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Depósito legal:
Xavier Zubiri
Sobre el Sentimiento y la Voluntad
(pp. 335-6)
Autor: Prólogo:
Jesús Alberdi Sudupe Diego Gracia Guillén
Doctor en Psiquiatría. Servicio de Psiquiatría Catedrático de Historia de la Medicina
Presidente del Comité Asistencial Hospitalario Bioética Profesor de Bioética
Complejo Hospitalario Universitario Juan Canalejo Universidad Complutense
A Coruña Madrid
AGRADECIMIENTOS
Jon, Iñigo y María José me han ofrecido la paciencia, el cariño y la generosidad de su afec-
to, para así haber podido disponer del tiempo necesario en mi dedicación a este ensayo.
A Diego Gracia tengo que agradecerle algo más que el Prólogo. He compartido con él
algunas horas de Seminarios de Filosofía. Su visión radical en los temas debatidos, su rigor,
su creatividad, su tolerancia y generosidad respetuosas hacia otras opiniones discordan-
tes son algunos de los rasgos que uno quisiera para sí que le hubieran dejado alguna hue-
lla. Y, efectivamente, espero que algo de todo ello se manifieste en este ensayo, más allá
de la página final del Prólogo.
Los Doctores Luis Ferrer i Balsebre, Fernando Iglesias Gil de Bernabé, Carlos Castro Dono,
María José Páramo Calvo, Eulogio Morandeira Carreira, Benito Peral Ríos, Javier Martínez
García y Diego Gracia Guillén leyeron amablemente el borrador de este libro antes de su
publicación, y sus sugerencias y críticas han hecho posible que pudiera mejorarse para su
versión final. Muchas gracias a todos ellos.
1
mano de opiniones ya establecidas y adoptarlas como propias. Pero eso sí, con apoyo de
los demás: uno mismo, pero no exclusivamente por sí mismo (aunque en algunos momen-
tos sí), sino con los demás. Gracias a todos los miembros del comité y a los pacientes
sobre los que hemos debatido.
Gratitud que extiendo por igual a todos los pacientes que requirieron mi intervención como
psiquiatra, y a mis compañeros del equipo psiquiátrico del área sanitaria que nos corres-
ponde atender.
Desde un primer momento, Vicente Baizán apoyó la idea de la publicación de este libro y
supo facilitar todas las tareas a su alcance. Sin su ánimo y su optimismo no creo que
hubiera salido adelante. Sus compañeros en Barcelona, en particular Marc Planas, conti-
nuaron la labor de Vicente en otros estamentos administrativos, con la misma eficacia y
amabilidad. Junto con ellos, a la empresa Almirall, muchas gracias por su colaboración.
Por último, gracias a la editorial Triacastela por sus facilidades.
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
3
• Características clínicas del prototipo depresivo de la personalidad
propuesto por Millon (resumen en p. 314) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
• Personalidad depresiva de Tellenbach (Tipus Melancholicus) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
• Personalidad depresiva de Kurt Schneider . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
• Freud: duelo y melancolía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
• Depresión mayor con melancolía (DSM.IV.TR) (ICD.10) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
• DSM-IV-TR Melancolía. En el contexto diagnóstico de depresión
mayor o trastorno bipolar I o II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
• Comentario crítico a las clasificaciones de los trastornos mentales . . . . . . . . . . . . . . 62
• Normalidad y anormalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
• Melancolía leve y melancolía grave o con rasgos de enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . 70
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
5
un dato de percepción sino de estimación. des de las cosas, y que por tanto deberían
Y así como el percibir es obra de los senti- estar a la misma altura que los actos inte-
dos, el estimar se hace a través de los sen- lectivos. De tener un sentido meramente
timientos. negativo, empezaron a cobrarlo positivo.
Pensemos de nuevo en la belleza. La cosa
Esto, dicho así, puede parecer obvio, no nos parece bella porque sea útil, o rítmi-
elemental. Pero ni lo ha sido nunca, ni lo ca, o natural, o porque esté ordenada, sino
sigue siendo hoy. La tesis más frecuente en que puede resultarnos bella a pesar de que
nuestra cultura, y también en muchas otras, no sea ninguna de esas cosas. Dicho de
ha sido que los sentimientos son fenóme- otro modo, algo es bello porque sí; mejor
nos inferiores, irracionales y, en tanto en aún, es bello sin un porqué. Es bello y nada
cuanto son así, propios de seres infrahuma- más. Lo cual quiere decir que la belleza es
nos, animales. Lo que caracteriza a los una cualidad primaria, irreductible a cual-
seres humanos es la inteligencia, el logos, y quier otra (el ritmo, la armonía, la utilidad,
los sentimientos son lo contrario de eso, no etc.). Ahora bien, si es una cualidad prima-
se rigen por el logos, por la lógica; si se ria, tiene que haber algo que nos la actuali-
quiere, son i-lógicos. Todavía puede irse ce. El color de las cosas se nos actualiza a
algo más allá y decir que con frecuencia, si través de un sentido externo, el de la vista.
no siempre, conturban o perturban la capa- Pues bien, ha de existir algo así como un
cidad lógica del ser humano, nublan su sentido, distinto de los clásicos sentidos
mente, haciendo que no vea las cosas con externos, que nos permite aprehender esa
perfecta objetividad, lo cual hace que no cualidad que es la belleza. Ese sentido
sólo sean i-lógicos, sino también pato-lógi- interno es el que llamaron los citados «sen-
cos. La consecuencia es clara: es preciso tido estético». Hay otros, como el «sentido
acabar con los sentimientos, anularlos o moral». Esas cualidades que nos actualizan
extirparlos de raíz, si de veras queremos de las cosas son los «valores». Los senti-
alcanzar la sabiduría y ser felices: tal fue la mientos, pues, no sólo no tienen carácter
tesis de los estoicos, el movimiento que ha negativo, sino que son elementos funda-
tenido mayor fortuna en la regulación de las mentales de nuestro contacto con la reali-
conductas de los seres humanos en la cultu- dad. Una persona sin sentimientos distor-
ra occidental. Los sentimientos son malos, siona las cosas tanto o más que una ciega
perversos, patológicos. o una sorda.
7
La rosa es bella sin porqué. Juan Ramón atrabilis. En toda la biología y la medicina
Jiménez, perpetuo y obsesivo corrector de clásicas, un humor, uno de los cuatro
sus poesías, escribió uno titulado, precisa- humores, lo cual no deja de ser extraño.
mente, «El poema», y delante de él colocó ¿Por qué reducir un sentimiento como es la
estos dos versos: melancolía a algo completamente somático
como es la preponderancia de un determi-
No le toques ya más nado humor?
Que así es la rosa.
La razón es tan extraña como revelado-
Aquí no hay reacción ante nada. La ini- ra. Hay sentimientos más pegados al cuer-
ciativa está en el propio individuo. De ahí po que otros; si se prefiere, más «somáti-
que Scheler los llamara sentimientos inten- cos». Esto le llevó a Scheler a distinguir no
cionales y Zubiri los denominara genetivos, menos de cuatro estratos en la vida emo-
ya que son siempre sentimientos-de algo cional. Unos sentimientos, los más superfi-
distinto de uno mismo. La belleza, por ciales, son los que denominó «sensibles»;
ejemplo, es de la rosa. La belleza la predi- así, un dolor de muelas. Estos se caracteri-
camos de la rosa. Esto son los valores, lo zan por ser puntuales, puntiformes y recorta-
cual quiere decir que los valores son los dos en el tiempo. Nos duele una muela, no
correlatos objetivos, pero no de todos los toda la cara ni todo el cuerpo, y además
sentimientos, sino sólo de los intencionales durante un tiempo determinado. Esto les dife-
o genitivos. O, dicho de otro modo, que los rencia de otros sentimientos que Scheler
sentimientos sólo nos revelan valores en denominó «vitales». Estos son lo opuesto
tanto en cuanto son intencionales. Digo de los anteriores: son profundos, no super-
esto, porque en el ser humano no hay nin- ficiales y afectan a todo el cuerpo. Además,
gún sentimiento que sea puramente reacti- duran mucho en el tiempo, tienen la carac-
vo o activo. Por lo general, ambas dimen- terística de ser muy persistentes. Eso pasa
siones van combinadas en diferentes pro- con la gana y la desgana, el aburrimiento, la
porciones. Llamamos reactivos a aquellos angustia, etc., y la melancolía. Cualquiera
en los que predomina la primera, y activos a de estos sentimientos tiñe toda la vida,
los otros. Pero todos siempre tienen algo de impregna el horizonte entero de nuestros
lo uno y de lo otro. actos. Por eso decimos que «nos duele»
una muela, pero que «estamos tristes o
Llegados a este punto, ya podemos melancólicos», etc. Son cosas distintas,
enfrentarnos con el arduo tema de este muy distintas.
libro: la melancolía. Como dice Jesús
Alberdi, se trata de un término griego, deri- Scheler distingue otros dos estratos: el
vado de otros dos, un sustantivo mélas, de los sentimientos que llama «psíquico» o
que significa «negro», y otro, jolé, que se «anímico», y el de los sentimientos espiritua-
traduce por «bilis» o «cólera». Por ello, les. Tras lo que ya llevamos andado, es fácil
melancolía es sinónimo de bilis negra o caracterizar estos dos niveles. Los senti-
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ha experimentado? Al separarnos de cierta medida tejido muscular. Los médicos vitalis-
persona con quien hemos conversado un tas del siglo XVIII trataban de explicar todo,
buen rato nos sentimos tonificados. Y no o casi todo, mediante los estados que
porque aquella persona sea muy inteligente, denominaban estricto o laxo. Hoy diríamos
ni porque se haya mostrado bondadosa: no el tono elevado o laxo. Algo tan somático
le debemos ni una enseñanza ni un favor. como eso incide decisivamente en nuestro
Sin embargo, salimos del trato con ella estado de ánimo. De ahí la importancia de
como refrescados, llenos de confianza en la higiene de los sentimientos; lo que
nosotros mismos, optimistas, saturados de Flaubert llamó «la educación sentimental».
impulso y plenitud, con una firme fe en la Su incidencia se deja sentir hasta en los
existencia. Si queremos analizar los motivos niveles más elevados de la vida del espíritu.
de esta corroboración y aumento de vitali- Se habla de la «alta moral» o de la «baja
dad, no hallaremos ninguno concreto. Mas moral», y con ello se está aludiendo, proba-
hay otras personas cuya proximidad, por blemente sin saberlo, al estrato de la vitali-
breve que sea, nos deja maltrechos y exte- dad. La moral alta o la moral baja condicio-
nuados, llenos de desconfianza y como si la nan todos los demás aspectos de nuestras
existencia hubiese cobrado un agrio sabor. vidas, por muy elevados que ellos sean. De
Al separarnos de ellas somos menos que ahí que la otra moral, la moral del cumpli-
antes y, por decirlo así, hemos perdido miento de los deberes, dependa tan profun-
calorías. Y es que, en efecto, hay dos cla- damente de esta otra, de nuestra moral alta
ses de seres: unos, dotados de vitalidad o baja. De lo que se deduce que la higiene
rebosante, que se mantienen siempre en de la vitalidad es, además de otras cosas,
«superávit»; y otros, de vitalidad insuficiente, un imperativo ético. En ella nos jugamos
siempre en «déficit». El exceso de aquéllos mucho de lo que somos, o de lo que no
nos contamina favorablemente, nos corro- somos y debemos ser.
bora y nutre; el defecto de éstos nos sorbe
vida, nos deprime y mengua». Todas estas reflexiones me han venido
leyendo el libro de Jesús Alberdi. El lector
Los sentimientos vitales, punto de inter- comprobará pronto la cantidad de conoci-
sección entre el soma y la psique. Por eso mientos que ha acumulado en sus todavía
hay una enfermedad de tales sentimientos pocos años, o al menos eso me parece a
en la que influyen factores de todo tipo, no mí, y lo bien hilvanados que los tiene. He
en último lugar genéticos. Pero si hay una seguido sus pasos desde que era muy
enfermedad y una terapéutica biológicas, joven y veo con enorme satisfacción la
es obvio que también ha de haber una madurez que va logrando a velocidad de
higiene. Es algo cuya desatención me pare- vértigo. De ser una promesa ha pasado a
ce, simplemente, escandalosa. El tono vital ser una realidad. Ahí está su libro.
depende de nuestro cuerpo, y muy en pri- Leyéndolo, me he sentido tentado de lla-
mer término del tono de nuestros músculos, marle la atención sobre puntos concretos y
de nuestro tono muscular. Somos en buena escribir anotaciones al margen. Es el vicio
11
12 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría
INTRODUCCIÓN
13
que la historia humana ha seguido deposi- Sin embargo, antes de referirnos a la
tando ante ella (o con ayuda de ella). Tanto melancolía, vamos a empezar por poner un
que uno se pregunta al cabo de tantos ejemplo todavía más cercano en el tiempo y
años: ¿Será la misma la melancolía que al que se han dedicado muchos esfuerzos
desde épocas tan alejadas en el tiempo ha próximos a nuestro ámbito cultural. Más
frecuentado foros tan distintos entre sí, claramente acotado, al menos en aparien-
hasta hoy en día? cia, en el campo de la Psicopatología. Es el
tema de la angustia y su recorrido por las
De ahí que, para empezar dándole un ciencias, la literatura, y las artes, especial-
mínimo contenido que nos sirva de refe- mente en gran parte del siglo XX.1 Sobre
rencia, tengamos que empezar por con- todo en Psicopatología y en Psiquiatría,
ceptuar básicamente la melancolía. Y lo pues su presencia ha sido, en el pasado
haremos calificándola inicialmente como reciente, y sigue siendo actualmente -si
un sentimiento, un afecto, un estado de nos saltamos algunas controversias, sin
ánimo. No es nuestro propósito el esclare- querer quitarles su importancia y calado-
cimiento semántico de estas palabras, que muy relevante.
en lo esencial, y para nuestro objetivo,
emplearemos como sinónimas, aunque no Algunos periodos históricos anteriores
lo sean, y algo diremos sobre ello. Pero ya vivieron la amenaza de la inseguridad
inmediatamente tenemos que matizar que inherente a su presencia (ni las ciencias ni
los sentimientos, las emociones, los afec- los científicos eligen muchas veces lo que
tos, de manera genérica, como tales, van a estudiar. Cuando creen hacerlo, en
autónomamente, y no sólo como pasio- realidad se dan cuenta de que son ellos los
nes, o como algo integrante de las tenden- escogidos por el objeto de estudio), pero su
cias o pulsiones, o como razonamientos florecimiento intelectual tuvo lugar sobre
insuficientemente esclarecidos para la pro- todo en el siglo XX.
pia conciencia, que hubiera pensado un
racionalista, han accedido a ser un tema La angustia fue la inspiración, y no
del pensamiento filosófico muy reciente- pocas veces el desgarro y el motivo del
mente en los últimos dos o tres siglos de temblor espiritual, pero a la vez y con
historia, prácticamente. Y esto ha ocurrido todo, objeto de conocimiento de algunos
no sólo en Filosofía, sino también en de los proyectos intelectuales más rele-
Psicopatología y en otras ciencias relacio- vantes del pensamiento del siglo pasado.
nadas. Sobre ello volveremos a lo largo del Y, en particular, de una buena parte de la
texto. Psicopatología, de algunas orientaciones
1 Aunque hoy en día, en nuestro medio cultural, la melancolía, la angustia, nos parecen sentimientos dife-
renciables, esto no es fácilmente apreciable para bastantes pacientes, ni lo es para muchas personas. A la
propia dificultad de discernir los sentimientos se unen las diferencias de educación, étnicas o culturales, etc.
