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Historia de dos familias en Europa entre los años 1935 y 1945.

Una, cuya cabeza es un médico judío y


cuyos miembros sufren, sin excepción, los horrores del régimen nazi.
El padre de la otra familia en un abogado alemán, joven y ambicioso, quien, espoleado por su esposa se
incorpora a las SS y se convierte en el principal ayudante del principal organizador del aniquilamiento
contra los judios. Contando a través de las vidas de ambas familias los emotivos acontecimientos de una
década.
No voy a negar que el tema del Holocausto judío es uno de los que mayor interés despierta en mi
conciencia lectora. El tema es duro, cruel, bárbaro etc…, todos los calificativos se quedarían cortos para
calificar este genocidio en pleno siglo XX que ha marcado y seguirá marcando la historia de Alemania y la
del mundo en general.

Esta obra de Gerald Geen, publicada en su primera edición en 1978, no es un ensayo, sino una novela
histórica con una narración y situación de los hechos magnífica. La trama se centra entre los años 1935-
1945, concretamente dos familias alemanas serán las protagonistas.
Por una parte nos encontramos a los Weiss, una familia burguesa con el patriarca ejerciendo la medicina
y con una vida acomodada, pero con una característica que sería mortal en los años en los que Hitler
ejerció el poder en Alemania: eran judíos. Por otro lado, nos encontramos ante otra familia, los Dorf, , que
se encuentran en una crisis existencial y económica y que harían de su integración en la maquinaria
genocida nazi el motor de ascenso en el nuevo orden que los Heydrych, Himmler y compañía estaban
construyendo pisoteando los derechos humanos más elementales. Uno cuando tratael binomio terrible,
judío-holocausto, puede imaginarse cual es el resultado final; en el caso de la obra de Greentampoco se
produce el milagro.
Rudi Weiss, uno de los hijos del Doctor Josep Weiss, es el protagonista principal de esta historia;él es el
único superviviente de la familia y el que consigue, años después, seguir la pista de la trayectoria por la
que tuvieron que pasar su padre Josef, su madre Berta, y sus hermanos Karl y Anna.
A través de un diario encontrado durante sus indagaciones, en concreto el de Erich Dorf, el alemán que
prácticamente había sido vecino suyo y que llegó a encuadrarse en las SS alternado con los Heydrych,
Eichmann, Himmler y demás jerarcas nazis, Rudi Weiss nos relata una historia paralela, pero con muchos
puntos de unión: la vida de copete de los Dorf y la desgracia de los Weiss.
Erich Dorf, manejado por una mujer ambiciosa consigue llegar a ser un destacado dirigente de las SS y, en
concreto, un especialista en la consecución de la Solución Final. El doctor Josef Weiss y su familia, ven
como el mundo se mueve bajos sus pies sin que prácticamente puedan hacer algo para evitarlo. Ambos
personajes principales habían tenido más de un contacto médico-paciente antes de que la locura nazi
llevara al paroxismo a toda una sociedad avanzada como era la Alemania de finales de los años 30.
Es esta proximidad la que hace más terrible el relato, la cercanía y a la vez la distancia entre estas dos
familias, encuadradas en una misma sociedad, y que hacen más inexplicable el final de esta historia tan
bien relatada por el norteamericano Gerald Green.
Holocausto es una de las mejores novelas que se han escrito sobre la persecución y exterminio de los
judíos por parte de los nazis. Lo que si puede asegurarse es que supera a todas las demás por su
originalidad y enfoque del tema. No es una obra más sobre la inconcebible hecatombe humana. es la
historia conmovedora de dos familias en Europa entre los años 1935 y 1945. Una, cuya cabeza es un
médico judío y cuyos miembros sufren, sin excepción, los horrores del régimen nazi. el padre de la otra
familia es un abogado alemán, joven y ambicioso, quien espoleado por su esposa, se incorpora a la SS y
acaba por convertirse en ayudante del principal organizador del aniquilamiento proyectado contra los
judíos. A través de las vida de ambas familias, "Holocausto" narra los emotivos acontecimientos de una
década arrolladora que ha dejado un terrible manchón en la historia de la Humanidad. En abril de 1978,
la NBC-TV rodó una serie dramática especial de cuatro episodios, basada en esta impresionante novela

Narra la historia del Holocausto desde la perspectiva de los Weiss, una familia de judíos alemanes así
como desde la perspectiva de la familia Dorf, uno de cuyos miembros, Erik, termina convirtiéndose en
oficial de las SS.

