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El ego es un mecanismo de protección del sujeto en relación a su entorno.

Nos aferramos
a nuestra “identidad” para no lidiar con
Desde un punto de vista social, la “naturaleza humana” es tan recursiva como el ego
freudiano. Vivimos de acuerdo a los valores establecidos como propios de la naturaleza
humana para facilitar nuestras interacciones con los entornos dentro de los cuales nos
desenvolvemos como especie: la naturaleza, la sociedad, la cultura. Podríamos ir más
allá, siguiendo a Fromm, y señalar que disolvernos dentro de una naturaleza humana es
una especie de estado orgiástico, a través del cual podemos reducir nuestra angustia
frente a la soledad implícita en nuestra consciencia de ser individuos.
Somos Bandada de la Comida porque nos facilita el acceso a las satisfacciones validadas
dentro del paradigma. De acuerdo a Fromm, nos brinda la ilusión momentánea de no
estar solos en el mundo y, así, disminuye la angustia existencial. Las experiencias
simplistas de la Bandada de la Comida pertenecen al campo de experiencias reconocidas,
validadas. Ir más allá es entrar en el campo de lo inexplorado, es aventurarse en lo
desconocido.
Lo que estoy afirmando aquí, en última instancia, es que una defensa apasionada del
concepto de naturaleza humana involucra una cierta necesidad de sostener la cartografía
de lo real, una voluntad de orden.
Es interesante reconocer que, para Villegas, el malestar frente a la realidad es uno de los
aspectos más evidentes de su “naturaleza humana”. En su ejemplo de los jóvenes que
van a la guerra, demuestra el elemento simplificador que ejercen las narrativas en relación
al activismo humano. La vida se reduce y se simplifica cuando se le encasilla dentro de
una narrativa. Pero, como he argumentado aquí, la idea de naturaleza humana también
es una narrativa.

Las utopías son tan necesarias como peligrosas.

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