Вы находитесь на странице: 1из 5

CRITICA DEL CAPITALISMO MODERNO

En este mismo orden de cosas, bueno será que rescate una opinión
de Ken Rogoff, otrora economista del Fondo Monetario Internacional:
"Los sistemas se mantienen a menudo más tiempo de lo que se cree,
pero acaban por desmoronarse mucho más deprisa de lo que se
imagina,,42. Y es que hay que preguntarse también si el colapso será
lento o rápido. Femández Durán y González Reyes estiman que en los
colapsos rápidos -acaso será ésa la condición del que probablemente se
avecina-se revelan con mayor facilidad las redes de solidaridad y
apoyo mutuo, tanto más si esas redes existen de antes. En los lentos
suele suceder, en cambio, lo contrario: la percepción de que las cosas
van a peor genera, antes bien, una mecánica de defensa de los
43
privilegios y propicia las respuestas autoritarias . En el mismo
sentido, Prieto sugiere que es preferible una caída rápida, toda vez que
un deterioro gradual otorga mayores posibilidades al caos y permite
44
que éste alcance los lugares aparentemente más seguros .

El físico David Korowicz ha distinguido tres trayectorias posibles


en relación con el escenario presente: una decadencia lineal, otra
oscilante y un colapso sistémico. Conforme a la primera,
desmesuradamente optimista, se registraría un retroceso paulatino y
controlado de la actividad económica, que acompañaría al de la oferta
de petróleo, con lo que quedaría abiena la posibilidad de una gran
transición hacia las energías renovables. Con arreglo a la segunda, se
revelarían picos -acompasados con los precios del petróleo-de bonanza
y de recesión, bien que con una tendencia general hacia esta última. De
resultas, cada nueva etapa de recesión degradaría las

Copyrigt ted
matenal
posibilidades de relanzamiento del sistema, que iría perdiendo capacidad
de adaptación. Este horizonte, que recuerda al propio del colapso
"catabólico" de Greer, deja alguna puerta abierta a la esperanza. La
trayectoria del colapso sistémico, en fin, parte de la premisa de que la
ruptura de algunos equilibrios invisibles y una sucesión de pequeñas
perturbaciones podrían provocar cambios considerables difíciles de
prever. Al respecto conviene recordar que las relaciones de causalidad no
son lineales, toda vez que el sistema se ve marcado por numerosos bucles
de retroalimentación. La consecuencia mayor es que se hace difícil
imaginar una contracción progresiva, controlada y tranquila del sistema
45
económico global . No está de más agregar que en la mecánica general
de un colapso no son de descartar períodos de singular dureza
46
acompañados de otros más lIevaderos .

3. Varios colapsos distintos. Algunos estudiosos se han referido a la


posibilidad de identificar varios colapsos distintos. Al respecto ha
alcanzado singular predicamento la teorización de Dmitry Orlov, quien
distingue entre aquéllos cinco posibilidades diferentes. La primera
vendría dada por el colapso financiero, que se traduciría en un
incremento sustancial de los riesgos y en un retroceso de las garantías en
un escenario marcado por la insolvencia de las instituciones
correspondientes, con pérdida de los ahorros y grandes dificultades para
acceder a préstamos. La segunda la aportaría el colapso comercial, con un
dinero devaluado y/o escaso, crecientes dificultades para la importación y
la reparación, y acceso difícil a bienes escasos. La tercera la configuraría
el colapso político, materializado en la idea de que los gobemantes,
deslegitimados e irrelevantes, no merecen confianza alguna. La cualta
exhibiría una dimensión social, plasmada en la percepción de que no
tiene sentido
esperar de los demás, o de las instituciones locales, una ayuda que se
entiende necesaria o una capacidad para resolver, o al menos mitigar, los
conflictos. La quinta, y última, nos habla de un colapso cultural,
materializado en la consideración de que no hay mayor motivo para creer
en la bondad, en la generosidad, en el afecto, en la honradez, en la
47
hospitalidad, en la compasión y en la caridad de las gentes . Si así lo
queremos, el colapso general sería una suerte de combinación de todos
estos colapsos particularizados, en el buen entendido de que no deja de
sorprender que Orlov no incluya en sus descripciones iniciales un colapso
4R
ecológico que con posterioridad ha incorporado, con todo, a su relato •