(consúltese DSM-IV-TR). Depresión, ansiedad o angustia y somatizaciones forman un continuum.
Aunque tal vez ya desde antes, desde En Arte, recordemos la imagen expresio-
Kierkegaard y los comienzos del existen- nista de la angustia en los cuadros de Munch
cialismo en el siglo XIX, pueda detectarse (El Grito), entre otros muchos. Del mismo
claramente su presencia y su penetración pintor, los cuadros titulados La melancolía,
en diversos ámbitos de la vida, desde la todos ellos con ligeras variaciones entre sí en
Ética y la Estética, hasta la Literatura y la cuanto a la imagen representada, nos servi-
Religión. Sea como fuere, en uno de sus rán para pensar en el tema central que nos
momentos culminantes, para Heidegger, ocupará el resto del libro: la imagen que
la angustia supone nada menos que uno podemos mantener presente en la imagina-
de los temples de ánimo básicos, el esta- ción puede ser la de la persona meditabun-
do afectivo por excelencia entre ellos, ins- da, afligida, apesadumbrada, vuelta de
talado en el cual la nada de los entes, de espaldas al paisaje, al mundo. Pero, sobre
las «cosas» caducas y finitas, se revela al todo, hablando de la melancolía, recuérdese
existente, y así se abre su mirada hacia el el famoso grabado de Durero, Melencolía I.
horizonte misterioso del ser, del funda- Más adelante hablaremos de él.
mento de las cosas.
En Literatura, pongamos como ejemplo
En la angustia se inicia la auténtica paradigmático, no único ciertamente, la
pregunta filosófica, la pregunta por el ser, angustia existencial en la que viven sumer-
más allá de los entes. Esto requeriría indu- gidos los personajes de Sartre, en particular
dablemente un desarrollo pormenorizado, el A. Roquentin de La Náusea, novela iniciá-
para dar una idea, aunque sea mínima, de tica del existencialismo francés en los años
la propuesta a la que aludimos. Valga como sesenta3 del siglo pasado. Opiniones que
simple nota informativa: he aquí, la angus- no he contrastado, pero de las que puedo
tia, un estado de ánimo, como raíz y dar fe haberlas leído, hablaban de que
motor de un pensamiento filosófico, de un Sartre pensaba haberla titulado Melancolía.
2 Los griegos hablaban del asombro como origen del pensamiento filosófico. Sobre todo el asombro ante
la realidad cambiante de las cosas y del propio hombre.
Véase la siguiente cita. Zubiri, X. Sobre el Sentimiento y la voluntad: Madrid, Alianza Ed; pp. 395-6. La
angustia se constituye para Heidegger por un doble carácter. Por un lado, sería un fenómeno de hundimien-
to de todo terreno o punto de apoyo; sería, por otro, no un movimiento de huída, sino justo al revés, una
especial quietud que deja al angustiado como clavado y fijo en el vacío en el que queda. Este fenómeno
tiene para Heidegger un alcance radical y fundante. El hombre está apoyado en la vida en los entes que le
rodean (das Seiende). Su hundimiento total deja patente ante los ojos de aquél la nada de todo ente. Este
vacío es en sí mismo algo más: es el «ser» (das Sein).
15
Aunque no sea verdadero el comentario, concentración no pocas veces y hacen com-
viene el giro de la angustia/náusea hacia la plicado dirigir y mantener la observación
melancolía para introducir este ensayo. hacia ellos; su flujo es continuo. En segundo
lugar, es difícil trasladar su descripción a un
Qué decir en Psicopatología y en la lenguaje de conceptos o juicios que recojan
Clínica Psiquiátrica, donde se ha considera- su naturaleza. Dejamos al margen la incom-
do muy a menudo a la angustia el sentimien- prensibilidad de las angustias psicóticas ya
to latente –cuando no en un primer plano níti- mencionadas, las obsesiones intensas, etc.,
do– clave en la interpretación de fobias, que todavía complicaría mucho más toda
obsesiones, hipocondrías, e incluso de sínto- esta empresa. Aún sin entrar en este terreno,
mas psicóticos (bien que con matices impor- queda en todo esto algo muy difícil de obser-
tantes, en los que aquí no podemos entrar). var, y algo observado muy difícil de trasladar
En estos últimos, la distorsión angustiosa en al lenguaje que pueda describirlo.
la percepción y en el juicio de la realidad
sobrepasa los límites de lo razonablemente Digamos a modo de metáfora que si la
comprensible para la común opinión o senti- aletheia –descubrimiento, manifestación,
do común compartido por muchas personas desvelación, desocultamiento–, en que la
«normales» o sanas, o adaptadas a su medio verdad consistía para los presocráticos,
sociocultural. Así pensaba Karl Jaspers, emi- según la interpretación heideggeriana, dis-
nente psicopatólogo y filósofo,4 quien habla- curre temporalmente como un manifestarse
ba de una ruptura en las conexiones viven- de lo real al hombre, a modo de una cebo-
ciales de sentido. lla que se va desprendiendo de sus capas,
desvelando a pasos su interior, en el análi-
Sin embargo, no tenemos la impresión sis de la angustia queden probablemente
de que con la suma de todos estos intere- estratos internos de la cebolla a los que no
santes desarrollos sobre la angustia se haya han podido acceder todavía los conoci-
agotado por completo el contenido de ésta. mientos del siglo XX.
Los sentimientos, no sólo la angustia, siguen
siendo difíciles de atrapar en la conciencia; Una opción es pensar que todo es
son evasivos, cambian de aspecto, tienen reductible a un plano único de realidad, por
algo de camaleónico; aturden la atención y la ejemplo el de la Física, en el que puedan
3 A través de sus notas, A. Roquentin va relatando sus días rutinarios, dedicado a una investigación en una
biblioteca en las afueras de París. Vive solo en una pensión; en su tiempo de ocio acude a un café donde
observa los pequeños cambios que se van sucediendo en la vida cotidiana entre las personas que lo fre-
cuentan. La existencia propia y de los que le rodean le da una sensación de asco, que perturba su cuerpo,
y a lo que llama «náusea». La falta de sentido y el hastío inherente a la vida, la contingencia como único valor
preponderante en los seres que le rodean, quienes parecen existir a pesar de sí mismos, sin aparente moti-
vo o sentido para vivir, conforman un relato desesperanzador.
4 López Ibor, JJ. La angustia vital (Patología general psicosomática). Madrid: Ed. Paz Montalvo; 1950.
5 Penrose R. El camino a la realidad (Una guía completa de las leyes del universo). Barcelona: Debate; 2006.
7 En las actuales clasificaciones de las enfermedades o los trastornos mentales, la angustia ocupa un lugar
muy importante, y con un amplio campo de presentación en diversos trastornos mentales. La melancolía,
sin embargo, ha quedado simplemente reducida a un subtipo de trastornos depresivos muy concretos, y
en los que la aportación o compromiso de los factores biológicos –ritmo circadiano, alteraciones en el
sueño, etc. – parece decisiva o preponderante. Cfr. la clasificación de la Asociación Psiquiátrica Americana
(APA), en su versión vigente, DSM-IV-TR, o la de la Organización Mundial de la Salud (OMS), CIE—10.
Enseguida trataremos esta cuestión.
17
interesante para indagar su naturaleza. tificarlo en el texto, un guía propicio para el
Además, y sobre todo, su vertiente común recorrido que queremos realizar desde la
hacia la Psiquiatría y Psicopatología, por un Psicopatología y la Clínica Psiquiátrica hacia la
lado, y hacia la Filosofía y las Ciencias Filosofía, y en sentido inverso. Mejor dicho, en
Culturales, por otro, la convierte en un tema lugar de desde-hacia, la pretensión es la de ir
interdisciplinar de un interés privilegiado para intentando desvelar lo común a ambos pun-
el estudio de las personas, pues se trata de tos de referencia, presencia simultánea en
vertientes en las que creemos puede abrir uno y otro. Esta sería la verdadera interdiscipli-
todavía nuevas expectativas y caminos. Es el nariedad, búsqueda de un lugar y camino
tema que hemos elegido para este ensayo. compartidos. Un espacio que sospechamos
común y que suponemos permanece cobija-
Evidentemente, los griegos no entendían do tras algunas de las capas de la cebolla que
lo mismo por melancolía que nuestros con- nos iremos encontrando, o tal vez en el inters-
temporáneos. Su contenido ha ido cambian- ticio más difuminado entre algunas de ellas.
do a lo largo de la Historia. Lo cual, por un
lado, hace pensar en la fortaleza de un térmi- Tenemos la impresión de que en algu-
no que se ha ido adaptando a diversos cam- nos años de la década de los 80 del siglo
bios de contexto sociocultural e histórico. A la XIX, en sus años de mayor producción inte-
vez, este también es un signo de debilidad o lectual, Nietzsche, entre otros, ya transitó él
inestabilidad, seguramente compartido por mismo, en persona, psíquica y corporal-
muchos de los temas intersticiales (a los que mente, psicofísicamente, por estos a modo
metafóricamente hemos aludido apoyándo- de senderos del interior de la cebolla o
nos en la opinión de Blumenberg). Pero, a caminos de un bosque enmarañado entre
pesar de los reparos que con sus transforma- zarzas y ramas de árboles en el sentido de
ciones vayan surgiendo, la melancolía puede metáfora heideggeriana.8 Son caminos que
ser, a nuestro entender, y tendremos que jus- permiten andar por el bosque, a veces sim-
8 Hanna Arendt, en un artículo traducido al castellano en el n.º 84 de la Revista de Occidente (pp. 255-71),
recuerda esta metáfora de quien fuera su maestro en Alemania, y a quien celebra en su ochenta cumpleaños.
Los caminos del bosque son caminos que va abriendo el leñador para facilitar su tarea, se cruzan unos con
otros, y le conducen hasta ciertos árboles. Para él tienen una utilidad inmediata en su medio de vida natural.
No llevan a otro sitio, fuera del bosque, acaban dentro del mismo bosque. Para alguien que llega de fuera,
como viajero o excursionista, a lo mejor no le conducen a ningún lugar, como pueda hacerlo una calle en una
ciudad, solamente a un pequeño claro en el bosque. Ahora bien, para el leñador, ese abrir caminos es parte
de su trabajo, tanto como el talar los árboles a los que llegará con esos caminos. Aunque una vez talados
quede todo difuminado para el que llegue desde fuera, al cabo de unos días o semanas el camino se ha vuel-
to irregular, poco a poco, al irse cerrando por la vegetación que va creciendo en sus bordes en cuanto se le
abandona; la zona de árboles cortados, otro tanto;…; a no ser que el recién llegado recupere el espíritu del
leñador y recorra de nuevo el camino con él, no como simple observador, apartando la maleza incómoda y
quejándose del absurdo camino, sino más bien como quien está en su casa, en casa del leñador. Y tras él, un
nuevo visitante. Así se mantiene vivo el camino y el espíritu del camino. El bosque, los caminos, en su simple-
za, sin otros aditamentos ni complejidades que los descritos, dan mucho en qué meditar. El breve recorrido
por sus sendas puede ser todo un argumento de la vida. Nada más y nada menos.
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Jerónimo en su celda. Dos reproducciones desprendemos sus capas. Esta sencilla
de los óleos de Münch, titulados El grito, mirada hacia el bosque y el paseo entre
como expresión de la Angustia, y de los sus luces y sombras, la contemplación
cuadros del mismo autor, con ligeras varia- pausada de unas láminas dibujadas o
ciones, titulados Melancolía. La metáfora impresas, la escucha todavía más cerca-
de los caminos irregulares en el bosque, na, si cabe, del interior de uno mismo, evo-
de Heidegger, no sólo visual, multisensorial can sentimientos y un quedar pensativo en
cabe decir, y cómo no, reflexiva; o la más ellos. En la melancolía, en una leve angus-
vulgar o culinaria de la cebolla a la que tia, en muchos otros.
Tal como lo delata la etimología de la Además, hay que recalcar que, a la vista
misma palabra melancolía, ésta nació en de las descripciones que nos han llegado en
Grecia. Aparece ya escrita en los textos los textos clásicos, esta locura debía presen-
hipocráticos. Otra cosa es su ascendencia tarse probablemente de manera tan variable,
o su origen más remoto. según unos u otros testigos, que en distintos
momentos y ante diversos intérpretes podría
En la Grecia clásica, estar melancólico adoptar alteraciones y variaciones del com-
podía querer decir (haciendo caso omiso, portamiento humano muy distintas. Es obvio
por el momento, de las teorías humorales y decir que en esa época no habría criterios
otros significados subyacentes a estas diagnósticos operativos, ni nada parecido,
denominaciones en su tiempo, etc.), en salvo la observación atenta.
líneas generales, perder el equilibrio mental.
Pero inmediatamente hay que advertir que Por lo tanto, durante más de veinte
para los griegos el contenido del desequili- siglos, hasta hace muy poco tiempo (dos o
brio mental no estaba relacionado con la tres siglos), el contenido del término
tristeza o el abatimiento (si los entendemos, «melancolía» ha sido ajeno a los sentimien-
como lo hacemos contemporáneamente, tos. Sería mejor decir que es la propia con-
como una variedad de la afectividad o los ceptuación de los sentimientos la que ha
sentimientos (Berrios, 1988), pues esta ter- sido ajena a la naturaleza de las personas, y
minología o conceptos no han aparecido en con ellas a su melancolía.
