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La teoría del apego: la

importancia de los lazos


emocionales tempranos
Por
Carlos Vergara

El apego es definido por Ainsworth y Bowlby como un vínculo emocional


profundo y duradero que conecta a dos personas mutuamente a través del tiempo
y el espacio.
El apego en si no tiene que ser recíproco esto implica que una persona puede
tener un apego hacia un individuo el cual no le corresponde.

El apego se refiere a aquellas conductas específicas de los niños, como la


proximidad hacia una figura de paternal cuando estos se sienten alterados o
amenazados.

Por otra parte, el comportamiento de apego del adulto hacia el niño incluye
responder de manera sensible y apropiada a las necesidades de este.

El comportamiento de apego parece ser universal en todas las culturas. La teoría


del apego explica cómo emerge la relación padre-hijo y cómo ésta influye en el
desarrollo posterior.

Contenido de este artículo:


 Desarrollo de la teoría del apego
o Etapas del desarrollo del Apego
 Apego asocial (0 a 6 semanas)
 Apego indiscriminado (6 semanas a 7 meses)
 Apego especifico (7 a 9 meses)
 Apego múltiple (10 meses en adelante)
 Teorías sobre el apego
o Teoría del aprendizaje conductista del apego
o Teoría evolutiva del apego
o Teoría de la impronta de Konrand Lorenz

Desarrollo de la teoría del apego


La teoría del apego en psicología se origina con el trabajo fundamental de John
Bowlby. En la década de 1930, en ese entonces John Bowlby trabajaba como
psiquiatra en una Clínica de Orientación Infantil en Londres, donde tuvo la
oportunidad de tratar a muchos niños con trastornos emocionales.
Esta experiencia llevó a Bowlby a considerar la importancia de la relación entre
el niño con su madre en términos de su desarrollo social, emocional y cognitivo.

Específicamente, moldeó su creencia sobre la relación entre las experiencias de


separación temprana de bebés de su madre y el posterior desajuste que estos
experimentaban, lo cual llevó a Bowlby a formular su teoría del apego.

John Bowlby, quien trabajaba junto con James Robertson observó que los bebes
experimentaron una angustia intensa cuando eran separados de sus madres.
Incluso cuando estos niños eran alimentados por otros cuidadores, su ansiedad no
disminuía.

Estos hallazgos contradecían la teoría conductual dominante sobre el apego


(Dollard y Miller, 1950), la cual demostró que subestimaba el vínculo del niño
con su madre. La teoría conductual del apego vigente en aquella época establecía
que el niño se apegaba a la madre debido a que ella era quien alimentaba al bebé.

BOWLBY DEFINIÓ EL APEGO COMO


UNA “CONEXIÓN PSICOLÓGICA
DURADERA ENTRE LOS SERES
HUMANOS”.
Bowlby propuso que el apego se puede entender dentro de un contexto evolutivo
en el cual el cuidador proporciona seguridad y protección para el bebé, por tano
el apego es adaptativo ya que aumenta las posibilidades de supervivencia de los
bebes.

Esto se ilustra en el trabajo de Lorenz (1935) y Harlow (1958). De acuerdo con


Bowlby, los bebés tienen una necesidad universal de buscar proximidad con su
cuidador cuando están bajo estrés o amenazados.
La mayoría de los investigadores creen que el apego se desarrolla a través de una
serie de etapas.

Etapas del desarrollo del Apego


Rudolph Schaffer y Peggy Emerson (1964) estudiaron a 60 bebés en intervalos
mensuales durante sus primeros 18 meses de vida, en lo que se conoce como
estudio longitudinal. Todos los niños fueron estudiados en su propio hogar, y se
identificó un patrón regular en el desarrollo del apego.

Los bebés fueron visitados mensualmente durante aproximadamente un año, se


observaron sus interacciones con sus cuidadores y se entrevistó a los cuidadores.
La madre guardó un diario para examinar la evidencia del desarrollo del apego.
Se registraron tres medidas:

 Ansiedad ante extraños: como respuesta ante la llegada de un desconocido para el


niño.
 Ansiedad de separación: nivel de angustia que el niño experimenta cuando es separado
de su cuidador y el grado de comodidad cuando este regresa.
 Referencias sociales: se refiere al grado en el cual un niño mira a su cuidador para
determinar cómo se debe responder a una nueva situación (marco seguro).

Además, estos autores descubrieron que los apego en los bebes se desarrollan en
la siguiente secuencia:

Apego asocial (0 a 6 semanas)

Los bebés en sus primeras semanas de vida son básicamente asociales, en el


sentido que diversos tipos de estímulos, tanto sociales como no sociales,
producen una reacción favorable, como una sonrisa.

Apego indiscriminado (6 semanas a 7 meses)


Los bebés disfrutan indiscriminadamente de la compañía humana, y la mayoría
de los bebés responden por igual ante cualquier cuidador. Se enojan cuando un
individuo deja de interactuar con ellos.

Sin embargo a partir de los 3 meses, los bebés sonríen con más frecuencia con las
caras que les son familiares y suelen sentirse cómodos con un cuidador habitual.

Apego especifico (7 a 9 meses)

Se presenta cuando existe una especial preferencia por una sola figura de
fijación. El bebé busca personas particulares para su seguridad, comodidad y
protección. Muestra temor ante extraños e incomodidad cuando se les separa de
una persona especial (ansiedad de separación).

