Este es uno de los episodios más dramáticos y de más importancia teológica en
Génesis El mandato cruel de sacrificar a Isaac, el dolor del ascenso solitario de Abraham y su hijo hasta el lugar del sacrificio, el proceso doloroso de atar al muchacho y ponerlo sobre el altar, y la intervención a último momento desde el cielo convierten a este relato en una de las historias mejor contadas de la literatura mundial. Pero es mucho más que eso. Es la última gran prueba de la fe de Abraham, comparable al llamado original a dejar su hogar y familia (cf. v. 2 con <011201>Génesis 12:1). Aunque se nos dice que era una prueba (1), para Abraham el mandato de Dios era totalmente real. Era emocional y teológicamente aterrador, porque se dependía de Isaac para el cumplimiento de todas las promesas de bendición. Abraham, presionado entre el amor por su hijo y la obediencia a Dios, enfrentó decisiones agónicas. Paso a paso, la fe y la esperanza triunfaron sobre el temor y la duda, hasta que el cuchillo se levantó para matar a su hijo. De esta manera Abraham mostró que estaba dispuesto a poner el llamado de Dios sobre cualquier otro compromiso y vínculo emocional; en ese momento, la prueba terminó. El había aprobado con excelentes calificaciones. Se sacrificó un carnero en lugar de Isaac; el ángel declaró que el acto de obediencia de Abraham cambiaba la condición de las promesas. Estas pasaban a ser garantías juramentadas para innumerables descendientes, la conquista de tierra y bendición sobre él, y a través de él a todas las naciones del mundo. Los vv. 16-18 son las últimas palabras que habló Dios a Abraham según el registro de Génesis y no se puede minimizar su importancia. Desde ahora en adelante no hay dudas en cuanto al cumplimiento de la promesa. La obediencia de Abraham llevó a Dios a garantizar sus promesas con un juramento. De acuerdo con el NT, sin embargo, hay más en el sacrificio de Isaac que el ejemplo supremo de alguien comprometiéndose a sí mismo a obedecer a Dios completamente (<581117>Hebreos 11:17-19); es un cuadro del amor en sacrificio de Dios mismo. Así como Abraham dio a su único hijo en sacrificio, así el Padre “no eximió ni a su propio Hijo” en favor del mundo (<450832>Romanos 8:32; <430316>Juan 3:16). En la sumisión decidida deIsaac a la voluntad de Abraham
vemos un cuadro del Hijo que dijo:”Padre... no se haga mi voluntad, sino la
tuya” (<422242>Lucas 22:42). 20-24 Con el futuro de Isaac garantizado (17), la narración se adelanta brevemente para mostrarnos los antepasados de Rebeca, su futura esposa. Como aclara el cap. 24, Dios tenía todo arreglado. Esta breve genealogía nos muestra la manera en que Dios provee para nuestras necesidades antes de que nos demos cuenta de ellas (<400625>Mateo 6:25-34). Notas. 1 Dios prueba a las personas para revelar su verdadero carácter (cf. <050802>Deuteronomio 8:2, 16). 2 Moriah comúnmente se identifica con la colina
en Jerusalén sobre la cual se erigió el templo (<140301>2 Crónicas 3:1). De esa
forma, el sacrificio del carnero por Abraham preanunciaba los sacrificios posteriores de animales en el templo, tanto como el del “Cordero de Dios” (<430129>Juan 1:29). Como Abraham descubrió posteriormente, Moriah significa “Jehovah proveerá” (vv. 8, 14; ver nota de la RVA). El nombre del lugar en el cual iba a morir su hijo probaría ser el lugar de la provisión divina. El sacrificio humano no es parte de la voluntad de Dios para su pueblo. Un holocausto era un tipo común de sacrificio, en el cual se quemaba sobre el altar a la víctima completa (cf. Levítico 1). 9 Lo común era atar a los animales antes del sacrificio.La atadura sólo se menciona aquí en el AT y subraya la disposición de Isaac a ser sacrificado. 23:1-20 La sepultura de Sara Sara, la abuela de la nación de Israel merecía una tumba digna. Pero algo más estaba involucrado que la mera compra de un lugar adecuado para la sepultura. Abraham estaba decidido a poseer una porción de la tierra prometida antes de que él muriera y pudiera sepultar allí a su esposa. Las extensas negociaciones que se describen aquí muestran a Abraham usando la necesidad de una tumba para Sara para conseguir la propiedad de un terreno. Las negociaciones, corteses pero difíciles, procedieron en tres etapas. Primera, Abraham pidió a los heteos que le dieran algún terreno para sepultura. Inmediatamente le ofrecieron algunos de sus sepulcros (quizá cuevas) para sepultar a Sara (3-6). Segunda, su respuesta cortés estimuló a Abraham a pedir que Efrón le vendiera la cueva de Macpela. Efrón ofreció entonces darle la cueva y el campo (7-11). Pero un regalo no asegura la propiedad en forma tan firme como la compra, de modo que Abraham insistió en comprar el campo y la cueva. Finalmente persuadió a Efrón a que fijara un precio. Puede que el precio fuera elevado para el terreno en cuestión (400 siclos de plata hubieran comprado un terreno bien amplio), pero Abraham aceptó sin regateos (12-16). De modo que ahora la tierra era suya sin discusión, de modo que sepultó allí a Sara. De esa forma, antes de morir, Abraham se había convertido en el propietario legal de una parte de Canaán, y de esa forma se había cumplido parcialmente otro aspecto de las promesas. Notas. 2 Hebrón estaba cerca de Mamre (cf. <011801>Génesis 18:1), donde Abraham había recibido muchas de las promesas (<011308>Génesis 13:8; 18:1). 3 Los nombres semitas de los hijos de Het hacen improbable que tuvieran alguna conexión con los hititas (heteos) del Asia Menor. Eran simplemente otro grupo étnico entre los muchos que había en Canaán (cf. <011519>Génesis 15:19-21). 9 La mezquita actual en Hebrón tiene fundamentos del siglo I a. de J.C., lo cual muestra que el reclamo de que está encima de las tumbas de los patriarcas es antiguo.