesbury, dieron en pensar los sentimientos con una inteligencia per-
que los sentimientos nos revelaban cualida- fectamente conservada. Saben lo que

6 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


hacen, y por eso los jueces los consideran basta con decir que el correlato objetivo de
responsables de sus actos, pero no resue- los sentimientos son los valores. Hay veces
nan emocionalmente con la realidad, o lo que esto no es así. De ahí que los teóricos
hacen de modo muy anómalo. Piénsese en de los sentimientos se hayan visto obliga-
los llamados en los antiguos libros de psi- dos a distinguir distintos tipos entre ellos. A
quiatría «fríos emocionales». Saben lo que mí me gusta especialmente la clasificación
hacen, pero no reaccionan emocionalmente de Max Scheler, una de las personas que
ante lo que ven o perciben. Son personas, más y con mayor agudeza ha trabajado el
suele decirse, «insensibles». Pues bien, a tema de los sentimientos. Él distinguía entre
ese grupo suelen pertenecer los grandes dos tipos de sentimientos: los que llamaba
criminales. En ellos hay un defecto en lo que «estados emocionales» y los «sentimientos
Hutcheson llamaba el «sentido moral». No intencionales». Yo preferiría llamar a los pri-
es un azar, por ello, que en el siglo XIX se meros «sentimientos reactivos», y a los
hablara de una «moral insanity» o «locura segundos, «sentimientos activos». Me
moral». explicaré. Cuando nos dan una mala noti-
cia, generalmente nos entristecemos. La
Valorar es tan importante o más que tristeza es un sentimiento reactivo a algo
percibir. Hay trastornos de la percepción, que nos viene de fuera, la mala noticia. De
pero los hay también de la estimación o hecho, cuando estamos tristes, es fre-
valoración, lo cual altera profundamente la cuente que nuestros allegados nos pre-
vida de cualquier persona. Los valores son gunten el porqué, la causa. Ahora bien,
lo más importante que todos tenemos en la hay veces en las que no hay porqué. En
vida. La vida, según decía Ortega, es una esos casos, nuestro sentimiento no es res-
obra, una especie de novela que todos puesta a nada. Un ejemplo típico es el
vamos escribiendo día tras día y que tiene amor. Cuando amamos a una persona, no
estructura dramática. Siempre acaba con la lo hacemos porque sea bella o rica, etc. Y
muerte. Pues bien, lo que dota de identidad si nos preguntan por qué la amamos, muy
a nuestra biografía, lo que la hace distinta probablemente tendremos que responder
de todas las demás, propia y personalísima, que no lo sabemos, que la amamos sin
no son los hechos sino los valores: la reli- porqué. Las cosas son bellas sin porqué,
gión que profesamos, las ideas morales que sin que eso sea medio para una cosa dis-
asumimos como propias, el credo político tinta de ella misma, como la utilidad, el
que asumimos, los gustos estéticos, etc., lucro, etc. Es bella y nada más. Alguna vez
etc. Eso somos. Quítense los valores de he repetido los versos de Angelus Silesius
una persona y habrá desaparecido ésta. que cita Heidegger:
Los valores somos nosotros.
La rosa es sin porqué; florece
Pero todo esto, con ser verdad, no deja porque florece,
de resultar muy simple, excesivamente sim- No cuida de sí misma, no
ple. Las cosas son más complejas. No pregunta si se la ve.

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La rosa es bella sin porqué. Juan Ramón atrabilis. En toda la biología y la medicina
Jiménez, perpetuo y obsesivo corrector de clásicas, un humor, uno de los cuatro
sus poesías, escribió uno titulado, precisa- humores, lo cual no deja de ser extraño.
mente, «El poema», y delante de él colocó ¿Por qué reducir un sentimiento como es la
estos dos versos: melancolía a algo completamente somático
como es la preponderancia de un determi-
No le toques ya más nado humor?
Que así es la rosa.
La razón es tan extraña como revelado-
Aquí no hay reacción ante nada. La ini- ra. Hay sentimientos más pegados al cuer-
ciativa está en el propio individuo. De ahí po que otros; si se prefiere, más «somáti-
que Scheler los llamara sentimientos inten- cos». Esto le llevó a Scheler a distinguir no
cionales y Zubiri los denominara genetivos, menos de cuatro estratos en la vida emo-
ya que son siempre sentimientos-de algo cional. Unos sentimientos, los más superfi-
distinto de uno mismo. La belleza, por ciales, son los que denominó «sensibles»;
ejemplo, es de la rosa. La belleza la predi- así, un dolor de muelas. Estos se caracteri-
camos de la rosa. Esto son los valores, lo zan por ser puntuales, puntiformes y recorta-
cual quiere decir que los valores son los dos en el tiempo. Nos duele una muela, no
correlatos objetivos, pero no de todos los toda la cara ni todo el cuerpo, y además
sentimientos, sino sólo de los intencionales durante un tiempo determinado. Esto les dife-
o genitivos. O, dicho de otro modo, que los rencia de otros sentimientos que Scheler
sentimientos sólo nos revelan valores en denominó «vitales». Estos son lo opuesto
tanto en cuanto son intencionales. Digo de los anteriores: son profundos, no super-
esto, porque en el ser humano no hay nin- ficiales y afectan a todo el cuerpo. Además,
gún sentimiento que sea puramente reacti- duran mucho en el tiempo, tienen la carac-
vo o activo. Por lo general, ambas dimen- terística de ser muy persistentes. Eso pasa
siones van combinadas en diferentes pro- con la gana y la desgana, el aburrimiento, la
porciones. Llamamos reactivos a aquellos angustia, etc., y la melancolía. Cualquiera
en los que predomina la primera, y activos a de estos sentimientos tiñe toda la vida,
los otros. Pero todos siempre tienen algo de impregna el horizonte entero de nuestros
lo uno y de lo otro. actos. Por eso decimos que «nos duele»
una muela, pero que «estamos tristes o
Llegados a este punto, ya podemos melancólicos», etc. Son cosas distintas,
enfrentarnos con el arduo tema de este muy distintas.
libro: la melancolía. Como dice Jesús
Alberdi, se trata de un término griego, deri- Scheler distingue otros dos estratos: el
vado de otros dos, un sustantivo mélas, de los sentimientos que llama «psíquico» o
que significa «negro», y otro, jolé, que se «anímico», y el de los sentimientos espiritua-
traduce por «bilis» o «cólera». Por ello, les. Tras lo que ya llevamos andado, es fácil
melancolía es sinónimo de bilis negra o caracterizar estos dos niveles. Los senti-

8 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


mientos psíquicos o anímicos son siempre ello. Es lo que solemos llamar «estado de
reactivos. Estamos tristes o alegres «por- ánimo», lo que Zubiri denominaba «tono
que» ha pasado algo. En las psicopatologí- vital». Nadie ha explicado esto con la preci-
as de hace décadas se distinguía la llamada sión y la belleza de Ortega, en un texto
«depresión reactiva» de la depresión endó- memorable titulado «Vitalidad, alma, espíri-
gena. No es un azar que esta clasificación tu», que debería leer toda persona interesa-
hubiera nacido en Alemania. Ahora sabe- da en este tipo de cuestiones. Allí habla del
mos por qué. La depresión endógena afec- «alma corporal», «intracuerpo», también lla-
ta al estrato vital de los sentimientos, en mado «vitalidad», «porque en ella se funden
tanto que la llamada reactiva se mueve en el radicalmente lo somático y lo psíquico, lo
nivel de los sentimientos vitales. Éste se corporal y lo espiritual, y no sólo se funden,
halla deprimido por algo; aquél, por nada. sino que de ella emanan y de ella se nutren.
Cada uno de nosotros es ante todo una
Queda el estrato de los sentimientos fuerza vital: mayor o menor, rebosante o
espirituales. Son los que antes habíamos deficiente, sana o enferma. El resto de
llamado intencionales o activos. Se trata, nuestro carácter dependerá de lo que sea
pues, de rendimientos típicos de la vida del nuestra vitalidad». Y añade: «La euforia, la
espíritu específicamente humana. Por eso, sensación de bienestar, que es forzosa para
este es el nivel en que se alumbra todo el que se forme un carácter confiado y opti-
mundo de los valores, o mejor, el de los mista, no es sino el aspecto general que a
valores específicamente humanos, porque algunos seres afortunados ofrece el cuerpo.
intencionalidad, como ya dijimos antes, se El carácter atrabiliario se ha llamado así de
da en todo acto humano, y por tanto tam- la atra bilis, de la bilis negra, e indica que ya
bién tiene cabida en los otros estratos, si la sabiduría popular ha puesto en ciertas
bien en nivel o con intensidad menor. Los sensaciones intracorporales del hepático el
sentimientos espirituales nos abren al origen de su temperamento malhumorado».
mundo de los valores llamados «espiritua- Una última cita: «Ciertamente que apenas
les», a diferencia de los valores meramente sabemos lo que es [la vitalidad]; pero cada
sensibles, como el placer y el dolor, o de los cual advierte que todos sus actos, mentales
vitales, como el bienestar y el malestar. o materiales, manan, como de un hontanar,
de un oculto tesoro de energía viviente, que
La melancolía, pues, es un sentimiento, es el fondo de su ser. Y advierte además
pero un sentimiento «vital». Quiere esto que ese tesoro tiene una cuantía determina-
decir que se halla en la intersección entre lo da y que a veces parece menguar y otras
somático y lo psíquico, o dicho de otro henchirse como una vena fluvial hasta cier-
modo, que es lo más somático de lo psíqui- to nivel máximo. Y no sólo percibe éste su
co y lo más psíquico de lo somático. La básico tesoro de energía, sino, lo que es
vitalidad es el estrato más profundo del psi- más sorprendente, al entrar en contacto
quismo; tanto, que está en la linde con lo con otro hombre, nota al punto la cantidad
puramente corpóreo, hasta confundirse con y calidad de la vitalidad ajena. ¿Quién no lo

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ha experimentado? Al separarnos de cierta medida tejido muscular. Los médicos vitalis-
persona con quien hemos conversado un tas del siglo XVIII trataban de explicar todo,
buen rato nos sentimos tonificados. Y no o casi todo, mediante los estados que
porque aquella persona sea muy inteligente, denominaban estricto o laxo. Hoy diríamos
ni porque se haya mostrado bondadosa: no el tono elevado o laxo. Algo tan somático
le debemos ni una enseñanza ni un favor. como eso incide decisivamente en nuestro
Sin embargo, salimos del trato con ella estado de ánimo. De ahí la importancia de
como refrescados, llenos de confianza en la higiene de los sentimientos; lo que
nosotros mismos, optimistas, saturados de Flaubert llamó «la educación sentimental».
impulso y plenitud, con una firme fe en la Su incidencia se deja sentir hasta en los
existencia. Si queremos analizar los motivos niveles más elevados de la vida del espíritu.
de esta corroboración y aumento de vitali- Se habla de la «alta moral» o de la «baja
dad, no hallaremos ninguno concreto. Mas moral», y con ello se está aludiendo, proba-
hay otras personas cuya proximidad, por blemente sin saberlo, al estrato de la vitali-
breve que sea, nos deja maltrechos y exte- dad. La moral alta o la moral baja condicio-
nuados, llenos de desconfianza y como si la nan todos los demás aspectos de nuestras
existencia hubiese cobrado un agrio sabor. vidas, por muy elevados que ellos sean. De
Al separarnos de ellas somos menos que ahí que la otra moral, la moral del cumpli-
antes y, por decirlo así, hemos perdido miento de los deberes, dependa tan profun-
calorías. Y es que, en efecto, hay dos cla- damente de esta otra, de nuestra moral alta
ses de seres: unos, dotados de vitalidad o baja. De lo que se deduce que la higiene
rebosante, que se mantienen siempre en de la vitalidad es, además de otras cosas,
«superávit»; y otros, de vitalidad insuficiente, un imperativo ético. En ella nos jugamos
siempre en «déficit». El exceso de aquéllos mucho de lo que somos, o de lo que no
nos contamina favorablemente, nos corro- somos y debemos ser.
bora y nutre; el defecto de éstos nos sorbe
vida, nos deprime y mengua». Todas estas reflexiones me han venido
leyendo el libro de Jesús Alberdi. El lector
Los sentimientos vitales, punto de inter- comprobará pronto la cantidad de conoci-
sección entre el soma y la psique. Por eso mientos que ha acumulado en sus todavía
hay una enfermedad de tales sentimientos pocos años, o al menos eso me parece a
en la que influyen factores de todo tipo, no mí, y lo bien hilvanados que los tiene. He
en último lugar genéticos. Pero si hay una seguido sus pasos desde que era muy
enfermedad y una terapéutica biológicas, joven y veo con enorme satisfacción la
es obvio que también ha de haber una madurez que va logrando a velocidad de
higiene. Es algo cuya desatención me pare- vértigo. De ser una promesa ha pasado a
ce, simplemente, escandalosa. El tono vital ser una realidad. Ahí está su libro.
depende de nuestro cuerpo, y muy en pri- Leyéndolo, me he sentido tentado de lla-
mer término del tono de nuestros músculos, marle la atención sobre puntos concretos y
de nuestro tono muscular. Somos en buena escribir anotaciones al margen. Es el vicio

10 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


del profesor. Me he resistido. No hay nada y que su contenido apareciera al comienzo
que tocar. Los libros son como las rosas de del volumen. De este modo, el lector podrá
Ángel Silesio y de Juan Ramón Jiménez. unirse a nosotros a título de tercer interlocu-
Son como son. Lo que le quería decir, lo he tor. Esto debe ser un libro: un diálogo con el
escrito en este prólogo, que no deja de ser autor o los autores sobre un tema que sea
una conversación con Jesús Alberdi sobre de interés común. Y el objetivo de nuestros
el tema del libro. Él ha querido que esta intereses es siempre lo mismo: la vida
conversación no fuera privada, sino pública, humana y sus misterios.

Diego Gracia Guillén


Catedrático de Historia de la Medicina
Profesor de Bioética
Universidad Complutense
Madrid

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12 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría
INTRODUCCIÓN

Hay varios temas o motivos de interés humano, en su desarrollo desde tiempos


vital y cultural que aparecen y cruzan más o antiguos, y continúan haciéndolo todavía
menos nítidamente, con mayor o menor como testigos de su decurso incierto hacia
rapidez en su paso, y cada cierto periodo el futuro.
de tiempo, el horizonte artístico y cultural de
la curiosidad que mueve el saber humano. Nos hemos propuesto hablar del con-
cepto de «melancolía». Desde su aparición
Cual cometas espaciales de recorrido y en los textos hipocráticos hasta la actuali-
brillo inciertos, y algo desconcertantes. Así dad, ha seguido un curso irregular y cam-
lo reconoce la evolución histórica de diver- biante, pero en el fondo ininterrumpido,
sas ciencias o modalidades del conoci- como lo hacen las aguas subterráneas de
miento humano desde hace siglos. Sin que un río. Hoy en día sigue vigente y plantean-
ninguna de ellas haya sido capaz de obser- do interesantes retos, a algunos de los cua-
var y catalogar algunos de estos objetos de les queremos hacer referencia en las pági-
manera suficiente y satisfactoria, de agotar nas que siguen.
de una vez por todas su contenido y su
riqueza en alguna de sus apariciones. Ha conocido tiempos de esplendor,
otros de cierta oscuridad y olvido. Se ha
Ya que, bien por su amplitud y por su asociado a la cosmología y la filosofía grie-
complejidad, o por la dificultad de delimita- gas; ha caído en las tinieblas del pecado
ción precisa en sus perfiles borrosos, o por durante la Edad Media; ha resurgido con
su inestabilidad, porque sea que van cam- fuerza en el Renacimiento en pos de los
biando con el paso del tiempo en sus con- desiguales misterios de la creatividad y de la
tenidos o en su apariencia, esos temas han alquimia, etc. A la postre, ha sabido atem-
ido acompañando el devenir del conocer perarse a mundos diversos e inexplorados,

13
que la historia humana ha seguido deposi- Sin embargo, antes de referirnos a la
tando ante ella (o con ayuda de ella). Tanto melancolía, vamos a empezar por poner un
que uno se pregunta al cabo de tantos ejemplo todavía más cercano en el tiempo y
años: ¿Será la misma la melancolía que al que se han dedicado muchos esfuerzos
desde épocas tan alejadas en el tiempo ha próximos a nuestro ámbito cultural. Más
frecuentado foros tan distintos entre sí, claramente acotado, al menos en aparien-
hasta hoy en día? cia, en el campo de la Psicopatología. Es el
tema de la angustia y su recorrido por las
De ahí que, para empezar dándole un ciencias, la literatura, y las artes, especial-
mínimo contenido que nos sirva de refe- mente en gran parte del siglo XX.1 Sobre
rencia, tengamos que empezar por con- todo en Psicopatología y en Psiquiatría,
ceptuar básicamente la melancolía. Y lo pues su presencia ha sido, en el pasado
haremos calificándola inicialmente como reciente, y sigue siendo actualmente -si
un sentimiento, un afecto, un estado de nos saltamos algunas controversias, sin
ánimo. No es nuestro propósito el esclare- querer quitarles su importancia y calado-
cimiento semántico de estas palabras, que muy relevante.
en lo esencial, y para nuestro objetivo,
emplearemos como sinónimas, aunque no Algunos periodos históricos anteriores
lo sean, y algo diremos sobre ello. Pero ya vivieron la amenaza de la inseguridad
inmediatamente tenemos que matizar que inherente a su presencia (ni las ciencias ni
los sentimientos, las emociones, los afec- los científicos eligen muchas veces lo que
tos, de manera genérica, como tales, van a estudiar. Cuando creen hacerlo, en
autónomamente, y no sólo como pasio- realidad se dan cuenta de que son ellos los
nes, o como algo integrante de las tenden- escogidos por el objeto de estudio), pero su
cias o pulsiones, o como razonamientos florecimiento intelectual tuvo lugar sobre
insuficientemente esclarecidos para la pro- todo en el siglo XX.
pia conciencia, que hubiera pensado un
racionalista, han accedido a ser un tema La angustia fue la inspiración, y no
del pensamiento filosófico muy reciente- pocas veces el desgarro y el motivo del
mente en los últimos dos o tres siglos de temblor espiritual, pero a la vez y con
historia, prácticamente. Y esto ha ocurrido todo, objeto de conocimiento de algunos
no sólo en Filosofía, sino también en de los proyectos intelectuales más rele-
Psicopatología y en otras ciencias relacio- vantes del pensamiento del siglo pasado.
nadas. Sobre ello volveremos a lo largo del Y, en particular, de una buena parte de la
texto. Psicopatología, de algunas orientaciones

1 Aunque hoy en día, en nuestro medio cultural, la melancolía, la angustia, nos parecen sentimientos dife-
renciables, esto no es fácilmente apreciable para bastantes pacientes, ni lo es para muchas personas. A la
propia dificultad de discernir los sentimientos se unen las diferencias de educación, étnicas o culturales, etc.
(consúltese DSM-IV-TR). Depresión, ansiedad o angustia y somatizaciones forman un continuum.

14 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


de la Filosofía interesadas en la Antropología pensamiento filosófico egregio, como es
del ser humano sufriente en un medio tan el de Heidegger.2 Modo de filosofar cuya
hostil como el vivido entre y durante las dos influencia en parte del pensamiento poste-
guerras mundiales. rior ha sido importante.

Aunque tal vez ya desde antes, desde En Arte, recordemos la imagen expresio-
Kierkegaard y los comienzos del existen- nista de la angustia en los cuadros de Munch
cialismo en el siglo XIX, pueda detectarse (El Grito), entre otros muchos. Del mismo
claramente su presencia y su penetración pintor, los cuadros titulados La melancolía,
en diversos ámbitos de la vida, desde la todos ellos con ligeras variaciones entre sí en
Ética y la Estética, hasta la Literatura y la cuanto a la imagen representada, nos servi-
Religión. Sea como fuere, en uno de sus rán para pensar en el tema central que nos
momentos culminantes, para Heidegger, ocupará el resto del libro: la imagen que
la angustia supone nada menos que uno podemos mantener presente en la imagina-
de los temples de ánimo básicos, el esta- ción puede ser la de la persona meditabun-
do afectivo por excelencia entre ellos, ins- da, afligida, apesadumbrada, vuelta de
talado en el cual la nada de los entes, de espaldas al paisaje, al mundo. Pero, sobre
las «cosas» caducas y finitas, se revela al todo, hablando de la melancolía, recuérdese
existente, y así se abre su mirada hacia el el famoso grabado de Durero, Melencolía I.
horizonte misterioso del ser, del funda- Más adelante hablaremos de él.
mento de las cosas.
En Literatura, pongamos como ejemplo
En la angustia se inicia la auténtica paradigmático, no único ciertamente, la
pregunta filosófica, la pregunta por el ser, angustia existencial en la que viven sumer-
más allá de los entes. Esto requeriría indu- gidos los personajes de Sartre, en particular
dablemente un desarrollo pormenorizado, el A. Roquentin de La Náusea, novela iniciá-
para dar una idea, aunque sea mínima, de tica del existencialismo francés en los años
la propuesta a la que aludimos. Valga como sesenta3 del siglo pasado. Opiniones que
simple nota informativa: he aquí, la angus- no he contrastado, pero de las que puedo
tia, un estado de ánimo, como raíz y dar fe haberlas leído, hablaban de que
motor de un pensamiento filosófico, de un Sartre pensaba haberla titulado Melancolía.

2 Los griegos hablaban del asombro como origen del pensamiento filosófico. Sobre todo el asombro ante
la realidad cambiante de las cosas y del propio hombre.
Véase la siguiente cita. Zubiri, X. Sobre el Sentimiento y la voluntad: Madrid, Alianza Ed; pp. 395-6. La
angustia se constituye para Heidegger por un doble carácter. Por un lado, sería un fenómeno de hundimien-
to de todo terreno o punto de apoyo; sería, por otro, no un movimiento de huída, sino justo al revés, una
especial quietud que deja al angustiado como clavado y fijo en el vacío en el que queda. Este fenómeno
tiene para Heidegger un alcance radical y fundante. El hombre está apoyado en la vida en los entes que le
rodean (das Seiende). Su hundimiento total deja patente ante los ojos de aquél la nada de todo ente. Este
vacío es en sí mismo algo más: es el «ser» (das Sein).

15
Aunque no sea verdadero el comentario, concentración no pocas veces y hacen com-
viene el giro de la angustia/náusea hacia la plicado dirigir y mantener la observación
melancolía para introducir este ensayo. hacia ellos; su flujo es continuo. En segundo
lugar, es difícil trasladar su descripción a un
Qué decir en Psicopatología y en la lenguaje de conceptos o juicios que recojan
Clínica Psiquiátrica, donde se ha considera- su naturaleza. Dejamos al margen la incom-
do muy a menudo a la angustia el sentimien- prensibilidad de las angustias psicóticas ya
to latente –cuando no en un primer plano níti- mencionadas, las obsesiones intensas, etc.,
do– clave en la interpretación de fobias, que todavía complicaría mucho más toda
obsesiones, hipocondrías, e incluso de sínto- esta empresa. Aún sin entrar en este terreno,
mas psicóticos (bien que con matices impor- queda en todo esto algo muy difícil de obser-
tantes, en los que aquí no podemos entrar). var, y algo observado muy difícil de trasladar
En estos últimos, la distorsión angustiosa en al lenguaje que pueda describirlo.
la percepción y en el juicio de la realidad
sobrepasa los límites de lo razonablemente Digamos a modo de metáfora que si la
comprensible para la común opinión o senti- aletheia –descubrimiento, manifestación,
do común compartido por muchas personas desvelación, desocultamiento–, en que la
«normales» o sanas, o adaptadas a su medio verdad consistía para los presocráticos,
sociocultural. Así pensaba Karl Jaspers, emi- según la interpretación heideggeriana, dis-
nente psicopatólogo y filósofo,4 quien habla- curre temporalmente como un manifestarse
ba de una ruptura en las conexiones viven- de lo real al hombre, a modo de una cebo-
ciales de sentido. lla que se va desprendiendo de sus capas,
desvelando a pasos su interior, en el análi-
Sin embargo, no tenemos la impresión sis de la angustia queden probablemente
de que con la suma de todos estos intere- estratos internos de la cebolla a los que no
santes desarrollos sobre la angustia se haya han podido acceder todavía los conoci-
agotado por completo el contenido de ésta. mientos del siglo XX.
Los sentimientos, no sólo la angustia, siguen
siendo difíciles de atrapar en la conciencia; Una opción es pensar que todo es
son evasivos, cambian de aspecto, tienen reductible a un plano único de realidad, por
algo de camaleónico; aturden la atención y la ejemplo el de la Física, en el que puedan

3 A través de sus notas, A. Roquentin va relatando sus días rutinarios, dedicado a una investigación en una
biblioteca en las afueras de París. Vive solo en una pensión; en su tiempo de ocio acude a un café donde
observa los pequeños cambios que se van sucediendo en la vida cotidiana entre las personas que lo fre-
cuentan. La existencia propia y de los que le rodean le da una sensación de asco, que perturba su cuerpo,
y a lo que llama «náusea». La falta de sentido y el hastío inherente a la vida, la contingencia como único valor
preponderante en los seres que le rodean, quienes parecen existir a pesar de sí mismos, sin aparente moti-
vo o sentido para vivir, conforman un relato desesperanzador.

4 López Ibor, JJ. La angustia vital (Patología general psicosomática). Madrid: Ed. Paz Montalvo; 1950.

16 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


encontrar una explicación todos los fenó- A decir de Hans Blumenberg,6 incluso a
menos (Penrose, 2006). Pero, ¿será esto veces es fuera de los territorios de las cien-
así en un futuro? Y ¿serán suficientes estas cias concretas, en los intersticios escasa-
explicaciones? ¿Puede mantenerse un mente iluminados entre ellas, en los espacios
reduccionismo tan estricto, en este caso menos definidos entre las capas de cebolla,
fisicalista? No creemos que sea así. donde residen algunos de los secretos que
se nos escapan. Ese es el lugar que asumi-
Históricamente, podría hablarse de otras remos como punto de partida metafórico, y
dimensiones filosóficas de la verdad, no con- donde se hunden las raíces comunes o com-
templadas por la visión griega de la misma: partidas, multidisciplinares podría decirse, de
la Filosofía y la Psicopatología.
1 Ya hemos señalado el significado del
griego alétheia: desvelación o descubri- Pues bien, uno de los temas que se ase-
miento. meja a la angustia en esta, su ubicuidad en
distintas ciencias, y en su ambición por
2 El latín veritas apunta más hacia el rigor y penetrar en el conocimiento de la antropolo-
la exactitud en el decir enunciativo (que al gía –ya lo hemos enunciado anteriormente–,
apofántico o manifestativo de la alétheia). pero en este caso, además, investido com-
parativamente con una más tenaz y mayor
3 La emunah hebrea, con el sentido de constancia histórica (desde la Grecia arcaica,
confianza personal, seguridad, fiarse pasando por la Alquimia, el Renacimiento, el
plenamente de la palabra dada por la Romanticismo, etc. hasta nuestros días); y,
persona con la que se puede contar. sin embargo, a nuestro entender, menos
atendida en el pensamiento reciente o con-
En última instancia, la realidad es muy temporáneo, es la Melancolía.7
compleja, seguramente inabarcable en su
globalidad, de una profundidad que, a Su muy longeva andadura histórica, su
medida que se va desbrozando, se revela presencia en tiempos, lugares y culturas tan
cada vez más honda.5 diversos entre sí, nos ha parecido un reclamo

5 Penrose R. El camino a la realidad (Una guía completa de las leyes del universo). Barcelona: Debate; 2006.

6 Blumenberg H. El mito y el concepto de realidad. Barcelona: Editorial Herder; 2004.

7 En las actuales clasificaciones de las enfermedades o los trastornos mentales, la angustia ocupa un lugar
muy importante, y con un amplio campo de presentación en diversos trastornos mentales. La melancolía,
sin embargo, ha quedado simplemente reducida a un subtipo de trastornos depresivos muy concretos, y
en los que la aportación o compromiso de los factores biológicos –ritmo circadiano, alteraciones en el
sueño, etc. – parece decisiva o preponderante. Cfr. la clasificación de la Asociación Psiquiátrica Americana
(APA), en su versión vigente, DSM-IV-TR, o la de la Organización Mundial de la Salud (OMS), CIE—10.
Enseguida trataremos esta cuestión.

