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Altar de Dolores

La conmemoración religiosa a la Virgen de los Dolores, es una tradición añeja que se remonta
en nuestro país a la época de la conquista y que heredamos de las culturas del Viejo Mundo.

Sobre sus orígenes, Antonio García cubas, en el libro de Mis Recuerdos, nos comenta que por
resolución del Sínodo provincial celebrado en Colonia en 1493, dos o tres semanas antes del
sexto viernes de Cuaresma, fue consagrado a la Virgen como un tierno recuerdo a sus
Dolores.

Desde entonces, esta conmemoración se realiza un Viernes antes de la Semana Santa, el


llamado de Dolores, en el cual solían levantarse altares no sólo en las iglesias, sino también
en los hogares devota y ricamente ornamentados.

Una descripción elocuente de los altares de Dolores es la que hace Mariano de Jesús Torres,
en su libro Costumbres y Fiestas Morelianas del Pasado Inmediato: “El Viernes de Dolores
todas las capillas se adornaban de una manera extraordinaria; macetas con flores exquisitas,
pájaros cantadores, naranjas con banderitas de oro volador, festones de verdura, el pavimento
regado con oloroso mastroanto, velas de cera también con banderitas, todo esto constituía el
adorno; además el incienso esparcía su embriagante perfume, y el pito y el tambor tocaban
esa sinfonía monótona y característica que se acostumbraba en esos días: en algunas capillas
había música de cuerdas”.

“En las casas particulares ponían hermosos altares y la gente recorría el cementerio y las
calles de la ciudad viéndolos y no faltaba donde obsequiaran a los concurrentes con enormes
vasos de agua fresca y sabrosísima chicha”.

El motivo principal del Altar era la imagen de la Virgen, ya fuera escultura o pintura, elaborada
por reconocidos maestros y artesanos; las primeras, manufacturadas con diversos materiales,
ricamente vestidas de terciopelo morado o negro bordado con hilos de oro y plata y en el
costado izquierdo, lugar del corazón, siete espaditas clavadas. En los lienzos se representaba
a la Dolorosa con las manos juntas y lágrimas en sus ojos, vestidas también de negro o
morado, sin faltar los siete puñales que simbolizaban sus Siete Dolores.

En la actualidad esta tradición ha sido prácticamente confinada a las iglesias y podemos


afirmar que el único lugar público de carácter laico, donde es posible apreciar un Altar de
Dolores solemnemente decorado, es en el Museo del Estado, que de esta forma cumple con
uno de sus objetivos primordiales: rescatar, preservar y difundir nuestros valores. El altar que
el Museo erige, aparte de la imagen de la Virgen, de arte plumaria, tiene simbólicos y
amarillentos trigos germinados, semillas de maíz, trigo, frijol, lenteja y chía, manzanas y
naranjas con sus banderitas clavadas, ramilletes de azucenas, gladiolas y camelinas,
manzanilla fresca y laurel, sin faltar el agua de colores y las velas, como antaño.

Por otra parte, es importante señalar que el Altar de Dolores, como todas las
conmemoraciones cristianas, tiene un profundo mensaje de enseñanza religiosa, a través de
sus simbolismos y alegorías. Una interpretación de éste es la que referimos a continuación
tomada de la conferencia ofrecida el 28 de marzo de 1997, por el Arq. Manuel González
Galván, investigador y estudioso del arte y de la iconografía religiosa, quien hizo un análisis
detallado de los elementos que conforman el Altar.