21
Porque, independientemente de que la con Aristóteles y su discípulo Teofrasto,
evolución del pensamiento humano se haya relacionando la melancolía con la creativi-
interesado en desarrollar la conceptuación dad. A partir de esa época, ha mantenido el
de los sentimientos, a partir de cierto carácter de trastorno mental grave que hoy
momento histórico, la melancolía estaba ya en día sigue representando asociada con
allí. De este modo, la melancolía, entendida una modalidad depresiva, por un lado, y,
como sentimiento o como algún otro rasgo por otro, se ha desgranado en una modali-
de estructura del alma humana, ha tenido dad más leve, sobre todo desde el
su propia historia, una larga historia, casi Romanticismo, que tiene que ver precisa-
ininterrumpida al menos en nuestra cultura mente con una exaltación de esa creativi-
occidental, al menos desde los griegos. dad poética, plástica, musical, teñidas de
una tristeza complaciente y reflexiva. A muy
¿Qué ha ocurrido durante todos esos grandes rasgos, este sería el resumen de su
siglos con el contenido humano –pasional, historia.
humoral, o el que sea– que ha ido represen-
tando la figura de la melancolía? La melancolía Tanto en la Filosofía como en la
habrá designado diversas y variadas alteracio- Psicología la afectividad, los sentimientos, o
nes del comportamiento; y la explicación de su como queramos llamar este mundo interior9
naturaleza u origen, hasta el Renacimiento, ha de las personas (no nos corresponde entrar
residido en una alteración en la mezcla humo- en discusiones terminológicas) que hoy en
ral equilibrada o sana (con una predisposición día nos resulta tan familiar en el lenguaje
a padecerla en las personas en las que predo- coloquial y en el lenguaje más o menos
minaba el humor de la bilis negra), debido a culto y científico, es una incorporación muy
que, hasta esa época, y salvo excepciones, reciente al lenguaje y pensamiento huma-
muchos médicos aceptaron la teoría humoral nos, históricamente hablando.
griega como la constitutiva del cuerpo huma- Básicamente, a raíz de la Ilustración. Hasta
no. Pero la melancolía también ha aportado entonces, lo afectivo es identificado con las
consigo los antecedentes de una Mitología pasiones, así todavía en el Racionalismo
que se pierde en el origen de los tiempos del (Descartes, etc.), prácticamente hasta el
ser humano, de una teoría cosmológica y una siglo XVIII. Y a muy grandes rasgos, las
teoría antropológica muy antiguas. facultades, las potencias de la mente
humana, se entendía eran dos: el conoci-
En el Renacimiento permitió recuperar miento (incluidas las sensaciones y el
una idea griega que alcanzó su esplendor entendimiento) y la voluntad (tendencias,
9 Llamémosle provisionalmente, y sin demasiado rigor, interior. Así calificamos habitualmente los sentimientos.
Sin embargo, a lo largo de este ensayo queremos resaltar la vertiente realista de los sentimientos, su constitu-
tiva dimensión externa o mundana; en el sentido de que en los sentimientos está presente la realidad; no son
sólo lo que se llaman subjetivos o internos; de la misma manera que al inteligir algo, inteligimos ese algo con
una parcial objetividad, existiendo además un componente subjetivo en nuestro acto cognoscitivo.
Los sentimientos como estados inter- Sin detenernos en las reflexiones de San
nos, atemperados a la realidad. En ellos Agustín, Santo Tomás de Aquino y la
queremos resaltar otra característica. Para Escolástica, Descartes, Spinoza, etc., pero
ello, recurrimos a Schmidt-Atzert (1985), que queden al menos mencionados y como
quien señala que los primeros comenta- jalones de referencia a los que se puede
rios históricos conocidos sobre las emo- regresar y pensar con tanto provecho.
ciones (o su equivalente histórico, por lo Todos ellos particularmente dedicaron
que llevamos dicho hasta ahora) serían los esfuerzo al estudio de las pasiones del
de Aristóteles. Evidentemente, no con- alma. A partir de la Crítica del Juicio de Kant
templa la posible inclusión de algunos quedará seguramente canonizado ese
trastornos afectivos en algunas descrip- espacio entre las percepciones, el entendi-
ciones hipocráticas de la melancolía. miento, las aferencias, por un lado, y las
Aristóteles ensalza la amistad, y con las voliciones, las tendencias, por el otro; entre
vicisitudes a ella unidas. Esquematizando las acciones y las pasiones. Ese espacio es
al máximo, las personas que nos quieran a modo de un estado, un quedar en sí
vivirán con nosotros momentos de tristeza mismo, un quedarse triste, alegre, descon-
y otros de alegría. Parece evidente. Los certado, etc., un «estado» de ánimo.
afectos van inextricablemente unidos a los
avatares de las relaciones entre las perso- Desde un punto de vista médico, hay
nas, o mundo interpersonal, familiar, que repetir que la primera vez que aparece
social. La familia, los vínculos sociales, en el término «melancolía» es en los textos
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hipocráticos que, como es sabido, proce- puede leerse en los textos, es susceptible
den de autores y fechas heterogéneos, así de descripciones diversas. Por ejemplo, la
como de escuelas médicas distintas. siguiente.
Tellenbach (1976) cree que no es posible
rastrear el término con cierto rigor más Los melancólicos, las personas de tem-
hacia atrás en el tiempo a partir de la fecha peramento melancólico, por una mezcla de
de estos textos. Los escritos más antiguos sangre con bilis y flema, pueden contraer
datan del siglo X a. de C., aproximadamen- una enfermedad del espíritu. Y sus manifes-
te. La fuente originaria del depósito de los taciones son (en otro fragmento distinto,
textos que nos han llegado hasta hoy pro- atribuido en este caso a la escuela de Cos):
bablemente es la Biblioteca de Alejandría falta de apetito, desaliento, insomnio, acce-
(siglo III a. de C). sos de ira, malestar, las manifestaciones del
ánimo melancólico.
En total, son unos 50 fragmentos de
distintas épocas los que contienen la pala- En cuanto al tipo melancólico –tempe-
bra «melancolía» y sus derivados. Son tex- ramento melancólico–, en una cita tomada
tos separados entre sí por suficientes años, de Panofsky (1995. p. 173) se describe de
distancias y distinciones en las mentalida- la siguiente forma: delgado y de piel oscu-
des de sus autores como para poder unifi- ra, el melancólico es torpe, mezquino, ren-
carlos mínimamente en lo que concierne al coroso, codicioso, malicioso, cobarde,
tema que nos ocupa. desleal, irreverente y somnoliento. Es aris-
co, triste, olvidadizo, holgazán e indolente.
Laín Entralgo (1970) señala que entre las Rehúye la compañía de sus semejantes,
enfermedades neurológicas o nerviosas, o desprecia al sexo opuesto y su única cua-
algo que pueda describirse como relaciona- lidad redentora es cierta inclinación al
da con la enfermedad mental, que están estudio solitario.
recogidas en el Corpus Hipocraticum, pue-
den citarse las siguientes: la apoplejía, el Recordemos la acepción de tempera-
letargo, la frenitis, la melancolía y la enfer- mento a la que hacemos referencia.
medad sagrada (correspondiente a la actual
enfermedad epiléptica). El carácter es una disposición constitu-
tiva de una persona que se hereda. No varía
H. Tellenbach (1976. p. 34) distingue en a lo largo de la vida. Por lo tanto, desde el
el Corpus Hipocraticum el que denomina nacimiento puede considerarse como un
tipo melancólico (con unos rasgos de tem- esquema fijo y definitivo. Constituye parte
peramento melancólico, predominio de bilis de lo que también puede llamarse, en otro
negra en su composición humoral), de la orden descriptivo y conceptual, tipologías.
enfermedad melancólica, que no aparece Lo único que puede alterarlo, pero más bien
bien definida como tal enfermedad o enti- para anularlo y sustituirlo por otro, es la
dad nosológica y que, además, por lo que enfermedad.
La teoría humoral fue adoptada por los Desde los comienzos de la Filosofía
romanos; así en Galeno, quien continuó occidental, desde Tales de Mileto hasta el
sobre todo con las enseñanzas recibidas a atomismo más temprano que podamos
través de Aristóteles. Y esta teoría humoral conocer en Demócrito y Leucipo, la carac-
tuvo una gran ascendencia, sobre todo terística común más relevante entre todos
hasta el Renacimiento, e incluso más cerca estos pensadores y científicos, a decir de
de la Ilustración. muchos autores, es su dedicación al cono-
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cimiento de la phýsis (su equivalente en latín, nidad (previamente situada en ámbitos
natura. En castellano, en su forma verbal: extrahumanos: olímpica, órfica, dionisíaca;
nacer, brotar, crecer). Aristóteles les llamará se convierte en «fisiológica» o «natural»), la
fisiólogos (physiológo) (Laín Entralgo, 1987). fecundidad (inmortalidad, nacimiento cada
primavera, antes atribuidos a los dioses), la
Laín Entralgo (1987) resume la idea cen- necesidad (necesidad –moira, anánké–,
tral de la siguiente manera: «Todo en el cos- azar) y la regularidad (kósmos: orden bello).
mos –astros, nubes, tierras, mares, plantas, Expresas o tácitas, todas ellas se dan en la
animales– procede de un principio radical idea presocrática de la naturaleza del hombre
común, al que los primeros presocráticos y, por tanto, del cuerpo humano (p. 79).
darán el nombre de phýsis (la phýsis como
realidad universal), que en cada cosa cons- Esquema de la teoría humoral
tituye el principio y el fundamento de su
aspecto y sus operaciones (la particular Y sus consiguientes correspondencias
phýsis de la cosa en cuestión). Las phýsies entre distintos niveles organizativos o
o naturalezas particulares (la del hombre) estructurales de la naturaleza.
son, pues, concreciones figuradas y diná-
micas de la phýsis universal, que en ellas se Al ser la misma la constitución física de
muestra y realiza (la naturaleza, cuando se todas las realidades que surgen de la Fisis,
la escribe con mayúscula) (…) La phýsis es habrá un paralelismo entre todas ellas. Muy
el arkhé, el principio de todas las cosas y de brevemente podemos decir, el humor predo-
cada cosa. Principio en los dos sentidos minante en la constitución física de una per-
más importantes de esta palabra, el crono- sona cuyo temperamento es sanguíneo será
lógico y el entitativo. El pensamiento mítico el humor sanguíneo. Sus características den-
(Hesíodo, los órficos) se preguntaba cómo tro del ciclo vital humano corresponderán a la
fue el comienzo del cosmos; desde Tales de vitalidad y la energía infantil. En el ciclo tem-
Mileto, los pensadores presocráticos se poral anual, sus rasgos asemejarán los de la
preguntarán por el qué de ese comienzo, primavera. Y su correspondiente elemento
por lo que en el comienzo era, y a ese cosmológico será el aire.
comienzo le llamarán phýsis» (p. 78).
De igual manera, podríamos establecer
La phýsis (…) es principio y funda- las correspondencias para los otros tres
mento, y a su esencia pertenecen la divi- humores (véase la tabla 1). Al haber esta
Tabla 1
Sangre Aire Primavera Infancia Temperamento sanguíneo
Bilis amarilla Fuego Verano Adolescencia Temperamento colérico
Bilis negra Tierra Otoño Edad adulta Temperamento melancólico
Flema Agua Invierno Vejez Temperamento flemático
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verdad, puede que sea una de las razones dad, produce en los hombres unas caracterís-
o relaciones principales, si no la más impor- ticas muy semejantes a las que atribuimos a
tante, por las que la melancolía ha sabido los melancólicos, y a medida que se bebe
resistir y sobrevivir a lo largo de tantos configura diversos caracteres, verbigracia irri-
siglos. Dice así el comienzo del texto del tables, benévolos, compasivos o desenfrena-
problema XXX, según la traducción españo- dos; mientras que la miel, la leche, el agua u
la del escrito de Klibansky et al. por M.L. otras cosas de esa índole no tienen esos efec-
Balseiro (para sus antecedentes, con la tos. (…) Ahora bien, así como una misma per-
fusión del furor platónico y de la tragedia sona que bebe va cambiando de carácter
griega, por ejemplo, representada por según la cantidad de vino que consume, así
Eurípides, véase el mismo texto del pseu- hay para cada carácter una clase de hombres
do-Aristóteles o Teofrasto): que lo representa. Pues así como es un hom-
bre momentáneamente, mientras está ebrio,
¿Por qué todos los que han sobresalido así es otro por naturaleza… (pp. 42-4).
en la filosofía, la política, la poesía o las artes
eran manifiestamente melancólicos, y algu- El grado de sufrimiento melancólico en
nos hasta el punto de padecer ataques ocasiones llega hasta tal punto que enton-
causados por la bilis negra, como se dice ces la persona está expuesta a padecer
de Heracles en los (mitos) heroicos? (…) (en ataques que guardan gran semejanza con
el libro hay una nota al pie del texto en la la epilepsia o enfermedad sagrada. Al
que los traductores comentan una alusión a menos llegando a este grado de intensidad,
la estrecha relación entre la melancolía y la podemos imaginar un síndrome epiléptico
epilepsia o enfermedad sagrada). completo, en sus distintas variantes, incluso
un síndrome de gran mal que en algunas
Entre los héroes, es evidente que variantes incompletas pudiera ser identifica-
muchos otros sufrieron de la misma mane- do con la afección melancólica.
ra, y entre los hombres de tiempos recien-
tes Empédocles, Platón y Sócrates, y El texto añade que algunas personas
muchos otros hombres famosos, así como tan sólo tienen una tendencia a padecer
la mayoría de los poetas. Pues muchas de esos ataques sin llegar a presentarlos. Pero,
esas personas padecen trastornos de aunque no los padezcan, son melancólicas
resultas de esta clase de mezcla en el cuer- en su constitución.
po; algunas sólo tienen una clara tendencia
natural a esas afecciones, pero, por decirlo La analogía de cómo la incorporación
brevemente, todas son, como ya se ha de alguna sustancia activa en el organis-
dicho, melancólicas por constitución. mo, el vino, a diferencia de otras estructu-
ralmente importantes, pero indiferentes
Para descubrir el porqué, hemos de para el temperamento y el carácter como
empezar sirviéndonos de una analogía: es puedan ser el agua o la miel, va influyendo
manifiesto que el vino, tomado en gran canti- en los rasgos de personalidad en función
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LA PRESENCIA DE LA MELANCOLÍA no, al final de la Teogonía o formación del
EN LA MITOLOGÍA GRIEGA Y Cosmos de Hesíodo, supone una gran
ROMANA: CRONOS, SATURNO Y LOS novedad: la astucia, el engaño, la violencia
MITOS INTEMPORALES DE LA contra el padre en última instancia, justifi-
CASTRACIÓN Y LA ANTROPOFAGIA can este método para engendrar orden a
partir del desorden y dar lugar a la apari-
La genealogía y la historia de Cronos ción del mundo que conocemos. Pero la
pueden leerse en el mito de la creación de historia se repite, y Cronos es advertido de
Hesíodo: la Teogonía. La narración nos que uno de sus hijos le va a sustituir, y que
informa que primero surgió la Gran Madre, para ello utilizará el mismo procedimiento
Gea, y creó los límites del mundo conocido, que él utilizó con su padre, con la misma
junto con los Titanes, Cíclopes y su propio crueldad y violencia. Ante esta amenaza,
hermano-marido, Uranos. Éste acudía con Cronos/Saturno se encargaba de devorar
ella diariamente, movido por una impulsivi- a sus hijos en cuanto nacían. Pero, como
dad sexual y procreadora que el texto da a decimos, el argumento se repite, y su
entender intensa. Pero, a la vez, pretendía esposa, Rhea, cansada de las exigencias
impedir que los hijos que naturalmente de su marido, escondió a uno de sus hijos,
pudieran nacer de esta relación salieran del al pequeño Zeus, de la vista de su padre.
cuerpo de Gea. Ella se cansó de la carga de Una vez crecido, Zeus combatió contra
los hijos que iban quedando aprisionados Cronos por el trono, y después de vencer-
en su cuerpo y que cada vez eran más lo desterró al antiguo gobernante al
numerosos. Y les pidió –no vamos a entrar Tártaro, una oscura región que se creía
en detalles de su aparición en escena– que que estaba debajo del mismo Hades, tan
la ayudaran en esta situación, a encontrar lejana que un yunque lanzado desde la
una solución viable para el futuro. superficie de la tierra caería durante nueve
días antes de alcanzar la prisión final des-
Uno de los hijos, Cronos, consiguió una tinada a su padre (Bonnefoy, Y. pp. 100-
hoz que le proporcionó su madre, y con 102).
ella agredió brutalmente a su padre. Le
castró, arrojando los genitales de Uranos En una de las versiones romanas (Humbert
sobre la Tierra y el Mar, donde darían lugar J, 1988), Titán era el hermano mayor de
posteriormente a nueva descendencia Saturno. Su madre tenía predilección por
(entre otros hijos célebres, Afrodita). De éste, y Titán le dejó reinar, pero a condición
esta manera tan violenta, y nada menos de que exterminase o devorase a todo hijo
que atentando contra su propio padre, con varón para que, con el tiempo, la corona
la complicidad de su madre, Cronos se recayera de nuevo en Titán. Cibeles, espo-
hizo cargo del gobierno y engendró el pan- sa de Saturno, se cansó de este pacto e
teón que, en su momento, regiría el hizo que Júpiter pudiera llegar clandestina-
mundo: Zeus, Hera, Poseidón, Deméter, mente a Creta. La historia continúa con
Hades. El acto de Cronos-Saturno roma- diversas vicisitudes. Este dios romano
10 La generalización inductiva queda pendiente de la aparición de nuevos casos que confirmen lo aprecia-
do hasta ahora. Cfr. Popper. Falsabilidad.