17
interesante para indagar su naturaleza. tificarlo en el texto, un guía propicio para el
Además, y sobre todo, su vertiente común recorrido que queremos realizar desde la
hacia la Psiquiatría y Psicopatología, por un Psicopatología y la Clínica Psiquiátrica hacia la
lado, y hacia la Filosofía y las Ciencias Filosofía, y en sentido inverso. Mejor dicho, en
Culturales, por otro, la convierte en un tema lugar de desde-hacia, la pretensión es la de ir
interdisciplinar de un interés privilegiado para intentando desvelar lo común a ambos pun-
el estudio de las personas, pues se trata de tos de referencia, presencia simultánea en
vertientes en las que creemos puede abrir uno y otro. Esta sería la verdadera interdiscipli-
todavía nuevas expectativas y caminos. Es el nariedad, búsqueda de un lugar y camino
tema que hemos elegido para este ensayo. compartidos. Un espacio que sospechamos
común y que suponemos permanece cobija-
Evidentemente, los griegos no entendían do tras algunas de las capas de la cebolla que
lo mismo por melancolía que nuestros con- nos iremos encontrando, o tal vez en el inters-
temporáneos. Su contenido ha ido cambian- ticio más difuminado entre algunas de ellas.
do a lo largo de la Historia. Lo cual, por un
lado, hace pensar en la fortaleza de un térmi- Tenemos la impresión de que en algu-
no que se ha ido adaptando a diversos cam- nos años de la década de los 80 del siglo
bios de contexto sociocultural e histórico. A la XIX, en sus años de mayor producción inte-
vez, este también es un signo de debilidad o lectual, Nietzsche, entre otros, ya transitó él
inestabilidad, seguramente compartido por mismo, en persona, psíquica y corporal-
muchos de los temas intersticiales (a los que mente, psicofísicamente, por estos a modo
metafóricamente hemos aludido apoyándo- de senderos del interior de la cebolla o
nos en la opinión de Blumenberg). Pero, a caminos de un bosque enmarañado entre
pesar de los reparos que con sus transforma- zarzas y ramas de árboles en el sentido de
ciones vayan surgiendo, la melancolía puede metáfora heideggeriana.8 Son caminos que
ser, a nuestro entender, y tendremos que jus- permiten andar por el bosque, a veces sim-

8 Hanna Arendt, en un artículo traducido al castellano en el n.º 84 de la Revista de Occidente (pp. 255-71),
recuerda esta metáfora de quien fuera su maestro en Alemania, y a quien celebra en su ochenta cumpleaños.
Los caminos del bosque son caminos que va abriendo el leñador para facilitar su tarea, se cruzan unos con
otros, y le conducen hasta ciertos árboles. Para él tienen una utilidad inmediata en su medio de vida natural.
No llevan a otro sitio, fuera del bosque, acaban dentro del mismo bosque. Para alguien que llega de fuera,
como viajero o excursionista, a lo mejor no le conducen a ningún lugar, como pueda hacerlo una calle en una
ciudad, solamente a un pequeño claro en el bosque. Ahora bien, para el leñador, ese abrir caminos es parte
de su trabajo, tanto como el talar los árboles a los que llegará con esos caminos. Aunque una vez talados
quede todo difuminado para el que llegue desde fuera, al cabo de unos días o semanas el camino se ha vuel-
to irregular, poco a poco, al irse cerrando por la vegetación que va creciendo en sus bordes en cuanto se le
abandona; la zona de árboles cortados, otro tanto;…; a no ser que el recién llegado recupere el espíritu del
leñador y recorra de nuevo el camino con él, no como simple observador, apartando la maleza incómoda y
quejándose del absurdo camino, sino más bien como quien está en su casa, en casa del leñador. Y tras él, un
nuevo visitante. Así se mantiene vivo el camino y el espíritu del camino. El bosque, los caminos, en su simple-
za, sin otros aditamentos ni complejidades que los descritos, dan mucho en qué meditar. El breve recorrido
por sus sendas puede ser todo un argumento de la vida. Nada más y nada menos.

18 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


plemente hasta un claro entre la vegetación. algún pájaro, una ligera brisa, nubes que
Un respiro, un descanso. Pasear, caminar, amenazan lluvia. Jünger (1996) propone la
pensar mientras se va caminando por el imagen de otro grabado de Durero: San
bosque. En la unidad de conciencia inter- Jerónimo en su estudio, un estudio con el
na, yo corporal, y entorno natural o suelo y las paredes de madera, que dan
mundo. También esto es difícil de descri- una sensación de calidez y acogimiento, de
bir con palabras, en el logos. Hay un salto, protección frente a la intemperie. Los ani-
un hiato, entre las palabras utilizadas para males dormitando en el suelo, en primer
describir una vivencia y la propia vivencia plano, dan una sensación de tranquilidad.
que se quiere describir. No en vano, se ha Fuera, imaginamos nubes pasajeras, a mer-
dicho repetidamente que el lenguaje se ha ced del viento. Las lágrimas y las sonrisas,
desarrollado para comunicarnos otras o la satisfacción y la inquietud, que la
vivencias más inmediatas y adaptativas a la melancolía que nos acompaña manifiesta
vida y a la supervivencia en el mundo, no sin contradicción aparente y sobre las que
tan sutiles, reflexivas y elaborada como las queremos reflexionar. El paso del tiempo
del lenguaje científico o filosófico. con referentes distintos a los usuales en las
ciudades, más lento seguramente. Unos
Cuando el ser humano empezó a hablar, senderos que entran entre la espesura de
seguramente no se planteaba estas cues- los árboles. Y las impresiones perceptivas,
tiones. Comenzó a hablar para designar los sentimientos, los deseos, las ideas
algunos objetos en su entorno inmediato o pasadas y recordadas que llegan a nuestra
para distinguir unas personas de otras en mente al seguir con la mirada la dirección
su propio grupo, o expresar algo que sentía de los caminos, todo lo cual pasa a integrar
en su ámbito interno. Como no se las plan- parte de nuestra conciencia de cada instan-
teaba el leñador al abrir los caminos para te o escenario en el que se desarrolla todo
llegar a los árboles. Su objetivo inmediato el relato del bosque vivido y de nosotros
era otro: simplemente, llegar a los árboles, y mismos como actores integrantes de la vida
después de talarlos y dejarlos disponibles de este bosque, que ahora es nuestro
para su traslado, regresar a su cabaña. hogar en el mundo. Pero nuestra participa-
Pero vino alguien a recorrer sus caminos, y ción no acaba ahí, porque somos a la vez
le dio qué pensar. espectadores reflexivos de lo que va suce-
diendo en ese escenario, que observamos y
Sigamos con esta imagen metafórica de del que formamos parte. Y en tanto reflexio-
los caminos del bosque que pertenece a namos, podemos contarlo a los demás, a
Heidegger. Acudamos, pues, a pasar unas nuestros contertulios acompañantes, en el
horas, unos días, cada cual tiene su ritmo y logos, en el lenguaje, que intenta captar lo
sus momentos, a una pequeña cabaña de mejor posible la experiencia originaria.
campo, de madera, al borde de un bosque,
junto a numerosos árboles, ramas caídas, Ante la vista, dos bellas reproducciones
piedras, tierra removida, zarzas, el canto de de grabados de Durero: Melencolía I y San

19
Jerónimo en su celda. Dos reproducciones desprendemos sus capas. Esta sencilla
de los óleos de Münch, titulados El grito, mirada hacia el bosque y el paseo entre
como expresión de la Angustia, y de los sus luces y sombras, la contemplación
cuadros del mismo autor, con ligeras varia- pausada de unas láminas dibujadas o
ciones, titulados Melancolía. La metáfora impresas, la escucha todavía más cerca-
de los caminos irregulares en el bosque, na, si cabe, del interior de uno mismo, evo-
de Heidegger, no sólo visual, multisensorial can sentimientos y un quedar pensativo en
cabe decir, y cómo no, reflexiva; o la más ellos. En la melancolía, en una leve angus-
vulgar o culinaria de la cebolla a la que tia, en muchos otros.

20 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


LA MELANCOLÍA EN LA HISTORIA DE LA CULTURA OCCIDENTAL:
DESDE GRECIA HASTA EL SIGLO XXI

LA MELANCOLÍA A PARTIR DE LA el lenguaje coloquial ni científico hasta hace


GRECIA PRESOCRÁTRICA Y DEL apenas dos siglos). Sería sinónimo, en un
CORPUS HIPPOCRATICUM. LA TEORÍA sentido muy amplio, de enajenación mental
«HUMORAL». EL PROBLEMA XXX o locura.

Tal como lo delata la etimología de la Además, hay que recalcar que, a la vista
misma palabra melancolía, ésta nació en de las descripciones que nos han llegado en
Grecia. Aparece ya escrita en los textos los textos clásicos, esta locura debía presen-
hipocráticos. Otra cosa es su ascendencia tarse probablemente de manera tan variable,
o su origen más remoto. según unos u otros testigos, que en distintos
momentos y ante diversos intérpretes podría
En la Grecia clásica, estar melancólico adoptar alteraciones y variaciones del com-
podía querer decir (haciendo caso omiso, portamiento humano muy distintas. Es obvio
por el momento, de las teorías humorales y decir que en esa época no habría criterios
otros significados subyacentes a estas diagnósticos operativos, ni nada parecido,
denominaciones en su tiempo, etc.), en salvo la observación atenta.
líneas generales, perder el equilibrio mental.
Pero inmediatamente hay que advertir que Por lo tanto, durante más de veinte
para los griegos el contenido del desequili- siglos, hasta hace muy poco tiempo (dos o
brio mental no estaba relacionado con la tres siglos), el contenido del término
tristeza o el abatimiento (si los entendemos, «melancolía» ha sido ajeno a los sentimien-
como lo hacemos contemporáneamente, tos. Sería mejor decir que es la propia con-
como una variedad de la afectividad o los ceptuación de los sentimientos la que ha
sentimientos (Berrios, 1988), pues esta ter- sido ajena a la naturaleza de las personas, y
minología o conceptos no han aparecido en con ellas a su melancolía.

21
Porque, independientemente de que la con Aristóteles y su discípulo Teofrasto,
evolución del pensamiento humano se haya relacionando la melancolía con la creativi-
interesado en desarrollar la conceptuación dad. A partir de esa época, ha mantenido el
de los sentimientos, a partir de cierto carácter de trastorno mental grave que hoy
momento histórico, la melancolía estaba ya en día sigue representando asociada con
allí. De este modo, la melancolía, entendida una modalidad depresiva, por un lado, y,
como sentimiento o como algún otro rasgo por otro, se ha desgranado en una modali-
de estructura del alma humana, ha tenido dad más leve, sobre todo desde el
su propia historia, una larga historia, casi Romanticismo, que tiene que ver precisa-
ininterrumpida al menos en nuestra cultura mente con una exaltación de esa creativi-
occidental, al menos desde los griegos. dad poética, plástica, musical, teñidas de
una tristeza complaciente y reflexiva. A muy
¿Qué ha ocurrido durante todos esos grandes rasgos, este sería el resumen de su
siglos con el contenido humano –pasional, historia.
humoral, o el que sea– que ha ido represen-
tando la figura de la melancolía? La melancolía Tanto en la Filosofía como en la
habrá designado diversas y variadas alteracio- Psicología la afectividad, los sentimientos, o
nes del comportamiento; y la explicación de su como queramos llamar este mundo interior9
naturaleza u origen, hasta el Renacimiento, ha de las personas (no nos corresponde entrar
residido en una alteración en la mezcla humo- en discusiones terminológicas) que hoy en
ral equilibrada o sana (con una predisposición día nos resulta tan familiar en el lenguaje
a padecerla en las personas en las que predo- coloquial y en el lenguaje más o menos
minaba el humor de la bilis negra), debido a culto y científico, es una incorporación muy
que, hasta esa época, y salvo excepciones, reciente al lenguaje y pensamiento huma-
muchos médicos aceptaron la teoría humoral nos, históricamente hablando.
griega como la constitutiva del cuerpo huma- Básicamente, a raíz de la Ilustración. Hasta
no. Pero la melancolía también ha aportado entonces, lo afectivo es identificado con las
consigo los antecedentes de una Mitología pasiones, así todavía en el Racionalismo
que se pierde en el origen de los tiempos del (Descartes, etc.), prácticamente hasta el
ser humano, de una teoría cosmológica y una siglo XVIII. Y a muy grandes rasgos, las
teoría antropológica muy antiguas. facultades, las potencias de la mente
humana, se entendía eran dos: el conoci-
En el Renacimiento permitió recuperar miento (incluidas las sensaciones y el
una idea griega que alcanzó su esplendor entendimiento) y la voluntad (tendencias,

9 Llamémosle provisionalmente, y sin demasiado rigor, interior. Así calificamos habitualmente los sentimientos.
Sin embargo, a lo largo de este ensayo queremos resaltar la vertiente realista de los sentimientos, su constitu-
tiva dimensión externa o mundana; en el sentido de que en los sentimientos está presente la realidad; no son
sólo lo que se llaman subjetivos o internos; de la misma manera que al inteligir algo, inteligimos ese algo con
una parcial objetividad, existiendo además un componente subjetivo en nuestro acto cognoscitivo.

22 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


impulsos, pasiones). O tres, si incluimos, una medida importante están construidos
por ejemplo, la memoria. Pero aun el sobre un entramado afectivo. La cualidad
Racionalismo (Descartes, etc.) hablaba de predominante de éste, según épocas, cul-
las pasiones del alma para referirse a lo que turas, etc., no cabe duda que alcanza
hoy podemos calificar como «emociones» o gran relevancia. Quizá pueda ser un expo-
«sentimientos». nente, con todas las limitaciones de una
generalización simplista de este tipo, el
Después de su corta historia, si la com- existencialismo y su enfoque de la angus-
paramos con la propia melancolía, por tia a mediados del siglo pasado. El miedo
ejemplo, el tema de los sentimientos o afec- aparece ante un peligro o un mal que
tos y las emociones hoy en día sigue sien- pueda sucedernos a nosotros o al amigo.
do uno de los más escurridizos en la El duelo ante la pérdida de alguien queri-
Psicología. Una Psicología y Psicopatología, do. La envidia surgirá en mí ante otra per-
que nacieron hacia su autonomía, en la sona que dispone de lo que yo no pueda
medida en que fueron independizándose de tener. En general, todos los sentimientos o
los métodos del conocimiento filosófico y emociones básicos y comunes. Hasta
adquiriendo los suyos propios, tal y como aquí, todo es de una observación común
ha ocurrido con otras ciencias. y casi inmediata.

Los sentimientos como estados inter- Sin detenernos en las reflexiones de San
nos, atemperados a la realidad. En ellos Agustín, Santo Tomás de Aquino y la
queremos resaltar otra característica. Para Escolástica, Descartes, Spinoza, etc., pero
ello, recurrimos a Schmidt-Atzert (1985), que queden al menos mencionados y como
quien señala que los primeros comenta- jalones de referencia a los que se puede
rios históricos conocidos sobre las emo- regresar y pensar con tanto provecho.
ciones (o su equivalente histórico, por lo Todos ellos particularmente dedicaron
que llevamos dicho hasta ahora) serían los esfuerzo al estudio de las pasiones del
de Aristóteles. Evidentemente, no con- alma. A partir de la Crítica del Juicio de Kant
templa la posible inclusión de algunos quedará seguramente canonizado ese
trastornos afectivos en algunas descrip- espacio entre las percepciones, el entendi-
ciones hipocráticas de la melancolía. miento, las aferencias, por un lado, y las
Aristóteles ensalza la amistad, y con las voliciones, las tendencias, por el otro; entre
vicisitudes a ella unidas. Esquematizando las acciones y las pasiones. Ese espacio es
al máximo, las personas que nos quieran a modo de un estado, un quedar en sí
vivirán con nosotros momentos de tristeza mismo, un quedarse triste, alegre, descon-
y otros de alegría. Parece evidente. Los certado, etc., un «estado» de ánimo.
afectos van inextricablemente unidos a los
avatares de las relaciones entre las perso- Desde un punto de vista médico, hay
nas, o mundo interpersonal, familiar, que repetir que la primera vez que aparece
social. La familia, los vínculos sociales, en el término «melancolía» es en los textos

23
hipocráticos que, como es sabido, proce- puede leerse en los textos, es susceptible
den de autores y fechas heterogéneos, así de descripciones diversas. Por ejemplo, la
como de escuelas médicas distintas. siguiente.
Tellenbach (1976) cree que no es posible
rastrear el término con cierto rigor más Los melancólicos, las personas de tem-
hacia atrás en el tiempo a partir de la fecha peramento melancólico, por una mezcla de
de estos textos. Los escritos más antiguos sangre con bilis y flema, pueden contraer
datan del siglo X a. de C., aproximadamen- una enfermedad del espíritu. Y sus manifes-
te. La fuente originaria del depósito de los taciones son (en otro fragmento distinto,
textos que nos han llegado hasta hoy pro- atribuido en este caso a la escuela de Cos):
bablemente es la Biblioteca de Alejandría falta de apetito, desaliento, insomnio, acce-
(siglo III a. de C). sos de ira, malestar, las manifestaciones del
ánimo melancólico.
En total, son unos 50 fragmentos de
distintas épocas los que contienen la pala- En cuanto al tipo melancólico –tempe-
bra «melancolía» y sus derivados. Son tex- ramento melancólico–, en una cita tomada
tos separados entre sí por suficientes años, de Panofsky (1995. p. 173) se describe de
distancias y distinciones en las mentalida- la siguiente forma: delgado y de piel oscu-
des de sus autores como para poder unifi- ra, el melancólico es torpe, mezquino, ren-
carlos mínimamente en lo que concierne al coroso, codicioso, malicioso, cobarde,
tema que nos ocupa. desleal, irreverente y somnoliento. Es aris-
co, triste, olvidadizo, holgazán e indolente.
Laín Entralgo (1970) señala que entre las Rehúye la compañía de sus semejantes,
enfermedades neurológicas o nerviosas, o desprecia al sexo opuesto y su única cua-
algo que pueda describirse como relaciona- lidad redentora es cierta inclinación al
da con la enfermedad mental, que están estudio solitario.
recogidas en el Corpus Hipocraticum, pue-
den citarse las siguientes: la apoplejía, el Recordemos la acepción de tempera-
letargo, la frenitis, la melancolía y la enfer- mento a la que hacemos referencia.
medad sagrada (correspondiente a la actual
enfermedad epiléptica). El carácter es una disposición constitu-
tiva de una persona que se hereda. No varía
H. Tellenbach (1976. p. 34) distingue en a lo largo de la vida. Por lo tanto, desde el
el Corpus Hipocraticum el que denomina nacimiento puede considerarse como un
tipo melancólico (con unos rasgos de tem- esquema fijo y definitivo. Constituye parte
peramento melancólico, predominio de bilis de lo que también puede llamarse, en otro
negra en su composición humoral), de la orden descriptivo y conceptual, tipologías.
enfermedad melancólica, que no aparece Lo único que puede alterarlo, pero más bien
bien definida como tal enfermedad o enti- para anularlo y sustituirlo por otro, es la
dad nosológica y que, además, por lo que enfermedad.

24 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


El temperamento, en cambio, no es un Un humor en definitiva es una sustancia
rasgo fijo. Es un estado y puede modificar- de características físicas líquidas o semisó-
se. Es una constitución particular que resul- lidas, compuesta de la mezcla de los ele-
ta del predominio de alguno de los humores mentos primarios de Empédocles, pero que
corporales. nunca se descompone en éstos (excepto
en algunos procesos patológicos), pues los
Del latín temperamentum, que significa elementos primarios no existen solos en
en primer lugar estado de la atmósfera, condiciones normales. Un humor es capaz
temperie, tiene que ver con la temperatura, de mezclarse (krásis) con otros, y la propor-
que es la que determina sus cambios, el ción de cada uno de ellos es la que otorga
estado de la atmósfera, el estado del tem- las peculiaridades propias a cada cuerpo y
peramento (según sea la mezcla –tempera- a cada una de sus partes.
mento también está relacionado con tem-
perare, con mezcla– de calor, frío, seque- En una de sus acepciones más genera-
dad, etc.). lizables, los humores son cuatro. Hay varias
versiones, pero la más aceptada puede ser
Los griegos llegaron a una explica- la siguiente (Laín Entralgo, 1987):
ción de la naturaleza de la constitución
física humana por varios humores. No es • Sangre.
la única, ciertamente, pero quizá sea la • Bilis amarilla, contenida en la vesícula
más extendida. Seguramente del equili- biliar.
brio, de la proporción, de la temperatura, • Bilis negra, almacenada en el bazo.
de la sequedad o humedad de estos • Flema, o pituita, que fluye de la nariz.
humores dependía el estado de salud de
una persona. Por supuesto, esta expli- Para los griegos, el soplo vital, el pneuma,
cación física convivía con explicaciones y las características de cada ser vivo y cada
religiosas, míticas, mágicas y de otros ser humano que brotan del fondo común de
órdenes. No eran excluyentes. La teoría la fisis, sostenidos en la mezcla humoral
humoral también coexistía con la teoría básica a la que repetidamente aludimos,
pneumática, etc., otras teorías fisiológi- dependen en esencia para su bienestar del
cas o naturales. No nos corresponde equilibrio y del devenir conforme a las leyes
entrar en este terreno. naturales de esta mezcla humoral.

La teoría humoral fue adoptada por los Desde los comienzos de la Filosofía
romanos; así en Galeno, quien continuó occidental, desde Tales de Mileto hasta el
sobre todo con las enseñanzas recibidas a atomismo más temprano que podamos
través de Aristóteles. Y esta teoría humoral conocer en Demócrito y Leucipo, la carac-
tuvo una gran ascendencia, sobre todo terística común más relevante entre todos
hasta el Renacimiento, e incluso más cerca estos pensadores y científicos, a decir de
de la Ilustración. muchos autores, es su dedicación al cono-

25
cimiento de la phýsis (su equivalente en latín, nidad (previamente situada en ámbitos
natura. En castellano, en su forma verbal: extrahumanos: olímpica, órfica, dionisíaca;
nacer, brotar, crecer). Aristóteles les llamará se convierte en «fisiológica» o «natural»), la
fisiólogos (physiológo) (Laín Entralgo, 1987). fecundidad (inmortalidad, nacimiento cada
primavera, antes atribuidos a los dioses), la
Laín Entralgo (1987) resume la idea cen- necesidad (necesidad –moira, anánké–,
tral de la siguiente manera: «Todo en el cos- azar) y la regularidad (kósmos: orden bello).
mos –astros, nubes, tierras, mares, plantas, Expresas o tácitas, todas ellas se dan en la
animales– procede de un principio radical idea presocrática de la naturaleza del hombre
común, al que los primeros presocráticos y, por tanto, del cuerpo humano (p. 79).
darán el nombre de phýsis (la phýsis como
realidad universal), que en cada cosa cons- Esquema de la teoría humoral
tituye el principio y el fundamento de su
aspecto y sus operaciones (la particular Y sus consiguientes correspondencias
phýsis de la cosa en cuestión). Las phýsies entre distintos niveles organizativos o
o naturalezas particulares (la del hombre) estructurales de la naturaleza.
son, pues, concreciones figuradas y diná-
micas de la phýsis universal, que en ellas se Al ser la misma la constitución física de
muestra y realiza (la naturaleza, cuando se todas las realidades que surgen de la Fisis,
la escribe con mayúscula) (…) La phýsis es habrá un paralelismo entre todas ellas. Muy
el arkhé, el principio de todas las cosas y de brevemente podemos decir, el humor predo-
cada cosa. Principio en los dos sentidos minante en la constitución física de una per-
más importantes de esta palabra, el crono- sona cuyo temperamento es sanguíneo será
lógico y el entitativo. El pensamiento mítico el humor sanguíneo. Sus características den-
(Hesíodo, los órficos) se preguntaba cómo tro del ciclo vital humano corresponderán a la
fue el comienzo del cosmos; desde Tales de vitalidad y la energía infantil. En el ciclo tem-
Mileto, los pensadores presocráticos se poral anual, sus rasgos asemejarán los de la
preguntarán por el qué de ese comienzo, primavera. Y su correspondiente elemento
por lo que en el comienzo era, y a ese cosmológico será el aire.
comienzo le llamarán phýsis» (p. 78).
De igual manera, podríamos establecer
La phýsis (…) es principio y funda- las correspondencias para los otros tres
mento, y a su esencia pertenecen la divi- humores (véase la tabla 1). Al haber esta

Tabla 1
Sangre Aire Primavera Infancia Temperamento sanguíneo
Bilis amarilla Fuego Verano Adolescencia Temperamento colérico
Bilis negra Tierra Otoño Edad adulta Temperamento melancólico
Flema Agua Invierno Vejez Temperamento flemático

26 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


homogeneidad estructural entre distintos aire, tierra y fuego, como elementos prime-
planos de la naturaleza, puede verse un ros constituyentes del cosmos). Continúa
paralelismo entre el cosmos entero y el ser vigente la importancia del aire, que en el inte-
humano, de que pueda hablarse de micro- rior de los seres vivos se convierte en
cosmos, un término que hizo relativa fortu- «neuma» y va a dar lugar a una importante
na en la historia del pensamiento. corriente médico-filosófica, y surge un con-
cepto nuevo que es el que queremos desta-
Para Laín Entralgo (1987. p. 84), el térmi- car y recoger particularmente por su fecundi-
no «microcosmos» tiene su origen en una dad para el desarrollo y el mantenimiento
frase de Demócrito: «El hombre, un cosmos durante siglos de una base teórica para la
en pequeño». Pero esta idea puede retro- melancolía. Es el concepto de humor, que
traerse a los persas, y apunta Laín, se pier- aparece en el Corpus Hippocraticum, y
de en los antecedentes histórico-culturales designa un fluido más o menos viscoso que
comunes indoeuropeos. Desde luego, y permanece inmutable en todas las transfor-
según cuáles sean las fuentes estudiadas, el maciones normales de la physis del hombre.
paralelismo entre macro y microcosmos es Con esa idea nace la que hasta bien entrado
diverso. Pero, en cualquiera de los casos, es el mundo moderno va a ser en Biología la
muy interesante ver que la mentalidad de más influyente de las doctrinas estequioló-
distintos autores baraja ideas tanto anatómi- gicas: la llamada «doctrina humoral» (Laín
cas como fisiológicas, patológicas, para Entralgo, 1978. p. 79).
describir y explicar similitudes entre el fun-
cionamiento del universo y el del cuerpo Laín Entralgo llama la atención sobre la
humano. Se trata, realmente, de un peque- semejanza entre la estequiología humoral y
ño cosmos dentro del gran cosmos. Hay la doctrina india del «tridhâtu». Cree que a lo
una correspondencia directa, estructural y mejor ambos provienen de una raíz arcaica
funcional. común, originada en observaciones natura-
les: vómitos, coagulación de sangre, etc.
¿Cómo surge la teoría de los humores? Por otro lado, la propia descomposición de
Laín Entralgo (1978. p. 78 y ss.) denomina los cuerpos, etc.
estequiología a la ciencia encargada del
estudio de la composición elemental de los El famoso problema XXX, recuperado
cuerpos naturales, y entre ellos el cuerpo más tarde en el Renacimiento, atribuido a
humano, desde los «fisiólogos» presocráti- Aristóteles, nombre que suplanta probable-
cos hasta el final del mundo antiguo. mente a su discípulo Teofrasto, supone un
Además de las teorías de Empédocles y hito literario en la atribución de una relación
Demócrito, cita a Alcmeón de Crotona, a la genialidad creativa, artística, con el
quien habla de las contraposiciones del tipo carácter melancólico. Esta relación ha
húmedo/seco, frío/cálido, amargo/dulce, resurgido, y con fuerza, en distintas etapas
etc. Los médicos hipocráticos adoptan ini- en la historia occidental (volveremos sobre
cialmente la doctrina de Empédocles (agua, este tema un poco más adelante). Y, a decir