La familia Weiss está integrada por el médico cirujano Dr. Josef Weiss; la madre (pianista de talento),
Berta Weiss; sus hijos, Karl Weiss, un artista (pintor) casado con una mujer alemana y cristiana llamada
Inga Helms-Weiss (Meryl Streep); Rudi Weiss, un jugador de fútbol rebelde e independiente y Anna Weiss,
la hija menor, también pianista. A lo largo de la serie, cada uno de los miembros de la familia
experimentará los horrores del holocausto, y un terrible final, con la excepción de Inga y Rudy.

Anna Weiss, traumatizada tras ser violada por agentes de la Gestapo es ejecutada con monóxido de
carbono junto a otros enfermos de diversas dolencias mentales y psicológicas, de acuerdo a la política de
"eugenesia" aplicada en la Alemania hitleriana de fines de los años 30' del siglo XX. A los familiares les
habían dicho que sería ingresada a un sanatorio. Luego fueron informados por escrito que su muerte se
debió a neumonía.

Rudi Weiss, el más rebelde de la familia, se escapa de su casa una madrugada, y tras largo periplo lleno
de aventuras, consigue sobrevivir como guerrillero, aunque no así su esposa checa, Helena Slomova, quien
muere en un enfrentamiento a tiros con soldados nazis. Creyéndola aún viva, trata de reanimarla, pero es
apaleado, capturado e internado en el campo de concentración de Sobibor del cual escapa
espectacularmente.

El Dr. Josef Weiss es enviado a Auschwitz junto con su mujer y terminan en la cámara de gas.

Karl Weiss, tras pasar por varios campos de concentración, muere en Auschwitz horas antes de que el
campo fuese liberado, a causa de hambre y por las secuelas de las torturas a las que fue sometido en
Theresienstadt. Estando allí logró hacer muchas pinturas con carbón que sobrevivieron.

Inga sacrifica su libertad para unirse a Karl en Theresienstadt donde le han encargado que se ocupe de las
actividades artísticas. De forma desesperada, persigue a Karl por varios campos de concentración, como
Buchenwald, Inga sólo consigue que le entreguen las cartas de él si consiente mantener relaciones
sexuales con un sargento de las SS. Cuando ambos se reúnen en Theresienstadt, ella queda embarazada.

Erik Dorf (Michael Moriarty), un abogado de Berlín, es otro de los personajes importantes. Al no encontrar
trabajo, a instancias de su mujer se afilia a las SS y se transforma de un hombre decente y honrado en un
asesino sin escrúpulos al mando de las operaciones de gaseado en los campos de exterminio. Sufre una
crisis de conciencia a mitad de la guerra, pero su esposa nuevamente lo insta a seguir adelante. Al finalizar
la guerra es capturado por el ejército estadounidense y termina quitándose la vida antes de ser sometido
a juicio, ingiriendo una cápsula de ácido prúsico oculta en el pliegue interno del tobillo del pantalón, en
un descuido del oficial estadounidense que lo interrogaba.

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Holocausto, de Gerald Green


Acerca de este trágico momento de la historia de la humanidad se han escrito multitud de libros, tanto
de ficción -aunque siempre basados en una realidad- como estudios y ensayos destinados a analizar tan
dramático episodio.

Hoy deseo recomendarles una novela que, personalmente, me ha parecido extremadamente


interesante, al tiempo que desgarradora. Les hablo de Holocausto, libro escrito por Gerald Green. No es
una novela destacable por la maestría literaria del autor ni por su belleza. En realidad, esta narración
crea en el lector una incomensurable sensación de desazón y tristeza que puede llegar a resultar
desgarradora, pero al tiempo lo sorprende con escasos momentos en los que prima el valor o la ternura.

El enfoque de la obra es de especial interés. En la novela se combinan dos voces principales, la de un


muchacho judío, Rudi Weiss y la de un oficial nazi, Erik Dorf. El primero de los personajes nos cuenta su
historia una vez transcurridas ya décadas y en su narración se entremezclan los recuerdos y las vivencias
con una infinita tristeza. Hijo de un médico judío, huye de su ciudad en cuanto empiezan las
persecuciones y su hermano es detenido. A partir de ahí, se desplaza por varios países de un modo
clandestino y se salva del funesto final al que son condenados todos los miembros de su familia. Erik
Dorf, por su parte, no es más que un oficial alemán que progresivamente se ve participando en lo que
los altos cargos llaman eufemísticamente "Solución Final", al principio con repugnancia y rechazo, mas
luego completamente imbuido de que asesinar indiscriminadamente a judíos es necesario para la patria
y en modo alguno reprochable. Realmente es aterrador asistir a esta transformación de la psique de uno
de los protagonistas; el lector contempla a un hombre bueno transformarse en un verdadero monstruo
y no puede menos que preguntarse por qué, cuestión que queda en el aire, sin respuesta aparente.

