Вы находитесь на странице: 1из 4

MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES

Los urbanistas, arquitectos y aquellos que les siguen los pasos que diseñan la
ciudad, no lo hacen de manera consciente, simplemente toman como verdadero lo
dicho por aquellos catedráticos del urbanismo moderno que dictan cómo deben
funcionar las cosas en la ciudad y qué es lo más conveniente para sus habitantes y
comercios de la misma.

Las calles de la ciudad tienen un carácter serio y aburrido, características que


han sido otorgadas por urbanistas, pero más aun convirtiéndolas espacios con
escaza o nula vigilancia vecinal y sin un atractivo que las llenen de vida; ya sean
negocios, plazas o parques, lo que conlleva serios problemas de seguridad ya que
sólo éstas son transitadas por ciertos ratos durante el transcurso del día.

Las aceras deben ser utilizadas a lo largo del día durante todos los días, de esta
manera habrán ojos en la calle que darán seguridad a sus usuarios, diferentes
actividades en la calle asegura aún más este aspecto; es imposible que una calle
donde haya casas, papelerías, tiendas de conveniencia, negocios locales y qué
mejor si hay un parque, esté desocupada durante todo el día, si bien habrá mayor
afluencia peatonal en ciertas horas, habrá momentos en los que disminuya su tráfico
del mismo, pero nunca quedará sin transitar. Debemos dejar de construir barrios
aislados, la paz y tranquilidad pública no tiene por qué estar garantizada por la
policía, esta seguridad se puede conseguir al tener calles y aceras que tengan
actividad social/económica durante el día.

Dentro de las grandes ciudades existen más ciudadanos extraños que conocidos,
específicamente no sólo los que circulan una calle, acera o cualquier otro espacio
público, sino hasta los mismos habitantes de un edificio de apartamentos. La
condición indispensable para que podamos hablar de un distrito urbano como es
debido, es que cualquier persona pueda sentirse personalmente segura en la calle
en medio de todos esos desconocidos.
Generalmente se cree que las vecindades son peligrosas a causa de la mala
iluminación en sus calles. Sin duda alguna un buen alumbrado es importante, pero

la oscuridad por sí sola no es lo que hace un lugar gris y monótono. La unión de


vecinos entre los barrios lleva al fortalecimiento del poder de los ciudadanos,
propiciando que entre todos velen por los mismos intereses y luchen por los
problemas en común.

La ciudad debe estar conectada mediante un tejido urbano rico en mixtura de


clases sociales y uso de suelo, la especialización del mismo se tendrá que dejar
para aquellos que sean un peligro inminente para la sociedad. Lamentablemente
este tejido puede ser roto por la mala arquitectura que plantean conjuntos y no dejan
que la ciudad crezca a través de ello o agregar grandes distancias que separan los
servicios de la zona habitacional.

La vida en las supermanzanas se vuelve monótona y con poco dinamismo tanto


en su arquitectura como en su tejido, no existe el interés por descubrir nuevas
avenidas o explorar nuevos espacios que permitan acortar el camino a pie y no sea
tan larga la trayectoria. Las actividades económicas no tendrían un resultado óptimo
ya que, aunque exista la cercanía entre vivienda – oficinas – comercio, las barreras
espaciales y divisiones como rejas o bardas, no permitirían relación constante entre
los mismos.

La superpoblación / densidad no se controla con la demolición de barrios bajos


tal cual se hacía en su momento, ello no trae beneficios a su población, al contrario,
lo único que provoca es la segregación de los mismos y creen asentamientos para
una nueva densidad de habitantes lo que deriva en más problemas para la ciudad,
ya que el área de trabajo, el equipamiento y los servicios con los que cuenta la
ciudad les queda aún más alejados y la única manera de llegar a ellos es a través
de transporte motorizado.
Los automóviles privados deben ser “sacrificados” para el beneficio de la ciudad.
Al haber menos vehículos en la misma, menor será la inversión para la
infraestructura vial y así se puede apostar a un transporte público eficiente y de
calidad, dando como resultado que en las calles y avenidas no se produzcan
embotellamientos vehiculares en horas pico. Por otro lado, las zonas de
aparcamiento para vehículos pueden suprimirse en algunas zonas de la ciudad para
que la banqueta se haga más amplia y adquiera prioridad y por ende el peatón
también, dotando dicho espacio de mobiliario urbano y vegetación para mayor
confort de sus usuarios.

