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Narratología Luisa Hidalgo Ramos

Análisis del cuento La leyenda del rey indio de Hermann Hesse según la
teoría de las funciones de Vladimir Propp

por Luisa Hidalgo Ramos

El siguiente trabajo tiene como objetivo mostrar el análisis de las funciones del cuento La
leyenda del rey indio de Hermann Hesse siguiendo la propuesta de Vladimir Propp en su
texto La morfología del cuento. Para lograr lo anterior se presenta en un primer apartado el
cuento mismo y, posteriormente, el análisis realizado a este, además de algunas conclusiones
al respecto.

I. EL RELATO

“La leyenda del rey indio” forma parte de una colección de cuentos titulada La Leyenda del
rey indio y otros relatos iniciáticos. A continuación, se presenta el texto que se analizará en
este trabajo:

La leyenda del rey indio

En la antigua India de los dioses, muchos siglos antes del advenimiento de Gotama
Buda el excelso, sucedió que los brahmanes ungieron a un nuevo rey. Este joven
monarca gozó de la confianza y las enseñanzas de dos sabios varones que le enseñaron
a purificarse mediante el ayuno, a someter a la voluntad los impulsos tormentosos de
su sangre y a preparar su mente para el entendimiento del Todo y Uno.

En efecto, por esta época habían estallado entre los brahmanes ardorosas polémicas
sobre los atributos de los dioses, sobre las relaciones de unas divinidades con otras y
sobre las de éstas con el Todo y Uno. Algunos pensadores empezaban a negar la
existencia de múltiples divinidades, y postulaban que los nombres de éstas no eran más
que denominaciones de los aspectos sensibles del Uno invisible. Otros negaban con
apasionamiento estas doctrinas y se aferraban a las viejas divinidades, sus nombres y
sus imágenes; ellos precisamente no creían que el Todo y Uno fuese un ser concreto,
sino sólo un nombre aplicado al conjunto de todas las divinidades. De manera similar,
para unos las palabras sagradas de los himnos eran creaciones temporales, y por
consiguiente mudables, mientras otros las tenían por primigenias y la única cosa
auténticamente inmutable. En estos aspectos del conocimiento de lo sagrado, lo mismo

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que en los de… se manifestaba el afán de llegar a conocer las verdades últimas, y por
eso dudaban y discutían sin descanso de qué fuese el Espíritu mismo, o sólo su nombre,
otros rechazaban esta distinción entre el Espíritu y la palabra, considerando que el ser
y su imagen eran entidades inseparables. Casi dos mil años más tarde los mejores
ingenios de la Edad Media occidental discutirían casi exactamente los mismos puntos.
Y aquende como allende hubo pensadores serios y luchadores desinteresados, pero
también hubo prebendados desprovistos de espíritu y de caridad a quienes preocupaba
únicamente que tales discusiones no redundasen en el desprestigio del culto o del
templo, ni que la libertad de pensamiento o de discusión sobre la naturaleza de las
divinidades fuese a mermar, por ventura, el poderío ni las rentas de la casta sacerdotal.
Lo que ellos querían era seguir viviendo como parásitos del pueblo; cuando el hijo o la
vaca de alguno caían enfermos, los sacerdotes se le metían en casa durante semanas y
le chupaban toda la hacienda en forma de ofrendas y de sacrificios.

Y también aquellos dos brahmanes de cuyas enseñanzas disfrutaba el rey, siempre


ávido de saber, estaban reñidos en cuanto a las verdades últimas. Pero como ambos
tenían fama de gran sabiduría, el rey, entristecido por tal desavenencia, solía decirse:
«Si ni siquiera estos dos sabios consiguen ponerse de acuerdo en cuando a la verdad,
¿cómo podré conocerla nunca yo, con mi flaco entendimiento? No dudo de que debe
existir una verdad única e indivisible, pero me temo que ni siquiera los brahmanes
puedan llegar a conocerla con seguridad».

Cuando los interrogaba al respecto, sus dos preceptores contestaban:

-Muchos son los caminos, pero el destino es único. Ayuna, mortifica las pasiones de tu
corazón, recita las estrofas sagradas y medita acerca de ellas.

El rey hizo de buena gana lo que le aconsejaban, y realizó grandes progresos en la


sabiduría, pero sin alcanzar nunca su meta de poder contemplar la verdad última. Cierto
que logró superar las pasiones de la sangre, así como aborrecer los deseos y los placeres
animales. E incluso para comer y beber tomaba solamente lo indispensable (un plátano
al día y unos granos de arroz). Así se purificaba de cuerpo y espíritu, y enfocaba al
objetivo definitivo todas sus fuerzas e impulsos de su alma. Las palabras sagradas,
cuyas sílabas antes le parecían monótonas y vacías, desplegaban ahora para él todos
los encantos de su magia y le dispensaban consuelo íntimo. En estos torneos y
ejercicios de la razón iba conquistando premio tras premio. Pero siguió sin hallar la
clave del secreto final y de todos los misterios del ser, y eso lo tenía triste y
cariacontecido.

