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Trimestres

Primer trimestre

En este período se producen rápidos cambios fisiológicos en el organismo materno que


se acompañan de manifestaciones psicológicas y emocionales.

Las modificaciones del esquema corporal son leves. Hay un ligero aumento de las
mamas y una mínima variación en la forma del abdomen.
El cuerpo “no tiene aspecto de embarazado” y no hay ninguna señal directa que indique
la existencia del bebé en la panza.

Vulnerabilidad emocional
El embarazo es para la mujer una confirmación de su feminidad y de su fertilidad.
Aumenta por lo tanto su autoestima y su omnipotencia.
Emocionalmente es una etapa de gran labilidad afectiva, la mujer se siente frágil y
necesita de atenciones y cuidados. Puede pasar de la tristeza a la alegría y tener
desbordes emocionales. Así va del llanto a la risa, al enojo o a la tristeza.

Esta vulnerabilidad se traduce en conductas o actitudes que extrañan inclusive al


marido. Este puede reaccionar con desconcierto o impaciencia. A veces cualquier cosa
que diga o haga genera en la embarazada reacciones muy intensas.
Todo esto responde a la necesidad de reacomodarse a los cambios que se están
produciendo y el marido cumple una función fundamental en este período como sostén
afectivo, atendiéndola en sus demandas adecuadamente.

El temor a la pérdida del embarazo incrementa la ansiedad y los requerimientos de


cuidados personales.
La mujer se siente por un lado muy madura por haber sido capaz de engendrar a un hijo.
Pero a la vez se siente insegura y dependiente. El hombre al asumir el papel de protector
puede cuidar hasta la exageración a su mujer o por el contrario sentirse agobiado e
irritado. Puede incluso sentir que la mujer aprovecha su estado para dominarlo o exigirle
en demasía.

Sueño, antojos, náuseas


Se produce frecuentemente una modificación del sueño; la embarazada requiere más
tiempo de descanso, se siente lenta y retraída. A veces por el contrario se siente plena de
energía y vitalidad.
El mayor requirimiento de sueño es beneficioso para la gestación. El cuerpo, que se
enfrenta a grandes cambios metabólicos y hormonales, obtiene así un mayor descanso y
recupera la energía consumida. Si se prolonga más allá del primer trimestre puede ser la
exteriorización de un aumento de la angustia.
También el insomnio puede ser expresión de una situación de gran ansiedad producida
por el embarazo.

El apetito puede estar aumentado y a veces ser selectivo (deseo irrefrenable de comer
determinado alimento).
Desde el punto de vista psicológico puede relacionarse con las ansiedades producidas y
con una regresión a la etapa oral del desarrollo psicológico de la embarazada.
El aumento selectivo (antojos) está relacionado con la necesidad de cubrir en el
organismo determinado elemento que se encuentra en déficit (azúcar-glucosa). La mujer
tiene hambre de lo que su organismo requiere.

Ahora vemos que los antojos tienen explicación fisiológica. Pero también puede ser un
modo de expresar necesidades afectivas (mimos por parte del marido). No pocas veces
puede ser una exteriorización de enojo o agresión contra el marido (cuando por ejemplo
los antojos surgen a las 3 de la mañana en un lluvioso día de invierno).

Las náuseas y vómitos tienen una base hormonal, son en general por la mañana y la
intensidad depende de la sensibilidad de la mujer a los cambios hormonales. Pero
pueden también ser manifestación de emociones. Ya no se admite como generalización
de que se trata de un rechazo del embarazo. Más bien suelen significar ansiedades o
temores de otro origen.

La repercusión del embarazo en la mujer dependerá de la historia personal de cada una.