27
verdad, puede que sea una de las razones dad, produce en los hombres unas caracterís-
o relaciones principales, si no la más impor- ticas muy semejantes a las que atribuimos a
tante, por las que la melancolía ha sabido los melancólicos, y a medida que se bebe
resistir y sobrevivir a lo largo de tantos configura diversos caracteres, verbigracia irri-
siglos. Dice así el comienzo del texto del tables, benévolos, compasivos o desenfrena-
problema XXX, según la traducción españo- dos; mientras que la miel, la leche, el agua u
la del escrito de Klibansky et al. por M.L. otras cosas de esa índole no tienen esos efec-
Balseiro (para sus antecedentes, con la tos. (…) Ahora bien, así como una misma per-
fusión del furor platónico y de la tragedia sona que bebe va cambiando de carácter
griega, por ejemplo, representada por según la cantidad de vino que consume, así
Eurípides, véase el mismo texto del pseu- hay para cada carácter una clase de hombres
do-Aristóteles o Teofrasto): que lo representa. Pues así como es un hom-
bre momentáneamente, mientras está ebrio,
¿Por qué todos los que han sobresalido así es otro por naturaleza… (pp. 42-4).
en la filosofía, la política, la poesía o las artes
eran manifiestamente melancólicos, y algu- El grado de sufrimiento melancólico en
nos hasta el punto de padecer ataques ocasiones llega hasta tal punto que enton-
causados por la bilis negra, como se dice ces la persona está expuesta a padecer
de Heracles en los (mitos) heroicos? (…) (en ataques que guardan gran semejanza con
el libro hay una nota al pie del texto en la la epilepsia o enfermedad sagrada. Al
que los traductores comentan una alusión a menos llegando a este grado de intensidad,
la estrecha relación entre la melancolía y la podemos imaginar un síndrome epiléptico
epilepsia o enfermedad sagrada). completo, en sus distintas variantes, incluso
un síndrome de gran mal que en algunas
Entre los héroes, es evidente que variantes incompletas pudiera ser identifica-
muchos otros sufrieron de la misma mane- do con la afección melancólica.
ra, y entre los hombres de tiempos recien-
tes Empédocles, Platón y Sócrates, y El texto añade que algunas personas
muchos otros hombres famosos, así como tan sólo tienen una tendencia a padecer
la mayoría de los poetas. Pues muchas de esos ataques sin llegar a presentarlos. Pero,
esas personas padecen trastornos de aunque no los padezcan, son melancólicas
resultas de esta clase de mezcla en el cuer- en su constitución.
po; algunas sólo tienen una clara tendencia
natural a esas afecciones, pero, por decirlo La analogía de cómo la incorporación
brevemente, todas son, como ya se ha de alguna sustancia activa en el organis-
dicho, melancólicas por constitución. mo, el vino, a diferencia de otras estructu-
ralmente importantes, pero indiferentes
Para descubrir el porqué, hemos de para el temperamento y el carácter como
empezar sirviéndonos de una analogía: es puedan ser el agua o la miel, va influyendo
manifiesto que el vino, tomado en gran canti- en los rasgos de personalidad en función

28 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


de su cantidad ingerida, es un elemento de va del vino va revelando en una persona los
reflexión muy interesante. De hecho, son va mostrando como si fuera transformán-
las distintas proporciones de los humores dola en otras personas de distinto carácter.
las que vienen a configurar las distintas En este sentido, y si prescindimos de la
personalidades de los seres humanos. ingesta de vino, estos temperamentos dis-
Según va aumentando la cantidad de vino tintos que nos ha ido revelando el vino en
ingerido, progresivamente va afectando a un mismo sujeto los podemos observar,
la proporción de las mezclas de los humo- prescindiendo del vino, en varias personas
res, y los rasgos de temperamento se van distintas que precisamente se distinguen
modificando. por su temperamento de manera natural.
Desde el nacimiento, cada persona tiene
También puede darse un mecanismo un carácter sobre el que los factores
distinto. En lugar de la ingesta e incorpora- ambientales, familiares, sus influencias
ción al organismo de una sustancia, puede sobre la mezcla humoral, ayudan a confor-
ser que ocurra un cambio en la proporción mar un temperamento.
de calor, humedad, y otras propiedades
ambientales en el aire que nos rodea, pro- Resumiendo, tenemos la melancolía
vocando un cambio en la atmósfera. Este entendida como enfermedad mental grave,
cambio atmosférico o ambiental influye con manifestaciones diversas, caracteriza-
también en el organismo (p. ej. los cambios da al menos por alteraciones en el compor-
de estación). Un desequilibrio en la mezcla tamiento y en el pensamiento o el lenguaje,
de humores provocará un cambio en el y en la distorsión de las posibles interaccio-
temperamento (no en el carácter), originan- nes personales con la persona afectada. El
do un padecimiento o una enfermedad. origen postulado de estas alteraciones
mentales graves es un desequilibrio humo-
En cierta manera puede entenderse ral en la constitución física del organismo
como algo similar a lo que sucede en un humano. Por similitud constitucional con el
nivel mucho más preciso que el humoral, resto del cosmos o universo, en ocasiones
cuando se plantea un desequilibrio en los se habla de microcosmos humano.
neurotransmisores (la serotonina o la dopa-
mina), al que puede llegarse por varios Por otro lado, está el tipo o tempera-
mecanismos fisiopatológicos. Con un apor- mento melancólico, en el que hay un predo-
te externo se pueden moderar o corregir minio del humor llamado bilis negra. Puede
oportunamente y, de esa manera, variar el tratarse de una predisposición a la melan-
estado de ánimo. La cantidad o la dosis del colía como enfermedad, pero no necesaria-
aporte exógeno también influye en el resul- mente. Este temperamento melancólico, el
tado obtenido. predominio humoral de la bilis negra en la
composición del organismo humano, pare-
Por otra parte, digamos que los rasgos ce guardar relación con la creatividad
del temperamento, que la ingesta progresi- humana en sentido amplio.

29
LA PRESENCIA DE LA MELANCOLÍA no, al final de la Teogonía o formación del
EN LA MITOLOGÍA GRIEGA Y Cosmos de Hesíodo, supone una gran
ROMANA: CRONOS, SATURNO Y LOS novedad: la astucia, el engaño, la violencia
MITOS INTEMPORALES DE LA contra el padre en última instancia, justifi-
CASTRACIÓN Y LA ANTROPOFAGIA can este método para engendrar orden a
partir del desorden y dar lugar a la apari-
La genealogía y la historia de Cronos ción del mundo que conocemos. Pero la
pueden leerse en el mito de la creación de historia se repite, y Cronos es advertido de
Hesíodo: la Teogonía. La narración nos que uno de sus hijos le va a sustituir, y que
informa que primero surgió la Gran Madre, para ello utilizará el mismo procedimiento
Gea, y creó los límites del mundo conocido, que él utilizó con su padre, con la misma
junto con los Titanes, Cíclopes y su propio crueldad y violencia. Ante esta amenaza,
hermano-marido, Uranos. Éste acudía con Cronos/Saturno se encargaba de devorar
ella diariamente, movido por una impulsivi- a sus hijos en cuanto nacían. Pero, como
dad sexual y procreadora que el texto da a decimos, el argumento se repite, y su
entender intensa. Pero, a la vez, pretendía esposa, Rhea, cansada de las exigencias
impedir que los hijos que naturalmente de su marido, escondió a uno de sus hijos,
pudieran nacer de esta relación salieran del al pequeño Zeus, de la vista de su padre.
cuerpo de Gea. Ella se cansó de la carga de Una vez crecido, Zeus combatió contra
los hijos que iban quedando aprisionados Cronos por el trono, y después de vencer-
en su cuerpo y que cada vez eran más lo desterró al antiguo gobernante al
numerosos. Y les pidió –no vamos a entrar Tártaro, una oscura región que se creía
en detalles de su aparición en escena– que que estaba debajo del mismo Hades, tan
la ayudaran en esta situación, a encontrar lejana que un yunque lanzado desde la
una solución viable para el futuro. superficie de la tierra caería durante nueve
días antes de alcanzar la prisión final des-
Uno de los hijos, Cronos, consiguió una tinada a su padre (Bonnefoy, Y. pp. 100-
hoz que le proporcionó su madre, y con 102).
ella agredió brutalmente a su padre. Le
castró, arrojando los genitales de Uranos En una de las versiones romanas (Humbert
sobre la Tierra y el Mar, donde darían lugar J, 1988), Titán era el hermano mayor de
posteriormente a nueva descendencia Saturno. Su madre tenía predilección por
(entre otros hijos célebres, Afrodita). De éste, y Titán le dejó reinar, pero a condición
esta manera tan violenta, y nada menos de que exterminase o devorase a todo hijo
que atentando contra su propio padre, con varón para que, con el tiempo, la corona
la complicidad de su madre, Cronos se recayera de nuevo en Titán. Cibeles, espo-
hizo cargo del gobierno y engendró el pan- sa de Saturno, se cansó de este pacto e
teón que, en su momento, regiría el hizo que Júpiter pudiera llegar clandestina-
mundo: Zeus, Hera, Poseidón, Deméter, mente a Creta. La historia continúa con
Hades. El acto de Cronos-Saturno roma- diversas vicisitudes. Este dios romano

30 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


Saturno tiene semejantes características al vigente hasta él. Lo hizo con un acto del
Cronos de los griegos. que él mismo temía poco después ser vícti-
ma. Su descendencia, si la dejaba crecer, le
Recuérdese, por ejemplo, la impactante iba a castrar. En ambos casos, no había
imagen del cuadro de Goya en la que apare- salida indemne. Lo que hizo con su padre le
ce la imagen del Cronos/Saturno gigante en dejó marcado, a él y a su descendencia.
pie, manchado en sangre, comiendo a sus
hijos. La penetración de este mito en el ima- Tal vez en la cultura judeocristiana haya
ginario cultural europeo, hasta hace poco un cierto paralelismo en cuanto a un terrible
tiempo, debió ser profunda, tal como Goya lo mal originario que recae sobre toda la
recoge. La imagen de comerse a sus propios humanidad, anticipando con el concepto de
hijos, tras la amenaza de castración que él pecado original las limitaciones y penalida-
cometió con su propio padre, es una historia des consecuentes e inevitables para toda la
de terror o arquetipo trágico de raíces descendencia del relato de Adán y Eva, con
ancestrales. todas las diferencias entre el mundo semíti-
co y el indoeuropeo.
Lo que nos interesa en particular es la
tradicional vinculación entre la imagen de Según señalan Laplanche y Pontalis
Cronos/Saturno y la Melancolía (Cfr. el (1983, p. 61), en la Interpretación de los
excelente libro de Klibansky et al. 1991). Si sueños de Freud (la primera edición original
hay una relación entre esta imagen y la es de 1900) figura una alusión a la castra-
melancolía, y la hay tradicionalmente, desde ción de Cronos por Zeus –el padre por el
muy antiguo, es la de una melancolía extre- hijo–, que los autores califican de errónea.
madamente violenta, me atrevería a calificar En posteriores ediciones de ese libro, Freud
de psicótica en el sentido en que lo emple- incluyó otras alusiones a la castración.
aba Jaspers. Violencia de muerte hacia su
predecesor y hacia sus descendientes. Esta experiencia de amenaza de castra-
ción, a decir de Laplanche y Pontalis (1983,
Mito inaugural de llegada al poder y a la p. 59), se encuentra de manera constante
configuración del mundo de los humanos a en toda experiencia analítica. Es probable,
través de una violencia extrema. Con todo haría falta una constatación empírica (con la
el realismo y la credibilidad de un destino dificultad que esto conlleva, y con las limita-
que se cumple inevitablemente, en tanto ciones para su generalización inductiva)10
que el propio Cronos/Tiempo inauguró el para afirmar su universalidad, su carácter
tiempo del mundo, la luz habitable entre el de arquetipo universal. Es posible que
cielo y el suelo, interrumpiendo la Teogonía Freud así lo pensara. De hecho, Freud, con

10 La generalización inductiva queda pendiente de la aparición de nuevos casos que confirmen lo aprecia-
do hasta ahora. Cfr. Popper. Falsabilidad.

31
la evolución de su sistema teórico, fue corporal análoga a un pene de otra perso-
situando definitivamente el complejo de na, que proporciona sensaciones placente-
castración, como un elemento de la evolu- ras, y al retirarlo de la boca, lo contrario.
ción de la sexualidad infantil en ambos
sexos, en el complejo de Edipo (y reforzan- O. Rank establece como vivencia origina-
do la convicción sobre su universalidad). De ria en la vida de una persona la del nacimien-
esta forma, en el caso del sexo femenino, el to, proceso en que el bebé se separa de la
miedo a la castración induce a la niña al madre. Experiencia que tiene su componen-
deseo del pene paterno en la entrada a la te traumático. Toda experiencia posterior en
estructura del complejo de Edipo, mientras la vida, incluida la angustia de castración, es
que en el caso del sexo masculino surgirá una rememoración de este episodio primor-
preferentemente al final o en la etapa termi- dial de angustia que permanece grabado en
nal del complejo de Edipo, cuando al niño cada uno de nosotros. El nacimiento de
se le prohíbe el acceso a la sexualidad cada uno al mundo es traumático, tanto
materna con la formación de su «superyó» y para quien nace como para la madre que le
el inicio del periodo de latencia. trae al mundo. No sólo por el dolor físico,
sino también por la incertidumbre, la angus-
Algunos autores han situado el comple- tia, la melancolía. Y de ésta participa tam-
jo de castración en situaciones de malestar bién el padre. Hay un riesgo físico en el
vividos por el/la niño/a con anterioridad al parto de que puedan surgir complicacio-
complejo de Edipo. Aunque sea como nes, y la muerte tanto para el recién nacido
meras hipótesis no verificadas, vamos a como para la madre.
citar a dos de los autores nombrados por
Laplanche y Pontalis (1983, p. 60). Por otro lado, y así lo señalan también
estos autores, llama la atención que la cons-
Uno de ellos es A. Stärcke. Este autor tante aparición de la angustia de castración
retrocede a la experiencia del amamanta- en el relato analítico contraste paradójica-
miento y del momento en que se procede a mente con la escasa presencia de las ame-
la retirada del pecho a los/las niños/as. Es nazas de castración que puedan vivirse en la
claro que a todos los bebés les resulta pla- vida real. Y más aún si pensamos que en las
centero el pecho o su sustituto el biberón o, personas de sexo femenino aún es más difí-
cuando menos, artilugios como el chupete cil entender que también puedan presentarla
o similares, o en su ausencia el dedo pulgar. de manera constante cuando anatómica-
Además de proporcionar líquidos y nutrien- mente no hay ningún motivo para ello (fanta-
tes, calman su estado, facilitan que puedan sía de haber sido castrada en el pasado,
entretenerse, conciliar el sueño. Por el con- haber cometido algo para provocarlo).
trario, si les falta ese objeto que llevarse a la
boca, protestan. Puede ser una experiencia Saturno/Cronos es un planeta frío y
diversa, según aprendizaje, culturas, etc. seco, de aparición nocturna en el cielo,
Stärcke identifica el pezón con una zona como todos los planetas, pesado, de movi-

32 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


miento lento. Su círculo, entre los planetas, las personas actuales ante la labor indaga-
es el más alejado de la Tierra. Pálido, lívido toria en el inconsciente por parte del psico-
como el plomo. El niño concebido o nacido análisis. Metáfora que vincula la melancolía
bajo su influencia astrológica será propenso con el planeta Saturno.
a heredar las peores cualidades. Véase a
este respecto una cita que recoge
Klibansky: LA MELANCOLÍA EN LA CULTURA DE
ROMA Y EN LA EDAD MEDIA:
La parte negativa de su influjo sobre los CICERÓN. LA ACEDÍA
hombres es que será muy poco favorece-
dor. Nacer bajo el signo de «Saturno impío» En las meditaciones y conversaciones
significará estar aquejado de la «negra en su retiro en Túsculo, Cicerón (Cicerón,
melancolía» (Klibansky, p. 191, citando a 2005)11 reflexiona sobre los sufrimientos del
Bartolomeus Anglicus). cuerpo y el alma, sobre la felicidad alcanza-
ble por las personas a pesar de todos los
Y a esto se debía nuestra referencia a la contratiempos y las limitaciones, y la muer-
mitología en torno a Saturno/Cronos, a su te. Cicerón se muestra gran conocedor de
relación con la melancolía. Recalcar que los griegos, sobre los que ha leído y medi-
esta relación no es simplemente una atribu- tado, y a los que muchas veces compara
ción que aparece en la cultura y mitología con las tradiciones y costumbres de los
griegas. Aparece en el famoso grabado de propios romanos.
Durero del Renacimiento alemán, que más
adelante comentaremos. Ya hemos hecho En este texto,12 Cicerón (2005, p. 113)
referencia a la imagen del Saturno gigante entiende la melancolía como un estado
de Goya. grave de locura. Distingue entre locura
(insania) y locura furiosa. La primera la des-
En resumen, la melancolía en relación cribe como un modo de afectación mental
con la mitología originaria del mundo huma- leve, entendiendo por tal la propia de toda
no, una mitología divina muy violenta, en la persona indocta, es decir, la mayor parte de
que padre e hijos matan o castran por el las personas de su tiempo, por el mero
poder. Angustia de castración presente en hecho de no haber sido educadas, ya que

11 El prologuista de esta versión al castellano del libro de Cicerón (Fernando Colina) recoge un comentario
de Pinel (Tratado médico-filosófico de la enajenación del alma o manía) sobre Cicerón: Allí, en el capítulo XII
de la primera sección del libro, escribió aquel pionero –se refiere a Pinel– que las «Conversaciones en
Túsculo» de Cicerón pueden ser más útiles para los maníacos de espíritu cultivado que las «recetas de tóni-
cos y antiespasmódicos combinados artificialmente».

12 En mi opinión, la edición de la Asociación Española de Neuropsiquiatría es excelente. En general, cabe


el mismo elogio para toda la colección de libros de Historia de la que Cicerón forma parte. Es justo recono-
cer el esfuerzo y la calidad del trabajo de los editores.

33
no habrían logrado la salud de espíritu sufi- sonas afectadas por la locura furiosa en
ciente para lograr la calma espiritual y el Grecia (y que Cicerón equipara a la melan-
gobierno prudente de las pasiones. El esta- colía como estado de locura grave) se les
do de serenidad y calma propio de la salud lo prohibía disponer de sus bienes:
proporciona la madurez que dan el estudio y
la reflexión, y el cultivo de la mente, un privi- A quienes se veían afectados por ella (en
legio de tan sólo algunas mentes sabias. La Grecia) las Doce Tablas les prohibían la libre
inmensa mayoría de las personas de su disposición de sus bienes, pero el texto no
tiempo eran incultas. Esa acepción de la dice «si está loco» («si insanus»), sino «loco
sabiduría tendría su desarrollo, y nos referi- furioso» («si furiosus»). Los legisladores
mos al pensamiento occidental, especial- entendían, por tanto, que los que carecen
mente en el estoicismo, sobre todo en su de firmeza y equilibrio –es decir, de sanidad
vertiente ética. (sanitas)– podían desempeñar bien los ofi-
cios de mediana dificultad y los deberes
La serenidad conlleva haber alcanzado derivados de la convivencia ciudadana nor-
un control sobre las pasiones y los deseos, mal, mientras que de los locos furiosos pen-
sobre la parte animal o sensitiva de las per- saban que había en sus mentes una cegue-
sonas. De este modo, todos los movimien- ra total. Es, pues, más grave que la insania,
tos a los que se ve impulsado el espíritu aunque se da la circunstancia de que el
apenas afectan su paz y su tranquilidad en sabio puede incurrir en la locura furiosa y
la mente. El espíritu queda preservado en no, en cambio, en la locura en sentido
su reflexiva serenidad de los avatares cam- amplio (Cicerón, 2005; p. 113).
biantes, de las circunstancias cambiantes e
inestables de nuestro entorno. Con Galeno como máxima referencia
médica, el pensamiento romano fue en gran
En cambio, en circunstancias pareci- medida heredero en influencia del pensa-
das, la mayoría de las personas incultas, miento griego. Mantuvo la vigencia de la
por su desconocimiento de sí mismos y de teoría humoral como explicación fisiológica
la naturaleza humana, son arrastradas por y fisiopatológica del organismo humano.
sus propios impulsos y afecciones, así Para nuestro interés, por tanto, el contexto
como por los movimientos de la naturaleza de la melancolía en la civilización romana es
y del pueblo, por carecer de una opinión una prolongación de los contenidos que
propia sobre el origen último de sus com- adquirió en la cultura griega.
portamientos. Esta es la locura (insania)
leve. Con la entrada en la Edad Media, el
dominio de la cultura romana en todos los
La locura furiosa es menos frecuente y ámbitos de la vida fue suplantado por los
de una gravedad mayor. Además, su origen pueblos bárbaros. Pero, previamente, el
es distinto. Cicerón nos recuerda que la cristianismo se había aceptado como reli-
gravedad de la afección hacía que a las per- gión oficial en Roma, y con ello el mundo

34 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


grecorromano accedía sin trabas oficiales a Se entendía como pecado un pecado capi-
un nuevo horizonte filosófico. tal. En un contexto presidido por la vida reli-
giosa. Una carga ética y, por tanto, no sólo
Algunos siglos más tarde, en los monas- ética, puesto que la ética sin religión en
terios medievales cristianos surgió un tras- aquel momento no tendría cabida en la
torno que hizo recordar algunas de las mente de aquellas personas, pues todo lo
características de la antigua melancolía, debían vivir con una proyección sobre unas
aunque por las descripciones que nos han exigencias religiosas. La amenaza estaba al
llegado no parece concordar con la des- acecho de la persona religiosa contemplati-
cripción que hace Cicerón de la melancolía va. Tras la inactividad y la distracción de la
a modo de locura furiosa. Aquí parece apro- contemplación, amenazaba la tentación del
ximarse más a lo que hoy llamaríamos demonio, quien buscaba dañar el alma y
depresión grave (depresión mayor, depre- apartarla de su camino hacia Dios. En su
sión endógena, es decir, con criterios de lo interpretación teológica, la acedía se consi-
que hoy llamamos melancolía en psicopato- deraba causada por el demonio. Una de sus
logía, y posiblemente a veces con síntomas principales consecuencias negativas era la
psicóticos) con una acentuada sensación incapacidad para reconocer la bondad del
de soledad, probables delirios, periodos de mundo creado por Dios (Cfr. Ricoeur, 1976).
agitación, etc. Los religiosos y las religiosas
medievales la sufrían en las celdas de sus En este mismo sentido, también se
monasterios. La manifestaban en la soledad había descrito como afección de los prime-
de la vida de oración y contemplativa. ros ermitaños cristianos que comenzaron a
retirarse al desierto buscando la soledad y
Una de las interpretaciones que se die- el alejamiento de las tentaciones de las
ron fue la intervención del demonio, con la sociedades mundanas. De estos monjes se
intención de apartar a las personas contem- decía que estaban expuestos al acecho
plativas de su camino hacia Dios, infundién- permanente de los demonios para así abor-
doles pereza, distracción, desánimo, inacti- tar su dedicación plena a Dios. La mayoría
vidad, incapacidad para reconocer la bon- de estos demonios actuaba por la noche,
dad en el mundo. estando el alma desprevenida.

En opinión de Julio Romero (1993), en la La mayoría, excepto uno de ellos, al que


Edad Media, a los contenidos médicos, filo- se denominaba precisamente «demonio
sóficos, mitológicos y astrológicos, en la diurno» o daemon meridianus porque actua-
concepción tradicional de la melancolía, se ba durante las horas de mayor actividad del
viene a sumar con fuerza un nuevo elemen- sol. En los monjes agotados por las tareas
to, que es el de la «carga moral o ética». La diurnas, bajo el sol del desierto, escasez de
melancolía, en este sentido, sí estaría próxi- agua, con la mente seguramente turbada
ma a la acedía. Algo así como una pereza por el excesivo cansancio, aprovechaba este
exagerada muy cercana a la enfermedad. demonio esos momentos para penetrar en

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sus almas debilitadas. Este era el origen, o nado en este mundo por la providencia divi-
uno de ellos, de la antigua acedía de los pri- na; y ese lugar le permitía poco margen a su
meros anacoretas y cenobitas en los desier- desenvolvimiento individual, a su creatividad
tos y zonas aisladas de Egipto (por ejemplo, que le diferenciara de otros individuos de su
antigua Tebaida) y zonas circundantes. misma clase. En estas circunstancias, poca
importancia puede adquirir el problema XXX.
Tenemos, por tanto, la melancolía en Sin embargo, todo esto irá cambiando en el
Cicerón, en Roma, en unos términos que en Renacimiento.
el fondo apenas se distinguen de lo que
habían manifestado los griegos: forma Los humanistas italianos encuentran el
grave de locura, forma inhabilitante; y una problema XXX, y en este texto se dice, ya lo
forma más frecuente, vulgar, leve. hemos comentado, que las personas melan-
cólicas son sujetos, personas, escogidas por
Desde los primeros monjes cristianos y Saturno. Y, en esta medida, su vida está por
a lo largo de la Edad Media, el empeño de encima del vulgar discurrir vital de la mayoría
los demonios por alejar la vida de los hom- de las personas. Esta es una elección un
bres de su camino hacia Dios les hace par- tanto misteriosa para los mortales; al menos
ticipar en la naturaleza de la melancolía. De parece que el interesado no la ha solicitado.
esta manera, la transforman en pecado En general, la Astrología, originaria de fuen-
capital. En Grecia, algo físico, natural pasa a tes paganas y árabes, a decir de Cassirer (en
ser de orden teológico. su libro sobre la filosofía renacentista), había
estado vinculada a la idea de microcosmos.
De la misma manera que el organismo
LA MELANCOLÍA DESDE EL humano, el cosmos está organizado a seme-
RENACIMIENTO HASTA LA janza de un gran organismo, por lo que debe
ILUSTRACIÓN haber una influencia entre sus distintos com-
ponentes. Cada persona está unida a su
Marsilio Ficino y el resurgir del proble- ascendente en el horóscopo. Dicho así, muy
ma XXX esquemáticamente.

En el Renacimiento hay una vuelta a los Sea como fuere, quienes hayan sido lla-
autores clásicos, como es evidente en mados por esta divinidad, por Saturno, viven
muchos ámbitos de la cultura. En el tema en la cumbre de la creatividad. Es un don
que venimos tratando, la melancolía, hay que que han recibido y se han encontrado con él.
decir que la tradición griega sale a la luz con Ciertamente, una cumbre inestable tiene sus
una fuerza especial. Y en gran parte gracias riesgos, y a veces muy graves. Cerca está el
a la recuperación del problema XXX. Es fácil abismo de la enfermedad, y para algunas
encontrar textos de estudiosos medievales personas el camino parece estrecho. Y este
que coinciden en que la persona humana es el lado negativo, a veces el más aparente
medieval tenía su lugar político y social asig- y grave de este planeta.