Entonces decidió disciplinarse por medio de una gran penitencia. Para lo cual se
encerró durante cuarenta días en la más apartada de sus estancias sin probar bocado y
durmiendo en el suelo, sin manta ni almohada. Su cuerpo enflaquecido exhalaba un
aroma de pureza, su rostro delgado relucía de un brillo interior y su mirada avergonzaba

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a los brahmanes por la ecuanimidad purísima que traslucía. Superada esta prueba de
cuarenta días, convocó a todos los brahmanes en el atrio del templo para que ejercitasen
su ingenio en la resolución de las cuestiones más difíciles. Y mandó traer vacas blancas
con las frentes adornadas de cadenas de oro, como premio para los vencedores del
concurso.

Los sacerdotes y los sabios acudieron, tomaron asiento y se enzarzaron sin demora en
la batalla de las ideas y de las palabras. Paso a paso demostraron la exacta
correspondencia entre los dos mundos, el sensible y el del espíritu, afilaron sus
inteligencias en la interpretación de los versículos sagrados y disertaron sobre el
Brahma y el Atman. El ser elemental de cien brazos fue comparado con el viento, con
el fuego, con el agua, con la sal disuelta en el agua, con la unión del hombre y la mujer.
También idearon parábolas e imágenes para describir el Brahma creador de dioses que
son más grandes que el mismo Brahma, y distinguieron entre el Brahma creador y el
que encierra en sí lo creado, de manera que procuraban compararlo consigo mismo. Y
argumentaron brillantemente sobre si el Atman es anterior a su nombre, o si su nombre
es idéntico a su esencia o sólo una creación de ésta.

Una y otra vez intervino el rey proponiendo temas para nuevos interrogantes. Sin
embargo, cuanto más prodigaban los brahmanes sus respuestas y sus explicaciones,
más solo y abandonado se hallaba entre ellos el rey. Cuando más preguntaba y asentía
al escuchar las respuestas, y mandaban que fuesen premiadas las más ingeniosas, más
ardía en su anterior el anhelo de la verdad misma. Pues bien se daba cuenta de que
todos aquellos discursos y análisis no servían sino para dar vueltas alrededor de ella,
pero sin tocarla nunca. Nadie lograba entrar en el círculo interior. De manera que,
conforme iba proponiendo preguntas y repartía honores, se veía a sí mismo como un
niño dedicado junto con otros niños a una especie de juego. Hermoso, sí, pero de los
que provocan sonrisas indulgentes por parte de los hombres adultos.

Por eso el rey fue ensimismándose cada vez más, pese a hallarse en medio de la gran
asamblea. Cerró todos los sentidos y dirigió su voluntad ardiente a ese foco, la verdad,
pues sabía que todos los seres participan de ella y duerme en el interior de cada uno,
también en el de los reyes. Y como era un ser puro, en cuyo interior no subsistía ninguna
escoria, fue encontrando suficiencia y claridad dentro de sí mismo. Cuanto más se
sumía en sí, mayor era la luz que percibía, como el que camina dentro de una caverna
y cada paso le lleva más y más cerca del resplandor de la salida.

Mientras tanto, los brahmanes continuaron largo rato hablando y discutiendo, sin darse
cuenta de que el rey estaba como sordo y mudo. Se exaltaban, alzaban las voces cada
vez más, y no pocos manifestaban así la envidia por las vacas que habían correspondido
a otros.

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Hasta que, por fin, uno de ellos reparó en la distracción del monarca. Interrumpiendo
su discurso, levantó la mano y lo señaló con el dedo, y su interlocutor calló e hizo lo
mismo, y el vecino de éste también. Al fondo del atrio algunos grupos alborotaban y
charlaban todavía, pero la mayoría guardaba un silencio sepulcral. Hasta que callaron
todos, sentados sin decir nada y mirando al rey, que se mantenía erguido, el semblante
impasible, la vista dirigida al infinito. Y su rostro irradiaba una luz fría y clara como la
de una estrella. Entonces todos los brahmanes se inclinaron ante su éxtasis y
comprendieron que cuanto estaban haciendo era sólo un juego de niños, mientras que
el personaje real estaba habitado por Dios mismo, el epítome de todos los dioses.