De la historia común de la pareja. Del vínculo de la mujer con sus padres. De la
personalidad de base de la mujer.
Por todo ello, algunas mujeres tendrán manifestaciones más estridentes y expresivas,
otras controlarán minuciosamente cada síntoma. Las personalidades depresivas o
inmaduras acentúan el sueño, el desgano y el desinterés. Otras mujeres incrementarán
los miedos.
Durante este trimestre se establece el vínculo concreto con el bebé. Aparecen las
primeras relaciones madre/hijo. Hay un incremento de los sentimientos amorosos hacia
el hijo por venir. Hay gran movilización afectiva. La pareja requiere más del
conocimiento y el cuidado del profesional. Debe informarse yaque la ignorancia y la
desinformación hacen crecer el temor, la tensión y las fantasías equivocadas.
Segundo trimestre: La mamá y el bebé

Superado el primer trimestre, con toda su sintomatología característica y sus temores


(somnolencia, retraimiento, náuseas y vómitos, mareos, miedo a la interrupción del
embarazo), estamos aún lejos del momento del parto.

Entramos en un período de relativa calma, en el cual los sucesos relevantes son la


notoriedad que adquiere la panza por su crecimiento y, más tarde, la percepción de los
primeros movimientos fetales.
La panza
La panza, algo muy ansiado, puede producir sentimientos contradictorios. Por un lado,
sentimientos positivos: es un legítimo motivo de orgullo. Revela tu capacidad de
procrear, de ser madre. Ha llegado el momento de estrenar la ropa de futura mamá. No
hay duda de que se trata de un embarazo y no gordura (algo que preocupa al comienzo
del embarazo). No es un atraso menstrual o un análisis positivo: es una presencia
ostensible, una realidad.

Pero por el contrario, el cambio del esquema corporal puede producir algunos
sentimientos negativos: temor a la deformación del cuerpo y que ésta sea permanente,
temor a la pérdida del atractivo sexual.
Para aquellas mujeres que sienten a la sexualidad como algo culposo y reprochable,
esto puede ser motivo de vergüenza. El embarazo es la prueba de que han tenido
relaciones sexuales.
La cultura ha evolucionado hacia una aceptación más sana de la sexualidad de la mujer.
La moda ha acompañado este cambio. Antiguamente las mujeres se fajaban o
utilizaban vestidos amplios que disimulaban el embarazo. Hoy la ropa tiende a marcar
y exhibir el cuerpo de la embarazada.

Los movimientos fetales


Con impaciencia has esperado los movimientos fetales. Ellos convierten la idea del
embarazo en una representación del bebé por nacer. Su presencia es certeza de vida.
Comienza ahora una relación más íntima, una comunicación más fluida entre tú y tu
bebé. Difícilmente volverás a sentirte sola.
Muchos interrogantes surgen. ¿Por qué se mueve? ¿Cuándo se mueve? ¿Le pasará
algo? ¿Estará incómodo? ¿Lo estaré molestando con mi posición? ¿Estoy haciendo
algo que lo perjudica? Tratarás de establecer alguna relación entre algo que hayas
hecho y los movimientos de tu bebé. Buscarás encontrarles un sentido, pero lo que más
te importa es saber que el bebé está ahí.
Estos movimientos, de ser algo grato y placentero, a veces pueden volverse molestos.
Por ejemplo, cuando aparecen durante las relaciones sexuales, o durante el descanso.
Pero cuando tu hijo esté demasiado quieto, sin querer te preocuparás. Estarás siempre
en actitud expectante, esperando los movimientos. A través de ellos buscarás reconocer
sus partes: el pie, la mano, la cabeza.

La mamá se dirige a su hijo con una caricia, una palabra, conformando una imagen
fantaseada del hijo. Esto estimula un desarrollo más intenso del vínculo entre ambos.
La participación del papá en cuanta ocasión sea posible, haciéndole sentir los
movimientos, compartiendo la alegría que ellos producen, es muy importante y
positivo. Consolida la relación entre padre e hijo. Vivir en pareja las emociones que
esto genera contribuye a la unión de los padres y al establecimiento de las bases de la
función padre.

Temores
Junto a la percepción de los movimientos del bebé aparecen ciertos temores ligados a
la responsabilidad –que crece junto al embarazo–. ¿Seré buena madre? ¿Seré buen
padre? ¿Tendrá algún problemita?
Toda mujer los enfrenta en algún momento. Su intensidad dependerá de tu
personalidad, de tu historia personal, de tu madurez, de experiencias previas, de tu
ámbito familiar, etc. La posible existencia de sentimientos inconscientes de culpa.
Los médicos sabemos que la proporción de embarazos con problemas es muy baja. Sin
embargo es casi universal la aparición de estos temores en algún momento del segundo
Segundo trimestre: complicaciones

La naturaleza ha querido resguardar este momento tan trascendente de ocurrencias


inoportunas que interfieran tan significantes vivencias. Es por ello que durante la etapa
de la gestación suelen presentarse pocas patologías.

