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Shel Leanne
Sobre la autora
A veces hace falta un cierto tiempo para reconocer que alguien tiene una
capacidad especial para hacernos creer en nosotros mismos, para unir esa creencia
con nuestros ideales más elevados y para hacernos imaginar que juntos podemos
lograr grandes cosas. En esas contadas ocasiones, cuando esa persona aparece,
tenemos que dejar a un lado nuestros planes e intentar alcanzar lo que sabemos
que es posible.
Obama sabe que no es suficiente con crear una visión o establecer unos
objetivos, el éxito requiere la capacidad de expresar una visión y unos objetivos de
modo extraordinariamente convincente. Para explicar la fuerza oratoria de Obama,
no se puede separar el contenido del estilo de comunicación, es decir, el fondo de
la forma. Hablar como Obama analiza las lecciones que hay que aprender de las
excelentes prácticas de comunicación que tanto han contribuido a los éxitos
logrados por Obama. Arroja luz sobre el modo en que líderes de todos los campos
—negocios, política, justicia, actividades no lucrativas y académicos—pueden
hacer uso de estas mejores prácticas para poder desarrollar una excelente
capacidad de comunicación.
Por último, en el capítulo 9, «Motivar a los demás para que actúen y dejar
una profunda última impresión», se investigan las prácticas de comunicación que
han ayudado a Obama a motivar a la gente para que actúe. Se profundiza en las
herramientas que emplea para transmitir una sensación de ímpetu y crear una
sensación de urgencia, a la vez que adopta un estilo de comunicación que le hace
parecer más accesible a los ojos de la audiencia, como si estuviera hablando cara a
cara. Se investiga también el modo en que el estilo de comunicación de Obama le
permite aumentar gradualmente la intensidad, subrayando estribillos memorables
y finalizando con fuerza.
i
The Times, «Europe Shows Love for Barack Obama-Unfortunately it Has No
Vote», 7 de junio de 2008.
ii
Mitin en Portland, Oregón, mayo de 2008.
iii
Entrevista en ABC News, «This Week with George Stephanopoulos», 8 de
octubre de 2008.
1
En los minutos previos a que Barack Obama suba al estrado, el senador por
Illinois Dick Durbin elogia con entusiasmo a Obama frente a la audiencia de
Boston y a millones de telespectadores. Se refiere a Barack Obama como un
hombre cuya «vida festeja la oportunidad de América [...] cuya familia refleja la
esperanza de una nación acogedora [...] cuyos valores reaniman nuestra fe en una
nueva generación...». Elogia a Obama por poseer «el don extraordinario de reunir a
gente de todos los estratos sociales».
En nombre del gran estado de Illinois, [la multitud aplaude y los ojos de Obama
brillan de orgullo al pronunciar el nombre de su estado], encrucijada de una nación
[pausa], tierra de Lincoln, permitidme expresar mi más profunda gratitud por el
honor de dirigirme a esta convención. [Extiende ambas manos abiertas hacia el público
para expresar su gratitud.]
Pero mi abuelo tenía sueños más ambiciosos para su hijo. [Obama extiende las
palmas de la mano hacia arriba, como si quisiera medir la magnitud de los sueños .] Con
mucho esfuerzo y perseverancia mi padre obtuvo una beca para estudiar en un
lugar mágico: América [las palabras en cursiva indican énfasis], que brilló como faro de
libertad y oportunidades para tantas personas que llegaron antes que él. [La
inflexión de su voz transmite orgullo patriótico y promueve aplausos.]
Y también ellos tenían grandes sueños para su hija, un sueño común nacido
de dos continentes. Mis padres no sólo compartían un amor inverosímil;
compartían también una fe inquebrantable en las posibilidades que ofrece este país.
[Obama pronuncia las palabras con orgullo y reverencia; la mano extendida hacia el
público, para la admiración compartida de todo lo que Estados Unidos tiene que ofrecer.]
Esta noche nos reunimos aquí para afirmar la grandeza de nuestra nación,
que no se debe a la altura de nuestros rascacielos, el poder de nuestro ejército, o la
importancia de nuestra economía. Nuestro orgullo se basa en una premisa muy
sencilla, resumida en una declaración efectuada hace más de doscientos años,
«Sostenemos como evidentes estas verdades, [aumenta ligeramente el volumen de su
voz, pronunciando con detenimiento estas palabras patrióticas y ahueca los dedos de la
mano derecha en forma de C, moviéndolos frente a él como si colocara las palabras en el
aire] que todos los hombres han sido creados iguales, [aplausos], que han sido
dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la
vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad».
En estas elecciones, [Obama alza el dedo índice en el aire como si fuera un bastón]
ofrecemos esa alternativa. Nuestro partido ha escogido para liderarnos a un
hombre que encarna lo mejor que tiene que ofrecer este país. [Resuena el orgullo en
su tono de voz.] Y ese hombre es John Kerry. [Su tono de voz es firme y resuelto.
Aplausos.] John Kerry sabe cuáles son los ideales de comunidad, fe y servicio,
porque ellos han definido su vida. [Junta los dedos para dar fuerza a cada una de las
palabras.] Desde su heroica participación en Vietnam hasta sus años como fiscal y
vicegobernador, pasando por dos décadas en el Senado de Estados Unidos, se ha
entregado a este país. [Vuelve ambas palmas de las manos hacia arriba, como si ofreciera
un presente, para subrayar la descripción de la dedicación y servicio de Kerry.] Una y otra
vez, le hemos visto tomar decisiones difíciles cuando tenía otras más fáciles a su
disposición. Sus valores y su trayectoria afirman lo que hay de mejor en nosotros.
[Varía su tono de voz y aumenta el volumen.]
John Kerry cree en una América en la que se recompensa el esfuerzo. Así que
en lugar de ofrecer deducciones fiscales a compañías que trasladan puestos de
trabajo al extranjero [Obama mueve la mano hacia la derecha con desdén], las ofrece a
compañías que los crean aquí. [Mueve ambas manos a la izquierda como si moviera un
objeto a su verdadero lugar, para indicar cuanto más daría Kerry a la alternativa de
mantener puestos de trabajo en Estados Unidos. Aplausos.]
John Kerry cree en una América donde todos [énfasis] los americanos puedan
disfrutar de la misma cobertura sanitaria que nuestros políticos de Washington
tienen para ellos. [Aplausos.] John Kerry cree en la independencia energética, para
no ser rehenes de los beneficios de las compañías petrolíferas [Obama mueve la
mano haciendo la señal de alto] ni de los sabotajes de pozos de petróleo extranjeros.
[Aplausos.] John Kerry cree en las libertades constitucionales que han hecho de
nuestro país la envidia del mundo, y nunca sacrificará nuestras libertades básicas
ni utilizará la fe como cuña para dividirnos. [Pausa para los aplausos.] Y John Kerry
cree que, en un mundo peligroso, la guerra debe ser a veces una alternativa [apunta
al aire con su dedo índice, para dar a entender la importancia de lo que dice], pero nunca
debería ser la primera [énfasis] opción. [Aplausos.]
Quiero ser claro. [Obama mueve su dedo índice por el aire.] Tenemos enemigos
reales en todo el mundo. A esos enemigos hay que encontrarlos. [Junta los dedos.
Una breve pausa imprime seriedad a las palabras.] Hay que perseguirlos [el gesto de su
mano subraya la importancia de «perseguirlos»] y hay que derrotarlos. [Junta los dedos al
pronunciar estas palabras, remarcando su importancia.] John Kerry lo sabe. Y del
mismo modo que el teniente [énfasis] Kerry no dudó en arriesgar su vida para
proteger a los hombres que servían con él en Vietnam, el presidente [énfasis] Kerry
no dudará un solo instante [énfasis] en usar nuestra potencia militar para que
América siga siendo un lugar seguro. John Kerry cree [énfasis] en América. Y sabe
que no basta con que algunos de nosotros prosperemos. [Mueve su dedo índice por el
aire.] Porque junto a nuestro famoso individualismo hay otro ingrediente en la
epopeya americana. [Su tono de voz transmite un desafío más allá de las palabras.]
Una creencia a la que todos estamos conectados como un solo pueblo. [Su
tono de voz está lleno de añoranza y orgullo patriótico.] Si hay un niño en el South Side
de Chicago que no sabe leer, eso me importa [pone la mano sobre el pecho, subrayando la
sinceridad de sus palabras], aunque no sea mi hijo. [Obama pronuncia las palabras con
sinceridad y provoca los aplausos.] Si en alguna parte hay un anciano que no puede
pagar los medicamentos que le han recetado y tiene que elegir entre los
medicamentos y el alquiler, eso empobrece mi vida, aunque no sea mi abuelo.
[Pone la mano tiernamente sobre el corazón y provoca más aplausos.] Si hay una familia
de origen árabe que es detenida y no recibe la asistencia de un abogado ni el
debido proceso [aumenta el volumen de su voz], eso amenaza mis [énfasis] libertades
civiles. [Golpea suavemente el puño cerrado sobre su pecho, provocando una gran ovación
de la audiencia. Hace una pausa mientras suenan los plausos.] Es esa creencia
fundamental—soy el guardián de mi hermano [aumenta aún más el volumen, y su voz
tiene un tono de justicia moral mientras mueve enérgicamente la mano en el aire], soy el
guardián de mi hermana [vuelve a mover la mano enérgicamente en el aire, estableciendo
contacto visual con la otra parte de la audiencia]—la que hace funcionar este país.
[Aplausos.] Es la que nos permite ir en pos de nuestros sueños individuales y, sin
embargo, estar unidos como una sola familia americana [su tono de voz se hace cada
vez más reflexivo]. «E pluribus unum.» [Pronuncia con detenimiento cada palabra, ahueca
los dedos de la mano derecha formando una C y los mueve como si colocara las palabras en
el aire para que las vea la audiencia y hace una pausa efectista.] De muchos, uno. [Baja el
tono de voz para poner énfasis en la traducción, ahueca los dedos de la mano izquierda
formando una C y los mueve de nuevo como si colocara las palabras en el aire.]
En el fondo, ése es el mayor don que nos ha dado Dios, la base [énfasis] de
esta nación; una creencia [énfasis] en cosas no vistas; una creencia [énfasis] en que hay
mejores días por delante. [La pasión resuena en la voz de Obama.] Yo creo [énfasis] que
podemos ayudar a nuestra clase media y proporcionar a nuestras familias
trabajadoras un camino hacia las oportunidades. Yo creo [énfasis] que podemos
ofrecer empleos a los desempleados, casas a los sin casa y rescatar de la violencia y
la desesperación a jóvenes de las ciudades de toda América. Yo creo [énfasis] que
tenemos a popa un viento de rectitud y que, puesto que nos encontramos en la
encrucijada de la historia, podemos tomar las decisiones correctas, y superar los
retos que tenemos ante nosotros. ¡América! [énfasis.] ¡Esta noche! [La intensidad de su
tono de voz, que va aumentando gradualmente, suena como un desafío.]
Si vosotros sentís la misma energía [énfasis] que yo, si sentís la misma urgencia
[énfasis] que yo, si sentís la misma pasión [énfasis] que yo, si sentís la misma esperanza
[énfasis] que yo, si hacemos lo que debemos hacer, entonces no tengo ninguna duda
de que a lo largo de todo el país, desde Florida hasta Oregón [agita enérgicamente
una mano en el aire], desde Washington hasta Maine [agita enérgicamente de nuevo
una mano en el aire, la inflexión de su voz sube y baja para transmitir la amplitud
geográfica, de costa a costa] la gente se alzará en noviembre y John Kerry jurará su
cargo de presidente y John Edwards jurará su cargo de vicepresidente y este país
rescatará su promesa y de esta prolongada oscuridad política nacerá un día más
brillante.
Esta noche nos reunimos aquí para afirmar la grandeza de nuestra nación,
que no se debe a la altura de nuestros rascacielos, el poder de nuestro ejército, o la
importancia de nuestra economía. Nuestro orgullo se basa en una premisa muy
sencilla, resumida en una declaración efectuada hace más de doscientos años,
«Sostenemos como evidentes estas verdades, que todos los hombres han sido
creados iguales, que han sido dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la
felicidad».
Por último, poca gente podrá olvidar el extraordinario final del conmovedor
discurso de apertura de 2004. Obama varió con habilidad el ritmo de sus palabras,
haciendo hincapié en ciertas palabras en momentos clave y amplificando
progresivamente su voz mientras aumentaba gradualmente la intensidad. Sabía
cómo manejar la oleada de aplausos para que no le hiciera perder ímpetu. Una vez
llegó al punto culminante, finalizó el discurso de forma apasionada, lanzando un
reto, una llamada a la acción: «¡Esta noche! si sentís la misma energía que yo, si
sentís la misma urgencia que yo, si sentís la misma pasión que yo, si sentís la misma
esperanza que yo, si hacemos lo que debemos hacer, entonces...».
Este potente final vigorizó aún más a la audiencia, dejando una fuerte última
impresión.
Si usted aspira a ser un líder altamente eficaz, la gente tiene que confiar en
su criterio y ética y tener seguridad en su capacidad de liderazgo, creyendo que
usted es merecedor de autoridad. Si no hay credibilidad ni confianza, tampoco
habrá nada más. Por tanto, la primera tarea de todo candidato a líder es ganarse la
credibilidad y confianza de aquellos a quienes quiere liderar. Barack Obama la ha
llevado a cabo con gran éxito, ganándose la credibilidad y confianza de la amplia y
diversa gama de personas que componen su coalición: ciudadanos de a pie,
políticos, grandes donantes, diseñadores de la política, miembros del establishment
de los medios de comunicación. Él ha recurrido a esta credibilidad y confianza
para aprovechar oportunidades clave y extender su influencia. Las prácticas de
comunicación clave han ayudado a Obama en la consecución de su objetivo. Con la
utilización de la comunicación como instrumento para obtener apoyos, Obama ha
exhibido un gran carisma personal. Él actúa para dar una gran primera impresión
y para potenciar excelentes segundas impresiones. Además, Obama utiliza
ademanes efectivos, emplea los apoyos con habilidad, arranca con gran fuerza y
transmite una ética digna de admiración. En este capítulo se exploran las prácticas
que han permitido a Barack Obama ganarse la credibilidad y confianza de millones
de seguidores, tanto en su país como en el extranjero.
El carisma de un líder
La mayoría de la gente dice que sabe lo que es carisma cuando lo ve: fuego
en los ojos, pasión y dominio. Señalan, por ejemplo, a líderes políticos como Martin
Luther King, Jr., Ronald Reagan, John F. Kennedy y Benazir Butto, así como a
líderes populares como Oprah Winfrey. Líderes dinámicos que no tienen nada que
ver con los que pronuncian rutinarios y monótonos discursos o con los apáticos
oradores que no muestran entusiasmo por su tema.
Las palabras a las que a menudo se recurre para describir a Barack Obama—
magnético, electrizante, vigorizante e inspirador—nos hablan de su carisma como
líder. Obama tiene un estilo y una forma de presentar que le permiten ganarse la
confianza de quienes le escuchan, inspirarlos y moverlos a actuar. Obama se las
arregla para cautivar a las audiencias. Desde el momento en que se dirige al
estrado para situarse frente a la audiencia, con su modo de andar seguro, la gente
ve en él una combinación de pasión y autoridad. Transmite carisma a través de
múltiples atributos no verbales—la sonrisa amplia y brillante, la chispa de
seguridad en sus ojos—, su voz resonante y un movimiento del cuerpo que indica
autoridad. Parte del carisma de Obama es su capacidad para transmitir de forma
eficaz entusiasmo. Suele mostrarse estrechamente unido a las cosas de las que
habla, se preocupa a fondo de los temas y le entusiasma compartir. Su entusiasmo
da energía a la gente joven y a la gente mayor.
Tan importante como el carisma tal vez sea la capacidad para utilizarlo y
proporcionar una gran primera impresión. Las primeras impresiones son
duraderas. Este trillado dicho es cierto. En su rápido ascenso, desde la oscuridad al
remache del nombramiento de 2008 como candidato demócrata a la presidencia
del país, Barack Obama ha desarrollado una capacidad formidable para establecer
una primera gran impresión.
El ejercicio fue útil. Las personas cuyo objetivo es presentarse como líderes
deberían vestir el papel, representarlo y reunir a su alrededor los apoyos
necesarios. Esto es así porque—sin proferir una sola palabra—a través de las
primeras impresiones se inicia un diálogo y se sientan bases importantes para
imponer autoridad, obtener confianza y ejercer un liderazgo efectivo.