Los edificios viejos no tienen por qué destruirse, al contrario, un nuevo uso
pueden tener. Es común encontrarse con nuevas edificaciones en la ciudad, pero
es lamentable que viejas construcciones aún en buen estado estén deshabitados y
sólo sirvan como nido de ratas y lienzos para las pandillas. La reutilización de un
viejo edifico será más económico que uno nuevo, y es más, el primero tiende a
adecuarse a más actividades, en él puede ponerse a prueba y error, dando la
posibilidad de modificar el espacio según la necesidad. Es por ello que “las viejas
ideas pueden materializarse en casas nuevas, pero las nuevas ideas, refugiarse en
las viejas”.

Los hitos son puntos de orientación dentro de la ciudad, pero un buen hito va más
allá de sólo un punto de referencia, éste además de referenciar logra dignificar la
diversidad de la ciudad debido a que es diferente y destaca de entre lo demás, y por
otro lado destacan áreas urbanas importantes desde el punto de vista funcional de
la ciudad. Cabe retomar que cada hito tiene su característica que lo identifica y no
podemos compararlos entre sí.

Los parques generalizados son mucho más comunes en las ciudades, estos
albergan varios usos y son flexibles a estos, por ello se adaptan a la mayor parte de
la población y son de uso casi cotidiano. Si lo ponemos en contraparte de un parque
especializado, éste sólo tendrá una actividad e ir ese es saber con exactitud qué se
va a hacer, por ello uno generalizado siempre sorprende a sus usuarios, ya que al
tener diferentes usos, diferentes experiencias se pueden adquirir y así no se
convierte en rutinario.

La intimidad urbana es indispensable para el buen funcionamiento de la ciudad.


Uno es quien pone el límite a otro individuo de hasta dónde le permito tener acceso
a mi vida privada, si bien las barreras físicas como bardas, mallas o elementos como
ventanas y cortinas fungen un papel esencial en el mismo, la privacidad la estipula
uno mismo.

La idea de cercanía surge a través de compartir y saber compartir, es decir, que


las personas aprendan a convivir de manera armoniosa es un espacio público y
respeten el espacio de cada quien. Hoy en día esto no sucede, es sabido que hay
ciertos lugares para cierta población de la ciudad, estos espacios son utilizados de
manera errónea y de manera virtual fungen como barrera e impedir la penetración
de individuos ajenos al lugar, mientras que dicho es lugar es para todos.

Las grandes ciudades y zonas rurales pueden convivir perfectamente juntas. La


primera necesita en su cercanía un campo, en el cual se aproveche en lo mayor
posible los recursos naturales, y es más, hasta poderse convertir en zona protegida
y así tener un gran pulmón para la ciudad, de esta manera ambos compartiendo sus
oportunidades y fortalezas y tratando de inhibir las amenazas y debilidades de
ambos.

“Es verdad que las ciudades inertes y sin vigor suelen contener los gérmenes de
su propia destrucción y poca cosa más. Pero en cambio, las ciudades de vida
intensa animada y diversa contienen la semillas de su propia regeneración y tienen
la energía suficiente para asumir los problemas y necesidades ajenos”

BIBLIOGRAFÍA

Jane Jacobs [1967] Muerte y vida de las grandes ciudades [viernes 21 de abril de
2017] Disponible en: https://goo.gl/eUExsg

Вам также может понравиться