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Svampa, recupera cuatro de los muchos debates que se suscitan en América Latina
en los últimos 20 años, los cuales se atraviesan unos a otros al ejemplificar la condición
política y social de la misma. Estos son: 1. El lugar de los pueblos indígenas en la nación,
con los diferentes matices que se pueden ver en cada uno de los países; 2. El concepto de
desarrollo, el cual fue desechado por los diferentes movimientos sociales de los 60-70´s
ya que representa la lógica capitalista moderna, y que en la actualidad ha vuelto en los
discursos del progresismo, como si no hubiese ocurrido nada; 3. La dependencia, teoría
que representa un faro para A.L, ya que a partir de esta han surgido muchas otras y, la
capacidad de cuestionarse el resurgimiento de la dependencia, pero esta vez con China;
4. El retorno de los populismos infinitos, lo que Cueva mejor los caracteriza como
Bonapartismos ya que es algo sui generis de Latinoamérica.
Los debates expuestos, y los muchos otros que se vienen gestando, permiten
identificar las diversas perspectivas críticas que se han venido construyendo en la región,
las cuales tienden a construir puentes directos con los aconteceres de las diferentes
expresiones sociales de nuestros pueblos, a la vez que crean lazos entre ellas. Algunas de
ellas son: la subalterna radical, la de colonial, el post desarrollista y la epistemología del
sur. Perspectivas que se conectan al presentar una crítica a la forma de entender la región
desde occidente, que siempre muestra un carácter paternal o jerárquico ante nuestro
continente y construcciones teóricas en general.
Esta exaltación del buen vivir, que tiene diferentes términos, ha permitido una
nueva gramática política permitiéndose plantear nuevas relaciones sociales con la
naturaleza en continentes ajenos al latinoamericano.
Mas, uno de los pioneros en el arte de recuperar la cuestión del indio en el ecuador,
es Eduardo Kingman con su cuadro “El Carbonero”, impreso de la corriente del realismo
social, abre una nueva línea en el arte junto con Guayasamín, quienes ven en el indio un
hombre nuevo, el sujeto que debe hacer la revolución en los andes, designando a sus
creaciones como indigenistas y humanistas, respectivamente.
Así, proponen recuperar la categoría de trabajador como el que atraviesa por las
diferentes subjetividades, igualando las heterogeneidades individuales, para desde allí
aglutinar las diferentes demandas, para entender como en la actualidad se piensa un
trabajador y se piensa al trabajador.