Como ya mencionamos, las imágenes de la Virgen se representaban con siete espadas


clavadas en el corazón, que simbolizaban sus siete Dolores, y el número siete para el
cristianismo significa infinitud, de tal manera que al hablar de los Siete Dolores de la Virgen se
está diciendo que sufrió infinitamente. Estos son:

 El primero, narrado por San Lucas, en los Evangelios, quien al referir la vida de Cristo,
comenta que cuando llevó la Virgen al Niño a presentar al templo, como la tradición
judía lo manda, el anciano Simeón le profetizó: “su cuerpo será para la salvación o
condenación de muchos pecadores y a ti una espada te atravesará el corazón para
que se descubran los pensamientos de muchos corazones”.
 El segundo, la huida a Egipto, al ver a su hijo perseguido y tener que abandonar la
Patria.
 El tercero, el Niño perdido y hallado en el templo, el dolor que significa para una madre
perder a su hijo.
 El cuarto, cuando camino del calvario se lo encuentra cargado con la cruz y humillado.
 El quinto, la crucifixión y agonía de Cristo.
 El sexto, recibirlo muerto: la Piedad.
 El séptimo, el Sepulcro de Jesús.

Estos representan en la iconografía cristiana con siete espadas, las espadas de la profecía de
Simeón y en los Altares de Dolores, con siete velas encendidas.

Característico de la temporada de Cuaresma y de los altares es el color morado, que vemos


en las iglesias y en las representaciones del Vía Crucis; Cristo cargado con la cruz, en su
pasión, lleva su túnica morada; a la Virgen de los Dolores la reconocemos por su túnica
morada y el morado para la religión católica es sinónimo de penitencia; por ello a la Virgen se
le viste de este color, señal de que está sufriendo.

En algunos altares la Dolorosa lleva manto blanco, símbolo de pureza; en otros el manto es
azul que representa el matrimonio, y que quiere decir que es la madre que está sufriendo.
Después de las tras de la tarde del Viernes Santo, la Virgen viste de negro, ya como la Virgen
de la Soledad en señal de luto y alusión a la muerte de Jesús.

Una simbología muy profunda de los altares son los trigos germinados. Representan el cuerpo
de Cristo, porque del trigo se hace el pan y de acuerdo a la fe, se recibe a Cristo en esta
forma, en la Comunión. El color del trigo es amarillo y madura con el sol que también es
amarillo y para que el trigo nazca amarillo se pone a germinar oculto, en lo obscuro.
Alegóricamente, la religión con ello evoca el ocultamiento de la naturaleza divina de Cristo,
que se manifiesta en su apariencia humana, como redentor, en su pasión y se le ponen a la
Virgen para recordar que ella asistió a este misterio del sufrimiento, pasión y muerte de Cristo.
Las semillas, que según se dice son las que se llevan a bendecir para la siembra, junto con las
frutas y verduras representan a la naturaleza; considerada una aportación nuestra a los
Altares de Dolores, ya que si bien es cierto los europeos hacían algunas asociaciones de los
alimentos con la religión, igualmente nuestros pueblos prehispánicos los relacionaban, baste
recordar que en algunas culturas del México antiguo, el maíz era considerado carne de Dios y
del hombre.

En este sentido también el cristianismo asocia a la naturaleza con el color verde que simboliza
al campo dando frutos y al sacerdote quien administra los sacramentos para hacer florecer el
espíritu.

En cuanto al laurel, sabemos que significa triunfo no solo en el sentido de la devoción, sino
también en otros. En los altares es el triunfo sobre el dolor, el pecado y la muerte. La
manzanilla fresca, que se utiliza como remedio para aliviar los dolores, es una medicina y su
flor parecida a la margarita, rememora al sol.

Las manzanas y naranjas, como todos los elementos del altar tienen una alegoría intensa. Las
primeras se identifican con el fruto prohibido, en la tradición Judea-Cristiana, con el pecado de
Eva que cayó en tentación de comerlo. Las segundas evocan a la Virgen quien al contrario de
Eva vence al pecado, al aceptar ser la madre de Cristo, admite todas las consecuencias: el
sufrimiento, representada por una fruta acre.

En estas naranjas se clavan banderitas de oro y plata para indicar el triunfo de Cristo y de la
Virgen sobre el pecado y el mal.

De las aguas de colores comentan algunos escritos, que aluden a las lágrimas de la virgen.
Sin aseverar tal representación sí podemos afirmar que forman parte de la simbología que el
catolicismo otorga a los colores y que en los altares brillan vivamente.