Algunos bebés muestran miedo ante los extraños y ansiedad de separación con
mucha más frecuencia e intensidad que otros, sin embargo, se los considera
evidencia de que el bebé se ha apegado. Esto por lo general se desarrollada a
partir del primer año de edad.

Apego múltiple (10 meses en adelante)

Los bebes se tornan cada vez más independientes son capaces de crear múltiples
apegos. A los 18 meses de edad, la mayoría de los bebés son capaces de sostener
apego con más de una figura cercana.

Los resultados del estudio de Schaffer y Emerson indicaron que los apegos se
formaron con aquellas personas que respondieron con precisión a las señales del
bebé, no necesariamente con aquella persona con la que pasaron más tiempo. Es
lo que denominaron respuesta sensible.

aquellos bebés con apegos fuertes tenían madres que respondían rápidamente a
sus demandas e interactuaban con sus hijos. Por otra parte, los bebés que tenían
un apego débil poseían madres que interactuaban poco con ellos.
Muchos de los bebés del estudio desarrollaron apegos desde los diez meses de
edad, que incluían a figuras de apego diferentes a sus madres, tales como padres,
abuelos, hermanos e inclusive vecinos.

Sin embargo, la madre fue la principal figura de apego para aproximadamente la


mitad de los niños a los 18 meses y el padre para la mayoría de los demás.

Uno de los factores más importante en la formación de apego no se refiere a


quién alimenta y cambia al niño, sino quién juega y se comunica con él o ella.
Por lo tanto, la capacidad de respuesta parece ser la clave del apego.

Teorías sobre el apego


Se han propuesto dos teorías principales las cuales representan las corrientes más
importantes, que explican como se forma el apego.

Teoría del aprendizaje conductista del apego


Representada por Dollard y Miller, sugiere que el apego es un conjunto de
conductas aprendidas. La base para el aprendizaje del apego es la provisión de
alimentos. Un bebé inicialmente formará un apego con aquella persona que lo
alimenta.

Los bebes aprenden por tanto a asociar al alimentador, generalmente la madre,


con la comodidad de ser nutridos a través del proceso de condicionamiento
clásico, por tanto, llegan a encontrar el contacto con la madre que los conforta.

También encuentran que ciertos comportamientos, por ejemplo, llorar, sonreír,


brindan respuestas deseables de los demás, tales como, atención, comodidad y, a
través del proceso de condicionamiento operante, aprenden a repetir dichos
comportamientos para obtener aquello que desean.
Teoría evolutiva del apego
Representada por autores como Bowlby, Harlow y Lorenz sugiere que los niños
vienen al mundo biológicamente preprogramados para formar vínculos con los
demás, porque esto les ayudará a sobrevivir.
El bebé crea conductas innatas de “facilitación social”, tales como el llanto y la
sonrisa que estimulan las respuestas innatas de cuidado de los adultos. El factor
determinante del apego no es el alimento, sino el cuidado y la capacidad de
respuesta.

Bowlby sugirió que un niño inicialmente solo formaría un apego primario


(monotropía), además la figura apego actuaba como una base segura que permite
al niño explorar el mundo. La relación de apego actúa como un prototipo para
todas las demás relaciones sociales futuras, por lo que su interrupción puede
tener graves consecuencias.

Esta teoría también sugiere que existe un período crítico para desarrollar el
apego, el cual se ubica alrededor de 0 meses a 5 años de edad.

Si el apego no se ha desarrollado durante este período, entonces el niño sufrirá


consecuencias en su desarrollo las cuales serán irreversibles, tales como
inteligencia reducida y aumento de la agresividad.

Teoría de la impronta de Konrand Lorenz


Lorenz (1935) realizó un curioso experimento, tomó un nido con huevos de
ganso y los mantuvo hasta que estaban a punto de eclosionar. Luego la mitad de
los huevos fueron dejados bajo el cuidado de una madre ganso, mientras que
Lorenz mantuvo la otra mitad para sí mismo durante varias horas.

Cuando los gansos nacieron, Lorenz imitó el sonido de graznido de la madre


ganso, por lo cual los jóvenes pájaros lo consideraron como si fuese su madre y
por consecuencia lo siguieron. El otro grupo siguió igual comportamiento con la
madre ganso.

Lorenz descubrió que los gansos siguen el primer objeto en movimiento que ven,
durante un período crítico de 12-17 horas después de la eclosión. Este proceso se
conoce como impronta, y sugiere que el apego es innato y está programado
genéticamente.

La impronta tiene efectos permanentes, tanto para la supervivencia a corto plazo


como para la formación de modelos internos para las relaciones posteriores.

La impronta se produce sin que sea necesario que produzca ningún tipo de
alimentación. Si no se ha desarrollado ningún apego dentro de las 32 horas, es
poco probable que se desarrolle posteriormente.

Para asegurarse de que se hubiera producido la impronta, Lorenz puso todos los
pichones juntos debajo una caja volteada y les permitió mezclarse. Cuando se
quitó la caja, los dos grupos se separaron para ir con sus respectivas “madres”:
una mitad con la mama ganso y la otra con Lorenz.

La impronta no parece darse inmediatamente después de la eclosión, más bien


parece existir un período crítico durante el cual puede ocurrir.

Hess demostró que, aunque el proceso de impronta podía ocurrir tan pronto como
una hora después de la eclosión, las respuestas más fuertes ocurren entre las 12 y
17 horas después de la eclosión, y que después de 32 horas era poco probable que
se produjera la respuesta. Lorenz y Hess creen que una vez que se ha producido
la impronta, está ya no se puede revertir.

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