Barack Obama posee una gran habilidad para ofrecer una excelente primera
impresión. El contacto visual que establece desde el principio con sus audiencias,
extendiendo el brazo hacia ellas con gesto seguro, estrechando la distancia física
que hay entre él y el público, caracteriza el principio de una especie de
conversación bidireccional, que provoca entre los miembros de la audiencia la
reacción de incorporarse y disponerse a escuchar.
Voz
Más allá de la calidad natural del tono de voz, la forma precisa en que los
líderes emplean sus voces se convierte en algo importante para formarse una
impresión sobre ellos y, en última instancia, para el nivel de efectividad de un
discurso. Hay múltiples dimensiones de la comunicación verbal que van más allá
de las palabras concretas que se pronuncien. El modo en que se pronuncian las
palabras puede transformar un recitado insípido en un discurso con fuerza. Las
herramientas del orador habilidoso incluyen volumen, tono, textura, ritmo e
inflexión. Una voz y entonación efectivas pueden conmover a la gente, hacer más
memorables las palabras y lograr que, en conjunto, la comunicación sea más eficaz.
Las charlas que se comunican con fuerza pueden provocar reacciones del tipo,
«Algo tiró dentro de mí». Barack Obama consigue este tipo de impacto a través de
un uso competente de la voz y la entonación, lo cual refuerza la enjundia de sus
mensajes.
Volumen
Obama rompe las reglas que indican que los gestos deberían utilizarse con
moderación. La gestualidad frecuente es parte de su estilo de comunicación. Para
él es eficaz porque los movimientos son fluidos y prolongaciones de sus palabras, y
porque transmiten su entusiasmo. Trabajan conjuntamente con las modulaciones
de la voz y el tono, y de ese modo animan sus palabras, proporcionando una
dimensión valiosa a sus observaciones.
El uso de apoyos puede ser otro medio importante de crear impresiones así
como de reforzar mensajes clave. Consideremos el ejemplo anterior: si usted quiere
convencer a los demás de que es ciego, ¿qué apoyos sugeriría? Gafas de sol, un
perro, un bastón blanco. Ahora, extendamos el ejemplo a otra situación. Si un
candidato político está intentando conseguir una imagen presidencial, ¿qué apoyos
podría emplear? Podría estar flanqueado por grandes banderas nacionales a ambos
lados del atril. Si trata de dar una imagen de fuerza en política exterior, ¿qué
apoyos podría utilizar? Podría invitar a altos mandos militares a situarse tras él
cuando haga sus pronunciamientos en política exterior.
Fue aquí, en Springfield, donde se juntan norte, sur, este y oeste donde se
me recordó la dignidad esencial del pueblo americano, donde llegué a creer que
por medio de esta dignidad podíamos construir una América más optimista.
Y por eso, a la sombra del viejo Capitolio estatal, donde Lincoln pidió una
vez a una cámara dividida que permaneciera unida, donde aún viven esperanzas y
sueños comunes, yo me presento ante vosotros para anunciar mi candidatura a la
presidencia de Estados Unidos.
Reconozco que hay cierta arrogancia, cierta audacia, en este anuncio. Sé que
no he dedicado mucho tiempo a aprender la forma en que se hacen las cosas en
Washington. Pero he estado allí el tiempo suficiente para saber que esta forma de
hacer tiene que cambiar.
Algunos de vosotros decíais que Carolina del Norte cambiaría las reglas en
esta elección. Pero hoy, lo que Carolina del Norte ha decidido es que las únicas
reglas que hay que cambiar son las de Washington, DC.
Había muchas personas que no pensaron que la carrera sería tan apretada
cuando comenzó. Pero trabajamos a fondo y viajamos por todo el estado a grandes
ciudades y a pequeños pueblos, a plantas industriales y a los locales de veteranos
de guerra. Y ahora, seis semanas después, hemos cerrado la brecha. Hemos
incorporado a nuestra causa a gente de todas las edades, razas y condiciones
sociales. Tanto si se sintieron motivadas por primera vez o por primera vez en
mucho tiempo, lo cierto es que hemos registrado una cifra record de votantes que
llevarán a nuestro partido a la victoria en noviembre.iii
Al ofrecer este breve resumen de sus elecciones vitales, Obama recalcaba sus
valores de moralidad y justicia y su compromiso con la comunidad.
Dado el tremendo éxito de Obama, los líderes tienen mucho que aprender
del modo en que utiliza excelentes prácticas de comunicación para ganarse la
credibilidad y confianza de los demás. Hemos observado que el carisma
desempeña un rol para ganar credibilidad y confianza. La gente sabe lo que es el
carisma en cuanto lo ve: un cierto fuego en los ojos, pasión, y autoridad. El carisma
ayuda a los líderes a transmitir energía y a motivar a los demás. La imagen y el
lenguaje corporal son también importantes para crear una profunda primera
impresión. Los líderes expertos sacan provecho de este primer momento decisivo.
A través del uso hábil de la imagen y del movimiento del cuerpo, inician un tipo
de diálogo bidireccional y logran producir excelentes impresiones que perduran.
Ello contribuye a establecer una base sólida para imponer autoridad y ejercer
liderazgo.
ii
Barack Obama: Noche electoral de primarias, Raleigh, Carolina del Norte, 6
de mayo de 2008.
iii
Barack Obama: Noche electoral de primarias de Pensilvania, Evansville,
Indiana, 22 de abril de 2008.
iv
Texto completo del anuncio del senador Barack Obama de la candidatura a
la presidencia, Springfield, Illinois, 10 de febrero de 2007.
3
Derribar barreras
Lograr trascendencia
Cuando Obama reformula con acierto el diálogo para subrayar los puntos
comunes en lugar de las diferencias, se concentra en aspectos clave como sueños y
valores compartidos. Veamos el ejemplo siguiente:
Había más de treinta cartas, todas escritas a mano por mi padre, todas
dirigidas a facultades y universidades de toda América, todas cumplimentadas con
la esperanza de un joven que soñaba con una vida mejor. Y su plegaria obtuvo respuesta
cuando fue convocado para estudiar en este país.vi [Énfasis indicados.]
Yo sé algo sobre ese sueño. Yo no nací en un hogar rico. Fui educado por una
madre soltera con la ayuda de mis abuelos, que crecieron en una pequeña ciudad
de Kansas, fueron a la escuela gracias a la Ley del Soldado y compraron su casa a
través de un préstamo de la Dirección Federal de la Vivienda. Mi madre tuvo que
recurrir en una ocasión a los cupones canjeables por comida de la asistencia
pública, pero a pesar de todo consiguió, gracias a las becas, que dispusiera de la
oportunidad de ir a las mejores escuelas. Mi madre me ayudó a entrar en algunas
de las mejores universidades y me concedió préstamos que Michelle y yo
terminamos de pagar no hace muchos años.
En los comentarios precedentes, Obama se une firmemente otra vez con los
miembros de la audiencia diversa a la que se está dirigiendo cuando atrae la
atención hacia su sueño americano compartido. Igualmente, en el ejemplo
siguiente, Obama consolida los lazos con grupos americanos diversos cuando
describe la búsqueda del sueño americano por parte de su familia y su
compromiso con valores loables: trabajo duro y entrega.
Éste es el país que hizo posible que mi madre, una madre soltera que había
tenido que recurrir una vez a los cupones canjeables por comida de la asistencia
pública, enviara a mi hermana y a mí a las mejores escuelas del país con la ayuda
de becas.
Veamos otro ejemplo, en el que los detalles concretos que Obama aporta,
ayudan a crear conexiones con una audiencia diversa:
Lo que aprendí mucho más tarde es que parte de lo que hizo posible que mi
padre viniera a Estados Unidos se debió al esfuerzo realizado por el joven senador
por Massachusetts de aquella época, John F. Kennedy, y a una beca de la
Fundación Kennedy que ayudaba a los estudiantes de Kenia a pagarse el viaje. Así
pues, es en parte gracias a su generosidad que mi padre llegó a este país, y porque
así lo hizo yo estoy hoy frente a vosotros, inspirado por el pasado de América,
lleno de esperanza en el futuro de América y determinado a poner algo de mi parte
en la redacción de nuestro próximo gran capítulo.xii
Para mí, hoy no es sólo política, sino algo personal. Era muy pequeño para
poder acordarme de John F. Kennedy, y sólo era un niño cuando Robert Kennedy
inició su campaña presidencial. Pero en las historias que escuché cuando crecía,
observé que mi madre y mis abuelos hablaban de ellos y de esa época de la vida de
nuestro país como de una época de grandes esperanzas y logros. Y yo creo que mi
propia sensación de lo que es posible en este país procede en parte de lo que
dijeron que era América en los días de John y Robert Kennedy.
El sueño vive entre los viejos que conocí, quienes recuerdan lo que América
fue una vez y saben lo que puede volver a ser otra vez. Vive en los jóvenes que sólo
han visto a John y Robert Kennedy por televisión, pero que están preparados para
responder a su llamada.
Los temas familiares descritos más arriba han posibilitado que Obama
derribe barreras y cree lazos de unión. Para obtener apoyo político ha desechado
las divisiones tradicionales y en su lugar ha sentado otras bases para la unión—
valores compartidos e historia compartida—que le han permitido motivar a una
cantidad de personas que no tiene precedentes.
Estoy aquí gracias a mi madre, una madre soltera que se pagó los estudios,
que se dedicó a su pasión de ayudar a los demás y crió a mi hermana y a mí en la
convicción de que en América no hay barreras para triunfar si se está dispuesto a
trabajar por ello.
Esto tiene algo de vuelta a casa para mí. Porque aunque hoy estoy aquí
como candidato a la presidencia de Estados Unidos, nunca olvidaré que la
experiencia más importante de mi vida la tuve cuando estaba haciendo lo que
vosotros hacéis cada día: trabajar a nivel local para traer el cambio a nuestras
comunidades.
Para los líderes que aspiren a reducir las áreas de división percibidas y a
ampliar el campo de cosas en común, los éxitos de Obama demuestran la utilidad
de dedicar tiempo a identificar las múltiples bases que podrían servir de áreas de
interés común. ¿Comparten los oyentes historias comunes? ¿Valores comunes?
¿Experiencias comunes? ¿Objetivos comunes? Arroje luz sobre las cosas que
puedan tener en común para crear lazos y unir a grupos de personas dispares.
Hemos visto más arriba que Obama crea con habilidad una sensación de
«nosotros», haciendo que él y la audiencia formen parte del «nosotros» a medida
que explica en detalle sus valores, sueños, historias y experiencias en común. Para
apuntalarlo, salpica sus observaciones con palabras que tienen eco en sus
audiencias. A veces, saca las palabras apropiadas del léxico político americano,
recurriendo a nuestros preciados valores sociopolíticos compartidos. A veces, se
sirve de principios valiosos y de verdades bíblicas. En otras ocasiones, se remite a
las palabras de personajes icónicos de la historia americana para poder subrayar su
mensaje.
En este discurso, Obama se arraiga con firmeza como parte del «nosotros» y
transmite los preciados principios históricos que guiaron a Estados Unidos en su
avance y que nos llevarán a un futuro seguro.
Otra de las prácticas que permite a Obama destrozar barreras y crear lazos
de unión de forma eficaz es su tendencia a citar palabras de la Biblia. Obama, un
cristiano cuya fe es importante para él, rocía a menudo sus declaraciones públicas
con palabras que evocan la fe en otros cristianos: fe en cosas no vistas; yo soy el
guardián de mi hermano. Mucha gente aprecia estos principios y verdades bíblicas.
El empleo que hace Obama de este tipo de lenguaje establece un elevado nivel de
conexión con amplios segmentos de la población americana. Los versículos son
familiares para muchos oídos y tienen eco en muchos corazones. Remitirse a ellos
ayuda a establecer lazos de unión. Veamos el siguiente extracto del discurso de
apertura pronunciado por Obama en la Convención del Partido Demócrata de
2004:
Una creencia a la que todos estamos conectados como un solo pueblo. Si hay
un niño en el South Side de Chicago que no sabe leer, eso me importa, aunque no sea
mi hijo. Si en alguna parte hay un anciano que no puede pagar los medicamentos
que le han recetado y tiene que elegir entre los medicamentos y el alquiler, eso
empobrece mi vida, aunque no sea mi abuelo. Si hay una familia de origen árabe
que es detenida y no recibe la asistencia de un abogado ni el debido proceso, eso
amenaza mis libertades civiles. Es esa creencia fundamental—soy el guardián de mi
hermano, soy el guardián de mi hermana—la que hace funcionar este país. Es la que
nos permite ir en pos de nuestros sueños individuales y, sin embargo, estar unidos
como una sola familia americana. «E pluribus unum.» De muchos, uno.xvi [Énfasis
indicado.]
Lo que el Dr. King comprendió es que si era sólo una persona la que decidía
ir andando en lugar de tomar el autobús, aquellos muros de opresión no se
moverían. Pero si eran unos cuantos más los que iban andando, los cimientos
podían empezar a temblar. Si unas cuantas mujeres más estuvieran dispuestas a
hacer lo que había hecho Rosa Parks, tal vez se comenzarían a observar algunas
grietas. Si los adolescentes hicieran marchas de la libertad desde el norte hasta el
sur, tal vez se desprenderían algunos ladrillos. Si los blancos hicieran
manifestaciones porque hubiesen llegado a entender que en la inminente batalla su
libertad estaba también en juego, quizá el muro empezaría a tambalearse. Y si un
número suficiente de americanos se concienciara ante la injusticia, si se unieran
norte y sur, ricos y pobres, cristianos y judíos, tal vez entonces ese muro se iría
desplomando, y la justicia fluiría como el agua, y la rectitud como una poderosa
corriente.xviii
Con la fe, el coraje y la sabiduría, el Dr. Martin Luther King, Jr. movió un
país entero. Predicó el evangelio de fraternidad, de igualdad y de justicia. Ésa es la
causa por la que él vivía, y por la que murió hace cuarenta años…
Creo que merece la pena reflexionar sobre lo que el Dr. King estaba haciendo
en Memphis, cuando salió a la terraza de la habitación de aquel motel mientras
esperaba la hora de la cena. [...]
Lo sabía porque había visto que los americanos tienen «la capacidad» como dijo
aquella noche, «de proyectar el “yo” en el “tú”». Reconocer que no importa cuál sea el
color de nuestra piel, que no importa cuál sea la fe que profesemos, que no importa
cuánto dinero tengamos, que no importa que seamos obreros del servicio de
recogida de basuras o senadores de Estados Unidos, que todos tenemos un interés
en los demás, que somos el guardián de nuestro hermano, que somos el guardián
de nuestra hermana, y que «o subimos juntos, o bajamos juntos».
El Dr. King dijo una vez que el arco del universo moral es largo, pero se curva
hacia el lado de la justicia. Pero lo que él también sabía es que no se curva por su
cuenta. Se curva porque cada uno de nosotros pone sus manos sobre el arco y lo
curva en la dirección de la justicia.
Así pues, en este día de todos los días, pongamos cada uno de nuestra parte para
curvar el arco:
Los líderes tienen mucho que aprender del modo en que Barack Obama
derriba barreras y establece un área de cosas en común entre grupos de personas
dispares. Obama ha demostrado que puede rebasar las divisiones tradicionales de
raza, grupo étnico, género, religión y región. Es hábil para unir a gente muy
diferente, crear compañerismo e instaurar una sensación de objetivos compartidos.
