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Primer trimestre
Las modificaciones del esquema corporal son leves. Hay un ligero aumento de las
mamas y una mínima variación en la forma del abdomen.
El cuerpo “no tiene aspecto de embarazado” y no hay ninguna señal directa que indique
la existencia del bebé en la panza.
Vulnerabilidad emocional
El embarazo es para la mujer una confirmación de su feminidad y de su fertilidad.
Aumenta por lo tanto su autoestima y su omnipotencia.
Emocionalmente es una etapa de gran labilidad afectiva, la mujer se siente frágil y
necesita de atenciones y cuidados. Puede pasar de la tristeza a la alegría y tener
desbordes emocionales. Así va del llanto a la risa, al enojo o a la tristeza.
El apetito puede estar aumentado y a veces ser selectivo (deseo irrefrenable de comer
determinado alimento).
Desde el punto de vista psicológico puede relacionarse con las ansiedades producidas y
con una regresión a la etapa oral del desarrollo psicológico de la embarazada.
El aumento selectivo (antojos) está relacionado con la necesidad de cubrir en el
organismo determinado elemento que se encuentra en déficit (azúcar-glucosa). La mujer
tiene hambre de lo que su organismo requiere.
Ahora vemos que los antojos tienen explicación fisiológica. Pero también puede ser un
modo de expresar necesidades afectivas (mimos por parte del marido). No pocas veces
puede ser una exteriorización de enojo o agresión contra el marido (cuando por ejemplo
los antojos surgen a las 3 de la mañana en un lluvioso día de invierno).
Las náuseas y vómitos tienen una base hormonal, son en general por la mañana y la
intensidad depende de la sensibilidad de la mujer a los cambios hormonales. Pero
pueden también ser manifestación de emociones. Ya no se admite como generalización
de que se trata de un rechazo del embarazo. Más bien suelen significar ansiedades o
temores de otro origen.
Pero por el contrario, el cambio del esquema corporal puede producir algunos
sentimientos negativos: temor a la deformación del cuerpo y que ésta sea permanente,
temor a la pérdida del atractivo sexual.
Para aquellas mujeres que sienten a la sexualidad como algo culposo y reprochable,
esto puede ser motivo de vergüenza. El embarazo es la prueba de que han tenido
relaciones sexuales.
La cultura ha evolucionado hacia una aceptación más sana de la sexualidad de la mujer.
La moda ha acompañado este cambio. Antiguamente las mujeres se fajaban o
utilizaban vestidos amplios que disimulaban el embarazo. Hoy la ropa tiende a marcar
y exhibir el cuerpo de la embarazada.
La mamá se dirige a su hijo con una caricia, una palabra, conformando una imagen
fantaseada del hijo. Esto estimula un desarrollo más intenso del vínculo entre ambos.
La participación del papá en cuanta ocasión sea posible, haciéndole sentir los
movimientos, compartiendo la alegría que ellos producen, es muy importante y
positivo. Consolida la relación entre padre e hijo. Vivir en pareja las emociones que
esto genera contribuye a la unión de los padres y al establecimiento de las bases de la
función padre.
Temores
Junto a la percepción de los movimientos del bebé aparecen ciertos temores ligados a
la responsabilidad –que crece junto al embarazo–. ¿Seré buena madre? ¿Seré buen
padre? ¿Tendrá algún problemita?
Toda mujer los enfrenta en algún momento. Su intensidad dependerá de tu
personalidad, de tu historia personal, de tu madurez, de experiencias previas, de tu
ámbito familiar, etc. La posible existencia de sentimientos inconscientes de culpa.
Los médicos sabemos que la proporción de embarazos con problemas es muy baja. Sin
embargo es casi universal la aparición de estos temores en algún momento del segundo
Segundo trimestre: complicaciones
Las toxemias
Enfermedades propias del embarazo, pueden comenzar a manifestarse a partir de la
semana 20. Más frecuentemente en las primerizas, tienen tres síntomas característicos
que pueden o no presentarse en conjunto: hipertensión, edemas y eliminación de
proteínas en la orina. Si estas patologías siguen su curso sin diagnóstico y tratamiento
oportuno, pueden agravarse hacia el final del embarazo, transformándose en
ECLAMPSIA, situación sumamente afligente.