36 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


El propio M. Ficino, cuyo ascendente Recordemos el párrafo del problema
en el horóscopo era Saturno, y él mismo XXX, muy brevemente:
estaba convencido de la influencia maléfi-
ca de este planeta (quizá no tanto sobre la ¿Por qué todos los que han sobresalido
mente y la voluntad, pero sí sobre el cuer- en la filosofía, la política, la poesía o las artes
po), propondrá en De Vita Triplici eran manifiestamente melancólicos, y algu-
(Klibansky, p. 265) los recursos para ami- nos hasta el punto de padecer ataques
norar los riesgos que conlleva el tempera- causados por la bilis negra, como se dice
mento melancólico, y así evitar caer en la de Heracles en los (mitos) heroicos? (…) (en
enfermedad a la que este temperamento el libro hay una nota al pie del texto en la
puede ser propenso: talismanes para con- que los traductores comentan una alusión a
trarrestar la influencia negativa de Saturno la estrecha relación entre la melancolía y la
y, por el contrario, buscar su protección a epilepsia o enfermedad sagrada) (volvemos
modo de remedio homeopático, dietas, a reproducir el primer párrafo del problema
vida ordenada, música. Por ejemplo, XXX del libro de Klibanski, que tantas vuel-
Marsilio Ficino (…) define la melancolía tas ha dado a lo largo de la historia, y tan-
como una de las cinco plagas principales tos comentarios ha merecido).
de los estudiantes, es una tara habitual en
todos ellos, y casi en cierta medida un Vamos a ofrecer dos respuestas a esta
compañero inseparable. Varrón, quizá por pregunta, no a modo de desarrollos con-
ese motivo, los llama «filósofos tristes y ceptuales. Son dos ejemplos. Son dos
austeros», severos, tristes, secos, tétricos, obras, una obra literaria, una de ellas un
son epítetos comunes a los estudiosos ensayo literario voluminoso, escrito por un
(Burton R, 2006, p. 145). autor que seguramente él mismo padeció
algo que con un lenguaje actual podamos
Volvamos al tema más divulgado que llamar depresión. La otra, una obra de arte,
planteaba el problema XXX, y por el cual es un grabado, que representa seguramente
ciertamente famoso. Es el de la relación una persona deprimida, y que a lo largo de
entre melancolía y creatividad. Por sí solo la historia ha merecido una enorme canti-
constituye el enunciado y el título de libros, dad de comentarios y estudios.
exposiciones de arte, conferencias, de la
mayor actualidad. Es un tema que ha teni- Literatura y Arte: Robert Burton y Alberto
do sus momentos históricos especialmente Durero
álgidos: sobre todo el Renacimiento, el
Romanticismo y, seguramente, la Edad Se trata de dos obras paradigmáticas,
Contemporánea. cada una en su campo. Por un lado, la
Anatomía de la Melancolía, del inglés
La pregunta sigue siendo la misma: Robert Burton, una obra literaria que en su
¿Qué relación hay entre creatividad y momento recogió citas de casi todos los
melancolía? (si es que la hay, realmente). autores tanto clásicos como contemporá-

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neos suyos que habían escrito sobre la maraña de los caminos del bosque, sin que
melancolía, ya que tenía a su disposición las numerosas ciencias que a él se han
una enorme biblioteca. Y en segundo lugar, acercado desde siglos consigan desentra-
uno de los grabados del artista alemán ñarlo satisfactoriamente.
Alberto Durero, de quien hemos rememora-
do en la introducción otro grabado suyo, el Para empezar, el I seguramente haga
que representa a San Jerónimo estudiando referencia a los niveles de conocimiento
o trabajando en su celda. Aquí queremos según la teoría de Agrippa (siglo XVI). La
traer a la mente del lector otra imagen que protagonista es una mujer-ángel, sentada,
es muy fácil de contemplar en los libros y en con una corona de laurel, con la cabeza
otros medios de difusión, por estar amplia- apoyada en el puño izquierdo. Pensativa,
mente reproducida, la titulada Melencolia I. con la mirada ajena a lo que tiene más
cerca. Lleva un compás en la mano dere-
El grabado de Durero es una de las imá- cha. A los pies, los útiles del artesano-geó-
genes más conocidas como representación metra aparentemente descuidados del foco
plástica de la melancolía (Panofsky, Edwin: de atención del pensamiento, una esfera,
Melencolia I de Durero) una escuadra, un tintero, etc. Un sol negro
en el cielo, ¿rodeado por el círculo de
Alberto Durero vivió el último tercio del Saturno? ¿un arco-iris? Un reloj de arena
siglo XV y el primero del XVI. Corresponde al como medida del tiempo, etc.
llamado «Renacimiento alemán en las Artes
plásticas». En definitiva, la melancolía personificada
en una mujer-ángel en un espacio lleno de
Es un grabado que incluye numerosos simbolismos. Pero, por encima de todos
símbolos, varios de los cuales pueden rela- estos detalles, queda la belleza del propio
cionarse con la historia de la melancolía. dibujo, digno de ser observado y disfrutado
Ha tenido tantas interpretaciones, que la con detenimiento. El goce estético, la frui-
literatura sobre este pequeño grabado es ción, complementada con los contenidos
inabarcable. Es un grabado que aúna simbólicos que queremos ir desentrañando.
Cosmología, Interpretación alquimista o
esotérica, Mitología, etc. Y, posiblemente, El libro monográfico, seguramente de
influencias de la filosofía neoplatónica y mayor erudición, de más caudal de infor-
esotérica florentina representada por mación, que se haya escrito sobre la
Marsilio Ficino. Es decir, que uno puede Melancolía
aproximarse a él desde diversos puntos de
vista. Y seguramente la profusión de escri- La Anatomía de la melancolía de Burton
tos, de referencias, vaya en la línea que (Siglo XVII) puede ser un ejemplo de algo
desde un comienzo, desde la Introducción, evidente hasta el siglo XIX. La tristeza es
hemos atribuido a algunos temas: su volati- uno de los síntomas que pueden encontrar-
lidad entre las hojas de cebolla o en la se en las descripciones de la melancolía,

38 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


pero otras veces ni se encuentra. Y, además, vida y, sin embargo, pudiera recoger opinio-
en cualquiera de los casos, se encuentre o nes tan distantes, igual que hizo Kant en su
no, no tiene valor suficiente para acceder a antropología. Hay comentaristas que afir-
su definición. La melancolía se caracteriza man tajantemente que en realidad casi no
sobre todo por la intensidad de una idea, la salió de su biblioteca. Él mismo dice en su
mente está más fuertemente fijada a una obra que no viajó sino sobre libros y mapas,
idea que cuando está sana (…) (Haslam, e imágenes de sus libros.
citado por Berrios, 1988). La definición más
precisa de la melancolía en este contexto Burton afirmaba que la melancolía es una
puede ser la de un delirio parcial, la de irra- enfermedad del alma, la cual pertenece tanto
cionalidad, además de un comportamiento o al teólogo como al médico: «Un buen teólo-
conducta de características generalmente go debería ser un buen médico, por lo
inhibidas. menos un médico del alma». Y como tal
emprendió la tarea médico-teológica del
Algunas ocasiones en las que sí encon- estudio y tratamiento de la melancolía.
tramos presente la tristeza: Recordemos la valoración teológica que de
la acedía se hacía en la Edad Media, pero
«Hasta en el interior de la risa hay triste- Burton quiere abarcar mucho más, toda la
za» (como sostiene Salomón). Incluso en el historia de la melancolía.
medio de todas nuestras fiestas y nuestras
alegrías, (…), hay pena y descontento (S. Tras la publicación de la primera edición
Agustín) (Burton, 2006, pp. 65-7). de su Anatomía de la Melancolía fue desig-
nado bibliotecario vitalicio, lo cual le permi-
Las proporciones de la obra de Burton tió seguir trabajando en sucesivas ediciones
son extraordinarias, sobre todo pensando de su libro y ampliarlo. Anatomía de la
en el trabajo que supone la redacción de un Melancolía se publicó en 1621, y en edicio-
libro de esas características para un solo nes posteriores, hasta 1641, se incluyeron
autor. Para los medios con los que podía revisiones y modificaciones del texto original,
contar en su época, es difícil decirlo, pero sobre las que debió seguir trabajando duran-
seguramente consultó la mayor parte de los te muchos años.
libros que podía conseguir durante bastan-
tes años desde una excelente biblioteca Afortunadamente, en castellano ha sido
inglesa relacionados con la melancolía. Se recientemente editado por la Asociación
trata de una auténtica enciclopedia en la Española de Neuropsiquiatría (Cfr. bibliogra-
que va recogiendo y citando las opiniones fía) (más manejable y en un único volumen
de los autores que va leyendo. de bolsillo, Burton 2006, editada por A.
Manguel, con una selección de textos, aun-
Con cierto paralelismo a una gran per- que de esta forma no se tiene la misma idea
sonalidad en Filosofía, Kant, es curioso que de la labor tan enorme del autor). En cual-
Burton no saliera apenas de Oxford en su quiera de los casos, y como ya lo han

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hecho ensayistas y pensadores como el Dr. Entre las causas «no necesarias, remo-
Samuel Johnson, no se puede menos que tas, externas, accidentales» están el trato
recomendar su lectura. de la nodriza, las consecuencias de la edu-
cación recibida, los terrores, las burlas, las
¿Cuál es el concepto que tiene Burton calumnias, la pérdida de libertad, la servi-
de la melancolía? dumbre, la pobreza y necesidad.

La melancolía de la que vamos a tratar Al considerar los síntomas o señales de


es un hábito, una enfermedad crónica o la melancolía en el cuerpo y en la mente,
continua, un humor establecido, (…) no discierne entre los producidos por la educa-
errante sino fija. Y puesto que ha estado ción, a la que sigue dando importancia, el
aumentando durante mucho tiempo, paso del tiempo, la influencia de las estrellas
habiéndose así desarrollado ya como hábi- y de nuestra propia naturaleza, combinados
to –agradable o doloroso–, será difícil de eli- o no con otras enfermedades o alteraciones
minar (p. 69, edic. A. Manguel). en nuestra naturaleza.

El primer tomo trata de la definición de la Para Burton, la clasificación más acep-


melancolía, de sus numerosísimas causas y table de las distintas formas empíricas de
de sus síntomas. «En vano se hablará de melancolía es la siguiente:
curaciones, o se pensará en remedios,
hasta que no se hayan considerado las • Melancolía de la cabeza.
causas». Que incluye las que Avicena llama ilishi o
melancolía amorosa, y cuccubuth o
Algunas de las causas son: Dios, los licantropía.
espíritus, los ángeles malos o demonios, las • Melancolía de todo el cuerpo.
brujas y magos, los astros, la edad avanza- Procede por simpatía de todo el cuerpo,
da, los padres, la mala dieta, la retención y cuando el temperamento es melancóli-
evacuación, los malos aires, el ejercicio co (p. 74).
desordenado, la soledad y la ociosidad, los • El tercer tipo surge de los intestinos, el
desórdenes en el sueño y la vigilia, las hígado, el bazo, o la membrana llamada
pasiones, la imaginación, la tristeza, el mesenterio, que se llama melancolía
temor, la vergüenza, la desgracia, la envidia, hipocondríaca o flatulenta (Burton,
la malicia, el odio, la ira, el descontento, las 2006, p. 74).
miserias, el apetito concupiscible, la ambi-
ción, la avaricia, la codicia, el juego y los En resumen, las circunstancias que
placeres inmoderados, el estudio excesivo pueden influir en la melancolía parecen
(contiene una interesante reflexión sobre la tantas que un razonable control sobre
miseria de las personas dedicadas al estu- todas ellas parece imposible. No obstan-
dio, y él aparentemente y a la vista de su te, en el tercer tomo dedicará todo su
obra lo era, y de qué manera). esfuerzo a indagar los tratamientos que

40 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


han sido propuestos por los autores a los Burton recoge una cita de Escipión el
que consulta. Africano sobre Cicerón: Nunca estaba menos
solitario que cuando estaba solo, nunca más
Primo-hermano de la ociosidad y causa ocupado que cuando parecía estar más
concomitante que va mano a mano con ocioso.
ella, es la excesiva soledad, según testimo-
nio de todos los médicos, causa y síntoma El segundo tomo instruye sobre la cura-
a la vez. (Burton, 2006, p. 124). La soledad ción y el tratamiento adecuado de la melanco-
voluntaria… Al principio es muy agradable, lía. Tras agotar el tema de la «dietética», con
para los que son melancólicos natos, yacer sus «correcciones» y «rectificaciones» (de la
en la cama días enteros, y permanecer en dieta, de la retención y la evacuación, del aire,
sus habitaciones, pasear solos por alguna de los ejercicios del cuerpo y de la mente, del
arboleda solitaria, entre el bosque y el agua, despertar y de los sueños terribles), se ocupa
al lado de un arroyo, para meditar acerca de Burton de «la medicina que cura con medica-
algún tema delicioso y agradable que les mentos» o «Farmacéutica». «Muchos –señala–
conmueva mucho; es una «locura agrada- ponen objeciones a esta modalidad de medi-
ble» y un «error mental gratísimo» (Burton, cina y sostienen que es innecesaria y poco
2006; p. 125). provechosa para ésta y para cualquier enfer-
medad, porque los países que menos la utili-
Podríamos recordar el caso de la acedía zan viven más tiempo y tienen mejor salud».
en los monasterios medievales. El mismo No obstante, ofrece una detallada exposición
Burton reconoce también el mal provecho de diversos preparados de los que podía dis-
de la soledad en las abadías y casas religio- ponerse en su tiempo y que podía consultar en
sas medievales que desgraciadamente los textos, entre ellos «los que purgan la melan-
tanto daño hizo a personas bienintenciona- colía por arriba», los que lo hacen «por abajo»
das, pero faltas de preparación y adverten- y los compuestos, así como de «remedios qui-
cia, y a algunas instituciones religiosas. rúrgicos». Tal vez con estos tratamientos este-
mos más próximos a una modalidad de la
No siempre es así con la soledad, que melancolía como desequilibrio humoral, que es
otras veces va asociada a la creatividad y a lo que se pretende restablecer.
la productividad científica, filosófica o artísti-
ca. Por este motivo, Burton excluye las En el tercer tomo, la melancolía amoro-
meditaciones provechosas, que en nuestro sa es el tema más importante. La sección
caso tomábamos como ejemplo al admirar final, cuarta sección, está dedicada al amor
el grabado de Durero que representaba a religioso. Se extiende sobre la distinción
San Jerónimo; las meditaciones que reco- entre el amor y otras pasiones humanas, así
mendaban los primeros padres de la Iglesia como distintas formas de amor.
cristiana; los retiros para la meditación de
Cicerón en Túsculo, lejos de las turbulen- Sobre las diferentes formas de seduc-
cias políticas de Roma. ción que se establecen en las relaciones

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entre hombres y mujeres, puesto que en esta interacción intervienen también las
definitiva los deseos de seducción promue- fuerzas negativas demoníacas como fuer-
ven con facilidad los engaños para obtener zas contrarias al bien. Y otra serie de perso-
sus fines. Muerte, traición, asesinato «son najes intermediarios mundanos: jerarquías
con frecuencia actos y escenas de esta tra- eclesiásticas, sacerdotes, políticos, repre-
gicomedia». «El Amor y Baco son dioses tan sentantes de religiones no cristianas. Las
violentos –según señala Tacio– y con tal furia diferencias entre las distintas creencias reli-
incendian nuestro espíritu, que nos hacen giosas, las guerras entre religiones, etc.
olvidar todo pudor, vergüenza y urbanidad.
Pues lo normal es que los hombres comple- Por último, para concluir este apartado,
tamente poseídos por este humor se vuelven subrayemos esta vinculación que llegó a
locos e insanos – ya que se trata de un amor alcanzar la melancolía con el amor, o con
insano, como lo llama el poeta – fuera de sí las incertidumbres del amor, o el desamor,
y, (…), a menudo faltan a su palabra, derro- por un lado. La Filosofía ya había tratado del
chan, roban y cometen incestos, violacio- amor no sólo como tema menor, pues nada
nes,…» (Burton, tomo III, pp. 182-3). menos que Platón, por poner sólo un ejem-
plo, le dio lugar preferente en sus Diálogos.
Sin embargo, tomada a tiempo, la Recuérdese, en un orden algo distinto, la
melancolía amorosa puede aliviarse. Los alta valoración que hacía de la amistad
remedios son diversos. A veces, contra- nada menos que Aristóteles. Pues bien, la
dictorios. Llega a aconsejar resistir desde melancolía también recorrió y buscó enten-
un comienzo, evitar las oportunidades, huir der los terrenos del amor.
del lugar donde la seducción amenaza, y
acudir a «pasiones contrarias y trucos Este hecho contribuye a darle una orla
ingeniosos para estimular una nueva poética a la melancolía. No sólo está íntima-
pasión y desaconsejar la primera». Pero el mente relacionada con el genio, con la cre-
último y más eficaz recurso contra la melan- atividad, sino también con el amor. En el
colía amorosa –dice– «es permitirles ver su Romanticismo volverá a surgir el mismo
deseo satisfecho» a los amantes, y acudir tema.
con la persona amada. Hay personas que
sin llegar a hacerlo, simplemente con la idea
de que ya pueden acudir con la persona LA MELANCOLÍA DESDE LA
amada, de que no hay trabas, se sienten ILUSTRACIÓN HASTA LA ACTUALIDAD
aliviadas con poder pensarlo.
La divergencia entre las dos acepciones
La sección dedicada a la melancolía reli- de la melancolía tal como nos han llegado
giosa, por supuesto, tiene un objeto amoro- hasta nuestros días empieza a ser muy clara.
so por excelencia: Dios. En qué consiste la
belleza divina, sus propiedades de seduc- Por un lado, la teoría humoral queda
ción para las personas como criaturas. En relegada, aunque sin ser marginada del

42 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


todo, pues en Psicopatología la naturaleza Repercute de manera particular en las
humoral mantendrá su presencia, mante- manifestaciones creativas y artísticas.
niendo una continuidad biológica en lo fun-
damental. Y será la modalidad dominante. Como queda dicho, la melancolía recu-
Esta modalidad es la forma más grave, la pera la vertiente más positiva del problema
forma enferma, de la que ni los sabios están XXX y su reinterpretación en el Renacimiento,
libres, como decía Cicerón. Pero la metodo- ensalzada de nuevo por el Romanticismo. En
logía biológica, o en nuestros días neuro- esta época, el hombre creativo, original, se
científica, no descarta una aproximación de siente solo. La naturaleza grandiosa, bella,
otro orden: psicoanalítica, cognitiva, sisté- enigmática en ésta, su belleza, es el gran
mica u otras. escenario del universo en el que el hombre
se descubre en su soledad. Sería conve-
En mi opinión, la segunda modalidad niente citar en pintura a Caspar David
permanecerá como algo más etéreo en lo Friedrich, con sus personajes ante los pai-
que a partir de esta época comienza a ser la sajes montañosos, el mar, los atardeceres,
prolongación de lo que hasta ahora era la etc. Desde luego, no es la soledad del
forma temperamental, leve, no enferma, de la monje medieval en su celda austera, ahoga-
melancolía. Y esta será la forma que domina- do entre sus muros y perdido en el camino
rá en las ciencias ajenas a la Psicopatología. hacia Dios. No es la debilidad del monje que
En todas las Ciencias Culturales o Humanas: ha caído atrapada presa de su finitud y de
Arte, Literatura, Filosofía, etc. Es la melan- las trampas que le ha tendido el demonio.
colía que se ha relacionado con la creativi- La soledad del hombre romántico está
dad, y es la melancolía que realmente ha abierta al universo, a las montañas inmen-
atraído el interés de la cultura y el pensa- sas, al mar no menos inmenso, a la noche
miento fuera del mundo profesional de la estrellada, a los bosques del otoño lluvioso.
Psicopatología y la Psiquiatría. De lo contra- La grandiosidad del horizonte y el alma en
rio, la reacción de una persona ante el pro- comunión con el todo transforman la belle-
blema XXX sería la de Cicerón, o la de za en algo sublime. Pero hay otro polo enor-
Esquirol, o la de un clínico que hoy en día memente interesante en la manifestación de
diagnostica una depresión con rasgos de la melancolía. Más austera y humilde, tal
melancolía: la melancolía en este contexto como aparece en algunos cuadros del pin-
es algo incapacitante, no tiene que ver con tor francés del XIX Jean-François Millet, por
la creatividad. ejemplo El Angelus.

En el siglo XVIII, parte del mundo de la En el mismo continuum semántico, si


cultura empieza a aceptar la melancolía puede decirse así, la palabra spleen, de ori-
como un malestar general, casi como una gen griego, en la tradición de la bilis negra
forma de vida, que emana desde una dis- localizada en el bazo, aunque sin su tras-
posición profunda del espíritu hacia todas fondo cientifista. En el Romanticismo litera-
las manifestaciones vitales de éste. rio y artístico, especialmente en el caso de

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Baudelaire, se empleaba para describir el es adecuado para su utilización médica.
estado de melancolía en su acepción de Esquirol propone en su lugar el concepto de
leve o agradable tristeza, reflexivamente «lypemanía». Aunque, al final, y segura-
percibida en uno mismo, y que envuelve mente, como algún crítico señaló en su
igualmente la vitalidad y el mundo de per- momento, tan impreciso como el antiguo
cepciones y de intereses de la persona. concepto de melancolía. Sin embargo, por
lo menos enfatizaba la naturaleza primaria-
De la melancolía derivan, o al menos mente afectiva de este trastorno.
adoptan un sentido bastante parecido, la
saudade galaico-portuguesa y la nostal- De la misma manera se expresa Cullen,
gia germana, que son términos con un y para evitar la imprecisión de la palabra
hondo calado personal y sociológico, melancolía sugiere emplear tristimanía.
incluso de identidad social de algunos gru-
pos sociales. Lo cierto es que ninguno de los dos tér-
minos –«tristimanía», «lypemanía»– tuvo
La saudade es la ausencia de alguien, mucha proyección. Y, sin embargo, hay otra
ausencia que se sufre en soledad, ausencia palabra que psicopatológicamente es
que a la vez comporta cierta forma de bien- menos congruente o rigurosa en su cons-
estar por la esperanza de que en un futuro trucción, pero que en medicina en general
se recuperará al ausente y esta esperanza fue más ampliamente aceptada y hasta
reconforta el alma. Y, además, mientras ese ahora ha tenido una gran penetración en
futuro llegue, entre tanto, se tiene la imagen toda la literatura médica y psiquiátrica; y no
de aquél por quien se suspira, y a quien no sólo eso, sino también en el lenguaje colo-
se ha perdido del todo. quial. Estamos hablando del término
«depresión».
La saudade (vocablo gallego-portugués,
a su vez del latín solitudo, -inis, «soledad») es El concepto de depresión (literatura
un sentimiento de recuerdo de un motivo de anglosajona) se hizo popular en la literatura
alegría ausente, pero cuya razón de ser médica y vendría a ocupar gran parte del
puede volver en el futuro previsible. El térmi- campo semántico de la melancolía (que-
no, que expresa una emoción ambigua, se dando ésta desplazada o arrinconada a
ha considerado uno de los más difíciles de denominar un subtipo de depresión). La
traducir, y es uno de los conceptos clave de palabra «depresión» ya se encuentra en los
la lengua y la cultura portuguesa y gallega. diccionarios médicos de mediados del siglo
XIX. La interpretación que da Berrios (1988)
Desde un punto de vista psicopatológi- es que este término médico recoge, res-
co, Esquirol (1820), hablando de la melan- pondiendo a las necesidades del momento,
colía, cuyo uso reconoce en el lenguaje un descenso o disminución cuantitativa en
popular, propone mantenerlo para los poe- la capacidad emocional de una persona, en
tas y moralistas, y decide que el término no un rango amplio que podía oscilar desde

44 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


una ligera tristeza y disminución en la capa- «teoría de la degeneración» (he aquí el
cidad de concentración de una persona, lo punto de discordia o confusión) fue introdu-
que popularmente podía denominarse cido a finales del Siglo XIX, sin que haya
«melancolía leve», hasta un estado mucho resultado esclarecedor. A pesar de que ha
más grave clínicamente de parálisis total. sido un término que ha calado en la termi-
Por su parte, los médicos generales podí- nología usual (al igual que el mismo término
an aceptar mejor el término «depresión», de «depresión»), tal vez no con excesivo
en cuanto evocaba algo más relacionado rigor a decir de algunos autores, en tanto se
con un concepto fisiológico de lo que le ha dejado de lado este matiz de degenera-
ocurría al paciente, y por tanto correspon- ción neurológica. Pero es así como nos
día a algo más comprensible y manejable interesa recibirlo, con estas limitaciones,
en su práctica habitual, a la vez que evoca- evitando esta referencia a la teoría degene-
ba algo de orden cuantitativo, en lugar de rativa, y utilizándola en el primero de sus
una noción abstracta difícil de definir. sentidos, en tanto no se demuestren otros
factores en la génesis de las depresiones.
En consecuencia, la melancolía quedó
principalmente para el uso literario y artísti- Desde un punto de vista psicopatológi-
co, y la depresión, para el uso médico. Con co global, refiriéndonos a la Psicopatología
el añadido de melancolía o rasgos melancó- y la Clínica Psiquiátrica, es en el siglo XIX
licos en Psiquiatría para el caso de un sub- cuando ocurren tres cambios que van a
tipo de depresión bastante específico. determinar la evolución de la melancolía, y
en general de la Psicopatología en la que
Depresión «endógena» y «melanco- ella se inscribe y ordena, hacia su significa-
lía». Podemos considerarlas sinónimas con do y ordenamiento conceptuales actuales
una aclaración. El subtipo depresivo bastan- (Berrios, 1988):
te específico al que aludíamos en el párrafo
anterior se identificó y se sigue identificando • Cambios en el concepto de
muchas veces con el concepto de «endoge- enfermedad.
neidad». Esto sería cierto en tanto que • Cambios en la definición del funciona-
«endógeno» haga referencia a interno, bioló- miento de la psique.
gico u orgánico. Porque hoy en día entende- • Cambios en la agrupación de síntomas
mos por melancólica una modalidad depre- para la constitución de síndromes y
siva en la que efectivamente varios síntomas enfermedades.
parecen estar muy vinculados o ser inmedia-
tamente –luego volveremos sobre ello– El concepto de enfermedad
manifestaciones físicas u orgánicas.
El siglo XIX asiste en Psicopatología a la
Pero la endogeneidad encierra algún creación de un nuevo lenguaje descriptivo
equívoco que conviene aclarar y evitar. El en cuanto a la descripción de la sintomato-
concepto de «endogeneidad», basado en la logía. Pero también se pretende un nuevo

45
concepto de enfermedad, promovido en lockeano asociacionista, y amplió su punto
parte por el punto de vista anatomoclínico de vista hacia la psicología de las faculta-
adoptado como hipótesis explicativa de des. Con este cambio adoptado por Pinel y
algunos de los síntomas percibidos en la otros psiquiatras contemporáneos del
clínica. mismo, los antiguos trastornos mentales
intelectuales constituyeron los gérmenes de
Las categorías clínicas y diagnósticas las futuras esquizofrenia y paranoia; los
vigentes hasta comienzos del siglo XIX son trastornos mentales emocionales, de lo que
objeto de una intensa transformación. más adelante serán depresión (melancolía)
Algunas desaparecen. Otras permanecen, y manía; y los trastornos mentales volitivos,
pero con un significado distinto (por ejem- de las alteraciones psicopáticas.
plo, la misma melancolía de la que veni-
mos hablando). Y, por fin, algunas otras Cambios taxonómicos
permanecen intactas (por ejemplo, el
Delirium). Pues bien, el concepto de melan- Durante el siglo XIX también se modifi-
colía queda adscrito a una alteración de la caron los principios vigentes en la taxono-
afectividad como primer rasgo descriptivo mía médica. Como ejemplo, Berrios cita en
en su definición. su momento el popular concepto de la «psi-
cosis única». Esta unicidad de algunos tras-
Definición psicológica y psicopatológica tornos que hasta entonces se contempla-
de la conducta. Idea o modelo del ban separados influye (no es el único moti-
funcionamiento de la psique vo) en la asociación de manía y depresión,
por ejemplo. La vinculación de rasgos pato-
Frente a la Teoría Asociacionista, como lógicos que anteriormente se contemplaban
modelo epistemológico predominante desde separados da lugar a nuevas agrupaciones
los tiempos de Locke y Hobbes, basada en sindrómicas.
una epistemología empirista, al final del
siglo XVIII hay un importante impulso del Los afectos y sus alteraciones
modelo de las facultades en el funciona-
miento mental, gracias a la labor de autores En opinión de Berrios (1988), para gran
como Kant. Frente al empirismo, el idealis- parte de los psiquiatras del siglo XIX, el inte-
mo. Frente al predominio de los datos sen- rés de la psicopatología seguía residiendo
soriales como datos primarios para la ela- en las funciones intelectuales, a pesar de
boración de una epistemología de caracte- los importantes cambios que algunos auto-
rísticas inductivas, la aportación transcen- res habían propuesto y que hemos señala-
dental kantiana. do en los párrafos precedentes. La semio-
logía afectiva continuaba estando subdesa-
En esta línea, Pinel, por ejemplo, dejó de rrollada y contribuía poco en la nueva ges-
lado el esquema intelectualista de la enfer- tación de la definición de las enfermedades
medad mental a que daba lugar el modelo mentales que tendría lugar en ese siglo.

