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Es otra época, otras necesidades.

Han existido guerras, revoluciones, catolicismos


sociales, para una mejora de la sociedad. Esto causa una evolución. La sociedad
ya no es la misma refinada que solía ser. Se convierte en una sociedad
desordenada y quizá empieza a no tener sensibilidad. Como los sociólogos
buscan una mejora de la sociedad, los artistas tratan de que el ser humano se
integre a la sensibilidad.

El siglo xx se rompe todo canon de estética tradicional, no crea para un ser


supremo, hay muchas razones por las cual hacer arte. Una nueva razón es crear
para innovar y ser reconocido.

La tecnología, la época conflictiva fue a partir del crepúsculo del porfirismo,


cuando inicia la revolución mexicana. México tuvo fuertes y constantes guerras por
la lucha de la presidencia. Desde que inició la revolución mexicana, no paró de
estar en guerra. Por eso el arte pictórico se basaba mucho en la burla y en la
lucha social.

El arte en México siempre se ha visto de un modo menor, un pasatiempo; muchos


de los artistas mexicanos han sido reconocidos por su originalidad, (en algún
tiempo) su nacionalismo y su forma tan magnánima de realizarla. Desde los
muralistas hasta un grabado muestran la situación social del país. Una pintura
surrealista y una escultura, muestra una vida cotidiana vista de otro ángulo que
trata de romper las reglas.

Cansado de reglas,
guerras, mandatos y
conservadurismo, el
siglo xx rompe con
todo, revolucionan y
crean. Un siglo xx
rebelde, loco,
“despeinado” e
innovador.
La antigua academia de San Carlos fue una base fundamental para la enseñanza
del llamado: arte académico.

En México se implementó el neoclasismo que era lo que en ese momento se


consideraba moderno. Sin embargo México no tenía artistas internacionales en
esos momentos, si no extranjeros cono Claudio Linati, Federico Waldeck, Daniel
Thomas Egerton y juan Mauricio Rugendas.

Hasta a mediados del siglo xix que México empezó a tener su arte basado en la
academia. Cuando se tuvieron los artistas mexicanos se fundó la academia, que
contenía maestros europeos y estos se basaban en el clasismo.
La forma principal fue el paisaje. Un autor muy representativo fue: José maría
Velazco.

Descubrió la vasta belleza del valle de México que fue desarrollado cada vez mayor
perfección. Sus paisajes son una verdadera meditación y se presentan como una
visión poética en la que la profundidad y lontananza son casi inalcanzables,
inabarcables.
Aquí introduce con sutileza temas históricos que abarcan el pasado indígena, la
historia colonial y el progreso moderno: síntesis con la que llega a convertirse en el
artista representativo de la modernización mexicana, tomando como punto de
referencia para fu obra la confluencia de todos los factores que en ese momento
constituían la cultura nacional.

A finales de siglo XIX apareció el interés por lo propio y auténtico de la vida


mexicana, sin hacer uso de temas derivados del extranjero, este cambio respondió
principalmente a la nueva coincidencia que se empezaba a crear del concepto del
arte diferente al tradicional y pasando así en este momento el ideal clásico de
belleza, a representar formas que antes se habían considerado exóticas y que eran
formas realmente mexicanas.
El nuevo arte pictórico, de esencia romántica lo representan artistas como Julio
Ruelas, Saturno Herrán, Joaquín Clausell, y el Dr. Atl Gerardo Murillo, quien innovó
la pintura mexicana no sólo en cuanto a técnica sino en también en su expresión.
En el siglo XIX no se presentaron importantes logros en la escultura, aún con los
esfuerzos de la academia. El neoclásico aportó solamente esculturas de Apolos,
Venus y gladiadores, copiando el arte grecorromano.
Manuel Vilar, escultor español, fundó la escuela clásica en la que empezó a mostrar
a través de sus esculturas un mercado de interés por los retratos de héroes
indígenas. Uno de sus discípulos, Miguel Norteño, fue el creador de la conocida
estatua “Cuauhtémoc”. A finales de siglo, empezaron a encargarse obras a talleres
europeos, debido a esto México se vio invadido por una corriente de
afrancesamiento a la que se sumaron gran número de escultores, entre ellos: Jesús
F. Contreras.
Después de la revolución el arte mexicano se encaminó hacia nuevos objetivos, en
busca de una identidad nacional que se venía gastando desde principios de siglo,
consolidándose en la pintura de la revolución en el llamado movimiento “muralista”,
representado principalmente por: José Clemente Orozco, Diego Rivera, David
Alfaro Siqueiros, O´Higgins y Juan O ‘Gorman. Fueron a revolución y los cambios
que de ella partieron que hicieron el surgimiento y esplendor del muralismo.
Los pintores muralistas llevaron a los edificios públicos la historia y la ideología de
un México nuevo que retomaba la riqueza del pasado, en sus tradiciones, en su
folklor, en los vestigios de México prehispánico.

ESCUELA MEXICANA DE PINTURA OBRA MURAL

En el periodo entre las dos guerras mundiales y continuando hasta la década de los
60´s floreció en México un movimiento artístico muralista que impactó al mundo. El
movimiento era dominado por tres pintores mexicanos: José Clemente Orozco,
Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Cada uno tuvo técnica y personalidad
distinta, pero compartieron expresiones comunes. Los tres muralistas trabajaron
tiempo en el que México se vio liberado del sofocante régimen de Porfirio Diaz en
1911, y es en este periodo donde se encontró un nuevo espíritu nacionalista bajo la
constitución de 1917.

El mensaje artístico –político-, era que los muralistas al pintar pudieran ser leídos
fácilmente por el ciudadano mexicano promedio. Los tres artistas participaron en las
primeras comisiones, para la escuela nacional preparatoria en la ciudad de México,
durante 1922. El resultado tuvo mucho éxito, y pronto le siguieron otros. Un nuevo
movimiento artístico se había creado.
Orozco gusta de capturar lo trágico y en su obra encontramos una pintura agresiva
y desencantada del mundo donde la realidad aparece en su forma más cruda, con
figuras contorsionadas llenas de dramatismo e incendiadas de color. Entre sus
obras más destacadas las que realizó en el Hospicio Cabañas en Guadalajara.
DIEGO RIVERA
La Pintura de Diego Rivera se caracteriza por su carácter narrativo, cuyo interés
temático central se centra en el mundo indígena, la historia nacional y la cultura
popular; en sus obras destacan siempre la ironía y lo festivo. Se manifiesta en los
rostros de los personajes representativos en un marco cromático de gran riqueza.

Las características fundamentales de esta tendencia son la monumentalidad, que


apunta a conseguir una mayor gama de posibilidades comunicativas con las masas
populares (algunos de los gigantescos murales sobrepasan los cuatrocientos
metros cuadrados); la ruptura con la tradición academicista y la asimilación de las
corrientes pictóricas de la vanguardia europea (cubismo, expresionismo), con las
que los artistas mexicanos tuvieron oportunidad de entrar en contacto directo, y la
integración de la ideología revolucionaria en la pintura, que según ellos debía
expresar artísticamente los problemas de su tiempo.

No menos importante es el hondo arraigo de su arte en las tradiciones autóctonas


de México: la del grandioso pasado artístico prehispánico (donde la pintura mural
fue una práctica constante) y la de la estampa popular mexicana.
David Alfaro Siqueiros poseedor de una técnica magistral, abordó principalmente
temas sociales y políticos a través de una pintura fuerte y vigorosas de trazos y
pinceladas muy marcadas.

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