El Altar de Dolores, como vemos lleva implícito un profundo aprendizaje y un recuerdo devoto
hacia ésta conmemoración, que penetró intensamente no sólo en el sentir de la gente, sino
también en el pensamiento de los artistas quienes crearon bellas imágenes y lienzos, sonetos
y cantos como el fragmento que a continuación compartimos; localizado por María Teresa
Martínez Peñaloza, en un Septenario de 1793.

Canción Devota a la Virgen Santísima de los Dolores

Salve, mar de penas


Salve, triste Madre
Salve, fuerte pecho
Dolorido, Salve.
Oh roquel lloroso
Oh sentida Madre
Tus hijos te llaman
Gimiendo en el Valle
Salve mar
Oh afligida Aurora
Do irá que descanse
Tu memoria triste,
Por las crueldades
Salve mar
Oh siete Dolores!
Oh pecados nuestros
Oh penalidades!

Domingo de Ramos

urante la temporada vacacional de primavera, las


tradiciones de Semana Santa en Michoacán constituyen un atractivo adicional para el
turismo gracias al carácter único que poseen en comparación con otras entidades del país.

En el calendario católico la Semana Santa inicia con el Domingo de Ramos, fecha que
recuerda la entrada festiva de Jesucristo a Jerusalén, aunque según La Biblia ese feliz evento
fue seguido de sucesos trágicos que concluyeron con la muerte del Mesías.

A lo largo de todo el estado comienza una serie de actividades que van de las
representaciones de pasajes bíblicos, la visita de los siete templos y la quema de judas, a la
preparación de alimentos específicos para la temporada.

El Domingo de Ramos es en todos los pueblos del país el día de La Bendición de Las Palmas,
porque según se describe en La Biblia, la gente arrojaba ramos y palmas a los pies de Jesús
para darle la bienvenida a Jerusalén.

En Michoacán una de las comunidades donde esta celebración reviste un carácter más
particular es San Lorenzo, un pueblo de la Meseta Purépecha. Allí el evento es toda una
ceremonia que inicia desde el sábado, cuando las familias de los jóvenes varones del pueblo
se reúnen para arreglar las palmas que ellos regalarán a sus novias o amigas para que ellas a
su vez las lleven a bendecir.

Al respecto, la Promotora Cultural Berta Alicia Cruz Ramón informó que en la víspera de la
bendición de las palmas se reúnen abuelos, padres, tíos y demás parientes del joven que va a
regalar la palma.

Entre todos la cubren con listones de varios colores, dinero, prendas de vestir y flores.
Por su parte la mamá del joven ofrece una cena a todos los presentes. Y ya compuesta la
palma -que algunas veces llega a medir hasta dos metros de altura-, la familia entera se la
lleva a casa de la dama escogida o pedida en matrimonio, pues la palma en este caso
simboliza amistad o amor.

Cuando tocan a la puerta, salen los padres de la joven y ella pide permiso para recibir o
rechazar el arreglo. Si la acepta, al día siguiente la llevará muy de mañana a bendecir.

Desde las siete de la mañana las palmeras comienzan a llegar a la entrada del pueblo donde
las aguarda la Virgen que acompañará a la feligresía en esta ceremonia.

Cuando llega el sacerdote bendice por primera vez las palmas, preside el recorrido por la calle
principal seguido por las guananchas (jóvenes doncellas) que llevan a la virgen en andas y por
las palmeras que elegantemente vestidas para esta solemne ocasión, cantan y rezan hasta
llegar al que en otro tiempo fuera el atrio de la capilla. Allí comienza la misa principal ante “un
panorama florido, solemne y emotivo mezclado con rezos y cánticos y las espectaculares
palmas bellamente adornadas”.

Al finalizar la bendición de las palmas las jóvenes descuelgan los adornos. Si son prendas de
vestir las estrenan ese día y si es dinero se lo gastan en el Domingo de Ramos en Uruapan.