46 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


Esta fue una pesada herencia del pensa- Berrios (1988) señala algo tan importan-
miento occidental en sus grandes líneas te como es el hecho de que el paciente
desde tiempos remotos (piénsese en el mentalmente enfermo es situado por el psi-
estoicismo, en la escolástica, por señalar copatólogo, el psiquiatra o el clínico en la
algunas etapas, y el modo de acceder a situación en la que éste espera que pueda
las pasiones y sentimientos en ellas), que describir su estado emocional con la mayor
con algunas salvedades (la más reciente en finura posible, a pesar de que muchas
el Siglo. XIX, durante el Romanticismo) veces su condición de alteración afectiva le
había venido considerando a las pasiones el condiciona o, incluso, impide un análisis
lado oscuro del hombre, la parte animal o desde la razón, ya de por sí muy complejo
irracional. En opinión de Berrios (1988), las (en situaciones idóneas o ideales de una
psicologías vigentes en el S. XIX, el asocia- persona voluntariamente sometida a ese
cionismo y la teoría de las facultades tam- tipo de tarea), de sus experiencias emoti-
poco facilitaron del todo este proceso, a vas. Esta es una cuestión de gran trascen-
pesar de los esfuerzos y cambios concep- dencia en la obtención y valoración de la
tuales que hemos citado. información psicopatológica, y que pocas
veces se tiene en cuenta.
No cabe ninguna duda de que los
afectos, sentimientos, emociones, pasio- Uno de los conceptos técnicos sobre
nes, etc. son difíciles de captar tanto la determinación de la capacidad de apre-
experiencial como conductualmente. Y ciación introspectiva sobre el estado subje-
aunque repetidas veces en la historia de tivo interno es el insight. En opinión de
los sentimientos han surgido alternativas Markova (1992), este concepto puede defi-
al intelectualismo o racionalismo, sus pro- nirse en dos vertientes: la comprensión del
puestas han sido sistematizadas sin paciente sobre su propio trastorno, y su
demasiado éxito. Y cuando se trata de comprensión de cómo este trastorno afec-
comunicar resultados, de objetivar, las ta su vinculación o modo de estar en el
dificultades crecen aún más. Esto pensan- mundo. Los autores valoran el insight como
do en personas sanas, entrenadas o con un concepto que debe considerarse en un
experiencia y aprendizaje en ciertas situa- continuum tanto del entendimiento o razo-
ciones. Pensemos en personas enfermas, namiento como de los afectos, las emocio-
que pasan por momentos de dificultades, nes o los sentimientos, y puede afectarse o
alteraciones que dificultan el rendimiento de modificarse por un gran número de varia-
algunas de sus facultades psíquicas, altera- bles externas e internas. Diferentes trastor-
ciones emocionales que limitan su atención nos psiquiátricos pueden influir de distinta
y su concentración. El sufrimiento que les manera en la capacidad de insight. Perfilar
embarga simplemente. No hay más que estas maneras e influencias, diseñar un
pensar en una situación clínica habitual. concepto riguroso de insight puede ser de
Una persona deprimida y con rasgos de gran ayuda para muchas áreas de la psico-
melancolía. patología.

47
Por último, para terminar este apartado mundo interno se superponen una a otra.
quisiera referirme a una enseñanza del La asunción madura de la responsabilidad
Análisis existencial como técnica de psico- en la Psicoterapia, por otro lado, no resuel-
terapia. ve necesariamente la culpa. Para poder
explicarlo, Yalom recurre a la filosofía exis-
Véase en Alberdi J (1997) una exposi- tencial, a Kierkegaard, y sobre todo a
ción más general. En primer lugar, hay que Heidegger, y concluye que culpa y respon-
decir que la melancolía (en nuestra opi- sabilidad coinciden. Y en la medida en que
nión), la culpa, la responsabilidad, son coinciden, y en tanto que la responsabilidad
conceptos que a veces se encuentran muy no puede ser en última instancia rechazada,
próximos entre sí. Esta es una cuestión en esa misma medida no puede diluirse la
que resulta muy llamativa. O bien de nuevo culpa. Es decir, la culpa y la responsabilidad
es exponente de la dificultad del sujeto tendrían en parte un estatuto metafísico, en
para captar con nitidez los sentimientos y tanto están inscritas en la propia naturaleza
discernir correctamente unos de otros, o del ser humano como lo está la capacidad
bien hace referencia no tanto a la dificultad del lenguaje y, por lo tanto, el desarrollo del
analítica del sujeto en su vida interna, sino ser humano conllevará necesariamente la
al propio continuum o fluidez en el que asunción en su vida de esa responsabilidad
transcurren los sentimientos y que no hay y culpa.
forma de eludirlo por mucho que se esme-
re y afine el sujeto. O, incluso, ambas Esta me parece una consideración
cosas a la vez. Desde luego, es un lastre muy interesante. Heidegger llega a
que la Psicología y la Psicopatología vie- emplear la misma palabra («schuldig»)
nen arrastrando sin encontrar una buena para decir culpa y para decir responsabi-
salida metodológica. lidad. Yalom cita textualmente a
Heidegger: «Ser culpable significa tam-
Yalom (1984) recoge su experiencia en bién ser responsable de», «es decir, ser la
terapia existencial y aporta un significado causa o el autor o la ocasión de algo». El
distinto al que la culpa tiene en otros con- propio Yalom hace a continuación el
textos. La cuestión es que en un principio siguiente breve comentario (p. 336): «Así,
puede evocar la impresión de actuar con uno es culpable en la misma medida en
maldad, y sus consecuencias para el que se es responsable de uno mismo y
sujeto. Hasta aquí sería su significado de su propio mundo». Esto no tiene
habitual. remedio en la vida, se haga lo que se
haga hay una limitación finita inscrita en
Pero Freud había comentado que, sub- la naturaleza humana. Nunca colmare-
jetivamente, los sentimientos de inferioridad mos las expectativas de las posibilidades
y de culpa son difíciles de distinguir uno de con las que nacemos. Toda elección que
otro. En su huella o impresión sobre el vayamos haciendo en la vida será optar
encerado afectivo que constituye nuestro por algo mientras renunciamos a otras

48 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


cosas. Cada persona siempre será cul- vida desde el nacimiento. Es una idea
pable ante su conciencia, incapaz de que aparece otras veces en el existencia-
desarrollar todas las posibilidades de la lismo, en Jaspers, Sartre.

Esta es la Nostalgia: habitar en la onda


Y no tener patria en el tiempo.
Y estos son los deseos: quedos diálogos
De las horas cotidianas con la eternidad.

Y eso es la vida. Hasta que de un ayer


Suba la hora más solitaria de todas,
La que sonriendo, distinta a sus hermanas,
Guarde silencio en presencia de lo eterno.13

13 Rilke RM. Antología Poética. 4.ª ed. madrid: 1982; 38.

49
50 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría
PSICOPATOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA DE LA MELANCOLÍA Y
TRASTORNOS DEPRESIVOS AFINES EN LA ACTUALIDAD

INTRODUCCIÓN. NOTAS SOBRE borra con su implantación en el cerebro a


NEUROBIOLOGÍA DEL CEREBRO los circuitos filogenéticamente más anti-
AFECTIVO guos, sino que se suma o superpone a
ellos. A mi entender, las respuestas anti-
Desde un punto de vista neuroevolutivo, guas, con sus circuitos, que previamente
nuestra capacidad para experimentar sen- habían realizado su función adaptativa con
timientos o emociones surgió filogenética- cierto éxito y en determinadas condiciones
mente, al igual que otras novedades o o exigencias ambientales, llegó un momen-
cambios en la especie (y, sobre todo, en lo to en que quedaron superadas por la com-
relacionado con el cerebro, el órgano que plejidad de las exigencias del medio ante las
más se ha desarrollado en la evolución), en necesidades de supervivencia del ser
el contexto de una complejidad biológica humano o del animal. A partir de ese
creciente dentro del proceso de adapta- momento necesitaron ser sustituidas por
ción al medio, propio de todas las especies nuevas modalidades de respuesta, asenta-
animales. das sobre nuevos circuitos de un mayor
rendimiento. Los antiguos circuitos queda-
Y dentro de este proceso evolutivo en el ron entonces solapados o «dormidos», coe-
que van surgiendo nuevos mecanismos xistiendo calladamente con los más moder-
adaptativos, hay que destacar lo que nos recién incorporados que son los que
Sanjuan (2000) denomina regla de oro bási- adquieren protagonismo, pero no borrados.
ca que debe permanecer clara en cualquier
intento para comprender la Neurobiología y En otras palabras «las emociones son
la conducta humana derivada desde aqué- reacciones adaptativas filtradas por los
lla. Se trata de pensar que una nueva res- mecanismos de selección natural». En este
puesta emocional adaptativa no sustituye o sentido, muchos trastornos emocionales se

51
pueden entender como un exceso o defec- Organismos cuyo cerebro sólo contiene
to de dicha respuesta emocional (…) estas estructuras arcaicas y carecen de las
(Sanjuán, 2000. pp. 155-6). que son evolutivamente modernas (los
reptiles, por ejemplo), operan sin dificultad
Desde el punto de vista neurobiológico, tales selecciones de respuesta. Se podrían
y simplificando mucho las cosas, podemos conceptualizar las selecciones de respues-
entenderlo de esta manera. Como ejemplo, ta como una forma elemental de toma de
diremos que, en lo que llamamos reaccio- decisiones, siempre que quede claro que
nes regresivas, ante un fuerte impacto emo- no es un yo consciente, sino un conjunto
cional, el sujeto reacciona recurriendo a de circuitos neurales el que está tomando
mecanismos neurofisiológicos de respuesta las decisiones.
antiguos, puesto que por los motivos que
sea no es capaz de utilizar, o los ha emple- Pero también se acepta que cuando
ado y no han resultado eficaces, los más los organismos sociales se enfrentan a
nuevos y los que recientemente le han pro- situaciones complejas y se les pide que
porcionado una mejor adaptación al medio. decidan a pesar de la incertidumbre, han
Ante un fuerte shock o estímulo, por ejem- de emplear sistemas en la neocorteza, el
plo, el cerebro a veces recurre a mecanis- sector del cerebro que es moderno desde
mos que fueron propios de la infancia y ya el punto de vista evolutivo. Existe evidencia
están en desuso, pero que en su tiempo de una relación entre la expansión y la
estuvieron en vigencia y actividad, y pudie- subespecialización de la neocorteza, y la
ron resultar eficaces. complejidad e impredecibilidad de los
ambientes con los que los individuos pue-
Damasio (1986) da una interpretación den habérselas merced a dicha expansión
coincidente, a grandes rasgos, con la de (Damasio, 1986, p. 126).
Sanjuán con relación a la superposición,
que no sustitución, de mecanismos cere- En el piso de arriba, en la corteza, están
brales de procesamiento de información y la razón y la fuerza de voluntad, mientras
respuesta al medio. En la especie humana, que en la planta baja, en la subcorteza, está
además de lo dicho, sobre los mecanis- la emoción y todos estos asuntos débiles y
mos adaptativos emocionales se dispone carnosos (Damasio, 1986, p. 127).
la corteza cerebral, lo que hace más com-
pleja la actividad del cerebro emocional. Para Iversen et al. (2001), el hipotálamo
Cito textualmente: La evidencia acerca de es la región cerebral encargada de coordi-
la regulación biológica demuestra que en nar la expresión fisiológica de las emocio-
las estructuras cerebrales que son evoluti- nes, sobre todo a través del sistema nervio-
vamente antiguas continuamente tienen so autónomo. La mayor parte de los ele-
lugar selecciones de respuesta de las que mentos nerviosos anatómicos que intervie-
los organismos no son conscientes y que, nen en los sentimientos y emociones son
por lo tanto, no son deliberadas. filogenéticamente antiguos, excepto alguna

52 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


zona cortical más reciente, probablemente riencias conscientes que son la esencia de
relacionada con la intervención en la toma la vida mental. En la frontera entre el cere-
de conciencia de algún aspecto de esas bro y la mente, dondequiera que ésta se
vivencias. encuentre, las palabras que utilizamos se
transforman de tangibles (neuronas y sinap-
El llamado lóbulo límbico es la zona cor- sis) en intangibles (pensamientos, estados
tical a la que acceden los estímulos emocio- de ánimo y percepciones). Uno no es idén-
nales y sentimentales. Filogenéticamente, tico a otro. A diferencia de los cardiólogos,
es una zona de corteza antigua, compren- los psiquiatras no pueden pasar directa-
de un anillo de corteza (…), en torno al tron- mente de la estructura molecular de un
co encefálico, la circunvolución del cuerpo órgano corporal a los resultados funciona-
calloso, la circunvolución parahipocámpi- les de la acción de dicho órgano (McHugh,
ca… (Iversen et al., p. 987). Dentro del sis- et al. 2001. p. 31).
tema límbico, el núcleo amigdalino es la
parte que más específicamente participa en Esta frontera entre mente y cerebro es
los sentimientos. Algunas partes de la cor- una de las grandes aporías de la Psiquiatría.
teza frontal, del cíngulo, y parahipocámpica Puede plantearse como el problema mente-
también participan en las vivencias emocio- cerebro, y abordarse desde varios puntos
nales y sentimentales. de vista (sobre todo desde la Filosofía.
Basta echar una ligera ojeada a la bibliogra-
Pues bien, ¿por qué comenzar este fía bajo la denominación genérica de
apartado de la melancolía con una breve Philosophy of Mind en los últimos años).
alusión a la Neurobiología del cerebro? Si Desde las clásicas posiciones cartesianas
Aristóteles creía que el alma residía en el dualistas, vigentes hoy en día con numero-
corazón, hoy en día creemos que lo hace en sas variantes, y entre las que me gustaría
el cerebro. Y, por tanto, los sentimientos, y destacar el interaccionismo defendido al
en particular la depresión, la melancolía, en unísono recientemente por Karl Popper y
sus manifestaciones, se originan en su John Eccles, hasta el reduccionismo, en
mayor parte en el cerebro. No es cierto del este caso fisicalista, como es el defendido
todo, la persona humana es un organismo recientemente por R. Penrose. Y, en una
psicosomático y funciona como un todo en posición intermedia, en oposición tanto al
todas sus actividades. En algunas activida- dualismo como al reduccionismo fisicalista,
des predomina la función de algunos órga- podemos citar el Naturalismo biológico y
nos, y en otras de otros órganos. Funcionalismo de J. Searle, quien conside-
ra que la conciencia es una propiedad de
Así, en contraste con los cardiólogos nivel superior engendrada por el cerebro, de
(por poner un ejemplo de la Medicina), los la misma manera que la unión de moléculas
psiquiatras no pueden pasar directamente de oxígeno y agua en cierta proporción
del conocimiento de los elementos cerebra- generan nuevas moléculas con propieda-
les (neuronas y sinapsis) a explicar las expe- des distintas a las precedentes. Otro pro-

53
blema distinto, en este caso de orden cien- je y la influencia social son aspectos decisi-
tífico más que filosófico, es cómo las neuro- vos en el desarrollo cerebral.
nas generan la conciencia y otras propieda-
des nuevas correspondientes a la mente. Principio 4. Puede haber alteraciones
en la expresión génica inducidas por el
Posteriormente volveremos a la opinión aprendizaje, y que dan lugar a alteraciones
de McHugh et al. (2001). Ahora lo vamos a estables de patrones estructurales neuro-
hacer exponiendo muy esquemáticamente nales, de tal manera que alteraciones indu-
el marco teórico que ofrece uno de los cidas por un desencadenante social, por
grandes científicos preocupados por este ejemplo, pueden mantenerse en el tiempo
tema en los finales del siglo XX y comienzos de manera estable.
del XXI, E. Kandel (1998), quien parece
acercarse al funcionalismo de Searle a tenor Principio 5. De forma recíproca, el tra-
de sus propuestas: cinco principios resu- tamiento de psicoterapia puede inducir
men su marco teórico. Es, dice, una teoría cambios biológicos estructurales y mante-
neurobiológica sobre la naturaleza de la ner cambios estables una vez que se han
relación mente-cerebro. producido.

Principio 1. Todo proceso mental es La naturaleza parece haber construido


producto de operaciones biológicas físico- el aparato de la racionalidad no sólo encima
químicas cerebrales. Lo que llamamos del aparato de la regulación biológica, sino
mente o funciones mentales son activida- también «a partir» de éste y «con» éste. Los
des vitales desarrolladas por el cerebro, mecanismos para el comportamiento más
sean simples respuestas biológicas o los allá de los impulsos y los instintos usan, así
comportamientos más complejos (activida- lo creo, tanto el piso de arriba como la plan-
des artísticas, económicas, etc.), de tal ta baja: la neocorteza participa «junto» con
manera que las alteraciones vivenciales y el núcleo cerebral más antiguo, y la raciona-
del comportamiento que caracterizan a los lidad resulta de su actividad concertada
trastornos mentales, en última instancia, (Kandel, 1998).
deben radicar en alteraciones cerebrales
del nivel estructural que sea. Creo que no interesa tanto afinar en la
búsqueda de calificativos desde la Filosofía,
Principio 2. Los genes, y las proteínas del tipo de si se trata de una teoría dualista
sintetizadas siguiendo su información, con- o monista, o más bien ontologista o funcio-
figuran la estructura celular cerebral, tanto nalista (probablemente, está de acuerdo
en cerebros sanos como enfermos. básicamente en un funcionalismo como el
de Searle), etc. Queda dicho que su expo-
Principio 3. La actividad genética no sición es muy esquemática, y el lector inte-
puede explicar por sí sola toda la variación resado puede acudir a la lectura de los artí-
del comportamiento humano. El aprendiza- culos originales de Kandel: los dos artículos

54 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


teóricos sobre psiquiatría, psicoterapia, ra de ser o de comportarse de una perso-
están recogidos en la bibliografía.14 na desde su infancia o su adolescencia. O
en la manera que tiene de pensar y sentir y
Aunque también es cierto que mantener vivir sobre el mundo, sobre los demás o
como teoría implícita la cuestión de que las sobre sí misma. O puede tratarse también
notas psíquicas y orgánicas guardan entre sí de rasgos de su impulsividad, muy rara-
una relación causal, como el lenguaje ordina- mente como rasgo aislado, casi siempre en
rio nos da a entender muchas veces, pero conexión con otros rasgos de su personali-
sin que podamos explicitar esta relación, es dad, o formas de sentirse (piénsese en la
caminar sobre un terreno muy inestable, propia melancolía, como temperamento, no
pues muchas situaciones clínicas requerirán como enfermedad), de emocionarse, etc.
una mayor precisión. Para una primera apro- Se trata de un grupo o patrón de rasgos, no
ximación al tema, recomendamos el capítulo sólo de un rasgo aislado, actuales en la
quinto del libro de Wulff et al. (2000). manera habitual de ser o comportarse de
esa persona. Y esa manera de ser le causa
En cualquier caso, la bibliografía sobre la inadaptación al medio, o malestar para sí
cuestión «mente-cerebro», y problemas mismo o para las personas con las que
próximos a ella, es amplísima en los últimos convive. (…) un patrón permanente de
años. Es un tema que por sí solo requeriría experiencia interna y de comportamiento
un estudio muy detenido. que se aparta acusadamente de las expec-
tativas de la cultura del sujeto y que se
manifiesta en al menos dos de las siguien-
TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD tes áreas: cognoscitiva, afectiva, de la acti-
Y DIAGNÓSTICOS SINDRÓMICOS vidad interpersonal, o del control de los
PSICOPATOLÓGICOS impulsos (Criterio A) (DSM-IV-TR).

La melancolía, la depresión (hablare-


mos indistintamente de ambas, salvo CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DEL
cuando interese destacar alguno de los PROTOTIPO DEPRESIVO DE LA
términos), entendidas como trastornos de PERSONALIDAD PROPUESTO POR
la personalidad, es decir, no tanto como MILLON (RESUMEN EN p. 314)
agrupaciones de signos o síntomas que
veremos un poco más tarde como síndro- Millon califica el trastorno depresivo
mes, sino como agrupaciones de rasgos arraigado en la personalidad como el patrón
casi persistentes o habituales en la mane- de rendición. Las características observa-

14 Además de los artículos citados en la Bibliografía, su libro de texto, editado conjuntamente, y traducido
al castellano, es el siguiente: Eric R. Kandel, James H. Schwarrtz, Thomas M. Jessell: Principios de
Neurociencia. Madrid: McGraw-Hill/Interamericana de España; 2001.
La edición original en inglés es del año 2000.

55
bles a distintos niveles en el paciente son Debilidad para iniciar las acciones, regular
las siguientes: impulsos, afectos, hacer frente a conflictos.

Nivel comportamental Nivel biofísico

• Expresivamente abatido. Desamparado, • Estado de ánimo melancólico. Llanto fácil,


desolado, apesadumbrado, decaído, triste, arisco, preocupado, cavilador, el
desanimado, desesperanzado, desdichas malhumor y la disforia raramente remiten.
constantes, motivos de preocupación.
El autor cita a Coyne (1986): Cada vez
• Interpersonalmente indefenso. Se siente más, los postulados teóricos sobre la natu-
vulnerable, desprotegido, pide cuidados raleza de la depresión comienzan con un
y protección. Teme ser abandonado. reconocimiento de su heterogeneidad y de
Busca garantías de afecto. la complejidad e interdependencia de facto-
res causales que ahora se supone que des-
Nivel fenomenológico o descriptivo empeñan un papel en ella (…). El estudio de
la depresión está totalmente fragmentado y
• Cognitivamente pesimista. Derrotista los esfuerzos de integración han sido pocos
en casi todo lo que emprende y hace. y por lo general débiles e insatisfactorios.
Desanimado y triste ante cualquier Los investigadores de la genética, la bioquí-
expectativa futura. mica, la psicopatología experimental y la
epidemiología no suelen estar al tanto del
• Autoimagen desalentadora. Se ve inútil, desarrollo de otros campos que están vin-
sin aspiraciones que pueda alcanzar, culados directamente con su propio trabajo
incluso despreciable o culpable. (p. 19). Reproduzco la cita porque, a pesar
del tiempo transcurrido, veinte años, y de
• Representaciones objetales abandona- los avances logrados en algunas de las
das. Rechaza representaciones interna- ramas de investigación que cita Coyne,
lizadas del pasado, se queda vacío. posiblemente la integración de los conoci-
mientos sea uno de los aspectos pendientes.
Nivel intrapsíquico

• Mecanismos de ascetismo. Autocastigo, PERSONALIDAD DEPRESIVA DE


cree que debe cumplir algún tipo de peni- TELLENBACH (TIPUS MELANCHOLICUS)
tencia, se priva de placeres, rechaza el
disfrute, hace juicios de valor duros y exi- La posición de Tellenbach (1976) y de
gentes sobre sí mismo, riesgo de actos sus análisis del Typus Melancholicus en los
autodestructivos. años centrales del siglo XX ya es un capítu-
lo clásico de la Historia de la Psiquiatría.
• Capacidad de afrontamiento debilitada. Tellenbach sigue las influencias de la filoso-

56 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


fía antropológica alemana de su tiempo, enfados con otras personas, evitan los con-
sobre todo bajo la influencia de Heidegger. flictos, y sobre todo evitan todo lo que pueda
A través de una de las modalidades obser- hacerles sentirse culpables. Sus relaciones
vacionales de las muchas formas que personales con los demás también se carac-
adquirió el análisis existencial, con ese tras- terizan por la fidelidad, la voluntad de servicio
fondo o inspiración antropológica común a antes que el trato de igualdad, el deseo de
todas ellas que fue la filosofía fenomenoló- ayudar antes que la petición de ayuda que
gica, primero de Husserl, y luego de habitualmente les cuesta mucho y les hace
Heidegger diversamente comprendidas y sentirse en deuda. Es muy notable su afán de
aplicadas, Tellenbach se propuso captar la sacrificio y de cuidado hacia los demás, su
esencia del modo de ser del melancólico. darse por y para los demás. Generalmente,
La base de su método es la observación de en su vida personal son personas que des-
pacientes ingresados en una clínica alema- arrollan una fuerte entrega personal hacia las
na, y tras la observación de varios pacien- personas más próximas, y por lo tanto, con
tes extrae el prototipo de personalidad que una fuerte vinculación en forma de entrega
quiere aislar. familiar, y seguramente, por encima de todo,
a sus hijos. Son personas exigentes consigo
El denominado por su autor Typus mismas, de un alto sentido de la moralidad.
Melancholicus es una estructura de perso- También exigentes en su rendimiento laboral.
nalidad que predispone a padecer la enfer- ¿Deber, responsabilidad?
medad melancólica o depresión melancóli-
ca. Así está descrito desde los tiempos Su afán de orden, de estabilidad, les
hipocráticos, hasta los que Tellenbach se hace sentir inseguridad ante los constantes
remonta. El autor refiere que, tras la obser- e imprevisibles cambios, a la vez que inevi-
vación directa de varios pacientes e intentar tables, en el mundo: el paso del tiempo, los
detectar los rasgos fundamentales que en cambios en las personas, el movimiento
ellos se repiten, advierte uno que considera perpetuo. De la forma que sea necesitan
es el esencial. Se trata de la actitud de prevenir, estar alerta, ante lo inevitable. La
estas personas con respecto al orden, lo rigidez de la personalidad tiene dificultades
que llama el «afán de orden». Desde luego, para adaptarse a los cambios, establece
es un rasgo de carácter que aparece en hábitos fijos en su vida, evita novedades,
muchas personas, y muchas de las cuales lugares nuevos, etc.
no muestran otras características de la
melancolía. Aunque Tellenbach cree que
todas las personas con rasgos de melanco- PERSONALIDAD DEPRESIVA DE KURT
lía presentan este afán de orden. SCHNEIDER

El orden se extiende a lo no material, a La obra de Kurt Schneider también se


sus relaciones con los demás. Son personas ha convertido en un clásico de la Psiquiatría
normalmente escrupulosas, evitan roces o contemporánea. Alentó y contribuyó en la

57
edición de la Psicopatología General de No siempre asoman estos rasgos a la
Jaspers. Sus propios libros son breves, superficie o en la apariencia inmediata. Los
sobre todo si los comparamos con Jaspers, depresivos a veces son difíciles de recono-
pero de una densidad de contenido y, cer, pues no tienen por qué mostrarse
generalmente, una depuración en el con- espontáneamente taciturnos o abatidos.
cepto que le convierten en uno de los clíni- Celosos cumplidores de sus obligaciones,
cos y psicopatólogos alemanes más emi- rígidos en sus convicciones y acciones,
nentes de la primera mitad del siglo XX. Su inflexibles en sus valoraciones. No les ale-
estudio o ensayo sobre la naturaleza de los gra suficientemente ningún éxito, pues es
sentimientos y los impulsos, en su libro pasajero, lo peor está por llegar, etc. El des-
Patopsicología Clínica (Schneider K, 1975), canso vuelve a traer a la cabeza los fantas-
con clara influencia de Max Scheler, a mi jui- mas que a veces la ocupación laboral ha
cio es uno de los más interesantes sobre el podido desechar durante un tiempo.
tema en la Psicopatología de influencia
fenomenológica. K. Schneider distingue tres tipos de per-
sonalidades depresivas:
En este libro se entiende Psicópata como
Alteración o Trastorno de la Personalidad en • Depresivos melancólicos
general, no sólo como sinónimo de psicó-
pata, en su sentido más actual (personali- Blandos, bondadosos, comprensivos,
dad antisocial, sin conciencia de respon- indulgentes para las debilidades y sufri-
sabilidad o culpa. En algunos de estos mientos de las personas ajenas, tímidos,
rasgos sería lo opuesto a la personalidad se adaptan con dificultad a situaciones y
melancólica). tareas no habituales.