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la evolución de su sistema teórico, fue corporal análoga a un pene de otra perso-
situando definitivamente el complejo de na, que proporciona sensaciones placente-
castración, como un elemento de la evolu- ras, y al retirarlo de la boca, lo contrario.
ción de la sexualidad infantil en ambos
sexos, en el complejo de Edipo (y reforzan- O. Rank establece como vivencia origina-
do la convicción sobre su universalidad). De ria en la vida de una persona la del nacimien-
esta forma, en el caso del sexo femenino, el to, proceso en que el bebé se separa de la
miedo a la castración induce a la niña al madre. Experiencia que tiene su componen-
deseo del pene paterno en la entrada a la te traumático. Toda experiencia posterior en
estructura del complejo de Edipo, mientras la vida, incluida la angustia de castración, es
que en el caso del sexo masculino surgirá una rememoración de este episodio primor-
preferentemente al final o en la etapa termi- dial de angustia que permanece grabado en
nal del complejo de Edipo, cuando al niño cada uno de nosotros. El nacimiento de
se le prohíbe el acceso a la sexualidad cada uno al mundo es traumático, tanto
materna con la formación de su «superyó» y para quien nace como para la madre que le
el inicio del periodo de latencia. trae al mundo. No sólo por el dolor físico,
sino también por la incertidumbre, la angus-
Algunos autores han situado el comple- tia, la melancolía. Y de ésta participa tam-
jo de castración en situaciones de malestar bién el padre. Hay un riesgo físico en el
vividos por el/la niño/a con anterioridad al parto de que puedan surgir complicacio-
complejo de Edipo. Aunque sea como nes, y la muerte tanto para el recién nacido
meras hipótesis no verificadas, vamos a como para la madre.
citar a dos de los autores nombrados por
Laplanche y Pontalis (1983, p. 60). Por otro lado, y así lo señalan también
estos autores, llama la atención que la cons-
Uno de ellos es A. Stärcke. Este autor tante aparición de la angustia de castración
retrocede a la experiencia del amamanta- en el relato analítico contraste paradójica-
miento y del momento en que se procede a mente con la escasa presencia de las ame-
la retirada del pecho a los/las niños/as. Es nazas de castración que puedan vivirse en la
claro que a todos los bebés les resulta pla- vida real. Y más aún si pensamos que en las
centero el pecho o su sustituto el biberón o, personas de sexo femenino aún es más difí-
cuando menos, artilugios como el chupete cil entender que también puedan presentarla
o similares, o en su ausencia el dedo pulgar. de manera constante cuando anatómica-
Además de proporcionar líquidos y nutrien- mente no hay ningún motivo para ello (fanta-
tes, calman su estado, facilitan que puedan sía de haber sido castrada en el pasado,
entretenerse, conciliar el sueño. Por el con- haber cometido algo para provocarlo).
trario, si les falta ese objeto que llevarse a la
boca, protestan. Puede ser una experiencia Saturno/Cronos es un planeta frío y
diversa, según aprendizaje, culturas, etc. seco, de aparición nocturna en el cielo,
Stärcke identifica el pezón con una zona como todos los planetas, pesado, de movi-
11 El prologuista de esta versión al castellano del libro de Cicerón (Fernando Colina) recoge un comentario
de Pinel (Tratado médico-filosófico de la enajenación del alma o manía) sobre Cicerón: Allí, en el capítulo XII
de la primera sección del libro, escribió aquel pionero –se refiere a Pinel– que las «Conversaciones en
Túsculo» de Cicerón pueden ser más útiles para los maníacos de espíritu cultivado que las «recetas de tóni-
cos y antiespasmódicos combinados artificialmente».
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no habrían logrado la salud de espíritu sufi- sonas afectadas por la locura furiosa en
ciente para lograr la calma espiritual y el Grecia (y que Cicerón equipara a la melan-
gobierno prudente de las pasiones. El esta- colía como estado de locura grave) se les
do de serenidad y calma propio de la salud lo prohibía disponer de sus bienes:
proporciona la madurez que dan el estudio y
la reflexión, y el cultivo de la mente, un privi- A quienes se veían afectados por ella (en
legio de tan sólo algunas mentes sabias. La Grecia) las Doce Tablas les prohibían la libre
inmensa mayoría de las personas de su disposición de sus bienes, pero el texto no
tiempo eran incultas. Esa acepción de la dice «si está loco» («si insanus»), sino «loco
sabiduría tendría su desarrollo, y nos referi- furioso» («si furiosus»). Los legisladores
mos al pensamiento occidental, especial- entendían, por tanto, que los que carecen
mente en el estoicismo, sobre todo en su de firmeza y equilibrio –es decir, de sanidad
vertiente ética. (sanitas)– podían desempeñar bien los ofi-
cios de mediana dificultad y los deberes
La serenidad conlleva haber alcanzado derivados de la convivencia ciudadana nor-
un control sobre las pasiones y los deseos, mal, mientras que de los locos furiosos pen-
sobre la parte animal o sensitiva de las per- saban que había en sus mentes una cegue-
sonas. De este modo, todos los movimien- ra total. Es, pues, más grave que la insania,
tos a los que se ve impulsado el espíritu aunque se da la circunstancia de que el
apenas afectan su paz y su tranquilidad en sabio puede incurrir en la locura furiosa y
la mente. El espíritu queda preservado en no, en cambio, en la locura en sentido
su reflexiva serenidad de los avatares cam- amplio (Cicerón, 2005; p. 113).
biantes, de las circunstancias cambiantes e
inestables de nuestro entorno. Con Galeno como máxima referencia
médica, el pensamiento romano fue en gran
En cambio, en circunstancias pareci- medida heredero en influencia del pensa-
das, la mayoría de las personas incultas, miento griego. Mantuvo la vigencia de la
por su desconocimiento de sí mismos y de teoría humoral como explicación fisiológica
la naturaleza humana, son arrastradas por y fisiopatológica del organismo humano.
sus propios impulsos y afecciones, así Para nuestro interés, por tanto, el contexto
como por los movimientos de la naturaleza de la melancolía en la civilización romana es
y del pueblo, por carecer de una opinión una prolongación de los contenidos que
propia sobre el origen último de sus com- adquirió en la cultura griega.
portamientos. Esta es la locura (insania)
leve. Con la entrada en la Edad Media, el
dominio de la cultura romana en todos los
La locura furiosa es menos frecuente y ámbitos de la vida fue suplantado por los
de una gravedad mayor. Además, su origen pueblos bárbaros. Pero, previamente, el
es distinto. Cicerón nos recuerda que la cristianismo se había aceptado como reli-
gravedad de la afección hacía que a las per- gión oficial en Roma, y con ello el mundo
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sus almas debilitadas. Este era el origen, o nado en este mundo por la providencia divi-
uno de ellos, de la antigua acedía de los pri- na; y ese lugar le permitía poco margen a su
meros anacoretas y cenobitas en los desier- desenvolvimiento individual, a su creatividad
tos y zonas aisladas de Egipto (por ejemplo, que le diferenciara de otros individuos de su
antigua Tebaida) y zonas circundantes. misma clase. En estas circunstancias, poca
importancia puede adquirir el problema XXX.
Tenemos, por tanto, la melancolía en Sin embargo, todo esto irá cambiando en el
Cicerón, en Roma, en unos términos que en Renacimiento.
el fondo apenas se distinguen de lo que
habían manifestado los griegos: forma Los humanistas italianos encuentran el
grave de locura, forma inhabilitante; y una problema XXX, y en este texto se dice, ya lo
forma más frecuente, vulgar, leve. hemos comentado, que las personas melan-
cólicas son sujetos, personas, escogidas por
Desde los primeros monjes cristianos y Saturno. Y, en esta medida, su vida está por
a lo largo de la Edad Media, el empeño de encima del vulgar discurrir vital de la mayoría
los demonios por alejar la vida de los hom- de las personas. Esta es una elección un
bres de su camino hacia Dios les hace par- tanto misteriosa para los mortales; al menos
ticipar en la naturaleza de la melancolía. De parece que el interesado no la ha solicitado.
esta manera, la transforman en pecado En general, la Astrología, originaria de fuen-
capital. En Grecia, algo físico, natural pasa a tes paganas y árabes, a decir de Cassirer (en
ser de orden teológico. su libro sobre la filosofía renacentista), había
estado vinculada a la idea de microcosmos.
De la misma manera que el organismo
LA MELANCOLÍA DESDE EL humano, el cosmos está organizado a seme-
RENACIMIENTO HASTA LA janza de un gran organismo, por lo que debe
ILUSTRACIÓN haber una influencia entre sus distintos com-
ponentes. Cada persona está unida a su
Marsilio Ficino y el resurgir del proble- ascendente en el horóscopo. Dicho así, muy
ma XXX esquemáticamente.
En el Renacimiento hay una vuelta a los Sea como fuere, quienes hayan sido lla-
autores clásicos, como es evidente en mados por esta divinidad, por Saturno, viven
muchos ámbitos de la cultura. En el tema en la cumbre de la creatividad. Es un don
que venimos tratando, la melancolía, hay que que han recibido y se han encontrado con él.
decir que la tradición griega sale a la luz con Ciertamente, una cumbre inestable tiene sus
una fuerza especial. Y en gran parte gracias riesgos, y a veces muy graves. Cerca está el
a la recuperación del problema XXX. Es fácil abismo de la enfermedad, y para algunas
encontrar textos de estudiosos medievales personas el camino parece estrecho. Y este
que coinciden en que la persona humana es el lado negativo, a veces el más aparente
medieval tenía su lugar político y social asig- y grave de este planeta.
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neos suyos que habían escrito sobre la maraña de los caminos del bosque, sin que
melancolía, ya que tenía a su disposición las numerosas ciencias que a él se han
una enorme biblioteca. Y en segundo lugar, acercado desde siglos consigan desentra-
uno de los grabados del artista alemán ñarlo satisfactoriamente.
Alberto Durero, de quien hemos rememora-
do en la introducción otro grabado suyo, el Para empezar, el I seguramente haga
que representa a San Jerónimo estudiando referencia a los niveles de conocimiento
o trabajando en su celda. Aquí queremos según la teoría de Agrippa (siglo XVI). La
traer a la mente del lector otra imagen que protagonista es una mujer-ángel, sentada,
es muy fácil de contemplar en los libros y en con una corona de laurel, con la cabeza
otros medios de difusión, por estar amplia- apoyada en el puño izquierdo. Pensativa,
mente reproducida, la titulada Melencolia I. con la mirada ajena a lo que tiene más
cerca. Lleva un compás en la mano dere-
El grabado de Durero es una de las imá- cha. A los pies, los útiles del artesano-geó-
genes más conocidas como representación metra aparentemente descuidados del foco
plástica de la melancolía (Panofsky, Edwin: de atención del pensamiento, una esfera,
Melencolia I de Durero) una escuadra, un tintero, etc. Un sol negro
en el cielo, ¿rodeado por el círculo de
Alberto Durero vivió el último tercio del Saturno? ¿un arco-iris? Un reloj de arena
siglo XV y el primero del XVI. Corresponde al como medida del tiempo, etc.
llamado «Renacimiento alemán en las Artes
plásticas». En definitiva, la melancolía personificada
en una mujer-ángel en un espacio lleno de
Es un grabado que incluye numerosos simbolismos. Pero, por encima de todos
símbolos, varios de los cuales pueden rela- estos detalles, queda la belleza del propio
cionarse con la historia de la melancolía. dibujo, digno de ser observado y disfrutado
Ha tenido tantas interpretaciones, que la con detenimiento. El goce estético, la frui-
literatura sobre este pequeño grabado es ción, complementada con los contenidos
inabarcable. Es un grabado que aúna simbólicos que queremos ir desentrañando.
Cosmología, Interpretación alquimista o
esotérica, Mitología, etc. Y, posiblemente, El libro monográfico, seguramente de
influencias de la filosofía neoplatónica y mayor erudición, de más caudal de infor-
esotérica florentina representada por mación, que se haya escrito sobre la
Marsilio Ficino. Es decir, que uno puede Melancolía
aproximarse a él desde diversos puntos de
vista. Y seguramente la profusión de escri- La Anatomía de la melancolía de Burton
tos, de referencias, vaya en la línea que (Siglo XVII) puede ser un ejemplo de algo
desde un comienzo, desde la Introducción, evidente hasta el siglo XIX. La tristeza es
hemos atribuido a algunos temas: su volati- uno de los síntomas que pueden encontrar-
lidad entre las hojas de cebolla o en la se en las descripciones de la melancolía,
39
hecho ensayistas y pensadores como el Dr. Entre las causas «no necesarias, remo-
Samuel Johnson, no se puede menos que tas, externas, accidentales» están el trato
recomendar su lectura. de la nodriza, las consecuencias de la edu-
cación recibida, los terrores, las burlas, las
¿Cuál es el concepto que tiene Burton calumnias, la pérdida de libertad, la servi-
de la melancolía? dumbre, la pobreza y necesidad.
41
entre hombres y mujeres, puesto que en esta interacción intervienen también las
definitiva los deseos de seducción promue- fuerzas negativas demoníacas como fuer-
ven con facilidad los engaños para obtener zas contrarias al bien. Y otra serie de perso-
sus fines. Muerte, traición, asesinato «son najes intermediarios mundanos: jerarquías
con frecuencia actos y escenas de esta tra- eclesiásticas, sacerdotes, políticos, repre-
gicomedia». «El Amor y Baco son dioses tan sentantes de religiones no cristianas. Las
violentos –según señala Tacio– y con tal furia diferencias entre las distintas creencias reli-
incendian nuestro espíritu, que nos hacen giosas, las guerras entre religiones, etc.
olvidar todo pudor, vergüenza y urbanidad.