Pero el rey, cuyos sentidos estaban fundidos en la unidad y vueltos hacia lo interior,
seguía contemplando la verdad misma, indivisible, en forma de luz pura que infundía
en su interior una certeza dulcísima, a la manera en que un rayo de sol cuando atraviesa
una piedra preciosa la convierte en luz y sol, con lo que criatura y creador se hacen
uno.

Luego volvió en sí, y cuando miró a su alrededor, sus ojos reían y su frente brillaba
como un lucero. Despojándose de sus ropas, salió del templo, salió de la ciudad y del
reino, y se adentró desnudo en la selva, donde desapareció para siempre.

II. ANÁLISIS DEL CUENTO

Según Propp (1981) lo importante para analizar un cuento es contar con un método adecuado.
Esto nos permitirá descubrir la estructura de la narración y así se podrá clasificar de manera
correcta una obra, lo cual puede ayudar a comprenderla y compararla con otros trabajos de
tal manera que sea evidente que existen elementos constantes y elementos variables. Aunado
a lo anterior, Propp propone la noción de función del personaje para comenzar a describir el
cuento y para esto se tiene que plantear la interrogante de qué hace el personaje. En sus
palabras la función es “…la acción de un personaje definida desde el punto de vista de su
significación en el desarrollo de la intriga”

A partir de lo anterior, se propone en el siguiente análisis que el cuento La leyenda del rey
indio está conformada por una situación inicial y algunas funciones de las 31 enlistadas por
Propp.

Situación inicial: los brahmanes ungen al nuevo rey, este es preparado espiritualmente por
dos sabios para la comprensión de su mundo. Más tarde surge una disputa entre los

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brahmanes acerca de cómo se está entendiendo y nombrando a este mundo y también entre
los dos sabios allegados al rey existen diferencias de pensamiento, lo cual provoca angustia
en el monarca.

VIII: Algo le falta a uno de los miembros de la familia; uno de los miembros de la familia
tiene ganas de poseer algo (carencia): ante las diferencias de opiniones de los muchos
pensadores y, sobre todo, de los dos sabios en los que más confía el rey, este duda de su
propia capacidad para conocer y comprender la verdad. Carece, pues, de un conocimiento
anhelado.

IX: Se divulga la noticia de la fechoría o de la carencia, se dirigen al héroe con una


pregunta o una orden, se le llama o se le hace partir (mediación, momento de
transición): esta función puede dividirse en los siguientes dos momentos:

a) el rey obedece el consejo (orden) de los sabios y se somete al ayuno, la mortificación de


las pasiones, la recitación de las estrofas sagradas y la meditación.

b) el rey se encierra cuarenta días en gran penitencia

X: El héroe-buscador acepta o decide actuar (principio de la acción contraria): igual


que en el punto anterior, esta función puede dividirse en dos momentos:

a) una vez superada la prueba de los cuarenta días de encierro, el rey decide actuar y convoca
a todos los pensadores de su reino para una gran disertación acerca de la verdad última y
ofrece premios por la participación en el certamen.

b) el rey se da cuenta de que el certamen es un acto vano, pues no se está alcanzando el


objetivo en el certamen y decide ensimismarse, cerrar todos sus sentidos y enfocarse en la
verdad.

XXVII: El héroe es reconocido (reconocimiento): los brahmanes que participaban en el


certamen estaban tan enfocados en imponer su versión de la verdad que no se dieron cuenta
hasta después del estado del rey y poco a poco fueron callando y comprendiendo la confusión
en la que estaban al estar discutiendo y se inclinaron ante el éxtasis en el que se encontraba
el monarca.

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XXIX: El héroe recibe una nueva apariencia (transfiguración): el rey regresa de su estado
de éxtasis con gran alegría y decide salir del templo y de la ciudad y despojarse de sus ropas
para adentrarse al bosque y desaparecer.

III. CONCLUSIONES

En el breve ejercicio de análisis que se presentó en el apartado anterior se puede evidenciar


que, si bien no se encuentran todas las funciones enunciadas por Propp, sí están presentes
aquellas que sirven como base y articuladores de la narración. De tal modo que se plantea
una situación inicial, la cual provoca un sentimiento de carencia, y este sentimiento, a su vez,
genera un momento de transición, del cual deriva el principio de acción contraria o la toma
de decisiones por parte del protagonista que lo llevan a entrar a un estado por el cual es
reconocido y por el que se produce una transfiguración. Es decir, en este relato se reconocen
las funciones o acciones de los personajes y la relación que tienen entre sí estas mismas, de
tal manera que la secuencia de cada una es un entretejido que construye el cuento.

BIBLIOGRAFÍA:

Hesse, Herman (2004) La leyenda del rey indio y otros relatos iniciáticos, Barcelona: Oniro,
208 págs.

Propp, Vladimir (1981) La morfología del cuento, Madrid: Fundamentos, 234 págs.

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