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PSIQUIÁTRICAS, PSICOLÓGICAS Y
SEXOLÓGICAS DE VENEZUELA
Unidad Curricular
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Cumaná Av Gran Mariscal N° 111. al lado de la iglesia Santa Ana. Edo Sucre Tlf 0293. 4319432.
Caracas Edif.. Torre Bianco. Av Paramaconi San Bernardino. Tlfs 0212-2528922- 2513055. Apto
Postal 68636 Altamira 1062 A.Venezuela
Los programas educativos, tanto formales como informales, deben orientarse al desarrollo del
recurso humano dentro de una filosofía de Estado que oriente dichos programas hacia el logro
de los objetivos socioeconómicos, científicos y culturales establecidos en los compendio de
leyes de cada nación.
50% (Grupal) Estructurar una exposición o discusión grupal sobre los siguientes temas que
integran el módulo.
Variadas son las consecuencias que podemos derivar de estos procesos en el campo
universitario o superior. En esta exposición no voy a referirme a los impactos registrados en los
momentos de expansión del sistema, vale decir, la década de los sesenta y setenta, ni a las
crecientes dificultades que experimentaron las universidades autónomas, fruto de las crisis
políticas experimentadas en este período (insurgencia estudiantil, procesos de renovación
universitaria, represión militar). Otras plumas más versadas y prolijas han tratado con lujo de
detalles este momento, por lo que concentraré la atención en las consecuencias que un marco
neoliberal como el que nos domina, supone para el ámbito de la educación superior, con lo
cual persigo articular las relaciones existentes entre los cambios en el rol del Estado y sus
derivaciones en el escenario de la educación superior.
Los cambios experimentados en la composición del sector universitario son de diferente índole
y desencadenan diversas secuelas. Si bien es cierto que algunas de estas consecuencias
derivan de la expansión que experimentó el sistema bajo el amparo del Estado de bienestar,
las restricciones que hemos mencionado en párrafos anteriores imponen un conjunto de
cambios que afectan el ethos de una institución como la universidad. Los cambios a los cuales
quisiera referirme no solo se refieren al paso de una educación de élites a las de una
educación de masas, al tránsito de la universidad entendida como academia a la universidad
profesionalizante, ni a las dificultades de conciliar los modelos napoleónicos y humboldtianos
en una fase de expansión, sino al impacto que tiene la diversificación institucional y, sobre
todo, las presiones del entorno económico y político sobre la misión de la universidad y la
manera como los poderes del Estado y los actores universitarios enfrentan estos cambios. De
seguida pasaré a enseñar las características más resaltantes de este proceso.
La lógica predominante en los baremos o criterios referenciales que sirven para calibrar estos
estímulos, se inscribe en un óptica cientificista e instrumental que genera efectos paradojales:
a.- se evalúa la productividad más no la producción, abriendo paso así a la “papermetría”; b.-
se registra la asistencia más no la participación, lo que acentúa un banal credencialismo; c.- se
pondera lo extremo como superiora lo nacional, dando pie a la curiosa situación de revistas y
publicaciones nacionales que no tienen quien les escriba, pues, son subvaloradas en los
baremos oficiales.
Estos rasgos, que hemos descrito con una carga de cinismo, no pueden dar pie a la idea de que
rechacemos cualquier intento de evaluación. No, obviamente el corporativismo homologante
ha desencadenado que en la práctica el trabajo de algunos ha cubierto la indolencia de
muchos, de allí que reconozcamos la importancia de mecanismos que estimulen el mérito pero
las alternativas que se han propuesto para tal fin, sin lugar a dudas, tienden a ser inocuas.
En otro orden de ideas y dando otras muestra del carácter espasmódico de las decisiones
gubernamentales para afrontar los problemas del sector, se ha constituido (Decreto 2367 del
21 – 01 – 1998) una Comisión Nacional de Desarrollo de la Educación Superior encargada de
diseñar los mecanismos de evaluación de méritos de profesorado y de administrar un Fondo
de Rendimiento Académico que se erige como la concreción del “nuevo trato” que las
autoridades plantean desarrollar con el sector. Hasta la fecha no conocemos la concreción de
estas propuestas, sólo el rechazo corporativo que universidades y gremios han puesto de
manifiesto frente a esta iniciativa.
Este hecho, independientemente del impacto que tenga en lo inmediato, refleja un cambio en
el esquema de asignaciones presupuestarias al ser el primer intento que propende a romper el
modelo histórico basado en la negociación de asignaciones fijas por el de asignaciones
basadas en rendimiento. La viabilidad de esta propuesta está severamente condicionada al
hecho de surgir en el ocaso de un período presidencial, momento poco propicio para
transformaciones. Sólo el tiempo podrá calibrar el éxito de esta fórmula, lo cierto es que, ante
la inviabilidad financiera del modelo de asignaciones presupuestarias, las tesis productivas
comienzana ganar cuerpo entre el grueso del profesorado que estima que esa es la única
salida para romper el nudo Giordano de la homologación y el deterioro de los sueldos.
Igualmente, la constitución de estos fondos marca el inicio de una estrategia de estímulo a la
competitividad y a la búsqueda de mayor eficacia en la oferta académica pública mediante
procedimientos de evaluación.