Pues lo normal es que los hombres comple- Por último, para concluir este apartado,
tamente poseídos por este humor se vuelven subrayemos esta vinculación que llegó a
locos e insanos – ya que se trata de un amor alcanzar la melancolía con el amor, o con
insano, como lo llama el poeta – fuera de sí las incertidumbres del amor, o el desamor,
y, (…), a menudo faltan a su palabra, derro- por un lado. La Filosofía ya había tratado del
chan, roban y cometen incestos, violacio- amor no sólo como tema menor, pues nada
nes,…» (Burton, tomo III, pp. 182-3). menos que Platón, por poner sólo un ejem-
plo, le dio lugar preferente en sus Diálogos.
Sin embargo, tomada a tiempo, la Recuérdese, en un orden algo distinto, la
melancolía amorosa puede aliviarse. Los alta valoración que hacía de la amistad
remedios son diversos. A veces, contra- nada menos que Aristóteles. Pues bien, la
dictorios. Llega a aconsejar resistir desde melancolía también recorrió y buscó enten-
un comienzo, evitar las oportunidades, huir der los terrenos del amor.
del lugar donde la seducción amenaza, y
acudir a «pasiones contrarias y trucos Este hecho contribuye a darle una orla
ingeniosos para estimular una nueva poética a la melancolía. No sólo está íntima-
pasión y desaconsejar la primera». Pero el mente relacionada con el genio, con la cre-
último y más eficaz recurso contra la melan- atividad, sino también con el amor. En el
colía amorosa –dice– «es permitirles ver su Romanticismo volverá a surgir el mismo
deseo satisfecho» a los amantes, y acudir tema.
con la persona amada. Hay personas que
sin llegar a hacerlo, simplemente con la idea
de que ya pueden acudir con la persona LA MELANCOLÍA DESDE LA
amada, de que no hay trabas, se sienten ILUSTRACIÓN HASTA LA ACTUALIDAD
aliviadas con poder pensarlo.
La divergencia entre las dos acepciones
La sección dedicada a la melancolía reli- de la melancolía tal como nos han llegado
giosa, por supuesto, tiene un objeto amoro- hasta nuestros días empieza a ser muy clara.
so por excelencia: Dios. En qué consiste la
belleza divina, sus propiedades de seduc- Por un lado, la teoría humoral queda
ción para las personas como criaturas. En relegada, aunque sin ser marginada del
43
Baudelaire, se empleaba para describir el es adecuado para su utilización médica.
estado de melancolía en su acepción de Esquirol propone en su lugar el concepto de
leve o agradable tristeza, reflexivamente «lypemanía». Aunque, al final, y segura-
percibida en uno mismo, y que envuelve mente, como algún crítico señaló en su
igualmente la vitalidad y el mundo de per- momento, tan impreciso como el antiguo
cepciones y de intereses de la persona. concepto de melancolía. Sin embargo, por
lo menos enfatizaba la naturaleza primaria-
De la melancolía derivan, o al menos mente afectiva de este trastorno.
adoptan un sentido bastante parecido, la
saudade galaico-portuguesa y la nostal- De la misma manera se expresa Cullen,
gia germana, que son términos con un y para evitar la imprecisión de la palabra
hondo calado personal y sociológico, melancolía sugiere emplear tristimanía.
incluso de identidad social de algunos gru-
pos sociales. Lo cierto es que ninguno de los dos tér-
minos –«tristimanía», «lypemanía»– tuvo
La saudade es la ausencia de alguien, mucha proyección. Y, sin embargo, hay otra
ausencia que se sufre en soledad, ausencia palabra que psicopatológicamente es
que a la vez comporta cierta forma de bien- menos congruente o rigurosa en su cons-
estar por la esperanza de que en un futuro trucción, pero que en medicina en general
se recuperará al ausente y esta esperanza fue más ampliamente aceptada y hasta
reconforta el alma. Y, además, mientras ese ahora ha tenido una gran penetración en
futuro llegue, entre tanto, se tiene la imagen toda la literatura médica y psiquiátrica; y no
de aquél por quien se suspira, y a quien no sólo eso, sino también en el lenguaje colo-
se ha perdido del todo. quial. Estamos hablando del término
«depresión».
La saudade (vocablo gallego-portugués,
a su vez del latín solitudo, -inis, «soledad») es El concepto de depresión (literatura
un sentimiento de recuerdo de un motivo de anglosajona) se hizo popular en la literatura
alegría ausente, pero cuya razón de ser médica y vendría a ocupar gran parte del
puede volver en el futuro previsible. El térmi- campo semántico de la melancolía (que-
no, que expresa una emoción ambigua, se dando ésta desplazada o arrinconada a
ha considerado uno de los más difíciles de denominar un subtipo de depresión). La
traducir, y es uno de los conceptos clave de palabra «depresión» ya se encuentra en los
la lengua y la cultura portuguesa y gallega. diccionarios médicos de mediados del siglo
XIX. La interpretación que da Berrios (1988)
Desde un punto de vista psicopatológi- es que este término médico recoge, res-
co, Esquirol (1820), hablando de la melan- pondiendo a las necesidades del momento,
colía, cuyo uso reconoce en el lenguaje un descenso o disminución cuantitativa en
popular, propone mantenerlo para los poe- la capacidad emocional de una persona, en
tas y moralistas, y decide que el término no un rango amplio que podía oscilar desde
45
concepto de enfermedad, promovido en lockeano asociacionista, y amplió su punto
parte por el punto de vista anatomoclínico de vista hacia la psicología de las faculta-
adoptado como hipótesis explicativa de des. Con este cambio adoptado por Pinel y
algunos de los síntomas percibidos en la otros psiquiatras contemporáneos del
clínica. mismo, los antiguos trastornos mentales
intelectuales constituyeron los gérmenes de
Las categorías clínicas y diagnósticas las futuras esquizofrenia y paranoia; los
vigentes hasta comienzos del siglo XIX son trastornos mentales emocionales, de lo que
objeto de una intensa transformación. más adelante serán depresión (melancolía)
Algunas desaparecen. Otras permanecen, y manía; y los trastornos mentales volitivos,
pero con un significado distinto (por ejem- de las alteraciones psicopáticas.
plo, la misma melancolía de la que veni-
mos hablando). Y, por fin, algunas otras Cambios taxonómicos
permanecen intactas (por ejemplo, el
Delirium). Pues bien, el concepto de melan- Durante el siglo XIX también se modifi-
colía queda adscrito a una alteración de la caron los principios vigentes en la taxono-
afectividad como primer rasgo descriptivo mía médica. Como ejemplo, Berrios cita en
en su definición. su momento el popular concepto de la «psi-
cosis única». Esta unicidad de algunos tras-
Definición psicológica y psicopatológica tornos que hasta entonces se contempla-
de la conducta. Idea o modelo del ban separados influye (no es el único moti-
funcionamiento de la psique vo) en la asociación de manía y depresión,
por ejemplo. La vinculación de rasgos pato-
Frente a la Teoría Asociacionista, como lógicos que anteriormente se contemplaban
modelo epistemológico predominante desde separados da lugar a nuevas agrupaciones
los tiempos de Locke y Hobbes, basada en sindrómicas.
una epistemología empirista, al final del
siglo XVIII hay un importante impulso del Los afectos y sus alteraciones
modelo de las facultades en el funciona-
miento mental, gracias a la labor de autores En opinión de Berrios (1988), para gran
como Kant. Frente al empirismo, el idealis- parte de los psiquiatras del siglo XIX, el inte-
mo. Frente al predominio de los datos sen- rés de la psicopatología seguía residiendo
soriales como datos primarios para la ela- en las funciones intelectuales, a pesar de
boración de una epistemología de caracte- los importantes cambios que algunos auto-
rísticas inductivas, la aportación transcen- res habían propuesto y que hemos señala-
dental kantiana. do en los párrafos precedentes. La semio-
logía afectiva continuaba estando subdesa-
En esta línea, Pinel, por ejemplo, dejó de rrollada y contribuía poco en la nueva ges-
lado el esquema intelectualista de la enfer- tación de la definición de las enfermedades
medad mental a que daba lugar el modelo mentales que tendría lugar en ese siglo.
47
Por último, para terminar este apartado mundo interno se superponen una a otra.
quisiera referirme a una enseñanza del La asunción madura de la responsabilidad
Análisis existencial como técnica de psico- en la Psicoterapia, por otro lado, no resuel-
terapia. ve necesariamente la culpa. Para poder
explicarlo, Yalom recurre a la filosofía exis-
Véase en Alberdi J (1997) una exposi- tencial, a Kierkegaard, y sobre todo a
ción más general. En primer lugar, hay que Heidegger, y concluye que culpa y respon-
decir que la melancolía (en nuestra opi- sabilidad coinciden. Y en la medida en que
nión), la culpa, la responsabilidad, son coinciden, y en tanto que la responsabilidad
conceptos que a veces se encuentran muy no puede ser en última instancia rechazada,
próximos entre sí. Esta es una cuestión en esa misma medida no puede diluirse la
que resulta muy llamativa. O bien de nuevo culpa. Es decir, la culpa y la responsabilidad
es exponente de la dificultad del sujeto tendrían en parte un estatuto metafísico, en
para captar con nitidez los sentimientos y tanto están inscritas en la propia naturaleza
discernir correctamente unos de otros, o del ser humano como lo está la capacidad
bien hace referencia no tanto a la dificultad del lenguaje y, por lo tanto, el desarrollo del
analítica del sujeto en su vida interna, sino ser humano conllevará necesariamente la
al propio continuum o fluidez en el que asunción en su vida de esa responsabilidad
transcurren los sentimientos y que no hay y culpa.
forma de eludirlo por mucho que se esme-
re y afine el sujeto. O, incluso, ambas Esta me parece una consideración
cosas a la vez. Desde luego, es un lastre muy interesante. Heidegger llega a
que la Psicología y la Psicopatología vie- emplear la misma palabra («schuldig»)
nen arrastrando sin encontrar una buena para decir culpa y para decir responsabi-
salida metodológica. lidad. Yalom cita textualmente a
Heidegger: «Ser culpable significa tam-
Yalom (1984) recoge su experiencia en bién ser responsable de», «es decir, ser la
terapia existencial y aporta un significado causa o el autor o la ocasión de algo». El
distinto al que la culpa tiene en otros con- propio Yalom hace a continuación el
textos. La cuestión es que en un principio siguiente breve comentario (p. 336): «Así,
puede evocar la impresión de actuar con uno es culpable en la misma medida en
maldad, y sus consecuencias para el que se es responsable de uno mismo y
sujeto. Hasta aquí sería su significado de su propio mundo». Esto no tiene
habitual. remedio en la vida, se haga lo que se
haga hay una limitación finita inscrita en
Pero Freud había comentado que, sub- la naturaleza humana. Nunca colmare-
jetivamente, los sentimientos de inferioridad mos las expectativas de las posibilidades
y de culpa son difíciles de distinguir uno de con las que nacemos. Toda elección que
otro. En su huella o impresión sobre el vayamos haciendo en la vida será optar
encerado afectivo que constituye nuestro por algo mientras renunciamos a otras
49
50 Ensayo sobre la melancolía. Introducción a la filosofía de la psiquiatría
PSICOPATOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA DE LA MELANCOLÍA Y
TRASTORNOS DEPRESIVOS AFINES EN LA ACTUALIDAD
51
pueden entender como un exceso o defec- Organismos cuyo cerebro sólo contiene
to de dicha respuesta emocional (…) estas estructuras arcaicas y carecen de las
(Sanjuán, 2000. pp. 155-6). que son evolutivamente modernas (los
reptiles, por ejemplo), operan sin dificultad
Desde el punto de vista neurobiológico, tales selecciones de respuesta. Se podrían
y simplificando mucho las cosas, podemos conceptualizar las selecciones de respues-
entenderlo de esta manera. Como ejemplo, ta como una forma elemental de toma de
diremos que, en lo que llamamos reaccio- decisiones, siempre que quede claro que
nes regresivas, ante un fuerte impacto emo- no es un yo consciente, sino un conjunto
cional, el sujeto reacciona recurriendo a de circuitos neurales el que está tomando
mecanismos neurofisiológicos de respuesta las decisiones.
antiguos, puesto que por los motivos que
sea no es capaz de utilizar, o los ha emple- Pero también se acepta que cuando
ado y no han resultado eficaces, los más los organismos sociales se enfrentan a
nuevos y los que recientemente le han pro- situaciones complejas y se les pide que
porcionado una mejor adaptación al medio. decidan a pesar de la incertidumbre, han
Ante un fuerte shock o estímulo, por ejem- de emplear sistemas en la neocorteza, el
plo, el cerebro a veces recurre a mecanis- sector del cerebro que es moderno desde
mos que fueron propios de la infancia y ya el punto de vista evolutivo. Existe evidencia
están en desuso, pero que en su tiempo de una relación entre la expansión y la
estuvieron en vigencia y actividad, y pudie- subespecialización de la neocorteza, y la
ron resultar eficaces. complejidad e impredecibilidad de los
ambientes con los que los individuos pue-
Damasio (1986) da una interpretación den habérselas merced a dicha expansión
coincidente, a grandes rasgos, con la de (Damasio, 1986, p. 126).
Sanjuán con relación a la superposición,
que no sustitución, de mecanismos cere- En el piso de arriba, en la corteza, están
brales de procesamiento de información y la razón y la fuerza de voluntad, mientras
respuesta al medio. En la especie humana, que en la planta baja, en la subcorteza, está
además de lo dicho, sobre los mecanis- la emoción y todos estos asuntos débiles y
mos adaptativos emocionales se dispone carnosos (Damasio, 1986, p. 127).
la corteza cerebral, lo que hace más com-
pleja la actividad del cerebro emocional. Para Iversen et al. (2001), el hipotálamo
Cito textualmente: La evidencia acerca de es la región cerebral encargada de coordi-
la regulación biológica demuestra que en nar la expresión fisiológica de las emocio-
las estructuras cerebrales que son evoluti- nes, sobre todo a través del sistema nervio-
vamente antiguas continuamente tienen so autónomo. La mayor parte de los ele-
lugar selecciones de respuesta de las que mentos nerviosos anatómicos que intervie-
los organismos no son conscientes y que, nen en los sentimientos y emociones son
por lo tanto, no son deliberadas. filogenéticamente antiguos, excepto alguna
53
blema distinto, en este caso de orden cien- je y la influencia social son aspectos decisi-
tífico más que filosófico, es cómo las neuro- vos en el desarrollo cerebral.
nas generan la conciencia y otras propieda-
des nuevas correspondientes a la mente. Principio 4. Puede haber alteraciones
en la expresión génica inducidas por el
Posteriormente volveremos a la opinión aprendizaje, y que dan lugar a alteraciones
de McHugh et al. (2001). Ahora lo vamos a estables de patrones estructurales neuro-
hacer exponiendo muy esquemáticamente nales, de tal manera que alteraciones indu-
el marco teórico que ofrece uno de los cidas por un desencadenante social, por
grandes científicos preocupados por este ejemplo, pueden mantenerse en el tiempo
tema en los finales del siglo XX y comienzos de manera estable.
del XXI, E. Kandel (1998), quien parece
acercarse al funcionalismo de Searle a tenor Principio 5. De forma recíproca, el tra-
de sus propuestas: cinco principios resu- tamiento de psicoterapia puede inducir
men su marco teórico. Es, dice, una teoría cambios biológicos estructurales y mante-
neurobiológica sobre la naturaleza de la ner cambios estables una vez que se han
relación mente-cerebro. producido.