Kraepelin caracterizaba la predisposición • Depresivos malhumorados


depresiva como una constante acentuación
afectiva sombría de todas las experiencias Egoístas, distantes, afectivamente fríos,
vitales. La alteración radica, por tanto, en una irritables, críticos, incluso malintenciona-
alteración básica del ánimo. Son personas dos. Parece como si se alegraran cuan-
habitualmente pesimistas, por costumbre, do sufren un nuevo fracaso, y tampoco
ante la vida y, en general, escépticas ante desean nada nuevo para los demás.
todo. Casi todo lo toman muy en serio. Les Profesan una especie de fanatismo mili-
falta una capacidad de alegría inocente. Ven tante en pos del pesimismo. Eternos
el lado malo en todo lo que pasa por su vida, descontentos y resentidos.
no hay nada puro o sin defectos, todo tiene
su lado amargo o insuficiente. El pasado • Depresivos paranoides
carece de valor, el futuro carece de ilusión.
Las cavilaciones son frecuentes y les apartan Entendemos aquí por paranoide una acti-
de las ocupaciones corrientes. tud desconfiada, con tendencia a la auto-

58 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


rreferencialidad (y no tanto el sentido de libido o fuerza motivacional se desentiende
paranoide en tanto delirante paranoide). de todo destinatario que no sea el recuer-
do del ser perdido. Así, el ser perdido
queda investido con toda la capacidad
FREUD: DUELO Y MELANCOLÍA motivacional que pueda emplear el sujeto
a tal efecto, quien queda encerrado en sí
Al igual que ocurre en la reacción de mismo, impidiéndose toda nueva empresa
duelo ante una pérdida significativa, la o interés hacia otros seres de su entorno.
melancolía presenta los mismos rasgos y El dolor le deja sobrecogido, de la misma
síntomas, pero añade una característica manera que un dolor físico deja a la perso-
que no aparece en el duelo. Es una enorme na encogida sobre sí misma, incómoda,
falta de consideración de la persona hacia sin poder parar sosegada en ningún sitio,
su propio Yo, hacia sí mismo; como si en la molestándole todos y todo a su alrededor,
melancolía no fuera capaz de permitirse a sí igual que la soledad también le molesta. No
mismo el ir resolviendo la herida y el vacío le satisface nada, nada llena la ausencia de
ocasionados por la pérdida, que, sin la pérdida. El dolor, tanto físico como psí-
embargo, en el duelo sí lo van siendo, por la quico, es una enajenación, es la necesidad
aparición progresiva, aunque a veces lenta de irse de sí mismo sin poder hacerlo y sin
y costosa, de nuevos intereses en la vida, poder encontrar alivio para pensar con
nuevas personas, aunque no se olvide la calma cómo hacerlo. El dolor no deja
pérdida. sosiego para pensar.

Duelo y Melancolía fue publicado por Sin embargo, el duelo no se considera


Freud en el año 1917 y guarda relación en el un proceso patológico dentro de unos lími-
tiempo con sus estudios sobre el narcisismo. tes estructurales y temporales que el proce-
so clínico va estableciendo en la clínica de
En este trabajo, Freud presenta por pri- manera empírica. Es el proceso natural de
mera vez los mecanismos intrapsíquicos la vida, que la observación del analista ve
fundamentales de la melancolía y de la que ha sido así establecida, y tras un tiem-
manía, a partir de la analogía de la melanco- po las personas se van recuperando pro-
lía con el duelo. gresivamente. Lo mismo que una herida en
el cuerpo va cerrando y cicatrizando si no
El duelo se caracteriza por la reacción se infecta, si en su evolución no ocurre nin-
de una persona frente a la pérdida de guna anomalía. El razonamiento psicológico
alguien amado o de un objeto o una abs- de Freud es naturalista, fisiológico, con el
tracción que cumpla un papel análogo, argumento energético-libidinal a modo de
como la patria, etc. En el proceso de duelo, energía vital. En el proceso dinámico del
que se prolonga el tiempo necesario para la duelo, el yo, amenazado y herido por una
elaboración de esta pérdida, la persona pérdida real de un ser querido, pone en fun-
pierde el interés por el mundo exterior y la cionamiento un mecanismo de elaboración

59
y reparación de dicha pérdida, que le permi- de poder cerrarla. Es, y «desea» seguir sien-
tirá, al cabo de un tiempo, conservar a ese do, un yo sufriente.
ser perdido en la realidad pero con renova-
da investidura libidinal hacia él. En ese pro- Una cita de C. S. Lewis, perspicaz obser-
ceso, necesariamente se atravesará por vador del alma humana, en este caso de su
un relativo desprendimiento libidinal del propia alma tras la muerte de su mujer,
objeto perdido y de todo cuanto remita a como contrapunto a las descripciones del
él, liberando una parte de energía psíquica duelo. Lewis (1994) comienza así en la pri-
motivacional para nuevas ligazones de mera página:
objeto y reestructuraciones de intereses en
el mundo circundante. Nadie me había dicho nunca que la
pena se viviese como miedo. Yo no es que
También en la melancolía la persona esté asustado, pero la sensación es la
afecta se presenta como si hubiese sufrido misma que cuando lo estoy. El mismo mari-
una pérdida real, pero no puede expresar, poseo en el estómago, la misma inquietud,
no es capaz de decir lo que ha perdido. los bostezos. Aguanto y trago saliva.
Esta persona, a diferencia de lo que va ocu-
rriendo en el duelo con el paso del tiempo, Otras veces es como si estuviera medio
no es capaz de ir desprendiendo parte de borracho o conmocionado. Hay una espe-
su energía motivacional para redirigirla a cie de manta invisible entre el mundo y yo.
otros intereses en el mundo, sino que esta Me cuesta mucho trabajo enterarme de lo
energía vuelve al propio Yo, dice Freud, a que me dicen los demás. Tiene tan poco
modo de identificación regresiva. «Contra» interés. Y sin embargo quiero tener gente a
el propio Yo, habría que decir. mi alrededor. Me espantan los ratos en que
la casa se queda vacía. Lo único que que-
En la melancolía, Freud se da cuenta de rría es que se hablaran ellos unos con otros,
que el paciente relata la experiencia psíquica que no se dirigieran a mí.
de que vive en la culpa, y a partir de ese
punto Freud elabora su teoría explicativa,
diferenciándola del duelo, con importantes DEPRESIÓN MAYOR CON
aportaciones de Karl Abraham y Melanie MELANCOLÍA (DSM.IV.TR) (ICD.10)
Klein, para dar otras versiones del psiquismo
volcado en el daño y la compasión hacia sí La depresión como síndrome. Como
mismo dañado. Es un círculo cerrado, sin enfermedad, en la medida en que parcial-
margen para la entrada de otros elementos mente se conozca una fisiopatología,
que pueden configurar un nuevo sentido. Es desarrollo psicopatológico, y desencade-
la propia persona la que lo está impidiendo. nantes. En una de sus variedades, se pre-
senta como depresión con rasgos de
En la melancolía, el yo continúa con la melancolía, y en esta modalidad es el tipo
herida abierta, sangrante, sin expectativas de depresión en el que se ha detectado

60 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


una proporción de correlaciones o alteracio- alteración psicomotriz puede manifestarse
nes fisiológicas más alta junto a los sínto- como retardo o agitación. Así lo habían
mas psicopatológicos: concentraciones recogido ya los autores en un libro previo.15
elevadas de cortisol en el plasma, orina y
saliva; alteraciones del perfil electroencefa- Parker pretende establecer que el sínto-
lográfico del sueño; resultado del test de ma central de la melancolía no es afectivo,
provocación con tiramina anormal; y asime- ni cognitivo, como se mantuvo durante
tría anormal en la prueba de escucha dicó- siglos. Es psicomotriz, o claramente o pri-
tica (cfr. DSM-IV-TR), con mayor frecuencia mariamente somático.
que en otras modalidades depresivas.
También distinguen melancholia de
Parker (2005) alude a las investigaciones melancholy. El primero es una enfermedad.
de su equipo a lo largo de dos décadas. Y El segundo hace referencia a un tempera-
citamos su trabajo porque pone en duda la mento característico de la época isabelina
afiliación de la melancolía a la afectividad. en el mundo del Arte, la Literatura, la
Precisamente, la frecuencia con la que apa- Religión, etc. Ya hemos tratado esta dife-
recen síntomas somáticos u orgánicos rencia en otros apartados.
ensombrece la relevancia de los rasgos afec-
tivos o sentimentales para calificar adecua-
damente este padecimiento. Bien es verdad DSM-IV-TR MELANCOLÍA. EN EL
que en algunas personas, sobre todo en CONTEXTO DIAGNÓSTICO DE
algunas culturas, los afectos –la tristeza–, la DEPRESIÓN MAYOR O TRASTORNO
ansiedad o la angustia, por un lado, y los sín- BIPOLAR I O II
tomas o las quejas somáticas por otro lado,
están muy próximos unos de otros. Este es Corresponde a lo que en la clasificación
un dato muy importante. Los límites de los de la OMS, CIE 10, se llama síndrome
sentimientos, impulsos y sensaciones corpo- somático: en otras clasificaciones se utili-
rales son muy borrosos y nada fáciles de dis- zan términos como «biológicos», «vitales»,
cernir. «melancólicos» o «endogenomorfos» (p. 97)
(CIE-10). Vale la pena fijarse de nuevo en la
Intentando hallar los rasgos clínicos proximidad de los términos somáticos con
específicos de la melancolía, sus hallazgos la melancolía.
concluyen que la melancolía es tanto una
alteración psicomotriz o de los movimien- La característica fundamental de los sín-
tos, neurobiológica, como de los afectos. tomas melancólicos, el denominado Criterio
También del deseo y de la voluntad, es A en el DSM IV-TR, es la pérdida de interés
decir, de otras facultades del psiquismo. La o placer en todas o casi todas las activida-

15 ParKer G, Hadzi-Pavlovic D (eds.): Melancholia: A disorder of Movement and Mood. New York.
Cambridge University Press, 1996.

61
des de esa persona; o bien, en el caso de en general.
pasividad y aislamiento que se dan con fre- C Despertar precoz (al menos dos horas
cuencia en estos casos, habría una falta de antes de la hora habitual de despertar-
reactividad a estímulos que en condiciones se).
habituales resultan agradables o placente-
ros, una falta de reactividad casi completa. D Enlentecimiento o agitación psicomotriz
observables por los testigos.
Además, y en segundo lugar, el Criterio
B exige cumplir al menos tres de los E Anorexia, pérdida de peso.
siguientes síntomas:
F Culpabilidad excesiva o inapropiada.
A Una cualidad diferente del estado de
ánimo depresivo (por ejemplo, un senti-
miento distinto al que pueda vivirse tras COMENTARIO CRÍTICO A LAS
la muerte de una persona querida) CLASIFICACIONES DE LOS
(¿podría llamarse a esto un sentimiento TRASTORNOS MENTALES
«melancólico»? Hasta ahora, el término
«melancolía» lo hemos utilizado para Villagrán (2001) plantea que cada vez es
designar fundamentalmente un síndro- más extendida la impresión de que el lenguaje
me. ¿Podemos llamar así a un «senti- psicopatológico que aprendemos en nuestro
miento» específico?).16 periodo de formación en la especialidad ya no
se modifica generalmente a lo largo de nuestra
Y para la determinación de esa cuali- actividad profesional durante años, a diferencia
dad distintiva del ánimo se sugiere pedir de los conocimientos en Neuroimagen,
al paciente sumido en una depresión Psicofarmacología, técnicas de Psicoterapia,
melancólica nada menos que compare etc., que van evolucionando con los avances
la cualidad de su estado de ánimo actual de la técnica y los nuevos descubrimientos. Y,
con la que experimentó, quién sabe probablemente, esto venga ocurriendo desde
cuánto tiempo atrás, con el estado de hace varias décadas de especialistas en
ánimo vivido tras la pérdida de una per- Psiquiatría y Psicología Clínica.
sona querida.
Casi con seguridad ocurre así, salvo
B Empeoramiento sintomático matutino, cambios de contexto, de orientación teórica

16 El recuerdo de lo vivido durante el duelo por una persona que falleció hace años, ¿con qué fidelidad
puede ser rememorado ahora, al cabo de este tiempo, en las condiciones melancólicas en las que el
paciente se encuentra hoy en día? Y aunque no se encontrara melancólico, ¿cómo ha elaborado la memo-
ria el dolor vivido hace años? ¿Y compararlo con lo vivido actualmente?
Por otro lado, en el depresivo, pero sobre todo en el melancólico, hay una grave afectación de la ejecución
rememorativa voluntaria, …, ¿Cómo se le puede proponer esta tarea de recuerdo y, además, darle a su res-
puesta un valor tan alto en el proceso diagnóstico?

62 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


o de cultura, porque el conjunto de sínto- de completa vigencia, intentando correla-
mas psicopatológicos sigue siendo el cionar las descripciones de los síntomas
mismo desde hace un siglo. No ha habido psicopatológicos con los datos neurobioló-
apenas modificaciones. No hay otra opción. gicos y psicofarmacológicos más actuales,
Y esto es así a pesar de que el lenguaje psi- para encontrar correlaciones biológicas de
copatológico del que disponemos es clara- los síntomas. Evidentemente, surgirá un
mente insuficiente para la riqueza de los sín- desfase que no nos permitirá avanzar con la
tomas y rasgos que podemos detectar en la fluidez deseada en nuestro proyecto de
exploración clínica de nuestros pacientes. investigación.
Pero es que, incluso, paradójicamente, de
no muchos años al día de hoy, es posible A la luz de estas consideraciones, ¿no
que el lenguaje psicopatológico se haya es urgente y necesaria una revisión de la
empobrecido, paralelamente al aumento del Psicopatología Descriptiva?17
grado de fiabilidad de las clasificaciones de
las enfermedades mentales. Este hecho En los últimos años o décadas, volvemos
tiene su lógica: a menor variabilidad y a insistir, la Psiquiatría y la Psicopatología han
menor complejidad en las características concedido importancia al diagnóstico noso-
observadas, menor posibilidad de discre- lógico y a la consecución de unos niveles
pancia y mayor acuerdo entre observado- de fiabilidad altos, gracias al uso generaliza-
res. Y, por supuesto, la pobreza del len- do de los criterios DSM e ICD en sus versio-
guaje psicopatológico supone una limita- nes más recientes. Este objetivo se ha con-
ción para la elaboración de los constructos seguido, y cabe pensar que con ello puede
sindrómicos y su clasificación y, por lo hablarse un lenguaje psiquiátrico común
tanto, en la disponibilidad de éstos para la por casi todo el mundo y poder entender-
investigación. nos, pero la validez de estas clasificacio-
nes no ha logrado superar unos valores
En opinión de Villagran (2001), la actual bajos. De esta forma, no sabremos las
Psicopatología Descriptiva, el actual len- particularidades de cada cultura, ajenas a
guaje psicopatológico de uso común entre un lenguaje tan global y tan inespecífico,
los profesionales, nació a mediados del en tanto que las recogemos proyectadas
siglo XIX, y apenas se ha modificado hasta sobre un sistema de clasificación y de
la actualidad, como acabamos de mencio- recogida de síntomas de este tipo.
nar. Pensemos por un momento las opcio- Citemos el caso cercano de la compleji-
nes de paralelismo en otras disciplinas dad de la anorexia nerviosa y su estrecha
médicas relacionadas con la Psicopatología imbricación con los valores culturales
y sigamos considerándolo un instrumento (Ferrer y Castro, 2003).

17 Cfr. el monográfico Villagrán JM Hacia una Psicopatología Descriptiva Monografías de Psiquiatría, año
XV. 2003;1.

63
Hay culturas en las que una persona ape- estudio o en modificar su curso con el
nas hablará de tristeza. Con todas las dificul- tratamiento. Por lo tanto, el control es el
tades para poder asegurarlo, para lo que objetivo más importante de una clasifica-
nosotros podamos experimentar por tristeza, ción de trastornos mentales. Si no se
puede ser que sienta alguna molestia, dolor, conocen formas de prevención o trata-
corporal o físico. Que éste sea el correspon- miento, sólo es posible un limitado grado
diente e idéntico sentimiento a lo que yo de control, sabiendo el curso natural y
llamo tristeza. Pero también puede pensarse algunos rasgos asociados al trastorno
que el sentimiento de esa persona en la que ayuden al manejo del paciente.
misma situación que yo vivo sea distinto al
que en mí evoca el mismo tipo de estímulos. • Comprensión
Por tanto, no habría esa correspondencia
entre sentimientos y esté hablando de otra Se refiere a comprender las causas de
experiencia distinta a la mía. los trastornos mentales y procesos que
concurren en su desarrollo y manteni-
En la cuarta edición del Textbook de miento. No es un fin en sí mismo. Puede
Psiquiatría de Kaplan y Sadock, Spitzer y haber tratamientos eficaces sin saber
Williams revelan los objetivos de una clasifi- nada de estas variables, pero es desea-
cación de enfermedades mentales en los ble, pues suele permitir mejor control del
preludios de las DSM. enfermo.

• Comunicación A diferencia del primer apartado (comu-


nicación), los puntos dos y tres no se
Que los usuarios puedan comunicarse han desarrollado en la misma medida.
entre sí sobre las alteraciones de las que
están tratando en la clínica o en la inves-
tigación. Seguramente, sea el logro más Kendell (2003), desde sus primeros
importante y progresivo de las sucesivas escritos, uno de los primeros problemas
ediciones de las DSM americanas y las que plantea es que las enfermedades
ICD de la OMS. mentales son más difíciles de definir o son
más oscuras que las enfermedades somá-
Es preciso un alto nivel de consenso entre ticas, y ello se debe en gran parte a que
los observadores, de manera que cada enfermedades mentales están más carga-
término consensuado agrupe una serie das de valores que las orgánicas (valores
de términos previamente consensuados. sociales, éticos, etc.). La ciencia pura tra-
baja con hechos según algunos autores,
• Control pero cada vez es más evidente la necesi-
dad de tener en cuenta los valores. En el
En un aspecto ideal, consiste en la capa- último capítulo de este libro volveremos
cidad de prevenir los trastornos objeto de sobre este tema.

64 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


Kendell sugiere cinco criterios para ro. Cuanto más conocemos de algo, más
mejorar la clasificación de los trastornos se complica su estructura y más datos
mentales como tarea para el futuro. La pro- alcanzamos a saber; y, por lo mismo, más
puesta del autor va dirigida a las dos clasifi- difícil nos es explicarlo en muy pocas pala-
caciones más utilizadas internacionalmente: bras y sin hacer subdivisiones que nos per-
las de la Organización Mundial de la Salud mitan establecer subgrupos diferenciados.
(CIE) y las de la American Psychiatric Porque, si el conocimiento es más exhaus-
Association (DSM). En todo momento veni- tivo, y es la tendencia ordinaria a medida
mos hablando de estas dos clasificaciones que se van realizando más estudios de
que, en nuestro medio, son las más utiliza- investigación, como consecuencia crece el
das. Las propuestas del autor se resumen número de subgrupos diagnósticos que
de esta manera: pueden identificarse, con lo que el manejo
clínico es más complicado.
• Ser más exhaustiva.
• Ser más fácil de utilizar. El tercer aspecto, la significación clínica,
• Plantear mejor la cuestión de la significa- sigue haciendo referencia a uno de los eter-
ción clínica. nos problemas de la filosofía médica: el lími-
• Ser más fiable. te entre sano y enfermo. El autor recurre al
• Alcanzar una mayor validez. concepto de minusvalía, entendido como
limitación para algo en lo que la mayoría de
El mayor conocimiento y experiencia que las personas están capacitadas en las
se va teniendo con el tiempo sobre los tras- situaciones ambientales más comunes. Es
tornos objeto de estudio y tratamiento, el una cuestión difícil, pero merece meditarse.
mayor número de pacientes, y el aumento de En definitiva, es un criterio estadístico de
datos disponibles en casi todos los órdenes normalidad. Haremos una breve referencia
de la investigación, obligan a una mayor a esta cuestión un poco más adelante.
exhaustividad clasificatoria, con subdivisiones
donde anteriormente había una mayor simple- En cuanto al cuarto criterio, una de las
za y homogeneidad, con mayor rigor en las satisfacciones de las clasificaciones de los
divisiones entre categorías diagnósticas y, por trastornos mentales basadas en criterios
tanto, límites más claros entre unas y otras. operativos es la fiabilidad. Ya hemos dicho
que seguramente es su mayor logro.
Pero esto, a su vez, choca con el segun-
do punto: la deseable facilidad de manejo En opinión de Kendell, una forma gene-
de la cada vez más compleja clasificación y ral de entender la validez es la de preguntar-
más numerosos criterios operativos diag- se por la utilidad de un diagnóstico sobre su
nósticos. empleo como predictor de la evolución y la
respuesta al tratamiento. Otra forma de
La coordinación de ambos niveles de entender globalmente el concepto de vali-
exigencias es uno de los retos para el futu- dez es decir que la validez óptima es la que

65
permite separar con nitidez síndromes de su libre voluntad científica, una actitud
adyacentes (discontinuidad en sintomatolo- teórica. El ateoreticismo más bien parece, sin
gía y evolución, respuesta al tratamiento, querer incurrir en valoraciones descalifican-
herencia u otros criterios, y estos síndromes tes, por supuesto, una ingenuidad epistemo-
patológicos a su vez de la normalidad). A lógica. ¿Hay alguna mirada libre de prejui-
falta de estas separaciones, una de las cios? No parece que sea posible la observa-
alternativas propuestas por algunos autores ción empírica sin una teoría epistemológica
es la de una orientación dimensional en que sustente esta búsqueda de información.
lugar de sindrómica. De esta manera, se Lo mismo vale para una actitud empirista o
resuelven los problemas de los límites entre positivista.
síndromes, la comorbilidad pueda enten-
derse más razonablemente, etc. Pero hay Y no sólo depende del propio observa-
otros inconvenientes. dor. También del objeto de estudio, en este
caso el síntoma. Los síntomas casi nunca
Sin embargo, además de los objetivos se dan solos. La vida es un cambio cons-
logrados por este esfuerzo clasificador, en tante, todo ocurre en un contexto, entre
opinión de Villagrán et al. (2001), estos sis- otras cosas, personas, etc. Siendo esto así,
temas clasificatorios han pasado por alto la en opinión de Villagrán et al. (2001), la
importancia fundamental que tiene el reco- detección y el reconocimiento de los sínto-
nocimiento de los síntomas. Es una cues- mas dependerá en menor grado de las pro-
tión básica, previa a la construcción de pias características inherentes de un sínto-
cualquier entidad sindrómica. A veces no ma presumiblemente aislado que del con-
tenemos en cuenta que la descripción de texto en el que está ocurriendo ese síntoma
signos y síntomas de la enfermedad mental o fenómeno que hemos captado (otros sín-
es más una actividad de construcción activa tomas simultáneos o previamente recogi-
por parte del observador o el investigador dos y que nos ponen a su vez en la pista de
que de pasivo reconocimiento, como esta- otros, hipótesis diagnósticas que estamos
mos habituados a entender en nuestra prác- manejando, características del paciente
tica clínica. Nuestra opinión generalizada es recogidas ya y que van planteando un perfil
que los sistemas clasificatorios más extendi- diagnóstico provisional que guía la indaga-
dos y ampliamente utilizados son ateóricos, ción, etc.). No hay observación sin inten-
y con ellos nos acercamos sin prejuicios, sin ción, sin búsqueda de algo.
concepciones teóricas previas, a algo que ya
hay en la realidad y que captamos como tal La Hermenéutica en Filosofía apunta en
con toda naturalidad. Pero esta actitud ateó- esta dirección, aunque éste sea otro terreno.
rica no parece resistir un mínimo análisis crí- No hay observación libre de prejuicios,
tico. La actitud de captar síntomas incluye, porque precisamente las personas y los
además de un componente perceptivo natu- investigadores tienen prejuicios, y se acer-
ral o libre de prejuicios, transparente, si así can a las cosas con sus prejuicios. Lo
puede llamarse en primera instancia, en aras importante, lo metodológicamente correc-

66 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


to, seguramente sería no pretender hacer nar, lo que ellos llaman «las diferentes pers-
una tabula rasa y prescindir de estas ideas pectivas a la hora de estudiar un paciente».
preconcebidas, sino hacerse consciente Los pacientes psiquiátricos no forman un
de ellas.18 grupo homogéneo, por lo que parece razo-
nable que nos aproximemos a ellos para
Con un punto de partida distinto, aun- conocer sus problemas con diferentes
que cuestionándose los problemas de métodos de conocimientos, alguno de los
fundamentación y, sobre todo, con una cuales será más adecuado para alguno de
gran experiencia en la formación de nue- ellos pero no para otros. La primera tarea
vos especialistas, lo cual creo que contri- no es la de identificar un campo común y
buye a dar un gran valor a sus opiniones, acercarnos con un único método sino, pre-
McHugh et al. (2001) se hacen la misma feriblemente, distinguir unos pacientes de
pregunta: ¿Cuál es el objeto de estudio de otros, y todos ellos respecto de las perso-
la Psiquiatría? (valga decir de la nas sanas. Para ello, inicialmente, es preci-
Psicopatología) ¿Qué teoría tácita subyace so reunir una información completa de cada
a los síntomas? paciente a partir de su historia clínica, su
estado mental, un examen físico y las prue-
McHuhg y Slavney (2001): los dos obs- bas complementarias oportunas, para
táculos esenciales que están obturando el orientar a cada paciente particular. Las
progreso de la Psiquiatría como especiali- perspectivas de razonamiento que propo-
dad de la Medicina son: nen los autores son un procedimiento para
organizar esta información, y desde esta
• El problema mente-cerebro. No enten- base plantear algunas ideas sobre las cau-
demos cómo surgen los fenómenos sas, el tratamiento y el pronóstico de cada
mentales del cerebro. caso individual. Cada una de las perspecti-
vas tiene su aplicación en algunos trastor-
¿Cómo aunar en el mismo discurso dos nos psicopatológicos con preferencia a
lenguajes: el biológico y el narrativo psi- otros, y cada una tiene en cierto modo sus
cológico-sociológico? criterios sobre lo que es normal y anormal.

• Las diversas orientaciones teóricas, En realidad, estas perspectivas son cua-


enfrentadas, divergentes cuando no tro modelos estándar que los autores con-
excluyentes, sobre la naturaleza de los sideran implícitos en el quehacer psiquiátri-
trastornos mentales. co contemporáneo:

Como solución, los autores proponen • Perspectiva de la enfermedad.


utilizar varios métodos diferentes de razo- Sigue el modelo médico.

18 Véase especialmente los estudios de P. Ricoeur, recientemente fallecido, sobre Freud y el Psicoanálisis.

67
• Perspectiva dimensional. conjunto global de la experiencia personal
La medida de las variables psíquicas, inte- que comprende pensamiento, percepcio-
ligencia, introversión, etc. sigue una distri- nes y estados de ánimo anteriormente cita-
bución en campana de Gauss. La anorma- dos. Generalizando aún más, el paradigma
lidad es gradual, no cualitativa. No busca científico en el que tácitamente nos sitúa el
la curación, sino la evitación de los sínto- aprendizaje de nuestra profesión nos pro-
mas, buscando medios de fortalecimiento porciona un cierto andamiaje teórico para
y guías para manejar las situaciones con nuestro desenvolvimiento. De forma explíci-
mayor éxito. ta, pocas veces necesitaremos cuestionar-
nos cómo surgen la conciencia, el yo, etc.
• Perspectiva de la conducta. La mayoría de las veces es desde fuera de
Estudio de conductas dirigidas a un fin la propia profesión desde donde surgen
(teleológicas) y detección de sus ano- preguntas de este tipo, o bien en sectores
malías: beber, comer, dormir, sexuali- clínicos muy especializados (Bioética)
dad. (Gracia, 1989), o desvinculados de la clínica
(Filosofía de la Mente) (Radden, 2004). Esto
• Perspectiva de la historia vital. no quiere decir que la formación continuada
y la reflexión profesional sobre estos dile-
Una respuesta algo más elaborada mas o cuestiones tácitas deban abandonar-
sobre el objeto de la Psiquiatría y los dile- se. La bibliografía sobre estos temas en los
mas subyacentes de carácter filosófico: la últimos años es inabarcable, sobre todo en
dualidad mente/cerebro de las personas, inglés (véase como textos de conjunto
que los autores entienden aquí como el Fulford et al., 2006; Radden, 2004).