Para ello, hemos observado la importancia que tiene el reconocimiento de
«elefantes en la sala o realidades ignoradas». El reconocimiento de los posibles
aspectos que pueden resultar incómodos ayuda a aliviar las tensiones y permite a
los líderes focalizar de nuevo la atención en áreas de interés común. Los líderes
deberían ser directos y francos cuando se trate de reconocer pronto y sin rodeos las
áreas de posible incomodidad y deberían desviar la atención desde las fuentes de
división hacia las de las cosas en común. El propósito es reformular el diálogo y
dirigir la atención de modo que promueva la sensación de que los oyentes están en
el mismo equipo, esforzándose por conseguir los mismos objetivos
ii
Barack Obama: Cena Jeferson-Jackson, Richmond, Virginia, 9 de febrero
de 2008.
iii
Entrevista de la CNN inmediatamente después del discurso de apertura.
iv
New York Times, «As Quickly as Overnight, a Democratic Star is Born», 18
de marzo de 2004.
v
New York Times, «The democrats; The convention in Boston-The Illinois
candidate; Day After, Keynote Speaker Finds Admirers Everywhere», 29 de julio
de 2004.
vi
Barack Obama: Ceremonia del aval de Kennedy, Washington, DC, 28 de
enero de 2008.
vii
New York Times, «As Quickly as Overnight, a Democratic Star is Born», 18
de marzo de 2004.
viii
Barack Obama: Comida anual de la Associated Press, Washington, DC, 14
de abril de 2008.
ix
Barack Obama: Noche electoral de primarias, Raleigh, Carolina del Norte,
6 de mayo de 2008.
x
CNN, 3 de junio de 2008.
xi
Barack Obama: A More Perfect Union, Filadelfia, Pensilvania, 18 de marzo
de 2008.
xii
Barack Obama: Ceremonia del aval de Kennedy, Washington, DC, 28 de
enero de 2008.
xiii
Barack Obama: Ceremonia del aval de Kennedy, Washington, DC, 28 de
enero de 2008.
xiv
Barack Obama: Charla con trabajadoras, Albuquerque, Nuevo México, 23
de junio de 2008.
xv
Barack Obama: A Metropolitan Strategy for America’s Future, Miami,
Florida, 21 de junio de 2008.
xvi
Discurso de apertura de la Convención Nacional Demócrata de 2004, 27
de julio de 2004.
xvii
Barack Obama: A More Perfect Union, Filadelfia, Pensilvania, 18 de marzo
de 2008.
xviii
Barack Obama: The Great Need of the Hour, Atlanta, Georgia, 20 de
enero de 2008.
xix
Barack Obama: Remembering Dr. Martin Luther King, Jr., Fort Wayne,
Indiana, 4 de abril de 2008.
4
Por encima de todo, creía en la fuerza del pueblo americano para que fuera
el verdadero agente del cambio de este país, porque no estamos tan divididos
como sugieren nuestros políticos; porque somos un pueblo decente y generoso
dispuesto a trabajar duro y a sacrificarse por las generaciones del futuro; y estaba
seguro de que si tan sólo fuéramos capaces de movilizar nuestras voces para poner
en cuestión los intereses especiales que dominan Washington y retarnos a apuntar
hacia un futuro mejor, no habría problema que no pudiéramos resolver, ningún
destino que no pudiéramos llevar a cabo.
Diez meses después, Iowa, habéis hecho valer esa fe. Habéis salido en los
momentos de calor abrasador y de frío glacial, no sólo para vitorear sino para
cuestionar y hacer las preguntas difíciles; chequear los posibles defectos y errores;
servir de único lugar en América donde alguien que no ha pasado su vida
expuesto a la luz pública de Washington dispone de la oportunidad explicar su
punto de vista.
Por tanto, esto no será fácil. Que no quepa duda de las dificultades a las que
nos enfrentamos.
Nos enfrentamos a la idea de que se puede decir y hacer cualquier cosa con
el objetivo de ganar unas elecciones. Sabemos que esto es precisamente lo que no
está bien en nuestra política; ésta es la razón de que la gente ya no crea lo que dicen
sus líderes; ésta es la razón de que desconecte. Y estas elecciones son nuestra
oportunidad para dar al pueblo americano una razón para creer de nuevo.
Lo que hemos visto estas últimas semanas es que también nos enfrentamos a
fuerzas que no son culpa de ninguna campaña, pero que alimentan las costumbres
que nos impiden ser lo que queremos ser como nación. Son las políticas que usan
la religión como cuña para dividir y el patriotismo como porra para coaccionar.
Unas políticas que nos dicen lo que tenemos que pensar, hacer e incluso votar
dentro de las categorías que supuestamente nos definen. La suposición de que los
jóvenes son apáticos. La suposición de que los republicanos no cambiarán de
chaqueta. La suposición de que los ricos no se preocupan en absoluto de los pobres
y que los pobres no votan. La suposición de que los afroamericanos no pueden
apoyar a un candidato blanco, que los blancos no pueden apoyar a un candidato
afroamericano, y que los negros y los latinos no pueden ir juntos.
Pero estamos aquí esta noche para afirmar que ésta no es la América en que
creemos. A lo largo del último año he viajado por todo el estado y no he visto una
Carolina del Sur blanca o una Carolina del Sur negro. Lo que sí he visto son
escuelas desmoronándose que están robando el futuro a nuestros niños, negros y
blancos. He visto fábricas con las contraventanas cerradas y casas en venta que una
vez pertenecieron a americanos de todas las profesiones y condiciones sociales, y a
hombres y mujeres de todas las razas y religiones que sirvieron juntos a este país,
lucharon juntos y derramaron su sangre juntos bajo la misma orgullosa bandera.
He visto lo que es América y creo en lo que este país puede ser.
Éste es el país que he visto. Ése es el país que vosotros veis. Pero ahora
depende de nosotros ayudar al país entero a que adopte esta visión Porque, en el
fondo, no nos enfrentamos sólo a los arraigados y destructivos hábitos de
Washington, sino que también estamos luchando contra nuestras propias dudas,
nuestros propios miedos y nuestro propio cinismo. El cambio que perseguimos
siempre ha exigido grandes dosis de lucha y sacrificio. Y, por tanto, es una batalla
que se libra en nuestros propios corazones y mentes sobre qué clase de país
queremos y hasta qué punto estamos dispuestos a trabajar por ello.ii
He conocido obreros de Maytag que trabajaron allí toda su vida y que han
visto como sus empleos eran trasladados al extranjero; ahora compiten con sus
hijos adolescentes por un empleo en Wal-Mart de 7 dólares por hora.
Hace tan sólo unas semanas, una joven de Cedar Rapids me contaba que
sólo duerme tres horas diarias porque trabaja en el turno de noche después de todo
un día en la universidad y, sin embargo, no puede pagar la asistencia sanitaria de
una hermana con parálisis cerebral. No me lo decía con tono autocompasivo sino
con determinación y se preguntaba la razón de que el gobierno no hiciera más para
ayudarla a pagar la formación que le permitirá cumplir sus sueños.
He conversado con veteranos de guerra que hablan con orgullo de lo que
han logrado en Afganistán e Irak pero que, no obstante, piensan en los que dejaron
allí y se cuestionan el acierto de nuestra misión en Irak; las madres llorando en mis
brazos al recordar a sus hijos; los veteranos incapacitados o sin casa que se
preguntan por qué se han olvidado los servicios que han prestado al país.
Por último, mientras vosotros y yo estamos aquí, sabed que hay una
generación de niños que crecen en los barrios humildes y los rincones olvidados de
este país que se nos están escurriendo de las manos mientras hablamos. Transitan
por los Pasillos de la Vergüenza (Corridors of Shame)iv de las zonas rurales de
Carolina del Sur y asisten a escuelas destartaladas del este de Los Ángeles. En su
inmensa mayoría son negros y latinos y pobres. Y cuando miran a su alrededor y
ven que nadie ha levantado un dedo para reparar su escuela desde el siglo xix,
cuando son empujados fuera de la puerta cuando suena la última campana—
algunos a una virtual zona de guerra—, ¿es raro que piensen que su formación no
es importante? ¿Es extraño que las tasas de abandono escolar sean más elevadas
que nunca?
Mi padre llegó hasta aquí desde miles de millas de distancia, desde Kenia y
regresó allí poco después de nacer yo. Pasé una infancia a la deriva. Fui criado en
Hawai e Indonesia. Vivía con mi madre sola y mis abuelos de Kansas. Mientras
crecía, no siempre estaba seguro de quién era yo o de hacia donde iba.
Luego, cuando tenía más o menos vuestra edad, decidí hacerme trabajador social.
Escribí cartas a todas las organizaciones del país de las que tenía noticia. Durante
un tiempo, no conseguí respuesta alguna. Finalmente, este pequeño grupo de
iglesias del South Side de Chicago contestó a mi carta y me ofreció un empleo para
que ayudase a los barrios asolados por los cierres de las plantas siderúrgicas. Mi
madre y mis abuelos querían que me matriculara en la Facultad de Derecho. Mis
amigos se presentaban a empleos en Wall Street. Yo no conocía absolutamente a
nadie en Chicago, y el salario era de unos 12.000 dólares al año, más 2.000 dólares
para comprar un viejo coche destartalado.
Bien, tal vez haya tenido razón por lo que respecta al tema de la televisión.
Para deciros la verdad, yo no tenía una respuesta clara acerca de lo que estaba
haciendo. Yo quería entrar en la corriente de la historia y ayudar a la gente a que
luchara por sus sueños, pero no sabía cuál sería mi papel. Yo estaba inspirado por lo
que personas como Harris hicieron en el movimiento a favor de los derechos
civiles, pero cuando yo llegué a Chicago no había manifestaciones, ni grandes
discursos. En la oscuridad de una planta siderúrgica vacía, había sólo un montón
de personas en apuros. Día tras día, escuche muchas más veces la palabra no que la
palabra sí. Vi muchas sillas vacías en las reuniones que organizamos.
Pero del mismo modo que descubrí que no se puede manipular la historia a
voluntad, también me di cuenta de que puedes poner de tu parte para ver que, en
las palabras del Dr. King, «se curva hacia la justicia». En los sótanos de las iglesias
y alrededor de mesas de cocina, calle por calle, hemos reunido a la comunidad,
registrado nuevos votantes, luchado por nuevos empleos, y ayudado a la gente a
vivir con un cierto grado de dignidad.vi [Énfasis indicados.]
Si vosotros creéis, entonces nosotros podemos decir a los grupos de presión que
los días en que organizaban la agenda de Washington se han terminado.
Si vosotros creéis, entonces nosotros podemos salvar este planeta y terminar con
la dependencia del petróleo extranjero.
Si vosotros creéis, entonces nosotros podemos acabar con esta guerra, cerrar
Guantánamo, restablecer nuestro rango en el mundo, renovar nuestra diplomacia,
y respetar de nuevo la Constitución de Estados Unidos de América.
ii
Barack Obama: Discurso de la victoria en Carolina del Sur, Columbia,
Carolina del Sur, 26 de enero de 2008.
iii
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre
de 2007.
iv
Corridor of Shame: la negligencia de las escuelas rurales de Carolina del
Sur es un documental de 58 minutos de duración, que cuenta la historia de las
dificultades económicas a que se enfrentan los distritos escolares en dicho estado.
v
Barack Obama: Our Kids, Our Future, Manchester, New Hampshire, 20 de
noviembre de 2007.
vi
Barack Obama: A Call to Serve, Mt. Vernon, Iowa, 5 de diciembre de 2007.
vii
Barack Obama: Noche electoral final de primarias, St. Paul, Minnesota, 3
de junio de 2008.
viii
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre
de 2007.
5
Yo tenía sólo siete años cuando Bobby Kennedy murió. Muchas de las
personas presentes en esta sala le conocieron como hermano, como marido, como
padre, como amigo [...]
Es una creencia que afirma que si este país se fundó verdaderamente en los
principios de libertad e igualdad, no podía permanecer de brazos cruzados
mientras se ponían trabas a millones de personas a causa del color de su piel. Que
si hemos de brillar como faro de esperanza para el resto del mundo, debemos ser
respetados no sólo por nuestro poderío militar, sino también por el alcance de
nuestros ideales. Que si ésta es una tierra en la que el destino no está determinado
por el nacimiento o las circunstancias, tenemos el deber de garantizar que el hijo de
un millonario y el hijo de una madre que recibe prestaciones de la asistencia social
tendrán las mismas oportunidades en la vida. Que aunque vengamos de muchos
lugares, somos realmente un solo pueblo. Por tanto, no debemos limitarnos a la
búsqueda de beneficios exclusivamente personales, sino también de aquellos que
ayuden a los americanos a progresar juntos [...]
Robert Kennedy nos recordó esto. Todavía nos lo recuerda. Nos recuerda
que no hace falta esperar a que se produzca un huracán para saber que las
condiciones de vida tercermundistas de una ciudad en el centro de América nos
hacen a todos más pobres. No tenemos que esperar a que se produzca en Irak la
muerte número 3.000 del hijo de alguien para que nos demos cuenta de que una
guerra sin estrategia de salida pone en peligro a todas nuestras familias. No
tenemos que aceptar la reducción del sueño americano en este país, ni ahora ni
nunca.
Ahora es el momento de enfrentar los porqués de hoy con los porque no que
a menudo citamos pero raramente vivimos, de responder a «¿Por qué el hambre?»,
«¿Por qué los sin hogar?», «¿Por qué la violencia?» y «¿Por qué la desesperación?
con «¿Por qué no buenos empleos y salarios de subsistencia?», «¿Por qué no una
mejor asistencia sanitaria y escuelas de primera categoría?», «¿Por qué no un país
donde podamos hacer realidad el potencial que existe en todo ser humano?». ii
Cuando asocia sus ideas no sólo a la historia sino también a un loable líder
histórico americano, Obama contribuye a corroborar sus ideas así como a hacerlas
más comprensibles y aceptables. Refuerza su aptitud para exponer una visión que
será adoptada. Los líderes que quieran comunicar eficazmente una visión pueden
aprender de sus triunfos. ¿Cómo se pueden dar referencias históricas para hacer
que las ideas y la visión transmitidas sean más comprensibles para los oyentes?
Reflexione sobre cómo podría dar referencias históricas y conocidas de forma que
su comunicación mejore.
Varias son las cosas que hacen que determinadas palabras sean sustanciosas
en fuerza descriptiva: su precisión o la imagen concreta que suscitan, por ejemplo.
Veamos la diferencia existente en estas dos declaraciones:
versus
versus
Obama ejemplifica que los líderes que deseen usar la comunicación para
transmitir una visión de forma convincente pueden beneficiarse del empleo de
palabras que evoquen imágenes sustanciosas. Las palabras que incorporan fuerza
descriptiva pueden hacer más profundo el impacto del discurso. Recurrir a un
lenguaje de gran riqueza descriptiva puede dar lugar a una comunicación
organizada en múltiples niveles que permite al orador dar grandes pasos hacia la
exposición de su visión con gran eficacia.
Servirse de simbolismos
En el año que nací, el presidente Kennedy dijo que la antorcha había pasado
a manos de una nueva generación de americanos. Él tenía razón. Había pasado.
Había pasado a manos de su hermano más joven.
Desde las batallas de los años sesenta hasta las batallas de hoy, él ha portado
esta antorcha, iluminando el camino a todos los que comparten sus ideales de
América.
Es una antorcha que él ha portado como el león del Senado, un hombre cuyo
dominio de los temas y de las palancas de gobierno, cuyo decidido liderazgo y
excelentes habilidades políticas, sólo son igualados por su capacidad para contar
una buena historia.v
Obama podía haberse referido a algún otro objeto más liviano, en lugar de a
una «antorcha» que se pasa a otras manos. Una antorcha, sin embargo, tiene un
valor deductivo positivo. Suscita imágenes de atletas olímpicos y se asocia a
grandes logros, a grandes actos heroicos, y a la búsqueda de la excelencia. La
palabra elegida crea poderosas imágenes que danzan en la mente. Obama muestra
que los líderes que quieren comunicar una visión de forma excelente pueden
potenciar los significados deductivos para dar un mayor impacto a sus palabras.
Esperanza es lo que vi en los ojos de una joven de Cedar Rapids que trabaja en
el turno de noche tras todo un día en la universidad y que, a pesar de ello, no
puede permitirse sufragar la asistencia sanitaria para una hermana que está
enferma; una joven que sigue creyendo que este país le dará la oportunidad de
hacer realidad sus sueños.
La primera declaración, «Sé que todos sois optimistas, puedo verlo», suena poco
convincente, sosa, y es incapaz de avivar al oyente. En cambio, la explicación más
detallada de «esperanza» de los párrafos precedentes permite al oyente visualizar
la idea. El oyente puede ver unos ojos optimistas. La imagen es gráfica. De forma
similar, cuando Obama une la idea de esperanza a historia digna de ser honrada,
consigue que la idea sea más recordable y que tenga eco a un nivel más profundo.
La práctica de Obama de dotar de aspecto físico a las ideas sirve perfectamente a
sus propósitos.