14 Además de los artículos citados en la Bibliografía, su libro de texto, editado conjuntamente, y traducido
al castellano, es el siguiente: Eric R. Kandel, James H. Schwarrtz, Thomas M. Jessell: Principios de
Neurociencia. Madrid: McGraw-Hill/Interamericana de España; 2001.
La edición original en inglés es del año 2000.
55
bles a distintos niveles en el paciente son Debilidad para iniciar las acciones, regular
las siguientes: impulsos, afectos, hacer frente a conflictos.
57
edición de la Psicopatología General de No siempre asoman estos rasgos a la
Jaspers. Sus propios libros son breves, superficie o en la apariencia inmediata. Los
sobre todo si los comparamos con Jaspers, depresivos a veces son difíciles de recono-
pero de una densidad de contenido y, cer, pues no tienen por qué mostrarse
generalmente, una depuración en el con- espontáneamente taciturnos o abatidos.
cepto que le convierten en uno de los clíni- Celosos cumplidores de sus obligaciones,
cos y psicopatólogos alemanes más emi- rígidos en sus convicciones y acciones,
nentes de la primera mitad del siglo XX. Su inflexibles en sus valoraciones. No les ale-
estudio o ensayo sobre la naturaleza de los gra suficientemente ningún éxito, pues es
sentimientos y los impulsos, en su libro pasajero, lo peor está por llegar, etc. El des-
Patopsicología Clínica (Schneider K, 1975), canso vuelve a traer a la cabeza los fantas-
con clara influencia de Max Scheler, a mi jui- mas que a veces la ocupación laboral ha
cio es uno de los más interesantes sobre el podido desechar durante un tiempo.
tema en la Psicopatología de influencia
fenomenológica. K. Schneider distingue tres tipos de per-
sonalidades depresivas:
En este libro se entiende Psicópata como
Alteración o Trastorno de la Personalidad en • Depresivos melancólicos
general, no sólo como sinónimo de psicó-
pata, en su sentido más actual (personali- Blandos, bondadosos, comprensivos,
dad antisocial, sin conciencia de respon- indulgentes para las debilidades y sufri-
sabilidad o culpa. En algunos de estos mientos de las personas ajenas, tímidos,
rasgos sería lo opuesto a la personalidad se adaptan con dificultad a situaciones y
melancólica). tareas no habituales.
59
y reparación de dicha pérdida, que le permi- de poder cerrarla. Es, y «desea» seguir sien-
tirá, al cabo de un tiempo, conservar a ese do, un yo sufriente.
ser perdido en la realidad pero con renova-
da investidura libidinal hacia él. En ese pro- Una cita de C. S. Lewis, perspicaz obser-
ceso, necesariamente se atravesará por vador del alma humana, en este caso de su
un relativo desprendimiento libidinal del propia alma tras la muerte de su mujer,
objeto perdido y de todo cuanto remita a como contrapunto a las descripciones del
él, liberando una parte de energía psíquica duelo. Lewis (1994) comienza así en la pri-
motivacional para nuevas ligazones de mera página:
objeto y reestructuraciones de intereses en
el mundo circundante. Nadie me había dicho nunca que la
pena se viviese como miedo. Yo no es que
También en la melancolía la persona esté asustado, pero la sensación es la
afecta se presenta como si hubiese sufrido misma que cuando lo estoy. El mismo mari-
una pérdida real, pero no puede expresar, poseo en el estómago, la misma inquietud,
no es capaz de decir lo que ha perdido. los bostezos. Aguanto y trago saliva.
Esta persona, a diferencia de lo que va ocu-
rriendo en el duelo con el paso del tiempo, Otras veces es como si estuviera medio
no es capaz de ir desprendiendo parte de borracho o conmocionado. Hay una espe-
su energía motivacional para redirigirla a cie de manta invisible entre el mundo y yo.
otros intereses en el mundo, sino que esta Me cuesta mucho trabajo enterarme de lo
energía vuelve al propio Yo, dice Freud, a que me dicen los demás. Tiene tan poco
modo de identificación regresiva. «Contra» interés. Y sin embargo quiero tener gente a
el propio Yo, habría que decir. mi alrededor. Me espantan los ratos en que
la casa se queda vacía. Lo único que que-
En la melancolía, Freud se da cuenta de rría es que se hablaran ellos unos con otros,
que el paciente relata la experiencia psíquica que no se dirigieran a mí.
de que vive en la culpa, y a partir de ese
punto Freud elabora su teoría explicativa,
diferenciándola del duelo, con importantes DEPRESIÓN MAYOR CON
aportaciones de Karl Abraham y Melanie MELANCOLÍA (DSM.IV.TR) (ICD.10)
Klein, para dar otras versiones del psiquismo
volcado en el daño y la compasión hacia sí La depresión como síndrome. Como
mismo dañado. Es un círculo cerrado, sin enfermedad, en la medida en que parcial-
margen para la entrada de otros elementos mente se conozca una fisiopatología,
que pueden configurar un nuevo sentido. Es desarrollo psicopatológico, y desencade-
la propia persona la que lo está impidiendo. nantes. En una de sus variedades, se pre-
senta como depresión con rasgos de
En la melancolía, el yo continúa con la melancolía, y en esta modalidad es el tipo
herida abierta, sangrante, sin expectativas de depresión en el que se ha detectado
15 ParKer G, Hadzi-Pavlovic D (eds.): Melancholia: A disorder of Movement and Mood. New York.
Cambridge University Press, 1996.
61
des de esa persona; o bien, en el caso de en general.
pasividad y aislamiento que se dan con fre- C Despertar precoz (al menos dos horas
cuencia en estos casos, habría una falta de antes de la hora habitual de despertar-
reactividad a estímulos que en condiciones se).
habituales resultan agradables o placente-
ros, una falta de reactividad casi completa. D Enlentecimiento o agitación psicomotriz
observables por los testigos.
Además, y en segundo lugar, el Criterio
B exige cumplir al menos tres de los E Anorexia, pérdida de peso.
siguientes síntomas:
F Culpabilidad excesiva o inapropiada.
A Una cualidad diferente del estado de
ánimo depresivo (por ejemplo, un senti-
miento distinto al que pueda vivirse tras COMENTARIO CRÍTICO A LAS
la muerte de una persona querida) CLASIFICACIONES DE LOS
(¿podría llamarse a esto un sentimiento TRASTORNOS MENTALES
«melancólico»? Hasta ahora, el término
«melancolía» lo hemos utilizado para Villagrán (2001) plantea que cada vez es
designar fundamentalmente un síndro- más extendida la impresión de que el lenguaje
me. ¿Podemos llamar así a un «senti- psicopatológico que aprendemos en nuestro
miento» específico?).16 periodo de formación en la especialidad ya no
se modifica generalmente a lo largo de nuestra
Y para la determinación de esa cuali- actividad profesional durante años, a diferencia
dad distintiva del ánimo se sugiere pedir de los conocimientos en Neuroimagen,
al paciente sumido en una depresión Psicofarmacología, técnicas de Psicoterapia,
melancólica nada menos que compare etc., que van evolucionando con los avances
la cualidad de su estado de ánimo actual de la técnica y los nuevos descubrimientos. Y,
con la que experimentó, quién sabe probablemente, esto venga ocurriendo desde
cuánto tiempo atrás, con el estado de hace varias décadas de especialistas en
ánimo vivido tras la pérdida de una per- Psiquiatría y Psicología Clínica.
sona querida.
Casi con seguridad ocurre así, salvo
B Empeoramiento sintomático matutino, cambios de contexto, de orientación teórica
16 El recuerdo de lo vivido durante el duelo por una persona que falleció hace años, ¿con qué fidelidad
puede ser rememorado ahora, al cabo de este tiempo, en las condiciones melancólicas en las que el
paciente se encuentra hoy en día? Y aunque no se encontrara melancólico, ¿cómo ha elaborado la memo-
ria el dolor vivido hace años? ¿Y compararlo con lo vivido actualmente?
Por otro lado, en el depresivo, pero sobre todo en el melancólico, hay una grave afectación de la ejecución
rememorativa voluntaria, …, ¿Cómo se le puede proponer esta tarea de recuerdo y, además, darle a su res-
puesta un valor tan alto en el proceso diagnóstico?
17 Cfr. el monográfico Villagrán JM Hacia una Psicopatología Descriptiva Monografías de Psiquiatría, año
XV. 2003;1.
63
Hay culturas en las que una persona ape- estudio o en modificar su curso con el
nas hablará de tristeza. Con todas las dificul- tratamiento. Por lo tanto, el control es el
tades para poder asegurarlo, para lo que objetivo más importante de una clasifica-
nosotros podamos experimentar por tristeza, ción de trastornos mentales. Si no se
puede ser que sienta alguna molestia, dolor, conocen formas de prevención o trata-
corporal o físico. Que éste sea el correspon- miento, sólo es posible un limitado grado
diente e idéntico sentimiento a lo que yo de control, sabiendo el curso natural y
llamo tristeza. Pero también puede pensarse algunos rasgos asociados al trastorno
que el sentimiento de esa persona en la que ayuden al manejo del paciente.
misma situación que yo vivo sea distinto al
que en mí evoca el mismo tipo de estímulos. • Comprensión
Por tanto, no habría esa correspondencia
entre sentimientos y esté hablando de otra Se refiere a comprender las causas de
experiencia distinta a la mía. los trastornos mentales y procesos que
concurren en su desarrollo y manteni-
En la cuarta edición del Textbook de miento. No es un fin en sí mismo. Puede
Psiquiatría de Kaplan y Sadock, Spitzer y haber tratamientos eficaces sin saber
Williams revelan los objetivos de una clasifi- nada de estas variables, pero es desea-
cación de enfermedades mentales en los ble, pues suele permitir mejor control del
preludios de las DSM. enfermo.
65
permite separar con nitidez síndromes de su libre voluntad científica, una actitud
adyacentes (discontinuidad en sintomatolo- teórica. El ateoreticismo más bien parece, sin
gía y evolución, respuesta al tratamiento, querer incurrir en valoraciones descalifican-
herencia u otros criterios, y estos síndromes tes, por supuesto, una ingenuidad epistemo-
patológicos a su vez de la normalidad). A lógica. ¿Hay alguna mirada libre de prejui-
falta de estas separaciones, una de las cios? No parece que sea posible la observa-
alternativas propuestas por algunos autores ción empírica sin una teoría epistemológica
es la de una orientación dimensional en que sustente esta búsqueda de información.
lugar de sindrómica. De esta manera, se Lo mismo vale para una actitud empirista o
resuelven los problemas de los límites entre positivista.
síndromes, la comorbilidad pueda enten-
derse más razonablemente, etc. Pero hay Y no sólo depende del propio observa-
otros inconvenientes. dor. También del objeto de estudio, en este
caso el síntoma. Los síntomas casi nunca
Sin embargo, además de los objetivos se dan solos. La vida es un cambio cons-
logrados por este esfuerzo clasificador, en tante, todo ocurre en un contexto, entre
opinión de Villagrán et al. (2001), estos sis- otras cosas, personas, etc. Siendo esto así,
temas clasificatorios han pasado por alto la en opinión de Villagrán et al. (2001), la
importancia fundamental que tiene el reco- detección y el reconocimiento de los sínto-
nocimiento de los síntomas. Es una cues- mas dependerá en menor grado de las pro-
tión básica, previa a la construcción de pias características inherentes de un sínto-
cualquier entidad sindrómica. A veces no ma presumiblemente aislado que del con-
tenemos en cuenta que la descripción de texto en el que está ocurriendo ese síntoma
signos y síntomas de la enfermedad mental o fenómeno que hemos captado (otros sín-
es más una actividad de construcción activa tomas simultáneos o previamente recogi-
por parte del observador o el investigador dos y que nos ponen a su vez en la pista de
que de pasivo reconocimiento, como esta- otros, hipótesis diagnósticas que estamos
mos habituados a entender en nuestra prác- manejando, características del paciente
tica clínica. Nuestra opinión generalizada es recogidas ya y que van planteando un perfil
que los sistemas clasificatorios más extendi- diagnóstico provisional que guía la indaga-
dos y ampliamente utilizados son ateóricos, ción, etc.). No hay observación sin inten-
y con ellos nos acercamos sin prejuicios, sin ción, sin búsqueda de algo.
concepciones teóricas previas, a algo que ya
hay en la realidad y que captamos como tal La Hermenéutica en Filosofía apunta en
con toda naturalidad. Pero esta actitud ateó- esta dirección, aunque éste sea otro terreno.
rica no parece resistir un mínimo análisis crí- No hay observación libre de prejuicios,
tico. La actitud de captar síntomas incluye, porque precisamente las personas y los
además de un componente perceptivo natu- investigadores tienen prejuicios, y se acer-
ral o libre de prejuicios, transparente, si así can a las cosas con sus prejuicios. Lo
puede llamarse en primera instancia, en aras importante, lo metodológicamente correc-
18 Véase especialmente los estudios de P. Ricoeur, recientemente fallecido, sobre Freud y el Psicoanálisis.
67
• Perspectiva dimensional. conjunto global de la experiencia personal
La medida de las variables psíquicas, inte- que comprende pensamiento, percepcio-
ligencia, introversión, etc. sigue una distri- nes y estados de ánimo anteriormente cita-
bución en campana de Gauss. La anorma- dos. Generalizando aún más, el paradigma
lidad es gradual, no cualitativa. No busca científico en el que tácitamente nos sitúa el
la curación, sino la evitación de los sínto- aprendizaje de nuestra profesión nos pro-
mas, buscando medios de fortalecimiento porciona un cierto andamiaje teórico para
y guías para manejar las situaciones con nuestro desenvolvimiento. De forma explíci-
mayor éxito. ta, pocas veces necesitaremos cuestionar-
nos cómo surgen la conciencia, el yo, etc.
• Perspectiva de la conducta. La mayoría de las veces es desde fuera de
Estudio de conductas dirigidas a un fin la propia profesión desde donde surgen
(teleológicas) y detección de sus ano- preguntas de este tipo, o bien en sectores
malías: beber, comer, dormir, sexuali- clínicos muy especializados (Bioética)
dad. (Gracia, 1989), o desvinculados de la clínica
(Filosofía de la Mente) (Radden, 2004). Esto
• Perspectiva de la historia vital. no quiere decir que la formación continuada
y la reflexión profesional sobre estos dile-
Una respuesta algo más elaborada mas o cuestiones tácitas deban abandonar-
sobre el objeto de la Psiquiatría y los dile- se. La bibliografía sobre estos temas en los
mas subyacentes de carácter filosófico: la últimos años es inabarcable, sobre todo en
dualidad mente/cerebro de las personas, inglés (véase como textos de conjunto
que los autores entienden aquí como el Fulford et al., 2006; Radden, 2004).