Alicia Cruz destaca que “el adorno principal y más tradicional de la palma es la orquídea
amarilla con pétalos como de cera llamada arhorakua. Esta fragante flor mágica y afrodisíaca”.

Las niñas del pueblo también llevan palmas que generalmente son más pequeñas. Miden
alrededor de medio metro y las adornan con flores moradas.

TIANGUIS ARTESANAL Y CONCURSO DEL TRAJE REGIONAL EN URUAPAN

Hay lugares como Uruapan o Peribán, donde el Domingo de Ramos ha trascendido su papel
de ceremonia religiosa para convertirse en la oportunidad de reafirmar las raíces y divulgar la
cultura.

En Uruapan se realiza un enorme y colorido


tianguis artesanal considerado como uno de los más antiguos de Latinoamérica, pues se tiene
registro de que se realizaba desde la época prehispánica; además del Festival Estatal del
Traje Regional, cuya finalidad es rescatar y preservar la vestimenta de las etnia purépecha y al
mismo tiempo se lleva a cabo un concurso artesanal que reúne toda la gama del arte popular
michoacano.
Comentan los conocedores que el Tianguis Artesanal del Domingo de Ramos en Uruapan es
uno de los más antiguos de Latinioamérica, pues desde épocas prehispánicas fue ese lugar el
punto de encuentro para el comercio de toda la región a través del trueque, pero a la llegada
de los conquistadores se hizo coincidir la fecha con la del domingo de ramos, evento de gran
significado para la feligresía católica.

Precisamente por su tradición y arraigo desde épocas antiguas, así como por la confluencia de
artesanos procedentes de las diversas regiones purépechas que
integran Michoacán (Lacustre, Meseta Purépecha, Cañada de los Once Pueblos y Ciénega
de Chapala), el Tianguis se convirtió en uno de los más fuertes foros para la difusión de los
diversos aspectos que conforman su cultura: artesanía, gastronomía, vestimenta, tradición,
etc.

En Peribán desde 1826 se lleva a cabo la feria del pueblo y actualmente se hace especial
énfasis en La Semana Cultural.

En otras regiones del estado hay representaciones bíblicas, como en Tarímbaro, donde los
personajes que representan a Jesús y sus apóstoles entran juntos a la Iglesia principal, o
Indaparapeo, donde el párroco recibe a Jesús que arriba al lugar montado en un burrito, con la
presencia de los apóstoles. Juntos se dirigen al templo principal, donde se realiza una misa.
En Charo hay procesión y una representación con diálogos tomados del evangelio. También
destacan los casos de la Piedad, Cuitzeo, Tzintzuntzan, Pátzcuaro, Coalcomán, Tlalpujahua y
Angangueo.

Cabe señalar que durante la época prehispánica, el antiguo calendario purépecha dividía al
año en 18 meses durante los cuales se verificaban con frecuencia festividades dedicadas a
sus deidades, según lo señala la “Relación de Michoacán”, antigua crónica del siglo XVI.

Actualmente la mayoría de las manifestaciones religiosas, como la Semana Santa, son


producto de la fusión de las culturas española e indígena y a menudo se observan en los
rituales algunos elementos paganos.

Miércoles Santo
Una de las comunidades que conserva la celebración como la inculcaron los evangelizadores
españoles a los antiguos habitantes de Michoacán es Tzintzuntzan, donde se edificó la
primera capilla cristiana por orden de los frailes franciscanos que arribaron a estas tierras en
1525.

El Miércoles Santo en Tzintzuntzan salen los “espías”: grupos de encapuchados ataviados


con un atuendo rojo y blanco, que mientras anuncian su presencia con un característico
silbato, buscan al Nazareno por todas las calles del pueblo para apresarlo.
Su recorrido concluye al día siguiente, al visitar las casas donde se encuentran los antiguos
Cristos de los Barrios, para invitar a sus moradores a participar en la procesión del Viernes
Santo.

Un evento similar se realiza en el pueblo de Patamban, en el municipio de Tangancícuaro,


donde salen "los fariseos", personajes disfrazados con gabanes y látigos en busca de Cristo.

