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MONJES BENEDICTINOS
CICLO
Sector Tomina, Lote 3 – 2 ―Teléf. 7581719
I DOMINGO DE
ADVIENTO
Pachacamac, 03 de diciembre de 2017
B
www.monasteriodelaencarnacion.org
DE LA PALABRA A LA VIDA
El evangelio según san Marcos asume desde hoy y durante
todo el nuevo año litúrgico (con un breve paréntesis veraniego
para san Juan) la guía a través de la palabra de Dios y en el
camino siguiendo al Señor.
Y la primera advertencia, como bien sabemos, al comenzar
este tiempo de adviento consiste en la vigilancia. La vigilancia
tiene su sentido en la vuelta del Señor, en su segundo adviento,
el que esperamos, y se nos presenta hoy como una actitud a la
que se ha desprovisto de todo su sentido trágico, dramático, de
todo el conjunto apocalíptico y terrorífico: Solamente velad,
pues no sabemos cuándo volverá el dueño. Sorprende, eso sí, el
énfasis del Señor: “¡Velad!” Los gritos sirven para advertirnos
y también nos sirven, desde hoy, para expresar el deseo de su
vuelta: ¡Maranatha! ¡Ven, señor Jesús!
En estos gritos se descubre una íntima confianza en el
Señor. Su venida es como la venida de un padre, que todo hijo
espera; así lo expresa la profecía de Isaías, al principio y al final: “Tú, Señor, eres nuestro
Padre”, hasta tal punto que nosotros somos como arcilla y tú eres el alfarero, somos obra de tu
mano.
Por eso deseamos que el cielo se rasgue para que de él venga nuestra agua, nuestra salvación.
Esta imagen de los cielos que se abren para que germine el salvador aparecerá especialmente
en la segunda parte del Adviento, pero ya aparece en este tema que tanto gusta a Isaías. Esa
confianza en el Señor se realiza en la práctica de la justicia, se realiza siguiendo sus caminos,
que no son nuestros caminos. Si recorremos este tiempo como tiempo para buscar su justicia,
el Señor saldrá a nuestro encuentro.
Por eso, podríamos resumir en dos palabras cómo es la espera del Señor que se nos propone
hoy: es a la vez optimista y exigente. Es optimista porque, decía san Pablo, “hemos sido
enriquecidos en todo”: la Palabra, el conocimiento de Dios, todo tipo de dones espirituales que
nos hacen capaces para, en medio de este mundo que desprecia todo este tipo de virtudes,
caminar por los caminos del Señor. Es verdad: en muchos momentos la vida nos pone
zancadillas inesperadas, ciega nuestros ojos con deseos y con sentimientos aparentes y nocivos
a partes iguales, y seguir al Señor, creer en Jesús, no parece fácil. Y, sin embargo, el Señor ha
provisto ya para nosotros un barro moldeable, que se adapta bien a su Palabra: el camino se
recorre haciendo su voluntad.
Así, el tiempo del Adviento comienza con un realismo animoso: el Señor nos da ánimo y
nos invita a levantar la mirada de forma vigilante, evitando cualquier forma de instalarnos, de
acomodarnos, de “no hacer”. No hay lugar para la angustia. Esto es el Adviento, un tiempo
alegre para la Iglesia. ¿Qué me atormenta? ¿Qué nos permite que viva mi fe con una cierta
felicidad, incluso en medio de las dificultades propias? “¡Velad!”.
Aprovechemos la experiencia que nos brinda la celebración de la Iglesia. En ella, Cristo se
pone por encima de toda circunstancia y aparece en medio de un pueblo que camina, débil y
cansado, pero seguro de que en una buena dirección. Un corazón dócil se atreverá a elevar el
corazón a la palabra de Dios y a gritarle: ¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA: SEGUNDA LECTURA:
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases! Aguardamos la manifestación de nuestro
Lectura de libro de Isaías 63, 16b-17. Señor Jesucristo
19b; 64, 2b-7 Lectura de la primera carta del apóstol
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre san Pablo a los Corintios 1, 3-9
de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por Hermanos: La gracia y la paz de Dios,
qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con
nuestro corazón para que no te tema? vosotros. En mi acción de gracias a Dios os
Vuélvete, por a mor a tus siervos y a las tribus tengo siempre presentes, por la gracia que
de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él
bajases, derritiendo los montes con tu habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar
presencia! Bajaste, y los montes se derritieron y en el saber; porque en vosotros se ha
con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un probado el testimonio de Cristo. De hecho, no
Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que carecéis de ningún don, vosotros que
espera en él. Sales al encuentro del que aguardáis la manifestación de nuestro Señor
practica la justicia y se acuerda de tus Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el
caminos. Estabas airado, y nosotros final, para que no tengan de qué acusaron en
fracasamos: aparta nuestras culpas, y seremos el día de Jesucristo, Señor nuestro.
salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia Palabra de Dios.
era un paño manchado; todos nos Te alabamos, Señor.
marchitábamos como follaje, nuestras culpas
nos arrebataban como el viento. Nadie ALELUYA Sal, 84, 8
invocaba tu nombre ni se esforzaba por
Muéstranos, Señor, tu misericordia y
aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y
danos tu salvación.
nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y,
sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre,
EVANGELIO
nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos
Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el
obra de tu mano. dueño de la casa
Palabra de Dios. † Lectura del santo evangelio según
Te alabamos, Señor.
san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
SALMO RESPONSORIAL 79
discípulos: —«Mirad, vigilad: pues no sabéis
R. SEÑOR, DIOS NUESTRO,
cuándo es el momento. Es igual que un
RESTÁURANOS, QUE BRILLE TU
hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y
ROSTRO Y NOS SALVE.
dio a cada uno de sus criados su tarea,
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas
sobre querubines resplandece. Despierta tu encargando al portero que velara. Velad
poder y ven a salvarnos. R. entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el
Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde dueño de la casa, si al atardecer, o a
el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que medianoche, o al canto del gallo, o al
tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R. amanecer; no sea que venga inesperadamente
Que tu mano proteja a tu escogido, al y os encuentre dormidos. Lo que digo a
hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
de ti; danos vida, para que invoquemos tu Palabra del Señor.
nombre. R. Gloria a ti, Señor, Jesús.
CANCIONES LITÚRGICAS
D IO S N O S HA B LA CA D A D ÍA
Lun 04-12: Is 2, 1-5; Sal 121; Mt 8, 5-11. Mar 05-12: Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24. Mie
06-12: Is 25, 6-10a; Sal 22; Mt 15, 29-37. Jue 07-12 (San Ambrosio, obispo y doctor de la
Iglesia): Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21.24-27. Vie 08-12 (Inmaculada Concepción de la
Bienaventurada Virgen María): Gn 3, 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1, 26-38. Sáb 09-
12: Is 30, 19-21.23-26; Sal 146; Mt 9, 35⸻10,1.6-8. Dom 10-12 (Domingo II de Adviento):
Is 40, 1-5.9-11; Sal 84; 2P 3, 8-14; Mc 1, 1-8.