Las toxemias
Enfermedades propias del embarazo, pueden comenzar a manifestarse a partir de la
semana 20. Más frecuentemente en las primerizas, tienen tres síntomas característicos
que pueden o no presentarse en conjunto: hipertensión, edemas y eliminación de
proteínas en la orina. Si estas patologías siguen su curso sin diagnóstico y tratamiento
oportuno, pueden agravarse hacia el final del embarazo, transformándose en
ECLAMPSIA, situación sumamente afligente.
Felizmente esto ya casi no ocurre. El control periódico prenatal permite detectarlas
antes de que sean peligrosas. Aprovechamos entonces esta oportunidad para recordar a
las mamás que deben visitar a su obstetra frecuentemente desde el comienzo el
embarazo, y no confiarse "porque total en los otros no me pasó nada".

Interrupción tardía y parto inmaduro


Si bien muy poco frecuentes, son patologías características del segundo trimestre. El
síntoma inicial, casi obligado, es la hemorragia. Por ello, si se presenta esta
complicación, debe guardarse reposo de inmediato y llamar al médico. El reposo
(absoluto) y la medicación sedante de las contracciones uterinas son eficaces en la
mayor parte de los casos.
A diferencia de los abortos espontáneos del primer trimestre, los del segundo
trimestre por lo general son más frecuentes en las “multíparas” (embarazadas que ya
han tenido hijos). Las deficiencias del cuello uterino son la causa más frecuente. Para
solucionar esta situación, puede recurrirse a una pequeña intervención, el “cerclaje”,
que consiste en cerrar el cuello uterino con un hilo resistente, como si fuera una bolsa
de tejido.
Algunas localizaciones anormales de la placenta (placenta previa) pueden provocar
hemorragias a partir del segundo trimestre. En estos casos la placenta adhiere al útero
muy abajo, cerca del cuello, en vez de hacerlo sobre el fondo, que es la localización
más frecuente.
No debes alarmarte innecesariamente, habida cuenta de que estas situaciones por lo
general no son riesgosas. Requieren paciencia y reposo. Casi todos los episodios
hemorrágicos debidos a esta causa se superan, y al crecer el útero la placenta se aleja
del cuello, cesando el peligro de futuras hemorragias.
La ecografía es un método insustituible para el diagnóstico de esta patología. Permite
el seguimiento hasta la normalización de la situación.

Las anemias del embarazo (falta de glóbulos rojos)


Se presentan casi siempre durante el transcurso de este trimestre. Son debidas a una
mala absorción de hierro a nivel intestinal y a la licuefacción de la sangre por un
aumento de volumen de plasma necesario para mantener la circulación placentaria.
Insistimos nuevamente en la necesidad del control médico periódico para permitir el
diagnóstico precoz. Su tratamiento es a base de compuestos que contienen vitaminas y
hierro.

Los trastornos circulatorios periféricos (várices y hemorroides)


Algunas veces aparecen hacia el final de esta etapa del embarazo. Es conveniente
consultar al obstetra para evitar su agravamiento. Debe controlarse la constipación –
frecuente– pues ésta acentúa los problemas hemorroidales.

La obesidad (aumento patológico de peso)


En el embarazo debe evitarse. Ya no se considera que la futura mamá debe ser una
verdadera matrona. Sabemos que el exceso de peso corporal perjudica a la madre y al
hijo. Como ya pasaron las náuseas y los vómitos, muchas embarazadas suelen
descontrolarse, dan rienda suelta a sus antojos (a menudo tolerados e incentivados por
su marido y familiares cercanos) y comen en exceso.
Es muy difícil perder el peso que se ganó indebidamente, así que evitemos que ello
ocurra.
Como verán, consideramos a la obesidad como una verdadera patología. Queremos
insistir en la necesidad de alimentarse correctamente pero no en demasía. No es bueno
para la mamá y el futuro hijo la alimentación inadecuada. Muchas embarazadas se
asustan cuando ven crecer la barriguita y, preocupadas por su apariencia física, inician
regímenes alimentarios que las ponen al borde de la desnutrición. Recordamos que no
están solas, que hay un bebé adentro del vientre que tiene que crecer y requiere estar
bien alimentado.
No te asustes, el equilibrio adecuado no es difícil de lograr. Verás que con un poco de
información y cuidado lo lograrás. Consulta a tu médico y sigue las sugerencias que te
damos.