En Tarímbaro, igual que en algunas otras poblaciones, el Martes Santo se escenifica la última
Cena y el Miércoles a la misma hora se representa el Prendimiento de Jesús.

En Charo se realiza la tradicional Oración del Silencio, en Los Reyes inician los oficios de
Semana Santa y en Huandacareo las escenificaciones aluden al Perdón de la Magdalena, la
Sentencia y la Condena de Jesús.

Aunque en diferentes días de la Semana Santa, Tlalpujahua y Pátzcuaro son las únicas dos
poblaciones de Michoacán en donde se llevan a cabo procesiones de Cristos.
En Pátzcuaro se realiza el viernes santo y en Tlalpujahua el miércoles.

Se cuenta en Tlalpujahua que fue tal la fe de los evangelizadores en Cristo que imágenes
crucificadas fueron encontradas flotando en ríos, en troncos de árboles, o en barrancas, como
el Señor de Chalma, la imagen más venerada en la Nueva España desde el siglo XVI.

Los hallazgos se propiciaban la conversión de los indígenas, así como su veneración y las
procesiones.

Con ese antecedente, en la región de minas de Tlalpujahua se instituyeron diversas


procesiones desde el arribo de los evangelizadores, con objeto de calmar epidemias, implorar
el buen tiempo u otros motivos de beneficio colectivo.

En 1730 el Juez Eclesiástico Dr. Don Felipe Neri Valleza visitó las comunidades de la región,
donde recogió la tradición oral certificándola con testimonio de personas de prestigio y
credibilidad en su decir.

De esta manera se recopilaron en libros algunas crónicas de pueblos y aparecieron los


primeros cargueros y mayordomos, que luego se convirtieron en cofradías para festejar o
rendir culto a las imágenes, como fueron los casos de los Cristos y la Virgen Dolorosa durante
los miércoles de cada Semana Santa.

Actualmente esta muestra de devoción se acompaña de banda de música, himnos sacros,


flores, rezos y cohetes en la que cada comunidad trata de superar a las otras.

Jueves Santo
Durante las tradiciones religiosas del Viernes Santo, se pueden apreciar imágenes religiosas
de los siglos XVI al XVIII en las procesiones que se llevan a cabo en Tzintzuntzan, Pátzcuaro
y Tlalpujahua, entre otros lugares.
En Tzintzuntzan, durante la mañana recorren las calles los personajes de Barrabás y Judas
haciendo travesuras a los visitantes.

Pero la tradición más impactante es la de los “penitentes”. Son fieles devotos al Señor del
Santo Entierro, una imagen de pasta de caña ubicada en el Templo de la Soledad.

Los penitentes de Tzintzuntzan son todos varones que realizan sus mandas a lo largo de la
mañana y la noche, bajo reglas ya establecidas para cada horario. Durante la mañana
consisten únicamente en pedir limosna, algunos lo hacen caminando y otros de rodillas. Más
tarde salen quienes prometieron correr cargando pesadas cruces. Pero por la noche las
mandas consisten en un largo recorrido alrededor del pueblo.

Lo impactante es que todos aquellos que realizan mandas llevan el rostro cubierto y el cuerpo
cubierto solo con un cendal, además de infligirse diversos castigos físicos.

Sobresale entre los mandantes el uso de grilletes de hierro originales de la época de la


conquista, que se llevan en los tobillos, a menudo con un lazo que va del travesaño de los
hierros a las manos del penitente para ayudarse a cargarlos. Por sus características, los
grilletes no permiten apoyar toda la planta del pie en el piso, obligando a los fieles a correr de
puntas.

Además, los lazos pasan por sus partes nobles y hay quienes añaden a esto una “disciplina”,
especie de fuete con clavos en las puntas para castigar sus espaldas en el trayecto.

Se dice que los grilletes pertenecieron a los antiguos conquistadores ibéricos, que los
utilizaron para traer y controlar esclavos en la Nueva España.

