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Critica al edificio del Museo de las Colecciones Reales

La noticia dice: «perfectamente mimetizado con el entorno, tanto desde la perspectiva de las
fachadas principales de palacio y plazas de la Armería y Almudena, como desde la vista del
Campo del Moro», ¡absolutamente incierto!

No puedo por menos que criticar esta construcción que tanto dinero y tiempo ha costado.

El gusto estético no es patrimonio de los arquitectos, con sus prolongados discursos


envolventes de construcciones que a los ciudadanos nos disgustan, así sin más, porque las
vemos y no nos gustan, (¡debemos ser todos, o muchos, tontos!).

La vista de la iglesia/catedral de la Almudena desde el río Manzanares, (probablemente la vista


más bonita), ha quedado horriblemente mutilada en su parte inferior.
Y esto es una percepción simple e inmediata, no el resultado de la aplicación de ningún método
de valoración artístico, actual o del pasado.

No defiendo construir hoy con estilos antiguos, sino el no construir hoy, ni ayer, ocultando la
vista de ningún edificio singular de valor histórico, estético o artístico, (respecto a esto es
indiferente si lo que se oculta es un edificio nuevo o uno antiguo). Pero además, por otra parte,
muchos ciudadanos preferimos no agregar una construcción de un estimo moderno, o del estilo
que sea, encima, debajo o contigua a otra con la que, en nuestra desnuda y no "dirigida por
otros" percepción, simplemente no casa, desentona.

Tampoco me parecería acertado trasladar o construir un claustro de estilo románico en medio


de los edificios modernos de la castellana, porque los afearía, y él mismo quedaría afeado.

Reclamo el derecho a percibir y juzgar estéticamente sin estar sometidos a "instructores de la


percepción y el juicio". Con eso no digo que el buen gusto sea el resultado de ningún refrendo
"democrático". Probablemente E. Ibsen tenía un pelín de razón cuando decía aquello de que
«la mayoría no tiene razón nunca», (yo sólo diría casi nunca). Ya que, si por las mayorías
fuera, los programas llamados "del corazón" o las películas en que se reparten hostias o se
rompen coches sin parar, por ser más vistos, tendrían más valor que los buenos documentales
o las buenas películas.

Lo que postulo es que cuando un arte cualquiera, sea arquitectónico, escultórico, pictórico,
musical, del cine, etc. necesita del envoltorio de otro, por ejemplo de un sesudo discurso
literario para que guste o sea aceptada por la gente, hablándoles de tal o cual concepto en el
que ellos, nosotros, pobres ignorantes, no han caído, ¡mala cosa!, esa producción artística ya
no es tan válida en sí misma, tiene una validez prestada.

Siento disentir del juicio de los arquitectos, pero cada vez que veo, (¡que dejo de ver!), la parte
inferior de la Almudena cuando trato de contemplarla desde donde antes solía hacerlo, (p. ej.
desde el Puente de Segovia), siento un profundo malestar y creo estar ante uno de los
mayores atropellos arquitectónicos que se han cometido en Madrid en los últimos 150 años, (¡y
son muchos!). Sueño con el día en que alguien se atreva a derribar al menos las tres plantas
superiores de este museo, (aún le quedarían cuatro).

Ah!, y los madrileños llevamos casi 20 años perdidos en la posibilidad de utilizar el maravilloso
mirador, entre el Palacio Real y la Almudena, con el que antes podíamos contemplar la parte
oeste de la ciudad con su casa de campo, y más allá. Si las obras están tan avanzadas, (que lo
están), ¿A que espera el ayuntamiento para exigir a Dragados que retire la valla que impide
usar este mirador?
Raúl VARA 17.9.2017
https://www.revistadearte.com/2015/03/22/el-museo-de-las-colecciones-reales-un-milagro-en-
tiempos-de-crisis/

El Museo de las Colecciones Reales, un milagro en tiempos de


crisis
22 marzo, 2015 | Por Logopress - Editor

No es la obra de El Escorial, pero bien


podríamos referirnos al nuevo Museo
de las Colecciones Reales como una
obra que ha durado mucho más de lo
que previeron sus gestores y que ha
sido sustentada presupuestariamente
por varios gobiernos de distinto signo
en medio de la mayor crisis económica
de las últimas décadas, lo que a todas
luces supone un milagro.

La obra de El Escorial se inició en


1562 y se terminó en 1584, es decir
veintidós años después bajo el reinado
de Felipe II. La construcción del
Museo de las Colecciones Reales se
decidió por acuerdo de la Comisión de
Asuntos Culturales del Gobierno
presidido por José María Aznar el 23
de noviembre de 1998 y no estará culminado -si se cumplen los últimos plazos previstos- hasta bien
entrado el año 2016, es decir 18 años después.

