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Las preguntas y respuestas son posibles, pero la gracia reside en que no son
apropiadas, pertinentes en ese contexto, porque esa situación, la localización y los
personajes, configuran una escena psicosocial que impone unas restricciones al respecto
a lo que se puede decir y a lo que se puede interpretar. Esto nos lleva a la diferencia
entre significado gramatical y el sentido o significado discursivo o pragmático.
El significado atiende a las reglas del sistema lingüístico, que asignan un valor
semántico a un conjunto de signos fónicos o gráficos organizados en unas estructuras
determinadas (palabras, frases u oraciones) sin considerar ningún factor extralingüístico
(el contexto concreto donde se producen).
Si embargo, el sentido (o significado pragmático-discursivo) resulta de la
interdependencia de los factores contextuales y las formas lingüísticas; exige tomar en
consideración el mundo de quien emite el enunciado y el mundo de quien lo interpreta,
sus conocimientos previos y compartidos, sus intenciones, todo aquello que se activa en
el intercambio comunicativo, así como el resto de dimensiones del contexto empírico en
que se produce.
Una de las perspectivas fundamentales de la pragmática que con más éxito se han
ocupado de estudiar los problemas de la manifestación de las intenciones es la que se
conoce como la teoría de los actos de habla (Austin, 1962, Cómo hacer cosas con
palabras, Searle, 1964, 1969).
En una primera época, Austin distinguió entre enunciados constatativos
(constatatives) y enunciados realizativos (performatives). Los primeros son los que
utilizamos para describir el mundo:
Hace frío.
Carlos es alto.
La película es muy interesante.
Ejemplo:
A: [dirigiéndose a B] te pido que friegues los platos.
B: [levantándose y yendo a la cocina] voy a fregarlos.
Acto locutivo: “te pido que friegues los platos”, oración que podemos analizar con un
significado referencial de petición de algo (coincide con el acto ilocutivo).
Acto ilocutivo: petición.
Acto perlocutivo: B se levanta y cumple la petición.
EL PRINCIPIO DE COOPERACIÓN
A) Máxima de cantidad:
1. Haga usted que su contribución sea tan informativa como sea necesario (teniendo en
cuanta los objetivos de la conversación).
2. No haga usted que su contribución resulte más informativa de lo necesario.
B) Máxima de cualidad:
1. No diga usted lo que crea que es falso.
2. No diga usted aquello de lo cual carezca de pruebas adecuadas.
C) Máxima de relación:
Sea pertinente (vaya al grano).
D) Máxima de manera:
1. Evite ser oscuro al expresarse.
2. Evite ser ambiguo al expresarse.
3. Sea escueto (y evite innecesariamente prolijo).
4. Proceda usted con orden.
EJEMPLOS:
A través de la ironía, el profesor quiere que el alumno entienda que dice “no”.
Aquí, B responde algo que parece no venir a cuento, pero espera que A haga la
implicatura necesaria (no acudió ese día a clase por encontrarse enferma).
Es una tautología, con la que espera que la audiencia implique lo que en la ocasión
resulte adecuado.
En cada sociedad hay creencias respecto a lo que es el buen uso de una lengua y
respecto a lo que son usos desviados o vicios lingüísticos, y que generan desde la
actividad de organismos reguladores (Academias) hasta las creencias de la gente de la
calle (habla bien o habla mal).
La actividad discursiva es algo que forma parte de la vida de las personas de una
manera esencial, e incluso existen verdaderas sanciones sociales (legales o religiosas)
que tienen como objetivo determinados usos lingüísticos:
-La difamación.
-La injuria.
-Las escuchas ilegales.
-Los insultos.
-El perjurio.
En otros casos son las creencias religiosas las que sancionan como tabú o pecado:
-La blasfemia.
-Los juramentos.
-Las malas palabras.
-Las mentiras.
-Nombrar a determinadas personas (vivas o muertas).
EJEMPLOS DE MALENTENDIDOS
1. Volviendo al hogar, me metí en la casa que no es, y choqué contra el árbol que no
tengo.
2. El otro coche chocó contra el mío, sin previo aviso de sus intenciones.
3. Creía que el cristal de la ventanilla estaba bajado, pero me di cuenta que estaba
subido cuando saqué la cabeza a través de ella.
4. Choqué contra un camión estacionado, que venía en dirección contraria.
5. Un camión retrocedió a través de mis palabras y le dio a mi mujer en la cara.
6. El peatón chocó contra mi coche y después se metió abajo.
7. El tío estaba por toda la calle y tuve que hacer varias maniobras bruscas antes de
darle.
8. Saqué el coche del arcén, miré a mi suegra, y me fui de cabeza por el terraplén.
9. Llevaba cuarenta años conduciendo cuando me dormí al volante y tuve el accidente.
10. Un coche invisible que salió de la nada me dio un golpe y desapareció.
En todos los casos existe un intento de ser máximamente relevante y decir aquello
que mostrará la inocencia de quien lo escribe.