68 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


LA MELANCOLÍA COMO SENTIMIENTO NO PATOLÓGICO

El temperamento melancólico en Grecia no En cuanto al comportamiento, en este


tenía por qué derivar necesariamente en una caso sería un criterio próximo a una valora-
enfermedad melancólica. Pero el paso entre ción estadística de la normalidad: los suje-
una y otra ya planteaba uno de los problemas tos que en relación con determinados ras-
clásicos en la reflexión sobre la enfermedad: gos o conductas se aproximen a los que
los límites entre el estado sano y el enfermo. presenten la mayoría de miembros de ese
medio sociocultural, comportamiento que
resulte adaptativo al mismo.
NORMALIDAD Y ANORMALIDAD
En relación con esta normalidad esta-
Es prácticamente imposible establecer dística, las desviaciones pueden ocurrir
unos patrones de normalidad psíquica tanto en sentido positivo (superdotados en
generalizables a las personas de todas las cuanto a alguna esfera intelectual, etc.) o
culturas. Hemos recogido unas páginas negativo (rendimiento negativo en algunas
ante la opinión de McHugh et al. (2001). tareas, etc.).

Sin entrar en mayores precisiones, pode- En este sentido, «anormalidad» es sinóni-


mos comenzar diciendo que «normalidad» se mo de desviación de la media, pero no nece-
entiende más bien como un comportamiento sariamente de patología o enfermedad.
adecuado a la mayoría de los integrantes de
un medio sociocultural. Por lo menos en Enfermedad, sobre todo en Psiquiatría,
cuanto a las manifestaciones externas, y tiene una definición que puede adoptarse
como manifestaciones más inmediatamente desde varios puntos de vista, y precisamen-
accesibles a la observación. La normalidad te esta diversidad ha generado un serio
del mundo interno es tarea más compleja. debate que en la actualidad sigue latente.

69
• Modelo médico de enfermedad MELANCOLÍA LEVE Y MELANCOLÍA
GRAVE O CON RASGOS DE
Siguiendo el modelo de las enferme- ENFERMEDAD
dades médicas somáticas, se asume
una fisiopatología de origen orgánico, La melancolía, en su primera acepción,
con lo cual la aplicación estricta o entendida como una afectación leve, más
completa en la psicopatología queda propia seguramente de los literatos, de los
limitada, al menos en tanto no se dis- artistas, del Romanticismo, término de una
ponga de mayores conocimientos neu- definición difícil, en el que se da cierto sen-
robiológicos. timiento de tristeza o abatimiento y, a la
vez, de dulzura o satisfacción. No limita
• Concepto sociológico de la enfermedad tanto la actividad humana, sino que a
veces más bien la estimula. Ayuda a gene-
Se trata del modelo en el que idealmen- rar una visión más penetrante o receptiva
te la salud equivale a una óptima «adap- del entorno, literario, artístico, musical;
tación social», que queda pendiente de entorno, él mismo, envuelto en una atmós-
ser definida; y enfermedad, lo contrario, fera y una luz que cabe describir como
una situación de inadaptación. melancólicas. El atardecer, la lluvia, un
atardecer lluvioso de otoño. La cabaña
• Concepto psicológico de enfermedad bordeando el bosque en la que nos dispo-
níamos a reflexionar sobre la melancolía
Conciencia de sufrimiento: no siempre la que nos envolvía al comenzar la lectura de
hay. Concepto ideal de vida sana, de este ensayo. El sentimiento, la melancolía
vida familiar sana, etc. Son muy discuti- en este caso, no es sólo subjetiva, sino
bles y variables según modelos indivi- que también comparte un aspecto objeti-
duales y culturales. vo. La melancolía como atemperamiento a
la realidad, un modo de estar en la reali-
Los juicios médicos –psicológicos, dad. Los caminos del bosque nos revelan
sociológicos– los englobamos en este una experiencia vital plena en ese lugar y
momento como juicios científicos. Los juicios tiempo.
científicos en general, y en este caso concre-
to, sobre la anormalidad y la enfermedad, tie- La melancolía, sin embargo, en su
nen, inevitablemente y por lo general, un segunda acepción, tomada en su sentido
carácter hipotético y probabilística (Gracia, psiquiátrico, no favorece la creatividad, todo
2001). Por otra parte, el progreso de la lo contrario, tal como da a entender la expe-
Medicina y otras ciencias viene dado por la riencia clínica. Las propias características
elaboración de hipótesis cada vez más con- enunciadas de la depresión mayor con
sistentes y próximas a los hechos que permi- melancolía, según criterios diagnósticos,
ten tomar decisiones operativas más cerca- hacen pensar de inmediato en una disminu-
nas a la realidad de los hechos. ción grave de las capacidades vitales de

70 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría 70


una persona. Una persona que no puede los grupos, y que las tasas de enfermedad
sintonizar con cierta alegría de la vida, cuyo son mayores en los escritores, seguidos de
atemperamiento le dispone en una atmós- artistas plásticos y compositores musicales.
fera incómoda y desagradable, no puede
albergar la ilusión de crear algo, de pensar En los últimos años se han desarrollado
en la vida. Su actitud será de huída sin estudios psicológicos centrados en artistas
poder huir, de sobrevivir, de soportar el vivos que aportan datos más fiables que los
sufrimiento en el que está atrapado. Esta realizados sobre informaciones indirectas,
experiencia clínica es la que intentan captar en cuanto a las tasas y el tipo de psicopa-
empíricamente los estudios que revisan tología en artistas.
Delgado et al. (2007) y a los que haremos
referencia. Los primeros estudios fueron los realiza-
dos por el grupo de Nancy C. Andreasen
Delgado et al. (2007) encuentran tres (1974) con escritores participantes en el Taller
grandes estudios basados en la revisión de de Escritores de la Universidad de Iowa. En
un gran número de biografías de artistas: su último trabajo comparan 30 escritores con
los de Adele Juda (1949), Arnold Ludwig 30 sujetos control. El 80% de los escritores
(1992) y Felix Post (1994). presentaron un episodio de trastorno afectivo
en algún momento de su vida frente al 30%
Los datos se recogieron a partir de bio- de los sujetos pertenecientes al grupo con-
grafías y escritos post mortem, de tal manera trol. Las tasas de alcoholismo también eran
que los datos seleccionados se evaluaron significativamente mayores.
con criterios DSM. Se estudiaron en grupos
separados poetas, escritores en prosa (fic- R. Jamison (1993) estudió un grupo de
ción) y dramaturgos. Los resultados obteni- 47 escritores y artistas británicos vivos emi-
dos confirmaban lo ya conocido por estudios nentes, investigando las tasas de tratamien-
anteriores: alta prevalencia de alteraciones to por trastornos afectivos. Un 38% había
afectivas y alcoholismo. En el grupo de los estado en tratamiento por un trastorno
poetas se daban altas tasas de psicosis afec- afectivo, y de ellos tres cuartas partes habí-
tivas bipolares, con menor incidencia de otros an recibido antidepresivos, litio o habían
tipos de alteraciones afectivas, de alcoholis- estado hospitalizados. Los poetas eran los
mo, de alteraciones de la personalidad, de que con mayor probabilidad habían recibido
alteraciones psicosexuales, de trastornos en medicación para la depresión (33%) y los
las relaciones de pareja, que los otros dos únicos que habían requerido intervención
grupos de escritores, en quienes las tasas médica para la manía (17%).
eran claramente mayores en alcoholismo y
enfermedades afectivas. Arnold Ludwig (1992) estudió a un
grupo de 59 mujeres escritoras a las que
De forma especial, destaca la elevada comparó con un grupo control. Las mujeres
frecuencia de trastornos afectivos en todos escritoras mostraron tasas significativamen-

71
te mayores de casi todas las enfermedades dad generalizada y trastornos de la alimen-
mentales valoradas, no sólo de trastornos tación. Las tasas de trastornos mentales
del estado de ánimo, sino también de múltiples también fueron mayores entre las
abuso de drogas, ataques de pánico, ansie- escritoras

72 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


LA MELANCOLÍA COMO APERTURA DEL HOMBRE A LA REALIDAD

Una poesía de Antonio Machado para Era una mañana y abril sonreía
introducir el último capítulo: (…)
Como sonreía la rosa mañana
Al sol del Oriente abrí mi ventana;
Y en mi triste alcoba penetró el Oriente
En canto de alondras, en risa de fuente
Y en suave perfume de flora temprana.
Fue una tarde de melancolía
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
De mi casa al viento… El viento traía
Perfume de rosas, doblar de campanas…
Doblar de campanas lejanas, llorosas,
Suave de rosas aromado aliento…
… ¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?
Pregunté a la tarde de abril que moría:
¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: La alegría
Pasó por tu puerta –y luego, sombría:
Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.19

LOS SENTIMIENTOS Y LA En primer lugar, en relación con la inte-


MELANCOLÍA «ENVUELVEN» O lección y el sentir, primera facultad de la
INCLUYEN LA REALIDAD EN SU psique humana. Acudimos al Diccionario de
NATURALEZA Filosofía de Ferrater (1994. p. 3.241): Si se
entiende «sentimiento» como «sentir algo» o
El término «sentimiento» no entró en «resultado de sentir algo», el término «senti-
Filosofía hasta el siglo XVIII. Hasta enton- miento» podrá tener tantas acepciones
ces, se aceptaba de manera general que el como las derivadas del término «sentir». Por
ser humano disponía de dos facultades: la lo pronto, «sentimiento» puede ser definido
inteligencia y el apetito o deseo. Y de como la acción y el efecto de experimentar
ambos participaban lo que modernamente «sensaciones». Estas sensaciones pueden
llamamos sentimientos. ser, además, de varias clases: sensaciones

19 Poema XLIII, Soledades, 1899-1907. O. C.

73
de los sentidos corporales, emociones, representación es la imagen, el componen-
pasiones, etc. Por lo tanto, «sentimientos» te sensorial la escena vivida. El afecto, la
referidos a la esfera de recibir estímulos pro- conmoción, el sobresalto, la vitalidad, inhe-
cedentes del mundo o entorno o de cambios rentes a la escena. El afecto corresponde al
en el propio cuerpo, experimentar, captar, aspecto cuantitativo de la energía psíquica
tener sensaciones, de muy diversa índole. Es involucrada en la escena vivida. Así, por
un término muy amplio. ejemplo, en sus trabajos sobre la histeria,
Freud estudia la energía psíquica que los
Pero el término también abarcaba la otra pacientes no han podido descargar ante un
vertiente de las facultades mentales: la del episodio traumático, y que en tales condi-
deseo, la de las tendencias hacia algo, la ciones, separada de la escena en la que se
voluntad. Y este era un sentido tal vez más originó, da lugar a síntomas conversivos.
estricto, o quizá sobre el que se meditó Pero el aspecto cuantitativo de las manifes-
más, que el del «sentir». taciones psíquicas no es el procedimiento
más idóneo para avanzar en las preguntas
Así, hasta el siglo XVIII, lo que entende- que nos hacemos sobre los sentimientos.
mos como sentimientos, como modos de
estar internamente, se entendían como En la gran obra psicopatológica de
modalidades del apetito, apetito entendido Jaspers (1996), poca ventaja alcanzamos.
como tender a algo (desear algo, me veo El autor reconoce abiertamente que (la pri-
con apetencia hacia algo). A estos modos mera edición de su Psicopatología es de
del apetito, en la Filosofía escolástica, pos- 1913), al contrario de lo que ocurre en la
teriormente en Descartes, etc., se les llamó Psicología de las sensaciones, percepcio-
pasiones. En muchos pensadores las nes, representaciones, ideas, y tal vez tam-
pasiones quedan adscritas a los apetitos bién, instintos y actos volitivos, en lo que
sensibles que corresponden a las tenden- respecta al «sentimiento», hay una falta de
cias fisiológicas, o animales, o vitales, que claridad. (Jaspers, p. 124). Y continúa
todo ser humano tenemos por el mero diciendo: Ordinariamente se llama «senti-
hecho de ser un animal vivo, y los apetitos miento» a todo lo psíquico que no se
superiores o racionales que son de otro puede poner en el mismo plano con los
orden o naturaleza distinta. fenómenos de la conciencia del objeto ni
con los elementos instintivos y los actos de
En la obra de Freud, el concepto de la voluntad. Todas las formaciones psíqui-
«afecto» tiene una gran importancia cas no desarrolladas, oscuras, todo lo
desde sus primeros trabajos con Breuer impalpable, lo que escapa al análisis, se
(Laplanche y Pontalis, 1983. p. 11 y ss.). La llama «sentimiento»; en una palabra, todo lo
energía pulsional se manifiesta en el apara- que no se sabe llamar de otro modo. (…)
to psíquico en dos dimensiones: la repre- No se sabe lo que es un elemento del sen-
sentación y el afecto, cada uno de los cua- timiento, qué elementos hay, por ejemplo,
les puede seguir distintos caminos. La cómo se les debe ordenar, mientras que se

74 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


han ordenado e investigado del mejor modo mente, la tristeza de un melancólico, que
los elementos de las sensaciones. (…) No se puede que obedezca a razones fisiológi-
sabe cómo se debe comenzar. (Jaspers, cas, aunque la causa exacta no la poda-
1996, pp. 124-5). Jaspers se revela en este mos expresar. Para lo que aquí nos inte-
sentido como racionalista y muy poco feno- resa, hay que decir que no es cierto que
menólogo. De hecho, aunque en numerosas los modos tendenciales de los que habla-
ocasiones se hace derivar de Jaspers la mos sean todos ellos, rigurosamente
influencia fenomenológica en Psicopatología, hablando, tales movimientos tendencia-
en su obra hay pocos datos que puedan les, sino más bien estados de cierta dura-
avalar esta opinión. Y la Psicopatología que ción, permanencia.
él propone más bien parece obedecer a una
influencia de la Psicología comprensiva de Para Iversen et al. (2001), un estado
Dilthey. Por otro lado, Jaspers es un autor afectivo tiene dos componentes: la emo-
que también estudió en profundidad a ción y los sentimientos (sigo la terminología
Nietzsche. Pero influencia fenomenológica, de los traductores).
al menos a la altura de 1913, que es cuan-
do aparece la primera edición de su Emoción o estados emocionales se
Psicopatología, hay más bien poca, y sí, sin refieren sobre todo al estado corporal o físi-
embargo, de los dos autores citados. co, mientras que sentimiento hace referen-
cia a la vertiente subjetiva, experiencial.
Lo que hoy entendemos por senti- Ambos, al igual que la percepción, por un
mientos, por lo tanto, hasta el XVIII eran lado, y la acción, por otro, cierran el círculo
modalidades tendenciales. Desde luego, de la actividad del ser humano ante un estí-
parece que las tendencias hacia algo, si mulo del medio, están mediados por circui-
reflexionamos sobre ello, pueden originar tos neuronales diferenciados en el cerebro.
diversos sentimientos, esto parece evi-
dente, y dependiendo de mi propia dispo- Estos sentimientos, en lo que tienen de
sición, de las dificultades que me voy conscientes, en el cerebro están mediados
encontrando hacia lo que deseo, hasta si por la corteza cerebral, en parte por la corte-
lo voy o no consiguiendo. Pero, a la inver- za del cíngulo, y en parte por la corteza de
sa, no tiene por qué ser cierto. Es decir, lóbulos frontales. Periféricamente, están
no todo sentimiento tiene por qué tener mediados por grupos de respuestas periféri-
que ver con una tendencia. Algunas cas, autónomas, endocrinas y del sistema
modalidades de tristeza, la misma tristeza motor esquelético. En el inicio o desencade-
cuando se la denomina «endógena», namiento de estas respuestas, intervienen
muchas veces, ¿qué se quiere decir con estructuras cerebrales subcorticales: núcleo
ese término, sino que obedezca a razo- amigdalino, hipotálamo, tronco encefálico.
nes internas? (y no el sentido originario
que le atribuye Berrios, en relación con la Estos aspectos periféricos de la emo-
degeneración). Como ejemplo, precisa- ción, motores, esqueléticos y autonómicos,

75
además de una función expresiva y comu- datos experimentales que apoyan esta teo-
nicativa de nuestros estados emocionales a ría. Otros parece que no.
otras personas, tienen funciones de prepa-
ración para la acción. 3 Teorías integrativas (Iversen, 2001).
Cannon y Bard añadieron otro elemen-
Vamos a seguir a Schmidt-Atzert (1985). to: dos estructuras subcorticales, tálamo
e hipotálamo, desempeñan un papel muy
1 La primera de las grandes tradiciones importante en la mediación de las emo-
para explicar la naturaleza de las emo- ciones, modulando los signos periféricos
ciones es considerarlas primordialmente de las emociones y suministrando a la
para su análisis como vivencias subjeti- corteza cerebral la información que
vas. De este modo, hasta el siglo XIX se requiere para su procesamiento cognitivo.
creía por parte de muchos científicos y
pensadores que, por ejemplo, el reco- Las teorías integrativas ofrecen una sín-
nocimiento de un suceso importante tesis de las dos primeras propuestas, abor-
provoca en la corteza una experiencia dándolas desde una nueva perspectiva,
emocional fuerte que dispara respues- sobre todo en los dos o tres últimos dece-
tas reflejas autónomas en el cuerpo, la nios, de tal manera que tiene lugar una
expresión fisiológica o somática de la interacción dinámica, probablemente en el
emoción. núcleo amigdalino, de factores periféricos
mediados por el hipotálamo y factores cen-
Método de estudio: introspección. trales provenientes de la corteza cerebral.
La amígdala puede ser el lugar que asume
2 La teoría de James-Lange invirtió el el procesamiento cognitivo central de estos
orden de este proceso. Las emociones acontecimientos, de modo que, como
son primariamente respuestas fisiológi- decía el Racionalismo posrenacentista, las
cas a la información procedente de la emociones vendrían a ser razonamientos o
periferia o del medio interno. La expe- procesamientos cognitivos poco claros o
riencia cognitiva de la emoción es confusos, comparados con los desarrolla-
secundaria a la reacción fisiológica pri- dos por la corteza cerebral filogenéticamen-
maria de la emoción. te reciente.

Método de estudio: modificaciones Es posible que muchas y diversas emo-


fisiológicas. ciones tengan su propia lógica, indepen-
diente de una lógica vinculada a procesos
Ejemplo: estamos tristes porque nos cognitivos conscientes corticales, con un
percatamos de que estamos llorando. Algo emplazamiento concreto en la filogénesis.
nos produce el llanto sin que nos demos En ésta, llega un momento en el que las res-
cuenta. Al percatarnos de que estamos llo- puestas emocionales se van integrando
rando, nos ponemos tristes. Hay algunos progresivamente, no necesariamente, en

76 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


una progresión simplificadamente lineal, de estado en el que nos encontramos: de ale-
un funcionamiento cortical con un ingre- gría, de esperanza, de melancolía, etc.
diente de cada vez mayor conciencia.
En opinión de Zubiri, en el sentimiento,
El sentimiento, en una contraposición de la misma manera que ocurre en los fenó-
esquemática y pedagógica a la emoción, menos intelectivos y en los volitivos, hay
podría distinguirse de ésta, al ser descrita que considerar dos aspectos. Uno es el
como la reflexión consciente sobre la reac- acto, la actividad o el movimiento vital que
ción inconsciente que se realiza de una realiza la persona. En lo referente a la inte-
manera automática, la reacción ante un lección, una persona percibe, intelige que lo
estímulo interno o externo, mediada por que hay delante de ella es algo, que en un
estructuras neurológicas internas –sistema segundo momento responde a las caracte-
límbico, hipotálamo– con escaso acceso a rísticas de lo que en nuestra vida común
la corteza. Podemos incluso tener respues- denominamos una mesa. Y hace un juicio,
tas emocionales a estímulos subliminares o varios juicios sobre esa mesa, esa mesa
que ni siquiera nos demos cuenta de que es blanca, de tal tamaño, etc. También
los percibimos. El sentimiento es una ten- puede hacer razonamientos diversos sobre
dencia a responder de una determinada ella, de tal manera que en virtud de las
manera a esas emociones, no la respuesta características que el trazado de los dibujos
emocional en sí misma. Las emociones de la madera presenta, el color de la misma,
difieren unas de otras porque desencade- puede empezar a plantearse la procedencia
nan diferentes tendencias de acción. de la misma, el tipo de madera de que se
trata; hipótesis que tendría que contrastar
El estado de ánimo es un estado emo- con informaciones de las que no dispone
cional mantenido durante semanas o más inmediatamente a su alcance. Justo detrás
tiempo. de la mesa hay una estantería con libros, de
los cuales podríamos decir otro tanto,
Melancolía leve. Normalmente, se comenzar con una constatación, seguir con
habla de la subjetividad de los sentimientos, una descripción. Un poco más allá, la ven-
los sentimientos como algo propio de las tana. La imagen es semejante a la cabaña
personas, que pertenece a su mundo inte- que ilustraba el grabado de Durero al que
rior, a su subjetividad. Y gran parte de ello hacíamos referencia en la Introducción,
sea seguramente cierto. Pero no lo es del construida en madera, con su atmósfera de
todo. Y a esto quiere hacer referencia la cita intenso y cálido acogimiento, y aunque los
puesta al comienzo del libro. Insistimos en cristales gruesos no permitan ver el exterior
que en los sentimientos hay un modo sub- con claridad, probablemente tenga sus vis-
jetivo de sentir. Un estado, un modo de tas al bosque.
estar en sí mismo con una cualidad de
ánimo, con un tono vital, más bien que una Realmente, da la impresión de que la
tendencia o un movimiento hacia algo, un reflexión humana sobre la intelección, los

77
sentimientos, las dimensiones de la subjeti- porque, por otro lado, los sentimientos se
vidad o la realidad del mundo van avanzan- deslizan y se escapan en la reflexión siendo
do por la Historia, como diría Kant, y cito de difíciles de observar, cuando aparentemen-
memoria, sin encontrar la senda segura de te son lo más propio e íntimo de uno
las ciencias, como la Matemática y Física de mismo. En primera instancia, puede decirse
su tiempo. que los estados subjetivos establecidos con
los sentimientos son muchos y variados, a
Si de los actos de intelección pasamos la vez que cambiantes. Recordemos la opi-
a los actos de volición y reflexionamos nión de Jaspers. Pero también, como ocu-
sobre ellos, igualmente podemos percatar- rre en la volición y la intelección, los senti-
nos de que son actos, acciones que yo mientos no son solamente actos míos, sino
mismo ejecuto. Yo me propongo hacer que en ellos está envuelta una realidad que,
algo, puedo discutir con alguien si hacerlo o a su modo, nos está presente. Sin esto no
no, o puedo sopesar conmigo mismo sus serían sentimientos. Hay, pues, estos dos
conveniencias e inconvenientes. Y una vez aspectos: el sentimiento como acto y la rea-
reflexionado sobre la conveniencia o no de lidad que en ese acto nos está presente, de
tomar una decisión, soy yo mismo quien la misma manera que hay el acto de volun-
decide sobre ella. tad como acto, y la forma en que la realidad
me está presente, o el acto de la intelección
Tanto mis actos de intelección de la como acto, y la forma con que en la intelec-
mesa como de decidirme a poner un lapice- ción me es presente la realidad (Zubiri,
ro y una libreta sobre ella, que son actos 1985, p. 336).
míos, envuelven una referencia a la realidad,
la realidad de la mesa, y de mí mismo fren- Este es el punto decisivo que queremos
te a la mesa. Esta es una cuestión decisiva. destacar. Frente a la consideración de los
Mi percepción e intelección de la mesa, y mi sentimientos y los afectos como manifesta-
volición y decisión sobre qué hacer con ella, ción subjetiva del mundo interior de las per-
son actos subjetivos míos que, en tanto sonas, en ellos, al igual que en otros actos
actos, envuelven su referencia a la reali- mentales –intelección, volición–, los senti-
dad.20 mientos envuelven una referencia a la reali-
dad, bien que en un modo propio.
Si pensamos ahora en los sentimien-
tos, aquí más que en la intelección y en la Pensemos en un cuadro del pintor
voluntad, por un lado, un tanto engañosa- romántico Caspar D. Friedrich. Por ejemplo,
mente se hace más evidente la dimensión el titulado Caminante sobre el mar de nie-
subjetiva; y digo un tanto engañosamente, bla. El pintor nos muestra el caminante de

20 Estas afirmaciones requieren un desarrollo que sobrepasa ampliamente el objetivo de este libro. No
querríamos hacer mención únicamente a la referencia intencional de la Fenomenología. Nos gustaría pro-
longarla con mayor fecundidad y alcance en la Hermenéutica y la Noología.

78 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


espaldas, observando la grandeza del pai- Para algunas personas, la audición de
saje montañoso, casi cubierto por la niebla. una Sonata para piano de Beethoven (Claro
Por la luz, por las características de la nie- de luna…) u otras piezas musicales puede
bla, puede ser un paisaje matutino, de una ser el camino hacia un sentimiento que me
niebla que se irá deshaciendo a medida que parece puede corresponder a esto de lo
vaya ascendiendo el sol en el horizonte y que estoy hablando. Para un lector de lite-
aumentando la temperatura del día. Un pai- ratura, la reflexión sobre las breves páginas
saje en el que no se observa la huella de la de Una pena en observación de C. S. Lewis
intervención humana, un paisaje de dimen- (1994), en mi opinión, puede conducir al
siones que exceden el tamaño alcanzable mismo estado sentimental. Me refiero a una
por el caminar del hombre durante el paseo lectura o una escucha musical en condicio-
de una jornada, puesto que el paseante, nes de cierta tranquilidad, sin ruidos excesi-
aparte del bastón, no parece tener recursos vamente molestos. Para ello, proponía en la
para mantenerse en la montaña más allá de introducción una breve estancia en una
unas horas. Grandiosidad ante la cual el ser cabaña, no exenta de comodidades (la
humano se ve sobrecogido, se siente dismi- Ética va muy unida al sentimiento en algu-
nuido. Sobre todo la contemplación de un nos autores en cuanto a su fundamenta-
espectáculo natural de este tipo puede ser ción: Hume, y el empirismo; Husserl y
en un lugar de paisaje montañoso, el mar o Scheler, y la fenomenología) (Gracia, 1989).
la noche estrellada y, sobre todo, al atarde- Me parecen ejemplos que personalmente
cer, durante la noche, al amanecer, sin la corresponden al estado de ánimo que me
confianza del calor del sol; hacen al alma genera la contemplación de alguno de los
proclive a lo que en un sentido podemos lla- cuadros de Friedrich, como el ya citado. O
mar melancolía leve. Aunque es inevitable algunos cuadros de Millet (El Angelus). Es
establecer la comparación con lo sublime, este un rasgo que no corresponde en
experiencia a la que Ferrater (pp. 3394-5) exclusiva en mi apreciación interna al
también llama sentimiento. Es obvio decir el momento de una percepción, a una intelec-
interés de este concepto en Estética. ción, a un concepto o juicio sobre el mundo
Hemos mencionado este concepto unas entorno a mí o sobre mí mismo. Pueden
páginas atrás. Reproduzco un pequeño surgir estos pensamientos, desde luego,
párrafo de Ferrater: (lo sublime) destaca lo pero lo hacen a partir del sentimiento o
elevado, lo noble, lo inconmensurable, lo emoción que surge en el instante de la con-
grandioso. No es necesario que produzca templación o audición. Las montañas son
terror –aunque sea un «terror deleitable»–, de tal tipo, yo estoy cansado, la niebla evo-
sino solamente «suspensión» del ánimo. luciona en esta forma, todo ello envuelto en
Por eso, aunque lo sublime puede ser tam- el estado anímico que puedo llamar melan-
bién objeto de juicio, lo es un grado incom- colía. No melancolía en el sentido actual del
parablemente menor que lo bello: los juicios DSM. Es el estado afectivo del que partici-
sobre lo sublime son por lo general de po yo como estado subjetivo mío y en el
carácter «total» (Ferrater, p. 3.395). que está envuelta la realidad que corres-

79
ponde a esa mi realidad vivida en ese esta- ta (seguramente en tiempos de la peste
do afectivo. negra era otro bien distinto en Occidente;
hoy en día, en algunos sectores de la socie-
Habrá otras personas a las que este dad occidental, en el Tercer Mundo, si
cuadro de pintura, la sonata de piano, o la comenzamos a personalizar, etc.). Pero
obra literaria, les instale en otros estados insistimos, en mayor o menor grado, todos
afectivos. O que simplemente les resulte ellos son realistas. Y este es el dato, insisto,
indiferente, estén inmersos con su aten- que quería destacar.
ción en otras cosas y no reparen en ellos.
Por supuesto. El acto intelectual, volitivo o En los últimos años parece encontrarse,
de sentimiento son actos en gran parte sin ningún género de dudas, el impacto
subjetivos, y aunque todos ellos envuel- incontestable de la depresión en nuestras
van una realidad, otra cuestión es el valor sociedades occidentales desarrolladas, y
de verdad de esta realidad, mejor dicho, las cifras de personas que la presentan son
del contenido de esta realidad en su corres- crecientes. Los psiquiatras dedican su
pondencia con los contenidos de la realidad atención a desentrañar las causas y los
allende mi percepción. Pero hasta aquí me métodos de tratamiento, mientras que los
parece un dato esencial a destacar. Todos filósofos se centran en lo que significa la
los actos mentales, empezando por los depresión para la humanidad, a la vez que
razonamientos, son actos subjetivos, y lo que su presencia e imbricación en el teji-
todos ellos envuelven un valor de realidad. do social puedan revelar en la evolución de
Lo que hay que comprobar es en qué grado la especie humana (en última instancia, de
su contenido corresponde a la realidad; rea- manera muy simplificada, el dualismo
lidad, por así decirlo, objetiva. Naturaleza vs. Cultura) (Radden, 2004).