Un camino de obstáculos

El fallo de concurso internacional de ideas para el encargo del proyecto fue impugnado por uno de los
arquitectos licitantes y, posteriormente, la aparición de restos de la muralla de Madrid y la modificación
del Plan General de ordenación Urbana de la capital motivaron que la primera adjudicación para le
ejecución del proyecto de los arquitectos Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno García-Mansilla no se
realizara hasta el 27 de noviembre de 2006.

Cuando abra sus puertas habrán


pasado varios gobiernos de
distinto signo político e incluso
dos reyes, D. Juan Carlos y D.
Felipe, numerosos ministros de
Cultura, de Hacienda y de
Presidencia -ministerio al que
pertenece Patrimonio- y varios
Presidentes de esta Institución. El
actual, José Rodríguez-Spiteri
aspira a concluir la obra en los
plazos previstos, aunque para
entonces, tras la próximas
elecciones, habrá seguro un
nuevo Gobierno y puede que otro responsables al frente de Patrimonio, institución en la que debe
prevalecer -según Rodríguez-Spiteri – el sentido de Estado de tal forma que el que llegue debe asumir la
herencia de su predecesor.

En un gesto poco usual cuando se trata de obras públicas el actual presidente de Patrimonio ha querido
desnudar las cuentas de este mastodonte arquitectónico -posiblemente la mayor obra pública que se
construye actualmente en Madrid-, con unas dimensiones colosales y con la particularidad, poco usual en
los tiempos que corren, de que se terminará con un ahorro de 40 millones de euros sobre el presupuesto
inicial con el que se diseñó.

Un presupuesto con cuarenta millones de ahorro

El concurso, redacción del


proyecto arqueológico y estudios
previos se ha llevado 8,4 millones
de euros. El muro de contención
y el vaciado, una de las obras más
espectaculares, con unos grosores
casi de muralla medieval, han
costado 20,3 millones de euros.
Otros 37 millones la cimentación
y estructura del edificio y la
urbanización de la plaza de la
Almudena, en cuyo fondo estará
la entrada de visitantes.

En cubiertas y fachadas se han


gastado 26,8 millones y otros 33
están destinados a acabados e
instalaciones en donde llaman la
atención los huecos destinados a los ascensores en donde podrán ascender de golpe hasta 80 personas.
Los honorarios profesionales del estudio de arquitectura Tuñon-M.Mansilla es de 8,4 millones y otros 23
millones se llevará la Museografía y la certificación final para el comienzo de la actividad. En total, 158,2
millones de euros, alrededor de 40 millones por debajo del presupuesto inicial con el que se diseñó, lo que
ha obligado a reestructurar, sobre todo, la parte ornamental y los acabados.

El litigio con El Prado

El museo albergará unas mil obras del Patrimonio Nacional -de las aproximadamente 150.000 que
actualmente están dispersas en palacios, museos y almacenas, además de los fondos del museo de
carruajes o de armas y armaduras. La idea es que el museo tenga una concepción de rotación en donde las
piezas se vayan sucediendo dando protagonismo a las exposiciones temporales y con pocas piezas fijas,
entre las que no se descarta que pueda haber alguna que en este momento se exhibe en el Museo del
Prado, propiedad de Patrimonio, y pendiente de acuerdo entre ambas instituciones.

Entre ellas Patrimonio sigue litigando en los despachos, que no en los tribunales -puntualizo Spetiri-, para
la devolución de cuatro cuadros en depósitos desde hace décadas en el Prado: “El descendimiento” de
Roger van der Weyden, “La mesa de los pecados capitales”, de El Bosco, “El jardín de las delicias”,
también de El Bosco, y “El lavatorio” de Tintoretto.
El edificio, como pudo comprobar
RevistaDeArte, se encuentra ya
totalmente construido y perfectamente
mimetizado con el entorno, tanto
desde la perspectiva de las fachadas
principales de palacio y plazas de la
Armería y Almudena, como desde la
vista del Campo del Moro, formando
un núcleo arquitectónico con su
envolvente finalizada.

En su interior se llevan a cabo los


trabajos de la última fase, acabados en
instalaciones, situándose la
maquinaria de climatización
(enfriadoras, climatizadoras, calderas
y torres de refrigeración), ascensores,
techos técnicos para albergar sistemas
de iluminación, megafonía, detección
de incendios, etc. La primera impresión de estas salas diáfanas bañadas por la luz que entra por números
ventanales es más la de esta en un aeropuerto más que en un museo en donde estarán expuestas algunos
de las joyas de la corona.