Les dejo un fragmento en el que Erik Dorf, en el momento previo a ser llevado ante un tribunal a causa
de sus numerosos y detallados crímenes de guerra, se comporta de esta manera ante aquellos que van a
interrogarlo y juzgarlo. El fragmento se integra en una carta que es enviada a Rudi Weiss por un jefe de
los Servicios de Inteligencia.

"Dorf era un hombre de unos treinta años, delgado, bien constituido, de aspecto agradable. Al principio
parecía algo inquieto y nervioso, pero tan pronto como descubrió que lo podía hablar alemán con
fluidez, se relajó, sonrió y al instante se mostró en extremo simpático y abordable. En modo alguno daba
la impresión de un hombre complicado en un genocidio.

Fue uno de los muchos criminales de guerra que interrogué y, naturalmente, conservo registros de ellos.
Es posible que encuentren algunos expedientes en alguna parte, y en el caso de que Dorf hubiera
comparecido a juicio, probablemente le habría sido posible localizar mi interrogatorio. Pero trataré de
reconstruir lo mejor posible la orientación de nuestros intercambios.

Teníamos un expediente sobre el comandante Erik Dorf y su nombre aparecía en numerosas cartas e
informes relativos a los judíos, en especial cuando llegó a ser ayudante de Reinhard Heydrich. Por tanto,
estábamos enterados de que no se hallaba relacionado casualmente con todo ello.

Dorf seguía insistiendo en que no había sido más que un empleado más o menos encumbrado, un
correo. Afirmaba ignorarlo todo sobre las supuestas atrocidades y asesinatos en masa, pero yo, siendo
oficial, comprendía que a menudo los espías y saboteadores, así como los criminales, eran condenados a
muerte.

Entonces le mostré varias docenas de fotografías de los campos de exterminio y le pedí que me hablara
de ellos. Estoy seguro de que usted habrá visto esas foros, y no las habrá olvidado... cuerpos
amontonados como si fueran leña, montañas de ceniza, la gente desnuda, alineada delante de las
cámaras de gas, los ahorcamientos en masa. Adujo no tener conocimiento directo de todo ello. Siguió
insistiendo en que los muertos eran probablemente guerrilleros, bandidos, gente condenada a morir a
causa de sus actividades, no por su origen racial.

Dorf dijo, y recuerdo que lo repitió varias veces, que no sentía animadversión personal alguna contra los
judíos y que, de hecho, hubo un tiempo en que acudía a un médico judío en Berlín [el padre de Rudi
Weiss] y que más bien admiraba al doctor.

Entonces le pregunté si estaba enterado de que, cuando los últimos Sonderkommandos empezaron a
limpiar Auschwitz, descubrieron que uno de los pozos crematorios abiertos tenía una capa de cuarenta y
cinco centímetro de grasa humana. Hizo un gesto con la cabeza. Parecía dar a entender que corrían toda
suerte de historias extrañas.

Sus modales seguían siendo afables, cordiales, exactamente los de un hombre educado -me hizo
observar que era licenciado en Derecho- e insistía, una y otra vez, en que él se había limitado a
transmitir órdenes y que eran otros quienes llevaban a cabo la política referente a los judíos y otras
minorías.

Por último, y al mostrarle fotografías de un grupo de niños judíos muertos, evidentemente por disparos
de las Einsatzgruppen y apilados en una fosa común, le informé que disponíamos del testimonio de
veinticuatro personas, alemanes y no alemanes, que le habían visto presenciarlo y actuando con
capacidad oficial en las cámaras de gas, en los hornos y en los fusilamientos masivos. Incluso había un
testigo que alegaba haber visto al propio Dorf matar a una mujer judía en Ucrania, respondiendo a un
desafío del coronel Paul Blobel.

Llegados a este punto, Dorf pareció perder su actitud serena. Comenzó una inacabable explicación de
cómo se había hecho necesario destruir a los judíos, considerando que eran enemigos de la Cristiandad,
agentes del bolchevismo, los enemigos mortales de Europa, un verdadero virus, y así sucesivamente.

-¿Y los niños, comandante? -le pregunté-. ¿Por qué asesino a los niños?

Repuso que, por muy lamentable que hubiera sido, si se hubiese permitido vivir a los niños, habrían
vuelto a formar el núcleo de un nuevo ataque contra los alemanes. El Führer lo había expuesto todo
claramente. Si está familiarizado con algunos de los testimonios presentados en Nuremberg, recordará
que Otto Ohlendorf, que también era un joven atractivo, inteligente y educado, admitió libremente que
había ordenado el exterminio en Crimea de noventa mil judíos y adujo el mismo razonamiento".

Una pequeña nota: En 1974 se rodó una serie homónima basada en la novela, que aún hoy puede
encontrarse en DVD. Se la recomiendo fervientemente.

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