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Contra toda lógica y contra cualquier pronóstico, la Ñora del Justam no pudo, no
quiso y no supo armar un programa atractivo para que en Yucatán se celebraran
también el Bi y el Centenario. El Síndrome de la Rechifla la hizo recurrir a la
popularidad de una figura de los tablados, como es Juan Gabriel, para PROTEGER
la realización del evento tradicional del Grito. El Ayuntamiento, que tampoco da pa’
más, ya contrató a Eli Guerra y a Sasha Sokol, ¿qué les parece la imaginación de
nuestras gobernantas? A eso se limitarán las fiestas por el Bicentenario de la
Independencia en Yucatán y por el mismo rumbo van las conmemoraciones del
centenario de la revolución.
No se tuvo el talento necesario para diseñar una estrategia que dejara huella en la
sociedad yucateca. Tampoco se tuvo la capacidad, ni la voluntad, para conjugar
eventos y obras que, juntos, revistieran con decoro unas fechas que no deben pasar
inadvertidas en el ánimo ciudadano, menos aún si se consideran las condiciones de
incertidumbre que vive nuestro país.
Tampoco se tuvo el dinero para cumplir con las chen-obras que la Gobernadora
anunció, confirmó, ratificó y hasta puso “primeras piedras”: la Ciudad del
Conocimiento; el teatro Mayapán; la Avenida del Bicentenario; el Parque
Metropolitano del Sur; el Museo de la Civilización Maya y el Museo del Pueblo Maya;
la Rotonda de las Mujeres Ilustres; la Biblioteca del Bicentenario y el nuevo Centro
de Convenciones y Exposiciones. Nada, ninguna de esas obras se terminarán a
tiempo y las que no queden relegadas en el arcón de las “declaraciones de
banqueta” no responderán a las aspiraciones transformadoras con que fueron
pensadas.
¡¡Lástima para Yucatán!! La Seño de los Cochis pudo ligar su nombre y hasta su
artificial figura a una rememoración histórica y no supo hacerlo. Como diría un clásico
del manejo mediático, “El Perro” Bermúdez: ¡¡la tenía, era suya … y la dejó ir!!