Problemas con la vista


Los cambios hormonales y circulatorios pueden acentuar defectos visuales que antes
tolerabas sin darte cuenta. No te esfuerces por ver más allá de lo que puedes. Quienes
usan lentes con frecuencia requieren nuevas prescripciones.

Dientes
También la dentadura necesita un buen control a esta altura de los acontecimientos.
Concurre al odontólogo. Muchas caries se agrandan hacia la mitad del embarazo, y es
conveniente tratarlas para evitar focos de infección.

Las infecciones urinarias


Aparecen por lo general a partir del segundo trimestre del embarazo, pueden tener su
origen en una infección bucodental. Si tienes síntomas de cistitis no demores la
consulta. Es conveniente tratar estas infecciones precozmente, antes de que asciendan
hasta el riñón. Los síndromes febriles –y la infección urinaria es frecuente causa de
éstos durante el embarazo– pueden provocar partos inmaduros.

Hemorragias
Además de las hemorragias relacionadas con trastornos del embarazo –como hemos
mencionado al referirnos a la placenta previa y a la amenaza de aborto– la embarazada
puede padecer otras de origen ginecológico. Por consiguiente debes permitir que tu
obstetra haga un examen ginecológico completo, una vez que por ecografía se haya
descartado una mala localización de la placenta. Es de buena medicina, si no se ha
realizado previamente, someter a todas las embarazadas a un chequeo ginecológico y
mamario completo durante este segundo trimestre del embarazo.

Infecciones vaginales
Debido a las hormonas circulantes se producen cambios en las condiciones de
temperatura, humedad y acidez vaginal que facilitan ciertos tipos de infecciones
superficiales. La más frecuente de ellas es la causada por un hongo, el Candida
albicans. Si tienes flujo, picazón o ardor consulta a tu médico. No te automediques, ya
que ciertas drogas medicinales incluidas en forma de óvulos vaginales pueden
absorberse a través de la mucosa vaginal y resultar perjudiciales para el bebé.

Enfermedades infecciosas
Debes alejar de ti todo aquello que pueda representar un peligro para el bebé. Sus
órganos están en pleno proceso de maduración durante esta etapa. Ciertas
enfermedades infecciosas como la rubéola, la hepatitis b, el sida, la toxoplasmosis, la
listeriosis, la sífilis, y la virosis graves en general, pueden en algunas ocasiones
perjudicar a tu bebé. Evita el contacto con todo tipo de enfermos. Si eres docente o
circulas en ambientes en donde hay muchos niños, está alerta. Si se comprueba un caso
infeccioso no te asustes y llama a tu médico.

Medicamentos
No tomes ningún medicamento sin consultar antes. En especial, durante los cuatro
primeros meses debes evitar toda medicación que no sea específicamente indicada para
el embarazo. Insistimos: NUNCA TE AUTOMEDIQUES. ¡Hasta la aspirina en exceso
está contraindicada!

Radiaciones
Mantente alejada de las radiaciones peligrosas. No concurras a los consultorios
radiológicos. Si otro hijo tuyo debe someterse a un estudio de este tipo, pide a tu
marido o a un amigo o familiar que lo acompañe. No obstante, si es imprescindible y se
toman los debidos recaudos, ciertos tipos de estudios radiológicos pueden ser
efectuados a una embarazada. Se impone una consulta especializada en cada caso.

Tercer trimestre: cambios en la mamá

Con la llegada del séptimo mes comienza el último tramo del embarazo: el más difícil
psíquica y emocionalmente. El parto se hace día a día una realidad tangible e
ineludible. Aumenta la inquietud y surge el miedo. La pregunta es constante y casi
rutinaria: ¿dolerá?