Como las mandas solo se valen si se practican con los instrumentos originales y solo hay
nueve, los últimos participantes deben esperar a que alguno de los primeros concluya su ruta
de penitencia para tomar de él los grilletes y realizar su manda.

De manera simultánea, durante el día se realizan las representaciones de "la judea" con el
Prendimiento de Cristo y los tribunales de Herodes y Pilato, mismos que concluyen con la
condena de Cristo, para dar inicio al Vía Crucis que recorre las 14 estaciones alrededor del
gran atrio parroquial, en el que también intervienen las imágenes de los personajes bíblicos.

El acto concluye con la Crucifixión y Muerte de Cristo y el Sermón de las Siete Palabras.

Cabe destacar que en la crucifixión se utiliza un Cristo de pasta de caña con goznes del siglo
XVI, así como Dimas y Gestas, los dos ladrones, siendo el único lugar que conserva las
figuras del Calvario de pasta de caña, como solía haber en las parroquias de la región en los
inicios de la evangelización.

Al atardecer se lleva a cabo la Procesión del Santo Entierro, al que acompañan numerosas
imágenes de personajes bíblicos y de Cristo, haciendo un recorrido por las principales calles
de la población.

Ya en la noche inicia la velación del Santo Entierro, con rezos y cantos, mientras que todos los
fieles acuden con velas encendidas.
En Tarímbaro se realiza “la judea” desde la mañana y concluye con la crucifixión. También hay
actividades por la tarde, destacando la visita a los enfermos, que realiza el párroco junto con
los feligreses, entre rezos y cantos, portando grandes antorchas, en tanto que la casa del
visitado se arregla con tapetes de aserrín de colores y flores.

En Indaparapeo las representaciones también inician por la mañana y al anochecer, se lleva a


cabo una ceremonia única en el templo, donde el sacerdote da el Sermón de las Siete
Palabras “en tinieblas”, para lo cual se apagan las luces y se emiten sonidos tétricos e
impresionantes y a partir de las ocho de la noche se efectúa la Adoración del Santo Entierro.
Los fieles acuden portando lamparitas moradas.

En Pátzcuaro, además de “la judea”, por la noche se realiza la Procesión de Imágenes de


Cristo, antiquísima tradición en la que participan numerosas comunidades de la ribera e islas
del Lago.

Hombres y mujeres llevan los Cristos de diferentes tamaños mientras entonan saetas,
antiguos cantos que forman parte de esta tradición.

Los Cristos son de pasta de caña, técnica realizada por manos indígenas desde antes de la
conquista española para la elaboración de sus dioses y luego de la conquista, para la de
vírgenes y santos.

En Morelia destaca la Procesión del Silencio inicia a las 19:00 horas, con un recorrido que
dura alrededor de tres horas, comenzando en el templo de Mater Dolorosa para arribar
después al Santuario de Guadalupe y de ahí hacia Capuchinas.

Los feligreses participantes, junto con los miembros de las diversas cofradías devotas acuden
encapuchados para acompañar a la Virgen de la Soledad portando velas encendidas,
mientras un grupo de personas llevan tambores que hacen sonar acompasadamente durante
todo el trayecto.

Por otra parte, se interpretan Saetas frente a diversos balcones elegidos como los más bellos
de la Avenida Madero y otras calles.

En el viernes santo destacan también las representaciones de Charo, La Piedad, Aquila,


Ucareo, Villa Morelos, Tangamandapio, Pichátaro y Panindícuaro, entre otras. En esta
última localidad, durante la Procesión del Santo Entierro se llevan imágenes del siglo XVI y la
Virgen de la Soledad, que se dice, es una talla española.

Viernes Santo
Durante las ya tradicionales manifestaciones religiosas del Viernes Santo en Michoacán,
destaca el uso de imágenes religiosas de los siglos XVI al XVIII en las procesiones que se
llevan a cabo en Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Tlalpujahua, entre otros lugares.
No menos relevante es la muestra de fervor que tiene lugar en Tzintzuntzan, pues quizá sea
este el punto más claro de diferencia entre las manifestaciones michoacanas y las que tiene
lugar en el resto del país.

