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El cristianismo del Nuevo Testamento pone marcado énfasis en la

enseñanza.
Alrededor de cuarenta y cinco veces en los Cuatro Evangelios, se le llama a
Jesús Maestro, y cerca del mismo número de veces se dice que él enseñaba.f1
Pablo y los otros apóstoles y los caudillos del Nuevo Testamento fueron
maestros. La misma cosa es un hecho acerca de los profetas del Antiguo
Testamento. Este hecho —que el Antiguo y el Nuevo Testamentos pongan gran
énfasis en la enseñanza— es tan evidente que no se necesita argüir más sobre lo
mismo. Los que creen que el Nuevo Testamento debe ser nuestro guía,
probablemente estarán de acuerdo en que la enseñanza o doctrina es necesaria
en el cristianismo. La enseñanza o doctrina era esencial en el cristianismo del
Nuevo Testamento. Para nosotros es necesaria todavía.
El cristianismo del Nuevo Testamento era una religión de la verdad. Hacía
énfasis en la verdad. El cristianismo siempre ha reclamado ser una forma de la
verdad. Si el cristianismo no es una forma de la verdad, entonces los cristianos
han sido siempre engañados en cuanto a la naturaleza de su religión.
Pablo nos dice lo que él predicó como el evangelio. Fue que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado; y que fue
resucitado de entre los muertos conforme a las Escrituras (<461503>1 Corintios
15:3, 4). El evangelio, entonces, consiste en ciertos hechos, pero no solamente
en los hechos escuetos (si es que pudiera haber tal cosa), sino también en el
significado de esos hechos. El significado de estos hechos lleva consigo la
conclusión de que el evangelio es un evangelio de verdad, de importancia. El
cristianismo no consiste en hechos ininteligibles, ni de mero sentimiento. El se
basa en hechos, pero en hechos de una importancia muy definida para nosotros
y para nuestra vida espiritual.
3. Es necesario un conocimiento de la verdad en la vida cristiana.
La vida cristiana es una vida de fe. Se llega a ser cristiano por un acto de fe.
Por gracia sois salvos por la fe (<490203>Efesios 2:3). Y todo lo demás que sea la
fe, reclama ser un reconocimiento de la verdad y un acto de confianza basada
en ese conocimiento. Es un acto de aventura basada en la promesa del
evangelio. La fe se basa en la Palabra del evangelio. El evangelio es buenas
nuevas, buenas nuevas de algo que Dios ofrece a los hombres en Cristo Jesús.
La fe es la aceptación de ese ofrecimiento.
Por la fe nosotros entramos a la vida cristiana; por la fe crecemos en la vida
cristiana. La fe es un acto de confianza basada en la promesa del evangelio, y
alimentándose en la Palabra del evangelio, crece la fe. Sin un conocimiento
desarrollado de la verdad, puede haber poco y aun nada de crecimiento en la
vida cristiana. La vida espiritual depende tanto del conocimiento de la verdad
para su desarrollo como la vida física depende del alimento.
4. Un conocimiento de la verdad es necesario para propagar el evangelio.
Uno de los impulsos fundamentales en la vida cristiana es el impulso a propagar
el evangelio. Se señaló antes que el llegar a ser cristiano es un acto racional y
voluntario basado en un conocimiento del evangelio. El que propaga el
evangelio, entonces, debe ser capaz de darle al que desea ganar a la vida
cristiana, un concepto inteligente de lo que significa ser cristiano. El llegar a ser
cristiano no es un asunto de dar un salto ciego en la obscuridad. El propagador
del evangelio debe, de consiguiente, tener un alcance inteligente del significado
del evangelio y debe estar en capacidad de dar una afirmación inteligente
acerca del mismo.
5. Un conocimiento de la verdad es necesario para la defensa del
evangelio.
Algunas veces el evangelio debe ser defendido. Pero no se puede defender
aquello que no tiene significado alguno. Una religión sin doctrina sería una
religión sin significado. Y tal religión no podría ser propagada ni defendida.
En el Nuevo Testamento, especialmente hacia la última parte, encontramos a
Pablo y a otros defendiendo vigorosamente el evangelio en contra de los que lo
negaban o pervertían. Pablo empleó gran parte de su vida y energía
oponiéndose a los judaizantes, y tanto Pablo como Juan defendieron
vigorosamente el evangelio en contra de los gnósticos. Para actuar así ellos
tenían que afirmar el evangelio en términos de significado definido.
El elemento de doctrina en el cristianismo, entonces, es necesario. Hablar de
religión sin doctrina es hablar disparates. Desde luego, esto no es decir que la
doctrina es todo lo que hay en la religión. Es posible dar demasiado énfasis
sobre el lugar de la doctrina. Necesitamos recordar también que la doctrina no
existe por su propia causa: no es ninguna cosa que deba tenerse en la mente y
pensarse solamente. Es un programa de actividad. Todo el Nuevo Testamento
recalca el hecho de que oír la Palabra no es suficiente; debe ponérsela en
acción. La doctrina no es un sistema de ideas sólo para contemplarse; es una
invitación a vida y actividad. No solamente debe oírse la Palabra, también se
debe practicar. Nosotros empero repetimos, la doctrina es necesaria o nuestra
actividad será ciega y sin propósito.

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