Esto es lo que hemos empezado aquí en Iowa y éste es el mensaje que ahora
podemos llevar a New Hampshire y a otros estados: el mismo mensaje que
teníamos en los buenos y en los malos momentos, el mensaje que puede cambiar
este país ladrillo a ladrillo, calle a calle, mano encallecida a mano encallecida: que
juntas, las personas normales y corrientes pueden hacer cosas extraordinarias,
porque no somos una colección de estados rojos y estados azules; somos Estados
Unidos de América y en este momento, en estas elecciones, estamos dispuestos a
creer otra vez. Gracias Iowa.vii
Una técnica mucho menos habitual que Obama ha potenciado con un gran
efecto es la que yo denomino el «bucle retrospectivo». El conocimiento y
utilización de esta técnica única ayuda a mostrar cómo ha dominado el arte de una
comunicación extraordinariamente efectiva. La mayoría de oradores, cuando
persiguen crear una imagen dinámica, presentan un retrato de lo que esperan que
traiga el futuro. Obama, sin embargo, ha identificado también la fuerza del bucle
retrospectivo. Analicemos este extracto:
Las Sagradas Escrituras nos dicen que cuando Josué y los israelitas llegaron
a las puertas de Jericó, no pudieron entrar. Los muros de la ciudad eran demasiado
empinados para ser escalados por cualquier persona, y demasiado resistentes para
ser derribados por la fuerza bruta. Así que se sentaron durante días, incapaces de
pasar.
Pero Dios tenía un plan para su pueblo. Les dijo que marcharan juntos
alrededor de la ciudad y al séptimo día les hizo saber que cuando oyeran el sonido
del cuerno de carnero, todo el pueblo debía gritar con una sola voz. A la hora
escogida, cuando el cuerno sonó y un coro de voces gritó al unísono, los poderosos
muros de Jericó se derrumbaron.
Hay muchas lecciones que podemos aprender de este pasaje, al igual que
hay muchas lecciones que podemos aprender de este día, al igual que hay muchos
recuerdos que llenan el espacio de esta iglesia. Mientras estaba pensando cuáles de
ellos era necesario recordar en este momento, mi mente retrocedió al mismísimo
comienzo de la era moderna de los derechos civiles.
Este ejemplo muestra el dominio que tiene Obama de los discursos. Utiliza
con maestría las imágenes para ilustrar un punto esencial. Al trasladar la acción
hacia el pasado, Obama compara el nacimiento de otro movimiento americano
importante (el movimiento de los derechos civiles) con los esfuerzos actuales para
efectuar un cambio positivo a nivel social y político. Obama empieza con
referencias a Memphis y al icónico discurso de Martin Luther King, Jr. «Tengo un
sueño». Para muchos americanos, la referencia evoca imágenes de cientos de miles
de personas manifestándose en Washington en un encomiable esfuerzo por
conseguir la igualdad racial. Obama continúa retrocediendo en el tiempo hasta
Selma, y se refiere a las palizas y al uso de mangueras por parte de la policía contra
los manifestantes de los derechos civiles que estaban desarmados. Finalmente, se
posa en la imagen de americanos que sufren en situaciones de discriminación en el
mismo comienzo del movimiento de los derechos civiles.
Consideremos hasta qué punto resuenan con más fuerza estas observaciones
en comparación con el eco que podría tener una declaración más directa y sucinta.
En lugar de decir, «los partidarios del movimiento de los derechos civiles
resistieron un día igual que nosotros, haciendo frente a un gran desafío», Obama
hace retroceder en el tiempo a los oyentes, citando los múltiples logros de los
defensores de los derechos civiles y mostrando que estos manifestantes habían sido
una vez como sus oyentes, resistiendo desde el comienzo de un «movimiento».
Con fuerza, el bucle retrospectivo hace una pregunta implícita: si ellos lo hicieron,
¿por qué no podemos hacerlo nosotros? El mensaje transmitido se transforma en:
ellos lo hicieron, por tanto, ¡nosotros también podemos! Teniendo en cuenta la
focalización en un movimiento muy loable—el movimiento por los derechos civiles
—los oyentes pueden ser inspirados, motivados y estimulados por el ejemplo.
Obama convence con extraordinaria efectividad.
Por último, Obama utiliza las anécdotas como potentes herramientas para
comunicar una visión. Las anécdotas le permiten servirse de una narración breve
para profundizar más e ilustrar los diversos puntos de forma que se recuerden.
Veamos este ejemplo:
Esta unión quizá nunca sea perfecta, pero generación tras generación ha
demostrado que siempre puede perfeccionarse. Y hoy, cada vez que tengo dudas o
me siento cínico ante esta posibilidad, lo que me da más esperanzas es la
generación siguiente, los jóvenes cuyas actitudes, creencias y apertura al cambio ya
han hecho historia en estas elecciones.
Hay una historia en particular que me gustaría compartir hoy con vosotros,
una historia que conté cuando tuve el gran honor de hablar en el aniversario de
Martin Luther King en su iglesia, la iglesia Baptista de Ebenezer, en Atlanta.
Una joven blanca de veintitrés años llamada Ashley Baia llevaba a cabo
actividades de organización para nuestra campaña, en Florence, Carolina del Sur.
Había estado trabajando para organizar una comunidad casi por entero
afroamericana desde el comienzo de esta campaña y uno de los días estaba en una
mesa redonda donde cada uno contaba su historia y la razón de estar allí.
Ashley dijo que cuando tenía nueve años su madre enfermó de cáncer. Por
ello, tuvo que faltar al trabajo, fue despedida y perdió sus derechos de asistencia
sanitaria. Tuvieron que declararse insolventes y fue entonces cuando Ashley
decidió que tenía que hacer algo para ayudar a su madre.
Sabía que la alimentación era una de las partidas de gasto más caras y por
ello convenció a su madre de que lo que más le gustaba y más deseaba comer eran
sándwiches con mostaza y salsa, porque ésta era la forma más barata de
alimentarse.
Siguió esta dieta durante un año hasta que su madre se puso mejor y contó a
los demás componentes de la mesa que el motivo de haberse incorporado a nuestra
campaña era que de esa forma podía ayudar a los millones de niños del país que
también quieren y necesitan ayudar a sus padres.
Ashley podría haber elegido algo diferente. Tal vez en algún momento
alguien le diría que el origen de los problemas de su madre eran los negros
demasiado perezosos para trabajar, que dependían de la asistencia pública o los
hispanos que entraban en el país de forma ilegal. Pero no lo hizo y buscó aliados en
su lucha contra la injusticia.
«Estoy aquí por Ashley.» Por sí solo, ese momento de identificación entre esa
joven blanca y ese anciano de color no es suficiente. No es suficiente para
proporcionar asistencia sanitaria a los enfermos, trabajo a los desempleados o
educación a nuestros hijos.
Estaba hablando una vez con una joven profesora y le pregunté cuál era en
su opinión el reto más importante al que se enfrentaban sus alumnos. Me dio una
respuesta que nunca había escuchado antes. Se refirió a lo que denominó «el
síndrome de estos chicos», la tendencia a justificar los errores y defectos de nuestro
sistema educativo diciendo que «estos chicos son incapaces de aprender» o que
«estos chicos no quieren aprender» o que «estos chicos están muy por detrás». Y, al
cabo de un tiempo, «estos chicos» se convierten en el problema de otro.
La pequeña niña del área rural de Carolina del Sur o el South Side de
Chicago, cuya escuela se está cayendo literalmente a su alrededor y que no dispone
de medios para comprar libros de texto ni puede atraer nuevos profesores porque
no puede pagarles un salario razonable, es nuestra hija.
[...] Bien, yo no acepto este futuro para América. No acepto una América
donde no hagamos nada por seis millones de estudiantes cuyo nivel de lectura es
inferior al que les corresponde académicamente; una América donde el sesenta por
ciento de los estudiantes afroamericanos de cuarto grado no tiene ni siquiera un
nivel de lectura básico.
No acepto una América donde no hagamos nada acerca del hecho de que la
mitad de nuestros adolescentes sean incapaces de entender los quebrados básicos;
donde casi nueve de cada diez afroamericanos y latinos de octavo grado no sean
aptos en matemáticas. No acepto una América donde los alumnos de primaria
reciban sólo unos veinticinco minutos diarios de clase de ciencias, cuando sabemos
que más del ochenta por ciento de los empleos que más aumentan exigen una base
de conocimientos en matemáticas y ciencias.
Eso es lo que somos. Ésa es la razón de que yo pueda estar aquí hoy. Porque
alguien se levantó cuando era difícil hacerlo; se alzó cuando era peligroso. Porque
aunque mi madre no tenía mucho dinero, las becas me concedieron la oportunidad
de ir a algunas de las mejores universidades del país. Y yo me presento a la
presidencia de Estados Unidos porque quiero ofrecer a todos los niños americanos
las mismas oportunidades que yo tuve.
Los líderes que quieran utilizar la comunicación para expresar una visión de
forma excelente deberían considerar si recurrir a una anécdota les ayudará a
concretar un punto o a que un tema sea más recordable. ¿Se identificarán más
fácilmente los oyentes con las cuestiones o temas clave propuestos? Narradas con
detenimiento, las anécdotas pueden enriquecer la comunicación y mejorar la
capacidad del orador para transmitir su visión.
Los líderes tienen mucho que aprender del modo en que Barack Obama
transmite una visión a sus audiencias tan efectivamente. Obama ha mostrado una
gran capacidad para comunicar una visión de manera convincente, lo que permite
a los demás entender su visión e inspirarles, en última instancia, para que la
adopten. Los líderes pueden recurrir a las técnicas que permiten a Obama cubrir
tan bien este objetivo.
ii
Barack Obama: Ceremonia de Entrega de Premios a los Derechos Humanos
Robert Kennedy, 16 de noviembre de 2005.
iii
Barack Obama: Noche electoral final de primarias, St. Paul, Minnesota, 3
de junio de 2008.
iv
Barack Obama: Noche del caucus de Iowa, Des Moines, Iowa, 3 de enero
de 2008.
v
Barack Obama: Ceremonia del aval de Kennedy, Washington, DC, 28 de
enero de 2008.
vi
Discurso de apertura de la Convención Nacional Demócrata de 2004, 27 de
julio de 2004.
vii
Barack Obama: Noche del caucus de Iowa, Des Moines, Iowa, 3 de enero
de 2008.
viii
Barack Obama: The Great Need of the Hour, Atlanta, Georgia, 20 de enero
de 2008.
ix
Barack Obama: A More Perfect Union, Filadelfia, Pensilvania, 18 de marzo
de 2008.
x
Barack Obama: Our Kids, Our Future, Manchester, New Hampshire, 20 de
noviembre de 2007.
xi
Barack Obama: Our Kids, Our Future, Manchester, New Hampshire, 20 de
noviembre de 2007.
6
Los líderes muy eficaces dominan el arte de aclarar y recalcar los mensajes
clave y conseguir los objetivos previstos de su discurso, ya sea informar, influir,
persuadir, motivar o dirigir. Barack Obama ha mostrado una capacidad especial
para compartir los conocimientos de forma efectiva, incluso con las estrictas
limitaciones de tiempo de un discurso típico. En el capítulo 5 vimos que Obama
emplea prácticas de comunicación que le han permitido comunicar perfectamente
una visión. Sabe cómo describir el «cuadro general». Obama es igualmente hábil
para apoyar la visión que presenta con detalles y temas bien escogidos, que
perduran en las mentes de los oyentes mucho después de que haya pronunciado la
última palabra del discurso. Diversas prácticas han hecho que Obama sea un
orador excelente para aclarar y recalcar el mensaje. Hay mucho que aprender del
modo en que prioriza, utiliza las preguntas retóricas, emplea la repetición efectiva,
saca partido del ritmo y del tono, y comunica con eslóganes.
Tengo un sueño: que algún día esta nación se pondrá en pie y vivirá el
verdadero significado de su religión: «Afirmamos que estas verdades son
evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creado iguales».
Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de
quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron dueños de esclavos serán
capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.
Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que
no serán juzgados por el color de su piel sino por su personalidad y reputación.
[Énfasis añadidos.]
Cuando era un niño, hablaba como un niño, razonaba como un niño, pensaba
como un niño: pero cuando me hice un hombre, dejé de lado las cosas de niño.
Y tal vez si hubiera pasado algún rato en las escuelas de Carolina del Sur o de
St. Paul, o de donde él mismo habló ayer noche, en Nueva Orleans, comprendería
que no nos podemos permitir olvidarnos de dar dinero para Ningún Niño
Olvidado; que tenemos con nuestros hijos la deuda de invertir en educación desde
la primera infancia, reclutar todo un ejército de profesores nuevos y darles un
mejor salario y más apoyo, y finalmente hemos de llegar a la conclusión de que en
esta economía global la posibilidad de recibir enseñanza superior no debería ser un
privilegio de unos pocos ricos sino un derecho de todo americano desde su
nacimiento. Ése es el cambio que necesitamos en América. Ésa es la razón por la
que me presento a presidente.i [Énfasis añadidos.]
Somos el partido de Jefferson, que escribió las palabras que aún tomamos en
cuenta: que todos nosotros hemos sido creados iguales, que todos nosotros
merecemos la oportunidad de perseguir nuestra felicidad.
Y somos el partido de un joven presidente que nos preguntó qué podíamos hacer
por nuestro país y nos desafió a hacerlo.
Seamos (Let’s be) la generación que acaba con la pobreza en América. Toda
persona dispuesta a trabajar debería poder recibir una formación laboral que la
lleve a un empleo y a un salario decente que le permita pagar las facturas y el
cuidado de sus hijos, de forma que éstos tengan un lugar seguro adonde ir
mientras sus padres trabajan. Hagámoslo (Let’s do this).
Seamos (Let’s be) la generación que aborda por fin la crisis de nuestra
asistencia sanitaria. Podemos controlar los costes si nos centramos en la
prevención, proporcionamos un mejor tratamiento a los enfermos crónicos y
utilizamos la tecnología para reducir la burocracia. Seamos (let’s be) la generación
que dice aquí y ahora que tendremos asistencia sanitaria universal en América al
final del primer mandato del próximo presidente.
Seamos (Let’s be) la generación que libera por fin América de la tiranía del
petróleo. Podemos utilizar combustibles alternativos producidos en el país, como
el etanol, y estimular la fabricación de automóviles que obtengan mejor
rendimiento del combustible. Podemos establecer un sistema que limite los gases
de efecto invernadero. Podemos convertir esta crisis del calentamiento global en
una oportunidad para la innovación y la creación de empleo, y en un incentivo
para las empresas que sirva de modelo al mundo. Seamos (Let’s be) la generación
que haga enorgullecer a las futuras generaciones de lo que hicimos aquí.
Sobre todo, seamos (let’s be) la generación que nunca olvide lo que ocurrió
aquel día de septiembre y que se enfrente a los terroristas con todos nuestros
medios. La política no tiene que dividirnos en este tema nunca más, podemos
trabajar juntos para que nuestro país siga siendo seguro. He colaborado con el
senador republicano Dick Lugar para que se apruebe una ley que inspeccione y
destruya algunas de las armas más mortíferas y menos controladas del mundo.
Podemos trabajar juntos para perseguir a los terroristas con un ejército más
poderoso, podemos estrechar la red sobre sus recursos económicos, y podemos
mejorar nuestros servicios de inteligencia. Pero debemos entender también que la
victoria final sobre nuestros enemigos sólo se logrará reconstruyendo nuestras
alianzas y exportando los ideales que traen esperanzas y oportunidades a millones
de personas de todo el planeta.iii [Énfasis añadidos.]
El asíndeton tiene lugar cuando el orador omite conjunciones (tales como «y»,
«pero», «o», «ni» y «para») entre palabras, frases u oraciones consecutivas de forma
deliberada. La omisión acelera el ritmo del discurso. También da la sensación de
que la lista de palabras es sólo parcial o tiene mayor alcance que el de las que
aparecen en la lista. En concreto, la omisión de la palabra «y» puede implicar que
la lista en cuestión es sólo parcialmente representativa y que, de hecho, prosigue.
He aquí un ejemplo:
[...] creéis que podemos ser un solo pueblo, en pos de lo que es posible,
trabajando para una unión más perfecta.
Esta técnica puede ser eficaz cuando se usa para negaciones («ni») o
comparaciones múltiples («como»):
Como los rebeldes, como los esclavos, como los abolicionistas, como los
activistas del movimiento de los derechos civiles, nosotros [...]