En la percepción de Tainter, y explicadas las cosas de otra manera, el


colapso reclama la presencia de varios elementos. El primero sería una
quiebra de la autoridad y del control central izado, con revueltas, menores
ingresos del gobierno, amenazas externas, pérdida de eficiencia de las
fuerzas armadas y general insatisfacción popular. En un segundo estadio, el
centro de poder perdería fuerza y al cabo desaparecería. De resultas,
emergerían entidades de dimensiones menores, a menudo enfrentadas entre
sÍ. En un tercer escalón, el Derecho y la eventual protección de la que se
beneficiaba la población se diluirían, en un escenario de crisis de las
manifestaciones arquitectónicas, arústicas y literarias. Mientras los
palacios y los centros de almacenamiento serían objeto de abandono,
quebraría la distribución de bienes y materias primas al tiempo que se
reducirían los intercambios con localidades alejadas, en provecho de un
renacimiento de las formas locales de vida. El tamaño y la densidad de la
49
población se reducirían, con las ciudades como principales afectadas .

Karl W. Butzer, por su parte, ha distinguido las precondiciones de un


colapso y los desencadenantes de este último. Las precondiciones
serían a menudo endógenas -incompetencia o corrupción de las elites,
reducción de la productividad agrícola, pobreza, agotamiento de los
recursos naturales-, reducirían la capacidad de adaptación de la sociedad
en cuestión y propiciarían la decadencia. Los desencadenantes, en
cambio, más rápidos y con frecuencia exógenos -fenómenos climáticos
extremos, invasiones, agotamiento de recursos, crisis económicas-,
provocarían los colapsos si se ven precedidos de las precondiciones. Cabe
concluir, en cualquier caso, que las catástrofes que comúnmente
etiquetamos como naturales rara vez son por completo ajenas a la acción
so
del ser humano .

4. La discusión sobre la complejidad. En muchos lugares se revela una


permanente presión encaminada a acrecentar la complejidad de las
sociedades, a través de tecnologías cada vez más complejas, del
establecimiento de nuevas instituciones, de la profundización en la
organización o en la regulación, o del acopio y procesamiento de más
S1
informa ción . Es muy importante, aunque sea al mismo tiempo difícil,
comprender cuándo la complejidad resulta ser excesiva.
El incremento de la complejidad no surge, sin más, de lo que Ophuls
describe como "proezas técnicas puras". Exige muy a menudo, antes
bien, y tal y como lo señala ese mismo autor, cantidades ingentes de
s2
energía que permitan el despliegue de esas proezas .Tainter y Patzek
han subrayado, con la misma vocación, que el creci miento de la
complejidad de las sociedades, que es un proceso costoso, en sí mismo ni
bueno ni malo, se halla en estrecha relación con el crecimiento paralelo
53
de la energía a disposición de aquéllas . En las sociedades complejas el
encaramiento de los problemas que se presentan necesita de una
complejidad aún mayor, con el consiguiente consumo de nuevos
recursos, en una espiral desoladora. Es muy raro, en otras palabras, que
una sociedad compleja pueda afrontar esos problemas al tiempo que
reduce el consumo de energía 54. El único ejemplo consistente de ese
horizonte lo aporta el del imperio bizantino, capaz de simplificar -importa
subrayar el vigor de este verbo-su condición dentro de las restricciones
55
derivadas del empleo de una menor cantidad de energía . El modelo
contrario lo proporciona, en cambio, el imperio romano, en el que la
creciente complejidad reclamaba el concurso de cada vez más energía,
con un resultado letal: tierras devastadas y población que no crecía,
5fi
empobrecida y enferma .

Вам также может понравиться