Felizmente esto ya casi no ocurre. El control periódico prenatal permite detectarlas
antes de que sean peligrosas. Aprovechamos entonces esta oportunidad para recordar a
las mamás que deben visitar a su obstetra frecuentemente desde el comienzo el
embarazo, y no confiarse "porque total en los otros no me pasó nada".
Dientes
También la dentadura necesita un buen control a esta altura de los acontecimientos.
Concurre al odontólogo. Muchas caries se agrandan hacia la mitad del embarazo, y es
conveniente tratarlas para evitar focos de infección.
Hemorragias
Además de las hemorragias relacionadas con trastornos del embarazo –como hemos
mencionado al referirnos a la placenta previa y a la amenaza de aborto– la embarazada
puede padecer otras de origen ginecológico. Por consiguiente debes permitir que tu
obstetra haga un examen ginecológico completo, una vez que por ecografía se haya
descartado una mala localización de la placenta. Es de buena medicina, si no se ha
realizado previamente, someter a todas las embarazadas a un chequeo ginecológico y
mamario completo durante este segundo trimestre del embarazo.
Infecciones vaginales
Debido a las hormonas circulantes se producen cambios en las condiciones de
temperatura, humedad y acidez vaginal que facilitan ciertos tipos de infecciones
superficiales. La más frecuente de ellas es la causada por un hongo, el Candida
albicans. Si tienes flujo, picazón o ardor consulta a tu médico. No te automediques, ya
que ciertas drogas medicinales incluidas en forma de óvulos vaginales pueden
absorberse a través de la mucosa vaginal y resultar perjudiciales para el bebé.
Enfermedades infecciosas
Debes alejar de ti todo aquello que pueda representar un peligro para el bebé. Sus
órganos están en pleno proceso de maduración durante esta etapa. Ciertas
enfermedades infecciosas como la rubéola, la hepatitis b, el sida, la toxoplasmosis, la
listeriosis, la sífilis, y la virosis graves en general, pueden en algunas ocasiones
perjudicar a tu bebé. Evita el contacto con todo tipo de enfermos. Si eres docente o
circulas en ambientes en donde hay muchos niños, está alerta. Si se comprueba un caso
infeccioso no te asustes y llama a tu médico.
Medicamentos
No tomes ningún medicamento sin consultar antes. En especial, durante los cuatro
primeros meses debes evitar toda medicación que no sea específicamente indicada para
el embarazo. Insistimos: NUNCA TE AUTOMEDIQUES. ¡Hasta la aspirina en exceso
está contraindicada!
Radiaciones
Mantente alejada de las radiaciones peligrosas. No concurras a los consultorios
radiológicos. Si otro hijo tuyo debe someterse a un estudio de este tipo, pide a tu
marido o a un amigo o familiar que lo acompañe. No obstante, si es imprescindible y se
toman los debidos recaudos, ciertos tipos de estudios radiológicos pueden ser
efectuados a una embarazada. Se impone una consulta especializada en cada caso.
Con la llegada del séptimo mes comienza el último tramo del embarazo: el más difícil
psíquica y emocionalmente. El parto se hace día a día una realidad tangible e
ineludible. Aumenta la inquietud y surge el miedo. La pregunta es constante y casi
rutinaria: ¿dolerá?
Sentimientos encontrados
El parto produce sentimientos encontrados: se desea y se teme a la vez.
El deseo está alentado por la fantasía de conocer al bebé, poder verlo y tocarlo, poder
comprobar que es sano y lindo como tantas veces se lo ha imaginado. También se desea
el parto porque luego de él todo retornará (en lo físico) a la normalidad, cesando las
molestias que a esta altura del embarazo presenta la futura mamá.
El temor se alimenta en la idea de que se perderá algo muy valioso, de lo que fue dueña
exclusiva: el bebé que una vez afuera del vientre materno será necesariamente
compartido.
El temor al dolor y a lo desconocido (cuando se trata del primer embarazo) son
imposibles de evitar. Preocupa y angustia la idea de no saber comportarse durante el
parto.