Yo sé esto. Yo sé esto porque aunque esta noche pueda estar aquí, nunca
olvidaré que mi viaje se inició en las calles de Chicago haciendo lo que tantos de
vosotros habéis hecho por esta campaña y por todas las campañas de Iowa:—
organizar y trabajar y luchar para que la vida de la gente sea un poquito mejor. iv
[Énfasis añadido.]
Cuando busca aclarar y recalcar los puntos del mensaje y describir las
situaciones con claridad, Obama utiliza a veces tres palabras, tres frases, o incluso
tres párrafos paralelos para subrayar los puntos. Estas prácticas son variaciones del
«tricolon». Me referiré a ellas aquí como «extensiones triádicas». Por ejemplo, en la
noche de su victoria en el caucus de Iowa, Obama manifestó:
Sé lo duro que es. Viene acompañado de poco sueño, poca paga y mucho
sacrificio.
Que bajo todas las diferencias de raza y región, fe y rango, somos un solo
pueblo.
Él nos dice que hay fuerza en la esperanza. [Énfasis añadidos.]
Hay otros usos más específicos de las frases triádicas. Obama utiliza a veces
las extensiones triádicas para establecer una sensación de continuo o de
movimiento de avance. Esto contribuye a desarrollar los puntos del mensaje. Por
ejemplo en el anuncio de su presentación a presidente, realizado el 10 de febrero de
2007, dijo:
Las extensiones triádicas son también útiles para hacer hincapié en aspectos
o rasgos importantes del tema bajo discusión. Para ello, las tres palabras de la
extensión triádica deberían ser una sucesión de palabras sinónimas que subrayasen
ideas similares. Denominada generalmente scesis onomaton, esta figura de
repetición ayuda a aclarar y recalcar los puntos del mensaje cuando se utiliza en
una extensión triádica. Por ejemplo:
Eso es lo que Abraham Lincoln comprendió. Tuvo sus vacilaciones. Tuvo sus
derrotas. Tuvo sus contratiempos. Pero con su voluntad y sus palabras, movió a una
nación y ayudó a liberar a un pueblo.
Para dar fuerza a los puntos de su mensaje, Obama utiliza a veces palabras o
frases triádicas en orden secuencial. Con ello se establece una fuerte sensación de
lógica y una explicación, recalcando un punto de vista en particular. Durante su
discurso de apertura de 2004, por ejemplo, dijo:
He conocido a obreros de Maytag que trabajaron allí toda su vida y que han
visto como sus empleos eran trasladados al extranjero; ahora compiten con sus
hijos adolescentes por un empleo en Wal-Mart de 7 dólares por hora.
Sí, podemos.
Sí, podemos.
Fue susurrado por los esclavos y los abolicionistas cuando se abrían camino
hacia (trail toward) la libertad a través de la más oscura de las noches. [Aliteración.]
Sí, podemos.
Fue cantado (sung) por los inmigrantes cuando zarpaban (struck out) de costas
(shores) lejanas y por los pioneros que avanzaban (pushed) hacia el oeste haciendo
frente a un desierto implacable. [Aliteración.]
Sí, podemos.
Sí, podemos.
Sí, podemos para la justicia y la igualdad. Sí, podemos para las oportunidades
y la prosperidad. Sí, podemos reconciliar esta nación. Sí, podemos arreglar este
mundo. Sí, podemos.vi [Énfasis añadido.]
Hay aquellos que nos seguirán diciendo que no podemos lograr esto. Que
no podemos tener lo que anhelamos. Que estamos vendiendo falsas esperanzas.
Pero vamos a ver lo que yo sé. Sé que cuando la gente dice que no podemos
vencer al gran capital y su influencia en Washington, pienso en la anciana que me
envió un donativo el otro día, un sobre con un giro postal de 3,01 dólares y un
versículo de las Sagradas Escrituras plegados en su interior. Así que no nos digáis
que el cambio no es posible.
[Énfasis añadidos.]
ii
Barack Obama: A Call to Serve, Mt. Vernon, Iowa, 5 de diciembre de 2007.
iii
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre
de 2007.
iv
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre
de 2007.
v
Barack Obama: Cena Jeferson-Jackson, Richmond, Virginia, 9 de febrero
de 2008.
vi
Barack Obama: The Great Need of the Hour, Atlanta, Georgia, 20 de enero
de 2008.
vii
Barack Obama. Noche electoral final de primarias, St. Paul, Minnesota 3 de
junio de 2008.
7
Persuadir
Provocar el asentimiento
Una de las claves para crear una fuerte sensación de lógico son las ideas
secuenciales. No existe un orden «correcto», como tal, sino sólo un orden eficaz. El
oyente debe ser capaz de entender el flujo de ideas y de descubrir que tiene un
sentido lógico y convincente. Esto sienta las bases de la aceptación. La información
secuencial debería ayudar a lograr el objetivo de comunicar las ideas de forma
efectiva y, si es posible, ayudar a suscitar un sí o un asentimiento de cabeza.
Obama secuencia también sus ideas y temas en orden paralelo, párrafo por
párrafo, lo cual otorga a sus comentarios un gran sentido de orden y ayuda a
persuadir al oyente. A continuación, por ejemplo, Obama estructuró los puntos de
su mensaje con temas que—ordenados eficazmente uno tras otro en cada párrafo—
reforzaban con eficacia su compromiso con la comunidad y, en última instancia,
contribuían a persuadir a sus oyentes de su sincera entrega a sus intereses:
Rechacé los grandes sueldos de las firmas de abogados para conseguir justicia
para los que no tenían fuerza, como abogado de los derechos civiles.
Una excelente práctica para los líderes que aspiren a desarrollar unas dotes
de comunicación destacadas es ordenar sus ideas de forma muy efectiva. Deben
asegurarse de comunicar los puntos del mensaje para ofrecer una «sensación
convincente».
Vemos en los párrafos precedentes que cuando se prepara una charla con el
objetivo de persuadir, el tratamiento de las objeciones puede resultar un ejercicio
de utilidad. Un orador que busque convencer, debe identificar los
contraargumentos clave, considerar si las observaciones propias pueden mejorarse
atrayendo la atención hacia dichos contraargumentos y explicar por qué las ideas
propias son mejores.
Utilizar la yuxtaposición y la antítesis. Comparar y contrastar
Cuando contrasta las ideas, Obama emplea con frecuencia la antítesis, una
técnica que sitúa dos ideas una al lado de otra en una frase o párrafo, utilizando a
menudo estructuras equilibradas o paralelas. La antítesis permite al orador
presentar contrapropuestas, clarificando las diferencias en ideas y contrastando
ideas o creencias opuestas.
Tenemos que ser tan cuidadosos para salir de Irak como descuidados fuimos
para meternos allí [...]
Yuxtaposición y tricolon
Yuxtaposición extendida
Podemos ser un partido que diga que no hay problema alguno en coger el
dinero de los grupos de presión de Washington, de los grupos de presión
petroleros, farmacéuticos y aseguradores. Podemos simular que representan a
americanos de verdad y mirar al otro lado cuando emplean su dinero e influencia
para impedirnos que reformemos el sistema de asistencia sanitaria o invirtamos en
energías renovables durante otros cuatro años.
O bien esta vez podemos darnos cuenta de que no se puede ser el defensor de
la clase trabajadora americana si se está financiado por los grupos de presión que
ahogan sus voces. Podemos hacer lo que hemos hecho en esta campaña y decir que
no aceptaremos ni un centavo de ellos. Podemos hacer lo que yo hice en Illinois y
en Washington y reunir a ambos partidos para que tomen las riendas del poder y
recuperemos nuestro gobierno. Es nuestra alternativa.
Podemos ser un partido que piense que el único medio para parecer duro en
temas de seguridad nacional es hablar, actuar y votar como George Bush y John
McCain. Podemos utilizar el miedo como una táctica y la amenaza de terrorismo
para arañar votos.
Podemos ser un partido que dice y hace lo que sea para ganar las próximas
elecciones. Podemos calcular y testar nuestra posición en las encuestas y decir a
todo el mundo exactamente aquello que desea oír.
O esta vez podemos construir sobre la base del movimiento que hemos
comenzado en esta campaña, un movimiento que ha unido a demócratas,
independientes y republicanos; un movimiento de jóvenes y viejos, ricos y pobres;
blancos, negros, hispanos, asiáticos y americanos nativos. Porque una de las cosas
que sí sé después de haber viajado a lo largo de cuarenta y seis estados durante
esta campaña es que no estamos tan divididos como indican nuestros políticos.
Podemos tener historias y orígenes diferentes, pero tenemos las mismas
esperanzas depositadas en el futuro de este país.
Millones de americanos que creen que podemos hacerlo mejor, que debemos
hacerlo mejor, nos han colocado en una posición en la que podemos provocar un
auténtico cambio. Ahora, es vuestro turno, Indiana. Vosotros podéis decidir si
vamos a viajar por el mismo camino trillado, o si trazaremos un nuevo rumbo que
ofrezca verdaderas esperanzas de futuro.iii [Énfasis añadido.]
Esta comparación de acá para allá, ayudada por las estructuras de párrafos
paralelos, aporta gran claridad a la comparación y contraste de ideas, aumentado
la fuerza de las aseveraciones de Obama.
No se puede hablar de cambio cuando ofrece otros cuatro años más de políticas
económicas de Bush, que han fracasado a la hora de crear puestos de trabajo bien
remunerados o de dar cobertura sanitaria a nuestros trabajadores o de ayudar a los
americanos a hacer frente a los disparados costes de la enseñanza superior;
políticas que han reducido los ingresos de la familia americana media en términos
reales, que han ensanchado la brecha entre las grandes corporaciones y los
pequeños negocios y la clase trabajadora, y que han dejado a nuestros hijos con
una montaña de deudas.
Así pues, esto es lo que voy a decir: que hay muchas palabras para describir el
intento de John McCain de hacer pasar por consensuada y novedosa su adhesión a
las políticas de George Bush. Sin embargo, el cambio no es una de ellas.
El cambio es una política exterior que no empiece y termine con una guerra
que nunca debería haberse autorizado y que nunca debería haberse emprendido.
No me voy a quedar aquí como si tal cosa y fingir que todavía disponemos de
muchas y muy buenas alternativas en Irak; pero lo que en ningún caso es una
alternativa es dejar nuestras tropas en aquel país durante los próximos 100 años,
especialmente en un momento en el que nuestro ejército ya no da más abasto,
nuestra nación está aislada y prácticamente se hace caso omiso de todas las demás
amenazas que penden sobre América.
Tenemos que ser tan cuidadosos para salir de Irak como descuidados fuimos
para meternos allí, pero eso sí, tenemos que empezar a marcharnos. Es hora de que
los iraquíes asuman la responsabilidad de su futuro. Es hora de que
reconstruyamos nuestro ejército y prestemos a nuestros veteranos la atención que
necesitan y las ayudas que merecen cuando regresen a sus casas. Es hora de que
concentremos de nuevo nuestros esfuerzos en el liderazgo de Al Qaeda y en
Afganistán y de que reunamos al mundo contra las amenazas comunes del siglo
XXI: terrorismo y armas nucleares; cambio climático y pobreza; genocidio y
enfermedades. En eso consiste el cambio.
Porque en este país tenemos una alternativa. Podemos aceptar unas políticas
que fomenten la división y el conflicto y el cinismo. Podemos abordar el tema racial
sólo como espectáculo, como hicimos en el juicio a O. J. Simpson, o tras la tragedia,
como hicimos después del Katrina, o como material consumible para las noticias
de la noche. Podemos pasar los sermones del reverendo Wright en todos los canales,
todos los días y hablar de ellos desde hoy hasta la fecha de las elecciones, y hacer
que la única pregunta de esta campaña sea si el pueblo americano piensa o no que
yo creo o simpatizo en cierto modo con sus palabras más ofensivas. Podemos
abalanzarnos sobre la metedura de pata de algún partidario de Hillary como
prueba de que ella está jugando la carta racial o podemos especular sobre si los
blancos se congregarán todos en torno a John McCain en las elecciones generales,
independientemente de cuál sea su política.
Esta vez queremos hablar de que las colas de las urgencias están llenas de
blancos y negros e hispanos que no tienen asistencia sanitaria, que no tienen el
poder a su disposición para vencer los intereses particulares de Washington, pero
que pueden conseguirlo si nos unimos.
Esta vez queremos hablar de las fábricas cerradas que una vez ofrecieron una
vida decente a hombres y mujeres de todas las razas, y de las casas en venta que
una vez pertenecieron a americanos de todas las religiones, de todas las regiones,
de todas las condiciones sociales. Esta vez queremos hablar de que el problema
real no es que alguien que no se parezca a ti pueda quitarte el trabajo; es que la
compañía para la que trabajas se desplazará al extranjero exclusivamente por las
ganancias.
Esta vez queremos hablar de los hombres y mujeres de todos los colores y
credos que sirven juntos, y luchan juntos y derraman juntos su sangre bajo la
misma orgullosa bandera. Queremos hablar de cómo traerlos a casa de una guerra
que nunca tendría que haberse autorizado y que nunca tendría que haberse
declarado y queremos hablar de cómo mostraremos nuestro patriotismo
cuidándoles a ellos y a sus familias y dándoles las ayudas sociales que se han
ganado.
Y, sin embargo, a pesar de todo esto, la otra parte aún apuesta por el hecho
de que el pueblo americano no advertirá que John McCain se está presentando
para el tercer mandato presidencial de George Bush. Piensan que se olvidará de
todo lo que ha sucedido en los últimos ocho años, que será seducido con argucias
para que crea que yo o mi partido somos los que no estamos familiarizados con la
realidad de sus vidas.
Pero, ellos creen que por fin ha llegado la hora de que hagamos asequible y
disponible para todo americano la asistencia sanitaria; de que hagamos descender
los costes de trabajadores y empresas; de que reduzcamos las primas y de que
impidamos a las compañías de seguros que denieguen a la gente la asistencia y
cobertura que tanto necesita.
Ellos creen que podemos y deberíamos lograr que la economía global sea útil
a los trabajadores americanos; que no podemos impedir que todos los empleos se
trasladen al extranjero, pero desde luego sí podemos evitar la concesión de
deducciones fiscales a las empresas que actúan así y podemos comenzar a
concederlas a empresas que crean buenos empleos aquí, en América. Podemos
invertir en los tipos de energía renovable que no sólo reducirían nuestra
dependencia del petróleo y salvarán nuestro planeta, sino que también crearían
hasta cinco millones de puestos de trabajo que no podrán subcontratarse al
exterior.
Ellos creen que podemos formar a nuestros trabajadores para estos nuevos
puestos y disponer de la fuerza laboral más productiva y de la fuerza laboral más
competitiva del mundo si recomponemos nuestro sistema de educación pública,
invirtiendo donde sea útil y averiguando lo que no lo es; si invertimos en la
educación preescolar y finalmente hacemos que la enseñanza superior sea
asequible para todos los que quieran cursarla; si dejamos de hablar de lo buenos
que son nuestros profesores y empezamos a retribuirlos de acuerdo con su
excelente calidad.
Ellos creen que si trabajas toda una vida, te mereces jubilarte con dignidad y
respeto, lo cual quiere decir una pensión con la que puedas contar y una Seguridad
Social siempre presente.
Eso es lo que la gente que he conocido cree acerca del país que ama. No
importa si son demócratas o republicanos: si proceden de las más pequeñas o las
más grandes ciudades; si son o no son cazadores; si van o no van a la iglesia o al
templo o a la mezquita. Podemos venir de diferentes lugares y tener diferentes
historias, pero compartimos esperanzas comunes y un único sueño americano.
[Si] el Dr. King pudo amar a su carcelero; si pudo pedir a los fieles que una
vez se sentaron donde vosotros estáis ahora que perdonaran a aquellos que les
echaban los perros y los rociaban con las mangueras, entonces es seguro que
podremos pasar por alto lo que nos divide en nuestro tiempo y curar nuestras
heridas y eliminar el déficit de empatía que existe en nuestros corazones.
Las Sagradas Escrituras nos dicen que somos juzgados no sólo por lo que decimos
sino por lo que hacemos. Si de verdad queremos llevar a cabo la unidad que es tan
crucial en esta hora, debemos encontrarla dentro de nosotros mismos para actuar de
acuerdo con lo que sabemos; para entender que vivir de acuerdo con los ideales de
este país y sus posibilidades requerirá grandes esfuerzos y recursos; sacrificios y
energías.