69
• Modelo médico de enfermedad MELANCOLÍA LEVE Y MELANCOLÍA
GRAVE O CON RASGOS DE
Siguiendo el modelo de las enferme- ENFERMEDAD
dades médicas somáticas, se asume
una fisiopatología de origen orgánico, La melancolía, en su primera acepción,
con lo cual la aplicación estricta o entendida como una afectación leve, más
completa en la psicopatología queda propia seguramente de los literatos, de los
limitada, al menos en tanto no se dis- artistas, del Romanticismo, término de una
ponga de mayores conocimientos neu- definición difícil, en el que se da cierto sen-
robiológicos. timiento de tristeza o abatimiento y, a la
vez, de dulzura o satisfacción. No limita
• Concepto sociológico de la enfermedad tanto la actividad humana, sino que a
veces más bien la estimula. Ayuda a gene-
Se trata del modelo en el que idealmen- rar una visión más penetrante o receptiva
te la salud equivale a una óptima «adap- del entorno, literario, artístico, musical;
tación social», que queda pendiente de entorno, él mismo, envuelto en una atmós-
ser definida; y enfermedad, lo contrario, fera y una luz que cabe describir como
una situación de inadaptación. melancólicas. El atardecer, la lluvia, un
atardecer lluvioso de otoño. La cabaña
• Concepto psicológico de enfermedad bordeando el bosque en la que nos dispo-
níamos a reflexionar sobre la melancolía
Conciencia de sufrimiento: no siempre la que nos envolvía al comenzar la lectura de
hay. Concepto ideal de vida sana, de este ensayo. El sentimiento, la melancolía
vida familiar sana, etc. Son muy discuti- en este caso, no es sólo subjetiva, sino
bles y variables según modelos indivi- que también comparte un aspecto objeti-
duales y culturales. vo. La melancolía como atemperamiento a
la realidad, un modo de estar en la reali-
Los juicios médicos –psicológicos, dad. Los caminos del bosque nos revelan
sociológicos– los englobamos en este una experiencia vital plena en ese lugar y
momento como juicios científicos. Los juicios tiempo.
científicos en general, y en este caso concre-
to, sobre la anormalidad y la enfermedad, tie- La melancolía, sin embargo, en su
nen, inevitablemente y por lo general, un segunda acepción, tomada en su sentido
carácter hipotético y probabilística (Gracia, psiquiátrico, no favorece la creatividad, todo
2001). Por otra parte, el progreso de la lo contrario, tal como da a entender la expe-
Medicina y otras ciencias viene dado por la riencia clínica. Las propias características
elaboración de hipótesis cada vez más con- enunciadas de la depresión mayor con
sistentes y próximas a los hechos que permi- melancolía, según criterios diagnósticos,
ten tomar decisiones operativas más cerca- hacen pensar de inmediato en una disminu-
nas a la realidad de los hechos. ción grave de las capacidades vitales de
71
te mayores de casi todas las enfermedades dad generalizada y trastornos de la alimen-
mentales valoradas, no sólo de trastornos tación. Las tasas de trastornos mentales
del estado de ánimo, sino también de múltiples también fueron mayores entre las
abuso de drogas, ataques de pánico, ansie- escritoras
Una poesía de Antonio Machado para Era una mañana y abril sonreía
introducir el último capítulo: (…)
Como sonreía la rosa mañana
Al sol del Oriente abrí mi ventana;
Y en mi triste alcoba penetró el Oriente
En canto de alondras, en risa de fuente
Y en suave perfume de flora temprana.
Fue una tarde de melancolía
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
De mi casa al viento… El viento traía
Perfume de rosas, doblar de campanas…
Doblar de campanas lejanas, llorosas,
Suave de rosas aromado aliento…
… ¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?
Pregunté a la tarde de abril que moría:
¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: La alegría
Pasó por tu puerta –y luego, sombría:
Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.19
73
de los sentidos corporales, emociones, representación es la imagen, el componen-
pasiones, etc. Por lo tanto, «sentimientos» te sensorial la escena vivida. El afecto, la
referidos a la esfera de recibir estímulos pro- conmoción, el sobresalto, la vitalidad, inhe-
cedentes del mundo o entorno o de cambios rentes a la escena. El afecto corresponde al
en el propio cuerpo, experimentar, captar, aspecto cuantitativo de la energía psíquica
tener sensaciones, de muy diversa índole. Es involucrada en la escena vivida. Así, por
un término muy amplio. ejemplo, en sus trabajos sobre la histeria,
Freud estudia la energía psíquica que los
Pero el término también abarcaba la otra pacientes no han podido descargar ante un
vertiente de las facultades mentales: la del episodio traumático, y que en tales condi-
deseo, la de las tendencias hacia algo, la ciones, separada de la escena en la que se
voluntad. Y este era un sentido tal vez más originó, da lugar a síntomas conversivos.
estricto, o quizá sobre el que se meditó Pero el aspecto cuantitativo de las manifes-
más, que el del «sentir». taciones psíquicas no es el procedimiento
más idóneo para avanzar en las preguntas
Así, hasta el siglo XVIII, lo que entende- que nos hacemos sobre los sentimientos.
mos como sentimientos, como modos de
estar internamente, se entendían como En la gran obra psicopatológica de
modalidades del apetito, apetito entendido Jaspers (1996), poca ventaja alcanzamos.
como tender a algo (desear algo, me veo El autor reconoce abiertamente que (la pri-
con apetencia hacia algo). A estos modos mera edición de su Psicopatología es de
del apetito, en la Filosofía escolástica, pos- 1913), al contrario de lo que ocurre en la
teriormente en Descartes, etc., se les llamó Psicología de las sensaciones, percepcio-
pasiones. En muchos pensadores las nes, representaciones, ideas, y tal vez tam-
pasiones quedan adscritas a los apetitos bién, instintos y actos volitivos, en lo que
sensibles que corresponden a las tenden- respecta al «sentimiento», hay una falta de
cias fisiológicas, o animales, o vitales, que claridad. (Jaspers, p. 124). Y continúa
todo ser humano tenemos por el mero diciendo: Ordinariamente se llama «senti-
hecho de ser un animal vivo, y los apetitos miento» a todo lo psíquico que no se
superiores o racionales que son de otro puede poner en el mismo plano con los
orden o naturaleza distinta. fenómenos de la conciencia del objeto ni
con los elementos instintivos y los actos de
En la obra de Freud, el concepto de la voluntad. Todas las formaciones psíqui-
«afecto» tiene una gran importancia cas no desarrolladas, oscuras, todo lo
desde sus primeros trabajos con Breuer impalpable, lo que escapa al análisis, se
(Laplanche y Pontalis, 1983. p. 11 y ss.). La llama «sentimiento»; en una palabra, todo lo
energía pulsional se manifiesta en el apara- que no se sabe llamar de otro modo. (…)
to psíquico en dos dimensiones: la repre- No se sabe lo que es un elemento del sen-
sentación y el afecto, cada uno de los cua- timiento, qué elementos hay, por ejemplo,
les puede seguir distintos caminos. La cómo se les debe ordenar, mientras que se
75
además de una función expresiva y comu- datos experimentales que apoyan esta teo-
nicativa de nuestros estados emocionales a ría. Otros parece que no.
otras personas, tienen funciones de prepa-
ración para la acción. 3 Teorías integrativas (Iversen, 2001).
Cannon y Bard añadieron otro elemen-
Vamos a seguir a Schmidt-Atzert (1985). to: dos estructuras subcorticales, tálamo
e hipotálamo, desempeñan un papel muy
1 La primera de las grandes tradiciones importante en la mediación de las emo-
para explicar la naturaleza de las emo- ciones, modulando los signos periféricos
ciones es considerarlas primordialmente de las emociones y suministrando a la
para su análisis como vivencias subjeti- corteza cerebral la información que
vas. De este modo, hasta el siglo XIX se requiere para su procesamiento cognitivo.
creía por parte de muchos científicos y
pensadores que, por ejemplo, el reco- Las teorías integrativas ofrecen una sín-
nocimiento de un suceso importante tesis de las dos primeras propuestas, abor-
provoca en la corteza una experiencia dándolas desde una nueva perspectiva,
emocional fuerte que dispara respues- sobre todo en los dos o tres últimos dece-
tas reflejas autónomas en el cuerpo, la nios, de tal manera que tiene lugar una
expresión fisiológica o somática de la interacción dinámica, probablemente en el
emoción. núcleo amigdalino, de factores periféricos
mediados por el hipotálamo y factores cen-
Método de estudio: introspección. trales provenientes de la corteza cerebral.
La amígdala puede ser el lugar que asume
2 La teoría de James-Lange invirtió el el procesamiento cognitivo central de estos
orden de este proceso. Las emociones acontecimientos, de modo que, como
son primariamente respuestas fisiológi- decía el Racionalismo posrenacentista, las
cas a la información procedente de la emociones vendrían a ser razonamientos o
periferia o del medio interno. La expe- procesamientos cognitivos poco claros o
riencia cognitiva de la emoción es confusos, comparados con los desarrolla-
secundaria a la reacción fisiológica pri- dos por la corteza cerebral filogenéticamen-
maria de la emoción. te reciente.
77
sentimientos, las dimensiones de la subjeti- porque, por otro lado, los sentimientos se
vidad o la realidad del mundo van avanzan- deslizan y se escapan en la reflexión siendo
do por la Historia, como diría Kant, y cito de difíciles de observar, cuando aparentemen-
memoria, sin encontrar la senda segura de te son lo más propio e íntimo de uno
las ciencias, como la Matemática y Física de mismo. En primera instancia, puede decirse
su tiempo. que los estados subjetivos establecidos con
los sentimientos son muchos y variados, a
Si de los actos de intelección pasamos la vez que cambiantes. Recordemos la opi-
a los actos de volición y reflexionamos nión de Jaspers. Pero también, como ocu-
sobre ellos, igualmente podemos percatar- rre en la volición y la intelección, los senti-
nos de que son actos, acciones que yo mientos no son solamente actos míos, sino
mismo ejecuto. Yo me propongo hacer que en ellos está envuelta una realidad que,
algo, puedo discutir con alguien si hacerlo o a su modo, nos está presente. Sin esto no
no, o puedo sopesar conmigo mismo sus serían sentimientos. Hay, pues, estos dos
conveniencias e inconvenientes. Y una vez aspectos: el sentimiento como acto y la rea-
reflexionado sobre la conveniencia o no de lidad que en ese acto nos está presente, de
tomar una decisión, soy yo mismo quien la misma manera que hay el acto de volun-
decide sobre ella. tad como acto, y la forma en que la realidad
me está presente, o el acto de la intelección
Tanto mis actos de intelección de la como acto, y la forma con que en la intelec-
mesa como de decidirme a poner un lapice- ción me es presente la realidad (Zubiri,
ro y una libreta sobre ella, que son actos 1985, p. 336).
míos, envuelven una referencia a la realidad,
la realidad de la mesa, y de mí mismo fren- Este es el punto decisivo que queremos
te a la mesa. Esta es una cuestión decisiva. destacar. Frente a la consideración de los
Mi percepción e intelección de la mesa, y mi sentimientos y los afectos como manifesta-
volición y decisión sobre qué hacer con ella, ción subjetiva del mundo interior de las per-
son actos subjetivos míos que, en tanto sonas, en ellos, al igual que en otros actos
actos, envuelven su referencia a la reali- mentales –intelección, volición–, los senti-
dad.20 mientos envuelven una referencia a la reali-
dad, bien que en un modo propio.
Si pensamos ahora en los sentimien-
tos, aquí más que en la intelección y en la Pensemos en un cuadro del pintor
voluntad, por un lado, un tanto engañosa- romántico Caspar D. Friedrich. Por ejemplo,
mente se hace más evidente la dimensión el titulado Caminante sobre el mar de nie-
subjetiva; y digo un tanto engañosamente, bla. El pintor nos muestra el caminante de
20 Estas afirmaciones requieren un desarrollo que sobrepasa ampliamente el objetivo de este libro. No
querríamos hacer mención únicamente a la referencia intencional de la Fenomenología. Nos gustaría pro-
longarla con mayor fecundidad y alcance en la Hermenéutica y la Noología.
79
ponde a esa mi realidad vivida en ese esta- ta (seguramente en tiempos de la peste
do afectivo. negra era otro bien distinto en Occidente;
hoy en día, en algunos sectores de la socie-
Habrá otras personas a las que este dad occidental, en el Tercer Mundo, si
cuadro de pintura, la sonata de piano, o la comenzamos a personalizar, etc.). Pero
obra literaria, les instale en otros estados insistimos, en mayor o menor grado, todos
afectivos. O que simplemente les resulte ellos son realistas. Y este es el dato, insisto,
indiferente, estén inmersos con su aten- que quería destacar.
ción en otras cosas y no reparen en ellos.
Por supuesto. El acto intelectual, volitivo o En los últimos años parece encontrarse,
de sentimiento son actos en gran parte sin ningún género de dudas, el impacto
subjetivos, y aunque todos ellos envuel- incontestable de la depresión en nuestras
van una realidad, otra cuestión es el valor sociedades occidentales desarrolladas, y
de verdad de esta realidad, mejor dicho, las cifras de personas que la presentan son
del contenido de esta realidad en su corres- crecientes. Los psiquiatras dedican su
pondencia con los contenidos de la realidad atención a desentrañar las causas y los
allende mi percepción. Pero hasta aquí me métodos de tratamiento, mientras que los
parece un dato esencial a destacar. Todos filósofos se centran en lo que significa la
los actos mentales, empezando por los depresión para la humanidad, a la vez que
razonamientos, son actos subjetivos, y lo que su presencia e imbricación en el teji-
todos ellos envuelven un valor de realidad. do social puedan revelar en la evolución de
Lo que hay que comprobar es en qué grado la especie humana (en última instancia, de
su contenido corresponde a la realidad; rea- manera muy simplificada, el dualismo
lidad, por así decirlo, objetiva. Naturaleza vs. Cultura) (Radden, 2004).
Desde otro punto de vista, esto hace Para Hansen (2004), en la literatura que
referencia al concepto de «Depressive revisa hay tres grandes tendencias que
Realism» (Hansen J, 2004). La Filosofía de puedan llamarse de orientación filosófico-
la Psiquiatría, la Psicología Social o la psiquiátrica o filosófico-psicológica en el
Sociología, en alguna de sus tendencias análisis de la información sobre la depresión
actuales, quiere otorgar un grado de partici- –y la melancolía–:
pación en la realidad a la afectividad, dicho
en términos generales; a la depresión y a la - Estudios filosóficos interesados en la
melancolía, más en particular. No hay juicio descripción y el análisis de los datos sobre
de realidad sin estado afectivo que lo sus- Psicología moral y costumbrista. Estados
tente. Tendemos a admitir y compartir depresivos de la mente como verdaderos
socialmente que un estado afectivo de tran- en tanto representan o describen fidedigna-
quilidad, serenidad, ligero o moderado opti- mente (al menos parcialmente), desde su
mismo, distracción, cada uno, cada grupo punto de vista, el mundo del paciente depri-
social tendrá su modelo, sea el más realis- mido, el del sentimiento melancólico o de
21 Graham, G. Melancholic Epistemology. En: Fetzer JH (ed.): Epistemology and Cognition. Boston: Kluwer
Academic;1991.