12.000 metros para exposiciones y 40.000 construidos

La superficie total es de 40.000 metros, de los que los visitantes podrán recorrer unos 12.000 repartidos
en tres grandes naves. Los restos arqueológicos ocupan 2.141 m2 y otros 1.000 m2 para auditorio. Los
almacenes y talleres ocuparán otros 6.500 m2 en donde habrá cámaras acorazadas para la custodia de las
obras y otras salas emplomadas para la utilización de rayos x por los restauradores.

Cuando al fin el museo esté


construido hará falta una dotación
que el actual presidente de
Patrimonio estima en 7 millones
de euros para los gastos de
funcionamiento en donde esperan
tener también un alto índice de
autofinanciación en línea con el
resto de las actividades de
Patrimonio, que en este momento
es del 34 por 100 de su
presupuesto de 125 millones.

Según el arquitecto Emilio


Tuñón Alvarez, una de las
peculiaridades de esta
construcción es el muro de
contención en el talud vertical de la Plaza de la Armería hacia el Campo del Moro, que es una de las obras
más espectaculares que se pueden ver en Madrid.

También la propia disposición del edifico en el que se entra por el piso superior y se va descendiendo por
rampas para visitar las tres grandes salas de exposición. Aparte de otras soluciones a problemas técnicos
que no verán los turistas como los grandes huecos de ventilación, salas de máquinas, almacenes, etc. En
este momento y con numerosos andamios y maquinaria trabajando es difícil imaginarse que en un año
estos espacios albergarán piezas que representan siglos de coleccionismo y mecenazgo de la corona a lo
largo de su historia.

En este sentido, según Alicia Pastor,


gerente de Patrimonio Nacional se
pretende devolver a los reales sitios,
palacios y museos su decoración
original, hoy sobrecargada con muchas
piezas que no se corresponden ni al
periodo ni al reinado en el que fueron
construidos. Clientes no le van a faltar
ya que sólo el Palacio Real recibe 1,3
millones de visitantes al año, que dejan
en las arcas de Patrimonio siete
millones de euros. Otro frente es el del
personal que debe ser contratado en un
momento de precariedad en la
administración y cuando Patrimonio
cuenta ya con más de 300 plazas
vacantes pendientes de concurso.

Jesús F. Briceño

Fotos: Logopress y Patrimonio

7 comentarios a “El Museo de las Colecciones Reales, un milagro en tiempos de crisis”

1. celtibero dice:

25 julio, 2015 a las 13:07

Una auténtica pena, se podía haber intentado una continuidad de estilo arquitectónico con su
entorno, pero no, al final siempre prima el capricho y divismo del arquitecto de turno, el resultado
es un mazacote que estropea las vistas del palacio y la catedral…

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o JOSÉ ELORRIETA dice:

16 septiembre, 2015 a las 2:16

Una osadia. Un estropicio. Este pais no tiene arreglo.

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Responder

2. Mario dice:
19 septiembre, 2015 a las 18:13

A celtibero: he tratado de no hacer un comentario, pero no he podido menos. La crítica, como toda
disciplina, necesita de un conocimiento a priori y una experiencia a posteriori. En tu caso, esta
claro que no hay ninguna de las dos cosas. Obviando que tu deseo sería haber hecho un edificio de
cartón piedra de un estilo caducado hace 300 años, por no decir más (un edificio por otra parte
que, de utilizar los mismos sistemas constructivos que antaño, habría costado incluso más que el
edificio planteado), quisiera hacerte saber que sí que hay un respeto al entorno, como en toda la
obra de Mansilla y Tuñón o en la de su maestro, Rafael Moneo, para el que trabajaron 10 años. El
nuevo edificio es un edificio sobrio, de calidad y que sí que trata de pasar desapercibido en su
entorno y creo que es algo más que obvio en la foto aérea. Como dato, decir que se ha construido
con el mismo tipo de piedra que los edificios colindantes, por algo será.
Por otra parte, los sobrecostes que haya podido haber, no tienen que ver con el arquitecto, el
arquitecto y sobretodo en España, toma una pequeña parte del proceso y siempre está sometido a
las presiones de los constructores, gestores y demás que prefieren materiales baratos ante la
calidad, con el único fin de sacar mayores beneficios. Otros motivos para los sobrecostes, son el
hecho de haber tenido que retrasar las obras por el hallazgo de restos arqueológicos o el simple
encarecimiento del IVA.
Espero que ahora, con un cierto conocimiento a priori, lo puedas valorar de otra manera.