Otros interrogantes acosan a menudo a la embarazada a esta altura de los


acontecimientos: ¿me daré cuenta a tiempo de que estoy en trabajo de parto? ¿Saldrá
todo bien? ¿Nacerá un bebé normal?
Aparecen nuevas molestias físicas debido al volumen del abdomen, a la retención de
líquidos, a los movimientos más intensos del bebé, etc. El descanso se hace más difícil
produciendo desgano y cansancio diurno.
Se suma a este estado de cosas la impaciencia por tener al bebé y el temor al parto. A
veces el tiempo parece no pasar, comienza la cuenta regresiva. Se fantasean momentos
o fechas para el parto. Se teme un posible retraso en el nacimiento y a veces se ansía
que se adelante.

Sentimientos encontrados
El parto produce sentimientos encontrados: se desea y se teme a la vez.
El deseo está alentado por la fantasía de conocer al bebé, poder verlo y tocarlo, poder
comprobar que es sano y lindo como tantas veces se lo ha imaginado. También se desea
el parto porque luego de él todo retornará (en lo físico) a la normalidad, cesando las
molestias que a esta altura del embarazo presenta la futura mamá.
El temor se alimenta en la idea de que se perderá algo muy valioso, de lo que fue dueña
exclusiva: el bebé que una vez afuera del vientre materno será necesariamente
compartido.
El temor al dolor y a lo desconocido (cuando se trata del primer embarazo) son
imposibles de evitar. Preocupa y angustia la idea de no saber comportarse durante el
parto.

Es la ocasión propicia para realizar los últimos preparativos hogareños para la


recepción del bebé. Realizar las últimas compras, preparar el bolso para la internación,
visitar a las amigas, reunirse con su mamá.
Aumenta la frecuencia de las visitas al obstetra. Es el momento ideal para plantear
todas las dudas que queden. La embarazada en este momento necesita mucha atención,
contención y paciencia por parte de los profesionales que la asisten.
Se incrementa la labilidad e inestabilidad emocional. Pueden presentarse irritabilidad y
depresión (aún sintiéndose bien afectivamente).
Una mirada frente al espejo puede crear confusión: por un lado se ve orgullosa como
embarazada, con esa enorme panza. Por otro lado se ve fea como mujer, toda “gorda” y
“deformada”.

Nada nos asegura cómo estará nuestra protagonista luego del parto. Es frecuente que
quienes peor han soportado la exigencia emocional del embarazo, sean quienes mejor
se adaptan al posparto. Por el contrario, muchas que se enorgullecían de no haber
tenido problemas emocionales, hacen crisis luego del nacimiento de su bebé.
Felizmente, la mayoría responde con ese tan preciado “término medio”: la pasan
bastante bien antes y después del parto.

Luego de un trimestre sexualmente satisfactorio, disminuye el deseo sexual al final del


embarazo por la incomodidad que representa tener relaciones sexuales “con toda esa
panza” (y el involuntario testigo de la intimidad conyugal que está en su interior).
Puede sentirse temor de dañar al bebé o producir un adelanto del parto.
Cada mujer deberá crear su propio modelo de madre, conjugando sus deseos y
necesidades, tomando como base el modelo original de madre (la que sólo se dedica al
hogar y los hijos) y el modelo actual (La mujer que trabaja y produce desempeñando
actividades fuera del hogar).
Toda vez que sea posible, trata de integrarte a un grupo de psicoprofilaxis o
preparación para la maternidad. Invita a tu marido a que te acompañe, para que
comparta desde antes del nacimiento la responsabilidad y el orgullo de tener un hijo.
Si te sientes agobiada por problemas afectivo-emocionales, consulta a tu obstetra. Si él
no puede encarar la situación por su cuenta, seguramente te recomendará un
profesional que te ayude a elaborar tus conflictos.
Tercer trimestre: complicaciones

Durante el tercer trimestre del embarazo –así como durante los otros– pueden hacerse
presentes enfermedades preexistentes.