Por la mañana se dejan ver los personajes de Barrabás y Judas, que hacen travesuras a los
visitantes.

Pero en el transcurso del día son los “penitentes” quienes se convierten en los personajes
protagónicos por la forma en que pagan sus promesas al Santo Entierro.

Vestidos tan solo con un cendal y capucha, los fieles varones de Tzintzuntzan practican una
inusual forma de penitencia que consiste en correr alrededor del pueblo con el rostro cubierto
mientras se infligen diversos castigos físicos.

En esta ancestral muestra de fe sobresale el uso de grilletes en los tobillos, instrumentos que
les quedan tan ajustados que no les permiten apoyar toda la planta del pie en el piso,
obligándolos a correr de puntas.

Además, algunos amarran lazos desde sus muñecas hasta la cadena que une los grilletes,
pasándolo por sus partes nobles y otros añaden a esto una especie de fuete con clavos en las
puntas para castigar sus espaldas en el trayecto.

Se dice que los grilletes pertenecieron a los antiguos conquistadores ibéricos, que los
utilizaron para traer y controlar esclavos en la Nueva España.

Como las mandas solo se valen si se practican con los instrumentos originales, los últimos
participantes deben esperar a que alguno de los primeros concluya su ruta de penitencia para
tomar de él las herramientas de tortura.

De manera simultánea, durante el día se realizan las representaciones de "la judea" con el
Prendimiento de Cristo y los tribunales de Herodes y Pilato, mismos que concluyen con la
condena de Cristo, para dar inicio al Vía Crucis que recorre las 14 estaciones alrededor del
gran atrio parroquial, en el que también intervienen las imágenes de los personajes bíblicos.

El acto concluye con la Crucifixión y Muerte de


Cristo y el Sermón de las Siete Palabras.

Cabe destacar que en la crucifixión se utiliza un Cristo de pasta de caña con goznes del siglo
XVI, así como Dimas y Gestas, los dos ladrones, siendo el único lugar que conserva las
figuras del Calvario de pasta de caña, como solía haber en las parroquias de la región en los
inicios de la evangelización.
Al atardecer se lleva a cabo la Procesión del Santo Entierro, al que acompañan numerosas
imágenes de personajes bíblicos y de Cristo, haciendo un recorrido por las principales calles
de la población.

Ya en la noche inicia la velación del Santo Entierro, con rezos y cantos, mientras que todos los
fieles acuden con velas encendidas.

En Tarímbaro se realiza “la judea” desde la mañana y concluye con la crucifixión. También
hay actividades por la tarde, destacando la visita a los enfermos, que realiza el párroco junto
con los feligreses, entre rezos y cantos, portando grandes antorchas, en tanto que la casa del
visitado se arregla con tapetes de aserrín de colores y flores.

En Indaparapeo las representaciones también inician por la mañana y al anochecer, se lleva


a cabo una ceremonia única en el templo, donde el sacerdote da el Sermón de las Siete
Palabras “en tinieblas”, para lo cual se apagan las luces y se emiten sonidos tétricos e
impresionantes y a partir de las ocho de la noche se efectúa la Adoración del Santo Entierro.
Los fieles acuden portando lamparitas moradas.

En Pátzcuaro, además de “la judea”, por la noche se realiza la Procesión de Imágenes de


Cristo, antiquísima tradición en la que participan numerosas comunidades de la ribera e islas
del Lago.

Hombres y mujeres llevan los Cristos de diferentes tamaños mientras entonan saetas,
antiguos cantos que forman parte de esta tradición.

Los Cristos son de pasta de caña, técnica realizada por manos indígenas desde antes de la
conquista española para la elaboración de sus dioses y luego de la conquista, para la de
vírgenes y santos.