Y eso es lo que está en juego en el gran debate político que tenemos hoy. Los
cambios que se necesitan no llegarán con unos cuantos arreglos superficiales, y no
se producirán si los políticos simplemente nos dicen lo que queremos escuchar. A
todos nos pedirán que hagamos algún sacrificio. Ninguno de nosotros estará
exento de responsabilidad. Tendremos que luchar para poner al día nuestras
escuelas, pero también tendremos que retarnos a ser mejores padres. Tendremos que
enfrentarnos con los prejuicios de nuestro sistema de justicia penal, pero también
tendremos que reconocer la violencia profundamente arraigada que aún se
encuentra en nuestras propias comunidades y actuar con determinación para
liberarnos de su sujeción.
Así es como provocaremos el cambio que perseguimos. Así es como el Dr. King
lideró este país a través del desierto. Lo hizo con palabras, palabras que no sólo
dirigió a los hijos de los esclavos, sino también a los hijos de los propietarios de los
esclavos. Palabras que inspiraron no sólo a los negros, sino también a los blancos;
no sólo a los cristianos, sino también a los judíos; no sólo a los del Sur sino también
a los del Norte.
Lideró con palabras, pero también lideró con hechos. También lideró con el
ejemplo. Lideró cuando se manifestó y sufrió pena de cárcel y soportó amenazas y
estuvo lejos de su familia. Lideró cuando adoptó una postura contra una guerra,
sabiendo perfectamente que con ello disminuiría su popularidad. Lideró cuando
cuestionó nuestras estructuras económicas, sabiendo que ello produciría malestar.
El Dr. King sabía que la unidad no se puede conseguir a bajo precio; que
tendríamos que ganarla con gran esfuerzo y determinación. v [Énfasis añadidos.]
ii
Barack Obama: Cena Jeferson-Jackson, Richmond, Virginia, 9 de febrero
de 2008.
iii
Barack Obama: Noche electoral de primarias de Pensilvania, Evansville,
Indiana, 22 de abril de 2008.
iv
Barack Obama: Noche electoral final de primarias, St. Paul, Minnesota, 3
de junio de 2008.
v
Barack Obama: The Great Need of the Hour, Atlanta, Georgia, 20 de enero
de 2008.
8
Para tratar una polémica es útil identificar claramente cuáles son los
objetivos. Esto puede orientar la toma de decisiones siguientes: hasta qué punto se
debería ser humilde, el lenguaje corporal ideal, los apoyos que se deberían tener
cerca o el escenario en el que se podrían ofrecer las disculpas. Cuando se
contemplan con detenimiento, estos factores pueden trabajar combinados para
contribuir a que se produzca una buena resolución del asunto. Barack Obama ha
mostrado una notable habilidad para identificar sus objetivos antes de abordar la
polémica en un escenario público. Un buen ejemplo al respecto ocurrió durante un
debate presidencial con la senadora Hillary Clinton, cuando él abordó una cuestión
relativa al líder de Nación del Islam Louis Farrakhan. Unos días antes del debate,
Farrakhan apoyó la candidatura de Obama en una convención nacional. Durante el
debate presidencial del 26 de febrero de 2008, el moderador Tim Russert preguntó
a Obama, «¿Acepta usted el apoyo de Louis Farrakhan?».
He sido muy claro en mis denuncias de los comentarios antisemitas del líder
religioso musulmán Louis Farrakhan, en el sentido de que son inaceptables y
censurables. Yo no pedí su apoyo. Él manifestó su orgullo por un afroamericano
que parece que está reconciliando al país. Evidentemente, yo no puedo censurarle
por esto. Pero no es un respaldo que yo haya buscado, y no estamos haciendo
nada, se lo aseguro, formal o informalmente con Mr. Farrakhan [...]
No estaría aquí si no fuera por los numerosos judíos americanos que han
apoyado el movimiento a favor de los derechos civiles y han contribuido a
garantizar que la justicia se cumpliera en el Sur. Y esa coalición se ha deteriorado
con el tiempo por muchas cosas. Parte de mi labor en este proceso es asegurar que
se reabran estas líneas de comunicación y mutua comprensión.
Tengo que decir que no veo diferencia alguna entre denunciar y rechazar.
No existe una oferta formal de ayuda por parte del líder religioso musulmán
Farrakhan que tenga que rechazar. Pero si la senadora Clinton piensa que la
palabra «rechazar» es más fuerte que la palabra «denunciar», no tengo ningún
problema en reconocerlo, y yo rechazo y denuncio.
La decisión de Obama de empezar antes que nada con esta cita arraigó su
respuesta con firmeza en el marco de la tradición americana y subrayó su
compromiso con los valores americanos esenciales. Estas palabras contribuyeron a
situar a Obama en un plano moral superior y cambiaron el tono de la conversación.
Fue capaz de hablar de su relación con el reverendo Wright desde dicho plano en
lugar de hacerlo desde una posición estrictamente defensiva. Siguió hablando
acerca de las complejidades de las relaciones raciales en América y de los retos
para conseguir la igualdad, y dejó claro hasta qué punto desaprobaba los agresivos
comentarios de Wright.
Como dije ayer, lamento algunas de las palabras que escogí, en parte porque
el modo en que se han interpretado estas observaciones ha ofendido a algunas
personas y en parte porque han servido como una distracción más del debate
esencial que debemos tener en esta época de elecciones.
Sin embargo, nunca me desviaré del punto más importante que intentaba hacer ver.
Durante los últimos decenios, la gente de los pueblos y ciudades de las zonas
rurales de este país han visto que la globalización ha cambiado las reglas del juego
para ellos. Cuando comencé mi carrera como trabajador social en el South Side de
Chicago, vi lo que ocurre cuando cierra sus puertas la planta siderúrgica local y se
traslada al extranjero. No sólo se pierden los puestos de trabajo de la fábrica, sino
que empiezan a desaparecer empleos y empresas en toda la comunidad. Las calles
están más vacías. Las escuelas sufren.
He escuchado estas historias durante casi todos los días de esta campaña,
tanto si me encontraba en Iowa, como en Ohio o Pensilvania. Y la gente que he
conocido también me decía que todos los años, en todas las elecciones, los políticos
iban a su ciudad y les contaban lo que querían escuchar, hacían grandes promesas
y luego regresaban a Washington al terminar la campaña y nada cambiaba. No
existe un plan para abordar los aspectos negativos de la globalización. No hacemos
nada sobre los costes disparados de la asistencia sanitaria o la enseñanza superior
o sobre las pensiones que desaparecen. En lugar de luchar para reemplazar los
empleos que se van, Washington acaba luchando con la distracción más reciente de
la semana.
Es posible que la semana pasada cometiera un error con las palabras que
escogí, pero la otra parte ha cometido un error mucho más perjudicial con las
fracasadas políticas que ha escogido y la filosofía decadente que ha adoptado
durante los tres últimos decenios.
Pero los comentarios que han provocado este reciente incendio no eran
simplemente polémicos. No eran simplemente el intento de un líder religioso de
denunciar unas injusticias percibidas, sino que expresaban un punto de vista
distorsionado de este país, un punto de vista que considera endémico el racismo de
los blancos y que eleva todo lo que está mal en América por encima de todo lo que
sabemos que está bien; un punto de vista que considera que los conflictos de
Oriente Medio tienen principalmente su raíz en los actos de aliados leales como
Israel en lugar de emanar de las ideologías perversas y odiosas del islamismo
radical.
Como tales, los comentarios del reverendo Wright no sólo eran equivocados,
sino causantes de división en un momento en que necesitamos unidad; llenos de
carga racial en un momento en que necesitamos unirnos para solucionar una serie
de problemas colosales: dos guerras, una amenaza terrorista, una economía en
descenso, una crisis crónica de la asistencia sanitaria y un cambio climático
potencialmente terrible; problemas que no son negros ni blancos ni latinos ni
asiáticos, sino problemas que nos afectan a todos.
Dados mis orígenes, mi política y los valores e ideales que profeso, sin duda
mis declaraciones de condena no son suficientes para algunos. ¿Por qué
vincularme con el reverendo Wright?, se pueden preguntar en primer lugar. ¿Por
qué no hacerme miembro de otra iglesia? Reconozco que si todo lo que supiera del
reverendo Wright fueran los fragmentos de estos sermones que se han pasado una
y otra vez por televisión y por YouTube, o si la Iglesia Unida de la Trinidad de
Cristo se ajustara a las caricaturas divulgadas por algunos comentaristas, no hay
ninguna duda de que yo reaccionaría en gran parte de la misma manera.
Pero la verdad es que eso no es todo lo que sé de él. El hombre que conocí
hace más de veinte años es un hombre que me ayudó a introducirme en mi fe
cristiana, un hombre que me hablaba de nuestras obligaciones de amor mutuo; de
cuidar a los enfermos y de mejorar la situación de los pobres. Él es un hombre que
sirvió a su país como marine, que ha estudiado y dado conferencias en algunas de
las más prestigiosas universidades y seminarios del país, y que durante más de
treinta años ha liderado una iglesia que sirve a la comunidad haciendo el trabajo
de Dios aquí en la Tierra, ofreciendo alojamiento a los sin hogar, atendiendo a los
necesitados, proporcionando servicios de atención cotidianos y becas y atención
religiosa en las cárceles, y ayudando a los que padecen sida…
Con lo imperfecto que pueda ser [el reverendo Wright], para mí ha sido
como un miembro de la familia. Fortaleció mi fe, ofició la ceremonia de mi boda y
bautizó a mis hijas. Ni una sola vez en mis conversaciones con él le he oído hablar
sobre cualquier grupo étnico en términos despectivos ni le he visto tratar a los
blancos con los que tenía relación de un modo que no fuera cortes y respetuoso.
Dentro de él hay las contradicciones—lo bueno y lo malo—de la comunidad a la
que ha servido con diligencia durante tantos años.
Estas personas son parte de mí. Y son parte de América, este país que amo...
Motivar a los demás para que actuén y dejar una profunda última
impresión
Los finales con fuerza son indispensables para transmitir mensajes que
impacten a los oyentes y perduren en sus mentes. Desde un punto de vista ideal,
cuando ofrecen sus comentarios, los líderes deben transmitir sus visiones y los
diferentes puntos de un modo lo suficientemente eficaz para alcanzar el objetivo de
su charla. Idealmente también, cuando se comunican las conclusiones, los líderes
deben conseguir motivar a sus oyentes, produciendo un fuerte impacto y dejando
una profunda última impresión. Barack Obama ha mostrado una considerable
habilidad para terminar sus discursos y declaraciones públicas con gran fuerza y
eficacia. Del mismo modo que un comienzo fuerte ayuda a captar la atención y a
dirigir al oyente, un final excelente a un conjunto de observaciones deja a los
oyentes una impresión positiva que puede influir en sus opiniones, decisiones y
acciones posteriores. Con sus potentes comentarios de conclusión, Obama inspira a
los oyentes, ayuda a crear ímpetu, genera una sensación de importancia y urgencia
de las futuras acciones, y a veces dirige a los oyentes hacia las pequeñas acciones
que ellos pueden llevar a cabo de forma inmediata para ayudar a una causa.
Obama aumenta gradualmente la intensidad hasta llegar a un punto culminante y
allí finaliza y deja de hablar. A continuación recogemos algunas lecciones de las
prácticas que han permitido a Obama finalizar con fuerza y que han ayudado a
inspirar no sólo una campaña, sino su «movimiento».
Cuando Obama termina sus charlas «con fuerza» suele emplear palabras
que exponen grandes aspiraciones, inspirando y motivando a sus oyentes. Varios
tipos de lenguaje desempeñan esta tarea. En ocasiones, las palabras son
sencillamente elocuentes. En otras, el lenguaje incorpora palabras patrióticas,
principios entrañables, o verdades bíblicas. Casi siempre, las palabras evocan una
reacción emocional. Veamos este ejemplo:
Son los ideales de los fundadores, representados por la bandera que cubrió
el ataúd de mi abuelo; es la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es la simple verdad que aprendí todos esos años que trabajé en las sombras
de una planta siderúrgica cerrada en el South Side de Chicago: que en este país, se
puede obtener justicia con todas las probabilidades en contra; la esperanza puede
recuperarse en el más oscuro de los rincones; y cuando nos dicen que no podemos
provocar el cambio que perseguimos, respondemos al unísono: sí, podemos.
Así pues, no olvidéis jamás que estas elecciones no son sobre mí ni sobre
cualquier candidato. No olvidéis nunca que esta campaña es sobre vosotros: sobre
vuestras esperanzas, sobre vuestros sueños, sobre vuestras luchas, sobre conseguir vuestra
parte del sueño americano.
No olvidéis nunca que tenemos una alternativa en este país, que podemos
escoger no estar divididos; que podemos escoger no estar asustados; que aún
podemos escoger este momento para unirnos por fin y solucionar los problemas de
los que hemos hablado todos los años en todas las elecciones.
Este momento puede ser distinto de todos los demás. En este momento
podemos amilanar a aquellos que dicen que nuestra ruta es demasiado larga; que
nuestro ascenso es demasiado empinado; que ya no podemos lograr el cambio que
buscamos. Éste es nuestro momento para responder al llamamiento al que tantas
generaciones de americanos han respondido antes, insistiendo en que a través del
esfuerzo y del sacrificio, el sueño americano perdurará. Gracias, y que Dios
bendiga a Estados Unidos de América.i [Énfasis añadido.]
A través del servicio, descubrí una comunidad que me adoptó, una iglesia a
la que pertenecer, una ciudadanía que merecía la pena, el rumbo que había estado
buscando. A través del servicio, descubrí que mi inverosímil historia encajaba
dentro de una historia americana más importante.
Los sacrificios realizados por generaciones anteriores nunca han sido fáciles.
Pero América es una gran nación precisamente porque los americanos han estado
dispuestos a levantarse ante las dificultades, a servir en escenarios grandes y
pequeños, a superar terribles momentos de prueba y de grandes desafíos.ii
Otra práctica a la que recurre Obama cuando finaliza sus charlas «con
fuerza» es la de atraer la atención hacia los éxitos y establecer una sensación de
ímpetu, además de crear una sensación de importancia y urgencia de las futuras
acciones a realizar. Emplea un lenguaje que se añade a la sensación de que hay
mucho en juego y que lo que haga cada uno de los oyentes es importante. Veamos
este extracto, en el que el lenguaje empleado crea una sensación de urgencia:
Veamos este otro ejemplo, en el que Obama atrae la atención hacia hechos
que demuestran ímpetu:
Hace unas semanas, nadie imaginaba que lograríamos lo que hemos hecho
esta noche. Durante la mayor parte de esta campaña, hemos ido muy por detrás, y
siempre supimos que el camino sería empinado.
Algo está sucediendo cuando las personas no votan por el partido al que
pertenecen sino por las esperanzas que albergan en común. Y tanto si somos ricos
o pobres, negros o blancos, latinos o asiáticos, de Iowa o New Hampshire, de
Nevada o Carolina del Sur, estamos preparados para llevar este país en una
dirección completamente nueva. Eso es lo que está sucediendo en América ahora
mismo. Lo que está sucediendo en América es el cambio.
Podéis ser la nueva mayoría que saque a este país de una prolongada oscuridad
política. Demócratas, independientes y republicanos que están cansados de las
divisiones y distracciones que han enturbiado Washington; que saben que
podemos estar en desacuerdo sin ser desagradables; que saben que si movilizamos
nuestras voces para desafiar al dinero y las influencias que se interponen en
nuestro camino y nos desafiamos a nosotros mismos a conseguir algo mejor, no
habrá problema que no podamos resolver, ni destino que no podamos alcanzar. vi
[Énfasis añadidos.]
Por sí solo, ese momento de identificación entre esa joven blanca y ese
anciano de color no es suficiente. No es suficiente para proporcionar asistencia
sanitaria a los enfermos, trabajo a los desempleados o educación a nuestros hijos.
Pero es nuestro punto de partida. Ésa es la razón de que las paredes de esta
habitación empiecen a temblar y resquebrajarse.
Así fue en los casos de los trabajadores que no se echaron atrás en los
piquetes de huelga, en el de las mujeres que hicieron añicos los techos de cristal; en
el de los niños que desafiaron un puente en Selma por la causa de la libertad.
Así ha sido en el caso de todas las generaciones que han superado las
dificultades más terribles y las adversidades más inverosímiles para dejar a sus
hijos un mundo que fuera mejor y más amable y más justo.
Y así debe ser en nuestro caso.