Desde otro punto de vista, esto hace Para Hansen (2004), en la literatura que
referencia al concepto de «Depressive revisa hay tres grandes tendencias que
Realism» (Hansen J, 2004). La Filosofía de puedan llamarse de orientación filosófico-
la Psiquiatría, la Psicología Social o la psiquiátrica o filosófico-psicológica en el
Sociología, en alguna de sus tendencias análisis de la información sobre la depresión
actuales, quiere otorgar un grado de partici- –y la melancolía–:
pación en la realidad a la afectividad, dicho
en términos generales; a la depresión y a la - Estudios filosóficos interesados en la
melancolía, más en particular. No hay juicio descripción y el análisis de los datos sobre
de realidad sin estado afectivo que lo sus- Psicología moral y costumbrista. Estados
tente. Tendemos a admitir y compartir depresivos de la mente como verdaderos
socialmente que un estado afectivo de tran- en tanto representan o describen fidedigna-
quilidad, serenidad, ligero o moderado opti- mente (al menos parcialmente), desde su
mismo, distracción, cada uno, cada grupo punto de vista, el mundo del paciente depri-
social tendrá su modelo, sea el más realis- mido, el del sentimiento melancólico o de

80 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


tristeza melancólica del que aquí hablamos, Espinosa hablará entonces de «amor propio
estados de cosas en el mundo «objetivo», o contento de sí mismo», a pesar de la evi-
cuyo valor de verdad habría que compro- dencia de las limitaciones, la finitud, la con-
bar, pero al que en un principio se le conce- tingencia, que uno percibe en su propia
de las mismas opciones de verdad –o, naturaleza.
incluso más, tal vez por su mayor sensibili-
dad ante algunas cuestiones– que a una Frente a la eternidad, la finitud humana.
persona «sana». Es lo que la autora deno- Ante la grandiosidad sublime de la naturaleza
mina depressive realism. Algunos autores y el universo, la limitación y la impotencia de
llegan a hablar de Epistemología melancóli- las posibilidades humanas. El sentimiento de
ca en tanto que, a diferencia del estado de Spinoza ante este escenario transforma la
ánimo habitual o «normal», este estado de tristeza hacia un amor propio o contento de sí
ánimo que venimos llamando melancólico mismo, una tristeza de matiz agradable. ¿No
puede aportar luz y nuevos datos sobre la es esto la melancolía en su acepción leve? La
verdadera identidad de sí mismo y la autén- vida es breve. Uno mismo, las personas ama-
tica naturaleza de mis relaciones con las das, todo discurre entre el azar y el destino,
demás personas y las características del sólo en parte dueñas de sus vidas. La felici-
mundo. Lo decisivo en este caso es que la dad transitoria y provisional, el porvenir des-
variación del estado de ánimo cambia mi conocido. La actitud del sabio es la acepta-
manera de percibir las características de mi ción resignada, con inevitable tristeza, en lo
vida y mi entorno. Y esta variación hacia la posible una tristeza con la que se logra admi-
melancolía no se ha de desechar como nistrar un grado de satisfacción o alegría en la
resultado de la enfermedad. Todo lo contra- vida. Spinoza se propone, ante todo, buscar
rio. Puede ser un punto de vista fecundo.21 en la filosofía el bien supremo que temple el
Sobre todo, se entiende, en la melancolía ánimo y proporcione una serena y eterna
en su acepción más leve. bienaventuranza (Ferrater, p. 3.358).

Cuando el alma imagina su impotencia, La siguiente cita corresponde al filósofo


se entristece (Spinoza, Proposición LV, p. español Carlos Gurméndez (1981):
235).
(El melancólico) descubre su carencia
Y cuando ambas van juntas, la sensa- básica, su pobreza de ser radical. Piensa
ción de impotencia y la tristeza, la resultan- que ya no hay nada que hacer, por más éxi-
te se llama «humildad». Si la humildad logra tos que logre; y siempre se sentirá frustra-
transformar el afecto concomitante hacia un do, irreal, porque, para el melancólico, «la
matiz más bien agradable, incluso alegre, vida está dominada por dos instintos funda-

21 Graham, G. Melancholic Epistemology. En: Fetzer JH (ed.): Epistemology and Cognition. Boston: Kluwer
Academic;1991.
Martin M. Depression: Illness, Insight, and Identity. Philosophy, Psychiatry and Psychology 1999; 6(4)271-86.

81
mentalmente opuestos. De una parte ser, aunque no con la especificidad, y con la
afirmarse, expandirse, realizar una ascen- distinción de subtipos deseada, y su corre-
sión; por otra, dejar de ser, desear la propia lación neuroanatómica.
aniquilación» (Guardini). Al desvalorizarse, se
hunde en la postración hasta llegar a la raíz • Estudios sociopolíticos.
de la melancolía: el deseo de destruirse por
la tortura íntima. (…) Los grandes melancóli- La depresión como confluencia de fuer-
cos buscan refugiarse en la noche y en la zas de origen diverso, pero no en menor
soledad más pura,…, el mar,…, el otoño que grado de carácter social, que presionan
desnuda los árboles,… Todo este espectá- sobre las personas y las hacen derrumbar-
culo de grandezas ilimitadas les melancoliza se en su fuero interno. Julia Kristeva es de
todavía más y les sumerge en los fundamen- la opinión, esquematizando excesivamente,
tos oscuros de su ser (pp. 96-7). que la evolución tecnificadora de nuestra
sociedad tiene un importante coste para
• Estudios sobre la naturaleza médica de algunas personas, y este coste se manifies-
la depresión. ta como depresión.22 Las características del
mercado laboral, la evolución de las relacio-
La depresión sigue siendo un síndrome nes sociales, y otros, son factores que pue-
con multitud de causas, irreconciliables den intervenir decisivamente.
entre sí, de diversa naturaleza. Uno de los
grandes retos para la Medicina, la
Psiquiatría y la Psicología es hallar los moti- EN EL CONTENIDO DE LA REALIDAD
vos por los que su frecuencia de presenta- HAY POSIBILIDADES DE INNOVACIÓN Y
ción está aumentando de manera tan llama- CREATIVIDAD QUE NO SON AJENAS A
tiva al menos en el mundo occidental. LA MELANCOLÍA

Y la clarificación de los síntomas (la tris- … el hombre es más que un organismo


teza, la melancolía, el abatimiento, la aflic- biológico y la Medicina es más que una rama
ción, etc.), que ya hemos comentado ante- de las ciencias naturales. Esta es una cues-
riormente. tión filosófica muy compleja y, para no per-
dernos en argumentos filosóficos complica-
En fisiopatología se ha avanzado en los dos, vamos a centrarnos en un tema particu-
últimos años, y también en el tratamiento, lar, el concepto de «ansiedad» (o angustia)

22 Radden J. The Nature of Melancholy: From Aristotle to Kristeva. New York, Oxford University Press; 2000.
Antología que reúne textos de una treintena de autores, cuyo común denominador está entroncado en algu-
na medida con la melancolía (mezcla tanto melancholy como melancolía). Pueden leerse desde textos que
pueden calificarse como filosóficos, religiosos, literarios, etc. De esta manera, están representados textos
tan dispares como el famoso problema XXX del pseudo-Aristóteles (seguramente Teofrasto), Ficino, Burton,
Goethe, Kant, Griesinger, Freud, etc.

82 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


(p. 167). Wulff et al. (2002) fundamentan esta hacia la innovación y la creatividad que apa-
cita en Kierkegaard (La enfermedad mortal; rentemente alberga la melancolía en su inte-
El concepto de la angustia), y al final lo deri- rior desde hace siglos. La creatividad
van a Heidegger en El ser y el tiempo, es requiere libertad; interés por el mundo, por
decir, en última instancia el pensamiento la vida y por las personas; iniciativa; y, cómo
europeo continental de raigambre existencia- no, inspiración.
lista, en el que el valor de la libertad individual
humana ocupa un lugar privilegiado. Gregory RL (1995. p. 245 y ss.). La idea
de que genio y creatividad están relaciona-
Para los autores, el planteamiento exclu- dos está generalizada, pero no hay pruebas
sivamente naturalista o biológico de la claras. También se puede ver en otro senti-
enfermedad, de la enfermedad psiquiátrica do: puede ser que en ocasiones algunas
en particular, pero no únicamente, es dema- personas trabajen con tal intensidad sobre
siado simplista. Participamos de esta opi- algunos temas que ello les abra acceso a
nión crítica. La dificultad, como en la mayor algunos recursos mentales que el cerebro
parte de las críticas, es la de adoptar una habitualmente no utilice, pero que sean
posición constructiva23 y poder aportar nue- mecanismos mentales sanos.
vas informaciones que mejoren el nivel de
comprensión. Citan un comentario atribuido a Einstein:
sugirió que los científicos creativos son los
Creo que la posición de los autores se que tienen acceso a los sueños (al incons-
puede resumir argumentando que las cien- ciente, ¿podría decirse?). Algo así ocurre
cias biológicas efectivamente son impres- con algunos problemas con los que nos
cindibles y básicas en el conocimiento del acostamos por la noche, para consultarlos
ser humano. Pero quedan cuestiones pen- con la almohada, imposibilitados de verles
dientes, sólo accesibles a la comprensión, una solución, y por la mañana nos levanta-
interpretación, o como queramos denomi- mos sabiéndola. O bien, antes de desper-
narlo provisionalmente. La intelección tarnos, soñamos alguna escena que nos
humana, a nuestro entender, abre un facilita pistas para averiguar la solución: por
mundo de posibilidades, irreductibles a la ejemplo, A. Kekulé soñó una serpiente tra-
biología. Este es el ámbito de lo que los gándose su cola, lo que le hizo pensar en la
autores llaman las decisiones o actos libres. resolución de la forma química del anillo de
Estos actos libres son el hilo conductor benceno.

23 Léase el Capítulo 9: Hermenéutica: la naturaleza del hombre desde una perspectiva más amplia; así
como alguno de los posteriores: Capítulo10: Medicina y sociología; en contraste con: Capítulo 3: Empirismo
y realismo: dos tendencias opuestas en medicina; y el Capítulo 8: El enfoque naturalista de la Psiquiatría;
del libro que estamos comentando: Wulff HR, Pedersen SA, Rosenberg R. Introducción a la filosofía de la
medicina. Madrid: Triacastela;2002. El libro está escrito en un nivel asequible para profesionales de la sani-
dad que no hayan accedido antes a cuestiones filosóficas relacionadas con su profesión.

83
HECHOS Y VALORES EN PSIQUIATRÍA su labor profesional deben evitar los juicios
de valor. ¿Es ello posible, realizar una tarea
En Psiquiatría o Psicología Clínica con- científica sin tomar en consideración algún
vergen ciencias biológicas y ciencias cultu- tipo de valores?
rales o del espíritu, como es inevitable por
sus contenidos. Una amplia variedad de En el polo opuesto, los expansionistas
contenidos. En la actualidad, priman las creen que cualquiera que sea la actividad
Neurociencias, pero hace apenas cuaren- humana en cuestión, y en particular la
ta años tenían mucha fuerza algunas cien- actividad científica, nunca es neutral,
cias culturales (Sociología, Antropología). sino que siempre está comprometida con
Simplemente, basta repasar el índice de los valores.
libros de texto.
Un análisis de la Historia de las Ciencias
Gracia D (2003) recurre a un libro de en los siglos XIX y XX da a entender que, en
Graham LR (1981)24 para plantear el dualis- general, los científicos dedicados a las cien-
mo entre «hechos científicos» y «valores». cias físicas en su mayoría tienden al restriccio-
Diversos científicos, en el desarrollo de su nismo,25 mientras que las ciencias relaciona-
trabajo, han optado, bien por una ciencia das con la vida, la Medicina, la Psicología, la
basada exclusivamente en hechos científi- Biología, se acercan más a posiciones
cos, o bien han incorporado deliberada- expansionistas.
mente valores a su tarea científica.
Gracia se remonta a la distinción de
El tema de los valores ha entrado en la Hume entre cuestiones de hecho o empíri-
Medicina en las últimas décadas, en nues- cas, y las relaciones de ideas referentes a
tro medio cultural, a través de los Comités las relaciones entre sentimientos, creencias,
de Bioética de los Centros sanitarios, y ha etc. (donde, en última instancia, se funda-
adquirido una gran importancia. mentarían, entre otras, las Éticas), que en
definitiva se basarían en las primarias rela-
Uno de los polos que observa Gracia en ciones de hecho. Todo conocimiento cientí-
el libro de Graham es el de la actitud restric- fico se basa en los hechos empíricos y obje-
cionista o value-free (la ciencia desprovista tivos, relegando a un lado los sentimientos
de valores o axiológicamente neutral). Se subjetivos. De los hechos podremos alcan-
trata de científicos que consideran que para zar la certeza, mientras que de los senti-

24Nueva York: Columbia University Press.

25Gracia D: p. 44 (op. Cit.): El concepto de «hecho científico» no surge más que con la física moderna, y
es a partir de ella como la filosofía, en especial la positivista, elabora los conceptos de «hecho puro» y de
«ciencia libre de valores». Desde ahí hasta el neopositivismo y el primer Wittgenstein, se podrá seguir dicien-
do sin titubeos que «el mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas» y menos de los sentimientos,
las creencias y los valores.

84 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


mientos subjetivos no alcanzaremos más Hay que destacar una característica
que creencias (belief). muy importante de las ciencias idiográficas:
su relativismo.
Con todo, ya el propio Claude Bernard
advirtió(…) que en la práctica médica son Los saberes individuales tienden al relati-
factores importantes cuestiones que nada vismo del mismo modo que los generalizado-
tienen que ver con la ciencia (p. 51). Hoy en res tienden al universalismo y absolutismo.
día, parece difícil dar la espalda a ciencias (…) Piénsese en el tabú del incesto. El histo-
idiográficas, culturales o espirituales (idios: riador o el antropólogo lo estudian en tanto
lo particular, lo propio a un individuo), y cien- que hechos particulares de tales o cuales cul-
cias nomotéticas (nomos: lo común o gene- turas. Pero, ¿es generalizable ese conoci-
ral). Ejemplo típico de las primeras, la miento, de modo que pueda afirmarse que los
Historia; y de las segundas, la Física. Las hombres han prohibido siempre y en todas las
ciencias idiográficas son valorativas, las culturas el incesto? Indudablemente, no. Lo
nomotéticas no. cual resulta tanto como afirmar que los siste-
mas de valores son «relativos» a cada cultura
Hay una parte científica, nomotética, en o grupo social y resultan difícilmente extrapo-
Medicina y en Psiquiatría, la que intenta lables a otros medios o situaciones (p. 54).
determinar las leyes generales del enfermar y
la naturaleza de las enfermedades: especie Gracia alude a una propuesta de
morbosa de Sydenham, programa anatomo- Cassirer: La filosofía de las formas simbóli-
clínico de Bichat. En este sentido, la ciencia cas parte del supuesto de que, si existe
tiende a la captación de leyes generales. Hay alguna definición de la naturaleza o esencia
otra parte: el aspecto clínico, el trato y la del hombre, debe ser entendida como una
exploración de cada paciente particular, con- definición «funcional» y no sustancial. (…)
creto, individual y sus circunstancias vitales. La característica (…) distintiva del hombre
Aquí, la primera estrategia de aproximación, no es una naturaleza metafísica o física sino
si bien en segundo término queda la referen- su «obra». Las obras son objetivables y per-
cia fisicalista o nomotética, generalizable; la miten un acercamiento científico quizá más
primera referencia es la historicista, idiográfi- riguroso que otras cualidades humanas.
ca y, por lo tanto, el recurso a la descripción Podría ofrecer una posición intermedia.
detallada de cada caso personal. Pero, claro,
generalizar a partir de los casos clínicos indi- Pero, ¿cómo integrar metodologías y
viduales tiene sus limitaciones. Nos dan la conocimientos tan dispares?
riqueza y la abundancia del detalle, pero no
permiten ascender a la autoridad de las leyes El objetivo de la Medicina ha sido duran-
generales. El encuadre metodológico en el te miles de años el tratamiento del enfermo.
que viene dándose desde hace siglos el Hoy la sociedad es más compleja, y la tarea
resultado de la relación médico-paciente es de la sanidad también se ha vuelto más
la historia clínica. compleja. La sociedad contemporánea

85
occidental otorga cuatro tareas al médico, ris» del discurso racional humano, y que como
difíciles de separar unas de otras: 1) promo- apriorísticos ya no son relativos. Estos aprio-
ción de la salud. La salud no se da por ris son de dos tipos: lógicos y éticos. De nues-
supuesta, hay que promocionarla entre la tro interlocutor damos como previamente cier-
población. La educación sanitaria de la to que va a razonar según leyes de la lógica, y
población es una de las tareas más impor- que actuará según unos principios éticos, etc.
tantes que quedan pendientes para un A decir de Kant, estos aprioris son meramen-
equilibrado progreso de la sanidad; 2) pre- te «formales», de ellos se ocupa la Filosofía. Y
vención de la enfermedad, evitando trans- queda pendiente su contenido «material» en
misión de infecciones, aportes de algún cada momento histórico y en cada cultura. De
nutriente en poblaciones específicas, etc.; esto se ocupa la Historia.
3) protección de grupos de población más
vulnerables psicológica y socialmente La Filosofía permite diferenciar distin-
(niños, embarazadas, ancianos, etc.); y 4) tos tipos de valores, lógicos, éticos, esté-
restaurar la salud cuando se ha perdido, ticos, etc., y la Historia ayuda a compren-
que es el más clásico de los cometidos. der cómo han ido desarrollándose tempo-
ralmente. El análisis de todos y cada uno
Desde luego, es un conjunto de objeti- de ellos es el objetivo de las que hoy se
vos muy ambiciosos. Si a ello añadimos conocen con el nombre de Humanidades
poder incorporar conocimientos económi- Médicas: lógica, metodología y epistemo-
cos, de justicia, distribución de recursos, logía médica, bioética, y estética médica
etc. en el personal sanitario, las cosas son (p. 69). Ninguna persona por sí sola puede
muy complejas. abarcar todos estos campos.
Obviamente, hay una necesidad de traba-
La Bioética, por su parte, está próxima jo interdisciplinar: Ese es nuestro reto
al menos en sus fundamentos a la Filosofía actual, saber conjugar la diversidad de los
y al Derecho. Ambas necesitan también de enfoques particulares con la necesaria
la Historia. coherencia de fondo, en mi opinión hoy
muy precaria. En este terreno, casi todo
La filosofía de la medicina sin la historia está por hacer (p. 69).
de la medicina es vacía; y la historia de la
medicina sin la filosofía de la medicina es La propuesta nos parece muy acertada.
ciega. Esta última ha de plantearse qué son También es verdad que complica mucho la
los hechos y qué los valores (p. 68). labor cotidiana y la formación en estos cam-
pos. Pero no necesariamente. Seguramente,
La propuesta de Apel que recoge Gracia y la labor, el trabajo clínico, ya lo es de la
que permite avanzar en la superación del rela- manera en que se viene haciendo; depende
tivismo de las ciencias culturales: aunque la del modo de realizar la exploración y la histo-
racionalidad es siempre falible y relativa, en su ria clínica. Y en cuanto al periodo de forma-
puesta en práctica vienen dados unos «aprio- ción y a la formación continuada, es cuestión

86 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


de selección de contenidos y tiempos, y en ción sensorial, otros llegan a tener inteli-
última instancia de política pedagógica. gencia (nóos) y, finalmente, en algunos, la
Recogemos la misma afirmación del autor: inteligencia conlleva afecto (thymós) (p.
está casi todo por hacer. 50).

La melancolía no es simplemente una Para Gómez Pin, creo que puede decir-
metáfora. Insistimos en su vinculación a la se que lo específicamente humano es el
creatividad y a la innovación, a la búsqueda thymós, un sentir en sentido amplio que
de nuevos conocimientos. A lo largo de la tiene que ver con la inteligencia. También se
historia humana, hemos visto su estancia y expresaba en términos parecidos el con-
su paso por muchos de los grandes ele- cepto de inteligencia sentiente de Zubiri,
mentos experienciales y vivenciales que nos como el propio Gómez Pin lo recuerda en
han configurado individual y colectivamen- nota a pie de página. Y, además del
te: desde la mitología arquetípica hasta el thymós, hay otro carácter específicamente
pecado capital o la genialidad artística más humano (frente al animal o la técnica robóti-
virtuosa. Desde la belleza sublime hasta la ca), que es el lenguaje. Thymós y lenguaje.
culpa corrosiva recóndita, casi siempre pre- Sentir, sentimiento, en sentido amplio, y
sente junto a la responsabilidad por la vida. expresión o articulación (el autor recurriría
seguramente a una gramática chomskiana)
La melancolía es un hilo conductor que en el lenguaje.
desde las neurociencias puede conducirnos
a las ciencias de la cultura o ciencias huma- Una cuestión esencial que viene argu-
nísticas, y desde ellas a una visión más rica mentada en varios filósofos: la razón huma-
de la antropología y de la psicopatología. na es creativa. D. Gracia (1999) recurre a
dos filósofos, distantes en el tiempo y distin-
Vamos a citar las reflexiones de Gómez tos en cuanto a su forma de pensar, que sin
Pin (2006). A diferencia de un robot en ese embargo tienen alguna similitud en el análi-
mismo lugar, un robot inteligente, o un ani- sis de la razón.
mal, Gómez Pin pone el ejemplo de un lobo;
el comportamiento del ser humano es dis- Decimos que la melancolía nos da la
tinto, es cualitativamente distinto al del ani- realidad como estado en el que el sujeto se
mal. Homero caracterizaba al ser humano encuentra, atemperado a la realidad. Al
con el término «thymós»: ánimo, aliento, sentirse melancólico mientras percibe los
deseo, gusto, sentimiento, pasión, afecto, y árboles, las nubes, los caminos del bosque,
un largo etcétera de términos con los que todo ello y él mismo envueltos en una
se intenta verter en castellano el término melancolía. Esto es una percepción inme-
griego (p. 49). diata del sujeto, una especie de intuición
(aunque el término sea incorrecto en este
Entre los surgidos del barro y dotados contexto, da idea de la inmediatez) (Gracia,
de vida, unos tienen meramente percep- 1999. p. 483).

87
En un segundo momento estructural del instalados en la realidad, atemperados a
conocimiento, tras esta inmediata intuición, y la realidad. Un paso más, y desde el uso
tras el logos que puede enunciar lo percibi- de la razón –razón teórica, práctica,
do, la razón se pregunta cuál es el funda- estética–, debemos inventar o construir
mento de esa melancolía fuera del hecho proyectos, esbozos, cuya comprobación
cognoscitivo de mi aprehensión, es decir, en nos irá aumentando el caudal de conoci-
la objetividad (objetualidad sería más preciso, mientos sobre la melancolía. El máximo
pero no entramos en ello) del mundo. grado de libertad en la creación racional,
a partir de los esbozos, se alcanza en la
Y para ello procede a averiguarlo a tra- actividad racional que Zubiri llama postu-
vés de un método (que podría ser el méto- lación (Gracia, 1986). Un ejemplo es la
do científico), a la búsqueda de lo que novela literaria; también la geometría; y,
podría ser objetivamente esa realidad también, lo es la postulación de Galileo
melancólica en la realidad del mundo, inde- de una estructura matemática para la
pendientemente de mi percepción de ella. física cósmica, en contraposición a la
física clásica sustancialista de origen
En este sentido, el método es un cami- aristotélico.
no hacia el conocimiento científico, un
camino en el que el investigador no puede Este es un planteamiento global o filosó-
mantener una actitud pasiva, de especta- fico. A la Psicopatología le corresponderá,
dor. Más bien lo contrario, el sujeto cognos- como una de las variedades de la razón
cente tiene que crear, elaborar, un esbozo teórica, la razón científica, averiguar si la
de lo que podría ser lo inicialmente percibi- melancolía puede ser un síntoma, un esta-
do inmediatamente en mi percepción, con- do de ánimo específico, y que pueda dis-
trastado en el mundo. Para ello, ese esbo- tinguirse de otros. Si también es, o sólo
zo tiene que ser contrastado, probado, en puede ser, un síndrome; o qué tipo o tipos
la realidad del mundo (experimentación, de síndromes puede constituir y entrar a
comprobación, etc.). formar parte de qué variedad de trastornos
mentales, etc. No es razonable que esto
Este es uno de los vínculos que pueden agote nuestras postulaciones sobre la
proponerse como motivo de estudio e inves- melancolía.
tigación, entre razón, razón creativa y creati-
vidad. Y desde la razón podemos retroceder La melancolía en sentido no patológi-
a los momentos iniciales del conocimiento en co. Podríamos decir otro tanto. Su vali-
los que la razón se sustenta. Momentos ini- dez, y la coherencia de que se siga emple-
ciales que aportan a la razón los contenidos ando ampliamente este término fuera de
para elaborar sus esbozos. la Psicopatología. El análisis de su relación
con la creatividad artística e intelectual. La
Por lo tanto, la aprehensión inicial de mentalidad poética, la mentalidad literaria,
la melancolía como sentimiento nos deja la mentalidad artística no son idénticas a

88 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría


la mentalidad científica. Cada una tiene La melancolía nos ha de proporcionar
sus particularidades y su modo de siste- todavía, sobre todo en Psicopatología,
matizar el contenido de la realidad, cada algunas características de las personas,
mentalidad elaborará sus postulados que promoverán el avance del conocimien-
sobre el mundo y cada una podrá captar to en el futuro, esperemos que muy próxi-
seguramente una parte de la complejidad mo. La creatividad racional, en sus distintas
de ese mundo. modalidades, sigue abierta.

89
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