En Morelia destaca la Procesión del Silencio inicia a las 19:00 horas, con un recorrido que
dura alrededor de tres horas, comenzando en el templo de Mater Dolorosa para arribar
después al Santuario de Guadalupe y de ahí hacia Capuchinas.

Los feligreses participantes, junto con los miembros de las diversas cofradías devotas acuden
encapuchados para acompañar a la Virgen de la Soledad portando velas encendidas,
mientras un grupo de personas llevan tambores que hacen sonar acompasadamente durante
todo el trayecto.

Por otra parte, se interpretan Saetas frente a diversos balcones elegidos como los más bellos
de la Avenida Madero y otras calles.

En el viernes santo destacan también las representaciones de Charo, La Piedad, Aquila,


Ucareo, Villa Morelos, Tangamandapio, Pichátaro y Panindícuaro, entre otras. En esta
última localidad, durante la Procesión del Santo Entierro se llevan imágenes del siglo XVI y la
Virgen de la Soledad, que se dice, es una talla español
Procesión del Silencio Morelia

La Procesión del Silencio de Morelia cubre un


trayecto aproximado de 3 kilometros.

La Procesión comienza alrededor de las 20:00 horas, partiendo de la Plaza Villalongin, para
seguir luego sobre laAvenida Madero (antigua Calle Real). Pasa frente a la Catedral
Moreliana y da vuelta a un costado de la Plaza de Armas para avanzar por detrás de la
Catedral y llegar a la Plaza Valladolid, en donde tiene lugar la ceremonia de “Pésame” a la
Virgen de la Soledad, aproximadamente a las 21:30 horas.

La marcha continua sobre la calle de Humboldt para dar vuelta en Vicente Santa María, luego
en Padre Lloreda y en Velásquez de León, para llegar finalmente al templo de Las
Capuchinas.

A lo largo del recorrido hay 11 balcones en donde la multitudinaria Procesión se detiene


momentáneamente para la pronunciación de Saetas.

ORÍGENES DE LA PROCESIÓN DEL SILENCIO

La Procesión del Silencio es una manifestación de devoción popular cuyo origen se encuentra
en la edad media y que sobre todo en España, adquirió gran importancia durante los siglos
barrocos XVII y XVIII.

Algunas ciudades españolas conservan aún esa antigua tradición, como Sevilla y Valladolid,
por mencionar las más representativas.
En los pueblos conquistados por los españoles esta celebración de fe se encuentra muy
extendida y México no es la excepción.

Durante la Procesión del Silencio se llevan por las calles esculturas alusivas a los eventos que
se describen en la Biblia en torno al día de crucifixión y muerte de Jesús, destacando en ese
sentido la imagen de “La Virgen Dolorosa”.

LAS SAETAS

En su significado formal, la saeta es un arma que consiste en un asta delgada y ligera, con
una punta afilada, a manera de lanza, algunas veces corta para “impedir que cabecee al ser
disparada”.

Pero en la tradición cristiana se le llama “saetas” a “las coplas breves y sentenciosas que,
para excitar la devoción o la penitencia, se cantan en las iglesias o por las calles durante
ciertas solemnidades religiosas como la Semana Santa”.

Entre las antiguas saetas sevillanas se encuentran las siguientes:

“Nuestra Madre dolorosa


se acerca entre mil luceros.b
Viene derramando graciasb
bajo el azul de los cielos”

“Míralo por donde viene


el Señor del Gran Poder.
Por cada paso que sangrab
nace un lirio y un clavel”

Y entre las saetas que se cantan en Morelia destacan las siguientes:b

“Cristo de las cinco llagas,


sangre de cinco agujerosb
llanto de cinco luceros
para lavarnos las plagas”

“Madre con siete puñales,


Virgen con siete dolores
haz que tus ojos de flores
laven mis culpas mortales”
“Están tristes los olivos en tu cielo de aceitunas.
La vida enciende el dolor
Lámparas votivas cantan
el Salmo del gran amor.
Así Dios ama al hombre:
los olivos están tristesb
de ver la faz del Señor”

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