El viaje va a ser difícil. El camino será largo. Afronto este reto con profunda
humildad y a sabiendas de mis limitaciones, pero también con una fe ilimitada en
la capacidad del pueblo americano. Porque si estamos dispuestos a trabajar por
ello y a luchar por ello y a creer en ello, entonces estoy completamente seguro de
que, durante generaciones y generaciones a partir de este momento, podremos
mirar atrás y contarles a nuestros hijos que éste fue el momento en el que
empezamos a proporcionar asistencia a los enfermos y buenos puestos de trabajo a
los desempleados; que éste fue el momento en el que empezó a detenerse la subida
de los océanos y nuestro planeta empezó a recobrar la salud; que éste fue el
momento en que pusimos fin a una guerra y aportamos seguridad a nuestra nación
y restauramos nuestra imagen de ser la última y mejor esperanza de la Tierra. Éste
fue el momento—ésta fue la hora—en que nos unimos para rehacer esta gran
nación para que pudiera reflejar siempre lo mejor de nosotros mismos y nuestros
más altos ideales. Gracias. Que Dios os bendiga, y que Dios bendiga a Estados
Unidos de América.viii
Cuando termina con fuerza, Obama reafirma los temas y eslóganes clave. Su
eficacia en este aspecto es evidente, como puede apreciarse a través de la enorme
popularidad que han llegado a tener algunos de sus eslóganes: Sí, podemos, El
cambio que te favorece, El pasado versus el futuro, Recupera el sueño americano, Ahora es
nuestro momento, El cambio en el que podemos creer.
Sí, podemos.
Sí, podemos.
Fue susurrado por los esclavos y los abolicionistas cuando se abrían camino
hacia la libertad a través de la más oscura de las noches.
Sí, podemos.
Fue cantado por los inmigrantes cuando zarpaban de costas lejanas y por los
pioneros que avanzaban hacia el oeste luchando contra un desierto implacable.
Sí, podemos.
Así pues, mañana, cuando llevemos esta campaña al sur y al oeste; cuando
veamos que las dificultades del trabajador textil de Spartanburg no son tan
distintas de los apuros del lavaplatos de Las Vegas; que las esperanzas de la niña
que va a una escuela de Dillon son las mismas que los sueños del chico que
aprende en las calles de Los Ángeles, recordaremos que algo está sucediendo en
América; que no estamos tan divididos como indican nuestros políticos; que somos
un solo pueblo, una sola nación; y juntos empezaremos a escribir el siguiente gran
capítulo de la historia de América con dos palabras que resonarán de costa a costa,
de océano a océano. Sí. Podemos.ix
Otra práctica importante que Obama utiliza a veces cuando «termina con
fuerza» es un llamamiento a la acción, dirigiendo a los miembros de la audiencia a
la realización de pequeñas acciones que puedan llevar a cabo inmediatamente para
contribuir a una causa. En ocasiones, la llamada a la acción es muy concreta; en
otras, es una llamada general a la participación. En el discurso siguiente, Obama
aumenta gradualmente la intensidad, recalca los puntos clave y luego finaliza con
palabras inspiradoras y un llamamiento a la acción.
Ésa es la razón de que esta campaña no pueda tratar sólo sobre mí. Debe
tratar sobre nosotros. Debe tratar sobre lo que podemos hacer juntos. Esta campaña
debe ser la ocasión, el vehículo de vuestras esperanzas y vuestros sueños. Os
tomará vuestro tiempo, vuestra energía y vuestro consejo hacernos avanzar
cuando lo hagamos bien y avisarnos cuando lo hagamos mal. Esta campaña tiene
que tratar de la recuperación del sentido de la ciudadanía, del restablecimiento de
nuestro sentido del objetivo común, y de darnos cuenta de que pocos obstáculos
pueden resistir la fuerza de millones de voces pidiendo el cambio.
Nos dice que hay poder en la convicción, que por encima de todas las
diferencias de raza y región, de fe y condición social, somos un solo pueblo.
No sólo para ocupar un cargo, sino sobre todo para unirme a vosotros en la
transformación de un país.
Quiero ganar esa próxima batalla, para tener mejores escuelas y mejores
empleos y asistencia sanitaria para todos.
Hemos visto muchas veces este guión en el pasado. Pero sé que esta vez será
diferente.
Ése es el futuro que está a nuestro alcance. En eso consiste la esperanza, eso
que hay dentro de nosotros que insiste en que algo mejor nos está esperando a la
vuelta de la esquina, a pesar de todas las evidencias en sentido contrario. Pero sólo
si estamos dispuestos a trabajar por ello y a luchar por ello. Despojémonos de
nuestros temores y de nuestras dudas y de nuestro cinismo. Jactémonos de la tarea
que tenemos ante nosotros de rehacer este país, calle por calle, distrito por distrito,
comarca por comarca, estado por estado.
Éste es el momento.
Gracias.xi
Otra mejor práctica para dejar una profunda última impresión es «terminar
con fuerza». Los oradores sobresalientes aumentan la intensidad hasta llegar a un
punto culminante y terminan ahí, dejando a los oyentes estimulados, inspirados,
motivados y centrados en cuestiones clave. Los oradores pueden considerar
también la repetición de estribillos o eslóganes en los minutos previos a la
finalización de sus charlas. Esto contribuye a mantener estos temas e ideas bien
grabados en las mentes de los miembros de la audiencia. Llamar a la acción o
motivar a los oyentes a emprender pequeñas acciones que puedan ayudar a una
causa también puede contribuir a incrementar el impacto motivador de la
comunicación.
i
Barack Obama: Noche electoral de primarias, Raleigh, Carolina del Norte, 6
de mayo de 2008.
ii
Barack Obama: A Call to Serve, Mt. Vernon, Iowa, 5 de diciembre de 2007.
iii
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre
de 2007.
iv
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre
de 2007.
v
Barack Obama: Cena Jeferson-Jackson, Richmond, Virginia, 9 de febrero
de 2008.
vi
Barack Obama: Elecciones primarias de New Hampshire, Nashua, New
Hampshire, 8 de enero de 2008.
vii
Barack Obama: The Great Need of the Hour, Atlanta, Georgia, 20 de enero
de 2008.
viii
Barack Obama. Noche electoral final de primarias, St. Paul, Minnesota 3
de junio de 2008.
ix
Barack Obama: Elecciones primarias de New Hampshire, Nashua, New
Hampshire, 8 de enero de 2008.
x
Barack Obama: Our Moment is Now, Des Moines, Iowa, 27 de diciembre de
2007.
xi
Barack Obama: Anuncio de la candidatura a la presidencia, Springfield,
Illinois, 10 de febrero de 2007.
10
Este libro se cierra con una mirada a otro discurso histórico: el discurso de
aceptación de Barack Obama del nombramiento a candidato a presidente de la
nación, pronunciado el 28 de agosto de 2008, en la noche final de la Convención
Nacional del Partido Demócrata. Exhibiendo su poder comunicador, Obama
empleó una abundante gama de técnicas retóricas para ofrecer un extraordinario
discurso que destrozó barreras, creó lazos, ganó corazones y mentes, transmitió
una visión, aclaró y subrayó su mensaje, convenció y dejó una profunda última
impresión. Para ello, abordó cuestiones potencialmente incómodas, destacó
aspectos históricos y valores compartidos; utilizó palabras de la Biblia y afirmó
principios entrañables; utilizó las palabras de apreciados iconos americanos;
personalizó su mensaje con referencias a sus propias experiencias; aportó detalles
perfectamente medidos para poder convencer; utilizó imágenes vivas, imágenes en
movimiento y simbolismos; abordó puntos de vista contrarios; potenció con
habilidad técnicas de repetición como la anáfora; y empleó con acierto técnicas
retóricas como la aliteración, la antítesis, el tricolon, el polisíndeton, las preguntas
retóricas y las preguntas no retóricas. ¿Es usted capaz de identificar ahora todas
estas técnicas? Eche un vistazo a lo que sigue a continuación.
Barack Obama avanza hacia el estrado con una forma de andar confiada y
una brillante sonrisa. Extiende el brazo y saluda a la audiencia presente en Denver,
compuesta por unas 80.000 personas, y a los millones de telespectadores. Camina
con aires de presidente, rezumando autoridad. Aplaude varias veces junto al
público presente, una primera señal de que conecta y se siente cómodo con la
audiencia. Se dirige al atril y se sitúa frente al mismo con actitud de dominio, los
pies firmes en el suelo y los hombros erguidos y rectos. Lleva un traje oscuro serio
y su corbata a rayas azules y rojas envía un sutil pero significativo mensaje de
unidad que se subraya con una insignia de la bandera americana en la solapa de su
chaqueta.
Al presidente del Comité Nacional del Partido Demócrata y gran amigo Dick
Durbin y a todos mis conciudadanos de este gran país: con profunda gratitud
[énfasis] y gran humildad [énfasis], acepto vuestra designación a la presidencia de
Estados Unidos. [Aumenta el volumen de su voz. Las palabras electrizan a los oyentes. La
audiencia aplaude y agita banderas americanas.]
Doy las gracias al presidente Clinton, al presidente Bill Clinton, que anoche
defendió el cambio como sólo él puede hacerlo. [Mueve abiertamente las manos para
indicar que sus palabras son sinceras. Aplausos]; a Ted Kennedy que personifica el
espíritu de servicio [aplausos]; y al próximo vicepresidente de Estados Unidos
[ligera pausa], Joe Biden. Os doy las gracias. [Aplausos entusiastas.]
Agradezco [énfasis] concluir este viaje con uno de los mejores estadistas de
nuestro tiempo, alguien que se encuentra cómodo con todo el mundo [mueve
ampliamente las manos], desde líderes mundiales hasta los conductores del tren
Amtrak que sigue tomando todas las noches para volver a casa.
Al amor de mi vida [sus ojos brillan por la emoción], nuestra próxima primera
dama, Michelle Obama [pausa para los aplausos; Obama exhibe una brillante sonrisa], y
a Malia y Sasha, os quiero muchísimo [énfasis], y estoy muy orgulloso [énfasis] de
vosotras. [Su tono de voz está lleno de adoración. Aplausos.]
Hace cuatro años [alarga las palabras] me presenté ante vosotros y os conté mi
historia, la de la breve unión de un joven de Kenia con una joven de Kansas que no
eran acomodados ni conocidos, pero que compartían la convicción de que en
Estados Unidos su hijo podría lograr lo que se propusiera. [Junta los dedos; su tono de
voz es de nostalgia.]
Esta promesa [arrastra la «s», atrayendo un poco más de atención hacia la palabra
promesa] ha diferenciado siempre a este país [mueve abiertamente las manos,
subrayando la grandeza de este país]: que mediante el esfuerzo y el sacrificio todos
[pronuncia cada palabra con sumo cuidado] podemos ir en pos de nuestros sueños
individuales pero seguiremos unidos [mueve ambas manos al unísono] como una
gran familia americana para asegurar [énfasis; señala con el dedo índice] que la
siguiente generación puede ir también en pos de esos sueños.
Ésa es la razón de que yo esté aquí esta noche. Porque durante doscientos
treinta y dos años [mueve ampliamente las manos para dar a entender la magnitud de
tiempo y subraya cada palabra: dos-cientos-treinta-y-dos] cada vez que esta promesa ha
estado en peligro [apunta al aire con el dedo, recalcando la palabra] hombres y mujeres
corrientes—estudiantes y soldados, agricultores y maestros, enfermeras y conserjes
[su voz sube y baja, para dar a entender la cantidad de gente involucrada]—han
encontrado el valor para mantenerla viva.
Nos encontramos en uno de estos momentos decisivos [junta los dedos y recalca
las palabras, su tono es de añoranza], un momento en que nuestro país está en guerra,
nuestra economía está sumida en la confusión, y la promesa americana ha sido
amenazada de nuevo.
Esta noche [baja la voz, añadiendo énfasis], hay más americanos sin trabajo, y
más americanos trabajando más duro por menos dinero. Muchos sois los que
habéis perdido vuestros hogares e incluso más los que veis caer en picado el valor
de vuestras casas. Muchos sois los que tenéis coches que luego no podéis conducir;
facturas que no podéis pagar y matrículas escolares que están más allá de vuestras
posibilidades. [Mueve ampliamente las manos.]
Este país es más decente [énfasis] que aquel en que una mujer de Ohio a punto
de jubilarse y después de toda una vida de esforzado trabajo se encuentra en una
situación desastrosa a causa de una enfermedad. [Señala con su dedo índice.]
Somos un país mejor [mueve ampliamente las manos] que aquel en que un
hombre de Indiana tiene que empaquetar las máquinas con las que ha trabajado
durante veinte años y ver como se las llevan a China [deja caer la mano al costado con
desdén], y luego se le quiebra la voz cuando explica lo fracasado que se sintió
cuando volvió a su casa y tuvo que contar la noticia a su familia. [Baja el tono de
voz, comunicando desaprobación.]
Nosotros tenemos más compasión que un gobierno que permite que sus
veteranos de guerra duerman en las calles y sus familias se hundan en la pobreza...
[aplausos] ... que permanece de brazos cruzados mientras una importante ciudad
del país se sumerge bajo el agua ante nuestros ojos. [El público aplaude esta referencia
desaprobatoria a la crisis sufrida por la ciudad de Nueva Orleans.]
Y nosotros estamos aquí [mueve ambas manos en dirección hacia sí] nosotros
estamos aquí porque amamos a este país demasiado [énfasis] para permitir que los
próximos cuatro años se parezcan a los últimos ocho. [Desliza suavemente su voz
hacia arriba y hacia abajo para recalcar las palabras, provocando una fuerte reacción de
apoyo del público. Aplausos.]
El 4 de noviembre tenemos que ponernos de pie y decir: ¡Con ocho, basta!
[Aplausos. Exhibe una sonrisa brillante y segura y deja escapar una risa sofocada. Las
ovaciones continúan.]
Lo cierto es [agita el dedo índice en el aire] que, una vez tras otra, en cuestiones
de gran importancia para nuestras vidas—en asistencia sanitaria, en educación y
en economía [mueve abiertamente sus manos, indicando la amplitud e importancia de los
temas]—el senador McCain ha sido cualquier cosa menos [énfasis] independiente.
Dijo que nuestra economía ha hecho grandes progresos bajo este presidente.
Dijo [estira la palabra, añadiendo énfasis] que los fundamentos de la economía son
sólidos. Y cuando uno de sus principales asesores—el hombre que redactó su plan
económico—habló de la angustia que sienten los americanos, él dijo que sólo
padecíamos una recesión mental [articula cada palabra, mostrando desaprobación con su
tono de voz] y que nos habíamos convertido—y cito literalmente [eleva el dedo índice]
—en «un país de quejicas» [La audiencia prorrumpe en abucheos.]
¿Por qué otra razón, si no, definiría como de clase media a alguien que gana
menos de cinco millones de dólares al año? [Agita en el aire el dedo índice.] ¿De qué
otro modo podría proponer centenares de miles de millones de dólares [ligera risita
burlona] en amnistías fiscales para las grandes empresas y las compañías
petrolíferas, pero ni un solo centavo [subraya cada una de las palabras] de deducción
fiscal para más de 100 millones de americanos? [Señala con el dedo de forma acusadora;
énfasis.] ¿De qué otro modo podría ofrecer un plan de asistencia sanitaria que en
realidad grava [junta los dedos] los beneficios de las personas, o un plan de
educación que no hará nada [mueve ampliamente las manos, subrayando la palabra
«nada»] para ayudar a las familias a pagar la enseñanza superior, o un plan
[aumenta la cadencia de su voz, dando la sensación de que la lista podría ampliarse
indefinidamente] que privatizará la Seguridad Social y jugará con vuestra jubilación?
[La audiencia prorrumpe en abucheos.]
Vosotros sabéis [alarga las palabras] que nosotros, los demócratas, medimos
de forma muy diferente lo que constituye el progreso [junta los dedos] en este país.
Nosotros medimos el progreso por el número de personas que pueden encontrar
un trabajo que les permita pagar la hipoteca [su tono de vez expresa sentido de
justicia]; por el hecho de que puedas tener ahorrado un poco de dinero [junta los
dedos para subrayar este punto] a final de mes para que algún día puedas ver como tu
hijo obtiene un título universitario. Medimos el progreso a través de los veintitrés
millones de puestos de trabajo que se crearon cuando Bill Clinton [se acerca un poco
más al micrófono y señala con el dedo índice para remarcar este punto] fue presidente…
[aplausos] ... cuando la familia americana media vio que sus ingresos subían hasta
los 7.500 dólares [mueve la mano hacia arriba] en lugar de verlos bajar hasta los 2.000
dólares [mueve la otra mano hacia abajo], como ha ocurrido bajo el mandato de
George Bush. [Aplausos.]