Responder

o JOSSÉ ELORRIETA dice:

13 noviembre, 2015 a las 17:14

Mire, es verdad que yo no soy arquitecto ni tengo formación en ese campo. Pero tengo mi
sentido estético como todo el mundo. Yo no estoy criticando al arquitecto que, finalmente,
sólo ha respondido a un encargo según su saber y entender. Critico a las autoridades que,
no es que lo hayan permitido, es que lo han promovido. A los que no somos arquitectos (ni
siquiera aparejadores) también nos duele ver la torre de Valencia saliendo por detrás de la
Puerta de Alcala. Si las ampliaciones del congreso y del senado han sido más acertadas, lo
cierto es que eran necesarias, pero ¿Qué necesidad había de esto? ¿Han utilizado la misma
piedra que el Palacio? Ah! pues muchas gracias por no alicatarlo con baldosa amarilla. Yo
a vista de pajaro no lo puedo ver, no pico tan alto. Lo miro desde la Casa de Campo o
desde el Manzanares y desde allí no pasa desapercibido, aunque lo intente, como vd. dice.
Por último, aunque no critico al arquitecto autor, sí a sus colegas que en los distintos
organismos desde los que asesoran a los políticos, no han desaconsejado esta edificación.
En mi opinión, en ese solar debió haber un jardín.

Responder

3. Dani-Madrid dice:

5 abril, 2016 a las 20:15

A mí me ¡encanta!

Responder

4. Javi dice:
26 mayo, 2017 a las 1:18

El edificio: horroroso. La ubicación: imperdonable

Responder

5. Raul VARA dice:

17 septiembre, 2017 a las 11:46

La noticia dice: «perfectamente mimetizado con el entorno, tanto desde la perspectiva de las
fachadas principales de palacio y plazas de la Armería y Almudena, como desde la vista del
Campo del Moro», ¡absolutamente incierto!

No puedo por menos que criticar esta construcción que tanto dinero y tiempo ha costado.

El gusto estético no es patrimonio de los arquitectos, con sus prolongados discursos envolventes
de construcciones que a los ciudadanos nos disgustan, así sin más, porque las vemos y no nos
gustan, (¡debemos ser todos, o muchos, tontos!).

La vista de la iglesia/catedral de la Almudena desde el río Manzanares, (probablemente la vista


más bonita), ha quedado horriblemente mutilada en su parte inferior.
Y esto es una percepción simple e inmediata, no el resultado de la aplicación de ningún método de
valoración artístico, actual o del pasado.

No defiendo construir hoy con estilos antiguos, sino el no construir hoy, ni ayer, ocultando la vista
de ningún edificio singular de valor histórico, estético o artístico, (respecto a esto es indiferente si
lo que se oculta es un edificio nuevo o uno antiguo). Pero además, por otra parte, muchos
ciudadanos preferimos no agregar una construcción de un estimo moderno, o del estilo que sea,
encima, debajo o contigua a otra con la que, en nuestra desnuda y no “dirigida por otros”
percepción, simplemente no casa, desentona.

Tampoco me parecería acertado trasladar o construir un claustro de estilo románico en medio de


los edificios modernos de la castellana, porque los afearía, y él mismo quedaría afeado.

Reclamo el derecho a percibir y juzgar estéticamente sin estar sometidos a “instructores de la


percepción y el juicio”. Con eso no digo que el buen gusto sea el resultado de ningún refrendo
“democrático”. Probablemente E. Ibsen tenía un pelín de razón cuando decía aquello de que «la
mayoría no tiene razón nunca», (yo sólo diría casi nunca). Ya que, si por las mayorías fuera, los
programas llamados “del corazón” o las películas en que se reparten hostias o se rompen coches
sin parar, por ser más vistos, tendrían más valor que los buenos documentales o las buenas
películas.

Lo que postulo es que cuando un arte cualquiera, sea arquitectónico, escultórico, pictórico,
musical, del cine, etc. necesita del envoltorio de otro, por ejemplo de un sesudo discurso literario
para que guste o sea aceptada por la gente, hablándoles de tal o cual concepto en el que ellos,
nosotros, pobres ignorantes, no han caído, ¡mala cosa!, esa producción artística ya no es tan válida
en sí misma, tiene una validez prestada.

Siento disentir del juicio de los arquitectos, pero cada vez que veo, (¡que dejo de ver!), la parte
inferior de la Almudena cuando trato de contemplarla desde donde antes solía hacerlo, (p. ej.
desde el Puente de Segovia), siento un profundo malestar y creo estar ante uno de los mayores
atropellos arquitectónicos que se han cometido en Madrid en los últimos 150 años, (¡y son
muchos!). Sueño con el día en que alguien se atrea a derribar al menos las tres plantas superiores
de este museo, (aún le quedaría cuatro).

Ah!, y los madrileños llevamos casi 20 años perdidos en la posibilidad de utilizar el maravilloso
mirador, entre el Palacio Real y la Almudena, con el que antes podíamos contemplar la parte oeste
de la ciudad con su casa de campo, y más allá. Si las obras están tan avanzadas, (que lo están), ¿A
que espera el ayuntamiento para exigir a Dragados que retire la valla que impide usar este
mirador?

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