Otras, por el contrario, pueden mantenerse estables durante todo el embarazo. En cada
caso individual, es conveniente que la embarazada alerte a su obstetra acerca de sus
antecedentes personales, tanto en lo que respecta a enfermedades de tipo clínico, como a
operaciones y traumatismos.

En este capítulo nos referiremos exclusivamente a aquellas enfermedades propias del


embarazo.
Su enumeración completa excede el propósito de nuestra obra, de manera tal que nos
referiremos a las de mayor significación, y sin entrar en clasificaciones o enumeración
de los distintos grados de severidad.
Felizmente, la gran mayoría de los embarazos cursan libre de complicaciones el tercer
trimestre, y aun cuando se presente alguna de las situaciones que describiremos a
continuación, éstas suelen por lo general ser moderadas y controlables. Para que ello
siempre ocurra así es imprescindible el control periódico durante todo el transcurso del
embarazo.

Hipertensión inducida por el embarazo


Aun en pacientes con presión previa normal (normotensas) o de baja presión habitual
(hipotensas), a partir de la semana 26 de embarazo pueden aparecer elevaciones de las
cifras de la presión arterial. Por lo general, aumenta primero la presión de diástole
(mínima) debido a la disminución del calibre de las arterias que llevan la sangre al
cuerpo a causa de una contracción de las células musculares que forman parte de la
pared de las arterias.
Este cuadro se acompaña casi siempre por un grado mayor o menor de retención de
líquidos extracelulares (edemas) y pérdida de proteínas por la orina (proteinuria).
Cuando estamos en presencia de estas tres manifestaciones de la enfermedad, se ha
configurado el llamado síndrome preeclámptico. Si no se diagnostica y trata
oportunamente, puede agravarse y llegar a la eclampsia, cuadro clínico muy severo que
cursa con convulsiones, pudiendo llegar al estado de coma.
Esta situación siempre revierte luego de terminado el embarazo. Pero debe tratarse antes
–cuanto más precozmente mejor–. El tratamiento tiene componentes de vieja data que
aún mantienen vigencia, y asociados elementos de la medicina moderna, como son
ciertas drogas antihipertensivas. El reposo y la dieta libre de sal son el soporte
fundamental del tratamiento.
Si la gravedad del cuadro clínico pusiera en serio peligro a la madre, se debe interrumpir
prematuramente el embarazo, aun sabiendo los riesgos que eso acarrea para el bebé. Si
no lo hiciéramos, podría fallecer dentro del vientre materno. Felizmente, la moderna
neonatología ha hecho perder vigencia a la antigua disyuntiva de tener que elegir entre
la vida de la madre o el niño. Bien diagnosticada y tratada, la eclampsia debiera de tener
un final feliz para ambos.

Diabetes gestacional
Algunas embarazadas, que no son diabéticas, pueden presentar glucemia (nivel de
azúcar en la sangre) elevada durante el tercer trimestre del embarazo, normalizándose
las cifras luego del parto.
De acuerdo con la magnitud del caso pueden indicarse distintos tipos de tratamiento:
• dieta pobre en azúcares
• dieta e insulina
En ningún caso se deben administrar hipoglucemiantes orales (el tipo de medicación por
boca que reciben algunos diabéticos adultos) pues estos medicamentos están
contraindicados durante el embarazo.
El diagnóstico precoz y el tratamiento correcto permite llevar adelante el embarazo
hasta la fecha estimada de parto. Excepcionalmente debe interrumpirse prematuramente
el embarazo.
Hoy sabemos que el pulmón del hijo de madre diabética tarda más en madurar, motivo
por el cual debe evitarse la posibilidad de un parto antes del noveno mes.