Los fundamentos [su mano hace un gesto para expresar que «los fundamentos»
son valiosos] que utilizamos para medir la fortaleza económica son si estamos a la
altura de la promesa esencial que ha hecho grande a este país, una promesa que
constituye la única razón de que yo esté aquí esta noche. [Mueve la mano con
suavidad hacia su pecho.]
En la cara de esa joven estudiante que duerme tan sólo tres horas antes de
entrar a trabajar en el turno de noche, pienso en mi madre que nos crió a mi
hermana y a mí mientras trabajaba y estudiaba para obtener un título; que una vez
recurrió a los cupones de la asistencia pública para alimentarnos, pero que, a pesar
de todo, fue capaz de enviarnos a las mejores universidades del país con la ayuda de
préstamos y becas para estudiantes. [Aplausos.]
Ella es la que me enseñó lo que es trabajar duro. [Junta los dedos, subrayando
este punto.] Ella es la que pospuso la compra de un coche nuevo o un vestido nuevo
para que yo pudiera tener una vida mejor. [Pone las dos manos sobre el pecho,
recalcando el carácter preciado del sacrificio de su abuela.] Me dio todo lo que tenía. Y,
aunque ya no puede viajar, sé que me está viendo esta noche y que esta noche es
también su noche. [Énfasis. Aplausos entusiastas.]
Bien [alarga la palabra], no sé qué clase de vida piensa John McCain que
llevan los famosos [su tono es de burla cuando hace alusión a las afirmaciones de McCain
de que él es una celebridad], pero ésta ha sido la mía. [Aplausos.]
Éstos [énfasis] son mis héroes; sus [énfasis] historias han moldeado mi vida. Y,
es en su nombre, que pretendo ganar estas elecciones y mantener viva nuestra
promesa como presidente de Estados Unidos. [Amplifica sus palabras; su tono de voz
es de determinación. Aplausos.]
¿Cuál es esa promesa americana? [Pausa para lograr impacto.] Es una promesa
que dice que cada uno de nosotros es libre de hacer con su vida lo que quiera, pero
también que tenemos la obligación de tratarnos mutuamente con dignidad [ligera
pausa] y respeto.
La nuestra [alarga la palabra, añadiendo énfasis] es una promesa que dice que el
gobierno no puede solucionar todos nuestros problemas [baja su tono de voz], pero
que debería hacer [énfasis] lo que nosotros no podemos hacer por nuestra cuenta
[mueve ambas manos hacia sí]: protegernos del peligro [alza la palma de la mano
verticalmente, indicando señal de alto] y proporcionar a todos los niños una educación
decente [mueve las manos abiertamente, para dar a entender la importancia de lo que dice];
mantener nuestra agua limpia y nuestros juguetes seguros; invertir en nuevas
escuelas y en nuevas carreteras y en ciencia y en tecnología.
Nuestro gobierno debería trabajar para nosotros [hace hincapié en las palabras],
no contra nosotros. [Su tono de voz sube y baja, añadiendo énfasis.] Debería ayudarnos,
[hace hincapié en las palabras], no perjudicarnos. [Su tono de voz sube y baja.] Debería
asegurar oportunidades, no sólo para aquéllos que tienen más dinero e influencia,
sino para todo americano dispuesto a trabajar. [Aumenta el ritmo; recalcando lo que
dice.]
Ésa es la promesa que tenemos que mantener. [Señala con el dedo índice.] Ése
es el cambio que necesitamos ya. [Señala con el dedo índice de la otra mano. Aplausos.]
Por eso quiero explicar exactamente qué significará este cambio [junta los
dedos, como si abordara una crítica] si soy presidente. [Aplausos.]
Eliminaré los impuestos sobre las ganancias del capital para las pequeñas
empresas y start-ups que creen los empleos de altos salarios y alta tecnología del
mañana. [Ahueca la mano en forma de C, como si colocara las palabras en el aire.
Aplausos.] Escuchad ahora [apunta al aire con el dedo]: rebajaré los impuestos [pausa]
—rebajaré los impuestos [énfasis]—al 95 por ciento [golpea con el dedo índice] de todas
[énfasis] las familias trabajadoras, porque en un economía como ésta [se inclina hacia
el micrófono, acentuando este punto], lo último que debemos hacer es aumentar los
impuestos a la clase media. [Aumenta el volumen de voz. Aplausos.]
Haré que sea más fácil para los americanos poder comprarse esos nuevos
coches. [Apunta al aire con el dedo índice.] E invertiré 150.000 millones de dólares a lo
largo de la próxima década en fuentes de energía asequibles y renovables: energía
eólica y energía solar y la próxima generación de biocombustibles; una inversión
que dará lugar a nuevas industrias y a cinco millones [énfasis] de puestos de trabajo
bien pagados que no puedan deslocalizarse. [Varía su inflexión de voz. Pausa
dramática. Aplausos.]
Y… [alarga la palabra] y como alguien que vio a su madre discutir con las
compañías de seguros mientras yacía en cama [breve pausa] muriéndose de cáncer,
garantizaré que esas compañías dejen de discriminar a quienes están enfermos y
más necesitan los cuidados. [Aumenta el volumen de voz. Su tono es de indignación.
Aplausos.]
Ahora [alarga la palabra] es el momento de ayudar a las familias con bajas por
enfermedad pagadas y mejorar las bajas familiares, porque nadie en América
[mueve las manos como si cortara el aire] debería tener que elegir entre conservar el
empleo y cuidar a un hijo o un pariente enfermo.
Ahora [énfasis] es el momento de cambiar nuestra legislación de quiebras,
para que vuestras gratificaciones estén protegidas, con preferencia a las que
reciben los CEO de las compañías; y es el momento de proteger la Seguridad Social
para las generaciones futuras.
Muchos de estos planes costarán dinero, razón por la que he detallado cómo
pagaré hasta el último centavo: cerrando los resquicios legales que utilizan las
corporaciones y acabando con los paraísos fiscales que no ayudan a América a
crecer. Pero también repasaré el presupuesto federal, partida por partida [taladra las
palabras], y eliminaré los programas que ya no funcionen y haré que funcionen mejor
[énfasis] y cuesten menos [énfasis] los que sí necesitamos, porque no podemos
enfrentarnos a los retos del siglo XXI con una burocracia del siglo XX. [Aplausos.]
Cuando John McCain dijo que podíamos «arreglárnoslas» [mueve las manos,
realzando las palabras] en Afganistán, yo pedí más recursos y más tropas para
terminar la lucha contra los terroristas que verdaderamente nos habían atacado el
11-S y dejé claro que debíamos eliminar [apunta el dedo hacia la audiencia, con
determinación] a Osama bin Laden y a sus lugartenientes si los teníamos a nuestro
alcance. Sabéis que a John McCain le gusta decir que seguirá a Bin Laden hasta las
puertas del infierno, pero, en cambio ni siquiera le seguirá hasta la cueva donde vive.
[Matiza su tono de voz con desaprobación. Aplausos.]
Si John McCain quiere seguir a George Bush con más palabras duras y una
mala estrategia, es su elección [mueve ambas manos hacia la izquierda, como si quisiera
indicar que la opción de McCain está muy lejos de la suya], pero ése no es el cambio que
América necesita. [Junta los dedos. Aplausos.]
Como comandante en jefe [su rostro expresa dureza], nunca vacilaré a la hora
de defender este país, pero sólo enviaré nuestras tropas a una senda peligrosa con
una misión clara y con el compromiso sagrado de proporcionarles el equipo que
necesitan para combatir y los cuidados y las prestaciones que merecen cuando
vuelvan a casa. [Su tono es resuelto. Aplausos.]
Éstas [énfasis] son las políticas que voy a perseguir. Y en las próximas
semanas, espero poder debatirlas con John McCain. [Su tono de voz es de
determinación.]
Pero [pausa] lo que no haré será afirmar que el senador adopta unas posturas
por motivos electorales [su tono de voz es de justicia moral], porque una de las cosas
que tenemos que cambiar en nuestra política es la idea de que las personas no
pueden disentir sin cuestionar el carácter y el patriotismo del adversario.
[Aplausos.]
Los tiempos son demasiado serios [pausa] y hay demasiado en juego para
seguir con esta misma estrategia partidista. Así que convengamos que el
patriotismo no tiene partido. Yo amo a este país [se pone una mano sobre el pecho], y
también vosotros [apunta con un dedo hacia la audiencia], y también John McCain.
[Apunta con el dedo índice de nuevo, para indicar que se refiere a McCain.]
Los hombres y mujeres que sirven en nuestros campos de batalla pueden ser
demócratas y republicanos e independientes, pero han combatido juntos, y han
derramado juntos su sangre y algunos han muerto juntos bajo la misma orgullosa
bandera. No han servido a una América roja [énfasis] ni a una América azul
[énfasis]; han servido a Estados Unidos de América [da un golpe con el dedo al atril de
modo enérgico y pronuncia cada palabra: Estados U-ni-dos-de-A-mé-ri-ca. La audiencia
prorrumpe en estruendosos aplausos y corea «¡USA! ¡USA!» Por todo el estadio, el público
hace ondear banderas.]
[Mueve la palma en posición vertical en señal de alto.] Así que tengo algo que
decirle a McCain [la expresión de su rostro es de dureza; aumenta el volumen de su voz,
dejando claro su desafío]: Todos [énfasis] ponemos a nuestro país por delante de lo
demás. [Hace ademán de cortar el aire con la mano. Pausa dramática. Aplausos.]
América, nuestra tarea no será fácil. Los retos a los que nos enfrentamos
exigen decisiones difíciles, y demócratas y republicanos tendrán que deshacerse de
ideas gastadas [mueve una mano como si estuviera apartando las ideas anticuadas] y de
políticas del pasado. Porque, parte de lo perdido en estos últimos ocho años no
puede medirse sólo en términos de salarios desaparecidos o de mayores déficits
comerciales. Lo que también se ha perdido es nuestro sentido del propósito común
[suaviza el tono de voz, dando seriedad a las palabras], y eso es [énfasis] lo que tenemos
que restaurar.
Podemos no estar de acuerdo sobre el aborto, pero sin duda podemos estarlo
en reducir el número de embarazos no deseados en este país. [Acelera el ritmo para
recalcar este punto. Aplausos.]
Sé que hay diferencias sobre los matrimonios entre personas del mismo
sexo, pero sin duda [énfasis] podemos estar de acuerdo en que nuestros hermanos
gays y nuestras hermanas lesbianas tienen todo el derecho a visitar en el hospital a
la persona que aman y a vivir una vida sin discriminación. [Aplausos.]
Pero, esto también es parte de la promesa de América [se toca las manos
suavemente, recalcando lo valioso de la promesa], la promesa de una democracia donde
podamos encontrar la fortaleza [ligera pausa] y la gracia [su voz se rezaga en la c,
subrayando la palabra «gracia»] que supere las divisiones y nos una en un esfuerzo
común.
Si no se tiene una historia que contar [sacude el dedo índice de acá para allá],
entonces se pinta al adversario como alguien de quien se debería huir [énfasis]. Son
unas elecciones importantes [separa las manos, para indicar algo grande] y se tratan
cosas poco importantes [mueve las manos hasta casi juntarlas para indicar pequeñez]. ¿Y
sabéis una cosa? Esto ha funcionado antes, porque se alimenta del cinismo que
todos albergamos respecto del gobierno. Cuando Washington no funciona, todas
sus promesas parecen vacías [aleja una mano como si apartara una falsa promesa]. Si
vuestras esperanzas han sido defraudadas una y otra vez, entonces es mejor dejar
de esperar y conformaros con lo que ya tenéis. [Su tono de voz desciende ligeramente,
indicando desaprobación.]
Durante 18 largos meses, os habéis alzado, uno por uno, y habéis dicho,
«basta» [énfasis] a la política del pasado. Vosotros [alarga la palabra y apunta con un
dedo al público] sabéis que, en estas elecciones, el mayor peligro que corremos es
que se intente hacer la misma vieja política con los mismos viejos políticos [énfasis] y se
espere un resultado diferente.
Vosotros habéis mostrado lo que nos enseña la historia, que en los momentos
decisivos como éste, el cambio que necesitamos no viene de [énfasis] Washington. El
cambio llega a [énfasis] Washington. [Mueve ampliamente las manos. Aplausos.]
El cambio [casi canta la palabra y hace un ademán con la mano como si cortara el
aire, añadiendo énfasis] ocurre, el cambio ocurre porque el pueblo americano lo exige;
porque se ha levantado [mueve las manos con energía] e insiste en nuevas ideas [breve
pausa] y un nuevo liderazgo [breve pausa], una nueva política [agita una mano como si
cortara el aire] para una nueva época. [Junta los dedos.]
América, éste es uno de esos momentos.
Creo [casi canta las palabras, dejando que persistan] que, por muy duro que sea
[breve pausa], el cambio que nos hace falta está llegando [baja su tono de voz], porque
yo lo he visto [mueve las manos hasta su pecho; breve pausa para producir impacto en la
audiencia], porque yo lo he vivido. [Breve pausa.]
Y lo he visto en esta campaña [su tono de voz está lleno de admiración], en los
jóvenes que han votado por primera vez [suena el orgullo en su voz] y en los jóvenes
de corazón que se han vuelto a implicar después de muchísimo tiempo; en los
republicanos que nunca pensaron [ligera risita; ligera sonrisa] que elegirían una
papeleta demócrata [hace una pausa dramática para subrayar la importancia de lo que
dice], pero lo hicieron. [Sonríe. Aplausos.]
Este país nuestro posee más riquezas que cualquier otro, pero no es eso lo
que nos hace ricos. Tenemos el ejército más poderoso de la Tierra, pero no es eso lo
que nos hace fuertes [su tono de voz sube y baja, recalcando este punto]. Nuestras
universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo [su tono de voz alcanza un
punto culminante; mueve abiertamente las manos, para dar a entender la grandeza de
Estados Unidos], pero no es eso lo que hace que el mundo siga llegando a nuestras
costas [su tono de voz desciende].
Es más bien [baja de nuevo su tono de voz] el espíritu americano [pausa], esa
promesa americana, que nos empuja hacia delante aun cuando la senda sea
incierta; que nos une a pesar de nuestras diferencias; que nos hace fijar la mirada
no en lo que se ve, sino en lo que no se ve [énfasis], ese lugar mejor que nos espera al
otro lado de la curva. [Su tono de voz es melancólico y lleno de esperanza.]
Y [breve pausa] es esa promesa la que hace hoy 45 años [pausa], llevó a
americanos de todos los rincones del país a congregarse en una alameda de
Washington, frente al Lincoln Memorial, para escuchar a un joven predicador de
Georgia hablar de su sueño. [Aumenta gradualmente el volumen de su voz, dando gran
efecto a sus palabras y conmoviendo a los oyentes con su referencia a Martin Luther King,
Jr. Deja que las palabras sigan vivas. El público aplaude con entusiasmo.]
Los hombres y mujeres que se reunieron allí podían haber oído muchas
cosas. Podían haber oído palabras de ira y discordia. Les podían haber dicho que
sucumbieran al miedo y a la frustración de tantos sueños postergados.
«No podemos caminar solos» [mueve la mano con energía cortando el aire] gritó el
predicador. «Y mientras caminamos tenemos que hacer la promesa de que siempre
marcharemos hacia delante. [Mueve de nuevo enérgicamente la mano cortando el aire.]
No podemos volver atrás.» [Subraya cada palabra.]
En este momento, en estas elecciones [su tono de voz subraya un sentido de urgencia
mientras llega al punto culminante], debemos prometer una vez más que
marcharemos hacia el futuro. Cumplamos [énfasis] la promesa [su tono de voz emite
un reto], esa promesa americana [su tono de voz es nostálgico], y como dicen las
Sagradas Escrituras, aferrémonos firmemente [pronuncia la palabra «Escrituras» con
reverencia] sin vacilar a la esperanza que confesamos.
¡Gracias! [Breve pausa.] ¡Dios os bendiga! [Breve pausa.] Y que Dios bendiga
[énfasis] a Estados Unidos de América. [Énfasis añadidos.]
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