Esta tarde, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones, no necesariamente novedosa y
a título estrictamente personal,sobreel rol de la universidad en una sociedad en vías de
desarrollo, a fin de encontrar criterios que permitan examinar alternativas de financiamiento a
la educación superior. A tal efecto, basaré parte de mi exposición en el resultado de las
investigaciones y en los modelos desarrollados por el Centro Interuniversitario de Desarrollo
(CINDA), organismo privado, internacional y académico, sin fines de lucro, cuyo propósito
central es vincular a las universidades entre sí y con los principales problemas de desarrollo
económico y social.
Entiendo el desarrollo de una sociedad como la búsqueda de opciones para mejorar la calidad
de vida de todos y de cada uno de los miembros de la sociedad. En el lenguaje del PNUD, se
trata de Desarrollo Humano Sostenible. El PNUD define el desarrollo humano sostenible como
un proceso que asigna prioridad a los pobres en lugar de marginarlos; sostiene el medio
ambiente, en lugar de degradarlo, propicia el adelanto de la mujer en lugar de discriminarla y
promueve un crecimiento económico impulsado por el empleo, en lugar de un crecimiento sin
empleo. Es un desarrollo que hace hincapié en la equidad, la potenciación de la gente, el
empleo y el medio ambiente.
Ello implica que para la sociedad del conocimiento, la educación no puede ni debe reducirse a
un valor puramente instrumental. Al contrario: uno de los logros genuinos de la controvertida
“cultura global” cabalmente consiste en el reconocimiento universal de la educación como
derecho de todos los seres humanos, para asegurar su desarrollo personal y colectivo. Nada
capta mejor este reconocimiento que el concepto de desarrollo humano, donde la vieja
valoración de la riqueza como meta obligada de las naciones, da paso a una visión más rica y
más profunda: el desarrollo. No es el alza en el ingreso per cápita, sino el aumento en la
cantidad y la calidad de las oportunidades para el ser humano. La educación es tanto una
oportunidad como una fuente copiosa de oportunidades.
Por eso la educación es un aspecto esencial –tal vez el aspecto esencial- del desarrollo
humano: ser educado es disfrutar de una vida más plena y es disponer de un rango más
amplio de oportunidades (alternativas ocupacionales, de información, de recreación…). Por
eso es natural que el índice de Desarrollo Humano incluya la educación entre las tres
oportunidades básicas de la persona, al lado de su esperanza de vida y nivel de ingreso.
También, en el plano conceptual, la educación genuina es desarrollo humano o sea,
“desarrollo de la gente, por la gente y para la gente”. Desarrollo de la gente, porque la razón
de ser de la educación es el crecimiento interior de la persona. Desarrollo por la gente, pues
educar es el modo quizá más rico de darse al otro e influir sobre el otro. Desarrollo por la
gente, porque el objetivo último de la educación es ayudar a que el educando pueda poner la
plenitud de sus potencialidades y talentos al servicio de sus semejantes. En breve -y según la
afortunada expresión de Savater- la educación “es sin duda el más humano y el más
humanizador de los empeños”.
La educación es, pues, un derecho de todos y es un bien en sí mismo. Esto no implica que sea
un derecho absoluto o irrestricto, debido a que demanda recursos escasos con posibles uso
alternativos. Tampoco implica que sea un bien de consumo puro, ya que la “inversión
educativa” es muy rentable para el individuo y la sociedad. Ni, en tercer lugar, implica que sea
un bien puramente privado: de hecho, es su alto valor público o social lo que justifica el aporte
de la comunidad y el Estado al proceso de educar.
Reconociendo que, la educación superior debe ser examinada en el contexto de a.- las metas
de una sociedad (vinculación con el sector productivo), b.- el sistema educativo global
incluyendo: la educación preescolar, primaria, secundaria, técnica y superior, y c.- del modelo
de desarrollo científico y tecnológico que se adopte, la presentación en esta oportunidad se
hará desde dos perspectivas: la de un modelo nacional de desarrollo científico y tecnológico y
la de estructura de formación e investigación.
Los procesos que comprende la educación del adulto abarcan los diferentes espacios, edades y
niveles donde éste se halle. Bien sea el adulto que se inicia en el aprendizaje, como aquellos
expertos universitarios. Los principios de la andragogía sustentan el trabajo de los profesores,
tutore so facilitadotes a nivel universitario, porque el adulto en situación de aprendizaje asume
un alto nivel de compromiso y responsabilidad, en las distintas experiencias educativas que se
planifican.
Hoy día el tema de la educación de adultos interesa a muchos países y hay una preocupación
en capacitar a la población adulta y sobre todo el reciclaje profesional (dos concepciones
básicas de la educación de adultos). Lo que más bien falta en esos programas de capacitación
de adultos, y que es el objetivo que caracteriza a los programas de educación de adultos de los
países avanzados, es el propósito de formar a individuos y grupos desfavorecidos para su
inserción en una sociedad humanamente desarrollada.
Con los programas educativos denominados misiones y fortalecidos en su aplicación por la Ley
Orgánica de Educación de 2009, se pretende, entre otros fines, facilitar las condiciones
sociales, políticas y económicas para el desarrollo armónico del país. Se busca, sobre todos con
los jóvenes, que se incorporen a las fuerzas de transformación social, en el desarrollo
socioproductivo en sus comunidades, que se conviertan en empleadores, en emprendedores
en su campo de acción profesional. y no en simple mano de obra calificada.