Amenaza y trabajo de parto prematuro


Un sinnúmero de causas pueden llevar a esta situación

 Rotura prematura de membranas


La rotura de la bolsa de las aguas antes del término del embarazo es una poco
frecuente complicación que por lo general se presenta asociada a infecciones
vaginales no tratadas. Por ello recomendamos consultar al obstetra toda vez que
exista flujo excesivo, sobre todo si se asocia a ardor y picazón, y especialmente
si es de color distinto al blanco y con olor fuerte.
El tratamiento del flujo patológico evita esta situación.
 Placenta previa
La placenta es un órgano formado al implantarse en el tejido que recubre el
interior del útero materno, cuando hay embarazo (decidua) el huevo (óvulo
fecundado) cumple una importante función de intercambio de substancias, tal
como hemos visto oportunamente.
Estos intercambios de nutrientes y desechos entre la madre y el hijo son posibles
debido al gran desarrollo de venas y arterias –tanto maternas como fetales– que
ocupan casi en su totalidad a la placenta madura.
Ambas circulaciones sanguíneas corren paralelamente sin mezclarse.
Normalmente el huevo se implanta en el fondo del útero, de manera tal que
sobre el cuello de este órgano, en el sitio de mayor presión por la gravedad,
apoya la parte libre de la bolsa de las aguas.
Durante el trabajo de parto, ésta se rompe a ese nivel, permitiendo la salida del
bebé sin producirse ningún sangrado importante ya que la bolsa no tiene vasos
sanguíneos.
Cuando la placenta se ubica por debajo del feto se denomina placenta previa.
Es decir, se encuentra antepuesta al bebé en relación al orificio de salida.
Si la placenta llega hasta el borde del cuello pero no impide la salida del bebé,
que logra deslizarse lateralmente a ella, se denomina placenta previa marginal, y
es posible un parto vaginal totalmente normal.
Cuando ocupa parcial o totalmente el orificio de salida, se denomina placenta
previa oclusiva (total o parcial). En estos casos debe efectuarse necesariamente
una operación cesárea. De intentarse el parto vaginal cabría la posibilidad de que
el niño llegase a nacer, pero la madre sufriría una gravísima hemorragia (que
incluso podría costarle la vida); en general se produce la muerte del bebé antes
de que llegue a nacer pues al dilatarse el cuello la placenta se despega
interrumpiéndose la llegada de sangre materna a la misma (y por ende de
oxígeno para el bebé).

En los casos leves (la mayoría), sólo debe guardarse reposo en cama e indicarse
medicamentos que inhiban las contracciones uterinas. Es una de las situaciones
en las que no deben mantenerse relaciones sexuales, pues podrían acrecentar la
hemorragia.
Sólo en casos muy graves puede tener que decidirse la interrupción del
embarazo antes del término.
Muchas placentas que aparecen como previas en las ecografías del primero y
segundo trimestre, se “acomodan” al crecer el útero y se “convierten” en
placentas de ubicación normal hacia el final del embarazo. Por ello no debes
asustarte si, tempranamente, te informan acerca de esta situación. La placenta
previa es una patología del embarazo que adquiere significación solamente
durante este tercer trimestre.
 Desprendimiento prematuro de placenta
Habitualmente la placenta se desprende del útero y se expulsa luego de la salida
del bebé. A esta etapa del parto la denominamos “alumbramiento”.
Si se desprende parcial o totalmente antes de que ello ocurra, estamos en
presencia de una situación anormal que puede revestir cierta gravedad.
Esta rarísima complicación pone en grave riesgo al bebé y a la madre por crearse
una situación similar a la que describiéramos para la placenta previa. Debe
actuarse de inmediato procediendo sin demora a efectuar una operación cesárea.
Es una de las pocas patologías que obliga a veces a realizar la cesárea en la
misma sala de partos.
La madre siente un intenso aumento del tono uterino que se expresa por dolor
(contracción intensa y permanente), constatándose además una disminución de
los latidos cardíacos del bebé.
Los grados leves –los más frecuentes– pueden llegar a no dar síntomas ni afectar
al bebé, y ser diagnosticados luego del parto al examinar la placenta. Los casos
más graves pueden producir la muerte fetal y requerir ocasionalmente la
histerectomía (extirpación del útero) debido a los cambios irreversibles que sufre
el músculo uterino.

Como verás, existen durante el tercer trimestre del embarazo enfermedades que pueden
aparecer o agravarse, así como complicaciones de la evolución del embarazo
propiamente dicho. Esto que antes podría asustar a nuestros lectores, hoy puede ser
tratado abiertamente sin que ustedes deban alarmarse. El control prenatal de rutina en
forma periódica y la moderna tecnología diagnóstica nos permiten asegurar un final
feliz en casi todos los casos.

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