Nada nos asegura cómo estará nuestra protagonista luego del parto. Es frecuente que
quienes peor han soportado la exigencia emocional del embarazo, sean quienes mejor
se adaptan al posparto. Por el contrario, muchas que se enorgullecían de no haber
tenido problemas emocionales, hacen crisis luego del nacimiento de su bebé.
Felizmente, la mayoría responde con ese tan preciado “término medio”: la pasan
bastante bien antes y después del parto.
Durante el tercer trimestre del embarazo –así como durante los otros– pueden hacerse
presentes enfermedades preexistentes.
Otras, por el contrario, pueden mantenerse estables durante todo el embarazo. En cada
caso individual, es conveniente que la embarazada alerte a su obstetra acerca de sus
antecedentes personales, tanto en lo que respecta a enfermedades de tipo clínico, como a
operaciones y traumatismos.
Diabetes gestacional
Algunas embarazadas, que no son diabéticas, pueden presentar glucemia (nivel de
azúcar en la sangre) elevada durante el tercer trimestre del embarazo, normalizándose
las cifras luego del parto.
De acuerdo con la magnitud del caso pueden indicarse distintos tipos de tratamiento:
• dieta pobre en azúcares
• dieta e insulina
En ningún caso se deben administrar hipoglucemiantes orales (el tipo de medicación por
boca que reciben algunos diabéticos adultos) pues estos medicamentos están
contraindicados durante el embarazo.
El diagnóstico precoz y el tratamiento correcto permite llevar adelante el embarazo
hasta la fecha estimada de parto. Excepcionalmente debe interrumpirse prematuramente
el embarazo.
Hoy sabemos que el pulmón del hijo de madre diabética tarda más en madurar, motivo
por el cual debe evitarse la posibilidad de un parto antes del noveno mes.
En los casos leves (la mayoría), sólo debe guardarse reposo en cama e indicarse
medicamentos que inhiban las contracciones uterinas. Es una de las situaciones
en las que no deben mantenerse relaciones sexuales, pues podrían acrecentar la
hemorragia.
Sólo en casos muy graves puede tener que decidirse la interrupción del
embarazo antes del término.
Muchas placentas que aparecen como previas en las ecografías del primero y
segundo trimestre, se “acomodan” al crecer el útero y se “convierten” en
placentas de ubicación normal hacia el final del embarazo. Por ello no debes
asustarte si, tempranamente, te informan acerca de esta situación. La placenta
previa es una patología del embarazo que adquiere significación solamente
durante este tercer trimestre.
Desprendimiento prematuro de placenta
Habitualmente la placenta se desprende del útero y se expulsa luego de la salida
del bebé. A esta etapa del parto la denominamos “alumbramiento”.
Si se desprende parcial o totalmente antes de que ello ocurra, estamos en
presencia de una situación anormal que puede revestir cierta gravedad.
Esta rarísima complicación pone en grave riesgo al bebé y a la madre por crearse
una situación similar a la que describiéramos para la placenta previa. Debe
actuarse de inmediato procediendo sin demora a efectuar una operación cesárea.
Es una de las pocas patologías que obliga a veces a realizar la cesárea en la
misma sala de partos.
La madre siente un intenso aumento del tono uterino que se expresa por dolor
(contracción intensa y permanente), constatándose además una disminución de
los latidos cardíacos del bebé.
Los grados leves –los más frecuentes– pueden llegar a no dar síntomas ni afectar
al bebé, y ser diagnosticados luego del parto al examinar la placenta. Los casos
más graves pueden producir la muerte fetal y requerir ocasionalmente la
histerectomía (extirpación del útero) debido a los cambios irreversibles que sufre
el músculo uterino.
Como verás, existen durante el tercer trimestre del embarazo enfermedades que pueden
aparecer o agravarse, así como complicaciones de la evolución del embarazo
propiamente dicho. Esto que antes podría asustar a nuestros lectores, hoy puede ser
tratado abiertamente sin que ustedes deban alarmarse. El control prenatal de rutina en
forma periódica y la moderna tecnología diagnóstica nos permiten asegurar un final
feliz en casi todos los casos.