Martin M. Depression: Illness, Insight, and Identity. Philosophy, Psychiatry and Psychology 1999; 6(4)271-86.
81
mentalmente opuestos. De una parte ser, aunque no con la especificidad, y con la
afirmarse, expandirse, realizar una ascen- distinción de subtipos deseada, y su corre-
sión; por otra, dejar de ser, desear la propia lación neuroanatómica.
aniquilación» (Guardini). Al desvalorizarse, se
hunde en la postración hasta llegar a la raíz • Estudios sociopolíticos.
de la melancolía: el deseo de destruirse por
la tortura íntima. (…) Los grandes melancóli- La depresión como confluencia de fuer-
cos buscan refugiarse en la noche y en la zas de origen diverso, pero no en menor
soledad más pura,…, el mar,…, el otoño que grado de carácter social, que presionan
desnuda los árboles,… Todo este espectá- sobre las personas y las hacen derrumbar-
culo de grandezas ilimitadas les melancoliza se en su fuero interno. Julia Kristeva es de
todavía más y les sumerge en los fundamen- la opinión, esquematizando excesivamente,
tos oscuros de su ser (pp. 96-7). que la evolución tecnificadora de nuestra
sociedad tiene un importante coste para
• Estudios sobre la naturaleza médica de algunas personas, y este coste se manifies-
la depresión. ta como depresión.22 Las características del
mercado laboral, la evolución de las relacio-
La depresión sigue siendo un síndrome nes sociales, y otros, son factores que pue-
con multitud de causas, irreconciliables den intervenir decisivamente.
entre sí, de diversa naturaleza. Uno de los
grandes retos para la Medicina, la
Psiquiatría y la Psicología es hallar los moti- EN EL CONTENIDO DE LA REALIDAD
vos por los que su frecuencia de presenta- HAY POSIBILIDADES DE INNOVACIÓN Y
ción está aumentando de manera tan llama- CREATIVIDAD QUE NO SON AJENAS A
tiva al menos en el mundo occidental. LA MELANCOLÍA
22 Radden J. The Nature of Melancholy: From Aristotle to Kristeva. New York, Oxford University Press; 2000.
Antología que reúne textos de una treintena de autores, cuyo común denominador está entroncado en algu-
na medida con la melancolía (mezcla tanto melancholy como melancolía). Pueden leerse desde textos que
pueden calificarse como filosóficos, religiosos, literarios, etc. De esta manera, están representados textos
tan dispares como el famoso problema XXX del pseudo-Aristóteles (seguramente Teofrasto), Ficino, Burton,
Goethe, Kant, Griesinger, Freud, etc.
23 Léase el Capítulo 9: Hermenéutica: la naturaleza del hombre desde una perspectiva más amplia; así
como alguno de los posteriores: Capítulo10: Medicina y sociología; en contraste con: Capítulo 3: Empirismo
y realismo: dos tendencias opuestas en medicina; y el Capítulo 8: El enfoque naturalista de la Psiquiatría;
del libro que estamos comentando: Wulff HR, Pedersen SA, Rosenberg R. Introducción a la filosofía de la
medicina. Madrid: Triacastela;2002. El libro está escrito en un nivel asequible para profesionales de la sani-
dad que no hayan accedido antes a cuestiones filosóficas relacionadas con su profesión.
83
HECHOS Y VALORES EN PSIQUIATRÍA su labor profesional deben evitar los juicios
de valor. ¿Es ello posible, realizar una tarea
En Psiquiatría o Psicología Clínica con- científica sin tomar en consideración algún
vergen ciencias biológicas y ciencias cultu- tipo de valores?
rales o del espíritu, como es inevitable por
sus contenidos. Una amplia variedad de En el polo opuesto, los expansionistas
contenidos. En la actualidad, priman las creen que cualquiera que sea la actividad
Neurociencias, pero hace apenas cuaren- humana en cuestión, y en particular la
ta años tenían mucha fuerza algunas cien- actividad científica, nunca es neutral,
cias culturales (Sociología, Antropología). sino que siempre está comprometida con
Simplemente, basta repasar el índice de los valores.
libros de texto.
Un análisis de la Historia de las Ciencias
Gracia D (2003) recurre a un libro de en los siglos XIX y XX da a entender que, en
Graham LR (1981)24 para plantear el dualis- general, los científicos dedicados a las cien-
mo entre «hechos científicos» y «valores». cias físicas en su mayoría tienden al restriccio-
Diversos científicos, en el desarrollo de su nismo,25 mientras que las ciencias relaciona-
trabajo, han optado, bien por una ciencia das con la vida, la Medicina, la Psicología, la
basada exclusivamente en hechos científi- Biología, se acercan más a posiciones
cos, o bien han incorporado deliberada- expansionistas.
mente valores a su tarea científica.
Gracia se remonta a la distinción de
El tema de los valores ha entrado en la Hume entre cuestiones de hecho o empíri-
Medicina en las últimas décadas, en nues- cas, y las relaciones de ideas referentes a
tro medio cultural, a través de los Comités las relaciones entre sentimientos, creencias,
de Bioética de los Centros sanitarios, y ha etc. (donde, en última instancia, se funda-
adquirido una gran importancia. mentarían, entre otras, las Éticas), que en
definitiva se basarían en las primarias rela-
Uno de los polos que observa Gracia en ciones de hecho. Todo conocimiento cientí-
el libro de Graham es el de la actitud restric- fico se basa en los hechos empíricos y obje-
cionista o value-free (la ciencia desprovista tivos, relegando a un lado los sentimientos
de valores o axiológicamente neutral). Se subjetivos. De los hechos podremos alcan-
trata de científicos que consideran que para zar la certeza, mientras que de los senti-
25Gracia D: p. 44 (op. Cit.): El concepto de «hecho científico» no surge más que con la física moderna, y
es a partir de ella como la filosofía, en especial la positivista, elabora los conceptos de «hecho puro» y de
«ciencia libre de valores». Desde ahí hasta el neopositivismo y el primer Wittgenstein, se podrá seguir dicien-
do sin titubeos que «el mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas» y menos de los sentimientos,
las creencias y los valores.
85
occidental otorga cuatro tareas al médico, ris» del discurso racional humano, y que como
difíciles de separar unas de otras: 1) promo- apriorísticos ya no son relativos. Estos aprio-
ción de la salud. La salud no se da por ris son de dos tipos: lógicos y éticos. De nues-
supuesta, hay que promocionarla entre la tro interlocutor damos como previamente cier-
población. La educación sanitaria de la to que va a razonar según leyes de la lógica, y
población es una de las tareas más impor- que actuará según unos principios éticos, etc.
tantes que quedan pendientes para un A decir de Kant, estos aprioris son meramen-
equilibrado progreso de la sanidad; 2) pre- te «formales», de ellos se ocupa la Filosofía. Y
vención de la enfermedad, evitando trans- queda pendiente su contenido «material» en
misión de infecciones, aportes de algún cada momento histórico y en cada cultura. De
nutriente en poblaciones específicas, etc.; esto se ocupa la Historia.
3) protección de grupos de población más
vulnerables psicológica y socialmente La Filosofía permite diferenciar distin-
(niños, embarazadas, ancianos, etc.); y 4) tos tipos de valores, lógicos, éticos, esté-
restaurar la salud cuando se ha perdido, ticos, etc., y la Historia ayuda a compren-
que es el más clásico de los cometidos. der cómo han ido desarrollándose tempo-
ralmente. El análisis de todos y cada uno
Desde luego, es un conjunto de objeti- de ellos es el objetivo de las que hoy se
vos muy ambiciosos. Si a ello añadimos conocen con el nombre de Humanidades
poder incorporar conocimientos económi- Médicas: lógica, metodología y epistemo-
cos, de justicia, distribución de recursos, logía médica, bioética, y estética médica
etc. en el personal sanitario, las cosas son (p. 69). Ninguna persona por sí sola puede
muy complejas. abarcar todos estos campos.
Obviamente, hay una necesidad de traba-
La Bioética, por su parte, está próxima jo interdisciplinar: Ese es nuestro reto
al menos en sus fundamentos a la Filosofía actual, saber conjugar la diversidad de los
y al Derecho. Ambas necesitan también de enfoques particulares con la necesaria
la Historia. coherencia de fondo, en mi opinión hoy
muy precaria. En este terreno, casi todo
La filosofía de la medicina sin la historia está por hacer (p. 69).
de la medicina es vacía; y la historia de la
medicina sin la filosofía de la medicina es La propuesta nos parece muy acertada.
ciega. Esta última ha de plantearse qué son También es verdad que complica mucho la
los hechos y qué los valores (p. 68). labor cotidiana y la formación en estos cam-
pos. Pero no necesariamente. Seguramente,
La propuesta de Apel que recoge Gracia y la labor, el trabajo clínico, ya lo es de la
que permite avanzar en la superación del rela- manera en que se viene haciendo; depende
tivismo de las ciencias culturales: aunque la del modo de realizar la exploración y la histo-
racionalidad es siempre falible y relativa, en su ria clínica. Y en cuanto al periodo de forma-
puesta en práctica vienen dados unos «aprio- ción y a la formación continuada, es cuestión
La melancolía no es simplemente una Para Gómez Pin, creo que puede decir-
metáfora. Insistimos en su vinculación a la se que lo específicamente humano es el
creatividad y a la innovación, a la búsqueda thymós, un sentir en sentido amplio que
de nuevos conocimientos. A lo largo de la tiene que ver con la inteligencia. También se
historia humana, hemos visto su estancia y expresaba en términos parecidos el con-
su paso por muchos de los grandes ele- cepto de inteligencia sentiente de Zubiri,
mentos experienciales y vivenciales que nos como el propio Gómez Pin lo recuerda en
han configurado individual y colectivamen- nota a pie de página. Y, además del
te: desde la mitología arquetípica hasta el thymós, hay otro carácter específicamente
pecado capital o la genialidad artística más humano (frente al animal o la técnica robóti-
virtuosa. Desde la belleza sublime hasta la ca), que es el lenguaje. Thymós y lenguaje.
culpa corrosiva recóndita, casi siempre pre- Sentir, sentimiento, en sentido amplio, y
sente junto a la responsabilidad por la vida. expresión o articulación (el autor recurriría
seguramente a una gramática chomskiana)
La melancolía es un hilo conductor que en el lenguaje.
desde las neurociencias puede conducirnos
a las ciencias de la cultura o ciencias huma- Una cuestión esencial que viene argu-
nísticas, y desde ellas a una visión más rica mentada en varios filósofos: la razón huma-
de la antropología y de la psicopatología. na es creativa. D. Gracia (1999) recurre a
dos filósofos, distantes en el tiempo y distin-
Vamos a citar las reflexiones de Gómez tos en cuanto a su forma de pensar, que sin
Pin (2006). A diferencia de un robot en ese embargo tienen alguna similitud en el análi-
mismo lugar, un robot inteligente, o un ani- sis de la razón.
mal, Gómez Pin pone el ejemplo de un lobo;
el comportamiento del ser humano es dis- Decimos que la melancolía nos da la
tinto, es cualitativamente distinto al del ani- realidad como estado en el que el sujeto se
mal. Homero caracterizaba al ser humano encuentra, atemperado a la realidad. Al
con el término «thymós»: ánimo, aliento, sentirse melancólico mientras percibe los
deseo, gusto, sentimiento, pasión, afecto, y árboles, las nubes, los caminos del bosque,
un largo etcétera de términos con los que todo ello y él mismo envueltos en una
se intenta verter en castellano el término melancolía. Esto es una percepción inme-
griego (p. 49). diata del sujeto, una especie de intuición
(aunque el término sea incorrecto en este
Entre los surgidos del barro y dotados contexto, da idea de la inmediatez) (Gracia,
de vida, unos tienen meramente percep- 1999. p. 483).
87
En un segundo momento estructural del instalados en la realidad, atemperados a
conocimiento, tras esta inmediata intuición, y la realidad. Un paso más, y desde el uso
tras el logos que puede enunciar lo percibi- de la razón –razón teórica, práctica,
do, la razón se pregunta cuál es el funda- estética–, debemos inventar o construir
mento de esa melancolía fuera del hecho proyectos, esbozos, cuya comprobación
cognoscitivo de mi aprehensión, es decir, en nos irá aumentando el caudal de conoci-
la objetividad (objetualidad sería más preciso, mientos sobre la melancolía. El máximo
pero no entramos en ello) del mundo. grado de libertad en la creación racional,
a partir de los esbozos, se alcanza en la
Y para ello procede a averiguarlo a tra- actividad racional que Zubiri llama postu-
vés de un método (que podría ser el méto- lación (Gracia, 1986). Un ejemplo es la
do científico), a la búsqueda de lo que novela literaria; también la geometría; y,
podría ser objetivamente esa realidad también, lo es la postulación de Galileo
melancólica en la realidad del mundo, inde- de una estructura matemática para la
pendientemente de mi percepción de ella. física cósmica, en contraposición a la
física clásica sustancialista de origen
En este sentido, el método es un cami- aristotélico.
no hacia el conocimiento científico, un
camino en el que el investigador no puede Este es un planteamiento global o filosó-
mantener una actitud pasiva, de especta- fico. A la Psicopatología le corresponderá,
dor. Más bien lo contrario, el sujeto cognos- como una de las variedades de la razón
cente tiene que crear, elaborar, un esbozo teórica, la razón científica, averiguar si la
de lo que podría ser lo inicialmente percibi- melancolía puede ser un síntoma, un esta-
do inmediatamente en mi percepción, con- do de ánimo específico, y que pueda dis-
trastado en el mundo. Para ello, ese esbo- tinguirse de otros. Si también es, o sólo
zo tiene que ser contrastado, probado, en puede ser, un síndrome; o qué tipo o tipos
la realidad del mundo (experimentación, de síndromes puede constituir y entrar a
comprobación, etc.). formar parte de qué variedad de trastornos
mentales, etc. No es razonable que esto
Este es uno de los vínculos que pueden agote nuestras postulaciones sobre la
proponerse como motivo de estudio e inves- melancolía.
tigación, entre razón, razón creativa y creati-
vidad. Y desde la razón podemos retroceder La melancolía en sentido no patológi-
a los momentos iniciales del conocimiento en co. Podríamos decir otro tanto. Su vali-
los que la razón se sustenta. Momentos ini- dez, y la coherencia de que se siga emple-
ciales que aportan a la razón los contenidos ando ampliamente este término fuera de
para elaborar sus esbozos. la Psicopatología. El análisis de su relación
con la creatividad artística e intelectual. La
Por lo tanto, la aprehensión inicial de mentalidad poética, la mentalidad literaria,
la melancolía como sentimiento nos deja la mentalidad artística no son idénticas a
89
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